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Essential fatty acids and their n-6 and n-3 long chain

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Las grasas constituyen uno de los principios in- mediatos más importantes de nuestra alimenta- ción, con varias funciones vitales que las convier- ten en nutrientes fundamentales para el buen funcionamiento del organismo. Los ácidos grasos pueden ser almacenados en el organismo como tri-

glicéridos (TG) o grasas, o formar parte de las membranas como fosfolípidos u otros lípidos de naturaleza compleja (Fig. 1).

Los ácidos grasos forman parte de los TG, de los lípidos complejos y pueden esterificar el colesterol.

Existen dos clases básicas de ácidos grasos, los satu- rados y los insaturados, aunque estos últimos se cla- sifican a su vez dependiendo del número de insatura-

Copyright © 2007 INSTITUTODANONE Vol. 14, N.º 1, pp. 12-26, 2007

Efectos saludables de los lípidos de la dieta

M. D. Mesa García, C. M. Aguilera García, A. Gil Hernández

INSTITUTO DE NUTRICIÓN Y TECNOLOGÍA DE ALIMENTOS. DEPARTAMENTO DE BIOQUÍMICA Y BIOLOGÍA MOLECULAR II. FACULTAD DE FARMACIA. UNIVERSIDAD DE GRANADA

L

os ácidos grasos esenciales, así como sus derivados de cadena larga n-6 y n-3 son fundamentales durante la gestación, lactancia e infancia; son necesarios para el cre- cimiento y desarrollo de todos los tejidos, y especialmente del sistema nervioso, donde su presencia en órganos espe- cializados como el cerebro y la retina es relativamente ele- vada.

Por otro lado, existen distintas situaciones patológicas que también pueden modularse mediante el consumo de determinados ácidos grasos. Los procesos inflamatorios y de reparación pueden ser perjudiciales cuando se cronifi- can. Patologías como la aterosclerosis, hepatitis, enferme- dades inflamatorias del intestino, cirrosis hepática, fibrosis pulmonar, psoriasis, artritis reumatoide y otras muchas enfermedades de naturaleza autoinmune, representan al- teraciones inflamatorias crónicas, donde se producen me- diadores químicos de inflamación, llamados genéricamen- te eicosanoides, a partir de algunos ácidos grasos poliinsaturados de las membranas celulares. La mayor ac- tividad proinflamatoria de los eicosanoides derivados del ácido araquidónico (20:4 n-6) frente a los derivados del ei- cosapentaenoico (20:5 n-3) explica la acción antinflama- toria de estos últimos. Asimismo, se ha demostrado que la alimentación rica en ácido oleico disminuye la intensidad de los procesos inflamatorios en varias patologías.

Palabras clave: Lípidos. Salud. Ácidos grasos. Dieta.

Docosahexaenoico. Araquidónico. Oleico. Gestación.

Lactancia. Procesos inflamatorios.

E

ssential fatty acids and their n-6 and n-3 long chain derivatives are vital during gestation, lactation and infancy.

They are indispensable for tissue growth and develop- ment, specifically in the nervous system, since high con- centration of these long-chain fatty acids have been found in specialized tissues such as brain and retina.

On the other side, there are different pathologies that may be influenced by dietary fatty acid profile. Persisting inflammatory and breath processes can be harmful. A number of pathologies such as atherosclerosis, hepatitis, inflammatory bowel diseases, hepatic cirrhosis, lung fibro- sis, psoriasis, rheumatoid arthritis, and other autoimmune diseases, represent chronic inflammatory processes in which cell membrane polyunsaturated fatty acid-derived mediators, so called eicosanoids, are released. N-6 arachi- donic (20:4 n-3) derived eicosanoids are more active than n-3 eicosapentaenoic (20:5 n-3) derived molecules. Like- wise, it has been demonstrated that oleic acid rich diets may decrease inflammatory intensity of different patholo- gies.

Key words: Lipids. Health. Fatty acids. Diet. Docosahe- xaenoic acid. Arachidonic acid. Oleic acid. Gestation. Lac- tation. Inflammatory processes.

RESUMEN ABSTRACT

INTRODUCCIÓN

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ciones que contengan (Tabla I). Los ácidos grasos monoinsaturados (AGMI) son moléculas hidrocar- bonadas que contienen un doble enlace, que le pro- porciona una estructura acodada en ese punto. El principal representante es el ácido oleico (cis 18:1 n-9) presente en casi todas las grasas animales y en algunos aceites vegetales, especialmente en el aceite de oliva en el que puede alcanzar hasta un 80% (Ta- bla II). Por otro lado, los ácidos grasos poliinsatura- dos (AGPI) contienen más de un doble enlace, y por lo tanto estructuralmente se caracterizan por presen- tar varios acodamientos. La posición de los dobles enlaces se indica con la letra griega ω, o con la letra n contando desde el extremo metilo. Siguiendo esta nomenclatura, existen dos familias: los AGPI n-6 (ω- 6) y los n-3 (ω-3). El principal ácido graso n-6 es el linoleico (LA, 18:2 n-6), ampliamente distribuido en las plantas, principalmente en los aceites de semillas vegetales como el maíz, girasol y soja. Es precursor del ácido araquidónico (AA, 20:4 n-6) sintetizado en los mamíferos, y por lo tanto, presente en los ali- mentos de origen animal (Fig. 2).

Por otra parte, el ácido a-linolénico (LNA, 18:3 n-3) es el precursor de los AGPI n-3 de cadena larga

Lípidos de membrana (polares)

Fosfolípidos Glucolípidos

Esfingolípidos Glicerofosfolípidos

Triacilgliceroles Lípidos de almacenamiento

(neutros)

Esfingolípidos

Ácido graso

Ácido graso

Ácido graso

Ácido graso Ácido graso

Ácido graso Ácido graso

Mono- u oligosacárido

PO4 Alcohol PO4 Colina

Glicerol Glicerol 3-fosfato

1CH2OH

H 2C OH

3CH2 –– OH

1CH2OH

H 2C OH

3CH2 –– O –– P O ––

O

O ––

O ––

Glicerol Esfingosina EsfingosinaGlicerol

Fig. 1. Estructura de los lípidos.

TABLA I

PRINCIPALES ÁCIDOS GRASOS ENCONTRADOS EN LOS ALIMENTOS

Ácidos grasos saturados (AGS)

Miristico (C14:0) CH3(CH2) 12COOH Palmítico (C16:0) H3(CH2) 14COOH Esteárico (C18:0) H3(CH2) 16COOH Ácidos grasos monoinsaturados

Palmitoleico (16:1 n-9) CH3(CH2)5CH = CH(CH2)7COOH Oleico (C18:1 n-9) CH3(CH2)7CH=CH(CH2)7COOH Ácidos grasos poliinsaturados de la serie 6 (AGPI n-6)

Linoleico (C18:2 n-6) CH3(CH2)4CH=CHCH2CH=CH(CH2)7COOH Araquidónico CH3(CH2)3(CH2CH=CH)4(CH2)3COOH (C20:4 n-6)

Ácidos grasos poliinsaturados de la serie 3 (AGPI n-3) Linolénico (C18:3 n-3) CH3(CH2CH=CH)3(CH2)7COOH Eicosapentaenoico CH3(CH2CH=CH)5(CH2)7COOH (C20:5 n-3)

Docosahexaenoico CH3(CH2CH=CH)6(CH2)7COOH (C22:6 n-3)

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(Fig. 2), y predomina en plantas de hoja verde oscu- ro, en los aceites de semillas de lino, colza, nueces y grosella, y en la soja. Los animales que viven en el fondo del mar son ricos en eicosapentaenoico (EPA, 20:5 n-3) y docosahexaenoico (DHA, 22: 6 n-3), mientras que las algas y el plancton marino también son fuentes de AGPI n-3.

FUNCIONES ESPECÍFICAS DE LOS ÁCIDOS GRASOS Y SUS DERIVADOS

Los AGPI de cadena larga constituyen el 21-26%

de los ácidos grasos en las membranas celulares, pe- ro la proporción de ácidos grasos de 20 ó 22 áto- mos de carbono varía en los diferentes tejidos. Mien- tras que el AA está ampliamente distribuido en la mayoría de los tejidos, el DHA es más específico en su distribución: los tejidos neuronales como el cere- bro y la retina, y algunos tejidos ajenos al sistema nervioso central, presentan altas concentraciones de DHA (1). Esta distribución específica del DHA en los tejidos apunta hacia posibles funciones importantes de este ácido graso en esos lugares.

Los ácidos grasos n-6 y n-3 que forman parte de los fosfolípidos de membrana ejercen un control me- tabólico ya que son precursores de los eicosanoides, liberados en cantidades muy pequeñas para actuar rápidamente en su entorno inmediato, principal- mente en situaciones patológicas (Fig. 3) (2). Por otro lado, también son precursores de otros com- puestos biológicamente activos, como algunos facto- res de coagulación, cuya síntesis depende de los AG- PI situados en la posición 2 de los fosfolípidos, siendo estimulada por el AA y disminuida por la pre- sencia de ácidos grasos de la serie 3 (3). Un exceso de ácidos grasos n-6 estimula la formación de AA, precursor de prostaglandinas (PG) y otros eicosanoi- des implicados en los procesos inflamatorios, lo que aumenta el riesgo de sufrir artritis y otras enferme- dades inflamatorias crónicas (4), así como distintos tipos de cáncer frecuentes en las sociedades occi- dentales, enfermedades trombóticas, apoplejía e hi- perreactividad alérgica (5); no obstante, el AA es ab- solutamente necesario para el organismo.

Las citoquinas, interleukinas (IL) y los factores de necrosis tumoral (TNF), son una familia de proteínas

Serie n-9 Serie n-9 Serie n-9

18:3 (LNA) 18:2 (LA)

18:1 (Oleico)

Delta 6-desaturasa

Delta 5-desaturasa

Delta 4-desaturasa Elongasa

Elongasa

20:4 18:4

20:5 (EPA)

22:5 24:5

24:6 22:6 (DHA)

20:4 (AA)

22:4

22:5 20:3 (ETrA) 18:2 18:3

20:2

20:3

Fig. 2. Biosíntesis de ácidos grasos poliinsaturados.

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producidas y liberadas por las células implicadas en los procesos inflamatorios y en la regulación del sis- tema inmunitario. El mecanismo mediante el cual los ácidos grasos n-3 afectan a la síntesis de las cito- quinas no está claro, pero algunos estudios han de- mostrado un efecto sobre los niveles de ARNm, lo que sugiere un nivel de acción transcripcional.

En los últimos años se ha comprobado que los ácidos grasos libres o esterificados con coenzima A

pueden actuar como mediadores intracelulares capa- ces de regular la expresión génica de distintas molé- culas. Es importante destacar esta función de los áci- dos grasos sobre la expresión de genes que codifican enzimas que intervienen en el metabolismo de lípi- dos, hidratos de carbono y proteínas, así como en la regulación del crecimiento celular (genes de respues- ta temprana inmediata).

La modulación de la expresión genética depende de la estructura y el metabolismo de los ácidos gra- sos y lo hacen a través de distintos mecanismos de acción. Al parecer la regulación negativa es inducida por los ácidos grasos de más de 18 carbonos y con al menos 2 dobles enlaces, mientras que la regula- ción positiva es independiente de la longitud de la cadena y del grado de insaturación (6). Parece ser que los ácidos grasos pueden interaccionar directa- mente con los factores de transcripción para contro- lar su actividad y alterar la transcripción de los genes implicados en la síntesis o metabolismo de eicosa- noides y otros factores, o de forma indirecta modifi- cando su actividad o concentración en el núcleo.

Así, el conocimiento de estos mecanismos molecula- res permitirá establecer nuevas estrategias terapéuti- cas para controlar el metabolismo lipídico, los nive- les sanguíneos de TG y colesterol, y otros factores de riesgo importantes para algunas enfermedades inflamatorias, cardiovasculares, varios tipos de cán- cer e incluso enfermedades neuronales degenerati- vas (7).

Fig. 3. Biosíntesis de eicosanoides.

TABLA II

COMPOSICIÓN MEDIA EN ÁCIDOS GRASOS EN ACEITES COMESTIBLES

SFA AGMI AGPI n-6

(oleico) (linoleico) Aceite de algodón 25,9% 17,8% 51,9%

Aceite de cacahuete 16,9% 46,2% 32%

Aceite de cártamo 9,1% 12,1% 74,5%

Aceite de coco 86,5% 5,8% 1,8%

Aceite de colza 7,1% 58,9% 29,6%

Aceite de jengibre 18,8% 15,1% 61,7%

Aceite de girasol 10,3% 19,5% 65,7%

Aceite de maíz 12,7% 24,2% 58,7%

Aceite de oliva 13,5% 73,7% 8,4%

Aceite de palma 49,3% 37% 9,3%

Aceite de sésamo 14,2% 39,7% 41,7%

Aceite de soja 14,4% 23,3% 57,9%

Mantequilla 45,09% 24,12% 2,07%

Margarina normal 23,58% 30,96% 16,47%

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Los requerimientos nutricionales durante el emba- razo están determinados por las necesidades tanto de la madre como del feto. Existen evidencias cientí- ficas donde se manifiesta que una adecuada nutri- ción de las madres se asocia con un buen estado de salud durante el embarazo, con un menor porcenta- je de complicaciones gestacionales y con el desarro- llo y el crecimiento fetal. El DHA es el principal componente graso de la materia gris del cerebro y de la retina, tanto en humanos como en diferentes mamíferos. Por lo tanto, la importancia de un ade- cuado aporte de ácidos grasos durante las primeras etapas de vida se debe a su implicación en la correc- ta formación del feto, y a sus consecuencias a largo plazo, tanto en el comportamiento y el desarrollo cognitivo en la etapa adulta, como en el riesgo de padecer distintas enfermedades futuras.

La dieta constituye la principal fuente de ácidos grasos esenciales para la mujer gestante, y debe contener cantidades suficientes de AGPI tanto n-6 como n-3 para cubrir sus propias necesidades y las del feto. Si el aporte dietético no es suficiente, los depósitos corporales de la madre se emplearán para intentar garantizar los niveles adecuados del feto. De ahí que la alimentación de las madres durante la ges- tación y la lactancia, así como las fórmulas lácteas artificiales deben contener cantidades adecuadas de DHA y AA (8).

El sistema nervioso es el segundo órgano con ma- yor concentración de lípidos del organismo, particu- larmente rico en DHA y AA, que se encuentran for- mando parte de fosfolípidos y colesterol estructurales de las membranas. El metabolismo de estos AGPI, principalmente el DHA, está muy regu- lado ya que es esencial para el correcto desarrollo de las funciones cognitivas y de la visión.

Los AGPI de cadena larga están implicados de manera significativa en el correcto desarrollo neuro- lógico y mental, en la atención frente a estímulos sensoriales, en la función visual y por otro lado en el correcto desarrollo del sistema inmunológico. Se sa- be que el déficit de ácidos grasos esenciales n-6 y n- 3 durante el periodo gestacional, induce daños irre- versibles en la función cerebral, y que la suplementación tras este periodo no induce la recu- peración de la habilidad de aprendizaje en modelos con ratas (9). Por otro lado, también puede provocar un incremento de la mortalidad perinatal, alteracio- nes del crecimiento, cambios en el comportamiento y en el aprendizaje, y disminución de la agudeza vi- sual, además de otras alteraciones fisiológicas. La malnutrición permite una funcionalidad cerebral es-

table, sin embargo, ante ciertas situaciones estresan- tes, los individuos resultan más susceptibles a pre- sentar trastornos neuroafectivos. Por otro lado, en ciertos déficits perixosómicos, tales como el síndro- me de Zellweger, existen concentraciones reducidas de DHA en cerebro y retina, apareciendo en estos niños ceguera y atonía generalizada; algunos de es- tos síntomas revierten tras la suplementación con DHA (10).

Para garantizar los requerimientos de la madre y del feto se recomienda una ingesta diaria de 13 g de AGPI de cadena larga de la serie n-6, mientras que la ingesta de AGPI de cadena larga de la serie n-3 deben ser de 1,4 g durante el embarazo y 1,3 g du- rante el periodo de lactancia.

Por otra parte, en varios estudios se ha observado que los lactantes alimentados con leche materna tie- nen un mejor desarrollo neurocognitivo y se ha hi- potetizado que uno de los factores puede ser la pre- sencia y disponibilidad de DHA y AA, presentes en cantidades relativamente elevadas en la leche huma- na. Esta diferencia se refleja en la menor cantidad de DHA presente en los lípidos plasmáticos y eritrocita- rios de los lactantes alimentados con fórmulas lácte- as con contenidos similares de ácidos grasos esen- ciales (AGE) a los de la leche materna, pero desprovistas de DHA y AA (11).

La suplementación con DHA, el ácido graso más insaturado de la serie n-3, ha demostrado que mejo- ra la agudeza visual, la memoria visual de reconoci- miento, las habilidades de aprendizaje y resolución de problemas, y el desarrollo mental, en lactantes durante el primer año de vida, especialmente en los recién nacidos prematuros.

TRANSPORTE DE AGPI DE CADENA LARGA A TRAVÉS DE LA PLACENTA

La placenta actúa como una barrera que deja pasar de forma selectiva los distintos nutrientes ajustándose perfectamente a las necesidades del nuevo feto. Así, existen grandes afinidades de la placenta por los áci- dos grasos esenciales y por los AGPI de cadena larga (12). El hecho de que durante la gestación, las concen- traciones plasmáticas de TG aumenten de manera su- perior a la de otras fracciones lipídicas sugiere que los TG son la mayor fuente de ácidos grasos esterificados para la placenta, aunque sólo los no esterificados pue- den unirse a las proteínas transportadoras y atravesar- la (13). Aunque la placenta capta el AA de forma prio- ritaria, este es retenido debido a sus elevados requerimientos para la síntesis de prostaciclinas (PC), tromboxanos (TX), PG y leucotrienos (LT). Finalmen- te, el orden de transferencia prioritario de ácidos gra- sos hacia el feto a través de la placenta es: DHA >

LNA > LA > AA (14). Por otro lado, la concentración REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES

DURANTE LA GESTACIÓN, LACTANCIA E INFANCIA

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de DHA en el cerebro neonatal es dependiente de la ingesta de DHA preformado, mientras que el efecto de la ingesta de AA con respecto a su concentración en el cerebro es muy bajo (15), de lo que se deduce que el niño debe tener una capacidad mayor para sintetizar AA que DHA.

INCORPORACIÓN Y METABOLISMO DE LOS ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES EN TEJIDOS NEUROLÓGICOS

En los humanos, la neurogénesis tiene lugar entre las 14 y 25 semanas de gestación, mientras que la ex- plosión en el crecimiento del cerebro sucede desde aproximadamente el tercer trimestre de gestación has- ta los 18 meses tras el nacimiento, alcanzando su pico en el momento del nacimiento (16). Es razonable pen- sar que, debido a las altas demandas de DHA en el sis- tema nervioso central, debe existir algún mecanismo altamente específico por el cual este ácido graso sea transportado a través de la barrera hematoencefálica.

Una vez dentro, parece ser que el metabolismo de los AGPI, está regulado para satisfacer la alta de- manda de DHA durante la sinaptogénesis; su sínte- sis a partir de LNA se lleva a cabo incluso por enci- ma de la síntesis de AA a partir de LA (17). Además, el DHA se metaboliza muy lentamente en el tejido cerebral, que es capaz de conservar sus niveles, ga- rantizando sus potenciales funciones vitales incluso después de una extensa carencia dietética (18).

Por otro lado, el DHA también presenta una con- centración específica en el interior de la retina y su captación comienza aproximadamente al principio del último trimestre del embarazo (19). Una vez que se ha completado el desarrollo retiniano, la retina mantiene de manera eficaz los niveles alcanzados de este ácido graso (20).

EFECTO DE LOS AGPI DE CADENA LARGA SOBRE EL DESARROLLO NEUROLÓGICO Y LAS FUNCIONES COGNITIVAS

La función y la integridad neural pueden resultar alteradas de manera permanente por déficits de DHA y AA durante el desarrollo fetal y neonatal, debido a sus implicaciones en el crecimiento del cerebro y en el desarrollo funcional de los niños.

Aunque todavía no están del todo claros, se han propuesto distintos mecanismos neuroprotectores para el DHA: incremento de la resistencia a distin- tos tóxicos, intervención en los fenómenos apoptó- ticos, estimulación del crecimiento de las neuritas y por otro lado, protección frente a los radicales li- bre, disminuyendo la peroxidación lipídica en el ce- rebro fetal (21).

Recientemente se ha demostrado que los AGE (LA y LNA), así como sus derivados respectivos AA

y DHA activan la sintaxina 3, una proteína esencial para el desarrollo y aumento de la superficie de las neuronas (22). Sin embargo, en células neurales cul- tivadas, el crecimiento de las neuritas inducido por el factor de crecimiento nervioso, aumenta con el DHA y es suprimido con el AA. Parte de esta acción exclusiva del DHA en el sistema nervioso, parece deberse a su implicación en la síntesis de fosfolípidos para cubrir las necesidades de crecimiento de las membranas de las neuritas (23). Además, muy re- cientemente se ha demostrado que el DHA ejerce un efecto protector de la células fotorreceptoras y de las células epiteliales de la retina contra la oxidación provocada por la luz y los radicales libres de oxíge- no; este efecto es mediado por la denominada neu- roprotectina D1 (NPD1), un compuesto oxidado de- rivado del DHA (10, 17 S-docosatrieno) que inhibe la apoptosis celular (24). También se ha descrito un papel neuroprotector del DHA durante el desarrollo en las neuronas colinérgicas implicadas en las es- tructuras cerebrales responsables del aprendizaje y la memoria (23).

Varios estudios han demostrado la existencia de un efecto positivo de la alimentación con fórmulas suplementadas con AGPI de cadena larga sobre el desarrollo de las funciones cognitivas, mientras que otros no (25). De hecho, de un total de seis estudios controlados en recién nacidos pretérmino, cuatro no encontraron efecto alguno sobre el índice de desa- rrollo mental de Bayley y cols., mientras que otros dos sí lo hicieron, utilizando el test de Fagan. Ghys y cols. (26) han sugerido que en un primer momento los AGPI de cadena larga son especialmente impor- tantes para el desarrollo cognitivo del niño, pero que en edades más avanzadas pierden importancia a fa- vor de otros factores del entorno social del niño, co- mo son el peso al nacer, la duración de la lactancia, los hábitos tabáquicos de la madre durante el emba- razo, el coeficiente intelectual de la madre y la edu- cación recibida. Cabe destacar que el equilibrio entre los AGPI de cadena larga n-3 y n-6 también es nece- sario para el correcto desarrollo del lenguaje.

Las proporciones de AA y DHA en el plasma son más bajas en niños que presentan un trastorno de dé- ficit de atención e hiperactividad; es posible que estos cambios cognitivos que se inducen con las dietas defi- citarias en n-3 se deban a cambios en los neurotrans- misores o en las uniones sinápticas. La acumulación de DHA en el cerebro puede tener algún efecto sobre las actividades enzimáticas implicadas en la síntesis de neurotransmisores (9), ya que los sistemas dopami- nérgicos, específicamente implicados en la regulación de los procesos de comportamiento tales como la ac- tividad motora, emocional y la orientación espacial, están alterados cuado existe un déficit de ácidos gra- sos n-3 (27). Por tanto, una vez más la biosíntesis de neurotransmisores en el cerebro neonatal se afecta de manera directa por la nutrición materna, tanto por vía placentaria en el periodo prenatal como a través de la lactancia en la etapa post-natal.

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EFECTO DE LOS AGPI DE CADENA LARGA SOBRE LA FUNCIÓN VISUAL

Algunos estudios muestran la eficacia de la suple- mentación con AGPI de cadena larga n-3 durante el desarrollo del sistema visual, sus niveles en los eritroci- tos se correlacionan de manera positiva con la agude- za visual (28). Por otro lado, la suplementación con DHA mejora la capacidad y la agudeza visual en niños pretérmino en comparación con no suplementados, llegando a alcanzar niveles similares a los niños ali- mentados con leche materna. Sin embargo, ningún estudio demuestra que los AGPI de cadena larga n-3 afecten la memoria de reconocimiento (29).

De igual manera, la suplementación con LNA mejora el desarrollo de la agudeza visual en niños pretérmino en relación con aquellos que reciben ba- jas cantidades, aunque la mejoría resulta mucho más rápida con el aporte directo de DHA, alcanzándose un desarrollo similar al de los que reciben lactancia materna (30). El contenido en DHA es importante para alcanzar la máxima actividad fotoquímica de la rodopsina, que aumenta la susceptibilidad a la luz y el inicio de la señal nerviosa, además su disponibili- dad parece que puede influir en el desarrollo de los conos de la fóvea, que normalmente presentan una maduración más tardía (31). Por el contrario, algu- nos estudios han observado que altos niveles de DHA en la dieta afectan de manera negativa el desa- rrollo del sistema auditivo (32). Todo esto plantea la necesidad de estudiar las cantidades seguras y efica- ces de AGPI de cadena larga para su utilización du- rante los periodos de gestación y lactancia.

Sin embargo, no está claro qué diferencias en la agudeza y otras habilidades visuales puedan persistir a lo largo del tiempo, cómo una experiencia visual temprana puede ser crítica para posteriores funcio- nes o si su restricción puede provocar consecuencias negativas futuras. Tampoco se conoce qué propor- ción de pérdida puede ser inducida por un estado nutricional subóptimo de ácidos grasos n-3 (33).

EFECTO DE LOS AGPI DE CADENA LARGA SOBRE EL DESARROLLO DEL SISTEMA INMUNE

La suplementación con AA y DHA en las fórmu- las lácteas artificiales asemejó el perfil de las pobla- ciones de linfocitos a la de los niños prematuros ali- mentados con la leche materna, lo que indica que pueden ser útiles para influenciar la inmunocompe- tencia equivalente (34). Sin embargo, la ingesta ele- vada ácidos grasos procedentes del pescado no mo- difica la concentración de citoquinas en la leche humana, aunque sí incrementa los niveles de DHA en los fosfolípidos plasmáticos de la madre (35).

Los datos experimentales y epidemiológicos apuntan hacia un nexo de unión entre los cambios

dietéticos y las enfermedades alérgicas, y dado que las respuestas inmunes alérgicas comienzan inme- diatamente después del nacimiento, se especula que la suplementación con n-3 durante la gestación po- dría ser una intervención no invasiva (36). La suple- mentación con estos ácidos grasos además de au- mentar sus niveles en las membranas celulares e inhibir la síntesis de eicosanoides inflamatorios deri- vados de los AGPI n-6, que promueven la inflama- ción alérgica y la respuesta con IgE (37), estimula una respuesta atenuada frente a alergenos (38). Es- tos estudios confirman que la suplementación mater- na con AGPI n-3 modifica el balance entre n-3 y n-6 en el feto y modula la función inmune neonatal.

Las membranas de los linfocitos también están expuestas a la modificación de su perfil lipídico se- gún el aporte de la dieta. Tanto los AGPI n-6 como los n-3 están involucrados en la regulación de la res- puesta inflamatoria, mediante la modulación de la producción de mediadores inmunológicos. Algunos estudios in vitro e in vivo indican que la prolifera- ción de los linfocitos se ve reducida en respuesta a niveles relativamente altos de AGPI n-3 (39). Ade- más, la suplementación con extracto de pescado afecta a la expresión de antígenos en la superficie de los linfocitos (40).

Por otro lado, muchos de los cambios que ejercen los AGPI n-3 en el sistema inmune están mediados por cambios en la producción de eicosanoides, ya que estos conducen a la formación de citoquinas menos activas que las sintetizadas a partir de n-6.

Además, existen diferentes estudios que muestran como los AGPI n-3 de cadena larga pueden inhibir directamente la síntesis de citoquinas pro-inflamato- rias tales como interleuquina-1 (IL-1) y factor de ne- crosis tumoral alfa (TNF-α), de forma independiente a la regulación por eicosanoides (41).

La inflamación es un proceso muy complejo cuyo objetivo es eliminar el agente causante y reconstruir los tejidos adyacentes dañados. Por lo tanto, la res- puesta inflamatoria es fundamentalmente una res- puesta de carácter protector. Sin embargo, el pro- blema aparece cuando estos procesos se cronifican, convirtiéndose en perjudiciales, y constituyendo el mecanismo patogénico de reacciones de hipersensi- bilidad secundarias al efecto de fármacos, sustancias tóxicas y picaduras de insectos, y también de algu- nas de las enfermedades crónicas más frecuentes en la actualidad, como la artritis reumatoide, la ateros- clerosis, la fibrosis pulmonar y la cirrosis hepática entre otras (29). El objetivo de los fármacos antiinfla-

EFECTO DE LOS LÍPIDOS DE LA DIETA SOBRE LOS PROCESOS INFLAMATORIOS Y EL SISTEMA INMUNOLÓGICO

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matorios es el de controlar los efectos adversos de la inflamación potenciando al mismo tiempo sus efec- tos saludables.

En las últimas décadas se ha observado que la modificación del perfil lipídico de la dieta puede mo- dular de forma beneficiosa los procesos inflamato- rios y así disminuir la necesidad del uso de unos fár- macos antiinflamatorios que provocan grandes efectos adversos. Se ha observado que una elevada ingesta de aceite de pescado y de aceite de oliva fa- vorece una respuesta adecuada ante un determinado patógeno y aminora los efectos perjudiciales ocasio- nados por la cronificación de estos procesos (42).

Los macrófagos que acuden al tejido fagocitan al agente lesivo y presentan antígenos propios de éste en su superficie, activando así la respuesta inmuno- lógica de los linfocitos, que producen anticuerpos es- pecíficos frente a ese patógeno. Además, durante estos procesos las células implicadas liberan estímu- los quimiotácticos y enzimas para la reparación tisu- lar que influyen en el proceso inflamatorio y van a ocasionar los síntomas característicos de esta res- puesta.

Dentro de los mediadores químicos de la inflama- ción destacan los eicosanoides, que son productos derivados de los AGPI de 20 carbonos, principal- mente del AA y EPA, y cuya formación va a depen- der de la composición de los fosfolípidos de las membranas leucocitarias (Fig. 3), que a su vez está determinada por el perfil de ácidos grasos de la dieta ingerida (43,44). Los eicosanoides tienen una vida muy corta, actúan localmente de forma autocrina o paracrina y ejercen su acción sobre diversos proce- sos biológicos como la inflamación y la hemostasia (45).

El AA es el precursor más importante de los eico- sanoides, tanto cualitativa como cuantitativamente.

El EPA compite con el AA por las enzimas implica- das en su metabolismo, pudiendo inhibir el metabo- lismo del AA de forma competitiva y suprimir o limi- tar la producción de los eicosanoides más proinflamatorios (46); dependiendo de su disponibi- lidad, se sintetizarán eicosanoides de una u otra se- rie, que se diferencian en la velocidad de su síntesis y en la intensidad de sus efectos: los eicosanoides sin- tetizados a partir del EPA tienen menos actividad proinflamatoria que los sintetizados a partir del AA (41). Los ácidos grasos que se liberan de los fosfolí- pidos son transformados mediante las enzimas ciclo- xigenasa (COX), 5-lipoxigenasa (5-LOX) (Fig. 3) y por enzimas específicas encargadas de sintetizar PC, PG, TX y LT específicos, que dependiendo del ácido graso precursor y de la célula donde se metabolice será de una determinada serie. La enzima COX es poco eficiente cuando utiliza el EPA como sustrato.

Así, si se aumenta la ingesta de ácidos grasos n-3, se puede desviar el equilibrio de los eicosanoides hacia la formación de compuestos con menor actividad in-

flamatoria (41). Por otra parte, el uso de dietas ricas en ácido oleico puede inhibir la formación de LTB4, ya que pequeñas cantidades de su derivado eicosa- trienoico, de la serie n-9, inhiben la LTA4-hidrolasa (47).

Las dietas hiperlipidémicas ricas en AGPI n-3 dis- minuyen los mediadores de inflamación estimulados durante el desarrollo de edemas experimentales in- ducidos mediante la administración de carragenatos (48). Se ha descrito una relación inversa y exponen- cial entre el contenido de EPA en las membranas de las células mononucleares y su capacidad para la for- mación de algunas citoquinas proinflamatorias: IL- 1b y TNF-α; la síntesis de estas citoquinas alcanza un mínimo cuando la cantidad de EPA en las mem- branas supone un 1% del total de los ácidos grasos (49). Se desconocen los mecanismos moleculares responsables de estas acciones, pero parece ser que la inhibición de la síntesis de TNF-α inducida por el EPA se realiza a través de la modulación del factor nuclear NFkB (50). Recientemente se ha comproba- do que la intervención nutricional con aceite de pes- cado modula la respuesta inflamatoria alveolar me- diante la disminución de PGE2 TNF-α e IL-8 en comparación con los efectos que produce la grasa animal y el aceite de girasol (51).

Sin embargo, los resultados acerca del efecto de los ácidos grasos de la serie 3 sobre el sistema inmu- ne han sido contradictorios, debido a la dificultad a la hora de diseñar estudios adecuados (41). El efecto puede variar dependiendo de las dosis utilizadas, de la duración de la suplementación, además del tipo de ácido graso que se utilice (52). La suplementa- ción con 4.9 g/d de DHA durante 4 semanas, pre- viene la activación de algunos parámetros de linfoci- tos T en humanos sanos, mientras que este efecto no se observa cuando los individuos fueron suple- mentados con EPA (53). Por otro lado, un estudio reciente ha demostrado que el DHA es más efectivo en controlar el efecto proinflamatorio inducido en macrófagos activados con lipopolisacárido que el EPA, ya que es capaz de disminuir el TNF-α, IL-1β e IL-6 antes y con menores dosis que el EPA, lo cual puede estar mediado por una mayor activación del factor nuclear NF-kB por parte de el DHA (54).

Al igual que ocurre con las dietas ricas en n-3, y al contrario de lo que ocurre cuando las dietas son ri- cas en LA, la producción de PGE2 y de LTB4 por macrófagos y leucocitos polimorfonucleares en mo- delos de experimentación animal y en sujetos huma- nos, disminuye cuando son alimentados con dietas ricas en ácido oleico. Los principales estudios que han evaluado el efecto de los ácidos grasos sobre la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) concluyen que tanto los AGMI, particularmente el ácido oleico, como los AGPI n-3 de cadena larga tienen propie- dades antinflamatorias debido a la modulación de la síntesis de mediadores químicos de la inflamación, especialmente eicosanoides y citoquinas proinflama-

(9)

torias y que su administración por vía oral resulta útil para el control clínico de toda una serie de enferme- dades inflamatorias de naturaleza autoinmune, la ar- tritis reumatoide y la EII (29,41).

Los primeros estudios epidemiológicos que evi- denciaron la importancia de la ingesta dietética en los ácidos grasos n-3 observaron una menor inciden- cia de EII en los esquimales. Posteriormente, diver- sos estudios han apoyado el uso de estos ácidos gra- sos como coadyuvantes terapéuticos en el tratamiento de varias enfermedades inflamatorias, incluida la EII (55). El efecto parece estar mediado por una menor producción de LTβ4, que se encuen- tra elevado en la mucosa intestinal inflamada, y por la inhibición de la síntesis de algunas citoquinas proinflamatorias (56). Los enfermos con EII, y con- cretamente los pacientes con colitis ulcerosa, se ca- racterizan por perfiles plasmáticos anormales de AGPI n-3, lo que indica que durante estas enferme- dades se produce una alteración del metabolismo de estos AGPI (57). Nuestro grupo de trabajo ha de- mostrado que tanto la administración de aceite de oliva virgen como de aceite de oliva virgen conjunta- mente con un suplemento de pescado, reduce las al- teraciones histológicas macro y microscópicas en un modelo experimental de colitis ulcerosa inducido por inyección intrarrectal de trinitrobencensulfónico (58).

Por otro lado, se ha demostrado que el LA induce la producción de IL-8 en las células del músculo liso intestinales de pacientes con enfermedad de Crohn (59), mientras que la suplementación con aceite de pescado modifica la composición de las células peri- féricas de la sangre y provoca una disminución de su síntesis de PGE2e IFN-γ (60). Además, los infartos gastrointestinales multifocales, que constituyen uno de los primeros pasos en el desarrollo de la enferme- dad de Crohn, sugieren que las plaquetas y el TXA2

pueden desempeñar un papel fundamental en esta enfermedad (61). Por todo esto, el tratamiento con aceites de pescado podría ser recomendable para disminuir la respuesta plaquetaria en estos pacien- tes.

Otra enfermedad ampliamente extendida es la ar- tritis reumatoide. Existen evidencias de que la me- nor prevalencia de esta enfermedad en los países mediterráneos, aunque se desconocen las razones de este hecho (62). Se ha demostrado que la inclu- sión en la dieta de cantidades elevadas de ácidos grasos n-3 procedentes del aceite de pescado puede disminuir algunos parámetros indicativos de esta en- fermedad, y permitiría reducir el uso de los fármacos antiinflamatorios no esteroídicos (63).

La ingesta de una dieta rica en aceite de pescado en pacientes con artritis reumatoide, disminuye la producción de IL-1 por los monocitos en un 38%

(64). Por otra parte, la producción de IL-2 y de su receptor en lo linfocitos disminuye cuando son ali-

mentados con dietas enriquecidas en aceite de oliva, tanto en modelos experimentales como en sujetos humanos sanos (65). Asimismo, la producción de IL- 6 por fibroblastos humanos cultivados es menor en presencia de ácido oleico, mientras que el consumo de aceite de oliva virgen durante un periodo de 2 meses, da lugar a un aumento en la formación de la molécula de adhesión MCA-1 por los leucocitos su- giriendo unas implicaciones relevantes que ofrece el consumo de ácido oleico en la prevención de las en- fermedades inflamatorias (66). Finalmente, cabe destacar que el efecto beneficioso del aceite de pes- cado sobre esta enfermedad se incrementa al combi- narlo con aceite de oliva, lo que constituye una nue- va terapia para su tratamiento (67).

EFECTO DE LOS LÍPIDOS DE LA DIETA SOBRE LAS ENFERMEDADES

CARDIOVASCULARES

La aterosclerosis representa un conjunto de alte- raciones del endotelio vascular común a varias enfer- medades del sistema cardiovascular (ECV) que cursa con acumulación de lípidos en la pared arterial, cre- cimiento de la íntima y aumento de la producción de proteínas de matriz extracelular. Actualmente se considera a la aterosclerosis como una enfermedad de base inflamatoria, ya que los procesos inflamato- rios participan en cada una de las etapas de desarro- llo de la enfermedad, desde la disfunción vascular hasta las complicaciones trombóticas finales (Fig. 4).

El tipo de grasa de la dieta puede influir, directa o indirectamente, sobre algunos de los mediadores de la respuesta infamatoria que participan en el desa- rrollo de la aterosclerosis, sobre los niveles de lípidos circulantes, así como sobre la susceptibilidad a la oxidación de las lipoproteínas, lo que también influ- ye en la activación de moléculas de adhesión y otros factores inflamatorios (68) (Fig. 5).

En cuanto a los efectos de la grasa de la dieta so- bre los lípidos plasmáticos, la sustitución de grasa sa- turada por otras mono o poliinsaturadas en la dieta origina descensos significativos de los niveles de co- lesterol plasmático y LDL colesterol (LDLc) (lipopro- teínas de baja densidad), hecho ampliamente acep- tado y que concuerda con los resultados obtenidos por nuestro grupo de investigación en conejos con aterosclerosis experimental (69,70). La influencia de los AGMI de la dieta, mayoritariamente a través del aceite de oliva, sobre los lípidos plasmáticos tiene un efecto favorable, principalmente debido a un incre- mento de HDL colesterol (HDLc) (lipoproteínas de alta densidad) y a una caída en los niveles de coleste- rol total y LDLc. En cambio, las dietas ricas en AGPI n-6 disminuyen las concentraciones de colesterol to- tal, HDLc y LDLc. Por otro lado, la acción principal de los AGPI n-3 en humanos es la reducción de la concentración de TG en plasma (71,72). Por último,

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los ácidos grasos trans producen efectos diferentes a sus isómeros cis. A diferencia del ácido oleico, que eleva los niveles de HDL, su isómero trans 18:1 n-9 (elaídico) tiende a elevar los niveles séricos de LDL y a reducir los de HDL, por lo que el efecto sobre el cociente entre colesterol total y HDL parece ser más desfavorable cuando se ingieren ácidos grasos trans que con cantidades equivalentes de oleico (73). Por lo tanto, el consumo elevado de estos ácidos grasos no es conveniente y se desconoce si son más o me- nos perjudiciales que los AGS.

El inicio de la formación de la estría grasa consis- te en la captación y acumulación de las lipoproteínas en monocitos y macrófagos que terminarán forman- do las células espumosas. La velocidad de captación depende de la composición lipídica de las lipoproteí- nas. Los quilomicrones enriquecidos en AGS y AG- MI son captados más rápidamente que los enriqueci- dos en AGPI n-6 y n-3, sin embargo, esta mayor velocidad de captación conlleva una mayor acumula- ción lipídica en el interior de los macrófagos, única-

mente en el caso de las partículas enriquecidas con aceite saturado (74).

La oxidación de la LDL provoca una alteración de la misma que permite el reconocimiento por los re- ceptores “scavenger” de los macrófagos, llevando a la formación de las células espumosas. Es conocido que la resistencia a la oxidación lipídica de las lipo- proteínas puede ser modificada por el perfil de áci- dos grasos en la dieta y por su contenido en antioxi- dantes. Se ha demostrado que el consumo de una dieta rica en aceite de oliva virgen o refinado en co- nejos con aterosclerosis experimental protege a las partículas de LDL frente a la oxidación (69).

Por otro lado, es importante destacar el papel que puede jugar la presencia de compuestos minori- tarios con carácter antioxidante en la fracción insa- ponificable de los aceites vegetales. Nuestro grupo de investigación ha demostrado que el aceite de oli- va virgen protege mejor a la LDL frente a la oxida- ción en comparación con el aceite de girasol, a pe- sar del alto contenido en vitamina E de este último, Migración y

proliferación de SMC

Células musculares lisas (SMC)

Adventicia Íntima

Endotelio Inflamación del endotelio

– Moléculas de adhesión – Selectinas

– Integrinas – Citoquinas

Progresión de la placa – Linfocitos T – Citoquinas – Factores de crecimiento

Rotura de la placa – Linfocitos T – Factor tisular

INFLAMACIÓN

Media

Fig. 4. Eventos inflamatorios implicados en el desarrollo de la aterosclerosis.

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en pacientes con patología vascular periférica, atri- buyendo este efecto a la presencia de otros com- puestos de carácter antioxidante en el aceite de oliva virgen extra (75), resultados que también han sido obtenidos tras la suplementación con hidroxitirosol, uno de los compuestos fenólicos más importantes del aceite de oliva (76) y quercetina, un flavonoide presente en los vegetales (77). Todos estos resulta- dos abren una nueva línea en la investigación de la aterosclerosis, destacando el papel protector que puede jugar la presencia de sustancias antioxidantes naturales, principalmente polifenoles y tocoferoles, presentes en la fracción insaponificable del aceite de oliva virgen extra, sobre el desarrollo de las ECV.

Los datos encontrados en la literatura científica sobre la influencia de los lípidos de la dieta en la pro- ducción de algunas citoquinas y factores de creci- miento importantes en el desarrollo tanto de estrías grasas como de capa fibrosa, son diferentes sin lle- gar a conclusiones contundentes. Los AGPI n-6 ejer- cen una acción proinflamatoria, especialmente el AA; el LA se puede considerar como un ácido graso aterogénico ya que activa la expresión génica de las citoquinas mediadoras de la respuesta inmune en la pared vascular al incrementar el estrés oxidativo.

Por otro lado, una dieta rica en colesterol y grasa sa- turada puede incrementar la expresión de VCAM-1 y E selectina de las membranas endoteliales de ba- buinos (78), mientras que por el contrario, el DHA disminuye significativamente la expresión de estas moléculas junto con la molécula de adhesión intrace-

lular (ICAM-1), tanto en cultivos de células endotelia- les (79), como en humanos (80). Robinson y cols.

(81) demostraron que los linfocitos de ratones ali- mentados con dietas ricas en aceite de pescado, producían niveles inferiores de mRNA de IL-1β que aquellos alimentados con sebo de ternera. Este efec- to parece estar asociado a una inhibición de la trans- cripción génica de esta citoquina, aunque se desco- noce el mecanismo molecular. Por otro lado, la suplementación con aceite de pescado en conejos sometidos a un daño quirúrgico en la carótida pre- viene la formación de la neointima al reducir la acti- vación celular en la media y adventicia (82).

Para explicar el efecto de los AGPI n-3 sobre la expresión de las moléculas de adhesión se han pro- puesto tres posibles mecanismos. El primero es a través de la alteración de los eicosanoides derivados del AA, activadores de las citoquinas que estimulan la adhesión celular. El enriquecimiento de AGPI n-3 en las membranas celulares conlleva una inhibición de la síntesis de promotores del proceso inflamato- rio como son la PGE2y LTB4(51).

En segundo lugar y como ya se ha comentado en este artículo, los AGPI n-3 de la dieta y sus metabolitos pueden influir directamente sobre la expresión génica de muchos mediadores de la respuesta inmune, regu- lando la activación de factores de transcripción a tra- vés de la modificación de los procesos de fosforilación, proteolisis o unión covalente, y alterando así su expre- sión génica. La expresión génica de las citoquinas y de las moléculas de adhesión está regulada por el NFkB,

Fig. 5. Efecto de los lípidos de la dieta sobre el desarrollo de aterosclerosis.

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de manera que la fosforilación del mismo por la prote- ín-kinasa C y la consecuente disociación de su inhibi- dor, el IkB, da lugar a la activación de citoquinas como la IL-2 e IL-6, y de moléculas de adhesión como la ICAM-1 (41).

Por último, se ha demostrado que los AGPI n-3 pueden influir sobre la producción de óxido nítrico (NO), ya que disminuye la expresión del TNF-α a tra- vés del factor de transcripción NFkB, inhibiendo, por tanto, la estimulación de VCAM-1 e ICAM-1 (83). El NO presenta una acción redox por la que interacciona con los radicales libres, y dependiendo de su concen- tración puede provocar una inducción o una inhibición de la peroxidación lipídica. Numerosos estudios han destacado el importante papel que juega el NO en el desarrollo de la aterosclerosis, y parece estar amplia- mente aceptado el posible efecto estimulador del acei- te de pescado sobre la producción de NO; sin embar- go los resultados no están del todo claros, ya que se han observado efectos activadores, neutros o incluso inhibidores de a producción de NO (84).

EFECTO DE LOS LÍPIDOS DE LA DIETA SOBRE OTRAS PATOLOGÍAS

Se ha observado que los lípidos de la dieta pueden afectar algunos parámetros indicativos del estado de otras enfermedades que cursan con algunas alteracio- nes del sistema inmune y procesos inflamatorios, aun- que su patología no sea exclusivamente inflamatoria.

Estos efectos pueden ser ejercidos a través de una ac- ción antiinflamatoria. De manera que enfermedades renales (nefropatía), pulmonares (asma y fibrosis quísti- ca), neuronales (alzheimer, depresión, esquizofrenia, hiperreactividad, esclerosis múltiple, isquemia y en los desórdenes peroxisómicos), así como enfermedades de la piel como la dermatitis atópica pueden mejorar con terapias basadas en una suplementación con áci- dos grasos de la serie n-3. Este tratamiento se basa en la premisa de que los AGPI n-3 pueden limitar la pro- ducción y la acción de citoquinas y eicosanoides indu- cida por un daño inmunológico crónico, además de la reducción de LT proinflamatorios.

Por otra parte, se están estudiando los efectos po- tencialmente beneficiosos de los AGPI n-3 en el desa- rrollo y progresión del cáncer, especialmente de los cánceres en humanos que han sido relacionados con el estilo de vida, el ejercicio físico y con la dieta tales como el cáncer de colon, mama, próstata y ovarios.

Se ha sugerido que una ingesta relativamente elevada de AGPI n-3 podría inhibir, al menos en parte, los pro- cesos apoptóticos en las células tumorales, inducir su diferenciación e inhibir la angiogénesis alrededor del tumor, impidiendo su crecimiento y modulando los mecanismos de interferencia en la actividad de enzi- mas y proteínas relacionadas con señales intracelulares y con la proliferación celular (85). Algunos de estos efectos podrían estar relacionados con la mejora en la función de los macrófagos y linfocitos T inducida por

el aceite de pescado (86). Por otro lado, estudios pre- clínicos han indicado que además estos ácidos grasos puede beneficiar a los pacientes que están siendo tra- tados con quimioterapia (87) e incluso mejorar la sinto- matología secundaria de algunos tipos de cáncer como el de páncreas (88).

En conclusión, los AGPI n-3 tienen efectos bene- ficiosos durante la gestación, lactancia e infancia, es- pecialmente en el desarrollo del sistema nervioso y determinadas funciones asociadas como el desarro- llo cognitivo y la función visual. Asimismo, los AGPI n-3 se utilizan con ventaja en el tratamiento de nu- merosas patologías de base inflamatoria debido a su papel como precursores de mediadores químicos con escasa actividad proinflamatoria y a sus efectos en la disminución de la producción de varias citoqui- nas inflamatorias. Por otro lado, el ácido oleico re- sulta también beneficioso en este tipo de enfermeda- des, principalmente en la aterosclerosis, no sólo por su efecto directo sobre parámetros inflamatorios, si- no también por su efecto sobre los procesos oxidati- vos que contribuyen al desarrollo de esta enferme- dad. Al contrario, los AGPI de la serie 6, aunque necesarios, pueden resultar perjudiciales en determi- nadas situaciones patológicas, especialmente las que tienen una base inflamatoria.

La Asociación Internacional para el estudio de los ácidos grasos y de los lípidos (ISAGSL) ha recomen- dado que la ingesta diaria de EPA y DHA debe ser de 650 mg/d con un mínimo de 100 mg/d. Estas cifras sólo se alcanzan en sujetos que comen pesca- do y otros alimentos marinos de forma habitual. El consumo de 30-60 g/día de pescado azul permite cubrir los requerimientos. Sin embargo, muchos sec- tores de la población no comen suficiente pescado por lo que cubrir la ingesta recomendada se hace a menudo muy difícil. Lo importante es buscar el equi- librio de los componentes grasos ingeridos sin re- nunciar a ningún tipo de alimento, para asegurar ni- veles adecuados de todos los nutrientes necesarios●

CONCLUSIÓN

CORRESPONDENCIA:

Ángel Gil Hernández

Departamento de Bioquímica y Biología Molecular II Facultad de Farmacia

Universidad de Granada Campus de Cartuja 18071 Granada e-mail: agil@ugr.es

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