Somos libres, seamos iguales
Nuestro país es megadiverso y multirracial. Lo dicen en el extranjero y lo repetimos a nivel nacional, pero a menudo tomamos en serio esta clasificación para realizar comentarios en donde empleamos las palabras “cholo” o “negro” de manera despectiva. Hoy en día, estas prácticas sociales atañen a todos, ya que se han convertido en una realidad latente que nos convierte en un país que no logra valorar su riqueza racial, y además, un tema que ha servido de estudio y análisis en muchas áreas, incluso desde el punto de vista psicológico y literario.
Para entender este fenómeno social, es necesario conocer sobre el significado de la palabra racismo que, desde puntos de vista distintos no es lo mismo que discriminación. Si averiguamos sobre el significado oficial, estamos hablando de la ideología que define una raza superior hacia las demás. Así, si lo vemos desde este punto, podemos anotar que es el racismo una forma de discriminación, en el sentido social y sobretodo racial. Aunque es necesario darnos cuenta que ambos desencadenan en el resentimiento de las distintas sociedades, como lo detalla Jorge Bruce (2007) “El racismo no es en modo alguno, la causa única de lo que hemos denominado resentimiento social. En última instancia, el racismo es una de las variantes de la exclusión, pero acaso es la más dolorosa y agraviante.”
Ahora bien, es válido preguntarse ¿Qué tanto puede afectar a una sociedad como la nuestra el vivir de la mano de dos rostros; uno, el que discrimina, y dos, el discriminado? ¿Es cierto que las brechas que se abren entre uno y otro nos distancian cada vez más? ¿Qué soluciones podemos plantear frente a esta problemática aun latente en pleno siglo XXI? ¿Qué estamos haciendo para desterrar de nuestra idiosincrasia este mal que nos sume en el atraso y en la
mediocridad? Si ya desde hace 193 años somos libres, ¿Qué estamos esperando para ser iguales? Es, con justa razón, la hora de responder estas preguntas.
EN LA HISTORIA:
El racismo es un fenómeno social que nos sume en el atraso como país. Surgió en la Colonia, ya que antes de la venida de los españoles, si bien es cierto existían las diferenciaciones, la raza era la misma, y uno podía ver el rostro del soberano Inca tan cobrizo como el del chasqui. Sin embargo, cuando llegó la etapa de Colonización, fueron acrecentándose las diferencias en el color de la piel, el credo y un sinfín de costumbres que se fueron imponiendo por largos siglos. Así lo aclara Gonzalo Portocarrero (2007)
“No obstante, aún no se lograba analizar la naturaleza de la dominación colonial. Y, precisamente, en ese último ensayo, Alberto Flores Galindo logra identificar al racismo como el núcleo del orden colonial. Y el racismo es entendido como una ideología que reduce al otro a la condición de cosa o animal. Entonces, en el campo de la cultura, la historia del Perú podía pensarse como una lucha entre la apuesta colonial a devaluar lo indígena y, de otro lado, la resistencia y la lucha por su rehabilitación”. (p 245)
Posteriormente en la República, estas brechas continuaron abriéndose, y no fue sino hasta el gobierno de Velasco en la década del 70, cuando la palabra cholo se vio identificada con el proceso de avance social y revolución de las clases más excluidas, y que se vieron revaloradas en ese momento de nuestra historia gracias al llamado fenómeno de la “cholificación”. A pesar que hoy en día ya tenemos autoridades y grandes personajes de raza indígena, lo que corrobora nuestra hipótesis, el racismo se ha venido acentuando hasta nuestros días. Esto debido a la variedad racial que existe entre los que habitamos este país, en donde los blancos, cholos, y negros buscamos marcar una diferencia para sobresalir por encima del
otro. De esta manera se ha generado desde hace ya varios siglos en el Perú, dos sentimientos que permanecen en nuestra sociedad como dos polos opuestos; el resentimiento del sufrido, de aquel que recibe los insultos y cobija el rencor, y el remordimiento del que lanza los insultos e improperios y que luego tiene cargo de conciencia. Convirtiéndose ello en las caras de una moneda que representa a nuestra sociedad.
EL DESAFÍO:
La discriminación social en el Perú es un mal que se desarrolla en nuestra sociedad y que no favorece nuestro desarrollo, pues está arraigada al desmerecimiento de los valores autóctonos y al ensalzamiento de los valores estéticos que no son característicos de nuestra sociedad. Esto debido al creciente sentimiento de alienación que se desarrolla en nuestro medio, pues se le da mayor valor a los usos y modas que proviene del extranjero, dejando de lado nuestras cualidades más auténticas. Un ejemplo que podemos referir es el de las tiendas por departamentos de capitales chilenos, específicamente Saga Falabella y Ripley, quienes intentan imponer modelos de características raciales distintas a las nuestras, mujeres de raza blanca y de aspecto nórdico, mientras que las peruanas son de raza cobriza. Las diferencias en muchos casos saltan a la vista. Además es importante comentar que este tipo de acciones generan un resentimiento y un temor por parte de las personas que son víctimas y que sufren día a día en carne propia el escarnio de ser “diferentes” a lo impuesto por la sociedad, para la cual existen nuevos cánones y reglas de valor estético. Y este es sólo un ejemplo del campo de los negocios, el marketing, y el campo laboral. Dijk (1997) lo explica así:
“Sin embargo, parece irreal, bordeando el surrealismo, imaginar a los negros de la clase marginada con sus cadenas de oro, su paso relajado, su lenguaje obsceno y arsenales de armas, haciendo su trabajo de nueve a cinco en Procter and Gamble o
el Departamento de Estado. A muchos de esos jóvenes hombres parecen faltarles las habilidades más básicas exigidas para un empleo estable: puntualidad, dependencia, voluntad para llevar a cabo tareas rutinarias, aceptación de la autoridad. Además, los estudios muestran que, incluso cuando hay empleos disponibles, muchos jóvenes negros los rechazan, aparentemente con el fundamento de que en los trabajos no se paga lo suficiente, o que el delito es más rentable”. (p 376)
El racismo y la discriminación social son fenómenos sociales que deben de desaparecer si queremos seguir caminando hacia un futuro de desarrollo y sin atraso. Lamentablemente han existido desde el inicio de nuestra historia como país y se siguen cultivando hasta nuestros días, un ejemplo de ello es el impacto que tienen en los medios de comunicación, principalmente en la publicidad, en donde se muestra una realidad basada en un modelo estético que no se asemeja a nuestra identidad social. El análisis desarrollado en estas líneas corroboran este punto de vista y nos ilustran mejor del actual contexto que vive nuestra sociedad. Está en nuestras manos generar un cambio responsable para virar esta realidad y proponer soluciones que de manera paulatina, pero firme, conviertan este país resentido y acongojado, en una nación brillante, en donde sus habitantes sientan orgullo por la tierra que los vio nacer. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Bruce, J. (2007) “Nos habíamos choleado tanto”. Lima. Fondo de la Universidad San Martín de Porres. Portocarrero Maisch, G. (2007) “Racismo y mestizaje y otros ensayos”. Lima. Fondo Editorial del Congreso del Perú.