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PROGRAMA No EFESIOS. Cap. 5:3-13. Estas son las cosas que contristan al Espíritu Santo. Al hacer uno estas cosas quiere decir

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PROGRAMA No. 0710

EFESIOS

Cap. 5:3-13

Continuamos hoy estudiando el capítulo 5, de esta epístola del Apóstol Pablo a los Efesios. Pero antes de entrar en este capítulo 5, quisiéramos volver por unos momentos al capítulo 4, porque muy a pesar nuestro tuvimos que dejar este capítulo, donde estábamos estudiando esa maravillosa declaración que dice: no contristéis al Espíritu Santo de Dios con

el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Nosotros somos sellados con el Espíritu

Santo de Dios hasta el día de la redención y el Espíritu Santo mora en los creyentes en el día de hoy, pero Él puede ser contristado porque es una persona, de la misma manera en que usted puede contristar a otra persona. Ahora la Escritura es bastante clara en cuanto a que uno no puede contristar al Espíritu Santo hasta el punto de sacarlo y separarlo de uno. Usted puede contristar al Espíritu Santo, pero usted está sellado para el día de la redención. Esa es una verdad maravillosa, gloriosa, pero debemos notar lo que dice el versículo que sigue a este que estamos comentando, o sea el versículo 31, del capítulo 4, leamos:

31

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. (Efe. 4:31)

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eso que usted no es un hijo de Dios? No, amigo oyente, no creemos que quiere decir eso. Pero creemos que debemos explicar con claridad, que ninguna persona que no pertenezca a la Iglesia va a darse cuenta, va a saber que usted es un hijo de Dios. Y además, el mundo perdido, no va a creer que usted es un hijo de Dios. Lo que lo revela, es, por supuesto, – y esto es para los creyentes, – lo que dice aquí en el versículo 32:

32

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efe. 4:32)

La base para perdonar no es la de “ojo por ojo”, o – debemos perdonar para que seamos perdonados, sino que debemos perdonar porque ya hemos sido perdonados.

Ahora, en nuestro programa anterior, comenzamos a considerar el capítulo 5, de esta epístola a los Efesios, donde notamos que la Iglesia será una esposa – y eso, dijimos, está en el futuro. En anticipación de ese día, en el día de la redención, cuando el Espíritu de Dios presentará a la Iglesia al Señor Jesús y Él mismo, como vamos a ver en este capítulo, presentará la Iglesia a sí mismo “sin mancha, ni arruga de ninguna clase, sino que será santa y sin mancha”. Eso es lo que Él está buscando. Así es que, nosotros estamos viviendo en el día como ya hemos mencionado, en el compromiso matrimonial de la Iglesia. La Iglesia no es aún la esposa de Cristo. Eso vendrá en el futuro. Ese día se menciona por Juan cuando la Iglesia será presentada al Señor como una esposa.

En los primeros 17 versículos de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios, tenemos entonces, este compromiso de la Iglesia. Veremos luego la experiencia de la Iglesia, y entonces la expectación de la Iglesia. El apóstol Pablo continúa aquí con los mandamientos para la conducta cristiana. Ellos tienen una relación directa sobre nosotros porque tenemos que vivir

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esta vida con el conocimiento de que tenemos que ser presentados a Cristo sin mancha o arruga. Tal es este elevado objetivo, el cual es una dinámica que nos da la energía necesaria para una conducta casta aquí en la tierra. En nuestro estudio anterior, al comenzar el capítulo 5, vimos que teníamos que andar en amor. En versículo 2, leamos otra vez, dice:

2

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (Efe. 5:2)

Eso identifica definitivamente el altar de bronce que fue utilizado en primer lugar en el tabernáculo y luego en el templo, como el mismo lugar que nos habla de la cruz de Cristo, donde Él, la ofrenda y sacrificio, fue ofrecido sin mancha o arruga ante Dios por usted y por mí: donde Él padeció una muerte sustitutiva, una muerte vicaria, sobre la cruz. Ahora, en vista de esto, y debido a que tenemos que ser presentados ante Él, todavía se nos dice en los versículos 3 y 4, de este capítulo 5, lo siguiente:

3

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. (Efe. 5: 3-4)

Los pecados que se ha descrito aquí son los pecados que son prevalecientes entre los que no son creyentes. Son los estados comunes en el mundo de la actualidad. Y todos ellos tienen que ver con las formas más bajas de inmoralidad. Lo que Pablo está diciendo aquí es que el hijo de Dios no puede habitualmente tomar parte de estas cosas. Aún la indulgencia más ligera en estos pecados provocará una repulsión y agonía del alma.

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pecado no le molesta en ninguna manera, entonces usted no es un hijo de Dios”. No creemos que existe ninguna otra alternativa. Pero debemos decir, que si hay convicción en su corazón y, como el hijo pródigo, usted quiere levantarse e ir a su padre, entonces usted es un hijo del Padre, porque sólo los hijos quieren ir a la casa del Padre. Nunca hemos oído que un cerdo quisiera ir a la casa del Padre. Por lo tanto, éstos son pecados muy bajos.

Echemos una mirada a lo que aquí se dice por un momento, porque creemos que cuando uno va ante Dios a confesar sus pecados uno no los envuelve todos en un paquete muy hermoso y se los entrega a Dios así al por mayor. Uno se los menciona uno por uno. Si usted tiene una lengua muy activa y anda en chismes todo el tiempo y está hiriendo a la gente de esta manera, entonces tiene que decirle a Cristo que eso es lo que es. Eso es lo que en realidad es de importancia en el presente: que el pueblo de Dios mencione cada uno de sus pecados ante Él.

Nosotros creemos que es de suma importancia, que cuando uno va a Dios a confesarle sus pecados, uno describe a cada uno de ellos, porque eso le ayuda a uno a mantener la comunión con Él. “Si confesemos nuestros pecados,” dice la Escritura. Ahora, estos son los pecados, creemos nosotros, que los creyentes cometen algunas veces y, si es así, entonces deben confesarlos.

Antes de observar lo que aquí se nos dice, tomando esos pecados y observándolos en detalle por un momento, quisiéramos que usted escuche lo que Thenalón escribió hace muchos años; dijo: “Cuéntele a Dios todo lo que está en su corazón, en la misma manera en que uno comparte lo que se encuentra en su corazón, los placeres y los dolores, a un amigo querido. Cuéntele todos sus problemas a Él para que Él lo pueda consolar. Cuéntele todos los gozos que tiene para que Él los pueda serenar. Cuéntele sus anhelos, para que Él los pueda purificar. Cuéntele las cosas que no le agradan para que Él le ayude a conquistarlas. Hable con Él acerca de las

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tentaciones para que Él le pueda proteger de ellas. Muéstrele las heridas de su corazón para que Él las pueda controlar. Descubra su indiferencia a hacer el bien; su gusto depravado por lo malo, su inestabilidad. Cuéntele cómo el amor a sí mismo hace que usted sea injusto con los demás; cómo la vanidad lo tienta a usted a ser insincero; cómo el orgullo lo encubre a usted ante sí mismo y ante los demás. Si usted derrama de esta manera todas sus debilidades, todas sus necesidades, todos sus problemas, no faltará algo que decir. Nunca podrá agotar el tema, y será renovado continuamente. A las personas que nunca tienen secretos uno del otro, nunca les falta tema de qué conversar. No tienen que estar pesando cada una de sus palabras porque no tienen que ocultarse nada. Tampoco buscan algo que decir. Hablan de la abundancia de sus corazones sin ninguna consideración, simplemente dicen lo que piensan. Benditos son aquellos que logran obtener comunicación familiar sin reservas con Dios”. Hasta aquí, lo que escribió Thenalon.

Hemos dedicado tiempo a leer esto, amigo oyente, porque creemos que esa es una de las grandes necesidades que muchos creyentes de la actualidad tienen. Necesitamos ir a Dios y contarle a Él lo que existe realmente en nuestro corazón.

Ahora, alguien quizá diga: “Parece increíble que un creyente pudiera cometer los pecados que aquí se describe”. Bien, amigo oyente, si usted ha tenido la oportunidad de ser Pastor, entonces puede saber lo que la gente hace. Hay muchos que incluso piensan que han cometido un pecado imperdonable, pero no es así. Hay un camino de regreso a Dios.

Notemos entonces ahora, estos pecados: fornicación. Este es un pecado que en el día de hoy no es considerado algo demasiado malo. Es decir, que esta gran inmoralidad del presente es llamada “la nueva moralidad”. Muchos de nosotros fuimos realmente sorprendidos cuando hace algún tiempo en algunas universidades de los Estados Unidos los muchachos y las muchachas

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podían vivir en el mismo dormitorio, pero en diferentes pisos. Y, luego eso cambió y, en el presente, jóvenes y muchachas pueden vivir hasta en la misma habitación. Ahora, algunos pueden decir que en esas ocasiones ellos no cometen ningún acto sexual. Bueno, hablando honradamente amigo oyente, yo no puedo creer eso, quizá sea cínico en este aspecto. Y alguien quizá me diga: “Usted tiene una mente muy sucia”. Y puede que sea así, pero nunca hice eso antes. Si hubiera tratado en alguna ocasión de entrar al dormitorio de las muchachas, cuando no debía haberlo hecho, puede usted estar seguro que no hubiera avanzado muy lejos. Pero la gente en el día de hoy no piensa de la misma manera – y cualquiera que ocupa una posición como la nuestra – bueno, la gente dice que uno no está bien al día, que no está a tono. Pero permítame decirle, amigo oyente, que sí, yo me quedo con la Biblia en el día de hoy, y que la fornicación, no importa quien sea usted o donde esté usted; si usted está viviendo en la fornicación en el presente, amigo oyente, usted no es un hijo de Dios. Ahora, quizá alguien diga: “Un momento, usted dijo que, si nosotros confesamos nuestros pecados, podemos volver a tener comunión como hijos de Dios”. Y eso es correcto, amigo oyente, pero si usted está viviendo en el pecado, creemos que eso demuestra qué clase de persona es usted. La fornicación es el pecado sexual de la hora presente.

También se menciona aquí “toda inmundicia”. Y eso incluye toda clase de inmoralidad y cosas que son anormales. También se menciona la avaricia, y eso es capaz de desear más allá de lo que simplemente es dinero o riqueza material. Quizá usted quiere ser mentalmente superior en relación con alguna otra persona. O puede ser que usted quiera tener un hogar mejor o una posición superior. Aún hay personas que están en la obra cristiana y quieren tener una posición como ser presidentes de algo. Pero eso incluye, por supuesto, las cosas materiales. Alguien ha dicho: “El avaro piensa que el dinero es plano para poder apilarlo. Mientras que el pródigo piensa que es redondo para poder hacerlo andar”. Bueno, la avaricia quiere decir que usted está buscando tener todo lo que puede para su propio beneficio, ya sea para apilarlo, o ya sea para gastarlo, aun cuando no sean cosas materiales, pero tratar de lograr cosas para sí mismo

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como el honor que puede dar este mundo, y tratar de alcanzar más de lo que sea posible.

“Avaricia”. Este es un tremendo pecado que está en nuestra vieja naturaleza. Y Pablo

continúa diciendo: “Ni aún se nombre entre vosotros”. Ahora, ¿qué es lo que quiere decir con esto? Porque yo los acabo de nombrar, y entonces esto debería estar mal. No, amigo oyente, lo que se refiere es a no mencionarlos con consentimiento o aprobación o con deseo; y puedo asegurarle, amigo oyente, que yo no los estoy mencionando con buen consentimiento o aprobación. Y, también, puedo decirle que no los he nombrado con un buen deseo, de eso puede estar seguro.

Ahora, “Inmundicia”. Eso nos habla de la depravación en su más alto grado. Eso nos habla de las cosas bajas, sucias de las cuales uno escucha hablar en el día de hoy. Luego Pablo dice: “ni palabras deshonestas.” Y eso nos habla del deleitarse o el de jactarse acerca del pecado. ¿Ha escuchado usted alguna vez a un hombre o a una mujer hablar jactándose de cuanto han bebido en una fiesta? Se jactan de sus conquistas que han logrado con el sexo opuesto. Los hombres y las mujeres acostumbran hacer eso. Y es a ellos a quienes el apóstol Pablo se refiere cuando dice, el hablar con palabras deshonestas.

Luego, él dice: “ni necedades.” Eso no quiere decir el tener un humor limpio y bueno. Seríamos culpables de eso si las necedades estuviesen incluidas aquí. A lo que se refiere aquí el apóstol es al hablar livianamente de las cosas sensuales y de la inmoralidad. Se refiere a contar cuentos subidos de tono. Ahora, notemos lo que dice al finalizar ese versículo: sino antes bien,

acciones de gracias. Y eso tiene que formar parte de la conversación del creyente. Creemos

que ya hemos contado en este programa acerca de un creyente que cuando acostumbraba jugar golf con los inconversos, podía demostrar que él amaba al Señor. Cuando el inconverso se ponía a maldecir a Dios por la forma en que estaba resultando su juego, este hombre siempre

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decía: “Alabado sea el Señor, bendito sea el Señor”. Entonces, este otro inconverso lo miraba sorprendido, y, finalmente le decía: “Bueno, y ¿Por qué dice eso?” Y este hombre respondía: “¿Por qué toma usted el nombre de Dios en vano?” “Bien, – le contestaba el otro, – es un hábito en mí”. “Bueno, – el creyente contestaba, – esto es también un hábito que yo tengo. Cada vez que escucho a alguien pidiendo a Dios que condene algo, yo le voy a alabar y voy a darle gracias por alguna cosa”. Y le siguió diciendo: “Me gusta balancear un poco las cosas”. Bueno, amigo oyente, eso muchas veces evitaba que la otra persona siguiera maldiciendo. Volviendo ahora a este capítulo 5, de la epístola a los Efesios, leemos en el versículo 5:

5

Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (Efe. 5:5)

Y creemos que se comprende con toda claridad, que la persona que no ha sido regenerada y que practica estos pecados no tiene ninguna parte en el reino de Cristo y en el de Dios. Ahora, si un hombre que profesa ser creyente practica estos pecados, entonces él se clasifica inmediatamente en esa categoría. El vivir en la corrupción de la carne es colocarse a sí mismo más allá de la esfera del hijo de Dios y declarar que uno no conoce al Dios único y verdadero y a Jesucristo, a quién Él ha enviado.

Amigo oyente, si usted practica estos pecados que se menciona aquí, entonces puede estar seguro de una cosa. No importa cuál sea su testimonio los días domingos, y no me interesa tampoco qué posición ocupa usted en la iglesia; usted le está diciendo al mundo perdido en el día de hoy que usted no es un hijo de Dios. Luego, en los versículos 6 y 7, del capítulo 5 de la epístola a los Efesios, leemos:

6

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hijos de desobediencia. 7No seáis, pues, partícipes con ellos. (Efe. 5: 6-7)

Lo que Pablo está diciendo es lo siguiente: Viendo que la ira de Dios será derramada sobre aquellos que no son regenerados a causa de estos pecados, se deduce entonces, que el hijo de Dios no puede participar en ellos sin incurrir en el desagrado y el juicio de Dios. Es decir, que si él realmente es un hijo de Dios, Dios lo va a juzgar. Él juzgó a David, podemos decir de paso. David se sobrepasó solamente una vez y Dios colocó el látigo sobre su espalda y nunca lo quitó. Y Pablo nos dice allá en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 11, versículos 31 y 32, lo siguiente: “Sí, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas

siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” Si usted puede pecar como un hijo de Dios y salirse con la suya, entonces

simplemente usted no es un hijo de Dios. ¿Por qué? Porque Dios tendría entonces que condenarle a usted con el resto del mundo y eso quiere decir que usted no es salvo. Sea que usted es un hijo de Dios o que no lo sea, será juzgado. Y si usted es un hijo de Dios y comete estas cosas, estos pecados, Dios lo va a castigar aquí y ahora mismo. Y si Él no lo hace, amigo oyente, entonces quiere decir, que usted se encuentra en una terrible condición. Y eso quiere decir que usted no es Su hijo porque Él no castiga a los hijos de Satanás para nada. Veamos ahora, los versículos 8 al 10, de este capítulo 5:

8

Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10comprobando lo que es agradable al Señor. (Efe. 5:8-10)

El apóstol Pablo aquí está recordando a los creyentes acerca del estado en que se encontraban antes de su conversión. Ellos no simplemente estaban en las tinieblas, ellos eran tinieblas. Decimos en la actualidad, que el hombre que no ha sido salvo, está en las tinieblas. Amigo

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oyente, él es tinieblas. ¿Ha hablado usted alguna vez con uno de ellos?

Pablo está aquí identificando el fruto de la luz – es decir, él está destacando las características que siempre acompañan a la luz. Ahora, ¿cuáles son esas características? “En toda bondad”, quiere decir amabilidad. “Justicia”, quiere decir rectitud moral. Y “verdad”, se refiere principalmente a la sinceridad y la genuinidad. Es decir, el creyente debe probar su vida de esta manera para ver si él se encuentra en la voluntad de Dios, y por lo tanto, agradándole.

En cierta ocasión cuando alguien escuchó esta declaración de que debemos andar en la luz como Él está en la luz (y lo que quiere decir, es el andar en la luz de Dios), esa persona preguntó: Bueno, y “¿qué dice la Palabra de Dios en cuanto a esto?” Pues bien, aquí lo tenemos: usted tiene que andar en toda bondad, en amabilidad, en justicia (o rectitud moral), en verdad y

sinceridad. Esto es lo que quiere decir el andar en la luz, amigo oyente, y eso quiere decir siete

días a la semana, no solamente los domingos; es 24 horas al día, y eso quiere decir 60 minutos en cada hora, y 60 segundos en cada minuto. Ahora, los versículos 11 hasta el 13, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios, dicen:

11

Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; 12

porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. 13Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. (Efe. 5:11-13)

Nosotros no tenemos que ver nada con las obras infructuosas de las tinieblas. Un hijo de Dios no puede participar en esas cosas.

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convertirse en un reformador, sino que por la luz de su vida tiene que reprender las obras de las tinieblas. La luz revela lo que está ocultando las tinieblas. No se aparta la oscuridad por medio de la predicación, sino que por la presencia de la luz se disipa las tinieblas.

Hay demasiados creyentes en el presente que utilizan ese método de la escuela dominical o de un predicador, el de acercarse a una persona que no es salva y decirle: “Usted no debería hacer eso”. Pero, amigo oyente, en lugar de hacer eso usted tendría que ser una luz. Así es como se debe hacer las cosas. Hay algunos que piensan que uno tiene que estar predicando a la gente acerca de estas cosas. Recibimos cartas de personas que nos escriben siempre diciéndonos acerca de las cosas sobre las cuales deberíamos predicar por radio. “Ah, que usted tiene que hacer esto, que tiene que hablar de aquello y no lo está haciendo”. Amigo oyente, yo no voy a hacer eso la próxima vez. Yo quiero encender esa luz de la Palabra de Dios para mostrar lo que es correcto, aquello que Dios llama correcto, y eso, amigo oyente, causará que las ratas huyan en busca de un lugar donde ocultarse, y los pájaros saldrán a cantar cuando se encienda la luz.

Y bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Le invitamos a escuchar nuestro próximo programa, cuando continuaremos este estudio de la epístola del Apóstol Pablo a los Efesios. Le sugerimos leer los siguientes versículos del capítulo 5, de esta epístola para estar así preparado para nuestro próximo estudio. Al despedirnos, ¡oramos que la luz de Cristo, alumbre más y más en su corazón, y que su testimonio inspire a los demás. Hasta pronto, amigo oyente, y que Dios le bendiga!

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