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Sobrevivir al fuego, lección aprendida

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Academic year: 2021

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Sobrevivir al fuego, lección

aprendida

Por: Roberto Zaldivar.

Un olor en la casa resulta fuerte y penetrante, es un olor peculiar, difícil de describir detalladamente, pero si buscamos una similitud, se parece al del plástico quemado. Ante el desconocimiento, Paulina Garciglia Mercado y su pareja, piensan que se trata de la basura que contiene el bote de los desperdicios orgánicos en la cocina. Mientras ella prepara algo de comer, su pareja toma la bolsa y decide colocarla afuera, en el área del cuarto de lavado que colinda con la cocina. Es un domingo 17 de febrero del 2019, en una zona residencial tranquila, a orillas de la carretera Transpeninsular que divide a San José del Cabo y Cabo San Lucas. La puerta se abre, un aire cálido entra, en pocos segundos Paulina está prendida de pies a cabeza, el fuego la ha tomado inadvertida.

–Es como si prendes un cerillo y le soplas un spray, fue un flamazo y yo estaba ahí, justo en la posición para que me diera la llamarada, me prendí toda, y me mantuve así alrededor de cinco segundos. Corrí de la cocina al patio, había un ventanal abierto y salí corriendo por él, me tumbé al piso– recuerda Paulina.

Casi al instante comienza un incendio en el cuarto de lavado; mientras tanto, ella se encuentra tirada en el piso, totalmente confundida, aunque ya no está en llamas, siente un poco de dolor, pero la adrenalina que la recorre lo inhibe casi por completo; tiembla cuando se levanta, está en shock. –Aquel día, me trasladaron inmediatamente a un hospital privado que estaba cerca. Estuve ahí casi una hora. Ya con los minutos, me fui poniendo morada, eso aumentó la tensión y puso

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los focos rojos, pues dictó la gravedad y el porcentaje del cuerpo quemado que tenía.

Una historia, un antes, un…

Hablar de una mujer con pasión, con un profundo amor y respeto por el deporte, es hablar en sinónimos de Paulina Garciglia Mercado. Desde pequeña fue una niña muy activa y extrovertida, con una energía que resultaba difícil de controlar pero que en el deporte encontró disciplina. Ese primer acercamiento lo tuvo con algunas artes marciales, pero el Taekwondo trascendió en su vida.

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–Reafirmó mis bases para el deporte, cimentó la constancia y el compromiso, tuve muy buenos resultados. Posteriormente estuve en natación, atletismo; apoyé en el entrenamiento del competidor estatal de Taekwondo. Competí en fisicoculturismo en 2017 y 2018, en competencias estatales y fui a un nacional en la Ciudad de México, gané 4º lugar nacional en mi categoría.

En el ámbito profesional, Garciglia es licenciada en Turismo Alternativo, y ya sea en hotelería, en actividades o proyectos, siempre ha ejercido su carrera. Actualmente, sigue trabajando en Secretaría de Turismo de su estado, Baja California Sur, pero siempre de la mano con alguna actividad física o con el deporte, ese motor que la ayudó durante la prueba más compleja de su vida.

Durante el accidente

Con la gravedad de las quemaduras más evidente, la atleta es trasladada al ISSSTE de San José del Cabo, luego a la unidad de Cabo San Lucas y en la madrugada de ese mismo día, la llevan a La Paz, capital del estado. Ese peregrinar, responde a la falta de medios, en los hospitales, para poder atender la gravedad de las heridas que presenta.

–Ahí estuve cerca de 4 días (en La Paz), pero me tuvieron que trasladar nuevamente, ya que, según entiendo, arriba del 50% de quemaduras es un riesgo mortal, y yo traía un 85%, mi vida corría peligro.

En niveles, su piel está quemada en segundo grado superficial y segundo grado profundo, con una extensión de casi la totalidad de su cuerpo, lo que pone todas las alertas en rojo, ya que puede morir incluso de una infección, eso acelera la urgencia de ser atendida en un área especial de quemados.

Durante el tiempo que está en La Paz, se encuentra aislada, totalmente vendada, no habla, está sedada todo el tiempo; le realizan tres lavados, no hay dolor, porque el medicamento no

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lo permite, pero la limpieza es dura y rigurosa sobre la piel morada e hinchada, una piel que lucha por recuperarse.

–Luego de todos los trámites administrativos que eran necesarios para mi traslado y aceptación, el 21 de febrero de 2019 llego al Hospital 20 de noviembre de la Ciudad de México, en la unidad de quemados… la verdad que mis respetos para las enfermeras, la hacen de psicólogas, de mamás de hermanas, de un familiar, son altamente empáticos, todos, tanto hombres como mujeres que apoyan, yo los recuerdo con mucho cariño.

La sensibilidad pesa sobre cada una de las habitaciones y camas de la unidad de quemados, esa sensación de que la vida ha cambiado por completo, y que quizá nunca vuelva a ser la misma, se palpa en cada paciente. Para Paulina es como estar en un limbo, no ha muerto, pero tampoco se siente viva del todo. Y en una especie de suma de complejidades, su madre tiene cáncer y no puede trasladarse a México para cuidarla en el proceso, es una de sus hermanas la que realiza todo el papeleo y se mantiene con ella durante el proceso de rehabilitación, le da de comer, la medica, le acerca agua, la incentiva, pero ha tenido que dejar su vida para hacerlo, el daño se hace más grande y toca otros ámbitos y a toda familia.

El motor, para volver a vivir

–Justo en ese momento empieza una aventura. El deporte me dio muchas bases, y decidí utilizarlas, prendí mi chip estando en el hospital, me dije, esto lo voy a ver como el entrenamiento para una competencia y voy a hacer lo que tenga que hacer para llegar a mi meta. Mi motor también era mi familia, mi mamá que estaba delicada. Yo pensé, no puedo seguir acá mucho tiempo por que mi mamá se me puede ir.

La familia se convierte en un gran motor y apoyo, gente que no conoce se mantiene pendiente de su estado de salud, las voces y las acciones se suman para ayudarla; comienzan donaciones que ayudan a solventarlos traslados de sus familiares,

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principalmente de su hermana, se costean sus prendas de compresión, la medicina y el tratamiento. El gasto y las cuentas no se detienen. Pero el apoyo también perdura y genera una fuerza interior que la ayuda a visualizarse aprendiendo a caminar otra vez.

–El cuerpo es maravilloso, el mío se puso en stop, una pausa prolongada en la que me dejaron de crecer las uñas y el cabello, todas esas proteínas, todos esos procesos físico-químicos, se fueron a la regeneración de mi piel. Además, como una reacción natural del organismo, comencé a retener líquidos, era una mujer que pesaba 90 kilos de pura agua; estaba totalmente vendada; también tenía algunos apósitos, que son parches que cubrían toda la zona quemada y absorbían el liquido que yo supuraba, evitando infecciones, son a base de mercurio.

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vuelve su sombra, su apoyo, muestra una gran empatía por ella y la incentiva a pensar que aquello es la preparación para una competencia, le pide compromiso y toda la valentía para que pueda volver a caminar. Tras un accidente con secuelas de quemaduras, la piel tiende a contraerse, sobre todo en los pliegues, eso dificulta el movimiento de los brazos, el erguirse correctamente. El escenario más complejo es en el que una pierna o extremidad puede quedar pegada, y para poder estirar, tendrían que cortar e injertar para que pueda funcionar; el objetivo, es evitar llegar a ese punto.

–Lo más doloroso era la rehabilitación, cada vez que tenía que mover una pierna o un brazo era un dolor inmenso, siempre salía llorando, había sangre, había costras, se me bajaba la presión. Mido 1.74, para poder bajar los pies de la cama tenía que poner una escalera, porque bajaba la sangre y la presión que ejerce la circulación dolía. Todo estaba regenerándose, tratando de funcionar otra vez.

El área donde Paulina se recupera está llena de historias, todas parecen salidas de un cuento de terror, pero a la vez tan cotidianas. Le cuentan de quemaduras por spray, una señora a la que le explotó su casa, otros quemados por agua hirviendo y algunos sobrevivientes tras un incendio por fuga de gas, como ella.

– Llega un momento que dejas de sentir dolor, es tanto el que sientes, que luego ya no lo percibes, tu umbral crece más y soportas el manejo de los doctores, las enfermeras, porque al principio todo era dolor, el cambio de ropa de cama duele, el c a m b i o d e b a t a d u e l e m á s , s e n t a r s e , p a r a r s e , e r a extremadamente doloroso. Imaginen dar un paso en esas condiciones, prácticamente no es posible, sentía como miles de agujas que me picaban la piel; es como si tus pies no estuvieran diseñados para caminar, es algo que no había sentido nunca, tuve que volver a adaptarlos a caminar y erguirse.

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– El cuerpo es maravilloso, el mío se puso en stop, una pausa prolongada en la que me dejaron de crecer las uñas y el cabello, todas esas proteínas, todos esos procesos físico-químicos, se fueron a la regeneración de mi piel. Además, como una reacción natural del organismo, comencé a retener líquidos, era una mujer que pesaba 90 kilos de pura agua; estaba totalmente vendada; también tenía algunos apósitos, que son parches que cubrían toda la zona quemada y absorbían el líquido que yo supuraba, evitando infecciones, son a base de mercurio.

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vuelve su sombra, su apoyo, muestra una gran empatía por ella y la incentiva a pensar que aquello es la preparación para una competencia, le pide compromiso y toda la valentía para que pueda volver a caminar. Tras un accidente con secuelas de quemaduras, la piel tiende a contraerse, sobre todo en los pliegues, eso dificulta el movimiento de los brazos, el erguirse correctamente. El escenario más complejo es en el que una pierna o extremidad puede quedar pegada, y para poder estirar, tendrían que cortar e injertar para que pueda funcionar; el objetivo, es evitar llegar a ese punto.

–Lo más doloroso era la rehabilitación, cada vez que tenía que mover una pierna o un brazo era un dolor inmenso, siempre salía llorando, había sangre, había costras, se me bajaba la presión. Mido 1.74, para poder bajar los pies de la cama tenía que poner una escalera, porque bajaba la sangre y la presión que ejerce la circulación dolía. Todo estaba regenerándose, tratando de funcionar otra vez.

El área donde Paulina se recupera está llena de historias, todas parecen salidas de un cuento de terror, pero a la vez tan cotidianas. Le cuentan de quemaduras por spray, una señora a la que le explotó su casa, otros quemados por agua hirviendo y algunos sobrevivientes tras un incendio por fuga de gas, como ella.

–Llega un momento que dejas de sentir dolor, es tanto el que sientes, que luego ya no lo percibes, tu umbral crece más y soportas el manejo de los doctores, las enfermeras, porque al principio todo era dolor, el cambio de ropa de cama duele, el c a m b i o d e b a t a d u e l e m á s , s e n t a r s e , p a r a r s e , e r a extremadamente doloroso. Imaginen dar un paso en esas condiciones, prácticamente no es posible, sentía como miles de agujas que me picaban la piel; es como si tus pies no estuvieran diseñados para caminar, es algo que no había sentido nunca, tuve que volver a adaptarlos a caminar y erguirse.

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Una recuperación en una mente enfocada parece avanzar más rápido, los lavados quirúrgicos son muy importantes y se realizan todos los viernes, ella debe estar sedada porque el lavado es con estropajo en mano y ejerciendo fuerza para evitar cualquier “virus mal intencionado”. El primer mes está cubierta con apósitos y vendas, posteriormente lleva en la piel unos parches especiales, a base de prepucio de neonato, que es una técnica descubierta por un grupo de siete científicos mexicanos del Centro de Investigaciones de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, encabezados por Walid Kuri Harcuch, científico mexicano hijo de extranjeros.

–El primer mes fue el más difícil, tuve mucha fiebre y todos los dolores que ya he contado. Después, me ayudó mucho el tener una dieta especial hipercalórica e hiperproteica, pues comía casi tres bandejas de alimentos y mucha azúcar, todo eso se iba a la piel. Era impresionante lo que comía y la sed que tenía, todo eso se iba a la recuperación, pues yo salí muy delgada del hospital. Me habían diagnosticado de 6 a 8 meses en el hospital, estuve 2 meses.

La oportunidad

Contra todos los pronósticos y neceando todo el tiempo, más allá de un 85% del cuerpo quemado, situación que dicta pocas posibilidades de sobrevivir, y del anuncio de una larga recuperación, Garciglia Mercado está de vuelta en casa, luego de dos meses en el hospital. Es la misma Paulina, pero las voces, las experiencias y los fantasmas de un accidente le dictan una realidad distinta a la que tenía antes de aquel 17 d e f e b r e r o . S i b i e n , h a r e g r e s a d o a s u c i u d a d , l a rehabilitación continua. Hay una persona que la visita todos los días, y una y otra vez, realizan juntas ejercicios de movilidad.

–Hacíamos muchos estiramientos, aprendimos a caminar correctamente, y lo que ayudó en ese tema, fue el traje de compresión; en el hospital te dan una orden, ellos dictaminan

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si tú necesitas las prendas y qué tipo de prendas, yo ocupé un pantalón, una camiseta y guanteletes que usaba 24/7. Me bañaba cada tercer o cuarto día, utilizaba toallitas para mi higiene, pero el traje era muy importante, tenerlo todo el tiempo, y más el primer año, es fundamental, me sirvió muchísimo para poderme parar erguida e inclusive poder estirar las piernas y las rodillas, porque si no lo tenía y me sentaba, me paraba con dificultad, como si fuera a hacer sentadillas.

Repuesta físicamente de una manera notable, los retos siguen estando ahí porque las heridas también son invisibles, son a la psique, y Paulina tiene miedo, piensa que va a pasar otro accidente, que la casa explota de nuevo, no puede dormir. La ayuda psicológica llega necesariamente y la acompaña desde sus días en el área de quemados del Hospital 20 de noviembre.

–El lugar que tú crees más seguro no lo es, y me gustaría resaltar la necesidad de prevención, desgraciadamente actuamos hasta que nos pasa, lo importante aquí es ver un espejo en mí, y con ello, tener la conciencia de las situaciones que se pueden presentar y fomentar la cultura de prevenir. En mi caso, como fue fuga de gas, se recomienda que como cualquier otro hábito de mantenimiento del hogar, así como trapeas, lavas o acomodas, el mantenimiento a las instalaciones de gas se debe realizar mínimo cada 4 meses, y las tuberías tienen que ir al exterior de la casa, pintadas de amarillo para que se puedan identificar fácilmente; de hecho las compañías de gas lo hacen, ellos te pueden checar que no haya ninguna fuga o puedes contratar a un privado que vaya y supervise tu instalación. En el caso de percibir un olor a gas, hay que abrir todas las ventanas, salirte y marcar a bomberos, eso es lo que yo debí hacer.

–Una persona con quemaduras es una persona altamente sensible y tiende a deprimirse mucho, en mi caso, caí en depresión y ataques de ansiedad, yo no sabía por qué me sentía así, y me llega a pasar todavía; necesitamos mucho amor, mucha empatía, mucha compasión, apoyo de la familia, de amistades, y sobre

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todo, darle seguimiento con un psicólogo, ya como un hábito. Es muy importante poder perdonarte y aceptar, tener compasión contigo mismo, porque muchos nos culpamos, es que estuve en el lugar incorrecto, con la persona que no debía y me pasó esto, ahí es cuando empiezas a evaluar toda la situación.

Paulina se mira al espejo, ¿se reconoce?, sí, ¿ha cambiado?, sí también ha cambiado, pero ve sus piernas y sus brazos más fuertes, está de nuevo en el gimnasio y corriendo. Mira su traje de compresión y ya no le incomoda tanto pensar en las miradas morbosas que las personas le dedican cuando la ven con él, es su apoyo, el que la mantiene erguida. Está dejando sus

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inseguridades. Sabe que aún le faltan entre tres y cuatro años para una recuperación total, pero le sonríe a su espejo con toda la actitud que la caracteriza.

–Me quemé de la cintura para arriba en un segundo grado superficial, se ve como si fuera vitíligo; de la cintura para abajo tuve segundo grado profundo, tengo unas partes que están todavía rojas, porque aún está activa la cicatriz; sigo utilizando el pantalón, tuve que acudir a un dermatólogo, también acudía a un ginecólogo, por qué, pues las hormonas están vueltas locas, todo me cambió, periodo menstrual, mis humores, entonces hay que ver si es necesario un tratamiento y el dermatólogo necesita recomendarte el bloqueador solar que un quemado ocupa ya de por vida. Puedo estar expuesta un momento al sol, aunque no aguanto mucho, porque hay cierto ardor y con una exposición mayor me pueden salir ámpulas.

–Es como si me hubieran reseteado y regresas con otra mentalidad, otro metabolismo, otro cuerpo, te cambia todo y tienes que adaptarte, ahí trabajas con la psicóloga, pues el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. La vida es un regalo, y aunque somos una pequeña partícula somos trascendentes. Las segundas oportunidades no todas las personas las tenemos, y esta labor que yo quiero hacer, es para los que estén pasando por una etapa parecida, que no sepan qué hacer emocionalmente, pero también, para que ya no ocurra y no existan más personas quemadas o fallecidas por el fuego. El mensaje es que cuiden su hogar, acérquense a la estación de bomberos más cercana, ellos tienen cursos, manuales, dan pláticas, desafortunadamente es difícil llegar a los adultos, porque creen que no les va a pasar, pero los niños son más receptivos y eso buscamos.

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