• No se han encontrado resultados

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90*

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2022

Share "ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90*"

Copied!
11
0
0

Texto completo

(1)

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90*

Eduardo Pizarro Leongómez*

En un seminario desarrollado en la Universi- da de California, en San Diego, nos reunimos en el mes de diciembre del año pasado un grupo de académicos colombianos y estado­

unidenses, con objeto de reflexionar sobre la crisis colombiana y sus proyecciones posi­

bles (1). En la última sesión se discutieron los probables escenarios políticos del país para la década de los noventa. El debate suscitado nos inspiró para el desarrollo de estas notas.

Según nuestra perspectiva, cuatro son los esce­

narios posibles:

a. Una polarización extrema con tendencias hacia la guerra civil;

b. Un continuismo conflictivo acompañado de soluciones intermedias;

c. Una recomposición autoritaria de derecha y un aumento del poder militar;

d. Una apertura democrática con mecanismos de incorporación de nuevas fuerzas políticas al juego electoral.

* Sociólogo, investigador del In s titu to de E stu d io s Políticos y Relaciones Internacionales.

1. Las ponencias del Seminario sobre “ La crisis política colom ­ biana: estrate g ias de recom posición, violencia y movilización popular (1982-1989)” , serán publicadas próxim am ente con el titulo Crisis política y actores sociales de la Colombia

actual, Bogotá, Tercer M undo, 1990.

Es, sin duda, sorprendente que los colombianos estemos enfrentados a escenarios políticos tan disímiles para los próximos años y que todos tengan, en la visión de distintos analistas, un nivel de posibilidad equivalente. Esta incerti- dumbre no cobija solamente a los medios aca­

démicos, sino a la opinión pública en general, pues no existe suficiente claridad con respecto a las perspectivas institucionales del país en la próxima década.

Una de las cosas que diferencian a una nación en crisis como la colombiana, en relación con naciones con mayor estabilidad política es, pues, la gran incertidumbre con respecto a su futuro. En un país con una cierta estabilidad las reflexiones académicas o el debate público se centran normalmente en tomo a las conse­

cuencias de un cambio de gobierno como resul­

tado de unas nuevas mayorías electorales o, a lo sumo, en las implicaciones de una renova­

ción política más o menos tajante. Por ejemplo, debido al cambio de orientación sufrida por el poder político, gracias al traspaso del poder de un partido de orientación conservadora a uno de signo socialista, o viceversa.

En la Colombia de hoy, afectada por una crisis de tan hondo calado reviste, pues, interés una reflexión sobre las opciones que se vislumbran para el futuro nacional. El conocimiento de las opciones en juego nos permitirá actuar con

60

(2)

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90. E. PIZARRO L. 61 p rev isib ilidad p a ra o rie n ta r al p aís h a cia u n a

salid a a la crisis actu al, en concordancia con n u e stro s valores dem ocráticos. E ste p u e d e se r el in te ré s d e un análisis prospectivo.

Inicialm ente in ten tare m o s m o stra r los e s c e n a ­ rios posibles tom and o en co nsideración ta n to los factores q u e ju e g a n a favor d e e s ta s opcio­

n es com o los q u e las c o n tra rre sta n . N u estra p ersp e ctiv a e s la d e q u e en C olom bia el p rim e r escenario con sid erad o tie n e m uy p ocas p ro b a ­ bilid ad es, a d iferen cia de los o tro s tr e s q u e am erita n u n a reflexión d e te n id a . Por ello, h arem o s u n m ayor én fasis en su an álisis. Con relación a la recom posición au to rita ria in te n ta ­ rem o s d elin ear u n perfil de la d e re c h a colom ­ b ia n a con objeto d e d ilu cid ar su p o ten cialid ad como actor político y, po r ta n to , su cap a cid ad p a ra im p o n er u n a salid a au to rita ria a la crisis nacional. Y con resp ec to a la c u a rta opción, m e d ia n te u n b reve an álisis de la co y u n tu ra actu al, in te n ta re m o s v islu m b rar las p o sib ilid a­

d es d e u n a salid a dem ocrática a la actu al crisis q u e vive el p aís.

a . Polarización e x tre m a y g u e rra civil

En el conocido D ocum ento d e S anta F e n , e la ­ borado p o r u n lobby de in te lec tu ale s lig ad o s a la d e re c h a rep u b lican a, e n tre ellos el e x ­ em b ajad o r en B ogotá, Lewis T am b s, se p la n te a e s te escenario c a ta stro fista como d estin o in e ­ luctable del p aís (2). E sta es u n a p e rsp e c tiv a q u e co m p arten m uchos m iem b ro s del m edio académ ico n o rte a m e ric a n o .

Sin em barg o e s ta e s, a m i m odo d e v er, la opción m en os p ro b ab le. Si en ten d em o s por g u e rra civil un conflicto b ip olar en el cual se en fren tan dos polos definidos (g o b iern o / oposición), q u e b u scan acu m ular el p o d er polí­

tico y m ilitar in d isp e n sa b le q u e les p e rm ita reso lv er a su favor el conflicto e im p o n er un

2. “ Colombia se enfrenta a una doble amenaza a su seguridad y a sus instituciones democráticas básicas. Una de estas amenazas es la insurgencia respaldada por los comunistas que en la década del 80 creció en tamaño y magnitud. Si las actuales tendencias continúan, Colombia se tom ará en otro El Salvador para mediados del 90, si no antes. Pero a dife­

rencia de esa pequeña nación centroamericana, Colombia se enfrenta también a otro enemigo: el poderoso y bien organi­

zado cartel del narcotráfico (...)” (“ Santa Fe II. Una estrate­

gia para América Latina en la década del noventa” , en Voz Suplemento, Bogotá, enero 12 de 1989, p. 10).

proyecto d e so cied ad , estam o s lejos en Colom ­ bia d e ta l situación.

E n el p aís lo q u e te n em o s es un conflicto m u lti- polar y d e sv e rte b ra d o , en d o n d e se p re s e n ta n div erso s acto res in m erso s en la violencia:

narco tráfico , p aram ilitarism o , g ru p o s de a u to ­ d e fe n sa , sicarios, g u errilla, ejército, d e lin ­ cuencia o rg an iz ad a y d ifu sa. En u n a situación ta l, n in g u n o d e los acto res involucrados en el conflicto estratég ico p o r el control o la c o n se r­

vación del E stad o (g u errilla/g o b iern o ), tie n e la cap acid ad p a ra acu m u lar el suficien te p o d er p a ra d o b leg ar a su ad v ersario . La “ in su rg en cia cró n ica” h a sido u n a de n u e s tra s c o n sta n te s en las últim as tr e s d éca d as. E ig u a lm en te la fra g ­ m en tació n y d eb ilid ad del E stado , y su y a p ro ­ lo n g ad a p é rd id a del m onopolio d e las arm a s.

Por o tra p a rte , u n conflicto bipo lar im plica que ex istan acto res e stru ctu rad o s y, p o r el c o n tra­

rio, lo q u e se eviden cia en el p aís es un p ro fu n ­ do fraccionam iento d e los secto re s e n fre n ta ­ dos. E s el caso del m ovim iento guerrillero, por ejem plo, que unificado h ace poco m á s d e dos años en torn o a la C oordinadora G u errillera Sim ón Bolívar, hoy se e n c u e n tra con un g ru p o in teg rad o a la vida civil (M-19), tr e s en p ro ce­

so d e negociación (EPL, Q uintín Lam e y PRT) y dos en confrontación con el E stad o (FARC y ELN). E ste es tam b ién el caso del p ropio E s ta ­ do, fraccionado po r d iv ersas visiones del m a n e ­ jo del o rd en público, no siem p re coincid entes.

Incluso un actor a p a re n te m e n te desp ro v isto de visión e stra té g ic a , p ero con un alto p o d er d e s ­ estabilizado r com o el narcotráfico, se e n c u e n ­ tr a ig u a lm en te fraccionado d ebido al e n fre n ta ­ m iento e n tre los c arteles d e la d ro g a.

Un te rc e r elem ento q u e ju e g a en co n tra d e la g u e rra civil como escen ario posible es la a u s e n ­ cia d e u n a violencia de c a rá cter n acional, como sí es el caso, po r ejem plo, d e El Salvador en d o n d e se p re s e n ta n dos polos c laram en te d ife­

ren ciad o s, pro v isto s d e e stra te g ia s g lo b ales y con u n a actividad que copa la g eo g rafía nacio­

n al. E n C olom bia lo q u e p resen ciam o s es la ex isten cia d e m ú ltip les conflictos reg io n ales, de u n a a b ig a rra d a g eo g rafía de la violencia.

Aun cuando ex istan actores q u e d ispo n en de e s tra te g ia s n acio n ales, como las F uerzas A rm ad as, el resto o son g rup os reg io n ales (tales com o el m ovim iento Q uintín Lam e) o sólo d isp on en de u n a p reca ria p re se n c ia global. En

(3)

cada región en conflicto agudo varían los acto­

res enfrentados, los intereses en juego y las alianzas locales. Incluso los movimientos guerrilleros sólo pueden ser considerados en su dimensión regional, así tengan como objeti­

vo una estrategia de poder nacional. En efecto, la guerrilla colombiana no ha podido alcanzar un nivel de representación política que le per­

mita polarizar nacional o socialmente al país, a diferencia de los grupos insurgentes en Cuba y Nicaragua. En estos dos países, tanto el Movi­

miento 26 de Julio como el Frente Sandinista de Liberación Nacional, alcanzaron un alto nivel de representación política gracias a la existencia de un adversario externo (dimensión nacional), ligado estrechamente con una dicta­

dura repudiada (dimensión antidictatorial). En Colombia, la guerrilla ha logrado a lo sumo niveles de representación de intereses locales o adhesiones por razones ideológicas.

Finalmente, es importante señalar que en Co­

lombia, a diferencia de la otra nación sur- americana que sufre una crisis similar, el Perú, la crisis política no ha coincidido hasta el momento con una crisis económica de las m is­

mas dimensiones. La relativa estabilidad de nuestra economía le ha permitido al sistema político absorber muchas tensiones sociales.

En cambio, en el Perú la crisis está asumiendo modalidades catastróficas por la confluencia de ambos factores. Y de otra parte, en el país a diferencia de El Salvador, la guerrilla no ha logrado afectar significativamente la econo­

mía, a pesar de los actos de sabotaje económi­

co del Ejército de Liberación Nacional (ELN) contra nuestros recursos naturales. El creci­

miento económico ha continuado a pesar del clima de violencia, y salvo que el país entrara en una improbable recesión profunda en los próximos años, el factor económico no lo hemos considerado como una variable determi­

nante de los escenarios posibles.

Existe, sin embargo, un factor que podría jugar a favor de este escenario catastrofista: la cre­

ciente criminalización de las naciones andinas debido al tráfico de drogas y la decisión norte­

americana de enmarcar este tráfico en el domi­

nio de su seguridad nacional. El intento de hacer de Colombia el “ Vietnam de la lucha contra las drogas” , por parte de las adminis­

traciones Reagan y Bush, ha tenido y podrá seguir teniendo un efecto profundamente des­

estabilizador, si el nuevo gobierno colombiano no introduce serias rectificaciones en la cues­

tionada política antidrogas actual.

b. El continuismo conflictivo

El segundo escenario contemplado es el de una vía continuista con algunos ajustes limitados.

Existen muchos factores que actúan a favor de esta opción. El primero y el más importante es la caracterizada inercia nacional de los últimos años, que se ha expresado, por ejemplo, en la ausencia de medidas tendientes a un ajuste significativo del rumbo nacional, a pesar del creciente deterioro de la vida del país en múlti­

ples planos. Esta inercia nace, a nuestro modo de ver, de la ausencia de un liderazgo consoli­

dado y de un propósito nacional que convoque y movilice a los colombianos. En cuanto a lo primero, la experiencia de los últimos años muestra unos partidos tradicionales profunda­

mente fraccionados e inmersos en una crisis palpable de liderazgo, así como a unos manda­

tarios que no han podido contar con un partido de gobierno para el desarrollo de sus gestio­

nes. En cuanto a lo segundo, con la sola excep­

ción de los dos primeros años del cuatrienio belisarista en que se creó una opirfión pública sensible y movilizada en tomo a la paz, en Colombia no ha existido un solo propósito nacional que convoque al país. ¿Cómo, enton­

ces, buscar un rediseño en nuestro entorno político, si no existe ni quién lo lidere ni quién cuente con la legitimidad suficiente para ganar la adhesión ciudadana? ¿Podrá ser la Asam­

blea Constitucional el marco de esa causa común nacional hoy ausente?

Por otra parte, en el corto plazo, puede influir en esta perspectiva continuista el poder estabi­

lizador que tiene en Colombia el ritual electoral y ante todo la designación de un nuevo manda­

tario. El presidente electo goza siempre de un cierto margen de autonomía y de expectativa ciudadana, al menos en los inicios de su man­

dato. Suponiendo que el nuevo mandatario, César Gaviria, tuviese una visión de índole continuista podría empeñarse con algún éxito en imponer esta vía. Finalmente, puede jugar a favor de esta opción una Asamblea Constitu­

cional bajo control de la clase política tradicio­

nal, que aproveche esta institución con el obje­

to de buscar su relegitimación, gracias a unas

(4)

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90. E. PIZARRO L. 63

innovaciones formales a nuestra Carta Funda­

mental .

Pero existen, igualmente, factores que van en contravía de esta perspectiva. En primer térmi­

no, la degradación persistente del conflicto colombiano, en la medida en que hemos ido pasando imperceptiblemente de una guerra de insurgencia-contrainsurgencia a una situación de terror y contra-terror, donde se han ido des­

dibujando las motivaciones políticas de la con­

frontación. A esta situación se añade la super­

posición creciente de las múltiples violencias que sufre el país, el “ fuego cruzado” de que hablara Enrique Santos Calderón en el título de su última obra. Colombia, más que El Salva­

dor, en donde existe una cierta racionalidad en el conflicto bipolar guerrilla/Estado, se asem e­

ja al Líbano, país en el cual la multiplicidad de conflictos superpuestos de índole religiosa, política y étnica conlleva la total pérdida de transparencia. Sin duda, desde la publicación del informe Colombia: Violencia y democra­

cia (3) en 1987 a hoy, todos los indicadores cuantitativos tienden a mostrar un deterioro preocupante: lasas de criminalidad e impuni­

dad, número de homicidios, población carcela­

ria, etcétera.

En esta tensión continuismo/conflicto, en donde el propio continuismo ahonda los facto­

res de fricción al mantener sin resolver múlti­

ples contradicciones que atraviesan nuestra sociedad, creemos que es poco viable mante­

ner sin rectificaciones más o menos profundas el rumbo actual del país. Por ello, considera­

mos que una reformulación política se impon­

drá tarde o temprano en los próximos años.

c. La recomposición autoritaria

El tercer escenario posible que mencionamos es el de una recomposición autoritaria del Esta­

do, como respuesta a la crisis que sufre el país.

En muchos estamentos de la sociedad colom­

biana (hacendados, oficiales de las Fuerzas Armadas, sectores empresariales y políticos), existe una percepción creciente sobre la ingo- bemabilidad de nuestro sistema político, sobre

3. Varios autores, Colombia: Violencia y democracia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987.

la fragilidad de las instituciones para enfrentar los múltiples desafíos que soporta, y coinciden en la necesidad de un gobierno de mayor auto­

ridad para superar el caos actual.

Los hechos ocurridos en el país en los últimos m eses nos llevan a formular una serie de inte­

rrogantes iniciales: ¿Estamos en presencia de un complot de extrema derecha?; ¿se presenta hoy un sector de esos rasgos ideológicos intere­

sado en desestabilizar políticamente al país?

Existe un factor que puede favorecer esta hipó­

tesis y es el creciente dislocamiento del Estado en el manejo del orden público interno. En los últimos años se ha ampliado el abismo entre la cúpula civil del Estado y los altos mandos mili­

tares, en torno al manejo del orden público.

Para los primeros, el narcoterrorismo se ha constituido en el principal adversario dada su inmensa capacidad desestabilizadora, mien­

tras que la guerrilla tiende a ocupar un plano secundario o es susceptible de neutralización mediante la política de paz. Para los segundos, por el contrario, en el marco de la visión mani- quea que los alimenta ideológicamente, la amenaza comunista continúa siendo el desafío central que debe enfrentar nuestro Estado, mientras que el narcotráfico o es una mera acti­

vidad delincuencial o es simple y llanamente un eficaz aliado en la guerra de contrainsur- gencia. Los nombres de los narcotraficantes Gonzalo Rodríguez Gacha y Fidel Castaño, adalides de la lucha anticomunista y fieles alia­

dos de los mandos militares en sus zonas de actividad, son el mejor testimonio de esta preo­

cupante dislocación del Estado. Esos dos oscu­

ros personajes constituyen, además, una preo­

cupante evidencia del aporte no desdeñable del narcotráfico en la gestación de una extrema derecha en el país.

Creo que este es uno de los principales elem en­

tos que podría conducir a una crisis estatal, en la medida en que las perspectivas que manejan sus agentes no coincidan sobre un tema de tanta prioridad. Una quintacolumna interna tiene un efecto devastador en la unidad de cri­

terios y acciones gubernamentales.

Pero, más allá de estos conflictos en el marco del Estado, la consolidación de este escenario requiere que exista en el país un grupo de derecha organizado y con un proyecto común.

Consideramos de enorme interés comenzar a formular hipótesis al respecto.

(5)

En la última década resurgió con fuerza la derecha a nivel internacional. Reagan, That- cher, Kohl y Nakasone eran sus adalides más visibles. Aun cuando se había discutido en la década anterior el fin de las ideologías, y la distinción entre izquierda y derecha aparecía como un anacronismo, la nueva derecha o el neoconservatismo o el neoliberalismo o incluso el neoliberalismo conservador, no importa la etiqueta, mostraban que esta postura no esta­

ba dispuesta a abandonar tan pronto el escena­

rio (4).

Incluso en un artículo que ha causado un inte­

rés mundial, “ ¿El fin de la historia?” (5), el subdirector de planificación política del Depar­

tamento de Estado de los Estados Unidos, Francis Fukuyama, sostiene una tesis radical:

la “ idea” de Occidente, finalmente se ha impuesto en el mundo. Y las corrientes alterna­

tivas han entrado en franca bancarrota.

América Latina no escapa a esta realidad. En el d o ssier titulado “ La nueva derecha latino­

americana” , la revista de la socialdemocracia editada en Caracas, N ueva Sociedad, subraya que “ un fantasma recorre América Latina (...).

Se trata de la nueva derecha, que bajo distintas formas insurge en los países de la región, bus­

cando su legitimación en las urnas y en la cáte­

dra, antes que por la vía del golpe militar

—como ocurría hace algunos lustros —, cuando ese era el único recurso al que se acudía para imponer los postulados conservadores” (6).

En efecto, en los últimos años han aparecido en todo el continente grupos de intelectuales de derecha que, apoyados por sectores empresa­

riales o partidos conservadores, se han dedica­

do a poner en cuestión esquemas políticos y económicos tradicionales en esta parte del mundo. Sus ejes ideológicos son los mismos cinco “ antis” : anticomunismo, antipopulismo, antitercermundismo, antisindicalismo y, ante todo, antiestatismo. Este último estaría funda­

do, por una parte, en un fetichismo a ultranza de los beneficios del mercado (así sea en el

4. M ario Jaram illo, “ ¿Por qué es triunfante la d e re c h a ? ” , en Ciencia Política, No. 11, Bogotá, 2o. T rim estre de 1988.

5. Francis Fukuyam a, "¿ E l fin de la h isto ria?” , en Estudios Públicos, No. 37, Santiago de Chile, V erano, 1990.

6. "L a derecha rediviva” , en Nueva Sociedad, No. 98, Caracas, p. 102.

deformado mercado de nuestros países) y, por otra, en un manejo decisional del Estado, la empresa privada y los medios de comunica­

ción, con base en una nueva tecnoburocracia alimentada por diversas corrientes académi­

cas. Las Escuelas de los derechos de propie­

dad, de las expectativas racionales, del capital humano, de la elección pública o la conocida Escuela monetarista de Chicago, son las inspi­

radoras de estos núcleos que se extienden a lo largo de nuestros países (7). Sin duda, son el Movimiento Libertad de Mario Vargas Llosa y el Instituto Libertad y Democracia de Hernan­

do de Soto, autor del bestseller El otro s e n d e ­ ro, los más conocidos. Pero, igualmente, y pro­

venientes de institutos o movimientos simila­

res son conocidos el Informe Kuczynsky- Simonsen titulado “ Una estrategia de creci­

miento para América Latina” (1987), el libro del politòlogo venezolano Aníbal Romero, La m iseria del populism o, los análisis de Emeterio Gómez tales como su “ Estrategia económica y estructura socio-política en Venezuela” , las obras del extinto Carlos Rangel, del ensayista y poeta mexicano Octavio Paz, del escritor argentino Mariano Grondona o del exiliado cubano Carlos Alberto Montaner.

En buena medida, la emergencia de estas corrientes a nivel internacional ha respondido a necesidades de orden económico. En Europa y los Estados Unidos se ha buscado romper con los moldes heredados de las corrientes keyne- sianas y su visión del Estado benefactor, mien­

tras que en América Latina se ha buscado superar los desajustes heredados de movi­

mientos populistas o de costosas dictaduras militares. En Colombia, por el contrario, donde en términos generales ha existido unanimidad de las'élites en torno al modelo de desarrollo económico implantado en el país hace ya varios lustros, de claro corte neoliberal, la em ergen­

cia de grupos de derecha tiene connotaciones casi que exclusivamente de orden político. Se trataría, en algunos casos, de una simple recomposición de la vieja derecha tradicional que se encontraba desdibujada en el espectro político y que insurge hoy de nuevo en el pano­

rama político con el Movimiento de Salvación Nacional; o se trataría, en otros casos, de la

7. Sam uel M oneada, “ D erecha intelectual y grupos de em p re­

s a rio s" , en Nueva Sociedad, op. cit., p. 117.

(6)

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90. E. PIZARRO L. 66 conform ación d e u n a d e re c h a n eo lib eral, a te n ­

ta al d e b a te in tern acio n al, uno d e cuyos eje m ­ plos se e n c u e n tra en los secto re s ag lu tin a d o s en to rn o a la re v ista C iencia P olítica y en la organización q u e é s ta an im a, el In stitu to de E stu d io s Políticos, q u e dirig e el in d u stria l an tio q u eñ o H e rn á n E ch av arría O lózaga.

E s p osible q u e la trad icion al distinción e n tre d e re c h a e iz q u ierd a tie n d a a d e s a p a re c e r p o r anacronism o en los próxim os añ o s. Sea p o r la conv ergencia d e los dos sistem as (H erb e rt M arcuse), p or el triu n fo un iv ersal del lib e ra lis­

m o (F rancis F ukuyam a) o m á s sim p lem e n te p o r la d iste n sió n intern acion al q u e se p re v é m ás p ro fu n d a q u e en el p asad o . P ero e s te a n a ­ cronism o en el p lano d e las id e as no im plica q u e d e sap are z can m e cán ic am en te las iz q u ie r­

d as y las d e re c h a s com o re a lid a d e s sociológi­

cas. De hecho , com o hem os visto, ex iste u n a recom posición in tern acio n al d e co rrie n tes d e d e re c h a , y en C olom bia e x isten secto re s q u e se autoconciben bajo e s ta s e tiq u e ta s.

P ero e n n u e stro p a ís, m á s q u e u n a d e re c h a d o ctrin aria q u e sólo se h alla en proceso d e con­

form ación o d e recom posición, e x iste u n a ex tre m a d e re c h a p u n itiv a nacid a d e la violen­

cia co n tem p o rán e a . La d e re c h a d o ctrin aria, cuyos últim os re p re s e n ta n te s (L aureano G óm ez, G ilberto A lzate, Jo rg e Leyva) d e s ­ ap areciero n h ace ya varios lu stro s, ahogó su proyecto histórico en el holocausto d e la Vio­

lencia. La d e re c h a cavó su p ro p ia tu m b a .

“ P en sam ien to d e vencidos, p en sam ien to v e n ­ cid o ” , com o d iría Sim one d e B eauvoir. G e n e­

rosos, los colom bianos no dejaro n m o rir en M adrid —com o a ta n to s o tro s d ic tad o res d e triste recu erdo del c o n tin e n te — al p rincipal re sp o n sa b le del holocausto. Le p erm itie ro n , Por el con trario, s e r uno d e los g e s to re s d el E ren te N acional.

El “ sín dro m e d e la V iolencia” actu ó, sin em b arg o , com o u n factor inhibitorio p a ra vol­

ver a a c tu a r a ro stro d escu b ie rto . La vieja d e re ­ ch a se desdibu jó en el p a n o ra m a político. Y como hem o s dicho, la n u e v a d e re c h a civilista, que hoy se m u eve con fu erza en A m érica L ati­

n a , a p e n a s se esb o za en Colom bia.

N u estra te sis e s , p u e s , q u e m ie n tra s en A m éri­

ca L atina, tr a s el colapso de los re g ím e n e s de seg u rid ad n acio n al, e m e rg e u n a n u ev a d e re c h a

q u e asu m e su p ap el a la luz d el d ía y e n el te rre n o d e la d is p u ta d em o crática, e n C olom bia é s ta asu m e la m o d alid ad del te rro rism o en cla ra co n trav ía a los p ro ceso s dem o cratizado- re s q u e vive el co n tin en te.

Sus o ríg en e s se e n c u e n tra n e n el p ro lon g ad o y d e s g a rra d o r conflicto q u e h a vivido el p aís en la ú ltim a d éca d a. Por u n a p a rte , los excesos crim inales d e la g u e rrilla q u e m e d ia n te el secu estro y la exto rsión h a g e n e ra d o en p a rte com o reacción, la configuración d e g ru p o s p a ra m ilita re s y d e a u to d e fe n sa en m ú ltip les zo n as del p a ís. Por o tra p a rte , el colapso d e la ra m a ju risdiccional que h a facilitado la e m e r­

g en cia d e d istin ta s m o d a lid ad e s de ju stic ia p ri­

v a d a y q u e h a llevado a m ú ltip les é lite s reg io ­ n a le s (Valle, A ntioquia, R isaralda) a e stim u la r

“ o p eracio n es d e lim p ie za” p a ra d ism in u ir las ta s a s d e crim in alid ad . Y fin alm en te, la n e fa s ta d o ctrin a d e la S eg u rid ad N acional q u e, p e s e a las afirm aciones c o n tra ria s d e los m a n d o s m ili­

ta re s , sig u e alim en tan d o ideo ló gicam en te a n u e s tra s in stitu cio n es c a s tre n s e s . E s ta d o ctri­

n a , cuyo id eario e s co n trario a n u e s tra s in s titu ­ ciones d em o cráticas, tie n e com o eje el obsoleto conflicto E s te /O e s te y s u s b a s e s son la llam ad a geopolítica d e las fro n te ra s ideológicas, la id e a del “ enem igo in te rio r” y la noción d e “ g u e rra to ta l” .

En un contexto com o el colom biano c a ra c te ri­

zado por un conflicto m u ltip o lar y difuso, las e x tre m as d e re c h a s sólo se p re s e n ta n com o a p a ra to s, es d ecir, com o o rg an izacio n es sin re a le s raíces sociales y sin q u e el p a ís se sie n ta n i convocado ni m ovilizado. Se tr a ta , p u e s , de u n a d erec h a d e la retaliació n o d e los priv ile­

g io s, en m edio d e co n fu sas u o scu ras ju stific a ­ ciones. D erecha ra q u ític a en el plano ideológi­

co, p ero p o d ero sa e n su cap acid ad d esestab ili- zad o ra. E n el conflictivo contexto del p aís, e s ta s fu erzas d e e x tre m a d e re c h a p u e d e n ju g a r u n p ap el e x tre m a d a m e n te riesg o so p a ra la co n tin u id ad d e n u e s tra s in stitu cio n es d em o crá­

ticas. E ste es el caso d e m ú ltip les d irig e n te s políticos, ta n to lib erale s como co n serv ad o res, locales o reg io n a les, co m prom etidos hoy con com plejas re d e s d e violencia en su s zonas de influencia y q u e a te n ta n c o n tra políticas d e in te ré s estratég ic o p a ra el p aís, com o la paz y la reconciliación nacional.

M ú ltiples p re g u n ta s sin re s p u e s ta to d av ía nos p la n te a n los últim os acontecim ien tos del p aís.

(7)

¿Se halla hoy esta derecha punitiva en proceso de centralización?; ¿dispone de un proyecto estructurado tendiente a crear un vacío de poder?; ¿tiene esta extrema derecha coinciden­

cias limitadamente funcionales con el narco- terrorismo o, por el contrario, coincidencias estratégicas, es decir, se trata de una narco- derecha?

Sin entrar a considerar otros factores, podría­

mos afirmar que la ausencia de una derecha institucionalizada produce el mismo vacío que la ausencia de una izquierda democrática: ante la inexistencia de unos canales de representa­

ción política, se expresan a través de modalida­

des extremistas. Tanto el Movimiento de Sal­

vación Nacional como la Alianza Democrática M-19, en la medida en que permitan organizar a las viejas y a las nuevas derechas, así como a la izquierda civilista, pueden servir de factores estabilizadores de nuestro sistema político.

En conclusión, la persistencia sin atenuantes ni controles de las actividades de la derecha puni­

tiva puede conducir al país por la vía del despe­

ñadero, del vacío institucional, de la degrada­

ción persistente del conflicto. Pero, de otra parte, la emergencia de una derecha organiza­

da y con amplio juego político puede conducir a un aislamiento de los sectores ultraderechistas o incluso a su integración y canalización.

d. La m odernización dem o crática

Finalmente, una cuarta opción sería la moder­

nización democrática del Estado, con sistemas de incorporación de nuevas fuerzas al sistema político.

Existen factores en contra y a favor de esta opción. En cuanto a los primeros se halla la enorme resistencia que presentan los sectores partidarios a ultranza del sta tu quo, quienes se oponen a cualquier renovación política e inclu­

so generacional. El genocidio sufrido por la Unión Patriótica es, sin duda, el mejor ejemplo de la rigidez y de la resistencia que existen en nuestro medio para la ampliación del espacio de la disputa democrática, así como de la inca­

pacidad (y en muchos casos complicidad) del Estado para controlar estos sectores.

A este clima de intolerancia se añade la propia incapacidad demostrada en décadas por la

izquierda para construir un movimiento urba­

no, moderno y alternativo. En Colombia, la izquierda se militarizó desde muy temprano al asumir como eje estratégico de su acción la actividad insurgente, precipitando al país en una polarización ideológica extrema. Por ello, lo más civilizador en términos políticos para el país es la conformación de una izquierda demo­

crática fuerte, que permita despolarizar el con­

flicto, que sirva de colchón para amortiguar las tensiones que vive la sociedad colombiana, y que ejerza una presión democratizadora. Esta es, sin duda, la función que está llamada a cumplir la Alianza Democrática M-19, tal como quedó definido en su reunión plenaria del 20 de junio, donde se proyectó su trabajo hasta las próximas elecciones y se aprestó a integrar a otras organizaciones, ante todo a los grupos guerrilleros que se hallan en proceso de re­

incorporación .

Además de esa posibilidad que jugaría a favor de una perspectiva democrática en Colombia, otros factores favorables podrían ser la reincor­

poración a la vida civil de nuevos grupos insur­

gentes, así como de los movimientos de auto­

defensa del Magdalena Medio. En cuanto hace a los primeros, las negociaciones que se ade­

lantan actualmente con el Ejército Popular de Liberación (EPL), el grupo indigenista Quintín Lame y el Partido Revolucionario de los Traba­

jadores (PRT), parecen andar por buen cami­

no. La materialización de estos acuerdos podría contribuir a ahondar los objetivos del proceso de paz, que de una u otra manera se inscriben en el proceso internacional de distensión E ste/

Oeste y en el impacto de la p erestro ik a en el movimiento revolucionario mundial.

En cuanto hace a la desmovilización y entrega de las armas por parte de los grupos de auto­

defensa, éste podría ser el inicio del desmonte de los grupos paramilitares en el país, que han sido los responsables de los principales genoci­

dios perpetrados en los últimos años.

Ahora bien, los resultados de las últimas elec­

ciones nos permiten ser moderadamente opti­

mistas con respecto a la posibilidad de una sali­

da democrática a la crisis nacional. Estos resul­

tados no son sorprendentes si tomamos en consideración los cambios vividos por el país en los últimos años, que crearon el piso sobre el cual se asientan estos hechos. En especial, el

(8)

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90. E. PIZARRO L. 67

ascenso en la movilización y la participación ciudadanas, que se ha acompañado de la ampliación de una cultura democrática y parti- cipativa en sectores cada vez más amplios de la población. Este proceso de democratización parainstitucional que ha contemplado el país en la última década, tiende a incidir en forma creciente en la vida política. Su impacto está a la vista.

Alfonso López Michelsen, quien ha acostum­

brado al país a sus pequeñas fórmulas sinteti- zadoras de la coyuntura política (quién no recuerda su “ si no es Barco, ¿quién?” ), se refirió a las elecciones de marzo como una

“ pequeña revolución política” . Su diagnóstico fue totalmente acertado, no sólo si se piensa en los comicios de marzo, sino también en los sor­

prendentes resultados dos m eses después en las elecciones presidenciales.

Analicemos inicialmente por separado ambos episodios, que nos permitan plantear algunas conclusiones generales.

En las elecciones de marzo se dieron tres he­

chos de gran significación para el futuro. Por una parte, la escogencia del candidato liberal mediante el voto popular. Por otra parte, la sorprendente votación obtenida por el M-19 a sólo dos días de su desmovilización y reincor­

poración a la vida civil. Y por último, el éxito de la llamada “ séptima papeleta” impulsada por el movimiento estudiantil, que le abriría paso al decreto gubernamental que condujo a la aprobación en el mes de mayo de la anhelada Asamblea Constitucional que el país deman­

daba.

En estos tres hechos se estaba incubando la

“ pequeña revolución” . No sólo en cuanto al cambio de los hábitos políticos mediante la democratización en la elección del candidato liberal y la votación por la “ séptima papeleta”

sino, y ante todo, debido a la materialización de un proyecto de izquierda democrática que entraba a disputarle a los partidos tradiciona­

les su legitimidad en los centros urbanos. La izquierda abandonaba su marginalidad tradi­

cional como “retaguardia armada de los colo­

nos”, para buscar un apoyo en capas de la población que no se sienten representadas en los partidos tradicionales, ni en los movimien­

tos insurgentes, ni en la izquierda comunista.

Estos hechos alentadores se presentaron, sin embargo, en un clima de violencia sin antece­

dentes en el país. Tres candidatos presidencia­

les asesinados en escasos ocho m eses ponen de manifiesto que, entre las fuerzas dispuestas a desestabilizar al país y las fuerzas compro­

metidas con una salida democrática a la crisis nacional, no se ha jugado todavía la última par­

tida.

Las tendencias más pronunciadas ocurridas en el m es de marzo se confirmaron en las eleccio­

nes presidenciales del 27 de mayo. En primer término, la votación de la Alianza Democrática M-19 se amplió hasta el punto de colocarse por encima del candidato social-conservador Rodri­

go Lloreda. A este hecho, se añadió la signifi­

cativa votación proveniente desde la derecha en apoyo al candidato del Movimiento de Sal­

vación Nacional, Alvaro Gómez Hurtado. O sea que entre el Partido Liberal y el Partido Social Conservador, se colocaron dos fuerzas que podrán ser la base de una ampliación del espectro político colombiano en esta década.

Por otra parte, más de cinco millones de colom­

bianos votaron a favor de la Asamblea Consti­

tucional, base futura de una posible renovación democrática de nuestras instituciones. Final­

mente, la introducción del tarjetón y la presen­

cia de la televisión de lleno en el debate electo­

ral, no sólo condujo a un comienzo de sanea­

miento de nuestro sistema electoral sino, ante todo, a la posibilidad de que fuerzas políticas sin un aparato de índole nacional pudieran llegar con sus ideas y con sus votos a todo el país.

Si las tendencias observadas en la conducta electoral se mantienen (ante todo la diversifica­

ción del espectro político), así como las refor­

mas introducidas en las técnicas electorales (el tarjetón, el voto en recinto cerrado y en secre­

to) y en los mecanismos de consulta popular para la escogencia de los candidatos presiden­

ciales, el sistema político colombiano habrá sufrido un sismo en favor del último escenario que hemos presentado.

Estas innovaciones políticas, que pueden pro­

ducirse en el marco mismo de nuestra demo­

cracia, sin los traumatismos de una ruptura constitucional o de una revolución, tienen como ejes los tres aspectos señalados. En primer tér­

(9)

mino, que se consoliden en el país nuevas fuer­

zas políticas, desde una derecha civilista hasta una izquierda democrática que nos permita despolarizar el conflicto que vive el país; es decir que esta ampliación del espectro político no sólo lleve a un mayor aislamiento tanto de la derecha punitiva como de la izquierda ultra- radical, sino que amplíe las opciones en juego en el sistema electoral. O sea, que nos halle­

mos ya firmemente encaminados hacia la supe­

ración del bipartidismo estrecho, sea hacia un multipartidismo o al menos hacia un bipartidis­

mo imperfecto, en donde al lado de los dos partidos mayoritarios se presenten otras fuer­

zas menores pero con arraigo nacional.

En segundo término, que las innovaciones introducidas en las técnicas electorales le per­

mitan al país comenzar a superar los métodos espurios de movilización electoral: la compra­

venta de votos y la ausencia de autonomía del elector. En otras palabras, que el fenómeno del voto de opinión que hasta estas elecciones sólo operaba en los centros urbanos, y entre secto­

res de buena información política, altos niveles de escolaridad e ingresos medios o altos, se expanda hacia poblaciones intermedias e inclu­

so hacia las zonas rurales. La autonomía políti­

ca del elector es la base para la superación de los “ feudos podridos” , el caciquismo y el clientelismo.

En tercer término, en cuanto hace a la consulta popular como una suerte de primarias a la colombiana para escoger el candidato de un partido es, sin duda, el mecanismo más idóneo para iniciar la democratización de los partidos y, por tanto, del régimen político en su conjun­

to. Efectivamente, en Colombia debido a la persistencia de partidos de cuadros, más apro­

piados para una democracia censitaria del siglo XIX que para una democracia moderna, la designación de los candidatos era asunto de notables en convenciones cerradas. Ante la presión ciudadana para ampliar sus márgenes de participación y decisión a todos los niveles, esos mecanismos de designación eran a todas luces obsoletos. Hoy podemos estar viviendo un inicio serio de la siempre postergada modernización de nuestros partidos políticos.

Finalmente, la aprobación de la Asamblea Constitucional puede abrir el espacio necesario para materializar los cambios democráticos

que el país requiere, mediante un acuerdo pluralista y nacional.

En conclusión, podríamos afirmar que a pesar del clima de violencia que acompañó tanto los comicios de marzo como los de mayo, en estas elecciones se presentó una serie de hechos (ampliación del espectro político, aprobación de la Asamblea Constitucional, etc.), que per­

miten pensar que existen nuevas fuerzas y nuevos recursos políticos para enfrentar con mayor optimismo el futuro.

Pero para alcanzar esta situación es indispen­

sable que el próximo gobierno le introduzca cambios al esquema barquista gobierno- oposición. Existen cuatro opciones con respec­

to a este esquema: una, la continuista, que se fundamentaría en el mantenimiento de un gobierno de partido; dos, una regresiva m e­

diante la reconstitución del Frente Nacional, es decir, de un gobierno bipartidista; tres, el esquema gobierno-oposición actual pero amor­

tiguado mediante unos “ acuerdos sobre lo fundamental” , sea con las dos facciones con­

servadoras (el Partido Social Conservador y el Movimiento de Salvación Nacional), o más ampliamente, incluyendo a la Alianza Demo­

crática M-19; y finalmente, el desmonte del esquema en favor de un gobierno de amplia coalición nacional para enfrentar la crisis. A mi modo de ver, sólo será viable una real re­

composición democrática si ésta se acompaña de mecanismos eficaces de inserción de nuevas fuerzas al sistema político. Por ello, tanto la continuidad del esquema como una eventual recomposición frentenacionalista serían muy negativas para estos propósitos.

C onclusión

Como habrá podido observar el lector, ni el golpe militar como eventual salida autoritaria, ni la revolución política se han contemplado en el abanico de las opciones probables a lo largo de nuestro análisis. Una crisis política de envergadura no se puede jamás descartar totalmente del horizonte. Pero, suponiendo que la situación actual no sufra un terremoto semejante, nos parece inapropiado plantear esas dos opciones que han sido las predilectas de múltiples analistas tanto extranjeros, como nacionales. Para éstos, Colombia sólo tiene por

(10)

ESCENARIOS POSIBLES DE COLOMBIA EN LOS 90. E. PIZARRO L.

d e la n te dos p ersp ectiv as: o u n a salvadoriza- ción (g u e rra civil) o u n a u ru gu ay izació n (mili­

tarización p ro g re s iv a ).

En cu an to h ace al g olpe m ilita r, n i el contexto latino am erican o en el cual se vive u n pro ceso global d e dem o cratización, n i el colom biano en d o n d e no ex iste u n a trad ició n m ilita rista d e control directo d el E sta d o , a p a re c e n com o favo rab les p a ra u n a ta l opción. Y con re sp e cto a la revolución política, e s ev id en te q u e tr a s un esta d io d e a u g e y crecim ien to en los o ch en ta, el m ovim iento in s u rg e n te q u e p e rs is te e n la g u e rra vive hoy u n a e ta p a de re g re sió n , a isla ­ m ien to y crisis.

Sin em b arg o , la n e c e sa ria esq u em atizació n de los cu atro e scen a rio s q u e h em o s p ro p u esto no significa que sean m u tu a m e n te ex clu y en tes.

Lo m á s p ro b ab le es q u e c u alq u iera q u e s e a fin alm en te el escen ario q u e p red o m in e, con­

serv e elem en to s d e otro u o tro s d e los re s ta n ­ te s . Los hem o s e sq u em a tiz ad o en razón del factor d o m in an te en c a d a uno: la agrav ació n catastró fica del conflicto in tern o , el co n tin u is­

m o sin refo rm ulacio n es d e fondo, la sa lid a a la crisis s e a m e d ia n te la im posición d e m e d id as d e co rte au to ritario o la b ú s q u e d a d e acu erd o s dem o crático s. P ero, p o r ejem plo , au n e n el caso d e q u e la v ía d em o crática se im p o n g a no e s im p en sab le q u e se acom p añ e p o r un larg o perío do d e alto s n iv eles d e conflictos violentos no resu e lto s.

F in alm en te, e s im p o rtan te d e s ta c a r q u e e n la fu tu ra A sam b lea C onstitucional se v an a co n ­ d e n s a r, sin d u d a , la s te n d e n c ia s q u e h em o s señ ala d o . Si en e s ta A sam b lea a d q u ie re n u n control decisorio los secto re s políticos trad ic io ­ n a le s, se g u ra m e n te b u sc a rá n im p o n er u n con­

tin u ism o con sim ples cam bios d e fach ad a.

C am biar algo, p a ra q u e tod o sig a ig u al. Si e n la A sam b lea to m a n un p ap el p re p o n d e ra n te los secto re s re p re se n ta tiv o s de la d e re c h a au to ri­

ta ria , ta n to g rem ial com o política, e s b ien p ro ­ b ab le q u e in te n te n im p o n er u n a rem odelación au to rita ria a n u e s tra s in stitu cio n es. Y p or ú lti­

m o, si en e s a A sa m b lea to m a asiento u n a sig n i­

ficativa co rrie n te d em o crática m o d e rn izan te, se p o d ría im p o n er el escen ario q u e hem os con sid erad o com o el m ás p ro b a b le .

(11)

• t

Referencias

Documento similar

mayor diversificación de actividades para atenderlo, abriendo espacios para el hos- pedaje, alimentación, transporte terres- tre y marítimo. Aunque los beneficios a nivel

La oferta existente en el Departamento de Santa Ana es variada, en esta zona pueden encontrarse diferentes hoteles, que pueden cubrir las necesidades básicas de un viajero que

37 El TPI, en los fundamentos jurídicos del 149 al 154 de la sentencia «Virgia- micina», examinó las dos actividades complementarias que integran la evaluación de riesgos:

Reglamento (CE) nº 1069/2009 del parlamento Europeo y del Consejo de 21 de octubre de 2009 por el que se establecen las normas sanitarias apli- cables a los subproductos animales y

Argumentación y coaching del tutor por equipos Ver y escuchar rutinas semanales por expertos de casos reales. Integración en equipos en agencia

Y tú sabes cómo es de desubicado Bruno, saca esa pala- bra cada vez y Marcial y yo nos miramos como diciendo «qué se le va a hacer».. Pero yo creo que Marcial se va a componer,

Este libro intenta aportar al lector una mirada cuestiona- dora al ambiente que se desarrolló en las redes sociales digitales en un escenario de guerra mediática mantenido por

o esperar la resolución expresa" (artículo 94 de la Ley de procedimiento administrativo). Luego si opta por esperar la resolución expresa, todo queda supeditado a que se