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Relación entre capital social y conflicto en comunidades rurales incluidas en la ELCA

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Academic year: 2020

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“Relación entre capital social y conflicto en comunidades rurales incluidas en la ELCA”

Memoria de grado Sofia Salas Ungar

Resumen

El objetivo principal de este trabajo es aportar al estudio de la relación entre capital social y conflicto armado en Colombia, particularmente en las comunidades rurales incluidas en la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (ELCA). De ese primer

objetivo se desprende el segundo: desarrollar, a partir de la ELCA, una herramienta de medición

de capital social que abarque la multidimensionalidad del concepto. Para cumplir con las propósitos planteados, en primer lugar, se discute distintas teorías alrededor del concepto de capital social para llegar a una definición. A partir de esta, se construye como herramienta metodológica un índice de capital social para las comunidades rurales incluidas en la ELCA. Como variables de conflicto se utilizan número de choques y años de presencia de grupos armados. Posteriormente, se hacen análisis de correlaciones entre las variables de capital social de forma independiente, los distintos índices compuestos y las variables de conflicto armado.

 

Abstract

The main purpose of this paper is contributing to the understanding of the relationship between social capital and armed conflict in Colombia. To do so, this work focuses on the rural communities participating in the Colombian Longitudinal Survey (Encuesta Longitudinal Colombiana) conducted by the Universidad de los Andes (ELCA, for its initials in Spanish). A second purpose of this paper, which derives from the first, is developing, based on the ELCA, a measuring tool for social capital. Ideally, such tool will be able to capture the multi-dimensional character of this concept. To fulfill these objectives, and in an effort to define social capital, this paper first explores different theories behind this concept. Based on such definition, I design a social capital index for the rural communities participating in the ELCA. Such index is intended as a methodological instrument. I use violent actions and the presence of armed groups as conflict variables. Later, I conduct correlation analysis between the social capital variables, the composite index and the armed conflict variables.

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“El verdadero nombre de la paz es la confianza entre los ciudadanos, el afecto entre los ciudadanos.” - William Ospina

1. Introducción

No es exagerado afirmar que la actual coyuntura nacional está girando primordialmente en torno a los Diálogos de Paz que se están llevando a cabo en La Habana, entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC. En este contexto, resulta fundamental pensar la investigación académica en clave de posconflicto, lo cual implica entender a profundidad las dinámicas relacionadas con el conflicto, para formular políticas públicas coherentes, con miras a consolidar una paz duradera. Así pues, la principal motivación detrás de este trabajo es, precisamente, la idea de que entender las dinámicas que se han desarrollado en regiones con distintos niveles de conflicto, nos permitirá avanzar con más certeza hacia un escenario en el que se ponga fin definitivo a la lucha armada.

Sin embargo, hablar de dinámicas del conflicto armado1 significa abordar una infinidad de temas que se entretejen entre sí: violencia política, desarrollo económico, tenencia de la tierra, desarrollo psicosocial, desigualdad y pobreza son tan solo algunos de ellos. El principal objetivo de este trabajo es aportar al estudio un elemento en particular de estas dinámicas: la relación entre capital social y conflicto armado en Colombia. Así pues, la pregunta que guía este trabajo es cómo se relacionan el capital social y el conflicto armado en comunidades rurales en el país.

La pertinencia de este trabajo resulta, principalmente, de la coyuntura actual en tanto que da luces sobre la necesidad de incorporar el capital social en la formulación de políticas públicas para el posconflicto. Esto cobra relevancia si se tiene en cuenta el planteamiento de Putnam, pionero de los estudios sobre capital social, quien plantea que "el capital social no es un sustituto de una política pública efectiva, sino, más bien, un prerrequisito de esta" (Putnam, 1993, p. 10). Por otro lado, trabajar este tema resulta pertinente, pues el campo por explorar en Colombia es aún muy amplio. Si se compara la literatura sobre los efectos económicos del conflicto (ver el recuento de Álvarez y Rettberg, 2008; Cárdenas, 2001; Kalmanovitz, s.f.) con aquella que versa

                                                                                                               

1 Según el Protocolo II (1994) de los Convenios de Ginebra de 1949 sobre DDHH y DIH, por “conflicto armado” se entiende un conflicto “que se desarrolle en el territorio de una Alta Parte contratante [es decir Estado firmante] entre sus fuerzas armadas y fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados que bajo la dirección de un mando responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un control tal que les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas (…)”. Según esta definición, el conflicto colombiano puede catalogarse como conflicto armado.

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sobre los efectos sociales, se observa que la segunda es considerablemente menor en cantidad, sin desconocer que se han venido haciendo varios trabajos en los últimos años (Latorre, 2004; Ibáñez y Moya, 2006; González, 2012; Méndez, 2012; Kaplan y Nussio, 2013).

El objetivo del trabajo está delimitado en términos espaciales a comunidades rurales y en

términos metodológicos a la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes2

(ELCA). Esta se escogió por varias razones: en primer lugar, es representativa para cuatro

microrregiones rurales de Colombia (Atlántica Media, Cundiboyacense, Centro-Oriente y Eje cafetero); en segundo lugar, abarca tanto comunidades como hogares, lo cual permite extraer información a distintos niveles e incluir factores individuales y comunitarios en la medición capital social, para así construir un concepto más completo; finalmente, ya cuenta con información para dos momentos en el tiempo (2010 y 2013), lo cual permite observar evoluciones en el tiempo. Asimismo, se decidió restringir el trabajo a comunidades rurales, sin sugerir con esto que el conflicto armado colombiano sea un fenómeno exclusivamente rural. Sin embargo, dado que las herramientas analíticas para la violencia urbana y rural son diferentes (González, 2012), resulta pertinente focalizar el trabajo en una de las dos.

Si bien en el presente trabajo no se pretende probar causalidad, es importante mencionar que, según la literatura, hay una relación y esta puede ir en dos direcciones: la violencia fortalece/debilita el capital social (Aghajanian, 2012; Colleta y Cullen, 2002; Ibáñez y Moya, 2006; Schindler, 2010, Bellows y Miguel, 2008; González, 2012) o el capital social influye sobre la violencia (Latorre, 2004; Sampson et al, 1997; Bhavnani y Backer, 2007). La hipótesis que busca probar este trabajo es que en las comunidades rurales pertenecientes a la ELCA hay una relación entre los dos fenómenos: lugares con más incidencia de conflicto presentan menores índices de capital social.

Asimismo, es importante mencionar que el capital social es un concepto complejo, que ha sido ampliamente discutido por varios autores desde diversas disciplinas, y en torno al cual no

existe un consenso ni en términos de definición ni de medición (Fukuyama, 1990; Ostrom y Ahn,

2003; Häuberer, 2010) 3. Tras desarrollar, en el marco del trabajo, una discusión en torno a este concepto, el capital social se define, finalmente, como un concepto multidimensional y un

                                                                                                               

2 La ELCA es una encuesta longitudinal, liderada por la Universidad de los Andes, que comprende cerca de 10800 hogares. Hasta el momento, se ha hecho las dos primeras rondas, en 2010 y 2013.

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recurso inmaterial derivado de las interacciones interpersonales que aumenta la habilidad de los individuos para resolver problemas de acción colectiva (concepto que resulta de la combinación de las teorías de Woolcok y Narayan, 2000 y Ostrom y Ahn, 2003). En este orden de ideas, el

segundo objetivo de este trabajo es desarrollar, a partir de la ELCA, una herramienta de medición

de capital social que abarque la multidimensionalidad del concepto.

Con esto en mente, para el primer componente de este trabajo, se desarrolló una metodología que gira en torno a la construcción de un índice de capital social y su relación con dos variables de conflicto: número de choques violentos y años de presencia de grupos armados. Tras revisar distintas propuestas conceptuales y metodológicas que se han desarrollado, se llegó a la conclusión que el capital social es multidimensional, y que un índice es una herramienta de medición que, aunque limitada, contempla esta característica, en tanto que permite incluir distintas variables. Para construir el índice, se utilizaron preguntas de los cuestionarios de comunidades, de hogares y de personas. Este es un índice a nivel de comunidad, que agrega datos de los tres cuestionarios. El índice está compuesto por dos dimensiones: reciprocidad y confianza y acción colectiva y participación, cada una compuesta por cuatro preguntas. Para la agregación de este, se utiliza la metodología de análisis factorial.

El segundo componente del trabajo se ocupa de la relación entre capital social y conflicto armado. Para arrojar luces sobre relación entre los dos, se hace un análisis descriptivo y de correlaciones, haciendo énfasis en las correlaciones entre el índice de capital social y cada una de las variables de conflicto y representándolo de forma gráfica. Se observan las relaciones en los dos momentos del tiempo (2010 y 2013) y si hubo cambios entre un periodo y otro.

Habiendo explicado las motivaciones, objetivos y metodología del trabajo, cabe mencionar brevemente cuáles son sus alcances y limitaciones. Una de las contribuciones de este trabajo es el desarrollo de una herramienta de medición de capital social en comunidades rurales en Colombia, que entiende el concepto desde su multidimensionalidad y que puede ser aplicada y comparada a lo largo del tiempo en las diferentes mediciones de la ELCA. Asimismo, sirve de base para la realización de índices de capital social con comunidades urbanas de la ELCA, que puede replicarse en las siguientes olas de la encuesta. Por otro lado, el trabajo da indicios sobre la relación entre capital social y conflicto armado en comunidades rurales, indicando posibles líneas de investigación para trabajos futuros que resulten en recomendaciones de política sólidas.

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En cuanto a las limitaciones, en primer lugar, si bien se pretende ver gráfica y estadísticamente relaciones entre los dos fenómenos, no se pretende mostrar causalidad, pues el énfasis estará en la construcción del índice, que podría servir como insumo para un estudio posterior sobre causalidad. En segundo lugar, existe una limitación espacial, en tanto que solo se estudiarán comunidades rurales, por razones que ya se expusieron. Además, por las características de la muestra, el trabajo solo es concluyente para cuatro microrregiones rurales y no para todo el país.

El trabajo está organizado de la siguiente manera: la siguiente sección es una revisión de la literatura dividida en dos partes: capital social y relación entre conflicto y capital social. La tercera sección presenta el marco teórico desarrollado para el concepto de capital social y expone las hipótesis sobre la relación entre los dos elementos. En la cuarta sección se expone la metodología y los datos utilizados. En la quinta sección se presentan los resultados: caracterización de las variables relevantes y el índice y análisis de correlaciones entre capital social y las variables de conflicto. Finalmente, se exponen algunas conclusiones.

2. Revisión de literatura

Siguiendo la estructura general del trabajo, la revisión de literatura está dividida en dos partes: primero, se exploran algunos estudios sobre el concepto de capital social, recogiendo las discusiones tanto conceptuales como metodológicas. Después, se estudia la literatura que versa sobre la relación entre capital social y conflicto armado, también desde lo teórico y lo práctico.

2.1. ¿Qué es Capital social?: Además de conocer el estado del arte en este aspecto, este primer componente de la revisión de literatura tiene como objetivo llevar una discusión conceptual en torno al capital social, para, con base en ella, poder llegar a la definición que guiará el trabajo en etapas posteriores. Si hay algún consenso en torno al concepto de capital social es que no hay consenso. Desde distintas disciplinas y perspectivas, se han desarrollado diferentes teorías tanto sobre la definición y pertinencia de concepto de capital social, como sobre la forma de abordarlo metodológicamente (Millan y Gordon en Méndez, 2012). A continuación se discutirán distintas aproximaciones que se han desarrollado.

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Los sociólogos Pierre Bourdieu y James Coleman fueron los pioneros (Häuberer, 2010) en estudiar, explícita y sistemáticamente, el capital social4. El primero planteó la existencia de tres formas de capital: económico, cultural y social y definió este último como los recursos “asociados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuos” o, dicho de otra manera, “los recursos basados en la pertenencia a un grupo” (Bourdieu, 2001, p. 148). El segundo, por su parte, se refirió al capital social como una variedad de entidades diferentes con dos características comunes: están constituidas por algún tipo de estructura social y facilitan el logro de ciertos objetivos individuales, que no se lograrían en ausencia de dicho capital (Coleman, 1990).

Posteriormente, partiendo de la idea de que las redes y normas de reciprocidad asociadas tienen valor para las personas que pertenecen a estas, Putnam definió el capital social como “las características de la organización social, tales como redes, normas y confianza, que facilitan la coordinación y cooperación para beneficio mutuo” (Putnam, 1993, p. 4). Por su parte, Nan Lin, en línea con lo planteado por Coleman (1990), definió el capital social como una entidad estructural y una “inversión en relaciones sociales con retornos esperados” (Lin en Häuberer, 2010), en la que los individuos interactúan y construyen redes para obtener beneficios. Esto se da porque las redes facilitan el flujo de información, la pertenencia a redes influye en las decisiones que inciden sobre otros autores de la misma red y, finalmente, porque los vínculos sociales “certifican” a una persona (Häuberer, 2010).

A partir de estas definiciones teóricas, se pueden establecer una serie de conclusiones: en primer lugar, las redes, las normas y la acción colectiva son claves en la definición del capital social (Bourdieu, 2001, Putnam, 1993), así como la reciprocidad, entendida como confianza, beneficio o reconocimiento mutuos (Bourdieu, 2001; Putnam, 1993 y Coleman 1990). Por su parte, Coleman (1990) y Nan Lin (2001) incluyen explícitamente la noción de estructura social y la obtención de beneficios propios como fruto de las relaciones sociales. Finalmente, si bien existen algunas diferencias, un elemento común a todas las definiciones de capital social es que este se refiere a un cierto tipo de recurso inmaterial derivado de las interacciones interpersonales y que resulta relevante, pues complementa las formas de capital en una sociedad, como el capital físico, el capital humano, el capital natural y el trabajo (Woolcock & Narayan en Méndez, 2012).

                                                                                                               

4Anteriormente, autores como Alexis de Tocqueville, Hanifan (1920), Jacobs (1961) y Loury (1977) estudiaron temas

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En este a punto, cabe traer a colación la crítica de Fukuyama (1990) en relación con el uso de los elementos mencionados como componentes clave de la definición de capital social. Para el autor, “el capital social es una norma informal que promueve la cooperación entre dos o más individuos” y bajo esta definición, la confianza, las redes y la sociedad civil, que ha sido asociadas al capital social, son resultado del capital social y no componentes del mismo (Fukuyama, 1990, párr. 2). Añade el autor que el capital social está constituido solo por aquellas normas que llevan a la cooperación dentro de grupos y que, por lo tanto, están relacionadas con valores tradicionales como la honestidad, el compromiso y el desarrollo confiable de tareas.

Recientemente, como afirma Méndez (2012), el marco teórico del concepto de capital social se ha ampliado. Este se puede comprender y recoger a partir de tres tipos de visiones, expuestas por Ostrom y Ahn (2003): una minimalista, que se limita a las relaciones individuales que tienen los individuos con los demás; una transicional, que entiende el capital social como bien público; y otra expansionista, que entiende el capital social en relación con la acción colectiva y las políticas públicas. Enfocándose en el estudio de la acción colectiva, estos autores seleccionan tres formas de capital social para su marco teórico: confianza y normas de reciprocidad, redes y participación civil y reglas e instituciones formales e informales. A partir de esto, concluyen que el capital social es “un atributo de los individuos y de sus relaciones, que acrecienta su habilidad para resolver problemas de acción colectiva” (Ostrom y Ahn, 2003, p. 25).

Woolcock y Narayan (2000) también hacen una revisión de conceptos previos, aportando varios puntos a la discusión: primero, llegan a una definición que comparte elementos con la de Putnam, pero la simplifica: “El capital social se refiere a las normas y redes que permiten que la gente actúe colectivamente” (Woolcock y Narayan, 2000, p. 3). Segundo, resaltan las ventajas de esta definición: permite enfocar el análisis en las causas y no en las consecuencias del capital social; y permite incorporar distintas dimensiones, reconociendo que algunas comunidades tienen más o menos acceso a algunas de estas. Finalmente, recogen unas categorías generales para aproximarse al capital social. Estas son: primero, la visión comunitaria, que iguala el capital social con organizaciones locales; segundo, la visión de redes, que incluye asociaciones horizontales cercanas (“bonding”), asociaciones horizontales ampliadas (“bridging”) y relaciones verticales con instituciones estatales (“linking”) (Gittel y Vidal en Woolcock y Narayan, 2000). La tercera visión que mencionan los autores es la institucional, que argumenta que el capital social es producto de un ambiente político, legal e institucional. En último lugar, los autores

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mencionan la visión de la sinergia, que integra las visiones de redes e institucional.

Por su parte, Uphoff (2000) define el capital social como “una acumulación de varios tipos de bienes sociales, psicológicos, cognitivos, institucionales, que aumentan la cantidad o probabilidad de un comportamientos mutuamente beneficiosos y cooperativo, que es productivo para los otros y no solo para uno mismo” (Uphoff, 2000, p. 216) y también hace una clasificación. Asocia el capital social estructural a las relaciones, redes, asociaciones y estructural institucionales (tanto verticales como horizontales) y el capital social cognitivo lo define comola fuerza motora detrás del capital social visible o estructural, que incluye la responsabilidad cívica, la reciprocidad esperada, la caridad, el altruismo y la confianza (Uphoff en Colleta y Cullen, 2000). En este orden de ideas, es posible concluir que el capital social se puede categorizar de distintas maneras y en diferentes niveles, como lo evidencian Woolcock y Narayan (1999), Uphof (2000) y Ostrom y Ahn (2003).

2.2. ¿Cómo medir el capital social?: Al igual que con la definición conceptual, no existe unanimidad en torno a la aproximación metodológica al capital social, debido, en parte, a la misma falta de consenso sobre el concepto, pero también a la complejidad que implica la medición de las relaciones sociales y a la inexistencia de una medida que refleje exactamente todo lo que abarca la definición del concepto (Portela y Neira en Polanía, 2005). El debate ha sido amplio y constante (Atria et al, 2003; Putnam, s.f.; Fukuyama, 1990).

La medida más común es el número de asociaciones que hay en una comunidad y el porcentaje de participación en estas. Putnam (1993) compara el desarrollo diferenciado de comunidades en el norte y el sur de Italia a partir de diferencias en el capital social, medido como el número de asociaciones (deportivas, políticas, cívicas, sociales). Posteriormente, en un artículo que debate las mediciones de capital social, el mismo Putnam (2001) hace énfasis en las limitaciones de su medición: primero, se basa en la membresía a organizaciones fijas en el tiempo, lo cual deja por fuera una serie de organizaciones nuevas y cambiantes y, segundo, no se trata de una medida superior a otras, excepto porque es fácil obtener información sobre las asociaciones en tanto que ellas mismas suelen recoger su propia información. Por su parte, Maluccio y Haddad (2000) usan la membresía de los hogares a diferentes grupos como proxy del stock de su capital social y la caracterizan según tres variables: nivel de confianza al interior de este, si es un grupo con función financiera o no y el nivel de participación de los miembros.

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Grootaert y Batelaer (2002) hacen un recuento de otras medidas similares para medir capital social, entre las que se encuentran la pertenencia a redes, el tipo y número de relaciones entre comerciantes, la importancia de la redes sociales y el patrón de interacción (medido por la densidad de las asociaciones, la asistencia a las reuniones, la participación en la toma de decisiones de las asociaciones y el número de actividades colectivas).

Por otro lado, un segundo grupo de metodologías gira en torno a la construcción de índices, los cuales pueden ser de confianza entre los miembros de una comunidad y hacia las instituciones, índices de pertenencia a redes o indicadores que intentan medir la importancia de las normas de reciprocidad. Algunos ejemplos de elaboración de índices de capital social son los trabajos de Serrano et al (2006) y Rubens y Van Strien (2001). En el primer caso, construyeron un índice de capital social para tres barrios urbanos en la región de Coquimbo (Chile), en el que incluyeron nueve dimensiones (ver sección 4 Metodología). Para la construcción metodológica del índice, construyeron subíndices por dimensiones y un índice general, utilizando análisis factorial con rotación varimax. En el segundo caso, elaboraron un indicador para hogares en comunidades rurales en Nicaragua: por medio de análisis factorial analizaron las interrelaciones entre diferentes variables (número de conexiones del hogar, nivel de participación en organizaciones cooperativas, número de actividades coordinadas con otros productores, porcentaje del cultivo que se ha puesto en el mercado) para explicar sus dimensiones comunes (factores).

En Colombia se han hecho algunos trabajos sobre capital social que aplican distintas metodologías. Sudarsky hizo el primer estudio de capital social en 1997, que consistió en la construcción de distintos indicadores de capital social para Colombia, a partir de un análisis factorial de las siguientes dimensiones tomadas del BARCAS (Barómetro de Capital Social): participación cívica, confianza institucional, solidaridad y mutualidad, relaciones horizontales, jerarquía o articulación vertical, control social, republicanismo cívico (responsabilidad por lo público), participación política, información y transparencia y medios. En este trabajo se calcularon las calificaciones de los factores, se analizaron sus implicaciones teóricas y, paralelamente se identificaron las relaciones entre las distintas variables (Sudarsky, 2007). Por otro lado, Cuellar, con base en la Encuesta Mundial de Valores de 1997, utiliza la participación en organizaciones voluntarias como medida de participación cívica, para crear un “índice de actividad asociativa” para cada departamento (Cuellar en Polanía, 2005). Polanía (2005) hace un

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estudio sobre capital social e ingreso y mide el capital social como la densidad de las

asociaciones horizontales y verticales, haciendo énfasis en los conceptos de bridging y bonding

expuestos anteriormente.

Finalmente, se puede concluir que la medición de capital social puede agruparse en dos grandes tendencias: el uso de variables unidimensionales y la construcción de índices, que permiten abordar el capital social en su multidimensionalidad. Para este caso, el análisis factorial o de componentes principales ha sido la metodología más utilizada. Sin embargo, como plantean Ostrom y Ahn, “la clave para el análisis es saber cuándo abordar una cuestión en un nivel más específico y cuándo enfocarla de manera más general y abordar una cuestión en un nivel más amplio” (Ostrom y Ahn, 2003, p. 3). En términos prácticos, para implementar empíricamente una determinada definición de capital social, se deben tener en cuenta tres factores: primero, el nivel en el que se quiere medir (individuos, hogares, comunidades); segundo, las dimensiones de la experiencia social que cuentan como relaciones sociales y, tercero, el peso de cada una de esas dimensiones (Narayan y Pritchett, 2000).

2.3. ¿Cómo se relacionan el Capital Social y el conflicto?: En general, los trabajos que abordan este tema, se pueden dividir entre los que abordan la relación capital social-conflicto y los que estudian la relación inversa. En la literatura que se centra en la relación Conflicto/violencia à Capital Social es fundamental el trabajo de Colleta y Cullen (2000 y 2002), quienes llevan a cabo cuatro estudios de caso (Cambodia, Rwanda, Gutaemala y Somalia). En los primeros dos definen capital social a partir de la cohesión social y la confianza y en el tercero y el cuarto, a partir de la sociedad civil y la responsabilidad social. En términos generales, la conclusión es que la cohesión social es la variable clave que interviene entre el capital social y el conflicto (Colleta y Cullen, 2002). Las conclusiones son variadas: en el caso de Cambodia, la violencia destruyó la confianza dentro de las comunidades, lo que se tradujo en la destrucción total del poco capital social existente. En Rwanda, la guerra, fortaleció, y a la vez resultó de, un capital social basado en la exclusión del otro (Colleta y Cullen en Collier, 2003). En los casos de Somalia y Guatemala, el estudio reveló resultados menos homogéneos: por un lado, la guerra puede debilitar la cohesión de la sociedad civil, al reforzar la exclusión de algunos miembros y, por el otro, puede reforzarla, al convertirla en proveedor de bienes y servicios públicos que el Estado no provee en tiempos de guerra (Colleta y Cullen, 2000). En la misma línea, Schindler (2010) hace un análisis de capital social a nivel micro y concluye que, en Mozambique, el

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conflicto resquebrajó el capital social, disminuyendo así externalidades del desarrollo.

Sin embargo, otros autores coinciden en que la violencia puede influir positivamente sobre el capital social. Aghajanian (2012) plantea que el conflicto y la violencia pueden llevar a los individuos a generar lazos de confianza y dependencia mutua, fortaleciendo el capital social con base en la solidaridad frente a una amenaza externa. Bellows y Miguel (2008), a partir de su estudio de la guerra civil en Sierra Leona, concluyen que los individuos que experimentaron la violencia de la guerra directamente tienen una mayor probabilidad de votar, asistir a reuniones comunitarias y unirse a grupos comunitarios y políticos.

Por otro lado, la literatura que aborda la relación Capital Social à Conflicto es más escasa. Autores como Bhavnani y Backer (2007) estudian 18 países de África Subsahariana utilizando estimaciones multivariadas para concluir que la membresía a asociaciones profesionales y de negocios está relacionada con mayores niveles de violencia política, mientras la membresía a grupos religiosos disminuye el conflicto. Existen algunos autores que se centran en la relación entre capital social y violencia urbana, como Sampson et al (1997) que, por medio de un análisis a varios niveles, concluye que la eficacia colectiva se traduce en un alto nivel de confianza entre vecinos, disminuyendo las variaciones en la violencia. Moser y Holland (1997) concluyen, a partir de un estudio de instituciones horizontales y verticales en Jamaica, que estas ofrecen diferentes formas para enfrentar y reducir la violencia.

En cuanto a la literatura sobre la relación entre capital social y conflicto en Colombia se han escrito trabajos desde distintas perspectivas metodológicas. Latorre (2004), entendiendo el capital social como característica de un individuo y su entorno que promueve la cohesión social de la comunidad, hace un estudio a partir del análisis del posible comportamiento de dos agentes que enfrentan decisiones diferentes. Utilizando variables instrumentales, concluye que el capital social puede promover la violencia, pero también puede disuadir de su uso y solucionar problemas de mercado que se derivan de esta. También en el ámbito urbano (en Cali, en este caso) y por medio de variables instrumentales, Cuesta y Alda (2012) encuentran evidencia de una relación positiva entre victimización y confianza.

Entre los estudios del ámbito rural, se encuentran los trabajos de Rubio, quien plantea la existencia de una relación entre la influencia de los grupos armados y los indicadores de participación política, así como con asociaciones y organizaciones de la sociedad civil (Rubio en

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González, 2012). Por otro lado, desde una perspectiva de pos conflicto, Kaplan y Nussio (2013) hacen un estudio con excombatientes de grupos paramilitares y encuentran que la facilidad de reintegración social de estos depende de la conciencia social y política de estos y del nivel de participación de las comunidades.

Por su parte, González (2012) utiliza un modelo probit con variables instrumentales, a partir del cual encuentra que en las comunidades rurales incluidas en la primera ola de la ELCA, el conflicto afecta negativamente la probabilidad de participación de los hogares en organizaciones políticas y no impacta la participación en organizaciones sociales. También utilizando datos de comunidades rurales de la ELCA, Ibáñez (2013) plantea que la presencia de grupos armados afecta negativamente la capacidad de las comunidades para organizarse. Por otro lado, Ibáñez y Moya demuestran que el conflicto armado contribuye a la “destrucción de las redes sociales y la eliminación de los mecanismos informales de manejo de riesgo” (Ibañez y Moya, 2006, p. 21).

Finalmente, el trabajo de Méndez (2012) hace un aporte metodológico importante a esta literatura. Si bien no pretende demostrar el efecto del conflicto sobre el capital social o viceversa, plantea una metodología que combina métodos cualitativos, cuantitativos y experimentales para medir capital social en comunidades víctimas de conflicto. Para el componente cuantitativo, la autora realiza una encuesta, a partir de la cual construye dos índices, uno de confianza y uno de

acción colectiva, cada uno caracterizado por las dimensiones de bridging, bonding y linking,

desarrolladas por Woolcock y Narayan (2000). La autora construye subíndices por dimensiones, prioriza las variables según su propio criterio y hace pruebas de correlaciones para probar la validez de los indicadores. Adicionalmente, los datos obtenidos son corroborados por medio de experimentos y métodos cualitativos.

A partir de la literatura revisada, se puede concluir que existe suficiente evidencia para afirmar que existe una relación entre el conflicto y distintas formas de medir y conceptualizar el capital social. Si bien la mayoría de trabajos utilizan variables instrumentales y se enfocan en participación política y en organizaciones sociales, también se han hecho trabajos con otras aproximaciones metodológicas, como la construcción de índices multidimensionales. En estos casos, se hace un análisis factorial, se construyen subíndice por dimensiones y un índice general de capital social. Por otro lado, hay una serie de trabajos que se enfocan en el rol capital social en contextos de posconflicto. En cuanto a los lugares estudiados, existe una gran cantidad de

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trabajos que abordan este tema para países africanos, pero poca literatura centrada en países sur y centroamericanos (ver Nicaragua en Colleta y Cullen, 2000 y las memorias del Seminario “Experiencias de desarrollo de capital social en contextos de conflicto y postconflicto en América Latina”, 2002). Asimismo sorprende la poca cantidad de estudios que aborden la relación conflicto-capital social en el contexto colombiano, teniendo en cuenta larga duración y relevancia del conflicto en el país

3. Marco teórico: definición de conceptos

Tras estudiar y entender los alcances y limitaciones de la ELCA5 y, teniendo en cuenta las

discusiones teóricas y la evidencia empírica recogidas en la revisión de literatura, se construyó el concepto de capital social que atraviesa este trabajo. Se eligió cruzar las definiciones de Ostrom y Ahn, (2003), Woolcock y Narayan (2003), Putnam (1993) y Coleman (1990) por ser las que más elementos tenían en común y, a la vez, más ampliamente definían el capital social. Así pues, se recogieron los conceptos más comunes y relevantes en las definiciones de estos autores, para, finalmente, llegar a definir el capital social, primero, como un concepto multidimensional y, segundo, como un recurso inmaterial derivado de las interacciones personales, que se manifiesta

en la reciprocidad, la confianza, las redes, y la acción colectiva. Además, siguiendo a Méndez

(2012) y Woolcock y Narayan (1998), se decidió incluir las nociones de bonding (asociaciones

horizontales cercanas), bridging (asociaciones horizontales ampliadas) y linking (asociaciones

verticales) en la conceptualización, pues esto permite contemplar distintos tipos de capital social al interior de una comunidad.

En relación con el conflicto armado, este se aborda siguiendo a Ibáñez (2013), quien plantea que:

“el impacto del conflicto se diferencia en dos canales. El primer canal es el efecto de vivir la violencia del conflicto en la comunidad y se mide con el número de choques violentos (asesinatos, desplazamiento, despojo de tierras, secuestros y robos) que ocurrieron en la comunidad el año anterior. El segundo canal (…), es el número de años que los grupos armados ilegales han ejercido presencia en la comunidades” (Ibáñez, 2013, párr. 4).

A partir de los conceptos definidos, se retomó la pregunta que motivó el trabajo – ¿Cómo se relacionan el capital social y el conflicto armado en comunidades rurales en Colombia? –, para

                                                                                                               

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formular una serie de hipótesis. En términos generales, se plantea que en las comunidades rurales pertenecientes a la ELCA hay una relación negativa entre el capital social y la incidencia del conflicto: lugares con conflicto presentan menores índices de capital social. Específicamente, en relación a las medidas de conflicto utilizadas en el trabajo: en cuanto a los años de presencia de grupos armados, la hipótesis es que la relación es negativa – a más años, menor capital social – en tanto que dicha presencia fractura la confianza y cohesión al interior de la comunidad (Miguel y Bellows en Méndez, 2012; Ibáñez, 2013). Asimismo, se plantea que el número de años está altamente correlacionado con el número de choques violentos, por lo cual este también estaría negativamente relacionado con el nivel de capital social de la comunidad.

4. Metodología

Los datos: En este trabajo se utilizan los datos de las primeras dos rondas (2010 y 2013) de la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (ELCA). Se trata de una muestra de corte transversal, en la que se pretende seguir a cerca de 10800 hogares durante mínimo doce años. En el componente rural, la encuesta es representativa para cuatro

microrregiones (Atlántica Media, Cundiboyacense, Centro-Oriente y Eje cafetero) e incluye

municipios de ocho departamentos (Quindío, Risaralda, Boyacá, Cundinamarca, Santander, Sucre, Córdoba y Tolima). En la primera ola, que se llevó a cabo en el primer semestre de 2010, se aplicó la encuesta en 224 comunidades y 4720 hogares; en la segunda, desarrollada en el primer semestre de 2013, se encuestaron 231 comunidades y 9069 hogares. Enfocada en aportar información sobre las dinámicas de pobreza, la ELCA contiene información sobre mercados laborales, primera infancia, pobreza rural, el impacto del conflicto, propiedad de la tierra y acceso a mercados financieros (Colombia en movimiento…, 2011). Para este trabajo se construyó una base de datos para comunidades que agregaba datos de los cuestionarios de comunidades6, hogares y personas7. En el caso de las variables de personas y hogares, se sacaron porcentajes por comunidades. Es importante mencionar que en el 2013 se entrevistaron líderes de 13 comunidades, en las que no se hizo encuesta a hogares, por lo cual estas observaciones fueron descartadas.

Capital social: Teniendo en cuenta la definición de capital social que se utilizará, se decidió

                                                                                                               

6Encuesta respondida simultáneamente por cuatro líderes de cada comunidad.

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construir un índice, pues es la herramienta que mejor permite capturar su multidimensionalidad: “Es necesario entender que el capital social es más que la posesión de ciertas características aisladas e independientes entre sí. (…) Es bajo este prisma que se ha creado un índice que permita medir el capital social, entendiendo que este fenómeno es complejo y multidimensional, donde existen una serie de variables implicadas, que se interrelacionan y se potencian entre sí, que son expresión de un concepto que conjuga y engloba, y que tiene alcances muy superiores al de las variables o dimensiones vistas parceladamente.” (Serrano et al, 2006, p. 41).

Con esta idea en mente, se procedió a construir un índice que, por un lado, capturara la definición propuesta y, por el otro, se pudiera construir a partir de los datos de la ELCA. Para tal fin, se utilizó como base el trabajo de Méndez (2012). La autora construye un índice de capital social con un indicador de acción colectiva y uno de confianza, cada uno con componentes de bonding, bridging y linking. En total, la autora tiene seis subíndices: tres para confianza y tres para acción colectiva8. Para cada categoría, la autora clasificó las variables entre las que componen el índice y las variables de soporte. Las preguntas se diseñaron de tal forma que las variables tuvieran valores entre 0 y 4 y posteriormente se promediaron las variables de cada subíndice. Posteriormente, para probar la consistencia de los subíndices, la autora aplicó la prueba de Cronbach-Alpha de intercorrelaciones (ver Méndez, 2012, pp. 29-32).

Con base en lo anterior y teniendo en cuenta las limitaciones y posibilidades de la ELCA, se construyó un índice de capital social con un indicador de confianza y uno de acción colectiva. Se incluyeron las dimensiones de bonding y bridging (relaciones horizontales cercanas y ampliadas) como parte del análisis. A continuación se presentan las dimensiones con las variables que las

componen, el cuestionario de origen9 de cada una y el tipo de variable.

                                                                                                               

8 El indicador de confianza incluye las siguientes dimensiones: confianza en general, confianza en familia, vecinos y comunidad,

percepción de seguridad, desconfianza en ciertos grupos, confianza en personas de otra religión, desplazados y personas que se conoce por primera vez, confianza institucional, interés en la política y respeto percibido por los DDHH. El indicador de acción colectiva incluye: contribución a solucionar un problema familiar, contribución a solucionar un problema de la comunidad, porcentaje de personas del municipio conocidas, porcentaje de personas del municipio que son amigos, participación en organizaciones, simpatía con partidos políticos, participación en votaciones nacionales y participación en votaciones locales. 9  C: cuestionario de comunidades; H: cuestionario de hogares; P: cuestionario de personas  

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Tabla 1: Composición del índice de Capital Social

    Bonding   Bridging  

Confianza   Créditos  (H)   Percepción  de  seguridad  (C)  

Continua   Categórica  

Acción   colectiva  

Tiempo  dedicado  a  ayudar  a  otros  

hogares  y  comunidad  (P)   Participación  en  organizaciones  sociales  (P)  

Continua   Continua  

Solidaridad  (C)   Simpatiza  con  un  partido  político  (P-­‐2013)  

Categórica   Continua  

    Formularios:  H-­‐Hogar,  P-­‐Personas,  C-­‐Comunidad  

A partir de esta estructura, se construyó un índice de confianza, uno de acción colectiva y uno de capital social agregado. Para las observaciones de 2013, se incluyeron un índice de acción colectiva y uno agregado. Para la construcción de los distintos indicadores, se utilizaron dos metodologías (análisis factorial y promedio) para probar la consistencia de estos. El análisis factorial no se hizo por el método estándar de componentes principales, sino por correlaciones policóricas, que resulta más apropiado cuando se trabaja con variables categóricas y continuas al tiempo (IDRE – UCLA, s.f.). Como complemento al índice, se hizo un análisis independiente para cada una de las variables que lo componen con el fin de poderr interpretar los resultados de forma desagregada.

Para la construcción de los índices se utilizaron las siguientes variables: la variable créditos, que mide el porcentaje de personas en cada comunidad que tiene al menos un crédito con amigos y/o familiares y se construyó bajo el supuesto de que otorgar créditos informales a personas de la comunidad es una muestra de confianza. La variable percepción de seguridad, que es utilizada por Méndez (2012) como una medida de confianza en el entorno general. La variable tiempo dedicado a ayudar a otros hogares y a la comunidad que agrega el total de horas que las personas de cada comunidad dedican a estas actividades, mientras solidaridad responde a la percepción del líder comunitario sobre qué tanto se ayudan los miembros de la comunidad entre ellos. Tanto la variable de participación en organizaciones sociales, que mide el porcentaje de personas en cada comunidad que pertenecen al menos a una organización, como la de simpatía con un partido político, son incluidas por Méndez como variables de acción colectiva en el nivel horizontal amplio. Es importante anotar que, si bien la ELCA incluye un componente de Capital Social, esta no incluye todas las variables necesarias para la construcción de un índice exhaustivo. Sin

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embargo, estas variables sirven como aproximaciones.

Conflicto: Para estudiar la relación del índice de capital social con el conflicto, se escogieron dos variables del cuestionario de comunidades: choques violentos y presencia de grupos armados. Para construir la variable de choques violentos se utilizó la pregunta “En el último año, ¿cuáles de los siguientes problemas se presentaron en esta vereda?”. La respuesta contempla una serie de choques (abigeato, homicidios, secuestro, desalojo, amenazas graves, otros choques). Se creó una variable dummy, que toma el valor de uno si sí hubo choques violentos en el último año y cero si no los hubo.

Para la presencia de grupos armados, se utilizó la pregunta “En los últimos 10 años, ¿ha habido presencia de grupos armados o al margen de la ley en esta vereda?”. Para el cuestionario de 2013 (2011, 2012, 2013), la pregunta se refiere solo a los últimos tres años, por lo cual se decidió limitar también los datos de 2010 a los últimos tres años (2008, 2009 y 2010). Así, se creó una variable dicótoma que toma el valor de uno si sí ha habido presencia de grupos armados en por lo menos uno de los últimos tres años y cero si no la ha habido. Cabe recordar que las respuestas a esta pregunta son auto reportadas10 y al ser variables referentes al conflicto, los resultados pueden estar sesgados (González, 2012).

Relación entre capital social y conflicto: Como se ha explicado a lo largo del trabajo, no se pretende mostrar causalidad, sino relación entre los dos fenómenos. Para este fin se hizo un análisis de correlaciones de Spearman (debido a la presencia de variables categóricas) y pruebas de medias (pruebas t y pruebas de Wilcoxon o Mann-Whitney) entre las variables de conflicto y las variables de capital social. Se realizaron estos análisis tanto para las variables individuales como para los índices.

5. Resultados

Estadísticas descriptivas variables de Capital Social: Para comenzar, se analizarán las variables de conflicto. En el caso de los choques violentos, se observa en la tabla 2 que en 2010 el choque más frecuente fue el abigeato, que se presentó en 22,77% de las comunidades, mientras que en 2013 fue el homicidio con una incidencia en 18,3% de las comunidades. El abigeato no fue incluido como choque violento en 2013. Si bien el porcentaje de comunidades que

                                                                                                               

10 La presencia de grupos armados no responde a un hecho comprobado por el encuestador, sino a lo que reportan los líderes

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experimentó al menos un choque violento disminuyó en casi un 13%, resulta interesante observar que el porcentaje de comunidades en las que hubo homicidios aumentó en un 8%.

Para la variable de presencia de grupos armados, en la tabla 3 se observa que ésta se mantuvo relativamente constante y que el porcentaje de comunidades con presencia de al menos un grupo armado en al menos un año disminuyó ligeramente.

Por su parte, en cuanto a las variables de capital social, en la tabla 4 se observa que el tiempo dedicado a participar en organizaciones es mayor al tiempo dedicado a ayudar de forma gratuita a la comunidad. Resulta interesante que aumentó el número de horas dedicado a participar en organizaciones y disminuyó el tiempo dedicado a ayudar a la comunidad de forma gratuita. En relación con esto, para la variable de participación en organizaciones sociales (tabla 5) se observa un aumento leve de 1,2%. Sin embargo, al desagregar el resultado, se observa una disminución cercana al 3% en la participación en Juntas de Acción Comunal, mientras que hubo un aumento de entre 1% y 1,5% en la participación en movimientos o partidos políticos, organizaciones religiosas, étnicas, medioambientales y agremiaciones.

En las tabla 6, se observa que el porcentaje de personas por comunidad que tienen créditos con amigos o familiares se mantuvo estable y que, en promedio, alrededor de 4% de las personas de una comunidad tienen créditos con amigos y cerca del 6% con familiares, a partir de lo cual podría interpretarse que las personas confían más en personas con las que tienen vínculos familiares. En relación con la percepción de seguridad (tabla 7), cabe destacar que disminuyó en un 4% el porcentaje de comunidades cuyos líderes las perciben como muy seguras y aumentaron en 1,88% y 0,87% las respuestas relativamente segura e insegura, respectivamente. A partir de esto, podría afirmarse que, en general, la percepción de seguridad disminuyó.

Por otro lado, se observan cambios interesantes en otras variables de capital social: la percepción de solidaridad varió considerablemente (tabla 8). El porcentaje de líderes que perciben que en la comunidad las persona se ayudan poco aumentó en un 22% y la percepción de que se ayudan mucho disminuyó en 18%. Podría pensarse que lo anterior está relacionado con la disminución en el número de horas dedicadas a trabajar gratuitamente por la comunidad.

Relación entre las variables de capital social y conflicto: En primer lugar, se analizaron las relaciones de las variables de capital social entre sí y con las de conflicto. Con el fin de obtener resultados lo más robustos posible, se hicieron varias pruebas: en primer lugar, para probar si

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existe una diferencia significativa, se hicieron pruebas de medias. Por tratarse de variables categóricas y continuas, se hicieron pruebas no paramétricas de rangos (Wilcoxon o Mann-Whitney), que fueron reforzadas con pruebas t. En segundo lugar, se obtuvieron las correlaciones

de Spearman11 para corroborar la dirección de la relaciones. Se espera que las variables de capital

social tengan relaciones positivas entre sí y, como se dijo anteriormente, que tengan relaciones negativas con las variables de conflicto.

En cuanto a las relaciones entre las variables de capital social, se observan algunos resultados que contradicen la hipótesis de que las variables de capital social están relacionadas positivamente entre sí. Así, como se observa en la tabla 9, se obtuvo que tanto la percepción de seguridad como la de solidaridad están negativamente relacionada con el porcentaje de participación en organizaciones y la simpatía con algún partido político. Asimismo, se observa que ninguna de estas relaciones es estadísticamente significativa. En este punto, cabe recordar que dos variables corresponden a respuestas de los líderes comunitarios, que no necesariamente están al tanto de la participación general en todas las organizaciones y cuya percepción es subjetiva. Por otro lado, se observa una relación negativa entre la percepción de solidaridad y dos variables que, teóricamente, miden solidaridad: el porcentaje de créditos en la comunidad y la cantidad de horas dedicadas a la comunidad. Si bien esta relación es muy pequeña y no es estadísticamente significativa, el signo puede explicarse también a partir de la naturaleza no objetiva de la variable subjetividad, pues la percepción de solidaridad del líder comunitario no necesariamente refleja la solidaridad efectiva.

Por otro lado, en cuanto a la relación entre las variables individuales de conflicto y las de capital social, se observan resultados diversos. En primer lugar, se observa que las variables Grupos armados y Choques están relacionadas, con un valor de p=0,0002 para la prueba de Wilcoxon y un valor de z=10,44. Asimismo, la prueba de Spearman arroja una correlación positiva de 43%. Aunque se esperaría que esta relación fuera más alta, se puede intuir que la presencia de grupos armados no necesariamente implica que estos lleven a cabo acciones violentas, sino que desarrollen actividades de intimidación o control político.

Es relevante mencionar que al explorar las relaciones con las variables de capital social las pruebas no arrojan resultados consistentes en todos los casos. A continuación, se analizarán las

                                                                                                               

11 La correlación de Spearman es una prueba de correlación no paramétrica. Para usarla, debe cumplirse el supuesto que las

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particularidades de cada relación. Como se observa en la tabla 10, para la variable choques, a partir de las tres pruebas, se encuentra, en primer lugar, que existe una relación negativa y significativa entre la presencia de choques con el porcentaje de personas que tienen créditos. Teniendo en cuenta que el porcentaje de créditos es una proxy de confianza, resulta coherente el resultado, pues se espera que, como plantea una de las hipótesis de este trabajo, entre más confianza, menos choques. En segundo lugar, se observa una contradicción en la relación entre choques y percepción de seguridad, pues, si bien la relación parece ser significativa, las pruebas de medias indican una relación positiva y la prueba de Spearman arroja una relación negativa, por lo cual no se puede concluir con certeza sobre dicha relación. En tercer lugar, se observa consistencia en los signos en la relación entre choques y tiempo dedicado a la comunidad (positiva) y simpatía por un partido político (negativa). Sin embargo, estas relaciones no parecen ser estadísticamente significativas.

En cuanto a la variable de presencia de grupos armados con las variables de capital social, se observa que, según las tres pruebas, tiene una relación estadísticamente significativa y negativa con la percepción de seguridad y la participación en organizaciones sociales, lo cual es coherente con la hipótesis planteada. De otra parte, se observa una relación positiva con el tiempo dedicado a la comunidad; si bien esto contradice la intuición de este trabajo, podría argüirse que ante la presencia de grupos armados, las personas acuden más a la ayuda de sus vecinos y de la comunidad como mecanismo de protección y defensa frente dichos grupos. Finalmente, se observa una relación negativa y significativa con la pertenencia a organizaciones sociales, y positiva y significativa con la simpatía con un partido político. Para estas variables podemos concluir que los resultados son robustos, pues las tres pruebas realizadas apuntan en la misma dirección.

Por el contrario, no podemos concluir de forma robusta para la relación entre la presencia de grupos armados y porcentaje de créditos con amigos y familiares la percepción de solidaridad. Así pues, resultaría pertinente hacer otro tipo de pruebas para probar estas relaciones.

Relación entre los índices de capital social y conflicto: Lo primero que se hizo para analizar los índices fue comparar las dos metodologías utilizadas para construirlos. Se comprobó entonces que, para cada índice, la versión hecha por promedio y la versión hecha por análisis factorial tienen una correlación cercana al 90%, salvo por el agregado que presenta una correlación de

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78% (tabla 11). De lo anterior se puede inferir que los índices construidos por medio de las dos metodologías son consistentes entre sí. Sin embargo, las correlaciones entre las variables son bajas (tabla 9), al igual que los índices de consistencia de Cornbach-Alpha (tabla 12). Lo anterior da luces sobre la necesidad de mejorar los instrumentos de medición de los componentes de capital social con el fin de perfeccionar la consistencia del índice como herramienta multidimensional. No obstante lo anterior, los índices construidos en el presente trabajo permiten dar una primera aproximación al capital social desde una perspectiva multidimensional.

En términos generales, al analizar la estadística descriptiva de los índices observamos en la tabla 13 que estos están en rangos similares, tomando valores entre 0,1 y 7,8. Asimismo, podemos ver que para todos, el promedio de la muestra es menor que la media de los valores, salvo en el de confianza, en el que la media observada es un poco mayor que la media de los valores mínimo y máximo. A partir de esto, puede plantearse que, en general, hay un mayor nivel de confianza que de acción colectiva y de capital social agregado. De otra parte, en la tabla 14 se observa que las medias de los índices disminuyeron levemente; es decir, el capital social disminuyó en las comunidades rurales incluidas en la ELCA.

Posteriormente, se pasó a explorar la relación entre los distintos índices y las variables de conflicto. En primer lugar, como se ve en la tabla 15, se obtuvo una relación significativa y consistente en las tres pruebas entre el índice de capital social agregado y las dos variables. Sin embargo, esta relación es positiva para los choques y negativa para los grupos armados. Por otro lado, el índice de acción colectiva está negativamente relacionado con las dos variables y en los dos casos el resultado es robusto. Esto confirma la hipótesis planteada en el trabajo, en tanto que una mayor presencia de grupos armados se traduce en menos incentivos a la acción colectiva o una menor acción colectiva incentiva la presencia de grupo armados. Sin embargo, al incluir la variable de simpatía con un partido político, el indicador de acción colectiva para 2013, ya no tiene una relación estadísticamente significativa con los choques. Finalmente, cabe resaltar que, para los otros índices, no se puede concluir, pues ninguna relación es robusta en las tres pruebas.

6. Conclusiones

Al principio de este trabajo se planteó la necesidad de entender el rol del capital social en el conflicto con miras a un escenario de pos conflicto, en el que se buscará la paz duradera. Así

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pues, se partió de la idea de que abordar el capital social tanto conceptual como metodológicamente implica una serie de retos entre los que se encuentra la falta de consenso en torno a la forma de definirlo y la dificultad para medirlo adecuadamente. Sin embargo, a lo largo de la investigación se estudió alguna literatura que esboza distintos caminos para abordar tanto el capital social como su relación con el conflicto. En esta literatura, los autores llegan a distintas conclusiones como la no existencia de una relación entre los dos fenómenos, la existencia de una doble causalidad entre estos y la necesidad de abordar el capital social como un agregado multidimensional, sin dejar de lado que es también importante entender y analizar cada uno de sus componente y dimensiones por separado.

A partir de esto, se planteó el objetivo de diseñar una herramienta metodológica que cumpliera con dos condiciones principalmente: debía permitir una aproximación multidimensional al capital social y debía poderse medir a partir de las preguntas incluidas en la ELCA. Esto con el fin de estudiar de forma descriptiva la relación entre el conflicto y el capital social en las zonas rurales incluidas en la encuesta. En este orden de ideas, se optó por construir un índice compuesto que incluyera relaciones horizontales tanto cercanas como ampliadas y dos subindicadores: uno de confianza y uno de acción colectiva. Esto implicó una serie de retos que fueron surgiendo sobre la marcha: en primer lugar, si bien la ELCA cuenta con un componente de capital social, este no incluye todas las variables que idealmente se quisiera tener para construir un índice completo y consistente como se puede hacer de la Encuesta Mundial de Valores de LAPOP o los propuestos por Méndez (2012) y Serrano et al. (2006). En segundo lugar, en este caso las variables que podrían medir las relaciones verticales solo estaban medidas para el 2013, por lo cual se decidió excluirlas. En tercer lugar, las variables del índice son tanto continuas como dicotómicas, lo cual implica que un análisis factorial tradicional no sea apropiado. Asimismo, el hecho de tener variables dummy para conflicto implica que la medición de correlaciones se vea limitada.

A pesar de lo anterior, se obtuvieron resultados interesantes. Al estudiar las variables de forma independiente, se puede concluir con bastante certeza que los choques violentos están relacionados negativamente con los créditos. Esto remite al argumento de Colleta y Cullen

(2002), según el cual la violencia erosiona las relaciones de confianza y contradice a Aghajanian

(2012), que plantea que el conflicto puede fortalecer los vínculos de confianza. Para las demás variables de capital social se observa que no existe una relación significativa y consistente con los

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choques violentos. Sin embargo, cabe mencionar la necesidad de contrastar estos resultados con otros métodos en futuros trabajos.

Por su parte, para la variable de presencia de grupos armados se obtuvieron más relaciones significativas y mayor robustez en los resultados, permitiendo concluir que esta variable está mejor construida. En cuanto a los resultados particulares, se observó una relación negativa con la participación en organizaciones sociales, lo cual confirma el planteamiento de González (2012) y Bhavnani y Backer (2007). Asimismo, el resultado de la relación positiva entre tiempo dedicado a la comunidad y presencia de grupos armados va en línea con la teoría de Bellows y Miguel (2008), quienes plantean que la violencia induce a la participación comunitaria.

En relación a la metodología del índice se puede concluir que el número de variables que efectivamente se pudo usar como componentes del índice resultó bajo en comparación a la cantidad de variables utilizadas en trabajos como el de Méndez (2012) y Serrano et al. (2006). Adicionalmente, la consistencia de las variables es pequeña, lo cual le resta validez a la herramienta. Si bien es necesario mejorar la herramienta del índice desde el punto de vista estadístico, el análisis de los indicadores resulta en todo caso interesante, especialmente si se tiene en cuenta el marco teórico planteado en el trabajo. Si bien el índice agregado tiene una relación significativa y robusta con las dos variables, esta va en direcciones opuestas. Teniendo en cuenta lo anterior, cabe resaltar la existencia de una relación significativa, negativa y robusta en las tres pruebas entre el índice de acción colectiva y las dos variables de conflicto, a partir de lo cual se puede concluir que este indicador tiene mayor robustez que el indicador agregado. Esto sumado al hecho que no hay respuestas robustas con respecto al índice de confianza, permite concluir que se debe reforzar este componente, por ejemplo, mejorando algunas preguntas o incluyendo preguntas directas sobre confianza, como se desarrolla más adelante.

Como se planteó anteriormente, existe una dificultad al abordar multidimensionalmente un fenómeno que no fue pensado como tal en la formulación de la encuesta. Es decir, si bien la ELCA representa un avance en términos de la medición de capital social al incluir un componente específico para esto, se pueden formular recomendaciones. En primer lugar, desde lo más abstracto, es importante fomentar que, desde la formulación de la encuesta se incluya el debate sobre la multidimensionalidad del capital social. Pasando a lo más concreto, se sugiere incluir en el módulo de personas preguntas directas sobre confianza a distintos niveles (amigos,

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personas recién llegadas a la comunidad, desconocidos, Estado, actores políticos, etc.). Asimismo, para evitar que las preguntas sobre percepción de solidaridad y seguridad estén filtradas únicamente por la subjetividad de los líderes comunales, se recomienda hacer estas preguntas también a nivel de personas.

Por otro lado, si bien se obtuvieron resultados interesantes sobre los canales a través de los cuales se da la relación entre capital social y conflicto mediante el análisis de las variables independientes, la combinación de métodos cuantitativos propios de la economía y la estadística y métodos cualitativos más frecuentes en otras ciencias sociales, permitirían ahondar más en el por qué de ciertas relaciones y los mecanismos mediantes los cuales estas se dan. En un futuro trabajo, resultaría interesante complementar estos resultados con entrevistas, grupos focales y experimentos, tal como lo propone Méndez. Asimismo, resultaría interesante ahondar en los métodos cuantitativos explorando causalidad y magnitudes.

Finalmente, retomando el propósito inicial de este trabajo, es importante resaltar la robustez en la relación negativa entre acción colectiva y conflicto, medido de las dos formas propuestas. Esta conclusión arroja algunas luces sobre el rol que puede jugar la promoción de acción colectiva en un escenario de pos conflicto, con el fin de lograr que esta se convierta en una herramienta para evitar la violencia en las comunidades y construir una paz duradera.

ANEXO

Tabla 2: Porcentaje de comunidades en las que se presentaron choques violentos (por tipo de choque y presencia de al menos un choque)

Choque   2010   2013  

Homicidios   10,27%   18,35%  

Desalojos   0,89%   0,92%  

Secuestros   1,34%   4,13%  

Amenazas  de  grupos  armados   4,41%   2,29%  

Otros  problemas   4,46%   5,96%  

Abigeato   22,77%  

  Masacres  

  0,92%  

Atentados  terroristas  

  1,38%  

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Tabla 3: Porcentaje de comunidades en las que hubo presencia de grupos armados en los últimos tres años

Presencia  de  grupos  armados  en  los  últimos  3  años   2010   2013  

No   93,14%   95,41%  

Si   6,86%   4,59%  

Tabla 4: Tiempo dedicado a la comunidad en número de horas

Número  de  horas   2010   2013   Variación    

Número  de  horas  dedicadas  a  una  organización  social     6,022   6,335   5,20%  

Número  de  horas  dedicadas  a  ayudar  gratuitamente  a   otros  hogares  o  la  comunidad  

1,179   1,05   -­‐10,90%  

Tabla 5: Porcentaje de participación en organizaciones Tipo  de  organización   2010   2013  

Agremiación   3,99%   5,79%  

Caridad   0,45%   0,38%  

Comunitaria   2,38%   2,52%  

Cultural  o  deportiva   1,20%   1,15%  

Educativa   4,16%   4,16%  

Étnica   2,15%   4,68%  

Institución  del  Estado   0,49%   3,63%  

JAC   19,29%   16,93%  

Medioambiental   0,64%   2,21%  

Otra   1,05%   2,13%  

Religiosa   5,88%   7,06%  

Sindicato   0,18%   1,41%  

Movimiento  o  partido  político   0,56%   1,49%  

Por  lo  menos  en  una  organización   13,23%   14,44%  

Tabla 6: Porcentaje de personas por comunidad con créditos con amigos o familiares

 Tipo  de  crédito   2010   2013  

Créditos  con  amigos   3,87%   3,83%  

Créditos  con  familiares   6,10%   6,77%  

Créditos  con  amigos  y  familiares   9,97%   10,60%  

Tabla 7: Percepción de seguridad por año Percepción  de  seguridad   2010   2013  

Muy  segura   44,12%   40,37%  

Relativamente  segura   48,04%   50,92%  

Insegura   7,399%   8,26%  

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