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Academic year: 2021

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El espíritu con nuestro espíritu

CONTENIDO

1. El significado de la palabra Espírituen la Biblia y la revelación básica con respecto a Dios y al hombre en las santas Escrituras

2. La definición del Espíritu (1) 3. La definición del Espíritu (2) 4. La definición del Espíritu (3) 5. La definición del Espíritu (4) 6. La definición de nuestro Espíritu 7. La importancia de nuestro Espíritu 8. El ejercicio de nuestro Espíritu

9. El Espíritu obra sobre los creyentes y en ellos (1)

10. El Espíritu obra sobre los creyentes y en ellos (2) 11.El Espíritu obra sobre los creyentes y en ellos (3)

12.El Espíritu obra sobre los creyentes y en ellos (4) 13.El Espíritu obra sobre los creyentes y en ellos (5) 14.El Espíritu obra sobre los creyentes y en ellos (6)

PREFACIO

Este libro se compone de los mensajes dados por el hermano Witness Lee en Anaheim, California, del 28 de agosto al 17 de diciembre de 1993.

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CAPITULO UNO

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA ESPIRITU EN LA BIBLIA Y LA REVELACION BASICA

CON RESPECTO A DIOS Y AL HOMBRE EN LAS SANTAS ESCRITURAS

Lectura bíblica: Ez. 37:1, 5, 9; Jn. 3:5-6; Ap. 11:11; Jn. 3:8; 4:24; Gn. 1:2b; Mt. 28:19b; Jn. 14:10-11, 26; 15:26; 10:30; 8:29, 16b; Hch. 10:38; Le. 4:1a, 18a; Gn. 2:7; Pr. 20:27; Zac. 12:1; Is. 42:5; Job 32:8; He. 4:12; 1 Ts. 5:23a; Jn. 4:24; 1 Jn. 4:13; 2 Ti. 4:22a; 1 Co. 6:17

BOSQUEJO

Nota: El tema general no es “El Espíritu y nuestro espíritu”, sino “El Espíritu con

nuestro espíritu”.

I. El significado de la palabra espírituen la Biblia:

A. El equivalente hebreo de la palabra espíritues ruach,término que denota: 1. Espíritu—Ez. 37:1.

2. Aliento—v. 5. 3. Viento—v. 9.

B. El equivalente griego de la palabra espíritues pneuma,término que denota:

1. Espíritu—Jn. 3:5-6. 2. Aliento—Ap. 11:11. 3. Viento—Jn. 3:8.

II. La revelación básica con respecto a Dios y al hombre en las Santas Escrituras: A. Con respecto a Dios:

1. “Dios es Espíritu”, lo cual denota la esencia de Dios, Su sustancia— 4:24.

2. “El Espíritu de Dios”, lo cual denota que el Espíritu es Dios—Gn. 1:2b.

3. “El nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, lo cual denota la Trinidad Divina e indica que Dios es triuno—Mt. 28:19b:

a. Los tres de la Trinidad Divina coexisten y son coinherentes como un solo Dios—Jn. 14:10-11, 26; 15:26; 10:30.

b. Son distintos entre sí, pero no están separados el uno del otro—8:29, 16b; 16:32b; Hch. 10:38; Lc. 4:1a, 18a.

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B. Con respecto al hombre:

1. Creado por Dios como un hombre tripartito—Gn. 2:7:

a. Con un cuerpo formado del polvo de la tierra; el cuerpo es la estructura exterior del hombre.

b. Con un espíritu producido del aliento de Dios (la misma palabra hebrea que se tradujo como “aliento” en Génesis 2:7 se tradujo como “espíritu” en Proverbios 20:27); el espíritu es el órgano más interior del hombre.

c. Con un alma, la cual fue producida cuando el aliento de Dios entró en las narices del cuerpo formado del polvo de la tierra; el alma es el ser interior (la persona) del hombre. 2. El espíritu del hombre fue creado por Dios en cierto sentido para

cumplir el propósito de Dios en la creación de los cielos y de la tierra—Zac. 12:1; Is. 42:5; Job 32:8.

3. El espíritu del hombre es distinto de su alma—He. 4:12; 1 Ts. 5:23a. C. Dios es Espíritu a fin de que el hombre tenga contacto con El y le reciba, y

el hombre tiene un espíritu a fin de que pueda tener contacto con Dios y le contenga, para que Dios y el hombre tengan una unión orgánica—Jn. 4:24; 1 Jn. 4:13; 2 Ti. 4:22a; 1 Co. 6:17.

En esta serie de mensajes todavía estamos en el tema general de la vida cristiana. Para experimentar la vida cristiana, sin duda necesitamos conocer a Dios, al Señor, a Cristo, como el Espíritu. Además, tenemos que saber que para disfrutar a este Espíritu tenemos dentro de nosotros un espíritu.

Desde mi juventud he amado la Biblia, y la he estudiado por años. Me he dado cuenta de que podemos estudiar la Biblia de dos maneras. Una manera consiste en estudiarla conforme a la letra y la otra consiste en estudiarla en el Espíritu. Pablo dijo: “La letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Co. 3:6). Queremos conocer la palabra del Señor, no sólo por la letra sino por el Espíritu. El singular escritor de la Biblia es el Espíritu (2 P. 1:21; 2 S. 23:2). A lo largo de los años hemos presentado muchos mensajes acerca del Espíritu como la consumación del Dios Triuno. Sin embargo, de nuevo tenemos la carga de ver la vida cristiana desde su base misma, y la base de la vida cristiana es el Espíritu con nuestro espíritu.

El tema general de esta serie de mensajes no es “el Espíritu ynuestro espíritu” sino “el Espíritu con nuestro espíritu”. No usamos la conjunción y sino la preposición con.

Romanos 8:16 dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu”.

Con es una preposición, y es instrumental. Al decir el Espíritu y nuestro espíritu se forma un sujeto compuesto. Nuestro espíritu no es el sujeto y no debe ser el sujeto.

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Nuestro espíritu es el ayudante. Si yo hago algo conusted, usted no es el sujeto sino el instrumento. Usted es mi ayudante. Nuestro espíritu no es el sujeto. El sujeto tiene que ser el Espíritu.

I. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA ESPIRITU EN LA BIBLIA

A. El equivalente hebreo de la palabra espíritues ruach,

término que denota Espíritu, aliento o viento

En Ezequiel 37 la palabra hebrea ruachse usa para referirse al Espíritu (v. 1), al aliento (v. 5), y al viento (v. 9). La manera en la cual ruaches traducida depende del contexto de la oración o del párrafo.

B. El equivalente griego de la palabra espíritues pneuma,

término que denota Espíritu, aliento o viento

En el Nuevo Testamento, la palabra griega pneuma también puede traducirse Espíritu (Jn. 3:5-6), aliento (Ap. 11:11) o viento (Jn. 3:8). Sabemos que pneuma es el viento en Juan 3:8 porque “el viento sopla”. Apocalipsis 11:11 también usa pneuma al hablar de la resurrección de los dos testigos martirizados. Ahí dice: “Entró en ellos el espíritu

[pneuma]de vida enviado por Dios”. Algunas versiones traducen “el aliento de vida”. En Tesalonicenses 2:8 se afirma que el Señor matará al anticristo, el inicuo, “con el aliento de Su boca”. La palabra alientoaquí usada también es la palabra griega pneuma.

II. LA REVELACIÓN BÁSICA CON RESPECTO A DIOS Y AL HOMBRE EN LAS SANTAS ESCRITURAS

La Biblia es un libro cuyo tema es Dios y el hombre. Tenemos que ver cuál es la revelación básica con respecto a Dios y al hombre en las Santas Escrituras.

A. Con respecto a Dios: 1. Dios es Espíritu, lo cual denota

la esencia de Dios, Su sustancia

Juan 4:24 dice que “Dios es Espíritu”. Decir que Dios es Espíritu es similar a decir que una silla es madera. La madera se refiere a la esencia, la sustancia, de la silla. Así que, la frase Dios es Espíritu no se refiere a la persona de Dios sino que denota la esencia o la sustancia de Dios. El Señor le dijo esto a la mujer samaritana en Juan 4 con respecto a la

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adoración a Dios. Para adorar a Dios, debemos comprender que Aquel a quien adoramos es Espíritu en esencia, en sustancia.

2. “El Espíritu de Dios” lo cual denota que el Espíritu es Dios

El Espíritu de Dios denota que el Espíritu es Dios (Gn. 1:2b). Frases tales como el Espíritu de Dios, la luz de Dios,y la vida de Diosestán en aposición. Esto significa que el Espíritu es Dios, que la luz es Dios y que la vida es Dios. En la creación de Dios, el Dios creador era el Espíritu que se movía. Sin ser el Espíritu, Dios no podría hacer nada y no haría nada. El lo hace todo como el Espíritu. En la Biblia, el mover de Dios en cada paso es el mover del Espíritu.

3. “El nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” lo cual denota la Trinidad Divina e indica que Dios es triuno

Mateo 28:19 dice que debemos ir y bautizar a las personas “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. El nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

denota la Trinidad Divina e indica que Dios es triuno. El es un solo Dios, y también tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu.

a. Los tres de la Trinidad Divina

coexisten y son coinherentes como un solo Dios

Los tres de la Trinidad Divina coexisten y son coinherentes como un solo Dios desde la eternidad hasta la eternidad (Jn. 14:10-11, 26; 15:26; 10:30). Por tanto, El es el Dios eterno (Sal. 90:1-2). Coexistir significa existir juntos al mismo tiempo. Ser coinherentes significa morar mutuamente el uno en el otro. El Padre existe en el Hijo y en el Espíritu; el Hijo existe en el Padre y el Espíritu; y el Espíritu existe en el Padre y en el Hijo. En esto consiste la coinherencia. En Juan 14, el Señor Jesús mismo nos dijo que El está en el Padre y que el Padre está en El (vs. 10-11). El Señor también dijo que cuando El vino del Padre, vino con el Padre (Jn. 8:16, 29; 16:32b). Esto quiere decir que cuando El viene, el Padre viene en El. Cristo viene con el Padre, y el Espíritu viene con Cristo (Jn. 14:26; 15:26). Los tres son coinherentes. El Señor Jesús también reveló que lo que El habla es la obra del Padre (Jn. 14:10). Así que, lo que el Hijo habla es la obra del Padre, y el mover del Espíritu es el mover del Hijo y el mover del Padre. Los tres no sólo coexisten sino que también son coinherentes.

b. Son distintos entre sí,

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Los tres de la Deidad son distintos entre sí, pero no están separados el uno del otro (Jn. 8:29, 16b; 16:32b; Hch. 10:38; Lc. 4:1a, 18a). Puesto que son coinherentes, no pueden estar separados. Ellos coexisten siendo coinherentes. Pero de todos modos existe una distinción entre ellos. El Padre es el Padre, el Hijo es el Hijo, y el Espíritu es el Espíritu. Estos tres títulos denotan que son distintos. Sin embargo, lo que el Hijo habla es la obra del Padre. Cuando el Espíritu viene, en realidad el Padre y el Hijo vienen. Así que, Ellos son uno, siendo distintos, pero no estando separados.

Lo que he presentado aquí es la manera más sencilla y breve de hablar de la Trinidad Divina. ¿Qué es nuestro Dios? El es Espíritu. ¿Quién es el Espíritu? El Espíritu es Dios. ¿Quiénes son el Padre, el Hijo y el Espíritu? El Padre, el Hijo y el Espíritu son la Trinidad Divina. Son distintivamente tres, pero no están separados. Son solamente uno. No sólo coexisten sino que también son coinherentes como uno solo, pero siendo tres. Según el aspecto económico de la Trinidad, el Padre planeó, el Hijo efectuó, y el Espíritu nos aplica lo que el Hijo efectuó conforme al plan del Padre. El Padre llevó a cabo el primer paso de Su plan, Su economía, obrando en cuanto a escogernos y predestinarnos, pero lo hizo en Cristo el Hijo y con el Espíritu (Ef. 1:3-5). Después de que este plan fue hecho, el Hijo efectuó el plan, pero lo hizo con el Padre (Jn. 8:29; 16:32) y por el Espíritu (Lc. 1:35; Mt. 1:18, 20; 12:28). Después de que el Hijo efectuó todo lo que el Padre había planeado, el Espíritu aplica en el tercer paso todo lo que El logró, pero lo hace como el Hijo y con el Padre (Jn. 14:26; 15:26; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). De esta manera, mientras la economía divina de la Trinidad Divina es llevada a cabo, la existencia divina de la Trinidad Divina, Su eterna coexistencia y coinherencia, permanece intacta y sin menoscabo. En la economía divina, los tres obran y se manifiestan respectivamente en tres etapas consecutivas. Con todo, aún en Sus obras y manifestaciones económicas, los tres permanecen todavía esencialmente en Su coexistencia y coinherencia.

B. Con respecto al hombre:

1. Creado por Dios como un hombre tripartito

Tiene mucho significado que Dios sea triuno y el hombre sea tripartito. Dios existe en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu, y los hombres somos tripartitos, hechos de tres partes: el espíritu, el alma y el cuerpo. Dios creó al hombre como un hombre tripartito (Gn. 2:7).

a. Con un cuerpo formado del polvo de la tierra; el cuerpo es la estructura exterior del hombre

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Génesis 2:7 dice que el Señor formó al hombre del polvo de la tierra. Nuestro cuerpo es nuestra estructura exterior y fue formado del polvo de la tierra.

b. Con un espíritu producido del aliento de Dios (la misma palabra hebrea

que se tradujo como “aliento” en Génesis 2:7 se tradujo como “espíritu” en Proverbios 20:27);

el espíritu es el órgano más interior del hombre

El hombre fue creado por Dios con un espíritu producido del aliento de Dios, como el órgano más interior del hombre. Empleo aquí la palabra producidoporque el origen de nuestro espíritu es el aliento de vida. La palabra hebrea traducida “aliento” en Génesis 2:7 y “espíritu” en Proverbios 20:27 no es ruachsino neshamah.Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu [neshamah] del hombre”. Nuestro cuerpo es la estructura externa y esta estructura tiene un órgano, nuestro espíritu. Este es el órgano más elevado de nuestro interior y sirve principalmente para que tengamos contacto con Dios. Juan 4:24 dice que Dios es Espíritu y que los que le adoran deben adorarlo en espíritu. Debemos adorar a Dios en nuestro espíritu, un órgano para tener contacto con El.

c. Con un alma, la cual fue producida cuando el aliento de Dios entró en las narices

del cuerpo formado del polvo de la tierra; el alma es el ser interior (la persona) del hombre

Cuando el aliento de Dios entró en las narices del cuerpo del hombre formado del polvo, algo fue producido. Este producto fue el alma del hombre, la cual es el ser interior (la persona) del hombre. Sólo tenemos una persona, y nuestra persona es el alma. En varias ocasiones la Biblia dice “almas” al hablar de personas. Éxodo 1:5 dice que a Jacob le nacieron setenta personas. Estas fueron las setenta personas de la casa de Jacob que subieron a Egipto. El Nuevo Testamento también llama almas a las personas (Hch. 27:37). Nuestra alma es nuestra persona. La estructura exterior es nuestro cuerpo, el ser interior es nuestra alma, y el órgano más interno es nuestro espíritu. Usted tiene una estructura externa, usted es una persona y esa persona que está en la estructura tiene un órgano cuya función principal es tener contacto con Dios.

2. El espíritu del hombre fue creado por Dios

en cierto sentido para cumplir el propósito de Dios en la creación de los cielos y de la tierra

El espíritu del hombre fue creado por Dios en cierto sentido para cumplir el propósito de Dios en la creación de los cielos y de la tierra (Zac. 12:1; Is. 42:5; Job 32:8). Zacarías

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12:1 dice que Jehová extendió los cielos, fundó la tierra, y formó el espíritu del hombre dentro de él. Zacarías pone estas tres cosas juntas: los cielos, la tierra y el espíritu del hombre. Los cielos son para la tierra, la tierra es para el hombre, y el hombre tiene un espíritu para Dios. Así que, el hombre es el centro de la creación de Dios, y el centro del hombre es su espíritu.

Si los cielos no dieran luz, aire y lluvia, la tierra no produciría nada y nosotros no podríamos vivir. Todos los seres vivientes —las plantas, los animales y el hombre— necesitan luz, aire y lluvia. De otro modo, perecerían. Así que, los cielos son para la tierra. Además, la tierra fue creada para la existencia del hombre, y el hombre tiene un espíritu dentro de él para contener a Dios. Nosotros vivimos en la tierra con la suministración que proviene de los cielos para el propósito de que seamos uno con Dios. Dios creó un órgano dentro de nosotros con este propósito.

En Génesis 1 y 2 tenemos una descripción de la obra creadora de Dios. Ahí dice que Dios creó los cielos y luego creó la tierra con la vida vegetal y la vida animal. Sin embargo, cuando el relato llega a la creación del hombre, nos da un punto particular. Tal punto es que dentro del hombre Dios creó un espíritu que surgió de Su aliento de vida. Este es un punto particular en el cumplimiento del propósito de Dios en la creación de los cielos y de la tierra. Dios creó los cielos y la tierra porque El quiere que el hombre sea Su expresión. Para que el hombre sea la expresión de Dios, es necesario que tal hombre tenga un espíritu para tener contacto con Dios y contener a Dios. Dios creó los cielos para la tierra, Dios creó la tierra para el hombre y Dios creó un espíritu para el hombre a fin de que el hombre pueda tener contacto con El y ser uno con El orgánicamente.

3. El espíritu del hombre es distinto de su alma

La Biblia revela que el espíritu del hombre es distinto de su alma (He. 4:12; 1 Ts. 5:23a). Nuestra experiencia también nos dice esto. Según nuestra mente, tal vez queramos comprar cierto artículo. Conforme a nuestra emoción, quizá de verdad anhelamos y deseamos tenerlo. Luego es posible que decidamos comprarlo conforme a nuestra voluntad. Así que, nuestra mente considera este artículo con agrado, a nuestra parte emotiva le gusta, y nuestra voluntad decide obtenerlo. En este punto, sin embargo, hay algo muy dentro de nosotros que nos dice que no lo compremos. Este es nuestro espíritu, la más profunda y más interna parte de nuestro ser. Esta es la distinción entre el alma y el espíritu.

La parte más elevada, la cima, lo más notable del hombre es el espíritu. La parte más baja, la parte más miserable, es el cuerpo. En medio, entre estas dos partes, está el alma. Si alguien vive mediante el cuerpo, llega a ser una persona muy baja. Si alguien vive por

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su espíritu, viene a ser una persona muy elevada, una persona del grado más elevado. O quizá alguien esté en el medio. Es posible que alguien sea muy lógico, muy conocedor y razonador. Esto significa vivir según el alma. Alguien así no es ni bajo ni elevado, sino que está a la mitad.

Alguien que viva por el cuerpo, vive como una bestia. Alguien que viva por el espíritu es un verdadero santo. Cada creyente debería ser un santo que vive por el espíritu. Sin embargo, si vivimos por el alma, somos solamente unos caballeros, como los discípulos de Confucio. Somos muy lógicos, razonadores y conocedores. Un caballero es alguien que actúa con lógica y que razona. Alguien que se deja llevar sin limitación por el deseo y la lujuria de la carne, del cuerpo, es como una bestia. Cuando alguien que está a punto de perder la cordura se restringe mediante la lógica y la razón, es un caballero que vive en el alma. Si tal persona se restringe mediante el ejercicio del espíritu, es un santo.

C. Dios es Espíritu a fin de que el hombre tenga contacto con El y le reciba

Dios es Espíritu a fin de que el hombre tenga contacto con El y le reciba, y el hombre tiene un espíritu a fin de que pueda tener contacto con Dios y le contenga para que Dios y el hombre tengan una unión orgánica (Jn. 4:24; 1 Jn. 4:13; 2 Ti. 4:22a; 1 Co. 6:17). Si Dios no fuera el Espíritu, no podría tener contacto con nosotros y nosotros no podríamos tener contacto con El. Dios el Padre es la fuente; Dios el Hijo es el canal; y Dios el Espíritu es el fluir que llega a nosotros (2 Co. 13:14). Por tanto, el Espíritu es el medio por el cual la Trinidad Divina llega al hombre. Dios llega a nosotros en el Hijo como el Espíritu. Efesios 2:18 dice: “Porque por medio de El los unos y los otros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre”. El Espíritu es el acceso por el cual tenemos contacto con Dios, recibimos a Dios y contenemos a Dios.

El fin de esto es que nosotros y Dios tengamos una unión orgánica. Nuestra unión con Dios no es como la unión de los sindicatos actuales en Estados Unidos. Tales uniones existen como organizaciones y coexistencias, pero nuestra unión con Dios es orgánica. Es una unión no sólo de coexistencia sino también de coinherencia. Hoy en día nosotros y Dios somos coinherentes. El mora en nosotros y nosotros moramos en El. En Juan 15 el Señor Jesús dijo: “Permaneced en mí, y yo en vosotros” (v. 4a). En 1 Juan 4:15 y 16 se habla de que Dios permanece en nosotros y nosotros en Dios. Esta es una permanencia mutua y tal permanencia mutua es coinherencia. Sólo después de ser regenerados para tener la vida de Dios en nosotros como nuestra vida y naturaleza llegamos a estar en unión con Dios orgánicamente. Esta unión es coinherencia, una permanencia mutua. Esta es la revelación de la Biblia con respecto a Dios y el hombre. Todos tenemos que conocerlo a El y conocernos a nosotros mismos hasta este grado.

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CAPITULO DOS

LA DEFINICION DEL ESPIRITU (1)

Lectura bíblica: Gn. 1:2; Jue. 3:10; 6:34; Gn. 6:3a; Sal. 51:11; Is. 63:10-11; Lc. 1:13-17, 30-36; Mt. 1:18-20; Mr. 1:10, 12; Mt. 4:1; Lc. 4:1, 18; Jn. 1:32-33; 7:37-39; 1 Co. 15:45; Ap. 21:6; 22:17; Hch. 16:7; Ro. 8:9b; Fil. 1:19b; 2 Co. 3:17-18; Mt. 28:19b

BOSQUEJO I. En el Antiguo Testamento el Espíritu es:

A. El Espíritu de Dios en la creación del universo—Gn. 1:2.

B. El Espíritu de Jehová al llegar Dios al hombre y al cuidar de él—Jue. 3:10; 6:34; Gn. 6:3a.

C. El Espíritu de santidad al santificar Dios a Su pueblo escogido apartándolo para Sí—Sal. 51:11; Is. 63:10-11.

II. En el Nuevo Testamento el Espíritu es: A. El Espíritu Santo:

1. En la concepción de Juan el Bautista, cuyo fin era introducir la encarnación de Dios, quien se hizo hombre—Lc. 1:13-17.

2. En la concepción de Jesús, al encarnarse Dios para ser un hombre en la carne—v. 30-36; Mt. 1:18-20.

B. El Espíritu:

1. Con el cual Jesús fue ungido y el cual estaba en los movimientos de Jesús el hombre en Su ministerio para Dios en la tierra—Mr. 1:10, 12; Mt. 4:1; Lc. 4:1, 18; Jn. 1:32-33.

2. Pero antes de la glorificación de Cristo, es decir, antes de Su

resurrección, aún no había aquel Espíritu que había de entrar en los creyentes, de quienes El había de fluir como ríos de agua viva—Jn. 7:37-39.

3. Por medio de la resurrección y en ella, Cristo como el postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de poder entrar en Sus

creyentes y fluir de ellos como ríos de agua viva—1 Co. 15:45; Ap. 21:6; 22:17c.

La Biblia es un libro escrito no sólo por el Espíritu sino también con el Espíritu (2 P. 1:21; 2 S. 23:2). El mover de Dios en el hombre es una historia totalmente del Espíritu. Sin el Espíritu, no existe la historia de Dios porque Dios es totalmente un asunto del Espíritu. La diferencia entre el mover de Dios, la obra de Dios, el trabajo de Dios y las

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religiones consiste en que las religiones no tienen el Espíritu. Las religiones quizá tengan algunos espíritus, pero tales espíritus son demoniacos, diabólicos y satánicos. Sólo hay un Espíritu divino y genuino, el cual es Dios mismo. En este mensaje queremos comenzar a estudiar la definición del Espíritu.

I. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO EL ESPÍRITU ES:

En el Antiguo Testamento, el Espíritu es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jehová y el Espíritu de santidad.

A. El Espíritu de Dios en la creación del universo

Cada historia del Antiguo Testamento está relacionada con Dios. La primera historia narra cómo Dios creó los cielos y la tierra, poniendo ahí millares de cosas, y cómo creó al hombre. En esta historia se menciona al Espíritu de Dios. Génesis 1:1 dice que en el principio Dios creó los cielos y la tierra. Luego el versículo siguiente dice: “El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Por tanto, vemos que el Espíritu era el Espíritu de Dios cuando Dios creó el universo. En la creación, el nombre de Dios según el hebreo es Elohim,el Poderoso y el Fiel.

B. El Espíritu de Jehová

al llegar Dios al hombre y al cuidar de él

Después de la creación, Dios comenzó a obrar en el hombre. En Su obra en el hombre, Su nombre es Jehová.El Espíritu de Jehová está al llegar Dios al hombre y al cuidar de él (Jue. 3:10; 6:34; Gn. 6:3a). El título Jehováliteralmente significa “Aquel que es quien es; por consiguiente, el eterno Yo Soy”. Como Jehová, El es Aquel que era en el pasado, quien es en el presente y que vendrá en el futuro (Ap. 1:4). Jehovásimplemente significa “ser”. Dios era, Dios es y Dios será para siempre. El es el gran Yo Soy.

Dios le dijo a Moisés que Su nombre era “YO SOY EL QUE SOY” (Ex. 3:14). Esto quiere decir: “Yo siempre soy lo que debo ser”. Si se necesita luz, El es la luz. Si se necesita vida, El es la vida. El es todo. El Señor Jesús mismo dijo que Su nombre era “Yo Soy” (Jn. 8:58). El nombre Yo Soysignifica que el mismo que obra en el hombre es todo para el hombre. Este es Jehováal llegar al hombre y al cuidar del hombre.

C. El Espíritu de santidad al santificar Dios a Su pueblo escogido apartándolo para Sí

Dios cuida del hombre principalmente para santificarlo. Ser santo significa estar separado para Dios. La caída del hombre causó que éste se apartase de Dios y se hiciera común, mundano, secular y hasta inmundo. Así que Dios tiene que cuidar del hombre,

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apartando al hombre de todo lo que no sea El. En esto consiste santificar al hombre. Por tanto, el Espíritu en el Antiguo Testamento es el Espíritu de santidad al santificar Dios a Su pueblo escogido apartándolo para Sí (Sal. 51:11; Is. 63:10-11). Esto no es lo mismo que el Espíritu Santo, el cual es usado en el Nuevo Testamento. El Espíritu Santo está más intensificado que el Espíritu de santidad.

II. EN EL NUEVO TESTAMENTO EL ESPIRITU ES:

Ahora llegamos al Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento, la revelación acerca del Espíritu es más complicada.

A. El Espíritu Santo

El primer título divino usado para el Espíritu en el Nuevo Testamento es el Espíritu Santo. Según el texto griego, el título traducido “el Espíritu Santo” puede estar en dos formas: el Espíritu el Santo o el Espíritu Santo. Según mi modo de entender, esto significa que en la era neotestamentaria, el mismo Dios que es el Espíritu es “el Santo”. Dios es un Espíritu y este Espíritu ahora es totalmente “el Santo”. Ahora estamos en una era en la cual Dios mismo como el Espíritu es “el Santo” para hacer que el hombre no sólo esté separado para El sino también para que sea uno con El. En el Antiguo Testamento, lo más que Dios podía hacer era separar al hombre para Sí, pero no podía ser uno con él. Pero ahora, en la era neotestamentaria, ha llegado el momento en el cual Dios irá más a fondo para hacer que el hombre sea totalmente uno con El, para hacer que el hombre sea El y para El mismo ser hombre. Atanasio, uno de los padres de la iglesia, dijo acerca de Cristo: “El fue hecho hombre para que nosotros pudiéramos ser hechos Dios”. Esto significa que somos hechos Dios en vida y naturaleza, pero no en la Deidad. Este proceso es efectuado por el Espíritu el Santo.

En el Nuevo Testamento, llaman la atención dos títulos divinos del Espíritu: el primero y el último. El primero es el Espíritu el Santoy el último es los siete Espíritus (Ap. 1:4; 4:5; 5:6). El Espíritu el Santoes para hacer al hombre Dios, haciendo que el hombre sea uno con Dios y que Dios sea uno con el hombre. En otras palabras, la era neotestamentaria tiene como fin juntar a Dios y el hombre, para constituirlos juntos a fin de que sean coinherentes (que moren el uno en el otro) para que sean un espíritu (1 Co. 6:17). El hombre y Dios vienen a ser un solo espíritu, una sola entidad. Al final, el Espíritu el Santo tiene que ser intensificado siete veces para ser los siete ojos del Cordero. Dios hizo que todos los seres vivientes tuvieran dos ojos, pero al final el Cordero tendrá siete ojos, y estos siete ojos son los siete Espíritus de Dios, el Espíritu siete veces intensificado.

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1. En la concepción de Juan el Bautista,

cuyo fin era introducir la encarnación de Dios, quien se hizo hombre En el Antiguo Testamento se menciona el Espíritu de santidad, pero no se menciona el Espíritu Santo. El Espíritu Santo se aplicó por primera vez a Juan el Bautista. Este título se usó en la concepción de Juan el Bautista, cuyo fin era introducir la encarnación de Dios, quien se hizo hombre (Lc. 1:13-17). Lucas 1:15 dice con respecto a Juan el bautista: “Será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre”. Preparar el camino para la venida del Señor requirió que Su antecesor, Juan el Bautista, fuese lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre, de modo que pudiera separar a las personas para Dios, apartándolas de todo lo que no sea Dios, santificándolas para El con miras a Su propósito.

2. En la concepción de Jesús, al encarnarse Dios

para ser un hombre en la carne

Al comienzo del Nuevo Testamento se nos presenta el relato de dos concepciones. Una fue la concepción de Juan el Bautista y la otra fue la concepción del Señor Jesús al encarnarse Dios para ser un hombre en la carne (Lc. 1:30-36; Mt. 1:18-20). Con estas dos concepciones, el Nuevo Testamento usa el título especial el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es usado en el Nuevo Testamento debido al cambio de la era. Para que Dios se hiciera hombre a fin de que el hombre pudiera hacerse Dios, se necesitaba el Espíritu Santo. El Antiguo Testamento fue una era de figuras y tipos, pero el Nuevo Testamento es un tiempo de cumplimiento, una era de realidad en la cual Dios se hizo hombre al ser engendrado del Espíritu Santo en la humanidad (Mt. 1:18, 20).

Debemos ver que la concepción de Juan el Bautista fue muy diferente en cuanto a la esencia de la concepción de Jesús el Salvador. En la concepción de Juan, sólo intervino el poder del Espíritu Santo, y no Su esencia. La concepción de Juan se llevó a cabo mediante el poder del Espíritu Santo con el hombre como instrumento. Pero en el caso de la concepción de Jesús, intervino la propia esencia del Espíritu Santo mismo. Por tanto, Mateo 1:20 dice acerca de la concepción de Jesús en María: “Lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”. La concepción de Juan el Bautista fue un milagro de Dios, llevado a cabo con la esencia humana, meramente por el poder divino sin que la esencia divina tuviese nada que ver. El resultado fue el nacimiento de un hombre común que estaba lleno del Espíritu de Dios pero que no tenía la naturaleza de Dios. La concepción del Salvador fue la encarnación de Dios (Jn. 1:14), constituida no solamente por el poder divino sino también por la esencia divina añadida a la esencia humana, produciendo así el Dios-hombre compuesto de dos naturalezas: la divinidad y la humanidad. Estas dos concepciones están relacionadas con el comienzo del proceso en

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el cual Dios se haría hombre y en el cual Dios haría que el hombre fuese El para que así los dos fueran una sola entidad.

B. El Espíritu:

1. Con el cual Jesús fue ungido y el cual estaba en los movimientos de Jesús el hombre en Su ministerio para Dios en la tierra

El Espíritu ungió a Jesús y estaba en los movimientos de Jesús el hombre en Su ministerio para Dios en la tierra (Mr. 1:10, 12; Mt. 4:1; Lc. 4:1, 18; Jn. 1:32-33). Después de que Jesús fue bautizado, el Espíritu descendió sobre El como paloma. En forma simbólica, Jesús es el Cordero y el Espíritu es la paloma. El Espíritu como paloma descendió sobre Jesús, el Cordero, para efectuar la redención y la salvación a fin de que la economía de Dios fuese llevada a cabo.

Lucas 4 dice que el descenso de la paloma sobre Jesús el hombre constituyó la unción (vs. 1, 18). Jesús fue ungido con el Espíritu, quien era la paloma. Esta unción hizo de Jesús un hombre especial. En el Antiguo Testamento, varias personas fueron ungidas con aceite, y luego el Espíritu descendió para llegar al ungido (Ex. 29:7; 1 S. 9:16; 16:12; 1 R. 1:34; 19:15-16), pero nadie era ungido directamente por el Espíritu. Sin embargo, en el Nuevo Testamento Jesús fue ungido directamente con el Espíritu como paloma.

Este Espíritu que unge no es llamado el Espíritu de Jehová ni el Espíritu de Dios sino simplemente el Espíritu.La realidad y la esencia de las posiciones de Dios en el Antiguo Testamento están denotadas en la frase el Espíritu. Esto quiere decir que este Espíritu que unge tenía parte en la posición de Dios como Creador y en Su posición como Aquel que era, que es y que será. En el Antiguo Testamento el Espíritu es Dios, el Espíritu es Jehová y el Espíritu es santidad. Jesús fue ungido con tal Espíritu que es Dios, que es Jehová y que es santidad.

Después de que Jesús fue bautizado, vemos que El está de pie en el agua, que el Espíritu desciende sobre El y que el Padre habla desde los cielos. Este es un cuadro de la Trinidad Divina. El Padre está en los cielos, el Hijo está sobre la tierra en el agua, y el Espíritu está en el aire. Ellos están en tres lugares. Esto se menciona en los primeros tres evangelios, Mateo, Marcos y Lucas, los cuales son sinópticos (Mt. 3:16-17; Mr. 1:9-11; Lc. 3:21-22). Estos tres evangelios tratan principalmente de la humanidad del Señor. Sin embargo, el cuarto evangelio, el evangelio de Juan, trata principalmente de la divinidad del Hijo de Dios. Juan demuestra que los tres de la Trinidad Divina son uno solo. Juan 14:26 dice que el Padre envía al Espíritu en el nombre del Hijo. Pero Juan

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15:26 dice que el Hijo envía al Espíritu desde el Padre. La palabra griega aquí traducida “del” en realidad tiene el sentido de con. Estos versículos indican que el Padre y el Hijo son uno. Los dos envían al Espíritu. Luego, cuando el Espíritu vino del Padre, vino con el Padre. El Hijo también dijo que El nunca estaba solo porque el Padre siempre estaba con El (Jn. 8:29; 16:32). Esto se refiere principalmente a Su divinidad.

Los evangelios sinópticos se ocupan principalmente de la humanidad de Cristo. En estos evangelios vemos que Dios, Jehová, quien es la santidad misma, descendió sobre el hombre Jesús como el Espíritu para ser uno con este hombre. El Dios que unge es uno con el hombre ungido. La paloma estaba en el aire. El Cordero estaba en la tierra. Pero ahora hay una sola entidad: la paloma sobre el Cordero. El que está en el aire ahora es uno con el que está en la tierra. Dios y el hombre se han hecho uno solo, denotando una clase de unión orgánica. El Espíritu que unge y el hombre Jesús llegaron a ser uno en Su ministerio. El Espíritu no era solamente para la unción de Jesús el hombre, sino también para los movimientos de Jesús el hombre en Su ministerio para Dios por tres años y medio en la tierra.

2. Aún no había aquel Espíritu que había de entrar en los creyentes, de quienes El había de fluir

como ríos de agua viva

El Espíritu estuvo presente para ungir a Cristo y para moverse con Cristo, pero en ese entonces el Espíritu todavía no había entrado en los creyentes para fluir de ellos como ríos de agua viva (Jn. 7:37-39). En este sentido, “aún no había el Espíritu”. Juan 7 dice que todavía no había el Espíritu, porque en ese entonces Jesús no había sido aún glorificado en Su resurrección. La resurrección permitió que el hombre Jesús saliera de la cáscara de su humanidad y liberase la vida divina, y a esta resurrección se le llama glorificación. Antes de que Cristo fuese así glorificado, todavía no había el Espíritu. Cuando Juan dijo: “Todavía no había el Espíritu”, quería decir que el Espíritu todavía no fluía de los creyentes como ríos de agua viva. Sin embargo, el Espíritu sí estaba presente para ungir a Cristo y para el mover de Cristo en Su ministerio.

Dios se hizo uno con el hombre a una pequeña escala de una manera individual, con una persona, como puede verse en el hecho de que El ungió a Jesús y actuó con El. Pero cuando el Espíritu entra en los creyentes y sale de ellos como muchos ríos de agua viva, que Dios sea uno con el hombre y que éste sea uno con Dios viene a ser un asunto corporativo. Dios ya no es uno solamente con un hombre, con Jesús, sino que lo es con millones de Sus creyentes. Esto constituye el crecimiento de Dios siendo uno con el hombre. El hecho de que Dios sea uno con el hombre depende totalmente del Espíritu. El Espíritu es la clave de la unión orgánica de Dios con el hombre.

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3. Por medio de la resurrección y en ella, Cristo como el postrer Adán

llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de poder entrar en Sus creyentes y fluir de ellos como ríos de agua viva

Por medio de la resurrección y en ella, Cristo como el postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de poder entrar en Sus creyentes y fluir de ellos como ríos de agua viva (1 Co. 15:45; Ap. 21:6; 22:17). Dios es Espíritu y el Segundo de la Trinidad Divina en la carne llegó a ser el Espíritu vivificante. Antes de la resurrección de Cristo, Dios era un Espíritu, pero no era un Espíritu vivificante. Antes de la muerte y la resurrección de Cristo, Dios no podía entrar en el hombre y ser la vida del hombre. Entre el hombre y Dios se interponían varias cosas negativas. Según la tipología vista en Génesis, el camino a Dios como el árbol de la vida fue cerrado por los requisitos de la gloria, la santidad y la justicia de Dios (Gn. 3:24; véase Estudio-vida de Génesis, págs. 290-295). El hombre caído, pecaminoso e inmundo de ningún modo podía participar del árbol de la vida, esto es, tomar a Dios como vida, sino hasta que la muerte de Cristo cumpliese esos requisitos.

Hebreos 10 revela que la muerte de Cristo abrió el camino, un camino nuevo y vivo, para que podamos entrar al Lugar Santísimo y participar de Dios como el árbol de la vida (vs. 19-20). En Su muerte El satisfizo todos los requisitos de la gloria, la santidad y la justicia de Dios; luego, en Su resurrección El cambió de forma y llegó a ser el Espíritu vivificante. Esto fue hecho totalmente con miras a la unión orgánica entre Dios y el hombre, o sea, para introducir a Dios en el hombre y para introducir al hombre en Dios en Su resurrección. Hoy en día nosotros podemos tomar del árbol de vida y beber del agua de vida para que el Dios Triuno pueda fluir como ríos de agua viva desde lo más profundo de nuestro ser.

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CAPITULO TRES

LA DEFINICION DEL ESPIRITU (2)

Lectura bíblica: 1 Co. 15:45; Ap. 21:6; 22:17c; Hch. 16:7; Ro. 8:9b; Fil. 1:19b; 2 Co. 3:17-18; Ro. 12:2b; 1 Co. 3:6, 9b, 12a; Ef. 4:16b; Mt. 28:19b; Jn. 14:16-17; 15:26b; 16:13; 1 Jn. 5:6b; Ef. 2:18; 2 Co. 13:14

BOSQUEJO II. En el Nuevo Testamento el Espíritu es:

B. El Espíritu:

3. Por medio de la resurrección y en ella, Cristo como el postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante a fin de poder entrar en Sus

creyentes y fluir de ellos como ríos de agua viva—1 Co. 15:45; Ap. 21:6; 22:17c:

a. El Espíritu de Jesús, relacionado con Jesús en Su

humanidad, quien pasó por la vida humana y la muerte en la cruz, lo cual indica que en el Espíritu no solamente está el elemento divino de Dios, sino también el elemento humano de Jesús así como los elementos de Su vida humana y el padecimiento de Su muerte—Hch. 16:7.

b. El Espíritu de Cristo, relacionado con Cristo en Su divinidad, quien venció la muerte y llegó a ser la vida en resurrección y posee el poder de resurrección, lo cual indica que en el Espíritu está el elemento de la divinidad, que vino a ser el Espíritu que vence la muerte e imparte la vida—Ro. 8:9b. c. El Espíritu de Jesucristo, el cual abarca todos los elementos

de la humanidad de Jesús junto con Su muerte, y la

divinidad de Cristo con Su resurrección, todo lo cual llega a ser la abundante suministración del Cristo inescrutable para el sustento de Sus creyentes—Fil. 1:19b.

d. El Señor Espíritu, el Cristo pneumático—2 Co. 3:17-18: 1. 1) Para que los creyentes sean transformados

metabólicamente en la imagen del Señor, de gloria en gloria.

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3. 3) Con miras al crecimiento y la edificación del Cuerpo de Cristo—1 Co. 3:6, 9b, 12a; Ef. 4:16b. e. A fin de que el Dios Triuno procesado llegue a Su

consumación—Mt. 28:19b:

1. 1) Como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. 2. 2) Que alcanza Su consumación en el último de la

Trinidad Divina, esto es, el Espíritu Santo, como la consumación del Dios Triuno procesado.

f. Para ser el Paracletos, el Consolador, de los creyentes—Jn. 14:16-17.

g. Para ser la realidad del Dios Triuno procesado—Jn. 14:17a; 15:26b; 16:13; 1 Jn. 5:6b.

h. Para ser el medio por el cual el Dios Triuno procesado llega a los creyentes.

i. Para que los creyentes tengan acceso al Padre, la fuente de la Trinidad Divina—Ef. 2:18.

j. Para ser la comunión entre el Dios Triuno procesado y los creyentes, a fin de que ellos disfruten las riquezas de la Trinidad Divina— 2 Co. 13:14.

Ya vimos que Juan 7:39 dice: “Aún no había el Espíritu” (gr.). Es difícil explicar por qué Juan 7:39 dice esto. Vimos que Jesús fue ungido con el Espíritu y que el Espíritu estaba en los movimientos de Jesús el hombre en Su ministerio para Dios en Sus últimos tres años y medio en la tierra. Además, el Señor Jesús les dijo a los discípulos que serían llenos del Espíritu y que el Espíritu fluiría de ellos como ríos de agua viva. Luego Juan nos dice que en ese tiempo todavía no había el Espíritu porque Jesús no había sido aún glorificado. El Espíritu de Dios estaba presente desde el principio, pero cuando el Señor dijo esto, el Espíritu como el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9), el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19), todavía no estaba porque el Señor no había sido aún glorificado.

El hecho de que Jesús fue glorificado significa que El fue resucitado (Lc. 24:26). Antes de que Cristo fuera resucitado, todavía no había el Espíritu que habría de fluir de los creyentes como ríos de agua viva. La glorificación del Señor puede compararse al brote de una flor. La glorificación de la flor ocurre cuando la flor brota. Jesús fue glorificado en la resurrección. El Espíritu que había de fluir en los creyentes y de ellos como ríos de agua viva no existiría sino hasta después de la resurrección de Jesús. Fue mediante la resurrección y después de la resurrección de Jesús que el Espíritu llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) para entrar en los creyentes y fluir de ellos como ríos de agua viva.

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Hemos visto que en el Antiguo Testamento el Espíritu era el Espíritu de Dios al crear Dios el universo, el Espíritu de Jehová al llegar Dios al hombre y cuidar de él, y el Espíritu de santidad al escoger Dios al hombre y santificarlo para Sí mismo. Ahora llegamos al Nuevo Testamento, el cual es mucho más importante que el Antiguo Testamento.

En el Nuevo Testamento, el Espíritu primero era el Espíritu Santo en dos concepciones: la concepción de Juan el Bautista, el antecesor de Cristo, y la concepción de Cristo, quien era Dios nacido en la humanidad. El propio Dios que entró en el vientre de María era el Espíritu Santo. Así que Mateo 1:20 dice que lo engendrado en el vientre de María era del Espíritu Santo. Esto difiere mucho de la creación de Dios, de la relación de Dios con el hombre, y de la santificación que Dios efectúa en Su pueblo. Aquí vemos que Dios como el Santo, “el Espíritu el Santo”, entra en una virgen humana para nacer de ella. Dios nació como hombre. Dios mismo, el Santo, entró en una virgen humana y permaneció en su vientre por nueve meses. Luego nació un niño que fue llamado Jesús. Isaías 9:6 dice que este niño es llamado Dios fuerte y Padre eterno. Dios fue engendrado en el vientre de María, y Jesús nació de María para ser el niño llamado Dios fuerte, el Creador en Su obra de creación y Padre eterno, el origen de todo lo positivo.

Al final del mensaje anterior señalamos que mediante Su resurrección y en ella Cristo como el postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante para entrar en Sus creyentes y fluir de ellos como ríos de agua viva. El postrer Adán significa la conclusión de la humanidad, el fin de la humanidad. Sólo hubo dos Adán: el primero y el postrero. El primer Adán es el comienzo de la humanidad, y el postrer Adán es el fin de la humanidad. Primero éramos parte del primer Adán, pero ahora somos parte del postrero.

Debemos ver la revelación de la Biblia de una manera intrínseca. Pongamos como ejemplo un árbol grande. En ese árbol hay un fluir, una corriente. Tal corriente es la savia de ese árbol. La historia del árbol no depende de su estructura externa sino de su fluir intrínseco, su corriente intrínseca. La Biblia es la revelación divina y está compuesta de sesenta y seis libros. En este libro se habla de muchas cosas pero, ¿cuál es la corriente intrínseca de la Biblia? La corriente intrínseca de la Biblia es el Espíritu. La Biblia comenzó a fluir a partir de Génesis 1:2. Inmediatamente después de que Dios comenzó la obra de la creación, el Espíritu comenzó a moverse. Este es el comienzo de la corriente de la Biblia a lo largo de los sesenta y seis libros que la componen. Esta corriente se consuma en Apocalipsis 22:17, donde se menciona “el Espíritu”. Así que, el fluir del Espíritu comenzó en Génesis 1:2 y tendrá su consumación en Apocalipsis 22:17. Entre estos dos extremos de la Biblia existe una gran corriente. Esta gran corriente es la

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historia del mover de Dios entre los hombres y dentro del hombre. La historia de Dios entre los hombres y dentro del hombre es una corriente del fluir del Espíritu. La definición del Espíritu incluye toda la historia del mover de Dios entre los hombres y dentro del hombre. Si vemos esto, podremos entender intrínsecamente la Biblia y entender su verdadero significado.

Ahora el Espíritu es el Espíritu vivificante. Este Espíritu vivificante es una Persona maravillosa que llegó a existir mediante dos pasos en las cuales El “llegó a ser”. El primero de ellos ocurrió cuando Dios se hizo hombre (Jn. 1:14). El llegó a ser el postrer Adán, y se le conoció por el nombre Jesús. Luego este hombre llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Estos dos sucesos constituyen dos grandes eventos en la historia de la humanidad y también en la historia de Dios. En la historia de todo el universo, nada es más grandioso que la encarnación de Dios. En la encarnación Dios se hizo hombre. Después de treinta y tres años y medio, este hombre llegó a ser algo más. El era Dios, El se hizo hombre, y este hombre llegó a ser el Espíritu vivificante.

a. El Espíritu de Jesús

En el Nuevo Testamento, al Espíritu vivificante se le llama el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7). Este título del Espíritu tiene que ver con Jesús en Su humanidad, quien pasó por la vida humana y la muerte en la cruz. Esto indica que en el Espíritu no sólo está el elemento divino de Dios, sino también el elemento humano de Jesús así como los elementos de Su vida humana y de sufrir la muerte.

b.El Espíritu de Cristo

El título el Espíritu de Cristo está relacionada con Cristo en Su divinidad, quien venció la muerte y llegó a ser la vida en resurrección y posee el poder de resurrección, lo cual indica que en el Espíritu está el elemento de la divinidad, que vino a ser el Espíritu que vence la muerte e imparte la vida (Ro. 8:9b).

c. El Espíritu de Jesucristo

El título el Espíritu de Jesucristose refiere al Espíritu, y abarca todos los elementos de la humanidad de Jesús junto con Su muerte, y la divinidad de Cristo con Su resurrección. Este Espíritu llega a ser la abundante suministración del Cristo inescrutable para el sustento de Sus creyentes (Fil. 1:19b).

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El Señor Espíritu es un título compuesto (2 Co. 3:18) que se refiere al Cristo

pneumático.Es similar al título compuesto el Padre Dios.Esto no significa que el Padre y Dios son separadamente dos. El Padre y Dios son uno solo. El título el Cristo pneumático se refiere a Cristo como el Espíritu. Cristo y el Espíritu no son dos por separado sino uno solo. El Señor Espíritu es el Cristo pneumático.

El Señor Espíritu, el Cristo pneumático,es para que los creyentes sean transformados metabólicamente en la imagen del Señor, de gloria en gloria (2 Co. 3:17-18). Esta transformación se efectúa mediante la renovación de la mente (Ro. 12:2b), lo cual tiene como fin que el Cuerpo de Cristo crezca y sea edificado (1 Co. 3:6, 9b, 12a; Ef. 4:16b).

e. A fin de que el Dios Triuno procesado llegue a Su consumación

1) Como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo

En el Antiguo Testamento hay muchos indicios que nos ayudan a conocer que Dios es triuno, pero es difícil ver allí que el Dios Triuno es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Sólo hasta el final del primer evangelio del Nuevo Testamento podemos ver la composición de la Trinidad Divina (Mt. 28:19b). La composición del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo no fue revelada clara y completamente sino hasta después de la resurrección de Cristo. Después de Su resurrección y antes de Su ascensión, El volvió a los discípulos y les mandó que hicieran discípulos entre las naciones y que bautizaran a los nuevos creyentes en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. En Hechos, los apóstoles bautizaban a la gente en el nombre de Jesucristo (8:16; 19:5). Esto significa que Jesucristo iguala al Padre, al Hijo y al Espíritu. Antes de que el hombre Jesús llegase a ser el Espíritu vivificante, la Trinidad Divina no estaba totalmente consumada.

El Segundo de la Trinidad Divina es el Hijo. El es el Unigénito de Dios (Jn. 3:16) y el Primogénito de Dios (Ro. 8:29). Antes de encarnarse, Cristo no tenía la naturaleza humana; antes de Su encarnación, el Hijo era solamente divino. Además, antes de Su resurrección el Hijo era el Unigénito de Dios, no el Primogénito. En este sentido, el Segundo de la Trinidad Divina no estaba totalmente consumado antes de Su resurrección. El necesitaba adquirir la naturaleza humana mediante la encarnación, y necesitaba ser el Primogénito de Dios mediante la resurrección (Hch. 13:33). De este modo, después de Su encarnación y resurrección, el Segundo de la Trinidad fue completado, consumado.

Ahora debemos considerar al Tercero de la Trinidad Divina, al Espíritu. Antes de la encarnación y la resurrección, el Espíritu era solamente el Espíritu de Dios, no el Espíritu del Hombre. El Espíritu de Jesús es el Espíritu del Hombre. Antes de la

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encarnación, el Espíritu de Dios no tenía el vivir humano, ni la muerte todo-inclusiva, ni el elemento de la resurrección. En otras palabras, antes de la encarnación y la resurrección, el Espíritu de Dios no estaba compuesto. Fue mediante la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección que el Espíritu de Dios fue compuesto con la humanidad y con la muerte y la resurrección de Cristo. Así que después de la resurrección de Cristo, el Tercero de la Trinidad Divina también fue consumado. Después de la resurrección, el Espíritu de Dios es el Espíritu vivificante, el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Jesucristo y el Señor Espíritu. Todos estos aspectos del Espíritu tienen como fin la consumación del Dios Triuno. El Dios Triuno fue consumado en la resurrección de Cristo, de modo que después de Su resurrección el Señor regresó y dijo que debemos bautizar a la gente en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

2) Que alcanza Su consumación en el último de la Trinidad Divina, esto es, el Espíritu Santo, como la consumación del Dios Triuno procesado

El Dios Triuno ha sido consumado en el Espíritu vivificante, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Jesucristo y el Señor Espíritu. Así que hoy día el Espíritu es la consumación del Dios Triuno.

f. Para ser el Paracletos, el Consolador, de los creyentes

El Espíritu como la consumación del Dios Triuno procesado es el Paracletos, el Consolador, de los creyentes (Jn. 14:16-17). En Juan 14:16 el Señor dijo que El le pediría al Padre que nos diera otro Consolador. El consolador es el Paracletos. La palabra griega significa “un abogado, alguien que está a nuestro lado atendiendo nuestra causa y nuestros asuntos”. El Espíritu que es el Espíritu vivificante, el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Jesucristo y el Señor Espíritu, es nuestro Paracletos,

alguien que siempre está a nuestro lado atendiendo nuestro caso, nuestros asuntos y nuestras necesidades.

g. Para ser la realidad del Dios Triuno procesado

El Espíritu vivificante es la realidad del Dios Triuno procesado (Jn. 14:17a; 15:26b; 16:13; 1 Jn. 5:6b). Si tenemos este Espíritu, tenemos la realidad de la Trinidad Divina, quien se ha procesado y consumado.

h. Para ser el medio por el cual

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El Espíritu vivificante es el medio por el cual el Dios Triuno procesado llega a los creyentes. Si no existiese este Espíritu, el Dios Triuno no tendría manera de llegar a nosotros. El Padre es la fuente; el Hijo es el canal; y el Espíritu es el medio de alcance. El Dios Triuno llega a nosotros por medio del Espíritu que da vida.

i. Para que los creyentes tengan acceso al Padre, la fuente de la Trinidad Divina

El Espíritu es, además, el acceso de los creyentes al Padre (Ef. 2:18), quien es el origen de la Trinidad Divina. Que el Espíritu sea el “medio de alcance” significa que El llega a nosotros. Que sea el “acceso” significa que nosotros vamos a El. Esta es la comunicación adecuada: ir y venir. El Espíritu es la llegada de Dios, y este Espíritu es también nuestra entrada, el acceso. Sin el Espíritu no tenemos entrada, no tenemos acceso al Dios Triuno. Para que el Dios Triuno llegue a nosotros, necesitamos el Espíritu. Para entrar en el Dios Triuno, necesitamos el Espíritu. El Espíritu es el medio por el cual Dios llega a nosotros; El es además nuestra entrada, nuestro acceso, a la Trinidad Divina.

j. Para ser la comunión entre el Dios Triuno procesado y los creyentes, a fin de que ellos disfruten

las riquezas de la Trinidad Divina

En 2 Corintios 13:14 se revela que el Espíritu es la comunión que existe entre el Dios Triuno procesado y los creyentes, la cual tiene como fin que ellos disfruten las riquezas de la Trinidad Divina. Cuando El llega a nosotros, y cuando nosotros entramos en El, hay comunión. Luego permanecemos en la comunión, para disfrutar todas las riquezas del Dios Triuno corporificado en Cristo.

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CAPITULO CUATRO

LA DEFINICION DEL ESPIRITU (3)

Lectura bíblica: Ex. 30:22-30; 2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20, 27; Ef. 1:13, 11, 14; 4:30b; 2 Co. 1:22; Gá. 3:8, 14; Jn. 3:5-6; He. 2:10; Gá. 4:6; Ro. 8:14-16; 15:16; 8:26; Tit. 3:5b; 2 Co. 5:17

BOSQUEJO II. En el Nuevo Testamento el Espíritu es:

C. El Espíritu compuesto que unge—Éx. 30:22-30:

1. Compuesto con el único Dios, como la base del compuesto, el cual es la divinidad de Cristo tipificada por el hin de aceite de oliva—v. 24b.

2. Con la Trinidad Divina, tipificada por las tres unidades de especias, de quinientos siclos cada una—vs. 23-24a.

3. Con la humanidad de Cristo, tipificada por las cuatro clases de especias.

4. Con la muerte de Cristo y la eficacia de ésta, tipificadas por la mirra y la canela—v. 23a.

5. Con la resurrección de Cristo y su poder repelente, tipificados por el cálamo y la casia—vs. 23b-24a.

6. Como el ungüento para ungir todos los enseres y las personas relacionadas con la adoración a Dios—vs. 25-30; 2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20, 27.

7. Como el Espíritu Santo para sellar a los creyentes de Cristo—Ef. 1:13; 4:30b; 2 Co. 1:22a:

a. A fin de impartir el elemento divino del Dios Triuno procesado a los creyentes y saturarlos con este elemento. b. Transforma a los creyentes en herencia de Dios—Ef. 1:11. 8. Como el Espíritu que sella, para ser las arras dadas a los creyentes—

v. 14; 2 Co. 1:22b:

a. Garantizándoles a los creyentes que Dios mismo será su herencia.

b. Dándoles a los creyentes un anticipo del Dios que disfrutarán como su herencia.

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D. La bendición del evangelio—Gá. 3:8, 14:

1. Para regenerar a los creyentes, engendrándolos como los muchos hijos de Dios—Jn. 3:5-6; He. 2:10.

2. Como el Espíritu del Hijo, que clama “Abba, Padre” en el corazón de los creyentes y los conduce a que anden como hijos de Dios—Gá. 4:6; Ro. 8:14-16.

3. Como el Espíritu para el sacerdocio del evangelio para santificar a los creyentes—15:16.

4. Para interceder por los creyentes—8:26.

5. Para renovar a los creyentes, haciendo de ellos la nueva creación de Dios—Tit. 3:5b; 2 Co. 5:17.

En los dos mensajes anteriores vimos que aunque el Señor Jesús tenía el Espíritu divino para Su encarnación, vivir humano, y ministerio, en aquel momento El todavía no era el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) para fluir como ríos de agua viva del interior de Sus creyentes (Jn. 7:38-39). Para que el Espíritu del Señor pudiera entrar en los creyentes y salir de ellos, el Señor tuvo que dar dos pasos más. Primero, tuvo que morir. En segundo lugar, tuvo que resucitar. En Su muerte, El quitó los obstáculos del pecado, la carne, el mundo y Satanás a fin de que recibiéramos el Espíritu para que fluyera de nosotros. Luego, en Su resurrección, El llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Después de la crucifixión y resurrección, el Espíritu puede entrar en los creyentes para regenerarlos y fluir de ellos como ríos de agua viva.

Con el tiempo, el Espíritu llegó a ser la consumación del Dios Triuno procesado. En el Antiguo Testamento, el Espíritu era el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jehová y el Espíritu de santidad. El Espíritu Santo es el primer título usado para referirse al Espíritu de Dios en el Nuevo Testamento. El nacimiento de Cristo dependió directamente del Espíritu Santo. Su origen fue el Espíritu Santo y Su elemento fue divino.

Los treinta y tres años y medio transcurridos desde la encarnación de Cristo hasta Su ascensión fue un tiempo transitorio. Antes de que este tiempo transitorio comenzara, antes de la encarnación de Cristo, Dios era puramente Dios. El era meramente divino. Pero la Biblia nos muestra que Dios tenía la intención de entrar en el hombre. Para que El entrara en el hombre, necesitaba llegar a ser hombre. Antes de ese tiempo, El era eternamente perfecto y completo, pero aún no se había perfeccionado, completado. El estaba sin procesar, “crudo”, “sin cocinar”. En esos treinta y tres años y medio El pasó por el proceso de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Estos fueron los cinco pasos por los cuales el Dios “crudo” pasó para llegar a

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ser el Dios “cocinado”. Después de esto El se sentó en los cielos y vino a ser el Dios Triuno consumado.

Antes de Su encarnación El no tenía el elemento humano. No tenía la experiencia del vivir humano o del sufrimiento humano. Después de crear al hombre, permaneció separado del hombre por cuatro mil años. Pero un día El llegó a ser hombre para entrar en la humanidad. Mateo 1:20 dice: “Porque lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”. Esto significa que Dios nació, fue engendrado, en María y permaneció en su vientre por nueve meses. Después salió de aquel vientre para ser un Dios-hombre. Desde entonces, Dios y el hombre vinieron a ser uno. Pero esto no es la consumación; este es el principio del proceso. El creció hasta ser un hombre joven y pasó por el vivir humano. Después, a la edad de treinta años, fue bautizado. El trabajó para Dios y ministró Dios al hombre por tres años y medio. Luego entró en Su crucifixión y fue sepultado en una tumba por tres días. Visitó el Hades y salió en resurrección de esa región de muerte. Después en Su resurrección vino a ser el Espíritu vivificante.

Además, en Su resurrección El fue engendrado como el Hijo primogénito de Dios (Hch. 13:33; Ro. 8:29). Como el Unigénito de Dios (Jn. 3:16), tenía sólo la divinidad, no la humanidad. Pero como el Hijo primogénito de Dios, El tiene los elementos de la humanidad, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. En resurrección vino a ser el Espíritu vivificante y también fue engendrado para ser el Primogénito de Dios. Que El sea el Primogénito implica que hay otros hijos que le siguen. En resurrección El nos engendró para que seamos los muchos hijos de Dios. En esa condición y posición, El ascendió. Antes de descender desde los cielos mediante la encarnación, El era puramente Dios. Pero entró en la ascensión como Dios-hombre, con los elementos de la humanidad, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. Ahora el Dios Triuno está completado, consumado, “cocinado”. El ha llegado a ser el Espíritu vivificante, quien es la consumación del Dios Triuno procesado. El Dios Triuno procesado en Su consumación es el Espíritu.

En el mensaje anterior vimos que este Espíritu consumado que es la consumación del Dios Triuno es cinco cosas para nosotros. El es el Paracletos, la realidad, el alcance, el acceso y la comunión. Como el Paracletos, El siempre está con nosotros, anda con nosotros y vive con nosotros para ser nuestro todo. Esta persona es la realidad. Sin El, ni Dios, ni Cristo, ni la justicia, ni la santidad, ni la vida, ni la luz ni el amor son verdaderos. El Espíritu como la consumación del Dios Triuno procesado es la única realidad en todo el universo. ¿Quién es Dios? El es Dios. ¿Quién es Cristo? El es Cristo. ¿Quién es el Salvador? El es el Salvador. ¿Quién es el Redentor? El es el Redentor. ¿Quién es el Señor? El es el Señor. ¿Quién es el Amo? El es el Amo. ¿Quién es el Padre? El es el Padre. El es la realidad. En 1 Juan 5:6b se afirma: “El Espíritu es la realidad”.

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Cuando El viene a nosotros, El es el medio por el cual Dios llega a nosotros. Además, El nos conduce de nuevo a Dios, lo cual es nuestro acceso. Entonces, al permanecer en El, El es nuestra comunión.

Debemos conocer el Espíritu de esta manera tan detallada. Si no conocemos cabalmente al Espíritu, no podemos tener una vida cristiana normal apropiada. La vida cristiana normal depende de que conozcamos y experimentemos el Espíritu.

C. El Espíritu compuesto que unge

Ahora queremos ver otro aspecto del Espíritu en el Nuevo Testamento. El Espíritu es el Espíritu compuesto que unge, y está tipificado por el ungüento compuesto mencionado en Éxodo 30:22-30. El aceite es sólo un elemento, pero un ungüento es un compuesto. La pintura es un buen ejemplo de lo que es un compuesto de aceite que contiene varios elementos. Hoy día en el Nuevo Testamento, el Espíritu es el Espíritu compuesto para ser el ungüento que unge.

El hermano Watchman Nee nos enseñó que a fin de que experimentemos la muerte de Cristo según Romanos 6, debemos experimentar el Espíritu según Romanos 8. Solamente en el Espíritu podemos experimentar la muerte de Cristo. Pero al comienzo de su ministerio nos dijo que para experimentar la muerte de Cristo debemos considerarnos muertos. Eso tuvo como base Romanos 6:11. Luego, se dio cuenta de que considerarse muerto no funciona. Considerarse muerto fue recalcado por A. B. Simpson, el fundador de la Alianza Cristiana y Misionera. Sin el Espíritu, sin embargo, considerarse muerto no funciona. Cuanto más se considera uno muerto, más vivo está. La muerte de Cristo está en el Espíritu. El hermano Nee también nos enseñó que la realidad de la resurrección es el Espíritu.

Más adelante leí el libro de Andrew Murray El Espíritu de Cristo.Dos veces oí decir al hermano Nee que si alguien tradujera al chino aquel libro, él pagaría los gastos de imprenta. Cerca del 1951 algunos de mis ayudantes lo tradujeron, y yo lo revisé. Así que hoy tenemos la traducción china de El Espíritu de Cristo. Uno de los capítulos más impresionantes de este libro es el capítulo 5, titulado: “El Espíritu del Jesús glorificado”. Quisiera que prestásemos atención a las siguientes porciones de este capítulo para que seamos impresionados con la revelación divina del Espíritu en el Nuevo Testamento. Algunas partes del texto fueron subrayadas para dar énfasis.

Sabemos que el Hijo, quien había estado con el Padre desde la eternidad, entró en una nueva etapa de existenciacuando se hizo carne. Cuando volvió al cielo, El todavía era el mismo Hijo unigénito de Dios, pero no el mismo en todo.Ahora El

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era también, como Hijo de Hombre, el Primogénito de entre los muertos, vestido de esa humanidad glorificada que había perfeccionado y santificado para Sí. Precisamente por eso el Espíritu de Dios que fue derramado en Pentecostés era sin duda algo nuevo ... Cuando El fue derramado en Pentecostés, vino como el Espíritu del Jesús glorificado, el Espíritu del Cristo encarnado, crucificado y exaltado, el portador y comunicador para nosotros, no de la vida de Dios como tal, sino de esa vida que fue mezclada con la naturaleza humana en la persona de Cristo Jesús. En esta capacidad en especial El lleva el nombre de Espíritu Santo, porque cuando Dios mora en los creyentes El es Santo ... Cristo vino ... para introducir la naturaleza humana misma otra vez en la comunión de la vida divina a fin de hacernos partícipes de la naturaleza divina ... En Su propia persona, habiéndose hecho carne, tuvo que santificar la carne, y hacer de ella un envase adecuado y dispuesto donde el Espíritu de Dios pudiera morar ... Al ser glorificada Su naturaleza en la resurrección y en la ascensión, surgió de ella Su Espíritu como el Espíritu de Su vida humana, glorificada en la unión con lo divino, para hacernos partícipes de todo lo que El personalmente había forjado y adquirido, de Sí mismo y de Su vida glorificada. En virtud de Su expiación, el hombre tiene el derecho y título a la plenitud del Espíritu divino, y a que El morara como nunca antes.Y en virtud de que había perfeccionado en Sí mismo una nueva naturaleza humana santa para nosotros, El ahora puede comunicar lo que anteriormente no existía:una vida tanto humana como divina ... En nuestro lugar y para nuestro bien, como hombre y como Cabeza del hombre, El fue admitido en la plena gloria de lo divino, y Su naturaleza humana constituyó el envase y el dispensador del Espíritu divino. Y el Espíritu Santo podría descender como el Espíritu del Dios-hombre, quien era verdaderamente el Espíritu de Dios, y, al mismo tiempo, verdaderamente el espíritu y del hombre ... Así como en Jesús la unión perfecta entre Dios y el hombre se había efectuado y por fin completado cuando El se sentó en el trono, y El de esta manera entró en una nueva etapa de existencia, una gloria hasta entonces desconocida, así también, ahora una nueva era ha comenzado en la vida y la obra del Espíritu. El ahora puede descender para dar testimonio de la perfecta unión de lo divino con lo humano, y al llegar a ser nuestra vida, hacernos partícipes de ello. Ahora está el Espíritu del Jesús glorificado: El se ha derramado; nosotros lo hemos recibido para que entre en nosotros como un río, para que fluya por nosotros, y para que salga de nosotros en ríos de bendición.

Lo que Andrew Murray escribió acerca del Espíritu de Cristo es maravilloso. El señaló que el Espíritu del Jesús glorificado tiene la naturaleza humana de Jesús. Sin lugar a dudas, el Espíritu siempre ha tenido la naturaleza divina, pero en la resurrección de

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Cristo, la naturaleza humana glorificada así como los elementos del vivir humano, la crucifixión y la resurrección fueron añadidos al Espíritu, que ahora es la consumación del Dios Triuno procesado. Cuando estudié lo que Andrew Murray dijo tocante al Espíritu de Cristo, me fortalecí y tuve la confirmación y certeza para hablar acerca del Espíritu todo-inclusivo de Cristo. He hablado de esta maravillosa verdad por casi cuarenta años.

1. Compuesto con el único Dios, como la base

El mejor tipo del todo-inclusivo Espíritu de Cristo como el Espíritu compuesto que unge es el ungüento compuesto del que se habla en Éxodo 30 (véase Estudio-vida de Éxodo,

mensajes 157-166, págs. 1679-1776). Este tipo revela que el Espíritu compuesto que unge está compuesto con el único Dios, como la base, como la divinidad de Cristo, tipificado por el hin de aceite de oliva (v. 24b).

2. Con la Trinidad Divina de Dios

El Espíritu compuesto que unge está compuesto de la Trinidad Divina de Dios, tipificada por las tres unidades de quinientos siclos de especias, cada una (vs. 23-24a). La unidad intermedia de quinientos siclos era dividida en dos unidades de doscientos cincuenta siclos cada una. Esto significa que el Segundo de la Trinidad Divina fue partido, crucificado, en la cruz.

3. Con la humanidad de Cristo

El Espíritu compuesto que unge también se compone de la humanidad de Cristo, tipificada por las cuatro clases de especias.

4. Con la muerte de Cristo y la eficacia de ésta

El Espíritu está compuesto con la muerte de Cristo y la eficacia de ésta, tipificadas por la mirra y la canela (v. 23a).

5. Con la resurrección de Cristo y su poder repelente

La resurrección de Cristo y su poder repelente, tipificados por el cálamo y la casia (vs. 23b-24a), son también elementos del Espíritu compuesto que unge. El cálamo es un carrizo que brota de un pantano o una ciénaga. Por tanto, simboliza que el Señor Jesús se levantó de la muerte. En tiempos antiguos la casia se usaba como repelente de insectos y serpientes. Así que, representa el poder repelente de la resurrección de Cristo.

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