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MEDICINA CLINICA. Tratamiento con diuréticos en la insuficiencia cardíaca aguda

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MEDICINA CLINICA

www.elsevier.es/medicinaclinica

Tratamiento con diuréticos en la insuficiencia cardíaca aguda

Joan Carles Trullàs

a,

*, José Luis Morales-Rull

b

y Francesc Formiga

c aServicio de Medicina Interna, Hospital Sant Jaume de Olot, Olot, Girona, Universitat de Girona, Girona, España bServicio de Medicina, Hospital Universitari Arnau de Vilanova, Lleida, España

cServicio de Medicina Interna, Hospital Universitari de Bellvitge, L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona, España

Palabras clave:

Insuficiencia cardíaca Diuréticos

Insuficiencia cardíaca congestiva Furosemida

Keywords:

Heart failure Diuretics

Congestive heart failure Furosemide

R E S U M E N

El tratamiento diurético es ampliamente recomendado y utilizado en pacientes con insuficiencia cardíaca aguda. A pesar de su amplio uso, existen pocas evidencias sobre el tratamiento con diuréticos en insuficien-cia cardíaca que provengan de ensayos clínicos aleatorizados. Los diuréticos de asa son los más utilizados, en especial furosemida por vía intravenosa, pero todavía no está claro cuál es su mejor forma de adminis-tración, ni las dosis (altas frente a bajas), ni la vía de administración (en forma de bolo o en perfusión conti-nua). Cuando aparece resistencia a diuréticos de asa hay diferentes estrategias de tratamiento diurético, siendo una de ellas el tratamiento diurético combinado con diuréticos tiacídicos y/o antagonistas de la al-dosterona. Los antagonistas de la aldosterona en dosis bajas o no diuréticas (25-50 mg/día) han demostra-do mejorar la supervivencia en pacientes con insuficiencia cardíaca y fracción de eyección deprimida, por lo que todos los pacientes deberían recibirlos, siempre que las cifras de potasio y/o la función renal lo per-mitan. Hay menos evidencia sobre su uso en dosis altas o diuréticas (≥ 100 mg/día), pero también podrían ser útiles para aliviar de forma precoz los síntomas congestivos en combinación con furosemida. Los diuré-ticos tiacídicos pueden ser también útiles utilizados de forma sinérgica con los diurédiuré-ticos de asa al inhibir la reabsorción de sodio en porciones más distales de la nefrona. Durante el tratamiento diurético es impor-tante monitorizar los signos y síntomas de congestión, así como vigilar la aparición de efectos adversos, sobre todo deterioro de la función renal y alteraciones electrolíticas.

© 2014 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.

Diuretic therapy in acute heart failure

A B S T R A C T

Diuretics are widely recommended in patients with acute heart failure (AHF). Unfortunately, despite their widespread use, limited data are available from randomized clinical trials to guide clinicians on the appropriate management of diuretic therapy. Loop diuretics are considered the first-line diuretic therapy, especially intravenous furosemide, but the best mode of administration (high-dose versus low-dose and continuous infusion versus bolus) is unclear. When diuretic resistance develops, different therapeutic strategies can be adopted, including combined diuretic therapy with thiazide diuretics and/or aldosterone antagonists. Low or “non-diuretic” doses (25-50 mg QD) of aldosterone antagonists have been demonstrated to confer a survival benefit in patients with heart failure and reduced ejection fraction and consequently should be prescribed in all such patients, unless contraindicated by potassium and/or renal function values. There is less evidence on the use of aldosterone antagonists at higher or “diuretic” doses (≥ 100 mg QD) but these drugs could be useful in relieving congestive symptoms in combination with furosemide. Thiazide diuretics can also be helpful as they have synergic effects with loop diuretics by inhibiting sodium reabsorption in distal parts of the nephron. The effect of diuretic therapy in AHF should be monitored with careful observation of clinical signs and symptoms of congestion. Serum electrolytes and kidney function should also be monitored during the use of intravenous diuretics.

© 2014 Elsevier España, S.L. All rights reserved.

*Autor para correspondencia.

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J.C. Trullàs et al / Med Clin (Barc). 2014;142(Supl 1):36-41 37

Introducción

Desde hace más de 50 años, los diuréticos siguen siendo los úni-cos fármaúni-cos capaces de modular la hipervolemia de una forma rápi-da y eficaz. La mayoría de pacientes con insuficiencia cardíaca (IC) aguda (ICA) suelen tener sobrecarga de volumen, por lo que el trata-miento diurético es una de las medidas terapéuticas fundamentales para intentar estabilizar al paciente con ICA. Incluso en las situacio-nes en las que el edema pulmonar cardiogénico ocurre sin una sobre-carga de volumen significativa (como ocurre en la emergencia hiper-tensiva o en la insuficiencia mitral o aórtica de instauración aguda), la reducción de volumen mediante tratamiento diurético intraveno-so (i.v.) es capaz de mejorar los síntomas y la oxigenación. Es por ello que todos los pacientes con ICA, independientemente de la etiología, deben recibir, como parte inicial del tratamiento, diuréticos i.v. de la forma más precoz posible. Existen algunas excepciones, como la pre-sentación en forma de hipotensión severa o shok cardiogénico, y también deben usarse con precaución en pacientes con estenosis aórtica.

La gran mayoría de pacientes que ingresan por ICA reciben trata-miento diurético, como ponen de manifiesto los resultados de gran-des estudios como el Euro Heart Failure Survey1 (más del 90% de los

pacientes recibió diurético i.v.) y el registro ADHERE (el mayor regis-tro de pacientes con ICA), en el que el 88% de los 60.000 pacientes incluidos recibió tratamiento diurético por vía i.v.2.

Siendo la IC una patología tan prevalente en la práctica clínica habitual y estando tan extendido el uso de diuréticos en ICA, es sor-prendente la poca evidencia científica de la que disponemos sobre su eficacia y seguridad. Por otro lado, sigue siendo motivo de debate cuál es la mejor forma de administración de los diuréticos de asa (dosis altas o bajas y en bolo frente a perfusión continua).

Por todo ello hay una gran variabilidad en los patrones de admi-nistración de tratamiento diurético, entre distintos países, entre dis-tintos hospitales e incluso de forma individual entre los disdis-tintos profesionales que atienden a estos pacientes3,4.

Evidencia científica del uso de diuréticos en insuficiencia cardíaca aguda

Son muchos los estudios observacionales y es amplia la experien-cia clínica que respalda el uso de tratamiento diurético para mejorar los síntomas congestivos en ICA, pero son escasos los ensayos clíni-cos a gran escala que se han llevado a cabo en este sentido, en parte por la dificultad (práctica y ética) de llevar a cabo ensayos controla-dos con placebo en pacientes que necesitan diuréticos para mejorar síntomas congestivos. No sería ético realizar este tipo de estudios donde hubiera un grupo de pacientes que no recibiera tratamiento.

Por tanto, la evidencia disponible proviene de otro tipo de estu-dios con mayor riesgo de presentar sesgos y factores de confusión, como son análisis a posteriori de ensayos clínicos, registros de IC y ensayos clínicos que han comparado distintas estrategias de trata-miento diurético sin comparar con placebo.

Una reciente actualización de un metaanálisis de la Cochrane re-visó los ensayos clínicos sobre eficacia de los diuréticos en IC crónica, concluyendo que hay un beneficio con el uso de diuréticos (menor mortalidad y menos hospitalizaciones)5. Aun así, los resultados de

este estudio deben ser interpretados con cautela por el pequeño nú-mero de pacientes incluidos en los ensayos. Por el contrario, el regis-tro ADHERE describe un aumento de mortalidad en los pacientes que requieren dosis altas de diuréticos de asa (punto de corte de 160 mg/ día). Este hallazgo también se debe interpretar con cautela, pues es posible que los pacientes con cardiopatías más graves y más sinto-máticos serán los que precisamente van a requerir dosis más eleva-das de diuréticos, siendo este un factor de confusión quizá no

contro-lado6. Finalmente, el mayor de los escasos ensayos clínicos

prospectivos realizados en ICA es el estudio DOSE, cuyos resultados

permiten aportar evidencias sobre cuál es la mejor estrategia de tra-tamiento diurético en ICA7.

Efectos hemodinámicos del tratamiento diurético

Mediante la reducción del volumen intravascular, el tratamiento diurético consigue reducir la presión venosa central y la presión ca-pilar pulmonar. Además, la furosemida también tiene un efecto ve-nodilatador que permite reducir la congestión pulmonar. Este efecto es útil para aliviar la disnea en situaciones de edema pulmonar antes de que se inicie el efecto diurético8. La reducción de las presiones de

llenado a consecuencia de la diuresis suele ir acompañada de un au-mento del volumen de eyección y del gasto cardíaco. A pesar de ello, algunos pacientes presentan hipotensión arterial y disminución del gasto cardíaco, normalmente secundaria a que la situación de reequi-librio del volumen intravascular (producida a expensas de la movili-zación de fluidos desde el espacio intersticial) puede ser lenta. Los pacientes con IC con fracción de eyección preservada o con patología restrictiva son más sensibles a este efecto de reducción de precarga secundaria a diuréticos.

Por otro lado, el inicio del tratamiento con un diurético de asa suele provocar un incremento en los valores de renina y aldosterona, con incremento de la resistencia vascular periférica y descenso del índice cardíaco9. Estos efectos se pueden deber, en parte, a la

activa-ción de barorreceptores secundaria a hipovolemia intravascular y/o hipoperfusión renal. Estas adaptaciones a corto plazo también pue-den mantenerse en el tiempo con el uso crónico de diuréticos.

Diuréticos de asa en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca aguda

Los diuréticos disponibles para el tratamiento de la ICA son los diuréticos de asa, los tiacídicos y los ahorradores de potasio (tabla 1). De forma general actúan en distintos niveles del túbulo renal para inhibir la reabsorción de sodio y cloruro, y los de asa inducen además la eliminación de potasio.

Características de los diuréticos de asa

Los diuréticos más utilizados en ICA son los de asa, sobre todo la furosemida. Son los diuréticos más potentes, por lo que también se les conoce como diuréticos de alto techo. Actúan sobre la rama as-cendente del asa de Henle (segmento grueso) inhibiendo el trans-porte de sodio y cloruro desde el túbulo renal hacia el intersticio (reabsorción tubular). Esta inhibición tiene importantes conse-cuencias diuréticas, ya que en el segmento grueso se absorbe alre-dedor del 25% del sodio filtrado. Tras la inhibición llega al túbulo contorneado distal y colector abundante sal y agua, que son incapa-ces de ser reabsorbidas y, por tanto, son excretadas. Así, pueden llegar a provocar la excreción del 20-25% del sodio filtrado por los riñones10.

La acción de la furosemida se inicia aproximadamente a los 30 min de su administración por vía i.v. Con la administración por vía oral y la gran variabilidad en su absorción, el inicio de la acción es más lento y se alcanzan concentraciones pico plasmáticas menores11.

Los otros diuréticos de asa, torasemida y bumetadina, son más po-tentes que furosemida y tienen una mayor biodisponibilidad (entre el 60 y el 80% respecto al 25-50% de furosemida). Teniendo en cuen-ta su mayor potencia y su mejor perfil farmacocinético se ha sugeri-do que deberían ser los diuréticos de asa los de elección. También algunos estudios sugieren que torasemida (y no furosemida) tiene propiedades de bloqueo del eje renina-angiotensina-aldosterona y, por lo tanto, podría contribuir a una menor fibrosis miocárdica y me-nor remodelado12-14. Estos datos proceden de estudios en animales,

mientras que los estudios en humanos son solo observacionales, por lo que se deben interpretar con precaución. Son escasos los ensayos clínicos que han comparado directamente los distintos diuréticos de asa en IC y hasta el momento no existen evidencias sólidas de que

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unos sean superiores a los otros. Por otro lado, no hay en España presentaciones de torasemida ni de bumetanida para su administra-ción por vía i.v., por lo que es limitado su uso en el tratamiento de la ICA. Por tanto, solo en las situaciones en las que la administración de un tratamiento por vía i.v. no sea factible, estos 2 fármacos podrían tener su utilidad15-17.

Dosificación y forma de administración del tratamiento diurético de asa

Es recomendable la administración de los diuréticos de asa ini-cialmente por vía i.v. por la mayor biodisponibilidad y rapidez de acción que si son administrados por vía oral.

La dosis inicial de furosemida en pacientes con función renal con-servada son 40 mg i.v. (las dosis i.v. de inicio para torasemida y bu-metanida son 10-20 y 1 mg, respectivamente, pero en España no es-tán comercializadas las preparaciones para la administración i.v. de estos 2 fármacos). Ahora bien, las dosis de inicio serán siempre indi-vidualizadas y tituladas según la respuesta y las características de cada paciente. Así, los pacientes que reciben diuréticos de asa de for-ma crónica suelen necesitar dosis más altas en las situaciones de agudización; la dosis i.v. debe ser igual o superior (unas 2-2,5 veces superior) a la dosis oral habitual de mantenimiento y luego ajustada según la respuesta clínica. Esta recomendación se basa en los resul-tados del estudio DOSE, en el que se observó mayor mejoría de los síntomas en el grupo que recibió dosis altas (2,5 veces la dosis previa del paciente) respecto al grupo que recibió dosis bajas (la misma do-sis que la previa del paciente)7.

Unos 30 min después de la dosis inicial suele haber un pico de diuresis, tras el cual muchos pacientes van a necesitar dosis adicio-nales de diurético de asa para conseguir más diuresis.

Tras una dosis inicial, no está bien establecido cuál es el mejor régimen de administración de diuréticos i.v. (dosis altas frente a do-sis bajas y perfusión continua frente a bolo i.v.). Los diuréticos de asa, cuando se administran como inyecciones en bolo en forma intermi-tente en la ICA, pueden causar fluctuaciones del volumen intravascu-lar, incrementar la toxicidad y desarrollar tolerancia. Existe la hipó-tesis (basada en la farmacocinética y la farmacodinamia de los diuréticos de asa) de que la perfusión continua podría evitar estas complicaciones y lograr una mayor diuresis, con la esperanza de ob-tener una resolución más rápida de los síntomas. Hay pocos estudios que hayan comparado estas estrategias de tratamiento.

Una revisión Cochrane de 7 ensayos clínicos comparó los resulta-dos y los efectos adversos de la perfusión continua de diuréticos de asa con los de la administración en bolo i.v. en pacientes con ICA. Esta revisión mostró que se lograba una mayor diuresis y un mejor perfil de seguridad (menor ototoxicidad) cuando los diuréticos de asa se administraron en perfusión continua. Los estudios incluidos en el análisis eran de pequeño tamaño y muy heterogéneos, por lo que los autores concluyen que estos datos no permiten hacer recomendacio-nes definitivas para la práctica clínica, recomendando realizar estu-dios más amplios para resolver más adecuadamente este tema18.

Desde la publicación de este metaanálisis, la mayor y mejor eviden-cia disponible sobre cuál es la mejor estrategia diurética en IC pro-viene del ensayo DOSE7.

Tabla 1

Características de los diuréticos disponibles para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca aguda (ICA)

Dosis (mg/día) Características/eficacia Seguridad

Diuréticos de asa

Furosemida 20-240 Ampliamente utilizada en ICA, siendo preferible la vía i.v. a la vía oral

Común para todos los diuréticos de asa: las dosis altas pueden empeorar la función renal Bumetanida 0,5-5 Mejor absorción oral y mayor potencia diurética que

furosemida. No disponible en España la presentación para su administración por vía i.v.

Torasemida 10-40 Vida media plasmática más larga y diuresis más sostenida. Excelente absorción por vía oral. No disponible en España la presentación para la administración por vía i.v.

Probablemente menos ototoxicidad que con furosemida

Diuréticos tiacídicos

Bendroflumetiacida 2,5-10 Más utilizada en hipertensión. En España solo disponible en combinación con atenolol

Común para todos los diuréticos tiacídicos y afines: posible depleción de electrólitos, más frecuente cuando son combinados con diuréticos de asa Hidroclorotiacida 12,5-50 Eficacia similar a clortalidona, pero con acción algo más corta y

algo menos potente. Los alimentos reducen su absorción y la biodisponibilidad se reduce en insuficiencia renal y cardíaca

Clorotiacida 250-500 Disponible por vía i.v. para uso hospitalario, pero no está comercializada en España

Diuréticos afines a los tiacídicos*

Clortalidona 12,5-50 Vida media más larga, por lo que puede administrarse a días alternos

– Metolazona 2,5-10 Muy potente. Utilizada en casos de resistencia a diuréticos.

Efectiva incluso cuando el filtrado glomerular es bajo. No comercializada en España

Puede ocasionar importante depleción de electrólitos cuando se utiliza en combinación con diuréticos de asa

Antagonistas de la aldosterona

Espironolactona 12,5-50 Utilizados a dosis bajas “no diuréticas” mejoran la

supervivencia de los pacientes con IC. Poca experiencia de uso a dosis altas o dosis diuréticas

Monitorizar el potasio sérico, sobre todo si hay alteración de la función renal y/o tratamiento concomitante con IECA o ARA-II

Eplerenona 12,5-50

ARA-II: antagonista del receptor de la angiotensina II; i.v.: intravenosa; IECA: inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina.

*Los diuréticos afines a los tiacídicos carecen de benzodiatiacina en su estructura molecular, pero tienen un mecanismo de acción similar a los diuréticos tiacídicos que sí presentan dicha molécula. Indapamida pertenece también a esta familia, pero carece de indicación para la insuficiencia cardíaca.

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J.C. Trullàs et al / Med Clin (Barc). 2014;142(Supl 1):36-41 39

En el estudio DOSE se aleatorizaron 308 pacientes a recibir furo-semida i.v. en bolo intermitente cada 12 h frente a perfusión conti-nua y, por otro lado, dosis bajas (equivalentes a la dosis previa por vía oral) frente a dosis altas (2,5 veces la dosis oral previa). El objetivo principal fue la mejoría en los síntomas en las siguientes 72 h y el de seguridad, el empeoramiento de la función renal. No hubo diferen-cias significativas en ninguno de los objetivos al comparar la admi-nistración en bolo frente a perfusión continua. Ahora bien, los pa-cientes que recibieron el diurético en bolo requirieron de forma más frecuente un aumento de dosis a las 48 h. Así, la dosis total de furo-semida a las 72 h fue mayor en el grupo que recibió bolos. Por otro lado, las dosis altas de furosemida, en comparación con las dosis ba-jas, produjeron una mayor pérdida de volumen, pérdida de peso y alivio de la disnea, pero a expensas de un mayor, y transitorio, em-peoramiento de la función renal. La conclusión del estudio DOSE es que las 2 estrategias de administración del diurético de asa (en bolo y en perfusión continua) tienen una eficacia similar en pacientes con ICA7.

Es muy importante destacar los resultados de un subestudio del DOSE, que analizó si había diferencias en la respuesta diurética en función de la dosis de diurético que los pacientes recibían de forma ambulatoria por vía oral (antes del ingreso por agudización) utilizan-do 120 mg/día como punto de corte. Los pacientes que recibían utilizan-dosis altas de forma ambulatoria (≥ 120 mg/día) estaban bajo tratamiento con un IECA (inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensi-na) de forma menos frecuente, tenían peor función renal y síntomas más avanzados (peor puntuación en las escalas de valoración de la disnea) respecto a los que recibían dosis bajas de forma ambulatoria (< 120 mg/día). Además tenían un mayor riesgo de muerte u hospi-talización a los 60 días. Los pacientes que recibían dosis altas de for-ma ambulatoria experimentaron una for-mayor eliminación de líquidos a las 72 h cuando recibían el tratamiento inicial en bolo i.v. en com-paración con los que lo recibían en perfusión. Por el contrario, los pacientes que recibían dosis bajas de forma ambulatoria se benefi-ciaron más de recibir tratamiento en perfusión continua. Por tanto, este subestudio podría sugerir que la dosis previa del paciente sería un factor determinante para decidir la mejor forma de administra-ción del tratamiento diurético durante la descompensaadministra-ción19. Monitorización durante el tratamiento diurético

Durante el tratamiento diurético se deben monitorizar los signos y síntomas de congestión, el peso corporal y la entrada y salida de lí-quidos (balance de lílí-quidos). También se debe vigilar la posible apa-rición de efectos adversos, sobre todo la hipotensión arterial, el em-peoramiento de la función renal y las alteraciones en los electrólitos, en especial sodio, potasio y magnesio. La hipopotasemia es común, porque cuando un diurético incrementa la llegada de sodio a porcio-nes distales de la nefrona, el potasio es excretado a medida que se reabsorbe sodio a este nivel. Ahora bien, el tratamiento diurético jun-to a fármacos bloqueadores del eje renina-angiotensina-aldosterona también puede ocasionar lo contrario, hiperpotasemia. El tratamiento diurético también reduce la excreción de ácido úrico, por lo que pue-de precipitar ataques pue-de gota. Por otro lado, la aparición pue-de ototoxici-dad es un efecto secundario raro de los diuréticos de asa (incluso cuando se administran en dosis elevadas), que se ha descrito de forma más frecuente en la administración en bolo que en perfusión i.v.3. Tratamiento diurético combinado

En algunas ocasiones no hay una respuesta diurética adecuada al tratamiento de inicio con diuréticos de asa. Especialmente en pa-cientes con IC avanzada puede haber una reabsorción de solutos a nivel de la nefrona más distal, que limitaría la eficacia de los diuréti-cos de asa. Esta situación de resistencia de diurétidiuréti-cos no es infre-cuente y suele ser de causa multifactorial (alteraciones farmacociné-ticas y farmacodinámicas de los diuréticos de asa en situación de IC,

insuficiencia renal, aparición de fenómenos de tolerancia al trata-miento diurético, hipoalbuminemia, etc.). Existen distintas posibili-dades de hacer frente a la resistencia a diuréticos, entre ellas la adi-ción de un segundo diurético que potencie los efectos del diurético de asa20. Estas estrategias de tratamiento diurético combinado han

sido más estudiadas en situación de IC crónica descompensada que en ICA, por lo que la evidencia científica de esta estrategia de trata-miento es también escasa.

Diuréticos tiacídicos

Son diuréticos de bajo techo y eliminan volúmenes de agua y so-dio mucho menores que los de asa, ya que actúan a un nivel al que llegan muchos menos electrólitos por su reabsorción en el asa de Henle. También actúan bloqueando el sistema de cotransporte de so-dio y cloruro, pero sobre el situado en las membranas luminales de las células del túbulo contorneado distal. Así, se impide la reabsor-ción de sodio y cloruro desde el túbulo renal al intersticio, produ-ciendo una excreción del 5-10% del sodio total filtrado. Su efecto natriurético depende de la cantidad de sodio que llegue al túbulo contorneado distal, por lo que en las situaciones en las que esta se vea limitada pueden ser menos eficaces10.

Para evaluar la eficacia y seguridad del uso de la combinación de diuréticos de asa y tiacídicos en pacientes con IC se han publicado alrededor de 50 artículos con una experiencia limitada a unos 300 pacientes. Además, la mayoría de estos estudios incluyeron pacientes con IC crónica, por lo que todavía es menor la experiencia en ICA (8 estudios con un total de 141 pacientes). La mayoría de estudios son antiguos, con inclusión de un número reducido de pacientes y en la mayoría de casos con un diseño observacional, sin estrategias de in-tervención y sin grupos control de comparación21. Estudios

observa-cionales evidenciaron que en los pacientes con resistencia a altas dosis de diuréticos de asa, la adición de un diurético tiacídico conse-guiría aumentar la diuresis, incluso en pacientes con alteración de la función renal22. El mayor estudio aleatorizado que ha evaluado la

efi-cacia del tratamiento diurético combinado en ICA incluyó 40 pacien-tes en clase funcional III-IV sin respuesta a dosis altas de furosemida i.v. Los pacientes fueron aleatorizados a recibir bendroflumetiacida o metolazona (no comercializada en España) sin ningún control con placebo, y con ambos fármacos se consiguió aumentar de forma sig-nificativa la diuresis y la pérdida de peso con la consiguiente mejoría sintomática23. El potencial efecto beneficioso del tratamiento

diuré-tico combinado sobre la mejoría de los síntomas congestivos (espe-cialmente en casos refractarios a diuréticos de asa) y su bajo coste económico en comparación con otras estrategias, como la ultrafiltra-ción, hacen que esta sea una estrategia de tratamiento especialmen-te atractiva. En el momento actual hay un ensayo clínico aleatorizado en fase de desarrollo que permitirá aportar evidencias sobre el uso del tratamiento diurético combinado en IC24.

Antagonistas de la aldosterona

Inhiben de manera competitiva y reversible la acción de la aldos-terona sobre su receptor, ubicado en las células epiteliales del túbulo distal. Así, impiden la activación de canales y bombas de sodio, inter-firiendo su reabsorción y la salida de potasio. Su acción diurética es escasa al aumentar la fracción de eliminación de sodio no más del 5%, pero es mayor cuando hay hiperactividad del túbulo distal por hiper-aldosteronismo10.

Tal y como demostraron los estudios RALES, EPHESUS y EMPHA-SIS, el tratamiento con dosis bajas (25-50 mg/día) de antagonistas de la aldosterona (espironolactona o eplerenona) es recomendable en la mayoría de pacientes con IC con fracción de eyección reducida, con el objetivo de mejorar la supervivencia25-27. Las “dosis no diuréticas”

utilizadas en estos estudios sugieren que los efectos beneficiosos en términos de supervivencia no se debieron a un mecanismo relacio-nado con la reducción de volumen, sino, probablemente, a los efectos sobre el remodelado miocárdico tras la inhibición de la aldosterona.

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Por estos beneficios en términos de supervivencia, en pacientes tratados con diuréticos de asa de forma aislada, es razonable iniciar el tratamiento diurético combinado con un antagonista de la aldos-terona antes que con un diurético tiacídico, siempre que las cifras de potasio sérico y la función renal lo permitan. Mientras el uso de an-tagonistas de la aldosterona a dosis natriuréticas es una práctica habitual para el tratamiento de la retención hidrosalina en la cirro-sis, hay poca evidencia de su uso en la IC. La cirrosis hepática y la IC comparten algunos mecanismos fisiopatológicos; la reducción en la volemia efectiva produce la estimulación del sistema renina-angio-tensina-aldosterona, del sistema nervioso simpático y de la activi-dad de la vasopresina, originando retención hidrosalina. Mientras en la cirrosis la hipovolemia se debe a la vasodilatación esplácnica, en la IC es secundaria a la reducción del gasto cardíaco28. Dosis de

espi-ronolactona de 400-600 mg/día han demostrado su eficacia para incrementar la diuresis en cirrosis con hiperaldosteronismo secun-dario sin respuesta a furosemida. Estudios de pequeño tamaño su-gieren que dosis más altas de espironolactona (100-400 mg/día) pueden ser también eficaces para estimular la natriuresis y mejorar la respuesta a diuréticos de asa en pacientes con IC, sin que la inci-dencia de hiperpotasemia o empeoramiento de la función renal sea significativamente mayor29,30. Igual que en el caso de los diuréticos

tiacídicos, la adición de antagonistas de la aldosterona puede ser una estrategia eficaz para aliviar los síntomas congestivos en pa-cientes con refractariedad al diurético de asa. Un reciente estudio piloto de diseño prospectivo pero no aleatorizado evaluó la estrate-gia de añadir en el momento del ingreso por ICA espironolactona en dosis más altas (50-100 mg/día, la dosis máxima fue de 200 mg/día). Al tercer día de ingreso, los pacientes que recibieron espironolacto-na experimentaron uespironolacto-na mejoría más rápida de los síntomas conges-tivos, recibían furosemida por vía oral en mayor proporción y pre-sentaban reducciones más marcadas de BNP (péptido natriurético tipo B). La adición de espironolactona no se asoció a mayor tasa de empeoramiento de la función renal ni de hiperpotasemia y sí hubo menos hipopotasemia relacionada con diuréticos de asa31. Por lo

tanto, si el objetivo es incrementar el volumen de diuresis, los anta-gonistas de la aldosterona se deben prescribir a dosis más elevadas (≥ 100 mg/día).

Cuando todas estas modalidades de tratamiento diurético fraca-san se debe considerar otros tratamientos, como la ultrafiltración u otras medidas de terapia renal sustitutiva.

¿Qué recomiendan las guías clínicas internacionales?

Las guías clínicas recomiendan el uso de tratamiento diurético en ICA, siendo esta una recomendación de clase I pero con bajo nivel de evidencia. En la mayoría de las recomendaciones, el nivel de eviden-cia es C, es decir, basado en la opinión de expertos y, de forma más reciente (desde la publicación de los resultados del ensayo DOSE), algunas de las recomendaciones elevan la evidencia al nivel B. Las recomendaciones de las guías clínicas de las principales sociedades científicas se resumen en la tabla 2. Las guías americanas (ACC/AHA 2013) prestan poca atención a la ICA y se centran sobre todo en la IC crónica, recomendando el tratamiento diurético en pacientes en cla-se funcional II-IV de la NYHA, que estén sintomáticos y con evidencia de retención de líquidos32. De forma similar, las guías europeas (ESC

2012) recomiendan el tratamiento diurético con el objetivo de man-tener estable la retención de líquidos33. Esta recomendación hace

referencia a todos los pacientes con signos y síntomas congestivos, independientemente de la fracción de eyección y, por tanto, inclu-yendo pacientes con fracción de eyección preservada. En las guías europeas no se hacen recomendaciones específicas sobre las dosis o vías de administración de los diuréticos y en la última versión de las guías americanas sí se introduce este tipo de recomendaciones basa-das en los resultados del estudio DOSE.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía

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Tabla 2

Recomendaciones de las guías clínicas internacionales sobre el uso de diuréticos en insuficiencia cardíaca (IC) aguda

ACC/AHA 201332 Clase Nivel de

evidencia • Los pacientes ingresados por IC y con evidencia de sobrecarga de líquidos deben ser tratados con diuréticos de asa por vía i.v. El tratamiento se

debe iniciar de la forma más precoz posible para reducir morbilidad

I B

• Si el paciente ya recibía tratamiento con diuréticos de asa, la dosis i.v. inicial debe ser igual o superior a la dosis que recibía por vía oral de forma crónica, y se puede administrar bien en bolo o en perfusión continua. El volumen de diuresis y los signos y síntomas de IC deben ser monitorizados para poder ajustar la dosis de diurético de acuerdo a la mejoría sintomática y al grado de reducción de volumen y para evitar hipotensión

I B

• Se debe monitorizar cada día la entrada y salida de líquidos, los signos vitales, el peso corporal y los signos clínicos y síntomas de perfusión sistémica y de congestión. También se deben medir de forma diaria los valores séricos de electrólitos, urea y creatinina durante el tratamiento diurético i.v.

I C

• Cuando la diuresis es inadecuada para mejorar la congestión, el régimen de diuréticos se debe intensificar con alguna de las siguientes estrategias:

IIa B

– Dosis más altas de diurético de asa

– Adición de un segundo diurético (p. ej., tiacídico)

ESC 201233    

• El uso de diuréticos de asa i.v. se recomienda para aliviar la disnea y mejorar la congestión. Los síntomas clínicos, el volumen de orina, la función renal y los electrólitos se deben monitorizar de forma frecuente durante el uso de diuréticos i.v. Las dosis óptimas y la forma de administración (en bolo o en perfusión continua) son inciertas

I B

• En pacientes con edema resistente, la combinación de un diurético de asa con un diurético tiacídico puede ser necesaria para conseguir una diuresis adecuada. Esta potente combinación suele ser necesaria durante unos pocos días y requiere una estrecha monitorización para evitar hipopotasemia, disfunción renal e hipovolemia

NE C

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