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RESIDUOS DE APARATOS ELÉCTRICOS Y ELECTRÓNICOS (RAEE)

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RESIDUOS DE APARATOS ELÉCTRICOS Y ELECTRÓNICOS (RAEE) Introducción

La Directiva 2002/96/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de enero de 2003 sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (Directiva RAEE de aquí en adelante) define los aparatos eléctricos y electrónicos como todos aquellos equipos que para funcionar debidamente necesitan corriente eléctrica o campos electromagnéticos, así como los aparatos necesarios para generar, transmitir y medir tales corrientes y campos pertenecientes a las categorías indicadas en el Anexo I A de la Directiva RAEE y que están destinados a utilizarse con una tensión nominal no superior a 1.000 voltios en corriente alterna y 1.500 voltios en corriente continua.

Los RAEE son, por lo tanto y según esta misma Directiva, todos aquellos aparatos eléctricos y electrónicos que pasan a ser residuos de acuerdo con la definición que consta en la letra a) del artículo 1 de la Directiva 75/442/CEE.

Este término comprende todos aquellos componentes, subconjuntos y consumibles que forman parte del producto en el momento en que se desecha.

Actualmente, la Directiva RAEE diferencia los equipos según procedan de los hogares o centros similares, que suelen ser de pequeño tamaño y cantidad; y el resto que son de tipo industrial. El tratamiento es distinto en cada caso y en general no supone ningún coste al último poseedor; a excepción de algunos convenios comprador-vendedor para el equipo al final de su vida útil.

Desde el punto de vista de la producción, comercialización y consumo, los aparatos eléctricos y electrónicos se han clasificado básicamente en tres grupos, bajo la denominación de:

- Línea blanca: electrodomésticos relacionados con las labores domésticas de conservación y preparación de alimentos y acondicionamiento térmico.

- Línea marrón: aparatos audiovisuales de uso doméstico.

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- Línea gris: equipos utilizados en las tecnologías de la información y aparatos de telecomunicación.

Estas tres líneas no incluyen todos los residuos que caen bajo el mandato de la Directiva RAEE, pero sí la gran mayoría de los mismos.

La problemática asociada a los RAEE es agravada además por una serie de razones:

- El rápido crecimiento de los RAEE es un tema de preocupación. En 1998 se generaron 6 millones de toneladas de RAEE en la UE, suponiendo un 4% de la corriente de residuos municipales. El volumen de RAEE crece a un ritmo acumulativo de al menos 3-5% anual. Esto significa que en cinco años se generará un 16-28% más de RAEE y en 12 años esta cantidad se habrá doblado. El incremento de los RAEE se produce a un ritmo de unas tres veces mayor que el correspondiente al de cualquier otro residuo.

- Debido al contenido de sustancias potencialmente peligrosas, los aparatos eléctricos y electrónicos pueden dar origen a importantes problemas medioambientales si no son descontaminados adecuadamente. Se piensa que una gran parte de los contaminantes encontrados en los residuos municipales provienen de los RAEE. Un 90% aproximado de los RAEE se depositan en vertederos, se incineran o se recuperan sin ningún pretratamiento de descontaminación.

Características y composición

Estos residuos presentan el interés de ser fácilmente reutilizables porque muchas veces son desechados por obsoletos aún en estado de funcionamiento. En el apartado dedicado a opciones de gestión profundizaremos en esto.

La fracción no peligrosa de los RAEE, que es la que nos interesa en este Plan, suele estar compuesta mayoritariamente de elementos metálicos y plásticos,

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que una vez no sean de utilidad pueden ser incorporados a los procesos generales de reciclaje y valorización.

En lo concerniente a la caracterización de la potencial peligrosidad de los RAEE, existen distintos estudios en los que se vislumbró que un gran porcentaje de las sustancias peligrosas que contienen se encuentran concentradas en un número relativamente pequeño de componentes y grupos de productos que deben ser retirados de los RAEE con anterioridad en un paso de descontaminación, para así posibilitar la consideración del resto como residuos no peligrosos. Los componentes potencialmente peligrosos son entregados a gestores autorizados para su correcto tratamiento. Se citan a continuación los elementos presentes:

Cadmio: más del 90% en las pilas recargables.

Plomo: más del 90% en las baterías, con pequeñas contribuciones por parte de las soldaduras para los PBAs (ensamblajes de placas impresas), lámparas y tubos fluorescentes.

Óxido de plomo (utilizado en el vidrio): más del 80% en los TRC (Tubos de Rayos Catódicos) mientras que el resto procede de las lámparas y los tubos fluorescentes.

Mercurio: más del 90% procede de las pilas y sensores de posición con una pequeña contribución por parte de los relés y tubos fluorescentes.

Cromo hexavalente: utilizado como inhibidor de corrosión en el sistema de refrigeración de los refrigeradores por absorción.

PCB (bifenilos policlorados): más del 90% provienen de los condensadores con PCB.

TBBA (Tetra bromo bifenil A): más del 90% proviene de las placas impresas y otros componentes.

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Octa y deca BDE (octa y decabromodifeniléter): más del 80% se encuentra dentro de los ordenadores, con menores contribuciones por parte de los aparatos de TV y aparatos eléctricos de cocinas domésticas.

CFCs.

Cloroparafinas: más del 90% en el PVC de los cables.

Otros materiales o categorías de materiales medioambientalmente relevantes identificados en los RAEE son:

Plata, cobre, bario y antimonio.

PCN (naftalato policlorado): que se utiliza para impregnar los cables recubiertos de papel en los condensadores.

Cristales líquidos: más de 200 sustancias, muchas de ellas ambientalmente problemáticas, pueden formar parte del cristal líquido.

Material óptico: indio, galio, arseniuros y cadmio.

Berilio aleado con cobre utilizado para muelles de contacto en conectores de señales bajas.

Superconductores de alta temperatura con cantidades apreciables de mercurio.

Estaño de las soldaduras de los PBAs (ensamblajes de placas impresas).

La dimensión del impacto ambiental que puede producir la presencia de estas sustancias peligrosas depende fundamentalmente de su toxicidad y de las cantidades que pueden ser liberadas al medio ambiente una vez finalizada la vida útil de los aparatos. Como ocurre con los VFU, es fundamental la descontaminación de los RAEE antes de su gestión como no peligroso.

Legislación específica

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Con la Directiva 2002/95/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de enero, sobre restricciones a la utilización de determinadas sustancias peligrosas en aparatos eléctricos y electrónicos, se unifican criterios para armonizar la legislación de los Estados miembros en esta materia con objeto de contribuir a la protección de la salud humana y a la valorización y eliminación correctas de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), desde el punto de vista medioambiental.

Más concretamente, la Directiva 2002/96/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de enero, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, establece las medidas de prevención en la generación de estos residuos, y, además, de reutilización, reciclado y otras formas de valorización, a fin de reducir su eliminación. Asimismo, pretende mejorar el comportamiento medioambiental de todos aquellos agentes que intervienen en el ciclo de vida de los aparatos eléctricos y electrónicos: productores, distribuidores, consumidores y gestores de residuos.

Actualmente no existe normativa específica estatal, autonómica ni local que regule este tipo de residuo.

Producción

La Directiva RAEE obliga a facilitar los datos de producción a las Comunidades Autónomas, con el fin de elaborar la información base con que cumplir los objetivos marcados por ésta.

Sin embargo, se cumple en este residuo, máxime por su relativa novedad, la carencia de datos fiables que venimos denunciando en el presente documento.

Los datos con los que se cuentan son los correspondientes a la puesta en marcha de una campaña piloto para recogida y tratamiento de RAEE de líneas marrón y gris en Andalucía. A fecha de julio de 2003, se retiraron un total de 156.400 kilogramos de estos residuos. Del total recopilado, los residuos correspondientes a la línea gris constituyen el 60% y la línea marrón abarca un

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37%, un 3% del total mencionado se rechazó por no pertenecer a la categoría de RAEE.

Lo previsto por esta campaña una vez concluya el año es el reciclaje de 500 toneladas, de las cuales 350 se corresponden con los RAEE de origen doméstico, que son gestionadas a través de los Puntos de Recogida habilitados al efecto en las distintas Mancomunidades, Ayuntamientos, etc., donde los ciudadanos depositan sin coste sus residuos para su posterior traslado a una planta de tratamiento. Las restantes 150 toneladas son las procedentes de industrias, que se gestionan a través de contratos o convenios con las empresas generadoras.

Sumando a estos datos los correspondientes a electrodomésticos de línea blanca retirados por los servicios municipales, se estima que en Andalucía se generan anualmente unas 40.000 toneladas de este tipo de residuo, lo que supone una cantidad de 6 kilos al año por habitante (superando en 2 kilos a lo marcado por la Directiva RAEE). Debido al auge y modernización creciente en nuestra área, se espera que esta tendencia continúe durante algunos años más.

Gestión actual

Abarcando la recogida, el almacenamiento, el transporte, la valorización hasta la eliminación, e incluyendo la vigilancia de estas actividades, una de las principales dificultades de la gestión de los RAEE es la amplia tipología de aparatos que engloban, con lo que es difícil generalizar y encontrar soluciones comunes.

Hecha esta consideración de prudencia, podemos decir que en la actualidad los RAEE son gestionados principalmente:

Mediante su reparación, acondicionamiento y reutilización como productos de segunda mano.

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Mediante su desguace y recuperación de los elementos metálicos, cuando el porcentaje es significativo.

Mediante la deposición en vertederos.

Sin embargo, existen al margen de estas tres líneas generales tímidos intentos de separar y reciclar los componentes de estos aparatos, aún no establecidos en nuestra comunidad autónoma.

Prevención y minimización

La Directiva RAEE, tiene como objetivo principal la prevención de la generación de los residuos, fomentando la reutilización o reciclado antes que su eliminación. En este aspecto, se quiere potenciar la fabricación de los aparatos teniendo en cuenta desde su principio el aspecto medioambiental. Se busca así que se reduzcan los residuos y su peligrosidad. Los aparatos deben construirse con materiales fáciles de separar para reciclar o valorizar energéticamente y eliminar en todo lo posible las sustancias peligrosas de su composición.

En relación a esto, hay sustancias peligrosas definidas que a partir de 2007 no podrán formar parte de estos aparatos. A la vez, hay un anexo en la Directiva 2002/95/CE sobre restricciones a la utilización de determinadas sustancias peligrosas en aparatos eléctricos y electrónicos (Directiva RoHS) que en principio no tienen un sustituto debido a que implicaría un aumento desproporcionado del coste. Esta lista se revisa cada cuatro años y marca una clara línea de investigación y desarrollo ambiental.

Estas actividades de prevención y minimización están dirigidas a los fabricantes de los aparatos eléctricos y electrónicos. Estas actuaciones carecen de sentido si no se contempla la figura del consumidor, puesto que es quien selecciona el producto a adquirir. La información proporcionada al comprador a través de campañas de información y programas de formación ambiental en centros educativos y asociaciones le orientará en la selección del producto,

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contribuyendo consecuentemente a la menor generación de residuos o disminuyendo la peligrosidad de éstos.

Propuestas de gestión

La primera opción a considerar en la gestión de los RAEE es la reutilización.

Una instalación de gestión donde se reciba una cantidad importante de equipos permite la reparación de un buen número de ellos mediante la sustitución de componentes. Con esto, los RAEE se reutilizan y se pueden reintroducir en el mercado a bajo coste, lo que permite cubrir necesidades sociales a la vez que se crea empleo basado en mano de obra cualificada.

Cuando la reutilización no es posible, los RAEE son desguazados y sus materiales deben ser reciclados. Todos los equipos se deben someter a un proceso de descontaminación para separar los componentes potencialmente peligrosos. Las etapas de descontaminación previa y desmontaje originan fracciones que requieren un tratamiento especializado, lo que permite redirigir cada fracción a la mejor tecnología disponible para su reciclaje o valorización.

Los tratamientos empleados en cada caso son:

- Fracción compleja rica en metales: se muele y se somete a clasificaciones, básicamente mediante procesos mecánicos y electromagnéticos que permiten separar los metales y obtener concentrados aptos para incorporarlos como materias primas secundarias al circuito económico actual. Otra opción es usar procesos térmicos como la gasificación o la pirólisis, que permitan separar el metal.

- Fracción de vidrio: El reciclaje del vidrio contenido en los RAEE está dificultada por el contenido de plomo de muchas fracciones, en especial pertenecientes a los tubos de rayos catódicos. No es viable actualmente la separación, así que el producto ha de reciclarse en industrias que utilicen vidrio plomado, o bien aprovechar que se trata de un residuo inertizado para disponerlo en vertedero como material de rechazo.

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- Fracción plástica: la Directiva RoHS exige fabricar evitando la presencia de Cd, Pb, Cr(VI), Hg y compuestos bromados pertenecientes a las familias de aditivos retardadores de llama: PBBs y PBDEs. Los plásticos que cumplen esta condición tendrías que ser destinados a reciclaje.

Los aparatos fabricados con anterioridad a la Directiva sí contienen estos contaminantes, por lo que es necesario su identificación y clasificación previa al tratamiento. En este caso, es interesante la retirada de estos productos de la circulación, por lo que se rechazarán eliminándolos preferiblemente mediante tecnologías como la gasificación, que permite la valorización energética sin emitir a la atmósfera los metales y halógenos. Mientras no se disponga de esta tecnología en Andalucía, se propone su depósito en vertedero como material de rechazo.

La provincia de Cádiz cuenta con puntos limpios que actúan como estaciones de transferencia de numerosos residuos, al acopio de baterías. Es palpable la necesidad de hacer extensivo el servicio de estas instalaciones a los RAEE.

Este servicio se debe complementar con el emplazamiento de dos nuevas estaciones de transferencia para RAEE, dotadas para permitir la descontaminación y desguace de los mismos. Estas instalaciones pueden a su vez ser compartidas con otros residuos provinciales tales como hospitalarios, voluminosos y envases y embalajes, para su posterior traslado a la empresa encargada de su completar su gestión.

Las ubicaciones que parecen lógicas para estos servicios son las dos Bahías, mientras que desde la zona de la Sierra se trasladará los RAEE de los puntos limpios a estas dos instalaciones.

Objetivos

La Directiva RAEE marca como fecha límite el 1 de Julio de 2005 para implantar la responsabilidad existente por parte de los fabricantes de estos productos de abarcar los gastos de recogida de los residuos domésticos, sin

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implicar costes para el último propietario aunque matizando esto para los no domésticos; en estos últimos hay ocasiones en las que se alcanzarán acuerdos entre las partes acerca de la venta y posterior gestión de los residuos.

La Directiva marca asimismo los siguientes objetivos a alcanzar al 31 de diciembre de 2006 (porcentajes relativos a peso):

Grandes electrodomésticos: Reutilización y reciclado del 75%.

Equipos de informática y telecomunicaciones: Reutilización y reciclado del 65%.

Resto de categorías: Reutilización y reciclado del 50%.

Para cumplir estos objetivos será necesaria la implantación de un Sistema Integrado de Gestión (SIG).

Otro aspecto fundamental en el buen funcionamiento de este sistema es el conocimiento del mismo por parte de los ciudadanos y su posterior colaboración. Para ayudar a esto, los equipos eléctricos y electrónicos llevan impresos un símbolo de prohibición de depósito en contenedores de basura, que viene definido por la Directiva RAEE. Además, se deben poner en marcha una serie programas informativos dedicados a todos los usuarios y a todos los niveles, de forma que aclaren y detallen todo lo relacionado con estos residuos y su correcta manipulación. El usuario debe conocer:

- La obligación de no deshacerse de los RAEE como si se tratara de un residuo sólido urbano (RSU).

- La recogida selectiva que se hace de los mismos.

- Existencia de alternativas de reutilización, reciclado y otras formas de valorización de estos residuos.

- Los efectos potenciales sobre la salud y el medio ambiente debido a las sustancias peligrosas existentes en su composición.

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- El significado del símbolo, mencionado anteriormente, que aparece en cada aparato.

Pero resumamos y centrémonos en cómo puede la provincia de Cádiz avanzar en el cumplimiento de estos objetivos, y qué acciones e instalaciones se proponen para ello:

Habilitación de puntos limpios destinados a la recogida y clasificación de estos residuos.

Habilitación de una planta de transferencia, descontaminación y desguace de RAEE en el Campo de Gibraltar.

Concienciación en empresas y ciudadanía, según se ha descrito en este apartado.

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RESIDUOS DE PILAS

Introducción

Dentro del conjunto de las pilas, encontramos algunas que, debido a su composición metálica, están consideradas como residuo no peligroso. Al final de su vida útil, en muchos casos aún terminan en vertederos para RSU. Los esfuerzos realizados por las administraciones para concienciar a la ciudadanía sobre el peligro que representan las pilas no han sido completos, y han creado una sensación de caos informativo debido en parte a:

La complejidad técnica del tema, por la variedad de pilas existente en el mercado

La falta de una legislación completa que impida la importación de productos cuya fabricación está prohibida en Europa, como son las pilas con Hg

Algunas gestiones incorrectas o incompletas, que producen una sensación de “bajada de guardia” en la población, repercutiendo muy negativamente en su concienciación y compromiso con el sistema de gestión

Los países miembros de la convención de París para la prevención de al contaminación marina adoptaron la decisión 90/2 del 14 de junio de 1990 por la cual se establecía la necesidad de separar en la recogida este tipo de pilas de las que contienen mercurio y cadmio. Este acuerdo se viene respetando excepto por cuestiones de desinformación ciudadana, ya que la recogida de pilas en nuestra provincia se lleva a cabo por los Ayuntamientos, en colaboración con los comercios, y no siempre se produce la separación en el momento de la entrega. Escapa del ámbito provincial las decisiones sobre fabricación de pilas, pero sería interesante que estos bienes usaran códigos de

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color que permitieran a la ciudadanía entregarlas convenientemente separadas.

Mientras tanto, la información es la única manera de que la separación selectiva se cumpla para este residuo.

Este plan es de aplicación a los tipos de pilas y acumuladores no peligrosos según la Orden MAM/304/2002, es decir, los códigos 160604 de pilas alcalinas y 160605 de otras pilas y acumuladores (como las salinas y de zinc/aire), quedando excluidos de este estudio todos aquellos residuos de pilas y acumuladores que contengan plomo, níquel-cadmio, mercurio, plata u otros metales que le confieran carácter de peligrosidad.

Características y composición

Las pilas están compuestas generalmente de una funda plástica que encierra un electrolito, un ánodo metálico y un cátodo que suele estar compuesto por carbono o por un óxido. Para las pilas consideradas residuo no peligroso, podemos generalizar su composición diciendo que presentan una parte dominante en peso constituida por Fe, Zn o Mn, y trazas o pequeñas cantidades de Ag, Li, Cu, Co, In, W, V, Ti.

Más concretamente:

Las pilas tipo Leclanché, de cinc/carbono o “pilas secas”, basadas en la oxidación del cinc en medio ligeramente ácido, están compuestas por cinc metálico, cloruro de amonio y dióxido de manganeso. Son las llamadas pilas comunes o salinas, que sirven para aparatos sencillos de poco consumo.

Las pilas alcalinas o de cinc/dióxido de manganeso (Zn/MnO2) usan como electrolito hidróxido de potasio en vez de cloruro de amonio, y el cinc está en polvo. Son las pilas de larga duración. Casi todas vienen blindadas, lo que impide temporalmente el derrame de sus constituyentes; sin embargo, este blindaje no tiene duración ilimitada.

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Las pilas de cinc-aire usan el oxígeno del aire como ánodo. Se las distingue por tener gran cantidad de agujeros diminutos en su superficie.

Tienen mucha capacidad y una vez en funcionamiento su producción de electricidad es continua. Son, por ejemplo, las pilas de los aparatos de audición. Algunas contienen más del 1 % de mercurio.

Las pilas de níquel/hidruro metálico (Ni/MH) son del mismo tipo que las de níquel/cadmio, pero el cadmio ha sido reemplazado por una aleación metálica capaz de almacenar hidrógeno, que cumple el papel de ánodo.

El cátodo es óxido de níquel y el electrolito hidróxido de potasio (KOH).

La densidad de energía producida por las pilas Ni/MH es el doble de la producida por las Ni/Cd, a voltajes operativos similares, por lo que representan la nueva generación de pilas recargables que reemplazará a estas últimas.

Las pilas de litio producen tres veces más energía que las pilas alcalinas, considerando tamaños equivalentes, y poseen también mayor voltaje inicial que éstas (3 voltios). Se utilizan en relojes, calculadoras, flashes de cámaras fotográficas y memorias de computadoras.

Legislación específica

Sólo existe regulación de aspectos relacionados con las pilas y los acumuladores que contengan materias peligrosas, a nivel comunitario con la Directiva 93/86/CEE de la Comisión, de 4 de octubre de 1993, por la que se adapta al progreso técnico la Directiva 91/157/CEE del Consejo, y en España según Real Decreto 45/1996, de 19 de enero (BOE núm. 48, de 24-02-1996).

Producción

No se fabrican pilas en nuestra provincia. Como residuo, todas vienen del uso de pequeños aparatos eléctricos, en su mayoría por parte de la ciudadanía y las PYMES, por lo que se pueden considerar integradas en la recogida y tratamiento de RSU.

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No se disponen de datos fiables en cuanto a cantidad debido a la extensa tipología y ausencia de regulación para la gestión de estos residuos.

Gestión actual

Con respecto a la recogida selectiva, podemos decir que es efectiva, basada en la sensibilidad ciudadana y en la colaboración de los ayuntamientos a través del comercio, pero adolece de:

Una mayor oportunidad e información en cuanto a puntos de entrega, sobre todo en pequeñas poblaciones y zonas de población dispersa.

Una mejora de la separación, quizás mediante el uso de diferentes contenedores, pero principalmente mediante la información al usuario.

Un acuerdo posterior en las opciones de gestión, que respete la jerarquía de opciones de tratamiento e impida por tanto la mezcla y el vertido de las pilas, obligando a su tratamiento en todos los casos.

En la actualidad, las pilas que son recogidas en nuestra provincia son en su mayoría llevadas a vertedero, si bien en uno de los casos (Verinsur, que presta servicio mayoritariamente en la zona de Jerez y Bahía de Cádiz) se trata de un vertedero de seguridad, lo que supone una importante mejora con respecto a la gestión habitual.

Prevención y minimización

La minimización en la producción de pilas como residuo pasa por los puntos siguientes:

• Con respecto a las industrias, fabricación de pilas cada vez más duraderas o con mayores ciclos de carga, de manera que se aumente la vida del producto. Lógicamente, este aspecto excede los límites de una estrategia provincial de gestión.

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• También de las industrias se espera la sustitución paulatina de los componentes de las pilas por metales menos contaminantes, como se viene haciendo en los últimos años.

• Por parte de los consumidores, el uso responsable de estos bienes, principalmente en cuanto respecta al empleo de pilas sin Hg o Cd y a la adquisición de pilas recargables, que si bien suponen una mayor inversión inicial, son amortizadas en muy breve plazo.

Propuestas de gestión

La primera opción a considerar para la gestión de las pilas residuales es la recuperación de sus componentes.

Tan sólo el contenido de Zn de las pilas puede variar entre un 11 y un 30% en peso, y el de acero o hierro entre un 15 y un 60%, lo que unido al volumen de pilas producido nos da una idea del interés de su recuperación.

Sin duda la tecnología de reciclado más extendida es la trituración y separación de componentes mediante mesas gravimétricas y separadores magnéticos, lo que permite reintroducir los componentes en el mercado.

Con respecto a las pilas botón, se calientan a unos 600º, con lo que los óxidos de mercurio se separan en mercurio y oxígeno, lo que permite recuperar el mercurio por condensación. El resto es lixiviado, quedando un sólido de composición mayoritaria férrea y un líquido del que es posible separar los metales valiosos.

En las pilas de Ni/Cd, el electrolito se destila para recuperar el cadmio a partir del hidróxido, mientras que el níquel se recupera en forma de aleación con hierro, tras fundición.

En la actualidad se investiga en procesos de pirólisis y gasificación para la recuperación del metal de las pilas, como hemos visto en otros residuos. Son ejemplos de pirólisis los procesos BATREC y RECYTEC.

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Cuando se use el vertedero por no disponer de tecnología de recuperación, debe tenerse en cuenta:

Nunca usar los vertederos de RSU

A ser posible, verter las pilas en celdas de donde sean recuperables cuando se disponga de tecnología para la recuperación de los metales Si no va a ser posible la recuperación futura, optar por la cementación u

otra técnica de inmovilización de las baterías.

Objetivos

Con respecto a este residuo, los esfuerzos deben dirigirse:

Muy en primer lugar a extender y hacer efectiva a toda la población y PYMEs de la provincia la recogida selectiva de las pilas, separando entre salinas y alcalinas, pilas botón y pilas Ni/Cd.

Por otra parte, y relacionado con lo anterior, un avance en las normativas municipales que respalde en cualquier caso las mejores opciones de recogida y tratamiento.

Sustitución paulatina de pilas salinas y alcalinas por pilas recargables, mediante la difusión y promoción de esta solución.

Promoción de soluciones de valorización de pilas, no sólo ya apoyadas en la recuperación de Fe y Zn, cuya rentabilidad puede ser más compleja de ver desde el punto de vista empresarial, sino extendiendo la gestión a las pilas con contenido en Ni, Cd y Ag. Se promoverá la instalación de una planta dedicada a la recuperación de metales en pilas y en componentes electrónicos.

Uso de los puntos limpios y las estaciones de transferencia (ver RAEE) como puntos de acopio y concentración de estos residuos.

Referencias

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