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GRINBERG, L:

"Culpa y depresión. Estudio psicoanalítico" Ed. Paidós - Bs. As. 1976

V

EXPRESIONES DEL SENTIMIENTO DE CULPA EL CONFLICTO EDIFICO

El sentimiento de culpa como resultado del conflicto entre Eros y Tánatos. Formas en que se manifiesta. La fantasía inconsciente en la génesis de la culpa. El conflicto edípico y la culpa: conceptos de Freud y M. Klein. El sentimiento de culpa referido a la autoridad externa y al Superyó. Culpa y necesidad de castigo. El remordimiento.

De acuerdo con los conceptos desarrollados por Freud, hemos visto que el sentimiento de culpa es la expresión del conflicto de ambivalencia y de la eterna lucha entre el instinto de vida y el de muerte. Pero no siempre aflora ese sentimiento de culpa en el campo de la conciencia sino que, muy frecuentemente, se encuentra totalmente reprimido, en un plano inconsciente, y se manifiesta indirectamente por alguno de sus efectos: irritabilidad, malhumor, apatía, depresión, trastornos psicosomáticos, etcétera. Otras veces, sin embargo, se expresa, por una tensión intrapsíquica que ocasiona un estado de profundo malestar acompañado por un sufrimiento continuo, depresión y el presagio de alguna catástrofe que podría ocurrirle al individuo. Estas últimas expresiones están asociadas, profundamente, a una inevitable necesidad de castigo. (1)

Para Franz Alexander (2), los sentimientos de culpa pertenecen a la categoría del miedo; tienen un efecto inhibitorio sobre la expresión de tendencias hostiles. Se experimentan siempre como una tensión displacentera, con la expectativa de un daño que no se puede impedir. El contenido psicologico de la culpa es: "no soy bueno, merezco castigo". Los sentimientos de inferioridad, por el contrario, son de efecto estimulante. No corresponden a no sentirse bueno, sino más bien a sentirse débil y poco eficiente; estimulan, a veces, la competencia. Según este autor, debido al sentimiento de culpa aparece una actitud de sumisión que crea sentimientos de inferioridad y puede conducir reactivamente a una conducta agresiva criminal. Se produce, entonces, un círculo vicioso por el efecto dinámico antitético de estas dos clases de sentimientos.

Según Rickman (3) lo que nos conduce a enfatizar tanto la importancia de la culpa como punto focal en el desarrollo de la estabilidad de la personalidad dentro de las experiencias de los primeros años de vida, es el descubrimiento invariable de los sentimientos de amor y odio referidos a los padres. Es esta reacción a la culpa de los períodos más tempranos de la vida, lo que crea la disposición a la enfermedad mental, a la inestabilidad y al crimen, pero también a los logros y a la realización de aspiraciones.

Freud sostuvo que si la cultura es la vía ineludible que lleva de la familia a la sociedad; se encontrará ligada indisolublemente a una exaltación del sentimiento de culpa (4). Cita unos versos de Goethe en los que se encuentra una directa imprecación contra las que él llama "potencias celestes":

"A la vida nos echáis

Dejando que el pobre incurra en culpa; Luego lo dejáis sufrir.

Pues toda culpa se ha de expiar".

¿Pero quiénes son los que otorgan la vida, haciendo que uno incurra en culpa, la sufra y luego tenga que expiada? Obviamente constituye una referencia a los padres. Aquí surge una protesta contra quienes, directa o indirectamente, parecerían tener la responsabilidad de nuestra culpa.

Una de las expresiones universales en la que está básicamente contenida la noción de culpa es la del complejo de Edipo. La relación del sentimiento de culpa con el conflicto edípico es de la mayor

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importancia y constituye seguramente uno de los problemas fundamentales que rigen la evolución del individuo.

Según Freud (5), los deseos genitales surgen en la fase fálica, entre los tres y cinco años, como expresión del complejo de Edipo, El estadio fálico alcanza su primacía pero sucumbe luego ante la "angustia de castración". Esto ocurre ante la aparición del Superyó, heredero del complejo de Edipo, que se forma por la internalización de la autoridad paterna. La culpa es la expresión de la tensión entre el Yo y el Superyó, como resultado de las fantasías agresivas contra el padre. La niña tiene un apegamiento pre-edípico a la madre, pero al descubrir que carece de pene, sufre su complejo de castración y reacciona con resentimiento hacia ella. Se vuelve entonces hacia a su padre con el deseo de recibir un pene de él y, secundariamente, para que le dé un hijo. Pero estas fantasías van acompañada de ansiedad y culpa por la pérdida del amor de la madre y el temor a la muerte.

Para M. Klein (6), el desarrollo sexual y emocional del niño y de la niña incluye sensaciones genitales prácticamente desde la primera infancia, aun bajo la primacía de la libido oral. Ubica, por lo tanto, el origen del complejo edípico en los primeros meses de la vida, coincidiendo Con los fuertes impulsos oral-sádicos y los intensos sentimientos de ansiedad y culpa. Sostiene que la relación con el pecho materno es uno de los factores esenciales que incluye sobre todo el desarrollo del complejo de Edipo. Los diferentes tipos de vínculo con el pecho serán trasladados luego a la relación con el pene del padre.

El Superyó inicia su formación en la fase oral en ambos sexos. El primer objeto introyectado -el pecho materno- constituirá la base del Superyó, con componentes variados de acuerdo a los rasgos protectores o persecutorios que se hayan incorporado. Tal como lo afirmó Abraham, los primeros sentimientos de culpa provienen de las fantasías oral-sádicas de devorar a la madre y, ante todo, sus pechos. Por eso señala Klein que: “la culpa no se presenta en el período final del complejo de Edipo, sino que es uno de los factores que, desde un comienzo, moldean su curso y afectan su desenvolvimiento".

M. Klein concuerda con Freud en que la ansiedad de castración es la situación de ansiedad predominante en el varón, pero no cree que sea el único factor que determine la represión del complejo de Edipo. Ella apoya la idea de que, a lo largo del desarrollo, las ansiedades tempranas de diferentes orígenes cumplen un papel tan importante como el que desempeña la angustia de castración en el momento álgido de la situación edípica. Los sentimientos de culpa del niño en relación con los impulsos agresivos hacia el padre, le incrementan la tendencia a reprimir sus deseos genitales. "Una y otra vez -dice M. Klein- he encontrado en el análisis de varones que los sentimientos de culpa en relación con el padre querido constituyen un elemento integrante importante del completo de Edipo e influyen de un modo vital en el desarrollo de ese complejo. El sentimiento de que la madre está en peligro, por la rivalidad del hijo con el padre y que la muerte del padre sería una pérdida irreparable para ella, contribuyen a la intensidad del sentimiento de culpa del niño y, por lo tanto, a la represión de sus deseos edípicos".

Veamos ahora como se llega a experimentar el sentimiento de culpa. La primera respuesta que surge -al decir de Freud- es que uno se siente culpable cuando ha cometido algo que considera "malo", o que reconozca en sí mismo tan sólo el propósito de hacerla. En lo que se refiere a este último aspecto, hace mucho tiempo que se sostiene que la culpa reside en la intención, o sea en la fantasía inconsciente. El crimen real no sería la causa de la culpa; más bien es su resultado. (7)

Por otra parte, Freud distingue dos orígenes del sentimiento de culpa: uno es el miedo a la autoridad; el segundo, más reciente, es el temor al Superyó, El primero obliga a renunciar a la satisfacción de instintos; el segundo impulsa, además, al castigo, dado que no es posible ocultar ante el Superyó la persistencia de los deseos prohibidos. No siempre es posible diferenciar el sentimiento de culpa de la necesidad de expiación. En la culpa hay un ligamen en relación con el objeto perdido o dañado; en la expiación hay un deseo de castigo. Pero ambas tienen una raíz común.

En realidad el sentimiento de culpa domina toda la vida instintiva: no solo porque impide la satisfacción de los instintos, sino porque contribuye al incremento del masoquismo.

Cuando la autoridad de los padres queda internalizada se establece; el punto de partida del Superyó. Una de las funciones de esta instancia que vigila y juzga las actuaciones del Yo se llama

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conciencia moral (8). La agresión por la conciencia moral perpetúa y refuerza la agresión por la

autoridad.

El motivo por el cual el Yo, bajo la influencia del sentimiento de culpa, se somete a los mandatos del Superyó es el temor de perder su cariño y protección. Si la suerte acompaña al hombre, su conciencia moral es indulgente; en cambio si la adversidad le persigue reconoce sus pecados y se impone privaciones y castigos, tal como lo señalaron Freud y Fenichel. (9) El destino, en un plano, es considerado como un sustituto de la instancia paterna; si la desgracia aparece, significa que ya no se es amado por esa autoridad máxima y, amenazado por semejante pérdida de amor, el sujeto vuelve a so-meterse al Superyó. En otro plano, el destino representa al mismo sujeto quien, por su sentimiento inconsciente de culpa provoca, a través de la compulsión repetitiva las situaciones que le son adversas.

Es decir, entonces, que se renuncia a la satisfacción de los instintos como consecuencia del temor a la autoridad exterior y para no perder su amor. Una vez cumplida esa renuncia, se han saldado las cuentas con dicha autoridad y no tendría que subsistir ya ningún sentimiento de culpa. Pero no sucede lo mismo con el Superyó. No basta en este caso con la renuncia instintiva, pues el deseo persiste y no puede ocultarse ante el Superyó. Surge entonces el sentimiento de culpa y la necesidad de castigo.

A la formación del Superyó y al desarrollo de la conciencia moral concurren factores constitucionales innatos y además influencias del medio ambiente. No debe extrañar esta dualidad pues representa la condición etiológica de todos los procesos.

La severidad del Superyó no siempre refleja la severidad del trato que ha recibido el niño. También un niño educado blandamente puede desarrollar una conciencia moral severa; los padres excesivamente blandos y condescendientes provocarían en el niño la formación de un Superyó demasiado severo, porque no le queda más c8.mino que dirigir sus tendencias agresivas hacia adentro.

M. Klein (10) confirmó que había descubierto en el análisis de niños muy pequeños (2 a 4 años) un Superyó muy severo y cruel, que no coincidía con la imagen que presentaban los padres reales. Se debía, en gran parte, a la proyección de los propios impulsos sádicos del niño.

Por otra parte, frente a la severidad del Superyó, el niño está repitiendo un modelo filogenético, ya que el padre prehistórico debió haber sido terrible y puede atribuírsele una extrema severidad.

Una expresión vinculada al sentimiento de culpa y que suele usarse muy frecuentemente es la del

remordimiento. Tiene su origen indudablemente en el canibalismo oral practicado por los integrantes de

la horda paterna después del asesinato del padre primitivo. Ya hemos visto que la necesidad de ingerir el cuerpo del padre tenía una doble motivación: por un lado, era una forma de asegurarse su desaparición ante el temor a la retaliación y a la peligrosidad que entrañaba aún después de muerto; por el otro, correspondía a una tentativa de identificarse, a través de su incorporación, con los aspectos admirados y envidiados del mismo. (11)

Al repasar la evolución que ha tenido el concepto del sentimiento de culpa en la historia del pensamiento psicoanalítico, nos encontramos con ciertas contradicciones; algunas de ellas fueron resueltas por los sucesivos estudios realizados por Freud y sus continuadores. Así por ejemplo, se supuso que la culpa era una consecuencia de las agresiones coartadas; mientras que, en otro caso, precisamente en su origen histórico, en el parricidio, era el resultado de una agresión realizada. Pero Freud logro superar esa dificultad explicándola a través de la aparición del Superyó que correspondía a la internalización de la autoridad externa. Se acepta ahora que el sentimiento de culpa puede originarse tanto en un acto de violencia realizado efectivamente, como, también con uno simplemente inten-cionado, hecho descubierto por el psicoanálisis.

Algunos autores (12) (13) expresaron que toda forma de privación, toda satisfacción instintiva defraudada, tiene o podría tener por consecuencia un aumento del sentimiento de culpa. Para Freud, la teoría se simplificaría notablemente si se aplicara este principio únicamente a los instintos agresivos. Hubo un cambio en la concepción teórica de Freud con respecto a la génesis de la culpa. En un comienzo había establecido que toda tendencia erótica frustrada daba lugar a la aparición del sentimiento de culpa; sin embargo más tarde llego a la conclusión de que tan solo la agresión es responsable de la

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emergencia de este sentimiento. Explico entonces la aparición de la culpa ante una exigencia erótica insatisfecha como debida al desencadenamiento de cierta agresividad contra la persona que impide la satisfacción, y esta agresividad tiene que ser controlada a su vez. En tal caso, es la agresión la que se transformó en culpa al ser coartada y derivada al Superyó. En definitiva, Freud cree que se podría concebir más claramente muchos procesos psíquicos si limitáramos únicamente a los instintos agresivos la génesis del sentimiento de culpa.

En toda neurosis se oculta cierta dosis de sentimiento de culpa inconsciente, el cual refuerza a su vez los síntomas al utilizarlos como castigo. Freud formuló la siguiente proposición: "cuando un impulso

instintivo sufre la represión, sus elementos libidinales se convierten en síntomas y sus componentes agresivos en sentimientos de culpa". (14)

Estos conceptos serán mejor comprendidos al estudiar más detenidamente la relación existente entre la agresividad que caracteriza al Superyó bajo la dependencia del instinto de muerte, y la necesidad de castigo que manifiesta el Yo sometiéndose a aquél. El sentimiento de culpa constituye una expresión típica de esta relación.

Numberg. H. “Teoría general de las neurosis basada en el psicoanálisis” - Barcelona, Pubul., 1937

Alexander, F. "Remark about the Relation of Inferiority Feelings lo Guilt Feelings". The Int. J. of Psycho-Anal., XIX, 1, enero 1938

Rickman, J.: "Guilt and Psychological Disorders", en Selected Contribution to Psycho-Analysis. Londres, the Hogarth Press and the Institute of Psycho-Analysis, 1957

Freud, S.: "El malestar en la cultura", ob. cit,

Freud, S.: "El Yo y el Ello", Obras completas. Buenos Aires, Ruedo., 1953.

Klein, M.: "El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas». Rev. De Psicoanálisis, X, 4, 1953 Freud, S. (en "Los delincuentes por sentimiento de culpa", Obras completas. Buenos Aires, Rueda) señala que el sentimiento de culpa es anterior al delito y que éste es la consecuencia. Agrega que la investigación analítica permitió comprobar que estos hechos eran cometidos, ante todo, por ser prohibidos y porque su ejecución procuraba un alivio psíquico al autor. En los niños se suele observar que se "portan mal" para provocar un castigo quedando luego satisfechos. El discurso de Zaratustra. (Nietzsche) "sobre el criminal pálido" alude a la preexistencia del sentimiento de culpa.

Winnicott, D., en "El psicoanálisis y el sentimiento de culpa" (El psicoanálisis y el pensamiento

contemporáneo, J. D. Sutherland. Buenos Aires, Paidós, 1962) señala que en los seres humanos existe el

germen de una moralidad innata que si encuentra la oportunidad de desarrollarse suministra a la personalidad del niño los cimientos emocionales de la conducta moral.

Fenichel, O.: Teoría psicoanalítica de las neurosis. Buenos Aires, Nava, 1957. Klein, M.: "El psicoanálisis de niños", ob. cit.

A. Garma estableció una correlación muy interesante entre el concepto de "remordimiento" y la dinámica de las Úlceras gastroduodenales. En su libro Génesis psicosomática y tratamiento de las úlceras

gástricas y duodenales (Buenos Aires, Nava, pág. 116, 1954) señala que… "Mediante remordimientos” a

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palabras, su conciencia lo muerde interiormente par sus deseos punibles y reprimidos contra la madre... Dada la importancia de la madre frustradora y agresiva en la infancia del ulcerosa, su intervención en el origen de su conciencia suele ser preponderante."

Freud, en "El malestar en la cultura" (Obras completas, Rueda) se refiere al "remordimiento" como un término global empleado para designar la reacción del Yo en un caso especial del sentimiento de culpabilidad, incluyendo la angustia subyacente sería en sí mismo un castigo y puede abarcar la necesidad de castigo.

Jones, E.: "Fear, Cuilt and Hate", en Papers on Psycho-Analysis. Londres, Baillere Tindall and Co., 1948 Isaacs, S.: Privation and Cuilt". Int. J. of Psycho-Anal. X

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