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LA MARAVILLOSA EXPERIENCIA DE INVESTIGAR LAS FAMILIAS DE ESTRELLAS EN EL UNIVERSO 1

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Academic year: 2021

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LA MARAVILLOSA

EXPERIENCIA DE INVESTIGAR

LAS FAMILIAS DE ESTRELLAS

EN EL UNIVERSO

1

Palabras clave: Astrofísica estelar; cúmulos estelares; fotometría; espectroscopia.

Key words: Stellar astrophysics; stellar cluster; photometry; spectroscopy.

Juan J. Clariá

Observatorio Astronómico, Universidad Nacional de Córdoba

jjclaria@gmail.com

1 Editora designada: Ursula Molter

En esta reseña, el Dr. Juan José Clariá repasa parte importante de su vida profesional dedicada a la investigación y a la enseñanza de la Astronomía en el ámbito nacional e internacional. Describe tanto el lugar fundamental que implicó para su carrera el Observatorio Astronómico de Córdoba en el estudio de familias de estrellas en nuestra y en otras galaxias, como la agradable aventura que resultó el desarrollo de la disciplina en países como Venezuela y Brasil. A través de una escritura didáctica, apasionada y personal, el investigador cordobés entrelaza aspectos de su vida familiar y de su actividad científica, da cuenta de los principales

Clariá describe su pasión por el estudio de los cúmulos de estrellas en los cielos del hemisferio sur, y arriesga una curiosa similitud: Pa-recería entonces que en mi familia

hay tantos miembros o hermanos como estrellas en un cúmulo

glo-bular. ¿Explicará acaso esto mi vocación por las grandes familias estelares? En mi adolescencia, cuando en una noche despejada dirigía mi vi-sión hacia lo más recóndito del cielo, acompañado por lo general por al-gún ocasional compañero de pesca en la quebrada de Las Moras en el bellísimo San Clemente (Córdoba),

sentía que se me estremecía el alma. Recuerdo que se me agolpaban las preguntas una tras otra como un torbellino: ¿cómo se habrán forma-do estas enigmáticas lucecitas que tan rítmicamente parpadean? ¿Será tal vez que ellas, las estrellas, como nosotros, los seres humanos, nacen, crecen, evolucionan, envejecen y fi-nalmente desaparecen? ¿Cómo ocu-rrirá ese misterioso proceso de vida y muerte de las estrellas? ¿Cuánto tiempo le llevará a una estrella na-cer, envejecer y morir? ¿Cuál será la historia de nuestro Sol?

No quise quedarme con és-tas y otras dudas y, siendo casi un

adolescente, ingresé al Instituto de Matemática, Astronomía y Física (IMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) con la ilusión de proveerme del arsenal matemático y físico necesario para combatir mi ignorancia en estos y tantos otros temas relacionados con el Univer-so. Luego de varias décadas vividas como astrónomo profesional, creo haberme dado el gusto de saborear muchas de las respuestas a mi larga lista de interrogantes.

¿Cuál es el interés en estudiar las familias de estrellas ligadas gra-vitacionalmente, los denominados cúmulos estelares? ¿Por qué razón

hallazgos efectuados en las distintas áreas de la Astrofísica Estelar, así como rememora su amplísima labor docente (de más de cuarenta años), a partir de la cual formó a varias generaciones de astrónomos, argentinos y extranjeros, algunos de ellos actualmente muy reconocidos. Entre otros importantes aspectos, la biografía da cuenta del importante papel de Clariá en la dirección del Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Provincia de Córdoba (CONICOR) y de la Asociación Argentina de Astronomía, asimismo repasa algunos de los numerosos reconocimientos y premios obtenidos a lo largo de su trayectoria.

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elegí dedicar buena parte de mi vida al estudio de estos sistemas? Ocurre que, en comparación con las estre-llas aisladas, las estreestre-llas de un cú-mulo estelar presentan la ventaja de que comparten varias propiedades en común. En efecto, todas se en-cuentran prácticamente a la misma distancia del Sol y poseen un movi-miento global común en el espacio. Por haberse formado casi al mismo tiempo a partir de la misma nube de gas primigenia, todas tienen aproxi-madamente la misma edad e incluso composición química bastante pa-recida. Los cúmulos abiertos (CAs) - como el conocido cúmulo del Tra-pecio de la constelación de Orión - presentan en general una morfo-logía más o menos irregular, inclu-yen típicamente algunas decenas o centenares de estrellas, en ocasiones algunos miles, y sus edades oscilan entre poco menos de un millón de años los más jóvenes y unos 8 ó 9 mil millones de años los más viejos.

Por su parte, los cúmulos globu-lares (CGs), como el bien conocido Omega Centauri, tienen apariencia esférica o globular, incluyen varias decenas o centenas de miles e inclu-so millones de estrellas y sus edades superan en casi todos los casos los 10 mil millones de años. Desde mi perspectiva, la importancia del estu-dio de las familias de estrellas radica en que el conocimiento de sus pro-piedades astrofísicas, tanto estadísti-cas de conjunto como individuales de sus miembros, ha desempeñado y aún desempeña un papel funda-mental en el desarrollo de la Astrofí-sica Estelar. En efecto, gracias al es-tudio de los cúmulos estelares desde muy diversos puntos de vista, hemos podido comprender definitivamente cómo se forman las estrellas a partir del material interestelar, cómo ellas evolucionan a lo largo de millones de años y cómo terminan sus vidas pasando por las distintas configu-raciones de equilibrio, tales como

enanas blancas, estrellas de neutro-nes o, eventualmente (dependiendo de sus masas), enigmáticos agujeros negros. Los estudios de los cúmulos estelares nos han permitido com-prender cómo es la estructura de nuestra Galaxia, cómo ella misma se formó y evolucionó e incluso cómo se formaron y evolucionaron otras galaxias.

Tanto los CAs como los CGs son de enorme interés astrofísico por muchas razones. Los CAs jóvenes, por ejemplo, son muy buenos tra-zadores de la estructura espiral de nuestra Galaxia, mientras que los más viejos son excelentes laborato-rios para estudiar las distintas etapas de la evolución estelar. Los CGs, por su parte, son probablemente los objetos más viejos conocidos en el Universo, cuya formación se

re-monta a los instantes posteriores al Big Bang, la Gran Explosión que dio origen al propio Universo. Debido a su extremada longevidad, han sido testigos de eventos que han ocurri-do hace miles de millones de años, por lo que constituyen una parte muy valiosa de la historia de nues-tra Galaxia y del mismo Universo. En particular, sus edades, hoy en día determinadas con mucha ma-yor precisión que hace unos pocos años atrás, imponen límites o restric-ciones a los modelos cosmológicos vigentes. Nótese que el Universo no puede ser más joven que los objetos más viejos que el mismo contiene, por lo que esta simple aseveración explica la importancia cosmológica que tiene la determinación de eda-des de los CGs.

Figura 1: Fotografía del Trapecio de Orión, cúmulo abierto de estrellas

ubicado en el corazón de la nebulosa de Orión, en la constelación homó-nima. Este cúmulo fue descubierto por Galileo Galilei en 1617. Fotografía tomada por el Telescopio Espacial Hubble.

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 MI FAMILIA PATERNA, MIS CO-MIENZOS

No me resulta sencillo intentar resumir una visión autobiográfica, entre otras cosas por la inevitable cuota de subjetividad que segura-mente se filtrará en mi relato. Nací en la ciudad de Córdoba el 13 de junio de 1945, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, en el seno de una familia de clase me-dia de la que recibí como mayor herencia el ejemplo de mis padres. En efecto, fueron ellos quienes me inculcaron desde temprana edad los valores esenciales de la vida: liber-tad, valor de la palabra, honestidad, responsabilidad, respeto y amor al prójimo. Mi padre, médico cardió-logo asimilado al ejército, fue un típico intelectual, una persona ex-tremadamente curiosa que no dejó libro sin leer y exhibió siempre una notable avidez por saber, por

cono-cer, por estar siempre informado. Mi padre ejerció con enorme entrega e idoneidad su profesión de médico, tanto en su consultorio particular como en el Hospital Militar Cór-doba del que fue director durante varios años. Alternó esa actividad, entre otras, con las tareas de profe-sor de Semiología en la UNC y de Zoología y Botánica en el Colegio Nacional de Monserrat. Mi madre, sólo con formación secundaria, de-dicó su vida por entero al cuidado del hogar, a la educación de sus hi-jos y a una incontable cantidad de obras de bien y/o solidaridad para con el prójimo. Con profundas con-vicciones cristianas, ambos tuvieron 17 hijos, de los cuales yo ocupo el sexto lugar. Parecería entonces que en mi familia hay tantos miembros o hermanos como estrellas en un cú-mulo globular. ¿Explicará acaso esto mi vocación por las grandes familias estelares? Cuando, debido a mi

pro-fesión, alguien se atreve a preguntar-me si creo en la existencia de seres extraterrestres, suelo responder de inmediato afirmativamente, aclaran-do con humor que no sólo creo sino que he vivido muchos años con al-gunos de ellos, mis padres.

Completé mis estudios primarios en la Escuela Presidente Sarmiento en la ciudad de Córdoba. Luego de realizar el sexto grado libre, pasé directamente a cursar mis estudios secundarios en el Colegio Nacio-nal de Monserrat del cual egresé en 1962. Debo admitir que fui siempre un alumno aplicado, consecuencia natural de mi vocación por el estu-dio. Al terminar el ciclo secundario, me hice acreedor al Premio Duarte Quirós consistente en una medalla de oro que conservo como un pciado tesoro. Guardo gratísimos re-cuerdos de ambos colegios, muy en especial del Monserrat, por la

mag-Figura 2: Fotografía del cúmulo Omega Centauri, el más grande y más brillante de los cúmulos globulares de la

Vía Láctea, descubierto por Edmond Halley en 1677. Fotografía tomada con un telescopio de 2.6 m en el Obser-vatorio de Cerro Paranal (Chile).

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nífica y muy completa formación re-cibida. Recuerdo con claridad todo el plantel de profesores, algunos de los cuales fueron verdaderos maes-tros que dejaron su marca en mi for-mación de adolescente.

 ALGUNOS SUEÑOS, MI FAMI-LIA ACTUAL, MI CARRERA

Siendo un adolescente, tuve al-gunos sueños como todos quienes hemos sido jóvenes alguna vez. Recuerdo en especial uno de esos sueños, el de poder encontrar en mi camino a una gran mujer, una mu-jer completa, esencialmente linda por dentro y, si fuera posible, tam-bién por fuera. Después de muchos años puedo afirmar con alegría que ese sueño se me cumplió absolu-tamente. Efectivamente, a fines de la década del 60, tuve la suerte de encontrar a Graciela, mi compañera de todas las batallas. Luego de con-quistarla, no sin esfuerzo, decidimos

casarnos en 1973 y desde hace poco más de 47 años venimos transitando juntos nuestra vida, entrañablemen-te unidos, disfrutando nuestros 5 hi-jos, nuestras tres nueras, un yerno y, por el momento, sólo por el momen-to, 8 muy cariñosos nietos.

No fue éste, sin embargo, mi único sueño de adolescente. Re-cuerdo también que anhelaba es-tudiar Astronomía en el prestigioso Instituto de Matemática, Astronomía y Física (IMAF) de la UNC, actual-mente transformado en la Facultad de Matemática, Astronomía y Físi-ca (FaMAF). El IMAF (hoy FaMAF) era y es, probablemente, una de las instituciones más respetadas de la UNC. Cuando ingresé al IMAF en 1963, este instituto realmente infun-día miedo por el nivel de exigencia y por la calidad y el prestigio de sus profesores. Pues bien, mi deseo era estudiar Astronomía en el IMAF porque pensaba que allí podría

fa-miliarizarme con algunos conceptos básicos y no tan básicos de Física, Matemática y Astronomía que pu-dieran ayudarme a responder algu-nas de las muchísimas preguntas que siendo muy chico se agolpaban en mi limitado cerebro. Sentía curio-sidad y una predilección particular por el estudio de las grandes fami-lias de estrellas ligadas gravitacio-nalmente, por los cúmulos estelares, a los que finalmente dediqué buena parte de mi vida profesional. Pues bien, este segundo sueño de estudiar Astronomía en el IMAF también se me cumplió, ya que pude completar tanto la Licenciatura como el Doc-torado íntegramente en esa institu-ción, este último bajo la dirección de mi querido amigo, ya fallecido, el Dr. Roberto Félix Sisteró. Hasta donde tengo conocimiento, mi Tesis Doctoral fue la primera en la historia del IMAF dirigida por un egresado del mismo IMAF. Debo reconocer que fue mi hermano Carlos Horacio,

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una persona brillante, quien me ayu-dó a tomar la decisión de ingresar al IMAF.

Cursar en el IMAF fue una ex-periencia apasionante y, al mismo tiempo, agobiante. En el primer año era y me sentía claramente más jo-ven que casi todos mis compañeros, sin ninguna experiencia para rendir exámenes debido a que nunca antes había pasado por esto en el Colegio Monserrat. Admiraba y envidiaba a varios de mis compañeros del cur-sillo de ingreso, casi todos mayores que yo, quienes demostraban poseer sólidos conocimientos sobre mu-chas de las cosas que yo estaba es-cuchando por primera vez. Lamenta-blemente, un desgraciado accidente motociclístico me obligó a postergar algo más de un año la obtención de mi título de Licenciado en 1969. Mi Trabajo Especial o Tesis de Licen-ciatura, desarrollada sobre un tema que yo mismo elegí, dio lugar a in-teresantes resultados que justifica-ron poco después la elección de mi tema de Tesis Doctoral, desarrollada también íntegramente en el IMAF y completada en poco más de 3 años en 1973. Este último período lo re-cuerdo como uno de aquéllos en los que trabajé con mayor entusiasmo, en forma absolutamente indepen-diente, completando la lectura de una extensa bibliografía, esforzán-dome por adquirir experiencia en la aplicación de modernas técni-cas de observación prácticamente desconocidas en el Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) en esa época, redactando propuestas de observación para los telescopios del Observatorio Interamericano de Cerro Tololo en Chile, aprendiendo técnicas de reducción de datos foto-métricos y espectroscópicos y otras actividades. Si bien mi jornada de trabajo en aquella época era típi-camente de 11 ó 12 horas casi co-rridas, recuerdo que mi entusiasmo

superaba siempre con holgura mi agotamiento.

 MI TESIS DOCTORAL

Realmente disfruté trabajando en el tema de mi tesis elegido en una época en la que era difícil en Córdo-ba, sino imposible, aplicar las técni-cas observacionales necesarias para el fin propuesto. Mi Tesis Doctoral versó sobre una investigación de un campo de la Vía Láctea en la región de la asociación estelar Canis Ma-jor OB1. Sobre la base de una gran cantidad de datos espectrofotomé-tricos que yo mismo recolecté con diferentes telescopios del Observa-torio norteamericano de Cerro To-lolo (Chile), pude comprobar que el conglomerado de estrellas conocido entonces como Canis Major OB1, es una genuina y muy particular familia de estrellas -una asociación estelar en la jerga astronómica- en la que han ocurrido y siguen ocu-rriendo una variedad de procesos de enorme interés astrofísico. Este des-cubrimiento hizo posible que Canis Major OB1 no sólo haya sido elegi-da como portaelegi-da de algunas revis-tas de prestigio internacional, sino que además fuera seleccionada por muchos astrónomos para una varie-dad de estudios posteriores. Mi tesis vio la luz en 4 trabajos publicados como único autor en las revistas The Astronomical Journal y Astronomy & Astrophysics. El impacto de los mis-mos puede juzgarse por las casi 200 citas registradas a la fecha.

 MI EXPERIENCIA EN VENEZUE-LA Y BRASIL

No puedo negar que he sido muy feliz jugando a la Astronomía duran-te muchos años, alduran-ternando esta di-versión con la práctica de algunos deportes. En realidad lo sigo siendo todavía hoy porque, en rigor, los que amamos esta profesión no nos

jubi-lamos nunca o casi nunca. A princi-pios de 1973, poco antes de haber obtenido mi doctorado y cuando me desempeñaba en el OAC como Au-xiliar Docente de 1ª categoría, reci-bí del Dr. Jürgen Stock, Director de Instituto Venezolano de Astronomía en Mérida, un ofrecimiento para in-corporarme a esa institución como astrónomo contratado, en condicio-nes muy ventajosas para la época. Esa propuesta, aceptada formalmen-te por mí al poco tiempo, consti-tuyó en su momento un verdadero desafío para mis jóvenes 28 años de edad, ya que el contrato implicaba el dictado de materias de Astrono-mía y Física, la puesta a punto de un telescopio de un metro de diámetro del Observatorio de Llano del Hato en los andes venezolanos y un fuer-te compromiso para impulsar la por entonces incipiente astronomía ve-nezolana. Partí para Venezuela a co-mienzos de 1974 con la compañera de todas mis batallas, siendo ambos muy jóvenes, llevando a nuestro hijo mayor que entonces tenía apenas 3 meses. Permanecí en ese hermosí-simo país que por entonces era Ve-nezuela durante casi 3 años, brin-dándome por entero a las funciones para las cuales fui contratado. Tuve la suerte de encontrarme en Mérida con el Dr. Wayne Osborn, un co-lega norteamericano radicado allí desde varios años antes de mi arri-bo y con quien simpaticé desde un principio. En efecto, en muy poco tiempo forjamos una sólida amistad que permanece en la actualidad. De Venezuela no sólo me traje un hijo con esa nacionalidad sino que ade-más regresé con la alegría de haber podido ayudar a formar mi primera discípula, la Doctora Patricia Rosen-zweig, actualmente en la Universi-dad de Los Andes. En esa universi-dad tuve oportuniuniversi-dad de dictar un curso de posgrado a jóvenes físicos interesados en temas de Astrofísica Estelar. Como resultado del mismo

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surgió mi primer libro Elementos de Fotometría Estelar, cuya primera edición se publicó en Venezuela y la segunda en Argentina (Clariá 2008). Para mi felicidad, durante muchos años ese libro ha sido y continúa siendo recomendado como biblio-grafía complementaria en la cátedra de Astrofísica General de la FaMAF.

Estando en Venezuela recibí una propuesta de los Dres. Federi-co Strauss y Edemundo Da Rocha Vieira desde Brasil para agregarme al Instituto de Física de la Universi-dad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS) en Porto Alegre. Ambos colegas me expresaron su deseo de que yo realizara en Brasil lo mismo que había hecho en Venezuela, esto es, ayudar a desarrollar la por enton-ces incipiente astronomía brasileña. Estuvimos con Graciela y mis dos hi-jos mayores, entonces muy chiqui-tos, poco más de dos años y medio en Porto Alegre. El azar quiso enton-ces que en la época en que Argen-tina ganaba su primer campeonato mundial de futbol (junio de 1978), yo me encontrara en el país de los pentacampeones mundiales. Cual-quiera puede imaginar la tortura que significó para mí, joven profesor argentino en la UFRGS, tener que transitar esos días exhibiendo mi justificada alegría frente a la enorme desazón de los hermanos brasileños. De Brasil me traje la alegría de haber podido tener como alumnos o beca-rios vabeca-rios jóvenes estudiantes, hoy reconocidos astrónomos, tales como Eduardo Bica, Thaisa Bergman y Ke-pler de Souza, entre muchos otros. Un logro probablemente importan-te de mi estadía en Brasil fue haber podido coordinar la instalación del nuevo equipo fotométrico con con-tador de fotones del telescopio de 60 cm del Observatorio ubicado en el Morro Santana, en las afueras de Porto Alegre. Pude además adquirir en Estados Unidos, no sin esfuerzo, los 6 filtros interferenciales del

sis-tema fotométrico DDO (David Dun-lap Observatory), logré familiarizar a varios estudiantes en el uso y la aplicación de este sistema y, antes de regresar a mi país, pude dejar en manos de mis alumnos y colegas una lista detallada de los proyectos científicos que a mi entender po-drían ser desarrollados en Porto Ale-gre, pese a las adversas condiciones climáticas del lugar. Antes de mi re-greso a la Argentina, recomendé ex-presamente a los Dres. Strauss y Da Rocha Vieira la contratación, en mi reemplazo, de la Dra. Miriani Pas-toriza y poco después del entonces Licenciado Horacio Dottori, los dos muy apreciados y respetados co-legas del OAC. Instalados en Porto Alegre desde fines de 1978, ambos vienen desde entonces desarrollan-do una excelente labor científica y docente en el Instituto de Física de la UFRGS.

 REGRESO A LA ARGENTINA E INGRESO AL CONICET

A mediados de 1978, cuando aún me encontraba en Brasil, re-cibí con gran alegría una carta del entonces Director del OAC, Dr. Carlos Raúl Fourcade, en la que me expresaba su deseo de que regresa-ra al OAC, ofreciéndome un cargo interino de Profesor Adjunto con dedicación exclusiva. Si bien tanto yo como mi esposa Graciela nos encontrábamos muy cómodos en Brasil, comenzábamos también por entonces a sentir el desarraigo. Las palabras extremadamente generosas y alentadoras del Dr. Fourcade sig-nificaron un enorme estímulo para acelerar el regreso al país, motivo por el cual solicité en ese año de 1978 mi ingreso a la Carrera del In-vestigador Científico del CONICET. Si no tomé antes esta decisión, una vez doctorado en Argentina, fue de-bido exclusivamente a mi deseo de realizar experiencias previas fuera de mi país. Tuve la oportunidad de

desarrollar estudios de posgrado en Estados Unidos, en particular con el reconocido Dr. Helmut Abt en la Universidad de Arizona, los que seguramente habrían resultado muy provechosos para mi formación. Sin embargo, luego de recibir in-teresantes propuestas primero des-de Venezuela y luego des-desdes-de Brasil, prevaleció mi deseo de permanecer algunos años en estos dos países, procurando impulsar el desarrollo de la Astronomía en los mismos. De más está aclarar, por otra parte, que las condiciones económicas por las que fui contratado en esos dos paí-ses eran largamente superiores a las que podía ofrecerme mi país.

Regresé a la Argentina en sep-tiembre de 1979, con 34 años re-cién cumplidos y como investigador independiente del CONICET, con lugar de trabajo en el OAC. Cuatro años después fui designado Profe-sor Titular por concurso en el IMAF. Apenas instalado en Córdoba, me incorporé al Grupo de Astrofísica Estelar que por entonces lideraba el Dr. Sisteró.

Recuerdo que regresé a mi país con otro sueño rondando en mi ca-beza, el de poder ayudar a formar jóvenes con los cuales conformar un pequeño grupo en el que pudié-semos trabajar en paz y armoniosa-mente. Parecería ser ésta una meta menor, pero a mi criterio no lo fue, todo lo contrario, era realmente una meta mayor. Digo esto porque es bien sabido que los seres humanos, incluyendo los astrónomos, convivi-mos con varios defectos o lastres, ta-les como egoísmos, mezquindades, envidias, espíritu de competencia a veces desleal, etc. y para conformar un grupo dentro del cual todos po-damos trabajar en paz y armonio-samente hay que desprenderse de buena parte de estos lastres. Desde 1979 a la fecha tuve la suerte de ayudar a formar varios jóvenes de

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ambos sexos con los cuales, con el tiempo, pudimos prolongar la exis-tencia del Grupo de Astrofísica Es-telar, más aún cuando el Dr. Sisteró dejó el OAC y pasó en 1993 a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Para conformar este Grupo, confieso que procuré siempre inculcar a mis dirigidos los valores esenciales, fundamentales, que debe tener un ser humano. A mi entender, esos valores son la ho-nestidad profesional, el respeto por los que piensan distinto y la gene-rosidad o predisposición para dar a conocer a los demás los conoci-mientos adquiridos o la experiencia recogida. En mi opinión, estos han sido siempre los principios básicos, innegociables, para la formación de un buen Grupo de científicos. Luego de muchos años como investigador en el OAC, puedo afirmar con se-rena alegría que ese sueño también se me cumplió, con algunas dificul-tades en el camino pero se logró. Ciertamente, el número de miem-bros del Grupo ha ido variando con el tiempo por diversas e imaginables razones. Algunos colegas partieron definitivamente al extranjero en bus-ca de mejores condiciones de traba-jo, como Dante Minniti por ejemplo, uno de mis más destacados y apre-ciados discípulos. Otros se radica-ron en distintas partes de Argentina, algunos se jubilaron como Emilio Lapasset o Mónica Villada e incluso otros se fueron de este mundo antes de tiempo como la muy recordada Cristina Torres. Aun así, logramos conformar en estos últimos poco más de 26 años una masa crítica de 7-15 colegas los cuales hemos podi-do trabajar en paz y armoniosamen-te, dentro de los vaivenes naturales de la vida. Por supuesto que entre nosotros han existido y existen dis-crepancias o diferencias de opinión, aunque en general, a lo largo de los años, ha prevalecido la paz y la con-cordia. Si algún miembro del Grupo no cumple o no cumplió con alguno

de los tres requisitos innegociables, pues naturalmente ya no forma parte del mismo.

 DOCENCIA UNIVERSITARIA

Mi actividad docente, frente a es-tudiantes dictando clases presencia-les, se extendió durante un período ininterrumpido de casi 40 años des-de 1973 hasta 2012, como profesor de distintas materias en la UNC, en la Universidad de Los Andes (ULA, Venezuela) y en la Universidad Fe-deral de Río Grande del Sur (UFRGS, Brasil). Mis primeras clases las dicté en el IMAF en 1973, siendo Auxiliar Docente en la materia Introducción a la Astronomía, por expreso pedido de su titular, la Dra. Miriani Pasto-riza. Guardo un gratísimo recuerdo de estas primeras experiencias frente a un curso por el interés que logré despertar en algunos estudiantes, hoy colegas reconocidos. En 1983 fui designado Profesor Titular por concurso de la UNC, en 1999 Titular Plenario y en 2012 Profesor Emérito. Durante algunos años dicté la mate-ria de grado Astronomía General I y de posgrado Fotometría Estelar Mul-ticolor. Como resultado del primero de estos cursos surgió mi segundo libro (Clariá J.J. 2007), actualmen-te recomendado como bibliografía básica en la cátedra de Astrofísica General y como bibliografía com-plementaria en Astronomía General en la FaMAF. Diría, sin embargo, que entre los años 1980 y 2012 se concentró el grueso de mi activi-dad docente al dictar anualmente y en forma ininterrumpida la materia Astrofísica I: Atmósferas Estelares, correspondiente al cuarto año de la Licenciatura en Astronomía en la FaMAF. La experiencia recogida en el dictado de esta materia durante tantos años me impulsó a escribir, juntamente con el Dr. Hugo Levato, un texto en español, el primero en su especie en este idioma, titulado El Espectro Continuo de las

Atmósfe-ras Estelares (Clariá y Levato 2008), actualmente recomendado como bibliografía básica en la correspon-diente cátedra de la FaMAF.

En 1974, apenas instalado en Mérida (Venezuela), armé y dicté por primera vez un curso de posgra-do para físicos de la ULA sobre Ele-mentos de Fotometría Estelar. Dicté además en la ULA, en ocasiones más de una vez, una variedad de cursos de grado y/o posgrado. Por otra parte, durante mi permanencia en Brasil, dicté en forma repetida los cursos Física 203: Astrofísica y Fotometría Fotoeléctrica y sus apli-caciones a la Astronomía, de grado y posgrado, respectivamente.

Me resulta particularmente grato recordar, no sin un dejo de emoción, la fortuna de haber podido tener como alumnos varios argentinos y brasileños que hoy son astrónomos muy reconocidos. Algunos de ellos, como Dante Minniti, Julio Navarro y Guillermo Torres, por ejemplo, son en la actualidad excelentes emba-jadores de la astronomía argentina radicados en Chile (Instituto Mi-llenium), Canadá (Universidad de Victoria) y Estados Unidos (Univer-sidad de Harvard), respectivamente. Mientras escribo esta reseña, me estoy enterando con enorme alegría que el Dr. Julio Navarro acaba de ser incluido en el listado Citation Lau-reates, que destaca a los científicos con más chances de ser galardona-dos con el Premio Nobel de Física de este año. Ha sido además para mí una experiencia enriquecedora haber podido impartir clases a co-legas como Diego García Lambas, Mercedes Gómez, Hernán Muriel, Mario Abadi, Cristian Beaugé, José Gabriel Funes y María Victoria Alon-so, entre muchos otros, a todos los cuales creo haberles dictado más de un curso. Con una mirada retrospec-tiva, tengo la impresión de que mi experiencia como profesor de estos

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estudiantes, hoy destacados colegas, ha resultado a la postre más enrique-cedora para mí que para ellos.  MIS DISCÍPULOS

He sido en general bastante cuidadoso a la hora de aceptar la dirección de algún estudiante, mo-tivo por el que he tenido un nú-mero comparativamente reducido de discípulos. Siempre dudé de mi capacidad (y la de otros) para diri-gir simultáneamente, con auténtica responsabilidad, más de una o dos tesis doctorales al mismo tiempo. Por esa razón, recuerdo haberme negado a dirigir a ciertos estudiantes que me lo pidieron en alguna opor-tunidad. A la hora de seleccionar un candidato, me importó siempre antes la persona, sus valores y su compromiso al trabajo, que su capa-cidad intelectual o su performance como estudiante de grado. Esto ex-plica por qué algunos de mis dirigi-dos no completaron sus carreras de grado con promedios destacados. El esfuerzo y la dedicación poste-riores, unidos a sus aptitudes para

la investigación científica, fueron suficientes para que pudieran com-pletar sus doctorados e ingresaran luego mayoritariamente a la Carrera del Investigador Científico (CIC) del CONICET. Aun cuando tuve opor-tunidad de dirigir o codirigir nume-rosos becarios de CONICET, CNPq (Brasil), CIC y la Asociación Argen-tina de Astronomía, considero en rigor como mis discípulos aquéllos con los cuales compartí una parte importante de mi vida, ayudándolos mínimamente a completar su docto-rado. Además de la ya mencionada Patricia Rosenzweig, a quien dirigí en su Trabajo de Ascenso (equiva-lente a Tesis Doctoral) en Venezuela -un estudio exhaustivo precisamente de una familia de estrellas, el cúmu-lo abierto designado como Collinder 140- durante los años que siguieron dirigí las Tesis Doctorales de Beatriz García (con H. Levato), Dante Min-niti, Andrés E. Piatti, Andrea V. Ahu-mada, María Celeste Parisi (con D. Geisler) y Tali Palma. Más que una relación de trabajo con casi todos ellos, mantuve y mantengo una rela-ción de amistad, esencial para poder

trabajar con entusiasmo. Sus respec-tivas Tesis Doctorales vieron la luz en revistas científicas de jerarquía, tales como The Astrophysical Jour-nal, The Astronomical JourJour-nal, As-tronomy & Astrophysics y Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. Una de ellas, la de Andrea V. Ahumada, fue distinguida con el Premio Carlos Varsavsky a la mejor Tesis Doctoral argentina en Astrono-mía en el bienio 2004-2005. La Tesis de María Celeste Parisi recibió Men-ción Especial como segunda mejor Tesis Doctoral argentina en el bienio 2010-2011, en tanto que la de Tali Palma también recibió Mención Es-pecial en el bienio 2012-2013.

Me siento muy feliz de haber po-dido ayudar a formar a mis discípu-los y estoy orguldiscípu-loso de todos eldiscípu-los. En particular, con Dante Minniti, me di el gusto de publicar en 2014 el libro Nuevos Mundos: hacia la búsqueda de otras Tierras (Editorial Comunicarte, Córdoba). Varios de mis discípulos han formado a su vez jóvenes colegas, a los que con todo rigor podría considerar mis “nietos astronómicos”.

 MIS AMIGOS LOS TELESCOPIOS

Mi tema central como investi-gador ha sido y continúa siendo la Astrofísica de estrellas y sistemas de estrellas, en tanto que las prin-cipales técnicas aplicadas durante mi carrera han sido la fotometría y la espectroscopia estelar, las cuales requieren el uso combinado de te-lescopios y equipos auxiliares. Esto explica por qué he pasado buena aparte de mi vida realizando obser-vaciones en telescopios de mi país y del extranjero.

La obtención de tiempo de ob-servación en observatorios nacio-nales e internacionacio-nales fue siempre el resultado de una labor creativa de justificación del tiempo

solicita-Figura 4: Con Andrea Verónica Ahumada, luego de recibir el diploma

de Doctora en Astronomía de la Universidad Nacional de Córdoba (año 2005).

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do, muy especialmente en el caso de los grandes telescopios del nor-te chico chileno. A lo largo de mi trayectoria como investigador pude obtener, junto con otros colabora-dores, numerosos turnos para rea-lizar observaciones fotométricas, espectroscópicas, polarimétricas y espectrovelocimétricas no sólo en la Estación Astrofísica de Bosque Ale-gre (Córdoba), Observatorio de La Plata (Buenos Aires) y el Complejo Astronómico El Leoncito (San Juan), sino también en los Observatorios de Cerro Tololo, Las Campanas, La Silla, Gemini Sur y Cerro Paranal, todos en Chile. Realicé además ob-servaciones en otros lugares, tales como Kitt Peak (Estados Unidos), Pico Veleta (España), Llano del Hato (Venezuela) y Morro Santana (Bra-sil). Si bien no siempre realicé perso-nalmente las observaciones, fueron muchas las noches compartidas con

mis amigos, los telescopios.

 INVESTIGANDO LAS FAMILIAS DE ESTRELLAS, ALGUNOS HA-LLAZGOS

Qué difícil es contar en prime-ra persona las investigaciones que uno ha realizado y, en particular, los logros personales si los hubiere. Inicié mi carrera como investigador independiente en el CONICET en 1979 y pasé luego por la categoría de Principal en 1988 hasta llegar a investigador Superior en 2004. E1 1 de diciembre de 2013 me acogí a los beneficios de mi jubilación en CONICET, fecha a partir de la cual fui contratado ad honorem como in-vestigador Superior Jubilado hasta la fecha. Antes de 1979, sin embargo, logré publicar en prestigiosas revis-tas una decena de trabajos, todos como único autor, sobre temas

rela-cionados con los cúmulos estelares. Las líneas de investigación que he desarrollado se enmarcan mayo-ritariamente dentro del ámbito de la Astrofísica observacional y se rela-cionan principalmente con estudios individuales y estadísticos de fami-lias de estrellas (cúmulos y asocia-ciones), calibraciones empíricas de parámetros astrofísicos, evolución estelar, evolución química de la Vía Láctea y formación y evolución quí-mica y dináquí-mica de las Nubes de Magallanes, nuestras dos galaxias satélites. Desde hace aproximada-mente una década formo parte del proyecto multinacional VISTA varia-bles in the Via Lactea (VVV), lidera-do por Dante Minniti. En diciembre de 2018 firmé, como representante de la UNC, el convenio de consti-tución de la Red Científica Interna-cional VVVX, junto con los Dres. D. Minniti (Universidad Andrés Bello, Chile), P.W. Lucas (Universidad de Hertforshire, Reino Unido), V. Iva-nov (Observatorio Europeo del Sur, Alemania) y R.K. Saito (Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil).

Investigar los cúmulos estela-res, auténticas familias de estrellas ligadas gravitacionalmente, requie-re en primer lugar determinar sus parámetros fundamentales, tales como tamaño, distancia, masa, edad, composición química y otros. La mayoría de estos parámetros se determinan con relativa facilidad aplicando métodos conocidos, en tanto que algunos, la composición química por ejemplo, son más difí-ciles de derivar. A lo largo de mu-chos años pudimos desarrollar en Córdoba, junto con Doug Geisler y otros colegas, un par de métodos independientes para determinar la composición química de cúmulos estelares. Estos procedimientos se basan en la observación con tele-scopio y fotómetro de estrellas gi-gantes rojas en diferentes regiones

Figura 5: Con Tali Palma, a mi derecha, Dante Minniti, a mi izquierda y

Luciana Gramajo, actualmente investigadora asistente en el CONICET bajo mi dirección.

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del espectro. La idea básica consiste en definir parámetros medibles que resulten sensibles a la composición química (los astrónomos hablamos de metalicidad o abundancia metá-lica). Para definir estos parámetros, reconocimos antes las característi-cas espectrales de las gigantes rojas más sensibles a la metalicidad. Los métodos desarrollados requieren la medición fotométrica de magnitu-des e índices de color en regiones seleccionadas del espectro entre 3000 Å y ~ 9000 Å. Luego de varias pruebas combinando magnitudes e índices de color en distintas regio-nes del espectro, seleccionamos 6 parámetros independientes como indicadores de metalicidad. Uno de ellos demostró tener una notable sensibilidad a la abundancia metáli-ca en todo el rango de abundancias estelares conocido. Desde el punto de vista analítico, los métodos son

iterativos, convergen rápidamente y los cálculos se hacen muy rápida-mente con ayuda de una computa-dora (Geisler y Col. 1991; Clariá y Col. 1994).

Siempre con el propósito de es-tudiar familias de estrellas, desarro-llamos también en Córdoba, junto con Andrea Ahumada, la técnica de espectroscopia integrada. La di-ferencia entre la espectroscopia individual y la integrada radica en que, en el primer caso, se enfoca el telescopio hacia una única estrella y se obtiene su espectro individual (imagen de la ranura del espectró-grafo distribuida en longitudes de onda), mientras que en el segundo caso, se enfoca el telescopio hacia un sistema estelar compacto y se ob-tiene el espectro de la luz integrada de todo el sistema. La espectrosco-pia integrada se basa en el concepto

de síntesis de poblaciones estelares. Cuando se aplica en combinación con telescopios de mediana abertu-ra, esta técnica permite determinar una variedad de propiedades astrofí-sicas de sistemas estelares. En efec-to, es posible estimar la edad de un cúmulo estelar ubicado en un remo-to confín del Universo, la absorción en magnitudes que provoca el mate-rial interestelar interpuesto e incluso la composición química del cúmu-lo. Esta técnica nos permitió generar en Córdoba una base de espectros patrones representativos de todas las poblaciones estelares existentes en el Universo con distintas edades y, por el momento, con composición química semejante al Sol. El objetivo final es disponer de una base de es-pectros patrones, con una gran reso-lución temporal, que incluya todas las combinaciones posibles de edad y composición química existentes en el Universo. El proyecto es ambi-cioso pero creemos que es viable y se encuentra en desarrollo.

En mis andanzas como investi-gador, tuve la fortuna de interactuar con el Dr. Michel Mayor, Premio Nobel de Física 2019. Juntamente con él, con Jean Claude Mermilliod de la Universidad de Lausana y dos jóvenes colegas de Córdoba y Suiza, respectivamente, examinamos con cierto detalle la etapa de gigante roja en cúmulos abiertos. Los resultados obtenidos fueron publicados en 3 trabajos de la revista Astronomy & Astrophysics de los años 1997, 2001 y 2004.

Hasta el momento han visto la luz más de 360 publicaciones cien-tíficas in extenso de mi autoría o coautoría en revistas de jerarquía internacional, de las cuales casi el 70% han superado severos sistemas de revisión. Celebro constatar que buena parte de ellas han sido míni-mamente leídas, ya que a la fecha registran más de 4.900 citas. En

lí-Figura 6: Junto a mi muy apreciado amigo y colega Doug Geisler en la

Friends of Friends International Meeting realizada en el Observatorio As-tronómico de Córdoba en abril de 2014.

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neas generales, diría que estos traba-jos han contribuido a mejorar el co-nocimiento global de los sistemas de CAs y CGs de nuestra Galaxia, tanto como el de los sistemas de cúmulos estelares de nuestras dos galaxias satélites, las Nubes Mayor y Menor de Magallanes. Dado que resultaría una tarea ardua resumir los resulta-dos alcanzaresulta-dos en toresulta-dos estos traba-jos, preferiría más bien destacar los logros alcanzados sólo en algunos de ellos.

En 1987, por ejemplo, tuve una alegría. En efecto, como resultado de observaciones fotoeléctricas de alta precisión que realizamos en el Com-plejo Astronómico El Leoncito (San Juan), juntamente con los entonces Licenciados Dante Minniti y Merce-des Gómez, logramos confirmar que en la constelación de Capricornio se encuentra el CG científicamente designado M30, cuyo contenido en metales resultó ser el más bajo co-nocido en ese momento en nuestra Galaxia (Clariá y Col. 1988). Para lograr este descubrimiento -destaca-do en La Voz del Interior de Cór-destaca-doba del 21 de noviembre de 1987- ob-servamos estrellas gigantes rojas de M30, usando filtros interferenciales especiales y aplicamos las técnicas desarrolladas en Córdoba. La abun-dancia metálica medida en este ob-jeto representa menos del 0.1 % de la fracción total de átomos metálicos en el Sol. M30 pasó entonces a ser el CG con menor contenido de meta-les conocido en nuestra Galaxia. Es muy posible que las estrellas de M30 representen la materia tal como ella existió en los albores de la vida de nuestra Galaxia. La importancia de este descubrimiento fue destacada en la sección Nouvelles Scientifi-ques de la revista La Recherche (No. 203, Vol. 19, pág. 1217, 1988).

En otro contexto, juntamente con E. Bica, H. Dottori, J.F.C. Santos Jr y A.E. Piatti, luego de numerosas

ob-servaciones realizadas en el Com-plejo Astronómico El Leoncito (San Juan), logramos construir un catá-logo con datos fotométricos de 624 familias de estrellas (504 cúmulos y 120 asociaciones) en la Nube Mayor de Magallanes (NMM). Grande fue nuestra sorpresa cuando detecta-mos, entre otras cosas, una marca-da “ausencia” de cúmulos en una región de un clásico diagrama foto-métrico, compatible con las predic-ciones teóricas de un salto en color en la evolución de la luz integrada de los cúmulos. Este salto se debe a una fase de transición que asocia-mos con la aparición de las estrellas que durante su evolución sufren el conocido fogonazo de helio. Nues-tras observaciones nos permitieron examinar además no sólo la historia de la formación estelar en la región central de la NMM, sino también la estructura y evolución dinámica de la misma. Pudimos demostrar, por ejemplo, que el disco de la NMM sufrió una severa perturbación debi-do a un pasaje cercano de la Nube Menor de Magallanes (Bica y Col. 1996). Este trabajo registra más de 200 citas a la fecha.

Con distintos colaboradores de-terminamos durante muchos años parámetros fundamentales (distan-cia, edad, metalicidad y otros) de centenares de cúmulos de la Vía Láctea y de las Nubes de Maga-llanes, muchos de ellos utilizados como trazadores del enriquecimien-to metálico en estas 3 galaxias. No sólo nosotros, sino también colegas de otras latitudes hicieron uso de estos parámetros para una variedad de fines relacionados con la forma-ción y evoluforma-ción estelar. A manera de ejemplo, destaco que, junto con A.E. Piatti y M.G. Abadi, pudimos detectar la existencia de gradien-tes de metalicidad en el disco de nuestra Galaxia, tanto radial como perpendicular al plano. Pudimos de-mostrar además que estos gradientes

son numéricamente similares a los denominados paleogradientes, es decir, los gradientes de metalicidad del gas a partir del cual se formaron los cúmulos (Piatti y Col. 1995).

Sin lugar a dudas, sin embargo, el trabajo de mayor impacto en mi carrera vio la luz en la revista New Astronomy en el año 2010. Lidera-dos por Dante Minniti, miembros del proyecto internacional VVV, no sólo describimos en detalle este re-levamiento, sino que además des-tacamos la valiosa información que esperamos obtener del mismo en la región central de nuestra Galaxia y zonas aledañas del disco (Minniti y Col. 2010). Tal como adelantamos en ese trabajo, los datos del VVV, combinados con otros de distintos relevamientos en otras regiones del espectro, han dado ya lugar a nu-merosos estudios sobre la historia de la Vía Láctea, sobre sus sistemas de cúmulos estelares, sobre forma-ción estelar en el disco Galáctico y otros temas. Con 580 citas hasta el momento, éste es a la fecha el más citado de los trabajos en los que par-ticipé.

En el año 2011, junto con algu-nos colegas del proyecto internacio-nal VVV y aplicando una variedad de técnicas, descubrimos primero un nuevo CG de baja masa (VVV-CL001), luego otro de baja metali-cidad (FSR 1716) en 2017, un ter-cero pobre en metales (Minniti 22) en 2018 y finalmente un cuarto de muy baja luminosidad (Garro 01) en el presente año 2020, todos ubica-dos en la región central de nuestra Galaxia. Estos descubrimientos, des-criptos separadamente en 4 trabajos en The Astrophysical Journal y Astro-nomy & Astrophysics, fueron posi-bles gracias a que las observaciones se hicieron en el infrarrojo cercano, longitudes de onda para las cuales las nubes de material interestelar donde se esconden estos objetos son

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casi transparentes. Conviene resaltar que los CGs son sistemas relativa-mente raros, mucho menos numero-sos que los CAs. Hasta la fecha, ape-nas si se conocen poco menos de 200 en la Vía Láctea. Estos sistemas han sobrevivido a los distintos pro-cesos de destrucción dinámica y son importantes porque representan las poblaciones estelares más antiguas de nuestra Galaxia. De allí que el descubrimiento de uno solo de ellos representa un tesoro de información al facilitar una variedad de estudios en los campos de la dinámica, com-posición química, poblaciones es-telares, evolución estelar e incluso variabilidad estelar. Recientemente, como integrante del proyecto inter-nacional VVV, pudimos reconocer medio centenar de nuevos candi-datos a CGs (Minniti y Col. 2019), lo que abre excelentes expectativas para las futuras investigaciones en este campo.

Pese a las tradicionales dificulta-des económicas que han existido en nuestro país para desarrollar ciencia, tuve la suerte de poder dar a cono-cer los resultados de la mayor parte de los trabajos que realicé o de los que formé parte. En efecto, participé y/o presenté un total de 316 trabajos en 117 Reuniones Científicas, 206 en el país y 107 en el extranjero.

Es evidente que el desarrollo de las tecnologías facilita el traba-jo científico en todas las ciencias y en la Astronomía en particular. Mis primeras experiencias en la década del 60 con el telescopio de 1.54 m de Bosque Alegre en Córdoba in-cluían placas fotográficas como de-tectores de radiación. En la década del 70, las placas fueron reempla-zadas por fotomultiplicadoras y las mediciones fotoeléctricas ganaron notablemente en precisión. En la dé-cada siguiente se impusieron como detectores los sistemas de cargas acopladas (CCDs, por sus siglas en

inglés), una maravillosa revolución en el campo de las observaciones astronómicas. Mi impresión es que el avance tecnológico abrirá cada vez más insospechadas perspectivas en todas las ciencias y en la Astrono-mía en particular. Probablemente en los próximos años, la nueva genera-ción de grandes telescopios y los ex-tensos relevamientos astronómicos, como el VVV y otros realizados en distintas regiones del espectro elec-tromagnético, permitirán desentra-ñar buena parte de los misterios que todavía esconde la región central de nuestra Galaxia.

 BREVE RESEÑA DE ALGUNAS TAREAS DE GESTIÓN Y EDICIÓN DE PUBLICACIONES

En el transcurso de mi carrera realicé una variedad de tareas de gestión como miembro de nume-rosas comisiones de evaluación en el país y en el extranjero. Fui edi-tor de 9 ediciones del Boletín de la Asociación Argentina de Astronomía (1982-1990), de la revista Universo editada en Venezuela, de las Me-morias de la Reunión Latinoameri-cana de Astronomía realizada en Córdoba en 2001 y, entre otras, de los Anales de las Primeras Jornadas de Astrofísica Estelar. Fui además miembro del Comité Directivo y Co-mité Científico del Complejo Astro-nómico El Leoncito (CASLEO), del Comité Nacional de Astronomía y de otras instituciones nacionales y extranjeras. Entre 1985 y 2000 fui elegido por mis pares de todo el mundo miembro del Scientific Orga-nizing Committe de las Comisiones 37 y 45 de la Unión Astronómica Internacional. Tuve el honor de ser elegido Presidente de la Asocia-ción Argentina de Astronomía entre 1987 y 1990, en circunstancias en que se realizara en Buenos Aires la Asamblea General de la Unión As-tronómica Internacional. Entre 1993 y 1997 me desempeñé como

Direc-tor del bien recordado Consejo de Investigaciones Científicas y Tecno-lógicas de la Provincia de Córdoba (CONICOR) en el área de Matemá-tica, Astronomía y Física. Soy miem-bro de la Royal Astronomical Society desde 1975 y de la Academia Na-cional de Ciencias de Córdoba des-de 2004. Creería, sin embargo, que mi mayor aporte a las tareas de ges-tión en Astronomía fue la dirección del entrañablemente querido Ob-servatorio Astronómico de Córdoba (OAC) entre 1995 y 1998, y luego como Director a cargo en varios pe-ríodos entre 2005 y 2012. Más allá de las dificultades de todo tipo que tuve que sortear, tengo la esperanza de que mi gestión 1995-1998 en el OAC pueda ser vista a través de los años como un período de sosteni-do progreso académico-científico. Entre los principales logros alcan-zados destacaría básicamente tres, a saber: la realización de los por entonces postergados concursos do-centes, la instalación de las dos an-tenas actualmente existentes en los Observatorios de Córdoba y Bosque Alegre que tanta ayuda económica brindaron al OAC todos estos años, y la promulgación de la ley por la cual se declaró al OAC Monumento Histórico Nacional.

 ALGUNOS PREMIOS Y DISTIN-CIONES

No deja de ser reconfortante re-cibir premios o distinciones simple-mente por el hecho de haber traba-jado con dedicación y entusiasmo en temas que uno considera apasio-nantes. Mi experiencia de investigar las familias de estrellas en el Uni-verso ha sido sin duda apasionante, razón por la cual todos los reconoci-mientos recibidos han sido motivos de felicidad.

Dejando de lado un par de pre-mios (diplomas) a la actuación aca-démica otorgados por la UNC en

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1992 y 1994, respectivamente, en el año 1995 tuve el honor de ser distinguido con el Premio Sociedad Científica Argentina, otorgado por la sociedad homónima en el rubro Astronomía.

En el año 2003 fui galardonado con el Premio Bernardo Houssay, otorgado por la Secretaría de Cien-cia y Tecnología de la Nación, en la disciplina Astronomía y en la cate-goría de Investigador Consolidado.

En ese mismo año de 2003 tuve el honor de recibir el Premio Konex, otorgado por la Fundación Konex “a las 5 mejores figuras de la Última Década de la Ciencia y la Tecnolo-gía Argentina en la Disciplina Astro-nomía”, según consta en el respecti-vo diploma.

Aparentemente ese año 2003

debe haber figurado en mi carta as-tral, ya que también recibí el Premio Benjamín A. Gould, otorgado por la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Bue-nos Aires.

Al año siguiente, en 2004, fui designado Miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba.

En 2008, con motivo del cin-cuentenario de la fundación del CONICET y en mi carácter de Inves-tigador Superior, recibí la Insignia Dorada de esa institución.

En 2009, la Asociación Argentina de Astronomía me otorgó el Premio Jorge Sahade a la Trayectoria.

Si bien todos o casi todos estos premios han sido reconocimientos a los trabajos de investigación

de-sarrollados, es decir, premios a la maravillosa experiencia de inves-tigar las familias de estrellas en el Universo, más recientemente, en el año 2012, la Asociación de Litera-tura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA) me sorprendió gratamente cuando distinguió en el rubro “libro informativo” de Los destacados de ALIJA 2011, el libro de divulgación de mi autoría Cómo nacen, por qué brillan y cuándo mueren las estrellas (Clariá 2011).

Ese mismo año 2012 recibí tam-bién el Premio Taborda 2012 en As-tronomía y Educación, otorgado por la Asociación para el Progreso de la Educación de Córdoba.

Finalmente, en junio de 2016, un grupo de queridas discípulas tuvo la simpática ocurrencia de organizar una Reunión Científica en el OAC, las Terceras Jornadas de Astrofísica Estelar, en homenaje a mi trayecto-ria. Ellas fueron testigos de cuánto me defendí para que esto no ocu-rriera, dado que me parecía un rega-lo exagerado. Dejo constancia que esta iniciativa contó no sólo con la complicidad de colegas no cordobe-ses, como Lilia Bassino de La Plata y Olga Pintado de Tucumán, sino también con la de varios ex alum-nos míos como Eduardo Bica (Bra-sil), Dante Minniti (Chile) y el muy querido José Gabriel Funes, entre muchos otros. Fue para mí emocio-nante sentirme acompañado en esa ocasión por colegas tan apreciados y destacados como Doug Geisler, Eduardo Bica, Juan C. Forte, Giovan-ni Carraro, Horacio Dottori, Hugo Levato, Mercedes Gómez, Hernán Muriel, Mario Abadi, Lilia Bassino, Olga Pintado, María Victoria Alonso y Zulema y Quito López García, en-tre muchos otros. Como lo expresé en esa reunión, a todos ellos les es-toy sinceramente agradecido.

Figura 7: Recibiendo de manos de una de mis discípulas, Celeste Parisi, el

“Premio Jorge Sahade” a la Trayectoria, otorgado por la Asociación Argen-tina de Astronomía.

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 MI ASTEROIDE

Cuando menos me lo esperaba, en octubre del 2007, recibí del Lic. Carlos López, colega del Obser-vatorio Astronómico Félix Aguilar (San Juan), una carta en la que me informaba que la Unión Astronómi-ca Internacional había aceptado la propuesta argentina de designar el asteroide 6810 con el nombre 6810 JUANCLARIA, “en reconocimiento a sus destacadas investigaciones so-bre estructura galáctica y metodolo-gía de la observación realizadas en el Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional de Córdoba”, según reza en el correspondiente di-ploma. Este asteroide, de 27.5 km de diámetro y un período de revolución en torno al Sol de 5.5 años, fue des-cubierto el 9 de abril de 1969 por el grupo del Telescopio Astrométrico Doble de la Estación Astronómica Dr. Carlos U. Cesco de la Univer-sidad Nacional de San Juan. Aun cuando en un principio este recono-cimiento me pareció algo

exagera-Figura 8: Fotografía grupal de buena parte de los participantes a las Terceras Jornadas de Astrofísica Estelar

reali-zadas en el Observatorio Astronómico de Córdoba (junio de 2016).

do, admito que me produjo una gran alegría que pude compartir y aun comparto con mi entorno familiar y numerosos amigos. Abrigo la espe-ranza, eso sí, de que al 6810 JUAN-CLARIA no se le ocurra acercarse demasiado a la Tierra y provocarnos algún susto mayor, como ocurre con frecuencia con varios asteroides de mucho menor tamaño que también giran en torno al Sol.

 EPÍLOGO Y AGRADECIMIEN-TOS

La astronomía fue para mí prime-ro un trabajo de aprendizaje, luego algo parecido a un hobby y final-mente una pasión. Durante mi vida alterné esta pasión con la práctica de varios deportes, principalmente futbol, paddle, tenis y golf, aunque en ninguno de ellos creo haberme destacado. Si bien transité muchos de mis primeros años trabajando prácticamente en soledad, tuve la suerte de interactuar después con muchos colegas, algunos de los

cua-les fueron modelo e inspiración en mi carrera, como el querido Doug Geisler por ejemplo, y discípu-los que me acompañaron y siguen acompañándome en la aventura del conocimiento.

En el atardecer de mi existencia, siento el deseo de agradecer a mu-cha gente. A varios profesores del IMAF que ayudaron a formarme, como el recordado Profesor Alber-to Maiztegui, el altamente respon-sable Profesor Luis A. Milone o el brillante Profesor José Luis Sérsic quien insistía en que lo acompaña-ra en sus fantasías extacompaña-ragalácticas. A tantos colegas que me acompa-ñaron durante muchos años en mis diversiones astronómicas, especial-mente a mis queridos amigos Emilio Lapasset, Roberto Sisteró y Mónica Villada. A muchos colegas brillantes con quienes me beneficié a través de la interacción científica, muy es-pecialmente a Dante Minniti, Doug Geisler, Eduardo Bica, Jean Claude Mermilliod, Wayne Osborn, Andrés

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Piatti y Horacio Dottori, entre mu-chos otros. Al muy apreciado amigo Edgardo Minniti, por su encomiable esfuerzo por mantener vivos recuer-dos imborrables de la Astronomía Argentina y de otros países latinoa-mericanos. A mis alumnos y discí-pulos por el enorme cariño recibido y porque de ellos siempre aprendí algo. Finalmente, agradezco a Dios por todas las bendiciones recibidas durante tantos años, a mi querida esposa Graciela, a mis hijos y nie-tos por la felicidad que me regalan a diario, y muy especialmente a mis amigos de casi toda una vida, ami-gos de oro, incondicionales, ellos saben quiénes son, que desde hace tantos años alegran mi vida y la de mi querida Grace.

A los 75 años de edad me siento feliz y satisfecho por el camino reco-rrido y profundamente honrado con la invitación recibida para redactar esta reseña autobiográfica.

 BIBLIOGRAFÍA

Bica, E., Clariá, J.J., Dottori, H., San-tos Jr, J.F.C., Piatti, A.E. (1996), “Integrated UBV photometry of 624 clusters and associations in the Large Magellanic Cloud”, As-trophys. J. Suppl., 102, 57-73. Clariá, J.J. (2007), Astronomía

Ge-neral I: Parte Astrofísica (2ª Edi-ción), Editorial Publicaciones de la UNC, 1-254.

Clariá, J.J. (2008), Elementos de Fo-tometría Estelar (2ª Edición), Edi-torial Publicaciones de la UNC, 1-243.

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Figura 9: Serie de imágenes en las que puede apreciarse claramente el

mo-vimiento del asteroide “6810 JUANCLARIA” con respecto a las estrellas de fondo. Fotografía tomada por el Ing. Carlos A. Colazo desde el Obser-vatorio amateur El Gato Gris, ubicado en la localidad de Tanti (Provincia de Córdoba).

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Piatti, A.E., Clariá, J.J. y Abadi, M.G. (1995), “Chemical evolution of

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Referencias

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