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Experiencias de un autor de teatro de masas

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(1)

EXPERIENCIAS

DE

UN

AUTOR

DE

TEATRO

DE

MASAS

Rodolfo

Soto V.

En

Chile,

dos

veces al

año,

con motivo

de la

competencia

futbolística,

las

Universidades

de

Chile

y

Católica,

cada vez que sostienen sus

encuentros,

antes

del

partido efectúan una representación artística que es conocida como

"CLA

SICO UNIVERSITARIO".

A través

de

muchos años se

ha desarrollado

una

técnica

que en este mo mento es necesario analizar por su

importancia

y

por

las

proyecciones que en cierra.

Estas

presentaciones nacieron oficialmente en el año

1939.

Sencillas,

humorísticas,

basadas

en alusiones a

jugadores

del

equipo contrario.

Cada

universidad comenzó realizando gimnasia

de

cartones en graderías

y for

mando con variados

colores,

insignias

o

figuras.

Pasó

el

tiempo y

se sintió

la

necesidad

de bajar

a

la

cancha

y

con

diez

o

doce

personas

disfrazadas

se siguió

haciendo

alusión al equipo con

trario.

Lentamente

este

desarrollo

fue buscando

expresiones más

amplias,

de

más contenido

y

comenzaron a surgir

temas

que pretendían

interesar

a

todos

los

espectadores.

Dirigentes

y

público

fueron

madurando en esta metamorfosis

del

espectáculo.

Actualmente,

al

recordar,

se puede comprobar cómo en una cancha

de fútbol

se

han hecho

representaciones con miles

de

actores

de los

más

variados

temas

que van

desde

comedias

musicales,

hechos

históricos,

ex

trañas

y

sentimentales

fantasías,

hasta

montajes

folklóricos,

etc.

Sin

buscarlo,

los

dirigentes de

estos

espectáculos,

descubrieron la difícil

técnica

del

teatro

circular

y,

más

aún,

del

teatro

de

masas.

Cien

mil personas se reúnen

dos

veces al año.

La

primera para contem plar un espectáculo

totalmente

realizado con

luz

natural,

donde

la

entrada a esce na

del

actor

y

el

decorado

presentan graves

Inconvenientes

técnicos, dado

que

la

vista

de!

espectador está cubriendo

todos

los ángulos del

estadio.

La

segunda

(2)

vez se efectúa

de

noche,

lo

que posibilita al

director

el generar

una

atmósfera

desreallzada

por el

juego

de luz y

sombra a

la

vez

que,

técnicamente,

permite

el

ingreso y

salida

de

personas

y decorados

por zonas

intencional

mente obscure

cidas,

mientras

la

acción sigue en otros

lugares

de la

cancha,

manteniendo una secuencia

y

variación

de

escenas que arrancan aplausos por su grandiosidad.

Hablar

de

teatro

o espectáculo circular para cien mil personas que

for

man un anillo

de

ojos en

torno

a

la

escena,

es

quizás,

para quien no

haya

asis

tido

a estas

funciones,

un poco pretencioso.

Se

presentan

dos

graves problemas: el sonido

y la

visión.

El

sonido se entrega grabado por medio

de

una red am

plia

de

altoparlantes.

Esto

da la

garantía

de

tener

grabados

coros,

grandes orques

tas,

actores que entregan

los

más variados matices

de

volúmenes,

Pero

esta ga rantía provoca el

trabajo

más agotador que consiste en

tener

cada movimiento en cancha

(en

escena)

muy

medido,

preciso

y

justo,

pues cuando comenzó el espectáculo

y

se apretó el

botón

de la

grabadora,

nadie podrá

detenerlo y los

cinco mil

actores,

más

los

miles que

tienen

a su cargo entrar

y

sacar

decorados,

corrientemente

muy

grandes,

saben

los

segundos precisos que

tienen

para

lle

gar

y

salir

de

un punto.

Segundo

grave problema:

VISION. Los decorados deben

estar

muy

pro

porcionados a

la inmensidad

del

escenario

(120

m. x

80

m.),

y

a pesar

de

ser

tan

grandes,

NO DEBEN

PRESENTAR

DIFICULTADES DE VISION A NINGÚN ES

PECTADOR DEL ESTADIO.

El

Clásico

se caracteriza porque no se

trabaja

con un solo

frente,

ni se

dedica la

acción a una

determinada

sección

de

público.

Quien

asiste,

sabe que

las

escenas

le

estarán

tan

dedicadas

a

él

como a cualquier otro sin considerar el va

lor de

su

entrada,

ni su ubicación en el estadio.

Para

lograr

este avance

técnico

se

ha

llegado,

a

veces,

cuando

la

sutileza

del

tema

lo

requiere,

a

presentar,

SIMULTÁNEAMENTE,

cuatro veces

la

misma

escena.

O

sea,

si

doce

personajes reales necesitan

hablar

en reducidos

espacios,

se

divide la

cancha con

decorados

que cruzan en

diagonal y dejan habilitados

CUATRO

espacios

y

en cada uno

de

ellos el argumento sigue su

curso,

sin que

el actor pierda contacto con su público más cercano.

O

sea

48

actores,

divididos

en cuatro grupos

de

12

personas en cada

sección,

con

la

misma

banda de

sonido entregada por

la

amplificación

única,

siguen

desarrollando

el argumento sin ale

jarse

de

SU

público.

En

otros

casos,

un solo personaje

ha

mantenido

la

atención

y ha

sido

captado por

todos

los

espectadores,

debido

a que sus medidas son proporcio nadas a

la

escena.

Ejemplo:

un gigantesco

muñeco,

llamado

Cocoliche,

y

que

to

caba un piano

de

seis metros

de

teclado

por

tres

metros

de

altura,

fue hilva

nando

historias

musicales,

mientras en el

interior

de

su cuerpo

de

mimbre,

cin co personas

movían,

unos sus

brazos,

otros su

boca,

los

ojos,

la

cabeza,

entre gándole vida a este

inmenso

muñeco

de

ocho metros

de

alto,

que sentado en un taburete

iba

recordando a

los

hombres

momentos ya

idos,

con rondas

infan

tiles,

con cuentos

de

tierna

pureza

y

haciendo

un

llamado desesperado y huma

no a

los

mayores

y

a

los

niños para que no olvidaran

las

cosas sencillas

de la

(3)

vida,

supieran

valorarlas

y

se alejaran

del

materialismo que mata

ilusiones. Y

ese muñeco

de

mimbre,

cartón

y

género,

fue

escuchado

y

querido por el pú

blico

que encontró en

él

un símbolo

de los

sueños

de

juventud.

Otra

noche,

un muñeco

de diez

metros

de

alto,

que cobraba vida a

través

de

muchos

hilos

manejados

desde la

obscuridad,

por veinte muchachos

y

que

pendía

de

una parrilla

de

metal que se

deslizaba

por un cable que cruzaba

la

cancha

bajo

el nombre

de

PILIN,

hizo

un

llamado de

amor,

maravilloso.

Habló

directamente

a ese público escondido en

las

sombras

y

les

dijo: "Ustedes... lle

van

ahí,

juntos,

muchos minutos... están sentados codo a codo

Y NO SE CONO

CEN...

Señores...,

señoras...,

jóvenes...

En

este rincón

del

mundo

tatuado

con

odios, guerras,

dolor

y

egoísmo...,

demos

esta

noche...,

por unos

segundos,

un

ejemplo

de

amor...,

miren a quien está a su

lado

y

estrechen su mano.

No

ten

gan vergüenza

de

mostrar a

las

estrellas

y

a

la luna

que nos mira este gesto que

tanto

necesita el mundo".

El

muñeco siguió

hablando,

pero,

según e¡

argumento,

debía

volver a una

caja,

de la

cual podía salir

tan

solo una

hora

a conversar con una campana que

a

las doce de la

noche

le

daba

vida.

Cuando

estaba

lanzando

su mensaje

de

amistad,

que

impresionó

a

los

cien mil

espectadores,

la

campana

insistió

que

volviese a su

lugar,

pues ya

debía dar la

una

y

a esa

hora Pllín debería

estar

en su

caja,

para que otras noches pudiese volver a vivir.

El

muñeco renunció a ese

derecho y

con voz entrecortada

fue

agonizando

y

su cuerpo

de

trapo

hundiéndose

en

la

cancha,

mientras rogaba a

todos

que se atreviesen a

hacer

el pequeño gesto

de

estrecharse

las

manos.

La

campana

dio

la

una

y Pilín dobló

su cabeza

y

un estadio entero quedó

sobrecogido,

en silen

cio,

varios segundos.

Después

al encenderse

las luces los

espectadores con ner

viosa

y

comprensiva sonrisa se miraban unos a

otros,

y

esa

noche,

en un

estadio,

todos

se sintieron amigos.

Pilín

no

había

muerto en vano.

Una

vez

fue

un

barco

que en

la

cancha avanzó sobre un mar

furioso,

hecho

con miles

de

metros

de

género

y bajo los

cuales

Iban

cientos

de

mucha chos moviendo sus

brazos,

que

daban la

impresión

de

un mar agitado

y bravio.

El

barco

era un escampavía

llamado

YELCHÓ,

que sirvió

de

Instrumento

al valor

de

marineros chilenos encabezados por el piloto

Pardo,

quienes escribieron una página que

llena de

orgullo a

los

hijos de

este suelo.

Ellos

demostraron

el

heroís

mo más

bello

a que puede entregarse un

hombre;

fueron

a salvar

23

vidas

aisladas en

los hielos de la

Antártida.

Se

superó

todo

problema

técnico

y

el pú

blico

vio

mar...,

hielos

que se rompían al paso

de la

Yelcho;

montañas

de

hielos,

que se oponían al paso

de la

embarcación

y

escondían a

los

sobrevivientes

de

la

expedición

de Shakleton. Toda

esta escena cubría

totalmente

la

cancha,

y

aún

más,

subía por

determinada

parte

de las

graderías

y

llegaba

hasta

el marcador

que cubierto

de blancos

géneros era un

Iceberg

más.

El

público vio un

desplie

gue

técnico

insuperable...,

y

VIO

HISTORIA.

Es

así

como,

con estos espectáculos un público

ha

vibrado,

a

través

de

años,

con

los

más variados

temas.

Gran

perfección se

han

exigido a sí mismos

los dirigentes.

El

espectador

ha

evolucionado más rápido que

las

posibilidades

(4)

técnicas

y

económicas

y

en este momento ya se

hace difícil

producir un equili

brio

entre

lo

que el público cree

lógico

exigir

y lo

que es realmente posible en

tregar

en escena.

Todo

este montaje está provocado por el

interés

de

ambas

Instituciones

deportivas

que primero

desean

obtener utilidades

y

fríamente

no se

impresio

nan con

los

impactos

teatrales

y

no

les

preocupa el que algún

día,

este espec

táculo,

que es auténtica creación

chilena,

único

en el

mundo,

medio eficaz

y

profundo para

llegar

a

la

masa,

llegue

a estrangularse por

la desmedida

propor ción

de

gastos

y

de

anhelos

de

un público que no quiere comprender que con

los

medios

de

que se

dispone

en este

país,

es

difícil,

muy

difícil,

satisfacer el

deseo de

grandiosidad

y

belleza

que se

desea

observar en escena.

Estos

montajes,

en que participan miles

de

actores,

todos

estudiantes

que

trabajan

gratuitamente,

con gran sacrificio

(ensayan

durante

meses,

día

tras

día),

requieren gastos

como,

por

ejemplo,

el vestuario

de

miles

de

extras,

decorados

gigantes,

la

participación

de

profesionales que consagran meses a su

preparación,

tales

como:

escenógrafos,

coreógrafos,

compositores

musicales,

or

questas,

coros,

solistas,

actores;

costureras,

pintores,

tramoyistas,

carpinteros,

electricistas,

dirigentes

especializados en

dirigir

miles

de

muchachos que no

tie

nen ningún conocimiento

teatral

y

cuyo

único

capital es el entusiasmo.

Es

una ma quinaria

humana

y

profesional que se

ha

¡do

perfeccionando con

los

años

y

ante un público que exige con cariño

y

orgullo que se supere cada vez más.

En

los

primeros años

todos trabajaban

gratis

(dirigentes

y

actores)

y

el espectador

sonreía con cualquiera cosa.

Ahora,

todo

es

diferente. Querer

volver a

lo

antiguo es un sueño sólo aceptable en un

fanático del

ayer.

Se

puede

hacer,

pero el público no

lo

aceptaría.

Este

muchacho

de

26

años,

llamado Clásico

Universi

tario,

no puede volver a usar pantalón corto.

Y

ya que

hemos dicho

que este muchacho

tiene

26

años,

nos puede re

sultar

lógico

el que

hubiese

sido

invitado

a

los

Estados Unidos

a mostrar

lo

que sabe

hacer.

En

un estadio

de

béisbol,

con capacidad para

65

mil

espectadores,

la

tar

de del

7

de

Noviembre

de

1965,

el público norteamericano pudo observar

y

aplaudir,

una expresión artística que

había

nacido en el sur

de

América. Los

téc

nicos,

directores y

artistas

de

Hollywood,

que antes

de la

función,

al conocer

teó

ricamente el modo

de trabajo, dudaban

que

fuese

posible en un escenario abier

to,

entregar un

argumento,

mover grandes masas

de

actores,

cambiar

decora

dos,

etc.,

reconocieron que

había

una

técnica

depurada,

que era posible el entre gar una secuencia

argumental,

que salía grato a

la

vista el movimiento armó nico

de los

etxras,

que no molestaba el que

todo

estuviese

grabado,

dado

que

todo

encajaba perfectamente

y

que

la distancia

entre actor

y

público no

altera-raban

la

vibración

y

el entendimiento que

debe

existir entre el que actúa

y

el que recibe.

Cuando

todo

esto quedó en

claro,

al

finalizar la función

y

escuchar

los

aplausos

y

felicitaciones,

toda

una generación

de

muchachos

y muchachas,

que en un rinconcito,

llamado

Chile,

habían

entregado

horas,

días

y años,

sueños e

(5)

ilusiones

a un

trabajo

nuevo en

espectáculo,

nuevo en

todo

el

mundo,

estaban

recibiendo

la

consagración a sus esfuerzos en el

lugar

que es

la fuente y

capital

de los

espectáculos.

Triunfar

en

Hollywood,

con algo nacido

y

creado en

Chile,

era obtener el máximo galardón

del

triunfo.

Por

eso

hemos dedicado

estas

líneas

a este

trabajo

artístico que necesi

ta

apoyo

y facilidades

para su

perfeccionamiento;

que necesita que

los

técnicos

que

han

brotado,

primitivamente,

en medio

de

este

trabajo,

reciban ayuda

y fa

cilidades para

ir

al extranjero

y

perfeccionar sus conocimientos.

Así

como

están,

con sus propios medios

de

aprendizaje,

con el

único

respaldo

de

su

Imaginación

y

perseverancia,

han

salido al extranjero

y han ENSEÑADO.

Hay

coreógrafos, escenógrafos,

directores

que con una escasa ayuda en

becas,

viajes

breves,

facilidades

para

la

compra

de

libros,

podrían multiplicar su capacidad

y

rendimiento,

para regocijo

del

público chileno

y

para agregar un avance a

los

espectáculos

de

otras

tierras.

Es

teatro

de

masas,

el

teatro

que necesita nuestra

época,

nuestros pue

blos,

y

en

donde,

como ya

hemos

dicho,

se puede

hacer

vibrar con música

y

bailes

a miles

de

espectadores;

en

donde

se puede enseñar

historia;

en

donde

miles

y

miles

de

personas pueden recibir un mensaje

de

amor o

de

paz

y donde

miles

y

miles

de

obreros, empleados,

filósofos,

niños,

gobernantes,

universita

rios,

lustrabotas,, ven,

sienten

y

entienden.

Hemos

creado

teatro

para una

Nación,

y

todos

pueden verlo

y

escuchar

lo en el mismo

instante

en que se

estrena,

y

por

ello,

creemos

de

justicia

el apoyo

y

estímulo

de la

tierra

que

lo

vio nacer.

Cuando

se

insiste

en que se

ha logrado

un medio

teatral

de Interesar

a

grandes masas

de

espectadores,

a miles

de

actores que con cariño

y dedicación

ensayan

durante

semanas,

gratuitamente,

los

diversos

movimientos

de

grupos

y

de

grandes

decorados...,

podría

parecer,

para quien no

haya

vibrado con esta

tiesta,

que

todos

estos argumentos son

exagerados...,

pero

basta

tan

sólo recor

dar

el

último Clásico

nocturno presentado a

fines del

mes

de

Enero

de

1965,

cuando

las

entradas al estadio estaban agotadas semanas antes

y

el conseguir una era

francamente

una proeza.

Hubo

casi cien mil

personas,

apretujadas en

tor

no a

la

cancha en

las

diferentes

aposentadurías,

y

no menos

de 500

mil

juntos

a receptores

de

televisión,

y

gran parte

de Chile

junto

a

las

radios...

Debemos

aceptar como algo

cierto,

que esta clase

de

espectáculos

ha

llegado

al corazón

de

un pueblo

y

que si sirve

aquí,

en este rincón

del

mundo,

su

técnica,

sus

mensajes,

su valor

teatral

y

argumental pueden servir a

otros,

co mo

sirvió,

por

ejemplo,

el argumento presentado en este nocturno que

llevó

a

los

espectadores

y

oyentes al año

2100 y

esa

época los hizo

vivir

y PENSAR.

Todo

comenzaba con una reunión

de

altas autoridades que

formaban

el gobier

no

único del

mundo.

La

tierra,

según el

argumento,

ya no estaba

dividida

por

fronteras,

ni

los hombres

agitaban

banderas

de

colores que

definen

terrenos,

sentimientos

y

pasiones.

Se

había logrado

algo superior.

Los

hombres

se

habían

unido sin mirarse

la

piel

y

vivían en paz.

El

Consejo,

al comenzar

la

acción en

(6)

la

cancha,

se

había

reunido en pleno para condecorar a un valiente astronauta

que,

a

través

de desconocidas

galaxias,

viajó con su nave para

descubrir

un

planeta...,

y

se escuchaba

la

voz

del

Presidente

del Consejo

que

decía

a este

Colón del futuro:

■—

Has

vuelto...

y

has

enriquecido nuestros mapas.

Ampliaste

el

límite

de

nuestras conquistas

y

has

vuelto

trayendo

entre

tus

manos una nueva sustan

cia que nos servirá para

hacer lápices de

colores...

El

astronauta es condecorado.

Se

retira

de

escena

y

en ese

inmenso

salón uno

de los

concejales pide

la

palabra

y

el

fondo

de

su

texto

habla

más o menos así:

¿Hasta cuándo seguimos en esta

locura de derroche? No

sigamos arries gando

la

vida

de

nuestros astronautas.

No

despilfarremos fortunas

por encontrar sustancias para

hacer lápices de

colores.

Volvamos

los

ojos a

la

tierra

y

entre guemos nuestro esfuerzo en procurar el progreso a

todos

los

hombres,

en

darles

el

bienestar,

la

cultura,

la

alegría

de

vivir,

que,

es

justo

pensar,

se merecen a esta altura

de la historia.

Hagamos

volver a

la

tierra

a

los

miles

de

sabios que están

distribuidos

en miles

de

planetas para que entreguen

la

medicina

y

el progreso que millones

de hombres

esperan con ansias.

No

sigamos

financiando

viajecitos

heroicos

a

través

de las

estrellas.

Grandes

aplausos premiaron al

Concejal.

Otro

pidió

la

palabra

y

res pondió:

Son

muchas

las

voces que con

las

mismas palabras se

han

elevado

durante

años

y

años para

detener la

carrera

loca y derrochadora de los

viajes

interplanetarios. Pero

yo quisiera recordar a

todos

los Concejales

un

hecho

que nos ayudó a vivir

y

que ocurrió entre

los

años

1970 y 1975.

Los

años más crí

ticos

de

la

historia,

cuando el mundo estaba

dividido

en

dos

naciones que se

fue

ron adueñando

de los hombres y de la tierra;

cuando el

tener

bombas

atómicas,

era el

tener

la

razón;

cuando

los

hombres

estaban

tensos, día

tras

día,

hora

tras

hora,

esperando el

horrible

comienzo

de

una guerra que envolvería

y destro

zaría

todos

los

continentes...

Un

día...

entre esos

días,

el

hombre llegó

a

la luna...

y

cuando se

supo,

la

tierra

entera

dio

un suspiro

gigantesco...,

el

fusil

cayó

de

las

manos

del hombre

y

levantó

sus ojos al

cielo...,

llenos de

asombro

y

de

espe

ranzas...,

y

fueron

millones

y

millones

y

millones

los

ojos que miraron al cielo.

Y

cuentan

los hombres

que

habían llegado hasta la

luna,

que

desde

allí vieron

la

tierra

que

brillaba y

parpadeaba.

Eran

los

ojos

de las

mujeres,

ancianos,

jóve

nes,

de los

negros, amarillos, rublos, morenos,

que estaban viendo cómo el mun

do,

esta

bolita

de

tierra

que gira en el

espacio,

se

reducía,

ante el espacio gigan

tesco

que comenzaba a ser conquistado...

Y

así vimos que

los hombres

corrieron a

botar

las

fronteras,

para

hacer del

mundo

la

patria

de

todos.

Los

hombres

que

llegaron

a

la

luna,

nunca

dijeron:

somos

de

tal

país;

respondieron

tan

solo:

SOMOS

DE

LA TIERRA.

Se

dice

también

señores

Concejales

que es absurdo que nuestros

sabios estén en estos

días

escondidos entre

las

estrellas,

en sus carísimos

labora

(7)

arriesga-ban la

vida en

la

caza

de

sus alimentos.

Entre

ellos

había hombrecitos

qué nú

les

gustaba

la

guerra

y

no servían para cazar.

La

tribu

los

veía,

solos

y

siempre

pensativos...

Un

día

uno

de

ellos...,

les habló y les

enseñó unos signos.

LES EN

SEÑO

A ESCRIBIR. Y

otro

tiempo

después

uno

de

estos

sabios, tan

caros para

la tribu..., les

enseñó a usar

la

rueda...,

y la historia dio

un salto

de

siglos.

Deje

mos que nuestros

sabios...,

lejos y

solos en

los

cielos sigan estudiando

y

experi

mentando

y

a

lo

mejor,

cualquier

día,

baja

uno

de

ellos

y

nos

trae

una nueva

rueda

y la

vida

del hombre

será más

feliz.

He

citado,

brevemente,

el

fondo del

argumento,

que en esa

escena,

se

dio

a miles

de

espectadores.

Hubo

más

texto,

las ideas

quedaron claras

y fue

Interesante

observar,

cómo ese

Clásico

provocó un revuelo

de

opiniones

Intere

santes que nacían más allá

de

partidismos.

Todos

opinaron pensando en una po

sición

futurista.

Quienes

estamos en este

trabajo,

pudimos

observar, entonces,

que con este espectáculo

(que luego

tuvo

escenas

de

cohetes que cruzaban el es

pacio

de

mundos

extraños,

con caprichosas vegetaciones realizadas en plástico

y

cubriendo

la

cancha

de

un planeta en

donde los

Robots

habían desplazado

al ser

humano,

y

todo

era

fruto de laboratorio

construido sobre el

marcador,

o

sea,

la

torre

del

Estadio,

cubierta

de

miles

de

metros

de

géneros

de

colores,

en

don

de

se producía una explosión que cual volcán arrasaba con

todo

lo

que

había

en

la

cancha

de

ese mundo

de

Robots

y del

cual

huían los

astronautas en un

cohete

de

18

metros

de

altura),

hemos

llegado

a

la

conclusión

de

que con

nuestro

último

estreno,

habíamos

logrado,

además

de

entretener...,

hacer

pen sar a miles

de

personas

y hacerlas

vibrar con

temas

de

actualidad.

Y

he

ahí

donde

creo que

debe

estar

la

próxima ruta a

seguir,

en

los CLASICOS UNIVER

SITARIOS.

Sin

descuidar la

parte

ESPECTÁCULO,

las Universidades

tienen

la

obli

gación

de

usar este medio para

difundir

¡deas,

para

despertar la

inquietud

por

una

Verdad

en

todo

un pueblo.

RODOLFO

SOTO

VENEGAS

Director

de

los Clásicos Universitarios.

Dirigió

por primera vez

la

"barra"

de

Universidad

Cató

lica

en

1955.

Posteriormente

contrató sus servicios

la

Universi

dad de Chile

en

1960. El último Clásico

estuvo

bajo

su exclusi

va

responsabilidad,

con

lo

que se

terminó

con

ia

presentación

doble

que era

tradicional.

Bajo

su

dirección

el

Clásico

adquiere una plasticidad

y

bri

llantez inusitados.

Ha

escrito

y dirigido

también

la

comedia

"Y A

VECES...,

ESTUDIAMOS",

en el

Teatro

Municipal,

y

reeditado

los

Clásicos

en

Estados

Unidos,

teniendo

eomo actor principal a

Mario Mo

reno,

"Cantinflas",

amén

de diversos

programas

de

televisión.

El

buen éxito logrado

por sus presentaciones

ha

motiva

do

contratos para

España,

Francia

e

Italia,

por

la

temporada

1966.

(8)

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