manueL j. ViLLaLba
Tennessee Technological University
resumen: En esta publicación se presenta una carta de Claudio
Sán-chez-Albornoz, hasta ahora inédita, dirigida a Américo Castro con motivo de la preparación de España en su historia. El documento se guarda, junto al resto de correspondencia, en el archivo personal de Américo Castro, custodiado por la Fundación Xavier Zubiri de Madrid. La fecha de redacción, el 15 de septiembre de 1947, sitúa esta carta seis años antes de la publicación del artículo de Sánchez-Albornoz “Ante España en su historia”, considerado hasta ahora como punto de partida de la polémica que ambos autores mantuvieron durante casi treinta años sobre la identidad cultural de España.
A la edición crítica del documento le acompaña un estudio introduc-torio que ubica el texto dentro del marco general del debate Castro/ Sánchez-Albornoz. En concreto, el contenido de la carta se centra en el origen del término hijodalgo, una de las múltiples ramificaciones por
Incipit XXXV (2015), 253-268
las que se extendió la polémica. Así, Claudio Sánchez-Albornoz, en correspondencia con su tesis principal, señala el origen latino-visigodo del término, en oposición a la hipótesis semítica de Américo Castro. El propio Claudio Sánchez-Albornoz menciona esta carta en su artículo
de 1951 “¿De los banū al-ajmās a los fijosdalgo?”, referencia que, desde
el punto de vista historiográfico, sitúa este documento como el nuevo inicio de la disputa.
palabrasclave: Hijodalgo – carta – polémica – identidad – España
abstract: In this publication, a letter is presented, unpublished
until now, from Claudio Sánchez-Albornoz to Américo Castro regar-ding the writing process of España en su historia. This document can be found, with the rest of the correspondence, in Américo Castro’s perso-nal archive, housed in the Fundación Xavier Zubiri in Madrid. The date,
September 15th, 1947, places this letter six years prior to the publication
of Sánchez-Albornoz’s article, “Ante España en su historia,” conside-red, until now, as the starting point of the “polémica” concerning the cultural identity of Spain that both authors held for almost thirty years. This publication includes an introductory essay that places the text within the general framework of the Castro/Sánchez-Albornoz debate, the critical edition of the letter, and a bibliography. Specifically, the content of the letter focuses on the origin of the term hijodalgo, one of the numerous polemical points debated between Sánchez-Albornoz and Castro. Moreover, Claudio Sánchez-Albornoz, in agreement with his main thesis, points out the Latin-Visigothic origin of the term, in opposition to Américo Castro’s Semitic hypothesis. Claudio
Sánchez-Albornoz himself mentions this letter in his 1951 article “¿De los banū
al-ajmās a los fijosdalgo?,” a reference that, from a historiographic
point of view, places this document as the new starting point of the “polémica”.
Para la historia intelectual ha quedado la polémica entre Américo Castro y Claudio Sánchez-Albornoz sobre los orígenes de la identidad cultural de los españoles. En términos generales, podemos señalar el año 1953, fecha de la publicación del artículo de Sánchez-Albornoz “Ante España en su historia”, como el comienzo de la confrontación abierta y pública entre ambos autores. Una confrontación que no concluyó sino con la muerte de Américo Castro, el 25 de julio de 1972, con motivo de la cual Claudio Sánchez-Albornoz publicó en el periódico ABC una
carta bajo el título “Sánchez-Albornoz cierra una polémica”1. Entre la
documentación conservada en el archivo personal de Américo Castro
se conserva la carta2 que aquí se presenta, hasta ahora inédita, cuya
fecha, 15 de septiembre de 1947, atestigua los preliminares privados de la polémica, a través del correo entre Princeton y Buenos Aires.
En general, en el debate se vieron involucrados, voluntaria o in-voluntariamente, maestros, colegas y discípulos de sus dos principales protagonistas. Todos los grandes nombres del hispanismo se encon-traron en la tesitura de tener que tomar postura ante el problema en discusión. Por otro lado, el problema de la identidad cultural española tenía hondo calado y, más allá de las dos tesis principales, se ramificó en múltiples áreas y aspectos objeto de discusión, que podemos clasifi-car en cinco apartados: 1) los presupuestos teóricos de ambos autores; 2) el significado de grandes vectores de la literatura peninsular, como la lírica y la narrativa castellanas, así como la poesía mozárabe; o de algunos de sus textos principales como la obra de Gonzalo de Berceo o la del Arcipreste de Hita; 3) la interpretación de fenómenos ideológicos, algunos tan específicos como la figura del Apóstol Santiago y el mito de los poderes sobrenaturales de los reyes, otros más amplios como el
1 Para una historia detallada de la polémica, véase el libro de Gómez-Martínez (1975). 2 Este documento se conserva en el archivo privado de Américo Castro, custodiado por la
impacto cultural de los conversos o la actitud española ante el trabajo; 4) las raíces de instituciones jurídico-sociales como la Inquisición; y
5) el origen de términos como hijodalgo, español, amanecer, anochecer
y nuevas. En concreto, la carta que se reproduce a continuación se in-serta dentro de este último debate y se centra en el origen del término hijodalgo. Al hilo de sus tesis principales, Américo Castro afirmaba el origen semítico del término, mientras que Claudio Sánchez-Albornoz lo encontraba en la tradición románico-visigoda.
Castro fue quien primero propuso su hipótesis como parte del
ca-pítulo segundo de su libro España en su historia, publicado en 19483.
En su opinión, “hijodalgo aparece como lo que es, como una de tantas formas de designar la condición de la persona a base de transcendencia mágica” (Castro, 1948: 197), característica de la cultura musulmana.
Este término tendría pues su origen en el árabe banī-l-ajmās, que se
traduce como hijo de los quintos y que se relaciona con la prescripción
coránica de los quintos o ajmās (plural de joms), por la que una quinta
parte de la tierra conquistada debía cultivarse en beneficio del teso-ro público. Los labradores cristianos de estas tierras habrían sido así
llamados también con el mismo término ajmās, es decir, quintos y sus
descendientes habría pasado a ser los hijos de los quintos.
En general, la argumentación de Américo Castro se centra en las concomitancias de sentidos y significados, mientras que deja a un lado las evidencias de carácter formal que parecen refutar su tesis. En primer lugar, niega la evolución desde el aliquod latino hasta el algo castella-no, dado que en latín tenía un sentido indeterminado que no tiene en romance, donde significa “bondades, buenas obras o mercedes”. Sin embargo, Castro reconoce que no ha hallado pruebas de la evolución etimológica desde el joms árabe hasta el algo castellano. En segundo
3 Carmen Castro, en la introducción, afirma que la redacción del libro ya había concluido en
lugar, la expresión completa hijo de algo sería un calco de expresiones árabes donde se une paternidad y circunstancia territorial, como los casos de ibn al-dunyā (‘hijo de la riqueza’; ‘hombre rico’), ibn ḥurra (‘hijo libre’; ‘hombre de honor’), entre otros. En tercer lugar, el caso paralelo de infante con el sentido de ‘hijo del rey’, desconocido fuera de la pe-nínsula. Infante sería así también un calco de etimología latina, pero de significado árabe. Y finalmente, Castro añade un criterio sociológico al considerar que tanto el “hijo de los quintos” y el primitivo hijodalgo hubieron de tener el mismo estatus social elevado en comparación al resto de agricultores.
Américo Castro ponía de esta manera sobre la mesa el problema del origen de este término, en el que intervinieron nombres ilustres del hispanismo como los de Leo Spitzer, Alois Richard Nykl, Ramón Me-néndez Pidal, Eugenio Asensio y Fernando Lázaro Carreter. Tanto fue así que hasta en dos ocasiones Castro se sintió obligado a reafirmarse en su tesis en sendos artículos. El primero de ellos fue publicado 1950 en la
revista Romance Philology bajo el significativo título “Antiguo español
fijodalgo–ibn-al-ḫoms”. En este breve artículo Castro repite en lo esencial su argumentación y achaca un prejuicio anti-islamista a los lingüistas críticos con sus tesis. Cabe señalar dos novedades en este texto: la pri-mera, una nueva hipótesis etimológica, por la que, según el autor, ibn-al-ḫoms habría evolucionado a fijodalgo por adecuación fonética a través de una etimología popular; y la segunda, de tipo socio-histórica, en el sentido de que señala la continuidad de la tradición de los quintos como institución económico-religiosa para los musulmanes y como institución económico-política para los cristianos. Al año siguiente Castro publicó un segundo artículo, esta vez en la Nueva Revista de Filología Hispánica, con el título “Con motivo de fijodalgo”, donde respondía a una crítica de Alois Richard Nykl (1950). En dicho texto el hispanista y arabista
checo señalaba la baja extracción social de los quintos o ajmās, término
esta-ría más emparentada con la de un aparcero que con la de un hidalgo. Frente a esta idea, Castro se reafirma en su tesis y considera que hijo de los quintos pudo tener dos significados: ‘hombre de nobleza’ y, como propone Nykl, ‘hombre que trabaja humildemente, labriego’, hecho que no refutaría su tesis, sino que la fortalecería. Dos son los argumentos con los que defiende su hipótesis: en primer lugar, se llamó “hijos de los quintos” tanto a los guerreros musulmanes que recibieron esas tierras en propiedad en pago a sus servicios como a los cristianos que las cul-tivaron para ellos y, en segundo lugar, el ejemplo paralelo de mariscal en francés: ‘oficial del alta graduación del arma de caballería’ y ‘militar encargado del cuidado de las cuadras’. Lo más interesante del artículo es que Américo Castro (1951: 69) articula el principio por el que se guía para interpretar el origen de las palabras:
Las palabras no existen como objetos fijos e invariables: las palabras son inseparables de la situación de vida en la cual se realizan como un medio expresivo dotado de un valor, un valor que muda en función de la perspectiva humana dentro de la cual la palabra, es decir, quien está hablando la palabra, existe.
Para ese momento, Castro ya había definido la que habría de ser su mayor aportación teórica a la historiografía: la conceptualización del devenir histórico a partir de los conceptos morada vital, horizonte de posibilidades y obstáculos de un pueblo, y vividura, modo en que un pueblo maneja su vida dentro de su morada vital (1982: 85). En concre-to, asocia su método interpretativo de las palabras con el de vividura. En opinión de Castro las palabras no existen en sí mismas, sino en el seno del contexto del vivir humano, que las hace inteligibles para el intérprete.
banū al-ajmās a los fijosdalgo?”, atacaba de manera virulenta la tesis de Castro. En este artículo, Sánchez-Albornoz refuta uno por uno todos sus argumentos: 1) la derivación fonética desde ibn al-jums, término
singular del que no ha quedado prueba documental, hasta fijodalgo es
imposible; 2) desde el punto de vista sociológico, no es plausible que una expresión para designar a cultivadores serviles haya pasado a ser un título de nobleza; 3) el cambio semántico hubiera sido muy lento y hubiera necesitado un periodo de tiempo más largo; 4) no hay evidencia textual de este hipotético cambio lingüístico; 5) la institución del quin-to en los reinos asturleonés y leonés-castellano se aplicó sólo a bienes muebles y semovientes, por lo que no tiene ninguna relación con el jums árabe, y 6) el filius latino sí entró en la formación de los nombres de nobles europeos, por lo que el calco de la expresión fijodalgo es más fácil de explicar desde el latín. Como consecuencia de todo ello, Sánchez-Albornoz propone la evolución filiu de aliquo > fijodalgo, basada a su vez en la de aliquid, aliquod > algo. Desde el punto de vista semántico, Menéndez Pidal había demostrado que algo en castellano medieval significaba ‘riqueza, bien, merced’. De ahí habría pasado a ‘riqueza o bien que alguien concede’ o ‘merced que alguien hace’, y más adelante a ‘favor, cortesía’. En general, si bien su argumentación también tiene puntos débiles, Sánchez-Albornoz aplica el principio de la navaja de Ockham al proponer una explicación más sencilla que la de Castro para demostrar el origen latino del término.
habría permitido que “alguien, con bené tovim en su mente, hubiera po-dido deslizar su traducción castellana, fijos d’algo, en un medio cristiano, con suficiente autoridad y prestigio para hacerla general” (Castro, 1961: 20). Castro, a la vez que propone un origen hebreo del término, elude co-mentar, denegar o afirmar su tesis anterior. El texto deja la impresión en el lector de que para Américo Castro cualquier interpretación semítica es más plausible que la latina.
De esta manera concluyó la disputa, por lo menos en lo referido al
término fijodalgo. El documento, hasta ahora inédito, que se
reprodu-ce a continuación supuso la antesala del debate. De hecho, el propio Sánchez-Albornoz hace referencia a esta carta en su artículo de 1951:
Por pura casualidad, de toda la obra de Castro sólo conocí en pruebas las páginas en que defendía tal teoría. Me apresuré a escribirle, haciéndole ver la imposibilidad de que el vocablo usado en la España musulmana, durante la primera mitad del siglo viii, para designar a los cultivadores serviles del jums […]
hubiera pasado a designar a los señores islamitas cuyas tierras labraban. (136-137)
de Cuadernos de Historia de España, a la vez que 2) acepta el calco árabe, posibilidad que rechaza en dicho artículo. Así, fijodalgo vendría de bene al-gots, que respeta la expresión árabe, pero que derivaría algo del latín: aliquod > algoro > algo. Lo cierto es que la carta tuvo una consecuencia directa en España en su historia. Según afirma el propio Sánchez-Albornoz en el mismo artículo:
Le propuse [a Castro] que suprimiera de su libro tales páginas. Pero no escuchó mi alegato y en lugar de aceptar mi consejo, en una adición al fin de su obra, sin aludir a mi observación, intentó fortificar el ya para él tambaleante andamiaje de su tesis. (1951: 131)
Se alude aquí al apéndice XI del libro, titulado “Adición acerca de hidalgo”, en el que Castro en general se reafirma en sus argumentos del capítulo II, a los que añade dos consideraciones. En primer lugar, declara imposible la influencia goda en el término, posibilidad que no tiene en cuenta en el resto del libro. Así filii nobilium o filii primatum no habrían servido de modelo para un calco en fijodalgo, al no incluir la idea de paternidad, que tiene el término castellano. Y en segundo lugar, insiste en la etimología de una hipotética voz al-joms que habría dado algo en castellano. Estos dos nuevos elementos responden precisamente a los argumentos que Sánchez-Albornoz le propone en la carta.
episodio más importante de la historia intelectual española del siglo xx.
En esta edición se han respetado la disposición tipográfica, abreviaturas y subrayados de Sánchez-Albornoz, para poner a disposición del lector especialista el texto con la mayor fidelidad al manuscrito original.
* * *
Facultad de Filosofía y Letras Instituto de Historia de la Cultura Española Medieval y Moderna Viamonte 414
Querido Américo: No tiene que esforzarse en convencerme de su tesis general, porque no he escrito una palabra contra ella. No hago sino entreverla a través de sus cartas y de la conferencia que le escuché en el
Colegio Libre4. Cuando lea su libro le diré con lealtad mi opinión5. En
principio me siento inclinado a aceptar que la comunicación de las dos Españas hubo de provocar la simbiosis de que V. habla, en multitud de aspectos de la vida espiritual y material de los hombres del norte. Estoy seguro de que V. hará una exposición exhaustiva y magistral de los fru-tos de esa “simbiosis”, como V. la llama. De ante mano se me ocurren dos objeciones. Son de V. estas palabras: “La historia es fluencia total y ante ella nuestros enfoques pecarán siempre de deficientes, porque tendemos a practicar cortes que aíslan lo que tal vez deba ser percibido y entendido como un conjunto, y sobre todo, en su raíz más profunda”.
4 Colegio Libre de Estudios Superiores, institución privada de la ciudad de Buenos Aires
que contó con algunas filiales en el resto del país. El Colegio Libre fue fundado en 1930 por un grupo de intelectuales entre los que se encontraban Alejandro Korn, Francisco Romero, Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña y Bernardo Houssay. Su propósito era el de contribuir al desarrollo de los estudios académicos superiores mediante un sistema de cátedras libres.
5 Se refiere al libro de Américo Castro, España en su historia. Cristianos, moros y judíos
La observación es profunda. Y la suscribo. Y por ello no me atrevo a imaginar que España, o para decir mejor los españoles, nacieron después del 711. Hay unas concomitancias históricas que vienen de muy lejos, esas constantes se modifican y llegan a hacerse imperceptibles pero no sé si se cambia la esencia misma de los pueblos totalmente en fuerza de los siglos. Lo que V. llama “actitud y gesto” puede rastrearse en la España romana como en la E. M. y en la Moderna.
Y además junto a la asimilación que provoca la “simbiosis” pueden comprobarse en la E. M., los efectos de la reacción de la España cris-tiana contra la E. mora. Yo los veo archiclaros en las instituciones, en la economía y en la vida del espíritu. No sé cómo va a poder explicar la épica castellana y la novela –y entro en su campo– como fruto de la simbiosis. Y yo no puedo explicarme la mitad de la historia jurídico-social o económica sino como resultado del contacto pugnaz. Pero repito que suspendo el juicio hasta leerle.
Creo que fui demasiado absoluto –mejor dicho que sabía poco de la
S. p. goda, por fiarme de Dahn6, Pérez Pujol7 y compañía– al afirmar
la sutura entre ella y la S. p. cristiana. Hoy opino de modo contrario. Y a medida que me he dado a leer historia hispano-romana me siento más firme en mi fe en las constantes históricas, aunque no suscriba la tesis
de don Ramón8. No sé si en cambio tiene éste razón al decirle que su
6 Feliz Dahn (1834-1912), historiador, jurista y escritor alemán habitualmente asociado
a la construcción del nacionalismo alemán. Su obra más influyente fue Urgeschichte der
germanischen und romanischen Völker (Historia primitiva de los pueblos germánicos y
roma-nos), publicada en 1883. Sin embargo, la obra a la que se refiere Sánchez-Albornoz es Die
Könige der Germanen, publicada en cuatro volúmenes entre 1861 y 1911, en la que trata la
formación de la nobleza visigoda.
7 Eduardo Pérez Pujol (1830-1894), jurista, historiador y sociólogo vinculado al movimiento
krausista español. Sánchez-Albornoz lo cita en relación a su libro Historia de las instituciones
sociales de la España goda, aparecido en 1896.
8 Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), historiador y filólogo español. Menéndez Pidal fue
libro debía llamarse “Los españoles en la Ha.9”, pues por lo poco que
sé de su obra me parece que V. estudia las formas de vida hispanas, no España misma.
Estoy seguro, conociéndole, de que su libro será una obra muy seria y muy pensada. No tiene que decírmelo y por ello he insistido sin fruto en el asunto de los beni al- ums o beni al-ajmas. Porque sigue pareciéndome imposible que en ningún caso pudiera llamarse con tal nombre a los
godos-nobles. No olvide que, como V. hace notar, en el siglo x se les llama filii
bene natorum, y que ello equivale a hijos de hombres, como bene al-got, y
no de cosas. Cuando A X10 escribe las Partidas, tres siglos después, se
bus-có quizá una etimología explicativa. La mayor parte del jums fue dado por Al-Samah11 en feudo a sus tropas por orden de Umar II12 y Abū-l-Jaṭṭār13
convirtió esos feudos en propiedades. No fueron por tanto colonos
privi-legiados, sino colonos de suplemento14. E insisto en que toda evolución
semántica, incluso la de marechal que conozco y la de senior y mil más, tiene una trastienda cúfica y que no hay atadero en la de beni al- ums, mientras es perfecta en bene al-got. Es más fácil que se olvidase la ‘t’ que la ‘ms’. Y puesto que los hijos-dalgos eran hijos de godos institucional y jurídicamente era natural que les llamaran bene al-gots. Después o porque se interpusiera la significación del algoro (= aliquod) o por los algos que sentían los hidalgos pudo elucubrarse la frase de las Partidas.
Le escribo en la cama. Arrechuchos sin importancia, aunque mo-lestos. No sé si me podrá leer. Y sufro esperando su libro. Que no puede
en las características de lo español ya desde las épocas más primitivas. Esta idea aparece en numerosas obras de este autor, pero alcanzó su punto álgido de difusión a partir de la publicación de Los españoles en la historia y en la literatura (1951).
9 El libro de Castro se publicó finalmente como España en su historia; sin embargo,
Menén-dezPidal utilizó el título que sugería a Castro para su propio libro, publicado apenas tres años después.
10 Alfonso X, el Sabio.
11 Al-Samah ben Abd al-Malik al-Jawlani, quinto gobernador de Al-Ándalus (719-721). 12 Umar ibn Abd al-Aziz (682-720), califa Omeya de Damasco entre 717 y 720. 13 Abū-l-Jaṭṭār al-Kalbi, decimoséptimo gobernador de Al-Ándalus (743-745).
14 Sánchez-Albornoz dedica un apartado titulado “Reparto de tierras entre los
sorprenderme, porque hace varios años escribí unos artículos: “Un
eslabón moro en la cadena de Séneca a Unamuno”15. Y ese eslabón era
Aben Hazam16 y porque cuando nadie pensaba en la acción del Islam en
la vida española la defendí, suponiéndola, como hoy, doble: activa y por reacción; y la supuse decisiva. Si estuviéramos cerca hubiéramos podido escribir al alimón la obra decisiva. V. habría estudiado la simbiosis desde el campo espiritual y yo la reacción en la vida social y económica.
Le abraza su viejo amigo
Claudio 15 – septiembre 1947
Machado17 cree que nunca se dijo bene-al- ums. Y lo que dice […]18
es que a los colonos del jums se les llamó alajmas = quinteros y a sus descendientes “beni al-ajmas”. No hubo, pues, hijos del quinto. Sino quinteros e hijos de los quinteros.
r
eFerenciasbibliográFicascastro, Américo, 1948. España en su historia. Cristianos, moros y judíos,
Buenos Aires: Losada.
15 Este artículo fue publicado por vez primera en La Prensa de Buenos Aires el 8 de octubre
de 1945. Más tarde fue incluido, junto con otros, en el volumen Españoles ante la historia
(1958).
16 Aben Hazam o Ibn Hazm (Abū Muḥammad ‘Alī ibn Aḥmad ibn Sa‘īd ibn Ḥazm; también
conocido como al-Andalusī aẓ-Ẓāhirī) (994-1064), escritor, filósofo, teólogo, historiador andalusí. Autor prolífico, en la actualidad se conservan unos cuarenta libros suyos. Su obra más conocida es Ṭawq al-ḥamāma o El collar de la paloma, en la que indaga sobre la esencia del amor.
17 Antonio Machado Álvarez (1846-1893), escritor, antropólogo y folclorista español; padre
de los poetas Antonio y Manuel Machado.
——, 1950. “Antiguo español fijodalgo—ibn-al-ḫoms”, Romance Philology, 4: 47-53.
——, 1951. “Con motivo de fijodalgo”, Nueva Revista de Filología
Hispá-nica, 5: 69-71.
——, 1961. “Hijodalgo: un injerto semítico en la vida española”, Papeles
de Son Armadans 20: 9-21.
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castro, Carmen, 2004. “Nota previa a la edición de 1983”, en Américo
castro, España en su historia. Ensayos sobre historia y literatura.
Obra reunida, Vol. 3, ed. de José Miranda, Madrid: Trotta, 143. gómez-martínez, José Luis, 1975. Américo Castro y el origen de los
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menéndez pidal, Ramón, 1951. Los españoles en la historia y en la
litera-tura, Buenos Aires: Espasa-Calpe.
nyKl, Alois Richard, 1950. “Reseña de España en su historia: cristianos,
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España goda: obra póstuma del Excmo. Sr. D. Eduardo Pérez Pujol, Valencia: Establecimiento tipográfico de F. Vives Mora, 1896. sáncHez-albornoz, Claudio, 1951. “¿De los banū al-ajmās a los
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