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TOMÁS DE AQUINO METAFÍSICA : DIOS Y EL MUNDO TEOLOGÍA. Creacionismo

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TOMÁS DE AQUINO

METAFÍSICA : DIOS Y EL MUNDO

Creacionismo

Si bien Tomás de Aquino acepta en su mayor parte la explicación aristotélica de la realidad, se aparta necesariamente de ella al

reconocer como verdadera la doctrina de la creación y la trascendencia de Dios respecto del mundo. Los seres creados son

contingentes, es decir, existen, pero podrían no haber existido; por el contrario, Dios es un ser necesario, que existe y no puede no

existir. Para comprender esta diferencia entre Dios y los seres creados es fundamental la distinción entre esencia y existencia. La

esencia es lo que una sustancia es y la existencia (esse) es el hecho de que esa sustancia sea o exista. Los seres creados son

contingentes porque se componen de esencia y existencia o, dicho de otro modo, porque su existencia no pertenece

necesariamente a su esencia. En cambio, Dios es un ser en el que esencia y existencia se identifican, y, por ello, es un ser necesario.

Los conceptos aristotélicos de potencia y acto sirven para explicar esta distinción entre esencia y existencia: la esencia es potencia

en relación con la existencia y la existencia es acto de la esencia, la actualización de la capacidad de ser que es la esencia. Esto

supone que a cada esencia le corresponde una determinada clase de existencia, ya que el modo de existencia de cada sustancia

depende de la capacidad limitada de ser propia de su esencia. Por esta razón, la existencia o «acto de ser» posee distintos grados de

perfección según cuál sea la esencia que actualiza. Entre los seres existe, por tanto, un orden jerárquico según la forma o esencia

que los determinan: las sustancias inorgánicas, las plantas, los animales, el ser humano, los ángeles y Dios. Ahora bien, mientras que

Dios es el acto puro de ser, el ser absolutamente perfecto cuya esencia es existir, los seres creados existen porque reciben la

existencia como participación del ser de Dios.

TEOLOGÍA

Existencia de Dios Atributos de Dios

Aunque la existencia de Dios sea evidente en sí misma, no es inmediatamente evidente para el ser humano y, por

consiguiente, necesita ser demostrada. Ahora bien, las pruebas de la existencia de Dios no pueden ser a priori (como el argumento

ontológico de Anselmo de Canterbury), sino sólo a posteriori, es decir, deben partir de la experiencia de la realidad sensible como

un efecto que requiere a Dios como causa. Tomás de Aquino propone cinco vías o demostraciones de la existencia de Dios. Todas

ellas poseen más o menos la misma estructura: se parte de un hecho de experiencia, se aplica el principio de causalidad, se afirma la

imposibilidad de una serie infinita de causas, y se obtiene como conclusión la existencia de Dios. El punto de partida de la primera

vía es el movimiento y su conclusión es la existencia de un primer motor inmóvil. En la segunda, se deduce a partir de un orden de

causas causadas la existencia de una primera causa incausada. La tercera parte de la existencia de seres contingentes o posibles

para demostrar la existencia de un ser necesario. En la cuarta se infiere de la de los grados de perfección de los seres la existencia

de un ser máximamente perfecto. Por último, en la quinta vía, se considera que el orden y la finalidad existente exigen un ser

inteligente y ordenador.

Respecto a la naturaleza de Dios, Tomás de Aquino sostiene que el ser humano sólo la puede conocer de manera

imperfecta mediante tres procedimientos o vías. En la vía negativa se niegan de Dios toda imperfección o limitación. Con la vía

positiva se afirman de Dios todas las perfecciones que observamos en los seres basándose en la analogía de proporcionalidad entre

los efectos y su causa. Finalmente, la razón conoce los atributos divinos por la vía de la eminencia, que consiste en elevar al grado

máximo todas las perfecciones que se dan en los seres finitos

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ANTROPOLOGÍA

Concepción dualista del hombre Funciones del alma

Inmortalidad del alma Origen del alma

Entre estos seres finitos y creados se encuentra el hombre. Según Tomás de Aquino, existe una unión sustancial entre el

alma y el cuerpo, que se relacionan como forma y materia y, por ello, también como acto y potencia. Sin embargo, a pesar de las

dificultades que esto plantea para la inmortalidad del alma, el Aquinate la defiende apoyándose en la inmaterialidad y subsistencia

del entendimiento. No obstante, considera que el estado natural del alma es su unión con el cuerpo. En cuanto a su origen, sostiene

que es creada por Dios.

Por otra parte, aunque este filósofo es partidario de la unidad del alma como forma sustancial frente a la defensa

agustiniana de la pluralidad de formas, distingue las potencias o facultades vegetativas, sensitivas e intelectivas. Las facultades

intelectivas o espirituales, que pertenecen exclusivamente al hombre, son la capacidad de pensar y de querer libremente. Así pues,

la racionalidad humana posee dos dimensiones fundamentales: la cognoscitiva, que hace posible el conocimiento de la realidad, y

la apetitiva, que se caracteriza por la libertad de la voluntad humana o libre albedrío. Si bien el hombre desea necesariamente el fin

último de la felicidad, posee la libertad de elección acerca de los medios. De acuerdo con el intelectualismo aristotélico, Tomás de

Aquino otorga, en general, cierta primacía al entendimiento sobre la voluntad, y contra el averroísmo niega que el entendimiento

agente sea uno en todos los hombres

TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

Razón y Fe. Filosofía y Teología

Niveles de conocimiento Sensibilidad y Entendimiento

El problema de la relación entre la razón y la fe es, como en todos los pensadores medievales, uno de los temas

fundamentales de la filosofía tomista. Tomás de Aquino distingue entre el conocimiento racional de la realidad y el conocimiento

que de ella ofrece la revelación. No obstante, aunque haya verdades de razón no reveladas y verdades de fe inaccesibles para la

razón, también existen contenidos que pueden ser conocidos por la razón y que a la vez son revelados. Entre estas verdades

comunes a la razón y la fe —también denominadas preámbulos de la fe— se encuentran, por ejemplo, la existencia de Dios y la

inmortalidad del alma. De esta manera, Tomás de Aquino concede una cierta autonomía a la filosofía, pero sin separarla totalmente

de la teología. Ambas se diferencian no tanto por sus contenidos como por la forma de conocerlos: mientras que la filosofía recurre

exclusivamente a la razón, la teología parte de los datos revelados que acepta por la fe. La justificación de que sean también

reveladas verdades que pueden ser conocidas mediante la razón es que ésta siempre está sujeta a la posibilidad de error y que,

además, no todos los seres humanos poseen el tiempo, la capacidad o la preparación necesaria para el conocimiento racional de

verdades tan decisivas para la vida humana.

Aunque la fe y la razón sean dos fuentes distintas e independientes de conocimiento, colaboran entre ellas. Así, la razón

ayuda a la fe a ordenar sus contenidos, defenderlos de las críticas y comprenderlos. Fruto del servicio que la razón presta a la fe es

la teología revelada. Por otra parte, también la fe colabora con la razón, porque, aunque la filosofía no pueda basarse en la

revelación, la fe es un criterio extrínseco y negativo de verdad para ella, es decir, advierte a la razón de sus errores. Así pues, Tomás

de Aquino sostiene que, en caso de que haya algún desacuerdo entre ambas, es la razón la que se equivoca, pues no puede haber

ninguna contradicción entre la fe y la razón.

Respecto del conocimiento humano, el Aquinate considera que, al estar el entendimiento unido sustancialmente al cuerpo,

necesita comenzar con la experiencia sensible. Ahora bien, la percepción sensible tiene como objeto seres particulares, pero los

conceptos son, por el contrario, universales. La abstracción es el proceso mediante el cual se pasa de la individualidad de la

experiencia sensible a la universalidad de los conceptos. Abstraer es separar de algún modo lo universal prescindiendo de los

aspectos individuales. Tomás de Aquino explica este proceso del siguiente modo: las sustancias sensibles producen imágenes

(«fantasmas») al actuar sobre lo sentidos, el entendimiento agente es como una luz que extrae lo universal e inteligible («especie

impresa») de estas representaciones y lo imprime en el entendimiento paciente, formándose así el concepto («especie expresa»)

mediante el cual se conocen de forma necesariamente indirecta las cosas particulares. Si la unión de los conceptos en un juicio se

corresponde con las cosas, entonces es verdadero, pues la verdad consiste en la adecuación entre el entendimiento y la realidad.

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ÉTICA

Ética eudemonista

Ley eterna, Ley natural y Ley positiva

Tomás de Aquino también se basa en las doctrinas aristotélicas para elaborar su ética, si bien las combina con la moral

propiamente cristiana. El fin de la vida humana o bien supremo es la felicidad, que consiste en el cumplimiento de la naturaleza

humana y alcanza su perfección en la contemplación de Dios, que sólo puede alcanzar su plenitud en la vida eterna. Por otro lado,

como el ser humano es por naturaleza racional, la virtud moral consiste en el hábito de obrar bien que favorece que se actúe de

acuerdo con la recta razón.

El ser humano conoce racionalmente las normas morales que se corresponden con su naturaleza. Estas normas constituyen

lo que se denomina ley natural. La razón práctica, al aprehender el bien como el fin del comportamiento humano, reconoce como

primer precepto de la ley natural que se debe hacer el bien y se debe evitar el mal. A partir de este primer principio y teniendo en

cuenta las tendencias propias de la naturaleza humana, se deducen los preceptos primarios o comunes. En cuanto sustancia, el ser

humano tiende a conservar su propia existencia y, por ello, tiene el deber moral de conservarla y evitar su destrucción. De la

inclinación a procrear que el hombre tiene como animal, se derivan las obligaciones relativas a la sexualidad y al cuidado de los

hijos. Por último, la tendencia a buscar la verdad y vivir en sociedad características de la naturaleza racional del ser humano es el

origen de los preceptos de evitar la ignorancia y respetar las exigencias de la justicia. A su vez, de estos preceptos primarios se

derivan otros preceptos secundarios o particulares.

Dado que la ley natural se funda en las inclinaciones de la naturaleza humana, sus preceptos primarios son evidentes,

universales e inmutables. Al tener todos los hombres la obligación de cumplirlos, son evidentes para que todos puedan conocerlos.

Y, como se basan en la naturaleza humana, es decir, en lo que tienen en común todos los seres humanos a pesar de su diversidad y

de su existencia histórica, son los mismos para todos y no pueden cambiar.

Así pues, la ley natural es la participación de la ley eterna en los seres humanos. La ley eterna es la ordenación divina de la totalidad

de los seres creados. Ahora bien, mientras que el comportamiento de los seres irracionales se encuentra sometido necesariamente

a las leyes físicas que lo regulan, el ser humano conoce la ley natural gracias a la razón y ha de obedecerla libremente. De este

modo, la ley natural es el modo en que la ley eterna ordena la conducta humana.

Por otra parte, la ley positiva humana es el conjunto de normas legales o jurídicas establecidas por el hombre para regular

la convivencia humana y lograr el bien común, es decir, el derecho establecido por los seres humanos. En opinión de Tomás de

Aquino, esta legislación es una exigencia de la ley natural misma, pues ésta ordena el respeto a los demás seres humanos y la

justicia en la relación con ellos. Además, constituye una prolongación de la ley natural, puesto que concreta los preceptos naturales

para regular la vida en sociedad. Por último, la legislación positiva debe respetar las exigencias de la ley natural, que es su

fundamento. Por tanto, aunque Tomás de Aquino distingue entre el derecho y la moral, vincula el primero a la segunda mediante la

idea de justicia.

POLÍTICA

Naturaleza social del ser humano Formas de Gobierno

Iglesia y Estado

En cuanto a la política, Tomás de Aquino considera, siguiendo a Aristóteles, que el hombre es un ser social por naturaleza y

que el fin del gobierno es ante todo el bien común. Las formas de gobierno legítimas y buenas de gobierno son la monarquía, la

aristocracia y la democracia, si bien, en teoría, la monarquía es la mejor de ellas por su semejanza con el gobierno de Dios sobre el

mundo. Por el contrario, la tiranía, la oligarquía y la demagogia son modos ilegítimos antagónicos a los anteriores que, en vez de

perseguir el bien común, buscan el bien particular de los gobernantes. En la práctica, Tomás de Aquino considera preferible la

monarquía moderada por la aristocracia y democracia. Por otra parte, llega a justificar el tiranicidio en determinadas circunstancias

y siempre que sus consecuencias no sean peores que los males que se padecen bajo la tiranía.

A juicio del Aquinate, el Estado es una institución relativamente autónoma que tiene como ámbito propio sus fines

temporales, pero, como el fin sobrenatural del ser humano es competencia de la Iglesia, se encuentra indirectamente supeditado a

ésta, ya que debe favorecer la consecución de dicho fin. De ahí que defienda el poder predominante del Papa sobre el Emperador

en el orden de lo sobrenatural y espiritual. Así pues, en la filosofía tomista la relación entre el Estado y la Iglesia resulta, en cierto

modo, semejante a la existente entre la razón y la fe.

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LÍNEAS PRINCIPALES DEL PENSAMIENTO

Tomás de Aquino fue un gran pensador, antes que teólogo, que dedicó toda su vida a asimilar la filosofía de Aristóteles a la Teología cristiana. Esta síntesis tomista renovó la cosmovisión teocéntrica del medievo e introdujo conceptos no teológicos en ella para poder justificar y comprender las doctrinas cristianas. Su teología natural es el marco en el que desarrollará sus teorías sobre el ser humano, la realidad, la esencia y existencia de Dios, la ética y la política. Además buscará solución satisfactoria para el problema dela problema entre la razón y la fe, la filosofía y la teología. Frente a la doctrina de la doble verdad de los averroístas latinos, Tomás de Aquino sostiene que la verdad es única (como ya lo hiciera San Agustín), aunque se puede conocer de dos maneras: por la razón y por la fe. La razón conocer a partir de los datos de los sentidos; en cambio, la fe conoce partiendo de la revelación divina. Ambas fuentes de conocimiento son independientes. Las verdades de fe, o verdades revelados (artículos de la fe) , sobrepasan la capacidad de la razón humana y las estudia la teología sagrada; no pueden demostrarse racionalmente , y han d e se aceptadas son discusión, porque emanan directamente de Dios (por ejemplo, el misterio de la Trinidad). En cambio, las verdades de la razón , es decir, las verdades de la filosofía, si pueden ser comprendidas por el entendimiento humano y son demostrables racionalmente (los preámbulos de la fe y las verdades naturales). Las verdades de la fe son reveladas directamente por Dios al ser humano (bien mediante la gracia, bien a través de Cristo y los profetas), y son objeto de creencia. Constituyen un sector de la verdad diferente de las verdades racionales, más allá de la razón natural. Pero la razón y la fe no pueden oponerse, si surge algún conflicto entre ambas.ero no puede haber conflicto entre ambos tipos de verdad porque las dos proceden de Dios. Son distintas pero no contradictorias. No puede haber contradicción entre el conocimiento natural y el conocimiento revelado, entre el orden de la fe y el de la razón, pues llevaríamos la contradicción a Dios de quien procede la verdad teológica y la verdad filosófica. Por tanto , cuando una proposición filosófica se halla en contradicción con la verdad revelada, significa que hay un error no en la f ilosofía, sino en el filósofo., en la interpretación humana, ya que la razón del hombre, al ser limitada e imperfecta puede equivocarse.

Hay una recíproca colaboración entre la razón y la fe , la filosofía y la teología.. la razón puede ayudar a la fe (al asentimiento de las verdades reveladas) en la medida en que puede colaborar en hacer más comprensibles las verdades de fe. ¿Cómo colabora la razón con la fe?

1. Demostrando los presupuestos necesarios para la fe (preámbulo fidei). Para creen es necesario un conocimiento previo: no s ería posible, por ejemplo, creer que Dios es eterno, si la razón natural no pudiese captar naturalmente, al menos en cierta medida, qué es Dios y qué es la eternidad.

2. Argumentando en defensa de la fe (argumentos de conveniencia). Para el ejercicio de la fe es necesario el ejercicio de la razón natural, y, aunque la razón no puede alcanzar por si misma la fe, si puede impedirla.

¿CÓMO COLABORA LA FE CON LA RAZÓN?

1. Aportando verdades que, aunque la razón podría alcanzar por sí sola, únicamente sería posible después de largos estudios y sólo para aquellos hombres dotados de gran inteligencia. De esta manera Dios pone una serie de verdades al alcance de todos los hombres (verdad revelada).

2. Permite aclarar aquellos posibles errores a los que el hombre llegaría con la sola razón limitada y sujeta a error.

3. La fe, por último, establece un límite máximo al que el hombre puede llegar con su razón. Hay verdades reveladas que exceden a la capacidad de la razón mejor dotada.

La filosofía puede servir a la teología prestándole su armazón conceptual y sus armas dialécticas. Pero es la teología la que mas ayuda presta a la filosofía. Aunque autónomas en sus fuentes, no cabe hablar de doble verdad, sino únicamente de una verdad - la verdad revelada - que puede ser conocida por la fe y por la razón. Así pues, la fe sirve a la razón de norma o criterio extrínseco. En el caso de que la razón llegara a conclusiones incompatibles con la fe, tales conclusiones serían necesariamente falsas .La razón, por tanto, se subordina a los criterios de la fe.

Filosofía y Teología alcanzan la misma realidad a niveles distintos. Y en esa realidad hay unidad (no existen dos realidades: la revelada y la racional) en el hombre que sabe y en el hombre que cree. Así, pues, Tomás de Aquino distinguió netamente ambos campos pero sin separarlos, sino armonizándolos como aspectos complementarios de la realidad universal

Una de las verdades demostradas por la fe es que Dios existe. Esta verdad se puede demostrar racionalmente. San Anselmo propuso su famoso argumento ontológico para convencer al incrédulo de la existencia de Dios: si Dios es “el mayor ser que existe”, el más perfecto, ha de existir tanto en la mente como en la realidad. Frente a esta demostración a priori, Tomás de Aquino propone una demostración a posteriori, que parte de los sentidos, y que va del efecto (los seres del mundo y lo más evidente para nosotros) a la causa que lo ha producido (Dios). Son cinco demostraciones de la existencia de Dios, las cinco vías o caminos mediante los cuales podemos llegar a conocer la existencia de Dios sin necesidad de la fe. Aunque cada una de ellas parten de diferentes hechos, todas comparten una misma estructura: parte de un hecho de experiencia , aplican el principio de causalidad, advirtiendo que no puede haber una serie causal infinita y concluyen que la causa de tal hecho es Dios, pues ha de existir un ser originario, que es el que da lugar a toda la serie.

Las vías son las siguientes: primera por el movimiento: va desde el movimiento del mundo al primer motor inmóvil; segunda, por la causalidad eficiente: va desde las causas subordinadas hasta la primera causa incausada; tercera por la contingencia: va desde los seres contingentes del mundo hasta un primer ser necesario; cuarta por los grados de la perfección: va desde los grados de perfección del mundo hasta un ser infinitamente perfecto; quinta por la finalidad y el orden cósmico: va desde el orden y la finalidad el mundo hasta una primera inteligencia ordenadora.

Por las cinco vías podemos llegar al conocimiento de la existencia de Dios, pero no podemos penetrar en su esencia, es decir, no podemos saber qué es Dios, qué propiedades o características tiene. . Para el conocimiento de tales propiedades, los llamados atributos divinos, Tomás de Aquino se apoya en la analogía o semejanza que ha entre el efecto y la causas, entre las criaturas y Dios. Es el llamado conocimiento

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analógico de Dios, el único al que el hombre puede llegar con la razón y descubrir por comparación con las criaturas qué per fecciones son las que implica cada uno de los predicados deducidos de las vías. Los predicados sobre Dios que se deducen de las cinco vías son: Ens a se (ser en sí) , como principio y causa de todos los seres .(vías 1,2,3), Increado y eterno. (2), Necesario y perfecto (vías 3 y 4)

El universo ha sido creado por Dios. Pero Dios se diferencia esencialmente del resto de las criaturas en la concepción cristiana de la realidad. Para ello recurrre a la distinción propuesta por Avicena entre esencia y existencia. La esencia, esto es, la natura leza de un ser , entendida como simple potencialidad o posibilidad, se distingue de la existencia efectivo, en acto. Mientras la esencia designa el conjunto de características que constituyen una cosa, la existencia expresa, justamente, el ser efectivo, de hecho, de una esencia. Las esencias de los d iversos seres (desde los ángeles a la materia) tienen la posibilidad de existir o no existir (por eso son seres contingentes), y gracias al acto creador de Dios pasan a existir de hecho. Dios es el único ser en el que la esencia y la existencia se identifica (es un ser necesario). En Dios, esencia y existencia se implican mutuamente, porque su naturaleza implica existir necesariamente, ya que es un ser infinitamente perfecto. En cambio, los demás seres son contingentes: su esencia no implica necesariamente existir y, por ello, participan de la existencia gracias al acto creador de Dios.

En su descripción del ser humano, Tomás de Aquino sigue a Aristóteles. Lo concibe como una única sustancia , compuesta de mat eria (cuerpo) y forma (alma racional). Mantiene, como cristiano obviamente que el alma es inmortal. En cuanto el origen del alma, utiliza la teoría gradual del alma humano, ya utilizada por Alberto Magno que es creada por Dios individualmente, para un determinado cuerpo, ya configurado en el seno materno e infundida hacia el tercer mes de gestación. Se opone al generacionismo ( procede del alma de Adán) y al traduccionismo (procede del alma de los padres). . El alma humana es única, aunque con diferentes funciones : vegetativa, sensitiva e intelectiva. Esta única alma preexiste en el embrión, primero como vegetativa, luego como sensitiva y por último como intelectiva al infundir o crearla Dios. El alma intelectiva es creada por Dios al final de la generación humana, y al mismo tiempo esta alma es sensitiva y vegetativa.

La teoría del conocimiento, basada también en la de Aristóteles, afirma que el proceso del conocimiento debe comenzar con el conocimiento sensible - que capta individuos particulares - y finaliza en la formulación de un concepto - que es una representación universal. E l entendimiento posee una capacidad de extraer los conceptos a partir de los datos suministrados por el conocimiento sensible: posee la capacidad abstractiva. Mediante un proceso de abstracción , el alma desmaterializa las formas inscritas en la materia, colaborando, por este orden, los sentidos, la memoria, el entendimiento agente – que abstrae las formas- y por último, el entendimiento paciente, que recibe la especie o forma inteligible y que conoce el concepto general.

La ética de Tomás de Aquino es teleológica: nuestros actos tienden a un fin último que aparece como un bien deseable, la felicidad, que se adquiere mediante el ejercicio del alma racional (el conocimiento y la virtud). Puesto que Dios es el bien supremo, y el conocimiento de Dios el más elevado al que puede aspirar el hombre, una vida dedicada a la búsqueda y al conocimiento de Dios será la más perfecta y feliz para el ser humano.Dios gobierna el mundo mediante la Ley eterna, de la que participan las criaturas mediante la ley natural, que las dota de una naturaleza propia y de unas inclinaciones específicas. Por tanto, mientras que la ley dada por Dios para establecer el orden del universo es la ley eterna, la ley natural es forma que adopta en los seres creados la ley eterna. Mientras que en los animales designa las leyes que regulan las operaciones que realizan las operaciones que realizan en función de su naturaleza, en el hombre la naturaleza viene dada por su alma racional: en consecuencia, la ley natural es una ley moral de la razón que ordena el comportamiento humano, dirigiéndole hacia su fin natural: el bien. El hombre actúa correctamente cuando sigue la ley natural que le dicta su razón. La ley natural, es, pues el hábito, de la razón práctica, su forma de actuar habitualmente, que se encuentra de forma de actuar habitualmente, que se encuentra de forma universal, invariable e indeleble en la razón. Su primer precepto es “Ha de hacerse el bien y evitar el mal”. Esta es una norma básica que establece el criterio de moralidad al que deben atenerse los actos humanos y a la que se reducen todos los demás preceptos relacionados con las tendencias naturales del hombre. En este sentido, la ley natural, por se un mandato único, se parece a los principios de la lógica, lo que le permite establecer un paralelismo entre la razón teórica y la razón práctica.

En cuanto a su teoría política, considera que el hombre es naturalmente sociable, y que la perfección de la vida humana solo es posible en sociedad. Igual que todo poder deriva de Dios, la ley positiva debe derivarse de la ley natural y buscar el bien común. Las leyes positiva s son la aplicación de la ley natural a la sociedad humana, por lo que necesariamente tienen que ser compatibles con la natural eza racional del hombre. De este modo, el orden político debe subordinarse al orden moral, y este, al orden divino. Cuando la ley positiva y la autoridad respetan la ley natural, son legítimas; en caso contrario, son injustas y es lícito resistirse a ellas.

El Estado ha de procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la ley natural no obligan en conciencia (por ejemplo, las contrarias al bien común, o las dictadas por egoísmo). Las leyes contrarias a la ley divina deben rechazarse y no es lícito obedecer las, marcándose claramente la dependencia de la legislación civil respecto a la legislación religiosa.

Respecto a las mejores formas de gobierno, santo Tomás sigue a Aristóteles, distinguiendo tres formas buenas y tres formas malas de gobierno que son la degeneración de las anteriores. Aunque la monarquía parece proporcionar un mayor grado de unidad y de paz , Sto. Tomás tampoco descarta las otras formas de gobierno válidas, y no considera que ninguna de ellas se especialmente deseable por Dios.

Referencias

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