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Los templarios : tragedia en cinco actos / escrita en francés por Mr. Raunouard ; traducida al castellano, y arreglada á nuestro teatro ...

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(1)
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I

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(3)

F A - í b i l 0 0 5 . m

LOS T E M PLA R IO S,

T R A G E D I A

E N C I N C O A C T O S .

E S C R IT A B N FR A N C E S P O R M r, R J U N O Ü J R D ; TRADUCIDA AL CASTELLANO, y ARREGI#ADA Á NUESTRO T E A T R O .

L a escena es en P a ris en el palacio de los Templarias.

V A LEN CIA :

IMPRENTA DE J03E F E R R E R DE ORGA.

1^2 0.

Se h a lla r á p o r m ityo r y m e n o r en e l a lm a c én de d ic h a i m ­ p r e n t a , c a lle de la s B a rc a s n ú m e ro 13: como ta m b ié n u» g ' o n s u rtid o de com edias a n tig u a s y m o d e rn a s ^ tr a g t^ d i a s , a ulos sacrcm en ictles t sa ín etes y u n ip e rso n a le s.

(4)

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(5)

ADVERTENCIA.

na impensada casualidad puso, en m is m a^

«Oí, bien lejos de M a d rid ^ la traducción anó­

nim a de la tragedia de los Templarios , en ocasion en gue estaba escribiendo su hiito ria . Solo pone el traductor á el autor fra n cés R a u - n o u a rd , y según las noticias que he podido a d q u irir acerca de e s fo , m es una traducción lite ra l^ sino arreglada á nuestro teatro^ pues la representada en P a ris^ f u e siendo interlo­ cutores el Papa y los Cardenales que enten­ dieron en esta ruidosa cau sa : acompañaba á dicho original un d iscu rso, en el cual pone en compendio su autor la historia de la f u n ­ dación. progresos y extinción de la desgracia- da religión de los T em p la rio s, sobre la cual fu n d a su poema,

Parecia regular que los autores franceses no debian presentar á la f a x del mundo unos hechos que ellos mismos debian sepultar en las tinieblas del olvido^ porque^ á la verdad^ son mas para callados por ellos , que pa ra re fe rí- dos , pues no pueden negar que los prim eros acusadores contra los T em plarios, fueron los principales personages de la Francia ; y s i el autor no tuvo este inconveniente ^ menos debg tenerle cualquiera o tr o , sea de lunación que fu e r » .

(6)

P E R S O N A G E S , F E L I P E E L H E R M O S O, R e y de F ra n cia , JU A N A D E N A V A R R A , R ein a . M R . D E C H U üL L O N , Condestable, M R . D E M A R I N I. p rim e r M in istro , M R . D E N O G A N E T , Canciller. M R . D E M A R I N I , hijo del M ín istro .

JACO BO D E N O L A i , gran M aestre del orden, L E ÍÍE V IL E Y M O N M O R E N C í, Templarios.

BO FR EM O N Y B iL E N E V E , oíros Templarios,

OTROS C U ATRO T E M P L A R IO S M A S. U N A Y U D A N T E .

G uardia y acompañamiento.

L a acción pasó en P a ris en Octubre del a«» de 1307.

(7)

LOS TEMPLARIOS.

ACTO PRIMERO.

E l teatro representa un magnifico salón del jtalacio de los T em p la rio s, en donde se verán muchos trofeos de arm as ^ cuadros de las bata- lia s de los Caballeros, y las estatuas de los ocho grandes M aestres siguientes : 5. B eltra n de B la n q u ifo rt : 6. F elipe de N afiluse ; 7. Odón de S . A m ardo ; 11. Roberto de Savele : 12. G uillerm o de Chartores \ 15. Pedro de Mor--

t a i v o 16. A rm ando de Perigod:

a o . G uillerm o B u fo , E SC E N A I.

S I I N I S T R O , E L C A U e t L L E R ,

I

MINISTRO.

lu stre C a n c ille r, nuestro M onarca á llegar v a , tií sabes sus designios: u n suceso te rrib le se prepara, que adm irarán los venideros siglos.

C A N C IL L E R .

U no y. otro m inistros de F elipe, debemos estorbar con celo activo, que el u ltrage mas leve m anchar pueda de su persona augusta el alto brillo.

liOS

Tem plarios , á quienes el oriente m andando á la victoria siempre h a visto

(8)

iguales i los reyes en su pompa, faushí', grandezas y poder altivo, no pueden ya evitar el duro golpe que el R ey prepara á su fatal destino. Yo ios acusaré si es necesario,

m i ley es solo el bien de estos dominios*

M IN IS T R O .

Casi la Francia entera se halla unida á su p o d e r, su nombre y beneficios: el Condestable y muchos cortesanos forman en su favor un gran partidoj y habita la misma R eina les prodiga, con rostro afable y corazon benigno, su poderoso crédito y cuidados, y altam ente defiende á su caudillo» Acaso , acaso la fortuna adversa nos conduce cru e l aí precipicio. Pero no in ip o rta, no? ya me conoces, en tan grave ocasion cuenta conmigp* Acabemos con alma generosa

con estos peligrosos enemigos

del R ey y del estfldo, no y a impone« mas se gncen, am ig o , en sus delitos;- vasallos siempre pérfidos, formaron m il veces los proyectos mas im píos. E s cierto que en los campos de la glori» con valor por la Francia han combatidoj. pero toda esta gloria en el aum ento de su poder y fama han convertido.

C A N C IL L E R . H ac e ya tie m p o q u e F e lip e aira d o , el leoeLruso caos h a p re v is te

(9)

?

que m editan süs almas crím inales; y de sus negras m iras convencido, h a descubierto que las santas leyes de Ja caballería han convertido en pactos horrorosos : que biasfem aa del santo nom bre del poder divino: que atacando al a lta r con mano im pía d e rrib a r quieren hasta el trono mismo. L a venganza del R ey será te rrib le: m as como son franceses, aun benigno quiere ex tin g u ir un tírden peligroso,

y ser piadoso, si los ve sumisos.

M IN IS T B O .

N o mas Tem plarios, para siem pre acabeni fuera de que de un vencedor altivo y a experim entan el pesado yugo, y en continuos reveses han perdido J e r u s a le a , el Tem plo y el Sepulcro.

C A N C IL L E R .

Infelices si fuesen atrevidos re sistir de F elipe al justo cetro.

M IN IS T R O .

R e sistirá n , no hay d u d a ; p e ro , amigo, en trance t a l , nosutros vengaremos d e la sacra diadem a ei honor lim pio. ¿M as quien será capaz de d a r el golpe?

C A N C IL L E R . *

£1 n u n c io , á q u i^ n el P ap a ha cometido

para tan ardua empresa sus poderes. E scucha del M onarca los designios, pues estoy para ello autorizado,

(10)

E l gran Felipe levantd sus queja» del Vicario de Dios á los oídos que vela sin c e s a r, P astor celoso, sobre el rebano que le encarga Cristo. Ya formado el procí^so, está probado el horroroso plan de sus delitos. Y el V aticano pronto á d ar el golpe que eslremeísca y asombre á los inicuos. U n sacerd('te sa n io , sabio y justo, es de tan grave causa el juez activo, y prontam ente adujirará la E uropa de estos guerreros el fatal destino.

Pero ai gran M aestre ag u a rd o , y aquí llega. E SC E N A IX.

L O S .’t r i s j a o s

,

x z c r^n m a e s t r e y z . E f Í E y i L M » Ju sto m anda F elipe preveniros,

que desde hoy en los pdrticos soberbios de este vasto y magnífico edificio, los orgullosos títulos se horren por la ambición y la altiv ez escritos: que vistan como simples ciudadanos todos vuestros g u e rre ro s, y vos mismo, E ste es vuestro destino.

•g r a n m a e s t r e.

Ya lo escucho. [Sin turbación,')

C A N C IL L E R .

Tam bién se ha decidido

(11)

¿ Quì«d lo m anda ? C A N C IL L E R . E l R e y . M A E S T R E . ¿ Y todo el (írden ? C A N C IL L E R . Se ha proscripto. M A E S T R E . ¿ Será creíble C A N C IL L E R . Guando el R e y lo m anda obedecer es solo vuestro arbitrio.

M A E S T R E .

¿Q u e títu lo ó derechos le a u to rizan ? ¿G uando mis Gaballeros y yo mismo hemos jurado defender el Tem pio, y el sagrado estandarte hacer invicto, hem os iiecho los votos á los reyes ? N o , que solo el gran Dios ha presidido y autorizado nuestro noble empeño: si el R ey lo ig n o ra , haced por in stru irio j solo d e stru ir puede aquel que crea; ' voy á su alteza y le expondré su n iiso ....

M IN IS T R O .

D eteneos, hoy viene á este palacio.

M A E S T R E .

Antes le buscaré. '

M IN IS T R O .

YÒ os lo prohíbo.

M A S S T R E .

(12)

l Y vos podéis ?

lO

M IN IS T R O .

I^iiiguno de aqai salga. XnAESTRS.

MimSTAO.

Sí p u e d o , yo os lo afirmo, tengo órdenes expresas para hacerlo.

M A E S T R E .

Bien puede el R ey ariiiar su brazo iavicto contra nosotros , pero juntarem os

Á ios derechos propios conocidos

otros m ay o res, ios de la inocencia. Al R ey im porta como á sus m inistros, sean cual fueren todos sus proyectos, no trasto rn ar d e un modo tan inicuo nuestra drden y legítim os derechos.

£1 R ey puede h u m illa rn o s, no lo ni«go;

pero no vos, no vos que habíais conm igo, que soy el g ran M a e stre , y sabré serlo. ¿ £ n te a d id o lo habéis ?

C A N C IL L E R .

A g r a a peligro 08 esponeis con vuestra resistencia.

M A E S T R E .

L levarle mi re sp u e sta , es vuestro oficio,

y no ju zg arla. (Se re tira .)

E S C E N A II I .

c jtr c ii’í s n ., JHJNISTRO.

C A N C r iX S R .

(13)

i r

íu fu r o r, y su odio envejecido, perdidos som os, si ellos no perecen.

‘ M IN IS T R O .

D e su cdlera el blanco yu ya he sido: bien os acordareis de aquellos tiempos en quejla-yida y el honor mas linjpío del que á.su R ey amaba y á su patria, no estaba Jib re de ellos, ni sus tiros. £ llo s guardaban todos los tesoros del R e y y la nación en este sitio, y de esta vergonzosa dependencia, el R ey por niis consejos b a salido. R esentidos de m í profundam ente, m il calumniosas voces han vertido contra mi honor , que ya desvanecidas, á SQ pesar , gracias al C ielo , m iroj pero con estos prósperos sucesos en su venganza tom an nuevo giro, y en secreto se opoiieñ al enlace

de la herniosa Adelaida y de m i hijo: 4. ou enlace que tanto protegía

la R eina que Ies tien e un fiel cariño. jVli hijo am ab le, jd v e n , valeroso,

viendo que e l R ey no aprueba sos designios, avergonzado deja estos paisc-s;

y apenas v u e lv e , el .Rey ba consentido en el feliz enlace q u e estorbaron estos malvados con sus artifícios;

pero pronto la F ra n c ia , el R e y , el m uado vengados se verán con. su exterm inio. Solo el bien general debe movernos, pues mis reteotiinientos hoy olvido« ..

(14)

1 2

C A N C IL L E R .

Mae ellos su im placable ira fomentan cuntra nosotros en su pecho altivo.

M IN IS T R O .

D e mi poder celosos y rivales,

cuanto SU M agestad me honra benigno, tanto descubren su im placable encono. Si la corte me a p la u d e , es un delito: y mis felices prósperos sucesos ios hacen mis mayores enemigos; p e ro , ya descubiertas sus m aldades, tem an por vuestro celo su castigo,

C A N C IL L E R .

Los jueces velan sobre su conducta, y sus pijoyectos bárbaros han visto: pronto caerá de su te rrib le mano el rayo vengador ; ¿ pero que m iro? el R ey.

ESC E N A 1 7 .

E L R B Y

,

L O S J IT I S M O S

,

X j í R I Í f t B t J O T A C O M ‘ P A Ñ A M I E N T O .

E L R E Y A L M IN IS T R O .

A mi corte anunciad que desde ahora, como 8tt d u eñ o , este palacio habito.

M IN IS T R O .

Todos se honran de estar á vuestro lado, y apdáudirá la corte...

E L R E Y A L C A N C IL L E R .

¿ El gran M aestre

(15)

13

C A N C IL L E R .

S e ñ o r, estoy confuso de su orgullo, paes se opone á tu s drdenes altivo.

M IN IS T R O .

Y si pudieran , sus rebeldes armas tom aran por vengarse de vos aiismoj pero ya este palacio rodeado

de tu s mejores g u a rd ia s , no h ay arb itrio .

R E Y .

M ucho tiem po he d u d a d o , lo confíeso, que estos g u e rre ro s, siem pre distinguidos, émulos de la gloria de los reyes,

se hayan de ta l m anera envilecido, que osasen m aquinar tan negras tram as contra la iglesia y el estado impíos: nunca osé desm entir su noble fama; pero supuesto llega vuestro hijo d e los gloriosos campos de Idum ea,

é intrépido á su lado ha com batido,

que diga lo que sepa.

M A R IÍ ÍI.

Sus v irtu d es siem pre p u b lic a ré , perdón os pido de mi sinceridad ; pero estoy cierto que este lenguage nunca os ha ofendido»

M IN IS T R O .

¿Q ue d ic e s , hijo, cuando los acusa el mismo R ey ?

R E Y .

Q ue h a b le , yo lo exijo.

M A R IÍ4 I.

(16)

pintándoos su v irtu d y hechos invictos. Siempre adm iré en los campos de batalla íu relig ió n , v a lo r, fe y heroísmo. S<jIo á ios M usulm anes im placables, de todo desgraciado eran asilo: nunca la paz qniüieron ó la vida contra su honor en todos los peligros; y si no siem pre hallaron las victorias, una gloria inm ortal han obtenido, m uriendo por su D io s, su R ey y patria: cuando la suerte abandonó su brio, en los muros de Jafa atrincherados, hallándose en el líitim o conflicto, se rin d e n , pero fue al enorme peso de un poderoso egército enemigo. E l vencedor colérico, irritad o , feroz les amenaza con suplicios, sin respeto al derecho de las gentes, porque abandonen sus sagrados ritos« E n vano sus verdugos inhum anos los ultrajan del modo mas inicuo. Firm es á vista de la h o n ih le m uerte, la esperan con el ánimo tranquilo: to d o s, todos m urieron; ¡tres mil eran! E n ios tiempos tam bién de Saladino. vencedor del o rien te, un gran M aestre, á orillas del Jordán quedó c au tiro . D e sus grandes virtudes adm irado piensa cangearle el vencedor benigno, y al tiempo de firm ar sus Caballeros gustosos el tr a ta d o , **no, lea dijo,

(17)

9 el fatal dia que la suerte quiso » d e nuestras arm as arrancar el triunfo; » quise m orir pero quedé cautivo. ;»Yo me castigaré de m i desgracia, 7>yo turnaré venganza del destino,

»conservando los hierros que me aHigen, » p a ra enseñaros que en cualquier peligro » h ab é is de p referir la ilu stre gloria » d e m orir lib res antes que rendidos,** £ s t e , gran se ñ o r, es su fiel retrato, ju z g a d ahora de lo que son dignos.

R E Y .

M ucho ponderas su valor guerreroj pero todos los dias hemos visto m illares de soldados en la guerra p o r su patria m orir en sacrificio. ¿ Y cuantas veces un guerrero ilu stre, que en los campos de M arte se ha ceñido de una gloria in m o rta l, solu su orgullo ambicioso á las cortes le ha traido, dejando otras v irtu d es mas gloriosas sepultadas allá en ei campo mismo? Asi estos Caballeros tem erarios, con sus grandes hazañas engreídos, si defienden la patria , al mismo tiem po u ied itaa sus desgracias atrevidos.

M IN IS T R O .

N o creáis, gran señor, que él los defiende; tam bién ha de a y u d ar á su castigo.

R E Y .

Se trata de vengar A ltar y Trono, po nos precipitem os: antes pido

(18)

que m iréis fieles por m i ilu stre nom bre.

C A N C IL L E R .

P or vuestra gloria fieles os servimos.

R E Y .

Que la Francia y los siglos venideros d ig a n : su m uerte fue ju sto castigo: no quiero que se m anche mi memoria con algún hecho de m i fama indigno: desde que el cetro empuño , mis ideas son el bieo general de mis dominios; por esta causa, y mis valientes hechos, m e teme y me respeta el enemigo; los franceses me adoran desde el tiempo que en la g ran asam blea al pueblo adm ito para que delibere en los negocios,

antes solo á los grandes privativos. E l britano orgulloso , ya arrojado de toda Francia , luego acometido por mis escuadras en su propio reino, vasallo de mi g lo ria , se hace amigo; y si en C u rtre vencieron los flamenco» inis egércitos fuertes y aguerridos, en los campos de Mons lavé esta afrenta, acción que siempre un m onum ento pio m andará á la memoria de las gentes. Ya mis triunfos acaso han merecido d e la inm ortalidad una m irada; y si de esta manera he conseguido vengar de la diadem a los derechos, no quiero verme en los futuros siglo* de injusticiú d de cdlera acusado: en este caso , noblem ente activo,

(19)

prefiero provocar de Jos Templario»

á sin g u lar com bate el fuerte brio, _

que castigando como R ey , vengarm e; ®

asi de mis ideas instruidos i d , y de nuevo el parlam ento vea coa ia im parcialidad de su alto oficio esta gran causa : tiem b len los culpados si él les descubre todos sus delitos; el rayo vengador de mi justicia

les hará v e r.... aun no se ha despedido; ojalá que mi pecho generoso

para absolverlos halle algún a rb itrio . 1 '

ACTO SEGUNDO.

/ ' e s c e n a i.

M A R I Í Í I H IJ O .

A delaida, los cielos me perm iten q u e vuelva á ver tu imágen adorada; pero en qué e s ta d o , ¡ ah ! en el mas te rrib le que jamas vieron las sensibles aluias: aaiándom e , tú esperas inocente,

ser siem pre mia por la unión mas santa; pero esto ya es nn c rim en , jah ! secreto, jq u e ili callar ni hab lar puedo sin ansia t llagamos un esfuerzo generoso,

asi el d e b e r , asi honor lo manda: la Reina que protege este himeneo, piadosa eu este in stan te á sí me i lama.

(20)

sin duda para darm e una noticia feiÍ2 en otro tiem p o , y albora amarga.

ESC EN A II.

L A R E I N A ^ E t m C I I O Y A C O M P A Í i A M I E N T O .

R E IN A .

Ya ha tie m p o , M a r in i, que yo deseo d ar una recompensa señalada

á tu fidelidad , valor y celo. Ya eres feliz esposo de Adelaida, y yo misma he querido en este caso hacerte sabedor de tanta gracia. Cuando por himeneo el mas dichoso m i diadcuia se unid con la de Francia, en vano pretendieron que á esta gloria sujetase el destino de N av arra.

Celosa de la suerte de mis pueblos, jam as p a rtí el poder de Soberana, n i el explendor del cetro de m i esposa alcanzo á mi corona hereditaria: sola he reinado, y la ventura sola de los N avarros promoviendo sabia, ellos leales §iempre en m í respetan de sus antiguos Reyes la hija amada: su bien hace mí b ie n , este te fío,

ve con tu esposa, y en mis Reinos manda; pero manda de modo que conozcan,

que este es el m ayor bien que liice á N avarra,

M A R IÑ I.

(21)

vuestros hechos anuncia ya la fama. E l Francés vencedor, el enemigo

vuestras v irtu d e s , vuestras glorias cantan: el pueblo que por R eina os obedece hecho fe liz , adora á quien le m anda. V uestro sexo por vos ensena el arte difícil de re in a r, y en la cam paña y el gabinete desplegáis sublim e todo el resorte de las grandes almas; y en ta l g ran d ez a, y desde el alto solio, tr illa n te asiento de Ja gloria hum ana, donde os adm iran todas las naciones d e m igestad y pompa rodeada, ¡sobre eJ mas infeliz de los mortales os dignáis arrojar una m irada! Yo no soy digno de tan altos bienes, ¡ojalá al lado de ufja esposa amada p u d iera egecutar vuestros designios, y que por vos, v irtu d y honor reinaran!

¡Pero ah ! ¡Sefiora¡ ¡q u e im posible m iro!...

R E IN A .

¿Q ue d ic e s, M a riñ í? ¡Tu voz me espanta! pues coando yo acercarte quiero ai trono para que m is deseos satisfagas,

¡rehúsas tanto b ie n ! M A R I Í íI . N o , g ran sefiora. R E IN A . Pues ¿q u e m o tivo?... M A R if íI . Un imponible.

(22)

20 R E I N A .

H ab la.

M A R IN I .

N o p u ed o , es un secreto el mas te rrib le .

R E IN A .

D esc á b re lo , tu R eina te lo m anda. MARliSl.

P u es os d iré mi lam entable estado, ya que hablando se alivian las desgracias. Bien sabéis como amaba tiernam ente á la hija de un P ríncipe de Francia: que ella correspondía, y que su padre condescendía en nuestra unión sagrada; pero el R e y (perdonad si á vos me quejo) á otro ofrecíd Ja mano de A d elaida.... ¿ y pudiera su frir mi pecho am ante v er en poder ageno á la que am aba? La idea de sus malee me extremece, y desertando de la corte y patria h uyo de estos países presuroso,

y á ios campos corrí que el Jo rd án baíía. A lli busco la m uerte entre mil riesgos, y Ja victoria siem pre me acon)pafia: mi desesperación en todas partes era quien mi fortuna aseguraba: y en medio del furor de los combates siem pre gu jé la tropa afortunada de estiis franceses, q.ue á Sion vengando eterna guerra »1 JVlusuIman jurabanj pero estos Caballeros por honrarm e en vano mi cabera coronaban del inm ortal lau re l del fiero M arte,

(23)

i t

cnando de luto se cubría el alma. D esesperado, lejos de mi padre,

llorando por m i am ante y por mi patria, no atrevie'ndome á hablar entre mis penas,

coloqué en eolo Dios mis esperanzas. •

E s notoria que todos los Tem piarios

A

su honor y vida por ia fe consagran: "

yo que contaba entre ellos m il amigos lue sujetó el destino de sus arm as,

y un juram ento sa n to , irtev o cab le..,.

K E IN A .

¿Irrev o cab le? ¡O Dios! ja b í ¡que m udanza!

M A R lf íl.

P erd o n ad , gran señora, soy culpable, y el resto oid de mi crtiel desgracia. A nte las aras siem pre prosternado, que mi amor extinguiese á Dios rogaba; pero cuando anegaba con m i ilanlo del Santuario la devota estancia, d u d ab a que mi voz llegase al Cielo. E n este estado el M usulm án prepara á nuestro noble ardor nuevos peligros, bien auxiliado de extrangcras armas: colérico acomete á sangre y fuego jiasta los muros de la C iudad Santa:

nosotros-oponemos á sus fuerzas nuestro v a lo r, el pecho y ia constancia; todo fue €n vano, y todos perecieron por no rendirse á su furiosa rabia. |A h !-]d ia desgraciadol aunque glorioso,

comu ya al m undo lo anunció ia fama. Casi yo ;olo ^sobrevivo i lautos

(24)

que vertieron sn sangre en Ja batalla; pero al punto se m uda iiii destino. V iendo que todos nns amigos faltan , testigos de mis santos juram entos,

y que los libros consumid la llam a,

ñeles depositarios de Jiiis votos, este secreto sulo está en m i alma: A delaida aun conserva su fe p u ra , segon mil veces lo ju rd en sus cartas. E n alas de mi amor dejo al instante tie rra en que corre ta n ta sangre hum ana, y desertor del Tem plo sacrosanto, pérfido Caballero me entregaba de amor á los transportes mas insanos por la hermosa y bellísim a Adelaida: todo favorecía mis proyectos,

los Tem plarios proscriptos en la Francia: este secreto solo á Dios notorio:

el am or, los favores del M onarca, pero un remordiiDiento generoso disipd las tinieblas de m i alma. Yo seré fie l, y haré que mi am or ceda á la v irtu d y obligación tan santa.

R E IN A .

Todo lo ap ru eb o , s í, y veo que el Cielo por su inocencia en su favor te habla. Con tu ayuda librarlos me prom eto, del inm inente riesgo en que se bailan.

MARINI.

¿V os se/lora? ¡que egemplo tan sublim e!

R E IN A .

(25)

ayuda mis proyectos; pero sea

con -valor que la prudencia manday

y ese fatal secreto no reveles

á nadie en tan funestas circunstancias;

n i á A d e la id a , ni al R e y , ni aun á tu padre, j)orque cuentan con toda tu eficacia.

Yo sé que hoy á los Tem plarios todos y al gran M aestre la prisión preparan; y sé tam bién que al misnio tiempo temen su desesperación, furor y audacia; pero en este peligro te han nom brado egecutor del drden del M onarca. ¡A m í, señora!

R E IN A .

S í, tu padre mismo, por ensalzar tu s prendas fue la causa,

M A R I Ñ I .

Pues íni padre y el Príncipe perdonen*, no lo haré aunque la vida me costara.

R E IN A .

¿Y tú perm itirás abandonarlos de tantos enemigos á la saña ?

M A R IN I.

O tro sea el instrum ento.

R E IN A .

N o : yo temo de tantos inocentes las desgracias; y si él golpe prim ero no evitam os, vano es ya mi poder que los ampara. Q u é , ¿ tú perm itirás que la inocencia victim a sea de una vil canalla?

(26)

Dichosos los que doblan sos esfuerzos con ios qae oprime el odio d la venganza,

y al infeliz magnánimo consuelon,

Cuando una ley cruel los amenaza*

M A R IN ! .

Que los ayude un deber lo inspira á la unión fraternal que nos enlaza, mas no exijáis el triste sacrificio de que parezca cdmplicc eu la causa*

R E IN A .

E s el línico medio de salvarlos. T il solo puedes darles la es|)eranza que ofrece mi p o d e r, otro cualquiera los llevará á una m uerte desdichada. Con tu ayuda mi pecho generoso desplegará con ánimo y constancia toda su fuer:ía, y á los pies del trono h a ré que triu n fe la verdad sagrada. C ede, yo te lo m andoj ¿q « e otro empleo puedes tener jamas de esta im portancia? Abogar siempre por los infelices

es el carácter de las grandes almas. V oy á desengañar al R ey mi esposo, que no es poco en tan graves circunstancias. T ú entretanto disipa los temores

de que se empañe el lu stre de tu fama. Sé el alto precio que los grandes hombre» ponen á su opinion pura y sin mancha: m as sé ta m b ié n , que una v irtu d sublim e exige que expcngaoios nuestra fama ^ n r bien del inocente perseguido.

(27)

ESC E N A III,

M A R líJ l 50Z.0.

Siendo común la causa*, ¡que haré Cielosl ¿Q ue? im itar su v irtu d y su constancia: si somos compañeros en Ja gloria, lo seremos tam bién en la desgracia. ¡Pero la R eina!... no me queda du d a, los p rotege, su heroica v irtu d habla: ea pues sirvamos á estos infelices: expondré mi opiiiion, mi ilu stre fama,

y aun la v id a , si sirve á su defensa,

pues el cruel destino me lo manda: todo hoy por t i , v ir tu d , lo sacrifico, el am or, la gloria y la esperanza.

ESC E N A . IV . P R I M E R M I N I S T R O ^ E L D t C H O ,

M IN ÍST R O .

Todo está pronto para tu himeneo, y el favor es tan grande del M onarca, que para hacer la fiesta mas gloriosa, con su presencia quiere autorizarla: hazte d ig n o , hijo m ío, de estos bienes, m uéstrate agradecido i tantas gracias. H oy el R ey te confia tu s proyectos contra los enemigos de ]a Francia; y aunque tu v iste débil Ja imprudenciat d e hablar en su fayof con eficacia,

(28)

y a he reparado con el R e y tu culpa, y te hace digno de su confianza. A i Condestable te m o , y su partido, que sin cesar en su favor trabaja; pero tiem ble P a r is , ia éorte y todos, cuando en esta prisión se satisfagan, que está en tus manos solas de Felipe el fav o r, la ju sticia y la venganza.

M A R IN I.

j A h ! p ad re.

M IN IS T R O .

N o repliques : nos perdemos 6i del R e y la ju sticia se retard a.

ESC E N A V. B L R E Y Y L Q S D I C H O Í .

R E Y .

D e c id m e , ¿los Tem plarios obedecen sumisos mi ju sticia soberana ? ¿ d quieren con soberbia resistencia acabar al rigor de mis venganzas ?

M IN IS T R O .

Yo mismo les llevé vuestro mensage, gran s e ñ o r, y les dije estas palabras: ya vivis'desterrados para siem pre de la C iudad y de ia T ierra Santa. V uestros triunfos y glorias fenecieron cuando os vencieron las infieles armas;

desde aquel dia el drden y a no existe, pues de los votos os faltd la causa:

(29)

adem as, acusados de traidores á nuestra religión , al R t y y p atria, ío lo os justiHoais obedeciendu,

resignados, ias leyes del M onarca. Será un nuevo delito el re s is tirla s .... N o os h a b la ré , s e ñ o r, de su arrogancia, de su altiva respuesta , y de su orgullo: un castigo, egem plar solo les falta.

R E Y .

Ya me resuelvo, s í, son delincuentes, y su castigo mi justicia clama.

M IN IST R O .

H arto vuestra bondad la ha retardado.'

R E Y .

Lo adm irarán la Europa , Rom a y Francia: ellos por todas partes atrevidos

á vasallos y á R eyes am enazan. Ellos al viejo Alfonso sobornaron en Aragón con in au d ita audacia, para ser herederos de sus reinos; y el mundo h u b iera visto su arrogancia sentada sobre el trono de los reyes, si los m ag n ates, y la nación sabia, no opoQe un rey legítim o á sus m iras, hijas de su ambición desm esurada. Q ue m il bienes les diesen las naciones cuando con los infieles peleaban, era m uy ju g to : sus gloriosos triunfos de un torrente furioso eran m uralla, pues contenia al M usulm án terrib le , que pensaba inundarnos con sus armas; • ¡pero vencidos y a ! ¡cuando el O riente

(30)

los vid escapar con las banderas sacras,

y de un conquistador la ley concede!

¿ d e que nos sirven? ¡a h ! que en su desgracia vienen buscando un generoso asilo

con una sum isión disim ulada;

pero d e sp u é s, sigaiendo sus proyectos, atibarán la destructora llam a

de una total y h o rrib le independencia.

M IN IS T R O .

E llos tam bién m ovieron la T iara con todos sus tesoros en secreto, en las terrib le s quejas con la Francia; y al mismo tie m p o , hipócritas astutos, en publico su celo aparentaban

por el R ey que vendian al capitolio.

R E Y .

N o solo, n o , sus crim inales tram as m ueven para d e rrib a r los altos tronos; pero en el seno de su obscura estancia blasfem an del E terno y sus m inistros, y en sus ritos secretos se consagran á lin a prostitución la mas infame. La E uropa entera una señal aguarda. Yo se la doy : aprendan con mi egemplo á vengar sus afrentas los monarcas: ¿ tu hijo está y a pronto ?

M IN IS T R O .

E l os dará las pruebas mas exactas: yo respondo.

(31)

E S C E N A V I. 3L0S D I C H O S V U N O F I C I A L ,

O F IC IA I..

S eñ o r, el Condestable quiere besar .vuestras augustas plantas.

R E Y .

Q ue entre.

ESC E N A V II.

t o s D I C H O S M E N O S E L O F I C l A Z ,

M IN IS T R O .

G ran señor , sin duda alguna por los Tem plarios viene á p e d ir gracia, lo misino harán amigos y parientes;

pero aunque el rayo en nuestros hijos caiga, los deheis castigar.

M A R if J l.

jA h ! padre m io.

M IN IS T R O .

Asi im p erio so , el hicn común lo m anda, y el que por ellos ru e g a , es sospechoso: ven á hacer tu d e b e r , que es lo que falta.

ESC EN A V H I.

R E Y , C A N C I L Í E R Y C O f : ) n s S T A B L B ,

C O N O E STA B LE .

(32)

para prem iar sí salen inocentes,

y para castigar si tienen causa.

Estos guerreros con osado aliento, d e l mismo Dios hollaron la ley «anta, y la Iglesia que vela cuidadosa sobre la Fe que ha sido revelada, castiga coD la mano de un m inistro los crínjenes horrendos que Ja m anchan. E sto exige la le y , esto mis pueblos, cuya voz hace tiem po que reclania el castigo de tantos delincuentes. Solo de un modo pueden h allar gracia, si confiesan hum ildes sus delitos.

E S C E N A X.

C A N C I Z L S X

,

J U I ti l S T U O

,

C O N D B S T A B Z S .

C O N D E STA B LE .

¡P uede haber crim en en tan nobles alm as! vuestros designios quieren que el R ey sea instrum ento infeliz de Ja venganza; pero teuiblad haceros responsables á lúá h o m b re s, y á Dios de su desgracia.

9 H N 1 S IR 0 .

E l bien de la nación es nuestro objeto; el vuestro no es m e n o r, m andar las armas; pero jamas sospecha los delitos

un corazon criado en las batallas.

C O N D E STA B LE .

Con sobrada razón boy le aospecho, tem ed el triste fin de vuestras tramas^

(33)

todo el valor lo puede en los combate», y aquí en Jas corles el valnr no basia;

y el que in trép id o allí busca la innerle,

lleno aquí de tem or la verdad cullaj yo la d iré sin m iedo.

E SC E N A X I. K I K i S T R O Y C A N C I L L E n ,

C A N C IL L E R .

E a vano quiere hoy aterrarnos con sus amenazas.

M IN IST R O .

Demos p risa , y que los vea el mundo por nuestro altivo celo y vigilancia en un día acusados entre hierros, y condenados á una eterna infam ia.

ACTO TERCERO.

• ESC EN A I. $ iR A U ¡ a A E S T R S

,

L E UeV I L E

,

Y O T R O S T E M P L A R I O S .

Y

M A E S T R E .

a que soy vuestro gefe ante el Eterno, oidm e acaso por Ja vez fjostrera.

Criados entre el ruido de las armas,

(34)

y envejecidos en la d u ra guerra,

como á soldados del O m nipotente el m undo y las naciones nos veneran; de M arte ei rayo estuvo en nuestras manos, la fauia publicó nuestras proezas,

mas h o y , ¡cuan al contrario! perseguidos* ¡una afrentosa m uerte nos espera! pero ham illem os la cerviz sumisos ai furor de los grande» de la tie rra , porque jamas el sabio y el cristiano m ayor grandeza de alma manifiesta que cuando ve sujetas sus v irtu d es de ios delitos i la enorme pena. Suframos noblem ente estas injurias, yo os lo m ando, y prohíbo toda queja, £ n vano anonadar nuestros derechos quieren hoy los magnates de la tie rra . Jam as arrancarán de vuestros pechos

el celo, las virtudes y obediencia; y si rompen el yugo religioso

no lo harán con los votos que os estrechan, que están escritos en los altos cielos con caractères de una mano eterna: « nuestro escudo en borrascas tan enormes sea la constancia, pues que Dios ñus prueba^ yo os daré egem plo, yo seré el prim ero que en los peligros víctim a me ofrezca; pero si en ellos Ja v irtu d me falta, no me im itéis y consultad la vuestra. Pareced grandes por vosotros mismos, yo os vuelvo vuestros votos y obediencia, ¿ Lo prometéis asi ?

(35)

y

3S

I.E N E V IL B . ,

¡Q uien s e r i digno de im ita r vuestra gloria y fortaleza! La fe que á Dios y á vos hemos jurado, aun en las circunstancias mas funcslas nunca abandonarán vuestros T em plarios.

M O N M O R EN C I.

Todos, ó p a d re , el alto honor desean de seguir vuestros pasos, contad siem pre con ia fidelidad d e sus promesas.

■ M A E S T R E .

¡O dignos Caballeros! no lo dudo, de vuestra sumisión tengo m il pruebas. Yo ofenderla del honor las leyes, y faltaría á ia am istad mas .tierna, si quisiera ocultaros ¡ » r mas tiem po el horroroso fin que nos espera: nuestros crueles enemigos triu n fan , y seremos sus víctim as sangrientas. JVIo/ireuiOá.

L E N E V IL E .

i Cruel d e stin o , ó cielos t

M A E S T R E .

V uestro noble sem blante veo se altera con la infausta n oticia, que he tenido por conveniente haceros manifiesta: no es lo p e o ría « tu e rte , un suplicio...

Todos se asustan y horrorizan»

M O N M O R EN C I V L E N E V I L E .

¡Q ue ignoniia ! ¡qut* horror ! ¡ el pecho tie m b la l

m a e s t r e, con entereza y valor.

(36)

3 ^ L E fÍE V IL B .

Pero antes de su frir tan grande afrenta, ¿a tacar no podemos la injusticia ?

M O N M O R E N C I.

N uestros am igos, nuestra parentela, en favor nuestro tom arán las arm as.

M A E S T R E .

La v irtu d sufre , nunca se rebela. ¿Q uien nos da facultades de oponernos á las autoridades de la tie rra?

jU n a traición! ¿que harán los*crim inales? Suframos sin te rro r y sin vergüenza un infame suplicio: su horror niisrao ilu stra rá la m uerte que nos cerca; y la p o sterid ad , los hombres todos, nos vengarán de tan injusta afrenta.

ESC E N A II .

I O S M I S M O S

,

M A R I Ñ I H I J O Y S O L D A D O S

M A R iíí r .

jA h! con cnanto dolor á cu m p lir vengo del Monarca las drdenes suprem as. Creed me conjpadece vuestra suerte.

M A E S T R E .

} Pues h ay quien tome p arte en nuestras penas t

Decid la coinision que aqtii os conduce: eg'’cutad Jas drdenes severas

que 03 hayan d ad o j todo lo esperamos, y creed , que nada nos altera.

(37)

3 7

M A R l í í I .

V uestra prisión: no puede h ab lar la lengua.

M A E S T R E .

A unque nos da derecho á resistirnos e l v a lo t, la v irtu d y la inocencia, pues no dudo sabréis que nús Téinplarios jamas á vista del peligro tiem blan, y a estamos eatregadus: ¿donde vamos 7

E ntregan todos las espadas á los soldados^ y el M aestre á M a r in i.

N ad a ocalteis : ¿ cual es la suerte n u estra ? ¿ es d e stie rro , p risió n , hierros ó m u erte?

M A R IN I .

¡O h v irtu d ! ¡d adm irable fortaleza!

M A E S T R E .

Alabad á los cielos que la inspiran.

M A R IN I.

Cuanto me compadecen vuestras penas«

M A E S T R E .

Compadeceos d e esos cortesanos

que abusan del poder que les encom iendan, y atizando del R ey el crudo enojo,

nos causan este ai)ismo de m iserias. Ellos Cambien tendrán m uerte infelice.

M A R I-Ñ I.

Aun en vuestro favor amigos quedan que generosos hablen al Monarca,

M A E S T R E .

(38)

3 8

M A R I Í íI .

Yo ; que ia inocencia siem pre defenderé á los pies del trono. Y si ahora manifiesto la obediencia debida al R e y . por vos estoy dispuesto: jojalá vuestra gloria salvar pueda!

M A E S T R E .

¿Y á quien tanto favor le merecemos ? ¿Q uien sois vos para hacer nuestra defensa?

M ARIÍÍI.

jM ariiîi, el hijo del prim er M inistro.

M A E ST R B .

jM ariili! jju s to D ios, y qiie sorpresa! ( A d m i-

M ARIIÎI. {rado.

V uestro sem blante... S í: yo soy el mismo.

M A E S T R E .

Pues b ie n , breve decid q u é nos espera. MARliír.

V oy á llevaros presos á palacio.

M A E S T R E .

V am os, y que nos carguen de cadenasj y a í misoio tiempo al P ríncipe decidle, que v uluntariam ente, y sin resistencia, nos hemos entregado á las prisiones; 2)ien se puede oprim ir á 1a inocencia; pero el ju s to , apoyado en su constancia, DO se abate d e l hierro á la dureza, este solo le pesa al delincuente,

á la v irtu d , n i oprim e ni sujeta;

vengan los hierros p o es, vengan los hierros,

M A R I N I . ^

(39)

39

M A E S T R E .

C um plid vuestro deber. MARIÍÍr.

Yo soy culpable,

M A E S T R E .

¿D el R ey no cgecutais la drden suprem a? Desde este instante ya no ia obedezco.

M A E S T R E .

¡Ah! que encendeis su cólera funesta. ,

M A R IN I .

Demasiado he h ech o , y mas sabiendo que vuestra m uerte sin rem edio es cierta*

M A E S T R E .

Obedecer es ju sto : bien conozco

que en estas circunstancias no h ay quien p u e d t desarm ar el rigor que nos persiguei

y no existiendo el d rd e n , no desea n in g ú n Tem plario una infelice vida, de menosprecios y de calum nias llena. Si está pronto el sapücio vamos luego, con m uerte tan gloriosa, todos m ueran.

M A R IN I«

¡Todos m u eran !...

M A E S T R E .

S í: á fodos se lo mando: y honor no tiene el que lib rarse quiera: es pérfído, traid o r á las v irtu d e s, y en vana se gloría en su carrera d e haber lidiado y conseguido triunfos.

Solo m uriendo su alto honor conserva: lo vuelvo á re p e tir: venga e l supliciO)

(40)

y con tan noble m u e rte , todos m ueran,

MAU15ÍI.

| 0 Di()s! ¡cjtie luz celeste me ilutuina! V uestra boca pronuncia mi sentencia. Yo reclamo el honor de m orir juntos, pues anos mismos votos nos estrechan, Vengue Felipe en mí vuestras virtudes, y una mi suorte y vuestra suerte sea.

Yo soy Tem plario.

^ - MAESTRE.

Ya yo lo sabia. MARINI.

jQue escucho ! ¿ de mi fe buscabais pruebas ? MAESTRE.

N u : que al Cielo pedia te salvase. MARrfJI.

Pues yo tengo derecho á vuestras penas, MAESTRE.

Asi lo creo, h ijo , y que este triuofo con nosotros p a rtir tam bién deseas.

MARINI. E stoy pronto.

MAESTRE.

Yo quiero que td vivas, para que heroico nuestro honor dcfieudas:

este con nuestra gloria te confio, y esta esperanza nuestro m al consuela. N adip revelará el fatal secreto: v iv e , hijo, y de mi labio nada temas: v iv e , y te n d rá n ese hom icidio menos, los que injustos oprimen ia inocencia. jO Dios eterao.I juez iueiorahle)

(41)

tú que del hom bre el corazon penetras,

oye mis votos, y. perm ite pío, '

que mi sangre no mas Jos hom bres viertan. Yo os ad o ro , im plorando vuestra graoja p or estos inocentes que me cercan. Cuando del yugo uiusuluian libram os

Vuestro T em plo, Sepulcro y la W uniea,

feliz d i a , en que el bumo del incienso lle g d ,d e l Cielo á la.m o rjd a excelsa para purificar aquel recinto,

que consagraron vuestras sacras huellasj dia en que vieron d«i Sion los muros, destrozadas lás arm as agareuas, y escucharon los cánticos gloriosos

que entonó á vuestro nombre nuestra.leogua; y d í a , en f i n ,e n quejcstos Caballeros rindieron sus victorias por ofrenda sobre el alta r en. que ós adora'el hombre: n u n ca pidieron prem io á sus proezas:

le s basta haiw r vencido por vos golo. U na gracia hoy de vos el alma espera, acéptame por víctiioa , Dios bueno: vivan e llo s, s e ñ o r, yo so.lo muera.,

M O N M O R E N C I.

Todos seguir la suerte heuios jurado.

MARINI.

(42)

I O S M I S M O S Y B L M I N I S T R O ,

M IN IS T R O .

¿Q ue OS d eten eis? obedeced soldados. M A R if íI .

N o a c a b é is, p a d r e , tan horrible escena.

M A E S T R E .

Vamoí,

M A R IN I .

Y yo tam bién he de seguiros.

M A E S T R E .

H ijo , que ese es tu padre considera.

L o s llevan los soldados,

E SC E N A IV . K I N I S T R O V M A R l / S r , M A R if íI . P or estos in fe lic e s.... M IN IS T R O . M i ira tem e.

jA u n en mi hijo un protector encuentran ! cuando el M onarca....

MARIÍÍr.

H e de seguir su suerte*

M IN IS T R O .

(43)

4.1

M A R I5 ÍI.

n.n la Idum ea festigoM e sus hechos y v irtu d es,

bajo ;de juram ento hice promesa la mas soleuine....

M IN IS T R O .

Di , ¿ d e q u e ? ¡yo tiem bloí ¿•cual es la causa porque asi te einpefías ?

MARINI, P o rq u e yo soy Teuiplario.

M IN ÍS T R O .

¡O Dios! iq u e ra h ia l ¿T ií T em plario? ¿ y es c ierto ? ¿ y será fuerza que yo m aldiga en ti mi noble sangre, y al enemigo de m i patria mesma? n o , no¡ eres T em p lario , n i puedes serlo: m i gloria y v id a en esto se interesan.

M A R IN I .

Lo s o y , lo he sido , y m oriré Tem plario.

M IN IS T R O .

)C o m o ,iré del R e y á la presencia, que los acusa , y quiere su castigo!,

siendo co'mplice un hijo! \ 6 Dios! ¡que afrenta!

M A R IÍ4 I.

Cuanto de ellos se dice es calumnioso,

M IN IS T R O .

¿Y para asegurarlo tienes pruebas? d i , ¿como p ro b a rá s? ....

M A R IN I .

¿G om o? muriendo: dando asi testim on io-á su inocencia.

(44)

44

M IN IS T R O .

Yo lie-.dedicado a l R ey mi vida toda para que su favor en ti cayera.

E l poder y el honor que ahora rae ilu straj era auucio feliz de tu grandeza.

¡Y has de m orir en un suplicio infam e! ¡ y tu ignom inia heredaré y tu afrenta! ¿T iem b las? ¿ te causa horror mi triste su e rte ? aun tanto oprobio redim ir pudieras:

h u y e con tu secreto de la Francia, h u y e , y deja á mi cargo tu im prudencia.

M A R líí I .

¿ Q u e rría is , vos, que un dia de b atalla v il al aspecto de la m uerte h u y e ra ? N o , me d iría is: el puesto de la gloria g u a rd a .y defiende con tu sangre mesma: pues hoy de la v irtu d defiendo el puesto.

M IN IS T R O .

jlnscosato! ¡que error! fuerza es que sepas cuánto aborrecer debes los Templarios: no tan solo mi honor m anchó su lengua, q u e tam bién estorbaron tu himeneo.

M A R lf íí.

y aunque infinitos, se ñ o r, contra m í sean, ¿son m il obligaciones menos grandes? ¡ a h , padre! vuestra suerte uíe da penaj m as nunca dejaré á los infelices.

(45)

ESC E N A V.

t o s m isiaos v s l c a n c il z s k,

C A N C IL L E R .

La R eina misma atesta Ja inocencia de los T em p lario s, y con riesgo nuestro hoy en público tom a su defensa.

Lejos de consentir que eu sus estados se indaguen sos traiciones manifiestas, d éb il ofrece un generoso asilo

á esta tropa orgollosa y tu rb u le n ta . A d em as, un partido numeroso

en todo el pxjeblo y en la corte entera, compadecido ruega por su suertcj pero no im porta , unamos la prudencia, y pongamos silencio á todos eilos: venid , el juez nos JJama y nos espera.

M IN IST R O .

V uelvo al in stan te, advierte que tu padre en tus manos su gloria y vida deja.

E SC E N A V I.

M A R IN I SOLO.

¡O gran Dios! de ti espero 1a victoria, y qu& mis santos votos fortalezcas; dos grandes sentim ientos me com baten, el ciego am or, y la naturaleza.

A delaida y mi p a d re , dignos ambos de todo m i caáü o y m i terneza.

(46)

¿ Y no podré apagar estas pasiones? P ero tú , p a d re , de afligirme cesa, si renuncio á la vida por guardarle

á la virjutJ su cándida pureza:

td temes la ignom inia, hablas de honores, obras que el hom bre por su antojo inventa. L a v irtu d es de D io s , esta prefiero:

D ios nunca falta , e l hombre siem pre yerra»

ACTO C UA RT O.

E SC E N A I. k e i n a y c o n d b s t a s í s ,

C

C O N D E STA B LE .

uanto tem er debem os, g ra a seiíoraj de mis amigos una suerte adversa! con su desgracia el pecho enternecido a l R ey le he dicho la verdad sincera, y no fue en v a n o , pues maiidd al instante q u e el gran ftlaeslre á su presencia vengat las órdenes se han dad o , y el R ey mismo qniere escuchar la voz de la inocencia,

R E IN A .

Yo tam bién quiero hablar al juez sever.o, y á cuantos tengan parieren la sentencia.

C O ND ESTA D LE.

Y yo igualm ente por deber de am igo, de un guerrero olvidando la fiereza, pues tam bién sé huuiiilaroie basta lo sumo

(47)

cuando el honor y ]a am istad lo ordenan; nada perdonaré para salvarlos,

lágrim as , ru e g o s, siíplicaa , paciencia.

R E IN A .

P ero el R ey viene , yo u n iré á tu celo todo el favor que te n g o , y mi presencia.

ESC E N A II . R E Y Y R E I N A ,

R E IN A .

Cuando nos estrechó el dulce himeneo, pensé hallar uii v e n tu r a , y m erecerla; fiel desde entonces á vuestra alta gloria, he aconsejado en los negocios cuerda, y animado á las tropas con mi egemplo, porque ^ e llam en digna esposa vuestra: de este m o d o , velando cuidadosa sobre el destino de la Francia entera, Jos sagrados derechos he alcanzado de vuestras confianzas y ternezas.

Y viendo el pueblo que mi voz le anuncia vuestras b ondades, con su amor me prem ia; pero ¡que mutación es esta , o' cielos! con espantoso estruendo se desplega de vuestro solio un rayo fulm inante que amenaza al valor y la nobleza de unos g u errero s, que sin duda han sido gloria y h*nor de la Nación Francesa: j y esto ocuhais á vuestra tierna esposal ¡Asi abiigais una venganza horrenda

(48)

sin avisarm e hasta que lo he sabido j)or el dolor y pdblica tristeza!

P e rm itid que me queje hoy á m i esposo del silencio del R e y , y que os ad v ierta, q u e si el poder supremo está eoganado jiie es'Iícito abogar por la inocencia. Si favorezco á tantos infelices,

Tuestra gloria mas que ellos me interesa. ¿Q u e pensarán los siglos venideros 6i vuestro cetro -augusto se ladea por proteger abom inables odios,

q u e al justo escandalizan y atorm entan? í ln esta causa al inocente obligan á que confiese culpas que no tenga: asegue.in que se halla convencido por cualquier conjetura d vil sospecha*, la verdad santa en el torm ento buscan, donde el dolor resp o n d e, no la lengua: sobre to d o , aun se ignoran sus delitos, y ya se les castiga y se condenan. O id , s e ñ o r, de la verdad los ecos, sacad de las prisiones y la afrenta á tantos m iserables, yo en otis reinos IrtS ofrezco un asilo con clemencia. Yo velaré sobre e llo s , y entretanto nom brarem os M inistros de experiencia que examinen prudentes sus delitos. Si tienen culpa , nuestro pecho sea inexorable , como son las leyes; pero si reconocen su inocencia, si los absuelven , noble y generoso devolvedles su honor y preeminencias:

(49)

. .

m i celo perdon.ad; pero estad cierto

de que «ste error aún vuestra gloria auraen!«: pues quien su error m agnánim o repara, como R ey obra j y en su pecho reina.

R EY.

E l bien de mía estados, y aun el vuestro» m e dictd esta severa providencia;

un momento falta b a , en t<into apuro $e expone aquel que nuicho delibera. Ya ajaban mi poder y m i respeto, tiem po es que lo conozcan y lo tem an: m is m andatos desprecian , que piadosos d e mejor suerte el cuadro Jes presentan; y a l R ey no obedecer es un delito, cuyo castigo á nadie se dispensa. E l R ey severo, no es un R ey tiranoj yo deb®^ castigar su inobediencia, sobre crínícues tantos , dirigidos á profanar la autoridad suprem a: la R eligión sacrilegos insultan, que juran-con su sangre defenderla; muchos testigos declarado tienen

que es im postura el exterior que afectan: que aú celo tan solo es aparente;

y que tanto en la paz como en la g u erra , con su falsa piedad al mundo engadaa, y la fe santa en su in terio r desprecian.

REIN A. V uestra cd lera....

R E Y .

N o , yo no me quejo porque toméis piadosa su defensa:

(50)

todos pueden hacerlo librem ente. Yo no quiero 6u m uerte ni su afrentl^ y si ei deber sagrado los acusa^ d e pprduiiarios el poder me queda.

Yo 05 ju ro por quien so y , que en su destino aun verán , sí coiiBesun , nii clem encia. Ai gran M aestre espero para oirle: ¡ojalá se iadeum ice ó se arrepienta! y este será ei gran dia de a i| vida. A solas debe ser la conferencia; y creed m e, señora , que procuro ser digno esposo de tan grande R eina. D el gran M aestre ia inocencia afirmo, y vos tam bién le amasteis por sus prendasi pues yo confio á vuestro noble pecho al que siem pre venció, por causa vuestra: juzgad aiiora.... ¿1 viene : el Cielo os guarde»

E S C E N A III. K E Y Y E L G R A N M A E S T R E ,

R E Y .

E stoy pronto i escuchar vuestra defensa*

M A E S T R E .

Cuando vuestra bondad lue distinguía con m il h o n ras, señ o r, y preeminencias» hasta tener en la sagrada l'uente

á un hijo vuestro por n n y o r fineza, icoiuo |iude c rp e r, que **1 gran Maestre» hoy ante vos cual viJ reo se viera?

(51)

y mi desg/Qcia es ser objeto de ella. U n odio iiiextinguible.nos persigue, y contrarios nos pinta á vuestra Altezaj ¿ pero serán traidores los que ponen toda su gloria en aum entar la vuestra? ¿ y que pudiendo conquistar imperios, coa ser vuestros soldados se contentan? P o r todas-partes h a b la,n u estra sangre, por el íie y derram ada y sji defensa: en los ca.mpos de iVIons, cuando fijasteis la v ic to ria , que hará ia faiua eterna, nunca os desam paré, y niis Caballeros todos se distinguieron en proezas. A su .Rey y señor siem pre leales, en el ardor de Ja mayor refriega, lio se olvidaban de servir de escudo para Jibrar y;^iestra peráona excelsa. E n su pecho se. vid clavado el iiierro, que os d iri^ ia Ja enemiga diestra, y de 6u s^ng.re pródigos, finaron con sumo innior, y con envidia nuestra: intrépidos ,á, vista deJ j>eligro,

fieles creeniQ?, cuando, al R ey se venga, que á otro Dios servimos.; déJ Tem plario siem p re, s^ilur, las niáxiuia^ son estas. La R el^4on magnánimos nos hace, y la lealtad nuestras acciones sella: estos dos sentim ientos generosos n uestro código son, y nuestra regla. ¡Y nos tts{taii de impíos y traidoies! ¡A h! señ o r, me anonada tanta afrenta. ¿Q uereis testigos ? pregiintad la sangre

(52)

de tantos C aballeros, que aun hum ea;

R E Y .

Sé vuestros altos h ech o s, y no exceden

á los que el francés nuble hace en la g u erra.

E sta ilu stre nación valor y gloria dejó siem pre á sus hijos por herencia: en toda edad las armas ilustraron: el tiem po m u ere, y su valor aum enta. V uestra gloria es tan solo haber seguido m is v icto rias, mis triunfos y banderas: como g u errero s, el vencer os toca; como vasallos, solo la obediencia.

¿ Cuantos hay que com baten por nosotros,

y al mismo tiempo mil traiciones piensan?

Ser d til es el plan del ambicioso, siem pre grandes virtudes aparenta, hasta que ve el momento favorable, y su proyecto crim inal desplega. D e vuestros inforlunios sois la causa, y nadie m as; la culpa solo es vu estra, que desprecias mi autoridad augusta; h a y mas : si yo ofendido solo fu era... ¡pero la R eligión! ¡la fe sag rad a!...

M A E S T R E .

N o re p itá is , se ñ o r, tan alta afrenta: ¿ y es posible que vuestro augusto pech» un momento tan solo [tensar pueda esta calum nia v i l , atroz m entira, sin castigar las atrevidas lenguas que con tan negra injuria nos infam an? Si es fuerza coníhatir esta sospecha,

(53)

y la m uerte prefiero á mi defensa.

¿T raid o res á Ja F e ? jcuHndo juramos «aerificarnos y morir por eiJa!

¿ Cuando arrostro el hipócrita la m uerte f nunca muere , señor ^ y se contenta con engañar y seducir al pueblo.

¡ A h ! ¡que horror calum niar nuestra creencíal

I QO disipa estas dudas nuestr» sangre

m il veces derram ada en su defensa ? jA h ! V illa rs , Monmorenci , Leilevile, B jfrem on , y Chevrus y Villanueva! vuestros gloriosos nombres y v irtu d es responderán mejor hoy por uii lengua, ¿Como podéis su frir tan ta injusticia?

REY.

¿ Y si esos mismos todo lo confiesan ?

M A E S T R E .

¡S erá posible! ¡ y no han tenido uliento para sobrellevar su suerte a d v e rsa !

I lo confiesan ?

R E Y .

¿ D udaislo?... mi p alabra...

M A E S T R E .

¿Q uereis si se deshonran que lo crea? ¡O h , Dios! ¿ y á nuestra enorme desventura perm ítis que se agregue tam bién esta?

R E Y .

U n Caballero de los mas famoso?, y que de vuestro amor se lisonjea, ha declarado y a vuestrus delilos. Se iU aia ....

(54)

54

M A E S T R E .

N o le nombre vuestra Alteza.

R E Y .

¿ P o r que razón ? i

M A E S T R E .

Porque decís lé ‘èstim o, jio lo quiero saber.

E l R e y habla en secreto con un oficial,

R E Y .

P u es su presencia confundirá ahora mismo vuestro orgullo.

M A E S T R E .

D ispensadm e, señor....

R E Y .

Q uiero qtie venga,

y acordarle el perdón á vuestra vista:

su confesion excita mi clemencia, lo iQÍsmo h aré con cuantos le im itaren .

ESC EN A IV . Z.OS M I S M O S V L S Ñ S F I Í B .

M A E S T R E .

Irtñevile e s : ¡d Dios! ¡te rrib le pena!

R E V .

¿Q ue os asombrais ?

M A E S T R E .

Es c ie rto ; jah! de ninguno, ¡m as de ti m ucho menos lo creyera!

Pero n o , no es posible que un T em plaiío la obligación , honor y verdad venda

(55)

s s

por h u ir los trabajos niuinentaneos, cuando la m uerte preferir debiera.

L E ÍÍE V IL E .

X o hay duda : he declcirado falsamente: la lengua dijo iu que el alma niega; y estas lágtiinas puras que derrtimo de mi arrepentim iento son la prueba: vuestros ojos me instruyen de m i crim en, ¡ojalá vuestro pecho compadezca

la culpa de un m om ento, y no me niegue fia amor que es lo que uias me lisonjea! Si con la m uerte se repara el daño, quiero m o rir, y expiar Ja conciei cia de mi fuuesto egem plo; porque muchos im ita ro n , aj verm e, mi flaqueza, pero lo que es p eo r, un Caballero,

i. impuUos deJ doJor que Je atorm enta,

al ^ran JVlaestre cdniplice le nom bra, siendo un modelo puro de inocencia. P ero apenas oimtis vuestro nom bre, cuando el rem ordim iento nos acuerda nuestro d e b e r , y todos exclamaron: seamos dignos de é l , nuestro honor vuelva á su antiguo explendor, sin él nu hay vida; y al trib u n a l al pnntu se presentan

á desm entir tan crim ina] ultraje: contad coa su v irtu d y su firmeza.

M A E S T R E .

Yo te a la b o , ¡oh gran Dios? pues convertida en gloria veo nuestra negra afrenta:

ese rem ordim iento generoso

(56)

y a lo habéis escuchado, m andad pronto que doblen lo» torm entos y cadenas, q u e preparen la m uerte que esperamos. L levad al fin , gran D ios, nuestra firmeza.

R E Y .

Con viveza. A la tropa ^ y a con-ienido y pausado.

Salid de mi presencia : ea , llevadlos. ESC EN A V.

E L R E Y .

La cdlera sin duda me enagena: ellos me han reducido al triste estado de c a s tig irlu s : hasta ddnde liega d e un falso celo el fanatism o, \ó Cielos!

del g ran M aestre una señal ligera intrépidos los guia hasta la m uerte:

iq u e triste ceguedad! ¿q u e audacia es esta? cuando y a estaba pronto á perdonarlos, pues su arrepentim iento m anifiestan, por solo una m irada de su gefe prefieren el suplicio á mi clemencia; jq u e poder tan te rrib le es el del M aestre! ¡que aun entre las prisiones y cadenas, d e un subterráneo en el obscuro seno m anda sobre e llo s, y sobre ellos reina! ¿Q ue harán si alguna víctim a les nombra auu coando sea la M agestad suprem a? aniquilar los respetables tronos, y asesinar los E eyes de Ja tierra^

(57)

ESC EN A V I. K S V y C A N C l L L S I t ,

C A N C IL L E R .

V engo á cum plir un triste m inisterio que d e c irlo , se ñ o r, luí amor ordena: del trib u n a l el celo riguroso,

por tudas partes cdiuplicos encuentra: la tram a crim inal de los Tem plarios, ha engañado aun á gentes de aJta esfera;

y en el palacio m ism o , á vuestros ojos,

cerca de v o s , señ o r, ¡quien lo creyera! h ay un Tem plario o c u lto , que siu duda d el gran M aestre por la causa vela; él mismo nos oculta este secreto. M ariñ i el jd v en ,...

R E Y .

¡A h! jfu e rte sospecha que me aclara y me indigna á un mismo tiem po!

C A N C IL L E R .

P ero si al hijo acusar aqui es fuerza, le hago ju sticia al padre que ignoraba d e su fam ilia esta desgracia horrenda; p or su dolor vereis su pena am arga, y por su celo es digno de indulgencia.

(58)

ESC EN A V II.

t o s Mismos Y EL MIVUSTRO,

M IN IS T R O .

S alv ad , señor, mi liijo á quien sin d u d a la prisión y el suplicio pronto espera: ¡cuanto mi triste suerte me horroriza, pues pronuncié yo mismo la sentencia, aun cuando el rayo en nuestros hijos caiga, que sé castiguen el estado ordena I P ero él no tiene parte en Jos delitos d e esas gentes que el mundo y a detesta: vos sabéis sus virtudes y su celor le han engañado, viendo su inocencia, y un nuevo crim en á los suyos Juntan.

R E Y .

M i corazon sensible en ti respeta los derechos de padre y desgraciado: ^td sabes bien cuanto el rigor me cu esta.., del error ó del crim en que tu hijn,

como T em plario, por sus votos tenga, no te haces responsable, harto padeces

por v erle parte en causa tan funesta ! N i temas que el oprobio tu honor m anche, a l culpable no mas la pena llega,

m i cariño será contigo el mismo: mas como padre al hijo le ftconseja que repare su honor ó su delito: y si ahora resiste su obediencia, no me valdré jamas de tus servicios^

(59)

aunque pof ti m i corazon lo sienta? vamos á ver si habrá mas partidarios que amenacen mi vida y mi diadem a. Yo por m í mismo indagaré sus pasos por librarm e del riesgo que me cerca

ACTO QUINTO.

E S C E N A I.

j a A R z f í r ^ Z E f Í E V I L E \ M O N M Q R E K C I Y O T R O S M U C H O S T E M P L A R I O S .

Y

m a r i íJi.

a sabéis que la R eina generosi con nuestra desventura conmovida, m ediando sus virtudes y elocuencia creo (^ue del peligro nos retira; ella nos v isitó personalmente: se extremecen los jueces con su vista, y nuestros enemigos desmayaron.

L E 5 ÍE V 1 L E .

¿Podrem os apagar tan grande ira, aunque inocentes somos?

M A R IÍ ÍI.

f Esperemos?

que acaso ten d rán fin nuestras desdichas. Si hubierais escuchado al gran M aestre os anim ara una esperanza viva.

Luego qóe é\ y yo solos nos quedamos, le m anda el ju ez que se defien d a, y diga

(60)

contra la acasacion cuanto quisiere: afable entonces con la voz tranquila, con d ig n id a d , sin inm utarse en nada,

y con la paz que la v irtu d inspira,

refutó las calum nias é im posturas que exhalaron las lenguas enemigas; y les p ro b o , que en todas las edades la v irtu d sola el órden m antenia. Entonces exclamó: ’’ inocentes somos:

» D io s , la E u ro p a, los huvnbres lo atestiguan, » lo s siglos que han pasado, y el presente, ?)de nuestros opresores nos vindican. » M o rire m o s, y en medio del torm ento, jjcon que el verdugo al hom bre m artiriza, » e n medio de las llamas mas voraces, » q u e la ira cruel dcl odio atiza, » todos direm os, somos inocentes. » Y aun desde el fondo de la tum ba fría » sa ld rá esta voz... morimos inocentes, » p a r a ate rra r al que obra la injusticia.*’ Entonces la asamblea numerosa

parece que se tu rb a á nuestra vista, y dudando absolvernos ó culparnos, cual si oyeran la cólera divina, d el acento de D ios, asi quedaron. M i3 del G«;fe la voz dulce y tra n q u ila vuelve á escucharse, vuelve á hacer preguntas, ta l es de la v irtu d la fuerza activa,

que aunque p reso , parece los juzgaba: alli queda aclarando sus in trig as: de la inocencia el triu a ib c^utaremosj

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