desde la realidad de El Salvador
Constitución de la República
En su Art. 55 establece que uno de sus
fines es inculcar el respeto a los Derechos Humanos.
En el Art. 60 señala -entre otros- que será
obligatoria la enseñanza de los derechos
humanos.
Como país buscamos:
Consolidar acciones que nos conduzcan a la creación de un estado democrático
garante de los derechos humanos.
Fue la violación de los Derechos Humanos una de las causas que originaron el
conflicto armado en El Salvador, entre los años 80 y 90, que se finalizó en una
negociación política cuyos acuerdos fueron firmados en el Castillo de Chapultepec,
México en 1992.
El 26 de julio de 1990 se aprobó, por las partes en conflicto, el Acuerdo de San José sobre Derechos Humanos, con dos grandes apartados: el respeto y garantía de los Derechos
Humanos y la verificación internacional por parte de las Naciones Unidas.
Con la firma de los Acuerdos de Paz, se abrió un nuevo capítulo en el desarrollo de la
sociedad salvadoreña para la construcción de
la Democracia y la vigencia de los Derechos
Humanos.
El Protocolo de San Salvador, adoptado en 1988,
reafirma el propósito de consolidar a este continente dentro del cuadro de las instituciones democráticas; un régimen de libertad personal y de justicia social,
fundado en el respeto de los Derechos Humanos esenciales del hombre.
La Educación en Derechos Humanos cobró mayor fuerza en 1995 con la consolidación de los fundamentos curriculares, a los
cuales se les incorporó dicho eje
transversal.
Posteriormente, en el 2005, se puso en
marcha una nueva reforma definida como
Plan Nacional de Educación 2021, la cual
profundizó el desarrollo curricular en el
campo de los Derechos Humanos.
En el 2009, como resultado de las
elecciones, se inicia un nuevo momento
histórico excepcional para avanzar en la
transformación estructural del país.
Una de nuestras principales propuestas es:
Construir una sociedad equitativa, incluyente y tolerante en donde exista la equidad de género y en la que los derechos de toda la población, con especial énfasis en los grupos en condiciones de vulnerabilidad, sean respetados.
El papel de la escuela en la nueva realidad exige un cambio de la escuela tradicional.
La nueva escuela debe ser el punto donde se identifican plenamente la familia y la
sociedad.
La educación y democracia son fundamentales para conducir la sociedad salvadoreña al disfrute de una democracia consolidada. lo que también tiene un fundamento básico: el respeto irrestricto a los Derechos Humanos.
Esta no es solo la visión del Ministerio de Educación, si no también la del Gobierno del Presidente Mauricio Funes
Cartagena, que en su Plan Quinquenal fundamenta el
Programa Social Educativo 2009-2014 “Vamos a la Escuela”, a través del que se impulsa el proceso de transformación de la educación en El Salvador.
Esta política educativa se define como un derecho fundamental de la ciudadanía y como un fin la
persona humana, por lo tanto, su cumplimiento es un acto de justicia que contribuye a superar la
desigualdad y la exclusión social.
Hoy en día la educación en Derechos
Humanos, está prescrita en todo el desarrollo
de los programas, pues éstos no son propios
de una sola disciplina.
Todas las instituciones educativas tienen, sobre la base de los Derechos Humanos, programas que pueden adecuar curricularmente para abordar temáticas sobre moral, cívica, y los Derechos Humanos en general.
El nuevo modelo de educación que plantea el Plan Social Educativo
“Vamos a la Escuela”, proporcionará un progresivo
empoderamiento democrático de la población, avanzando a una sociedad humanista, más desarrollada y participativa, más
próspera y justa, más solidaria y equitativa, más educada y culta, y más respetuosa de la vida y del medio ambiente.
A la región se le presenta una oportunidad a
través del pacto para fortalecer y consolidar el
proceso democrático que vivimos. la cual, se
ve amenazada por la pobreza, la violencia, la
desigualdad y la exclusión.
La Organización de los Estados Americanos y el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) pueden
coadyuvar a la construcción del diálogo entre los
diferentes actores educativos nacionales y de la región, contribuyendo con nuestros países a que el avance de la Educación en Derechos Humanos alcance nuevas metas.
El rol de la OEA y del IIDH ha sido crucial para la inclusión de la Educación en Derechos Humanos como un componente central de los procesos
educativos en todos los niveles y sobre sus orientaciones básicas.
La Cultura de Paz, también nos lleva a cultivar la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica;
fomenta la libertad de expresión, reconoce la diversidad cultural, nos forma para saber
escuchar y dialogar.
La Educación en Derechos Humanos nos hace sensibles para reconocer que la pobreza es inhumana pero que la extrema pobreza es ofensiva a los ojos de los que
luchamos por una América de cara al mundo, unida, prospera y justa.
Deseo invitarlos a soñar que somos artesanos capaces de construir la nueva sociedad interamericana donde exigir sus Derechos Laborales, Económicos, Sociales y Culturales no sea causa de persecución, exclusión o muerte.
Una sociedad donde todos podemos vivir con decoro y que nuestras familias se desarrollan en ambientes seguros, libres de todo tipo de violencia.