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“¿LAS VÍCTIMAS COMO PRECIO NECESARIO?” Memoria, justicia y reconciliación

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Congreso Internacional International Conference

“¿LAS VÍCTIMAS COMO PRECIO NECESARIO?”

Memoria, justicia y reconciliación

“VICTIMS AS A NECESSARY PRICE?”

Memory, Justice and Reconciliation

Organización:

Proyecto de Investigación

«Filosofía después del Holocausto:

Vigencia de sus lógicas perversas»

INSTITUTO DE FILOSOFÍA

Centro de Ciencias Humanas y Sociales-CSIC

Organization:

Research Project

“Philosophy after the Holocaust:

Validity of its perverse logics”

INSTITUTE OF PHILOSOPHY Center for Human and Social Sciences-CSIC

29-31 octubre 2013

29 to 31 October, 2013

Centro de Ciencias Humanas y Sociales-CSIC - Center for Human and Social Sciences-CSIC Sala Menédez Pidal

Albsanz, 26-28 – MADRID

Clemencia Rodríguez

El problema de la “invisibilidad” de las víctimas, a partir de la noción de “violencia política” en el pensamiento de

H. Arendt

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“…nous dirons que le pouvoir, mais non la violence, est l´élément essentiel de toute forme de gouvernement. La violence est, par nature, instrumentale; comme tous les instruments, elle doit toujours être dirigée et justifiée par les fins qu´elle entend servir.

Ce qui exige ainsi une justification extérieure ne saurait représenter le principe constitutif essentiel » (1972:151).

1. La noción de lo político y las “Victimas”: en el pensamiento de Hannah Arendt.

En su primera gran obra Los Orígenes del Totalitarismo,1951 Hannah Arendt(2002), elabora su trabajo de investigación a partir de la fenomenología de la acción, como método que le permite comprender los acontecimientos vividos en Europa y, que dieron origen a la formación del Totalitarismo como nueva forma de gobernar. El campo político del continente más avanzado en todo sentido: económica, social y culturalmente, eran sin embargo, escenario del terror más violento conocido hasta el momento. Este acontecimiento sin precedentes en la historia, no pudo ser sospechado por investigadores sociales tan importantes como: Marx o Weber. Arendt se “enfila” al esfuerzo iniciado mucho tiempo atrás en la filosofía alemana por desmantelar: la metafísica y la filosofía, tal como se las conocía “...desde el comienzo de los griegos hasta nuestros días” Arendt,1989 (2004:173). El Holocausto del pueblo judío a manos de los nazi, evidencio a sus ojos los quiebres morales, políticos y culturales de Europa y la llevan a cuestionar, en especial toda la teoría política occidental y a preguntarse si ¿La política tiene finalmente todavía sentido? (1988:235). El estado de decadencia, contrasta fuertemente por sus condiciones de desarrollo tecnológico e intelectual y, pone en duda todo el campo de la política entendida como vigencia de la libertad. Arendt concibe la política como libertad; una

“idea tan sencilla como concluyente”, -dirá- que por lo mismo, ella emerge como problema al lado del campo político, y una gran desconfianza sobre los dos. Arendt se plantea el problema desde una postura crítica dada la novedad del fenómeno; además, que requiere el reconocimiento del hecho histórico, por un lado y el marco filosófico político problemático para su análisis. Desde estas condiciones, no le queda otra opción, que la pregunta, por: ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cómo ha sido posible y no pudimos verlo a tiempo?; que indican, como lo ha dicho Dana Villa (2008:11) una de sus mejores lectoras, que para Arendt, se trata de

“pensar eso que hacemos” a gran escala: la historia política mundial, desde su propia teoría política y metodológica, sobre el “problema de la acción” y la crítica a la modernidad.

En este contexto teórico, la originalidad del método arendtiano, consiste en retomar la existencia humana especialmente en el campo de la política, entendida como pluralidad

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humana que actúa en concierto y, que asume el conflicto como parte del espacio público. Por tanto, todo pensamiento sobre lo político pos-totalitario, ha de partir de una visión crítica a la era moderna y a la filosofía política tradicional.

Arendt comienza por la pregunta sobre “eso que había pasado”, (2002), para saber exactamente, qué es lo que hemos de desmantelar. Su forma de hacerlo es resistiéndose, dirá Ricoeur, en su prefacio a Condition du Homme Moderne (1983); porque se niega a aceptar, que el Holocausto y el terror padecido por las víctimas judías dejen al mundo intacto. Esta postura política, está expresada en su trabajo de 1952, en el texto “Sobre la naturaleza del totalitarismo: ensayo sobre la comprensión”(1990), cuyo objetivo, es des-montar el totalitarismo porque él, representa la negación absoluta de la libertad humana. Como lo indica el título, se trata de identificar la naturaleza misma del totalitarismo a partir de sus propias manifestaciones; pues, para Arendt, ninguna tarea sobre este tema, puede iniciarse si no comprendemos de entrada las dinámicas y elementos que lo constituyen y, así, adentrarnos tras el espectáculo que va desde: el Yo acuso! De Zolá, la magnificencia militar, la fábrica de trabajadores y el centro de estudios judíos de la universidad donde se camuflan las SS, etc.

Después, descartar el campo de la moral y toda acción masiva, ya que en circunstancias como las de la época nazi, una cosa es segura: el quiebre profundo en la estructura moral y los principios fundamentales que soportan la sociedad: la libertad y la justicia, formas por excelencia de las relaciones sociales e institucionales. Arendt(1990:68). Como lo ha estudiado Miguel Abenseur (2004), la filósofa judía se coloca como espectadora, a distancia, para reconocer el juego de cada actor en el conjunto de la escena y, desentrañar el rol oculto de cada quien: institución, grupo social, aparato administrativo, etc. Pero, será de Mostesquieu, el

“último pensador político”, de quien retome la forma de asumir este tipo de problemáticas y eventos políticos. Es el caso, por ejemplo, cuando quienes tienen el poder y gobiernan, han perdido el respeto a las leyes, en ese momento es cuando los ciudadanos optan por volver a la moral y las costumbres, como formas de acción, asunto que tiene el inconveniente que no sirve de garantía para resolver dificultades de nivel totalitario. Montesquieu le indica un camino:

conocer mejor la naturaleza humana, porque cuando no sabemos lo que ella encierra, cuando la oculta, nos sentimos perdidos, señala en su introducción al Espíritu de las leyes., citado por Arendt (ibídem:70) Con ésta fórmula, se pone a la tarea de desentrañar la naturaleza del totalitarismo, es decir, “lo que la hace ser eso que ella es”, los factores y elementos que lo consolidaron. Entre esos elementos constitutivos del sistema nazi, están: la figura del judío, encarnado en el “chivo expiatorio” y, el “eternal odio al pueblo judío” como elementos centrales y, que junto a otros pueblos, en el marco europeo de entre guerras, permitió crear el

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“enemigo interno” declarado en la Segunda Guerra mundial; de esta forma, puede acotar mejor las conflictivas relaciones del campo político que elaborar teoría generales. Uno factor esencial a su tarea, consiste en observar la realidad histórica del pueblo judío, hasta llegar al elemento central de su estudio: el “odio eterno al pueblo judío”;encontrando que se trata de un prejuicio naturalizado en Europa y, especialmente inattendu por los profesionales de las ciencias sociales y los mismos judíos. Este odio, no encontró nunca un interés serio que se ocupara por conocer esta forma de justificación histórica. No se trata de un evento natural –señala Arendt-, sino, de una enorme incapacidad para ocuparnos de ellas y peor aún, no buscar razones a esas típicas justificaciones históricas, Arendt (2002:224). Este “descuido”, en la era moderna tomó proporciones monstruosas. Ya, en el seno del pueblo judío, identifica la contradicción que significa, su condición a-política y, sin embargo, tan acostumbrado a convivir con reyes y gobernantes; pero, que siendo el único pueblo interesado en su historia, no supo reconocer los peligros que entrañaba ese eternal odio y menos la catástrofe final.(Ibídem:226). De esta forma, su investigación hace avances en el campo de la historia, necesaria para comprender los hechos o, “eso que hacemos”, sin caer en historicismos ni apologías de las víctimas; rompiendo, así, con el esquema occidental centrado en vencedores y héroes poderosos de la historia monumental y modelos agigantados a imitar. La extraordinaria novedad de su trabajo, consiste en pasar, al lado opuesto de la visión occidental y, colocarse así, del lado de los

“Vencidos”. Arendt continúa el trabajo crítico iniciado por Nietzsche sobre la historiografía y elabora la suya, definida en términos modernos: “la historia emerge como aquella cosa que no ha existido antes...”(1990:79). Si bien, contiene la historia de lo que hacemos los seres humanos, también comprende todo aquello a lo que debe su existencia la raza humana”, (ibídem:79). Por mi parte, me interesa señalar aquí, especialmente su valentía al cuestionar la visión tradicional y desde Kant, en su Project de la Paix Perpetuelle, en el que las formas de dominación son identificadas “únicamente” en función del criterio de poder, de modo que todas las formas de dominación son ilícitas, exceptuando aquellas que han realizado la separación de poderes; y, si bien reconoce dicha separación de poderes, al final, define el poder sobre la idea de que él exige y se encarna en la posesión de los medios violentos para la ejecución, Arendt (1990:84/85). Formula que se mantiene igual en Weber, tanto su concepción de poder político como dominación, como sobre la posesión de los medios de la violencia como poder. Arendt, dedica su trabajo Sur la violence, de 1970, a elaborar distinciones fundamentales: sobre la violencia, por su naturaleza esencialmente instrumental y, del poder, que corresponde a la actitud del hombre de actuar y de actuar de manera concertada, política.

Es a partir de estas dos críticas, que en Los Origenes del Totalitarismo,(O.T.), las

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víctimas, se toman el centro de la obra en su rol trágico y, de esa forma, adquieren una

“presencia” especial como pueblo perseguido históricamente. Esta metodología, le permitirá identificar un fenómeno desconocido hasta el momento: la presencia de los “sin derechos”, expresamente tratado en el capítulo XIII y, que a partir de este hecho social, propone la creación de un derecho nuevo: “el derecho a tener derechos”. Este capítulo, es un esfuerzo por profundizar y mostrar, que la ambigüedad y el nivel de abstracción del discurso sobre la universalidad y la humanidad de las Declaraciones de Derechos Hombre/humanos, fueron/son incapaces de proteger la vida de los más débiles; esto, si no existe un compromiso político del Estado con todos los ciudadanos nacionales, único ente político con capacidad para defenderlos y, sin necesidad de nacionalismos o soberanías. Arendt no describe hechos, sino acciones conflictivas del orden de lo político, ya que ellas son las que revelan la naturaleza del gobierno como enseñara Mostesquieu, a partir del descubrimiento de “su principio de toda acción”

(1952:84). Para él, son ellas las que hablan del tipo de gobierno que se trata; como en la república, por ejemplo, cuyo principio de acción encierra la virtud política por excelencia que ella privilegia y, que significa el amor a la igualdad; o, en la monarquía su valor máximo será el honor. Este modelo, permitió a Montesquieu determinar la estructura del gobierno y a partir de ella, puede idear la separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Por tanto, no se trata simplemente de describir la estructura, sino de identificar la forma como se desarrolla el poder tanto en la esfera pública como en su totalidad y, cómo aparece o no el poder, en los cuerpos políticos. (C.H.M:228).

En síntesis, Arendt no se rinde ante el sufrimiento judío, sino que hace uso de imaginación y coraje, y se orienta a descubrir y analiza las consecuencias prácticas de sus posturas históricamente a-políticas, como parte en el juego del poder en Europa. En otras palabras, que para ella el campo de lo político y la vida política del pueblo judío son el marco en el que se jugó el fenómeno del Holocausto; y, es allí, donde hemos de explorar, investigar

“eso que había sucedido”. De esta manera, se despeja el campo de visión sobre la importancia de su pregunta por el sentido de lo y la política, porque es allí donde el hábito cotidiano se transformó en tragedia. Y es allí, donde Arendt desvela el valor que tiene para la existencia misma de la humanidad, la condición política y el campo de lo político, como espacio para la expresión de la libertad y de la pluralidad esencial a la sociedad humana.

Un otro nivel de este método arendtiano, se centra en identificar los “elementos” que estructuran y consolidan finalmente el sistema totalitario y describir la forma de relación entre ellos, el modus operandi del conjunto social y, la transformación en el campo político, con el objetivo desvelar: ¿cómo se puede ir de la democracia al terror, desde el interior de un mismo

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territorio y soberanía nacional?. Resulta por tanto importante, conocer cómo se determina: el

“enemigo interno”, su función dentro del aparato ideológico y discursivo para las masas, el rol fundamental de la burguesía y las urgencias imperialistas exigidas por el capitalismo en busca de expansión, la utilización del racismo como medio para consolidar unas mayorías electorales y desviar la atención del objetivo real, el decline de la nación como fundamento de la soberanía nacional y, las nuevas estructuras y técnicas de dominación, completamente inéditas; pero ante todo, expresa ella, como una forma de comprender el “corazón mismo de nuestro siglo”

Arendt(Ibídem:77). Todas estas categorías son históricas, pero no proclaman ya grandezas y héroes, sino que le permiten hacer un estudio a profundidad del caso judío, sin generar teorías universales y, apoyándose sólo, en formas de pensar el poder, la violencia, las instituciones y las formas del terror inédito hasta el momento y, así hasta tocar el núcleo que posibilitó el totalitarismo.

Al interior de su crítica al historisismo, plantea un problema tan difícil como interesante:

el del “causalismo” en la visión como encadenamientos directos, ya que dada la complejidad de la realidad humana a sus ojos, resulta simplista. Arendt se atreve, también, a poner entre

“paréntesis” o en duda, y las “leyes causales”, como una categoría importada que desvía y hace perder la investigación histórica en sentido de ser una “fabricación” más, Energen, op.,cit.,(1984:164) Arendt en “Comprensión y política” (1952:76). Este punto, especialmente trabajado por Paul Ricoeur, dada la importancia que tiene dentro de la teoría de la acción de Arendt la “identidad narrativa”, como posición ética, y la responsabilidad en juego de quien toma la palabra sobre un asunto como el Holocausto nazi.

Su idea de “deconstrucción y restitución del sentido de lo político” Arendt (Ibídem), cobra especial interés, al traspasar con la crítica el sistema totalitario y aportar una nueva y renovada visión del campo político. Desde la fenomenología de la acción humana, y apoyándose en el conocimiento, no sólo los hechos sino de su “significación” como parte del conjunto, y los elementos que ellos contienen le permiten en un momento dado su cristalización. (Ibidem:74) La ausencia de libertad en el régimen nazi, por ejemplo, no será elemento importante a confirmar, pues es un elemento común a otros regímenes, y prefiere interesarse más por las fuentes de información, el análisis político más penetrante, por lo que hablará ya de ciencias políticas y no de filosofía política. Le resulta importante, también, la acumulación de saberes porque amplían el campo de visión y, en particular hace un llamado a identificar clichés políticos y slogans, como lenguaje cotidiano. De esta forma, Arendt logra desviarse y evitar los métodos causalistas, que aportan riesgos hablando siempre de causas sociales y económicas, de manera mecánica; esto en su respuesta a Eric Voegelin 2002: ), a

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quien explica su método y, expresa que entiende, porqué resulta tan incomprendido.

En el campo más filosófico, el primer problema a resolver será filosófico político que más que salvar el acontecimiento histórico, se convierte en su propia visión y postura filosófica.

Será el filósofo francés Jacques Taminiaux alumno de Heidegger, quien le dedica su obra(1992) La fille de Thrace et le penseur professionnel, en el que confronta los conceptos y temáticas propuestas por Arendt y Heidegger; y, Étienne Tassin,(2002) sobre La fenomenologie de la action, une politique du monde aborda directamente su pensamiento de lo político. Este último, centrado en la pregunta de Arendt, que señalamos al comienzo del trabajo, de cuál es “la posibilidad misma de la filosofía política contemporánea” después de la experiencia totalitaria europea y, la manera del obtener acceso a pensar la cosa política.(Ibídem:47). Arendt, ofrece una nueva vía hacia la comprensión política ya no de su historia, sino de la condición humana en la era moderna de una parte y, una posibilidad de entender desde la filosofía toda política pensada como acción; asunto, éste último, que para Arendt es la posibilidad misma y sin las cuales “vivre-ensemble” /la convivencia entre los seres humanos, quedaría desprovista de sentido y sería lanzada al mero juego de las fuerzas (violencia) (ídem);que será, el espacio pre- político para la filósofa. La política, concebida como acción conjunta, sin llegar nunca a caer en la última ratio... el uso de la fuerza. Desde esta originalidad, Arendt se ubica definitivamente, por fuera de la antigua concepción de lo político. Si bien, ella se dice fenomenóloga, al revés de las fenomenologías de-constructoras, ella identifica las formas de la relación en el campo de la política, como es el caso del pueblo judío y el europeo; y, no, desde los eventos como tales, superando, así, la incapacidad de toda fenomenología para retomar las relaciones conflictuales entre los seres humanos. Ésta salida, es procurada por su resistencia a elaborar cualquier cosa sin antes hacer aclaraciones sobre la vida política, como un “retour à la (politique) même”, Tassin (Idbidem) Arendt sale del marco de la filosofía política al someterse a las exigencias del dominio público de una parte y, de todo pensamiento político, al poner en cuestión dicho pensamiento, la fenomenología y la comprensión de la acción política (Ibídem:48). Una exigencia de su pensamiento debe expresar: a) la forma épocal de la condición humana y, b) responder, a las exigencias del pensar filosófico, de manera que se haga:

digno de las cosas políticas. La “Política del pensar”, expuesta por Arendt se ocupa del sentido de la acción humana en la era moderna, la mundanidad y el pensar, (Ibidem: 49). Esta visión y pensar filosófico, le permiten a Arendt colocar las victimas del “eternal odio al pueblo judío”, en el centro de la investigación política sobre el totalitarismo. Su método filosófico sobre la cosa política, consiste en ir de la fenomenología al campo de lo político y su comprensión existencial, como el espacio que toda acción política tiene como horizonte, el

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sentido y la institución del espacio público, como lugar de encuentro plural de una libertad de actuar y un mundo común.(Ibídem:49). Si bien, la fenomenológia le ofrece un método, ella asume que no puede partir ni asimilarse a la Husserliana o a la Heideggeriana, E.Tassin(2001:49) a pesar de compartir con éste último algunas formas propuestas en Ser y Tiempo(1921): como la crítica a la modernidad a partir de la categoría medio- fin, la instrumentalización del mundo moderno, el cientificismo, el pensador profesional y la condición histórica del hombre.

Hasta aquí, era importante identificar la forma de pensar “eso que hacemos los seres humanos” de Arendt, dado los riesgos que ello implica cuando se asumen las problemáticas de orden político de una parte, y de otra, cómo mantener una visión crítica del propio pensamiento filosófico y político del momento. En el caso judío, ejemplo, se observa, cómo las ciencias sociales de la época no asumieron una visión seria del contexto político; asunto, que evidencia, la importancia de conocer estos parámetros de riesgo al trabajar especialmente, sobre asuntos que pueden involucrar víctimas. La enseñanza de Arendt, consiste en que tiene en consideración, no sólo su postura profesional, sino la situación humana en juego, por el “objeto de estudio” –dirá- delicado: el sufrimiento del pueblo judío por la juiverie nazi.(respuesta E.Vogelin O.T. (Ibidem). No asumir nuestro trabajo en este sentido, nos puede convertir en cómplices sin quererlo, de verdugos. Es decir, asumir seriamente la propuesta husserliana de

“ir a las cosas mismas”, sin aceptar presupuestos y dogmatismos. Una otra cosa en este sentido, esta claramente expuesta por Arendt y que resulta ineludible: evitar a toda costa el sendero nihilista de la categoría medio-fin (Ídem).

2. La pregunta por ¿quien es (tu) la victima?, y el problema de la su

“invisibilidad”.

Esta pregunta fundamental, tratada en C.H.M.(ibídem:237), es retomada de Heidegger en S.T,1923, como ha mostrado P. Ricoeur en su obra Soi-même comme un autre,1990, se trata de la identidad que es “revelada” por la acción antes de ser ética; además, porque quien elabora la narración histórica o, el testimonio que hace un ser humano, tiene que ver con la responsabilidad de los actos narrados, tanto si no son un aporte a la justicia en la revelación de unos hechos. No se trata de contar la historia, sino de las implicaciones ético-políticas a futuro y/o, para una verdadera reconciliación al interior de una misma nación. Porque la narración, tiene que ver directamente con la nación en este sentido -dice Ricoeur, y, es por eso, que

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adquiere peso, cuando se habla de “la implicación ética del narrador”, en otras palabras:

histórica. Ricoeur(1990:193). Esta acotación es significativa, ya que si para Hannah Arendt hay crímenes “imperdonables” en O.T., el perdón será posible en CHM, atado a la promesa, como el remedio a la imposibilidad de “deshacer lo que hemos hecho”, porque sin liberarnos de lo que hemos hecho,-señala, nuestra capacidad para actuar quedaría (...) confinada a un solo acto, del que nunca podríamos recobrarnos, seríamos víctimas de sus consecuencias(...) Y, del otro lado, de no ser porque nos sentimos “obligados a cumplir nuestras promesas”, nuestra propia identidad, no podría ser sostenida; quedaríamos envueltos en nuestras propias contradicciones y errores, “a la oscuridad que sólo aparece con la luz de la esfera pública, con la presencia de los demás.(...) (2005:256). Estas cualidades descritas aquí, corresponden a la condición humana de la pluralidad. De esta forma, Arendt se aparta otra vez del modelo platónico, con respecto a los modelos “morales” de gobierno. El perdón, abre la posibilidad de un nuevo

“comienzo”, a un nuevo tipo de acción no condicionada por otro acto, libre de todo automatismo –explica Arendt. Ricoeur, por su parte, piensa la posibilidad del perdón como medio para la “reconciliación” humana, pero diferente del hecho de justicia. Dada la complejidad de este tema, sólo lo dejaré enunciado, pero que soy consciente de su urgencia, especialmente cuando hablamos del final del conflicto. En el caso del conflicto armado colombiano que retomo en este trabajo, este punto se hace esencial por las actuales negociaciones de paz, entre el gobierno del presidente Santos y la guerrilla de las FARC. El problema del perdón y la reconciliación, se presenta fundamental para toda la nación en este sentido, cuando en la mesa negociación entre actores violentos y gobierno, se hacen pactos de

“perdón y olvido”, sin contar jamás con las victimas, y amparados en la formula internacional de la “Justicia transicional”.

Volviendo a la pregunta de qui est tu?, como interrogante, para Arendt se trata de una verdadera posibilidad de comunicación, única vía hacia un horizonte con sentido a futuro y, que posibilite la idea de “perdón” o reconciliación, sobre la base de una “responsabilidad”

individual y colectiva. Palabra y acción, nos revelan el agente : el “qui est tu?”; ya que, él no puede disimular sus cualidades, dotes, talentos y defectos que exhibe u oculta- están implícitos en todo lo que ese alguien dice y hace; aunque pueda ocultarlas en una actitud silenciosa, disimulada; ella no puede ser “revelada a voluntad”, como si poseyéramos nuestro “quien”

totalmente. Por el contrario, se escapa a nuestro dominio, al punto en que otras personas pueden tener más claro nuestra propia persona, es el ejemplo del daimon de la religión griega, el sugerido por Arendt, que acompañaba al hombre a lo largo de su vida. (...) CHM(1983:208).

Esto, porque la acción tiene su objetivo, y nuestra acción es un medio que revela el fin que ella

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busca. Un enemigo, siempre tiene su contra parte que le denuncia irremediablemente, quedando atado fatalmente a ella.

Si queremos responder la pregunta qui est tu ? la víctima en la violencia colectiva, podemos decir: puede ser cualquiera, siempre que sea inocente; y, del lado opuesto, se revela el victimario, otorgado por el perfil de su víctima. El terror totalitario entra así, en un laberinto en el que no puede ocultar su propio qui, puesto que trata al “otro” como un que, que sólo interesa al ejecutor de la dominación. El laberinto digo, porque encierra varias vías (señaladas más arriba) hacia su objetivo final, la mutación de la naturaleza humana. La elección aparentemente arbitraria de las víctimas, es por el contrario estrictamente “objetiva”. El

“objetivo militar” de nuestros días, debe cumplir la condición: estar libre de cualquier tipo de delito o falta ante la sociedad, su elección es independiente de lo que hayan hecho. Para Arendt, existe una similitud con la figura del “chivo expiatorio” en tanto que víctima del terror moderno.(2002:223). La inocencia, se convierte elemento clave, en el absurdo juego de la dominación y, ha de ser creído por inaudito a los ojos de los espectadores. Su ausencia de toda responsabilidad, es asunto que conviene a una realidad donde lo que más golpea es “la total inocencia del individuo” metido en el engranaje del horror, combinado con su total impotencia para modificar su suerte. (Ídem:224). El mensaje, generaliza la posibilidad y ejerce un efecto de terror cifrado, en el que todos los inocentes de ese mismo rango caben, así su efecto es masivo. El sentido de este crimen sin justificación, lleva en su seno un objetivo tan concreto:

meter en práctica una cierta ideología. Todo esto, para decir finalmente con Arendt, que una ideología que necesita de persuadir y movilizar los agentes no puede escoger sus víctimas de manera arbitraria.(Ídem:224). Tanto la teoría sobre el “chivo expiatorio”, como el histórico antisemitismo, no son consecuencias naturales de un eternal odio antisemita solamente, sino también, coartadas estratégicas del terror que busca además: impunidad.

El sistema nazi, elaboró una verdadera innovación en el campo militar, al que jamás se refirió Clausewitz: “el enemigo interno”. Por tanto, ese cliché “de que la guerra es la continuación de la política por otros medios” no es válido para la moderna violencia política;

esto, contra Baudrillard, citado por Baumann en su texto El eterno retorno de la violencia CIS (2004:45); además, porque estos clichés se han convertido en “expresiones” justificatorias para actores violentos, sin recursos discursivos o argumentos políticos. Mejor lo interpretó C.Schmitt, que considera que la política está precisamente para evitar la guerra, no para disimularla o justificarla; así, como que lamenta la pésima interpretación de esta frase a la que se refiere expresamente en La Notion de politique, Schmitt,(1972:71) Otra interpretación, es la que hace W. Sofsky (1996:61) que rechazar estos clichés teóricos sobre la guerra y la tortura:

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“Même que la guerre n´est pas la poursuite de conflits politiques par d´autres moyens, de même la torture n´est pas la poursuite de l´interrogatoire par d´autres metodes”. Esto, para ilustrar, cómo el discurso fácil sobre la guerra, habla de “rivalidad” entre fuerzas que se oponen, pero que no incluyen nunca el sufrimiento que ellos provocan; y, cómo es de riesgoso el uso de estos clichés, ya que la verdadera violencia de la guerra no es un combate entre combatientes , sino una masacre sobre quien no puede defenderse, concluye: La théorie de l´action qui sous- tend ces escamote la situation des opprimés. Elle est sourde et aveugle aux tourments des victimes. La vérité de la violence n´est pas du côté de l´agir, mais du subir ». Al final, este chiche, lo justifica todo, todo está permitido cuando no hay límite y esta ausencia del límite en la “guerra”, permite llevar esta fórmula hasta el infinito. La guerrilla de la FARC por ejemplo, ha utilizado la suya para validar el llamado “crimen político” y su objetivo único y eterno: la toma del poder por las armas, bajo la consigna de: “la combinación de todas las formas de lucha”, impuesta por el partido comunista soviético, años 60.

La tarea de Arendt sobre las víctimas del Holocausto nazi, encierra una misión: no caer en el discurso sobre la guerra, sino, sobre lo que ese espectáculo tenía por objetivo concreto:

imponer una ideología totalitaria a costa del sacrificio de un pueblo entero.

3. Análisis de Caso: Las victimas en el Conflicto Armado Colombiano.

Sin necesidad de entrar en detalles sobre la historia del conflicto armado Colombiano, que data de hace casi sesenta años; podemos hablar de un contexto atravesado, a partir de los años setenta por tres tipos de violencia colectiva: la guerrillera, en abierta oposición al Estado;

la violencia mafiosa, con sus ejércitos privados de los años ochenta; y, la tercera, la violencia paramilitar, especialmente dura por el grado de crueldad sobre sus víctimas y por sumar el mayor número de ellas en masacres. Su nivel de violencia, se debe a sus alianzas con poderes políticos y económicos regionales; además de las fuerzas de seguridad del Estado, el Ejercito, la policía, administrativas, a comienzos de los años noventa. Entendemos por víctimas, no sólo las directamente afectadas en su humanidad sino, también, los familiares directos, hoy reconocidos por la legislación colombiana, producto del trabajo de las organizaciones de víctimas y defensoras de DH. Desde el año 2007. En el año 2008, nace El Centro Nacional de Memoria Histórica/grupo (GMH), con la creación de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, en vistas a la desmovilización de paramilitares (30mil). Esta institución nace en el gobierno de Uribe Vélez, que bajo la presión de organismos internacionales ONU y Corte Interamericana de DH. ante la grave situación de violaciones de DH y DIH, exigen del

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gobierno, una respuesta integral,para controlar la violencia paramilitar. Esta violencia colectiva, característica de la era moderna, industrializada, suma 2.505 masacres entre 1982 y 2007 identificadas con un saldo 14.660 víctimas directas; sin hacer referencia, a la población desplazada interna(4millones), ni a sectores sociales victimas constantes como: el sindicalismo, periodístico, ONG y defensores de DH, activistas políticos de izquierda, en especial a las 10 mil victimas de desaparición forzada, y una modalidad llamada “falsos positivos”2008/13, de cerca de 2mil victimas a manos de agentes del ejército, como práctica sistemática, según el informe del Relator Especial de ONU/ 2009.

Qui est tu? La victima: una primera hipótesis, permite pensar que la “invisibilidad” del actor más importante de toda la sociedad, es el más golpeado en estos conflictos internos. Los actores armados, parecen medir sus fuerzas a través ya no del número de “bajas” de sus ejércitos, sino del número de víctimas civiles. Los medios de comunicación, hacen eco de esta

“capacidad destructiva” de…población civil, no actores armados. Por otra parte, cuando en una región un grupo social muy organizado, se convierte en una víctima “colateral” cuando no puede ser sometido; esto, por ser el único sobre el cuál el “poder real” es posible: la legitimidad, pilar de todo poder político. Razón suficiente, como en el caso colombiano, que la sociedad civil tiene discurso político y una acción social organizada; de ahí, la utilización de la masacre y el terror: 342 víctimas, en un solo caso: Trujillo/1988-94, ¿verdugos?: el ejército y policía colombiana en alianza contrainsurgente con narcotraficantes de la región, en cuyas propiedades se ejecutaron las torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales.

Responsable/paralelo según el informe por su presencia en la zona y la infiltración en las organizaciones de base: la guerrilla ELN. Mientras, que las “bajas” en las filas de los actores armados, son infinitamente mínimas.

Según lo que hemos visto, podemos decir, que la invisibilidad de las víctimas es parte del “marco lógico” de quienes se han abrogado la posibilidad de ejecutarlas, (ibídem,22), y son invisibilizadas: a) por la impunidad institucionalizada, b)el nivel jerárquico social/económico de quien o quienes patrocinan el crimen, c) la indiferencia social evidenciada por el cliché utilizado “algo habrá hecho”, o/y el “mirar para otro lado”, guardar silencio, d) el efecto del

“terror” sobre la población cercana, e) por una racionalidad instrumental de los medios que buscan presentar el actor más “cotizado”:guerrilla, paras, actores con “poder”, para ganar interés, en su lógica banalizadora de la vida real, y f) por la criminalización discursiva, que crea un ambiente dudoso y sospecha sobre las futuras víctimas con fórmulas tipo: “guerrillero de civil”, auxiliadores del enemigo, y/o, que son causa eficiente de los problemas padecidos por todos.

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El caso colombiano permite mostrar cómo esta invisibilidad tiene su objetivo estratégico.

¿Sus implicaciones prácticas en la sociedad?: desastrosas: la persistencia de crímenes de lesa humanidad y el mantenimiento del terror, bajo el manto de la impunidad absoluta; además, de mantener vivo el conflicto armado interno por 6 décadas, configurando una especie de cultura de la violencia. En el campo socio-político, se suma la destrucción de movimientos sociales de base: campesina, indígenas, de mujeres, trabajadores, sindicalistas, etc.; sectores, a los que pertenecen siempre las victimas e impidiendo o destrozando la formación y configuración política de base popular diversa.

Ideología y terror,(Ibídem) son la base de esta forma de dominación violenta, ya que tiene un apoyo decidido e importante de instancias estatales, fuerzas regionales y locales, puesto que cuentan con medios institucionales, élites locales económicas o políticas,(afectadas por la acción guerrillera) Trujillo(Ibídem:22,136)que les amparan, protegen o están a su servicio. El amo, en este sentido, tiene la sartén de la violencia en sus manos, ya que no es la propiedad la genera el “poder” sino la violencia Sosfky(1996) la que quiere y pretende someter al silencio a sus víctimas directas e indirectas. No es violencia “política” como lucha entre fuerzas en desacuerdo, Sosfky (ibídem:61) sino prácticas violentas que tienen como fin mantener la captura de las instancias del Estado y, los medios que éste tiene para utilidad y beneficio de un grupo particular, ya que los propietarios de la tierra en Col. son los campesinos perseguidos, hoy desplazados y despojados de ellas, GMH(2008:109)

El nazismo evidenció la racionalidad instrumental occidental, creando una forma particular de des-humanizar los seres humanos. Su estrategia, consiste en convertirlos en

“enemigo objetivo” haciéndolos “superfluos”, “in-útiles”, Arendt (Ibídem), al punto de hacer de los DH una abstracción impotente. Lo dramático del caso analizado, las víctimas son ciudadanos de un Estado “democrático”, que cuenta con su Carta Constitucional. Sin embargo, él no logra una “madurez” civilizatoria y menos política, proclamada por la revolución francesa y el Estado Moderno. Si bien, su legislación cuenta con aparatos judiciales, están aún tan mal configurados institucional, culturalmente y socialmente, que no pueden hacer operativas las consignas fundamentales de DH, derechos civiles y políticos consignados, como corresponde a un Estado Moderno. Las víctimas son ciudadanos de pleno derecho que han sido despojados de todos. Recordemos, a Montesquieu, citado por Arendt: “Cuando un pueblo no encuentra en sus gobernantes respeto a las leyes que son las que gobiernan la vida civil de los ciudadanos, las consignas de la costumbre se imponen”, Arendt (1957: )¿La costumbre de matar y/o eliminar personas incomodas?. Podemos concluir, que la categoría medio-fin ha podido vencer siempre a la moral cristiana del “no matarás”, creando una anomia casi congénita que campea en el país

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históricamente. Los niveles de impunidad hablan por sí mismo: 95% según el último informe del GMH (2013:197) al que se refiere en el capítulo III, Guerra y Justicia (...), en él, se analizan las condiciones de las instancias responsables de la justicia al ejercer su trabajo y las dificultades orgánicas, operativas en lo regional y nacional, dando cuenta de los últimos diez años sobre la impunidad frente a crímenes de orden penal. Con esta información, podemos decir, que las víctimas en Colombia tendrán que continuar su lucha en las instancias internacionales, pues a corto plazo: ni justicia ni libertad, los pilares de la democracia, les están concedidos.

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Referencias

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