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La grandeza de las civilizaciones prehispánicas

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Academic year: 2021

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De tener mil 100 km cuadrados cubiertos de agua en la época prehispánica pasamos a mil 400 km cuadrados de urbanización. En menos de 500 años la ciudad de México y su antigua cuenca lacustre, registraron el cambio ambiental más grande de que se tenga memoria en la historia de la urbanización mundial. Diariamente, millones de personas en la ciudad abren las llaves del baño para lavar sus cuerpos con agua. Las de las cocinas, para preparar los alimentos. Con el simple apretar de un botón, miles de litros de agua cumplen su tarea en lavadoras y secadoras. Kilómetros de mangueras expulsan agua para quitar el polvo de millones de autos. Las albercas esperan apacibles el sumergir de nadadores potentados y de atletas. En los jardines, de repente el agua los inunda para conservar su verdor. El agua de la fuente acaricia los contornos sensuales de La Diana. Los aires acondicionados de oficinas y de modernos hoteles reciclan miles de litros de agua para mantener el confort de huéspedes y empleados. También, los tambos y cubetas de agua en las viviendas más pobres de las periferias, sirven para preparar los alimentos y lavar la ropa. Así, desde la fabricación de una pluma hasta la preparación del café que acompaña la lectura de los diarios matutinos, aparece como por arte de magia el agua.

¿De donde viene?, ¿como llega a nuestros hogares, oficinas, fábricas y jardines?, ¿como se abastecen de agua millones de habitantes de una ciudad como la nuestra, ubicada a 2,200 metros sobre el nivel del mar, y que cuando arribaron los conquistadores españoles, llego a tener mil 100 kilómetros cuadrados cubiertos de agua? Hoy nada queda de esa visión. En cambio, mil 400 kilómetros cuadrados de urbanización. El reino del asfalto. Parece increíble, pero así fue! En menos de 500 años la ciudad de México y su antigua cuenca lacustre, registraron el cambio ambiental más grande de que se tenga memoria en la historia de la urbanización mundial.

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estaba fundamentada en el profundo conocimiento del agua. De la indisoluble relación con tan vital elemento provenía su fortaleza económica, cultural y militar, pues de ella obtenían alimento y protección. La Gran Tenochtitlán fue una ciudad sobre el agua con avanzadas tecnologías para controlar sus niveles y reciclar sus desechos. Así fue de notable el respeto por la naturaleza. Pero con la violenta llegada del viejo mundo, la situación cambio. El conocimiento profundo, el manejo adecuado y un dominio integral sobre el agua que tenían nuestros antepasados, nunca lo pudieron entender los hombres de a caballo. A partir del siglo XVI, la nueva cultura de ultramar empezó su errónea tarea de desaparecerla de la cuenca de México.

¿Como sacar el agua de una cuenca cerrada por montañas y a más de dos mil metros de altura? ¿Cómo transportarla 350 kilómetros hasta el mar? ¿Como desecar los lagos para imponer los patrones urbanos y la cultura del viejo continente? La respuesta la brindo la ciencia europea. Reyes y Virreyes mandaron hacer durante la segunda mitad del siglo XVI múltiples proyectos. Geógrafos, cosmógrafos y demás científicos llegaron a la Nueva España para cumplir tal fin, tal anhelo. Después de las terribles inundaciones de 1604 y 1607, se aprueba el proyecto del cosmógrafo alemán Enrico Martínez. De los cinco grandes lagos, Chalco, Xochimilco, San Cristóbal-Xaltocan, Zumpango y Texcoco, éste ultimo era el más bajo. Su proyecto

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original era construir desde éste un gran desagüe artificial para conectarlo al río Tula, y por sus afluentes Moctezuma y Pánuco, conducir el agua hasta el Golfo de México. Las limitaciones de recursos obligaron solo a construir dicho conducto desde el lago más alto, el de Zumpango, de tal manera que desviando su río principal, el Cuautitlán, se redujera considerablemente el agua en la cuenca y sobre todo aquella que llegaba hasta el lago de Texcoco, en donde se encontraba la ciudad.

La obra se inicia en 1607 y es la más importante de toda América durante la Colonia. En solo 11 meses, 450 mil indígenas construyeron un túnel de 7 kilómetros de largo y 50 metros de profundidad; a él se unió un canal abierto, un tajo llamado de Nochistongo por el que se desviaron las aguas del río Cuautitlán. El lago de Zumpango quedo así conectado al mar a través del río Tula y sus afluentes. Con la perforación artificial del túnel llamado de Huehuetoca, la cuenca se convirtió en lo que hoy es el valle de México. Pero los propósitos de reducir las áreas lacustres continuaron. Ignacio Castera el arquitecto neoclásico creador del primer plano regulador de la ciudad, construyo en 1794 el Canal de Guadalupe para tomar, ahora, las aguas de otro lago, el de San Cristóbal-Xaltocan.

Nuevos imperios europeos van a proseguir el sueño español de desaguar el valle. Maximiliano, el efímero emperador, autoriza en 1867 un proyecto presentado por Luis Espinoza, basado

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en la idea original del siglo XVII de construir un desagüe desde el lago más bajo, el de Texcoco. La obra consistió en un canal abierto de 47 kilómetros desde San Lázaro hasta Zumpango: el Gran Canal del desagüe; de ahí al pie de las montañas, se perforo por segunda vez la cuenca con un túnel de 11 kilómetros de largo y 4 metros de diámetro. La lumbrera en la parte más elevada de las montañas fue ahora de 100 metros de profundidad. Se le conoce como el primer túnel de Tequixquiac, concluido en 1895 e inaugurado en 1900 por Porfirio Díaz.

La ciudad creció desmesuradamente durante la primera mitad del presente siglo. En 1920 contaba con 46 kilómetros cuadrados de extensión y 950 mil habitantes. En 1953 eran ya 240 kilómetros cuadrados y 3.5 millones de habitantes. Hoy las cifras nos parecen insignificantes, pero en esos tiempos causaron gran conmoción. Tan vertiginoso crecimiento saturo los desagües de la ciudad, obligando a perforar por tercera vez la cuenca; un nuevo túnel, similar al de Tequixquiac, se construyo junto a éste entre 1937 y 1942; con ello quedaban aseguradas las posteriores expansiones de la ciudad.

Pero la naturaleza volvió nuevamente a llamarnos la atención sobre lo endeble de las obras construidas: en 1951 el Centro Histórico y algunas colonias aledañas se inundaron durante tres meses. El nivel del agua alcanzo dos metros, convirtiendo nuevamente la capital en lago. Los

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hundimientos y la saturación de los túneles de Tequixquiac para desalojar las aguas residuales, obligaron a construir el cuarto desagüe, llamado el Drenaje Profundo. La obra, todavía en construcción, es en su tipo, la más impactante de América Latina. Se trata de 1,353 kilómetros de túneles subterráneos de 5 metros de diámetro que atraviesan el subsuelo citadino. Conducen el agua al emisor central, un túnel de seis y medio metros de diámetro construido a 240 metros de profundidad. Con esta obra concluyen los propósitos de desaguar la cuenca de México mediante las grandes obras de ingeniería.

Como fruto, casi toda el agua de la cuenca, alimentada por 14 grandes ríos y sus 35 afluentes, fue suprimida. La navegación en lagos y canales paulatinamente se extinguió. En su lugar se implantaron en diversas épocas los caminos para las carretas, luego para los tranvías y, finalmente, el área la ocupo una ciudad de viaductos, de periféricos y de ejes viales por donde se desplazan millones de automóviles, autobuses y camiones de carga.

Las majestuosas obras para abastecer y desalojar el agua de la ciudad han jugado un papel determinante en esa radical transformación ambiental. En este número de La Jornada Ecológica ofrecemos un breve relato de los impactos ambientales causados por las obras de abastecimiento construidas desde hace más de un siglo.

La capital del país y su área metropolitana consumen uno de los caudales de agua más

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grandes del mundo: 67.5 metros cúbicos por segundo, para una población de 18 millones de personas asentadas en 1,400 kilómetros cuadrados. Tres son las fuentes de abastecimiento e incontables sus impactos: 1.Los pozos y sus efectos 2.Las cuencas externas 3.Ríos y presas Sitio Web (URL): http://www.planeta.com/ecotravel/mexico/ecologia/97/0897agua.html Autor(es): Jorge Legorreta en colaboración con María del Carmen Contreras, María de los Angeles Flores y Noemi Jiménez

Referencias

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