El Lenguaje (o la
virtualización del presente) Los signos evocan tanto cosas ausentes como escenas, intrigas y series completas de acontecimientos relacionados entre sí.
El ser humano puede evocar otros lugares y momentos a través de la gran variedad de leguajes de la que dispone.
Lenguajes plásticos, visuales, musicales, matemáticos, etc.
Virtualiza un tiempo real.
Tiene una característica principal de la virtualización: abre nuevos espacios y otras velocidades. El aprendizaje y el pensamiento son más rápidos. El tiempo se divide dentro del lenguaje: tiempo
propio del relato, ritmo de la música o de la danza.
Otros atributos de la virtualización son el paso de lo privado a lo público y la transformación recíproca del interior en exterior.
Lo subjetivo se vuelve objetivo.
El lenguaje virtualiza el tiempo real, las cosas materiales, los acontecimientos actuales y las situaciones en curso. (Por medio del lenguaje, la emoción virtualizada por el relato vuela de boca en boca).
La técnica (virtualización de la acción)
Acarrea un proceso de materialización
La exterioridad técnica no adquiere su eficacia hasta que se interioriza. i.e aprender.
La aparición de la
herramienta materializa una función y crea una solución a un
determinado problema.
Una herramienta es una virtualización de la acción.
Gracias a la técnica, dicha acción pasa de mano en mano.
No sólo virtualiza los cuerpos y las acciones sino
también las cosas.
Un mismo objeto técnico tiene cuatro modos de ser: como problematización, desterritorialización, paso a lo público, metamorfosis y recomposición de una función corporal.
El contrato (o
virtualización de la violencia )
Crece con la complejidad de las relaciones sociales
Los rituales, religiones, morales leyes, etc., son dispositivos sociales para virtualizar las relaciones.
La virtualización de las relaciones estabiliza los comportamientos y fija procedimientos precisos para transformar las relaciones y las
condiciones personales.
Las relaciones virtuales con
fuerza legal, como los contratos, son entidades públicos y se comparten en el seno de una sociedad.
La continua virtualización forma poco a poco la
complejidad de las culturas humanas.
Para los humanos, la concordia no es un estado natural porque la construcción social pasa por la virtualización.
El arte (o la virtualización de la virtualización)
El arte representa una cúspide de la humanidad.
El arte permite compartir una manera de sentir, una calidad de experiencia
subjetiva.
El arte es difícil de definir porque casi
siempre se halla en la
frontera del simple lenguaje expresivo, de la
técnica ordinaria (la
artesanía) o de la función social asignable con
demasiada claridad, y fascina porque pone en marcha la más virtualizante
de las actividades.
El arte da una forma externa, una manifestación pública
a las emociones, a las
sensaciones sentidas en la más íntima subjetividad.
Aunque sean impalpables y fugaces estas emociones son la sal de la vida.