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Comrie - Universales Del Lenguaje y Tipología Lingüística

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DIRIGIDA POR DÁMASO ALONSO

11. ESTUDIOS Y ENSAYOS, 365

UNIVERSALES DE LENGUAJE

Y TIPOLOGÍA LINGüíSTICA

SINTAXIS Y MORFOLOGÍA

VERSIÓN ESPAJilOLA DE

AUGUST A A YUSO

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA EDITORIAL GREDOS

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1

UNIVERSALES LINGüíSTICOS

1.1. PROPUESTAS SOBRE UNIVERSALES LINGüíSTICOS

1.1.1. LAS nos PROPUESTAS MAS IMPORTANTES.

En este apartado contrastaremos las dos propuestas metodológi-cas más importantes, respecto a los universales lingüísticos, que se han adoptado en los estudios lingüísticos más recientes. El contras-te entre ambas propuestas puede realizarse de acuerdo con cierto número de parámetros, de los cuales los principales son los siguien-tes: los datos en que se ha basado la investigación sobre los univer-sales lingüísticos (una amplia variedad de lenguas, o bien una sola lengua); el grado de abstracción del análisis que se requiere para establecer los universales lingüísticos (por ejemplo, si se trata de estructuras sintácticas de superficie, o de estructuras sintácticas pro-fundas), y las distintas explicaciones sobre la existencia de los uni-versales lingüísticos. Estos parámetros individuales, y otros más, serán considerados de nuevo en distintos apartados. Aunque, lógi-camente, cada uno de estos parámetros es independiente de los otros, las dos propuestas más importantes realizadas últimamente repre-sentan, cada una de ellas, un conjunto coherente de dichos paráme-tros. Por una parte, algunos lingüistas consideran que para

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investi-gar sobre universales lingüísticos es necesario tener datos de una amplia variedad de lenguas. Los lingüistas que defienden esta pro-puesta han tendido a concentrarse sobre universales determinables más en análisis relativamente concretos, que en análisis muy abs-tractos, siendo más proclives, o por lo menos eclécticos, a las hipó-tesis que se pueden formular respecto a la existencia de universales .lingüísticos. Por otra parte, hay lingüistas que consideran que la mejor forma de aprender algo sobre universales lingüísticos es me-diante el estudio detallado de una sola lengua. Estos han defendido también la determinación de los universales lingüísticos desde el punto de vista de las estructuras abstractas (tales como las estructuras sin-tácticas profundas de la sintaxis generativo-transformativa), y se han mostrado más inclinados hacia la teoría del innatismo para explicar los universales lingüísticos. La primera de estas dos pro-puestas suele asociarse al trabajo de Joseph H. Greenberg y a los inspirados en él, y refleja asimismo la orientación de este libro. La segunda se relaciona más con los trabajos de Noam Chomsky y con aquellos directamente influidos por él, quepuede considerar-se como la postura transformativa ortodoxa.

A primera vista, y por lo menos en lo que respecta a la base de datos para trabajar en universales lingüísticos, parece que la pro-puesta de Greenberg ha de ser necesariamente correcta, pues para establecer que algo es universal en el lenguaje se necesitaría consi-derar una amplia variedad de lenguas -si no, por supuesto, todas las lenguas-o Sin embargo, la argumentación no es tan simple co-mo todo eso, y sobre este punto volvereco-mos en el apartado 1.1.2. En lo que resta de este apartado, perfilaremos los motivos por los que se adopta la propuesta de Chomsky sobre universales lingüísti-cos. Aunque esta argumentación, como mostrará la discusión subsi-guiente, tiene puntos vulnerables, tanto teóricos como prácticos, representa una postura coherente en relación con los universales lingüísticos que no puede ignorarse.

OLa descripción generativo-transformativa de una-lengua, o más específicamente de la sintaxis de una lengua (aunque

argumen-tos parecidos pueden trasladarse a una descripción, fonológico-generativa), supone que, además de los niveles relativamente con-cretos (próximos a la superficie) de la representación sintáctica, hay también niveles de representación mucho más abstractos y muy ale-jados del análisis de la estructura superficial: ellos forman la estruc-tura profunda, así como varios niveles intermedios de representa-ción entre la estructura profunda y la superficial. A pesar de que el grado exacto de abstracción de la estructura profunda ha sido, y sigue siendo, objeto de controversia, la mayor parte de las versio-nes de la gramática generativo-transformativa se caracterizan por la existencia de tales estructuras abstractas. Cuando se toma en con-sideración la existencia de tales representaciones para discutir la for-ma en que los niños adquieren su lengua for-materna, surge un proble-ma importante. Si la mejor forproble-ma de caracterizar la estructura de una lengua incluye las estructuras abstractas subyacentes, parece justificado suponer que, al adquirir una lengua, el niño interioriza dichas estructuras abstractas. Esto implica a su vez, que también debe interiorizar las reglas para pasar de las estructuras abstractas a los niveles de análisis más concretos. Continuando la argumenta-ción, y desde nuestro conocimiento actual de la capacidad de apren-dizaje, se ve que no hay forma de que el niño (que sólo tiene los datos de los adultos que le rodean, cuando emplean la lengua) pue-da inducir dichos principios abstractos a partir de esos pue-datos. Ade-más, se ha argumentado que las reglas necesarias para pasar de la estructura profunda a la superficial están sujetas a cierto número de restricciones muy específicas: nuevamente nos encontramos con que no está claro cómo puede inducir el niño estas restricciones, de naturaleza muy abstracta, a partir de los datos en bruto que el discurso de los adultos le proporciona. Dicho de forma más ge-neral, si se considera al niño simplemente como una tabula rasa,

sin tener predisposición para analizar los datos de acuerdo con un sistema formal o con cualquier otro, resulta difícil, o imposible,. explicar cómo llega el niño a adquirir la primera lengua en un pe-ríodo de tiempo relativamente corto.

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18 Universales del lenguaje y tipología lingüística Universales lingüísticos 19

El problema de la capacidad de aprendizaje desaparece, si se asume el supuesto básico que subyace en la obra transformacional ortodoxa sobre universales lingüísticos. La razón por la que el niño adquiere la primera lengua sin ningún esfuerzo es que los abstractos principios básicos de la gramática generativo-transformativa son in-natos: están a disposición del niño desde su nacimiento (o, quizás, lo están a partir de un período determinado después de su naci-miento, como parte del proceso de maduración, pero, en cualquier caso, programados con anterioridad al nacimiento), de forma que el niño no tiene que aprenderlos, pero puede utilizarlos, deduciendo qué lengua en particular, de las permitidas por la teoría general de la gramática generativo-transformativa, se está hablando en su comunidad lingüística: aunque la teoría general (y, en forma equi-valente, el conjunto de principios abstractos innatos interiorizados en el niño) permite un número infinito de lenguas posibles, los tipos de lenguas se limitan a aquellos que permiten las restricciones que impone la teoría.

Dado que los niños aprenden su primera lengua tan fácilmente, cabría preguntarse si no puede hacerse una afirmación más rotun-da, la de que la lengua en su conjunto es innata. Esto supondría que un niño nacido en una comunidad lingüística dada está ya pre-programado para conocer la lengua de su comunidad, habiéndola heredado, probablemente, de sus padres. Sin embargo, una obser-vación más detenida muestra que este argumento no puede ser co-rrecto, aunque simplifique el problema de la capacidad de aprendi-zaje. Ello implicaría que un niño sólo podría aprender, o al menos aprendería mucho más rápidamente, la lengua de sus padres, pres-cindiendo de la lengua de la comunidad que le rodea. Pero, obser-vando a los niños, se ha visto que adquieren, prácticamente con la misma facilidad, la lengua de cualquier comunidad lingüística en la que crezcan, independientemente de la lengua de sus padres o de sus más remotos ancestros; esto puede verse más claramente en el caso de los niños que son educados por hablantes de una lengua diferente de la de sus padres. Por lo tanto, la lengua en

su conjunto no puede ser innata -hay que destacar que esto se ha establecido por observación empírica y no por especulación teórica-o En el mejor de los casos, serían innatos ciertos principios comunes a todas las lenguas humanas, lo que facilitaría la tarea del niño de adquirir una lengua, cualquiera que ésta sea, sin prefe-rencia por una u otra. Esto nos lleva al último eslabón del argu-mento: como los principios abstractos que se pretende son innatos, son los mismos para todos los niños, con independencia de su en-torno étnico, tienen que ser neutrales con respecto a las diferencias entre las lenguas, es decir, tienen que ser universales. De esta forma se puede establecer una ecuación entre los universales lingüísticos

y las ideas innatas: los universales lingüísticos serían los principios lingüísticos innatos que facilitan al niño el aprendizaje de la lengua. . Establecida esta ecuación, no queda más que un paso para justi-ficar la metodología adoptada por Chornsky en la investigación de los universales lingüísticos. Como los universales en los que se está interesado son principios abstractos, no hay forma alguna de que los análisis de las estructuras superficiales de una amplia variedad de lengüas den datos relevantes. Más bien se investigarían las rela-ciones entre los niveles de representación abstractos y los más con-cretos, a fin de establecer los principios abstractos que restringen la estructura de la lengua (y que son, por lo tanto, universales lin-güísticos o, en equivalencia, ideas innatas). En principio, se puede argüir que esto conduciría al estudio detallado de las gramáticas generativo-transformativas de cierto número de lenguas, pero, dado lo limitado de los recursos dedicados a la investigación lingüística, en la práctica no resulta factible. Si consideramos el alcance de las lenguas sopesando su extensión y su profundidad, la postura aquí expuesta se decanta a favor de la profundidad, prefiriendo el estudio detallado y abstracto de una sola lengua, más que lanzar una red muy extensa, pero sin profundizar. De aquí proceden los principios metodológicos generales esbozados al comienzo de este apartado: la forma más provechosa de estudiar los universales lin-güísticos es estudiar una sola lengua en profundidad, desde el

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pun-to de vista del análisis abstracpun-to de esa lengua -los universales mismos son de naturaleza abstracta (restricciones abstractas de un sistema que implica niveles abstractos de representación)-; al igua-larse universales lingüísticos e ideas innatas, éstas nos dan una ex-plicación obvia de aquéllos, con lo cual, lo que resta es preguntarse si hay explicación para las ideas innatas.

En los apartados 1.1.2-3, se considerarán las razones prácticas por las que esta estrategia de investigación de universales lingüísti-cos, a pesar de su coherencia interna, adolece de serios defectos, que harán que en este libro se la rechace. Pero, para concluir este apartado, examinaremos algunos puntos débiles de la argumenta-ción que ha llevado a este modelo de investigaargumenta-ción, que provienen, principalmente, del hecho de que la argumentación es casi total-mente apriorística, sin apenas datos reales que sustenten la postura que se arguye: el apelar s.olamente a los hechos, es decir, que los niños aprenden cualquier lengua con parecida facilidad, no sirve más que para establecer un no universal (la lengua específica en su conjunto no puede ser innata). Naturalmente, en toda ciencia es necesario establecer hipótesis que, en las primeras etapas, pueden ser apriorísticas, pero después hay que comprobarlas, para ver has-ta qué punto coinciden con el conjunto de datos que hay que expli-car. El auténtico problema que presenta este tipo de argumentación apriorística que se resume en este apartado es que, con las técnicas de que se dispone, no puede someterse a ningún tipo de prueba empírica, es decir, no puede confirmarse eficazmente. Más específi-camente, las afirmaciones sobre lo que es inherentemente .fácil o difícil de aprender no se basan en ninguna investigación real sobre la mayor o menor capacidad de aprendizaje, de forma que se puede aceptar sencillamente que algunas cosas se aprenden fácilmente, otras menos y otras tal vez sea imposible aprenderlas. Finalmente, como se verá más detalladamente en el apartado 1.1.3, cualquier argu-mento basado en un análisis abstracto no es más eficaz de lo que lo es el análisis abstracto en sí mismo, y dada la gran variedad de análisis abstractos que compiten en, por ejemplo, la sintaxis

in-glesa, debemos limitarnos a confiar en que hay un análisis que, más que otro, es el psicológicamente real (o, al menos, el mejor que, dado el estado de nuestros conocimientos, puede presentarse

corno el análisis psicológicamente correcto). Así pues, el modelo de investigación esbozado en este apartado se caracteriza por una serie de supuestos discutibles que son cruciales para la argumenta-ción, supuestos que en su mayor parte no pueden verificarse, con lo que la aceptación de este modelo se convierte en cuestión de fe.

1.1.2. LA BASE DE DATOS.

En este apartado estableceremos algunas de las razones prácti-cas por las que el estudio de los universales del lenguaje tiene que operar con datos obtenidos de una amplia variedad de lenguas, y consideraremos algunas de las implicaciones que esto tiene en la investigación sobre universales lingüísticos. A priori, no parece ha-ber ninguna razón para suponer que la investigación de los univer-sales lingüísticos exija trabajar con lenguas diversas -en el aparta-do 1.1.1 esbozamos un modelo coherente que no cumplía este requisito- o no, pudiendo hallarse fácilmente afinidades con otras investigaciones para cualquiera de las dos posturas. Por ejemplo, si se quieren estudiar las propiedades químicas del hierro, es lógico suponer que se utilizará para el análisis una sola muestra de hierro, y que no se analizarán grandes cantidades de piezas de hierro, a menos que se intente obtener una muestra representativa del hierro en el mundo. Esto refleja nuestro conocimiento (basado, presumi-blemente, en la experiencia) de que todas las muestras de una subs-tancia dada son homogéneas con respecto a sus propiedades quími-cas. Por otra parte, si se quiere estudiar la conducta del ser huma-no sometido a tensión, probablemente huma-no huma-nos limitaremos a anali-zar la conducta de un solo individuo, puesto que sabemos por expe-riencia que personas distintas se comportan de forma diferente en condiciones de tensión parecidas, es decir, si se quieren obtener ge-neralizaciones sobre las tendencias globales de la conducta del ser

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22 Universales del lenguaje y tipologia lingidstica Universales lingüisticos 23

humano sometido a tensión, será necesario trabajar con una mues-tra representativa de individuos (aun cuando el estudio se limite a una sola sociedad, menos aún en un estudio de culturas compara-das).

Como una de las cosas que pretendemos con el estudio de los universales lingüísticos es encontrar el grado de variación hallado a través de las lenguas y los límites impuestos a dicha variación, sería un error metodológico importante introducir en nuestro pro-grama de investigación supuestos apriorísticos sobre el grado de va-riación. Además, como veremos en los párrafos siguientes, las in-vestigaciones básicas sobre universales lingüísticos evidencian que, en ciertos casos cruciales que han surgido hasta la fecha, los datos procedentes de una amplia variedad de lenguas fueron realmente necesarios para poder dar validez a determinado universal lingüís-tico.

En primer, lugar, hay ciertos universales lingüísticos que no pue-den afirmarse de una lengua individual, especialmente los universa-les implicativos. En el apartado 1.2.2 consideraremos con más deta-lle los universales irnplicativos, por el momento basta con destacar que un universal implicativo siempre incluye, por lo menos, dos propiedades lingüísticas, que pueden simbolizarse comop yq, rela-cionadas una y otra como una implicación (condición), es decir, «si p,entonces q», Podemos tomar el siguiente ejemplo real: si

el orden básico de palabras de una lengua es verbo-sujeto-objeto (VSO), tendrá entonces preposiciones (en vez de posposiciones). En este ejemplo, la propiedadp es «tener como orden básico de pala-bras VSO» y q es «tener preposiciones». La combinación de estas

dos propiedades puede verse, por ejemplo, en el galés, con una frase comogweloddy dynY cwcw, «el hombre vio el cuco»,

literal-mente «vio el hombre el cuco», y una frase preposicional como

yn y

ty,

«en la casa». Sin embargo, hay que señalar que el galés no da ninguna evidencia que permita establecer el universal como implicación: indudablemente, si sólo estuviéramos investigando el galés, podríamos concluir que una lengua tiene que tener el orden

de palabras VSO y que tiene que tener preposiciones. Pero al inves-tigar otras lenguas vemos que esta generalización es falsa. El inglés, por ejemplo, tiene el orden de palabras sujeto-verbo-objeto (SVO)

y preposiciones, como en the man saw the woman, «el hombre vio

a la mujer», y in the room, «en la habitación», Por el contrario,

el japonés tiene como orden básico de palabras sujeto-objeto-verbo (SOV) y posposiciones, como enHanako ga Taroo o butta,

«Hana-ko golpea a Taroo», literalmente «Hana«Hana-ko SUJETO Taroo OBJETO DIRECTO golpea», lo que ilustra tanto el orden básico de palabras

dentro de la frase, como la existencia de posposiciones (tales como

ga marca de sujeto y o marca de objeto directo). La cuarta

posibili-dad lógica -que una lengua tenga el orden de palabras VSO y posposiciones- queda excluida por el universal implicativo.

Si basáramos nuestro estudio sobre una sola lengua, hubiéramos hecho una afirmación más rotunda que eluniversal implicativo, co-mo señalaco-mos más arriba en relación con los datos del galés. Sólo el considerar los datos procedentes de una amplia variedad de len-guas nos permite ver que, de las cuatro combinaciones lógicas -(a) orden YSO y preposiciones, (b) orden VSO y posposiciones, (e) un orden de palabras distinto de VSO y preposiciones, (d) orden de palabras distinto de VSO y posposiciones- una, a saber (b), no aparece nunca. Naturalmente, cada lengua individual debe ser consecuente con un universal implicativo, de lo contrario sería un contraejemplo, pero ninguna lengua individual proporciona el tipo de evidencia que se necesita para justificar la postulación de un universal implicativo. (La única excepción a esto sería cuando en una lengua individual, dada haya más de una construcción en un área determinada, en cuyo caso sería posible establecer una impli-cación de acuerdo con los datos de las dos construcciones dentro de la misma lengua; en el artículo 7 se da un ejemplo de esta posibi-lidad para oraciones relativas.)

Además de estos ejemplos en que son absolutamente necesarios datos procedentes de distintas lenguas, incluso apriorísticamente, para establecer universales lingüísticos, hay otros ejemplos en los

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que el no haber considerado diversas lenguas ha llevado a postular supuestos universales lingüísticos, que se desmoronan tan pronto como se confrontan con datos procedentes de otras lenguas. Como ejemplo, tomaremos un' caso procedente de la variante más reciente de la gramática generativo-transformativa, la teoría estándar am-pliada. Se sostiene en ella que, si consideramos X como símbolo 'de distintos tipos de sintagmas (sintagmas nominales, verbales, ad-jetivales), hay entonces una--!egla de expansión general (es decir,

~dependiente de la lengua) X ... Spec, X, o sea, que un sintagma X (sintagma cuyo núcleo constituyente es X, de manera que el sin-tagma nominal sería N) constaría de los constituyentes inmediatos Especificador-de-X y X. En los distintos tipos de sintagmas reales, siX es un nombre, entonces Especr sería, por ejemplo, un artículo (determinante); siX es un verbo, entonces Espece sería un auxiliar. El esquema independiente de la lengua, dado anteriormente para la exp!nsión de

X,

no dice nada sobre el orden relativo del Especr ni de X, pues éste es un parámetro en el que las lenguas individua-les pueden inferir. Sin embargo, este esquema afirma algo sobre

el orden relativo del Espec- y de X a través de los tipos de frases que hay en una lengua dada. Si se interpreta como un absoluto, un universal sin excepciones (ver apartado 1.2.3), se afirma que en una lengua dada, en todo tipo de sintagmas, el Especificador o bien va delante o va detrás, es decir, que o los determinantes preceden a los nombres y los auxiliares a los' verbos, o los determi-nantes van detrás de los nombres y los auxiliares siguen a los ver-bos. Si se interpreta como una tendencia, se dice que las lenguas tienden a acatar esta generalización, aunque queda abierta la posi-bilidad de que una lengua individual incumpla el universal.

Este universal se propuso originalmente basándose en los datos del inglés, e indudablemente en inglés se da el caso de que los deter-minantes preceden al nombre (como en the book, «el líbro») y que

los auxiliares preceden al verbo (como en must go, «tiene que ir»),

Pero hay claros contraejemplos ala consideración de este principio como universal absoluto: por ejemplo, en malayo los determinantes

siguen al nombre (v.g. surat itu, «esa carta», literalmente «carta csa»), mientras que los auxiliares preceden al verbo (v.g. sedang membaca, «está leyendo»; akan membaca, «leerá»), I?e hecho, en los últimos trabajos realizados según la teoría estándar ampliada, se suele indicar que tal o cual esquema puede ser una tendencia, en vez de presentarlo como un universal absoluto .. Sin embargo, incluso esta afirmación queda invalidada como intento de caracteri-zar la variación interlingüística. El número de lenguas en las que los determinantes siguen a los nombres y los auxiliares a los verbos es reducido, mientras que hay muchas lenguas -incluyendo la ma-yoría de las lenguas que pertenecen al extendido tipo SOY (ver Ca-pítulo 4)- que tienen determinantes que preceden al nombre, pero auxiliares que siguen al verbo, como en japonés kono hon, «este

libro»; aisite iru, «ama», literalmente «amando está». En otras

pa-labras, de acuerdo con la distribución real de las clases de orden de palabras en estos dos parámetros (determinante relativo al nom-bre, auxiliar relativo al verbo principal), lo que afirma el esquema es incorrecto, incluso considerándolo una tendencia.

Hay que señalar que el fallo que hemos visto en esta propuesta de universales lingüísticos basados en una sola lengua, no está sim-plemente en que un supuesto universal dado resulte ser falso. Esto es casi inevitable, sea cual sea la base de datos que se adopte al investigar universales lingüísticos, puesto que algunos tipos de len-guas atestiguadas son muy raros, y puede que no deban incluirse en una muestra amplia de lenguas del mundo: v.g., las consonantes con clic sólo existen como fonemas regulares en las lenguas joisan, y en sus vecinas ias lenguas bantúes del sur de África; muy pocas lenguas, tal vez solamente las de la cuenca del Amazonas, tienen como orden básico de palabras el de objeto-verbo-sujeto (OVS). La cosa está en que, una vez formulado por los seguidores de la teoría estándar ampliada el supuesto universal en relación con el orden de Espes y

X,

no intentaron establecer, considerando otras lenguas en las que el orden de palabras tenga posibilidades distin-tas, si su generalización podía ser válida interlingüísticamente. Pero

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26 Universales del lenguaje y tipología lingüística Universales lingüísticos 27

aún más inquietante es que, al intentar atraer sobre estos datos la atención de los partidarios de los universales postulados a partir de una sola lengua, se tropieza con una falta total de interés, sin que haya intentos de plantear las implicaciones que los nuevos da-tos pueden tener en el conjunto de la teoría. Aunque, en principio, la propuesta de la lengua única siempre deja abierta la posibilidad de que otros lingüistas verifiquen los universales formulados basán-dose en el inglés, comprobándolos en otras lenguas, en la práctica es muy raro que esta retroalimentación produzca algún impacto. Como punto final, en relación con el uso de una lengua o una amplia variedad de lenguas como base para trabajar en universales lingüísticos, hemos de señalar que dentro de la gramática generativo-transformativa, e incluso en los mismos trabajos de Chomsky, hay gran diferencia entre los trabajos d(sin{axJ.s·~ylos de fonología: mientras que en la primera se baJr!:l:bajadoca§L~?'.~lusivamente so-bre el inglés, el desarrollo de 140noio

gía

generativ~

reconocido siempre la importancia de los dáios procedentes de otras lenguas. Como ejemplo de esto, podemos destacar que en la obra de Chomsky

Aspectos de la teoría de la sintaxis, aunque se trata de una obra

más de teoría que de análisis específico del inglés, se utilizan casi exclusivamente ejemplos obtenidos del inglés; mientras que en la obra de Chomsky y Halle The sound pattern

01

English, en la cual

el título se refiere explícitamente al inglés, se incluyen referencias a otras cien lenguas, algunas de las cuales han sido fundamentales para resolver cuestiones fonológicas teóricas de alcance general. No parece que los defensores de la propuesta de universales lingüísticos basados en una sola lengua hayan discutido estas discrepancias. Considerando las deficiencias teóricas y prácticas que ocasiona el trabajar en universales lingüísticos partiendo de una sola lengua, podría pensarse que el ideal sería basar el estudio de los universales lingüísticos en investigaciones simultáneas de todas las lenguas del mundo. Pero hay dos razones obvias por las que esto es imposible. En primer lugar, sabemos que hay muchas lenguas que han desapa-recido sin que haya quedado rastro de ellas, o que lo que se ha

conservado de ellas no tiene valor para nuestra empresa; además, las lenguas existentes cambian, y en el futuro surgirán muchas len-guas nuevas, y no podemos disponer ni de unas ni de otras, con lo que un gran número de las lenguas humanas efectivas (a las que se define como lenguas que se hablaron, se hablan o se hablarán) escapa a la investigación. En segundo lugar, se estima que el núme-ro de lenguas que hoy en día se hablan en el mundo es tan grande que, si tuviéramos que esperar a investigar cada una de ellas antes de aventurarnos a estudiar los universales, probablemente nunca lo haríamos, pues el cálculo sobre las lenguas existentes, aunque varía mucho, se sitúa alrededor de las 4.000.

Así pues, el problema al que hemos de encararnos en la prácti-ca, es el de establecer una muestra representativa de lenguas huma-nas que permita realizar un trabajo sobre universales lingüísticos que sea factible y que esté libre de los prejuicios que surgen al limitarse a una lengua o grupo de lenguas. La población sobre la que podemos realizar el muestreo está limitada a las lenguas que realmente se hablan hoy día, más algunas de las lenguas muertas mejor-documentadas (aunque, ante la falta de hablantes nativos, necesariamente habrá cuestiones que quedarán sin respuesta). De-trás de esta afirmación hay dos supuestos necesarios para dicho trabajo sobre universales lingüísticos, pero que no debieran mante-nerse. Uno de ellos es que, al menos durante un período de tiempo de unos cientos de años, en una u otra dirección a partir del presente, el lenguaje humano no se ha desarrollado en ningún aspecto impor-tante, es decir, el lenguaje humano en su conjunto, no difiere en esencia, en ningún sentido, del de hace diez mil años; más específi-camente, se supone que todas las lenguas humanas que se hablan hoy, representan el mismo nivel de evolución. El supuesto más específico parece razonable, puesto que no se han encontrado ca-racterísticas estructurales del lenguaje que puedan correlacionarse inequívocamente con estructuras sociales más o menos civilizadas (mientras que esto último sí está definido). Sin embargo, el supues-to más general que subyace en supues-todo trabajo, sea cual sea su

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orienta-4 55 (aprox.) 100 (estimado) 27 (aprox.) 20 (aprox.) 4 1 1

ción, y más allá de la posibilidad de confirmarlo o desmentirlo em-píricamente, es considerar el lenguaje humano como un fenómeno homogéneo.

El segundo supuesto es que la gama de lenguas que se hablan hoy en el mundo supone un conjunto lo suficientemente grande

y variado como para incluir ejemplos de prácticamente todos los tipos de estructuras que admiten las lenguas. Este supuesto es mu-cho más discutible que el primero, sobre todo porque sabemos que en ciertos aspectos, las lenguas se inclinan decididamente a favor de determinadas estructuras y en contra de otras: así, las consonan-tes con clic se hallan restringidas a una pequeña zona del sur de África, las lenguas cuyo orden de palabras tiene el objeto al co-mienzo parecen limitadas a una parte de América del Sur, mientras que las lenguas que tienen un orden de palabras con el verbo al final pueden encontrarse en todos los continentes. ¿Qué pasaría si este supuesto resultara ser falso? En este caso, la investigación sobre universales lingüísticos sería imposible, y en la práctica, los investigadores que utilicen el mismo modelo de investigación de uni-versales lingüísticos que presentamos en este libro, se limitarían a suponer que la gama de lenguas atestiguadas es suficientemente am-plia. En la práctica, con este supuesto se han obtenido resultados importantes. Además, aunque hay desviaciones en ciertos paráme-tros, en otros (v.g. en la sintaxis de las oraciones de relativo; véase Capítulo 7), las representaciones de los distintos tipos se encuentran diseminadas por el mundo, de forma que, por lo menos en ciertas áreas, podemos estar bastante seguros de que la totalidad de las lenguas del mundo representa una población de la que puede obte-nerse una muestra razonable -justamente no es el caso que ésta sea la única población que tengamos-o

Suponiendo que tenemos un número razonable de personas, el problema siguiente es decidir qué clase de muestra vamos a obtener de ellaa.dado lo imposible de intentar trabajar con todas las len-guas del mundo. Al establecer la muestra hay que evitar ciertos prejuicios, aunque no se haya hecho siempre. Primeramente, es

esen-cial que las lenguas escogidas en la muestra pertenezcan a un grupo de familias genéticas de lenguas. Como los miembros de una sola familia de lenguas tienen, por definición, ciertos rasgos en común, porque los han heredado de la lengua que los ha precedido, restrin-gir la muestra a una sola familia de lenguas no nos permitiría dis-tinguir entre las propiedades comunes que son auténticos universa-les lingüísticos y aquéllas que son propiedades aleatorias del grupo genético dado. Igualmente, predisponer la muestra a favor de una familia de lenguas daría la impresión de que propiedades. estructu-rales accidentales, comunes a esa familia de lenguas, tienen mayor extensión de la real. En relación con este tema, hay una propuesta específica de Alan Bell, que expondremos brevemente.

Sostiene Bell que, al establecer una muestra de lenguas, hay que asegurarse de que cada «grupo» de lenguas reciba igual representa-ción. Un/grupo, se define como un conjunto de lenguas génetica-mente desarrolladasvseparadas de la lengua madre, común a todas ellas, por un período de tiempo de 3.500 años. Así, según este crite- I

río, la familia indoeuropea constaría de 12 grupos. Bell da a cada familia de lenguas el siguiente número de grupos:

Dravídica 1 _ Na-Dene Euroasiática 13 Áustrica Indoeuropea 12 Indo-pacífica Nilo-saharianas 18 Australiana Níger-kordofaniana 44 Chino-tibetana Afroasiática 23 Ibero-caucásica Joisan 4 Ket

Amerindia 150 (estimado) Burushaski

(Muchas de estas agrupaciones resultan dudosas, pues se han esta-blecido por unidades genéticas -por ejemplo, la amerindia, que agrupa prácticamente a todas las lenguas nativas de las dos Améri-cas, o la indo-pacífica, que reúne a todas las lenguas no austrone-sias de Nueva Guinea-, pero en cuanto a la proporción de lenguas de las distintas familias, tanto si se considera que cada familia se ha establecido por unidades genéticas como si no, la tabla

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propor-30 Universales del lenguaje y tipología lingüística Universales lingüísticos 31 ciona una hipótesis de trabajo razonable.) El número total de

gru-pos es de 478, de manera que en una muestra de 478 lenguas cada familia estaría representada por una lengua de cada grupo. En la práctica las muestras son siempre menores, a fin de llegar a un compromiso razonable entre la profundidad y la extensión de lo que va a estudiarse, aunque, naturalmente, las proporciones deben mantenerse. La desventaja de una muestra pequeña es que automá-ticamente quedan excluidas las familias que sólo tienen uno o pocos grupos. En relación con los universales lingüísticos, está claro que las muestras empleadas implican falseamientos que, aunque son su-perables, ponen en duda que sus resultados sean representativos de las lenguas humanas en su conjunto. Tenemos así que las lenguas indoeuropeas están super-representadas por razones sociales obvias: es muy fácil obtener tanto hablantes nativos, como gramáticas de estas lenguas. En el otro extremo tenemos las lenguas de Nueva Guinea, que suponen el 20 por ciento de una muestra representativa y que están casi extinguidas: es muy difícil encontrar hablantes de las lenguas principales fuera de Nueva Guinea y hay muy pocas gramáticas detalladas de dichas lenguas. Hasta que losIingüístas que trabajan en universales lingüísticos no dispongan de buenas des-cripciones de una gama de lenguas más amplia, en las muestras seguirá habiendo falseamientos, incluso aunque se reconozca la exis-tencia de los mismos y sus desventajas.

No sólo hay que precaverse contra los sesgos genéticos, sino también contra los sesgos regionales, es decir, contra el hecho de seleccionar un gran número de lenguas, aunque sea de distintos gru-pos genéticos, pero procedentes de la misma zona geográfica. Ello se debe, como se discutirá más en detalle en el apartado 10.2, a que las lenguas que se hablan en la misma área geográfica tienden, con el tiempo, a influirse mutuamente y llegar, mediante préstamos e innovaciones compartidas, a tener características en común que no son necesariamente universales lingüísticos, o que incluso pue-den ser cruces lingüísticos. Un buen ejemplo sería la difusión de las consonantes con clic, que, procedentes de las lenguas joisan, se

hUII extendido a las vecinas lenguas bantúes. Por lo tanto, además

de asegurarse de que las lenguas de una muestra son representativas

lLell~ticamente, también deben serlo regionalmente. En la actuali-dad no hay sugerencias que apunten a una solución general del pro-blema, comparables a las de Bell sobre tendencia genética, aunque puede decirse que, al determinar una muestra libre de tendencia

Ilell~tica, se debería elegir las lenguas individuales de manera que,

1.'11 lo posible, no hubiera dos lenguas de las que se sabe que han

estado en estrecho contacto regional. En realidad, esto no supone

UII problema serio en la práctica, aunque hay casos que nos

mues-1runque hay que estar en guardia, tanto contra la tendencia

genéti-\.'11, como contra la regional: por ejemplo, la inclusión de un

núme-10 representativamente grande de grupos de lenguas de Nueva

Guinea puede conducir a una tendencia regional a favor de Nueva

Guinea,

Además de estas dos tendencias obvias contra las que hay que estar precavido, hay que precaverse también contra algo relativa-mente fácil (al menos en teoría, es decir, sin tomar en cuenta pro-blernas prácticos de disponibilidad de material lingüístico), y es que, en una muestra ideal, uno querría protegerse de las tendencias a l'avor o en detrimento de las clases de lenguas definidas por las principales características tipológicas. Así, por ejemplo, sería bas-tunte posible dar una muestra de lenguas que fueran representativas IIcnética y geográficamente, pero en la que todas las lenguas, o al menos una mayoría abrumadora, tuviera el orden básico de sujeto-objeto-verbo, que es el orden básico de palabras más frecuente en 111s lenguas de todo el mundo. Especialmente, cuando se sabe, se supone o se sospecha, que una variable tipológica dada puede estar en correlación con el fenómeno que se investiga, hay que tener cui-dudo y protegerse de tales tendencias tipológicas.

En resumen, para llevar a cabo un trabajo minucioso sobre uni-versales lingüísticos, se necesita una muestra de lenguas que sea representativa, definiendo esta representatividad como la falta de tendencias genéticas, regionales o tipológicas.

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1.1.3. GRADOS DE ABSTRACCIÓN.

En el apartado 1.1.1 destacamos que una de las diferencias en-tre las dos grandes propuestas actuales para la investigación de uní-versales lingüísticos, concernía al grado de abstracción que está im-plicado en la determinación de los universales lingüísticos. En la propuesta de

'Qi2ñ1skYl

los universales lingüísticos estaban prime-ramente restringidos a· la relación entre las estructuras abstractas y las estructuras más concretas, es decir, que implicaban necesaria-mente un cons!gerabJe grado de abstracción. Por otra parte, en la propuesta de\preenberg les universales se determinan primeramente según nivelesde~liriálisismásconcretos. En este apartado ejemplifi-caremos estas diferencias con más detalle, concentrándonos espe-cialmente en dos cuestiones. La primera es si tienen alguna validez Has universales de estructura superficial, es decir, lbs universales que ¡sólo requieren un mínimo de análisis abstracto. La segunda será 'el status empírico de los universales que requieren hacer referencia a análisis muy abstractos. Es importante tener en cuenta a lo largo de la discusión, que no estamos haciendo una dicotomía estricta entre, por una parte, enunciados abstractos y, por otra, enunciados concretos, sino que debe haber un contínuum entre ambos. De esta forma, muchos de los universales específicos propuestos por Green-berg y sus seguidores, requieren cierto grado de abstracción. La contribución original de Greenberg a la tipología basada en el al" den de palabras, con referencia a parámetros tales como el orden relativo de sujeto, verbo y objeto en la oración, supone que es posi-ble identificar el sujeto de una oración arbitraria en una lengua arbitraria. Sin embargo, la identificación del sujeto exige un

análi-sis hasta cierto punto abstracto (no hay ninguna propiedad física que sea única y común a todos los sujetos en todas las frases de todas las lenguas) e, indudablemente, como veremos en el Capítulo 5, -hay grandes controversias en torno a la identificación del sujeto en muchos tipos de oraciones de muchas lenguas, e incluso sobre la validez de la noción de sujeto. Aunque lo cierto es que cualquier

aserto sobre la naturaleza de los sujetos en estructura superficial es menos abstracto que uno sobre los sujetos en estructura profunda. La respuesta a la primera cuestión, la de si hay universales váli-dos concretos o no, viene dada en este libro, pues le atañen nuevas propuestas concernientes a los universales de estructura superficial. Además, como no sólo se discuten propuestas sobre universales del lenguaje real, sino que también se sugieren explicaciones para uni-versales lingüísticos en capítulos posteriores, quedará claro que los universales concretos no sólo pueden establecerse con un grado de rigor que no es posible con formulaciones más abstractas, sino que dichos universales pueden integrarse en una perspectiva mucho más amplia del lenguaje humano, que es posible con universales deter-minados formalmente, independientemente del grado de abstracción que requiera su formulación.

Por lo tanto, en este apartado nos concentraremos sobre la se-gunda cuestión, la validez empírica de los universales abstractos, cuyo punto crucial es que un universal abstracto no tiene más fuer-/.u (e incluso puede tener menos) que el análisis en que se basa, es decir, que si un análisis abstracto determinado resulta controver-tido, también lo será cualquier universal que se construya de acuer-do con él. En vez de ofrecer una discusión general de los pros y los contras, examinaremos un ejemplo específico tomado de un tra-bajo reciente de gramática relacional, rama de la gramática trans-formativa que, aunque rechaza algunos de los principios de ésta, comparte con ella la predilección por establecer universales de acuer-do con estructuras abstractas. Algunas lenguas tienen una construc-ción llamada de pasiva impersonal, en la cual en la estructura de superficie el verbo no tiene sujeto evidente, y el agente se expresa,

.i se hace, mediante un sintagma agentivo; mientras que los objetos verbales, incluso el objeto directo de un verbo transitivo, se quedan como en la oración activa normal. Podemos contrastarlo con el lipa de pasiva (personal) del inglés, en el que hay un sujeto eviden-le, que corresponde al objeto directo de la oración activa. Ejempli-t'Icaremos la pasiva impersonal con algunas oraciones del galés:

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34 Universales del lenguaje y tipología lingüística Universales lingüísticos

35

(1) Lladdodd y ddraig y dyn,

mató el dragón el hombre «El dragón mató al hombre».

(2) Lladdwyd y dyn gan y ddraig,

mató-PASIVA el hombre por el dragón «El hombre fue muerto por el dragón».

Al establecer la relación entre las oraciones activa y pasiva, una afirmación superficial y dí-ecta sería decir que el sujeto de la activa corresponde al sintagma agentivo de la pasiva, con el resultado de que la pasiva no tiene sujeto evidente. Sin embargo, esto transgrede dos supuestos universales de la gramática relacional. De acuerdo con la ley de suspensión motivada (Motivated Chomage Law), es

imposible que el sujeto de la oración activa sea degradado a un sintagma agentivo, a menos que algún otro sintagma nominal se adelante a la posición de sujeto (es decir, la degradación del sujeto depende del avance de algún otro sintagma nominal a esa posición). La ley final 1(Final 1 Law) dice que una oración tiene

invariable-mente un sujeto final, es decir, un sujeto al final de la operación de todas las reglas cíclicas. La oración (2) carece de sujeto en super-ficie, yeso no se discute. Para mantener la validez de estos supues-tos universales es necesario asumir, en la gramática relacional, que en la construcción de la pasiva impersonal se inserta un sintagma nominal (un sintagma nominal sustitutorio cuyo origen no se discu-te aquí) en posición de sujeto, provocando la degradación del suje-to original; el sujesuje-to sustitusuje-torio no se muestra en la estructura de superficie, o al menos, no tiene realización fonológica.

Debemos ahora considerar si este supuesto universal implica al-guna afirmación empírica. De acuerdo con los datos y la discusión que hemos propuesto, no la hay. Si el análisis es válido para las construcciones de pasiva impersonal, está claro que es imposible formar un conjunto de datos que fueran un contraejemplo a la ley de suspensión motivada yloa la ley final 1, puesto que los que apoyan estas leyes dicen simplemente que, en un nivel

interme-dio de abstracción, la oración en cuestión tiene sujeto, pero que dicho sujeto no se realiza nunca de forma evidente. Nótese que no podemos decir que el análisis propuesto en la gramática relacio-nal esté equivocado, en el sentido de que haya contraejemplos, sino que este análisis no supone una afirmación empírica, por lo que es imposible incluso formar un posible contraejemplo a la hipótesis. En el presente trabajo, mantenemos que los únicos universales lingüísticos con interés empírico son aquellos para los que se pue-den construir potenciales contraejemplos. Los supuestos universales que se limitan a probar la capacidad de los lingüistas para llevar a cabo análisis abstractos que se conformen a cualquier serie imagi-nable de datos, pueden decirnos algo sobre los lingüistas, pero no nos dicen nada sobre el lenguaje.

1.2. CLASIFICACIÓN DE LOS UNIVERSALES LINGüíSTICOS

1.2.1. UNIVERSALES FORMALES Y UNIVERSALES SUSTANTrvOS.

En labibliografía generativo-transformativa sobre universales lin-güísticos, ha jugado un papel importante la distinción entre univer-sales formales y univeruniver-sales sustantivos. Aunque esta distinción no es importante para esta obra, será necesario discutirla, aunque sólo sea para situarla en un contexto más amplio.

Los universales sustantivos son aquellas categorías, tomadas en sentido amplio, que se afirma son universales lingüísticos. Por ejem-plo, en sintaxis, pueden serlo categorías tales como verbo, nombre, sintagma nominal, sujeto, objeto directo, verbo principal. En fono-logía, los rasgos pertinentes de la fonología jakobsoniana serían un claro ejemplo. Los universales sustantivos delimitan la clase de lenguas humanas posibles en relación con la clase de lenguas lógica-mente posibles, y pueden hacerlo de dos formas. Por una parte, un universal sustantivo puede ser una categoría que tiene que estar presente en cada una de las lenguas humanas individuales (en fono-logía, la vocal sería un buen candidato). Por otra, el conjunto de

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universales sustantivos de un área determinada podría representar un conjunto del cual las lenguas individuales seleccionarían un sub-conjunto, es decir, definirían la escala total posible para las lenguas naturales, y todo lo que queda fuera de esta escala se elimina. Esta segunda posibilidad queda representada también por la teoría de Jakobson sobre los rasgos pertinentes, según la cual el sistema fo-nológico de una lengua cualquiera nunca utilizará rasgos pertinen-tes que no se incluyan en su relación de rasgos, si bien no es necesa-rio que una lengua individual cualquiera utilice todos los rasgos (así, el inglés no tiene rasgo pertinente glotalizado). Otra forma de caracterizar la diferencia entre los dos tipos sería la siguiente: uno distingue lo que es necesario en una lengua de lo que es innece-sario, el otro lo que es posible de lo que es imposible. Combinán-dolos, permiten distinguir las características necesarias de las len-guas, sus características posibles e imposibles.

Los universales formales se postulan más bien como reglas gra-maticales. También aquí hay que distinguir entre reglas que sean necesarias, posibles e imposibles. Como ejemplo, podemos postular que ninguna lengua puede tener una regla formal que opere invir-tiendo de izquierda a derecha una cadena de cualquier extensión. En términos algo más concretos, esto quiere decir, por ejemplo, que ninguna lengua podría formar preguntas invirtiendo simplemente el orden de palabras, de manera que la pregunta correspondiente athisisthe house that Jack built, «esta es la casa que Jack constru-yó», sería bui/t Jack that house theisthis?,«¿construyó Jack que casa la esesta?», Parece que este universal formal ha podido com-probarse en una amplia variedad de lenguas; se trata de un caso especial de un universal formal más general dentro de la gramática generativo-transformativa, el de que las transformaciones son ope-raciones que dependen de estructuras, y sobre el que volveremos en el apartado 1.2.3.

En el desarrollo de la gramática generativo-transformativa se ha mantenido que las restricciones que delimitan las clases de reglas posibles son universales formales, e, indudablemente, la mayoría

de los trabajos sobre universales que siguen esta propuesta sintácti-ca se han interesado por dichas restricciones formales. Sin embar-go, se ha sugerido que el problema de la delimitación de los grupos de reglas podría resolverse por universales sustantivos, de tal mane-ra que habría cierto grupo de reglas, sujetas a variaciones de detalle en las lenguas individuales, dentro del cual las lenguas individuales harían una selección para formar sus procesos sintácticos funda-mentales. Un buen ejemplo lo constituye la pasiva (pasiva perso-nal), caracterizada como un proceso en el cual el sujeto primitivo es eliminado o degradado a sintagma agentivo, mientras que el ob-jeto original se adelanta a la posición de suob-jeto; más allá de este hecho fundamental, las lenguas individuales pueden variar, por ejem-plo, en si marcan el cambio de voz en el verbo o en los sintagmas nominales y cómo. Así, el inglés utiliza el auxiliar becon el partici-pio pasado para denotar el cambio de voz en el verbo, y la preposi-ción by para señalar el sintagma agentivo en la pasiva, como en

the man was hit by the woman, «el hombre fue golpeado por la mujer», mientras que el latín utilizaría una terminación distinta pa-ra el verbo principal, además de cambiar el caso de los sintagmas nominales, es decir, la activa mulier (NOMINATIVO) hominem (ACU-SATIVO) videt,«la mujer ve al hombre», en pasivahomo (NOMINATI-va) a muliere(preposición+ABLATIVO) videtur, «el hombre es visto por la mujer». La existencia de tales universales sustantivos juega un importante papel en este libro, como podrá apreciarse al tratar temas como la comparación interlingüística de construcciones de relativo (Capítulo 7).

1.2.2. UNIVERSALES IMPLICATIVOS y NO IMPLICATIVOS.

Hay algunas propiedades de las lenguas de las que parece que podemos determinar si están, o no, fundadas en el lenguaje natu-ral, sin hacer referencia a ninguna otra propiedad de la lengua da-da. Por ejemplo, la afirmación de que todas las lenguas tienen vo-cales orales no se refiere a ningún otro elemento que pudiera estar

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38 Universales del lenguajey tipología lingüística Universales lingüísticos 39 presente. Estos universales son no implicativos. Por el contrario,

muchas otras afirmaciones sobre universales lingüísticos relacionan la presencia de una característica con la presencia de otra, es decir, establecen que una característica determinada tiene que estar pre-sente si alguna otra también lo está. En el apartado 1.1.2 se dio un ejemplo de universal implicativo: si una lengua tiene como or-den básico de palabras VSO, tiene que tener preposiciones; este ejemplo se estudiará más detenidamente partiendo de la tipología del orden de palabras. fJ~y dos características implicadas: la sencia o ausencia de VSO como orden básico de palabras, y la pre-sencia o aupre-sencia de preposiciones. Simbolizaremos la prepre-sencia del orden de palabras VSOcomo p (la ausencia de este orden de pala-bras VSO es no p) y la presencia de preposiciones por q (la ausencia de preposiciones es no q). Podemos simbolizar el universal: sip,

entonces q. Lógicamente, tenemos cuatro posibilidades de combi-nación de estos parámetros:

(a) p y q

(b) p Y no q

(e) no p y q

(d) no p y no q

La aserción implicativa debe interpretarse (por definición) de forma estricta, de acuerdo con la interpretación de la implicación material del cálcúlo proposicional, lo que significa que si la aserción impli-cativa «si p, entonces q» es verdadera, las posibilidades (a), (c) y (d) son correctas, pero (b) es errónea. En el apartado 1.1.2 demos-tramos que éste era el caso con un ejemplo determinado: hay guas, como el galés, con VSO y preposiciones (tipo (a) ); hay len-guas, como el inglés, que no tienen orden VSO pero con preposicio-nes (tipo (e) ); hay lenguas, como el japonés, que no tienen ni VSO ni preposiciones (tipo (d) ): pero el tipo (b) - VSO, pero sin preposiciones- no está atestiguado. Al formular universales impli-cativos, es importante que se siga una interpretación estricta de la implicación material yen particular, hay que destacar que una

im-plicación universal dada permite siempre tres de las posibilidades lógicas y rechaza una; solamente el testimonio de la cuarta posibili-dad lógica desechada vale como contraejemplo para un universal implicativo.

Aunque es importante tener presente la definición lógica de im-plicación, hay otro factor que no debe olvidarse para evitar enun-ciar universales lingüísticos sin sentido, y es que para que un uni-versal implicativo sea razonable, cada una de las tres posibilidades permitidas tiene que estar realmente representada. Como ejemplo de universal que no cumple este requisito, destacamos el siguiente: si una lengua tiene vocales nasales, tendrá también vocales orales. En cierto sentido, este universal es verdadero y ciertamente no hay contraejemplos, es decir, no hay lenguas que tengan vocales nasales

(p), pero que carezcan de vocales orales (no q). Sin embargo, de las tres posibilidades permitidas, sólo han" podido atestiguar se dos lenguas con vocales nasales y orales (p yq) y lenguas con vocales orales pero sin vocales nasales (no p y q); no hay lenguas que no tengan vocales (no p y no q). En un caso como éste, en el que una de las clases no está representada, se puede hacer una afirma-ción más contundente, en este caso el universal no implicativo: to-das las lenguas tienen vocales orales. Esto, junto con la afirmación de que son posibles las vocales nasales, convierte en superfluo al universal implicativo original.

Además, la clase más significativa de universales implicativos es aquella en la que hay un número suficientemente grande de len-guas que tienen las tres clases permitidas. Un ejemplo obvio de universal implicativo que no cumple este criterio de importancia, es el siguiente: si una lengua es el inglés, la palabra para el cuadrú-pedo canino es dog, «perro». Caso (a) está representado por una

y solamente una lengua, el inglés; caso (b), la posibilidad lógica excluida no está, indudablemente, representada, es decir, no hay contraejemplos; caso (e), una lengua que no seael inglés, pero que tenga la palabra dog con este significado, tiene por lo menos un miembro, la lengua australiana mbabaram; caso (d), lenguas que

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no sean el inglés y que tengan una palabra diferente para el cuadrú-pedo canino, lo que probablemente incluye a las demás lenguas. Se ha escogido un ejemplo obviamente estúpido para ilustrar la cues-tión general -es presumible que nadie hubiera propuesto seriamen-te esto como universal lingüístico de relevancia; pero es importanseriamen-te precaverse y no introducir el mismo fallo de forma encubierta-o Por ejemplo, si hay una propiedad determinada, o un conjunto de propiedades, que sólo se encuentra en una única lengua de la muestra, cualquier afirmación implicativa que incluya esta propie-dad o conjunto de propiepropie-dades como p, puede, de hecho, estar estableciendo una propiedad particular de una sola lengua. En el

estado actual de conocimiento de las lenguas con objeto inicial, con sólo una lengua de este tipo descrita detalladamente (la lengua caribe híxkaryana), sería prematuro intentar correlacionar su orden de palabras con objeto inicial como p, con cualquier otra propie-.dad como q.

1.2.3. UNIVERSALES ABSOLúTOS y TENDENCIAS.

Otro parámetro, de acuerdo con el cual pueden clasificarse los universales, es la distinción entre universales absolutos, es decir, los que no tienen excepciones, y aquellos que existen como tenden-cias, aunque tengan excepciones.

Esta distinción es independiente de la de universales implicativos y no implicativos, dando una cuádruple clasificación. Hay univer-sales absolutos no implicativos, como: todas las lenguas tienen vo-cales. Hay universales absolutos implicativos: si una lengua tiene VSO como orden básico de palabras, tiene preposiciones. Hay ten-dencias no implicativas, como: casi todas las lenguas tienen conso-nantes nasales (aunque algunas lenguas salishan no las tengan). Fi-nalmente, hay tendencias implicativas, como: si una lengua tiene el orden básico de palabras SOV, es probable que tenga posposicio-nes (aunque el persa tenga SOY y preposicioposposicio-nes).

Inmediatamente surge una pregunta, y es si está justificado hablar de algo como de un universal lingüístico, aunque tenga

ex-cepciones. Hay ciencias en las que no pueden hacerse excepciones arbitrarias a leyes que se supone son generales. Sin embargo, es evidente que en la lingüística descriptiva muy a menudo hay que formular reglas generales para las que hay excepciones individuales: en ingles, por ejemplo, se puede formular una regla muy general para la formación del pasado de los verbos o del plural de los nom-bres -y la validez de estas reglas puede comprobarse por la forma en que se aplican para nuevas formaciones léxicas-, aunque hay excepciones a dichas reglas. Evidentemente, un universal que no tenga excepciones es más contundente y resulta preferible a uno que las tenga, de forma que, a priori, hay argumentos a favor y en contra de la formulación de tendencia.. universales.

Podemos aproximarnos a la validez de las tendencias universa-les, adoptando una propuesta ligeramente distinta. Si en una mues-tra representativa de lenguas no hay ningún universal, es decir, si la distribución de los tipos en algún parámetro fuera puramente aleatorio, esperaríamos que cada tipo tuviera aproximadamente un número igual de representantes. Hasta el punto en que la distribu-ción real se aparta de esta distribudistribu-ción aleatoria, el lingüista está obligado a determinar y, si es posible, a dar razón de la discrepan-cia. Una forma de considerar una tendencia universal, tal vez la mejor forma de hacerlo, es como desviación estadísticamente signi-ficante del modelo aleatorio. En este sentido, un universal absoluto es justo el caso extremo de desviación de la distribución aleatoria: hay ciertas posibilidades lógicas que, en vez de ocurrir raramente, no se producen en absoluto. Un universal interesante de examinar desde este punto de vista es la afirmación, que ahora se sabe es 1

una tendencia universal, de que en el orden básico de palabras el sujeto precede al objeto. Se conocen ahora cierto número de len-guas que incumplen el universal, por ejemplo el malgache, con or-den de palabras VOS yelhixkaryana, con orden básico de palabras OSV. Sin embargo, la disparidad entre el número de lenguas que incumplen el universal (probablemente menos del 1 por ciento de las lenguas del mundo) y las que lo cumplen es abrumadora. Decir

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42

Universales del lenguaje y tipología lingüística Universales lingüísticos 43

que los universales no tienen validez porque hay contraejemplos y abandonar la discusión, supone declinar la responsabilidad que se tiene, como lingüista, de estudiar las estructuras significativas del lenguaje. Naturalmente, esto no dice nada sobre las razones de la discrepancia, aunque los motivos no lingüísticos aducidos pa-ra ello no son muy convincentes: por ejemplo, el orden de palabpa-ras con objeto inicial no puede ser considerado como una reliquia que solamente se ha encontrado en lenguas que han sido arrinconadas por civilizaciones más fuertes, con otros órdenes de palabras, cuan-do nospercatamos de que el desarrollo del orden de palabras OVS en hixkaryana, en comparación con otras lenguas caribeñas, parece ser una innovación relativamente reciente. Las explicaciones para el predominio de los órdenes de palabras en los que el sujeto prece-de al objeto parecen tener base psicológica, prece-de acuerdo con la pree-minencia del agente en la posición agente-acción-paciente y la gran correlación entre el agente semántico y el sujeto sintáctico: volvere-mos sobre algunos aspectos de este problema en el apartado 1.3.2 y en los Capítulos 6 y 9.

Hasta hace poco, la acepción de las tendencias universales como aserción válida, podía considerarse como un criterio más para dis-tinguir la propuesta de Greenberg sobre los universales lingüísticos (que permite tales tendencias), opuesta a la de Chomsky (que no las permite) -ciertamente, una crítica que hicieron los transforma-tivistas contra los universales de estructura superficial de Green-berg, fue que muchos de ellos eran tendencias-o Sin embargo, más recientemente, incluso dentro de las principales corrientes de la teo-ría estándar -especialmente en el desarrollo de la teoría estándar ampliada- las tendencias han llegado a aceptarse, junto con los universales absolutos, paralelamente a la aceptación de la marca-ción en la teoría fonológica generativa. En la versión actual, una restricción determinada en forma de gramática no debe verse (o al menos, no es necesario hacerlo) como una restricción absoluta que excluya toda posibilidad de incumplimiento, sino más bien co-mo la caracterización del caso no marcado, el caso al que

corres-ponden las lenguas, a menos que su gramática contenga instruccio-nes específicas de que la restricción no se aplique a determinado conjunto de construcciones. (De esta manera, la gramática del ja-ponés tendría que contar con una aserción respecto a que su orden de palabras, con determinantes delante de los nombres, pero con auxiliares después del verbo principal, incumple el orden universal implicado en los postulados en

X

--+Specr

X,

como vimos en el

apar-tado 1.1.2.) Sobre este puntó en particular no hay gran diferencia, en principio, entre la postura de Chomsky y la de Greenberg. Sin embargo, la coherencia de la postura metodológica de Chomsky parece seriamente amenazada por esta innovación: si se examina solamente una lengua, no haya priori ninguna indicación, más que considerando cierto número de lenguas distintas, de si una propie-dad determinada de esta lengua representa el grado' marcado o no marcado del tema.

Como el orden de palabras implicado en el esquema

X

resulta cuestionable incluso como tendencia, ilustraremos la posibilidad de distintas tendencias utilizando ejemplos de la gramática generativo-transformativa, de acuerdo con la idea de que los procesos sintácti-cos de las lenguas naturales dependen de la estructura. Esto quiere decir que para conocer si es posible aplicar una transformación o no, y en su caso para aplicarla, es necesario identificar determina-das características de la estructura sintáctica de la oración en la etapa adecuada de la derivación. Por ejemplo, en la formulación de pasiva de la gramática transformativa del inglés, es necesario identificar una cadena con la estructura sintagma nominal auxiliar -verbo - sintagma nominal; en la gramática relacional, esencialmen-te equivalenesencialmen-te para nuestro propósito, se necesitaría una estructura que incluyera un sujeto y un objeto directo en la misma cláusula. Manteniendo, para facilitar la exposición, el formato transformati-vo tradicional, el cambio estructural nos daría instrucciones para alterar la estructura sintáctica colocando el primer sintagma nomi-nal, precedido de la preposiciónpor, al final de la cadena, el

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for-ma pertinente del verbo ser más el participio pasado del verbo correspondiente, en el lugar del auxiliar y del verbo. Lo importante en cuanto a esta regla, es que se refiere solamente a la estructura sintáctica. No contiene, por ejemplo, operaciones del tipo: tomar la primera palabra (cualquiera que sea su papel sintáctico en la es-tructura) y ponerla al final, o: invertir el orden de palabras en la cadena (sin prestar atención a la estructura sintáctica). Sería fácil inventar un lenguaje artificial que utilizara exclusivamente procesos sintácticos de este tipo, pero eso nos llevaría a un lenguaje artifi-cial, en nada parecido a las lenguas humanas reales.

Sin embargo, algunas lenguas parecen utilizar, en ciertas áreas, procesos independientes de la estructura del tipo señalado. Por ejem-plo, ciertas lenguas tienen una regla por la cual los clíticos -cons-tituyentes que no tienen acento, sino que se pronuncian como parte de la palabra adyacente-e- tienen que aparecer en segunda posición en la oración. Una de estas lenguas es el servocroata. Para ilustrar esto comenzaremos con una oración sin clíticos, v.g. Petar cita knjigu danas, «Pedro lee (el) libro hoy». Si queremos incluir un

clítico en la oración, por ejemplo, el pronombre de primera perso-na de singular en dativo, que no va acentuado, mi, «para mí», éste tiene que ir después de la primera palabra: Petar mi citaknjigu danas. El orden de palabras en servocroata es relativamente libre, de manera que en la primera oración dada, cualquiera de las 24 posibles permutaciones de las cuatro palabras es gramatical, con

elmismo significado. Sin embargo, si se inserta el clítico mi, apare-cerá siempre después de la primera palabra, sea cual sea la función sintáctica de esta palabra, v.g. danas mi Petar Cita knjigu, knjigu mi tita danas Petar.En este ejemplo cada uno de los constituyentes principales de la frase es una sola palabra pero; naturalmente, sur-ge la pregunta de qué pasa si el primer constituyente consta de dos palabras, como cuando reemplazamos Petar por taj pesnik, «ese poeta», para obtener taj pesnik cita knjigu danas. En una frase así es posible colocar el clítico casi literalmente después de la prime-ra palabprime-ra de la fprime-rase paprime-ra obtenertaj mipesnikcita knfigu danas,

aunque en traducción literal al español resultará prácticamente in-comprensible: «ese para mí poeta lee el libro hoy». Pero también es posible colocar el clítico después del primer constituyente princi-pal, es decir, en este caso después del sintagma nominal entero taj pesnik, .para obtener taj pesnik mi cita knjigu danas.

Es evidente que, visto cómo se comporta el servocroata en

cuan-lO a la colocación de los clíticos, no es posible mantener que los procesos sintácticos dependen invariablemente de la estructura, puesto que la regla del servocroata tan sólo requiere un clítico para identi-ficar la primera palabra de una oración, independientemente de la estructura sintáctica. Aunque sigue siendo verdad que la mayoría de los procesos sintácticos de las lenguas naturales, incluyendo el servocroata, dependen de la estructura, e incluso en la colocación de los clíticos en servocroata, el hecho de que la regla de segunda posición pueda violarse para evitar dividir un constituyente princi-pal, demuestra que hay todavía cierta presión que lleva a depender de la estructura. De manera que podemos concluir que en el lengua-je humano hay tendencia a depender de la estructura, aunque se produzcan excepciones individuales (no obstante, queda poco claro si esto es una propiedad específicamente lingüística, puesto que, en general, las operaciones independientes de la estructura resultan difíciles de realizar sobre una cadena ordenada temporalmente; por ejemplo, es difícil leer el alfabeto, o un número de teléfono conoci-do, al revés y con rapidez si no se tiene práctica).

En muchos de los últimos trabajos sobre universales lingüísti-cos, es usual que en vez del término tendencia aparezca universal estadístico, refiriéndose a que tales universales tienen tan sólo vali-dez estadística y no absoluta. En este libro se ha preferido el térmi-no tendencia, más claro, sobre todo porque el término universal estadístico puede resultar útil al hablar de las propiedades estadísti-cas universales de las lenguas (como que la redundancia en la len-gua está siempre alrededor del 50 por ciento).

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46 Universales del lenguaje y tipologia lingüistica Universales lingidsticos 47

1.3. EXPLICACIONES DE LOS UNIVERSALES LINGüíSTICOS

Dentro de la propuesta generativo-transformativa sobre univer-sales lingüísticos, de acuerdo a lo presentado en el apartado 1.1.1, es evidente que la cuestión de la explicación de los universales lin-güísticos tiene una solución obvia: están ahí porque son innatos. Sin embargo, nunca se plantea esta explicación sobre fundamentos independientes, de forma que la única razón para aceptar el innatis-mo parece ser la falta de cualquier alternativa plausible y global. Examinaremos algunas otras alternativas, esbozándolas en este apar-tado y de forma más detallada en otras partes del libro. Sin embar-go, no se intenta reducir todos los universales a una sola explica-ción: unas veces porque no parece haber explicación verificable, ni siquiera para universales bien determinados; otras, porque los distintos universales parecen requerir distintas clases de explicación, lo que no resulta muy sorprendente al examinar un fenómeno como el lenguaje, tan interdependiente de otros muchos aspectos del co-nocimiento y la conducta humanos. Hay que prestar especial aten-ción a las explicaciones pragmática, funcional y cognitiva, pues son fuentes muy ricas para explicar las propiedades formales del len-guaje. En el apartado 1.3.1 examinaremos una explicación inviable, para completar el panorama.

1.3.1. LAMONOOÉNESIS.

La monogénesis, o bien un origen genético común a todas las lenguas del mundo, podría parecer una explicación obvia a los uni-versales del lenguaje: los uniuni-versales en cuestión habrían sido, sen-cillamente, propiedades accidentales del supuesto lenguaje original (proto-mundo), y la única razón por la que se encontrarían hoy día en todas las lenguas del mundo sería porque dichas lenguas

habrían retenido estos rasgos del lenguaje original sin ningún cam-bio (mientras que los parámetros en los que las lenguas varían re-presentarían aquellas áreas en las que las lenguas individuales han efectuado cambios, sin que haya necesariamente ninguna otra pro-piedad común que enlace los universales lingüísticos). La desventit--[a de la monogénesis como supuesta explicación de los universales lingüísticos, es que resulta absolutamente especulativa e inverifica-ble: si todas las lenguas del mundo descendieran de una sola lengua original -cuestión que debe quedar abierta-, el lapso de tiempo entre la lengua original y nuestros testimonios más antiguos de len-guaje es tan grande, que no hay esperanzas de establecer este origen

monogenético, ni de rastrear los cambios que separan el proto-mundo de las lenguas atestiguadas.

No obstante, hay más razones de peso para no considerar la monogénesis como posible explicación de' una amplia variedad de universales lingüísticos, lo que nos obliga a buscar otras explicacio-nes posibles. Para que la explicación de la monogéexplicacio-nesis funcionara, el universal en cuestión tendría que haber sido propiedad del len-guaje original y haber ido pasando, por etapas individuales inter-medias, a cada una de las lenguas descendientes. Pero en el aparta-do 1.1.2 vimos que hay ciertos universales lingüísticos, en especial universales implicativos, que no pueden predicarse de las lenguas individuales. Por ejemplo, para proponer como universal que el or-den de palabras VSO implica preposiciones, no es suficiente saber que hay una lengua con orden de palabras VSO y preposiciones, hay que saber también que hay lenguas con otros órdenes de pala-bras y con preposiciones o posposiciones, pero que no hay lenguas con orden de palabras VSO y posposiciones. No hay forma de codi-ficar información de este tipo en la estructura de una sola lengua

y1 por lo tanto, no hay forma de que la información pudiera

Referencias

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