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Mal Uso De Los Dones Del Espíritu Santo

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Academic year: 2022

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Semana del 15 al 21 de marzo de 2021

“Mal Uso De Los Dones Del Espíritu Santo”

Lectura Bíblica: 2ª de Pedro 2:15 y 16. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta.

Comentario: La maldad 2:15–16: [v. 15]. Han abandonado el camino recto, y se han extraviado para seguir el camino de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantó el pago de la maldad.

Consideremos dos puntos:

▬ a. Observación. Pedro sigue describiendo a los apóstatas de su tiempo y observa que han olvidado el camino de la obediencia. Dice: “Han abandonado el camino recto”. El texto griego da a entender que cuando estos maestros dejaron de a andar por el camino recto comenzaron a andar de aquí para allá, sin rumbo fijo. Junto con los otros escritores de la Biblia, Pedro se expresa por medio de metáforas. La frase el camino recto es una expresión idiomática que apunta al camino en que los hijos de Dios deben andar según su Palabra.

Por implicación, Pedro indica que los herejes seguían alguna vez el camino recto, pero que más tarde lo dejaron.

Como consecuencia de esta decisión, comenta Pedro, ahora ellos vagan en la oscuridad. Esta es la gente de la cual el apóstol Juan dice: “Si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Jn. 2:19; y también Heb. 6:4–6). Esta gente también sigue el rumbo que lleva a la muerte y a la destrucción.

▬ b. “Ilustración”. “[Siguen] el camino de Balaam, hijo de Beor, a quien le encantó el pago de la maldad”.

En el pasaje paralelo, Judas cita tres ejemplos del Antiguo Testamento: el odio de Caín, la codicia de Balaam y la rebelión de Coré (v. 11). Pedro, sin embargo, se limita a usar el ejemplo de Balaam (Nm. 22–24). Este quería maldecir a los israelitas, pero por medio del Espíritu del Señor fue forzado a bendecirlos (cf. Dt. 23:4). Pedro ve un reflejo de los falsos maestros en la vida y circunstancias de Balaam. Considerando el marco histórico de Balaam y el pueblo de Moab, el apóstol nota la inmoralidad sexual de los moabitas, quienes, aliados con Balaam, trataron de seducir a los israelitas (véase especialmente Nm. 25:1–9; 31:16; Ap. 2:14). Asimismo, Pedro nota el interés que Balaam tenía en la honra personal y en la ganancia material a expensas del pueblo de Dios. Y finalmente, Balac rey de Moab quería que Balaam maldijese, no bendijese, a los israelitas.

Las semejanzas son obvias. Los herejes del tiempo de Pedro están tratando de inducir a los creyentes hacia el desorden y la inmoralidad; su codicia es evidente para cualquier miembro de la comunidad; enseñan herejías destructivas que apuntan a desviar a los creyentes del camino de la verdad. Son, en efecto, una raza maldita.

Pedro declara que a Balaam “le encantó el pago de la maldad”. Balaam, aunque movido por la codicia, tenía bien en claro que los israelitas eran el pueblo escogido de Dios a quienes este mismo Dios protegía. Pero al unir sus fuerzas a las de los enemigos de Dios, recibió “el pago de la maldad”. Balaam era impelido por su amor a las recompensas materiales, no por el amor a Dios y a su pueblo. Poco tiempo después, el ejército de Israel mató a Balaam en la batalla contra los madianitas (Nm. 31:8).

Por medio de esta ilustración histórica Pedro revela los motivos de los falsos maestros. Los describe como seguidores de Balaam e íntima que también ellos tendrán su recompensa. “Desde hace mucho tiempo la condenación se cierne sobre ellos, y su destrucción no se ha dado el lujo de dormir” (v. 3). Su recompensa será la misma que la de Balaam.

[v.16]. Pero por su maldad lo reprendió un burro—una muda bestia de carga—que habló con voz humana e impidió la locura del profeta.

Este versículo es en realidad una palabra indirecta de aliento a los lectores de la epístola de Pedro. Ellos ven las

“manchas y suciedad” de los herejes que hay dentro de la comunidad cristiana, saben que el propósito específico de esta gente es llevar a la destrucción a la iglesia, pero se dan cuenta de que Dios “sabe cómo librarlos de las pruebas” (v. 9). Si el burro de Balaam reprobó al errado profeta, entonces los creyentes pueden reprobar a los falsos maestros mediante las enseñanzas de la Palabra de Dios.

El burro de Balaam, al ver al ángel del Señor con su espada desenvainada, trató de eludir el desastre inevitable (Nm. 22:21–28). Aun después que Dios le diera al asno el recurso del lenguaje humano, Balaam no alcanzaba a

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reconocer el peligro que le enfrentaba. En su misericordia, Dios abrió los ojos de Balaam para que él mismo pudiese ver al ángel del Señor con la espada lista para matarlo.

¿Por qué cuenta Pedro el relato del asno que habló? Por varias razones: para comparar la insensibilidad de Balaam con la de los falsos maestros; para demostrar que, así como Balaam avanzaba ciegamente en el camino de la destrucción, del mismo modo están perdidos los herejes; para revelar la intervención de Dios al hacer que Balaam bendijese a Israel; y para darles a los creyentes del tiempo de Pedro la certidumbre de que Dios los protege.

Pedro llama a Balaam profeta, no para indicar que era un verdadero profeta, sino que Dios lo usó a pesar de su locura. Si hubiese sido un verdadero siervo de Dios, su conducta nunca se hubiese caracterizado por la locura. Su obstinación ocasionó su caída y su muerte.

Consideraciones doctrinales en 2:15–16

Los críticos de la fe cristiana desvirtúan los relatos de milagros que aparecen en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Consideran que estas historias son leyendas y mitos cuyo contenido debe ser descartado a la luz de la ciencia moderna. Y consideran que cualquiera que acepta estos milagros por fe es una persona que no usa su capacidad de raciocinio. Describen al cristiano como una persona tan crédula que creería en la Biblia, ya fuese que ésta dijese que Jonás se tragó al pez o que el pez se tragó a Jonás.

Sin embargo, el creyente observa todos los milagros de la Biblia y ve en ellos la mano del Señor. Sabe que Dios hace milagros ya sea en respuesta a la fe de su pueblo o para inculcar y fortalecer la fe de los creyentes.

Entre los numerosos milagros que figuran en la Escritura, el burro de Balaam que habla no constituye un caso excepcional. Esto aconteció en un momento de crisis en la historia de Israel en que fuerzas hostiles trataban de lograr la maldición de Israel. Dios intervino y no sólo hizo que el burro de Balaam hablase, sino que también logró que Balaam bendijese al pueblo de Dios en vez de maldecirlo. Un milagro es, por lo tanto, un acto de Dios.

Y dado que es Dios el que actúa, el cristiano cree.

¿Es el cristiano una persona crédula? Para él el milagro más grande que Dios efectuó es el de la resurrección de Cristo. Todos los otros milagros son secundarios. Si no creemos es la resurrección física de Cristo, entonces el mensaje del evangelio carece de valor y nuestra fe es inútil (1 Co. 15:14).

Pensamiento: sobre el tema el mal uso de los dones espirituales, podría decir cuando hay una falta de consagración, o sea falta de oración, porque cuando están estos dones en el creyente debe haber más humildad, sencillez, temor a Dios, respeto por las cosas de Dios, cuando hay mal uso también en cuando los vasos de honra no guardan el secreto de confesión, cual es secreto de confesión cuando Dios revela por medio del espíritu santo al profeta un mensaje para otro creyente, y el profeta comenta con otros lo que Dios le revelo, eso es mal uso de su don como profeta, porque el mensaje debe quedar entre Dios, el profeta y el creyente o sea Emisor (Dios) – Mensaje (profeta) –Receptor (creyente). Otro mal uso en las congregaciones de hablar en lenguas y nadie interpretas y todos hablan en lenguas y no hay respeto por solemnidad en el momento de escuchar su palabra, debe estar todo bajo de un control, también cuando los vasos dicen Jehová a dicho cuando Jehová no ha dicho y no se cumple nada de lo que dijeron. Unos de los malos usos de los dones cuándos los vasos son usados y se jactan, se vanaglorian, y no le dan la debida honra al Dios vivo.

El último apóstol 1ª a los Corintios 15.8. y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. (hoy no hay apóstol por falta de requisito, unos del requisito era haber andado con Jesús.

De acuerdo con lo que aparece en la Biblia, [cita requerida] son cinco las características necesarias para ser llamado «apóstol»:

Haber conocido personalmente a Jesús.

Haber sido escogidos y enviados por Jesús.

Haber sido testigos de Jesucristo resucitado.

Dar la vida por Dios y por el evangelio.

Seguir a Jesucristo.

1ª a los Co. 1:11 al 14. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo.

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Efesios 1:13. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.

1er Titulo:

Negligencia en el uso de los dones concedidos (1ª a Timoteo 4.14.No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.).

Comentario: 14. Timoteo había sido dotado especialmente para su tarea. De aquí que Pablo prosiga: No descuides el don que hay en ti. Timoteo debe emplear con la mejor ventaja el don del discernimiento entre la verdad y lo falso, y en consecuencia el de ser apto para exhortar, enseñar y guiar. Debe hacer uso de él cuando administra la Palabra y debe también ejercerlo cuando dice a otros cómo deben predicar. No debe jamás despreocuparse de él o descuidarlo. Es un carisma precioso, esto es, un don especial de la gracia de Dios que le fue otorgado por el Espíritu Santo. Por eso Pablo prosigue: que te fue concedido por medio de declaraciones proféticas con la imposición de las manos del presbiterio. Con toda probabilidad esto se refiere a lo que ocurrió en Listra en el segundo viaje misionero de Pablo. Fue entonces que Timoteo, por la operación del Espíritu Santo, fue dotado ampliamente con este don. Por medio (διά) de declaraciones proféticas de circunstantes inspirados fue advertido de esto y del carácter de su tarea. Además, todo esto estaba en asociación con (o acompañado por:

μετά) la imposición de las manos del presbiterio (usado en otros lugares para indicar el Sanedrín, Lc. 22:66; Hch.

22:5, pero aquí para el consejo de ancianos o, en ese sentido, el consistorio de la iglesia). Las propias manos de Pablo se habían posado en él (2 Ti. 1:6). Esta imposición de manos simboliza el traspaso de un don del Dador al receptor. En el caso presente, señala ese acto de gracia del Espíritu Santo por el cual otorga su favor especial a Timoteo, capacitándolo para llevar a cabo los deberes de su importante oficio como representante apostólico (cf.

También Hch. 6:6; 8:17; 13:3, 4).

Pensamiento: El motivo por el cual muchos obreros fracasan en sus respectivos ministerios, reside en el hecho de que, a lo largo de los meses y de los años que están trabajando en la Obra, comienzan a permitir que el

“CÁNCER ESPIRITUAL” llamado relajación y conformismo invada sus corazones, descuidando el don más importante del mundo, que es el don de la fe.

Observe que hay quienes reciben varios dones como el arte de la medicina, de la abogacía, de la administración, el arte del deporte de modo general, etc.

Nosotros recibimos el don de la fe, el arte de liberar, curar y bendecir a las personas y, sobre todo, conducirlas hacia la Salvación. Eso es muy fuerte, pero muchos lo han despreciado. Por consiguiente, terminan perdiéndolo.

Vigilemos para que no caigamos en esa trampa del diablo.

No somos normales, somos especiales, pues tenemos un don que nadie tiene. La visión y la dirección que recibimos vienen del Espíritu Santo.

Nos fue revelada una fe capaz de destruir las fuerzas del mal y conquistar una vida de calidad, además de alcanzar la eterna Salvación, o sea, el derecho de vivir con Jesús para siempre. Él fue personalmente a preparar nuestra mansión celestial.

¿Qué más se puede querer obreros(as)?

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si Me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:1-3

Obrero(a), cuide el don que usted recibió para el progreso de su alma. Invierta en ella, pues es eterna. Un día ella se mudará de este mundo, oro todos los días y anhelo que sea para la gloria del Señor Jesús. Pero si la relajación y el conformismo prevalecen a lo largo de sus días aquí en la Tierra, lamentablemente ella podrá mudarse hacia el abismo de las tinieblas. No es ese el fin que usted quiere para usted y mucho menos el que Dios quiere, ¿no es verdad?

“Porque Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces Me invocaréis, y vendréis y oraréis a Mí, y Yo os oiré; y Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice el SEÑOR, y haré cambiar vuestra suerte…” Jeremías 29:11-14.

2° Titulo:

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Suplementar irresponsablemente dones no concedidos. (Los Hechos 19: 13 al 16. Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

Comentario:Entre la gente que fue sanada por Pablo en Éfeso había algunos poseídos de demonios. Así como Jesús dio a los doce discípulos autoridad sobre los espíritus malos (Mr. 6:7), así Dios dotó a Pablo con poder para echar fuera demonios de las personas afligidas por este mal. Pablo entró en los dominios de Satanás y con la soberanía que Dios le había dado, les dijo a los demonios que salieran.

[13]. Algunos de los judíos que sacaban espíritus malos trataban de usar el nombre de Jesús en todos aquellos que estaban poseídos de demonios. Y decían, “Les conjuro por el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, que salgan”. [14]. Siete hijos de Sceva, un sumo sacerdote judío, andaban haciendo esto.

▬ a. Exorcismo. Al escribir Hechos, Lucas presenta con frecuencia primero el ambiente y luego el suceso específico. Por ejemplo, revela la información general de que el Señor hizo numerosas señales milagrosas y maravillas a través de Pablo y Bernabé (14:1–7). Luego relata la historia de Pablo sanando al paralítico en Listra (14:8–10). De igual modo, después de describir el ambiente en Éfeso, da detalles de un caso particular de judíos exorcistas tratando de echar fuera un demonio.

Por los Evangelios sabemos que los judíos en Israel echaban fuera demonios (Mt. 12:27; Lc. 11:19). Además, el historiador judío Josefo informa que él vio a un compatriota echando fuera un demonio de un hombre poseído, en la presencia del general romano Vespasiano. A veces, los gentiles pedían a los maestros judíos realizar exorcismos. Algunos de estos maestros visitaron a sus hermanos judíos que vivían en la dispersión y usaron fórmulas mágicas para conjurar a los malos espíritus. Debido a que a menudo las fórmulas fallaban, los magos se veían forzados a aprender nuevos conjuros para mejorar sus argucias. Una cantidad de manuscritos antiguos dan testimonio de una variedad de encantamientos que empleaban los judíos exorcistas, y, como este relato lo revela, la ciudad de Éfeso probó ser un almacén de rollos mágicos.

Los judíos exorcistas que vieron a Pablo echar fuera a los demonios en el nombre de Jesús quedaron intrigados.

Se dieron cuenta que sus propios poderes mágicos habían fallado, pero las palabras pronunciadas por Pablo resultaron efectivas. Los apóstoles sanaban a la gente en el nombre de Jesús, no como practicantes de una magia sino para demostrar la autoridad de Jesús (c.f. 3:6). El término nombre se refiere a la persona, palabras, y obras de Jesús, por eso, cualquiera que use este nombre se identifica completamente con el poseedor del mismo y llega a ser su verdadero representante. Por lo tanto, los incrédulos jamás podrán usar el poder del nombre de Jesús.

Los charlatanes judíos en Éfeso dirían a los espíritus malos, “Te conjuro por el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, que salgas”. Su conjuro es derivativo, porque incluye el nombre de Pablo. Además, ellos se exponen a sí mismos como incrédulos, porque sus palabras muestran que es Pablo, no ellos, quien sirve a Jesús. En contraste, consideremos al hombre quien expulsó demonios en el nombre de Jesús. Jesús mandó a sus discípulos no detener a este hombre, porque “el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Lc. 9:50).

Evidentemente, el hombre creía en Jesús y era su seguidor.

▬ b. Sceva. Lucas señala tres hechos acerca de Sceva: Era un judío, era un sumo sacerdote, y era padre de siete hijos. Durante el primer siglo, los magos judíos tenían bastante influencia (p.ej. el mago judío Barjesús, quien era un asistente del procónsul Sergio Paulo [13:6–7]). No tenemos evidencia de que Sceva haya servido como sumo sacerdote en el templo de Jerusalén; por lo tanto, no tenemos que suponer que desempeñaba una posición de autoridad. Josefo indica que algunos hombres que eran llamados sumo sacerdotes nunca funcionaron en tal capacidad. Es posible creer, sin embargo, que este judío se llamara a sí mismo sumo sacerdote para su propio beneficio y que viviera con sus hijos en la dispersión. De nuevo, Lucas falla en indicar si Sceva mismo estaba en Éfeso; sólo dice que estaban allí sus siete hijos. Por la falta de evidencia sólida en cuanto al nombre y oficio de Sceva, nos atrevemos a pensar que estos hijos pertenecían a una familia sacerdotal y practicaban el exorcismo.

De hecho, el Texto occidental usa la expresión sacerdote en lugar de “sumo sacerdote”.

[vv. 15 y 16]. Pero el espíritu malo les dijo, “Conozco a Jesús, y sé de Pablo, pero ¿quiénes son ustedes?”

Y el hombre poseído de demonios saltó encima de ellos. Los dominós de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

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La descripción que hace Lucas del espíritu malo que habla por la boca del hombre poseído tiene sus paralelos en los relatos de los Evangelios sinópticos (véase Mt. 8:29; Mr. 1:24; Lc. 4:41). En estos relatos, los demonios reconocen a Jesús como el Hijo de Dios. En Éfeso, el demonio, al oír la fórmula pronunciada por los exorcistas, responde con pleno conocimiento: “Conozco a Jesús, y sé de Pablo, pero ¿quiénes son ustedes?” En el texto griego, Lucas usa dos diferentes palabras para el verbo saber o conocer. Quizás sirven para establecer la diferencia entre el Jesús celestial y el Pablo terrenal. Sin embargo, estos dos verbos son virtualmente sinónimos porque ambos se relacionan con conocimiento adquirido, no innato. El demonio ha aprendido acerca de Jesús y sabe que el poder divino que fluye de Jesús hacia Pablo puede vencerlo a él. También detecta el engaño de la práctica de los judíos exorcistas y sabe que no tienen ningún poder. La pregunta “¿quiénes son ustedes?” revela el desprecio del demonio.

El demonio entonces descarga su ira sobre los siete hijos de Sceva. El hombre poseído, con una fuerza sobrehumana, salta encima de los siete y los domina. En este punto, y debido a una variante en el texto griego, algunos traductores difieren de otros. Los mejores manuscritos tienen la expresión ambos, que aparece en una traducción como “sometió a ambos” (NASB) y en otra, “dominó primero a unos y a otros” (BJer). Esta forma choca con el número siete (v. 14) si es que la palabra ambos se aplican sólo a dos personas. Pero cuando participan más de dos personas, el término puede significar “todos” (véase 23:8), que es el que usan otras varias versiones.

El hombre poseído da una paliza tal a los siete exorcistas que éstos apenas logran escapar de la casa donde se encontraban. Contentos de estar vivos, huyen desnudos y heridos. El griego indica que las heridas demoraron un largo tiempo en sanar. Por un lado, estos exorcistas aprendieron a no invocar el nombre de Jesús. Y por el otro, el hecho promovió la causa del evangelio.

Pensamiento: suplantar verbo transitivo

-1. Quitar a una persona su sitio de manera fraudulenta, ocupando su cargo o posición, o asumiendo sus funciones.

"alguien que no era yo me suplantaba y decidía mis actos"

2. Sustituir una cosa por otra, especialmente de forma fraudulenta.

"está claro que ese hacer suplanta cualquiera otro hacer de índole creativa"

Suplantar es cuando Dios no lo ha enviado a usted como creyente a realizar una labor que otros deben hacerlas, porque todo vaso que va hacer usado en primer lugar debe estar limpio y preparado para toda buena obra, en santidad, en oración, siendo lleno del Espíritu Santo. Y que el Espíritu Santo este dando testimonio que va ser enviado a hacer una labor espiritual.

3er Titulo:

No usar los dones con amor (1ª a los Corintios 13: 1 al 3.Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.)

Comentario: El Espíritu inspiró a Pablo para que legara al mundo una carta de amor sin parangón. He aquí Pablo escribiendo maravillosamente acerca de un tema que interesa a todos: el amor. No obstante, su representación del amor carece de sentimentalismo, sensualidad y erotismo.

El mundo le ha dado a la palabra amor un sentido sensual que se centra en el sexo y en el acto sexual. También se usa la palabra para comunicar el apego que uno tiene por una actividad o cosa. Decimos: «amo la música»,

«amo el deporte». Por contraste, el amor que Pablo presenta tiene un origen divino y trasciende los significados terrenales. Se expresa bien en el conocido versículo: «Porque tanto amó Dios al mundo» (Jn. 3:16). La mente humana no puede captar completamente la profundidad de ese amor divino. Dios manda que le amemos de todo corazón, alma y mente, y que amemos al prójimo como a nosotros mismos (Mt. 22:37–39). Este amor está encerrado en la palabra griega ágape, que apunta al amor que Dios tiene para con el hombre o al amor que el hombre tiene para con Dios. Además, debemos amar al prójimo, aun cuando ese prójimo sea nuestro enemigo.

En suma, ágape se origina en Dios, quien comunica su amor divino para que lo reflejemos y devolvamos a él.

Pablo quiere que sus lectores vivan en el contexto del amor divino y que diariamente muestren este amor. Les muestra que este amor es, por cierto, la forma de vida más excelente. Quiere que reciban y empleen sus dones espirituales en el contexto de ese amor. Sabe, por ejemplo, que cuando un cristiano profetiza o habla en lenguas

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en el marco del amor divino, la iglesia será edificada y fortalecida. Sin este amor, los creyentes son incapaces de compartir los beneficios de estos dones espirituales. Pablo analiza seis dones: el don del habla, de profecía, misterios, conocimiento, fe y caridad. Concluye que fuera del contexto del amor, estos dones no tienen sentido.

En los primeros tres versículos, Pablo escribe varias oraciones condicionales que se contrastan con afirmaciones sobre la ausencia del amor. A cada una de esas oraciones, añade conclusiones de una realidad descriptiva. La siguiente sección (vv. 4–7) es una descripción del amor en términos positivos y negativos. Después continúa con una discusión acerca de la permanencia del amor. Cuando cesen las profecías, las lenguas se apaguen y el conocimiento desaparezca, la perfección llega en la consumación (vv. 8–12). Por último, el versículo final presenta la triada de fe, esperanza y amor. El más grande de estos tres es el amor (v. 13).

a. Requisito para el amor 13:1–3

[1]. Si yo hablara en lenguas humanas, aun en las de los ángeles, pero no tengo amor, sólo soy bronce que resuena y címbalo que retiñe.

Además del majestuoso ritmo que tiene este versículo, sobresalen varios rasgos. Primero, Pablo habla hipotéticamente de la posibilidad de llegar a dominar el lenguaje humano y angélico. Para expresar esta posibilidad usa una cláusula condicional. Segundo, al igual que en los versículos 2, 3, 11 y 12, aquí habla de sí mismo en primera persona singular. A lo largo de todo este capítulo, no se dice nada de los cristianos de Corinto ni de sus problemas, aunque incluye a sus lectores mediante el uso de la primera persona plural del versículo 12 («vemos … veremos»). Tercero, en el griego Pablo realmente dice: «Si en lenguas de hombres hablara, aun en las de los ángeles», colocando el verbo hablara entre las palabras de hombres y aun en las de los ángeles. La posición del verbo sin duda tiene el propósito de subrayar la referencia con el lenguaje angelical. El verbo mismo apunta más a la habilidad de hablar que al contenido de lo que se dice.

▬ a. «Si yo hablara en lenguas humanas, aun en las de los ángeles». Con esta condición, Pablo indica que él mismo no habla en lenguas en el culto público (14:19). Parece decir: «supongan que, como apóstol del Señor, yo tuviese el don de lenguas en la forma más elevada, al punto que hablase las lenguas de los hombres y hasta las de los ángeles, ¡cómo me envidiarían ustedes y cómo desearían tener un don como ese!».

La palabra lenguas podría entenderse como idiomas conocidos, pero en el presente contexto parece referirse a la glosolalia, la que algunos corintios pensaban que era una lengua celestial. No sabemos qué lenguaje hablan los ángeles (cf. 2 Co. 12:4; Ap. 14:1–3) o si los ángeles entienden el lenguaje humano. Por otra parte, los ángeles se comunican con la gente en lenguaje humano que ha quedado a veces registrado en ambos testamentos.

▬ b. «Pero no tengo amor, sólo soy bronce que resuena y címbalo que retiñe». El punto principal no es el hablar en lenguas, sean humanas o angélicas, sino la práctica del amor. En el contexto de la iglesia cristiana, sea en Corinto o en otra parte, la falta de amor y sus deplorables consecuencias son dolorosamente patentes.

El verdadero amor se da a conocer amando lo que no merece ser amado, porque eso es lo que Dios hace. Nos muestra su amor en la muerte de su Hijo cuando todavía éramos pecadores (Ro. 5:8). Dios siempre viene a nosotros en amor antes de que nosotros vayamos a él en arrepentimiento y fe. «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados» (1 Jn. 4:10). El apóstol Juan les dice a sus lectores que se amen unos a otros, así como Dios ha mostrado su amor por ellos.

Pablo enseña que el amor debe penetrar todo el contexto de la vida cristiana. Nadie puede gloriarse de tener el don de la palabra, sea humana o angélica, y al mismo tiempo mostrar falta de amor. Si esto ocurre, el ruido que se escucha, dice Pablo, es como el rechinar del bronce o reteñir del címbalo. El sonido de un gong o platillo es monótono. Cuando este sonido se prolonga, llega a ser insoportable para el oído humano. Aprendemos que cuando se dice algo sin amor, aun cuando se diga en la forma más elocuente, lo que se dice es vacío y sin sentido. Se parece al sonido que se produce cuando uno le pega a un jarrón de bronce o al sonido del címbalo que se usaba en el culto (Sal. 150:5, LXX). Pablo no aplica sus palabras a los corintios, sino a sí mismo. Literalmente dice:

«me he convertido en un bronce que resuena …». El griego común que Pablo hablaba, con frecuencia usaba el tiempo perfecto («he llegado a ser») en sentido de presente («soy»).

[2]. Y si tuviere [el don de] profecía y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe al grado de mover montañas, pero no tengo amor, nada soy.

▬ a. Profecía. El siguiente don que se menciona en los versículos 1–3 es el de profecía o como lo expresaría una traducción literal: «Si tuviere profecía». Esto quiere decir más que «profetizar», pues significa que una

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persona se ha convertido en profeta.5 En la lista precedente de dones (12:28), la profecía ocupa el segundo lugar y las lenguas el último. Pero aquí Pablo empieza con la glosolalia y después habla de la profecía.

Pablo exalta el don de profecía porque un profeta, en contraste con el que habla en lenguas, fortalece y edifica a la iglesia (14:1–5). El profeta será efectivo en tanto que sus profecías sean verdaderas. Pero una profecía que se pronuncia fuera del contexto del amor no sirve de nada.

El Antiguo Testamento provee ejemplos notables de profetas que en amor trajeron el mensaje de Dios al pueblo de Israel. Moisés fue el profeta por antonomasia, ya que regularmente mediaba entre Dios y su pueblo para comunicarles la palabra de Dios (cf. Dt. 5:5). Se le consideró un hombre humilde en su servicio al pueblo y recibió la revelación divina por medio de visiones y sueños. Dios le habló cara a cara. Moisés se mostró fiel en la casa de Dios, es decir, en el pueblo de Dios (Nm. 12:3, 6, 7; Heb. 3:5, 6). Cuidó del pueblo de Dios, los amó y oró por ellos.

No obstante, un profeta falso habla palabras que no surgen del amor por el pueblo de Dios, sino de su interés por sacar alguna ganancia personal. El profeta que presuma hablar en el nombre de Dios o de otro dios, deberá ser muerto, dice el Señor.

▬ b. Misterios y conocimiento. Otra vez Pablo habla en forma hipotética, cuando dice que aun en el caso de que él entendiese todo misterio y todo conocimiento, pero no tuviera amor, de nada le sirve. Algunos estudiosos toman esta afirmación como si explicara la palabra profecía. Traducen: «Si tuviese profecía, esto es, si entendiese todos los misterios y todo conocimiento … pero no tengo amor, nada soy».

Esta es una interpretación respetable, ya que los términos misterios y conocimiento dependen del verbo entender y están de esta forma íntimamente conectados. Además, otro pasaje relaciona la profecía con el misterio (Ap.

10:7). También se puede decir que misterios son verdades que Dios ha escondido de su pueblo. Si el pueblo de Dios quiere entender estos misterios, necesitan de la sabiduría divina. El profeta verdadero penetra en los misterios de Dios y los explica al pueblo.

En un pasaje anterior que trataba del conocimiento, Pablo dice: «hablamos sabiduría de Dios en misterio» (2:7), puesto que él y sus colaboradores son «mayordomos de los misterios de Dios» (4:1). En el presente pasaje, Pablo se refiere a todos los misterios; la expresión todos los misterios quizá sea sinónima a «sabiduría», la que tiene su lugar junto al conocimiento (cf. 12:8). Aunque Pablo tuviese la habilidad de entender todos los misterios y todo el conocimiento, sin amor todo sería en vano.

▬ c. Fe. «Y si tuviese toda la fe al grado de mover montañas, pero no tengo amor, nada soy». La fe es el don que Dios le da al ser humano. Es un don que su poseedor debe ejercitar, fortalecer y ampliar con frecuencia (véase 12:9). Cuando la fe se duerme, desaparece, y toman su lugar la incredulidad y la desobediencia. Por ejemplo, los discípulos de Jesús no fueron capaces de sacar un demonio de un niño que sufría de ataques epilépticos. Pero al llegar Jesús, le ordenó al demonio que saliera del niño y que no volviera jamás (Mr. 9:25). En privado, los discípulos le preguntaron a Jesús por qué no habían podido sacar el demonio. Jesús les respondió: «Porque ustedes tienen tan poca fe … Les aseguro que, si tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: ‘Trasládate de aquí para allá’, y se trasladará. Para ustedes nada será imposible» (Mt. 17:20; cf.

21:21).

La observación sobre mover montañas era un proverbio judío que se refería a lograr lo imposible. Tiene que ver con el ejercer la fe de una forma tan intensa, que la persona es capaz de remover barreras infranqueables.

Tanto Jesús como Pablo se refirieron a este proverbio en sus respectivos contextos.

La comunidad cristiana admira y tiene en alta estima a la persona que es capaz de lograr lo imposible mediante la fe. Pero la fe debe ejercerse en armonía con el amor. De otra manera, no sirve de nada. La brevedad de la conclusión de Pablo, «nada soy», es muy apropiada y pertinente, pues de hecho la fe sin amor es inoperante.

[3]. Y si donara todas mis posesiones para alimentar a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve.

▬ a. La caridad. Después de enumerar la glosolalia, la profecía, el conocimiento y la fe, Pablo se refiere a la actitud caritativa de estar dispuesto a deshacerse de los bienes materiales. Literalmente dice: «Si distribuyese todos mis bienes para alimentar [a los pobres]». Nosotros suplimos el complemento indirecto: «los pobres». El verbo griego psōmizō (=repartir, distribuir) es muy revelador en este texto. Es distinto al mandamiento que Jesús le dio al joven rico, pues en ese caso le pidió que de una sola vez entregara todo su dinero a los pobres (Mt. 19:21).

Pablo más bien habla de entregar todas sus posesiones de a poco a lo largo de un extenso período. Se implica que así recibirá la alabanza de los demás. Pero el apóstol añade que si él hiciera obras de caridad sin amar a los que

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se beneficien con su ayuda, entonces dichas obras no valen nada, porque estarían impulsadas por motivos egoístas y ególatras. Su obra de caridad no cumpliría con la ley moral real, «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Stg.

2:8), y sería condenable a los ojos de Dios.

▬ b. Sacrificio personal. «Y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve».

Los mejores manuscritos griegos apoyan la lectura «y si entregara mi cuerpo para gloriarme», y al menos una versión la adopta.

Además de la evidencia manuscrita, los traductores también tienen que considerar la evidencia aportada por el contexto. Sólo hecho esto pueden llegar a una conclusión. Por ejemplo, en sus cartas, Pablo repetidamente usa el verbo gloriarse (35 veces). El verbo gloriarse puede entenderse en un sentido negativo o positivo. En sentido negativo quiere decir jactarse, lo cual no concuerda con el presente contexto que trata de proezas espirituales.

«La motivación de gloria personal hace la adición [de la expresión no tengo amor] innecesaria, pues es obvio que [el amor] no es el principio regulador detrás de dicha motivación».

Si se le da un sentido positivo, el verbo quiere decir que Pablo glorifica a Dios por medio del sufrimiento físico (2 Co. 11:23–29; 12:10). Si adoptamos esta explicación positiva del verbo gloriarse, tres son los problemas que surgen. Primero, no importa cuán atractiva sea la explicación, su sentido se oscurece por medio de la oración, pero no tengo amor. Pablo sabe que de nada sirve glorificar a Dios sin amor; y por eso añade «de nada me sirve».

Segundo, ¿por qué hablaría Pablo en forma hipotética si se refiere a sus propios sufrimientos físicos? Tercero, esta explicación trata llenar una oración incompleta. Las palabras introductorias, «si entregara mi cuerpo», necesitan de un predicado que le dé sentido a la oración.

Por contraste, la lectura si entregara mi cuerpo para ser quemado es explícita y presenta un sentido completo.

Al adoptar esta traducción, reconocemos que todavía quedan dos dificultades. Primero, ¿por qué ofrecería Pablo su cuerpo físico en forma voluntaria para que fuese quemado, siendo que los tres jóvenes fueron tirados al fuego a la fuerza (Dn. 3:19, 20)? Segundo, el texto no puede estar refiriéndose a la persecución desatada por Nerón, durante la cual los cristianos fueron quemados en la hoguera, porque aquella persecución todavía no se había producido.

¿Qué quiere decir este intrigante texto? Si la intención de Pablo fue que entendiésemos lo que dijo sobre mover montañas en sentido figurado, esperamos que la referencia a entregar el cuerpo al fuego también sea una metáfora.

Quizá esta debió haber sido su intención, suponiendo que el texto original leía si entregara mi cuerpo para ser quemado.

Comentario adicional sobre 13:1–3

La primera línea de cada uno de los tres versículos presenta una proeza difícil pero factible. Los tres objetivos de hablar en otras lenguas (v. 1a), de profetizar y entender todos los misterios y todo el conocimiento (v. 2a) y de distribuir los bienes de uno (v. 3a) son cosas que podrían conseguirse. Se añaden dos metas más que podrían conseguirse: unas personas podrían tener una fe tan grande que, figuradamente, mueva montañas (v. 2b) y que hasta decida entregar su cuerpo a las llamas (v. 3b). Estas son dos proezas alcanzables, aunque la segunda implica gloria personal mediante el suicido. (Si adoptáramos la lectura alternativa para la segunda parte del versículo 3,

«y si me entrego, para enorgullecerme» [CI], es irrelevante el asunto de la posibilidad de conseguir dicha meta.) El único objetivo inalcanzable para los humanos sería el hablar en lenguas angélicas (v. 1a).

Por cierto, no estamos seguros de lo que Pablo quiere decir en el versículo 3b. Se ha sugerido que está tratando de imitar las palabras de Jesús, quien durante la institución de la Cena del Señor dijo que había entregado su cuerpo: «este es mi cuerpo, que es por vosotros» (11:24; Lc. 22:19). Pero esta hipótesis por lo menos tiene una fuerte objeción: que a los lectores de la carta de Pablo les costaría mucho entender que la enigmática expresión si entregare mi cuerpo se refiere a la fórmula que Pablo discutió en 11:24. Si eso era lo que Pablo quería decir, de seguro que hubiera añadido algo sobre la Santa Cena para dejarse entender.

Aunque la traducción si entregara mi cuerpo para ser quemado tiene sus propios problemas, es una idea completa que corre suavemente. Esta lectura «tiene testigos de todas las otras partes del mundo cristiano antiguo y a partir de los tiempos más antiguos en adelante (Tertuliano, Afrates)». Hay que admitir que la lectura si entregara mi cuerpo para jactarme está igualmente apoyada por buenos testigos. Concluimos que este problema textual es tan complejo que sería imprudente ser dogmático.

Amén, para la honra y gloria de Dios.

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