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Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa

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Academic year: 2021

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“Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa”

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Esquema de la Novena:

• Señal de la Cruz

• Rezo de la Oración Inicial y Oración correspondiente al día.

• Silencio y meditación.

• Coronilla del Espíritu Santo

• Letanía al Espíritu Santo

• Oración final.

Coronilla al Espíritu Santo 1. Señal de la Cruz

2. Acto de contrición: Señor mío y Dios mío Jesucristo, ten piedad de mí porque soy pecador. Te pido perdón por todos mis pecados porque con ellos te ofendí, rompí mi amistad contigo y mis hermanos, y me arrepiento de todo corazón de haberlos cometido. Te ruego, tengas piedad de mí porque soy pecador. Si quieres, Señor, puedes purificarme.

Ven, oh Espíritu Santo, purifícame de todos mis pecados y defectos. Límpiame y hazme nacer de nuevo por tu Misericordia. Ven Espíritu Santo, ven sobre mi alma y úneme de nuevo a Jesucristo para caminar con Él y con María hacia el Padre. Amén.

3. Intenciones: Divino Espíritu Santo, te ofrecemos el rezo de esta pequeña Coronilla en tu honor, pidiéndote tus Siete Sagrados Dones, y te pedimos en primer lugar por toda la Iglesia en el mundo entero. Te rogamos por el Papa, los Cardenales, Obispos y Sacerdotes, para que guíen a las almas a la santificación y por su propia santificación. Te rogamos por los misioneros del mundo entero para que con amor y ardor, anuncien el Evangelio. Te rogamos por todos los laicos para que sean testigos del Reino en medio del mundo. Te pedimos por toda la humanidad, para que conozca y ame a Jesucristo, y se santifique, en el Corazón de nuestra Iglesia. Te rogamos también por nuestras intenciones…

(enunciarlas). Amén.

4. Ven Espíritu Santo Creador

Se puede rezar o cantar.

“Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos;

llena de la gracia divina

los corazones que tú has creado.

Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo;

Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción.

Tú, con tus siete dones,

eres Fuerza de la diestra de Dios.

Tú, el prometido por el Padre.

Tú pones en nuestros labios tu Palabra.

Enciende tu luz en nuestras mentes,

infunde tu amor en nuestros corazones,

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y, a la debilidad de nuestra carne, vigorízala con redoblada fuerza.

Al enemigo ahuyéntalo lejos, danos la paz cuanto antes;

yendo tú delante como guía, sortearemos los peligros.

Que por ti conozcamos al Padre, conozcamos igualmente al Hijo y en ti, Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.

Gloria al Padre por siempre, gloria al Hijo, resucitado de entre los muertos, y al Paráclito por los siglos y siglos.

Amén.”

5. En cada Misterio rezamos:

• “Envía, Señor tu Espíritu, con el don de… (decirlo). Ven Espíritu Santo”

• Leemos la reflexión.

• Luego repetimos siete veces: “Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del

Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa”

• Rezar un Gloria.

6. Al finalizar los siete dones, rezamos:

• Letanía al Espíritu Santo -Señor, ten piedad de nosotros

-Jesucristo, -Señor,

-Dios, Padre celestial,

-Dios, Hijo, Redentor del mundo, -Dios, Espíritu Santo,

-Trinidad Santa, que sois un solo Dios, -Divina Esencia, Dios verdadero y único, -Espíritu de verdad y de sabiduría, -Espíritu de santidad y de justicia,

-Espíritu de entendimiento y de consejo, -Espíritu de caridad y de gozo,

-Espíritu de paz y de paciencia,

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-Espíritu de longanimidad y mansedumbre, -Espíritu de benignidad y de bondad, -Amor substancial del Padre y del Hijo, -Amor y vida de las almas santas, -Fuego siempre ardiendo,

-Agua viva que apagáis la sed de los corazones, -De todo mal, líbranos, Espíritu Santo.

-De toda impureza de alma y cuerpo, -De toda gula y sensualidad,

-De todo afecto a los bienes terrenos, -De todo afecto a cosas y a criaturas, -De toda hipocresía y fingimiento,

-De toda imperfección y faltas deliberadas, -Del amor propio y juicio propio,

-De la propia voluntad, -De la murmuración,

-De la doblez a nuestros prójimos,

-De nuestras pasiones y apetitos desordenados, -De no estar atentos a vuestra inspiración Santa, -Del desprecio a las cosas pequeñas,

-De la glotonería y malicia, -De todo regalo y comodidad,

-De querer buscar o desear algo que no seáis Vos, -De todo lo que te desagrade,

-De todo pecado e imperfección y de todo mal, -Padre amantísimo, Perdónanos.

-Divino Verbo, Ten misericordia de nosotros.

-Santo y Divino Espíritu, No nos dejes hasta ponemos en la posesión de la Divina Esencia, Cielo de los cielos.

-Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Enviadnos al divino Consolador.

-Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Llenadnos de los dones de vuestro espíritu.

-Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Haced que crezcan en nosotros los frutos del Espíritu Santo.

Ven, ¡oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V. Envía tu Espíritu y todo será creado.

R. Y se renovará la faz de la tierra.

Oremos

¡Oh Dios!, que habéis instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos, según el

mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor

nuestro. R. Amén.

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Oración inicial para cada día de la Novena…

Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas, el Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad, el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo, el Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los

obstáculos que se opongan a mi salvación, el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos, el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.

Oración final para cada día de la Novena…

Recibe, Divino Espíritu Santo, la consagración total de cuanto

soy y tengo, que te hago en este día para que te dignes en ser, en adelante, en cada instante de mi vida, en cada acción, mi Dirección, mi Luz, mi Guía, mi Fortaleza y todo el Amor de mi corazón.

Me abandono totalmente a tu obrar, y quiero ser dócil a tu inspiración divina.

¡Oh Divino Espíritu Santo! Dígnate a formarme como María, con María y en María, según el modelo de Jesús.

Gloria al Padre Creador, al Hijo Redentor y al Espíritu Santo Santificador, ahora y por siempre. Amén.

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Reflexiones para cada día de la Novena…

Inicia el viernes de la 6° semana de Pascua.

1.

Primer Día “

¡Espíritu Santo! ¡Señor de Luz! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro radiante esplendor!”

El Espíritu Santo

Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto, sólo una cosa hay que temer: el pecado. El pecado es el resultado de la ignorancia, debilidad e indiferencia. El Espíritu Santo es el Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor. Con sus siete dones ilumina la mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor de Dios. Para asegurarnos la salvación debemos

invocar al Divino Espíritu diariamente, porque “el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros” (Romanos 8,26).

Oración

Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para regenerarnos con el agua y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre nosotros los siete dones de tu

Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad, y llénanos con el

Espíritu del Santo Temor. Amén.

2.

Segundo Día: “

¡Ven, Padre de los pobres! Ven, tesoros que sostienes. Ven, Luz de todo lo que vive”

El don del Temor

El don del Santo Temor de Dios nos llena con un soberano respeto por Dios, y nos hace que a nada temamos más que a ofenderlo por el pecado. Es un temor que se eleva, no desde el pensamiento

del infierno, sino del sentimiento de reverencia y filial sumisión a nuestro Padre Celestial. Es el temor principio de sabiduría, que nos aparta de los placeres mundanos que podrían de algún modo separarnos de Dios. “Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan” (Ecl 2,17).

Oración

¡Ven, Oh bendito Espíritu de Santo Temor, penetra en lo más íntimo de mi corazón, que te tenga, mi Señor y Dios, ante mi rostro para siempre, ayúdame a huir de todas las cosas que te puedan ofender y hazme merecedor ante los ojos puros de tu Divina Majestad en el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad de la siempre Bendita Trinidad, Dios en el mundo que no tiene fin. Amén.

3.

Tercer Día: “

Tú, de todos los consoladores el mejor, visitando el corazón turbado, da la gracia de la placentera paz”

El don de Piedad

El don de Piedad suscita en nuestros corazones una filial afección por Dios como nuestro amoroso

Padre. Nos inspira, por amor a Él, a amar y respetar a las personas y cosas a Él consagradas, así

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como aquellos que están envestidos con su autoridad, su Santísima Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros padres y superiores, nuestro país y sus gobernantes. Quien está lleno del don de Piedad no encuentra la práctica de la religión como deber pesado sino como deleitante servicio. Donde hay amor no hay trabajo.

Oración

Ven, Oh Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón. Enciende dentro mío tal amor por Dios que encuentre satisfacción sólo en su servicio, y por amor a Él me someta amorosamente a toda legítima autoridad. Amén.

4.

Cuarto Día: “

Tú, en la fatiga dulce alivio, refresco placentero en el calor, solaz en medio de la miseria”

El don de Fortaleza

Por el don de Fortaleza el alma se fortalece ante el miedo natural y soporta hasta el final el desempeño de una obligación. La fortaleza le imparte a la voluntad un impulso y energía que la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas, a enfrentar los peligros, a estar por encima del respeto humano, y a soportar sin quejarse el lento martirio de la tribulación aún de toda una vida. “El que persevere hasta el fin, ese se salvará”(Mt 24,13).

Oración

Ven, Oh Espíritu de Fortaleza, alza mi alma en tiempo de turbación y adversidad, sostiene mis esfuerzos de santidad, fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los asaltos de mis enemigos, que nunca sea yo confundido y me separe de Ti, Oh mi Dios y mi máximo Bien. Amén

5.

Quinto Día: “

¡Luz inmortal! ¡Divina Luz! ¡Visita estos corazones tuyos y llena nuestro más íntimo ser!”

El don del Conocimiento

El don del Conocimiento permite al alma darle a las cosas creadas su verdadero valor en su relación con Dios. El conocimiento desenmascara la simulación de las creaturas, revela su vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como

instrumentos al servicio de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida. Guiados por su luz damos prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por encima de todo. “El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo posee” (Prov 16,22).

Oración

Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda percibir la voluntad del Padre; muéstrame la nulidad de las cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use sólo para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de ellas mirándote a Ti y tus premios

eternos. Amén.

6.

Sexto Día: “

Si tu apartas tu gracia, nada puro permanecerá en el hombre, todo lo que es bueno se volverá enfermo.

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El don del Entendimiento

El Entendimiento, como don del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar el significado de las verdades de nuestra santa religión. Por la fe las conocemos, pero por el entendimiento aprendemos a

apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el profundo significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, avivar la novedad de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de vida que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a “caminar dignos de Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el conocimiento de Dios”.

Oración

Ven, Oh Espíritu de Entendimiento, e ilumina nuestras mentes, que podamos conocer y creer en todos los misterios de la salvación, y que por fin podamos merecer ver la eterna luz en la Luz, y en la luz de la gloria tener una clara visión de Ti y del Padre y del Hijo. Amén

7.

Séptimo Día: “

Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. En nuestra aridez derrama tu rocío. Lava las manchas de la culpa”

El don de Consejo

El don de Consejo dota al alma de prudencia sobrenatural,

permitiéndole juzgar con prontitud y correctamente qué debe hacer, especialmente en circunstancias difíciles. El Consejo aplica los

principios dados por el Conocimiento y el Entendimiento a los innumerables casos concretos que confrontamos en el curso de nuestras diarias obligaciones en tanto padres, docentes, servidores públicos y ciudadanos cristianos. El Consejo es sentido común

sobrenatural, un tesoro invalorable en el tema de la salvación. “Y por encima de todo esto, suplica al Altísimo para que enderece tu camino en la verdad” (Ecl 37,15).

Oración

Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis

caminos para que siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi corazón a aquello que es bueno, apártame de todo lo que es malo y dirígeme por el sendero recto de tus Mandamientos a la meta de la vida eterna que yo anhelo. Amén.

8.

Octavo Día: “

Dobla la voluntad y el corazón obstinado, funde lo que está helado, calienta lo que está frío.

Guía los pasos que se han desviado!

El don de Sabiduría

Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraza a todas las otras virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los dones. De la Sabiduría está escrito: “todo lo bueno vino a mí con Ella, y riquezas innumerables me llegaron a través de sus manos”. Es el don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la esperanza, perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más alto grado. La Sabiduría ilumina la mente para discernir y apreciar las cosas de Dios, ante las cuales los gozos de la tierra pierden su sabor

, mientras la Cruz de Cristo produce una divina dulzura, de acuerdo a las palabras del Salvador:

“Toma tu cruz y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera”.

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Oración

Ven, Oh Espíritu de Sabiduría y revela a mi alma los misterios de las cosas celestiales, su enorme grandeza, poder y belleza. Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos los gozos

pasajeros y las satisfacciones de la tierra. Ayúdame a conseguirlas y a poseerlas para siempre. Amén.

9.

Noveno Día: “

Tú, en aquellos que siempre más te confiesan y te adoran, en tus siete dones, desciende. Dales alivio en la muerte. Dales vida Contigo en las alturas.

Dale los gozos que no tienen fin. Amén.

Los frutos del Espíritu Santo

Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes sobrenaturales al permitirnos practicarlas con mayor docilidad a la divina inspiración. A medida que crecemos en el conocimiento y en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu, nuestro servicio se torna más sincero y generoso y la práctica de las virtudes más perfecta. Tales actos de virtudes dejan el corazón lleno de alegría y consolación y son conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su vez, hacen la práctica de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso incentivo para esfuerzos aún mayores en el servicio de Dios.

Oración

Ven, Oh Divino Espíritu, llena mi corazón con tus frutos celestiales: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Que nunca esté yo cansado en el servicio de Dios sino que, por continua y fiel sumisión a tu inspiración, merezca estar eternamente unido Contigo, en el amor del Padre y del Hijo. Amén

Algunos mensajes de la Virgen María sobre el Espíritu Santo…

• Mensaje del 26 de mayo de 1996 (Solemnidad de Pentecostés) al Movimiento Sacerdotal Mariano, a través del P. Esteban Gobbi.

“Están recordando el prodigioso acontecimiento de la venida del Espíritu Santo, bajo forma de lenguas de fuego, en el Cenáculo de Jerusalén, donde los Apóstoles se habían reunido en oración Conmigo, su Madre Celestial.

También hoy ustedes, recogidos en oración en el Cenáculo espiritual de Mi Corazón Inmaculado, se están preparando para recibir el don prodigioso del segundo Pentecostés.

—El segundo Pentecostés vendrá para hacer volver a esta humanidad que se ha vuelto pagana y que vive bajo el potente influjo del Maligno, a la plena comunión de vida con su Señor que la ha creado, redimido y salvado.

Lenguas de fuego milagrosas y espirituales purificarán los corazones y las almas de todos, que se verán a sí mismos en la Luz de Dios, y serán traspasados por la afilada espada de Su Verdad divina.

—El segundo Pentecostés vendrá para conducir a toda la Iglesia al vértice de su máximo esplendor.

El Espíritu de sabiduría la conducirá a la perfecta fidelidad al Evangelio; el Espíritu de consejo la asistirá y la confortará en todas sus tribulaciones; el Espíritu de fortaleza la llevará a un cotidiano y heroico testimonio de Jesús.

Sobre todo, el Espíritu Santo comunicará a la Iglesia el don precioso de su unidad plena y de la mayor santidad.

Sólo entonces Jesús traerá a ella Su Reino de gloria.

—El segundo Pentecostés descenderá en los corazones para transformarlos y volverlos sensibles y abiertos al amor, humildes y misericordiosos, libres de todo egoísmo y de toda maldad.

Entonces el Espíritu del Señor transformará los corazones de piedra en corazones de carne.

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—El segundo Pentecostés abrasará, con el fuego de Su Divino Amor, los pecados que oscurecen la belleza de vuestras almas.

De este modo vuestras almas volverán a la plena comunión de vida con Dios, serán jardín privilegiado de Su Presencia y en este luminoso jardín florecerán todas las virtudes, cultivadas con particular solicitud por Mí, su celestial Jardinera.

Así el Espíritu Santo difundirá sobre la Tierra el don de Su Divina Santidad.

—El segundo Pentecostés descenderá sobre todas las naciones que están tan divididas por el egoísmo y los intereses particulares, por antagonismos que con frecuencia enfrentan las unas a las otras. Y así se han difundido por todas partes las guerras y las luchas fratricidas que han hecho derramar tanta sangre en sus calles.

Entonces las naciones formarán parte de una sola y gran familia, recogida y bendecida por la presencia del Señor entre ustedes.

Hoy los invito a entrar en el Cenáculo de Mi Corazón Inmaculado, para recogerse en oración Conmigo, su Madre Celestial.

Así unidos imploramos el don del Espíritu Santo y juntos esperamos la venida del segundo Pentecostés que renovará el mundo y cambiará la faz de la Tierra”

• Mensaje del 22 de mayo de 1994 (Solemnidad de Pentecostés), al MSM a través del P. Esteban Gobbi.

“Hoy se encuentran aquí reunidos en un continuo Cenáculo de oración con su Madre Celestial, en la celebración litúrgica de la solemnidad de Pentecostés.

Y repiten con intensidad de amor, la oración que Yo misma les enseñé: “Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, Tu Esposa amadísima”.

Ven, Espíritu Santo.

Es necesaria una nueva y universal efusión del Espíritu Santo, para alcanzar los nuevos tiempos tan esperados.

Se necesita que venga pronto el segundo Pentecostés.

Éste sólo puede suceder en el Cenáculo de Mi Corazón Inmaculado. Para esto renuevo hoy la invitación a toda la Iglesia de entrar en el Cenáculo que la Madre Celestial les ha preparado para los últimos tiempos. Ustedes pueden entrar allí con el acto de Consagración a Mi Corazón Inmaculado.

Suplico que esta Consagración, pedida por Mí con tan preocupada insistencia, se haga por los obispos, por los sacerdotes, por los religiosos y por los fieles. Y se haga por todos para abreviar el tiempo de la gran prueba que ya ha llegado.

El Espíritu Santo entonces los llevará a la comprensión de la Verdad toda entera.

El Espíritu Santo les hará comprender los tiempos que están viviendo.

El Espíritu Santo será luz en su camino y los volverá testigos valientes del Evangelio en la hora tremenda de la gran apostasía.

El Espíritu Santo los hará entender cuanto Yo les haré manifiesto de lo que está contenido en el libro todavía sellado.

El Espíritu Santo dará Su perfecto testimonio al Hijo, preparando los corazones y las almas a recibir a Jesús que retornará a ustedes en gloria.

Ven, Espíritu Santo.

Ven por la poderosa intercesión de Mi Corazón Inmaculado.

Mi hora es la hora del Espíritu Santo.

El Triunfo de Mi Corazón Inmaculado coincidirá con el gran prodigio del segundo Pentecostés.

Descenderá nuevo fuego del cielo y purificará toda la humanidad que se ha vuelto pagana.

Será como un juicio en pequeño y cada uno se verá a sí mismo en la luz de la Verdad misma de Dios.

Así los pecadores volverán a la gracia y a la santidad; los descarriados al camino del bien; los alejados a la casa del Padre;

los enfermos a la completa curación; los soberbios, los impuros, los colaboradores malvados de Satanás, serán para siempre vencidos y condenados.

Entonces Mi Corazón de Madre tendrá Su Triunfo sobre toda la humanidad, que volverá a un nuevo desposorio de amor y de vida con su Padre Celestial.

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Ven, Espíritu Santo.

Ven por la voz de Tu Esposa amadísima que Te llama.

Yo soy la Divina Esposa del Espíritu Santo.

Como por singular designio del Padre, Me he convertido en la verdadera Madre del Hijo, así he llegado a ser verdadera Esposa del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se ha entregado a Mi Alma con una interior y verdadera unión esponsal y de ella ha nacido el Fruto Divino de la concepción virginal del Verbo en Mi purísimo seno.

El Espíritu no puede resistir a la voz de la Esposa que lo llama.

Por esto únanse todos a Mí, Mis pequeños hijos, al invocar hoy el don del Espíritu Santo.

Que su súplica se convierta en la oración de estos últimos tiempos.

Que sea su oración habitual, repetida frecuentemente por ustedes, porque se las ha enseñado y se la ha solicitado ardientemente por su Madre Celestial: “Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María Tu Esposa amadísima”.

Y abran los corazones a la esperanza, porque está por llegar a ustedes el mayor prodigio del segundo Pentecostés.”

Ambos mensajes han sido tomados del libro azul “A los sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen”, que contiene todos los mensajes revelados en forma de locución interior al P. Esteban Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano. Se ha adaptado al idioma español latinoamericano al transcribirlos.

Si desean conocer los mensajes y/o tener el libro, por favor escríbenos a cmrpa@hotmail.com y te informaremos como conseguirlo.

• Mensaje en Medjugorje el 2 de octubre de 2016.

“Queridos hijos, el Espíritu Santo, por el Padre Celestial, me ha hecho Madre, la Madre de Jesús y con esto, también la Madre de ustedes. Por eso vengo para escucharlos, para abrirles mis brazos maternos, para darles mi Corazón y para invitarlos a permanecer conmigo. Porque desde lo alto de la Cruz mi Hijo los ha confiado a mí. Pero lamentablemente, muchos hijos míos no han conocido el amor de mi Hijo y muchos no desean conocerlo. ¡Oh hijos míos!, qué mal hacen aquellos que, para poder creer necesitan ver o razonar. Por eso hijos míos, apóstoles míos, en el silencio de su corazón, escuchen la voz de mi Hijo, para que el corazón de ustedes sea Su morada, para que no sea un corazón oscuro ni triste, sino iluminado por la luz de mi Hijo. Con la fe busquen la esperanza, porque la fe es la vida del alma. Nuevamente los invito: oren. Oren para poder vivir la fe en humildad, en la paz del alma e

iluminados por la luz. Hijos míos, no se esfuercen en comprender todo de una vez,

porque tampoco yo comprendía todo, sin embargo, he amado y he creído en las palabras divinas que mi Hijo decía, Él, que ha sido la primera luz y el origen de la redención. Apóstoles de mi amor, ustedes que oran, que se sacrifican, ustedes que aman y no juzgan, vayan y difundan la verdad: las palabras de mi Hijo, el Evangelio, porque ustedes son el evangelio vivo, ustedes son los rayos de la luz de mi Hijo. Mi Hijo y yo estaremos a su lado, los alentaremos y los

pondremos a prueba. Hijos míos, pidan siempre la bendición de aquellos, y solo de aquellos, cuyas manos ha bendecido mi Hijo, de sus pastores. ¡Les doy las gracias!”.

• Mensaje en Medjugorje el 25 de mayo de 2016

“¡Queridos hijos! Mi presencia es un don de Dios para todos ustedes y un estímulo a la conversión. Satanás es fuerte y quiere poner desorden e inquietud en vuestros corazones y pensamientos. Por eso, ustedes hijitos, oren para que el Espíritu Santo los guíe por el verdadero camino de la alegría y de la paz. Yo estoy con ustedes e intercedo ante mi Hijo por ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

• Mensaje en Medjugorje el 2 de mayo de 2016

“Hijos míos, mi Corazón materno desea su sincera conversión y fe firme para que puedan transmitir el amor y la paz a todos aquellos que los rodean. Pero, hijos míos, no lo olviden: cada uno de ustedes es un mundo único ante el Padre

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Celestial; por eso, permitan que la obra incesante del Espíritu Santo actúe en ustedes. Sean, hijos míos, espiritualmente puros. En la espiritualidad está la belleza: todo lo que es espiritual está vivo y es muy hermoso. No olviden que en la Eucaristía, que es el corazón de la fe, mi Hijo está siempre con ustedes, viene a ustedes y parte el pan con ustedes porque, hijos míos, Él ha muerto por ustedes, ha resucitado y viene nuevamente. Estas palabras mías ustedes las conocen porque son la verdad y la verdad no cambia; solo que muchos hijos míos la han olvidado. Hijos míos, mis palabras no son ni antiguas ni nuevas, son eternas. Por eso los invito, hijos míos, a mirar bien los signos de los tiempos, a recoger las cruces despedazadas y a ser apóstoles de la Revelación. ¡Les doy las gracias!”

Referencias

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