1
AÚN LA IMAGINO CON INTENSO
ALBOROZO:
En el tiempo, como en la arena…
Un trabajo de…
Fresas de nata,
y aflora la mañana en tu rostro, palabras mágicas de ácida dulzura de las que se alimenta la alegría… Fresas de nata…
Si al menos el reloj se declarara en huelga
sólo para hacer un poco más largos estos momentos…
Fresas de nata. Maravilloso invento.
En el corazón
hay muchas habitaciones y no siempre vacías. No te sorprendas
si alguna vez, al despertar, equivoco el nombre,
no por eso he dejado de quererte, es que no he aprendido a olvidar.
2
Todavía creo
en eso de mirar a los ojos. Lo leí en una pared
y lo confirmo en tu rostro.
En el tiempo, como en la arena, al final las huellas se pierden.
A veces no sé si el cielo se refleja en el agua o el agua en el cielo.
Es verano y yo sólo espero la llegada del invierno para revivir tu primavera.
3
¿Qué hago mirando la lluvia si no llueve?...
¡Maldita soledad!...
El guardián del castillo vigila mis pasos…
debería preguntarle a dónde voy… él me observa cada día
y debe saberlo…
lástima que sea un gato…
Hay miles, millones,
infinitas estrellas, aunque yo sólo quiero seguir la tuya. No es tristeza, ni vacío, ni soledad, ni nostalgia… es mirar alrededor y ver que no te veo.
4
Tu es mon escaller vers le ciel… lo leí a los pies de la torre de hierro, pero me hizo pensar en ti.
Y mirándome en el espejo me di cuenta…
todo lo bello que podría tener dependía de tu recuerdo.
En el camino del arco iris no se marcan las huellas, por eso en mi memoria
5
En las calles que llevan a ti los pasos suenan a madrugada, y en las que de ti parten,
a ocaso y nostalgia.
Si unas simples gotas de agua y un rayo de sol
pueden descomponer la luz, ¿por qué te sorprendes al ver en qué me convierto cuando me miras?
Hay momentos
en los que nuestra historia se repite como en un espejo,
6
No todo está en los libros, pues lo que tú me inspiras no puede escribirse.
Ahí afuera está el mundo, sí…
y aquí dentro, agazapado entre los viejos muros,
hay una pequeña parte de él… no lo dudes,
no todo le ocurre a los demás.
Una mirada y ruge el viento, la ola se desboca. Una mirada
y la cabellera de espuma roza la mejilla de una nube. Una mirada
y en el pecho,
el tambor de sangre galopa y galopa… Tan sólo una mirada…
7
Llegó el viento
y formó rizos de nata con mis castillos en el aire.
Úsame,,,
¿Qué sentido tiene
conversar con las gaviotas sin volar?
¿Permanecer en puerto sin devorar horizontes?
¿Balancearse en aguas mansas anhelando huracanes?...
Úsame,
¿no ves que mi destino es tu cuerpo sobre el mío, tu fuerza moviendo mis remos y tu voluntad llevando mi timón?
Te esperaré con las macetas en flor y las hojas abiertas de la puerta callada, te esperaré…
Te esperaré con mi traje de fiesta y la mesa puesta, los cubiertos limpios y el vino en calma,
te esperaré…
Te esperaré con la cama lista
y mis versos de amor calentando tu espalda, te esperaré…
8
Yo prefiero la pintada hecha por un “pero flauta”
a un cartel electoral. Es mil veces más verdad el grito del indignado que el discurso moderado de quien quiere gobernar. Y me crispan los serviles, quienes adoran la bota que les pretende pisar, despreciando así al vecino, quien cansado y explotado, sólo exige dignidad.
Por eso no te sorprendas si busco paz en tus brazos y en tus risas el consuelo que me procura soñar.
Tu cuerpo pequeño reivindicaba su espacio sobre el espejo de plata, el mar acogía al sol
y tu sombra se alargaba. La arena es mi enemiga y no puedo acercarme, pero la brisa olía a ti y creí poder tocarte: un simple roce por tu piel. Aprenderé a pensarte
en la distancia, aprenderé…
Brotó tu risa a la orilla del agua… Ya era tarde.
9
No me pesan los zapatos,
uso varios números más grandes y da igual los cordones sueltos… para caminar sobre el mar
sólo es preciso que tú estés al otro lado. Las sillas donde habito
poseen espíritu de libélula, y me mantienen en suspenso con el iris prendido
en sus alas trémulas,
pues para atravesar las nubes sólo tienes que haberme llamado. Y si el tiempo es roca
que cabalga en mi espalda lacerada, todavía tengo mi voz para gritar que libertad está en las palmas de tus manos.
No me pesan los zapatos porque no puedo usarlos…
“Ningún viento es favorable para quien no sabe a dónde va”, dijo Séneca, gran verdad.
Pero si mi barco no tiene puerto que le espere, ¿qué importan vientos, ni corrientes,
ni estrellas?...
10
Recuerdo aquella noche en calma de un verano hasta entonces anónimo. Un rayo rompió las tinieblas
dejando su luz prendida de cada gesto, de cada mueca, de cada razón o sueño,
de cada ausencia, de cada vacío, de cada átomo de aire,
de cada suspiro…
Llegaste tú y de mi pecho surgió un gemido.
Recuerdo aquella noche de tormenta de un verano que ya nunca olvido.
Sueño con un océano sin límites donde todo comience y todo acabe, no un universo repleto de estrellas, sino un mar inmenso lleno de reflejos y profundos abismos donde olvidar… por eso nunca navego.
No tengo miedo a la muerte, temo que algún día me olvides.
Se disuelven mis deseos como la hojarasca otoñal,
aunque los sueños aún persisten, ¿será cosa de la edad?
11 Sólo un instante, no hizo falta más, sólo un instante. El viento se detuvo en rizos inesperados y las hojas otoñales suspendidas en la nada pintaron de rojo
y oro el universo. Posaste tus labios
sobre el frágil tallo de mis sentidos y abriste tus alas ingrávidas
en adiós multicolor. Tras libar mi néctar
yo fui tuyo para siempre… y sólo fue un instante.