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EL GRAN JULIO CÉSAR. por José Manuel Gil Sánchez

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EL GRAN

JULIO CÉSAR

por José Manuel Gil Sánchez

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Dedico esta biografía a Samuel, de quien tengo la suerte de ser

padrino. Él, ganó la primera edición, allá por el año 2004, del Concurso

“El Gran Julio César”. ¡Ave Samuel!

ÍNDICE

0. Prefacio……… III

1. Familia de César……… IV - VII

2. Mujeres de César………. VIII - XVI

3. Biografía cronológica de César… XVII - XCIV

3.1.- Infancia……….. XVII - XX 3.2.- Periodo de formación……… XXI - XXVII 3.3.- Cursus honorum……… XXVIII - XXXII 3.4.- El Triunvirato……… XXXIII - XXXVIII 3.5.- El Consulado………. XXXIX - XLII 3.6.- De bello gallico……… XLIII - LXXI 3.7.- La descomposición del Triunvirato. LXXII - LXXV 3.8.- La Guerra Civil………. LXXVI - LXXXVII 3.9.- El poder absoluto de César en Roma.. LXXXVIII - XC 3.10.- Los idus de marzo……… XCI - XCIV

4. Conclusión final……….. XCV

4. Bibliografía………. XCVI

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0.- PREFACIO

La presente biografía está escrita por mi, José Manuel Gil Sánchez, profesor de Ciencias Sociales del Colegio Sagrada Familia P.J.O. de Valencia, como base teórica para todos mis alumnos/as, con la que participan en el Concurso Anual EL GRAN JULIO CÉSAR, un concurso de preguntas y respuestas realizado desde el curso 2003 – 2004, cuando vi una película (Emperor’s Club) donde se hacía un concurso parecido. Me encantó la idea y la llevé a efecto, personalizando el funcionamiento y por supuesto creando esta base teórica por propia iniciativa, tras comprobar en la primera edición del mismo, que si daba libertad en el estudio de la biografía de César, algunos datos y fechas se cruzaban, teniendo problemas de funcionamiento del concurso.

Esta era la finalidad, que ha supuesto un trabajo personal de más de dos años. He tratado de hacer una biografía sencilla, sin grandes alardes históricos ni documentales, basándome en la anécdota más que en el análisis profundo de los acontecimientos. En resumen, unos apuntes destinados a alumnos de Enseñanza Secundaria Obligatoria (E.S.O.) de edades comprendidas entre los doce y los dieciséis años.

Como lector habitual y licenciado en Historia, soy consciente de las carencias y vacíos en algunos aspectos de la biografía de César. Incluso en determinados momentos he tenido que decantarme por algún autor en concreto cuando los datos se cruzaban. No he hecho un trabajo histórico basándome en documentos. No. Mi fuente de información ha sido exclusivamente bibliográfica y virtual, pues me he apoyado bastante en Internet, aunque la base fundamental han sido mis libros. La bibliografía se adjunta al final.

El objetivo fundamental ha sido pues divulgativo, tratando de dar a conocer el mundo de la Roma Repúblicana al mismo tiempo que profundizaba en la biografía de un solo personaje. Pido disculpas por mis licencias en el lenguaje utilizado y por mis carencias lingüísticas. Lo he hecho lo mejor que he podido y he disfrutado mucho en la elaboración de este trabajo. Ahora ya, querido/a lector/a, serás tú quien juzgue. Alea jacta est.

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1.- FAMILIA

GAIUS IULIUS CAESAR o Cayo Julio César nació en Roma el día 13 del mes que los romanos llamaban quintilis, que a su muerte tomó su nombre y pasó a ser el día 13 de julio del año 100 a.C.

Los nombres romanos constaban de tres elementos: el praenomen o nombre de pila ( Gaius –Cayo- ) el nomen que identificaba la gens o familia a la que se pertenecía y que siempre acababa en –ius ( Iulius –Julio- ) y el cognomen, que era un apelativo o mote ( Caesar -César- significa cabellera en latín o elefante en lengua cartaginesa y que recibieron porque un antepasado de César había matado un elefante en las Guerras Púnicas que enfrentaron a Roma contra Cartago por el dominio del Mediterráneo )

Moneda de César.

Su madre era Aurelia Cota, hija de Lucio Aurelio Cota (cónsul en el 118 a. C. ) y Lucilia, los abuelos maternos de César, una familia patricia que destacaba en Roma por su sabiduría y gran visión política, lo que unido a la discreción que les caracterizaba, hicieron de la madre de César una de las más grandes matronas romanas y una gran influencia en la vida de nuestro protagonista. La mujer que tuvo en su vientre al Gran Julio César, le enseñó a ser clemente y magnánimo, generoso, dulce en el trato y fiel a sus amigos. Fue un gran apoyo durante toda su vida. César la adoraba y reverenciaba.

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Aurelia se casó mediante el rito de la confarreatio con Cayo Julio César, padre de César, pasando a formar parte de la gens Iulia, lo que significaba que todos los bienes de la esposa pasaban a las manos del marido, que se convertía en el

pater familias, dueño y señor del patrimonio familiar. Entre estos bienes había una

insulae o edificio de varias plantas con un patio interior que ocupaba una manzana, en el barrio romano del Subura, lugar al que se trasladaron a vivir la joven pareja y donde nació César.

El padre de César, que tenía su mismo nombre, era un militar que falleció muy pronto (en el 85 a.C.) teniendo escasa o nula influencia en la vida y en la personalidad de su hijo, pero que le transmitió una herencia familiar de la que César se sentía tremendamente orgulloso y que le capacitaba para tratar de alcanzar las más altas dignidades de la Roma Republicana.

Los IULIUS eran uno de las de más puros linajes de Roma, que se remontaba a un ilustre personaje, Iulius Ascanius, el hijo del legendario héroe troyano Eneas, que a su vez era hijo de la mismísima diosa Venus. Eneas había defendido Troya de los ataques de los aqueos y había escapado en el último momento para viajar hasta la península Itálica y fundar la dinastía más pura de los romanos y que se autodenominaban patricios, miembros del Senado, directores de los designios de la urbe que dominó el mundo durante más de cinco siglos.

El árbol genealógico paterno de César era impecable, pero los Iulius

atravesaban una situación económica penosa, buscando en los matrimonios de sus vástagos la redención económica. Los abuelos paternos de César eran Cayo Julio César y Marcia. Tuvieron dos hijas y un hijo :

Iulia, la mayor, a quien casó con Cayo Mario, un rico y ambicioso terrateniente de Arpinium.

Iulia Minor o Julilla a quien casó con Lucio Cornelio Sila, un patricio ambicioso y sin escrúpulos que por culpa de sus infidelidades, condujo a Julilla al suicidio.

Gaius Iulius Caesar, el hijo menor y padre de César, a quien casó con

Aurelia Cota de la que ya hemos hablado.

El ojo que tuvo el abuelo de César para emparentar a sus hijas fue espectacular, pues tanto Cayo Mario como Lucio Cornelio Sila, dirigieron los designios de la urbe y entraron a formar parte de la historia de Roma de forma imperecedera.

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El padre de César siempre estaba sirviendo en el ejército y acudía en muy pocas ocasiones a casa. Un buen día, sirviendo en Pisae, se agachó a atarse una bota y cayó fulminantemente muerto. La autopsia dictaminó que había muerto por la ruptura de un vaso sanguíneo.

De la unión entre Cayo Julio César y Aurelia Cota nacieron dos niñas y un niño: • Iulia, llamada Lía, 6 años mayor que César.

Iulia Minor, llamada Ju-Ju, 3 años mayor que César.

GAIUS IULIUS CAESAR, el romano más grande de todos los tiempos.

De los miembros de su familia destacan por encima de los demás, sobretodo en la época de su infancia, el marido de su tía Julia, el siete veces cónsul Cayo Mario, líder de los populii o populares, al que sus opositores, los optimates

miembros de la más rancia aristocracia senatorial de la Roma Republicana llamaban

“el paleto de Arpinium que no sabe hablar griego”.

Cayo Mario era un rico terrateniente romano que había escalado todos los

peldaños del ejército romano con grandes esfuerzos y sobrados méritos militares. Precisamente su validez y su ambición hicieron que buscara un sitio en el Senatus Populusque Romanus (SPQR ), feudo de los optimates y lugar donde se decidían los destinos de Roma. Para ello necesitaba el apoyo de parte de la aristocracia y buscó un matrimonio con una familia patricia necesitada de su dinero que le diera esa posibilidad. Y, en una apurada situación económica estaban los Iulius, uno de los más altos linajes de la tierra de Rómulo y Remo, descendientes directos de la mismísima diosa Venus.

Cayo Mario.

Cayo Mario pronto protagonizó espectaculares acciones militares en el norte de África contra el Rey Yugurta de Numidia, que le dieron fama y prestigio entre el pueblo romano, pero al mismo tiempo dispararon las suspicacias y las envidias entre los conservadores patricios, llamados los optimates. A pesar de ello, Cayo Mario consiguió el consulado (máximo cargo del cursus honorum o carrera política romana) hasta en siete ocasiones. Reformó la organización de las legiones, modificó el armamento, favoreció a sus veteranos soldados otorgándoles tierras y también luchó por otorgarles a los itálicos, los llamados no romanos, que luchaban y morían

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por Roma, los privilegios y derechos que daba la ciudadanía romana, que finalmente les otorgó en el año 89 a. C.

Pero os preguntareis por qué Cayo Mario tuvo tanta influencia en la vida de César. En su sexto consulado, Cayo Mario sufrió dos ataques seguidos al corazón y una apoplejía, enfermedad que consiste en que una mitad de tu cuerpo queda paralizada. Las dificultades para caminar y valerse por si mismo y la necesidad de seguir acudiendo al Senado, hicieron que solicitara los servicios de su joven sobrino

Cayo Julio César, un niño muy despierto y avispado. Pronto se estableció una

relación paterno-filial entre ambos. Cayo Mario transmitió sus conocimientos políticos y militares al chaval, que actuaba como una esponja. Se empapaba de la experiencia de su famoso tío, lo que le vendría muy bien en sus posteriores campañas.

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2.- LAS MUJERES DE CÉSAR

La relación de César con las mujeres es muy estrecha y su influencia muy poderosa por una serie de razones que expondremos a continuación. El hecho de que su padre falleciera precozmente (en el 85 a.C.) hizo que Aurelia, su madre, ejerciera de madre y de padre al mismo tiempo. Además estaban sus hermanas Lía y Ju-Ju en casa, su tía Julia, la esposa de Cayo Mario a la que César adoraba y, como veremos después, César fue investido Pontifex Maximus (el cargo supremo de la religión romana que daba acceso directo al Senado) y por lo tanto tenía a su cargo el cuidado de las Vírgenes Vestales. Y falta por mencionar a su diosa regente, la diosa de la cual según él descendían todos los miembros de su estirpe, la diosa Venus.

La Venus de Boticelli.

Es decir, que estaba completamente rodeado de mujeres, pero vayamos por partes:

• Su primer matrimonio, arreglado por su padre, fue con una joven rica de la orden ecuestre ( los equites ), los caballeros de Roma, el segundo escalafón social romano después de los patricios, llamada Cossutia.

Cossutia.

Pero el matrimonio pronto se rompió pues a Julio César le convenían para sus fines políticos, otras esposas de clase social más elevada. Hemos de tener en cuenta que, el matrimonio era una forma más de ascenso en la escala social, una fuente de contactos con las familias más importantes de la aristocracia en Roma. César estaba unido a esta mujer desde muy temprana edad, antes incluso de recibir la toga virilis, que diferenciaba al romano adulto del niño, que se vestía desde los quince años.

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• Su segundo matrimonio fue en el año 84 a.C., con la joven Cornelia Cinna. Tuvo mucha importancia en la vida del joven Julio César. Un matrimonio que duró catorce años, donde existió el amor y el respeto. Un matrimonio que dio como fruto la única hija reconocida de César, su hija Julia. El matrimonio fue una maniobra política que emparentaba a César con la facción de los populares que lideraba su tío Cayo Mario. Pero este matrimonio se convirtió en una bonita historia de amor. El dictador Lucio Cornelio Sila, que marchó sobre Roma y se hizo con el poder, obligó a César a deshacer ese matrimonio. César se negó en

rotundo y no dudó en contestarle al mensajero:

“Decidle a Sila que sobre César, sólo manda César”

Esta frase, una de las más célebres de César, le supuso la perdida de su cargo religioso, que la dote de Cornelia pasará a engrosar los fondos del estado y tener que huir de Roma, pero César jamás repudió a su mujer. Sólo la muerte de Cornelia en el año 68 a.C. puso fin a este matrimonio.

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• El tercer matrimonio de César, en el año 67 a.C., fue con Pompeya Sila. Era la hija de Quinto Pompeyo Rufo y nieta del dictador Sila.

Notablemente hermosa, pero de sobresaliente estupidez. Este matrimonio duró cinco años, poniéndole fin un hecho que demuestra la preocupación de César por su dignitas o dignidad política, que para César era lo más importante de su vida y que queda demostrado por la

frase célebre que César pronunció en esta ocasión:

“la mujer de César no puede, siquiera, estar bajo sospecha”

Pompeya Sila.

El hecho fue el siguiente: En el año 63 a.C. César fue nombrado Pontifex Maximus, máximo cargo de la religión romana, lo que le supuso ir a vivir a la domus publica, situada en el area de la Regia del Foro, junto con

Aurelia, su madre y Pompeya, su mujer. Pero además César en ese

momento adquiría la responsabilidad y el cargo de las Vírgenes Vestales, las sacerdotisas adoradoras de la diosa Vesta, encargadas de mantener siempre encendido el fuego sagrado de Roma. El camino para ser vestal comenzaba con 6 o 10 años. La aspirante a sacerdotisa vestal no debía tener ningún tipo de imperfección física, se entregaba por 30 años y durante ese periodo, debía mantener la virginidad, además de realizar una boda simbólica con el Pontifex Maximus. Estas vírgenes celebraban una fiesta en honor de su diosa llamada la Bona Dea. Ese día las grandes matronas romanas se reunían en la domus publica y realizaban una serie de ritos sagrados que garantizaban la virtud y la salud de las mujeres romanas. A esa ceremonia sólo podían asistir el Pontifex Maximus y mujeres. Ningún hombre podía estar presente pues los ritos no serían válidos y los romanos eran muy supersticiosos: creían que si esa

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ceremonia no se hacía con corrección, la desgracia caería sobre las mujeres romanas. Pero la mujer de César, Pompeya, que ya percibía que su matrimonio era sólo una cuestión política para su marido, comenzó a tontear con uno de los jóvenes más transgresores de la Roma de la época, Publio Clodio Pulcher (hay que decir que, si le hubiera conseguido “poner los cuernos” a César, su hazaña se habría comentado en toda Roma, siendo una especie de gran aventura y desafío el hecho de ganarle a César en ese aspecto, y más teniendo en cuenta que, una de las armas más utilizadas de César con sus adversarios políticos era, precisamente, acostarse con las mujeres de sus rivales, únicamente para apuntarse un tanto a favor suyo en la disputa) A Cloido no se le ocurrió otra cosa que visitar a Pompeya disfrazado de mujer el día de la fiesta de la Bona Dea. Pero fueron sorprendidos por la madre de César, Aurelia. Clodio logró escapar, pero Pompeya fue repudiada inmediatamente por César, lo que le permitió librarse de tan aburrido matrimonio.

• Su cuarto y último matrimonio, en el año 59 a.C. fue con Calpurnia, hija de Lucio Pisón, uno de sus más fervientes partidarios.

Calpurnia.

La diferencia de edad entre ambos era muy significativa. Además César estuvo lejos de ella durante más de diez años por la guerra contra los galos y la guerra civil. Pero a pesar de todo, Calpurnia amaba a su marido, le veneraba, y jamás se levantó ninguna duda o sospecha en ese matrimonio a pesar de que César era propenso a las infidelidades, no en vano sus legionarios le llamaban “el seductor calvo” Es más, incluso volvió de Egipto con una reina extranjera y la instaló en un palacio a las afueras de Roma. Calpurnia tuvo un sueño el día antes del asesinato de César y le rogó que no acudiera al Senado ese día, pues ella había visto su muerte en su sueño. Pero César no hizo caso de las premoniciones de su mujer, marchando hacia la muerte en

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Estas fueron las esposas de César, pero no las únicas mujeres que influyeron en la vida de César. Hay que destacar tres mujeres más en su vida: su hija Julia, y dos amantes de las muchas que tuvo César, Servilia y Cleopatra.

Servilia era una de las patricias romanas de mejor familia. Tenía un hijo llamado Marco Junio Bruto, al que César quería y apreciaba mucho, además de ser hermanastra de Marco Porcio Catón, el mayor enemigo político de César, su antagonista en el Senado. Esta relación extramatrimonial, pues ambos estaban casados, se prolongó durante muchos años, hasta el punto de que era pública y notoria. Servilia era una mujer de carácter fuerte y muy inteligente. Estaba muy interesada en la vida política, en la que trataba de influir y participar, a pesar de que eso, en la Roma Republicana, estaba totalmente vedado para las mujeres. Por lo tanto, se las ingenió para adivinar quien era el hombre más poderoso e inteligente, y mantuvo una larga relación con él.

Servilia.

De ella se decía que era tremendamente fogosa y una de las anécdotas más famosas de la vida de César tuvo como protagonistas a

Servilia y a su hermanastro Catón. Durante una sesión del Senado que trataba de la famosa Conjuración de Catilina (año 63 a.C.), en la que

César y Catón se estaban enfrentando dialécticamente, un servidor le pasó una nota a César que leyó en silencio y guardó. Catón observó el gesto y, creyendo que era una nota del enemigo, atacó a César acusándole de traidor a la patria, de recibir instrucciones de los alzados en armas contra el Senado. Ni corto ni perezoso, César sacó la nota, pasándosela a Catón sin mudar la expresión de su rostro. Era una ardiente carta de Servilia citándose con él al finalizar la sesión y en la

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que detallaba todas las cosas que luego le haría en la intimidad de la habitación. Catón, tras leer la misiva, rojo de ira y humillado por la conducta de su hermanastra, arrojó la nota a César, mientras exclamaba: “¡toma, miserable!”.

César jamás amó a Servilia, pero ésta así lo creía. Sólo se dio cuenta cuando César, al repudiar a su tercera esposa Pompeya, no se casó con ella, que ya era viuda y era lo que más deseaba en este mundo. Pero César eligió a otra, Calpurnia, la dejó de lado y bebió de otras fuentes dijéramos, más jóvenes y frescas. El berrinche de Servilia fue tal que influyó sobremanera en la conjura política que acabó con la vida de César, instigando a su hijo Bruto a liderarla y protagonizarla. Cuando César sintió las primera puñaladas que acabaron con su vida, levantó la

vista, vio a Bruto y exclamó la famosa frase:

“Tu quoque, Brute, fili mi?” (¿Tú también Bruto, hijo mío?)

César no se esperaba semejante traición de un hombre al que había tratado como a su propio hijo.

Busto deBruto. Bruto de Astérix

• La siguiente mujer es la amante más famosa de César. Su nombre completo era Cleopatra VII Philopator. Era Faraona de Egipto, la reina de un país de vital importancia para Roma, puesto que era considerado el granero de Roma por la gran cantidad de trigo que producían sus fértiles campos junto al río Nilo y las inmensas riquezas que albergaba, vestigio de su reciente y esplendorosa historia. Pero hay que decir que Cleopatra, consiguió dicho cargo gracias a la acción de César, que le interesaba tener a alguien a quien poder manejar en el trono de Egipto. Es decir, que la relación entre ambos era sobretodo, una cuestión de política en la que los dos se beneficiaban.

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Cleopatra y. César.

Cleopatra era bellísima, inteligente y culta. Sólo tenía 21 años cuando conoció a César. Como no podía acceder a las habitaciones de César, se engalanó, mandó que la enrollaran en una alfombra y la condujeron a los aposentos del general romano. César al desenrollar la alfombra, encontró un maravilloso solaz para sus años de madurez, pues tenía ya más de 50 años.

En el año 47 a.C. y después de controlar definitivamente Egipto, César y Cleopatra se embarcaron en un crucero de dos meses por el Nilo. De estas “vacaciones”, nació el supuesto hijo de César, Cesarión. Digo supuesto porque César nunca llegó a reconocerlo. Sí César tenía hijos debían de ser con una romana y no con una reina extranjera. A pesar de que Cleopatra se empeñó en que ese hijo fuera el heredero de César, la muerte de éste hizo que los acontecimientos políticos posteriores acabaran con la vida de Cesarión, a la que puso fin Octavio

Augusto, eliminando así un posible rival futuro. Cuando César fue

asesinado, las disputas por el poder entre Marco Antonio, hombre de confianza de César en Roma, con quien Cleopatra también tuvo un tórrido romance, y Octavio, heredero testamentario de César, que finalmente ganó ese enfrentamiento. Marco Antonio primero y Cleopatra después, se suicidaron. Cuenta la leyenda que ella se suicidó dejando que le mordiera una serpiente.

Marco Antonio y Cleopatra Octavio Augusto

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• Pero a la mujer que más quería César era a la hija que tuvo con

Cornelia, su adorada Iul¡a Minor .

Julia.

Era de una belleza inmensa. A Julia la crió su abuela Aurelia, debido a los continuos viajes de su padre, inculcándole todos los valores de una buena matrona romana: discreción, dulzura y cultura.

En Roma era el pater familias el que decidía con quien se casaban sus hijas y a menudo se utilizaban dichos matrimonios para favorecer los fines políticos de cada familia. César no fue distinto en este aspecto y casó a su hija con el que a posteriori sería su gran enemigo, Cneo Pompeyo Magno, pero que en ese momento quería atraer a su causa.

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La diferencia de edad (23 años) era considerable, pero Pompeyo y Julia se enamoraron perdidamente y aquello fue un matrimonio feliz. Julia quedó embarazada, pero después de un primer aborto, murió al dar a luz a su primogénito, que también murió pocos días después. César se enteró de tan terrible pérdida mientras combatía contra los galos. Años después, al volver a Roma, organizó unos juegos funerarios en honor de su hija fallecida dignos de una reina, con luchas de gladiadores y naumaquias, como era costumbre en Grecia y Roma.

Así que la conclusión es bien clara: Hubo muchas mujeres que influyeron en la vida de César. Algunas nos dejaremos en el camino, pero he querido hacer constar las más importantes e influyentes en la vida del Gran Julio César.

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3.- BIOGRAFÍA CRONOLÓGICA DE CÉSAR

3.1.- INFANCIA

Aunque existen dudas entre el año 100 y el 101 a.C., se establece la fecha del nacimiento de GAIUS IULIUS CAESAR o Cayo Julio César, en Roma, el día 13 del mes que los romanos llamaban quintilis, que a su muerte tomó su nombre y pasó a ser el día 13 de julio del año 100 a.C.

Roma estaba situada en el centro de la península Itálica, en la región del

Lazio, a pocos kilómetros del mar Mediterráneo y del puerto de Ostia, que

abastecían la urbe. El río Tíber cruzaba un territorio dominado por siete colinas donde se situaba la ciudad (Quirinal, Viminal, Esquilino, Celio, Palatino, Capitolio y Aventino).

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Vista de Roma desde el Oeste

La Roma del siglo I a.C. era una ciudad enorme, mal planificada, sin el modelo

hipodámico inventado por los griegos. Como en todas las ciudades había una parte buena, el Palatino, de casas de patricios, con sistema de alcantarillado incluido. El centro de la urbe por supuesto, era el forum, el lugar donde se realizaban los negocios, la sede de las instituciones públicas, lugar de juicios, mítines y discursos. Presidiendo el Foro, la colina del Capitolio, lugar de los templos de la triada capitolina, las tres divinidades más importantes para los romanos: Iupiter Optimus Maximus ( Júpiter el dios supremo, el Zeus de los griegos) Juno, su esposa y diosa de la maternidad ( Hera en la mitología griega ) y Minerva ( Atenea ), la diosa de la artesanía y la sabiduría. Así era el Foro Romano.

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Los barrios pobres eran de calles estrechas con edificios de tres a seis plantas aproximadamente llamados insulae.

Recreación de una insulae.

Nació César en una insulae, un edificio de pisos de alquiler que ocupaba más o menos lo que hoy entendemos como una manzana, en uno de los peores barrios de Roma, el barrio del Subura. La ínsula la regentaba su madre Aurelia, que debido a su pronta viudedad y pese a ser patricia, alquilaba esos pisos a gente de distinta procedencia. Esa fue la fuente de ingresos de la familia durante muchos años. En los bajos del edificio, las llamadas tabernae, se establecían negocios de compra y venta de alimentos, alfarería o cualquier otra cosa. Y en un barrio como el Subura, los negocios eran, por decirlo de una forma que lo entendáis, un poco “mafiosos”. Es decir, a cambio de la protección de una viuda y sus hijos, el “capo” del barrio, por así decirlo, tenía muy buena relación con Aurelia, que le permitía utilizar sus tabernae como local comercial.

César era un niño despierto, simpático, muy inteligente, travieso incluso. Su mejor amigo de la infancia se llamaba Cayo Macio, que vivía en una insulae cercana. Se escapaban juntos al Campo de Marte, el lugar de Roma donde se realizaban los ejercicios militares, la compra y venta de esclavos, la contratación de gladiadores, los comicios o elecciones... Cuando la estricta Aurelia no le dejaba acudir allí porque tenía que cumplir sus clases con su praeceptor o profesor particular, un pedagogo galo llamado Marco Antonio Cnifo o Grifón, mataba sus ratos de ocio con sus vecinos de distintos lugares y países. Era el rey de la casa e incluso del barrio. En el barrio estaba protegido por los hombres de la tabernae y en la ínsula aprendió muchísimos idiomas además de aprender a tratar con gente de muchas culturas distintas. Esto es una de las cosas más importantes en el carácter de César. En su infancia se hizo una persona abierta a cualquiera y no un “pijo” patricio que sólo se relacionaba con las clases altas. Era un patricio de la sangre más limpia,

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del más rancio abolengo y al mismo tiempo, había salido del barrio más problemático y popular de Roma. Él, se ganaba a la gente, se los metía en el bolsillo con una sonrisa o un gesto. Esto precisamente es lo más importante para un político. Y César fue el mejor político de la Historia.

Con tan sólo diez años, el marido de su tía Julia, Cayo Mario, el que sería siete veces cónsul, sufrió un ataque al corazón y una posterior apoplejía. Esta secuela del fallo cardiaco supone la paralización parcial de una mitad de tu cuerpo. Con reposo y rehabilitación mejoró poco a poco, pero cojeaba, no podía mover un brazo, necesitaba dar largos paseos, etcétera. Su madre Aurelia, envió al pequeño César a cuidar a su tío, a servirle de apoyo, a acompañarle en sus paseos. Mario

pronto se dio cuenta de la vivacidad del chaval y poco a poco, fue depositando en él su confianza. Hablaban de las campañas militares de Mario, uno de los mejores estrategas de la historia antigua y un auténtico fenómeno en la organización militar, tanto humana como técnica. También acompañaba César a su tío Mario a las sesiones del Senado.

Curia Hostilia, donde se reunía el Senado de Roma Interior de la Curia.

En el camino de vuelta a casa y en sus largos paseos, siempre debatían sobre política. César era como una esponja. Todo lo captaba, hacía las preguntas clave y aprendía. A los 15 años, los niños romanos obtenían la toga virilis, es decir, adquirían la mayoría de edad. César, que ya era el pater familias, comenzaba una nueva etapa en su vida. Una etapa aún de formación, pero fundamental para conseguir sus objetivos políticos. Aunque serían los acontecimientos de Roma los que marcarían el devenir de la vida de César.

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3.2.- PERIODO DE FORMACIÓN

En el año 84 a.C, César deshizo el compromiso que le ligaba a Cossutia desde niño por un acuerdo de su padre y se casó con Cornelia Cinna, la hija de un patricio.

La situación en Roma era muy conflictiva en estos momentos, pues se estaba produciendo una cruenta guerra civil. Por una parte estaban los partidarios de los aristócratas más conservadores a los que se les llamaba los optimates o como les gustaba llamarse a ellos, los bonii, y que luchaban por seguir manteniendo sus privilegios. El líder de esta facción era un antiguo colaborador de Mario, Lucio Cornelio Sila.

Sila.

Sus enemigos eran los llamados populares o populii, personajes de mucha influencia económica e incluso política, pero sin un árbol genealógico impecable. Sus líderes eran Cayo Mario, tío de César y Cinna, padre de Cornelia y suegro de César. Ambos consiguieron el éxito en esta guerra en primera instancia, mientras Sila se marchaba a hacerle la guerra al rey Mitrídates del Ponto e incorporaba definitivamente Grecia como provincia romana.

Cayo Mario y Cornelio Cinna, ante la ausencia de Sila, se impusieron a los

bonii y fueron elegidos cónsules de Roma. En Roma comenzaron las famosas

proscripciones, es decir, asesinar y eliminar a los rivales políticos para que no causaran más problemas. Aquello fue un baño de sangre y la mayoría de los bonii tuvieron que huir de Roma uniéndose al ejército de Sila, esperando que éste, derrotara definitivamente a Mitrídates, volviera a Roma y reestableciera el poder de la aristocracia.

Cayo Mario murió durante ese año 86 a.C. debido a un nuevo ataque cardio-vascular, pero antes hizo un regalo a César, le nombró flamen dialis, es decir, sacerdote de Júpiter. El sacerdote en Roma era un personaje sagrado y no se le podía hacer prácticamente nada. Es decir, que Mario, lo que hizo en última

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instancia, fue proteger a César otorgándole ese cargo, porque preveía que el baño de sangre que había comenzado él mismo y Cinna, continuaría de forma incluso más virulenta cuando Sila volviera a Roma. Y no se equivocó.

Sila había derrotado a Mitrídates y volvió al frente de sus ejércitos a Italia. Ningún general romano había marchado nunca contra su propia ciudad con tropas romanas. Nadie creyó capaz a Sila de hacerlo, pero lo hizo. Tomó el poder, fue nombrado Dictador en el año 81 a.C por el Senado (este cargo era otorgado sólo en momentos de crisis como solución de urgencia y tenía una duración determinada, normalmente seis meses). Lucio Cornelio Sila consiguió el poder ilimitado. y comenzó uno de los mayores baños de sangre jamás acontecidos en Roma. Sus proscripciones no sólo se limitaban al asesinato del rival político. Además se confiscaban todos sus bienes y los de su familia, que pasaban a engrosar las arcas del estado. Cornelio Cinna, el líder de los populii, consiguió reunir un ejército, trató de sitiar Roma con la intención de derrocar a Sila, pero fue asesinado por un traidor de su propio ejército, pagado por Sila.

El hecho de que Cornelio Cinna fuera el suegro de César hizo que Sila le llamase a su presencia. Le exigía que antes de acudir, anulara su matrimonio con

Cornelia, la hija del traidor Cinna. Si no lo hacía, César sería proscrito.

Cayo Julio César amaba a su esposa Cornelia. Además, en el año 82 a.C.,

habían tenido una preciosa hija llamada Julia. No estaba dispuesto a repudiar a su esposa. La respuesta al mensajero que requería su presencia ante Sila fue:

“ Dile a Sila que en César, sólo manda César ”

Sila condenó a muerte a César, pero consiguió escapar de Roma in extremis con la ayuda de un fiel esclavo galo y de la gente del campo que veían en él un nuevo defensor de las clases populares frente a los rancios aristócratas. Veían en César a un nuevo Mario. Le ocultaron y ayudaron a sobrevivir por los bosques y campos. Enfermó de fiebres y estuvo a punto de morir, pero sobrevivió y esperó que Sila levantase su condena.

Mientras, en Roma, la madre de César, Aurelia, apelando a una vieja amistad que había mantenido con Sila, suplicaba por el perdón para su hijo. Además contó con la ayuda de su hermano Aurelio Cotta, partidario de Sila. La presión fue tan fuerte que al final, el tirano le levantó la condena a César, no sin antes exclamar:

“Triunfad y conservadlo, pero yo os advierto, que hay muchos Marios en César”

Sila le había perdonado, pero le despojó del cargo de flamen dialis y, además, no le quería en Roma. Le mandó como oficial del ejército de Minucio Termo

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El joven y refinado aristócrata, sorprendió a todo el mundo por su valor y determinación. Ganó la corona cívica, hecha de hojas y madera de roble, la segunda condecoración más alta al valor del ejército romano ( la primera era la

corona de hierba que se otorgaba al realizar una acción heroica por la que se

salvaba una legión entera y se hacía con las mismas hierbas del campo de batalla ).

Corona cívica Corona de hierba

La consiguió luchando en el asalto a los muros de la ciudad de Mitilene en el año 81 a.C. Esta condecoración suponía para el que la conseguía dos cosas: acceso directo al Senado y una ovación en los actos públicos de Roma cada vez que César llevara la corona en la cabeza.

César con la corona cívica.

Estando en Oriente fue enviado como tribuno (encargado de la organización del ejército en la retaguardia) a Bitinia, con la misión de pedirle barcos al rey, que era aliado de Roma, para montar una flota.

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El Rey Nicomedes de Bitinia quedó prendado del joven César. Mucho se ha hablado de la relación entre ambos, unos dicen que fue una relación homosexual, otros que simplemente fue amistad. El caso es que a César, sus rivales políticos le llamaban despectivamente la “reina de Bitinia” e incluso a veces, recordando la afición que tenía a acostarse con las mujeres de sus rivales políticos, estos mismos rivales como venganza, tratando de mancillar su honor, decían que en su juventud César había sido:

“el amante de toda mujer casada y la mujer de todo hombre”.

César, ya con 18 años era alto, fibroso, de blanca piel, con los miembros bien conformados, de cara redonda y ojos negros. Lo que más le atormentaba de su aspecto físico, que cuidaba extremadamente, era la incipiente calvicie (este aspecto, unido a su fama como conquistador de mujeres, hicieron que sus legionarios le pusieran el mote de “el seductor calvo”)

Cayo Julio César, de joven.

Daba mucha importancia al cuidado de su cuerpo. De hecho, se depilaba todos los pelos del cuerpo y siempre iba perfectamente rasurado. También padecía de ataques epilépticos, tal vez herencia de las fiebres altas que casi le cuestan la vida en la proscripción de Sila. Los antiguos pensaban que la epilepsia era una enfermedad mágica, que sólo sufrían los bendecidos por los dioses, sus favoritos.

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César era muy culto, en parte autodidacta. Su idioma favorito era el griego que dominaba perfectamente. Es más, el griego se consideraba la lengua culta por excelencia, y todo aquel que no supiera griego era despreciado por sus rivales, como por ejemplo Cayo Mario, al que le llamaban paleto por no saber griego. Cayo Julio César, en su afán de ser un gran político, al mismo tiempo que participaba en sus obligaciones militares como tribuno en Oriente y luchaba junto a Servilio

contra los piratas cilicios del Mediterráneo, estudió, entre los años 78 y 74 a.C., derecho, retórica y oratoria en Rodas, en la escuela del profesor más famoso de Grecia, el sabio Molón.

Lucio Cornelio Sila, después de una dictadura basada en el horror, el

asesinato y la tiranía más absoluta, había devuelto sus poderes de Dictador al Senado en el año 79 a.C.

El anciano dictador Sila

Había envejecido mucho. Agotado y casi desquiciado, se había retirado a una villa rural, muriendo poco después en el año 78 a.C. En Roma, las cosas seguían desequilibradas y un joven militar, Cneus Pompeius, había sido elegido por el Senado para apaciguar Roma y eliminar a los enemigos que habían huido a Hispania

y se habían hecho fuertes allí. Su fama empezaba a ser grande y no en vano, el se llamaba asimismo Pompeius Magnus, que significa el grande.

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César ya se sentía preparado para comenzar su cursus honorum (su carrera política). En el año 74 a.C. partió desde Rodas hacia Roma, pero en el trayecto, su barco fue apresado por unos piratas cilicios.

Piratas cilicios.

Al ver que era un joven aristócrata sin importancia, el caudillo pirata le menospreció comentando que por aquel joven insignificante no conseguirían ni un rescate de 20 talentos de plata (cada talento equivale a unos 27 kilos). César, que consideró aquello un insulto a su dignitas, es decir a su honor político, se encaró con el jefe pirata. Ante el asombro de todos, le dijo que él era descendiente de la mismísima diosa Venus y que por su rescate se pagarían 50 talentos, pero de

ORO

, lo que fue acogido por los piratas con carcajadas. El jefe pirata le advirtió que si no se pagaban los 50 talentos le crucificarían, a lo que César respondió:

"Te pagarán, no temas, pero después serás tú el que temerás, ya que volveré para crucificarte a ti y a todos los tuyos".

Y mientras sus sirvientes partían hacia Roma, él se quedó en aquella isla con sólo un esclavo causando la admiración entre los piratas por su valor. Por la noche, les recitaba discursos y si los piratas no los entendían les acusaba de ser unos patanes e incultos criminales. Mientras, la madre de César, Aurelia, consiguió no sin dificultad, la enorme suma y pagó el rescate. Cuando César fue puesto en libertad fue a ver al gobernador romano para pedirle que actuara de inmediato contra los piratas, pero éste no le hizo caso (César aseguró durante el resto de su vida que aquel hombre estaba evidentemente sobornado por ellos), así que se fue a ver a los armadores de la zona, a los que convenció para que alistaran una flota de trirremes.

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Él mismo guió los barcos hasta la guarida de los piratas a los que sorprendió. Tras vencerles, ordenó que todos fueran crucificados. A partir de entonces, nadie volvió a poner en duda la palabra de Cayo Julio César, patricio de Roma, destinado a gobernar el mundo.

"Te pagarán, no temas, pero después serás tú el que temerás, ya que volveré para crucificarte a ti y a todos los tuyos". Iulius Caesar dixit.

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3.3.- CURSUS HONORUM

De nuevo en Roma, comenzó a ganarse el aprecio de las clases populares y el desprecio de la aristocracia. Más que desprecio era temor, pues en César se veían las virtudes que todo aristócrata romano quería para si mismo. Y se odia lo que no se puede tener. Su apoyo a todas las demandas del pueblo en el ejercicio de su trabajo como abogado, hizo que se convirtiera en el mayor enemigo de la nobleza corrompida, la casta oligárquica romana, los optimates o, como a ellos les gustaba llamarse, los bonii

En el año 68 a.C. es elegido cuestor militar (magistrado romano que desempeñaba funciones fiscales en organismos civiles o militares) en Hispania

Ulterior, cargo que ostentó con exquisitez, aumentando aún más su prestigio,

permitiéndole recuperarse económicamente. Pero ese año 68 a.C. es un año triste para César, pues ha de celebrar los funerales de dos de las mujeres de su vida, su querida tía Julia, la mujer de Cayo Mario, y de Cornelia, su mujer. De vuelta en Roma, realiza los elogios fúnebres o panegíricos de ambas mujeres ante una multitud congregada en el Foro, y lo hace con tal sentimiento e intensidad, con palabras tan bellas, que su dignitas queda mucho más elevada y la gente aún le admiró más. Para rematar la faena, organiza unos juegos fúnebres en honor de ambas matronas romanas, contratando gladiadores y fieras, pagándolas de su propio bolsillo. Eso hace aumentar su deuda en proporción a su dignitas y su fama de generoso con el pueblo. Pero César no puede estar sin mujer. En el año 67 a.C., una vez vencido el luto correspondiente, contrae matrimonio con Pompeya, nieta de Sila.

En esta época, Cneo Pompeyo Magno, militar mejor valorado en Roma, había realizado una campaña contra Quinto Sartorio, un romano rebelde refugiado en Hispania que estaba poniendo en grandes dificultades las posesiones romanas en la península. Le venció y retornó a Roma, donde le nombraron el Primer Hombre de Roma, un cargo honorífico que le reportaba dignidad e importancia.

Cneo Pompeyo Magno

Todo el mundo trataba de atraerle hacia su bando, en especial los

optimates, pero César consiguió convencer al Senado y mandarle a una nueva

campaña contra los piratas que impedían el satisfactorio comercio romano por el

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hombre más rico de Roma, Marco Licinio Craso, un ex-cónsul que había conseguido derrotar una revuelta de gladiadores liderados por un tal Espartaco. Además, César consigue ascender en su cursus honorum en esta época y en el año 65 a.C. es elegido edil curul (los ediles eran los "alcaldes" de Roma, los encargados de la planificación urbana, de las fiestas, los juegos, del reparto de trigo público, etc.). Durante este año, César se gana, aún más si cabe, al populacho de Roma, organizando y pagando de su bolsillo, gracias a los préstamos que le hace Craso,

constantes juegos circenses (luchas de gladiadores y fieras) y festivales de teatro, las dos diversiones favoritas del pueblo romano al que según los políticos romanos tenías que tener contento dándoles panem et circus, o sea, pan y circo.

Circus Maximus de Roma.

En el año 64 a.C. es elegido cuestor judicial y fiscal, cargo que equivale en la actualidad a fiscal general del estado, es decir, el magistrado encargado de actuar de oficio contra los desmanes de las clases dirigentes en Roma. Este cargo le catapulta como héroe contra la injusticia social y le consagra como enemigo número uno de los optimates.

En el año 63 a.C. César presentó su candidatura a Pontifex Maximus el máximo cargo de la religión romana, un cargo de gran prestigio que habitualmente se disputaban los ancianos miembros de las familias optimates. Éstos mismos le amenazaron de muerte pero César, agobiado por sus deudas económicas y confiando en que él era el favorito de la diosa Fortuna, se encaminó ese día hacia el Foro donde le aguardaban sus enemigos armados y dispuestos a darle muerte. Antes de salir de su casa le dijo a su madre Aurelia: “Madre, hoy veras a tu hijo

muerto en el Foro o vistiendo la toga de Sumo Pontífice” Regresó a su casa

vestido con la famosa toga picta, de franjas púrpura y escarlata.

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Al ser elegido, se trasladó a vivir junto con su madre Aurelia, con su esposa Cornelio y con su hija Julia a la domus publica, la casa oficial para el cargo religioso de más importancia de Roma.

Domus patricia.

Además César se ha de hacer cargo del cuidado de las Vírgenes Vestales, adoradoras de la diosa Vesta y encargadas de mantener siempre encendido el fuego sagrado de Roma.

Diosa Vesta (Hestia para los griegos)

En este año 63 a. C. tiene lugar la famosa Conjuración de Catilina. El cónsul era Marco Tulio Cicerón, uno de los mejores oradores que han dado los tiempos, pero de una visión política un tanto equivocada. Cicerón quería que los optimates le admitieran en su bando, a pesar de que él no era un romano auténtico, era de

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Marco Tulio Cicerón.

Pero decidido a formar parte de un grupo que, por principio jamás le aceptaría, pero que le utilizaba a su conveniencia, ordenó la ejecución de cinco presuntos conjurados, entre ellos Catilina, sin juicio previo y con la acusación de querer dar un golpe de estado y acabar con la República en Roma. En una histórica sesión senatorial, Cicerón pronunció su famoso discurso, que comenzaba así:

“Quo usque tandem Catilina abutere patientiam nostram”

¿Hasta cuando Catalina abusarás de nuestra paciencia?

Cicerón acusando a Catilina, que está sólo ante los senadores

César se opuso, siendo el único que exigió un juicio justo para los acusados. César, una vez más, encarnó aquí la pureza de la Ley frente al abuso de poder constante de los optimates. Catilina huyó, pero el resto de conjurados fueron apresados y estrangulados. La facción de los bonii en el Senado, encabezados por el enemigo número uno de César en el Senado, que se llamaba Marco Porcio Catón, aplaudió la resolución de Cicerón y le nombró pater patriae, padre de la patria, un cargo honorífico del que Cicerón se vanaglorió hasta el final de sus días.

En el año 62 a.C. César es elegido praetor urbanus, el jefe de los magistrados en Roma, ocasión que aprovecha para afianzar su pacto con los populares o plebeyos, la segunda clase de Roma y para cimentar su pacto con Marco Licinio Craso, el rico prestamista que era el gran valedor económico de César.

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Este cargo le supone a César a continuación, un mando militar (llamado propretor) de un año en Hispania Ulterior, donde lleva a cabo una brillante campaña en las costas de Galicia y el norte de Portugal contra los bárbaros lusitanos y celtíberos, combinando los ataques por tierra con los desembarcos anfibios y mostrando una pequeña parte de su gran genio militar, que años después demostraría en las Galias.

Consigue un gran triunfo. Cuando un mando militar romano ganaba una gran batalla, como recompensa recibía el título de imperator, y eso le daba derecho a celebrar un desfile con sus tropas por las calles de Roma, haciendo una gran entrada triunfal por el Foro hasta llegar al Senado. Pero los senadores optimates le niegan ese triunfo y César no puede celebrar su desfile triunfal.

Pero no han acabado con César, al año siguiente, en el 59 a.C., es nombrado cónsul, llegando a la cúspide de su cursus honorum.

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3.4.- EL TRIUNVIRATO

El máximo cargo político al que podía aspirar un romano en su cursus honorum

era el de cónsul. Las elecciones se celebraban a finales del décimo mes (diciembre). El cargo de cónsul tenía una duración de un año, que comenzaba en

los idus de enero (el 15 de enero). Era un cargo compartido, es decir, dos magistrados ejercían al mismo tiempo, para evitar que uno de ellos abusara del poder. Los días pares, uno de ellos presidía las sesiones y ostentaba las fasces

Los lictores con las fasces acompañaban a los cónnsules.

(haz de vergajos con una hacha, atado con una cinta roja; eran insignias de las altas dignidades del Estado - dictadores, cónsules, pretores – y que llevaban los lictores

y simbolizaban el derecho de vida o muerte sobre los ciudadanos). Los días impares era el otro el que ostentaba estas fasces. Uno, el de más edad, era llamado el

cónsul senior y el más joven era conocido como cónsul júnior.

Cayo Julio César fue elegido cónsul por una amplísima mayoría, en el año 59 a.C. Sus rivales políticos, los bonii u optimates temieron que César abusara de su poder e influencia y decidieron contrarrestar este nombramiento. Ejercieron toda su influencia sobre los electores y pudieron conseguir que fuese elegido como cónsul junior uno de los suyos, Marco Calpurnio Bíbulo, uno de los miembros más destacados del grupo patricio y conservador de los optimates, del que ya hemos hablado.

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Los romanos conocían los años, no por su número, sino por el nombre de sus cónsules. Por tanto el año 59 a.C. hubiera sido conocido como el año de César y Bíbulo, pero fue conocido como el año de Julio y César. Veamos por qué:

César era muchísimo más capaz y tenaz políticamente que su compañero de gobierno y no se dejó avasallar ni influir por el intento de sus rivales de cortarle las alas y hacer de su consulado un año más, un año que no fuera recordado. Lo primero que hizo César fue buscar apoyo y se alió con dos personajes muy influyentes en la Roma Republicana.

El primer gran apoyo que necesitaba César y sin el cual no hubiera podido realizar su campaña electoral previa a la elección de cónsul, lo buscó en la figura de uno de sus “amigos”, Marco Licinio Craso (115 a.C.- 53 a.C.), el miembro más rico e influyente de los equites, los caballeros de Roma, el segundo escalafón social en la República después de los patricios o nobles. Los equites eran los comerciantes y hombres de negocios, gente que no tenía un origen noble, pero que poseía una gran influencia económica. Esta gente ansiaba acceder al poder, pero los optimates no les dejaban. Desde el año 367 a.C. la ley permitía a cualquier ciudadano romano presentarse a cualquier cargo de la República y esa ley, permitió a gente influyente como Craso acceder al Senado. Pero a pesar de ello, los patricios conservadores les seguían mirando mal y le pusieron el sobrenombre con el que ha pasado a la historia: Crassus que significa gordo o grueso.

Marcus Licinius Crassus

Craso era un hombre avaro y solitario que había amasado su fortuna ejerciendo de prestamista de los nobles que por un lado le despreciaban, pero que no tenían más remedio que acudir a él cuando necesitaban préstamos. Además, sus negocios eran muy diversos: Poseía minas, trataba con esclavos, regentaba prostíbulos y una de las cosas más curiosas, creó el primer cuerpo de bomberos de

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la historia. Aunque estos bomberos tenían una particularidad, sólo apagaban el fuego si el propietario vendía la casa a precio de saldo en ese mismo momento. ¡Así se las gastaba nuestro Craso!

Pero Craso no era simplemente el hombre más rico de Roma. Formaba parte del Senado desde hacía años. A Craso no le gustaba estar en primer plano político y se solía manejar más en la sombra. Prefería apoyar a alguien y que ese alguien le debiera un favor, antes que ponerse en primera línea del frente político. Tenía buen ojo para apostar por la gente y por uno de los que apostó, en el que más dinero se gastó financiando su campaña electoral, fue en César.

Era un hombre temido precisamente por ser infinitamente rico, poderoso y con muchos contactos que le debían dinero y favores. Tenía una máxima que repetía a sus íntimos a menudo:

“Un hombre no es lo suficientemente rico, mientras no pueda pagarse su propio ejército”

Y Craso predicaba con el ejemplo. En el año 73 a.C. comenzó una rebelión de esclavos que puso en jaque a la República. Un gladiador tracio de nombre

Spartacus, era su líder.

Kirk Douglas como Espartaco Cómic español de los 60

Espartaco escapó de la escuela de gladiadores de Capua junto a sus compañeros y ocupó las laderas del volcán Vesubio, cerca de la actual Nápoles. Se les unieron multitud de esclavos de los alrededores que vivían en muy precarias condiciones y juntos, asolaron el sur de Italia y derrotaron a dos ejércitos romanos.

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El Senado, asustado, se volvió entonces hacia el hombre más rico para que financiara a las legiones que derrotaran al cada vez más numeroso ejército de Espartaco, lo que consiguió en Lucania en el año 71 a.C. Marco Licinio Craso fue implacable con Espartaco, que murió en el campo de batalla, y con sus hombres, de los que al menos sesenta mil murieron en la batalla. Los esclavos que no murieron fueron hechos prisioneros y crucificados cada pocos metros, de camino hasta las mismas puertas de Roma.

Fueron seis mil los que agonizaron durante días a lo largo de la vía Apia. Os recomiendo la película de Stanley Kubrick Spartacus. No es muy rigurosa históricamente hablando, pero te da una amplia idea de este tema.

Cartel de la película de Kubrick

La victoria sobre Espartaco le dio a Craso el prestigio militar que no tenía y una gran popularidad como salvador de Roma. Pero Craso no estaba acostumbrado a la fama. Pronto volvió a la sombra de su despacho y a sus cuentas. Su dignitas o prestigio estaba intacta y su poder e influencia habían aumentado considerablemente. En ese contexto, comenzó a apostar por su caballo ganador, por Cayo Julio César, pagando los sobornos a los votantes para la elección de César como cónsul.

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El segundo gran apoyo que necesitaba César era el militar. Para ello buscó el apoyo del hombre más laureado de Roma hasta ese momento, Cneo Pompeyo Magno (106 a.C. – 48 a.C.)

CneoPompeyo Magno

Era de origen no romano, es decir, había nacido fuera de Roma, más en concreto en la región rural de Picenum. Su padre, Cneo Pompeyo Estrabón (estrabón significa estrábico, es decir que un ojo miraba a Roma y otro a los Alpes) fue el primero en acceder al Senado e incluso había accedido al consulado en el 89 a.C. En la guerra civil entre Cayo Mario y Lucio Cornelio Sila, Pompeyo Estrabón haciendo gala de su apodo, osciló entre el apoyo a uno y a otro bando. Su hijo, Cneo Pompeyo Magno, hizo sus primeras campañas militares en el ejército de su padre. Le conocían en su juventud como adolescentelus carnifex, es decir, el adolescente carnicero, por la gran crueldad que demostraba contra sus enemigos. A la muerte de su padre, Pompeyo Magno se decantó por el bando de Sila, que ganó la guerra contra Cayo Mario. Repudió a su primera esposa, Antistia, y se casó con la hijastra de Sila, Emilia, para reforzar aún más esta unión.

Sirvió a la causa de Sila, luchando contra Sertorio en el año 71 a.C. un antiguo aliado de Cayo Mario que se había hecho fuerte en Hispania. Muerto Sila, recibió del Senado en el año 67 a.C., el mando de una gran flota par proceder a la limpieza de piratas de las costas del Mare Nostrum. A continuación, recibió el encargo del Senado, entre los años 66 y 61 a.C., de acabar con el rey Mitrídates del Ponto, que había vuelto a rebelarse años después de ser derrotado por Sila. Triunfó también en esta campaña, anexionando Siria como provincia romana.

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Asia Menor y el Ponto Euxino (nombre antiguo del Mar Negro)

Estos hechos le habían reportado una gran fama y popularidad, concediéndole el pueblo el título honorífico del Primer Hombre de Roma. Pero los optimates se mofaban de sus orígenes y no le concedían la influencia y el poder que por valentía y capacidad, se había ganado en el campo de batalla. César aprovecho su descontento para atraérselo a su causa. Además, certificó su alianza ofreciéndole en matrimonio a su única hija, Julia. Pompeyo, que había enviudado hacía poco tiempo, ya mayor, se enamoró perdidamente de una dulce y joven Julia que también le correspondía. La unión política entre César y Pompeyo duró hasta la muerte de Julia poco después de dar a luz a su primer hijo.

Cayo Julio César, Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso formaron el

núcleo de poder más fuerte de la época, que fue conocido como Triunvirato (de

trium que en latín significa tres y viris que significa hombres)

Miembros del triunvirato: César, Craso y Pompeyo

El Triunvirato ejercía el poder político, con César como cónsul, el poder económico, ya que Craso era el hombre más rico de Roma, y el poder militar, con Pompeyo como el general más laureado y poderoso de Roma. Ante esto, los optimates… ¡Se echaron a temblar! Y César, puso manos a la obra.

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3.5.- EL CONSULADO DE CÉSAR

El gran legado de César como cónsul fue el cuerpo de leyes que inició. Las llamadas Lex Iulia, fueron varias:

ƒ Lex Iulia Agraria: Reparto de tierras públicas a pobres y veteranos de las legiones. Parceló las tierras de la península itálica y las provincias para repartirlas con una única condición, y es que no se podían vender en un plazo mínimo de veinte años (para evitar la especulación de las tierras).

Su objetivo era aliviar las arcas de la República, pues todos esos veteranos cobraban un subsidio del estado que asfixiaba la economía de Roma. Al entregarles tierras, el estado se ahorraba ese dinero. Pero claro, había otros perjudicados en este reparto: Los optimates. Con Catón a la cabeza y respaldados por Bíbulo, el cónsul senior, se opusieron frontalmente a la ley. La táctica fue la siguiente: El día de la votación, Catón, tomó la palabra y comenzó a hablar sin parar. Una norma interna del Senado decía que, si un orador no había acabado de hablar al caer el sol, no se podía seguir con la sesión.

Discurso en el Senado.

Catón, pretendía hablar hasta el crepúsculo para impedir la votación y conseguir que se rechazara la ley. César, al comprender la táctica de Catón, llamó a sus lictores para que expulsaran a Catón de

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la Curia Hostilia. Bíbulo, al protestar contra esta medida tomada por César, fue literalmente pateado por los partidarios de César e incluso le tiraron encima un cubo de estiércol. Bíbulo, recurrió entonces a una argucia religiosa para impedir la labor legislativa de César. Se retiró a su casa durante lo que quedaba de año para contemplar el cielo en busca de presagios. César se quedó con las manos libres para seguir legislando a su antojo.

ƒ Lex iulia de pecuniis repetundis: Con esta ley, César trataba de

controlar las funciones de los gobernadores provinciales, que eran tremendamente corruptos y que exprimían hasta la extenuación a las provincias romanas por el cobro de los impuestos. La pena que se imponía a los gobernadores corruptos era devolver cuatro veces la cantidad robada y el exilio. Con esto, se agilizó el cobro de impuestos y aumentó el dinero que entraba en las arcas de la República.

Cayo Julio César hizo otras muchas cosas en su consulado, pero hemos destacado estas como las más importantes. La conclusión final es que César legisló a favor de los intereses de su bando, de los populares y evidentemente en contra de los optimates, que se opusieron a él con mucha furia y argucias políticas varias, como el ejemplo que antes he contado de Bíbulo y Catón, además de la frase que pronunció Cicerón refiriéndose a la labor legislativa de César en aquel año:

“Non Bibulo quidquam nuper, sed Cesare farctum est: Nom Bibulo fieri consulte nil memini”. (Tal cosa no ha sido hecha por Bíbulo últimamente,

sino por César; pues nada recuerdo que haya sido hecho por el cónsul Bíbulo)

Pero Catón aún le tenía reservada una pequeña sorpresa a César. Cuando un cónsul acababa su mandato, era enviado a una provincia para gobernarla. Esto le repercutía normalmente grandes beneficios económicos y la posibilidad de buscar gloria a través de la guerra. Eso exactamente era lo que perseguía César. Sus enemigos lo sabían y trataron de arrebatárselo. Presionado por Catón, el Senado decidió que en el año 59 a.C., los cónsules no gobernarían provincias, sino que desempeñarían las funciones de inspectores de los bosques y caminos públicos, velando por su reparación y puesta a punto.

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Esto era un golpe bajo para el afán de gloria y enriquecimiento de César y se movió para anular esta propuesta del Senado. Finalmente lo consiguió con el apoyo del Triunvirato y se le otorgó el gobierno de las provincias de la Galia Cisalpina y la Iliria, con el mando de tres legiones. Después se le añadieron la Galia Transalpina y la Galia Narbonense. Es decir, cuatro provincias y cuatro legiones.

Mapa de las provincias de César.

Pero César, antes de partir al gobierno de sus provincias, decidió esperar tres meses acampado a las puertas de Roma, en el campo de Marte, para asegurarse de dejar las cosas bajo control dentro de la urbe. Para ello se valió de sus apoyos triunvirales y de un patricio que se había hecho adoptar por un plebeyo para poder acceder a un cargo político, el de tribuno de la plebe, y que se llamaba Publio Clodio Púlcher.

Clodia Pulcher Publio Clodio Púlcher.

Clodio había protagonizado el escándalo de la Bona Dea, que supuso el divorcio de César con Pompeya y un gran escándalo público. Pero César, que le daba más importancia a sus fines políticos que a su moral, no le acusó en un juicio y permitió que se salvara de ser condenado por profanar la fiesta de las mujeres en Roma. Así se ganó a Clodio para su bando político y ahora, le utilizó para sus fines: Controlar Roma en su ausencia y seguir siendo el azote de los optimates.

Publio Clodio Pulcher era un mafioso en toda la extensión de la palabra, suponiendo que esa palabra ya existiera en la antigua Roma, cosa que dudo. Era un caprichoso niño rico patricio, heredero de uno de los linajes más puros, los Claudio. Su hermana Clodia, musa del gran poeta latino Cátulo, también era celebre en Roma por su escandalosa promiscuidad y por ir siempre a la última en ropa y peinados. Era una de esas mujeres que marcan tendencia.

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Publio Clodio había servido en el ejército en Asia con más pena que gloria y al volver a Roma, se dedicó a hacer lo que mejor sabía: Intrigar, espiar, sabotear y acercarse a las clases bajas de Roma. Con estas clases bajas, formó una auténtica red de bandas muy violentas, que no dudaba en hacer intervenir con gran violencia en el Foro cuando no se iban a aprobar las leyes que el quería o cuando una ley que él no quería se fuera a aprobar. Es decir, un auténtico extorsionador, que hizo que Roma entrara en uno de los periodos de mayor anarquía jamás conocidos. Desde su cargo de tribuno, favoreció a esas clases bajas, y entre otras muchas cosas, la que más destaca es que les otorgó grano gratuito una vez al mes. Cuando César abandonó Roma, la ciudad quedó en manos de Clodio y sus secuaces.

Pero vamos a dejar Roma a un lado, de momento y vamos a centrarnos en la nueva aventura de César como gobernador de la Galia. César viaja hacia la Galia en el año 58 a.C. para tomar el mando como procónsul, es decir, gobernador enviado por el Senado de Roma con plenos poderes consulares.

César con la capa escarlata que denota su mando militar, monta a Genitor, su caballo favorito, y marcha hacia la Galia.

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3.6.- LA GUERRA DE LAS GALIAS

3.6.1.- Geografía de la Galia.

¿Como era ese territorio? Para los romanos existían tres Galias:

ƒ Galia Cisalpina: Desde los Alpes hasta el río Rubicón. Hoy en día forma parte de Italia y es la zona que llamamos los Alpes italianos.

ƒ Galia Narbonense (llamada Galia Togata, o la Galia con gente togada. Es decir que vestían como los romanos y por tanto estaban romanizados ya). Era una provincia habitada por romanos y celtas. Habían ciudades como Narbona o Marsella.

ƒ Galia Transalpina (llamada Galia Cabelluda) Esta Galia se dividía a su vez en tres partes: la Bélgica al norte, la Céltica al centro y la Aquitania al sur.

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3.6.2.- ¿Como eran los habitantes de la Galia?

Si pensamos en los galos, se nos viene rápidamente a la cabeza la imagen de los dos galos más famosos, Astérix y Obélix, además de su inseparable perro, Ideáfix, el primer perro ecologista, que ama sobremanera a los árboles y no soporta que nadie les haga nada. Pero precisamente los dos irreductibles galos más famosos, son producto de la imaginación de los autores franceses Uderzo y Goscinny.

Los galos reales, no tenían una poción mágica que les hacia invencibles, pero eran muy fieros y temidos por los romanos. Cuatro siglos antes de que César existiera, se habían atrevido a saquear la mismísima Roma. En el año 399 a.C. un grupo de guerreros galos comandados por su jefe, de la tribu de los sennones y llamado Brennos, llegaron de noche amparados por la oscuridad a la urbe.

El jefe galo Brennos invade Roma en el año 399 a.C.

Cuenta la leyenda romana que fueron las ocas del templo de Juno, las ocas sagradas de la diosa que forma parte de la Triada Capitolina, las que avisaron con sus graznidos a los habitantes de Roma que pudieron refugiarse en la fortificada y sagrada colina del Capitolio. Lo malo fue que, con las prisas, dejaron abiertas las puertas de sus casas para que los galos saquearan la ciudad, dándose un buen

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festín de riquezas romanas. Desde entonces en Roma, se les temía y respetaba a partes iguales.

Jefes galos Infantería gala

Guerreros galos a caballo

Estos guerreros eran de tez clara y solían llevar el cabello largo con trenzas. Lucían amplios bigotes y/o barbas. Se agrupaban en clanes o tribus que combatían a menudo entre si: los éduos, los belovacos, los carpetanos, los turdetanos, los carducos, los arvernos, los senones, los cardutos, los nervios, los eburones, etc.

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3.6.3.- Economía.

Su dedicación fundamental era la guerra, bien entre ellos o bien contra otras tribus. En invierno se dedicaban a recoger las cosechas y cuidar su ganado. Estaban bastante avanzados en la industria tradicional. Disponían de buenas armas, buenos barcos e instrumentos agrarios de calidad. La Galia era un país muy rico en recursos. Pero en primavera se lanzaban a su afición favorita, la guerra.

3.6.4.- Cultura.

El vínculo común entre todos los galos era la cultura, a pesar de que la práctica totalidad de los galos eran analfabetos y su transmisión cultural era de tradición oral (historias que pasaban de padres a hijos). Aquello que los unía era el Druidismo, una especie de religión basada en la inmortalidad del alma, el honor y la piedad. El protagonista fundamental de esta religión y verdadero transmisor cultural de los galos era el druida. El druida, que vivía en el bosque lejos de los poblados, era a un tiempo juez, médico y maestro de los nobles, entre otras muchas cosas. Vestía de blanco y deambulaba por caminos y poblados difundiendo sus sabios mensaje.

Representación de un druida Panorámix, el druida de ficción más famoso.

3.6.5.- Precedentes y objetivo inicial de los romanos.

El objetivo inicial que se marca desde el Senado es la contención de los helvecios que han iniciado una migración masiva y poner freno a las tropas germanas de Ariovisto que han atravesado el río Rhin para intervenir en la Galia. Los romanos piensan que, una Galia unida y fuerte, bajo tutela romana por supuesto, contendría a los pueblos germanos del norte en caso que estos, quisieran atacar Roma. En la actualidad, parafraseando a George Bush y al ejército norteamericano, diríamos que sería hacer una guerra preventiva. O como dice el refrán: “la mejor defensa, es un buen ataque”.

Referencias

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