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Viernes 20 de octubre de 2006

Carlos Fazio/I Periodismo a la carta

Finalmente, el hilo se cortó por lo más delgado. Jesús Díaz, presidente y editor de The Miami Herald y El Nuevo Herald, dos influyentes rotativos del sur de la Florida que pertenecen a la cadena californiana The McClatchy Co., tuvo que renunciar, no sin antes "amnistiar" a tres periodistas que habían sido despedidos por figurar en la "nómina" de la Oficina de Difusión sobre Cuba, dependencia del Departamento de Estado estadunidense que tiene como objetivo difundir mensajes propagandísticos y subversivos contra la isla.

La trama involucró a otros siete conocidos comunicadores de origen cubano que laboran en medios impresos y electrónicos de Miami (Canal 41, Diario Las Américas, Radio Mambí, la cadena Univisión y Telemundo, además de los dos Herald), y que de manera simultánea colaboraban y recibían pagos de Radio y Tv Martí, canales de la Oficina Estadunidense de Transmisiones para Cuba sufragados con fondos federales aportados por los contribuyentes de Estados Unidos y cuya transmisión en ese país está prohibida por las leyes de antipropaganda oficial.

Las retribuciones especiales a los periodistas fueron descubiertas a raíz de una investigación de reporteros del Miami Herald, quienes obtuvieron los datos mediante una petición hecha con base en la Ley de Libertad de Información, que facilita el acceso a documentos

gubernamentales. Jesús Díaz Jr., presidente de la empresa Miami Herald Media Co. y editor de ambos diarios (uno en inglés y otro en español), dijo que los tres involucrados -Pablo Alfonso, Olga Connor y Wilfredo Cancio- habían violado "conceptos éticos" del periodismo y crearon "conflictos de interés" entre la prensa escrita local y las empresas Radio y Tv Martí.

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Liberal Cubana, aceptaron recibir dinero del gobierno de Estados Unidos para apoyar su política anticastrista en Cuba y el sur de Florida.

Tras la revelación de la lista de reporteros y columnistas que cobraban en la nómina del Departamento de Estado, once comunicadores de Miami enviaron una carta a La Jornada (ver edición del 26 de septiembre de 2006) en la cual acusan a esta casa editorial de haberse hecho "eco de un reportaje injusto y carente de rigor periodístico", así como de "criminalizarlos" y exhibirlos como "periodistas corruptos". Según ellos, sus "colaboraciones" con Radio y TV Martí eran de "dominio público" y "no había nada oculto ni ilegal en ello". A su vez, Montaner -señalado como "un viejo agente de la Agencia Central de Inteligencia" por los conocidos periodistas cubanos Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo (ver El Camaján, Editora Política, La Habana, 2003)-, argumentó que las emisoras Radio y Tv Martí son similares a Radio Europa Libre, como si esta última tuviese alguna honorabilidad o criterio ético.

De la Operación Pluto a la Guerra de los Misiles

Desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, sucesivos gobiernos de Estados Unidos han utilizado las transmisiones radiales con fines políticos diversionistas. De ese modo, por medio del diseño, financiamiento y ejecución gubernamentales, públicos o encubiertos, de diversas campañas propagandísticas y de guerra sicológica -mediante la repetición sostenida y la manipulación emocional, en particular tratando de explotar el miedo y el odio, y echando mano del rumor y las teorías conspirativas-, Estados Unidos ha buscado movilizar a la población cubana en contra de sus gobernantes.

La polémica sobre esas transmisiones es histórica y tiene ingredientes políticos, técnicos y legales cuyos antecedentes se remontan a 1917, cuando el presidente Woodrow Wilson creó el Comité de Información Pública -también conocido como Comité Creel-, que tuvo como objetivo obtener el consenso de la población estadunidense a través de la manufacturación de una campaña de histeria antialemana para arrastrar a la guerra a un país que hasta entonces era aislacionista. Poco después, el 25 de mayo de 1924, bajo la cobertura de la Unión

Panamericana, comenzaron las transmisiones estadunidenses hacia América Latina. En febrero de 1942 se creó la Voz de América (VOA); luego salió al aire Radio Europa Libre y en 1953 Radio Libertad, emisoras que transmitían programas con propósitos propagandísticos como complemento de la política exterior expansionista de Estados Unidos.

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y los países de América Central, la Agencia Central de Inteligencia inició la llamada "guerra del éter" contra Cuba. También utilizó plantas de radio instaladas en barcos especiales que transmitían programas subversivos en proximidad de las costas cubanas.

Como parte de la llamada Operación 40, la CIA había encargado a David Attle Phillips, oficial especializado en guerra sicológica, la puesta en marcha de una estación radial que se montó en una de las islas Swan, en las costas de Honduras, sobre el mar Caribe. Radio Swan era atendida por la compañía Gibraltar Steamship Corp., una de las firmas pantallas de la agencia, registrada en la ciudad de Miami. El director de la compañía era el banquero Thomas Cabor,

experimentado agente de inteligencia estadunidense que había dirigido a la United Fruit Co. y participó activamente en el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala, en 1954.

En el marco de la guerra secreta del presidente Dwigt Eisenhower contra Cuba, Radio Swan transmitía directivas a los agentes de la CIA en Miami y los campamentos de

contrarrevolucionarios cubanos en los países de América Central. En marzo de 1960

Washington sumó a su empeño subversivo contra la isla a la Voz de América y otras emisoras comerciales de Florida. La madrugada del 17 de abril de 1961, ya con el presidente John F. Kennedy en la oficina oval de la Casa Blanca, Radio Swan transmitió la señal convenida para el desembarco de la brigada 2506 en Playa Girón (Bahía de Cochinos). En los inicios de la

Operación Pluto -nombre codificado de esa acción encubierta autorizada por Kennedy, dirigida y financiada por la CIA y ejecutada por mercenarios exiliados cubanos-, Radio Swan reportó: "Los invasores avanzan continuamente en todos los frentes (...) por toda Cuba la gente se une a los invasores, junto con los rebeldes de la clandestinidad (...) las fuerzas de Castro se rinden en masa". Pero lo que había sido diseñado como "un paseo" de fin de semana concluyó 72 horas después con una estrepitosa derrota: el "Ejército de Liberación" armado y financiado por la CIA fue aniquilado por las fuerzas de defensa cubanas.

La guerra de desestabilización a corto y largo plazos contra Cuba siguió con la Operación Mangosta, que incluía un listado de actividades de espionaje, acciones de propaganda,

atentados y sabotajes que deberían converger en un "levantamiento popular" el 22 de octubre de 1962. Como parte de la infraestructura logística del operativo encubierto, la CIA aseguró los servicios de más de 50 firmas e instituciones, y Radio Swan, ya identificada entonces como emisora de propaganda de la agencia de inteligencia, fue rebautizada Radio de las Américas. Igual que en la Operación Pluto, la prensa comercial de Florida cumplió un importante papel en el desarrollo de los acontecimientos. En particular The Miami Herald, que destacó a dos reporteros en la sección Cuba, que contaban con acceso a la estación de la CIA conocida por su nombre en clave JM/WAVE.

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Sugar Loaf fueron alimentadas con propaganda del gobierno estadunidense y junto con otras emisoras comerciales de Florida retransmitieron programación diseñada para desmovilizar al pueblo cubano. Hasta se incluyeron grabaciones en ruso, destinadas a los técnicos soviéticos que cooperaban en la isla. Autores estadunidenses denominaron esa operación Propaganda Relámpago, la más notable en la historia del hemisferio occidental. Pero Washington y la CIA volvieron a fracasar.

Lunes 23 de octubre de 2006

Carlos Fazio /II y última Periodismo a la carta

Tras un periodo de relativa calma entre 1974 y 1979, se inició una segunda etapa de

transmisiones radiales virulentas hacia Cuba mediante el incremento de emisiones por onda corta desde el territorio de Estados Unidos. La nueva escalada contra la isla coincidió con el comienzo del gobierno de Ronald Reagan. En 1980 el programa Santa Fe I -como se conoció al primero de una serie de documentos elaborados por un grupo de expertos al servicio del Partido Republicano- recomendó la creación de una nueva radio, en el contexto de lo que ya se dibujaba como un conflicto de baja intensidad dirigido a resolver de una vez por todas el "problema cubano".

"La Habana debe ser responsabilizada por su política de agresión contra los estados hermanos de América. Entre otras medidas, será creada la Radio Cuba Libre, bajo abierta responsabilidad del gobierno de Estados Unidos. Emitirá información objetiva al pueblo cubano y, entre otras cosas, (detallará) los costos de la sacrílega alianza de La Habana con Moscú. Si la propaganda falla, debe ser lanzada una guerra de liberación contra Castro", decía textualmente el

documento de Santa Fe I.

Los asesores de Reagan echaron a andar un incipiente mecanismo de lobby para convencer al Congreso. Los esfuerzos culminarían en 1985. El 17 de mayo de ese año, Reagan convocó a una reunión de alto nivel en la Casa Blanca. Estuvieron presentes el vicepresidente George Bush; Caspar Weinberger, secretario de Defensa; el secretario de Estado, George Schultz; Robert McFarlane, consejero; el director de la CIA, William Casey; Charles Wick, director de la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), y otros miembros del Consejo de Seguridad

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"¿Por qué no retar el control de información de Castro en la isla, con transmisiones como las de Radio Europa Libre?", dijo un eufórico Mas Canosa, quien se convirtió en el tipo más popular del exilio anticastrista. Aunque no fue ideada por él, la creación de Radio Martí se convirtió en un símbolo de lo que era capaz de lograr el lobby de la FNCA. Graduado en un curso de propaganda de la CIA en Fort Bening, Mas Canosa reconocería después ante The Miami Herald que el proyecto radial "podía tener serias implicaciones militares".

Desde entonces, la emisora ha tratado -sin éxito- de fomentar un potencial opositor interno en la isla, que pueda dividir a la población y distanciarla de sus líderes, mientras se prepara el terreno para crear una situación de disturbios y acciones estridentes. Dicho de otro modo, la función de Radio Martí es fomentar un frente interno que justifique, desde el exterior,

eventuales acciones militares o de otra índole, por Estados Unidos, en defensa y apoyo de una presunta "oposición democrática".

Desde sus inicios, Radio Martí, que nació como un servicio para Cuba de La Voz de Estados Unidos -dependiente a su vez de la USIA, entidad gubernamental encargada de la propaganda en el exterior-, ha tenido como sello inequívoco el de la acción punitiva desde el éter y ha contado con elementos de flagrante ilegalidad en el campo de la radiodifusión. De forma simbólica, Radio Martí -que encarna una modalidad de subversión, desestabilización y penetración cultural e ideológica de Estados Unidos hacia Cuba- salió al aire utilizando en el sur de Florida las mismas antenas de transmisión que usó la CIA en los años 60 para

comunicarse con los grupos de misiones especiales y agentes infiltrados en la isla.

Tras la salida al aire de Radio Martí, asesores en guerra sicológica de Reagan comenzaron a manejar la idea de poner en práctica un proyecto televisivo para enviar propaganda a la isla. En las conclusiones finales, sus promotores se pronunciaron por la utilización de un aerostato cautivo, situado en la base militar de Cayo Cudjoe, próximo a Cayo Maratón. El aerostato, ubicado entre unos 3 mil y unos 4 mil metros de altura, contaría con un transmisor de alta potencia y una antena direccional adecuadamente diseñada que, orientada al este de la ciudad de La Habana, abarcaría una importante porción de la región occidental. Los estudios incluían, además, la posibilidad de utilizar uno o dos aviones para ampliar la cobertura de la señal.

Con toda justicia, el intento de imponer a Cuba una señal televisiva fue calificado de virtual Enmienda Platt electrónica, en alusión al apéndice impuesto por Estados Unidos a la

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concibió y puso en práctica un sofisticado sistema que, tan pronto la señal se proyecta desde el aerostato en Cayo Cudjoe, se "dispara" automáticamente e impide la penetración de la señal televisiva sobre territorio cubano.

Según varias investigaciones de la Oficina de Fiscalización General del Congreso de Estados Unidos, "los programas noticiosos de Tv Martí carecen de equilibrio periodístico y no cumplen con los requisitos de calidad de La Voz de Estados Unidos". Para el representante demócrata Bill Alexander, de Arkansas, Tv Martí es "una reliquia de la guerra fría". A su juicio, no beneficia "los intereses de Estados Unidos" y no tiene sentido "mantener una televisora que no se ve".

No hay duda, pues, de que al margen de las normas internacionales sobre radiodifusión, Estados Unidos ha venido utilizando medios masivos de comunicación como instrumento de propaganda subversiva, en un intento por desestabilizar y socavar el orden interno en Cuba. Para ello se ha valido durante años de periodistas mercenarios como Carlos Alberto Montaner que, ahora se sabe, recibían pagos del Departamento de Estado para mentir, hacer

propaganda, falsas denuncias y difamar a la revolución cubana, no para informar con objetividad.

Para muestra un botón: el 7 de agosto de 1989, Montaner preguntó en su comentario por Radio Martí: "¿Cuándo comenzó realmente la complicidad de Cuba con el narcotráfico? Aunque parezca increíble, hay pruebas tan remotas que (señalan que) desde 1961 el Che Guevara, entonces presidente del Banco Nacional (de Cuba); el capitán Moisés Crespo, de la policía política cubana, y nada menos que Salvador Allende (luego presidente de Chile) discutieron la posibilidad de crear una red de contrabando de drogas entre América Latina y Estados Unidos". Se trató de una gran patraña.

Por eso, mueve a risa ahora que Montaner y un grupo de periodistas corruptos hayan

reclamado a La Jornada mayor "rigor periodístico" y la acusen de haberse sumado "al pelotón de fusilamiento moral" contra ellos. Más allá de los conflictos éticos y de interés -que en lo personal han dicho que no los tienen-, el verdadero problema de Montaner y compañía es que han venido trabajando para Radio y Tv Martí, dos vehículos para la subversión en Cuba, y por ello han recibido miles de dólares durante años de sucesivas administraciones estadunidenses. Su respetabilidad y credibilidad, por tanto, no valen un centavo, aunque por presiones de la mafia terrorista de Miami -"que lo puso de rodilla", según el Granma- el Nuevo Herald haya tenido que restituir en su puesto a Alfonso, Connor y Cancio.

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