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Cáncer de riñón localizado

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Cáncer de riñón localizado

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Si a usted le han diagnosticado un cáncer de riñón localizado su médico puede recomendarle tratarlo con una nefrectomía parcial, nefrectomía radical, vigilancia activa, ablación con radiofrecuencia o crioterapia. Cada técnica tiene sus ventajas e inconvenientes. La elección del tratamiento dependerá de su situación individual.

En esta sección se describen las distintas opciones terapéuticas, que podrá discutir con su médico. Aquí se recoge información general, que no necesariamente se ajusta a sus necesidades específicas. Además tenga en cuenta que la situación puede cambiar de un país a otro.

¿Qué es un cáncer de

riñón localizado?

a otras partes de su cuerpo. Puede tratarse de un estadio I ó II, dependiendo de su tamaño (Fig 1 y 2).

Los términos subrayados figuran en el glosario.

Información a pacientes

Español

suprarenal riñón tumor menor de 7 cm fascia renal vena cava aorta ganglios linfáticos

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Fig. 2: Tumores estadio II están limitados al riñón, pero son mayores de 7 cm. suprarenal riñón tumor mayor de 7 cm fascia renal vena cava aorta gánglios linfáticos

vena renal uréter

Términos que puede utilizar el médico:

Cirugía conservadora de nefronas: Es otra manera de referirse a la nefrectomía parcial.

Cirugía abierta: Es un procedimiento quirúrgico en el cual el cirujano corta la piel y el tejido para tener acceso directo al riñón.

Cirugía laparoscópica: Es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva en la cual el cirujano no necesita cortar a través de la piel y el tejido, sino que inserta los instrumentos a través de pequeñas incisiones en el abdomen.

Sistema quirúrgico robótico: Un instrumento que ayuda a los cirujanos en la realización de la cirugía laparoscópica. El cirujano controla en instrumento robótico con unos mandos de control remoto.

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Opciones de tratamiento

La mejor opción de tratamiento de un tumor de riñón es la extirpación quirúrgica.

El tumor de riñón localizado se puede extirpar tanto mediante una nefrectomía parcial como una nefrectomía radical. Ambos procedimientos se pueden hacer por cirugía abierta o laparoscópica. Y, a su vez, la cirugía laparoscópica se puede hacer con la ayuda de un sistema quirúrgico robótico.

Mediante la nefrectomía parcial sólo se extirpa el tumor, dejando intacto el resto del tejido renal sano. Esta técnica se emplea siempre que sea posible. Si no es posible quitar el tumor y dejar el resto del riñón intacto su médico le recomendará realizar una nefrectomía radical. Ello significa que se quitará el riñón en el que está situado el tumor, junto con el tejido que lo envuelve.

En algunas ocasiones la cirugía puede no ser la mejor opción. Puede ser por edad, o por tener otras enfermedades, por ejemplo. Si el tumor tiene menos de 4 cm su médico puede proponerle realizar vigilancia activa. En esta opción su médico le programará un calendario de visitas para vigilar el tumor. Si el tumor continúa creciendo usted puede precisar algún tratamiento adicional. En ese caso la terapia ablativa puede ser una buena opción.

La terapia ablativa puede realizarse tanto con ablación con radiofrecuencia (ARF) o crioterapia. El objetivo de estas técnicas es destruir las células tumorales calentándolas (ARF) o congelándolas (crioterapia).

Estos son algunos de los temas que debería comentar con su médico cuando estén decidiendo su estrategia terapéutica:

Su historia médica.

Si hay casos de cáncer de riñón en su familia.

Qué hay que tener en cuenta si tiene usted únicamente un riñón.

Si su función renal es normal, o está previamente alterada por otras enfermedades como la diabetes o la tensión arterial elevada.

Si tiene usted un tumor en uno o en ambos riñones.

Los tratamientos disponibles en su hospital.

La experiencia de su médico. Pregúntele sobre su experiencia con la opción terapéutica recomendada.

Sus preferencias personales.

El apoyo que tiene usted para el momento del tratamiento y durante la convalecencia.

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riñón tumor uréter vena cava porta

Nefrectomía parcial

La nefrectomía parcial es una técnica quirúrgica para el tratamiento del cáncer de riñón localizado. Está recomendada siempre que sea posible. El objetivo es extirpar la parte del riñón afectada por la enfermedad, preservando la mayor cantidad posible de tejido renal sano.

Para la realización de una nefrectomía parcial se necesita una anestesia general. Durante la intervención el paciente se coloca sobre su costado o tumbado sobre la espalda, dependiendo de la localización y el tamaño del tumor.

¿Cómo se realiza una nefrectomía parcial?

En primer lugar se determina la localización exacta del tumor. Después se utiliza una pinza vascular en la arteria renal para detener el flujo sanguíneo del riñón durante la intervención, para minimizar la pérdida de sangre. Se utiliza en ocasiones hielo picado para descender la temperatura del riñón durante la intervención para prevenir daño producido por la interrupción del flujo sanguíneo.

Una vez que el tumor ha sido extirpado, el cirujano realizará una sutura sobre la herida, y si es necesario aplicará sustancias sellantes para prevenir el sangrado (Fig. 3).

Fig. 3: En una nefrectomía parcial se extirpa el tumor, preservando la mayor cantidad posible de tejido renal sano.

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Si el tumor ha invadido el sistema colector del riñón el cirujano puede precisar colocar un catéter doble J para asegurarse de que la orina puede fluir por el sistema urinario. El catéter se retirará cuando las heridas se hayan curado, y el flujo urinario vuelva a la normalidad. Esto puede tardar desde varios días a semanas (Fig. 4).

La nefrectomía parcial se puede hacer tanto por cirugía abierta como laparoscópica.

La cirugía abierta es la cirugía de referencia para la nefrectomía parcial. El cirujano realiza una incisión en la pared abdominal para acceder al riñón y al tumor directamente.

La nefrectomía parcial laparoscópica es una cirugía mínimamente invasiva. Durante este tipo de procedimiento el médico inserta unos pequeños tubos de plástico en su abdomen. A través de esos tubos el cirujano introduce los instrumentos necesarios para extirpar el tumor. Uno de esos tubos se utiliza para introducir una cámara que permite al cirujano obtener una imagen de alta calidad en un monitor (Fig. 5). La cirugía laparoscópica se puede realizar también asistida por un sistema quirúrgico robótico.

La cirugía laparoscópica generalmente permite una recuperación más rápida que la cirugía abierta, pero la técnica es bastante compleja, y su médico precisa tener experiencia en este tipo de procedimiento. Para extirpar un tumor renal mediante nefrectomía parcial la cirugía abierta y laparoscópica son igualmente efectivas.

¿Cómo me preparo para la intervención?

Su médico le dará las recomendaciones precisas y detalladas sobre cómo prepararse para el procedimiento. No debe comer, beber, ni fumar desde 6 horas antes del procedimiento para prepararse para la anestesia. Si toma cualquier tipo de medicamento coméntelo con su médico. Puede que deba dejar de tomarlo varios días antes de la intervención.

Fig. 4: Un catéter doble J es colocado para asegurar el flujo de la orina a través del tracto urinario.

Riñón sistema colector JJ-stent uréter vejiga uretra

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¿Cuáles son las secuelas del

procedimiento?

Habitualmente le darán el alta entre 3 y 7 días tras la cirugía. Recuerde que la estancia hospitalaria puede variar según los diferentes países. Después de una nefrectomía parcial abierta puede que tenga dolor en el costado durante varias semanas.

Recomendaciones para las primeras 4-6 semanas tras la intervención:

Beba entre 1 y 2 litros todos los días, principalmente agua.

No cargue con nada que pese más de 5 kg.

No realice ejercicio intenso.

Comente cualquier medicamento que estuviera usted tomando.

Si lo ha precisado, pregunte la fecha de la retirada del catéter doble J con su médico. Tendrá que consultar con su médico o acudir al hospital en el momento que presente:

Fiebre.

Sangre en la orina.

Pérdida de sangre o dolor intenso.

Fig. 5: Durante la cirugía laparoscópica el cirujano introduce los instrumentos quirúrgicos a través de pequeñas incisiones en el abdomen.

instrumento quirúrgico

guía

Puede leer más información útil para después de la intervención en la sección Apoyo para el cáncer de

riñón localizado.

¿Cuál es el impacto del tratamiento?

La nefrectomía parcial es un procedimiento frecuente para el cáncer de riñón localizado. Más del 95% de los pacientes se encuentran libres de enfermedad hasta 5 años después de la intervención. El beneficio de tener dos riñones funcionando tras la cirugía contribuye a la función renal global, y a la salud del paciente en general.

¿Cómo se realiza el seguimiento?

Tras una nefrectomía parcial por cáncer de riñón su médico planificará un calendario de visitas de revisión. La frecuencia de esas visitas dependerá de la clasificación del tumor extirpado (ver diagnóstico y

clasificación). El seguimiento dura al menos 5 años.

Algunas pruebas frecuentes en estas visitas son las TC abdominales, las ecografías, las radiografías de tórax, y los análisis de orina y sangre.

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Nefrectomía radical

La nefrectomía radical es una opción de tratamiento quirúrgico para el cáncer de riñón localizado. El objetivo es la extirpación del riñón completo junto con el tejido graso que lo rodea. Esta cirugía se lleva a cabo cuando no es posible extirpar el tumor y dejar parte del riñón intacto. Se recomienda en general para el cáncer de riñón en estadio II, o para los tumores de estadio I en los que la nefrectomía parcial no es una buena opción. Mucha gente puede vivir con un único riñón, sin mayores complicaciones.

Para la realización de una nefrectomía radical se necesita anestesia general. Durante la intervención el paciente se coloca sobre su costado o tumbado sobre la espalda, dependiendo de la localización y el tamaño del tumor.

¿Cómo se lleva a cabo una nefrectomía radical?

Primero se determina el tamaño del tumor. Para evitar la siembra de células del tumor, el cirujano mantiene el riñón cubierto por una capa protectora de tejido graso. El cirujano separa del riñón la arteria renal, la vena renal, y el uréter

(Fig. 6). Finalmente, el riñón es extirpado.

Fig. 6: El tumor es extirpado junto con todo el riñón.

tumor

riñón

arteria renal “clampada” vena renal “clampada”

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La nefrectomía radical se puede llevar a cabo con cirugía laparoscópica. Durante este tipo de procedimiento el médico inserta unos pequeños tubos de plástico en su abdomen. A través de esos tubos el cirujano introduce los instrumentos necesarios para extirpar el riñón. Uno de esos tubos se utiliza para introducir una cámara que permite obtener al cirujano una imagen de alta calidad en un monitor.

La cirugía laparoscópica generalmente permite una recuperación más rápida que la cirugía abierta, pero la técnica es bastante compleja, y su médico precisa tener experiencia en este tipo de procedimiento. La nefrectomía radical laparoscópica se puede realizar también asistida por un sistema quirúrgico robótico. La nefrectomía radical abierta puede ser recomendable en algunos casos, o en aquellos hospitales en los que la cirugía laparoscópica no esté disponible. En la nefrectomía radical abierta el cirujano corta la pared del abdomen para acceder directamente al riñón. El procedimiento tiene una recuperación más larga, con mayor riesgo de dolor o complicaciones tras la intervención que la laparoscopia.

Para extirpar un tumor renal mediante una nefrectomía radical, la cirugía abierta y la laparoscopia son igualmente eficaces.

¿Cómo me preparo para la intervención?

Su médico le dará las recomendaciones precisas y detalladas de cómo prepararse para el procedimiento. No debe comer, beber, ni fumar desde 6 horas antes del procedimiento para prepararse para la anestesia. Si toma cualquier tipo de medicamento coméntelo con su médico. Puede que deba dejar de tomarlo varios días antes de la intervención.

¿Cuáles son las secuelas del

procedimiento?

Habitualmente le darán el alta entre 3 y 7 días tras la cirugía. Recuerde que la estancia hospitalaria puede variar según los diferentes países. Después de una nefrectomía radical abierta puede que tenga dolor en el costado durante varias semanas.

Recomendaciones para las 4-6 primeras semanas tras la intervención:

Beba entre 1 y 2 litros todos los días, principalmente agua.

No cargue con nada que pese más de 5 kg.

No realice ejercicio intenso.

Comente cualquier medicación que estuviera usted tomando.

Si lo ha precisado, pregunte la fecha de la retirada del catéter doble J con su médico.

Tendrá que consultar con su médico o acudir al hospital en el momento que presente:

Fiebre.

Sangre en la orina.

Pérdida de sangre o dolor intenso.

Puede leer más información útil para después de la intervención en la sección Apoyo para el cáncer de

riñón localizado.

¿Cuál es el impacto del tratamiento?

La nefrectomía radical es un procedimiento frecuente para el cáncer de riñón localizado. Alrededor del 95% de los pacientes se encuentran libres de enfermedad hasta 5 años después de la intervención. Dado que tras la intervención queda un único riñón en funcionamiento, existe un riesgo mayor de desarrollar insuficiencia renal. La insuficiencia renal es a su vez factor de riesgo cardiovascular.

¿Cómo se realiza el seguimiento?

Tras una nefrectomía radical por cáncer de riñón su médico planificará un calendario de visitas de revisión. La frecuencia de esas visitas dependerá de la clasificación del tumor extirpado (ver diagnóstico y

clasificación). El seguimiento dura al menos 5 años.

Algunas pruebas frecuentes en estas visitas son las TC abdominales, las ecografías, las radiografías de tórax, y los análisis de orina y sangre.

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Vigilancia activa

La vigilancia activa es una forma de tratamiento para el cáncer de riñón localizado en la que el médico sigue activamente el tumor. Se recomienda si la cirugía no es la mejor opción para usted, y cuando el tumor renal es menor de 4 cm.

Algunas de las razones que pueden llevar a su médico a desaconsejarle la cirugía pueden ser la edad o alguna enfermedad que pueda hacer que la cirugía sea peligrosa para usted. Para determinar si la vigilancia activa es una opción su médico puede recomendar hacer una biopsia del tumor. El tejido tumoral obtenido mediante la biopsia es analizado para asegurar que no es agresivo. Si el tumor es agresivo y la vigilancia activa no es una buena opción para usted, puede que se le recomiende otro tratamiento.

Si es usted un buen candidato para la vigilancia activa su médico establecerá un calendario de visitas estricto. En cada visita el urólogo le realizará una serie de preguntas sobre cualquier cambio importante en su estado de salud, le realizará un examen físico, y comentará los resultados del análisis de sangre. Antes de cada visita le realizarán una TC o una ecografía de su abdomen para monitorizar el crecimiento del tumor. Puede que le realicen también una radiografía de tórax para evaluar los pulmones. En la mayoría de los casos el seguimiento se realiza cada 3 meses durante el primer año. Durante el segundo año las visitas se realizan cada 6 meses, y posteriormente una al año.

En términos generales los tumores renales pequeños tienden a crecer lentamente, y en ellos el cáncer rara vez se extiende a otros órganos. Si las pruebas realizadas durante el seguimiento muestran que el tumor está creciendo deprisa, o si usted desarrolla síntomas que puedan sugerir que la enfermedad está avanzando, su urólogo le recomendará algún otro tratamiento.

Esas opciones de tratamiento incluyen la cirugía para extirpar el tumor o todo el riñón, o la ablación del tumor mediante crioterapia o ablación por radiofrecuencia (ARF). Algunos de los factores que pueden influir para decidir la mejor opción terapéutica incluyen:

Su edad.

Otros problemas de salud que pueda usted tener.

La localización del tumor.

El subtipo de tumor.

Si se decide la intervención, la nefrectomía parcial debería ser la primera opción siempre que sea posible. Durante esta intervención el tumor se extirpa, pero el cirujano mantiene intacto tanto tejido sano del riñón como pueda.

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riñón aguja

tumor

Ablación por radiofrecuencia

La ablación por radiofrecuencia (ARF) es una opción terapéutica para el cáncer de riñón. Utiliza el calor producido por ondas de radiación de alta frecuencia para destruir las células del cáncer.

Estas ondas de radiación alcanzan el tumor a través de una aguja. Habitualmente la ARF se realiza a través de la piel, y el médico utiliza la ecografía o una TC para guiar la aguja (Fig. 7). Se suele realizar una biopsia antes de

comenzar el tratamiento, con la intención de conocer el subtipo de tumor. Para este procedimiento se suele utilizar anestesia local, aunque en algunas ocasiones se precisa anestesia general. La ARF se puede llevar a cabo también mediante cirugía laparoscópica o abierta.

Su médico puede proponerle el tratamiento mediante ARF si usted tiene un tumor pequeño (menor de 4 cm), y la cirugía no es una buena opción para usted. Esto puede ser debido a su edad o alguna enfermedad que pueda hacer que la cirugía sea más peligrosa.

La ARF es un tratamiento efectivo y seguro para los tumores renales pequeños, pero existe el riesgo de que algunas células tumorales permanezcan en el riñón después del procedimiento. Eso quiere decir que las posibilidades de recidiva son mayores que tras la cirugía.

A pesar de que es un procedimiento seguro en general, existe el riesgo de complicaciones. Las más comunes incluyen dolor alrededor de la zona tratada, y sensación de hormigueo o quemazón en la piel conocido como parestesia. También puede haber sangrado, y en raras ocasiones se puede requerir transfusión sanguínea. Tras la ARF puede haber fugas de orina que se acumulen alrededor del riñón. Durante el tratamiento el uréter, el bazo, el hígado o el intestino pueden lesionarse.

Tras la ARF las revisiones se realizan cada 3 meses. En ellas una TC o una RMN se utilizan para vigilar el riñón y descubrir a tiempo una posible recurrencia del tumor.

La ARF puede repetirse si es preciso, en caso de recidiva del tumor o si el primer tratamiento no ha sido exitoso.

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Crioterapia

La crioterapia, conocida también como crioablación, es una opción terapéutica para el cáncer de riñón. Utiliza un gas licuefactado, habitualmente nitrógeno o argón, para destruir las células tumorales congelándolas. El gas licuefactado alcanza el tumor a través de una aguja. Generalmente se realiza una biopsia antes de comenzar con el procedimiento para conocer el subtipo de tumor.

Habitualmente la crioterapia se realiza a través de la piel, y el médico utiliza la ecografía o una TC para guiar la aguja (Fig. 7). La crioterapia puede realizarse

también mediante cirugía laparoscópica o abierta. Durante el procedimiento la temperatura del riñón y los tejidos circundantes se monitoriza mediante sensores térmicos.

Su médico puede ofrecerle crioterapia si tiene un tumor pequeño (menor de 4 cm), y si la cirugía no es una buena opción para usted. Esto puede ser debido a su edad o alguna enfermedad que haga que la cirugía sea más peligrosa para usted.

La crioterapia es un tratamiento efectivo y seguro para los tumores renales pequeños, pero existe el riesgo de que algunas células tumorales permanezcan en el riñón tras el procedimiento. Eso quiere decir que las posibilidades de recidiva son mayores que tras la cirugía.

El procedimiento en general es seguro, pero no está exento de complicaciones. Las más frecuentes son el sangrado, con la sangre dentro del riñón formando lo que se llama hematoma perirrenal. Durante el tratamiento se puede lesionar el uréter, bazo, hígado, o intestino. También se puede experimentar parestesia alrededor de la zona tratada, que consiste en una sensación de hormigueo o quemazón en la piel.

Tras la crioterapia las revisiones se realizan cada 3 meses. En ellas una TC o una RMN se utilizan para vigilar el riñón y descubrir a tiempo una posible recidiva del tumor.

La crioterapia puede repetirse si es preciso, en caso de recidiva del tumor o si el primer tratamiento no ha sido exitoso.

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Apoyo para el cáncer de riñón localizado

Ser diagnosticado de cáncer tiene un gran impacto en su vida, y en las vidas de sus seres queridos. Puede causar sentimientos de ansiedad, miedo o incluso depresión. Someterse al tratamiento para el cáncer es duro, y puede afectar a su vida laboral y personal. Para encontrar apoyo consulte a su médico o enfermero. Ellos le darán información de contacto con asociaciones de pacientes o de otras personas que puedan ayudarle con apoyo emocional, o recomendaciones prácticas como consejos económicos.

Prepararse para la consulta

Prepararse para la consulta puede ser muy útil. Les ayudará a usted y a su médico a resolver las dudas y preocupaciones que pueda tener. Aquí tiene algunos consejos que le pueden ser útiles:

Escriba las preguntas que le gustaría hacerle al médico. Le ayudará a recordar las cosas que quiere preguntar. Además puede ayudarle a organizar sus pensamientos.

Si es posible, trate de acudir a la consulta acompañado. Es bueno tener a alguien con quién discutir lo que ha dicho el médico, además es probable que se recuerden más cosas.

Solicite información sobre su tipo específico de cáncer.

Si el médico utiliza vocabulario que no entiende, pida que se lo explique.

Dígale a su médico qué medicinas toma, y si toma algún medicamento alternativa. Algunas de estas medicaciones pueden alterar el tratamiento. Tras la consulta usted puede:

Buscar en Internet o en la biblioteca más información sobre su tipo de cáncer. Tenga en cuenta que no toda la información que se puede encontrar es de buena calidad. Su médico puede recomendarle alguna página web fiable.

Contactar con alguna asociación de pacientes, que pueden ofrecerle información y ayuda.

Consultar con su equipo médico, y de ser necesario su aseguradora, las posibles consecuencias económicas de su tratamiento. Pueden recomendarle personas o sitios donde conseguir asesoramiento sobre su situación financiera o cómo conseguir ayuda económica.

Si lo desea, puede pedir una segunda opinión de otro especialista.

Apoyo tras la intervención

En los primeros días o semanas tras la intervención usted puede precisar ayuda con las actividades cotidianas. Si tiene la posibilidad puede pedir a amigos, familiares o vecinos que le ayuden con cosas como traerle comida a casa, cocinar, limpiar, lavar, y ocuparse del jardín. También puede preguntarle a su equipo médico por información sobre ayuda a domicilio profesional.

Tras la intervención es frecuente que usted presente fatiga. Esto significa que se siente más cansado de lo habitual, sin energía, con problemas de concentración, y no mejora con el sueño. La mayor parte de la gente experimenta fatiga desde seis meses hasta un año tras la intervención. Para combatir la fatiga usted puede:

Escribir las cosas que le dan fuerzas, y darles prioridad durante el día o la semana.

Conseguir ayuda para las tareas del hogar como lavar, limpiar, o cuidar del jardín.

Echarse pequeñas siestas durante el día.

Mantenerse todo lo activo que sea capaz. Un paseo corto cada día es mejor que uno largo una vez a la semana.

Cuando planee actividades sociales como un viaje o una visita tenga en cuenta que puede precisar tiempo para descansar durante el día. Coméntelo con su familia, amigos o cuidadores, para que pueda planificarlo por adelantado. Es importante avisarles de cuándo está usted cansado.

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Seguimiento

Tras la intervención se revisará con su médico. En esta visita se discutirán tanto los resultados de la intervención como el calendario de seguimiento. Solicite un plan de cuidados para que pueda saber que tan frecuentemente va a tener que acudir a las consultas, y qué clase de pruebas le van a realizar. Todas estas cosas dependerán de las características del tumor.

Escriba las preguntas que quiera hacer antes de la visita. Por ejemplo:

¿Se ha eliminado el cáncer?

¿Voy a necesitar algún tratamiento adicional? Y, si es así, ¿qué opciones se me plantean?

¿Qué pruebas me voy a realizar antes de las visitas de seguimiento?

¿En qué manera me va a afectar a mi calidad de vida el tratamiento y el cáncer de riñón?

Es importante que usted continúe acudiendo a estas visitas. Durante ellas su médico vigila su riñón para detectar a tiempo una posible recidiva. Es importante también decirle a su médico si nota nuevos síntomas. No dude en consultar con su equipo médico y preguntarles por cualquier síntoma nuevo que aparezca antes de la visita concertada.

Recomendaciones de estilo de vida

Es importante mantener un estilo de vida saludable durante y tras el tratamiento. Debe tratar de realizar ejercicio físico con regularidad. Encuentre alguna actividad que le guste. Si tiene dudas sobre qué puede hacer solicite a su médico que le remita a un fisioterapeuta.

Trate de tomar una dieta equilibrada con frutas y verduras a diario. También debería incluir alimentos ricos en almidón, como el pan o las patatas, el arroz o la pasta, y ricos en proteínas como la carne, pescado, huevos, o legumbres. Intente disminuir la ingesta de azúcar, sal, y grasas. Si tiene cualquier pregunta, solicite a su médico que le remita a un nutricionista

Procure dejar de fumar. Le ayudará a recuperarse antes de la cirugía.

Apoyo psicológico

Tras la intervención usted puede estar preocupado por su pronóstico, por el impacto del cáncer en su situación económica, o por otros motivos.

Es frecuente preocuparse porque el cáncer vuelva a aparecer. La mayoría de la gente a la que se lo han diagnosticado, o sus seres queridos, se preocupan por ello en algún momento. Si está preocupado consulte con su médico y averigüe el riesgo de recidiva del cáncer. También le puede pedir al médico apoyo psicológico si siente la necesidad de hablar con alguien. Las asociaciones de pacientes también pueden ayudarle.

La cirugía y el tratamiento del cáncer pueden alterar a su vida sexual. Es importante hablar con su pareja sobre sus sentimientos. Hay muchas maneras en las que se puede mantener una relación íntima. Si no desea ser sexualmente activo se puede estar uno junto al otro, tocarse, dar o recibir abrazos, y sencillamente sentarse o tumbarse cerca del otro. Durante el tratamiento usted estará alejado de su trabajo. Hable con su jefe acerca de la mejor manera de volver al trabajo. Puede que pueda hacer una jornada reducida, o desempeñar un puesto nuevo. Consulte las consecuencias económicas de su tratamiento con su equipo médico. Pueden recomendarle personas o sitios donde conseguir consejos sobre su situación financiera o incluso conseguir ayuda económica.

Si tiene problemas para volver a su vida normal, o regresar a su trabajo, hable con su médico o enfermero. Pueden ayudarle a encontrar el apoyo y el tratamiento que precisa.

El diagnóstico del cáncer le puede hacer ver la vida de otra manera, y puede que descubra que ahora sus prioridades han cambiado. Esto puede afectarle

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puede hacerle sentir desorientado e inseguro. Hable con su familia y amigos, y tómese todo el tiempo que necesite en este proceso. Si no se siente cómodo hablando de estas cosas con la gente que tiene a su alrededor puede pedir a su equipo médico que le remita a un psicólogo. El psicólogo puede darle las herramientas que necesita para enfrentarse con esos sentimientos y ayudarle a encontrar los cambios que quiere o necesita.

Apoyo para la familia y amigos

El diagnóstico de cáncer no sólo afecta al paciente, sino que también afecta a la gente que hay a su alrededor. Usted, como ser querido de una persona con cáncer, le puede dar apoyo de muchas maneras. En ocasiones incluso con cosas prácticas, como encargarse de la lavandería, jardinería, o comprar comida.

También puede ser de gran ayuda acompañar a su ser querido a la consulta del médico. Puede ofrecerse para llevarle, o para ayudarle a hacer las preguntas durante la consulta. Estar ahí durante la consulta también puede ser bueno. Usted puede recordar cosas distintas, o fijarse en otros detalles,

que podrán comentar después. Usted también puede preguntar al médico cómo puede afectar el tratamiento a sus vidas en cuanto a los cuidadores y los efectos psicológicos del proceso.

El diagnóstico y el tratamiento pueden ser emocionalmente duros para todas las personas implicadas. El tratamiento del cáncer es complicado, y puede hacer cambiar su vida súbitamente. Las preguntas sobre el pronóstico, los efectos del tratamiento, o incluso la posibilidad de morir, pueden surgir. Como amigo o ser querido usted puede estar ahí para escuchar. No es preciso que tenga las respuestas.

Si usted siente que necesita a alguien con quien hablar consulte con su médico de cabecera o equipo médico para conseguir apoyo. Las asociaciones de pacientes pueden ofrecer también apoyo a los familiares o amigos de la gente que ha sido diagnosticada de cáncer.

Estas asociaciones pueden ayudar también en materias más prácticas, como apoyo económico.

Testimonio de Trevor P. (Aberdeen, Escocia)

Hace 5 años, a la edad de 56 y con buena salud, acudí a mi médico de cabecera por un tema menor de salud. Me indicó una ecografía abdominal, y casualmente encontró algo que no estaba bien en mi riñón derecho. Resultó que yo tenía un tumor de 5.6 centímetros de diámetro. Menos de un mes después estaba programado para que me hicieran una nefrectomía radical.

Debido a que leí todo lo que pude sobre mi enfermedad me sentí muy positivo durante todo el periodo hasta la cirugía y lo que vino después. Me alegró mucho cuando el cirujano me confirmó que el cáncer se hallaba contenido en el riñón, y que había sido completamente extirpado durante la intervención, por lo que yo ya no precisaba más tratamiento.

La recuperación fue gradual en un principio. Probablemente pasaron unos tres meses hasta que volví a sentir fuerzas, y un año hasta que me sentí de nuevo en forma. Y desde hace unos 4 meses he vuelto a tener una vida normal de nuevo.

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Esta información fue actualizada en Mayo 2014.

Este folleto es parte del paquete informativo en Cáncer de Riñón de la European Association of Urology (Asociación Europea de Urología, EAU). Esta publicación contiene información de tipo general sobre esta enfermedad. Si usted tiene cualquier pregunta específica de su condición personal, debe preguntar a su equipo médico o cualquier otro profesional sanitario relacionado. Ningún folleto informativo puede reemplazar una conversación personal e individualizada con su médico.

La información contenida en este folleto ha sido producida por la European Association of Urology (Asociación Europea de Urología, EAU) en colaboración con la sección de Uro-Oncología (ESOU), el Renal Cell Carcinoma Working Group of the Young Academic Urologists (YAU), y la European Association of Urology Nurses (Asociación Europea de Enfermeros/as en Urología, EAUN).

La información contenida está en línea con las

recomendaciones de las guías clínicas publicadas por la Asociación Europea de Urología (EAU Guidelines).

Puede encontrar toda esta información, así como información referente a otras enfermedades urológicas, en nuestra página web: http://patients.uroweb.org

Co-autores:

Dr. Bülent Akdoǧan Ankara, Turquía Dr. Sabine D. Brookman-May Munic, Alemania Prof.Dr. Martin Marszalek Viena, Austria Dr. Andrea Minervini Florencia, Italia Prof. Haluk Özen Ankara, Turquía Dr. Alessandro Volpe Novara, Italia Ms. Bodil Westman Stocolmo, Suecia

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