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La religión y los laberintos: Dos temas prominentes en Borges

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Academic year: 2021

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Tu revista Fall 2014 Sarah Moody

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Dr. Randall Watson

La religión y los laberintos: Dos temas prominentes en Borges

Una de las metas del arte es influir en otras personas. Los libros son una forma de arte y esta meta es verdad para ellos, también. Los autores quieren afectar a alguien con sus obras. Jorge Luis Borges es, tal vez, uno de los escritores más capaces de influir a otros (Rodríguez-Monegal). No solamente los lectores reaccionan a sus obras, sino que Borges tenía—y tiene—el poder de cautivar a la audiencia en cualquier campo, el académico, el político, y otros. Borges posee esto talento a causa de su habilidad de tejer unos temas para crear una historia magnífica. Utiliza muchos temas que vuelven a ocurrir a través de sus novelas, poemas, ensayos, y otras obras.

Dos de los temas prominentes que usa Borges son la religión y los laberintos. Analizaré tres cuentos de Borges que suponen estos temas: Los dos reyes y los dos laberintos, El milagro secreto, y La muerte y la brújula, respectivamente. Cada historia contiene ambos, pero tienen niveles diferentes de cada tema. Se enfocan en la religión y combinan con los laberintos para desarrollar la trama y el simbolismo del que Borges es un maestro.

Los dos reyes y los dos laberintos

Los otros cuentos son cortos, pero esto es cortísimo. Dice la parábola del rey de

Babilonia que construye un laberinto de bronce del que nadie puede escaparse. Cuando el rey de los árabes va a Babilonia, el rey lo pone en el laberinto. El rey de los árabes reza y Dios le

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muestra la puerta Después de un tiempo, el rey de los árabes se junta a los hombres de su sociedad e invaden Babilonia, toman al rey, y le dejan en su laberinto, el desierto. El rey muere de sed y hambre y la historia termina con la frase “La gloria sea con Aquél que no muere” (Borges 157).

Esta historia es solamente un párrafo y dos frases más, pero son claros los temas famosos de Borges, el laberinto y la religión. La importancia de la fe es obvia: el rey que le pide a Dios ayuda está salvado y el otro muere. El mensaje es que el hombre común no puede completar la vida solo en este mundo complejo; necesita la ayuda de un ser mucho más grande que él.

Además, es interesante que el rey de Babilonia tenga el laberinto de bronce, muy caro y novedoso, mientras que el rey de los árabes se escapó. El reino gastó mucho tiempo y dinero para desarrollar este laberinto y nada pasa. Al otro lado, el rey de los árabes no tenía una plétora de cosas. Solamente, él tenía a Dios y a la naturaleza, pero estos dos eran más que suficientes. Lo divino triunfa sobre lo humano. Con todas las cosas del mundo físico, el rey de Babilonia no tuvo éxito, pero, sin casi nada, el rey de los árabes lo tenía todo.

Porque le pide ayuda de Dios, el rey de los árabes sobrevive. El rey de Babilonia no le pide ayuda de nadie; intentó hacerlo por sí mismo. Dios es muy importante en esta historia, pero es la única de esta tres que se aferra a la religión en una luz completamente buena. También, es el único en lo que la trama se enfoca en la religión y el laberinto. Los dos son la trama. En las otras, la religión y los laberintos son importantes para continuar la narración, pero no son la trama por sí mismas. Aun así, esta historia tiene mucho sentido ya en sus pocas líneas.

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Para empezar, El milagro secreto es un cuento trágico—o tal vez no lo es—como muchas de las obras de Borges. Cuenta la historia de un hombre que se llama Jaromir Hladík, un autor que está soñando con un juego grande de ajedrez cuando empieza la invasión a Praga de Hitler el 14 de marzo de 1939. Los jugadores son dos familias y el juego está lleno de oximorones. Cinco días más tarde, Jaromir fue arrestado por la Gestapo porque “su apellido materno era Jaroslavski, su sangre era judía, su estudio sobre Boehme era judaizante, su firma delataba el censo final de una protesta contra el Anschluss” y más razones (Borges 71). En la cárcel hasta que su día final antes de su muerte, piensa en todos los métodos para morir por escopeta. Cree que si piensa en una posibilidad, no puede pasar. La imaginación de Hladík es muy activa y crea miles de maneras porque tenía mucho miedo de los armas de fuego.

En la segunda parte de la historia, el narrador describe “Los enemigos,” una obra que Hladík estaba escribiendo antes de su detención. En la obra, es 1899 en Hradcary (Praga) y alguien visita al barón de Roemerstadt cada día a las siete de la tarde. No sabe quién es, pero piensa que es un enemigo. También, Kubin es un hombre que le molesta a la esposa de

Roemerstadt, Julia de Weidenau. Finalmente, el espectador entiende que Roemerstadt es Kubin y todo el drama está en su mente loca.

El problema que tiene Hladík es que la obra de teatro no está terminada. Sabe que morirá el 29 de marzo. Por eso, ora y le pide a Dios un año más para completar la obra. Como resultado, soñó que estaba en un bibliotecario de Clementinum, buscando a Dios en una letra. Lo encontró en un atlas y recibió su deseo. Por la mañana, lo llevaron a un montón de leña contra una pared. Cuando el sargento da la orden final, “el universo físico se detuvo” (Borges 74). No lo creía al principio. Cuando se dio cuenta de que era la actualidad y Dios ha concedido su deseo de un año

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extra, él durmió. Después, paralizado, usó el año para terminar su labor. El momento que la completó, la vida se resumió. Las armas descargan y él murió a las 9:02 am (Borges 71-75).

Esta historia tiene muchos elementos de la religión. De hecho, empieza con una cita del Alcorán, así eso está presente en la mente del lector antes de comenzar a leer. Como el

protagonista es escritor, menciona los nombres de muchos otros cuando habla sobre su trabajo y convicciones: nombres como Maimónides, Boehme, Abnesra, Fludd, y Bradley. Todos se relacionan con la religión y la filosofía. Una y otra vez Borges añade referencias a la religión. También, la religión es la única razón del arresto de Hladík. Es judío y todas las razones que le da Roth, uno de los jefes de la Gestapo, a Hladík sobre su arresto se relacionan con esto, especialmente que Hladík tradujo el Sepher Yezirah, el libro judía de la Creación. Después de pasar mucho tiempo tratando de pensar en las formas de morir, acude a Dios y reza. El trasfondo religioso es muy obvio en este punto de la trama. Y, entonces, Dios responde a la oración de Hladík y lleva a cabo el milagro secreto.

Aunque la religión es en el primero plano en esta historia, no es tanto como en Los dos reyes y los dos laberintos. Aquí, desarrolla la trama porque Hladík necesita un método para completar su obra. Por eso, él desea una intervención divina, como el rey de los árabes, para escaparse de su problema del presente. Entonces, la introducción de la religión en esta historia le eleva unas preguntas al lector. Por ejemplo, ¿por qué concede Dios este deseo a Hladík? El crítico D.L. Shaw piensa que el milagro no es un secreto, pero es sin sentido porque no logra nada. Dice que es solamente el anhelo del humano para una conclusión final y bella (Shaw). Sin embargo, este anhelo hace toda la diferencia porque es una razón para vivir. Un Dios compasivo le decidió dar el deseo de su corazón a Hladík. Esto es importante porque añade significado a la vida de Hladík. Quiere realizar la obra de su vida y Dios le da la oportunidad de hacerlo.

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No hay un ejemplo obvio de los laberintos en este cuento, a diferencia de Los dos reyes y los dos laberintos. De hecho, los laberintos no se mencionan hasta el párrafo final, cuando Hladík explica que trabaja por sí mismo y “no trabajó para la posteridad ni aun para Dios, de cuyas preferencias literarias poco sabía. Minucioso, inmóvil, secreto, urdió en el tiempo su alto laberinto invisible” (Borges 75). Sostengo que la trama es un laberinto porque se mueve por muchos tiempos adentro y afuera de la mente de Hladík, entre el teatro y la vida real. El año que recibe de Dios es un laberinto que viaja por su mente, también, para escribir el final de la obra. Es un laberinto en el que está contento de estar, pero todavía, termina con su muerte. Este hecho—que el único método para escaparse del laberinto es morir—se repite en La muerte y la brújula, pero no es tan alegre.

El cuento es sobre un judío que recibe una pena de muerte a causa de sus acciones y simplemente porque es judío, pero, de verdad, es una historia de un hombre que le pidió a Dios más tiempo y recibió lo que anhelaba. Hladík completa su obra y muere, pero ha terminado lo que quería hacer. Teje la trama con el tema del laberinto y opina en la religión, pero los dos temas están más escondidos que en Los dos reyes y los dos laberintos.

La muerte y la brújula

La muerte y la brújula es un cuento policíaco clásico. Relata la historia de Erik Lönnrot y su comisario, Treviranus. Investigan el asesinato de Yarmolinsky, un hombre muy rico. Murió el tres de diciembre. Durante la investigación, Lönnrot tomó y estudió 99 libros de Dios que

estaban en el cuarto del hotel e investigó el Nombre Absoluto, el número 100 porque en la máquina de escribir de Yarmolinsky, había un papel que solamente dice “La primera letra del Nombre ha sido articulada” (Borges 64). Un mes después, el tres de enero en la periferia de capital, Azevado, otro hombre, fue asesinado. Las palabras aparecieron otra vez y está vez dicen

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“La segunda letra del Nombre ha sido articulada” (Borges 65). Lönnrot descubrió que el día hebreo empieza al anochecer y los crímenes pasan el cuatro de cada mes.

Antes de eso, Lönnrot había ido al periódico para ser entrevistado sobre un artículo de la investigación. Treviranus recibió una llamada el tres de febrero de Ginzberg-Ginsburg-Gryphius y de Liverpool House. Ocho días antes, Gryphius se emborrachó con dos arlequines y las

palabras aparecieron otra vez. Los periódicos escribieron cosas malas sobre los detectives. Entonces, Treviranus recibió el mapa en un sobre y se lo mandó a Lönnrot, quien lo descifró y viajó al lugar en el que el cuarto crimen tendrá lugar. Va a la quinta de Triste-le-Roy y entra. Se aleja por los escalones, ventanas, y habitaciones. Encuentra a dos hombres y Red Scharlach, el archienemigo de Lönnrot, quién explica que Lönnrot hirió a Red y arrestó a su hermano. Red dijo lo que pasó, todo lo que pasó. Explicó la manera en que decidió engañar a Lönnrot y su tiempo en la prisión. Lönnrot le dijo que, en la vida próxima, Red debe cazarlo en un laberinto lineal. Red le prometió eso y, entonces, Red lo mató (Borges 63-70).

El foco de la trama aquí es el Tetragrámaton. Éste es lo que busca Lönnrot mientras trata de resolver el misterio de los asesinatos. Yarmolinsky, la primera persona que muere, tenía los 99 libros de los nombres de Dios para empezar el cuento (Borges 64). Así, la búsqueda comienza para el Tetragrámaton, el número 100. El judaísmo es central a la trama, también, porque es la manera en la que Lönnrot descubre los crímenes que ocurren en el cuatro de los meses, no el tres. Además, la religión entra en juego con la explicación que da Red Scharlach. Cuando en la cárcel, mucha gente quería que se convirtiera en cristiano. Se decía en la cárcel que “todos los caminos llevan a Roma,” pero con sus acciones, se hicieron asqueado de la religión (Borges 69). Todavía, Scharlach sabía que usaría la religión contra Lönnrot. Otras apariencias de la religión pasan, también, como los dioses y estatuas de mitología griega.

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A través de la narración, el camino para encontrar el Tetragrámaton se mueve como una serpiente por un laberinto. Aquí es más evidente que en El milagro secreto. En este, el laberinto no se menciona explícitamente excepto por una vez para hacer referencia a Dios. De hecho, en los últimos párrafos de La muerte y la brújula, Scharlach y Lönnrot discuten el laberinto, dentro del Scharlach ha creado “la búsqueda del tesoro,” el misterio. En el mapa, Lönnrot ve que los cuatro crímenes forman un “rombo perfecto” cuando están trazados, lo cual le guía al sitio de su muerte (Borges 70).

Realmente, desde ese momento, la conversación gira alrededor del tema de los laberintos. Scharlach dice que “yo sentía que el mundo es un laberinto, del cual era imposible huir” y le pide a Dios “tejer un laberinto en torno del hombre que había encarcelado a mi hermano” (Borges 69). Ahora, el lector entiende por qué la historia llegó a ser y puede ver el tema de los laberintos que corre por el cuento.

Aunque, la historia termina con una continuación de la discusión de los laberintos. Antes de que Scharlach matará a Lönnrot, Lönnrot habla de “un laberinto griego que es una línea única recta” (Borges 70). Lönnrot le explica más al Scharlach interesado, y le pide que Scharlach siga este adorno para la próxima vez, en la próxima vida, cuando lo caza. Los puntos del mapa siguen en línea y se dividen por la mitad la línea cada vez. Por ejemplo, “Finja un crimen en A, luego un segundo crimen en B, a 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B…Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C” (Borges 70). Aquí, el lector sabe que el laberinto ha venido a un término, pero hay una posibilidad que se reanudará en la próxima vida, como Lönnrot ha propuesto. Le pide a Scharlach que lo mate en “D” en el futuro, como lo matará ahora en la quinta a Triste-Le-Roy y Scharlach hace esta promesa.

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Shaw descubre esta historia como un “cuento de advertencia de la vanidad del intelecto” porque Lönnrot lee demasiado entre líneas y decide descubrir el nombre todopoderoso de Dios, el Tetragrámaton. Se pone en el laberinto después de que Treviranus dice que el asesinato de Yarmolinsky fue solamente un accidente, lo cual el lector comprende más tarde, es la verdad.

Otra interpretación que tiene Shaw es que Lönnrot y Scharlach son la misma persona. Como Lönnrot busca el Tetragrámaton, en la actualidad, él está buscando a sí mismo. Esto es muy interesante; cambia la historia a uno de suicidio, y completamente cambia el significado. Todavía, él se pone en el laberinto, pero ahora sería una lucha con sus convicciones y dudas sobre el bien y el mal, la religión y la falta de esa. Además, Shaw contempla la posibilidad de que Scharlach simbolice o parodie a Dios. Si eso es verdad, Borges está retratando el

cristianismo y el judaísmo (la religión en general, es posible) en una luz oscura. Scharlach es un personaje que cree en la venganza y perseguirá a una persona hasta que la reciba. Si él es Dios, también, Dios no es un dios de lenidad y compasión, pero de castigo y desdén. Esto no es un cuadro bonito de Él.

Otros críticos como Shaw hacen referencia al simbolismo del laberinto en sí. Representa la vida y las travesías en las que la gente participa. Pero, no es un camino; es un laberinto. Es difícil y el único fin es la muerte. Esta interpretación es más macabra pero soporta la idea de que Scharlach parodia a Dios. Si la muerte es el término de la vida y nada más sigue, entonces no hay un Dios o, al menos, no existe ninguna lógica por la religión. Esta es en línea con las

convicciones de Borges mismo, así es posible que esto sea la verdad. Si no hay lógica por la religión, la búsqueda del Tetragrámaton es inútil. Además, si Borges lleva esta idea a El milagro secreto, la historia del milagro secreto es inútil, también. No hay razón para suspender el tiempo si la terminación del teatro no hace ninguna diferencia. La trama, en definitiva, no tiene

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significado aparte de la historia de un judío que recibe una pena de muerte durante La Segunda Guerra Mundial.

Por eso, en La muerte y la brújula, hay muchas instancias de la religión y el laberinto que crean todas las oportunidades para ver la religión a través de la trama. Lönnrot se pone sí mismo en el laberinto lo cual deriva en su muerte a las manos de Red Scharlach, porque Lönnrot

sucumbió, sin notarlo, al complot de Scharlach. Depende en el rol de Scharlach y que simboliza la religión, la narración puede ser una apostilla en el significado de la fe y la vida, también.

Por todas estas historias, se puede ver que Borges tiene un estilo distinto y es muy fácil entender por qué ha influido a los otros escritores. Borges posee un estilo dramático y oscuro, pero descriptivo y liso, también. Sus cuentos suponen un elemento de la muerte, a menudo, pero tienen muchos otros temas que desarrollan con la trama. Dos de sus temas prominentes que he analizado aquí son la religión y los laberintos. Por tres narraciones, Los dos reyes y los dos laberintos, El milagro secreto, y La muerte y la brújula, Borges teje y desarrolla la religión y los laberintos. En unos casos, los temas son muy obvios, como en Los dos reyes y los dos

laberintos. Por otros, el laberinto es más figurativo, pero en todos, la religión es muy importante y toma el primer plano.

Aunque estos cuentos tienen los elementos de la religión y los laberintos, tienen mucho más, también. “Cada cosa en un cuento de Borges tiene una importancia,” (Randall Watson) y Borges es un maestro en añadir simbolismo a sus narraciones. Abre la puerta a muchas preguntas sobre la existencia del ser humano—y su propósito— además de la existencia y el carácter de Dios. En fin, la religión y los laberintos se dirigen a las mismas preguntas sobre la vida: ¿hay algo después de la muerte? ¿Es la muerte la única evasión de esta vida? ¿Hay un Dios para

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salvarme de esta vida? Aunque Borges cuenta sus historias en pocas páginas, logra elevar preguntas significativas y lo consigue con los elementos de la religión y los laberintos.

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Bibliografía

Borges, Jorge Luis, y Horacio Jorge Becco. Ficciones; El Aleph; El Informe De Brodie. Caracas, Venezuela: Biblioteca Ayacucho, 1986. Impreso.

Rodríguez-Monegal, Emir. "Jorge Luis Borges." Encyclopedia Britannica Online. Encyclopedia Britannica, 2014. Red. 29 Nov. 2014.

Shaw, D. L. Borges: Ficciones. London: Grant & Cutler, 1976. Impreso.

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