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Identidad en construcción y movimiento - el problema de la identidad en El ser y la nada de Jean-Paul Sartre

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Academic year: 2020

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(1)IDENTIDAD EN CONSTRUCCIÓN Y MOVIMIENTO El probl ema de l a identi dad en El ser y la nada de Jean-Paul Sartre. Autor: Jaime Eduardo Zawa dzki Director: Ignacio Abello 200323262 09 de Mayo de 2008 Bogotá, Colom bia.

(2) 2. Introducción La pregunta por la identidad ha sido una constante en la historia de la filo sofía en el occidente. Con sidero n uestro deseo por saber qué somos, o quién es somos, como el motor incansable e inagotable de la filo sofía como ejercicio de reflex ión acerca de nuestra vida. A través de la historia la f ilo sofía no s h a dado m uchísimas descrip ciones de lo que es el m un do, de lo que somos los seres h um anos, de las dif erentes formas en las que nos relacionam os con ese mundo en el que no s encontram os por medio de nuestro conocim iento. Pero hoy en día nos hemos dado cuenta, gracias a un estado de incertidumbre al que hemos llegado por la im posibilidad de so stener alguna de estas visiones de mun do y de humanidad por encim a del resto, que to do lo que ha h echo la filosofía es darnos descrip ciones posibles de un m un do que es todo lo que decimos de él.. El ser y la nada, de Jean-Paul Sartre, es uno de estos intentos por respon der esa pregunta por la identidad del ser h um ano; es una descripción m ás de lo que es el ser hum ano, la cual no s plantea formas de enten der n uestra existencia que no habían sido expuestas antes, pero que def initivam ente no se pueden sostener por encim a del resto a título de v erdader a f ilosofía o v erdader a forma de ver el m un do. En él encontram os una com pleta descrip ción del ser, del m un do y de los o bjetos y entes que en él encontramos. Es un libro en el que se no s presenta una form a m ás de enten der lo que son el ser h umano y su m undo, en el cual nos es dada un a descr ipción detallada de la naturaleza de las co sas. Entonces, no porque considere que esta es la verdad absoluta del mun do, o aquella que no s da la ver dad que no había po dido darno s toda la filosofía anterior, sino por que la descr ipción que nos da del ser humano nos p erm ite replantear ciertos aspectos de lo que norm alm ente consider amos h umano o de lo que consideramos que es un a so ciedad de seres h umanos, he decidido estudiar este texto.. Hoy en día, cuando se piensa en la identidad del ser h umano se tien de a pen sar en algo estático, algo inm óvil, algo a partir de lo cual este es lo que “en ver dad” es. La identidad tiende a ser pensada com o un componente inamovible, desde el cual éste se proyecta a ser y a existir en el m un do. Esta idea de identidad lo hace ser un ser estático, el cual puede cam biar en su día a día, pero este cam bio siempre se da en.

(3) 3 aspectos no esenciales, siempre se da como en aro s concéntrico s alrededor de esa esen cia que lo hace ser específicam ente como él es para siem pre volver a ella, o por lo menos m antenerse en su absoluta cercanía.. El ser y la nada desafía esta idea de identidad por medio de una reform ulación del problem a del ser, y a que en él el ser se divide en do s regiones distintas, el ser- en-sí y el ser-para- sí. El ser-en- sí es lo que es plenam ente, no p uede cam biar el mundo que lo rodea ni se p uede m odificar él mismo, es lo que es y no es nada más que eso; por otro lado, el ser-para- sí es el ser que p uede introducir la nada entre él y el mun do, diferencián dose así de todo lo otro que no es él.. El ser-p ara- sí es el ser h umano, y com o su identidad parte de esta capacidad de diferenciar se de to do lo otro, ésta no es algo fijo desde lo cual se proyecta para ser, sino es algo que se con struy e partiendo de to do lo otro que no es él, tanto objetos en el mundo, com o los demás seres h um anos.. El ser y la nada retom a el problema del ser, problema am pliamente tratado por la filosofía occidental, para estudiarlo. desde la per spectiva de la ontología. fenomenológica. El hecho de que esta descripción del m un do del hom bre se p lantee desde un a ontología fenom enológica implica que la cosa ah í af uera en el m undo no es entendida como cosa esp eran do a ser conocida indepen diente del ser que la puede conocer. El mundo fuera de mí se entien de com o una ser ie de fenóm enos, con los cuales existo y me relaciono, para de esta m anera con struir m i ex istencia. De igual form a, el ser h umano tampoco es entendido com o una esponja que se lanza al mun do para absorberlo y retenerlo tal y como en ver dad es. Sartre nos propone una forma de entender el ser-p ara-sí com o un ente que existe en tanto que se relaciona con todo lo otro, como un ser que hace p arte de la totalidad que llamamos mundo y que de esta totalidad a la que pertenece se desprende su sign ificado. La relación del ser h umano con el m un do que lo ro dea es f undamental par a este ser h um ano, pues sin ésta, este no sería lo que es, que com o es siempre relación, siempre es sido en tanto que el ser que es p lenamente (el ser-en- sí) es sólo estático, por lo cual el ser humano ( ser-p ara- sí) siem pre es a título de sido o de sien do, nunca es p lenamente..

(4) 4 En este trabajo entonces, nos dedicar em os al problema de la identidad que sur ge a partir de las ideas que Sartre defien de acer ca de las r elaciones con el otro y la libertad en El ser y la nada. Defen der emos la interpretación de El ser y la nada en la cual la identidad del para- sí se entien de como una constr ucción que empieza por la dif erencia que existe entre el ser h um ano y todo lo otro, la cual será posteriormente enriquecida infinitam ente por la pr esencia del otro, quien m e hace ser de una manera específica que se escapa de m i poder.. Esta descripción es una de las que más responsabilidad le h a atribuido al ser h umano, pues gracias a que éste es libre puede vivir en el m undo a título de ser-p ara- sí, diferencián dose de todo s lo s otros objetos que co existen en el mun do junto con él, y de todo s los demás seres h um anos que com parten ese mun do de objetos a su lado. Com o la libertad es la facultad que dif erencia al ser-para-sí del ser-en-sí, se puede decir que la habilidad de cambiar el m un do es la que permite que el ser humano seasien do, contrario a lo s o bjetos que se encuentran en el mun do, que es estática e incapaz de moldear sus entornos. Este planteam iento nos rem ite al problem a de la identidad del ser h umano, pues si lo s ser es del mun do son autónomos (entendien do esto com o la capacidad de existir sin tener en cuenta todo lo otro que lo rodea), su identidad depen de única y exclusiv am ente de ellos; pero si esto no es así, com o pasa en la filosofía sartrean a, la identidad sería constr uida tanto por el ser que será identificado com o por todos lo s otros seres que lo ro dean.. En esta monografía nos dedicarem os a una descr ipción de la identidad que se podría considerar desde El ser y la nada, contraponién dola a las nociones esencialistas que se tienen de la identidad, según las cuales el ser hum ano posee en su ser una esencia desde la cual éste se proyecta al mun do, para proponer una idea de identidad como cam bio, la cual se con struye basán do se en la situación en la que se encuentra ese ser hum ano específico, en sus relacion es con los otros y en su proy ecto-de-ser, el cual en últim as, es el que hace que se relacion e con el m un do en el que se en cuentra de una manera esp ecíf ica.. En el primer capítulo haremos una lectura exegética de las pr im eras partes del tratado de Sartre, la cual nos perm itirá dar un a base teórica para fun damentar nuestra lect ura del pro blem a de la identidad en Sartre. Tom arem os los cap ítulo s que se ref ieren a la.

(5) 5 nada y al ser-para- sí para poder dar una clara base a to do lo que vam os a def en der. Este punto nos lanzará de cabeza a esta concep ción de la identidad que no p arte de características específ icas de cada ser, sino de una serie de relaciones que p ermiten que el ser h umano se distin ga de todo lo otro que no es él. En el primer capítulo nos dedicar emos a lo que po dríamos llamar una identidad negativa. En el segun do capítulo nos dedicarem os a las relaciones con el otro en su form a más gen eral, adentrándono s en el problem a de la identidad que presenta El ser y la nada. Nos concentraremos en explicar cómo es que el ser-par a-sí está con denado a ser tanto lo que él cree que es (a título de otro) com o a ser lo que los otros seres h umanos piensan que él es ( que es el yo que sé que tengo que ser y que asum o com o parte constituyente de la totalidad que soy, pero que al mismo tiem po está siempre f uera de mi alcance y nunca puedo hacer nada p ara cambiarlo).. Para finalizar, concentraremos nuestros esfuerzo s en el capít ulo de Ser y Hacer, en el cual est udiar em os cóm o se r elaciona el ser humano con el m un do por medio del proyecto-de- ser de ese ser h um ano, y com o la sit uación en la que se encuentra ese ser hum ano lo con diciona dentro del m arco de po sibilidades que sus proyectos- de-ser han considerado que esta lo puede llegar a con dicionar. En este últim o capítulo veremos el planteam iento de identidad que po dem os extraer del Ser y la Nada, critican do la idea de identidad esencialista para propon er un a noción de identidad como cam bio, como adaptación y relación con el m undo en el que me encuentro y en el cual me tocó v ivir y con el cual me tengo que relacion ar, pues esa relación es m i propia ex istencia..

(6) 6 Capítulo 1 El ser humano que pertenece al género humano: identidad negativa o “no soy todo lo otro que está acá conm igo” 1.1 El origen de la Nada Com o lo dijim os en la intro ducción, el ser para Sartre se div ide en do s r egiones distintas. La primera de estas dos regiones es el ser-en-sí; este ser es lo que es en todo mom ento, no puede cambiarse a sí mismo o al m undo, por lo cual podemos decir que su identidad es, de maner a plena. La mesa es m esa y n ada más que m esa. Po dem os decir que la m esa es lin da, que es gr ande, pero estos son sólo adjetivos que le ponemos a la defin ición de esta m esa esp ecíf ica. La segun da de estas r egiones es el ser-par a-sí, el que p uede definir el m undo en el que se en cuentra, intro ducir la nada y ser totalmente libr e de actuar cambian do el m undo.. Ahora bien, si pasamos a m irar el ser-para- sí, vemos que no po demos definir la identidad de éste con tanta facilidad, pues este es “[ …] un ser que es lo que no es y que no es lo que es”1; esta def inición no no s dice m ucho en este momento, pero se hara más clara a m edida que estudiam os qué es el ser-para-sí; lo que si po dem os ver en esta definición de m om ento es que la identidad de este ser según Sartre se m ueve y no tiene nada que v er con lo esencial. Lo que diferen cia al ser-par a-sí del ser- en-sí es que puede introducir la n ada en el mundo en el que se en cuentra. La nada es segregada desde el ser-para-sí, ésta invade el mundo que tiene en frente, par a que lo diferencie de to do lo otro que él no es. La nada es la que permite diferen ciar se de todo lo otro que no se es. Se que estoy en este cuarto que contiene un a m esa, un a biblioteca y una silla por que no soy ni las paredes, ni los pisos, ni la m esa, ni la silla, n i la biblioteca, ni nin gun a otra cosa que se en cuentra en este cuarto sino el ser que se sabe estan do entre ese cuarto rodeado de to dos eso s o bjetos que no son él. Verem os entonces que la identidad del ser-para- sí comienza por saber qué es todo lo otro que él no es. El ser-par a-sí se ve a sí mismo com o un p unto de refer encia, com o el centro del mundo en el que se encuentra de m anera contingente. Este concepto de identidad es al que no s vamos a dedicar en esta Tesis, el concepto de identidad que se po dría def en der desde El ser y la nada.. 1. SA RTRE, Jean-Paul. El Ser y La Nada. Bu enos Aires: Editorial Losada, 1966. p . 109..

(7) 7 Pero en este mom ento nos estamos adelantando dem asiado; hagam os, como lo estip ulamos en nuestra introducción, una lectura ex egética de El ser y la nada y miremos cómo es que el ser-par a-sí introduce la n ada en el m undo en el que se encuentra para diferen ciar se de todo lo otro con lo que se encuentra. En este escrito nos dedicaremos, en gran parte, a las relaciones del ser-par a-sí con el otro, pues es a partir de ellas que se puede enten der de manera clara lo que sería la identidad en esta f ilosofía, pero par a empezar, adentrémonos en las r elaciones del serpara-sí con lo otro, con todo lo otro; tenemos que saber cómo defin ir este ser que se sabe dif erente de su entorno. Empezamos entonces, defin ien do el ser-para- sí como el ser que introduce esta nada entre él y el m un do; entendiendo el mundo como los fenómenos y el ser-para-sí com o el ser que se ocupa de esos f enómenos.. En este momento se le podr ía o bjetar a Sartre que es imposible considerar la nada com o un punto de partida p ara la identidad, p ues la nada no es. Sartre se opone a esta concepción de la nada com o ausencia de todo, p ues no entendemos el mundo como una cantidad de co sas que están ahí afuera por conocer, y la n ada com o la ausencia total de todas estas co sas. “El objeto no r em ite al ser com o una significación: sería imposible, por ejemplo, definir el ser como una pr esencia; p uesto que la ausencia dev ela también al ser, ya que no estar ahí es todavía ser.”2 Estos fenómenos no dep enden de estar ahí o no, sino de su ser, y la nada no extermina el ser, no es un noser. Por el m om ento podem os decir que la nada sim plem ente nos deja claro que algo no está. El ser-p ara- sí se comienza identifican do a sí mismo como una conciencia de algo que no está en él, com o el ser que es conciente de to do lo otro que lo ro dea y que no es él, como la conciencia del mun do en el que v ive y con el que se relacion a, y todo esto gracias a la nada que segrega entre él y este mundo que no es él.. Nos queda imposible entonces sep arar el mun do del ser-para-sí que en él habita para estudiar su identidad, pues este no es algo que descubre el mundo y lo digiere partiendo de lo que él es. La r elación entre el ser-par a-sí y el mundo es el prim er paso que se toma para identificar se; por esta razón Sartre decide estudiar las con ductas del. 2. Ibid., p . 15 y 16..

(8) 8 ser h um ano en el m undo como realidades o bjetivamente captables, p ues estas conductas no s presentan lo que es el ser h umano, el m un do y la r elación que los un e.. La conducta por m edio de la cual Sartre se introduce en su investigación acerca del ser y la nada es la interrogación, ya que esta conducta es la que, según Sartre, nos podrá pr esentar la realidad del no-ser que sur ge del ser. Esta conducta es una forma clara por medio de la cual Sartre p uede ar gum entar el sur gim iento de la nada desde el ser-par a-sí, y, com o el concepto de la identidad es el o bjeto de estudio de esta monografía, no s es fácil de asumir como punto de partida para adentrarnos en lo que la identidad es en Sartre.. Tom em os com o punto de p artida la pregunta ¿Qué es eso ? Para Sartre, to da interrogación se puede respon der con un si o un no, por lo cual el ser-p ara- sí, cuan do pregunta, está a la espera de una r esp uesta que lo puede r em itir a un ser o a un no- ser. “Con respecto a esta po sibilidad, el interro gador, por el m ism o hecho de interro gar, se pone como en estado de no-determ inación : él no sabe si la resp uesta será afirm ativa o negativa. Así, la interrogación es un puente lanzado entre dos no- seres: no- ser del saber en el hom bre, po sibilidad de no- ser en el ser trascen dente.” 3 Cuan do el ser-p arasí interro ga deja claro que no sabe algo de aquello por lo que está preguntando y que está disp uesto a que le digan que ese “ser trascendente” por el que pregunta, no es. Pero tam bién po demos encontrar un tercer no-ser en la con ducta interrogativa, p ues cuan do la r espuesta es afirmativa, se nos dice que eso es así y de nin gun a otra m anera.. De esta forma el ser-para-sí introduce la nada en el m undo : por medio de las conductas que lo relacionan con el mundo en el cual se encuentra inmerso. La identidad del ser humano es, entonces, en una segun da definición, una diferencia entre él y todo lo otro. Ahora bien, decir que la identidad del par a-sí es una difer encia entre él y todo lo otro es lo m ism o que decir que el para-sí es el ser que es capaz de introducir la nada entre él y el mun do.. Retomando la o bjeción que consider abam os antes, en la cual nos pr eguntábamo s si era posible entender la negación com o un ser, po dem os con siderar tam bién, como lo. 3. Ibid., p . 44..

(9) 9 hace Sartre, la posibilidad que la nada que introducim os en el m undo sea simplemente un juicio. Sartre rechaza esta posibilidad y no s dice que la nada, antes de ser un juicio es “[ …] una con ducta prejudicativa; p uedo interrogar con la mirada, con el gesto; por medio de la interro gación, me mantengo de cierta manera frente al ser, y esta r elación con el ser es una relación de ser, de la cual el juicio no es sino una expresión facultativa.” 4 Con esto entendemos que la nada que permite la introducción del ser hum ano en el m un do nos v iene a título de relación con el ser, la n egación no es un juicio que emitimos acerca de algo que es; por el contrario, es esa m ism a r elación del ser con el ser mism o. Podem os añadir ahor a a nuestra def inición provisional de la nada, que la nada no solam ente p uede ser entendida com o un no estar; podemos decir que la n ada no s remite a una existencia que perm anece p ero que de m omento no tenemos presente.. El ser-p ara- sí no necesita estar viendo el mun do constantem ente para saber que él no es ese m un do. La n ada que él segrega desde su ser lo mantiene identificado, le prov ee la identidad necesaria p ara constr uir lo que él quiere ser, pues la primera respuesta del ser-par a-sí a la pregunta ¿qué soy?, sería: soy conciencia de todo lo otro que veo y con lo cual me relaciono, pero que no soy (a m anera de serlo). Yo soy un p unto de vista, y además de este punto de vista, nada. La nada es el elem ento que m e perm ite entenderme com o difer ente del m un do en el que m e encuentro, pero que al mismo tiem po me deja claro que estoy inmerso en ese mun do del cual h ago parte y puedo cam biar gracias a esta misma n ada, la cual que m e p erm ite identificarm e como un ser diferente a todo lo otro que está conm igo con lo que me relaciono en todo momento. Porque Sartre pr etende que la nada permita al par a-sí relacionar se de esta m anera con el m undo en el que se encuentra, Sartre no quier e (ni puede) entender la nada como el contrario del ser. Sartre concibe esta nada de m anera diferente, “[…] no es el contrario del ser: es su contradictorio. Esto im plica una posterioridad ló gica de la nada respecto del ser, y a que el ser es prim ero puesto y negado luego.” 5. Prim ero está el ser y después la nada. No son nociones contem poráneas, la una precede a la otra, la f undamenta y permite su existencia. Primero está el ser p leno y desp ués, el ser-p ara- sí introduce la nada en el m undo, introduce la nada como aquello 4 5. Ibid., p . 46. Ibid., p . 56..

(10) 10 que le perm itirá saber se dif erente de todo lo otro. También tenemos que estar claros que la concepción que Sartre tiene de la nada no es com o la que tiene Heidegger. Se adm itirá con Heidegger, dice Sartre, que la nada no s pone a distancia de los o bjetos con los que no s encontramos en el mundo, pero se com plementa esta definición aclar an do que el m un do no es sim plemente un montón de o bjetos de los cuales nos distanciamos. “Existe una cantidad infinita de realidades que no son só lo objetos de juicio sino exper im entadas, com batidas, temidas, etc., por el ser humano y que en su intraestructura están h abitadas por las negaciones como por un a condición necesaria de existencia. Las llam arem os negatidades. ”6. Ya tenemos la def inición de lo que quiere decir la nada para Sartre, que esta es lógicam ente posterior al ser y por lo tanto implica tem poralidad; no es simplem ente la facultad que nos permite sabernos diferentes del mun do en el que estamos, sino que, es esa m ism a relación con el m un do en el que estam os, la nada es el elemento propio dell para-sí que po sibilita su relación con el m un do en el que se encuentra. Esta concepción del ser-par a-sí se nos presenta entonces con unas cualidades que a él pertenecen, las cuales son sum amente importantes. Prim ero que todo, el ser-par a-sí es un ser temporal que vive su temporalidad. Por esto, él sabe dif erenciar su pasado de su presente y de su f uturo gracias a esta nada que segrega desde sí. Segundo, este serpara-sí, al introducir la nada en el mun do queda con el m undo en sus mano s, p ues será capaz de entenderse e interpretarse en el m un do por que él m ism o segrega la nada que lo diferencia de todo lo otro que no es él; por que en sus m ano s están sus con ductas, en sus m ano s está su ser.. Resumiendo lo que hasta este momento hem os visto de la identidad, no s empezam os a dar cuenta que la identidad del para-sí se da en el mundo ; por esta razón será tan importante el ser-en-el-mundo para Sartre, p ues no podemos concebir al par a-sí por fuer a del m undo en el que lo encontramos. El par a-sí es en- el-m un do, y su identidad entonces, depen de de todo lo otro que está con él en la totalidad que podemos llam ar mundo.. 1.2. 6. Ibid., p . 63 - 64..

(11) 11 Libertad y existencia, form as contra la esencia. En un artículo titulado Leer La Náu sea, Estanislao Zuleta nos indica acerca del cam ino que tom ará Sartre en su novela, la cual podemos traer a colación p erfecta en este momento. “Observ em os, sin em bar go que la crítica de Sartre en su novela La Náu sea –y esto nos permite comenzar a situar esta novela- viene a ser una crítica que podemos llamar existencialista 7 porque, a la esencia en que quieren con gelar se las personas, se le oponen dos cosas: la existencia y la libertad.” 8. Por esta misma razón el ser-para-sí segrega su propia nada que lo identifica, por que entender al ser y a la n ada por separado no s llevar ía a un pro blem a; ser y n ada son elem entos con stitutivos para el ser hum ano. No h ay esencia a partir de la cual lanzamos esta nada al m un do par a que no s deje claro lo que som os y lo que no som os. En nuestra relación con el mundo no s encontramos siendo, no antes y no desp ués. Nuestra existencia precede a nuestra esencia. “La libertad h um ana precede a la esen cia del hom bre 9 y la hace posible; la esencia del ser humano está en suspenso en su libertad. Lo que llamam os libertad es, pues, indistin guible del ser de la “realidad hum ana” El hombr e no es primeram ente para ser libre después: no hay dif erencia entre el ser del hombr e y su “ser-libre”.”10 Esta concepción del ser humano que empezamos a enten der desde El ser y la nada no s empieza a introducir otra idea de existencia.. No hay esen cia y desp ués ser-p ara- sí que se desarrolla en el mun do a partir de ésta. La relación del ser-par a-sí con el mun do, su existencia, le perm ite identificarse por que la nada está en su ser; y, “El ser no es una estructur a entre otras, un momento del objeto: es la condición m ism a de todas las estruct uras y de todo s los momentos, el fundamento so br e el cual se manif estarán los caracteres del fenómeno. Y. 7 No p retendo deten erme en el significado o el sentido que se pretende dar a Sartre con este término , ya que él no se lo inventó y nun ca lo usó para des cribir su sistema filosó fico. Se utilizará el existencialismo co mo t érmino únicamente en mo mentos co mo este, en los cuales un autor al que me refiero lo usa p ara referirse a Sartre o a su filosofía. 8 ZULETA , Est anislao. Leer La Náusea. En : Al Margen. No . 15 – 16 (sept & dic 2005); p . 91. 9 Sartre se refiere al gén ero humano por medio de la p alabra HO MBRE. En este ensayo utilizaremos el término SE R HUMANO (co mo se ha venido utilizando ya) para referirnos al mis mo género hu mano. 10 Ibid., p . 68 – 69..

(12) 12 análo gamente, no es adm isible que el ser de las cosas “consista en manif estar la esen cia de ellas.”” 11. Parece ser que lo que llevamos de este en sayo nos permite volver a la difer encia entre el ser-en-sí y el ser-par a-sí, pues ya sabem os que ser es todo; que el ser-en- sí es todo aquello que no puede introducir la nada en el m un do, y el ser-para- sí es el ser que segrega una nada desde su ser, la cual le permite saber se diferente del m undo en el que se encuentra: podem os decir en este momento que, debido a la dif erencia ontológica que separa el ser-en-sí del ser-par a-sí, la cual hace que este último sea un ser que está en constante interacción con el m un do en el que este está y que, por esta relación con stante en la que se en cuentra el para- sí pueda act uar en el mun do, cam biarlo y convertirlo acorde a su form a de ser, el ser-para- sí es el ser h um ano, y gracias a que intro duce la n ada en el m un do, es el único ser que puede tomar concien cia de sí mismo como el ser que está en medio de las co sas del mundo, como el ser que es ser-par a-sí.. La identidad del hombre tiene com o p unto de partida la existencia de éste m ism o. Las conductas que asum e el hombr e con el m un do en el que se encuentra lo remiten a si mism o, le hacen saber que es con ciencia del m undo, que es esa conciencia y nada más. La nada perm ite que el ser hum ano exista, y en esa existencia el m un do y él form an una un idad que se p uede entender a distancia gr acias a esta nada introducida, la cual no solamente lo diferencia de to do lo otro con lo que se encuentra, también introduce la tem poralidad en m edio de esta existencia. “En la libertad, el ser humano es su propio pasado (así com o tam bién su prop io porvenir) en forma de nihilización.”12 Esta noción de identidad, como hem os v enido vien do, no tiene n ada que v er con algo que es idéntico a sí mismo, con esencia, que tien de a ser la forma predominante de entender la identidad. El ser- en-sí es lo que es, es idéntico a sí mism o y cuando h ablamos de él podemos h acer referencia a este tipo de identidad. Cuan do hablam os del ser-para- sí no podemos pensar en este tipo de identidad, tenemos que m over su significación y pensar en la identidad como diferen cia, como movimiento. Nuestra identidad se nos pr esenta gr acias a esta diferencia, a n uestra. 11 12. SA RTRE, Op. Cit., p. 54 . Ibid., p. 73..

(13) 13 libertad, la cual está f undada en la nada que segr egam os; somos esto por que no som os todo lo o tro, y por esto es que somos ontológicam ente libr es.. La m anera en la que el para-sí se da cuenta que él es es la an gustia, con ducta que nos hace concientes de n uestra identidad com o difer encia. “[…] el hom bre toma concien cia de su libertad en la an gustia, o, si se pref iere, la angustia es el m odo de ser de la libertad com o conciencia de ser, y en la an gustia la libertad está en su ser cuestionando se a sí misma.”13 Para Sartre, la angustia se difer encia del miedo en tanto que el m iedo es frente a algo dado, lo cual no s h ace o bjetos en el m undo. Puedo tener miedo de que el techo bajo el que estoy parado se desplom e y muera sep ultado bajo los escom bros, pero ante este po sible hecho m e p uedo detener a p ensar por un segundo y po dré. ver que el techo está muy bien p uesto sobr e columnas bien. cimentadas y que no hay forma de que éste se desplome. La an gustia es ante mi mism o, no ante el m un do dado ahí af uer a. La an gustia m e ex ige pensar en lo que seré y nunca será cap az de llegar a un a conclución concreta, sim plemente m e da posibles. La angustia es la que m e sitúa ante la libertad porque es en ella precisamente en que veo mis posibles, es en la angustia en la que me paro en un punto y soy capaz de ver mi pasado y de proyectar mi porv enir p ero siem pre como posibles a esco ger. En la angustia, gracias a mi libertad, nunca tendré segur idad alguna, solam ente posibles. Me angustio ante m is posibilidades de terminar de escibir esta tesis en el tiem po que me ha sido otor gado, p ues esto depen de de m í y só lo en la existencia y por m edio de la mism a vida po dré llegar a alguna conclusión.. En este momento podemos ver por pr im era vez la importancia que le da Sartre a la responsabilidad que tien e el ser h umano en la constr ucción de sí mismo. Con esto me refiero a que, si bien m i identidad parte de la relación que m antengo con el mundo en el que m e ha tocado vivir, yo soy enteram ente responsable de ella en tanto soy libre, en tanto que, como Sartre nos lo dirá mucho más adelante en El ser y la nada: “[…] estoy conden ado a ser libr e”14. La an gustia que nos pone frente a n uestra libertad nos deja claro que nos estamos reinv entando en todo m om ento, con cada decisión, con cada con ducta estam os hacién dole frente al m undo (y en este sentido estam os también reinventándonos el mun do) con un yo que estam os sien do en ese m om ento. La nada 13 14. Ibid., p. 73 – 74. Ibid., p . 599 ..

(14) 14 no perm ite que seamos a título de ser-en- sí, con una esencia. “El hom bre está siem pre separ ado de su esencia por una nada, y, precisam ente porque todo cuanto puede designarse en el hombr e por la fórmula : eso es, por ese mismo hecho ya ha sido.”15 Nuestra esencia, si es, ya h a sido, y si es un yo f ut uro hacía el cual en camino todas mis decisiones, no ha sido todavía. El hecho de que el p ara- sí intro duzca la nada en el mundo no le permite ser algo estático. La identidad del par a-sí es, un a vez m ás, en movimiento y en construcción, nunca es p lenamente.. Nuestro actuar en el m un do es constructor de m un do y de mí, nuestra identidad no solamente nos rem ite a la dif erencia, tam bién ap unta hacía alguna idea de la movilidad; esta se m ueve en situaciones concretas, las cuales interpreta un ser hum ano que parte de su p asado para proyectar se a f uturo enm arcado en el contexto específico en el que se encuentra. Por todo esto nos damos cuenta que som os relacionándono s. No hay m ónadas que flotan en el m un do esperando a ser cono cidas, hay una situación, hay con ductas fr ente a esta sit uación y por tanto hay mun do a partir de sí mismo, que a su vez es con struido partien do de ese m ism o m un do en el que se encuentra; no es prim ero el mun do y desp ués el para-sí o vicever sa, ambos son simultáneos y co-depen dientes. “Así, en lo que llamarem os el m undo de lo inm ediato, que se entrega a n uestra conciencia irreflexiva, no nos aparecemos primero p ara ser arrojado s después a tales o cuales empresas; sino que nuestro ser está inmediatamente “en situación”, es decir que surge en m edio de esas em presas y se cono ce prim eramente en tanto que en ellas se refleja. ”16 Y estas empresas son n uestros proyectos de ser, son nuestra acciones en el mun do con miras a un fin específico. La identidad del ser humano se construye no se descubre. Con lo anterior po dem os volver a la an gustia como la herr am ienta por m edio de la cual el ser h umano se p uede poner ante sí mismo y darse cuenta de su proyecto de ser, en el cual se enmarcan sus relacion es con todo lo otro. “En la an gustia, me capto a la vez com o totalmente libre y com o incap az de no hacer que el sentido del mun do provenga de m i.”17 Yo soy quien entien de todo lo que me rodea enm arcado en un proyecto de ser, pero a esta idea volverem os más adelante, por el m om ento esta bien 15. Ibid., p. 81. Ibid., p. 86. 17 Ibid., p. 87. 16.

(15) 15 que no s percatemos de la primera form a de identificar se uno m ism o y al mismo tiem po de identificar al m undo en el que estamos. Nuestra identidad es pr imeramente diferencia y es gracias a la nada que po demos saber todo lo otro que no som os.. Lo que nos queda ahora es un ser que p uede enten der el m un do en el que está, las preguntas que tenemos que responder ahora son: ¿Cómo es este ser que hem os descubierto en medio del m un do y cómo son lo s demás seres que están con él, y de estos seres que viven en el mun do a su lado, cuáles lo ay udan a identificar se como ser hum ano (lo s ser es- en-sí), y cuales como individuo dentro de la totalidad del género hum ano (lo s seres-para- sí) ?. 1.3 El ser-para- sí: creador de la nada, libre y existente.. Hasta el momento, en n uestro estudio de la identidad, hemos visto que lo pr imero que se da en el ser-par a-sí es la conciencia de estar en un m un do lleno de ser es que no son esa conciencia, que están fuera de ella y que coexisten con ella; primero m e doy cuenta que todo s los otros seres que conforman la totalidad en la que habito, el mundo, no son yo, son otros seres, son otros que viv en conm igo. Este “conmigo” es el que nos tiene que ocup ar ahora que hemos hecho un corto recorrido por todo lo otro partiendo de la nada que, segregada desde el m ism o ser-para- sí, posibilita esta diferenciación. Sartre se r efier e a este conmigo como la presencia del ser-para- sí a sí.. Sé que no soy todo lo otro con lo que vivo y me relaciono en todo momento, soy concien cia de esto. Pero al mismo tiem po no me puedo refer ir a lo que soy com o algo estático; el ser-en- sí es lo que es, es a manera de ser p leno, m ientras que el ser-para-sí es algo entre lo que está dejan do de ser y lo que será, pero no podemos decir que es ninguna de las dos cabalmente, pues la un a remitiría a la otra en busca de sustento. El ser-par a-sí, esta conciencia de sí m ism a y de todo lo otro es esos do s momentos. “Pero desde que se quier e captar ese ser, se desliza por entre los dedo s y nos econctram os ante un esbo zo de dualidad, ante un juego de reflejo s, p ues la con cien cia es reflejo, pero justam ente, en tanto que reflejo, ella es reflejante; y, si intentamos captarla como.

(16) 16 reflejante, se desvanece y recaem os en el reflejo.” 18 El ser-par a-sí se entien de a sí mism o com o otro frente al cual está puesto y que tam bién es; está constantemente frente a sí m ism o, es presen cia a sí.. Con esta afirmación Sartre nos da la primera indicación acer ca del para- sí: el ser-p arasí es el sí. “El sí representa, pues, un a distancia ideal en la inmanencia del sujeto con relación a él m ism o; una manera de no ser su prop ia coincidencia, de h urtar se a la identidad al mismo tiempo que la pone como unidad; en suma, una manera de ser en equilibr io perpet uamente inestable entre la identidad com o cohesión absoluta sin traza de diversidad, y la unidad com o síntesis de una multiplicidad. Es lo que llamamos la presencia a sí.” 19 El sí es la maner a en la que podrem os unir la dualidad del ser-para-sí en un so lo m om ento, el cual siempre hace ref erencia a la movilidad de la identidad de este ser que se dif erencia del resto de seres que con él conviven gracias a que introduce la negatividad en el m un do, la cual, al mismo tiem po, lo divide entre lo que era, que ya no es, y lo que será, que todav ía no es. Es una eterna presen cia a sí mismo dividido entre lo que f ue y lo que quier e ser.. Con respecto a esta afirmación po dem os volver a la nada para intro ducirle un a nueva def inición que nos ayudará a identificar el ser-par a-sí. La nada es lo que em ana el serpara-sí; es la f isur a por la cual se escapa el ser pleno del para-sí, es lo que lo diferencia del ser- en-sí. En este sentido, la nada no es, es sida; el para- sí debe ser su propia nada. De esta m aner a, se entien de la ex istencia como aquello que tiene que ser llevado a cabo porque nos queda imposible ser plenamente. Existir es ser dejando de ser. “Así, la nada es ese agujero de ser, esa caída del en-sí hacia el si por la cual se constituye el par a-sí.”20 Pero pese a que la prim era def inición del ser-p ara- sí que nos da Sartre nos remite a un agujero entre dos seres que no se pueden ser, y a que ninguno de los do s puede ser plenamente, el para-sí es igualmente “En tanto que hay en él algo de que él no es fundamento: su presen cia al m un do.” 21 Sartre nos deja claro que si existe algún ser que sea f un dam ento de sí mismo, este ser ser ía plenamente, ser ía todo lo que quiere 18. Ibid., Ibid., 20 Ibid., 21 Ibid., 19. p. 132. p. 133. p. 136. p. 137..

(17) 17 ser. El para- sí es entonces el sí que se escapa de ser-en-sí gracias a la nada que él mism o introduce en el m un do, par a de esta m anera pasar a ser ser-para- sí. Con lo que acabamos de decir po demos citar a Sartre para dar la primera def inición del p ara- sí, en la cual se irán superponien do las dem ás def iniciones que encontremos para finalmente tener un a noción m ás clara de qué es el ser-para- sí. Esta es: “[…] el para-sí es el en- sí que se p ierde como en-sí p ara f undarse como concien cia. ” 22. Pero el para-sí no se escapa del todo de este ser que está dejan do atrás en todo mom ento. Sartre llama a lo fijo que podemos encontrar en el ser-para- sí la facticidad del para sí. El par a-sí es entonces, adem ás de presen cia a sí, a ese paso infinito que está dan do entre lo que f ue y lo que ser á a título de conciencia fun dada gracias a la nada que segr ega para dif erenciarse del resto de ser es con los que se encuentra, también un a retención y una m em oria de todo aquello que ya fue. “Esta contingencia perpetuamente evanecente del en- sí, que inf esta al para-sí y lo liga al ser-en-sí sin dejar se captar nunca, es lo que llamarem os la facticidad del para- sí. ”23 Se le llam a a esta facticidad contingencia porque pese a que ésta exista o no, esta, su existencia, es también contin gente y aun que acompaña al para-sí en todo m om ento, no podem os hablar de esta f acticidad como algo que podría f undar al par a-sí, sim plemente es algo que lo condiciona, que él ha sido y que está libre de reinterpretar en todos los distintos mom entos de su vida.. Finalmente, para no ahondar mucho en el problem a del p ara-sí, el cual dar ía tema para una tesis com pletamente distinta por sí sólo, po demos tom ar una cita de Sartre para resumir lo que es el para- sí y lo que podemos extraer de este r esum en que hem os venido haciendo en este m ismo en sayo. “El para-sí es n ecesario en tanto que se fun da a sí-mismo. Y por eso es el objeto ref lexo de una intuición apodíctica: no p uedo dudar de que soy. Pero, en tanto que este para-sí, tal cual es, po dría no ser, tiene toda la contingencia del hecho. Así como mi libertad nihilizador a se capta a sí misma por la angustia, el par a-sí es conciente de su facticidad: tiene el sentim iento de su gratuidad total, se capta como siendo ahí para nada, com o estan do de m ás.” 24. 22. Ibid., p. 139. Ibid., p. 141. 24 Ibid., p. 142. 23.

(18) 18 Para terminar este capít ulo harem os un br eve r ecuento de lo que hem os extraido de Sartre hasta el mom ento, lo cual nos ha p erm itido enten der las no ciones básicas que estaremos utilizando para sum ergirnos de lleno en el problema de la identidad en las relaciones con el otro y en el ser y hacer, capítulos con los que pretendem os mostrar que la idea de identidad que se p uede extraer del Ser y la Nada es siem pre una de movimiento, una noción de identidad que no p uede ser estática y está siem pre en construcción, tanto por el mismo ser-par a-sí como por lo s otros seres-para- sí que conviven con él.. Tenemos claro, de momento, que el ser que tiene identidad en construcción es el serpara-sí, el cual se difer encia del ser- en-sí, que es p lenamente, porque intro duce la nada en el m un do en el que vivie y al hacer esto, se imposibilita de ser pleno. El serpara-sí p uede hablar de identidad por que al introducir la nada entre él y to do lo otro con lo que vive se h ace conciente de su posición en el m un do y de todo lo que él no es, por don de empieza a pr eguntarse ¿qué soy? Al ser el ser-par a-sí el ún ico ser que puede introducir la nada en el m undo es ontoló gicamente libre, es un ser que está condenado a ser libre y que ex iste, tenien do en cuenta que la ex istencia precede a la esen cia. Es un ser que se relaciona con el mundo en el que se encuentra inmerso por medio. de conductas. que. puede esco ger. tan. libremente. como. lo. hace. contingentemente, y es esta contin ua creación de mundo y de sentido par a su propia vida lo que hace que el ser-para- sí sea una presencia a sí mismo, que nos refiramos a él como el sí, porque su existencia consiste en su contin uo e imparable movimiento, y en este movimiento siempre está dejando de ser para proyectar se a un querer ser, el cual en el m om ento en el que se alcanza es ya vivido, es ya sido y se v uelve pasado, pasa a h acer parte de la facticidad del para- sí. Este es el ser que tiene identidad para Sartre, y como veremos en los capít ulo s que siguen, este es el ser que, gr acias a que se relaciona con el m un do en el que vive, construye su identidad partien do de su conocim iento de todo s lo s demás seres-para- sí que habitan con él y de su proyecto últim o de ser, que son los temas a los que ahora nos dedicaremos..

(19) 19 Capítulo 2 Mi ser-para-otro, construcción de identidad partiendo de mis posibles para los otros 2.1 Del p ara- sí al para-otro. Ya hem os, en el cap ítulo anterior, dado una descripción del ser humano, el cual hem os llegado a llamar ser-p ara- sí. Sabemos que la primera form a de identidad de este par a-sí es n egativa, en tanto a que, al introducir la nada en el m un do él mismo se sabe diferente del resto del m un do en el cual se encuentra inmerso. Su identidad com ienza por separarse de todo lo otro que él no es para tenerse como conciencia de esa presencia al m undo. Hem os visto que este para- sí está con denado a ser libr e, y esta con dena a la libertad le p erm ite saberse como existente en el mun do por que es conciente de lo que fue, de lo que es y de lo que p uede llegar a ser; este para-sí está en constante cambio, en con stante construcción que se realiza entre él y el mundo del que es conciente, en tanto a que siempre está cam biando, el para-sí “es lo que no es y no es lo que es”. Con esto podemos ver que mientras que el pasado del ser-para- sí es su facticidad en tanto a que no se puede cam biar, si acaso se po dría simplemente reinterpretar, y su futuro es a lo que se proyecta en todo momento y por lo que el mun do se le presenta de tal o cual m anera (tema que será tratado más adelante en el tercer capítulo), su pr esente es totalm ente efímero. Ahora bien, ya que el ser-para- sí n unca es plen am ente y su presente es como un instante (a título de idea más que de m omento, pues com o m om ento es dif ícil de concebir su existencia por que no tendría tiempo en la realidad, el in stante no sería nada y no es nada, es la idea del instante la que nos interesa), el para-sí es, como ya vimos, presencia a sí, él es el sí que se v e a sí m ism o com o otro. El para-sí se sabe com o un sinnúmero de otros que ya fue y ha dejado de ser, lo s cuales no le dicen quién es él cabalm ente. Este deseo incum plido que tien e siempre el para- sí de saber quién es él cabalm ente lo llevar a a buscar otro que le diga quién es v erdader a y plenamente él. Por esta razón el para-sí busca al otro, para que le diga aquello que él, por su cuenta, nunca podría saber. Obv iam ente el pro blema del otro en Sartre es mucho más com plicado, y llegaría a afirm ar que el otro es la verdadera razón por la cual po dem os hablar de un par a-sí en el m un do; con capítulos como “la mirada” y “el.

(20) 20 cuerpo”, verem os cómo es que el otro es, a m i juicio, el que hace surgir al para-sí en medio del m un do en situación, porque le pone límites a su libertad y lo h ace ser de una manera específica y casi como un en- sí.. Pero antes de retomar El ser y la nada, quisiera dar una pequeña introducción al sur gimiento del otro com o parte importante de la identidad del ser hum ano en la filosofía occidental, y una idea general e introductoria de lo que Sartre entien de por otro. Para el prim ero de estos pequeño s o bjetivo s estudiar emos un artículo del profesor Ignacio Abello que encontram os en el libro Cultura: teo ría s y g estión, y p ara el segun do, un artículo de Cam ilo García publicado en la revista Al margen, titulado La temporalidad, el Otro, la elección. El artículo de I gnacio Abello, que llev a por título Identidad y diferencia, se dedica a estudiar el uso de estas dos palabras en la filosofía, so bre todo, el uso de estos dos conceptos a la hora de pen sar en la identidad cultural de un pueblo o de una nación. Para em pezar, tenemos que tener en cuenta que la identidad y la difer encia se tratan en m uchos casos como términos excluyentes. Podem os pen sar, si se quiere, en la idea de identidad que tenía Aristóteles, la cual se form ulaba de la siguiente manera: A=A. Con esta noción de identidad se entendería la identidad como un tipo de igualdad, com o algo que sur ge de lo idéntico ; claro está, con una def inición de identidad como la que acabamos de m ostrar, la difer encia term ina siendo algo que no permite la identidad, un concepto que se le opon e a esta misma. “Estos do s con ceptos, identidad y diferen cia, siempre han estado juntos, p ero gen eralmente con el ánim o de excluir se. Es decir, quienes plantean la identidad, gener alm ente excluyen la dif erencia y excluyen a los no idéntico s, a los que no son com o ellos.” 25 Según el profesor Abello, esta noción de identidad predominó en Occidente hasta ya entrada la m odernidad. Si miramos el artículo de este mismo libro del prof esor Ser gio De Zubiría, Reiterada pregun ta, verem os que filó sofos posteriores a Aristóteles también se basaron en esta idea de identidad para form ular sus ideas. Por ejem plo Leibniz, quien basaba su idea de identidad en el individuo, que de cierta form a, tenía que ser igual a sí m ism o para poder h ablar de lo que él en verdad es. Es m ás, Leibniz 25. ABELLO, Ignacio. Id entidad y di ferencia. En : ABELLO, Ign acio, DE ZU BIRÍA, Sergio y SÁN CHE Z, Silvio. Cultura: teorías y gestión. San Juan de Pasto, 2000. P. 106 ..

(21) 21 incluso llega a afirmar que la identidad de una per sona no solo tiene que v er con nociones sincrónicas, sino también con tiempos distintos al ahora, o sea que la identidad no so lam ente sería ser igual a sí m ism o ( A=A), sino igual a sí mismo en cualquier m om ento de su vida. “La identidad in dividual, entonces, incluye una infinidad de predicado s de todo tipo. Es tan com pleta que involucr a no sólo los predicados sincrón icos sino “pretéritos, presentes y f uturo s”. ” 26. Volvien do al artículo del prof esor Abello, veremos que el concepto de dif erencia com o algo com plem entario a la idea de identidad y no como su contrario no surge en el panorama de la identidad sino hasta los in icio s de la m odernidad con Hegel. En palabras del profesor Abello, la diferencia no era tenida en cuenta cuando se estaba pensando en la identidad de algo sino hasta “[…], cuan do Hegel mostró que no es posible hablar de la identidad de algo sin sim ultáneamente in cluir la diferencia de ese algo con otro algo.” 27. Una vez Hegel le dio un giro a la noción que se tenía de la diferencia en cuanto a la identidad, la filo sofía se ha dado cuenta que la ex istencia del otro, o de todo lo otro es sum amente importante para poder hablar de identidad. Al poner a jugar a la identidad entre la difer encia, Hegel logra generar una n ueva noción de identidad, la cual es el resultado de una m ultiplicidad de relaciones; en este sentido, es por la diferencia de algo con todo lo demás que lo rodea que podemos decir que ese algo es algo en medio de otros algos. Sartre hace refer encia a este aporte de la filo sofía hegeliana en las siguientes palabras: “La intuición gen ial de Hegel está en hacerme depender del otro en m i ser. Yo soy – dice- un ser p ara sí que no es par a sí sino por m edio del otro. Así, pues, el otro me penetra en mi propio meollo.” 28 Si volv emos unos pasos atrás en n uestro análisis, verem os que la noción que hem os explicado y exp uesto de lo que es el para-sí para Sartre tiene en cuenta todo s estos problem as y los incluye dentro de sus definiciones. Lo im portante de Sartre es que irá aún más lejo s y nos presentará al otro como aquel que me hace ser, como el que me perm ite venir al mundo y entenderme como parte activa de éste. Sartre le confier e al 26. DE ZUBIRÍA, Sergio. Reiterada pregunta. En : ABELLO , Ign acio , DE ZU BIRÍA, Sergio y SÁN CHE Z, Silvio. Cultura: teorías y gestión. San Juan de Pasto, 2000. P. 106 . 27 ABELLO. Op. Cit., p . 106 28 SA RTRE. Op, Cit., p. 334..

(22) 22 otro toda la importancia de hacerm e ser, p ara él sin el otro no soy nada por que por en relación con el otro es que me puedo entender en situación ; por el m om ento lo importante es lo que queríam os señalar, a saber, que la noción del otro, de la diferencia que hay entre el par a-sí y lo s otros es un elem ento necesario y com plem entario a la hora de hablar de identidad. Com o lo in dicamos en el título de este sub-capít ulo, lo que quer emos m ostrar es cómo Sartre da el paso del para- sí al par a-otro. Ya h em os m ostrado cómo sur ge la noción de “otro”, no sólo en la filosofía de Sartre, sino en las form as de pensar que se dieron en la m odernidad occidental. Tenien do esto en cuenta, lo que nos proponemos hacer ahora es dar un a noción gener al de lo que es el otro para Sartre, para de esta manera poder adentrarnos de lleno en el an álisis del capítulo de El ser y la nada, que se dedica a este tema. Para esto, com o ya lo anunciamos, nos rem itiremos al artículo de Cam ilo García titulado La tem poralidad, el Otro, la elección, el que encontramos en la revista Al margen.. En una frase br eve, García introduce al lector en el p apel que Sartre le confier e al otro en su constante relacionar se con nosotros: “Para Sartre, la aparición del Otro le ofrece al hombr e la posibilidad de en contrar en la conciencia ajena lo que no encuentra en la propia: la r ealidad con la que pueda plenam ente co incidir, la realidad que le proporcione el f un dam ento que le hace falta a su propia e in dividual existencia.”29 Pese a que esta es la razón, si se quier e, de que el otro surja par a el para- sí, en Sartre las relaciones concretas con el otro siempre serán un fracaso, ya que aunque busco al otro para que m e diga lo que en verdad soy, él n unca po drá decirm e lo que yo quiero oír únicamente, nun ca lograré poseer al otro libremente para que m e diga lo que soy (com o en el caso del am or).. El otro es p ara Sartre el que limita mi libertad y me perm ite entenderm e en sit uación; com o lo busco p ara que me diga y me de algo de mi ser estático, el otro apar ece como alguien que sabe de m i, como alguien que m e h ace objeto por medio de su mirada, com o aquel ser que es com o yo pero sabe de mi todo lo que yo no sé, y que soy para él algo que no depende casi en lo absoluto de mí. Sartre se dedicará a tratar el tema de GARCÍA, Camilo. L a t empo ralidad, el Otro , la elección . En : Al Marg en. No . 15 – 16 (s ept & dic 2005); p. 224.. 29.

(23) 23 la im posibilidad que tiene el p ara- sí para cam biar lo que el otro pien sa de él en la o bra de teatro, A puerta cerrada. Esta obr a, que analizar em os con más cuidado algunas páginas más adelante, nos muestra cómo estamos en las manos de los dem ás y cómo ello s nos hacen ser de tal o cual m anera y no hay n ada que po damos hacer al respecto. Con resp ecto a la mirada que m encionábam os antes, García dice: “De ahí que la mirada de otro hom bre sea en realidad un acto por el que el hombr e se ve despojado de su ser, por el que se le quita la po sibilidad de ser lo que es m ediante el acto de ser conciente de eso que es en cada caso o situación.”30 La mirada del otro nos objetiva de tal m anera que no nos permite ser solamente la conciencia de ser presencia a nosotros mismos, la m irada del otro nos fuer za a ser de tal o cual manera específica. Sartre considera, por ejem plo, que aunque somos presencia a nosotros m ismos, hay ciertas conductas que nos dem uestran nuestra presen cia ante otros y cómo estos otros nos hacen ser, uno de estos caso s es la ver güenza. “Y el prójimo31 es el mediador indispensable entre mí y m í m ismo: tengo ver güenza de mí tal y com o me apar ezco al prójimo.”32. Con lo anterior hem os introducido al otro en nuestro m undo y hem os dejado clar a la importancia que tiene este para nosotros en el pensamiento sartreano, p ues aun que lo busquem os par a un proyecto que se sabe f allido, sin él no po dr íamos enten dernos com o parte del género hum ano, o en otras palabras, el otro es el que nos hace ser, él es el que nos da nuestra identidad y es en él en donde la encontrarem os. Tenem os que tener en cuenta, por últim o y antes de pro seguir con n uestro examen del texto de Sartre, que lo que Sartre busca en este capít ulo no es una prueba irref utable p ara la existencia del otro par a no sotros; Sartre busca por qué se está siempre seguro de la existencia del otro. “Una teoría de la existencia ajena, debe, p ues, sim plemente, interrogarm e en m i ser, esclar ecer y precisar, el sentido de esa afirm ación y, so bre todo, lejos de inv entar una pr ueba, explicitar el f un dam ento m ism o de esa certidum bre.”33 En este sentido, entonces, no s adentram os en el an álisis sartreano de “la m irada”, no en busca de un sustento in dubitable que sostenga la existencia del otro 30. SA RTRE. Op. Cit., p. 224 En la tradu cción de El ser y la nada qu e estamos usando se utiliza la palab ra PRÓJIMO para referirse al OTRO, nosotros nos limitaremos a utilizar la p alabra OTRO a no s er de qu e estemos citando ya que consideramos qu e el otro es cualquiera y el próji mo tiene cierta carga de hermandad . 32 SA RTRE. Op. Cit., p. 314. 33 Ibid., p . 352 . 31.

(24) 24 ante nosotros, sino en busca de la naturaleza de la relación que sin duda alguna sostenem os en nuestro vivir con el otro, la cual, como iremos viendo, nos pone en situación y nos deja entenderno s com o parte de un m un do que com partimos y que en nuestra relación con él es en donde encontramos parte importante de aquello que nos hace ser, que no s da nuestra identidad. 2.2 “La Mirada” o mi ser-o bjeto-para-otro.. Al ser el par a-sí presencia a sí, nunca puede ser plenam ente. Lo que el ser-para- sí es se escapa de sus m anos por entre sus dedos en el imparable transcurrir del tiem po, siem pre está f uera de alcance y en otra parte. Sé esto porque el par a-sí cuenta en su ser con estr uctur as ref lexiv as, las cuales posibilitan el hecho mismo de ser-par a-sí (la concien cia de no ser todo lo que la nada que segr ego ha sep arado de mí, por ejemplo). Pero tam bién encontramos en el ser-para- sí estructuras que no remiten a un sí mismo, remiten a un para-otro, com o es el caso de la ver güenza. Com o vemos que aparecemos ante el otro como un objeto en el m un do, a través de él p uedo formular juicio s acer ca de m í mism o, de igual form a que yo form ulo juicios de él que lo objetivan. Esta o bjetividad en la que el otro ap arece ante mí es entonces por lo menos una de las form as de ser que tiene él ante mí. En este sub-capít ulo nos dedicaremos a estudiar la presencia o bjetivadora del otro ante m í, la cual se manif iesta en la m irada.. Sartre va a partir del hecho de que no hay dualidad posible en el otro, de igual manera com o se propuso estudiar el p ara- sí sin afirm ar la separación m ente-cuerpo antes de empezar. Lo que v eo del otro es lo que el otro es, y es de manera plena, p ues es un objeto ante mí; el otro es lo que es-par a-m í, sin importar lo que él considere que es o lo que su familia p ien se de él. Pero esta forma del otro de ap arecer ante m í como objeto no remite a la conciencia de captar un en- sí en el mundo, sino, en palabras de Sartre, a una “presencia en p ersona”. Esto para Sartre va a ser determinante en su form a de estudiar al otro, ya que su presencia ante no sotros nos lo va a presentar com o un para-sí, el cual no conocem os como tal sim plem ente porque esta ahí en frente de n uestros ojos en el m un do. La form a en la que captam os al otro para Sartre remite automáticam ente a una r elación de ser que tenemos con él..

(25) 25 La presencia del otro ante mí no es como la que tienen los seres-en-sí ante m í, pues com o ya vimos, estos me dicen algo de lo que soy al dejarm e claro que no soy ellos. Yo estoy separado del mun do por una nada que segr ego, la cual m e devuelve lo que yo soy com o ese punto desde el cual se está segregando esa nada. En el prim er capítulo vim os cóm o es que la estr uctura del para- sí h ace que éste tenga una identidad negativa con respecto al m undo en el que se encuentra, pues antes que nada, el para-sí se sabe com o esta conciencia que no es eso s o bjetos de los que es con ciente. La presencia del otro me determina de una form a específica, me hace ser de tal o cual form a, o, com o veremos más adelante, me hace ser uno de mis posibles específicam ente; la relación que sostenemos con el otro, entonces, no se puede resumir sim plemente en el no soy otro, no se p uede so stener sim plemente por esa nada que segregam os. El otro objeto me tiene que remitir a un “o bjeto-hombre” que introduce elementos determ inantes en mi mun do, los cuales me h acen ser de tal o cual manera.. Sartre so stiene que el otro se nos pr esenta de esa manera, distinto al resto de los objetos, porque introduce en m i univ erso una especialidad entre él y las co sas que no provienen de m í, de la nada que segrego. “Así, la ap arición, entre los objetos de mi univ erso, de un elemento de desintegración de ese univ erso, es lo que llamo la aparición de un hombr e en mi universo. ” 34 Mejor dicho, el otro, en su apar ición ante mí m e ha rapado el m undo de las manos y m e lo presenta com o m undo compartido, com o m undo en el que tam bién viven otros com o yo. Esto es sumamente importante en la búsqueda de identidad del para- sí, ya que ese m undo que nos dio la prim era def inición de identidad que tenemos es com partido; n uestra identidad no depen de únicamente de nosotros y de n uestras relaciones unilaterales con el mundo en el que nos encontramos, el m undo tal cual es para nosotros está también y al mismo tiem po en las m anos de todos los otros para-sies, es el m un do de todos el que nos da nuestra prim era forma de identidad, n uestra identidad negativa.. Para aclarar el tema que hemos venido discutiendo en este capítulo podemos recurr ir a un autor que también escribió so bre Sartre, el cual señala lo que puede llegar a proponer la filo sofía sartreana. Al m ostrar lo que puede llegar a ser la filosofía de. 34. Ibid., p . 357 ..

(26) 26 Sartre, no sólo podemos aclarar lo que hemos ven ido exponiendo, al mismo tiempo se puede ver cómo es que la línea ar gum entativa de Sartre nos va llevando de la mano a la concepción de la identidad que estamos defen dien do en este trabajo, que la identidad del p ara- sí está en constante con strucción entre él mismo y to do lo otro. En el libro de Jorge Martínez Contreras acer ca de la f ilo sofía de Sartre, titulado Sartre, la filosofía del hombre, Martínez h ace una análisis gener al de la filosofía de Sartre; principalmente, de lo que se ar gumenta en El ser y la nada. En su libro, Martínez se percata del alcance que p uede llegar a tener la f ilo sofía sartreana si es tom ada realm ente en ser io. Ref iriéndo se a la mirada, la interpretación de Martínez va de la mano con la nuestra y, aun que el tema de su est udio no sea la identidad en El ser y la nada, la im portancia que le da Sartre a la existencia del otro como presencia innegable ante el p ara- sí es evidente. Martínez señala, ref irién do se a la mirada, lo siguiente: “Así aparece una de las ideas m ás importantes de la filosofía de Sartre: “los otros son, en el fondo, lo que de más im portante hay en nosotros mismos” pues el individuo no p uede pen sar se como tal más que en presencia de otro; la vida no tiene sentido h um ano más que en sociedad. ” 35. Esta última afirmación de Martínez es de especial im portancia par a la tesis que estamos defendien do en este escr ito, ya que el otro es, para n uestra interpretación, parte supremam ente importante en la construcción de identidad del para- sí. La identidad del ser-par a-sí, del ser h umano, está en los otros, está en el ser-en-el-mun do del ser-para- sí. De momento no nos detendrem os en lo que quiere decir ser-en- elmundo, por ahora lo que nos interesa ver es que la m irada del otro nos da a enten der que el m un do en el que no s en contram os no es ún icamente def inido por un para-sí, el mundo es del género h umano y solo en él podem os hablar de seres hum ano s, sólo en este mun do compartido podem os definir al para- sí, so lo en este m un do com partido encontrarem os la identidad del ser humano. Entonces, lo que suscita el examen de la mirada en El ser y la nada es averiguar por la presencia del otro ante mí, y en este mom ento vemos con mayor claridad cóm o es que la m irada es lo que no s perm ite entender como es que el otro es pr esencia ante mí, el ser mirado por un ser-par a-sí que es a su v ez mirado por lo s otros nos da el mun do y, como lo enf atiza Martínez, la. 35. MARTÍNE Z CONTRERAS, Jorg e. Sartre, la filoso fí a d el ho mbre. Bogotá: Siglo v eintiuno de Colo mbia, Ltda., 1980 . p. 78 ..

(27) 27 importancia de la sociedad humana par a el ser h umano, para poder hablar de la identidad del ser humano.. Ya en este mom ento, la presencia del otro nos empieza a m ostrar todas las formas en las que ésta nos puede definir y cómo es que ésta m ism a es dif erente de la presencia ante nosotros del resto de los objetos del m un do. El otro se aparece ante nosotros com o objeto porque está en el mundo, y su relación con el m un do tam bién lo def ine de igual manera como nos define a nosotros; el otro es un o bjeto que se deja def inir por el m un do en el que se encuentra y gracias a esto nuestra relación con él es tal que “[…] si el prójimo-objeto se define en conex ión con el m un do com o el objeto que ve lo que yo veo, m i conexión fun dam ental con el prójim o-sujeto ha de po der reducirse a mi posibilidad perm anente de ser v isto por el pró jimo.”36. Entonces, partiendo de la fórmula “me veo porque se m e ve”, podemos llegar a darno s cuenta cómo es que estamos en las m anos de los otros. La m irada del otro me aleja de mí mismo y m e da el carácter de espectador, en el cual p uedo v erm e pero com o un yo que no soy siéndo lo por que este n unca está en mis m anos, este yo que soy no sién dolo (el par a-sí es lo que no es y no es lo que es) está total y absolutamente en las m ano s de lo s otros y no hay nada que yo p ueda hacer al respecto. De momento podemos decir que nuestra identidad está entones en las manos de los otros y del mundo que com partim os con ello s. Yo soy el que lo s otros constr uyen p artiendo de mis posibles a m anera de no ser lo. En el tercer capítulo de esta m onografía resumiremos la forma en la que la identidad del ser-par a-sí depen de en gran dísima medida del m un do y de lo s otros que com parten este m un do con él para mostrar cómo es que, pese a todo esto, la identidad al final es respon sabilidad del ser-para-sí individual por su proy ecto último de ser, por el momento entendamos las diversas y determinantes form as en las que el m undo en el que se encuentra el p ara- sí lo hacen ser de un a m anera específica.. Este yo que está en las m anos del otro es igual a mí por que soy yo pero total y absolutamente fuera de m i alcan ce y de mi control. “Y, empero, yo lo soy, no lo rechazo com o una imagen extraña, sino que me es presente como un yo que soy sin. 36. SA RTRE. Op. Cit., p. 359..

(28) 28 conocerlo, p ues lo descubro en la ver güen za ( y en otros caso s, en el or gullo). [ …] No puedo tener vergüenza sino de mi libertad en tanto que ésta me escapa p ara convertirse en o bjeto dado. Así, originariamente, el nexo de mi conciencia irr eflex iva con mi ego-m irado es un nexo no de conocer sino de ser. Soy, allende todo conocim iento que p ueda tener, ese yo que otro conoce. [ …] Así, soy mi ego para el otro en medio de un mun do que se derram a hacia el otro.”37 Y pese a todo, esta creación de mí mismo que se da ante m is o jos y ante la cual no ten go control ni decisión alguna, que soy yo a m anera de no serlo, se r elaciona conm igo, como acabamos de citar a Sartre, esa relación es una relación de ser y n unca p uedo dudar que lo soy, tanto y de igual manera como soy presencia a mí.. Otro punto sum am ente im portante de este yo que el otro m e hace ser tal y como él quiere, es que no se puede asumir com o una imagen de mí. Yo soy él tanto como soy yo m ism o. Ese yo que está en las manos de los otros es com o el lím ite de m i libertad. “Sin em bar go, se trata efectivamente de m i ser y no de mi imagen de m i ser. Se trata de m i ser tal cual se escribe en y por la libertad ajena. To do ocurre com o si yo tuv iese una dim ensión de ser de la cual estuvier a sep arado por una nada r adical; y esta nada es la libertad ajena; el prójimo tiene- de-hacer- ser mi ser-para-él en tanto que él tienede- ser su ser; así cada un a de m is libres conductas m e comprom ete en un nuevo medio, don de la materia m isma de mi ser es la im previsible libertad del otro.”38. Ahora bien, toda esta presencia ante el otro que nos presenta Sartre por m edio de su estudio de la m irada, ¿qué nos dice de la identidad de este para- sí que tenemos como una conciencia de estar en un mun do que no es él? Ya la identidad del para- sí no se puede definir únicamente por medio de un no ser todo lo otro; som os relación con el mundo que tenemos ante n uestros ojo s, el cual, no es solo m undo par a no sotros, es mundo par a las miradas de lo s otros. El mundo no so lo se defin e en relación a mi com o punto de v ista que lo está viendo, el mundo es visto por todos los ser es-p ara- sí y se or dena conforme a ello s de igual m anera com o se m e presenta ordenado h acia mí mism o. El otro m e en caja dentro de su visión de m un do com o objeto-hombre, enm arcado entre su proyecto de ser como un par a-sí que define el m un do acor de a su proyecto de ser, pero de igual forma se hace ser estático en medio de su proyecto. El 37 38. Ibid., p . 365 . Ibid., p . 366 , 367 ..

(29) 29 otro me hace ser objeto-uten silio en m edio del m un do que está ordenado con referencia a él, entonces para saber algo acerca de no sotros tenemos que remitirnos a lo que el otro nos h ace ser. La identidad del p ara- sí está de m om ento, en las manos de los otros. Unas líneas atrás decíamos que el otro es el límite de n uestra libertad. Refirién dolo a la identidad del ser humano podemos decir que el ser h umano es el ser conciente de no ser to do lo otro que lo ro dea, pero el hecho de introducir la nada en el m undo no le presenta el m un do, como lo expusim os en el primer capítulo antes de con siderar la presencia del otro, tal y com o él quiere; el mun do se me presenta como ordenado hacia m í y en torno mío, pero el m un do que se m e presenta no es solo mío, es mun do de todo s los otros. Porque introduzco la nada en el mundo m e descubro com o serpara-sí libr e, pero esta libertad no es abso luta, m i libertad tiene como límite la presencia del otro en tanto que no p uedo ser lo que quiera. Yo soy libr e, pero al mism o tiem po soy en situación en el mun do, y esta sit uación la defin e el otro conm igo en tanto que el m un do es n uestro; soy mis posibles en este mun do que no dep ende de mi, pero el otro me hace ser plenamente alguno de estos posibles que puedo ser libremente. La identidad del para-sí está entonces en las manos de los dem ás. Pero no tenemos que pensar que Sartre es una esp ecie de determ inista todav ía, pues la libertad del hom bre es clara y, además, tenem os que tener en cuenta lo que ya probamos al ver cómo es que el para-sí segr ega la nada desde él m ism o para saber se diferente del m undo en el que se encuentra: el ser-p ara- sí es lo que no es y no es lo que es. En este sentido, el par a-sí nunca puede ser plen am ente y eso que el otro lo hace ser, lo ser á no sién dolo. Tenemos que pensar en lo que nos ha m ostrado nuestro análisis de Sartre hasta el mom ento, y ver que la identidad del ser hum ano se no s está empezan do a presentar com o una identidad que se construy e y que es inf initamente rica en cuanto a sus posibilidades de cambio, p ues no hay esencia que la ate a un punto fijo, ésta se puede mover libremente acor de a las posibilidades de ser del ser-para-sí. El ser-para-sí es punto de vista frente a un m undo compartido, es lo que él quiere ser por medio de proyectos de ser (soy generoso y el m un do se m e presentará acor de a este proyecto com o un m undo en el que soy generoso, como un m undo para ser gen eroso) y al mism o tiem po es todo lo que los otros quieren que sea (Soy celoso p ara Julia, y no.

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