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Vivienda y Ciudad. Dos caras de una misma moneda. 1+3 Aristas temticas

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Academic year: 2020

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Mesa Redonda

Vivienda y ciudad

Dos caras de una misma moneda

1+3 Aristas temáticas

Moderador:

OSCAR GRAUER,

Coordinador de la Maestría en Diseño Urbano de la UNIMET

Participantes:

ALFREDO CILENTO,

Profesor de la Facultad de Arquitectura y urbanismo de la UCV.

LANDER QUINTANA, Ex presidente del CONAVI.

MARÍA CRISTINA MALDONADO, Ex ministro de Desarrollo Urbano, y profesora de la Facultad de Ingeniería de la UNIMET.

GRACIELA F. DE GABALDÓN, Profesora de la Maestría en Diseño Urbano de la UNIMET.

ALBERTO LINDER,

Profesor de la UNIMET, y Coordinador del Programa Avanzado de construcción de CENDECO.

ALBERTO SILVA,

Coordinador del área de Vivienda en el Decanato de Postgrado de la UNIMET.

Presentación

A raíz de la Revolución Industrial y principalmente durante las primeras dos terceras partes del siglo XX, los países que denominamos “desarrollados” enfocaron la problemática relativa a la vivienda como un tópico social y político prioritario, y aislado de los otros componentes de la ciudad.

En respuesta a un crecimiento urbano sin precedentes por las migraciones del campo a la ciudad en busca de trabajo, y por la necesidad de proveer de vivienda en condiciones de salubridad y confort apropiados, estas sociedades se abocaron a dotar masivamente de vivienda en los alrededores de las fuentes de trabajo, confiando a la tecnología la solución del problema y colocándola como objeto principal del desarrollo.

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Este ideal tecnológico repercutió en todos los campos del pensamiento. En lo que se refiere a la ciudad, por ejemplo, la producción masiva de automóviles representó libertad para una gran mayoría de trabajadores, interpretado como movilidad para obtener el trabajo que mejor cubriera sus necesidades y expectativas. Esta “libertad” permitió además ampliar considerablemente el radio de acción de los residentes urbanos, en desarrollos “descontaminados” de los supuestos horrores de la ciudad, en un medio semi-rural o semi-urbano. Estos conjuntos residenciales “puros y limpios” aislados del caos urbano, permitían disfrutar de las “ventajas del campo estando cerca de la ciudad”. De allí en adelante, la vivienda adquirió un papel preponderante, relegando a un segundo plano el resto de los componentes urbanos, o lo que es lo mismo a la ciudad.

En América, Europa, Asia y Africa se suburbanizaron las grandes ciudades, sin distingo de orientación política de los gobiernos imperantes; desde Nueva York hasta Beijing, desde Londres hasta Moscú, desde Caracas hasta Maracaibo. El ideal de libertad que representó el automóvil se ha convertido en uno de los mayores opresores de la vida urbana. A partir de la década de los ochenta, varios países, en especial los desarrollados se han cuestionado seriamente tanto el enfoque como el qué hacer con la infraestructura residencial instalada, realizando grandes esfuerzos por reinsertarla en el contexto urbano.

En los países en vías de desarrollo, la problemática de vivienda es aún más crítica, especialmente cuando se contabiliza la demanda no satisfecha aunada a la relativa al sector informal. Asimismo, las políticas de vivienda en la mayoría de los casos, responden a ideales urbanísticos ya seriamente cuestionados y muchos de ellos descartados en el mundo desarrollado, incorporando a la vivienda como un componente más del hábitat urbano, al favorecer la mezcla de usos. Esta revisión ha permitido reinterpretar y reinsertar ciertos valores urbanos bajo criterios de sustentabilidad, que apuntan a mejorar la calidad de vida en la ciudad, maximizar recursos y lograr mayor eficiencia en el uso y disfrute del ambiente urbano.

Finalmente, es importante destacar que este foro constituye una iniciativa más que se suma a la labor que la Universidad Metropolitana se ha propuesto a través de la Maestría en Diseño Urbano: elevar el nivel del discurso en Venezuela, formando líderes en la materia y colocando el tema urbanístico como tópico prioritario de debate público a nivel nacional.

Consideramos que el diseño urbano juega un papel preponderante en los procesos de planificación, interviniendo en la definición y el control de la calidad física de la forma urbana resultante de la intervención de variados y complejos procesos y participantes en su conformación. Es responsabilidad del diseñador urbano establecer un vínculo entre el entendimiento de los valores sociales, económicos y políticos que inciden en la conformación de las ciudades y la forma urbana resultante.

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Este programa se ha concebido desde sus inicios como un “proyecto” más allá de sus objetivos académicos, con el cual la Universidad Metropolitana ha realizado una importante labor de inversión social, aportando al mejoramiento de la calidad de vida y gerencia de nuestras ciudades.

El foro “Vivienda y ciudad, dos caras de una misma moneda” que se llevó a cabo en el marco del II Congreso de Investigación de la Universidad Metropolitana, en el Edificio de Postgrados entre el 22 y el 25 de mayo del 2000, recoge las inquietudes y cuestionamientos de expertos en la materia, con una visión crítica y la vez refrescante de la actuación que ha tenido tanto el sector público como el privado en las últimas décadas en Venezuela. El siguiente escrito

recoge un resumen de las intervenciones expuestas en dicha ocasión.

Mesa Redonda

*OSCAR GRAUER.

Interrogantes claves para abordar la problemática de la vivienda.

Hay profundidades oscuras y brillantes donde el hombre guarda sus secretos, sueños y acciones, lugares donde el desenfreno para con la serena compañía de seres reconocibles, familiares, esos lugares, construyen otros más grandes donde todos los seres danzan juntos; las viviendas, las ciudades, ese es el tema que ocupa la atención del cuarto foro organizado por la Universidad Metropolitana, en el marco de II Congreso de Investigación.

La discusión acerca de la relación posible entre la problemática de las viviendas y la ciudad, es sin duda un tema extenso, complejo y diverso. Por tal razón, en este caso, es nuestro interés orientar la discusión en función de los siguientes cuestionamientos:

En primer lugar, ¿qué papel juega y debe jugar la vivienda en la conformación del espacio público y en la gobernabilidad de la ciudad?

En segundo lugar, ¿cómo conciliar ciudad con la oferta masiva de viviendas? En tercer lugar, ¿cómo incorporar el proceso informal en la creación de ciudad? Finalmente, en cuarto lugar, ¿cuáles deben ser los principales criterios de una política de vivienda, más allá de su existencia real?

Obviamente, el tema de la vivienda tiene muchas aristas que pueden ser agrupadas en tres tipos fundamentales: un tipo que tiene que ver con la parte técnica y tecnológica, otra relacionada con la parte social y una tercera que involucra el aspecto económico-financiero.

Desde el punto de vista tecnológico, por ejemplo, se trata de responder a la calidad en la construcción de la vivienda y de la posibilidad de responder tanto a la vida cotidiana como a eventos imprevistos; desde el punto de vista social, habrá

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que preguntarse hasta qué punto el acceso a un techo y sus implicaciones para todos y por todos, es un punto importante; desde el punto de vista económico financiero, se discutirá sobre todo, la política acerca de los subsidios y la activación del aparato productivo mediante el incremento de empleados en el sector de la construcción, etc.

Ahora bien, hay una arista más, una más que se suma a las tres ya conocidas: la ciudad.

Construir vivienda en un medio urbano es muy distinto a construirla en un medio rural, y éste es un aspecto básico que merece consideración. Esto nos obliga a definir cuáles deben ser las acciones a ejecutar y los cuestionamientos sobre lo que significa la vivienda, si es ella o no lo único que importa, cuál es la importancia de la accesibilidad a los servicios y los puntos de trabajo, o si es posible minimizar las diferencias socioeconómicas en nuestras sociedades mediante la vivienda.

* ALFREDO CILENTO.

El espacio público de las áreas residenciales como instrumento que garantiza la gobernabilidad urbana

Con relación al papel que juega la vivienda en la conformación del espacio público y en la gobernabilidad de la ciudad, se debe comenzar por explicar que Venezuela es uno de los 10 países más urbanizados del mundo. Venezuela cuenta con una población urbana que ronda ya el 90% (si se toman en cuenta los parámetros de medición recientes de las Naciones Unidas, donde se califica de urbana a todas las localidades mayores de 2.500 habitantes), esto significa que el problema de alojamiento es urbano.

El producto de la urbe que llamamos vivienda es, desde el siglo XX, el más conspicuo en las ciudades, pueblos y aldeas, porque es el que ocupa la mayor parte del espacio urbano. Las calles y áreas libres, devenidas en espacios formales o no de las áreas residenciales, conformaban el espacio público por excelencia.

Ahora, las vicisitudes de la vida urbana en nuestras ciudades, los riesgos para las personas y los bienes, el servicio de infraestructura en colapso permanente, la incultura cívica, la inseguridad jurídica, entre otros, son factores de merma en la gobernabilidad, que afectan la relación entre las áreas residenciales y las manifestaciones vitales en los espacios públicos; espacios que han pasado a ser tierra de nadie o simplemente han sido irresponsablemente privatizados por residentes y comerciantes, como ocurre, por ejemplo, con las aceras.

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La habilitación masiva de suelo urbano como posible solución habitacional

El verdadero problema de la gente, es el de su alojamiento, y éste no se resuelve con construcciones incapaces de responder a las necesidades de espacio de la gente, pues son cambiantes, heterogéneas y de satisfacción progresiva.

La producción masiva de espacios habitables en la Venezuela actual, sólo se puede enfrentar con la habilitación masiva de suelo, en operaciones infra- urbanas y en bordes que generen ciudad.

Hay que erradicar definitivamente las intervenciones fragmentadas que han «archipielaguizado» el territorio, convirtiéndolo en un enorme espacio «ru-urbano», por demás, ineficiente e ingobernable. La oferta masiva de tierra con distintos grados de urbanización permitiría incorporar a los promotores mercantiles y sociales, a las comunidades organizadas y a la propia gente.

Los promotores aseguran que la tierra no es un problema, porque se les permitía construir en cualquier lugar, sin importar los problemas económicos que le ocasionaban a los gobiernos de las ciudades con sus intervenciones aisladas, desperdigadas en un territorio sin límites. Claro está, todo ocurría por la convivencia criminal de las autoridades locales, las cuales prácticamente vendían al mejor postor el uso de la tierra en cualquier lugar.

El acceso a tierra urbanizada y bien localizada es el problema central

La recurrencia del fenómeno de las invasiones —aparte de las implicaciones demagogo populistas que su aceptación pasiva refleja—, revela que el problema no es de vivienda, que la propia gente con la ayuda apropiada puede construir según sus necesidades y expectativas. El problema es el acceso a la tierra adecuadamente localizada e integrada a la estructura urbana de la ciudad.

El poder público no debería promover ni construir directamente ninguna vivienda, sino concentrar todos los esfuerzos de los próximos 10 años en la provisión de tierra y de asistencia técnica y financiera a las comunidades, incluyendo subsidios directos a las familias, de manera que el ahorro obligatorio — si es que se mantiene—, sería una cuestión entre los ahorristas y los bancos, solamente sujeto a las regulaciones generales del Estado.

La tercera pregunta trataba acerca de cómo incorporar el proceso informal en la creación de ciudad, y este tema es sin duda otra gran prioridad en el camino para enfrentar la problemática de la vivienda en Venezuela.

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Incorporar los barrios a la estructura urbana de las ciudades, tiene dos objetivos fundamentales: reducir su vulnerabilidad y mejorar la calidad de la vida de los pobladores.

El problema de la vulnerabilidad de nuestras ciudades, es una realidad, y así quedó demostrado con la tragedia de diciembre del 99 en el Litoral central. Nuestras ciudades son absoluta y totalmente vulnerables, sobre todo si se considera que los barrios ocupan el 50% del territorio y en algunos casos llegan a ocupar el 70 o el 75%, como ocurre en la Costa Oriental del Lago o en la propia ciudad de Maracaibo.

Por lo tanto, la vulnerabilidad de los barrios es propia de la ciudad y del país. Sin duda, hay que atacar el problema de la infra-urbanización y la vulnerabilidad de los barrios. El cómo hacerlo, está siendo enfocado y desarrollado con acierto por el CONAVI, pues la recuperación de estas zonas y su integración a la ciudad, es la única salida.

Los barrios son vistos realmente como un problema y su desalojo resulta un

bocado apetecible, porque su ubicación —independientemente de algunas

ocupaciones riesgosas— responde generalmente a una lógica de localización urbana poco menos que impecable, pues la gente no invade un terreno con una localización como la de las zonas donde construye el gobierno.

La incorporación de los barrios a la estructura urbana como solución al problema del alojamiento

Por ejemplo, FUNDABARRIOS construyó unas urbanizaciones a 15,20 Km. del centro de ciudades como: Barquisimeto, Maracaibo, Barinas o no sé que otras ciudades, la gente no va a construir unos ranchos a esa distancia, la gente construye ranchos dentro de la ciudad o en la periferia inmediata de la ciudad, es decir, desde el punto de vista de localización, es impecable la manera como la gente trata de resolver su problema de alojamiento; el principal problema de la gente, es estar cerca de la fuente de trabajo o de los lugares de donde pueden

obtener algún beneficio económico para subsistir —incluyendo en algunos casos

actividades ilícitas—.

La incorporación a la ciudad de los barrios —considerando su ubicación— en la mayoría de los casos es viable, y de estudiar el problema con una óptica

estratégica —que es la que corresponde el análisis de oportunidades y

amenazas—, se puede entender cómo este proceso favorece la consolidación de una política de rehabilitación, una política que no ha de ser otra cosa, que rescatar esas áreas residenciales o de alojamiento para las ciudades.

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Las políticas para abordar el problema de la vivienda no deben ser instrumentadas mediante una ley

Finalmente, con respecto a los principales criterios de una política de vivienda, creo que cada ámbito del poder público, nacional, estatal y municipal debe tener políticas claras, definidas, transparentes y además confrontadas con las expectativas de la sociedad.

La política de vivienda no puede ser vista de manera independiente a las de ocupación del territorio y a las de desarrollo urbano, ya éstos son los instrumentos que dictan las pautas en todo el proceso urbano, especialmente en un país tan urbanizado como Venezuela.

Pudiera pensarse, inclusive, que no se requiere de una política de vivienda, sino de un Plan Nacional de Desarrollo Urbano; un plan concertado entre los distintos ámbitos del Estado, desarrollado con visión estratégica y con un alcance temporal que varíe entre 10 o 15 años, incluyendo revisiones cada 5 años, logrando su ejecución a través de un plan operativo anual.

Ninguna política puede o debe ser instrumentada a través de una ley. Si se me permite lo coloquial, eso es un disparate. La mejor prueba de lo afirmado, es la efímera vida de las distintas versiones de la Ley de Política Habitacional, pues cada gobierno quiere modificarla y dentro de cada gobierno todo el mundo quiere variarla; la pretensión de establecer una política invariable en el largo plazo, para que cada gobierno no haga lo que quiera y las reglas sean claras, es una especie de tautología absurda.

Los gobiernos expresan su orientación o sus cambios de orientación mediante políticas que no se les pueden imponer mediante leyes, si así fuera se estaría afectando el principio de la independencia de los poderes.

Por ejemplo, recordemos una absurda Ley de Protección al Deudor Hipotecario que el Congreso Nacional le impuso al Gobierno Nacional en algún momento, es más, se impuso esa ley contrariando la proposición del gobierno, que era mucho más viable y mucho más lógica. La ley terminó siendo prácticamente una inmensa «movida» propiciada por el propio Congreso Nacional, incluso la llamaban la «Ley del Deudor Parlamentario», porque subsidiaba a gente que ya tenía segundas y terceras viviendas e incluso viviendas turísticas.

LANDER QUINTANA.

Estudié en la UCV en los años 50 y al igual que Alfredo, cuando me gradué, sufrí la influencia del CIAM, de las teorías de Le Corbusier, donde la desaparición de la ciudad tradicional fue el gran objetivo. El superbloque estaba vendiéndose, dominaban las inmensas áreas verdes, la ciudad jardín, la separación de los usos, la zonificación, la muerte de la calle, entre otros conocidos criterios modernos.

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Es justamente en el año 59 cuando se estaba replanteando en el país (después de la caída de la dictadura) las políticas de vivienda, así como el no continuar esas modernas teorías y empezar a trabajar con edificaciones de baja altura; sin embargo, tuve la mala suerte de convencer a las autoridades del Banco Obrero de aquella época, para que reaparecieran los superbloques, y reaparecieron.

Luego, pasados algunos años, me di cuenta, que ese planteamiento era de tal gravedad, que tuve la oportunidad de analizado y replantearlo a través de un trabajo de investigación. Desde la presidencia del INAVI y del CONAVI, pude actuar en la práctica; pero también, como castigo, he tenido que dar muchísimas charlas sobre esto y ésta es una más de ellas.

La continuidad en las políticas como la clave para lograr el éxito de los programas

Ahora, en primer lugar, en materia de vivienda, creo que deberían existir leyes marco, porque particularmente, me preocupó muchísimo la falta de continuidad que se desarrolló en nuestro país en materia de políticas de vivienda.

Tuvimos 15 años muy buenos a la caída de la dictadura, en la época de Betancourt, Leoni, Caldera. Durante esos períodos, hubo de manera increíble, cierta continuidad, porque a pesar de que eran políticas diferentes, hubo enfoques muy claros y al final de esos períodos teníamos, el norte muy bien definido. Si hubiéramos continuado aplicando los criterios que entonces existieron y que coinciden mucho con los planteamientos que estamos desarrollando ahora, en 15 años hubiésemos resuelto el problema habitacional.

Por esto, cuando me llamaron a participar en la creación de la Ley de Política Habitacional, lo hice con mucho gusto, porque me parecía que lo importante era la continuidad. Lamentablemente, creo que Alfredo tenía razón, ha habido de nuevo un rompimiento de esa continuidad, por eso, en cuanto a los criterios que debía de tener una política, yo simplemente tocaría unos pocos que estaban enmarcados en la declaratoria de principios llevada por Venezuela, al encuentro titulado «Hábitat ll», celebrado en Estambul. En dicha declaración, Venezuela presentó la lucha por erradicar la pobreza como prioridad nacional, entendiendo a la familia como el centro del proceso y a la vivienda como referencia fundamental dentro del proceso educativo.

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El apoyo al esfuerzo particular de las comunidades consolida el proceso de integración

De tal manera, la acción directa del Estado debería orientarse a las familias de menores ingresos y las soluciones habitacionales debían buscar la máxima participación de la población organizada, utilizando la urbanización y la vivienda progresiva, como herramientas del proceso.

Por otro lado, debería apoyarse el esfuerzo realizado por el sector popular para resolver su problema habitacional con sus propios medios. Al respecto, es importante destacar, que Venezuela fue uno de los primeros países de América Latina que entendió desde los años 60, que el proceso de integración de los sectores informales a la estructura urbana, era la opción más idónea. Desde entonces, nuestro país ha mantenido una serie de actuaciones orientadas a sustentar dicho objetivo.

Evidentemente, al realizarse programas masivos de soluciones habitacionales, debería tratarse con sumo cuidado el concepto de «solución habitacional», ya que la deformación de dicho concepto es sumamente peligrosa y muchas veces denigrante.

La descentralización como estrategia para reorientar la definición de las soluciones habitacionales

Yo creo, que ese es un concepto de mucho fondo y que difiere radicalmente del concepto de vivienda como unidad cerrada; sin embargo, para acceder a estos nuevos conceptos de soluciones habitacionales, será necesario entrar en un proceso real de descentralización de los agentes centralizados, es decir, habrá que ir hacía la descentralización tanto regional como local, ya que también es sumamente importante mantener las responsabilidades claras en el aspecto de la urbanización del territorio.

El rol del Estado debe ser urbanizar, urbanizar y urbanizar tierras; preparar masivamente tierra urbanizada, establecer y permitir que grupos organizados de la sociedad se puedan agrupar en pequeños condominios, pero eso sí, el tipo de desarrollo urbano que ha de apoyarse deberá evitar esos criterios equivocados que tuvimos en aquellos años.

La alta densidad con baja altura, es la tipología deseada, y para lograr esto, es muy importante que se conozca a fondo qué tipo de densidades y características son necesarias establecer, además de revisar cómo difieren los nuevos planteamientos de las ordenanzas vigentes, de tal manera que las nuevas ordenanzas, sean instrumentos manejados por todos los profesionales que tienen actuación en el área habitacional.

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Debería entonces así, complementarse el concepto de la habitación con el de soluciones habitacionales, para evitar interpretar erróneamente los criterios. Por ejemplo, esos conceptos de «vivienda adecuada», «vivienda digna» o el propuesto durante el «Hábitat ll» (que causó tantas discusiones, y que por ser mal interpretada produce grandes errores, que hacen que la mayoría se quede sin nada). Tal y como ocurrió con el concepto de Facilitador del Estado modernizador, y que luego condujo a que el Estado y los organismos que producían viviendas dejasen de hacerlo, y que se convirtieron en simples taquillas receptoras de créditos y subsidios habitacionales.

La diversificación de los instrumentos financieros como medio para abordar el problema de la vivienda

La producción, evidentemente, es otro tema fundamental qué abordar, y por eso habrá que pensar en el financiamiento y la necesidad de su carácter integral, flexible, progresivo y diverso. Por ejemplo, debe haber diferentes tipos de opciones, los préstamos deben tener diferentes criterios y facilitar así, el apoyo a la población organizada en esos nuevos desarrollos.

Se deben implementar fondos rotatorios, fondos comunitarios, créditos de corto plazo, mediante mecanismos adecuados, para incrementar la eficacia gerencial de las comunidades organizadas.

La organización como elemento principal en todos los procesos

Cuando uno pasa tantos años de graduado, uno no sabe ya si es arquitecto, sociólogo, economista, abogado o qué cosa, pues todo se mezcla; pero, el tema de la organización es fundamental en cualquier profesión; organización en todos los niveles: público, académico, comunitario, etc., bien sea mediante asociaciones civiles, cooperativas, o cualquier otra figura.

Además, es muy importante tener cuidado con los mecanismos, ya que de repente se habla de población organizada y lo que se hace es manipular a la población. Creo que éste es un debate que se debía tener a fondo, ya que los conceptos de las agrupaciones se deberían tener bien claros, definiendo estrictamente las magnitudes y características, para asegurarse que las decisiones vengan de la base hacia arriba y no de arriba hacia abajo.

Finalmente, me gustaría apoyar la idea del —lamentablemente paralizado—

Sistema Nacional de Asistencia Técnica Habitacional, pues este proyecto fue incluido en la primera Ley de Política Habitacional, y de la cual me tocó parte de

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Los sistemas de apoyo a las comunidades como recurso que favorece el desarrollo del sector residencial

En cuanto al Sistema de Apoyo a la Producción Social del Hábitat, es necesario recordar, que su objetivo es lograr que todos los actores del sector vivienda dispongan de los elementos que necesitan en todas las áreas. Dichas organizaciones, eran conocidas antes como las asociaciones intermediarias de vivienda, es decir, eran una especie de grupos de profesionales que apoyaban a la población organizada, recibían créditos que podían administrar y demandaban de toda una estructuración global. Creo que deberían reaparecer en el país estas asociaciones, en lugar de minimizarse cada día como lamentablemente se observa.

Claro, todos estos temas requerirán de un debate más profundo y riguroso, pues en la medida en que eso ocurra, tendremos ciudades mucho más humanas y más amenas, donde la población realmente se organice y se eduque a través de la vivienda.

MARÍA CRISTINA MALDONADO.

Definitivamente hay un reto planteado, y ese reto es el de incorporar a la trama urbana, es decir, a la ciudad, toda la gran masa de población que ha construido y sigue construyendo su propia vivienda, para lograr así, que la calidad de vida de todos ellos sea la más apropiada.

Las universidades tienen la obligación de formar profesionales con plena comprensión de los procesos involucrados en el proceso de resolución de la problemática de la vivienda

Es indudable que cualquiera que sea el modelo de desarrollo que se proponga, la gestión urbana tiene un carácter estratégico, para cuyas ejecuciones las universidades están en la obligación de formar profesionales y técnicos con plena comprensión de los procesos y actores que participan activamente en las acciones a tomar.

En este sentido, en la Universidad Metropolitana, el campo de estudio de la vivienda y el desarrollo urbano ha sido objeto de nuestra atención desde hace varios años, creando cursos de extensión desde 1986, la Cátedra de Vivienda Eugenio Mendoza G. a nivel de pregrado en 1991 y las Maestrías en Gerencia Inmobiliaria y Diseño Urbano a nivel de Postgrado en 1991 y 1996, respectivamente.

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Actualmente, se encuentra en proceso el diseño de un área de concentración en vivienda para varias carreras y se ha dado inicio a reuniones de un pequeño grupo interdisciplinario, que es el origen del futuro Centro de Estudios en Vivienda y Hábitat de la Universidad Metropolitana.

GRACIELA DE GABALDÓN.

Para el día de hoy Venezuela requiere urbanizar aproximadamente 600 millones de metros cuadrados de terreno, almacenar 2.000 millones de litros de agua diarios, dotar 2.500.000 plazas educativas, 53.000 nuevas camas hospitalarias, construir más de 1.500.000 soluciones habitacionales y mejorar cerca de 1 millón de unidades ya existentes.

Para 1998 sólo el 80,2% de la población venezolana era servida por acueductos, 63% por servicio de cloacas y llama la atención que en la última década la longitud total de la red vial nacional (incluyendo la urbana) no ha sufrido grandes alteraciones.

De cada 10 familias venezolanas, sólo 4 viven bajo techos socialmente aceptables. De una población de 23,7 millones de habitantes el año 1999 (mayoritariamente urbana y cercana al 88%), alrededor del 66% presenta insatisfacción en sus necesidades básicas, y dentro de este total para el mismo año, el 34% se encontraba en pobreza crítica.

Los procesos económicos como principal causa de la crisis habitacional

Según las estadísticas ambientales recopiladas por la OCEI a finales del año 1999, en el Area Metropolitana de Caracas, el 40% de la población se localizaba en asentamientos informales, sobre un área de aproximadamente 4.050 hectáreas. En Maracaibo la cifra se aproximaba al 64,20%, más o menos 12.000 hectáreas. En Valencia los asentamientos informales representaban el 51,50% de la población total; en el eje Barquisimeto-Cabudare el 55,9% del total y, en Ciudad Guayana el 49,80%. Sin lugar a dudas, el urbanismo y la vivienda representan dos caras de una moneda, y la calidad de nuestras ciudades y su patrimonio urbanístico y habitacional serán respuesta y resultado del desenvolvimiento social y económico del país. Ya Jorge Enrique Hardoy había vislumbrado en sus investigaciones el denominado «urbanismo descapitalizado».

Desde los albores del siglo pasado, el Estado venezolano, queramos o no reconocerlo, ha mantenido políticas urbanísticas y habitacionales bajo diferentes premisas y enfoques, pero políticas al fin. Algunas de ellas se consolidaron a través de proyectos de leyes marco, como la de Ordenación Urbanística del año

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el brusco cambio de las variables macroeconómicas, el proceso inflacionario de los años recientes, el colapso del sector financiero y la drástica disminución del poder adquisitivo de las familias venezolanas, entre otros factores, hacen perentoria una reflexión sobre la actual política del Estado.

Es innegable que el déficit habitacional antes de haber disminuido ha ido aumentando progresivamente, y lo mismo se puede decir sobre la dotación y la incorporación de servicios urbanos y tierras urbanizadas a las ciudades. Por otra parte, tendríamos que convenir, que no se han movilizado eficientemente los recursos necesarios para poder cumplir con el propósito de disminuir la siempre creciente demanda habitacional y de servicios urbanos conexos.

Además, habrá que reconocer que hemos tenido instituciones poco eficientes a la hora de enfrentar el reto habitacional del país. Por ende, para la democracia venezolana el déficit habitacional actual, junto con el déficit de los servicios básicos acumulados, es uno de sus pasivos más importantes. Es esa la razón que sustenta la política de compatibilización y cuantificación de los recursos que el ahorro nacional puede generar, para solventar el déficit cuantitativo y cualitativo.

Algunas gráficas aportadas por el Dr. Asdrúbal Baptista1 muestran algunas cifras que permiten entender la dramática situación del país.

1

Diccionario de la Historia de Venezuela del Siglo XX», compilada por el Dr. Asdrúbal Baptista, quien permitió la presentación del material durante el foro realizado en el marco de II Congreso de Investigación de la UNIMET.

En la evolución del producto interno bruto por habitante en Venezuela desde el año 60 al año 99, se puede ver como el PIB del año 97 se aproxima mucho a las condiciones que tuvimos a finales de los años 50.

La recesión económica hace imposible cualquier política de ahorro habitacional El porcentaje de la inversión residencial respecto del PIB, descendió del 0,12% al 0,04% en el período comprendido entre 1920 y 1999 (Bs. del año 1985). El ingreso nacional real por habitante ha descendido dramáticamente. Puede observarse que actualmente, la población cuenta con ingresos reales similares a los que tenía en los años 60.

El salario real por persona ocupada entre 1950 y 1998 (Bs. del año 1997). Cuando comparamos las cifras anteriores y leemos además, los resultados del primer informe correspondiente a la investigación adelantada por la Universidad Católica Andrés Bello conocida como «Venezuela: pobre país pobre», cabría preguntarse entonces: ¿Cuánto ahorro nacional puede movilizarse hacia el urbanismo y la vivienda en un país en profunda recesión, donde las necesidades básicas de alimentación, salud y educación no son cubiertas para un alto porcentaje de su población?, ¿Qué política habitacional o de acceso a crédito pueden diseñarse en períodos donde convergen inflación y recesión? o ¿qué

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posibilidad de éxito puede tener una política urbana y habitacional que niega la descentralización y la existencia de autoridades locales?

En materia urbanística, ¿qué podemos decir cuando en la reestructuración de los Ministerios del Desarrollo Urbano y Transporte y Comunicaciones pareciera que la ordenación urbanística se quedó en la mitad del camino, se perdió?, ¿Qué pasó con la definición de los subsidios a la demanda y a la tasa de interés — focalizado o no focalizado—, hacia los más pobres o desvirtuados hacia los segmentos más bajos de la clase media?

Basta con pensar solamente, en la gama de ofertas ofrecidas a los afectados de Vargas y en las declaraciones aparecidas, recientemente en los medios de comunicación, para descubrir un sinnúmero de argumentos, muchos de ellos contradictorios. Por ejemplo, en términos de ocupación territorial, ¿Densificamos lo existente o urbanizamos en la mitad de la nada?, ¿Qué pasa con las fuentes de empleo y con el soberano?, ¿Se definen las características de las viviendas o de los urbanismos?, ¿Hablamos de topes, de unidades tributarias, de acabados, o de que?, ¿Es que acaso ése es el problema?

La insuficiencia de recursos económicos como factor que impide el proceso de urbanización

Sin lugar a dudas, el gran reto para alcanzar mejores ciudades y disminuir el gran déficit habitacional que las agobia, es tratando de resolver la insuficiencia crónica de recursos económicos. Esta insuficiencia impide darle a la ciudad y a la vivienda estándares de servicios cónsonos a sus necesidades y realizar las inversiones requeridas para la dotación de servicios de agua potable, cloacas, recolección de basura, vialidad, transporte, salud, educación, entre otros.

La mayoría de nuestras ciudades están perdiendo, desgraciadamente, la carrera por la solución del problema de la vivienda, por lo tanto, es necesario tratar de activar todas las fuentes generadores de recursos tanto públicas como privadas.

Así mismo, la lucha contra la pobreza debería constituir la acción más importante, pues esta acción puede tener mayores efectos positivos desde el punto de la sustentabilidad urbana y habitacional. Ahora bien, hay que estar consciente que para actuar sobre la pobreza, es indispensable que la política económica del país sea exitosa, en caso contrario las estrategias sociales quedan reducidas a meras acciones de asistencia.

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urbana tendrá repercusiones en términos del mejoramiento social de la población del país.

La profundización de la democracia acompañada de la modernización institucional serán los pivotes fundamentales en la configuración de la ética del desarrollo urbano sostenible, la cual conlleva a una genuina solidaridad social, a un mayor esfuerzo comunicado y a un control político más efectivo por parte de todos los ciudadanos.

Para terminar, me gustaría recordar a la hermana Cristin Tan, de Manila, quien es una de las estudiosas más importantes de su país, sobre la problemática de los asentamientos humanos.

Según Cristin, la batalla por los mejores ambientes urbanos se está perdiendo por culpa de las 3P: Población, creciendo excesivamente; pobres decisiones administrativas, que hacen menos efectiva las inversiones en circunstancias en las que hay una escasez crónica de recursos financieros y políticos; y en tercer lugar una política inescrupulosa.

ALBERTO LINDER.

Sugerir que ciudad y vivienda son dos caras de la misma moneda, es una sugestiva y audaz forma de iniciar una discusión que obviamente conducirá a conclusiones que formulan las soluciones como un sistema de variables integradas. Así que la mitad del tiempo que tardé en preparar la intervención, se me fue pensando en que si realmente las dos cosas —quizás una incluida dentro de la otra— podían compartir una sola figura como es una moneda.

Vivienda y ciudad, quizás por la semejanza entre los indicadores que las promedian y definen sus problemáticas, pudieran ser conceptualizadas en una moneda. Ahora, esa metáfora sirvió para desarrollar un esquema, al cual llamamos: Gerencia Aplicada. Este tipo de gerencia, es aplicado en el desarrollo de nuevas comunidades, viviendas, construcciones civiles y construcciones pesadas en general.

Es necesario considerar la importancia que tiene la gerencia para abordar el tema de la vivienda y la ciudad, recordemos las palabras de Grauer, cuando explicaba que la vivienda y la ciudad pudieran ser analizadas desde 3 perspectivas que eran la social, la técnica y la financiera. Pues bien, este planteamiento no sólo es cierto sino muy válido, siempre y cuando las tres variables estén enmarcadas bajo unos controles gerenciales específicos y eficientes.

Ahora, por estar esta discusión enmarcada en el II Congreso de Investigación de la UNIMET, es importante destacar el trabajo que se ha venido realizando

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durante los últimos 3 años en materia de gerencia, implementando programas para lograr la calidad tanto de la vivienda como de la ciudad.

Claro está, considerando que el problema de la vivienda y la ciudad esta determinado por instrumentos regulatorios de las formas y los usos, particularmente, para preparar mi intervención de hoy, me fue necesario revisar y leer las Leyes de Indias; el manual urbano que determinó la forma de todas esas ciudades que son ahora nuestro patrimonio histórico-cultural. Este antiguo instrumento, permite ver que los criterios y patrones para la fundación de las nuevas ciudades en la América, son bastante similares a los que hoy se proponen como solución a los dramas urbanos-residenciales.

La propuesta de las Leyes de Indias, tiene que ver con gerencia, con calidad, y además se presenta como un instrumento de apoyo más allá de convertirse en un riguroso y restrictivo cuerpo de instrucciones legales.

El círculo de calidad como método gerencial para abordar la problemática de la vivienda

En gerencia, hemos desarrollado los que llamamos «El Círculo de la Calidad del Proceso Inmobiliario», el cual está fundamentado en los principios administrativos básicos: planificación, organización, dirección, integración y control, siendo la planificación y el control los procesos administrativos más importantes para la toma de decisiones.

Dicho círculo de calidad, explica cómo se dan los procesos, de manera que una flecha pone un principio y un fin. Ese proceso tiene forma circular y comienza en la parte de planificación (fase en la que intervienen los urbanistas, los arquitectos, planificadores, entre otros profesionales), donde se reflexiona sobre el rumbo a seguir en el desarrollo de nuevas ciudades, nuevas viviendas, nuevas características; el circulo continua —después de que ha ocurrido la planificación, se cuenta con la disponibilidad económica, ocurre el diseño, la descripción y a la ingeniería de detalles— y comienza la intervención de los gerentes de construcción, para dirigir así el proceso constructivo y hacer realidad la disponibilidad de todo lo previamente diseñado; el círculo avanza a una tercera fase y todo pasa entonces al análisis y evaluación, que no es más que el análisis de toda la experiencia obtenida del proceso.

Es la experiencia acumulada por una cadena de contactos que se inicia en el planificador y sigue con el diseñador, el inspector constructor, el constructor inspector, el analista y la comunidad, la que luego permite el proceso de retroalimentación.

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servir de retroalimentación a la parte de planificación. El problema, es que como dice la canción, andamos caminando y golpeándonos con la misma piedra; ejemplos de esto hay muchísimos y muy graves que involucran aspectos económicos y hasta políticos.

El proceso de calidad asegura la mejora de los resultados gracias a los beneficios de la retroalimentación

Si nosotros logramos que el círculo de calidad refleje de alguna manera la experiencia, la recopile y la recoja, con seguridad el proceso de planificación posterior de una nueva ciudad o de una nueva vivienda, será muchísimo mejor, y es esto lo que en gerencia llamamos: «Proceso de Calidad».

La planificación de las ciudades y de las viviendas, sin duda es tarea de los urbanistas, arquitectos, etc.; los ingenieros somos los gerentes de la construcción, así como el propio Estado o el inversionista privado; sin embargo, lo importante de esto no son las tareas particulares, sino el carácter multidisciplinario que caracteriza la misión de hacer ciudad. Como dijo la profesora Maldonado, la Universidad Metropolitana ha reconocido el hecho de que la vivienda y la gerencia de la vivienda, son un mismo tema, y así lo reflejan el programa de especialización que se está desarrollando actualmente.

Las ventajas del círculo de calidad, comienzan con la retroalimentación de conocimientos, y siguen con el mejoramiento continuo de procesos, pues al mejorar tanto los procesos constructivos como los procesos de planificación, evidentemente se mejoran y corrigen los errores cometidos tanto en la planificación como en las políticas habitacionales o en los planes nacionales de vivienda; la acumulación sistematizada de la experiencia en el ciclo de vida profesional es la clave del éxito.

La acumulación de la experiencia asegura el éxito en los procesos de hacer ciudad, ya que profundiza los criterios utilizados en las tomas de decisiones

El proceso de hacer ciudad, es como el proceso que viven los profesionales en su vida misma. Por ejemplo, cuando una persona se gradúa de arquitecto, de profesional, de ingeniero, tiene las características de soñador, en el transcurso de su vida profesional llega al ciclo constructivo y observa cómo es la realidad de los procesos, luego se relaciona con todas las personas a nivel humano y se desarrolla todo el nivel técnico para tratar de hacer las cosas lo mejor que se pueda; pero, llega un momento en el ciclo de vida que esa persona técnica que fue soñadora, regresa a la parte de planificador para ser soñador otra vez. Entonces, todo ese proceso trae como resultado, una mejora sustancial del nuevo proceso de planificación.

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El cómo hacer las cosas influye directamente en el qué hacer y por eso es la experiencia acumulada la que promueve el conocimiento de cada cual en el proceso constructivo, el ideario de una vivienda, la proyección de estrategias o de las ciudades. Las estrategias, le dan al gerente la discrecionalidad sobre una toma de decisiones, y este es otro de los factores claves en el proceso, ya que por ejemplo, en el proceso de desarrollo de los planes inmobiliarios, las estrategias se convierten en lo que llamaríamos un manual para el éxito de los desarrollos inmobiliarios.

Ahora, es claro que en el contexto político y económico, los indicadores macro, son otro de los elementos primordiales dentro del proceso, ya que la seguridad física determina el desarrollo de nuevas comunidades, la disponibilidad de tierras, los profesionales involucrados en el desarrollo, y por lo tanto las leyes, decretos, planes de desarrollo y las políticas o estrategias de vivienda.

Finalmente, me gustaría decir que de lograr resumir en un manual —como lo fueron las Leyes de Indias— los criterios fundamentales (criterios acerca de las calles, las plazas, la ubicación de la iglesia, la ubicación de los centros de gobiernos), seguramente tendríamos ciudades como las heredadas de las Leyes de Indias, que se caracterizarían por su calidad urbana. El secreto de los instrumentos es permitir, que con cierta discreción los criterios se adecuen a las características físicas específicas.

La flexibilidad de los instrumentos permite la adecuación a las necesidades específicas

De lograr que todos estos elementos se conjuguen en el manual de calidad, el desarrollo de viviendas o nuevas comunidades habrá avanzado muchos kilómetros hacía delante.

Luego, al preguntarse si vivienda y ciudad son dos caras de la misma moneda, quisiera decir, que particularmente, visualizo esa relación como unos dados; no se puede hablar de que la ciudad y la vivienda están juntas en una misma moneda, sino más bien que la ciudad, es un gran plato que sostiene una moneda de muchas caras, donde muchísimos profesionales pueden aportar diferentes experiencias.

El desarrollo de la vivienda y la planificación de nuevas ciudades, debe darse mediante el desarrollo de la autogestión y la autoconstrucción, orientando los procesos con estrategias, manuales de calidad, nuevas leyes y nuevos planes nacionales. Como dice Toro, en su libro titulado «La vida en los bosques»: «hay algo en la misma actitud, en el hombre que construye su casa y en el pájaro que

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se desarrollaría universalmente, así como universalmente cantan los pájaros cuando están empeñados en esta tarea. Hacemos como el pájaro que pone sus huevos en nidos hechos por otros.

La cuestión fundamental, está en preguntarnos qué lugar ocupa la arquitectura en la experiencia de conjunto de los hombres.

ALBERTO SILVA.

Independientemente de que sea una moneda o un plato con unos dados, habrá

que coincidir en que el problema de vivienda —si hay un problema de vivienda—,

no sólo es un problema de la ciudad como hecho planificado, sino que es necesario entender la ciudad como la vida misma. El problema en la vida de los venezolanos, es el hábitat en el cual nos desenvolvemos.

El 30% de los venezolanos viven en urbanizaciones o áreas más o menos residenciales, mientras un 70% lo hacen en asentamientos urbanos informales. Estos dos distintos espacios tienen algunas características en común y otras no. Por ejemplo, todos coincidimos en la inseguridad, pobreza, deficiencia o ausencia en los servicios y las compartimos a pesar de las diferenciaciones sociales. Pues bien, igual pasa con el espacio público, pues éste es compartido por todos.

El espacio público como punto estratégico para minimizar las diferencias sociales

Por lo tanto, el espacio público se convierte en el punto de contacto, y lo triste del asunto, es que por lo general, en las urbanizaciones éste se encuentra prácticamente invadido por el automóvil, como si le perteneciera. Luego, en los barrios la situación es aún peor, pues no hay sino viviendas y unas cuantas callejuelas por dónde llegar a las viviendas. Es el desequilibrio en la distribución y uso del espacio público, una de las barreras a superar, pues parece que la vialidad que a unos les sobra a otros les falta; carecen de acceso, y desplazarse se convierte en un lujo.

Esa es la realidad, y ante ella el Estado, más que ponerse a construir viviendas debe abordar los temas que le corresponden y ejercer su papel dentro del proceso de planificación y facilitación del mercado.

El poder nacional tiene sus limitaciones, y por lo tanto, debe concentrar sus esfuerzos en la descentralización de las autoridades. El problema de la vivienda y la ciudad, es un problema de diseño urbano y, fundamentalmente, es un problema de gerencia municipal.

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Una buena política económica es la mejor política habitacional

Todo el problema de vida que tenemos —como destacaba Graciela Flores— es un problema de economía, y en el fondo, todos estos factores son aristas distintas y no hay una sola clave en todo esto.

La diferencia con respecto a otros países la establece la situación de la economía, pues si la economía está bien, la gente tiene cómo proporcionarse una vivienda y los gobiernos municipales y locales tienen cómo urbanizar y dotar de servicios adecuados a las ciudades. En cambio, cuando la economía está mal, la gente no tiene cómo proporcionarse una casa y tiene que invadir terrenos, pues el Estado no tiene los fondos para urbanizar y mucho menos para subsidiar la falta de vivienda. De tal manera, lo mejor que puede hacer el Estado como política de vivienda, es una buena política económica, independientemente de las otras funciones que le tocan.

Con relación al interés de la UNIMET en este tema, es necesario mencionar el aporte que se está haciendo para la consolidación de experiencias y para la apertura de nuevos programas, y este foro es una demostración de la importancia que tiene el tema para la universidad, pues el objetivo es fortalecer el proyecto para la creación de un Centro de Estudios de Vivienda y Hábitat.

OSCAR GRAUER.

Creo que tenemos que hacer un ejercicio de introspección muy grande, para entender que el problema particular de vivienda y la ciudad, a pesar de ser técnicamente muy complejo, tiene que ver con mucho de nuestros prejuicios. El trabajo introspectivo, debe ser muy grande, pues la solución a la problemática urbanística de nuestras ciudades, está relacionada con la tarea de minimizar la separación de esos dos mundos distintos que conviven —hasta cierto punto— en el espacio público; tejer la ciudad, es la misión.

Esta misión, debe comenzar por dotar las ciudades de áreas donde las diferencias entre uno y otro realmente se minimicen, para que todos vivan mejor, no obstante, primero, tenemos que romper muchas barreras dentro de nosotros mismos y esa ruptura requiere de un trabajo interno de organización propia. Luego, la discusión podrá orientarse hacia el cómo hacerlo, considerando el mencionado carácter multidisciplinario del asunto, pues como dijo Quintana, en la vida de los profesionales llega el momento en el que les es imposible distinguir cual es su profesión original, Ahora, la pregunta que sigue es ¿qué hacemos?, porque obviamente estamos capacitados y tenemos la experiencia, pero algo está faltando.

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Las respuestas que buscamos al problema de la vivienda y la ciudad, creo que están relacionadas al sistema de regulaciones abiertas, ejemplificado anteriormente con el caso de las Leyes de Indias. Hay que resaltar, que este instrumento planteaba un urbanismo abierto, lo cual es radicalmente diferente a lo que nos enseñaron deformadamente en las universidades; un Urbanismo confinado, en el cual los urbanistas y los arquitectos se crean islas dentro de las ciudades.

Habrá sólo que apreciar la libertad y orden con que se conformaron la mayoría de nuestras ciudades, con esquemas urbanos donde predominaban las manzanas bien orientadas y claramente relacionadas con las escuelas, las iglesias, etc. Inclusive, el instrumento en su particular flexibilidad, permitía la regulación de la orientación de las calles en función de la dirección de los vientos y el sol.

Nuestras ciudades empezaron a destruirse en cuanto desaparecieron las Leyes de Indias y empezamos a aparecer los urbanistas. Por esto, cuando tenemos la obligación de replantear el cómo hacer ciudad, para lograr que se comiencen a urbanizar tierras y organizar a la población, se debe tener mucho cuidado en no cometer los mismos errores causados por la rigidez e inmovilidad de los instrumentos de planificación y regulación.

Debemos ir hacia el urbanismo abierto, hacia la alta densidad con baja altura, manejando densidades mínimas y densidades máximas. Por ejemplo, no más de 1.000 hab/ha residencial. Luego, habrá que abordar temas como la diferenciación de los contextos y después hablar sobre los contextos, densidades brutas, brutísimas, y toda esa cantidad de cifras que el planificador establece como referencias base para la formulación de los indicadores de control.

La claridad en las tipologías urbanas garantiza la efectividad de los instrumentos regulatorios

Además, habrá que tener claras las tipologías urbanas que guiarán el proceso de urbanización. Por ejemplo, particularmente he recibido una fuerte influencia de Germán Samper, quien sostenía, que según su criterio, sólo deberían existir dos normas para crear una ciudad: primero, no permitir edificaciones mayores de 5 plantas de altura y tampoco menores, segundo, se prohibirían todos los retiros de frente y laterales y se permitiría mezclar los usos en las calles.

La ciudad baja es la que ha ido desapareciendo, pues se ha cambiado la

pequeña escala en favor de los superbloques —y en esto acepto mi

responsabilidad—, sin advertir que hay una relación directa entre el número de hechos vandálicos y la altura de los edificios, lo que quiere decir, que mientras más aumenta la altura de las edificaciones más se eleva el índice de violencia y agresividad urbana —por eso tendré que seguir dando charlas, para acabar con los superbloques—.

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ALFREDO CILENTO.

El problema fundamental que nos está afectando, es la tendencia a ocultarlo todo, es como vestir de traje a los limosneros, pues existe un interés desmedido de no reconocer cuáles son las características reales del medio en el que nos desenvolvemos.

Ocultar las realidades con falsas apariencias es el fondo del problema

Al parecer todos siguen pensando que por tener petróleo somos un país rico, cuando en realidad, el petróleo no nos garantiza ninguna otra riqueza que la fiscal, riqueza que además de nada sirve sin criterios asertivos.

Venezuela, en los últimos veinticinco años, ha pasado de ser un pobre país rico a un pobre país pobre, tal es la situación, que a mediados o finales de los años setenta, el salario mínimo era de 500$, mientras que en la actualidad el salario mínimo de un venezolano es de 170$. Ahora, frente a esta caída de los ingresos reales, cómo se puede hablar de ahorristas habitacionales; qué tipo de clientes pueden ser unos ciudadanos que en veinticinco años han visto retroceder sus condiciones de vida y crecer sus vulnerabilidades. La mayor vulnerabilidad de los venezolanos, es la pobreza.

Entonces, la pregunta fundamental que se nos plantea es ¿cómo hacer una ciudad pobre?, porque para hacer una ciudad rica se necesita dinero, pero para hacer una ciudad pobre se necesita disponer de métodos que permitan producir con más calidad a menor costo, y éste es el reto que se les plantea a las universidades, cuerpos colegiados, profesionales y comunidades en general.

Los venezolanos, dentro de su mundo imaginario de riquezas nacionales, están acostumbrados a seleccionar siempre lo más caro, pues existe una conciencia colectiva que sugiere que siempre lo más caro es lo mejor. Es por esto, que resulta tan difícil que todos comprendan que siendo un país pobre, debemos planificar y construir ciudades pobres; hacer de esas ciudades pobres, ciudades de alta calidad de vida urbana y además sustentables desde el punto de vista físico, político, social, económico y ambiental, es el verdadero proyecto.

Fomentar la cultura de calidad debe ser una prioridad nacional

Así mismo, para lograr afrontar el reto, habrá también que avanzar en la formación de la cultura de la calidad, pues durante los últimos años —y no es por culpar a todo el «puntofijismo»—, el Estado venezolano ha construido espacios

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aceras y los brocales de las calles. Por ejemplo, en Venezuela hay 5.000 puentes dañados de los cuales 2.000 están a punto de caerse, y el Ministerio de Infraestructura está en conocimiento de la situación, sabe que tiene un problema dificilísimo; pero nadie mueve un dedo. Claro, ahora inventarán que hay que construir «puentes dignos», olvidando que el problema, es que hay que reparar y mantener las cosas.

Efectivamente, tenemos una cantidad de fortalezas, pues contamos con el recurso humano y el recurso material, aun cuando este último recurso sea percibido y utilizado como un milagro, o lo que particularmente llamo: «El milagro de la moneda del jugador». Como en las películas de Las Vegas, en Venezuela, a nadie le importa arriesgarlo todo, pues confían en que el petróleo vendrá a salvarles. Es como esa última moneda ganadora que un hombre encuentra tirada en la calle después de haberlo jugado todo, después de haber perdido la casa, la mujer y hasta el perro; cuando en Venezuela lo hemos perdido todo, y la economía está al borde del colapso, de repente, como por arte de magia o gracia divina, suben los precios del petróleo, todo se tranquiliza y el desorden sigue.

Afrontar la pobreza del país como una realidad y diseñar nuevas estrategias acordes con esa realidad, es el primer paso

Hay que reenfocar toda la problemática, para acabar con los espejismos efectistas, que lejos de ser una solución, lo que hacen es evidenciar aún más el problema. Habrá que entender que construir viviendas de 70m2, con piso de cerámica y techo de madera y teja, no va a solucionar el déficit habitacional; no se puede seguir disfrazando al limosnero con un traje.

Un ejemplo más de lo equivocada que resulta la política oficial, es el caso de las viviendas de madera que se construyen actualmente en la Costa de Sucre, en Macuro. El proyecto incluía la construcción de cuarenta viviendas de madera, que además por razones climáticas son muy «apropiadas» para el sitio. Pues bien, se armó un gran lío entre el ingeniero inspector, el INAVI y el contratista, porque este último no había colocado un punto de calentador, sin entrar a reflexionar que las casas de Macuro no necesitan un punto de calentador sino un punto de enfriador; ése es el tipo de cosas que afectan el proceso, ese repetido interés en disfrazar la realidad de un país pobre con accesorios irrelevantes, más aún cuando el gobierno luego se inventa que una «vivienda digna», es toda aquella que tiene un punto de calentador. Así se abordan actualmente los problemas en Venezuela, ése es el drama al que debemos atender, de eso se trata la «reconstrucción del país».

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Luego de escuchar todos los planteamientos, y recordando las conclusiones a que se llegaron durante el evento organizado por las Naciones Unidas, en Estambul, se puede coincidir con las conclusiones expresadas en «Hábitat ll», al plantear que una vivienda adecuada significa algo más que tener un techo bajo el cual guarecerse; vivienda significa también disponer de un lugar privado, un espacio suficiente, accesibilidad física, seguridad adecuada, seguridad de tenencia, estabilidad y durabilidad estructural, iluminación, calefacción y ventilación suficiente, infraestructura básica adecuada (agua, saneamiento, eliminación de desechos, desplazamiento), acceso al trabajo y todo ello, a un costo razonable.

Claro, que al igual que ellos, entendiendo la dificultad del proceso, debemos estar conscientes de que todo esto se debe garantizar en forma progresiva, pero hay que comenzar en algún momento.

OSCAR GRAUER.

Como decían en la Cámara de la Construcción, la prioridad del país es la educación, pero en este momento lo principal es la educación del gobierno.

Efectivamente, aunque la academia no va a cambiar el problema, sí puede contribuir a la solución, por tal razón la Universidad esta interesada en enfocar el problema a partir de la ciudad y del espacio público, no importa si al principio la lucha sea radical, pues es una pelea muy grande que tenemos que dar a nivel nacional, para lograr cambiar muchas preconcepciones y prejuicios.

El escenario urbano por el cual tenemos que luchar, es uno donde venezolanos y extranjeros, de todos los niveles socioeconómicos participen, para minimizar las diferencias desde el espacio público en el que todo converge.

En la medida en que seamos exitosos con cada operación, con cada proceso, en esa misma medida conseguiremos mejores ciudades y mejor calidad de vida.

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