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Guía de respuestas. Chac Mool Carlos Fuentes. Al margen del texto, págs

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Academic year: 2022

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Guía de respuestas

Chac Mool Carlos Fuentes

Al margen del texto, págs. 521-530

Pág. 521

Figuras retóricas— Es un oxímoron. Hay una contradicción inherente en la referencia a la vida de un cadáver. Algunos estudiantes verán ironía en esto, aunque difícilmente intenta Fuentes dar a entender lo opuesto de lo que dice; más bien el humor que muchos verán aquí, reside en el hecho de que la frase dice exactamente lo que quiere decir. Es el primer indicio del humor contenido en el cuento.

Aclarar— atraer la mala suerte

Comprender— El narrador, la voz que oímos hasta este momento, es la de un amigo y colega de oficina de Filiberto; ha llegado para encargarse del féretro del muerto y acompañarlo hasta el D.F. Hasta este momento, no sabemos mucho de él, sino sólo que es una de varias personas que «sabíamos»

ciertas cosas de la vida de Filiberto. Algunos estudiantes verán, en la aclaración hecha por este narrador, en este párrafo, «—sí, empezaba con esto—», evidencia de que Fuentes propone a este narrador como escritor del cuento, el cual, después de vivir los sucesos, los va recapacitando en forma escrita, creando el cuento que leemos; esta

sugerencia nos recuerda el recurso cervantino de poner en la persona de Cide Hamete Benenjeli la autoría del Quijote. De esta manera, el papel del narrador sería al menos triple: narrador en primera persona, a la vez que personaje del cuento que relata;

y, al entrar al diario, también lector, al leer el diario de Filiberto a bordo del camión. Y si aceptáramos la evidencia vista en «—sí, empezaba con esto—», sería un papel cuádruple. Sin embargo, hace falta agregar que hay otra explicación de esta

interjección: el enfoque, aquí, está sobre el narrador en el acto de abrir el diario, nunca antes visto por él;

curioso por saber su contenido y justificando para sí su lectura por las respuestas que puede darle sobre el

comportamiento atolondrado de Filiberto antes de quedar despedido, lo vemos empezar a buscar una página por donde empezar a leer sobre la «cotidiana labor en la oficina» que compartían; casi en seguida la encuentra, y exclama, satisfecho, que, sí,

precisamente el diario «empezaba con esto».

Enfoque en el estilo— a. Identificamos a dos: el primero es el narrador limitado cuya voz se oye desde el comienzo del cuento; el segundo es la voz de Filiberto, conservada en el cuaderno que el primero encuentra en el cartapacio del muerto; el colega de Filiberto se pone a leerlo, y así oye el lector la voz del muerto.

b. A partir de las comillas, la narración pasa a ser epistolar; es íntimo, por lo que se trata de un diario escrito para guardar los pensamientos, las

interioridades, de quien lo escribe.

Pág. 522

Inferir— Las respuestas seguramente variarán, pues hasta el momento el lector no sabe mucho sobre el modo de pensar de Filiberto. Una posibilidad es que la invasión consista en los muchos clientes que llegarán en determinadas horas a pedir café o algo más de tomar.

Aclarar— Es una metonimia para referirse a la cancha de golf. Las respuestas a la segunda parte pueden variar pero deben reconocer que Filiberto no es parte de la élite que conforma la clase

socioeconómica alta; y que las vidas de «ellos»—sus antiguos compañeros de colegio que sí alcanzaron ese nivel—y la de él, quedan separadas por ese símbolo del éxito material: la cancha de golf del Country Club. Algunos estudiantes tal vez comenten el hecho de que el término que se usa para este lugar de ocio y derroche de dinero es un término de origen inglés.

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Pág. 523

Conectar— al relato sobre Sodoma y Gomorra, las ciudades que Dios destruyó como castigo de sus pecados. Dios perdonó la vida a Lot, a su esposa y a sus dos hijas, pero les advirtió que al irse no miraran atrás; la esposa de Lot desobedeció a Dios, volteó para ver las ciudades en ruinas, y se convirtió en una estatua de sal. Los pensamientos de Filiberto aquí son bastante complejos; el comentario es un consejo a sí mismo de que no vuelva la vista atrás a las posibilidades desperdicidas de su juventud. Afirma, como Rilke, que más vale morir joven con todas las posibilidades de uno por delante; así él no tendría que lamentar lo mucho que se han malogrado las suyas.

Reflexionar— Las respuestas pueden variar. Una posibilidad es que Filiberto, insatisfecho con su presente y amargado por su pasado, prefiera rodearse de objetos que lo remitan a una época muy antigua;

otra posibilidad es que simplemente sienta

curiosidad por las civilizaciones prehispánicas. Tal vez le interese indagar las raíces de su mexicanidad, de lo que significa, para él, ser mexicano.

Pág. 524

Inferir— Las respuestas pueden variar. Filiberto afirma que lo hace «a fin de darle cabida», y la estudiante que no ha leído sino hasta aquí, no tendrá más datos en qué basarse. Sin embargo, entrando más al cuento, se verá la posibilidad de que este hecho presagie que la estatua ocupará un lugar importante en la vida de Filiberto, y será la causa de una «reorganización» total de su vida.

Enfoque en el estilo— De lo que habíamos visto en sus primeras entradas, que reflexionaban extensa y juiciosamente sobre las cosas de la vida, las entradas en el diario desde que la estatua está en el sótano se harán cada vez más breves, más

irreflexivas y más alocadas; muchas oraciones serán cortas, incluso de una sola palabra; habrá varias elipsis, indicando distracción de su parte. Hasta este momento, poco de esto se ve. Sin embargo, conviene que los estudiantes noten, en este hombre tan

ordenado y escrupuloso, en casa y en el trabajo, un incipiente falta de orden y esmero: la llegada tardía a la oficina—cosa insólita para él—; su agitación ante la tubería descompuesta por segunda vez; y los desvelos por ruidos nocturnos en su caserón.

Pág. 525

Interpretar— Las respuestas pueden variar.

Algunas posibilidades son: que es una persona nostálgica; que tiene un fuerte apego al pasado; que teme lo desconocido; que está acostumbrado a su vida rutinaria. Filiberto, claro, lo atribuye al hecho de que constituye su «única herencia y recuerdo» de sus padres; no tiene familia, y está solo en el mundo.

Analizar— Permite al lector tener dos perspectivas;

si el relato estuviera contado solamente por Filiberto, podría suponerse que se trata de una alucinación.

Incluir un narrador externo le da veracidad al relato.

Además, Filiberto ya está muerto; la trama requiere de alguien que presencie y atestigüe los sucesos de la actualidad, es decir, después de su muerte.

Seguramente los estudiantes tendrán otros

comentarios apropiados al respecto, con tal de que los fundamenten en pruebas textuales.

Pág. 526

Conectar— Pertenece a Samuel Taylor Coleridge, pero no se espera que lo identifiquen los estudiantes.

Para más, se recomienda que los maestros consulten la sección «Después de leer» del Apoyo para maestros, en que se explica esta idea de Coleridge.

Bastará que los estudiantes entiendan que a Filiberto le empieza a costar saber qué es fantasía y qué es realidad en su vida. Los estudiantes más perspicaces verán que, lejos de ser ilógica esta larga entrada del 25 de agosto, refleja una gran coherencia.

Identificar—Los estudiantes podrán haber identificado casi todo, si no todo, lo que sigue a la frase «Creía, nuevamente, que era imaginación»:

«blando y elegante, había cambiado de color en una noche; amarillo, casi dorado, parecía indicarme que era un Dios, por ahora laxo, con las rodillas menos tensas que antes, con la sonrisa más benévola»;

luego, en una casa donde Filiberto vive a solas, «un

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despertar sobresaltado, con esa seguridad espantosa de que hay dos respiraciones en la noche, de que en la oscuridad laten más pulsos que el propio»; «se escuchaban pasos en la escalera»; «el cuarto olía a horror, a incienso y sangre»; «dos orificios de luz parpadeante, en dos flámulas crueles y amarillas».

Enfoque en el estilo— Al quitar el artículo definido, le da tratamiento humano; equivale a tratarlo como persona, con nombre propio; como mera estatua del dios, había sido «el Chac Mool», la figura del dios; ahora lo ve como el dios mismo, Chac Mool.

Pág. 527

Comprender— Porque ha llovido mucho desde que Chac Mool cobró vida; y Tláloc es el dios de la lluvia de los nahuas. La tradición moderna ha confundido al dios maya de la lluvia Chaac, de aspecto totalmente diferente, con Chac Mool, la figura que LePlongeon encontró en la Península de Yucatán en 1875. Este hecho lo reconoce Chac al conversar con Filiberto. La confusión parece casual, sin embargo; se debe al nombre que escogió

LePlongeon mismo para su hallazgo; le puso el nombre Chac Mool por su significado, en maya:

«gran jaguar rojo». Chaac, y no Chac Mool, es el equivalente de Tláloc. La función de Chac Mool, el encontrado por LePlongeon, sigue siendo un misterio hoy.

Pág. 528

Analizar— Algunos ejemplos son: «estaba rompiendo las lámparas, los muebles»; «las manos arañadas»; «jadeante»; «pidió agua»; «¿y su poder mágico?»; «[entrando Filiberto a la recámara que no ha vuelto a ver desde el día en que la tomó el Chac Mool] detrás de la puerta, hay huesos: huesos de perros, de ratones y gatos. Esto es lo que roba en la noche el Chac Mool para sustentarse». El Chac Mool ha entrado en esta decadencia a causa de la escasez de agua en la temporada seca. Algunos estudiantes tal vez perciban otra razón, diciendo que se decae por intentar insertarse en la vida moderna;

estos estudiantes necesitarán presentar las pruebas textuales que les llevan a esta conclusión, pruebas

que se espera contesten la pregunta, ¿de qué manera le impacta de forma negativa al Chac Mool la vida moderna?

Analizar— Esta nota al pie de la página es un elemento curioso y sorprendente; irrumpe en medio de un cuento que pensábamos era narrado por un narrador limitado, que vivía los sucesos, por turnos relatando y leyendo entradas del diario de Filiberto.

El hecho de que aparezca, para nuestra sorpresa, en el texto del cuento, una nota aclaratoria al pie de la página, nos distancia, con un paso más, de la verdad del cuento. Es una prueba difícil de refutar de que, en lugar de hablarnos el narrador, éste nos escribe el relato. Las notas de pie de página no se asoman en el habla. Inverosímilmente, ahora parece más posible que el amigo y colega de Filiberto leyó el diario antes y que escribe la historia que leemos,

reescribiendo también el contenido de las entradas de Filiberto, y reproduciendo a la vez su experiencia de leerlas a bordo del camión. Si aceptamos esta evidencia, quiere decir que el narrador tiene ese papel cuádruple sugerido arriba en los comentarios del Enfoque en el estilo, pág. 521: es personaje (el que va a Acapulco a recoger el cadáver de Filiberto), es lector (del diario mientras viaja a bordo del camión), es narrador (el que vive en la actualidad del cuento, exponiendo los elementos que requiere el lector y atando los cabos sueltos dejados entre entrada y entrada); y es quien escribe el cuento que leemos. En todo esto, claro, no hay que olvidar al autor explícito y creador de nuestra experiencia con el cuento, Carlos Fuentes.

Pág. 529

Pronosticar— Las respuestas pueden ser varias, pero todas deben reconocer el hecho de que va cobrando características humanas. Un ejemplo es que siente «tentaciones humanas», y requiere que Filiberto le traiga una criada a la casa.

Elaborar— Las respuestas pueden variar. La discusión seguramente se enfocará en las amenazas de Chac, que dijo a Filiberto que, si intentara huir, lo mataría.

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Pág. 530

Inferir— Las respuestas pueden variar. Una

posibilidad es que realmente sea el dios de la lluvia y el trueno—malentendido, claro, de un México contemporáneo—, y que haya sido él mismo quien le fulminó con un rayo o quien agitó las aguas que causaron la muerte de Filiberto. Difícilmente, podemos negar esta evidencia externa de parte del narrador de primera persona de que esta extraña persona le abrió la puerta y le habló de esta manera.

Analizar— Los análisis serán variados. Si aceptamos la evidencia del relato, coexistieron durante casi toda su extensión el mundo fantástico (la metamorfosis de Chac en algo parecido a un ser humano) con el mundo real (la persona de Filiberto con su afición por los objetos de arte indígena).

Algunos estudiantes tal vez defiendan la opinión de que los dos mundos, el fantástico y el real, lejos de coexistir, se destruyen mutuamente: el mundo real corrompiendo al fantástico—Chac Mool, hecho un engendro—y el mundo fantástico cobrándole la vida a Filiberto. Como siempre, los estudiantes deben defender su opinión con evidencia del texto.

Preguntas, pág. 531

1. Esta violación referida, del orden natural de las cosas, es la fuente de lo fantástico; un fenómeno es fantástico cuando no corresponde a nuestra realidad ni hay en nuestros conceptos culturales explicación de su presencia. Los detalles van cobrando un creciente contenido irreal conforme progresa el cuento. El estudiante debe poder señalar algunos de los pasos siguientes:

a. Una vez instalada la estatua, aunque de forma temporal, en el sótano, Filiberto nota que «su mueca parece reprocharme que le niegue la luz.

El comerciante tenía un foco exactamente vertical a la escultura, que recortaba todas las aristas, y le daba una expresión más amable a mi Chac Mool». Claro, esto no es

necesariamente más que una simple impresión creada por la escasa luz ambiente.

b. «Amanecí con la tubería descompuesta.

Incauto, dejé correr el agua de la cocina, y se desbordó, corrió por el suelo y llegó hasta el sótano, sin que me percatara». Filiberto está dispuesto a creer que ha sido él quien dejó correr el agua. Nótese que «Chac Mool resiste la humedad», pero las maletas se han

estropeado, y Filiberto ha llegado tarde a la oficina, podemos suponer, avergonzado.

c. Un quejido terrible, tal vez imaginado, lo despierta una noche, y, en su entrega siguiente, escribe: «Los lamentos nocturnos han seguido.

No sé a qué atribuirlo, pero estoy nervioso.

Para colmo de males, la tubería volvió a descomponerse, y las lluvias se han colado, inundando el sótano». No son lamentos necesariamente fantásticos, pero son, por el momento al menos, inexplicables; y las nuevas inundaciones del sótano sorprenden.

d. Al limpiar de musgo la piedra del Chac Mool,

«Cada vez que repasaba el bloque parecía reblandecerse. No quise creerlo: era ya casi una pasta». La explicación dada es que el en lugar de una escultura legítimamente precolombina, le han vendido un ídolo hecho de yeso, como para turistas.

e. «…hay en el torso algo de la textura de la carne, lo aprieto como goma, siento que algo corre por esa figura recostada… Volví a bajar en la noche. No cabe duda: el Chac Mool tiene vello en los brazos». Se trata de un hecho irracional. Si quisiéramos mantenernos todavía dentro de nuestra realidad fenomenológica, tendríamos que convencernos de que Filiberto habla figuradamente, llamando vello al musgo que le crece en la superficie. Apenas sería posible, sin embargo, por lo terminante de la frase; y por el «no cabe duda».

f. A fines de agosto, cada vez más obvio su comportamiento descabellado, Filiberto escribe:

«…el Chac Mool, blando y elegante, había cambiado de color en una noche; amarillo, casi dorado, parecía indicarme que era un Dios, por

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ahora laxo, con las rodillas menos tensas que antes, con la sonrisa más benévola».

g. «Y ayer, por fin, un despertar sobresaltado, con esa seguridad espantosa de que hay dos

respiraciones en la noche, de que en la

oscuridad laten más pulsos que el propio. Sí, se escuchaban pasos en la escalera.... El cuarto olía a horror, a incienso y sangre. Con la mirada negra, recorrí la recámara, hasta detenerme en dos orificios de luz parpadeante... Allí estaba Chac Mool, erguido, sonriente…». Lo fantástico es ahora del todo innegable, y sigue siéndolo de aquí en adelante.

h. Se hace aceptable el dominio del Chac Mool en el antiguo caserón. El ídolo habla, aunque no se sabe en qué idioma. Conversa amablemente, pero también se dedica a romper muebles, a exigir agua, y a salir de noche a cazar animales pequeños para comer. En la temporada seca, su aspecto degenera y parece envejecer. Renacen las esperanzas de Filiberto con la idea de que Chac muera del peso de su antigüedad y de una escasez de agua.

i. Llegamos al fin al último detalle fantástico:

inexplicablemente, Chac recibe el cadáver de Filiberto con un escueto «lo sé todo», y manda colocarlo en el sótano. Su aspecto estrafalario y equívoco puede representar su dominio de la casa, los colores de la superficie de la figura encontrada en las ruinas del Templo Mayor azteca o simplemente un intento ignorante de normalizar el aspecto de su imperfecta piel con maquillaje encontrado en casa (Filiberto heredó la casa de sus padres). Ciertamente Fuentes representa aquí una escena inolvidable por horripilante.

2. Empieza de modo análogo al dominio que logran los animales domésticos sobre una familia. Éstos necesitan quién les dé de comer y beber, quién les provea de la atención debida. Encuentran sin palabras la manera de llamarle la atención al amo. Cuando Chac se encuentra en el sótano, sin luz, hace una mueca como un niño displicente. Cuando se queda sin agua en la noche, se las arregla para conseguirla.

Filiberto encuentra la manera de explicarse una buena

parte de los extraños eventos, pero el estrés da comienzo a un rápido desmoronamiento en la calidad de su trabajo.

Una vez establecido como amo de casa, una vez animado y dotado del habla, Chac tiene a Filiberto a sus órdenes. La estatua amenaza con fulminarlo desde lejos si lo desobedece. La huida equívoca de Filiberto de casa puede representar un notable acto de valentía, amenguado sólo en parte por nuestra conciencia del estado desmejorado del ídolo. No obstante, si Filiberto se sale con la suya y logra su libertad en Acapulco, es solamente por cuestión de días, o tal vez de horas.

3. El protagonista de «Chac Mool» es el hombre promedio por excelencia. La creación de Fuentes es un ser comparable al protagonista de Bartleby the Scrivener de Herman Melville. No tiene más en la vida que su trabajo. Es un trabajador asiduo. Al reflexionar en el café sobre el rumbo que ha tomado su vida, dice: «. . . había habido constancia, disciplina, apego al deber». Tanto es así que, tomando un

desacostumbrado café para celebrar el arreglo de su pensión, se esfuerza a la vez por leer archivos de oficina; y ese mismo día denuncia ante el jefe a un compañero de trabajo que pinta de rojo el agua del garrafón de la oficina, por la «consiguiente

perturbación de las labores». Sus colegas se burlan de su incapacidad de gozar de la broma.

Llega tarde al trabajo precisamente al día siguiente del arribo de la estatua a casa, por culpa de la primera inundación de su sótano. Poco después, leemos,

«Tergiversé los asuntos en la oficina: giré una orden de pago que no estaba autorizada, y el director tuvo que llamarme la atención. Quizá me mostré hasta descortés con los compañeros». Es la primera vez que ha sucedido algo así.

Ya para fines de agosto ha degenerado la

legibilidad de su diario. El compañero de trabajo que recoge el cadáver en Acapulco, relaciona el despido de Filiberto, ocurrido por la misma época, «con una recriminación pública del director, y rumores de locura y aun robo». En su diario, Filiberto admite el robo; sus palabras aluden al rápido gasto de «lo sustraído de la oficina».

El narrador habla de la posibilidad de averiguar

«por qué fue declinando, olvidando sus deberes, por

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qué dictaba oficios sin sentido, ni número, ni

«sufragio efectivo». Por qué, en fin, fue corrido, olvidada la pensión, sin respetar los escalafones».

Agrega, en otro momento: «Sí vi unos oficios descabellados, preguntando al Oficial Mayor si el agua podía olerse, ofreciendo sus servicios al Secretario de Recursos Hidráulicos para hacer llover en el desierto».

Todas estas locuras son cometidas por un hombre que, antes de la llegada a su casa del Chac Mool, estaba en plena posesión de una realidad parcial (recuérdense las palabras de Filiberto en su delirio de fines de agosto: «Realidad: cierto día la quebraron en mil pedazos, la cabeza fue a dar allá, la cola aquí y nosotros no conocemos más que uno de los trozos desprendidos de su gran cuerpo»), una que ha quedado como cosa de antaño, y que consistía casi exclusivamente en «movimiento reflejo, rutina, memoria, cartapacio».

4. Las respuestas de los estudiantes serán varias.

Filiberto muere ahogado en la playa de Acapulco, pero, ¿se trata de un suicidio? Nos consta que Filiberto se compra un billete de ida solamente, pero,

¿qué puede significar este hecho? Sabemos que el hombre planea quedarse en Acapulco, lugar que conoce bastante bien por sus paseos anuales allí en Semana Santa; habla de buscarse un empleo mientras espera lo que para él es la inminente muerte del Chac Mool («Veremos qué puede hacerse para adquirir trabajo, y esperar la muerte del Chac Mool»).

Los estudiantes tal vez piensen que Filiberto podría haber elaborado un plan para seguir desde Acapulco a algún lugar más allá, guardando secreto el dónde, por las posibles indagaciones de Chac. El diario no dice nada al respecto, pero tal vez Filiberto no querría consignar un plan tan elaborado, temiendo que el diario pudiera caer en manos del ídolo.

O bien, ¿sabría Filiberto que lograría adelantarse tan sólo unas pocas horas a la persecución del ídolo, y que seguramente, estando Filiberto ya en Acapulco, lo encontraría Chac para castigar su huida con la

muerte? Conocemos las sospechas de Filiberto: «. . . también, aquí, puede germinar mi muerte: el Chac no querrá que asista a su derrumbe, es posible que desee matarme». Y el rendirse ahora a una muerte inevitable a manos de Chac, parecería dudoso, porque Filiberto,

sintiéndose optimista, habla de «asolearme, nadar, recuperar fuerza».

5. En el momento en que se inicia la historia, Filiberto ya es cadáver, pero Frau Müller, la dueña de la pensión, no ve la manera de velarlo ahí, no se sabe si por no querer inquietar a los inquilinos o

simplemente porque Filiberto le importa poco, ya sea como cliente o como persona, a pesar de que pasar la Semana Santa en su pensión ha sido un hábito anual para él. La idea de hacer un baile el día en que debía estar velando a tan antiguo cliente es, para el

compañero de trabajo que viene a recoger su cadáver, faltarle al respeto; pero Filiberto fue un individuo tan invisible socialmente, tan poca cosa, tan ordinario (su mismo autor, en una entrevista, lo ha llamado «un pequeño burócrata»1) que el cadáver mismo parece aceptar su sino, y espera el camión de regreso a la capital, «acompañado de huacales y fardos la primera noche de su nueva vida».

Siguiendo las instrucciones del camionero, lo tapan de lonas para que la pestilencia no sea tanta. Aun así, la gente se enferma en el camino; no se especifica si por las curvas en la carretera o por el olor a muerto.

A Filiberto lo define su calidad de inadvertido:

cada año pasa la Semana Santa en Acapulco, porque le gusta «sentirse “gente conocida” en el oscuro anonimato vespertino de la playa». Es un hombre sin verdaderos amigos que se ocupen de él—fuera de Filiberto, ¿quién presencia la creciente ruina de los enseres y los cuartos por efecto del Chac Mool? (y, aparte del narrador, nadie conoce su historia).

Toda comedia tiene su cara seria; y la buena comedia saca a relucir verdades irónicas, o aun trágicas. El estudiante no debe dejar de notar las cavilaciones de Filiberto la mañana en que arregló lo de la pensión. El trabajo de Filiberto, burócrata a nivel medio—ni peón ni jefe—, no le ha colmado ni de glorias ni de ingresos. Cumple concienzudamente, pero le cuesta decidir gastar por un café, cuando a los veinte años podía darse más lujos de ese tipo. Valdría la pena que el estudiante meditara sobre la

insuficiencia de un sueldo que le hace dudar ante el gasto de cinco pesos por un café, para celebrar el

1 Harss y Dohmann. op.cit, pág. 349.

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arreglo de una jubilación que en la vejez le rendirá tan sólo una fracción del sueldo que gana trabajando.

Los pensamientos de Filiberto tienden hacia Rilke, poeta alemán cuyas Elegías de Duino tratan la esencia de la vida. Según Rilke, la muerte es, para nuestra vida efímera, como la fruta para la flor; el ser humano debe morir su propia muerte, pues lo más horroroso es morir una muerte impuesta por el destino o por otro2. En estas reflexiones del protagonista, se percibe la terrible ironía que representaría para él una muerte a manos del Chac Mool; o, por el contrario, se permite intuir un presagio de suicidio:

¿confeccionaría Filiberto su propia muerte para evitar una muerte impuesta por otro? Estamos aquí ante la ambigüedad inherente al cuento de Fuentes.

Volviendo a la escena del café, los mismos hombres que hoy apenas saludan a Filiberto, compartieron con él su juventud. Todos eran solidarios en aquellos tiempos, y compartían las mismas posibilidades. Profesionalmente—y se insinúa que económicamente—, unos llegaron muy alto; otros se fueron para abajo. Pero los del medio—

y aquí Filiberto se define a sí mismo—los «que parecíamos prometerlo todo, quedamos a la mitad del camino, aislados» tanto de los de arriba como de los de abajo. Filiberto es un hombre gris, que ni triunfa ni fracasa en grande. No hace nada en grande. Y nos reímos de él como ejemplar del hombre mediocre, tanto que hasta su ataúd, en espera del camión matutino, es enterrado, por descuido, bajo un túmulo de cocos.

Análisis literario, pág. 532

Las respuestas correctas son:

1. b, 2. d, 3. d, 4. d, 5. b, 6. c, 7. a.

Guía de estudio

1. Los estudiantes querrán empezar con el agua del garrafón, pintada de rojo, como broma, por un compañero de trabajo; es posible que vean en ella no

2 Henry Hatfield, Modern German Literature: The Major Figures in Context.

Indiana University Press, Bloomington, 1966, págs. 40-43 y 116-119.

sólo un presagio de los tormentos que pasará Filiberto en su casa a causa de la obsesión del Chac Mool con el agua, sino un presagio de su misma muerte, por agua, ahogándose en la playa de Acapulco. Notarán, seguramente, las múltiples inundaciones del sótano y de la sala, ya sea con agua de la llave, o con las lluvias excepcionalmente fuertes que ocurren aquel verano (en determinado momento, el protagonista dice que «no queda un centímetro seco en la casa»);

las conversaciones con Chac sobre los monzones y sobre los familiares del ídolo—los sauces y los lotos, plantas naturales que dependen de la cercanía de grandes depósitos de agua, y el cacto, su suegra—3; y las salidas de casa de Filiberto a traer agua de la fuente pública, después de cortada el agua. Deben notar que, justo en el momento de completarse la toma de la casa—la espeluznante entrada de Chac en la habitación de Filiberto—empieza a llover.

2. Al estudiante le llamarán la atención las siguientes citas del texto:

a. «Pepe me ha recomendado cambiarme a un apartamiento, y en el último piso, para evitar estas tragedias acuáticas. Pero no puedo dejar este caserón, ciertamente muy grande para mí solo, un poco lúgubre en su arquitectura porfiriana, pero es que es la única herencia y recuerdo de mis padres. No sé qué me daría ver una fuente de sodas con sinfonola en el sótano y una casa de decoración en la planta baja».

b. Las especulaciones del compañero de trabajo, leyendo el diario de Filiberto, sobre la posibilidad de que «alguna depresión moral debía producir la vida en aquel caserón antiguo, con la mitad de los cuartos bajo llave y

empolvados, sin criados ni vida de familia».

c. «Y ayer, por fin, un despertar sobresaltado, con esa seguridad espantosa de que hay dos

respiraciones en la noche, de que en la

oscuridad laten más pulsos que el propio. Sí, se escuchaban pasos en la escalera. . . Con la mirada negra, recorrí la recámara, hasta

3 La suegra tiene muy mala fama en las letras hispánicas, por su aspereza, por las contrariedades y disgustos que, según la tradición, causa para el yerno o la nuera; el cacto sobrevive muy bien sin gran necesidad de agua.

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detenerme en dos orificios de luz parpadeante, en dos flámulas crueles y amarillas. . . Allí estaba Chac Mool, erguido, sonriente, ocre, con su barriga encarnada. . . Chac Mool avanzó hacia la cama; entonces empezó a llover». La estatua sube la escalera por sus propios recursos y, al instalarse como el amo, en la recámara de Filiberto, remata la toma de la casa.

d. Dentro de poco, Filiberto escribe: «Debo reconocerlo: soy su prisionero».

e. Estando Chac fuera de casa en busca nocturna de perros, gatos y ratones que comer, Filiberto nos dice: «Toqué varias veces a su puerta (puerta que antes había sido la suya), y cuando no me contestó, me atreví a entrar. La

recámara, que no había vuelto a ver desde el día en que intentó atacarme la estatua, está en ruinas. . .».

f. Filiberto hace planes para su huida a Acapulco;

no deja la casa sin antes declarar, «Que se adueñe de todo el Chac Mool . . .».

Análisis literario

Las respuestas correctas son:

1. b, 2. a, 3. c, 4. c, 5. c, 6. d, 7. a.

Tesis de ensayo

1. Éste será un ejemplo del tipo de preguntas de comparación entre dos textos, como las que se ven en la Pregunta N° 4 del examen de AP Spanish

Literature & Culture si la maestra pone en manos de los estudiantes, mientras escriben, una copia, sin glosas, del fragmento de «Chac Mool» que se extiende desde la frase «Si no llueve pronto, el Chac Mool…», pág. 529, hasta e inclusive el fin del cuento;

más una copia, sin glosas, del fragmento de «La noche boca arriba», a partir de la frase «Salió de un brinco a la noche del hospital…», pág. 540, hasta e inclusive el fin de este tercer cuento. Como verán los maestros en el análisis a continuación, los estudiantes no deben sentirse restringidos en sus comentarios al contenido de estos fragmentos; éstos deben servir nada más de inspiración para el proceso del

pensamiento, al desarrollar los estudiantes una buena

respuesta a la pregunta de la tesis. Al escribir el ensayo, el estudiante ha de fijarse ante todo en las similitudes y diferencias que existen, en la inherente ambigüedad de dos de estos tres textos: «Chac Mool»,«La noche boca arriba» o «El Sur». Su tesis, sintetizada en la introducción de su ensayo, debe declarar en pocas palabras, en qué consisten las similitudes y diferencias que percibe en los dos cuentos que ha escogido. Los mejores ensayos desarrollarán la idea de la tesis. El tema de la ambigüedad es un subtema del tema de la creación literaria. En «Chac Mool», la ambigüedad se

manifiesta al principio y al final del cuento. El primer dato que se nos ofrece es el hecho de que Filiberto murió ahogado en Acapulco, a los cuarenta años de edad. Se añade en seguida una nota de misterio:

aunque buen nadador, Filiberto había intentado nadar una gran distancia, en un estado desmejorado, y se le agotaron las fuerzas. ¿Por qué lo hizo? ¿Se trata de un suicidio? Esto no se aclara en ningún momento del cuento. A partir de la compra del Chac Mool en la Lagunilla, se inicia un proceso fantástico, lleno de ambigüedad: el «bulto» va cambiando,

transformándose hasta convertirse en un ser vivo.

Según el diario de Filiberto, eso pasa en el mundo real que él habita. Pero, ¿serán alucinaciones? Ninguna otra persona atestigua la presencia de Chac. Al final de un proceso de cobrar vida, Chac se apodera de la casa de Filiberto, y éste queda convertido en el prisionero de Chac. Se insinúa que Chac ya posee poderes mágicos, porque le advierte a Filiberto que si trata de huir, lo fulminará con un rayo; según Chac, él es Dios del Rayo. En fin, la ambigüedad no termina cuando termina el cuento. Cuando el amigo de Filiberto lleva el féretro a casa de Filiberto, le abre la puerta «un indio amarillo», de aspecto repulsivo, que dice: «lo sé todo». Manda a los cargadores que lleven el cadáver de Filiberto al sótano. La ambigüedad es evidente: ¿es el indio amarillo Chac Mool? Sabemos que en el proceso de metamorfosis de la estatua, el color de la piel se le había cambiado a amarillo en una noche, aquella noche funesta en que subió la escalera y tomó la recámara de Filiberto. Si el indio amarillo es Chac, ¿por qué manda el cadáver de Filiberto al sótano? ¿Es una especie de venganza? En todo caso, el paralelismo con la llegada del Chac Mool a la casa

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de Filiberto es ineludible. Y, ¿sabemos que consiente el amigo que metan a Filiberto al sótano? Por último,

¿tuvo parte Chac Mool en la muerte de Filiberto? Los estudiantes han de percibir otras interrogantes al meditar en este cuento lleno de interrogantes irresueltas.

En cambio, en «La noche boca arriba», la ambigüedad nace, y se desarrolla, en el interior del cuento. Al principio, no hay indicio de ambigüedad:

un hombre viaja en su motocicleta por una calle de Buenos Aires, sufre un accidente, una ambulancia lo lleva al hospital y allí lo atiende el personal médico.

Todo normal, dentro de la realidad cotidiana de la ciudad de Buenos Aires. Es en el hospital donde empieza un proceso que parece ir alterando esta realidad, por medio de una serie de sueños. Los sueños son curiosos: en primer lugar, incluyen olores, que el protagonista nunca antes había soñado; y en segundo lugar, constituyen un todo, una progresión de episodios, como si fueran capítulos de una novela.

Cada vez que el paciente se queda dormido, vuelve el mismo sueño, pero retomando el hilo de la historia, precisamente en el punto donde lo había dejado en el sueño anterior. Además, cada sueño es más largo y más vivo. El soñador empieza a experimentar las emociones propias de sus sueños, y procura mantenerse despierto en el ambiente tranquilizador del hospital; pero su resistencia es inútil, y por fin, aunque luchando hasta el último momento, tiene que darse cuenta de que el sueño representa la realidad: su nueva (o antigua) realidad. Resulta, pues, que al final del cuento, la ambigüedad se resuelve; y el autor no vacila en disipar las dudas: el protagonista es el moteca que está a punto de ser sacrificado por los aztecas, y lo de la motocicleta que zumbaba bajo sus piernas en extrañas avenidas de una gran ciudad; eso había sido el sueño.

Finalmente, si los estudiantes optan por analizar la ambigüedad en el cuento de Borges, deberán darse cuenta de que la fuente de la ambigüedad en «El Sur»

reside en una pregunta análoga a la pregunta planteada en «La noche boca arriba»: ¿cuándo y dónde muere el protagonista? Tal es la similitud respecto a la ambigüedad en estos dos cuentos, que Julio Cortázar, en el suyo, posterior al de Borges, implanta un homenaje al mismo: el motociclista de

Cortázar está internado en un hospital; ve acercarse a la cama a un hombre de blanco con algo que le brilla en la mano; no se aclara qué. En el mundo moteca, en cambio, lo que lleva en la mano el sacrificador es un cuchillo de piedra. En «El Sur», Dahlmann, en el sanatorio, ve en la mano de un «hombre

enmascarado», ¿enfermero?, ¿médico?, una aguja que le clava en el brazo. En la llanura, el gaucho extático le tira una daga que servirá como excusa para que lo maten cuando salga del almacén. A partir del momento, en «El Sur», de la clavada de la aguja, hay abundantes indicios textuales de que tal vez lo que Dahlmann experimenta al despertarse en el hospital a la mañana siguiente de su intervención quirúrgica no sea realidad, y que el viaje a la llanura argentina en el Sur es un sueño que le permite soñarse una muerte digna de un argentino. (Para una lista de estos indicios textuales, véase la respuesta a la Guía de estudio de «El Sur».)

2. Éste será un ejemplo del tipo de pregunta N° 4—

de análisis de dos textos—que se ve en el examen de AP Spanish Literature & Culture si el maestro pone en manos de los estudiantes, mientras escriben, una copia, sin glosas, del fragmento de «Las medias rojas» que se extiende desde la frase «—Ya te cansaste de andar descalza de pie y pierna,…», pág.

358, hasta e inclusive el fin de este cuento; más una copia, sin glosas, del fragmento de «Chac Mool» que se extiende desde la frase «Todo es tan natural; y luego,…», pág. 526, hasta e inclusive la frase

«…desde ayer, en mi cama», pág. 527, de este segundo cuento; más una copia, sin glosas, del fragmento de «La noche boca arriba» que se extiende desde la frase «Al lado de la noche de donde

volvía…», pág. 538, hasta e inclusive la frase «…su verdadero corazón, el centro de la vida», pág. 540.

Como verán los maestros en el análisis a continuación, los estudiantes no deben sentirse restringidos en sus comentarios al contenido de estos fragmentos; éstos deben servir nada más de

inspiración para el proceso del pensamiento, al desarrollar los estudiantes una buena respuesta a la pregunta de la tesis. El tema del descontrol del individuo frente a fuerzas ajenas a su voluntad es un subtema del tema de las relaciones interpersonales, y se manifiesta en distinta forma en los tres casos. En

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«Chac Mool», la indefensión de Filiberto es curiosa, porque nace de un acto suyo: el de la compra de una figura de piedra en la Lagunilla, compra motivada por su interés por el arte indígena mexicano. Claro que, al comprar el «bulto», Filiberto no tiene la menor idea de lo que va a suceder a consecuencia de esa inocente compra. Sin embargo, una vez iniciado el proceso de humanización en el Chac Mool, Filiberto va

perdiendo control de la situación, mientras que Chac va adquiriendo más poder, hasta que, por fin, se invierten los papeles, y Filiberto termina siendo el prisionero de Chac, y Chac asume el papel de amo.

Filiberto no se conforma, pero se ve obligado a ceder ante la fuerza superior de Chac: éste es una «fuerza mayor». En el caso de Ildara, en «Las medias rojas», es la mayor fuerza física del padre que le permite asestar una serie de golpes a la indefensa hija, aunque es posible también que ella, en reconocimiento de la

«patria potestad», es decir, del derecho jurídico de un padre de ejercer autoridad sobre sus hijos menores, se limite a defenderse de los golpes del padre, sin animarse a contraatacar. Además, Ildara no tiene a quién pedir ayuda; no hay en la casa otra persona, nada más ella y el tío Clodio. El caso del protagonista de «La noche boca arriba» es insólito. Al principio, en el hospital, está rodeado del personal médico en un ambiente agradable. Las personas que lo atienden lo hacen en un sitio en que el paciente se siente cómodo y seguro. Pero, en los sueños que empieza a tener, se halla transformado en otra persona: en un fugitivo, un indígena moteca que huye de sus enemigos, aztecas que lo persiguen con el fin de matarlo en el altar de los sacrificios. Está solo y desamparado, pero únicamente en sus sueños. Sin embargo, los sueños van cobrando realidad, se alargan y los momentos de refugio en el hospital se acortan. A fin de cuentas resulta que el sueño del mundo azteca es la dura realidad del moteca, y el hombre que estaba en el hospital pierde por completo su protección, una protección del todo ilusoria, porque sólo había existido en su sueño del hospital.

Prueba de vocabulario

Las respuestas correctas son:

1. b, 2. d,3. a, 4. c, 5. b, 6. a, 7. c, 8. d, 9. b, 10. a, 11. a, 12. c, 13. d, 14. b, 15. a.

Prueba de comprensión y análisis

Las respuestas correctas son:

1. c, 2. c,3. a, 4. c, 5. d, 6. c, 7. b, 8. d,9. b, 10. a, 11. d, 12. c

Explicación de texto

El texto es un fragmento del cuento «Chac Mool», del escritor mexicano Carlos Fuentes. En él se describe la transformación de la estatua que el narrador compró en un mercado de la Ciudad de México en un ser vivo. Por lo tanto, es un punto de fundamental importancia para la historia. Vale la pena examinar la manera en la que Fuentes lo maneja.

Hasta este punto en el cuento, no ha ocurrido nada fuera de serie. El narrador ha comprado la estatua, colocándola en el sótano de su casa. Luego el sótano se ha inundado a causa de un problema con la tubería de la casa, y debido a la humedad, el Chac Mool ha quedado cubierto de lama y musgo. Por eso, en el primer párrafo del fragmento que se reproduce aquí, el narrador se pone a raspar la lama con una espátula.

Es notable, en el primer párrafo, la descripción de la textura de la superficie de la estatua; esta textura cobra cada vez más importancia, porque anochece y el narrador tiene que guiarse mediante el tacto. En su diario, Filiberto escribe cómo se reblandece la superficie de la estatua, pero en el primer párrafo el narrador menciona una explicación perfectamente lógica: sospecha que en el mercado le han vendido, no una verdadera estatua maya sino una copia en yeso, que, debido a la humedad, ha comenzado a fundirse. Terminado su trabajo, el narrador cubre la estatua con unas toallas. Nótese que, en el primer párrafo del fragmento, no hay nada que a primera vista pida una explicación fantástica o sobrenatural.

En el segundo párrafo esto cambia de manera drástica: al regresar al sótano algún tiempo después, el narrador encuentra que los trapos están en el suelo, como si la estatua se hubiera movido, y que la

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superficie de la estatua ahora tiene la textura de la carne. Luego nota, sorprendido, que la estatua tiene vello en los brazos. En resumidas cuentas, es con los sucesos narrados en el segundo párrafo del fragmento que el narrador comienza a darse cuenta de lo que ocurre: que la estatua va cobrando vida. De ahí que este fragmento sea clave para la comprensión del cuento.

Es importante notar también cómo se relacionan los dos párrafos entre sí: al leer el primero por primera vez, el lector no tiene por qué sospechar que está a punto de ocurrir algo fantástico: todo parece tener una explicación lógica. Pero si lee el segundo, y luego vuelve a leer el primero, esta impresión cambia:

ahora los cambios de la textura de la estatua parecen ser el inicio del proceso de transformación de la estatua en un ser vivo.

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