60 Aniversario del Voto Femenino en México Armonización Legislativa
Las mujeres en México somos una mayoría que recibe aún en muchos casos un trato de minoría.
Si lo vemos en cuestión estadística, actualmente las mujeres en México representamos el 51 por ciento del padrón electoral, y somos el 43.5 por ciento de la Población Económicamente Activa.
Sin embargo, a pesar de la importancia que esto representa, como mujeres seguimos teniendo obstáculos que nos dificultan salir adelante. Esa es una realidad que debemos cambiar.
Ésa es la primera convicción que comparto con ustedes en el marco de este evento en el que conmemoramos el 60 Aniversario del Voto Femenino en México. Yo, considero que es esencial democratizar las oportunidades, el bienestar y la prosperidad. Porque mover a México implica que hombres y mujeres nos movamos por igual.
Para que México salga adelante es necesario que las mujeres tengan espacios de oportunidad en todos los ámbitos.
Por eso, el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 a la letra señala que: “Es inconcebible aspirar a llevar a México hacia su máximo potencial cuando más de la mitad de su población se enfrenta a brechas de género en todos los ámbitos.” Hay casi seis millones de mexicanos, mayores de 15 años, que no saben leer y escribir; de ellos, 60% son mujeres.
La proporción de mujeres jóvenes que no reciben educación y que están desempleadas o que no forman parte de la fuerza laboral es 3.6 veces superior a la de los hombres.
La desigualdad laboral se hace presente día a día pues las mujeres mexicanas trabajan más horas que los hombres, en condiciones más precarias, perciben menos salarios, ocupan con mayor frecuencia puestos subordinados y tienen menos prestaciones.
Vemos como 47 de cada 100 mujeres sufre algún tipo de violencia, ya sea física, económica, psicológica o sexual, y a veces es una combinación de unas y otras.
pobreza y que una de cada tres mujeres viven en pobreza moderada. Ésta es la realidad de las mujeres en México, por eso, precisamente por eso, urge mover al país, moverlo a nuevos horizontes y nuevas condiciones.
Frente a esta situación el Presidente de la República, el Lic. Enrique Peña Nieto, tiene una idea muy clara: Democratizar la prosperidad es impulsar una sociedad incluyente en la que nadie se quede atrás.
Nuestra presencia como mujeres es crítica para el avance y consolidación de la democracia y además enriquece el debate público.
Si de escribir una nueva historia para México se trata, hay una nueva historia que escribir para la mujer en México y a nosotras y a todos nos toca hacerlo, ahora, no mañana; en el presente, no en el futuro.
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Así, en ese marco social, económico y cultural es donde la armonización legislativa deja de ser un tema de especialistas; y se vuelve un tema de interés real para las grandes mayorías.
Ahí es donde la armonización legislativa deja de ser un tema técnico y se convierte en una herramienta de política social.
Porque para que México alcance toda su grandeza, es indispensable que todos las conquistas sociales estén respaldadas por el marco normativo adecuado. Un marco normativo que genere una armonía legal entre todos los niveles de gobierno y al interior de las comunidades.
Justamente así es como yo concibo la armonización legislativa.
Porque más allá de tratados internacionales, estoy convencida que la armonización legislativa en México debe articularse en una gran estrategia nacional que asegure que no sólo las mujeres, sino también los jóvenes y los grupos vulnerables tengan oportunidades reales de desarrollo.
Por ejemplo, generar las condiciones para que todas aquellas mujeres indígenas en México que sufren doble discriminación: por su condición de género y por su origen étnico, puedan cambiar su realidad.
Es indignante que el 76 por ciento de las mujeres indígenas se encuentren en situación de pobreza y que 40 por ciento de ellas se encuentran en pobreza extrema.
Es nuestro deber democratizar la prosperidad. Porque la prosperidad duradera, sólo se da dentro de las normas y las instituciones.
Por eso las leyes deben adoptar principios rectores universales en cada una de ellas.
Cada ley debe ser armónica con los ideales de justicia y con los valores universales en los que México cree y con los que ha suscrito con la comunidad internacional.
Porque armonización legislativa no es al final otra cosa que garantizar que cada norma, que cada ley, por específica o especializada que sea, suscriba y refleje los grandes valores en lo que creemos.
La armonización legislativa le da ideales que seguir a las leyes; la armonización legislativa vigila que nuestras grandes metas sociales sean coherentes y universales.
La armonía legislativa, le da armonía ideológica al Estado de Derecho y es la base de la armonía social duradera, así de simple, pero también así de profundo.
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Cabe señalar que a lo largo de estos 60 años se han desarrollado historias de lucha a favor de la mujer.
No obstante, para llegar a las reformas constitucionales de 1953 se libraron luchas previas para obtener el derecho a votar y ser votadas.
La ciudadanía plena que actualmente tenemos las mujeres es producto de luchas como la encabezada por Hermila Galindo.
Activista social y feminista, quien en 1916 envió al Congreso Constituyente la ponencia “La mujer en el porvenir” solicitando, entre otros aspectos, que la mujer tuviera derecho al voto de las autoridades.
En dicho texto señalaba que si la mujer tiene obligaciones, sería razonable que también contase con derechos, argumentando que “para las obligaciones la ley nos considera iguales y solamente tratándose de prerrogativas nos desconoce y no concede ninguna de las que goza el varón.”
Para mí, como yucateca y como militante del PRI, es muy importante hacer mención que Yucatán fue el primer estado en reconocer el sufragio femenino en 1922.
Asimismo, el Partido Nacional Revolucionario, antecesor del PRI, en su Declaración de Principios de 1929 estimulaba el acceso de la mujer mexicana a las actividades de la vida cívica.
Es decir, tanto por el estado en el que nací como por el partido político al que pertenezco, tengo muy arraigada la equidad y la perspectiva de género.
Por todo ello, de algún modo y a mi forma, he tratado de contribuir con reducir las brechas sociales y de género.
Así, a lo largo de mi trayectoria política he trabajado de manera incansable para que la diferencia de género NO siga siendo un obstáculo en la igualdad de oportunidades.
Yo nací en condiciones muy modestas, y aunque fue muy duro, hoy ese origen me llena de orgullo.
Cuando era niña, el futuro me parecía poco prometedor.
¿Qué podía esperar de la vida una niña que vivía en una pequeña comunidad rural, en una de las zonas más pobres del país, y que había abandonado sus estudios para aportar un ingreso a su familia?
De verdad ¿qué se podía esperar de mí, qué podía esperar yo misma de mi destino? La verdad es que no mucho, pero saben, por algo, por algo estoy aquí.
Por algo quiero que mi historia de éxito se repita.
Fue el deseo, el coraje de salir adelante lo que me impulsó y lo que me llevó a escribir mi propia historia.
A lo largo de mi vida aprendí en carne propia las bondades y desventajas de la brecha de género.
Enfrenté múltiples resistencias por ser mujer y aventurarme en la política, pero también se respetó mi derecho legal a postularme como candidata a un puesto de elección popular.
No atribuyo mi triunfo al hecho de ser mujer, sino al hecho que trabajamos para convencer y construir consensos, pero de no haber habido una ley que protegiera ese derecho, NINGUN esfuerzo hubiera sido suficiente.
Esa es la ecuación del cambio, la ecuación de esfuerzo personal y modernidad legal e institucional.
Esa es la fórmula que todos queremos para este país. Ese es el equilibrio que hay que lograr.
Y eso es precisamente lo que buscamos las mujeres, no buscamos cuotas de género, buscamos igualdad y el derecho a una vida digna.
Porque sólo los triunfos y avances que logremos con base en la capacidad, el esfuerzo nos van a dar una base de igualdad.
Les comparto el caso de Yucatán.
Cuando llegué al gobierno del estado, marqué como prioridad generar cambios sustanciales entre la sociedad. Dediqué muchos de mis esfuerzos para contribuir a mejorar las condiciones en las que vivían los yucatecos.
Generar oportunidades era una tarea indispensable que logramos cumplir. Goberné para los ciudadanos, y ofrecí recursos humanos, tecnológicos y económicos para atender las diferencias entre hombres y mujeres.
Con la innovación en los programas de gobierno, pudimos atender principalmente a las mujeres, con la firme convicción de que ayudándolas, generaríamos oportunidades para toda la sociedad.
Y en este sentido me sumo al llamado que han hecho diferentes jefas de estado: Es necesario que integremos plenamente la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todos los sectores del país y del mundo.
Debemos incentivar la participación de las mujeres en la gobernanza. Es decir, las mujeres debemos ser parte de la toma de decisiones en nuestro país.
Cada quien, desde nuestras trincheras, debemos garantizar que todas las políticas, leyes, presupuestos e inversiones correspondientes al desarrollo sean sensibles a los asuntos de género, y los asuntos sociales y de discriminación más urgentes.
Debemos eliminar todas las barreras discriminatorias, porque las mujeres no podemos pensar sólo en las mujeres, eso sería una derrota moral.
Para lograr esto debemos fortalecer los vínculos entre las instituciones públicas, las privadas y la sociedad civil, para trabajar de la mano en la generación de un cambio en el país.
La experiencia que el gobierno de Yucatán me dio, y los aprendizajes que he tenido a lo largo de mi vida, me hacen estar de acuerdo con Hillary Clinton cuando dice que “es tiempo de que analicemos lo lejos que hemos llegado, que
planeando para atender la asignatura pendiente del sigo XXI: la participación total y equitativa de las mujeres en la sociedad”.
En Yucatán, en su momento, reformamos leyes para generar un marco legal que respaldara a los ciudadanos.
Cada una de estas leyes y modificaciones que hicimos en el gobierno fueron hechas incluyendo las recomendaciones, reflexiones y aportaciones de organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y ONU Mujeres para impulsar dentro de la normatividad los sentidos de igualdad de género, derechos políticos y justicia.
Con esa visión, acatamos y realizamos las modificaciones exigidas en el marco del Plan de Acción del Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer e implementamos dentro del marco jurídico de la administración, el reconocimiento del principio de igualdad y no discriminación como guía fundamental, tanto en el actuar de las autoridades como en las prácticas sociales.
Es decir, cuando tuve la oportunidad de gobernar mi estado, la armonización legislativa fue una política seria, permanente y amplia.
Yo sé bien y me queda muy claro que el camino para el desarrollo de la mujer no ha sido fácil; por el contrario, el camino ha sido difícil, para mí y para millones de mujeres, pero el camino NO es imposible.
Hemos obtenido muchos frutos.
Un ejemplo claro es que estoy aquí, con ustedes compartiendo experiencias de vida y reflexiones en mi calidad de Secretaria General del PRI.
Hay muchas mujeres que ocupan puestos muy importantes y representativos en la esfera pública y privada de nuestra sociedad.
Del mismo modo, en México el 47% de los microempresarios son mujeres; y ocho de cada diez inicia su negocio sin apoyo público.
Destaco que 3 de cada 4 mujeres que ocupan puestos como presidentas municipales han realizado estudios superiores de licenciatura mientras que 2 de cada 4 hombres han realizado este tipo de estudios. En el país en el que vivimos, a las mujeres se les exigen más esfuerzos para obtener los mismos resultados que a los hombres.
Todas estas historias, y también las historias de las mujeres yucatecas que vimos al inicio de mi exposición, nos enseñan que no debemos detenernos en la lucha por la igualdad de oportunidades.
Es por eso que hoy, al hablarles de la armonización legislativa y de la perspectiva de género, les invito a seguir impulsando leyes y mecanismos que fortalezcan el entramado de políticas públicas.
Ningún cambio legal y administrativo se completa, sin un deseo de cambio de la sociedad.
Por eso, en la XXI Asamblea, el Partido Revolucionario Institucional decidió dar un nuevo impulso a una sociedad incluyente y participativa en la que se respeten los derechos humanos y la equidad de género.
Así lo señalan nuestros documentos básicos.
Así lo indica nuestra Declaración de Principios, nuestra Plataforma de Acción y nuestros Estatutos, atendiendo la normatividad que señala el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Tal vez, como país llegamos tarde en comparación con la arena internacional a las reformas que aseguraban la participación femenina en la vida pública.
Sin embargo, ahora nos corresponde a nosotros, a esta generación, hacer que México se empareje, hacer que sigamos avanzando.
Nos corresponde a las mujeres, a las empresarias, a las emprendedoras y a las políticas, que las luchas de hace 90 años y que las conquistas de hace 60 años, sigan estando muy presentes en nuestras actividades profesionales, en nuestra visión empresarial y en la agenda política y social.
Nos corresponde a todos impulsar la perspectiva de género a partir de una correcta armonización legislativa.
Necesitamos leyes incluyentes, antes que de cuotas; necesitamos que todas las leyes tengan una visión de inclusión y antidiscriminación, no leyes especiales que den trato de minoría a unos cuantos ciudadanos.
Éste es el momento de poner manos a la obra.
Es tiempo de que la armonización legislativa se traduzca en una mayor armonía social.
Es tiempo que nuestras leyes tengan una coherencia de inclusión y de construir una sola Nación.
Y es tiempo sobre todo, que las leyes premien el trabajo, el esfuerzo y el mérito, sin importar de dónde venga o a qué genero pertenezca.
Para mí armonización legislativa y justicia social son sinónimos en muchas cosas.
Para mí, justicia social es que tengas la oportunidad de abrirte camino en la vida, sin importar dónde hayas nacido; sin importar tu genero o condición económica.
Y para abrirte camino en la vida, en un país de 113 millones de habitantes, se necesita un marco legal coherente y armonizado. Donde las leyes no sean contradictorias o arcaicas.
Yo también creo que este es el momento de escribir una nueva historia, creo que esta es la generación para despertar, porque a los 13 años cuando tuve que empezar a trabajar, cuando abandoné mis estudios escolarizados para mantener a mi familia, cuando vivía en una pequeña comunidad en una de las zonas más pobres de México, yo creí en el “sueño mexicano”, creí en la cultura del esfuerzo.
Y el sueño mexicano debe ser para todos y todas, y los sueños sociales, los sueños que cambian pueblos, sólo se materializan con leyes e instituciones. El sueño mexicano existe, y nos toca a nosotros hacerlo realidad, nos toca a nosotros hacer las leyes para que nadie se quede atrás.
Nos toca a nosotros y a nosotras ver que el voto de hace 60 años, sea ahora el voto para que la mujer, los niños, los jóvenes, los ancianos, los trabajadores, TODOS, absolutamente todos los mexicanos podamos decir que en México el esfuerzo paga, el mérito cambia vidas, y la dedicación y el sacrificio…. pueden despertar a un país y hacer realidad los sueños que con los ojos bien abiertos AHORA sí podemos y debemos conquistar.
