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ARTE EGIPCIO 1.- Arquitectura: La tumba y el templo. 2.- Formas y características de la escultura y la pintura.

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ARTE EGIPCIO 1.- Arquitectura: La tumba y el templo.

2.- Formas y características de la escultura y la pintura.

La arquitectura egipcia es arquitrabada. Por lo que respecta a la tumba señalar su tipo-logía y la evolución de la pirámide desde el modelo escalonado de Zozer, en Sakkara, hasta la Gran Pirámide de Keops, en Gizah. En cuanto al templo enumerar sus partes y dependencias, y reflejar su evolución desde los edificios al aire libre (Karnak y Luksor) a los speos de Ramsés II, pasando por el semiespeos de Hatshepsut, en Deir-el-Bahari.

En el campo de la plástica resaltar que los egipcios se distinguen del resto de los pueblos antiguos por buscar deliberadamente el canon ideal del cuerpo humano, convirtiéndose en pre-cursores inmediatos de los griegos. A partir de este punto, explicar los conceptos de “ley de la frontalidad”, “visión rectilínea” y canon de belleza basado en los 18 puños, haciendo ver al alumno que entre los griegos la ley de la frontalidad desaparece en el siglo V a.C. y que frente al puño prefirieron la cabeza como módulo de proporción armónica para el ser humano. Final-mente, señalar que en Egipto este código se mantuvo, casi inmutable, a lo largo de 3000 años, mientras que los griegos lo fueron cambiando.

ARTE EGIPCIO1.- ARQUITECTURA.-

Los egipcios comprueban cada año cómo el Nilo se desborda fertilizando las tierras; diaria-mente observan la salida y la puesta de sol, lo que origina entre los sacerdotes el mito del eterno

retorno y, consecuentemente, la idea de la resurrección; este orden cósmico era trasplantado a la

Tierra y garantizaba la justicia y la paz bajo la estrecha vigilancia del faraón, a quien cuando muere se divinifica y se le construyen grandes tumbas con vocación de eternidad.

Características:

- Utilización de sillares como manifestación del amor a la geometría y no sólo por la abun-dancia de piedra (al contrario que en Mesopotamia donde apenas había). Su dureza y permanencia la convertían en el material idóneo para simbolizar la divinidad del faraón y la eternidad de su po-der, además de ser el material idóneo para construir el lugar de reposo de los difuntos y custodiar los ajuares. Los sillares forman un muro en talud rematado por gola o cima recta. Según cálculos atinados de Napoleón, con las piedras de las pirámides de Gizah se podría rodear Francia de una muralla.

- Colosalismo: proporciones matemáticas y muy superiores a la medida humana (al contrario que en Grecia). Formaba parte de la política de alienación de masas; por ejemplo, el templo de Kar-nak 1,5 x 0,5 Km. Sin embargo, aplican como los griegos medidas humanas a las obras humanas, al contrario que en la actualidad que es el metro su rector; algunos arquitectos como Le Corbusier han propugnado la vuelta a las proporciones del ser humano (el modulor).

- Arquitrabada: Conocen la bóveda y el arco pero solo los emplean en lugares secundarios (desagües subterráneos, p.ej.). Además, Egipto es un país horizontal, por lo que esta arquitectura se integra inmejorablemente en el paisaje.

- Columnas: Su desarrollo es consecuencia de la arquitectura adintelada, pero también del paisaje; bosques de columnas = bosque de palmeras, árboles en los que se halla el origen de dichos soportes, para los que a veces se unían varios troncos sujetos con cuerdas; asimismo, al principio se unían haces de loto o papiro que darán origen a distintos tipos de capiteles: palmiforme, lotiforme, papiriforme, hatórico (en el Imperio Nuevo), protodórico; su elección depende de su ubicación: el papiriforme en laterales, campaniforme en el centro de las naves, etc. Todo esto implica, como ve-mos, gran afición a la naturaleza, como comprobaremos también en pintura.

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Tumbas.- Monumento de gran importancia dada la perviviencia del alma tras la muerte y su posterior reencarnación, de ahí la importancia de conservar el cadáver en buen estado.

Para seguir dispensando su protección a las dos mitades del país después de muerto, el faraón debía tener dos tumbas: una ocupada por su cadáver en el Alto Egipto (Abydos) y la otra vacía, un mero cenotafio, en el Bajo Egipto (Sakkara); en ambos casos constaba de una construcción subte-rránea y otra en la superficie. Podían ser de varios tipos:

Las más antiguas son las de la época prehistórica, antes del 3000 aC., se han encontrado restos de criptas de barro prensado con sarcófagos de madera o barro cocido. En las épocas pretinita y tinita tienen una característica fisonomía geométrica sin decoración alguna.

Preocupación por la alimentación del espíritu del muerto desde la I dinastía: grandes cantidades de pan, carne, vino y hasta granero para que el difunto pudiera encargar a sus servidores más pan. Las Mastabas (banco en árabe, por su parecido con los

existentes delante de sus casas) son los enterramientos sur-gidos en el periodo tinita (capital en Tinis, algo al norte de Abydos, su necrópolis). Planta rectangular y estructura tra-pezoidal. Formaban calles en las necrópolis. Distintas par-tes: capillas de las ofrendas, hasta en número de 30. Serdab o capilla, decorada con relieves y a veces pinturas, donde se guardan las estatuas-doble del difunto. A través de un pozo se llega a la Cámara funeraria con el sarcófago, el ajuar,

muebles, etc. bajo el nivel del suelo. En la parte oriental una puerta falsa para que entrara y saliera el Ba (el Ka o alma iba al más allá).

Las Pirámides2, en general, estaban construidas bajo un artificio numérico secreto, además de ser símbolo del dios Ra, pues las aristas serían la petrificación de los rayos solares, o sea, la luz di-vina y eterna por encima de los sarcófagos y, en definitiva, de la muerte. Por otra parte, eran verda-deros objetos de culto relacionados con el concepto de colina primigenia, el primer trozo de materia sólida que de acuerdo con ciertas ideas religiosas había surgido del caos primordial.

El origen de las grandes pirámides tal vez se encuentre también en la necesidad por parte de los faraones desde la III Dinastía de afirmar su identificación con el sol y el cielo como única gran di-vinidad personificada por el halcón, Horus; dicha identificación fue puesta en duda y los faraones respondieron con esta portentosa exhibición de poder, que los eternizaba después de su muerte. Su tamaño no deja de crecer (para los constructores, no esclavos sino fellahs o campesinos, tra-bajando en periodos en los que no pueden realizar faenas agrícolas, tiene el valor de un servicio religioso, al igual que para los edificadores de las grandes catedrales medievales) mientras dura la competencia con el culto solar, pero cuando este triunfa disminuye el tamaño y la calidad de ellas. No debieron trabajar solo con planos sino con maquetas o modelos realizados a escala 1:10, lo que significa que la de Keops tendría aproximadamente 23 m de lado en su base y su altura casi 15 m. Sus lados se orientaban hacia los cuatro puntos cardinales y servían para organizar el conjunto funerario del que formaban parte. Carecen de fachadas, pues son edificios sin retorno ni puntos de referencia de ninguna clase. A la cámara del muerto se llega por un angosto corredor, que se cegaba después del entierro. Se colocaban puertas falsas por todos lados para impedir la profanación y el

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saqueo; por ejemplo, en la de Keops se alteraron tres veces los planes de localización de la cámara funeraria. Al pie de las principales pirámides solían colocarse templos de más sencilla construcción, como el que existía para depositar las vísceras del faraón guardadas en vasos canópicos (Canope, ciudad egipcia).

Evolucionan en el Imperio Antiguo, desde la III dinastía, pirámide de Soser, hasta alcanzar el absoluto dominio de la técnica en la IV, con las de Keops, Kefrén Y Mikerinos. Como transición entre ambas incluimos las tres pirámides que construyó el faraón Snefru (2570-45 aC). Veamos:

La pirámide escalonada de Soser en Sakkara (2635-2615, 2º faraón de la III Dinastía) es encargada a Imhotep, especie de ministro plenipotenciario y también arquitecto, a quien se le atribuye la concepción en piedra del recinto funerario del faraón (en época tinita solo se había utilizado la piedra como refuerzo del adobe). El proyecto inicial fue una mastaba y una estructura superior rectangular construida en caliza; tras sucesivas modificaciones quedaron seis cuerpos o mastabas escalonadas, de 60 m, que simbolizarían la escala hacia Ra. La estructura interna no quedó limitada a una cámara funera-ria; se abrieron numerosos pasillos con estancias laterales que creaban un entramado laberíntico: las paredes de los pasillos y de las pequeñas cámaras se adornaban con bajorrelieves e inscripciones jeroglíficas del rey. La cámara funeraria, a gran profundidad, está cubierta con placas de granito rosa y protegida por un gran bloque del mismo material, que bloquearía

la entrada al ser depositado el cadáver, lo que no impidió su pronta violación. Bajo la pirámide existen pasillos, también a gran profundidad, en uno de los cuales se encontraron los restos quizás

de un pequeño príncipe, y en otro pasillo vasos de piedra de gran calidad.

Se encuentra formando parte de un conjunto, tal vez una copia pétrea del palacio de Menfis y sus alrededores, lo que demostraría la relación inicial casa-tumba. Al norte de la pirámide está el templo funerario, con pequeña estancia para las ofrendas diarias, y también el serdab, donde se encontró la importantísima estatua sedente en tamaño natural del faraón. Este conjunto, donde se hallan ya co-lumnas protodóricas, está rodeado por una muralla de 2 Km con catorce entradas de las que solo una es real.

Snefru (2613-2589 aC), primer faraón de la IV dinastía, construyó tres pirámides: una en Meidum, inicialmente de ocho escalones y posteriormente convertida en pirámide regular de casi 147 m de lado x 90 de altura y otras dos en Dashur: la acodada (de perfil quebrado: un ángulo de 50º 31’se redujo a 43º 21’) y la Pirámide Roja, por el color de la piedra de la localidad, aunque en la antigüedad estaba cubierta, como las otras dos, por caliza de Tura; es la pri-mera pirámide geométrica.

En esta época se establecieron las cuatro partes fundamentales de los conjuntos funerarios: un templo funerario en el lado este destinado al culto del faraón y a las ofrendas; junto al río se encon-traba el templo del valle, donde se recibía el cadáver y se le momificaba. Ambos templos estaban comunicados por una avenida cubierta, afán aún prehistórico de ocultar lo sagrado a ojos profanos e impuros. En el lado norte de las grandes tumbas se levantaba un edificio de ladrillo que contenía la barca solar de madera en la que el espíritu del rey viajaba con los dioses celestes en su travesía diurna del firmamento, y por el mundo infraterreno por la noche. En el lado sur hay una pirámide secundaria probable representación de la tumba del sur, de Abydós. La pirámide del faraón estaba rodeada por las mastabas de los nobles y las pequeñas pirámides de las reinas.

Keops (2553-2530) construyó la mayor de las pirámides, 146,59 m x 230 de lado, en la llanura de Gizah, quizás por la dureza de su suelo rocoso. En su base, 5.3 Ha, podrían caber las catedrales

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de S. Pablo del Londres, las de Florencia y Milán, más la Abadía de Westminster y la Basílica de S. Pedro de Roma. Si sus piedras fueran cortadas en cubos de un pie (30,5 cm) cubrirían las 2/3 partes del ecuador terrestre (unos 26.700 Km). Parece construida con hiladas de bloques, unos 2.300.000, muy grandes, que alternan en la parte interior con piedras menores, grava, arena, etc. dejando entre sí zonas huecas. El revestimiento exterior, del que nada queda pero que se mantuvo intacto hasta la Edad Moderna (como en las otras dos), debió ser de caliza de Tura y granito rosa de Asuan. Posee distintas cámaras: una, a media altura, es la del faraón con doble conducto de comunicación exterior para que el ba o alma del difunto entrara y saliera. Otra sería, supuestamente, la de la reina. Ambas, y todas las demás de la IV dinastía, perdieron casi toda su decoración (relieves).

La de Kefrén (2521-2495), de 143,5 x 215,25 m., llegó a la perfección en las proporciones y al ángulo de inclinación más ambicioso, por lo que, junto a su más alto emplazamiento, parece más alta que la de su padre. La cámara funeraria se ubica en la base y excavada en parte en la roca. De su recubrimiento exterior, de caliza de Tura en la parte superior y granito de Asuan en la inferior, sí nos ha quedado algo. Su templo del valle, cuadrado de 45 m de lado y muros de 13 m., es el mejor conservado y posiblemente el edificio arquitrabado mas sencillo y claro de cuantos se hayan reali-zado. Una calzada de 496 m de longitud y 4,5 de anchura lo une con el templo funerario, un rectán-gulo de más de 100 m. de largo.

Junto al templo del valle está la gran esfinge, concebida como gigantesco centinela de toda la necrópolis de Gizah: 57 m. de longitud y 20 de altura. La roca era el residuo de una cantera que se había dejado tras la construcción de la pirámide de Keops, y debía ya tener la forma deseada porque a los esculto-res en muchas partes solo les bastó una ligera capa de yeso y pintura. La cabeza, cuyo rostro mide 5 m., está inspirada en la de Kefrén y lleva el nemes, el ureus y la barba postiza, que, junto a la nariz, han desaparecido a causa de la erosión, el fana-tismo religioso y las prácticas de tiro de cañón del periodo mameluco. Estudios de 1994 han hallado una cámara interior que pudiera ser funeraria, lo que aclararía su finalidad.

La cámara funeraria de la pirámide de Mikerinos, de 65 m., está excavada bajo la pirámide y su recubrimiento exterior de granito rosa no llegó a culminarse. Su sucesor, Shepseskaf, cambió la pirámide por una mastaba que recuerda un gran sarcófago; el cambio quizás se deba a que pudo alejarse por razones ideológicas o políticas del clero y del culto a Ra.

Hipogeos.- Son varias cámaras excavadas en la roca de los acantilados de la región de Tebas. Su máximo desarrollo fue en la XVIII dinastía, pero su origen es muy anterior. En el Imperio Medio, XII dinastía, encon-tramos las necrópolis de Asuan y Beni Hasán, cuyos hipo-geos constan de las mismas partes que las mastabas; en la segunda necrópolis se han encontrado, además, columnas poligonales de arista viva, es decir, protodóricas. Anterior a estos todavía, en la XI dinastía (s. XXI a.C.), encontramos el hemispeos o templo-tumba de Mentuhotep en Deir-el Baha-ri, modelo que seguirá la reina Hatshepsut en su hemispeos adyacente. En la parte exterior se halla una pirámide que es un mero cenotafio, pues los restos mortales están en un hi-pogeo de la montaña, lo que constituye uno de los primeros ejemplos de separación entre templo y tumba. Este faraón es unificador: el templo es símbolo de Tebas y la pirámide de Menfis, Alto y Bajo Egipto respectivamente.

Sin embargo, los grandes semispeos y speos los encontramos en el Imperio Nuevo. En el primer caso, la tumba es un hipogeo y una capilla sale al exterior formando un verdadero templo; destaca el de Hatshepsut, obra del arquitecto Senmut, al que la barrera rocosa de su parte trasera le aporta gran belleza escenográfica, y destaca por su gran armonía de proporciones, la calidad de los

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mate-riales (muchos reutilizados) y la perfección en la ejecución. Como antecedente del arte clásico, exis-ten en la segunda terraza una gran columnata protodórica, así como cuatro nichos (antecedente del santuario lacial –de Lacio- de Preneste).

Entre los speos destaquemos el de Abú

Sim-bel, templo funerario de Ramsés II, de

aproxima-damente 1260 a.C. y que posee al exterior un muro en talud de 31 m de altura, con una puerta central rematada por el dios solar con cabeza de halcón (Horus) y a ambos lados sendas parejas de 21 m de altura, acompañadas, junto a sus piernas, por varias esculturas de inferior tamaño de miembros de su familia. Interiormente se com-pone de un pasillo de entrada, el pronaos con

ocho pilares decorados con otros tantos atlantes de Ramsés y abundantes pinturas tanto en las pare-des como en el techo, un vestíbulo y, finalmente, un santuario o naos; en total unos 45 m. de pro-fundidad en los que el suelo va ascendiendo y el techo va bajando suavemente. Por último, debemos referirnos a su precisión arquitectónica: como ejemplo, el sol en los equinoccios ilumina las estatuas del interior, símbolo solar que ya lo hemos estudiado y también lo encontraremos en algún templo griego como el Partenón. Mandó construir, asimismo, el “pequeño speos” en honor de su esposa favorita, Nefertari.

TEMPLOS.- Pueden ser de dos tipos: funerarios (como los templos del valle para la momi-ficación) y los de las divinidades.

Del Imperio Antiguo se conservan restos del templo de Ra en Abusir (V dinastía) con gran patio abierto, paredes decoradas con relieves alusivos a la vida diaria, escenas guerreras, caza, etc. en el centro altar y, detrás, obelisco; al lado del templo, la barca solar.

En el Imperio Medio se perfila el modelo que subsistirá: aparecen los pilonos y prosiguen los obeliscos que serán imprescindibles en los posteriores. Destacan los de Rennontet y Heliópolis.

En el Imperio Nuevo encontramos los grandes templos de Tebas, Karnak y Luksor (estos dos últimos, obra de Amenofis III). Se componen de una avenida de esfinges o carneros que acaba en la puerta principal protegida por los pilonos rematados por gola; delante está el obelisco y, ado-sados a los pilonos, las estatuas de los faraones promotores en tamaño colosal; atraveado-sados los pilo-nos, hallamos la sala hípetra o patio porticado, varias salas hipóstilas y, finalmente, el santuario donde estaba la estatua del dios. Van decreciendo y estrechándose, sube el suelo y baja el techo como aparentando con la disminución progresiva de luz la marcha del día presidida por el sol. La nave central es más elevada (= basílicas) y por la diferencia de altura y a través de celosías (claristo-rio) penetra la luz. Aparecen a partir de la XVIII dinastía como consecuencia del gran poder de la casta sacerdotal. Hagamos referencia a la naos o cella (santuario) como parte más importante: con-tenía un tabernáculo de granito o madera para guardar la imagen del dios, el cual recibía la luz del sol directamente a través de una tronera. Solo pueden acceder el sumo sacerdote o el faraón; en esta sala o en otra contigua está la barca donde se saca al dios en procesión; por último, en torno a ella encontramos pequeñas capillas para dioses locales que están de visita, para objetos de culto, etc. Dependencias también importantes eran la casa de la vida3, el lago sagrado4, los graneros, el embar-cadero, etc.

En los periodos griego y romano hay una gran actividad constructiva; los edificios son de menor tamaño pero tienen mayor gracia y armonía; se reducen los templos a la sala hipóstila con columnas en todos los lados y antepechos en los intercolumnios. Destacan los de Isis en Filé, Hátor

en Dandera, Horus en Edfú, etc. ESCULTURA

- Una estatua tiene tanta vida como cualquier ser vivo, es mucho más que un recuerdo hecho imagen; se confunde con el ser al que encarna, por eso es tan importante que se inscriba en ella el

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nombre y las cualidades de la persona representada, si no fuera así, perdería todo su poder, sería sólo materia. Es importante, asimismo, que reciba los mismos cuidados que cualquier ser humano. - Si en el Paleolítico la reproducción de animales o personas estaba destinada a la propiciación, a la posesión, en Egipto su finalidad es la supervivencia, es decir, la figura garantiza la inmortalidad del difunto, el apoyo del alma cuando desaparezca el cuerpo.

- Si en el arte prehistórico la pintura y el grabado carecen de limitación, ahora nace el marco co-mo límite y coco-mo manera de constituir una composición. Se aísla la obra, conscientes sus creadores del valor estético. También podríamos considerarlo una consecuencia de la vida agraria pues la agrimensura acostumbró al hombre a la cuadriculación y triangulación.

- Simbología política: el ureus, áspid, que indica la protección o, también, el poder destructor del soberano; el Alto Egipto está representado por la tiara, la flor de loto, el pulmón o el halcón; el Bajo Egipto por la corona troncocónica, el papiro, la tráquea o el buitre. Pero el faraón puede llevar solo el klaft en la cabeza.

- Materiales.- Desde los blandos como la caliza o la madera a los más duros y lujosos como la diorita, obsidiana, pórfido, basalto, granito, etc. El material es un condicionante pues mientras que el granito favorece la claridad de los perfiles de las figuras por el pulimento que requiere, la madera proporciona un mayor realismo (p.ej. imaginería barroca española).

- La policromía se aplica a la caliza (p.ej. Escriba Sentado de El Louvre) y sobre todo a la made-ra. La coloración es simbólica: al hombre se le da una tonalidad ocre oscura y a la mujer un color claro amarillento (lo veremos en Rahotep y Nefrit). Es el ideal de “máxima claridad”. Antes de pin-tar se da una capa de estuco para que la pintura asiente convenientemente. Son frecuentes los mate-riales incrustados en los ojos para proporcionar mayor vivacidad.

- Hieratismo.- Característica esencial es la profunda espiritua-lidad; las figuras respiran trascendencia, eternidad; carecen por completo de sentimientos humanos y movimiento que favorecerían lo transitorio. Sin embargo, en los relieves y pin-turas se toleran actitudes naturales porque es preciso describir el pasado del difunto. El realismo se destina a los hombres ordinarios, a los funcionarios y servidores; pero donde halla-mos mayor realismo, de corte naturalista, es en las figuras de terracota (barro) o madera llamadas oushebti: conjunto de se-res humanos que realizan las tareas cotidianas en el más allá. - Los relieves alcanzan gran desarrollo, los hallamos en tem-plos y tumbas. Tienen una finalidad religiosa que no elimina el interés de los monarcas por inmortalizar sus hechos, a lo que colabora el que vayan acompañados de textos aclaratorios en cartuchos (especie de viñetas). Su ordenación es la propia de la escritura: por pisos y en filas continuas. Al no existir la perspectiva, todo se ofrece en primer plano, pero el faraón con mayor tamaño que las demás figuras (perspectiva jerárquica). La policromía aumenta la nitidez de las figuras que se aislan claramente del fondo.

- Al contrario que en Mesopotamia y anticipándose a los grie-gos buscaron el canon ideal del cuerpo humano; este lo halla-ron en:

* Unas proporciones armónicas.- La belleza estaba basada en la proporción matemática, es decir, las partes debían estar en proporción entre ellas y con el todo. Existieron dos cánones:

· Canon antiguo, según el cual el hombre y la mujer debían medir 18 puños o cuadrículas (este es el modulo o unidad de medida) o 4 cúbitos pequeños, o sea, desde el pliegue del brazo hasta el extremo del dedo pulgar. El rostro debía medir 2 puños, los pies 3, 10 desde los hombros hasta la rodilla y 6 para el resto.

· Canon regio, 1/6 mayor que el anterior, pues el cuerpo debía medir 4 cúbitos reales (desde el codo hasta el extremo de la mano) o, lo que es igual, 21 puños. Se utilizaba para las construcciones

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del rey hasta que en época saítica (s.VII a.C) reemplaza al antiguo y será el que tomen los griegos, utilizan estos como módulo el pie o la cabeza en lugar del puño.

* La Ley de la Frontalidad supone representar recta la línea de los hombros y las caderas, por lo que obliga a las esculturas de bulto re-dondo a mantenerse rígidas; es como si un plano dividiera a las figu-ras en dos partes absolutamente iguales y les impidiera doblarse. Res-ponde al deseo de evitar lo narrativo y episódico que indique transito-riedad. El bulto evita todo saliente pegándose los brazos y piernas al bloque para eliminar cualquier rotura, porque afectaría necesariamen-te a la vida de ultratumba. Donde mejor se ve cumplida esta norma es en las estatuas-cubo (Zozer), en las que cuerpo y asiento se integran en el mismo bloque con absoluta inmovilidad; todo se organiza orto-gonalmente, o sea, a base de líneas verticales y horizontales.

* La visión rectilínea afecta solamente al relieve y a la pintura. Los artistas consideran que representan fielmente la realidad, es decir, lo que ven sus ojos mentales, su imaginación; para ellos las figuras tienen cuatro puntos de vista: el frontal, el trasero y los dos laterales,

pero los más representativos son el frontal y el lateral y, así, despiezan la imagen y la vuelven a montar, dando como resultado un plano en el que aparecen de frente el ojo y el tronco y de perfil la cabeza y las extremidades.

Estas tres cualidades se pueden apreciar ya en la primera mitad del milenio III en el relieve del

príncipe Hesiré.

Veamos a continuación brevemente la evolución de la escultura: - Periodo predinástico.- Se conservan placas para moler cosméticos que están ilustradas con escenas de lucha de animales o guerreras (Placa de Menes).

- Imperio antiguo.- El estilo se halla totalmente formado. Podemos destacar a Zozer entronizado, al Príncipe Hasiré, a Kefrén sedente, y los grupos escultóricos de Micerino y su

es-posa y Micerino con Hátor y el nomo de Kynópolis. Pero también hallamos una veta

realista representada por Rahotep y Nefrit, el

Alcalde del Pueblo, (en árabe

Cheik-el-Beled, aunque su verdadero nombre era el

Sacerdote lector Kaaper), de madera, y los

distintos escribas sentados (Louvre, Morgan, Dersenez, etc.) de caliza pintada y que están constituídos por planos y cilindros ensambla-dos. Abundan los relieves propagandísticos de los faraones.

- Imperio medio.- Los rasgos quizás más destacables sean la minuciosidad en los retratos reales y la preocupación por la psicología, p.ej. los “retratos tristes” del faraón Sesostris.

- Imperio Nuevo.- Antes de la revolución amarnita podemos mencionar a los Colosos de Memnón en Tebas y los relieves alusivos a las hazañas de Hatshepsut por la importancia que se otorga a la naturaleza y al naturalismo (estigmas que la enfermedad dejó a la reina del país de Punt).

El periodo amarnita (capital en Tell el Amarna, 1377-1358 aC) se cen-tra en torno a la figura del faraón Amenofis IV o Akenatón, y se caracteriza por su naturalismo frente al idealismo anterior y posterior; por ser un arte civil, es decir, desaparece toda trascendencia religiosa para valorar

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valora-ción de lo sentimental y sensualista, así como el amor al lujo. Busto de Nefertiti y relieves con

esce-nas familiares de Akenatón.

Tras la muerte del faraón que protagonizó los cambios anteriores, se recuperar la tradición, como lo demuestra el sarcófago de Tutankamon y el colosalismo e idealismo del periodo de Ramsés II.

LA PINTURA

- La hallamos en frescos murales, escultura policromada, miniaturas, cerámica, losas de cerámica esmaltada para decorar paredes... incluso está demostrado el origen pictórico de la escritura. - Tiene los mismos convencionalismos, como ya sabemos, del relieve.

- Aunque su finalidad es funeraria, salvo en el periodo amarnita, existen temas festivos y natura-listas.

- Las tonalidades de los colores son planas, es decir, sin matices ni gradaciones; asimismo, son de carácter convencional y decorativo, sin relación con los colores naturales.

- El dibujo es perfectísimo y de trazo muy seguro. - La perspectiva ni siquiera se busca.

- Utilizaron el cuadriculado en tamaño pequeño para llevarlo luego al real.

- Por la temática podemos comprobar un gran amor a la Naturaleza, como lo demuestra la pintu-ra del Príncipe Nebamón y su familia en una

cacería de patos (½ s.XV aC).

- El mayor desarrollo se alcanza en el Imperio Nuevo (hipogeos), llegando a desplazar al relie-ve; podríamos destacar en el conjunto de la ne-crópolis tebana (XVIII dinastía) las de la

Cá-mara de ofrendas de la tumba de Nefertari

(1265 AC).

Dentro del Imperio Nuevo hay que referirse nuevamente al periodo amarnita, en el que se prac-tica un tipo de pintura ilusionista: los suelos de las habitaciones de los palacios se decoraban con es-tanques llenos de plantas acuáticas, hierbas, etc

con sensación de estar en plena naturaleza; las paredes se decoran con paisajes que daban la misma sensación y los techos eran cielos plenos de aves. Pero tanta complacencia en la Naturaleza acabó sonando a herejía.

- Capítulo importante son los Libros de los Muertos que se colocaban dentro de los sarcófagos como guía del muerto para evitar que se extraviara su alma; son rollos de papiro enriquecidos con abundantes pinturas, por lo que se pueden considerar como el origen de la miniatura.

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1 Periodos, cronología y dinastías de la civilización egipcia: - Época pretinita.- 3300-3100.

- Época Tinita.- 3100-2780 (Dinastías I y II) - Imperio Antiguo.- 2780-2280 (Dinastías III a VI)

- Primer periodo intermedio.- 2280-2066 (Dinastías VII a X) - Imperio Medio.- 2134-1778 (Dinastías XI y XII)

- Segundo periodo intermedio.- 1778-1567 (Dinastías XIII a XVII) - Imperio Nuevo.- 1567-1080 (Dinastías XVIII a XX)

- Tercer periodo intermedio.- 1080-715 (Dinastías XXI a XXIV)

- Baja época.- 715-382 (Dinastías XXV a XXXI) Conquista de Alejandro Magno 332 aC. - Época grecorromana.- 332 aC- 395 dC

2 De πυραµις , nombre griego de este tipo de enterramientos para el que los egipcios carecieron de una denominación común. 3 LA CASA DE LA VIDA.- Institución existente en los templos egipcios desde las primeras dinastías; están atestiguadas por multitud de papiros e inscripciones templarias, que arrojan heterogéneas noticias sobre ellas y de las que podemos extraer sus variadas actividades:

- Centros pedagógicos de las más altas enseñanzas generales, aunque con un cierto grado de especialización, por ejemplo, en Medicina destacaban Bubastis, Sais, Abydos, etc. mientras que en Arquitectura lo hacía Heliópolis. - Biblioteca.

- Imprenta manual y taller donde se cuidaban, copiaban, restauraban o adaptaban a las nuevas exigencias tratados antiguos, desde teológicos a científicos.

- Archivo centralizado donde se depositaban documentos privados, que podían ser desde inscripciones de niños re-cién nacidos hasta la fijación del patrimonio que una mujer recibiría en caso de divorcio o fallecimiento del mari-do.

- Establecimiento de detalles litúrgicos del culto a los dioses. - Elaboración de normas éticas.

- Elaboración de rituales funerarios.

- Estipular los cánones por los que debían regirse las artes.

- Prefijar los nombres y títulos que llevaría el nuevo monarca al acceder al trono. - Elaboración de los calendarios que regían las marcha de la sociedad.

- Celebración de ritos de alto contenido histérico, donde la magia adquiría especial relevancia.

El personal estaba integrado por los sacerdotes más sabios en todo tipo de conocimientos y por escribas altamente cualificados. Los documentos se guardaban en jarras o cajas en nichos especialmente habilitados en las paredes.

Grandes sabios de la Antigüedad acrecentaron en ellas sus ya bien nutridos conocimientos: Tales, Pitágoras, Solón, Platón, Era-tóstenes, Diodoro, Plutarco, etc.

Digamos, por último, que la famosísima Biblioteca de Alejandría, si bien de la época helenística, se podría considerar como el colofón de las casas de la vida.

4EL LAGO SAGRADO

Sus aguas procedían por infiltración del Nilo a través de las capas freáticas. El del templo de Karnak tenía 120 m. de longitud

Representaba las aguas primordiales antes de la creación del mundo.

Además de las abluciones o purificaciones rituales de los sacerdotes, se celebraban ceremonias diversas. Veamos brevemente La Fiesta de la Victoria que tenía lugar en el templo de Edfú. Se practicaba una navegación ritual en las barcas divinas, simulándose por medios mágicos el arponeamiento de un hipopótamo que representaba la fuerza del caos y el mal. Con la Victoria de Horus sobre Seth, asesino de Osiris (padre de aquel y hermano de este), se garantizaba la ordenada marcha del mundo y la derrota de los enemigos de Ra en su navegación nocturna.

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