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Desclée De Brouwer

Raúl Berzosa

miradas de actualidad

en el espejo de la cultura

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Raúl Berzosa Martínez

150 MIRADAS DE ACTUALIDAD

EN EL ESPEJO DE LA CULTURA

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Raúl Berzosa Martínez

150 MIRADAS DE ACTUALIDAD

EN EL ESPEJO DE LA CULTURA

DESCLÉE DE BROUWER BILBAO - 2007

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© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 2007 Henao, 6 - 48009 Bilbao

www.edesclee.com info@edesclee.com

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, dis-tribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autoriza-ción de los titulares de propiedad intelectual. La infracautoriza-ción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Impreso en España - Printed in Spain

ISBN: 978-84-330-2193-9 Depósito Legal: BI-3566/07 Impresión: RGM, S.A. - Bilbao

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A mis hermanos de la Conferencia Episcopal Española,

maestros y testigos. Al Pueblo de Dios que camina en Asturias, a quien tanto debo y agradezco.

A los profesionales de COPE, que saben unir comunicación y profecía.

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Al parecer, y según afirman los sociólogos, nos encontramos en la época de lo “post” y de lo “ultra”: postmoderno-ultramoderno. El náufrago se ha convertido en empedernido “vitalista”. Algunos hablan de decadencia; otros de resistencia. En algunos casos, la mediación estaría de moda; en otros, más bien la presencia. Se quiere contraponer Narciso a Prometeo; y hasta lo espiritual a lo propiamente religioso. En definitiva, el pluralismo ha anidado en todas sus ramas, acentos y ver-siones, y cierto escepticismo se ha asentado como piedra angular. Se nos plantean nuevos retos y preguntas a los que debemos responder sabiendo dar razón de nuestra fe.

La presente obra se titula 150 miradas de actualidad en el Espejo de

La Cultura. Me explico: cuando hace más de un año COPE me invitó

a colaborar en el “Espejo de la Cultura”, acepté con gusto el reto. Consciente de mis limitaciones, pero animado por anteriores colabora-ciones en otros medios de comunicación. En este sentido, la presente obra, en gran medida, se puede considerar como heredera de lo escri-to y hablado mediáticamente y de lo expresado en dos libros anterio-res, ya agotados desde hace tiempo: “Con otros ojos” (Monte Carmelo) y “Las siete Palabras” (PPC).

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He tomado la forma de casi un diario pastoral. Sobresalen algunas fechas, y algunos encuentros.

Al final he añadido, en forma de preguntas y respuestas, la “dimen-sión pastoral” que se encierra en la primera Encíclica del Papa Bene-dicto XVI: “Deus Caritas est”. Aunque nunca formó parte del Espejo de

la Cultura, de alguna manera, es como un complemento de lo tratado

en el mismo.

En resumen, con la frescura, espontaneidad, y hasta imperfección que ello supone, te regalo, amigo lector, algo de lo que el tiempo y la actualidad me han ido dictando, y que de otra forma correría el peligro de perderse para siempre.

Sé indulgente y atrévete a leer más allá de la materialidad de las palabras y de las frases. Recuerda, en este sentido, que “la verdad tiene

muchos predicadores pero pocos mártires” (Helvetius). Hacemos historia no

para los hombres sino para Dios.

¿Para qué, y para quién, puede servir lo escrito? Sencillamente pue-de representar un humilpue-de servicio para la reflexión pue-de cualquier cre-yente, o para la formación permanente de personas y grupos, o sim-plemente para recordar algunas de las claves que puedan orientarnos, como doctrina católica, en estos momentos de encrucijadas y cambios, y hasta de tensiones y desencuentros y, por qué no, de necesidad sen-tida y reclamada de ámbitos mayores de diálogo y encuentro.

Agradezco, una vez más, a la editorial Desclée De Brouwer su gene-rosidad por la publicación del presente manuscrito.

† Raúl Berzosa Martínez,

Obispo titular de Arcávica y auxiliar de Oviedo. Oviedo-Palenzuela, Primavera-Verano 2007.

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1. DEMOCRACIA Y VALORES

Participo con un grupo de periodistas amigos en una tertulia sobre el tema “democracia y valores”. Las posturas son contradictorias. Trato de reproducir algo de lo expresado en el ameno diálogo.

Se suele afirmar, en el argot y en la sabiduría popular que los niños y los tontos dicen las verdades, porque su consciente-subconsciente está menos viciado de hipocresía y de falsedades. Me atrevo a añadir a esos dos grupos sociológicos, un tercero, también auténtico: el de los filósofos, cuando lo son de verdad. Uno de ellos es Julián Marías. Por encima de miradas partidistas, nos ha recordado que la democracia, como cualquier sistema político, nunca es un fin en sí misma, sino un medio. Y si es un medio, la pregunta surge espontánea, “¿para qué?”. Para conseguir unos fines, que a su vez encierran, o deben encerrar otros valores.

¿Qué es un valor? Aquellos móviles por los que al despertar cada mañana podemos afirmar que seguimos viviendo y que merece la pena vivir. No hace muchos años, en un encuentro personal con el Papa Juan

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Pablo, en Roma, a un grupo de jóvenes sacerdotes, nos señaló él mismo cinco valores por los que merece la pena luchar: apertura (a Dios y a los demás), fidelidad a nuestros compromisos, coherencia entre lo que creemos y vivimos, transparencia (en relación a Dios y a los demás), y solidaridad (que implica no sólo dar nuestro tiempo o dinero, sino dar-nos a dar-nosotros mismos, nuestra vida).

Ojalá no olvidemos al menos dos cosas: por un lado, la realidad trá-gica de quienes, en todas sus versiones y modalidades, sufren en su cuerpo y espíritu y, por otro, el que los pilares de la democracia, en su base radical, sólo se pueden sustentar en valores compartidos y a los que hay que servir con el noble ejercicio de la política. Sin estos dos supuestos la democracia se sustentará en personalismos carismáticos o en partidos burocratizados, pero no en su propia razón de ser: sistema político representativo, integrador, y al servicio de los genuinos dere-chos y de la dignidad de la persona y de las colectividades.

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2. BURN OUT

Mantengo una larga conversación con una diplomada en enfermería. Me confiesa, con sinceridad, que está cansada de su trabajo, de una profesión tan estresante. Incluso se atreve a dar nombre a su síntoma personal, según lo leído en alguna revista de divulgación científica. Elaboro con ello una reflexión.

Burn out es una expresión inglesa para designar a la persona

“que-mada o consumida”. Se ha puesto de moda en profesiones de “servicios humanos” como enfermería, enseñanza, o trabajos sociales. Los sínto-mas generales externos parecen ser: agotamiento, fatiga, desgaste, bajo rendimiento laboral, actitudes negativas hacia la vida, bajo concepto profesional de uno mismo, y pérdida de interés creciente por casi todo. La persona que sufre este síndrome tiende a practicar el absentismo laboral, realiza largas pausas o huidas durante su trabajo, llega tarde, y su rendimiento es bajo. Incluso se manifiestan problemas físicos como dolor de espalda, dolor de cabeza, resfriados, insomnio, taquicardia y falta de apetito. Pero también se ha demostrado que determinados ambientes favorecen el burn out: situaciones de trabajo en las que no están claros los objetivos, las relaciones son tensas, no hay trabajo en equipo, y el personal es poco creativo.

Estos datos me han llevado a pensar que nos movemos en un cír-culo vicioso: si las patologías de diverso signo se pretenden curar con una adecuada reinserción social, ¿quién curará las patologías de la sociedad en cuanto tal, y de quienes en ella ostentan la titularidad de “profesionales de servicios humanos”? Y una segunda reflexión me inclina a concluir que sólo la vivencia de valores pueden romper el cír-culo vicioso aludido. Las gentes nos dividimos en tres grupos: yoístas RADIOGRAFÍAS DE ACTUALIDAD 13

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(los narcisistas), legalistas (en los que predomina la ley y el orden), y buscadores de valores auténticos. Para estos terceros los síntomas del

burn out difícilmente llegarán. Son personas que saben relativizar

muchas cosas en la vida y vivir el humor, el amor (en forma de ternu-ra) y la paciencia en lo cotidiano.

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3. PARO

Reunión en la sede de militantes de HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). Gente curtida en el mundo laboral. Mientras dia-logan y, a veces, discuten con calor, anoto en un folio lo que más tarde me ayudará a reflexionar sobre el paro y la marginación.

Un marginado, en estos momentos en España, no es sólo un gitano, un mendigo, un chabolista, o un drogadicto. Lo es un parado. Forma parte de esa sociedad que los economistas definen de “alto riesgo”. Y, cuando en una sociedad como en la nuestra, el número de parados es tan alarmante, podemos afirmar que nuestra sociedad está enferma. La su-puesta sociedad del bienestar hace aguas. El paro no es ya algo coyuntu-ral, sino que parece estructural. Los factores que lo han originado son muy diversos y complejos. Entran motivaciones micro y macroeconómi-cas de ajuste nacional e internacional, pero también, y es lo grave, cues-tiones éticas: el sálvese quien pueda, el obtener beneficios sin escrúpulos, el miedo a la solidaridad, la desatención a los valores sociales, el enten-der la caridad como algo asistencial y no promocional y político, etc.

El Gobierno culpa del problema a los salarios, a la falta de inversión y a la no competitividad; los empresarios a los sindicatos y al Gobierno; y los sindicatos al Gobierno, empresarios, y al momento coyuntural. Y la sociedad, el ciudadano de a pie, el elector, en silenciosa rabia conte-nida se siente impotente y crispado.

Es tiempo de recordar algo tan elemental como que el capital debe estar al servicio de la persona, que el trabajo es un derecho funda-mental, y que la solidaridad, en tiempos de crisis, no puede ser una asig-natura pendiente sino una realidad palpable. Comenzando por nuestras comunidades cristianas.

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4. CLONACION

Leo la noticia en la prensa y quedo impactado: el tema de la clo-nación no se detiene. Me atrevo a escribir algo que puede ayudar a clarificar mi postura en este delicado y controvertido tema.

La noticia saltó a los medios de comunicación con gran sensacio-nalismo: un equipo de científicos de la Universidad de G. Washintong habría “clonado” por primera vez seres humanos.

La palabra “clon” significa en griego “rama”, y designa, en nuestro caso, el conjunto de individuos originados de un mismo y único pro-genitor mediante reproducción no sexual. Este fenómeno se produce a veces de forma natural en el útero de una mujer embarazada: de un sólo óvulo fecundado se separan las dos células que resultaban de la prime-ra división miótica (o las cuatro resultantes de la segunda división) ori-ginando cada una de ellas un embrión completo.

Las bacterias, muchos protozoos y hongos unicelulares se repro-ducen por clonación, sin intervención sexual. Por lo tanto el tema de la clonación no es un descubrimiento totalmente nuevo (la naturaleza lo venía haciendo), ni un avance tecnológico espectacular (otros labo-ratorios lo hubieran podido hacer; pero no lo han intentado por prin-cipios éticos).

Entonces, ¿por qué el Vaticano, el Papa y los obispos han levanta-do una voz tan crítica en este tema? Porque si éticamente no se pone freno se abre el terrible camino de “fabricar” hombres y mujeres en serie, seleccionando la raza, o el color de la piel, o el sexo, o hasta las características de la altura, color de los ojos o el pelo. Es lo que por ejemplo intentó, sin éxito, Hitler con relación a la raza aria. O lo que las novelas de ciencia ficción nos relatan sobre la suplantación de un

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hombre importante por otro para “manipularlo” (por ejemplo, un Presidente de una nación).

Hay un problema añadido: los experimentos realizados en ratones y ranas han dado como resultado que los individuos clonados casi nunca pueden llegar a adultos, o, si llegan, son seres genéticamente tarados. En resumen, lo que viene a decir la doctrina magisterial es que los expe-rimentos que se llevan a cabo para obtener un ser humano sin relación de amor entre hombre y mujer son contrarios a la dignidad de la per-sona humana. Las cosas producen; los animales se reproducen; sólo el hombre procrea y recrea. La humanidad no puede quedar en manos de científicos manipuladores y manipulados por extrañas fuerzas econó-micas o políticas.

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5. BODY

Primer encuentro del año con jóvenes universitarios. Aprecio un valor en alza: la imagen corporal, el culto al cuerpo.

Uno de los rasgos de la cultura actual puede ser el definirse como “cultura del cuerpo”. Con varias paradojas.

La primera: mientras la imagen externa, la silueta y el cuerpo lo son casi todo para una mayoría de nuestros contemporáneos de occidente (y se someten a dietas de adelgazamiento y severos ejercicios físicos), estas mismas personas rehuyen el dolor, el sufrimiento o lo que el sacri-ficio diario de la vida comporta en muchos momentos y situaciones que pudiéramos calificar de normales y ordinarias. En esta valoración del cuerpo, los medios de comunicación diseñan la silueta y perfil del hombre y mujer ideales, y, segunda paradoja, al mismo tiempo se ins-trumentaliza ese mismo cuerpo como reclamo publicitario u objeto de deseo y placer.

Y tercera paradoja, y tal vez la más grave y provocativa: Mientras parece que la seducción visual lo es todo, y es la base del marketing, nos horroriza y tratamos de ocultar el panorama “corpóreo” de las perso-nas de los terceros y cuartos mundos que de vez en cuando, sólo de vez en cuando, los medios de comunicación se atreven a reflejar. Para noso-tros es como si no existieran.

Después de denunciar estas paradojas uno tiene miedo a descubrir que el famoso adagio latino “mens sana in corpore sano” no cumpla nin-guna de sus dos vertientes: porque detrás de la cultura del cuerpo ni tal vez hay una mente psíquica sana, ni un cuerpo tan sano. Sin duda en lo light, las modas dietéticas, o la imitación de los famosos no están las claves de la realización personal.

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6. TRABAJO

Hemos celebrado la Jornada anual de Pastoral Obrera. Se respiraba solidaridad y gran preocupación por los cambios vertiginosos en el mundo laboral y por su futuro.

Estamos asistiendo a una tercera revolución. Me refiero a la del tra-bajo.

El mundo feudal-burgués logró hacer la primera con la consolida-ción de los gremios; con la llegada de los tiempos modernos se conso-lidó la clase obrera, y se reconoció, al menos sobre el papel, la dignidad del trabajo humano.

En nuestros días estamos asistiendo a una tercera revolución: la muerte y transformación del denominado trabajo asalariado desde una paradoja: para crecer económicamente se necesita menos trabajo. De ser una dimensión fundamental de la persona y un medio privilegiado de realización personal y comunitario ha pasado a contemplarse como un lujo y un bien escaso.

Regulación, concertación, tecnificación y especialización parecen ser algunas de las claves que socialmente barajan informadores, crea-dores de opinión, representantes sindicales y empresariales, y hasta hombres de gobierno. Desde nuestro ser y hacer creyente subrayamos la necesidad de una reflexión comprometida, de un diálogo solidario, de gestos concretos, y de una utopía esperanzada.

Con un añadido: sacar las conclusiones de lo que significa estar y situarse en una sociedad de lo “post”: postmoderno, postindustrial y postlaboral. De lo contrario se hará realidad aquello de trabajo versus trabajo, trabajador versus trabajador, y, en definitiva, sociedad desver-tebrada, fragmentarizada e insolidaria.

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7. ¿RECONVERSION PARA EL CAMPO?

Me acerco al pueblo de mis abuelos y donde mi madre pasó su niñez. Hablo con sus gentes del futuro del trabajo rural.

Es cierto: nada desgasta tanto como la incertidumbre. Y desde ella está intentando el agricultor castellano comprender lo que sucede a su alrededor. La desinformación, o la no información completa, proviene de los reformadores de la PAC, de la inacabada Ronda de Uruguay (GATT), y de la poca sensibilidad hacia el campo tanto por parte de la Administración como de la sociedad en general.

Se calcula, a corto plazo, que de cada cuatro agricultores tres sufri-rán aún más los rigores de la pretendida reconversión agrícola y gana-dera impuesta por la CEE. Detrás de los números y estadísticas hay personas, con nombres y apellidos. El agricultor se queja del trato dis-criminatorio entre la reconversión agrícola y otras reconversiones. Y no le falta razón. Las inversiones gubernamentales y probadas en uno y otro sector hablan por sí solas. Cada año cientos de agricultores, la mayoría jóvenes, tienen que renunciar a sus tierras. El 52% de la pobla-ción agrícola produce el 16%; mientras que el 10,15% produce entre el 50 y 60%. La calidad de vida en el mundo rural se hace insostenible: a mayor carencia de habitantes, menos servicios. A menores servicios, menos habitantes. Es un círculo vicioso agravado por la edad: nuestros agricultores mayores sueñan con su pisito en la ciudad.

¿Reconversión para el campo? Sí, pero con un inevitable interro-gante: ¿Desde dónde y a qué precio? Están llamados a responder los partidos, los sindicatos, las fuerzas sociales y los propios agricultores. Sin dilación y con realismo.

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8. EN TIEMPOS DE CRISIS

Reunión con agentes de Cáritas y con voluntarios. Se habla del momento social en el que estamos.

La palabra crisis viene del verbo griego que significa “decidir, juz-gar”. Hoy es una palabra de moda, siendo en el mundo económico donde más se están repitiendo. Aunque también en el mundo religioso, cultural y ético. Para el ciudadano de a pie la crisis se ha instalado en su cabeza, corazón y bolsillo. A nivel individual y social. Los expertos afirman que las crisis pueden desembocar en dos realidades: hundi-miento y fracaso, o crecihundi-miento y relanzahundi-miento. A todos los niveles.

Ciertamente, en tiempos de crisis se buscan recetas para no perder seguridades. No las hay. Las crisis se padecen, se sufren, se arrastran. Es tiempo, eso sí, de volver a lo esencial, a los valores, y recordar al menos cuatro que deben forjar nuestra existencia para seguir caminando: ámate bien ti mismo (conócete, acéptate, dónate); ama a los demás como a ti mismo; ama a Dios más que a ti mismo y más que a los demás (y, en Él, ámate a ti y a los demás como Él nos ama); y, final-mente, ama lo creado para ti mismo y para los demás, según el Plan de Dios. Lo repetimos: en tiempos de crisis, volver a los valores.

Juan Pablo II, a nivel planetario, habló de una nueva civilización y cultura del amor y de la vida para tiempos de crisis. Es la clave de la nueva evangelización. ¿Qué estamos haciendo para que sea “evangeli-zación” y para que sea “nueva”?

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9. SIDA

Después de una dramática experiencia de fuga del hogar, de droga, de sexo indiscriminado, el SIDA se ha cobrado una nueva víctima, con nombre y apellidos. Murió en un pequeño hospital atendido por voluntarios cristianos.

Acabamos de enterrar a un joven de 34 años. Ha muerto de SIDA después de 12 años de lucha contra la droga, y seis de desarrollo de su mortal enfermedad. El sacerdote que oficiaba, repitió dos palabras: “No tengáis miedo… y no me metáis miedo”. Porque horas antes, alguien del pueblo, le advirtió: “Tenga cuidado con lo que dice”.

Detrás de esta advertencia se esconden miedos; miedos viscerales. El SIDA está ahí: y sin embargo no estamos sensibilizados ni prepara-dos para afrontarlo.

Tal vez ni siquiera a niveles profesionales de sanidad. El joven, al que hemos hecho alusión, en un año ocupó dos instituciones sanitarias diferentes. Y en ambas el proceso fue el mismo: recelo y rechazo ini-cial; y poco a poco superación de prejuicios y victoria de la profesio-nalidad.

¿De qué han servido estos largos doce meses de enfermedad termi-nal? Para sus familiares, recobrar aún más la unidad en torno a un grave problema común. Para el enfermo, y he sido testigo de ello, reunificar su vida desde dimensiones profundas. También de fe y esperanza, muriendo con el convencimiento de que el mal, el dolor y la enferme-dad no tienen la última palabra. Fue consciente hasta el final de lo que le estaba sucediendo. Para la sociedad burgalesa, un descubrir que hay un voluntariado generoso, y que lo profesional y lo humanitario, en casos como el presente, deben darse la mano.

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En tierras conocidas yace un cuerpo sin vida. Entre nosotros han quedado muchos retos: la necesidad de una mayor información, pre-vención y sensibilidad sobre el SIDA; la necesidad de una atención mayor a quienes están sufriendo esta enfermedad; y la necesidad de habilitar, y hasta crear, instituciones específicas para afrontar este drama. Todos estamos llamados a unir fuerzas y a aportar iniciativas. No es tiempo sólo de lamentaciones.

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10. DESPRIVATIZAR LA FE

En una pequeña comunidad cristiana de base se debate ampliamen-te sobre el ampliamen-tema de la privatización de la Fe. Solicitan mi parecer.

Curiosamente, a los ojos y plumas de observadores sociales y políti-cos, el discurso con más eco e impacto de los pronunciados por el Papa Juan Pablo II en su viaje a España fue el pronunciado en Madrid en el que se pedía la desprivatización de la Fe. Es tanto como afirmar que el mayor problema que tenemos en nuestro País, en la relación Fe-Cultura, ya no es el del ateísmo beligerante, o el clericalismo rabioso. El mayor problema es la falta de plausibilidad y relevancia de la Fe, y con ello del cristianismo, a nivel social.

Me explico: tanto las denominadas derechas como las izquierdas sociales y políticas proclaman que la Fe, y las manifestaciones religio-sas, son algo privado, para la conciencia o para la sacristía. En una sociedad pluralista, aconfesional, democrática y secularizada el discur-so y las prácticas religiosas discur-son algo perdiscur-sonal y privado. La derecha no acaba de entender qué tiene que ver lo religioso con lo económico y lo

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político, y la izquierda, sin perseguir abiertamente a lo religioso, denun-cia la intromisión de la ética religiosa en la vida pública, que por defi-nición y compromiso es plural y pretendidamente neutral.

Juan Pablo II vino a recordarnos al menos dos realidades: que la Fe cristiana sin raíces culturales, no es nada, y acaba muriéndose, y que la Fe, cuando lo es de verdad, es totalizante y abarca todas las dimensio-nes de la persona: lo individual, lo familiar, lo social, lo ético, lo cultu-ral, económico y político. Esto no es teocracia ni levitismo. La Fe sabe como nadie de los valores, dignidad y derechos de la persona humana. Y está comprometida en hacer realidad la civilización del amor y de la vida. Con un trasfondo: cuando Dios muere o desaparece del escena-rio socio-cultural, el hombre mismo está condenado a morir o desapa-recer. Experiencias recientes lo muestran. A esto, y no a otra cosa, se llama Nueva Evangelización.

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11. DIOCESIS

Reunión promovida por la Delegación de Apostolado Seglar. Hacen un balance del eco y repercusión que tuvo la última Campaña del Día de la Iglesia Diocesana

Cada año se celebra el Día de la Iglesia Diocesana. Con un lema sig-nificativo: “Iglesia al servicio de todos”. Es cierto que los creyentes tene-mos experiencia de una iglesia vivida en nuestras pequeñas comunida-des parroquiales. Allí hemos celebrado nuestros primeros sacramentos, y allí recurrimos para seguir celebrando no sólo nuevos sacramentos, sino acontecimientos relevantes en nuestras vidas, y encuentros y reu-niones de formación y vida. Sin embargo tenemos poca sensibilidad hacia lo que significa Iglesia Diocesana, que es tanto como decir, Iglesia Local. Si algo tiene el cristianismo es el no caer en la tentación de “capi-llismos” o “particularismos”.

Me explico: ni la parroquia tiene sentido sin la Iglesia diocesana; ni la Iglesia diocesana lo tiene sin la Iglesia Universal. Laicos, religiosos y presbíteros tenemos que ir creando en este campo una nueva mentali-dad: redescubrir lo comunitario, sin olvidar lo diocesano; realizar lo personal, sin olvidar lo institucional; entregarnos a nuestros grupos, sin olvidar los demás.

O, en otras palabras, y en forma de decálogo: redescubrir una teo-logía, una pastoral y una espiritualidad de Iglesia Local; vivir la nueva evangelización, en todas sus dimensiones y caras; formarnos como cris-tianos unificados, que saben vivir lo personal y comunitario, conjuntar esfuerzos laicos, religiosos y sacerdotes, en una pastoral de programa-ción conjunta, cada cual según su vocaprograma-ción o carisma, vivir una parro-quia de comunidad de comunidades sin fragmentarizarnos en peque-ALGUNAS ASIGNATURAS PENDIENTES 27

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ños grupos o movimientos asilados e incomunicados, no privatizar la fe o reservarla para momentos en nuestra vida, sino que debe animar todo lo que hacemos; formarnos permanentemente en nuestra fe, cubrir y potenciar, a nivel parroquial y diocesano, todos los campos; el religio-so, y el de promoción e inserción social; dar no sólo nuestro tiempo y dinero, sino nuestras personas en forma de voluntariado, hacer reali-dad, finalmente, una pastoral de acogida y solidaridad.

Sólo entonces se podrá hablar, y tendrá sentido, el lema: “Por una

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12. IGLESIA EN EUROPA

Fiesta de Santo Tomás de Aquino. Escucho una interesante confe-rencia. Anoto algunas reflexiones.

En Praga, hace algunos años, se reunieron representantes de todas las Conferencias Episcopales Europeas. No fue, ciertamente, una noti-cia destacada en el primer plano de la actualidad. Y sin embargo, lo es. Los obispos europeos, en estos momentos, son testigos y observadores privilegiados y necesarios. Su análisis del fenómeno histórico-cultural europeo es diferente y complementario al que se viene haciendo por ejemplo desde instancias económicas o políticas.

¿Y qué han destacado, en resumen, los obispos europeos en su encuentro? Afirmaciones tan fuertes cómo estas: En Europa se en-cuentra rota nuevamente por el renacimiento de los nacionalismos; se encuentra inestable y frágil por el crecimiento del paro; y es pri-sionera de una profunda incertidumbre con relación a su futuro. Paradójicamente, esta Europa en crisis, se emborracha de europeísmo, olvidando que existen otras geografías humanas y otros mundos cultu-rales.

Los obispos nos han recordado que en Europa aparentemente es posible la libertad pero falta la capacidad y los medios estructurales para ser libres. Y concluyen, con una afirmación de rabiosa urgencia: “No puede haber futuro sin libertad y solidaridad, porque donde el pan y el trabajo no se comparten la libertad está amenazada”. Los obispos no son ingenuos. No sólo se han mirado hacia fuera, sino también hacia dentro.

Y han subrayado que Europa no debe pura y simplemente apelar hoy a su herencia cristiana anterior: le es necesario reencontrar la capa-ALGUNAS ASIGNATURAS PENDIENTES 29

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cidad de decidir de nuevo su futuro desde los valores evangélicos, el respeto de la dignidad de la persona, y sobre las bases sociales de la libertad y de la solidaridad. En definitiva, se apela a la creatividad, la imaginación. También en este tiempo de crisis, sin ir más lejos.

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13. CATÓLICOS“LIGHT”

Imparto un retiro a casi trescientos militantes de Acción Católica General de Adultos. Hablo de la coherencia entre Fe y vida.

La postmodernidad ha puesto de moda la palabra “Light”. Viene a ser sinónimo de ligero, descafeinado, débil, pasajero, fragmentario. También al parecer ha llegado el turno a lo católico, a juzgar por los datos que se entresacan de la última macro encuesta realizada por la Fundación Santa María. Subrayamos algunos: Aunque la mayoría de los españoles cree que “el sentido de la vida es tratar de obtener de ella lo mejor”, sólo el 36% afirma que “la vida tiene sentido desde Dios”. Paradójicamente, el 86% de la población se declara católica.

En el ranking de religiosidad, ocupan el primer puesto los gallegos y los asturianos, mientras que los registros más bajos se encuentran en Cataluña, Navarra, y sobre todo, el País Vasco. La mayoría de los espa-ñoles cree en Dios, pero, en la última década, se ha producido un des-moronamiento progresivo de la creencia en los dogmas y en la doctri-na de la Iglesia. Por ejemplo, más de la mitad de los españoles no creen en el más allá, ni en la resurrección.

Los españoles son poco dados a las prácticas frecuentes volcándo-se, eso sí, en acontecimientos sociales: nacimiento-bautismo, comu-nión, matrimonio y funerales.

Basten estos datos para poder afirmar que los españoles estamos acercándonos a una “religión light”, a la carta, en la que cada creyente utiliza y usa lo que le gusta, y prescinde de aquello que se le antoja de menor deseo.

No es extraño que los obispos españoles vengan repitiendo que el mayor drama de nuestros cristianos de hoy es la ruptura o divorcio ALGUNAS ASIGNATURAS PENDIENTES 31

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entre lo que se cree y lo que se vive. Y en verdad, cuando la Fe no es “totalizante”, e impregna todas las esferas y niveles, personales y socia-les, o muy pronto deja de ser Fe, o se está viviendo un nuevo cristia-nismo: el de cada uno.

No está de más hacernos un chequeo y diagnosticar “la salud” de nuestro ser cristianos. Algunos autores se atreven a diagnosticar que, hace algunos años, los españoles eran creyentes pero poco católicos; mientras que hoy, en apariencia son católicos, pero poco creyentes. La religión se ha convertido en ritos socio-culturales.

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14. EUCARISTÍA Y JUSTICIA

Reunión de Delegados, Arciprestes y Vicarios de diversas diócesis. El tema: la relación estrecha que existe entre Eucaristía y Justicia.

Una conclusión relevante: hay un aceptable índice de asistencia a la Misa, pero al parecer este hecho no tiene eco ni incidencia en la vida de cada día.

Es lo que los obispos españoles vienen repitiendo cuando hablan de “divorcio entre lo que se cree o lo que se vive”, o, con otras palabras más técnicas, “la privatización de la Fe”: como si la fe, el cristianismo, sirviera sólo para mi conciencia, para la sacristía.

Hace no muchos días, en un encuentro con quienes se preparaban para ser catequistas de niños y jóvenes, se cuestionaba lo siguiente: “¿por qué es necesario conocernos a nosotros mismos? Dios ya me conoce y sabe lo que tiene que hacer…El mundo no se puede cambiar. Sólo Dios lo cambia”.

Me dieron pena estas afirmaciones por delatar dos cosas: primero, nuestros jóvenes catequistas participan del contagio ambiental en cuan-to a desilusión social e impotencia se refiere; y, en segundo lugar, hay un fideísmo o espiritualismo en ellos que es muy peligroso. En el sen-tido de una imagen de Dios “mágica o de tapaagujeros”. Lo que en el fondo implica falta de compromiso o de implicación personal.

Pero volvamos al principio: Si es cierto que la Eucaristía hace a la Iglesia, y la Iglesia a la Eucaristía, no es menos cierto que Eucaristía y Justicia, Eucaristía y Reino de Dios, van unidos. Es la única manera de evitar posturas “escapistas o falsamente espiritualistas”. Si no nos per-catamos de esto, algo grave está pasando en nuestras comunidades.

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15. SER CURA HOY

Se ha presentado a los Medios de Comunicación la nueva campaña del Día del Seminario.

El Día del Seminario, además de colocar en primer plano a los semi-naristas, y a los jóvenes en búsqueda vocacional, es también un momento de STOP para quienes ya son sacerdotes.

Aunque parezca mentira no hay “modelos fijos” a la hora de “ser cura y hacer de cura”. Y menos hoy en este tipo de sociedad denomi-nada “plural y abierta”. Sin embargo sí hay como unos pilares, unos mojones, que siguen orientando, como en otros tiempos, la identidad del sacerdote secular.

En primer lugar todo lo que hace referencia a “la ordenación”: una estrecha relación con el Obispo, efectiva y afectiva; un saber vivir y tra-bajar en equipo de sacerdotes. Conscientes de estar “pisando” una tie-rra concreta, una diócesis, con su pobreza y su riqueza, y compartien-do la Fe y la fatiga de cada día con unos hermanos cristianos, laicos y religiosos. El cura hace a la comunidad; y la comunidad hace al cura.

En segundo lugar, encarnados, metidos de lleno, en el ambiente socio-cultural en el que nos ha tocado vivir. Sin huidas o deserciones, sin posturas superficiales de no tomarlo en serio, y sin complejos de superioridad o paternalismo. Sabiendo ver “semillas de la verdad” estén donde estén. Humor, amor, paciencia, tolerancia, diálogo son claves para caminar y discernir en una sociedad pluralista, aconfesional, de-mocrática y secularizada.

Y en tercer lugar, no renunciar a ser uno mismo, a crecer como perso-na, a madurar física, intelectual y afectivamente. No puede haber cris-tiano sin persona humana, y no puede haber sacerdote sin criscris-tiano. Y

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no puede haber cristiano sin vivencia eclesial. Pero siempre subrayan-do que el amor comienza por uno mismo.

Seguimos caminando con esperanza sintiéndonos siervos del Señor Jesús, hermano entre los hermanos y ministros que no deben “acos-tumbrarse” a la rutina en la administración de lo más sagrado.

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16. “NO ESTAMOS CONTRA LA DEMOCRACIA”

Diversos medios de comunicación social cuestionan que la Iglesia Institucional, más en concreto los obispos, tengan un talante demo-crático.

Que un obispo, a estas alturas, tenga que recordarnos cosas como éstas, es muy grave: “Los obispos españoles no estamos contra la demo-cracia, queremos que la democracia arraigue y progrese en España y en el mundo. Pero, como cristianos, sabemos que el ordenamiento demo-crático de la sociedad, precisamente porque es un ordenamiento de la vida en libertad, requiere un comportamiento moral de los españoles.

En democracia, los abusos y comportamientos inmorales se con-vierten en atropello de los derechos humanos. A algunos les sienta mal que digamos que las personas debemos vivir y actuar siempre en con-ciencia, de acuerdo con unas leyes morales objetivas”.

Se acusa a la Iglesia de no saber situarse en una sociedad pluralista, aconfesional, democrática y secularizada. ¿No tendrá la Iglesia que recordar, a quienes vierten este tipo de acusaciones, que tampoco ellos saben enmarcar una sana relación sociedad-religión? Secularidad no es lo mismo que secularismo; ni laicidad que laicismo; aconfesionalidad no equivale a privatización de la Fe, y por supuesto la religión –al menos la cristiana– no se identifica con ideología.

La relación Sociedad civil no se agota en la relación Iglesia-Comunidad política. La sociedad, como la religión, son algo mucho más primario, básico y hasta “necesario” que un partido político, cual-quiera que sea. Es tiempo de aprender a dialogar: escuchando, sí, pero desde la identidad de cada uno. Lo demás es demagogia, o lo que es peor, formas encubiertas o abiertas de dominio.

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17. A VUELTAS CON LA INCREENCIA

Diversos movimientos debaten en un foro abierto sobre el tema de la Increencia.

Los obispos españoles, autores de la pastoral “Creer en tiempos de Increencia” se refieren en la segunda parte del documento a las formas actuales de increencia. Afirmando que más que de formas de incredu-lidad deberíamos hablar de no creyentes. La gama va desde cristianos practicantes con enormes lagunas en su fe, hasta los abiertamente Incrédulos, pasando por una serie de personas que viven el cristianismo a su manera.

Tipificando algunas de las principales formas de Increencia hoy en España, podemos hablar en primer lugar de la indiferencia. Se trata de los que ni siquiera se interrogan sobre el sentido último de la vida. No sienten necesidad de tomar postura ante la fe. Viven al día sin mayores planteamientos.

Una segunda tipificación pudiéramos catalogarla como de

“indefe-rentismo”. No son personas que no crean, pero en la práctica viven sin

que Dios cuente en sus vidas. Para ellos una cosa es la vida y otra los asuntos de Dios.

En tercer lugar se encontrarían los agnósticos. Para éstos Dios tanto puede significar algo como no. Más aún: sobre la cuestión Dios –afir-man– no podemos pronunciarnos porque no sabemos nada de El. Les basta vivir en el marco de la finitud. Vivir como si Dios no existiera.

En otro grupo, numeroso, estarían aquellos que tienen una

concep-ción del cristianismo a su manera. Ellos interpretan las leyes morales

según su conciencia, y tienen imágenes y vivencias de Dios subjetivas, sin que en muchos casos concuerden con el verdadero Dios Cristiano. ALGUNAS ASIGNATURAS PENDIENTES 37

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Ciertamente, afirman los obispos, no todo es negativo. En el campo de la fe existen muchos cristianos sinceros y fieles creyentes que, en las actuales circunstancias, han purificado y fortalecido su fe y gozan de la verdadera alegría de creer.

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18. TERCER MUNDO

Manos Unidas me invita a participar en una mesa redonda con moti-vo de la nueva campaña anual.

Confieso que me produjo un enorme interés encontrarme con los escritos de Antoni Ferret. Es un miembro del Grupo de Tercer Mundo de una de las parroquias de Barcelona.

Con una claridad y lucidez envidiables enumeró las cuatro causas principales por las que los países del Tercer Mundo son cada día más y más pobres. La primera, el atraso tecnológico. Son países en vías de una primera revolución industrial, o de una necesaria recon-versión.

Los países del Primer Mundo somos culpables de este retraso en gran medida. La segunda, la explosión demográfica. Mientras África, por ejemplo, aumenta su producción de alimentos en un 2% anual, su población, en ese mismo período de tiempo, es del 3%. Ciertamente la solución no está en el control de la natalidad, ni tampoco en la inmi-gración.

La tercera causa, que explica en cierta manera las dos anteriores, es la explotación comercial salvaje o el “cambio desigual”: al exportar materias primas e importar productos industriales, por causa de leyes comerciales totalmente inhumanas e injustas, los precios de lo que el Tercer Mundo exporta son cada vez más bajos, mientras los artículos importados son cada vez más altos.

Y la cuarta causa, resultado inevitable de las anteriores, es la san-grante deuda externa o explotación financiera. En un mercado neoli-beral nada se regala, mucho menos el dinero. El dinero está llamado a producir más dinero.

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A estas reflexiones de A. Ferret añado una propia: para mantener el Tercer Mundo se necesita represión política y social. Para ello un buen equipamiento de armas. Y no precisamente de fabricación propia.

Y de nuevo la espiral de la injusticia y de la violencia se dispara. ¿Cuándo y como será posible el nuevo orden mundial basado en la jus-ticia, la solidaridad y la ecología moral de la que hablaban incansable-mente los Papas Pablo VI y Juan Pablo II?

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19. CONTEMPLACIÓN

Valdediós, como a cualquier visitante o peregrino, me abre sus puer-tas. Hablo de un Monasterio Cisterciense.

Mi primera impresión es la misma de cualquier comunidad con-templativa: los monjes son amigos de los hombres; no representan riva-lidad ni competitividad. Son conciencia crítico-nutricia, espejo para volver a lo esencial.

Hace unos cuantos cientos de años lo expresó bellamente Guillermo de Saint Thierry: “El trabajo del hombre consiste en liberar su corazón y

voluntad de deseos extraños; su razón de ansiedades, y su memoria de cuida-dos inútiles”. Y por si esta fuera poca sabiduría, Gilberto de Hoyland,

otro contemplativo, se atrevió a sentenciar: “Las preocupaciones

embara-zan el corazón; el reposo lo dilata”. Reposo que no es sinónimo de

inacti-vidad o dejación, sino “descentrarnos de lo ficticio para anclarnos en lo

auténtico”.

La contemplación no se gana por los puños; es un regalo, un don, y por eso mismo una vocación, una respuesta. Comienza cuando, al

III

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menos, somos capaces de gustar muy profundamente esta cadena de sabiduría: hablamos menos de lo que somos capaces de pensar; pen-samos menos de lo que amamos; amamos menos de lo que vivimos; vivimos menos de lo que somos; somos menos que el Señor, quien nos ha hecho a su Imagen y Semejanza.

Y es que nuestro corazón no descansará hasta encontrar su pleni-tud. A esto llamamos, con razón, realización. Los monjes contemplati-vos, hoy como ayer, son una katarsis (purificación y cura) humanitaria. De ellos es el presente y el futuro.

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20. DIVORCIO FE-VIDA

Un grupo de gentes ya entrados en años y que se consideran cristia-nos críticos, me invitan a participar en una de sus tertulias.

Aquella tarde un grupo de cristianos comprometidos llegaban a la siguiente conclusión: la mayoría de los creyentes somos propensos a la neurosis, es decir, al divorcio entre Fe y Vida, fe e Iglesia. Es como si funcionáramos a manera de departamentos estancos: en un lado colo-camos lo profesional, en otro la familia, en otro nuestra vivencia de comunidad eclesial y finalmente, en otro nuestras prácticas y creencias.

Aquel grupo de cristianos decidió echar mano de un documento de nuestros obispos: “Testigos del Dios Vivo”. Alguien se atrevió a leer el número 23, que recuerda a su vez lo que dijo el Vaticano II: “La espe-ranza y la fe cristianas no favorecen un falso espiritualismo ni llevan a desentendernos de los problemas reales de la vida temporal. La verdad es que el cristiano, liberado para Dios y para su prójimo, está en condi-ciones de ser dueño y no esclavo de las cosas de este mundo, adqui-riendo así una libertad nueva para el amor y la fraternidad.

Quien espera de verdad la otra vida, valora las cosas de este mundo a la luz de la vida que espera y trata de irlas conformando constante-mente con la vida reconciliada y fraterna que espera más allá de cual-quier proyecto histórico”.

Aquellas palabras y otras en la misma línea, sirvieron para que aquel grupo renovara su compromiso de coherencia: No hay cristiano sin persona humana; como no hay cristiano sin Iglesia. No más divorcios entre Fe y Vida, ni entre Fe e Iglesia. Creer esperando y transforman-do. Creer viviendo en comunión.

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21. ORAR

Se me ofrece la oportunidad de convivir con una de las numerosas comunidades contemplativas que pueblan nuestra Iglesia. Me solici-tan unas palabras sobre la oración.

Mucha gente me lo pregunta: qué es orar. Orar es hablar con Dios, y de esa conversación, de ese trato que debe ser constante, nacerá la intimidad, la unión, el conocimiento estrecho del Señor. El trato con El nos ayudará tanto y revestirá tal importancia en nuestra vida que llega-rá un momento en el que no sabremos vivir sin orar.

Orar no es difícil: se trata de contar lo que nos ocurre, comunicar nuestros sentimientos, descargar nuestras preocupaciones en El. En la oración cada uno de nosotros nos unificamos: mente, corazón, y acción caminando al unísono, mirando un único horizonte: Dios.

Por eso una auténtica oración no separa Vida y plegaria. Una vida sin oración ignora la dimensión esencial, el sentido profundo de por qué vive. No podemos vivir desde, en y para la cárcel de lo cotidiano. Envueltos en lo inmediato, sin perspectiva de futuro. Por la oración, la eternidad se abre camino en lo efímero, el futuro comienza a ser pre-sente, y todo recobra una nueva dimensión y luz, un nuevo color.

No orar significa dejar a Dios fuera de nuestras vidas; es mutilarnos en nuestro ser personas y renunciar a crecer en la dimensión espiritual. El hombre no es un compuesto dual de parte física y psico-intelectual-afectiva.

El hombre es una trialidad inseparable: cuerpo, inteligencia-afecto y pneuma-espíritu. Por la oración, Dios y el hombre, día a día, paso a paso, dejan de ser extraños y desconocidos el uno para el otro. Finalizo con una doble observación: primero, y después de lo afirmado, orar es

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dejar a Dios ser Dios (en mi vida y en el mundo que me rodea); y, segundo, la verdadera oración es experimentar que “no soy yo quien ora o vive” sino que “es Dios quien ora en mí y en mi vida”.

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22. EUCARISTÍA

Miembros de la Adoración Nocturna me invitan celebrar con ellos una Vigilia. La Eucaristía es el centro y sentido de todo.

Jesucristo no nos regaló una tabla de la Ley, como Moisés. Ni fundó una filosofía, como Buda. Ni nos regaló libros como Sócrates. Jesucristo nos dejó su propia presencia personal para siempre.

En la Eucaristía celebramos el hecho real de la presencia de Jesucristo entre nosotros. No un Jesucristo en su situación mortal o en el recuerdo. Sí un Jesucristo vivo en una presencia personal y espiritual al mismo tiempo.

La Eucaristía es como una segunda venida corpórea y cotidiana del Cristo glorificado. Al mismo tiempo se puede decir que la Eucaristía es como el futuro definitivo adelantado. Mediante el pan y el vino, frutos de la tierra, transformados en el cuerpo y sangre de Cristo, se simboli-za el cosmos en todo su sentido final: los cielos y la tierra nuevos de los que nos habla la Escritura.

A su vez, la comunidad que celebra la Eucaristía es símbolo y pre-sencia de la nueva y definitiva humanidad. Cristo ha llegado al Término para siempre. En Él la creación y la humanidad saben cuál es su espe-ranza, su horizonte, su destino definitivo.

Mientras esto nos llega a cada uno de nosotros, la Eucaristía sigue ali-mentando nuestro caminar; sigue creando utopías de futuro; sigue rom-piendo moldes y proyectos horizontales. La Eucaristía sigue siendo fer-mento, potencia, anticipo profético. Si sólo en Cristo el hombre en-cuentra su sentido último, sólo a través de la Eucaristía el hombre, cada uno de nosotros, podemos ir transformándonos, dejando de ser nosotros mismos, hasta llegar a exclamar un día con San Pablo y otros grandes cristianos: “Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí” (Gal 2).

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23. RECONVERSIÓN SOCIAL

Cae en mis manos una prestigiosa revista europea. Leo un tema de actualidad que afecta al futuro comunitario: la reconversión en todos los campos.

Los periódicos y revistas más prestigiosos de nuestra Europa Comunitaria no lo han silenciado: en España se está operando una importantísima revolución tecnológica. Es fruto de la reconversión e informática. Dicha reconversión tiene su precio: la crisis social, con la constatación de un paro estructural.

Y en lo más hondo de la crisis social habita la deshumanización, es decir, la reducción del hombre a un dato estadístico o a un punto de sig-nificación relativa. No cuenta la persona concreta, la biografía de cada uno: cuenta el resultado colectivo, la eficacia, el crecimiento económico.

En el fondo, nos seguimos explotando unos a otros, mediatizados por el dios dinero, sea cual sea el nombre bajo el que se oculta. Tal vez lo más grave es la aparente normalización y consecuente insolidaridad de esta grave situación, paliado en parte por una cierta cobertura de seguridad social. La voz profética del Papa Juan Pablo II en sus encícli-cas sobre las Cuestiones Sociales ha suscitado al mismo tiempo admi-ración y recelos.

Se le tachó de utopía, idealismo, buenas intenciones, lo que en el fondo se denuncia como desenmascaramiento de intereses concretos, de sistemas económicos inhumanos o de bloques de poder irreconci-liables. Se ha dicho que el hombre de nuestros días vive desencantado, desenamorado de este mundo en el que vive; que ya no encuentra su hogar en él. Hacen falta más voces como las del Para y nuestros obis-pos, llenas de lucidez y de esperanza, para seguir caminando.

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24. PROBLEMAS Y MISTERIOS

Me regalo una jornada de retiro y oración en un paraje de soledad.

No hay quien detenga la vida. Se va. Se nos va. Nos vamos. Tal vez esta sensación de caducidad explique el por qué a medida que pasan los años nos aferremos a cualquier cosa, y tratemos de buscar seguridades. Lo triste de la situación es que la vida, por ser vida, es cambio.

Rompe los moldes prefijados. Se empeña en quitarnos seguridades, en dejarnos desnudos de nuestros apegos, quereres, proyectos y perso-nas. Por algo un filósofo de nuestro tiempo se ha atrevido a decir que en la vida hay problemas y misterios.

Para los problemas hay peritos y hay respuestas concretas; más o menos complicadas y difíciles. Para los misterios –quién soy yo, quién eres tú, qué es vivir, para qué vivir, por qué el dolor, la misma muerte– para estos misterios no hay recetas mágicas, ni soluciones fáciles, ni peritos a sueldo. Existen las creencias; existe la Fe.

La fe es un revulsivo contra las falsas seguridades; la fe es una aven-tura siempre nueva; la fe es éxodo; es camino siempre nuevo; la fe es la lógica del realismo: si la vida es mayor que nosotros, si la vida en cier-ta manera nos vive, lo fundamencier-tal es encontrar el sentido último que encierra esa misma corriente vital. Ese sentido tiene un nombre: Dios. Un Dios Padre. Un Dios Cercano. Un Dios Creador. Un Dios que sabe del barro del que estamos hechos; que nos mantiene en sus manos; que ha sido nuestro Principio y será nuestro Futuro definitivo. Un Dios que da la VIDA para siempre.

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25. DIÁLOGO FE-CULTURA

Intervengo en un foro universitario sobre la relación entre Fe y cul-tura. Trascribo el guión desarrollado.

Dos afirmaciones parecen encasillar la problemática hodierna en el diálogo Fe-Cultura: de una parte, “el foso o distanciamiento entre Cultura y Fe en nuestro siglo tiende a hacerse cada vez más profundo” (Pablo VI); de otra parte, “nunca como en este siglo la Fe y la teología se han visto espoleadas por cuestiones extrateológicas” (G. Angelini).

Y en medio, o atravesando estas dos afirmaciones, unas palabras del Papa Juan Pablo II: “la cultura es el nuevo espacio de la Iglesia. Una Fe sin raíces culturales no es verdadera Fe”. A esto únase el hecho de encontrarnos inmersos en la denominada “nueva evangelización”, con sus dos vertientes o caras de una misma moneda: inculturar el evange-lio, y evangelizar la cultura.

Con estos datos, y a partir de ellos, es cuando comienzan los inte-rrogantes: ¿Puede existir un modelo gnoseológico o teórico en la rela-ción Fe-Cultura? ¿Debemos resignarnos a la praxis puntual, concreta,

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contextual, de dicho diálogo? ¿Existe alternativa a la aparente e inevita-ble fragmentariedad cultural?

Deshojando el amplio abanico de respuestas a dichos interrogantes, y sin que ello suponga primar en este terreno por encima de otras algu-nas opiniones, nos hacemos eco de las posturas recientes en el ámbito hispano: Para Mons. Fernando Sebastián en el diálogo Fe-Cultura se debe evitar la privatización, la oposición y la absorción. Por el contra-rio, se debe primar la formación de la conciencia individual (en cuanto que el diálogo Fe-Cultura está ya entablado no sólo en las estructuras sino en la conciencia creyente); de esta manera se debe potenciar el diá-logo privado y público-social en este campo, y desde luego, se debe revisar el problema de fondo: el diálogo con la modernidad, como ver-dadera asignatura pendiente.

Para otros autores, se dan tres posturas a evitarse: el exclusivismo mutuo, el inclusivismo y el relativismo total o pluralismo fragmentario. Se propone un diálogo “situado o contextualizado”, sin privilegios, entre Fe-Cultura. Y ello porque no existe revelación o cristianismo en abstracto, y desde luego, no existe revelación “aislada” sino inculturada. En la relación Fe-Cultura, desde la modernidad, están en juego dos retos: la “centralidad” del hecho cristiano (en Cristo se ha dado la reve-lación definitiva), y la “universalidad” de este mismo hecho cristiano (válido para todos los tiempos y culturas).

Nuestra postura, sin ser original, quiere recordar algunos puntos o paradigmas irrenunciables:

a’) Partimos de la base de que nuestra época se puede definir como “la del resurgir de las culturas”. Con la decadencia de las ideologías y utopías, es el ser humano mismo quien busca identificarse de nuevo, como sujeto y actor. A este fenómeno se puede denominar “concien-ciación cultural”.

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b’) La cultura puede ser definida como “el nuevo espacio para la Iglesia”, y en este sentido “su mediación privilegiada” en la nueva evan-gelización.

c’) Los retos son múltiples: inculturación-evangelización; tensión entre unidad y pluralismo en diálogo; entre relevancia y fragmentación; contribución a la liberación integral de la persona y de la sociedad, etc. d’) Este diálogo presenta, por ello, diferentes niveles y flancos (dia-cronía-sincronía) para los que sigue siendo válido tanto el principio de “Integralidad (signo y fuerza de la verdad, y el de “Encarnación” (sin separación ni división; sin confusión ni cambio).

e’) En la línea más clásica cristiana habrá que discernir las “semillas de verdad” en el diálogo, buscar formas nuevas e inéditas, y potenciar un sano y auténtico pluralismo.

En cualquier caso, y con ello concluyo, no conviene olvidar que el diálogo Fe-Cultura no es un problema “artificial o ficticio”: una Fe sin raíz cultural se fosiliza y pierde su sentido (se convierte en ghetto); y una cultura sin apertura a la trascendencia se convierte en totalitarismo, fuere del signo que fuere, o se fragmentariza.

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26. LA“NEWAGE”: ¿LLEGA EL FIN DEL CRISTIANISMO?

Una revista pastoral me pide un esquema sobre el tema de la New Age y su repercusión en el cristianismo. Trascribo las líneas de fuer-za que desarrollaré.

Después de la Guerra del Golfo y de la caída del socialismo real, el cristianismo, a escala planetaria, se enfrenta “desde fuera” y “desde den-tro” de él mismo con nuevos retos.

Desde fuera: con el fundamentalismo islámico, que proclama la vuel-ta a las raíces árabes más genuinas olvidando todo influjo occidenvuel-tal; el neoconservadurismo norteamericano, que proclama a América como el nuevo imperio y la nueva religión, fundiendo nacionalismo-puritanismo-religión, y que pretende implantar de nuevo el orden y la ley, influyendo de manera decisiva en la familia y en la escuela: el neopaganismo o ate-ísmo práctico; junto a esto, los restos de la “cultura postmoderna”, que desconfía de los grandes relatos, y que proclama el fin de la historia y el futuro como algo que ya ha llegado: basta vivir el aquí y ahora. Y que desemboca en la ultramodernidad o vitalismo neopagano. Finalmente, el laicismo beligerante, instalado en la dictadura del relativismo.

Desde dentro del cristianismo señalamos como retos: la privatiza-ción de la Fe, proclamada por derechas e izquierdas políticas cuando afirman que las creencias son algo “para la conciencia individual y pro-bada” y que, en una sociedad plural, aconfesional y democrática, no tiene proyección pública, y, al perder presencia la utopía cristiana como conciencia crítico-nutricia, implica al mismo tiempo seguir mantenien-do “estructuras socio-económicas” de pecamantenien-do que agrandan el abismo entre pobres y ricos; las sectas, nacidas al calor de las confesiones e igle-sias cristianas, defienden una vivencia religiosa más personalizada, más

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comunitaria, más coherente, y por ello menos rígida, dogmática, y fría que la vivida en las grandes iglesias y confesiones tradicionales.

Pero sin duda uno de los retos mayores, desde dentro del cristianis-mo, en esta hora presente es la “New Age” (la era de Acuario). Me atre-vo a definir este fenómeno como verdadera “bomba de relojería” (gno-sis, dirán los expertos).

Porque no se trata de “rechazar o enfrentarse” al cristianismo, sino de “superarlo” desde dentro de él mismo. Nos viene a decir que el cris-tianismo es una religión inferior, un paso necesario hacia otra nueva religiosidad: la que se hará realidad hacia el año 2160 cuando los astros cambien de signo (de Piscis a Acuario). Será una época paradisíaca, de abundancia, concordia, comunión universal, y en la que Cristo se reen-carnará en otra de sus formas (antes lo hizo en Buda, Jesús de Nazaret, Mahoma). La música minimalista y katártica, la ciencia holonímica o de fusión y la psicología de autorrealización personal, son los pilares y ramas de esta nueva espiritualidad.

Ante la New Age, el dogma cristiano ya no tiene sentido: ni el Dios personal (la nueva deidad es difusa e inmanente), ni Jesucristo (no hay un único salvador, cada cual debe descubrir en sí mismo el maestro interior que lleva dentro), ni el valor de la persona (nos reencarnaremos varias veces), ni la mística trinitaria (la nueva mística es la fusión con el universo, con la diosa “Gaia” como se llama a la tierra). Es todo un reto para que el que hay que estar despiertos. La advertencia viene de per-sonalidades tan relevantes como los cardenales Ratzinger, Danneels o Poupard, buenos conocedores de nuestro tiempo. Advertencia que hacemos nuestra.

La revista Civiltá Cattolica pedía, con lucidez, dos actitudes: escucha y discernimiento. Todo, menos la indiferencia o el no darnos por ente-rados.

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27. ¿JÓVENES VERSUS RELIGIÓN?

En un centro de enseñanza media me piden que aborde el tema de los jóvenes y su actitud ante lo religioso.

Asumo el reto: “¿Por qué no hablas algo sobre los jóvenes actuales y la religión?”. Comienzo con una afirmación: el joven de hoy no es a-rreligoso, pero tampoco cristiano.

Me explico: aunque bautizado, y en la mayoría de los casos educa-do en una familia y centros educativos cristianos, y hasta iniciaeduca-do en los sacramentos, sin embargo está lejos de haber personalizado e interiori-zado el credo y ética cristianos. Su religiosidad puede definirse como “porosa” o “flotante”; desconectada de las viejas tradiciones a las que siente muy cutres, burocratizadas, distantes y sin conexión con sus inte-reses.

Siendo vivencialmente hedonista, narciso y pragmático, para él el paraíso no está en el más allá (espiritualismo), ni en el más acá (moder-nidad), sino en “él mismo”. Lo religioso sólo le interesa en cuanto le “dice algo” al nivel íntimo-personal y de emociones. Su liturgia y ritos, cuando los hay, son las meditaciones transcendentales, las técnicas de relajación y unificación interior, y hasta las prácticas esotéricas y espi-ritistas. La religión para él es asunto “privado”, nunca público.

Más inclinado a las sectas y nuevos movimientos pseudoreligiosos, busca refugio en pequeños grupos “cálidos”. Su religiosidad “light”, a la carta, se nutre de publicaciones marginales. Con todo, no es agresivo hacia la institución religiosa; simplemente, prescinde. Y desde luego no está dispuesto a hipotecar su libertad con compromisos definitivos. Es “revisionista”, suplantando símbolos con la misma facilidad que se adhiere a ellos.

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Sólo presta atención a discursos no arrogantes, experienciales, abier-tos, y plurales. Figuras como Jesucristo, Madre Teresa y otros le causan admiración pero los ve lejanos: sólo un punto de referencia nostálgico. El joven de hoy vive el momento presente. Historias cortas y sin huella. Concluyo: para el joven de hoy no sirve el dilema “religión sí o reli-gión no”, sino “qué forma de religiosidad le enrolla y alucina más”. Toda una provocación y un reto.

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28. TEOLOGÍA Y UNIVERSIDAD

Se invita al Rector de la Universidad Civil a disertar sobre la relación entre Universidad y Teología.

Recientes aún los ecos del Acto Académico mantenido en la Facultad de Teología, con motivo de sus XXV Años, quiero destacar dos posturas: La del Rector de la Universidad Civil, y la del Decano de la Facultad de Teología.

El primero abogó por el diálogo Universidad-sociedad, y afirmó que, ante el pluralismo ilimitado y la fragmentariedad y marginalidad de la cultura de los valores, la Universidad debe ser brújula de progre-so ético, cultural e intelectual. La Universidad debe transmitir no sólo conocimientos, sino valores humanos. Por su parte, el Decano de la Facultad de Teología abogó por la interdisciplinariedad e interregiona-lidad de la Teología. El diálogo entre teología y ciencias no sólo es un deseo sino una necesidad: La teología, en su vertiente profundamente humanista y humanizadora, sigue siendo memoria creativa y nutricia de valores. Y ese diálogo teología-ciencias, en nuestro caso, necesaria-mente pasa por estar “situado” en un contexto socio-cultural y geográ-fico: Castilla y León, sin ir más lejos. Cien años de marginación, en España, de la teología respecto del Campus Universitario no ha favo-recido a nadie. La teología puede fosilizarse y convertirse en “ghetto”, perdiendo su razón de ser. La cultura puede volverse “totalitarista o bien radicalmente fragmentaria”. Como el viejo dogma cristológico, “sin división ni separación, sin confusión ni cambio”, ciencias y teolo-gía deben volver a encontrarse. A dos niveles: académico e institucio-nal. La pseudoteología, de las nuevas sectas, y la ciencia meramente tecnicista y tecnocratizada no deben tener la última palabra.

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29. HACER TEOLOGÍA HOY

Es noticia el Aula Universitaria “Pensamiento y Sociedad”. Esto nos da pie a comentar el sentido que puede tener hoy la teología.

En su etimología significa discurso sobre Dios. Y, dentro del cris-tianismo, podemos hablar de tres grandes etapas: teología desde Dios (ss. I-XII); teología para el hombre (ss. XIII-XIX); antropología para Dios (s. XX).

A la pregunta “¿para qué sirve la teología hoy?”. Con realismo res-pondemos que para mucho, o para poco, según se mire. Para comen-zar, la teología es un hacer de “tercera mano”: lo primero es la revela-ción o automanifestarevela-ción de Dios en la Historia, que llega a su culmen en Jesucristo; lo segundo es el encuentro entre revelación y hombre concreto, que denominamos Fe; y, en tercer lugar, la teología, que es la profundización de esa Fe que se alimenta de la Revelación.

A pesar de este tercer nivel, la teología sigue siendo tarea grande y necesaria, tanto para el hombre de hoy, como para la Iglesia. Para el hombre de hoy, porque le indica dónde está su norte y sentido para autocomprenderse a sí mismo, y realizarse en plenitud.

Y para la Iglesia porque realza un doble movimiento: de inserción o inculturación de la Fe en nuestro mundo de hoy, y de evangelización de esa misma cultura. Una Fe, como una Iglesia, sin raíces culturales no es nada. Una fe sin ser levadura en la cultura, o se convierte en algo muer-to y fosilizado, o es un ghetmuer-to que no sirve a nadie. Y una cultura sin la semilla y germen de la evangelización, o se convierte en totalitarista y cerrada, o se fragmentariza y relativiza en mil y un pequeño relato.

Por todo lo afirmado, bienvenida sea esta Aula Universitaria, porque la teología, en diálogo con la sociedad e interdisciplinarmente, sigue teniendo algo que decirnos.

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30. ¿CREACIONISMO O EVOLUCIONISMO?

Sorprende la vehemencia, la agresividad, y hasta las descalificacio-nes “a priori” por parte de colaboraciodescalificacio-nes, unas veces firmadas y otras anónimas, con relación al tema de la evolución y del transformismo darwiniano. Sin ir más lejos la aparecida el día 31 de Diciembre, donde se me vuelve a tachar de “creacionista” y partidario del llamado “dise-ño inteligente”, y por lo mismo en la línea del fundamentalismo ideo-lógico y político del conservadurismo norteamericano y de su presi-dente G. Bush..

No soy persona a quien guste la polémica ni el oportunismo. Pero, por el bien de mi tierra burgalesa y en aras de una información objeti-va para los asturianos, a quienes respeto y amo, me veo obligado a pun-tualizar algunos datos.

No es objetivo ni honesto afirmar que mis declaraciones y escritos en relación a los descubrimientos de Atapuerca, y al tema de la evolu-ción en general, puedan ser tachados despectivamente de “creacionis-tas”, y que vayan en contra de las teorías de la evolución. Desde mis tiempos de profesor universitario, acostumbrado a medir las afirma-ciones y a informarme lo más exhaustiva y pluralmente posible sobre los asuntos que trato, creo no pecar de ligereza, tanto de palabra como por escrito. Es mi obligación y oficio; no un mérito. No me considero creacionista sino “evolucionista moderado”, en la línea de Teilhard de Chardin, de M. Fonseca, de X. Zubiri, de P. Laín Entralgo, o de nues-tro paisano J. L. Ruiz de La Peña (por citar sólo algunas autoridades reconocidas). Trato de hacer compatible la “teoría evolucionista” del hombre y de toda la realidad, con un Dios Creador y sustentador y con una creación en estado de evolución. Soy partidario de la antropía –de la aparición de la vida y del hombre cargados de sentido–y no de la

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entropía y del azar, como si todo apareciese por casualidad. Y esto no por ideologización o dogmatismo. En mi ayuda vienen los recientes descubrimientos cosmológicos y biogenéticos, así como las más recien-tes filosofías de la naturaleza y la propia física cuántica.

Así lo vengo poniendo de manifiesto en mis comparecencias públi-cas y así está escrito en mis libros. Hoy más que nunca la ciencia está abierta al misterio, es decir a las preguntas últimas que la sobrepasan. Lo que no equivale, evidentemente, a descubrir sin más al Dios Creador de la Biblia y del cristianismo. Sencillamente, la ciencia (macro y micro-cósmica), la filosofía y la física cuántica abren la puerta a preguntas como las siguientes: “¿Por qué existe algo y no existe la nada? Y ¿por qué, lo que existe, existe de la forma como existe?”. En otras palabras: aunque hayamos descubierto el guión de una película (la historia del mundo en evolución desde hace unos 14.000 millones de años) tene-mos que preguntarnos quién ha escrito dicho guión y por qué se ha escrito de esa misma forma.

Muy recientemente S. Hawking, nada sospechoso de fundamenta-lismo, afirmó en Oviedo que la ciencia siempre es “lo penúltimo” y está sometida a revisiones y nuevas hipótesis. El por qué existe algo y no la nada; el milagro de la vida y la maravilla de la mente humana, requie-ren explicaciones de “totalidad” que la ciencia no puede aportar. Sin reparos o complejos afirmo y subrayo que a mí sí me interesa la cien-cia; interés que no parece ser correspondido de forma recíproca en el campo filosófico-teológico por los codirectores de Atapuerca o por otros colaboradores habituales en prensa escrita. Abogo por un diálo-go verdadero e interdisciplinar, sin prejuicios, abierto a planteamientos trascendentes. Apuesto por un evolucionismo moderado, abierto al misterio, y que dé sentido y razón de ser a las preguntas radicales sobre nuestro origen, sustento y destino.

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Lo único que pretendo es abrir puentes de diálogo y de encuentro entre la fe y la ciencia, en la más pura y sana tradición cristiana. Cuando la ciencia lo es de verdad, debe estar abierta a preguntas que escapan a su propio método; y, cuando la fe es verdadera, debe estar abierta a los datos que la ciencia va descubriendo. Desde 1987 sigo de cerca lo que se va escribiendo sobre los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Cada vez más me confirmo que fe y ciencia no deben ser “ni extrañas, ni rivales, sino compañeras de viaje”, como bellamente ha expresado recientemente I. G. Barbour.

Confieso con toda humildad que no hubiera sido necesario escribir sobre Atapuerca, ni tan siquiera el presente texto, sino me hubiera visto obligado por las graves e injustas afirmaciones que, repetidamente, se han venido vertiendo sobre mi persona y otros miembros de la jerar-quía católica. No es que un teólogo se haya metido a científico, sino que los científicos han invadido el terreno ético, filosófico y teológico con afirmaciones tan cuestionables como tendenciosas.

Desde que estoy en Asturias he dejado constancia de mis deseos de aprender y servir. Aprender implica escuchar, dialogar y discernir. Y servir es también abrir corazones y mentes, siempre en sentido amplio y profundo. La búsqueda de la verdad así lo requiere.

No hagamos demagogia, ni lancemos descalificaciones. No caiga-mos en los miscaiga-mos dogmatiscaiga-mos que se pretenden denunciar.

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31. PARADOJAS DEL INDIVIDUALISMO

Acabo de releer el libro de Victoria Camps, Catedrática de ética de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha publicado reciente-mente un libro con este título: “Paradojas del Individualismo”.

La tesis que sostiene viene a ser ésta: en nuestra civilización y cul-tura “individualismo” es sinónimo de egoísmo y de falta de interés por los demás. Es decir, la postura de vivir encerrados en nosotros mismos, en nuestros problemas más inmediatos. Con un lenguaje apropiado pudiéramos denominar a este individualismo como narcisismo ego-céntrico o postmodernidad decadente.

Pero, hoy, está surgiendo otra forma de individualismo: el de las per-sonas que han redescubierto su dignidad, su responsabilidad ética, y desean ejercer una forma de autonomía vital. Llegando incluso, desde posturas críticas, a reinventar creativamente otros modos de existencia más justos, solidarios y humanos.

La autora no la llama de esta manera pero se puede definir como postmodernidad de resistencia. Es el momento de acostumbrarnos a experimentar que cada uno de nosotros somos como todos, como algunos (como los que elegimos ser), y como nadie (somos únicos e irrepetibles). Es la hora de la reflexión, del necesario distanciamiento del consumismo informativo.

Es el momento de entrar en el desierto, buscando nuevos espacios, desde la vida cotidiana. Desde la necesaria distancia, con sinceridad, sin afección, ni falsa modestia, se experimenta que es más lo que se aprende que aquello que se puede transmitir. La calle, el ciudadano de a pie, los acontecimientos, la vida misma siguen siendo los verdaderos maestros. ¿Necesitamos corazón de niño para seguir asombrándonos? Para-dojas del nuevo individualismo.

Referencias

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