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La mirada de un romántico : representaciones costumbristas de la sociedad chilena a inicios del siglo XIX

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Academic year: 2020

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(1)Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Historia. Licenciatura en Historia.. “La mirada de un romántico: Representaciones costumbristas de la sociedad chilena a inicios del siglo XIX”.. Tesis para optar al Grado Académico de Licenciada en Historia.. Estudiante: Roxana Ester Valdebenito Herrera. Profesor guía: Joaquín Fernández Abara.. Profesores informantes: -. Marisol Palma Behnke. -. Pablo Toro Blanco.. SANTIAGO DE CHILE, DICIEMBRE DE 2010..

(2) A mi tío y padrino, Héctor Antonio Varas Sepúlveda (Q.E.P.D) Que durmió en la paz del Señor, el día 03 de julio de 2010.. 1.

(3) INDICE. “La mirada de un romántico: Representaciones costumbristas de la sociedad chilena a inicios del siglo XIX” Agradecimientos. 4. Introducción. 6. Capítulo I Estado y nación en el Chile republicano. 28. 1. Chile a inicios del siglo XIX. 32. 1.1 Una nación desde arriba: Fundación del mito portaliano 1.2 Política cultural decimonónica. 34 38. 2. Primera visión de Chile: El arribo de intelectuales extranjeros y su integración en el proyecto cultural 42 chileno 2.1 Expediciones científicas 2.2 Crónicas de viaje Capítulo II Chile y Juan Mauricio Rugendas. 46 52. 57. 1. El viaje artístico: Juan Mauricio Rugendas y su visión sobre América. 59. 1.1 El paisaje romántico en Chile a través de la pintura 1.2 De Naturalismo a Costumbrismo. 66 75. 2. Costumbres y sociedad del pueblo chileno: Lo histórico en la pintura de Rugendas.. 79. 2.1 El sujeto popular 2.2 Los araucanos. 95 107. 3. El legado: Valor artístico y documental. 123. 3.1 La Litografía en el Chile Republicano: Álbum de trajes chilenos. 129. Conclusión. 142. Índice de ilustraciones por orden alfabético. 147. Bibliografía. 152. 2.

(4) Juan Mauricio Rugendas. Autoretrato TECNICA: Lápiz sobre papel DIMENSIONES: 20 x 12 cm. COLECCIÓN Particular.. 3.

(5) AGRADECIMIENTOS. “Un amigo es siempre afectuoso, Y en tiempos de angustias es como un hermano”. (Proverbios 17:17). Esta es una investigación que partió hace casi dos años atrás y por lo mismo, me veo en la necesidad de agradecer a cada una de las personas que me acompañaron en este largo, pero hermoso proceso. En primer lugar, mi gratitud va dirigida a mi tutor, el profesor Joaquín Fernández Abara, quien me guió en cada uno de los seminarios de especialización. Agradezco además, su confianza y su enorme disponibilidad. De la misma manera, agradezco a mi padrino y profesor de Historia de enseñanza media, Hugo Vicencio Reyes, ya que desde mis inicios como estudiante confió en mis capacidades, brindándome todo su apoyo para llevar adelante esta carrera, e inculcando en mí, el amor por la disciplina. A mi estimada profesora Paula Dittborn, quien tuvo toda la disposición y la buena voluntad de ayudarme en el análisis de imágenes presentes en esta investigación. A mi familia. En especial a mi madre, Amanda Herrera, que pese a todo su cansancio siempre estuvo conmigo, apoyándome y levantándome el ánimo en los momentos más complicados de este proceso.. 4.

(6) Agradezco personalmente la compañía de Ignacio Guzmán, quien ha sido uno de los más involucrados en este proyecto. Gracias por tu paciencia, por tu cariño y por tu amor incondicional. A mis amigas y amigos, en especial a: Daniela Palma, Camila Simon y Grace Farías, por otorgarme su apoyo y las ganas de seguir adelante con este enorme desafío. De la misma forma, agradezco a las señoras y señores de la Biblioteca de la Universidad Alberto Hurtado, de la Biblioteca de la Pontificia Universidad Católica de Chile, de la Biblioteca Nacional y al Archivo de la Universidad de Valparaíso, ya que sin su ayuda hubiese sido difícil juntar las piezas de este enorme rompecabezas. Finalmente, debo decir que este trabajo no hubiese sido posible sin la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen María. Creer, me ha permitido tener la fortaleza necesaria y espíritu de continuar con todo esto. Creer, fundó en mí, las ganas, la motivación y el sentimiento de estudiar una carrera al servicio de la comunidad. Creer, me condujo a estudiar en esta Universidad, a la que le agradezco por esta etapa que ya culmina. A todos ellos y a los que no alcanzaron a ser nombrados, muchas gracias… Roxana Valdebenito Herrera.. 5.

(7) INTRODUCCIÓN. El arte no sólo transforma al ser que se representa, sino que también transforma a aquellos a quienes el arte llega.1. Si buscamos una obra que refleje la realidad de gran parte del continente americano durante el siglo XIX, ésta es la de Juan Mauricio Rugendas. El pintor simbolizó perfectamente el ideal romántico y el sentido aventurero de la época. Su misión partió como la de todo viajero, caracterizando y bosquejando el nuevo mundo al cual se enfrentaba. Sin embargo, supo desprenderse de su afán inicial, transformándose en unos de los documentalistas y cronistas más importantes en la historia del arte chileno. A partir de una observación minuciosa, Rugendas creó una imagen “idealizada”, una secuencia narrativa de la sociedad chilena buscando configurar la identidad de aquellos sujetos que anteriormente habían sido marginados por parte de los sectores elitistas. La América que conoció el artista, era un territorio donde la palabra “independencia” recién comenzaba a gestarse. Parte de esa formación, implicaba la creación de nuevos mecanismos que permitieron formar una imagen propia a las “nacientes” naciones. Dentro de este proceso, se encuentra el trabajo de los artistas visuales que se incorporaron en calidad de naturalistas y que, imbuidos por el espíritu romántico se adentraban a formar parte de esta travesía. El romántico que viajaba, emprendía además una búsqueda que implicaba conocer al “otro”, pero también a sí mismo. Para ello, fue necesario realizar una serie de expediciones 1. Jean Grondin, Introducción a Gadamer, Editorial Herder, 1° ed., Barcelona, 2003, p. 74.. 6.

(8) científicas que tenían como finalidad recorrer el mundo estudiando los paisajes y las sociedades de estos lugares. A su vez, habría que dejar en evidencia que hablamos de viajeros que no solo forman parte de la naturaleza, sino que también, es un ambiente que permite constatar su individualidad, ya que ésta le otorgaría la libertad que anhelaban. Por otra parte, estos lugares no eran más que recientes naciones que necesitaban dar forma a las costumbres y al paisaje que rodeaba al hombre, con la intención de fortalecer desde otra perspectiva el “sentimiento patrio”. Hasta antes de la Independencia, existían solo artistas que se motivaban por reflejar aspectos netamente religiosos. Sin embargo, los recursos que se utilizaban no identificaban a las sociedades, ni menos a la nación. Por lo mismo, el trabajo de estos viajeros se convirtió en uno de los mayores aportes al conocimiento, ofreciendo una imagen y una nueva visión del país. En este contexto, se incorpora la obra de Juan Mauricio Rugendas, un pintor que recorrió gran parte del continente americano. Permaneció en Chile durante 11 años, con algunas ausencias desde 1834 hasta 1845. Y llega en un momento histórico favorable. “El país necesita conocerse a sí mismo, hacer el recuento de sus posibilidades económicas, el catastro de sus fuerzas humanas, el reconocimiento de sus rincones… Diego Portales había contratado para la tarea científica a don Claudio Gay; viajero ingleses, alemanes y franceses estaban enviando sus crónicas coloreadas a las gacetas del mundo, ávido de sensaciones inéditas; J. M. Rugendas, pudo captar en la red del arte esos instantes fugaces en la marcha del tiempo inexorable”.2. 2. Eugenio Pereira Salas, “Juan Mauricio Rugendas (1802 – 1858), Pintor de las Américas”, Revista Atenea, (Santiago), N° 449, primer semestre 1984, p. 47.. 7.

(9) Sobre esa base, podemos decir que la labor del pintor se incorporó en un discurso nacional que ayudó a definir y delinear la propia singularidad del país, y a su vez a diferenciarse del resto de las Repúblicas americanas. Nos encontramos frente a un tipo de arte que por lo demás fue aceptado por el poder oligárquico y que, bajo la figura del “Estado”, pretendía legitimar al artista y a su quehacer, aceptando la mirada extranjera de una parte de la sociedad chilena que había sido excluida en siglos anteriores. Es por esto, que el presente trabajo intenta orientarse en cómo estas imágenes de uno de los primeros artistas europeos que “retrató” de una manera distinta al pueblo chileno, contribuye al entendimiento y desarrollo de la identidad nacional, basándose en una realidad que está siendo “representada” a los ojos de quien lo pinta y de quien lo ve. Por lo mismo, nos podemos preguntar lo siguiente: ¿Cómo la obra de Rugendas contribuyó al imaginario nacional? Asimismo, ¿por qué las elites se apropiaron de las representaciones artísticas para configurar una imagen idealizada respecto a los sujetos populares? Finalmente, ¿por qué las elites, entendiendo que ésta es la principal fuerza política del periodo, le otorga legitimidad a la obra de arte, particularmente a la de Rugendas? Estas entre otras, son las preguntas más relevantes que motivan esta investigación. Para responderlas, es primordial establecer o asociarse por lo menos, con ciertos conceptos que dan cuenta de la importancia del trabajo de Rugendas tanto en el siglo XIX, como en las actuales sociedades. Desde esta última perspectiva, es propicio afirmar que las manifestaciones artísticas, en especial la plástica, han mostrado su interés por representar acontecimientos históricos y sociales. Este tipo de representaciones se ha convertido en una fuente para el historiador, tan importantes como los testimonios orales y la palabra escrita. 8.

(10) En este sentido, y tal como lo plantea Peter Burke3, el querer asociar este tipo de fuente, ayuda formular nuevas respuestas o nuevas temáticas frente a un acontecimiento específico. Esta visión ha servido para ratificar la idea de que la imagen nos entrega un testimonio de aquello que no puede entregarse con palabras. Es más. Es un trabajo que comunica al espectador una reconstrucción y una representación de la realidad. Así quedaría reflejada una tradición, que bajo fórmulas culturales intentaría revelar una interpretación de una cultura o de un grupo social a partir de una obra. De esta forma, la idea de tradición queda reflejado en un concepto que se ajusta a nuestro objetivo: la nación. Ésta, entendida por Benedict Anderson, sería una comunidad política que se “imagina” como algo limitado, soberano y estable. Por lo mismo, este concepto es aplicable a las representaciones de la sociedad chilena, en tanto es el arte el que ayuda a configurar una imagen particular de Chile. No obstante, para hablar de nación es necesario remitirnos a lo escrito por Eric Hobsbawm, debido a que esta puede ser representada de dos maneras: como construcciones “esencialmente desde arriba”, pero que “no pueden entenderse a menos que se analicen también desde abajo, esto es, en términos de los supuestos, las esperanzas, las necesidades, los anhelos, y los intereses de las personas normales y corrientes, que no son necesariamente nacionales y menos todavía nacionalistas”4. De este modo, resulta relevante señalar que a comienzos del siglo XIX en Chile, se originó una nación desde arriba, en manos de un estado oligárquico autoritario y fuerte. El. 3. Peter Burke, Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico, Ed. Crítica, 1° ed., Barcelona, 2001. 4 Eric Hobsbawm, Naciones y nacionalismo desde 1780, Ed. Crítica, 1° ed., Barcelona, pp. 18-19.. 9.

(11) propio Alfredo Jocelyn – Holt, ha sostenido que desde la década de 1830, gracias a la figura de Diego Portales, Chile había logrado alcanzar el orden y el progreso en el siglo XIX debido a un altísimo grado de autoritarismo. No obstante asevera que dicho orden cimentó sus orígenes a través de la cultura, que fue posible gracias a estos intelectuales extranjeros que ayudaron a modernizar el país. Esta visión obliga a tomar en consideración a la “identidad” como una construcción que requiere de la presencia de un “otro” que está en constante rotación. Según plantea Stuart Hall, las identidades se construyen a través de representaciones que residen entre lo imaginario y lo simbólico. A su vez, se “relacionan tanto con la invención de la tradición como con la tradición misma, y nos obligan a leerla no como una reiteración incesante sino como lo mismo que cambia”.5 Al mismo tiempo, Jorge Larraín concibe el concepto de identidad como algo no estático. El hecho de ver la identidad como una formación dinámica, nos permite rescatar el desarrollo que han tenido las sociedades ante la influencia de la humanidad. Esto implica que es fundamental la visión que entregan terceros ya que “la identidad también presupone la existencia de otros que tiene modos de vida, valores, costumbres e ideas diferentes. Para definirse a sí mismo se acentúan las diferencias con los otros. La definición de sí mismo siempre envuelve una distinción con los valores, características y modos de vida de otros. En la construcción de cualquier versión de identidad, la comparación con el ‘otro’ y la utilización de mecanismos de diferenciación con el ‘otro’ juegan un papel fundamental:. 5. Stuart Hall, “Introducción: ¿Quién necesita “identidad”?”, en Stuart Hall et. al., Cuestiones de identidad cultural, Ed. Amorrortu, 1° ed., Buenos Aires, 2003, p. 18.. 10.

(12) algunos grupos, modos de vida o ideas se presentan como fuera de comunidad. Así surge la idea del ‘nosotros en cuanto distinto a ‘ellos’ o a los ‘otros’”.6 A partir de esa perspectiva podemos inferir que lo no estático se reflejó en el arribo a Chile de artistas extranjeros que ayudaron de una u otra forma a definir la identidad de un individuo y de una comunidad en particular. Larraín va a sostener además que, “la modernidad temprana trajo consigo y expandió las naciones-estado por todos lados: la modernidad tardía y la globalización acelerada han empezado a erosionar su autonomía. Por lo tanto, las identidades colectivas comienzan históricamente, se desarrollan y pueden declinar o desaparecer”.7 Ahora bien. Apuntando a la idea inicial, nos es de utilidad referirnos al concepto de representación, que si bien no es desarrollado en función de la plástica, es particularmente desarrollado por Roger Chartier, constituyendo así un concepto que es trasladable y aplicable a las manifestaciones artísticas. Nos plantea que la representación puede ser entendida como “el instrumento de conocimiento mediato que hace ver un objeto ausente al sustituirlo por una ‘imagen’ capaz de volverlo a la memoria y de ‘pintarlo’ tal cual es”.8 Este concepto logra articularse ante todo sobre la realidad “construida” por los distintos grupos que componen la sociedad9, exhibiendo una manera propia de ver el mundo, con la intención de dar a conocer una imagen visible y perpetuada de la sociedad.. 6. Jorge Larraín, Identidad chilena, Ed. LOM, 1° ed., Santiago, 2001, p. 32. Larraín, op. cit., p. 39 8 Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios sobre la historia cultural, Ed. Gedisa, España, 2005, pp. 57-58 9 Chartier, op. cit., pp. 56-57 7. 11.

(13) El concepto de representación a través de las manifestaciones artísticas, puede adaptarse a los distintos movimientos que se desarrollaron en Europa desde fines del siglo XVIII. Entre ellos destaca el Romanticismo. En primer lugar, el Romanticismo se autodefinía como un movimiento estético, literario y espiritual, opuesto a la Ilustración ya que “sigue habiendo una diferencia de mentalidad entre el pensador ilustrado y el romántico, que se puede hacer residir principalmente en el hecho de que, mientras el primero al descubrir el valor de la sensibilidad, nunca ha querido hacer de ella el núcleo de la existencia humana y por lo tanto no ha reconocido el primado de la interioridad, el romántico concibe para sí y en sí mismo un alma que experimenta intensamente el amor por la naturaleza, que se consume en sus emociones y en los dolores, y que en el fondo siempre se busca a sí misma en todos lo que hace”.10 Arnold Hauser considera que este movimiento intenta establecer una relación entre el hombre y la naturaleza, es decir, el sujeto que decide emprender su rumbo fuera de sus fronteras, hace constar su individualidad y su capacidad creadora. Comienza a buscar territorios desolados donde predominara lo salvaje, lo bárbaro y lo sublime. El viajero con esto pretendía dar su propia visión de mundo, saliendo al campo y representando “una sencilla escena rural, una carreta de heno vadeando un rio”11. Sobre la base de esas características, es que la obra de arte intentará ser un testimonio histórico, “una confesión a gritos, una herida abierta y desnuda”12, donde el objeto representado poco a poro irá. 10. Menene Gras Balaguer, El romanticismo: como espíritu de la modernidad, Ed. Montecinos, 2° ed., Barcelona, 1988, p. 19. 11 Ernest Gombrich, La historia del arte. Ed. Sudameridana, 3° ed., Buenos Aires, 1999, p. 496. 12 Arnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte Vol. 2, Ed. Debate, 2° ed., Madrid, 2006, p. 191.. 12.

(14) perdiendo su valor estético, tanto en colores como en formas, transformándose en una mirada mucho más real y objetiva. Por otra parte, es importante rescatar la idea de que el romanticismo en Chile, desde el punto de vista artístico, no ha sido desarrollado en profundidad por la historiografía nacional. Al respecto, nos encontramos con grandes vacíos que solo pueden ser complementados por manuales de artes. Estos textos nos proporcionan una imagen parcial y superficial del país, dejando de lado la importancia que puede adquirir el arte dentro de la historia. Una primera aproximación a lo anterior, nos la da Gaspar Galaz y Milán Ivelic, en La Pintura en Chile. Desde la Colonia hasta 1891, planteando que el arte ha de entenderse como un testimonio visual que revela al ser humano su relación con el entorno. Comienza diciendo: “La obra de arte se constituye en un testimonio que revela al hombre en su relación consigo mismo, con los demás y con el mundo”13. En ese sentido, el arte, no equivaldría tan sólo a un fenómeno plástico, sino que además debiera ser considerado como una expresión cultural que transmite valores e identidad a una determinada sociedad. Es un arte que ha ido evolucionando con el tiempo. En Chile, esto toma diversos contrastes. Lo que nos plantea Galaz, radica fundamentalmente en que las manifestaciones artísticas a partir del siglo XIX, comienzan a ser mucho más real y descriptiva. Una visión que también es retomada por Ricardo Bindis, en Pintura Chilena. Doscientos años y Rugendas en Chile, mostrando que el arte en nuestro país, ha sufrido una profunda transformación después de los procesos de independencia. Desde ese punto, las primeras 13. Gaspar Galaz, et. al., La pintura en Chile. Desde la Colonia hasta 1981, Valparaíso, Ediciones universitarias de Valparaíso, 1°ed., Valparaíso, 1981, p. 9. 13.

(15) manifestaciones artísticas que existieron durante el siglo XVIII, abocaron principalmente a composiciones del ambiente propio de la época, una “fusión entre lo hispánico y lo aborigen y un interés didáctico de adoctrinar a través de imágenes”14. No obstante, esta idea adquiere ciertos cambios con la llegada de las “misiones de navegación”, que a través su espíritu romántico intentaron “retratar” otra imagen de la época. A través de una especie de “línea de tiempo”, Bindis nos da conocer que es el paisaje y las costumbres de una determinada sociedad, el verdadero interés de los artistas extranjeros que se asentaron en Chile. Un aporte en este último punto es la obra de Isabel Cruz: Arte. Lo mejor en la Historia de la Pintura y escultura en Chile, señalando que es el romanticismo el que aproxima al artista a un “clima espiritual”, a una nueva forma de vida que logra propagarse posteriormente gracias a los aportes que entrega el arte y la palabra escrita. En América Latina, este movimiento comienza a expandirse a través de la imagen de “artistas viajeros”, dando un vuelco lento pero importante, dentro de la plástica chilena, y sustituyendo el repertorio colonial de imágenes sagradas por una temática predominantemente laica15. El mayor cambio se experimenta a partir de la década de 1830, con la llegada del romántico alemán Juan Mauricio Rugendas, que a través de sus pinturas hace una vista panorámica de la ciudad, de las sociedades y de los sujetos populares. Al respecto, Ricardo Bindis en su texto, Rugendas en Chile, nos dice que el pintor se ha convertido en uno de los principales artistas que logró cautivarse ante la extraña tierra que tenía ante sus ojos. Para Rugendas, “Chile era un país que siempre le había interesado por los bravos araucanos y la 14. Ricardo Bindis, Pintura Chilena, Doscientos años, Ed. bilingüe, 1° ed., Santiago, 2006, p. 14 Isabel Cruz, Arte. Lo mejor en la Historia de la Pintura y escultura en Chile, Ed. Antártica, Santiago, 1984?, p. 113. 15. 14.

(16) grandiosa Cordillera de los Andes. Pudo haberse desembarcado en otro puerto del Pacífico; sin embargo, no le seduce otro lugar y toca tierra en Valparaíso en 1° de julio de 1831”16. Ese interés por Chile, lo dibuja y lo pinta, siendo así un verdadero “reportero” y “cronista” de la ciudad, captando escenas que son propias del acontecer histórico correspondiente al período republicano. Su verdadero conocimiento se debe principalmente a esa experiencia de viaje que motivaba a todos los extranjeros provenientes del Viejo Mundo. Una experiencia que lo llevó a conocer todos los aspectos de una cultura urbana-rural, participando de ella en su práctica. Goza con describir cada detalle que conforma nuestro país, sintiéndose motivado por representar ciertos fenómenos de la naturaleza que le eran completamente desconocidos. El artista hace del paisaje una “obra perfecta”. Posteriormente incorpora en este escenario figuras vivas que son los “modelos costumbristas” de una determinada sociedad, asumiendo con esto, la tarea de domesticar lo diferente, representando y construyendo el paisaje americano, cuyas riquezas y contrastes están dadas por la propia naturaleza. Tomando como referencia lo anterior, Pablo Diener en Lo pintoresco como categoría estética en el arte de los viajeros, señala que Rugendas a muy temprana edad emprende una aventura que en un principio adquiere un carácter científico. Poco después se da cuenta que estos territorios “vírgenes” deben ser explotados de manera diferente. Pintó toda especie animal y vegetal que estaba a su alrededor. Sin embargo, recorriendo lugares, da cuenta de la existencia de “tipos populares”, transformándolos en verdaderos. 16. El texto dice: “(…) sin embargo, no le seduce otro lugar y toca tierra en Valparaíso en 1° de julio de 1831”. Al respecto podemos dar cuenta de un error que se presenta en todas las copias a las que puso acceder de este texto, ya que Rugendas no llega el año 1831, sino que en 1834. Véase en: Ricardo Bindis, Rugendas en Chile, Ed. Barcelona, Santiago, 1973, p. 21. 15.

(17) protagonistas de un determinado momento. Le interesaba representar aquellos personajes que no habían sido tomados en cuenta durante el siglo anterior, particularmente una población que residía en el campo o en las minas. Asimismo, estas experiencias de viaje también fueron recogidas por el argentino César Aira en Un episodio en la vida del pintor viajero, quien a modo de novela deja entrever que Rugendas ha sido realmente uno de los mejores pintores occidentales que llegó al continente americano, abocando su relato al segundo viaje que realizó al territorio argentino, el año 1847, dejando a su paso registro de paisajes y tipos populares rioplatenses. El autor comparte la opinión con Diener, al plantear que Rugendas fue un pintor de género17, señalado que lo “pintoresco”, se ha convertido en el modelo de todas sus creaciones, siendo considerado como el padre del arte de la presentación pictórica en la fisonomía de la naturaleza18. En este sentido, sus bocetos, apuntes y anotaciones, son preliminares para dar a conocer su obra, donde los sujetos y sus modos de vida llegan a adquirir un importante valor documental. Dando un giro en estas concepciones, podemos señalar que la representación de Chile, estuvo complementada además por la palabra escrita, y que al igual que al arte se caracterizaban por mostrar una mirada de los diversos sectores del mundo. América, en ese sentido, sería el lugar por excelencia, ya que ante sus ojos representaba la revelación propia del Paraíso. Al interior de esa perspectiva Guillermo Feliú Cruz, en Santiago a comienzos del siglo XIX. Crónica de los viajeros, intentó reconstruir la capital mediante testimonios de viajeros que residieron en nuestro país alrededor del 1800. Cada extranjero se siente 17 18. Cesar Aira, Un episodio en la vida del pintor viajero, Ed. Beatriz Viterbo, Rosario, 1°ed., 2002, p. 11. Aira. Ibíd., p. 12.. 16.

(18) maravillado por lo “pintoresco” de la ciudad: “Por las calles de Santiago transitaban en el curso del día algunos individuos que daban al centro de la ciudad animación y pintoresco aspecto”19. Estas descripciones, era lo más que sorprendía al europeo de inicios del siglo XIX. Una descripción que lograba mostrar una ciudad cuyos habitantes tenían características particulares con vidas completamente estructuradas tanto para hombres como para mujeres de ambas clases sociales. Feliú toma atención en estos discursos con la intención de mostrar el verdadero interés que sentían estos extranjeros por las formas de vidas “populares”. Sin embargo, uno de los más importantes a través de la historia era el “huaso”, que de cierta forma se convierte en el sello identitario de Chile durante el siglo XIX. Es el huaso, junto con el campesino el que será representado durante este periodo, constituyendo así una imagen específica del sujeto popular. Y esta idea de construir una imagen para Chile, es trabajada también por la autora que anteriormente mencionamos. Isabel Cruz, en ¿Arcadia en el confín del mundo? El paisaje romántico de Chile en la pintura de los artistas viajeros (1820 – 1850), señala ante todo que la pintura no es un documento que ilustra en sí el mundo rural chileno y sus costumbres, es decir, no intenta reproducir o hacer copia de la realidad, sino más bien, que se intenta “construir” dicha imagen a través de la representación. “El acto de representación de la naturaleza chilena implica el descubrimiento por parte del pintor de una secreta armonía entre él y el ámbito que lo rodea, a partir de la cual surge un diálogo entre ambos”20, es decir, se plantea que representar es un trabajo de dos, un trabajo dado tanto 19. Guillermo Feliú Cruz, Santiago a comienzos del siglo XIX: crónica de los Viajeros, Ed. Andrés Bello, 1° ed., Santiago, 1970, p. 145. 20 Isabel Cruz, “¿Arcadia en el confín del mundo? El paisaje romántico de Chile en la pintura de los artistas viajeros (1820 – 1850)”, En: Academia Chilena de Historia, Vida rural en Chile durante el siglo XIX, Ed. de la Academia Chilena de la Historia, Santiago, 2001, p. 110. 17.

(19) por el pintor como lo que quiere mostrar en sus dibujos y pinturas: la naturaleza. Esto además revela la sensibilidad del sujeto, en cuanto a su comportamiento estético, señalando que es su personalidad la que debe además incorporarse en la obra misma. Esta idea de representación está dada por el paisaje, el mismo que en su oportunidad tomó Diener definiéndolo como “pintoresco”. La pintura del paisaje del siglo XIX, ha logrado convertirse en uno de los mayores aportes en el arte, ya que permite el conocimiento de lo exótico y de todo aquello que no había sido tomado relevante en siglos anteriores, pero que sí existía. Se tomaron en cuenta las manifestaciones paisajísticas existentes hasta antes del siglo XIX, que servían sólo para recrear y ambientar motivos religiosos. Los primeros paisajes, poco a poco van incorporando a la naturaleza en su conjunto, pero no representaban al país en particular, sino que era la inclusión de un respectivo territorio. Las expediciones científicas provenientes del Viejo Mundo, terminaron por añadir elementos propios de la geografía, con la intención de dar a conocer al hombre que vivía allí y a sus costumbres. El artista, a partir de esto, pretende abordar la “totalidad” de Chile, el país, la tierra, la “naturaleza toda” como manifestación de lo creado y como morada del hombre21. Esta idea de integridad sólo podía ser representada por la civilización, dicho de otra manera, sólo el europeo tenía la capacidad de poder representar y tener como ideal a un país tan sencillo como Chile. Cruz afirma además que la pintura del siglo XIX ha reflejado como sello identitario de la nación a los “sujetos populares”, sujetos que originaron interés en los artistas 21. Cruz, Ibíd., p.116. 18.

(20) románticos viajeros. Bajo esa perspectiva se puede decir que uno de los más importantes es Juan Mauricio Rugendas, quien le interesa plasmar la “rusticidad” de la época y de quienes habitaban en ella. A partir de estas representaciones, la nación ha comenzado a tener una imagen diferente que busca modelar identidades, en la cual el arte de estos viajeros, alcanza a convertirse en un sello de legitimidad que se toma en la construcción de los estados nacionales. Esta temática es debatida en el artículo de Verónica Capasso, Representaciones nacionales ficcionales: el avance de la civilización en la pintura como eco de una “barbarie refinada”, con la finalidad de dar cuenta que tanto el arte como la literatura, forman parte de la producción y de la reproducción una imagen para un país determinado. En primera instancia, la autora apunta a definir representación como la mirada que tiene la modernidad europea respecto del “otro”, del bárbaro incivilizado que se ubica en los exóticos paisajes latinoamericanos. En otras palabras, Europa, que representa el progreso y la razón, es la indicada para devastar el mundo irracional y apropiarse de la “otredad”. La pintura por tanto, se convierte en un instrumento en el cual el europeo devela una verdad a partir de representaciones “ficcionales” que aluden a ese “ser nacional”22 y que necesita de lo externo para la construcción de una identidad. En este contexto, la figura de Mauricio Rugendas sirve para comprender cómo Occidente representó el continente americano influyendo además en la mentalidad que tuvieron los americanos de sí mismos. Sus dibujos y pinturas se convirtieron en un verdadero documento historiográfico, ya que la gran cantidad de detalles que estos poseían, describen cómo era la vida en el Nuevo Mundo. 22. Verónica Capasso, Representaciones nacionales ficcionales: El avance de la civilización en la pintura como eco de una “barbarie refinada”. Disponible en: http://www.fba.unlp.edu.ar/iha/textos/6_jornadas/PDF/IHAAA%20Capasso.pdf, 14-12-2010, p.2. 19.

(21) Si bien la autora no se remite a darnos una visión del territorio chileno, su artículo nos es de utilidad para complementar lo expuesto por muchos de los historiadores del arte, en cuanto a las representaciones que los artistas viajeros han hecho de ciertos paisajes, personajes y escenas de la vida cotidiana, contribuyendo al desarrollo de una identidad que se ha ido forjando desde inicios del siglo XIX. De modo similar, Carlos Sanhueza en Chilenos en Alemania y alemanes en Chile: Viaje y Nación en el siglo XIX, deja entrever que la representación de la identidad nacional está dada principalmente por la experiencia viajera, considerándose ésta como algo no estático. En este sentido, las comunidades nacionales más que reflejar lenguas, geografía y costumbres, buscan examinar cómo estos elementos se refuerzan en las experiencias de viajes como campo de dispersión simbólica. Uno de los mayores precursores en relación al viaje pictográfico, sería Alexander Von Humboldt, quien trató de representar el paisaje americano a través de la pintura, imprimiendo en ésta una de las principales características románticas: el sentimiento por la naturaleza, que había sido dejado de lado por parte de los relatos de viaje. Para el autor resulta enriquecedor que el texto se congregue con una imagen, es más, afirma en alguna oportunidad que ambos son inseparables. De este modo, las técnicas de representación abocan a la idea de totalidad de la naturaleza americana. La “integridad” que proponía Humboldt fue tomada por muchos extranjeros, que decidieron emprender viaje a las costas tropicales de América Latina, llegando esta a convertirse en el verdadero “credo” para todo aquel artista que pisase el Nuevo Mundo23.. 23. Carlos Sanhueza, Chilenos en Alemania y alemanes en Chile: Viaje y Nación en el siglo XIX, Ed. LOM, 1° ed., Santiago, 2006, p. 62.. 20.

(22) Juan Mauricio Rugendas, según Sanhueza, ha sido considerado como uno de los principales precursores de la obra de Humboldt. Sin embargo, Rugendas se da cuenta de algo que no había considerado su maestro. Si bien son importantes las representaciones respecto a lo “pictórico” de un lugar determinado, de la misma manera era importante la geografía humana que allí residía. Y esto tuvo su atractivo en América del Sur, donde logra retener en sus obras las características propias de la población. Le llamaba la atención los tipos populares y los grupos indígenas que aún permanecían en la barbarie de Chile. Estos personajes logran conformar una imagen y un sello propio de identidad para la nación, que es tomado por los Estados, permaneciendo vigente en los grandes centros patrimoniales de nuestro país. Sobre esa base, y con el motivo de responder las interrogantes que nos planteamos en un comienzo, podemos decir que esta investigación se centra en la línea de estudios de la historia de las ideas y de la cultura. Por ello, se propone como objetivo general describir y analizar las representaciones pictóricas que Juan Mauricio Rugendas hace de la sociedad chilena a principios del siglo XIX, y a su vez esclarecer cómo su obra genera una representación de la identidad nacional. Así , se pretende dar cuenta de la sociedad chilena a inicios del siglo XIX a través de la mirada de artistas viajeros que se mostraron interesados en describir el país a través de las artes y las letras. De la misma manera, será un objetivo analizar la obra de Rugendas en cuanto a su interés hacia las costumbres folclóricas, la indumentaria y las formas de vida del pueblo chileno. 21.

(23) Junto con ello, será esencial describir y analizar cómo la obra de Rugendas acentúa una imagen nacional, que es recogido por el Estado oligárquico para dar cuenta de los detalles de la sociedad, particularmente la de los sujetos populares. Para realizar esta investigación fue necesario introducirse en un trabajo que requiere del acopio y análisis de documentación disponible. Esta necesidad se hizo aún más ambiciosa cuando quisimos centrar nuestra mirada en las representaciones artísticas de un país que recién está forjando una imagen propia después de los procesos de independencia. De este modo, para comprender como se ha manifestado la pintura a inicios del siglo XIX, fue necesario recurrir a los manuales de arte, a los que anteriormente hicimos referencia. No obstante, debido a los vacíos que estos textos nos dejan respecto a lo central de nuestra investigación, se vuelve fundamental complementar este estudio con fuentes que se acerquen a nuestro objetivo general. Por lo mismo es necesario remitirnos a textos que hablen acerca de la vida y obra de Juan Mauricio Rugendas. Hay que tener en cuenta, que el trabajo del pintor se centra en el análisis de lo pintoresco, por lo que lleva a nuestro acercamiento con ciertos autores que reflexionan en torno a la importancia que adquiere el paisaje chileno tanto para el pintor como para los viajeros que arribaban en nuestro país. Ahora bien. Para responder a nuestro primer objetivo, es necesario remitirnos a una bibliografía testimonial, donde los artistas viajeros, plasman sus experiencias en diarios de vida o crónicas de viaje. El relato, era una práctica útil en la que el viajero plasmaba su individualidad y su sensibilidad respecto a lo que estaba observando. Como veremos, este tipo de narrativa, se transformó en un aporte fundamental para la construcción de la 22.

(24) identidad chilena. En ese marco, destaca por ejemplo Charles Darwin en, Darwin en Chile (1832-1835) Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo; Eduard Poeppig en, Un testigo en la Alborada de Chile y Mary Graham en, Diario de mi residencia en Chile: 1822. Estos testimonios serán reforzados por recopilaciones que hacen autores respecto a estos artistas que se insertan en la nación a principios del siglo XIX, tales como Guillermo Feliú Cruz, en Santiago a comienzos del siglo XIX: crónica de los viajeros; Germán Vergara Donoso, en Primera visión de Chile, dibujos de la colección de Germán Vergara Donoso y Cristián Gazmuri, destacado historiador que en su artículo, Angustia y correspondencia, recoge los principales testimonios de Juan Mauricio Rugendas a través de sus cartas con Carmen Arriagada. Junto con lo anterior y, para poder superar la limitación de información respecto a lo que nos interesa, es necesario dirigir nuestro estudio hacia la revisión de periódicos, que si bien no destacan en profundidad la labor de Rugendas en Chile, sirve para conocer el verdadero interés de la autoridades sobres los viajeros que se insertaban en esta incipiente nación. Por lo tanto, nuestra investigación focaliza su mirada a través de la información proveniente de uno de los órganos de prensa gobiernista como El Araucano entre los años 1830 a 1845. Un análisis diferente, debe ser realizado para poder llevar a cabo nuestro segundo objetivo. En este sentido, para describir las costumbres de la sociedad chilena, y las formas de vida del pueblo chileno, será necesario dirigirse fundamentalmente al Museo de Bellas Artes ya que esta es la institución que posee algunas obras y la mayor cantidad de información sobre Juan Mauricio Rugendas. Sin embargo, debido a que el trabajo del pintor 23.

(25) es múltiple, fue necesario seleccionar algunos de ellos. Esto por dos razones. Primero porque es difícil acceder a todo su trabajo. Gran cantidad de sus dibujos y pinturas son parte de Colecciones Privadas, mientras que el resto se encuentra en el museo de Staatliche Gaphische Sammlung. Por lo mismo, debemos aclarar que por motivo de distancias, el respectivo análisis, se sustenta en los valiosos libros que recogen sus obras. Un segundo punto que hay que mencionar respecto a la selección de imágenes, radica en la idea de tiempo y espacio que se tuvo para realizar esta investigación. Ideal hubiese sido recoger todo este tipo de material, pero considerando que variadas de sus obras tratan de la misma temática, no se hace fundamental aclarar una por una. Por lo mismo se escogieron aquellas que reuniesen la mayor cantidad de detalles y que representasen lo elemental de la sociedad chilena de aquel periodo. Las categorías de análisis que se utilizaron para separar cada obra, fueron aquellas que tratan del paisaje, las costumbres, los sujetos populares y los araucanos. Asimismo me gustaría esclarecer que a través de esta investigación nos encontraremos con esta selección de imágenes, catalogadas con sus respectivos títulos, el año en que fueron realizadas, los materiales, las dimensiones y por último el lugar donde se encuentran. Como se verá, algunas de ellas no contienen toda esta información. Esto porque Rugendas se caracterizó por no titular su trabajo, y por lo tanto, en algunos casos nos encontraremos solo con denominaciones descriptivas, y generalmente citados por aquellos autores de donde pudimos sacar esta información. Debemos recordar, que al tratarse de una mirada propia que se tiene frente a la obra, puede traer una doble interpretación, por lo que será de utilidad complementar nuestro 24.

(26) estudio a través de fuentes secundarias, que se dedican de una u otra manera, describir tales composiciones. Así, será de utilidad asociarnos nuevamente a autores como Isabel Cruz y Ricardo Bindis, por nombrar algunos24, ya que dan cuenta de detalles y de la importancia que ha adquirido de este pintor en el país. Las composiciones pictóricas de Mauricio Rugendas, adquieren un rol protagónico en cuanto a la formación de identidad. Así, Stuart Hall, en Cuestiones de identidad cultural, logra convertirse en un texto enriquecedor que refuerza el concepto en una realidad más teórica y objetiva. Ayuda a su comprensión lo escrito por Jorge Larraín en Identidad chilena, que sustenta dicho concepto en el marco temporal al que nos estamos refiriendo. Sobre esa base, es necesario conocer el contexto en el cual la sociedad chilena se encontraba, y la importancia que se le ha dado a partir de este periodo. Por lo mismo, esta investigación se familiariza con autores como Mario Góngora, en Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX y Civilización de masas y esperanza y otros ensayos, y Alfredo Jocelyn Holt – Letelier, en El peso de la noche25. Estos textos nos revelan importantes hechos políticos y sociales que se asocian a la idea de construir una imagen y de representar una sociedad que aluda a lo nacional. Junto con ello, nos permiten entrever las motivaciones que tenía el Estado oligárquico en dar legitimidad a la obra de arte de todos estos extranjeros que se insertan en Chile.. 24. Muchos son los textos que nos hablan acerca de la obra del pintor, de su manera de pintar, y de lo que verdaderamente le interesaba. Encontramos a autores como Carlos Keller, Eugenio Pereira, Bonifacio del Carril, Pablo Diener, Tomás Lago y otros que han sido publicados por el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Contemporáneo, por Organizaciones municipales, por universidades y editoriales que ha querido dejar testimonio de lo hecho por Rugendas. 25 Hay que dejar en claro, que si bien estos autores se remiten a darnos un contexto nacional, no debemos desentendernos de textos teóricos anterirmente mencionados, como Roger Chartier, en El mundo como representación o La historia o lectura del tiempo; Eric Hobsbawm, en Naciones y nacionalismos en 1780 o La invención de la tradición; Benedict Anderson, Comunidades imaginadas.. 25.

(27) Finalmente, es necesario aclarar que la presente investigación se divide en dos largos capítulos que parten de lo general a lo particular. En primer lugar, “Estado y Nación en el Chile republicano”, nos relata a grandes rasgos del escenario político y cultural que vivió Chile durante el siglo XIX. Hablamos de un Estado que dirigido desde la elite, intentaba buscar ciertas herramientas que permitieran otorgarle al país una imagen y una identidad propia, diferenciándose del resto del continente americano. En este contexto, adquieren relevancia la llegada de intelectuales extranjeros ya que su trabajo se convertía en la mejor manera de llegar a conocer quiénes somos. Las expediciones científicas como los relatos de viaje poco a poco comenzaron a insertarse en el discurso nacional, pasando a ser considerado como una de las principales fuentes de información de aquel entonces. El segundo capítulo denominado “Chile y Juan Mauricio Rugendas”, no pretende ser una biografía o una crónica de la vida y obra del autor. Lo que interesa, es mostrar el quiebre del arte colonial gracias a la llegada del romanticismo a partir del año 1830. El trabajo de Rugendas pasaba a ser el reflejo de una sociedad que recién comenzaba a independizarse. Por lo mismo, no es extraño encontrarnos con representaciones minuciosas tanto del espacio urbano como rural, ya que a través de su arte pretendía mostrarlo todo. Su espíritu romántico lo trasladó a ciertos lugares donde primaba lo salvaje y lo sublime. Por ejemplo, su interés por la Cordillera de los Andes quedó reflejado en gran parte de sus dibujos y pinturas. Sin embargo, el paisaje chileno poco a poco fue reemplazado por la representación de lo popular, describiendo los rasgos y las costumbres de la sociedad chilena. 26.

(28) Este capítulo, por ser el eje central de la investigación, se divide en tres apartados. El primero de ellos hace referencia al viaje artístico como un elemento clave que utilizó el Estado para definirse en términos nacionales. Muchos son los artistas plásticos que arribaron en Chile durante el siglo XIX. No obstante, nuestra prioridad es demostrar la visión que tenía el pintor del continente americano y de nuestro país. Posteriormente, es relevante dedicar un espacio a las costumbres y sociedad del pueblo chileno, ya que a partir de esta idea es posible visualizar lo histórico en la pintura de Rugendas. Al respecto será necesario definir tanto a los sujetos populares como los araucanos, ya que son ellos el eje central de la nación. Finalmente, y muy relacionado con lo anterior, se hace necesario dedicar unas líneas al valor artístico y documental que adquiere la obra de arte, particularmente la de Juan Mauricio Rugendas.. 27.

(29) CAPÍTULO I ESTADO Y NACIÓN EN EL CHILE REPUBLICANO. La nación desde una perspectiva histórica, era definida como un colectivo humano que se sustentaba en la creencia de compartir una memoria común, un presente y un futuro auspicioso26. Es un proceso que, enmarcado en el mundo moderno, pretendía cambiar el sistema monárquico por una entidad que integrara a la sociedad en su conjunto. Ahora, el componente “humano” se transformaba en un agente visible de la nación, convirtiéndolo en un verdadero sujeto histórico. Hay que tener en cuenta, que cuando hablamos de nación, hablamos de procesos que no precisan una temporalidad definida. Es más. Resultan ser entidades que presentan una constante variabilidad que permite rescatar nuestras propias raíces. Las discusiones que se plantean en torno a la nación y lo nacional, pueden ser debatidas en base a dos visiones, que juntas resumen perfectamente el concepto de identidad y el sentimiento de pertenecer a una comunidad en particular. Por un lado, la nación etno – cultural, caracterizada por ir más allá de la subjetividad, pone atención en caracteres objetivos que implican desde un territorio, lengua, etnia, religión, entidad política, entre muchos otros27. Es una representación un poco homogénea, que se acentúa en tradiciones inventadas “normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o. 26. Paulina Peralta, ¡Chile tiene fiesta!: El origen del 18 de septiembre de 1810, Ed. LOM, 1°ed., Santiago, 2007, p. 30. 27 Hobsbawm, op. cit.. 28.

(30) tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado.”28Por otra parte, la segunda forma de comprender el concepto de nación, y completamente opuesta a la anterior, se sustenta en la noción cívica o liberal, simbolizada en los ideales de la Revolución Francesa. Es una definición mucho más subjetiva que congrega a un cuerpo de ciudadanos iguales ante la ley, cuyos derechos y deberes eran claramente determinados. No obstante, la mejor definición de nación que se ajusta a nuestro tema de investigación, es la que plantea Benedict Anderson, considerándola como “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana”29. Imaginada, en el sentido de distancias, ya que como mencionamos, una sociedad nunca terminará por conocerse. Lo que prevalece, es una imagen que se adopta y que se da a conocer al exterior. Limitada, porque incluso la mayor de ellas, “tiene fronteras finitas, aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones.”30 Es una construcción simbólica, un “artefacto cultural” que emerge gracias al imaginario de la sociedad en un periodo específico. A partir de eso, la cultura pasa a convertirse en elemento clave, creando una identidad nacional que está en constante proceso de elaboración y cambio. La definición de nación planteada por Anderson, se aplica también al concepto de identidad o identidades culturales. Stuart Hall ha señalado, cómo el discurso de nación insta. 28. Eric Hobsbawm, “Introducción: La invención de la tradición”, en: Eric Hobsbawm y Terence Ranger (eds.), La invención de la tradición, Ed. Crítica, Barcelona, 1983, p. 8 29 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Eds. Fondo de cultura económica, México, 2000, p. 23. 30 Anderson, Ibíd., p. 25. 29.

(31) a los individuos para que se identifiquen con él31. Esto lo podemos encontrar en ciertas narrativas presentes en las historias nacionales, en la literatura, en el arte y en la cultura popular. La idea de crear un nosotros colectivo, se refleja “en la instrumentalización y difusión de pautas culturales, mitos de origen y un conjunto de símbolos tendientes a la consolidación de la identidad colectiva, y que aparece como programa explícito de los gobernantes en los procesos de configuración de Estados nacionales en el siglo XIX y principios del XX.”32Con esto se quiere decir que el hombre pasa a identificarse con un modelo en particular, que representa una imagen propia y que a su vez, es reflejo de lo que ellos quieren ser. Ahora bien. Si nos centramos a lo que fue Chile durante las primeras décadas del siglo XIX, nos encontramos con un reciente y temprano proceso de autodefinición nacional. Es el comienzo de una vida política autónoma que logra su independencia, gracias a la crisis monárquica que sufre España. Se toma el 12 de febrero de 1818 como una fecha que simbolizaría la proclamación y el juramento de un “estado libre independiente y soberano.” Por tanto, ¿cómo se puede explicar esta idea dentro del imaginario chileno? Para dar respuesta a lo anterior, es necesario dar cuenta a grandes rasgos, del escenario político, social y cultural que vivió Chile durante este proceso, ya que como veremos, el discurso nacional se sustentaba fuertemente en un campo simbólico de imágenes y conceptos, que sirvieron para adoctrinar a un pueblo que en su gran mayoría era analfabeto. La elite desde este punto de vista, se convertía en la principal protagonista, en. 31. Larraín, op. cit., p.41 Antonio Annino, François-Xavier Guerra, Inventando la nación: Iberoamérica siglo XIX, Eds. Fondo de cultura económica, México, 2003, p. 18. 32. 30.

(32) tanto tuviera que producir instancias de identificación que permitieran la incorporación de la sociedad. En otros términos, En una sociedad escasamente alfabetizada, lo paradójico – y a la vez ilustrativo de este momento histórico” es que para las luces alcanzaran a la mayor parte de la población, sus contenidos debieron difundirse mediante la comunicación oral, parte de la cultura tradicional, en la que el texto escrito poco importa, y lo trascendental es el oír, leer, el rumor, el chisme, el pregón, etc. 33. 33. Bárbara Silva, Identidad y nación entre dos siglos: Patria Vieja, Centenario y Bicentenario, Ed. LOM, Santiago, 2008, p. 25.. 31.

(33) 1. Chile a inicios del siglo XIX. La Democracia, que tanto pregonan los ilusos, es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera República. La Monarquía no es tampoco el ideal americano: salimos de una terrible para volver a otra y ¿qué ganamos? La República es el sistema que hay que adoptar, ¿pero sabe cómo yo la entiendo para estos países? Un Gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes. Cuando se hayan moralizado, venga el Gobierno completamente liberal, libre, y lleno de ideales, donde tengan parte todos los ciudadanos.. 34. En general, la crisis monárquica española permitió que en Chile se organizaran juntas de gobierno provisorias con tal de hacer efectivo este ideal de autonomía nacional. Instalado el gobierno de José Joaquín Prieto, se da comienzo a una nueva etapa en la historia, donde el régimen pelucón se consolida definitivamente. Optar por una “república”, pasaba a convertirse en el sistema político por excelencia, garantizando orden público y eficacia militar. La formación de este gobierno autoritario, surge fundamentalmente gracias una la elite dirigente, que tiene la intención de terminar y evitar los movimientos populares. Se establecieron una serie de principios liberales y democráticos que en un principio estuvieron en manos de pequeños grupos elitistas. Por lo mismo, no es raro hablar de una política oligárquica, de un estado que no es más que un “instrumento de servicio” de la elite social. El republicanismo pasó a convertirse en un nuevo proyecto legitimador que, basado un discurso político nacionalista, intentaba cohesionar a la sociedad. Un proyecto que 34. Diego Portales, Epistolario de don Diego Portales, editado por Ernesto de la Cruz y Guillermo Feliú Cruz, Dirección general de prisiones, Santiago, 1937, tomo I, p. 177.. 32.

(34) pretendía adquirir frutos a futuro, logrando fomentar nociones tan básicas como la virtud y la conciencia ciudadana. De acuerdo a esto podemos decir, “las naciones son cuerpos políticos, sociedades de hombres, congregadas para procurar con fuerzas reunidas su salud, comodidades y ventajas.”35 Una noción un poco abstracta si consideramos la realidad del momento. En un principio, la elite dirigente ofrecía una alternativa de identificación completamente llamativa, que proyectaba la imagen de un pueblo unido y homogéneo. Esta idea, lentamente comenzó a fomentar el sentimiento nacional, transformándose en el elemento primordial de la identidad colectiva, identidades que por cierto “funcionan produciendo significados e historias con los cuales las personan pueden identificarse.”36 El nacionalismo en palabras de Alfredo Jocelyn – Holt queda definido como “un mecanismo altamente persuasivo del que se sirve el estado liberal – republicano para ofrecer una semblanza de participación popular, en un contexto de limitada participación política real por parte del grueso de la población.”37Con esto podemos afirmar, que estamos frente un fenómeno netamente político que despertó el sentimiento nacional no sólo por parte de la oligarquía, sino que además obtuvo un profundo apoyo por parte de los sectores populares. El nuevo pensamiento liberal, ilustrado y moderno comenzaba adquirir forma gracias a la elite, convirtiéndose en la pieza fundacional del estado chileno. Un estado que gobierna. 35. La Aurora de Chile, 20 de febrero de 1812, Santiago. Larraín, op. cit, p. 40. 37 Alfredo Jocelyn-Holt, El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, Ed. Planeta Chilena S.A., 2° ed., Chile, 1998, p. 42. 36. 33.

(35) mediante leyes y constituciones con tal de mantener el orden social y la sumisión total de las clases populares38.. 1.1 Una Nación desde arriba: Fundación del mito portaliano. Hacia fines del siglo XVIII, no se cuestionaba ni rechazaba la lealtad que se tenía hacia la Corona española. Existía más bien una especie de “protonacionalismo” que “ha de entenderse en el contexto del iluminismo dieciochesco, no necesariamente como una fuerza casual detrás de lo que más tarde devino la concepción liberal – republicana de nación.”39Este protonacionalismo popular, como lo denomina Hobsbawm, es muy propio del liberalismo decimonónico, volviendo a ser retomado y reinterpretado en base a su nueva realidad. A su vez, la nación – considerada el principal legado del siglo XIX –, se concretó gracias a ciertas instancias de identificación, que permitieron mantener vigente esta nueva concepción nacional. Elementos altamente persuasivos tales como la retórica, la historiografía, la educación y el simbolismo, solo podían ser pensados “desde arriba” principalmente, porque eran los intelectuales los encargados de fomentar el campo cultural en la sociedad chilena en este periodo. En este sentido, vale la pena resaltar que las “colectividades culturales son mucho más estables porque los elementos culturales básicos a partir de los cuales ellas se construyen – memorias, valores, símbolos, mitos y. 38 39. Jocelyn-Holt, Ibid., p. 27 Jocelyn-Holt, Ibid., p. 40. 34.

(36) tradiciones- tienden a ser más persistentes y vinculantes; representan elementos recurrentes de la continuidad y diferencia colectivas.”40 El que se haya conformado una nación desde arriba, significaba además el surgimiento de nuevas fuerzas sociales y económicas, produciendo ciertas transformaciones al país. Un ejemplo de esto, se hace patente en la preocupación que tenían las elites decimonónicas respecto del pueblo. Al respecto, incluir a los sectores populares en el proyecto de construcción nacional, implicaba dotarlos de identidad. Su imagen de miseria, de ocio y de ignorancia, le impedía formar parte de las decisiones políticas del país. La elite, por tanto, pasaba a convertirse en un “héroe” que venía a cambiar las antiguas tradiciones del pasado colonial, otorgando cierto grado de legitimidad a este grupo social. Ahora bien. Uno de los aspectos más discutidos dentro de la historia política chilena, hace referencia a la idea de un estado fuerte y centralizado que, desde la década del 1830, se había convertido en la pieza fundacional. Junto con ello, la figura de Portales es clave para comprender el republicanismo en Chile. Siendo una figura en transición, recobra significativa importancia, caracterizándose no por restaurar e innovar el sistema. Su principal interés tampoco se concentró en hacer desaparecer por completo el régimen anterior. En palabras de Jocelyn – Holt, en Portales se ratifica el romanticismo como una expresión que no cree en valores absolutos. “Miraba todo lo vinculado a presuposiciones históricas, porque había experimentado, como parte del destino personal, la caída de lo antiguo y el ascenso de una nueva cultura.”41. 40 41. Silva, op. cit., p. 45 Silva, Ibíd., p. 41.. 35.

(37) El orden social se transformaba en una de las principales preocupaciones que involucraba tanto a las clases dirigentes como a los sectores populares. De ahí, nace el tan conocido mito del “peso de noche”, entendido de la siguiente manera: El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la garantía de la tranquilidad pública. Si ella faltase, nos encontraríamos a obscuras y sin poder contener a los díscolos más que con medidas dictadas por la razón, o que la experiencia ha enseñado a ser útiles. 42. Estamos frente a una propuesta que sirve para dilucidar lo frágil y débil que ha sido la política chilena. Hablamos de un sistema de gobierno que no ha mostrado la eficacia necesaria para regular y controlar la sociedad. “El peso de noche” se convertía en un mecanismo de acción que ayudaría a mantener el orden social, apostando por un autoritarismo, independiente de los gobernantes y de pensamientos liberales. Es un orden incompleto, un “cuasi orden”, que buscaba mantener en reposo a la masa, “reposo entendido como descanso, como aquello que pudiendo actuar no actúa, cesa calma, o bien se calma.”43 Diego Portales ve en el estado, un medio que sirve para canalizar y brindar mecanismos administrativos útiles para quienes ejerzan el poder. Su personificación ha sido un elemento clave en la concepción política chilena. Mario Góngora ha sostenido que Portales apuesta por un orden social estático, por un estado gobernado por hombres de orden y de juicio, donde “’el principal resorte de la máquina’ era la distinción entre los que él llama en sus cartas ‘los buenos’ y ‘los malos’. Los ‘buenos’ son ‘los hombres de orden’,. 42 43. Portales, op. cit., pp. 228 - 229 Jocelyn-Holt, op. cit., p. 152.. 36.

(38) ‘los hombres de juicio y que piensan’, ‘los hombres de conocido juicio, de notorio amor al país y de las mejores intenciones’. Los ‘malos’, sobre quienes debe recaer el rigor absoluto de la ley, son ‘los forajidos’, ‘los lesos y bellacos’ aludiendo sin duda a los pipiolos y los conspiradores de cualquier bando.”44 Lo que tenemos hasta acá, es un mito que se basa en la ineficacia de las instituciones políticas existentes. Para Portales, la “noche” se convertía en la metáfora de la quietud. Nadie gobierna en la noche, ni el estado ni la sociedad, sino que es la “obscuridad que reina entre dos tiempos de luz, el interludio espeso en que desaparece momentáneamente la luz, el momento en que todavía no amanece.”45 Es una metáfora que constata el movimiento continuo del orden social sin la intervención del pensamiento liberal – ilustrado. El Ministro ve en este “peso” la forma de adquirir y conseguir poder. Un poder que, sustentado en la aristocracia, produciría cambios en la sociedad chilena con tal de conseguir la tranquilidad y el reposo de la masa. La rápida mirada que se ha hecho respecto a la nación durante el siglo XIX, nos permite sacar las siguientes conclusiones. En primer lugar, estamos frente a un incipiente estado que depende de la elite. Más que hablar de un “estado republicano”, hablamos de una “clase dirigente oligárquica” que tiene un fuerte dominio sobre el poder político. En segundo lugar, nos encontramos con que la nación decimonónica en nuestro país, se originó principalmente desde el mundo político. Es decir, más que imponer una política “desde arriba” se orientaba a la “comunidad con criterios publicitarios tendientes a explicar,. 44. Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, Ed. Universitaria, Santiago, 1981, pp. 14 – 15. 45 Jocelyn-Holt, op. cit., p. 161. 37.

(39) difundir y legitimar el nuevo orden. En resumidas cuentas, se trata de persuadir. Resulta evidente, por tanto, que el prurito aquí se ha vuelto eminentemente político – cultural.”46. 1.2 Política cultural decimonónica. En primera instancia, la educación se transformaba en el ideal de las elites decimonónicas, constituyéndose en una herramienta clave para fomentar la “civilización”. Los avances que se hicieron posteriores a la Patria Vieja, estuvieron bajo la conducción del Estado. Al respecto, el diario oficial del periodo ha sostenido que a través de la enseñanza, “los deberes que tenemos para con la sociedad como miembros de ella, y los que tenemos para con nosotros mismos, si queremos llegar al mayor grado de bienestar de que nuestra condición es susceptible.”47Susceptible en el sentido de enriquecer el espíritu con ideas, a fin de crear un “hombre nuevo”, fomentando una cierta homogeneidad dentro de la sociedad. Esta consideración incluía a los sectores populares, pues sería “absurdo privar de este beneficio a las clases menos acomodadas, si todos los hombres tienen igual derecho a su bienestar, y si todos han de contribuir al bienestar general.”48 Asimismo, no es lógico dejar de lado a los sectores más numerosos del país, ya que junto a los indigentes, “son las que más exigen la protección de un gobierno para la ilustración de su juventud.”49 Educar se transformaba en uno de los principales principios del autoritarismo político y uno de los mayores aportes dentro de la cultura. Sin embargo, hablamos de una educación. 46. Jocelyn-Holt, Ibíd., p. 77 El Araucano, 29 de julio de 1836, Santiago. 48 Ibidem. . 49 El Araucano, 19 de febrero de 1831, Santiago. 47. 38.

(40) no igualitaria, aunque todas pretendían contribuir al mismo fin. Por un lado tenemos una enseñanza enfocada a un pequeño grupo elitista, en manos de intelectuales extranjeros que trabajaron para el fortalecimiento del Estado y el progreso de la Nación. Por otro, tenemos una “educación popular” que mientras no se generalice y “mientras los hombres estén entregados a esa libertad, ni la religión tiene influencia para preservarles de los delitos, y la severidad de las penas no hará más que contenerlos por el horror del escarmiento, sin inspirarles ningún sentimiento de virtud.”50 La intención de adoctrinar a las clases populares, se evidencia también en las creencias religiosas. Para el Presidente Prieto por ejemplo, la Iglesia Católica se transformaba en el pilar fundamental de la educación popular, en la “propagadora de sanos principios morales y religiosos, y germen fecundo y primario de verdadera civilización y cultura.” 51La religión, pasó a ser un recurso debatido para quienes estaban en el poder, ya que para algunos se transformaba en un poderoso agente de legitimación que tendía a civilizar y a establecer un espacio para la política cultural, mientras que otros mostraban su repudio e indignación frente a lo estipulado. No es intención del presente apartado entrar en detalle respecto a este punto, porque lo que nos interesa, es dar cuenta de ciertos mecanismos que sirvieron para instruir a la sociedad. Sobre esa base, es propicio mencionar que durante el siglo XIX, el Estado republicano se encuentra en la necesidad de implementar su “revolución cultural”. Inspirado en el proceso de independencia, la administración pelucona opta por fomentar. 50. El Araucano, 29 de enero de 1831, Santiago. Julio Pinto, et. al., ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840), Ed. LOM, 1° ed. Santiago, 2009, p. 249. 51. 39.

(41) con mucha mayor intensidad el “sentimiento patrio”. El orgullo por la nación queda sintetizado en las siguientes palabras: En 18 de Setiembre de 810 alzamos el grito de libertad guiados únicamente por el entusiasmo, y mañana vamos a hacer resonar la voy de la ley que reduce la libertad a sus justos límites, y a dar principio a una vida tranquila y sosegada que es el distintivo de una Nación verdaderamente constituida.52. La cita anterior nos da los esbozos de lo que se convertiría en la verdadera fiesta nacional. La incorporación masiva del 18 de septiembre ayudaría no tan solo a la legitimidad de ese régimen sino que también al reconocimiento de la identidad de cada uno de los sujetos. El Presidente Prieto, vinculado con esta idea agregaría que: En 18 de Setiembre de 831 empiezan hacerse efectivos los grandes objetos que indicaron en igual día que 810. Un Presidente de la República aclamado por todos los ciudadanos; un Congreso Nacional elegido por los pueblos; un Código que establece los deberes de las autoridades, restituido a su veneración y respeto; un Ejercito disciplinado, unas guardias cívicas que asombran a los que las observan; una población, en fin, contenta y satisfecha con el régimen gubernativo, dispuesta a fomentar toda clase de mejoras, que corre con ardor a la moralidad y a la civilización ¿no forman un cuadro el más halagüeño para el ciudadano chileno? 53. Sobre esa base, podemos decir que estamos frente a un Estado que imprimió el sentimiento nacionalista a través de estos “carnavales populares”, ya que en estas instancias era posible apreciar a un pueblo entusiasta, alegre e identificado con el acontecer nacional. A su vez, el amor a la patria se definió en términos propios, marcando conciencia y enfatizando la “labor educativa del Estado” que usa estas herramientas como “legitimadora 52 53. El Araucano, 17 de septiembre de 1831, Santiago. Ibídem.. 40.

(42) de las acciones y cimiento de la cohesión de un grupo, ocupando la estrategia de remontarse al pasado.”54. 54. Silva, op. cit., p. 70.. 41.

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