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En la playa Capítulo 7 Fé Hernández Bello. EN LA PLAYA

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Academic year: 2021

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EN LA PLAYA

Y así pasó el tiempo, Charito creció y se hizo Bióloga marina, no había cosa que le apasionara más que el aprender sobre los animales que viven en las aguas de los océanos. Monchita era ya Jefa de Salvavidas, como ya te lo había contado, Totita continuaba desovando en la playa en cada temporada, puntual llegaba a la cita, ellas por su parte esperaban ansiosas ver como en el horizonte iba apareciendo su cabeza entre las olas del mar; ahora ya no eran niñas; eran hermosas mujercitas comprometidas con sus principios y sus actividades; Totita siempre esperaba a que ellas estuvieran presentes para encargarle los huevos para las futuras tortuguitas.

Las hijitas de Totita también regresaban a desovar cuando ya estaban suficientemente crecidas para ello; así que las jovencitas decidieron poner un criadero de tortugas, su fama aumentaba con cada estación de crianza, eran conocidas por la magnífica labor que desempeñaban para conservar esta maravillosa especie marina, todos en el pueblo las respetaban y las ayudaban cuando el trabajo en época de incubación se incrementaba, realizaban junto con ellas los recorridos nocturnos largos y cansados, pues como ya sabrás, las tortugas buscan la playa durante la noche para depositar sus huevitos en los nidos de la arena, así que quienes ayudaban a las chicas tenían que detectar dónde habían puesto los huevos las tortugas, día a día, noche tras noche, durante la temporada de desove, muchos habitantes de la región constituían el grupo de voluntarios, Perlita era la mejor asistente de Charito; ya localizados los nidos, la tarea era recolectar los huevos, los metían cuidadosamente en bolsas etiquetadas para luego colocarlos en nidos muy parecidos a los que hacen las tortugas al desovar, acto seguido, ambas ordenaban las incubadoras, las fechaban y estaban al pendiente del nacimiento de las nuevas generaciones de tortuguitas, era maravilloso ver como el cascarón se rompía y de pronto comenzaba a aparecer una pequeña cabecita, luego las aletas, hasta estar completamente fuera del cascarón, las pequeñas tortuguitas salen prácticamente al mismo tiempo, la vista de los nidos es impresionante, cientos de tortuguitas pequeñitas saliendo de sus cascarones buscando el aire fresco que respirar, uno a uno los nidos iban dando un

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espectáculo sinigual, el nacimiento de estas en sí es una maravilla de la naturaleza y con esa magia de la vida, los nidos tienen cientos de tortuguitas esperando a estar fuertes para poder iniciar su vida marina; las cuidaban con tanto esmero y cariño hasta estar listas para ser liberadas en el mar.

Tanta era la emoción de los habitantes de la comunidad que les donaron un enorme terreno que daba hacia la playa, así que el criadero se extendió hasta el mar, los nidos se colocaban en lugares donde las

condiciones de temperatura y humedad siendo las mejores para que el desarrollo de los embriones fuera el adecuado y al final de su desarrollo eclosionar o salir del huevo, las pequeñas tortuguitas generalmente nacen al amanecer, así que mientras es temporada no hay descanso para los integrantes del

criadero solo hasta verlas dirigirse al mar, cosa que generalmente ocurre por la tarde para que los rayos del sol no sean tan intensos sobre las pequeñitas.

Así las nuevas generaciones de tortugas regresan a la playa donde fueron liberadas para desovar cuando ya han alcanzado edad suficiente para ello, el jardín de la

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pequeña casa blanca era visitado frecuentemente por personas interesadas en la conservación de la tortuga marina, tanto así que le pusieron “la casa de las tortugas” y colindaba con el enorme terreno donado para criadero.

Cierto día, llegó una notificación para que Charito se fuera al otro lado del mundo a fundar un nuevo criadero de tortugas, ya que su fama había cruzado fronteras y solicitaban sus conocimientos para salvar algunas especies que habitan aquellas aguas lejanas. Charito no dudó en aceptar la propuesta, pues estaba entregada a preservar cuantas especies le fuera posible; sabía que Perlita y el resto de la familia cuidarían con mucho amor las siguientes generaciones de tortugas de su tierra natal; así que el puesto de jefa de criadero le fue asignado a Perlita, pasado un tiempo, en todo el país se hablaba de los buenos resultados que obtenía cuando liberaba las tortuguitas al mar, la invitaban a congresos que se realizaban en otros lugares para actualizar sus conocimientos sobre las tortugas y sus cuidados, Perlita recibió su título de bióloga marina graduada con mención honorífica por su perseverancia y buenas calificaciones; mientras estuvo en la universidad conoció a alguien muy especial que compartía su interés por los criaderos de tortuga, y entre trabajo y trabajo se dieron cuenta que estaban hechos el uno para el otro, por fin Juan le declaró su amor y juntos continuaron la labor en “la casa de las tortugas”; la familia creció y los hijos de Perlita también se comprometieron con las tortuguitas, era

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como volver el tiempo atrás y mirar a Perlita y sus hermanas jugando en la arena de la playa cuidando las nuevas generaciones de tortugas.

Lolita escuchaba muy atenta el relato de su abuelita, sentada en la arena jugando con sus manitas, sin embargo algo llamó su atención, a lo lejos acercándose cada vez más apareció una tortuga, las conocía perfectamente ya que estaba familiarizada con ellas desde que era muy pequeñita.

- Mira abuelita, mira! Una tortuga viene saliendo del mar!

- Si hijita, pero no es solo una, observa bien, mira más allá. La que tú observas es la tortuga guía, pero atrás le siguen otras, observa bien mi pequeñita….

El espectáculo que estaban mirando Lolita y su abuelita era indescriptible, cientos de tortugas estaban saliendo a la playa, el sol en el horizonte era el marco de esta fotografía viva que estaban presenciando las dos; tortugas de diversos tamaños fueron llegando una a una a la orilla del mar, la playa les daba la bienvenida, con olas espumosas y la deliciosa tibieza de la arena, bálsamo para el cansancio experimentado en su larga travesía por el mar, era como si la playa las estuviera esperando; tiempo del desove, justo antes de que el sol se ocultara llegaron a la playa y comenzaron su ardua tarea para perpetuar la especie.

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Lolita jamás había visto tal cantidad de tortugas, para su abuelita era una situación bastante común ya que en muchas otras ocasiones le había tocado ver el momento en que las tortugas llegaban a la playa; pero ahora lo experimentaba con la pequeña Lolita que no cabía en su asombro por tantas y tantas tortugas que salían del mar.

- Quédate quietecita Lolita y verás algo maravilloso que va a ocurrir aquí ahora. - Si abuelita, ¡nunca había visto tantas tortugas juntas!

- Es algo que jamás olvidarás.

En eso estaban cuando de repente vieron de entre las olas que rompían en la orilla del mar una tortuga especialmente conocida por la abuelita de Lolita, cualquier persona diría que las tortugas todas iguales, pero no para ella que sabía perfectamente reconocer a una tortuga en especial, todas eran distintas entre sí, en efecto, nuevamente llegaba a la cita Totita, que como ya era costumbre iba hasta la playa como adivinando el momento en que alguien muy especial presenciara el desove y volviera a encomendarle la custodia de los pequeños huevos.

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Totita se acercó hasta ellas, como ocurría cada vez que llegaba a esa playa, saludaba tocando con su cabecita las piernas de aquella mujer entrada en años, quien gustosa se agachaba y abrazaba a la tortuga que ahora era enorme, sus brazos no lograban abarcarla toda, pero no por ello el abrazo dejaba de ser cálido y especial. Los ojos de ambas se llenaron de lágrimas, solo se escuchaba el romper de las olas en la playa, era una sinfonía que se repetía una y otra vez; el viento era tibio y suave, el sol le daba un toque de majestuosidad al encuentro, entre anaranjados y rojos las nubes se vestían de color; Lolita, no perdía de vista ningún detalle del encuentro entre abuelita y aquella tortuga, no quería perder detalle de algo tan especial, tanto así que no se dio cuenta de que el resto de las tortugas se iban colocando alrededor de ellas; en un instante las rodearon, no podía saber cuántas se encontraban esa tarde en la playa, solo se veían los caparazones como se ve una calle empedrada; después de unos momentos Lolita comenzó a observar que las tortugas iban tomando posición a lo largo y ancho de la playa, todas comenzaron a cavar sus nidos, pero Totita no, ella se acercó a Lolita y tocó dulcemente los piecitos de la niña y su abuelita le dijo:

- Lolita, eres la elegida para continuar con la custodia de las tortuguitas que pronto nacerán, Totita te las confía.

- ¿En verdad abuelita? ¿Cómo lo sabes?

- Si Lolita, ella me lo ha dicho. Ella y yo tenemos un lenguaje especial. ¿Recuerdas que te estaba contando de Totita cuando llegó a la pequeña casita blanca? Bueno pues Charito es mi hermana, y yo soy aquella niña que vino del mar.

Lolita abrazo con dulzura a su abuelita y a Totita, los ojos de la pequeña encontraron en la mirada de Totita todo el agradecimiento que tenía para con su abuelita y que ahora le entregaba su confianza a la pequeña para que continuara la tarea que tan amorosamente había realizado Perlita durante tantas y tantas generaciones de tortugas…

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- De hoy en adelante seré quien cuide y proteja a las nuevas tortuguitas, me esforzaré porque así sea, honrando toda la labor que tú y mis tías han hecho por conservar esta hermosa especie; me siento honrada por haber sido elegida por la propia Totita para cuidarlas. Abuelita, siempre estarás orgullosa de mi. Lolita dijo esto colocando una

mano sobre el caparazón de Totita y la otra mano sobre el corazón de su abuelita. Creando un lazo irrompible entre las tres. El resto de las tortugas rodearon a Perlita, Lolita y Totita en señal de común acuerdo, el cielo del atardecer con destellos luminosos en los más hermosos colores y el imponente mar fueron mudos testigos de aquel encuentro.

Todos los días al atardecer, Perla pasea plácidamente por la orilla del mar, disfrutando de la caricia de las olas, del beso del viento y la inmensidad del mar...

FIN

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