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El incidente de Bahía Magdalena

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EL INCIDENTE DE BAH?A

MAGDALENA

Francis J. Manno Colegio Brockport, N.Y.

Richard Bednarcik Colegio Middlebury

La Bah?a Magdalena, situada en la parte sur de Baja Cali fornia, ha sido desde hace mucho tiempo objeto de pleito por parte de grupos interesados de los Estados Unidos y del extran

jero, debido a las magn?ficas ventajas que presenta como po sible base naval y debido a su localizaci?n. En manos de una potencia extranjera podr?a amenazar seriamente al Canal de Panam?, a California y a la comunicaci?n entre estos dos.

A principios de 1911 comenzaron los rumores acerca de la intenci?n del Jap?n de establecer una base militar en la costa occidental de M?xico. Tambi?n se habl? de Manzanillo, Salina Cruz y Bah?a de Todos los Santos. Los primeros dos puertos fue

ron mencionados por las concesiones de pesca dadas a los japo neses por el gobierno mexicano en 1911, y la patra?a de la Bah?a de Todos los Santos se cree que fue inventada por al guien que deseaba una intervenci?n norteamericana. Sin em bargo se comprob? que todas esas habladur?as carec?an de fun damento.1

A fines de 1911 un sindicato norteamericano comenz? a ne gociar con una empresa japonesa la venta de una enorme pero

incosteable concesi?n en las cercan?as de la Bah?a Magdalena. La correspondencia entre la compa??a norteamericana y el De partamento de Estado indica que la empresa japonesa no in

1 Thomas A. BaileYj "The Lodge Corollary to the Monroe Doc

trine", Political Science Quarterly, 48:220-21, junio de 1933.

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vertir?a en la concesi?n sin la aprobaci?n de su gobierno y ?ste a su vez no permitir?a la transacci?n si el gobierno de los Es

tados Unidos presentaba alguna objeci?n.

El Departamento de Estado contest? al sindicato que el go bierno de los Estados Unidos no ve?a con buenos ojos el nego cio debido al griter?o que ocasionar?a. Despu?s de esto, la em presa japonesa perdi? todo inter?s en el asunto.2

El cuento de que el Jap?n se propon?a establecer una base militar en la Bah?a Magdalena cundi? cuando el gobierno me

xicano le dijo al de los Estados Unidos que al presidente D?az no le ca?a bien el privilegio otorgado a la Flota del Pac?fico para realizar pruebas de tiro en la bah?a. Se argument? que ese hecho aumentaba la yanquifobia de las clases bajas de M? xico y que el presidente D?az hab?a sido severamente criticado por haber permitido a la flota norteamericana usar la Bah?a Magdalena. Como la insinuaci?n fue bastante dura, la flota

no se apareci? por el lugar al a?o siguiente.

Cuando se anunci? que la flota dejar?a de ir a Bah?a Mag dalena, apareci? en los peri?dicos la noticia de que M?xico y Jap?n hab?an convenido secretamente que los japoneses tuvie

ran derecho de establecer una base naval en Baja California. Esta noticia coincidi? con la excitaci?n que produjo en Cali

fornia la inmigraci?n japonesa, por lo que se supuso que era par te del incidente.

Para el 2 de abril de 1912 la preocupaci?n por este inci dente hab?a crecido tanto en los Estados Unidos, que el se nador por Massachussetts, Lodge,3 ped?a al Presidente que "de no ser incompatible con el inter?s p?blico, transmitiera al Se nado cualquier informaci?n que poseyera en relaci?n a la com pra de terreno realizada por el gobierno japon?s o por alguna

compa??a japonesa en la regi?n de la Bah?a Magdalena."4

2 ''Japan's Premier Tells The Times There Is No Magdalena Bay

Incident", New York Times, abril 6, 1912, p. 1:7.

8 Thomas A. Bailey, "The Lodge Corollary to the Monroe Doc

trine", Political Science Quarterly, junio 1933, 48:221.

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EL INCIDENTE DE BAHIA MAGDALENA 367

En un art?culo del New York Times, del 4 de abril de 1912, se afirmaba que el Senado hab?a aprobado la proposici?n de Lodge, lo que mostraba la seriedad con que se hab?a tomado el asunto en Washington. Parec?a, sin embargo, que la cuesti?n se aclarar?a cuando el presidente Madero dijo que no hab?a dado ninguna concesi?n a los japoneses. El art?culo dec?a tam bi?n, que los Estados Unidos no consentir?an el establecimiento de una base naval japonesa en el continente, ni aunque tuviese el car?cter de puerto carbonero para el abastecimiento de sus buques mercantes.

Las actividades del Jap?n en Corea y Manchuria revelaron un creciente apetito de nuevos territorios. El Jap?n se hab?a aliado con Rusia en el Lejano Oriente y los resultados de esta coalici?n defensiva y ofensiva no estaban, que digamos, en com pleta armon?a con la idea de la "puerta abierta".5

El 6 de abril del mismo a?o, Morgan Rowland, de la Char tered Company of Lower California (compa??a acusada de querer enajenar terreno a los japoneses en Bah?a Magdalena),

dijo:

ni esta tierra ni ninguna parte de ella han sido jam?s ofre cidas al gobierno del Jap?n. No s? nada de todo esto. Si alguien ofreci? estas tierras, lo hizo sin autorizaci?n. Creo que todo es invenci?n de alg?n peri?dico norte

americano.

Seg?n la versi?n de Rowland, se hab?a contratado a un ja pon?s experto en tierras, a Otsabura Moda, para revisar el te rreno de la Bah?a Magdalena, y de ah? sali? el cuento de que Jap?n adquirir?a el terreno. Agreg? que la historia le parec?a completamente idiota.7

En c?rculos oficiales se tuvo la impresi?n de que la resoluci?n

640, 62 Congress 2a. ses., agosto 2, 1912, Congressional Record, vol. 48, parte 10, p. 5659.

0 "Japan and Mexico", New York Times, abril 4, 1912, p. 12. 6 "Denies Purpose to Sell", New York Times, abril 6, 1912, p. 2.

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del senador Lodge no era m?s que una maniobra encaminada a sacar adelante el proyecto de un amigo de ?l, del secretario Meyer, que deseaba la ampliaci?n de la marina.8

El presidente Madero desech? categ?ricamente los rumores. Dijo que una acci?n as? por parte de M?xico en esos tiempos,

no har?a m?s que complicar las relaciones entre esa rep?blica y los Estados Unidos.9

El 6 de abril, el New Yorw Times public? un texto que el marqu?s Saionji, primer ministro del Jap?n, mand? a esa re

vista en respuesta a un art?culo anterior del Times.

Tokio, abril 5, 1912 Por lo que concierne al gobierno japon?s, definitiva mente no hay nada de verdadero en lo que public? el

?ltimo Sunday Tokio, referente a que hace algunos d?as M?xico y Jap?n negociaron el establecimiento de una gran

colonia japonesa en la Bah?a Magdalena. Este informe falso puede ser atribuido al siguiente hecho:

Hace alg?n tiempo, el representante en M?xico de la Tokio Kisen Kaisha (Compa??a Oriental de Vapores),

obtuvo del gobierno mexicano derechos de pesca en la costa occidental de M?xico. Alg?n tiempo despu?s ese representante transfiri? sus derechos a la Compa??a Orien tal Ballenera del Jap?n y ?sta cerr? un contrato con el Gobierno Mexicano el 17 de octubre de 1911, en virtud del cual la compa??a mand? a uno de sus directores junto con expertos en pesca y pescadores en n?mero de diez, a

investigar el distrito pesquero. Este distrito se extiende desde el territorio de Tepic hasta el estado de Oaxaca y no tiene ninguna conexi?n geogr?fica con la Bah?a Mag dalena.

Los derechos de pesca tienen vigencia por un per?odo de diez a?os y no tienen relevancia pol?tica alguna, siendo la compa??a una empresa industrial individual de la ini ciativa privada japonesa. Tampoco son un privilegio ex cepcional dado a los japoneses, pues los mismos derechos

8 "Japan's Premier Tells The Times There Is No Magdalena Bay

Incident", New York Times, abril 6, 1912, p. 1.

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EL INCIDENTE DE BAH?A MAGDALENA 369 se han dado hasta ahora a ciudadanos o empresas de los Estados Unidos, Gran Breta?a, Italia, etc.10

El senador Lodge se neg? a hacer comentarios. Se dijo que ?l no ve?a una completa congruencia entre el despacho de To kio y los hechos como ?l los entend?a. ?l consideraba a la Ba h?a como una posici?n sin valor alguno fuera del militar y te m?a que se quisiera dar la concesi?n a una empresa japonesa

para que en el momento apropiado el gobierno del Jap?n usa ra la bah?a como base. En cuanto a los derechos de pesca, el senador Lodge dijo que no ten?a trabas que oponer.11

El senador por Nebraska, Gilbert M. Hitchcock, miembro del Comit? de Relaciones Exteriores del Senado, declar? lo si guiente :

El mensaje que el Primer Ministro del Jap?n cablegrafi? al New York Times en respuesta al art?culo que ?ste le dirigi? en relaci?n al incidente de la Bah?a Magdalena, reviste gran importancia. Lo que el marqu?s Saionji dice confirma mi propia opini?n del asunto: no hay nada de cierto en la pretendida conjura del Jap?n, por lo menos en lo que concierne a su gobierno, para ganar arraigo en este continente.

Sin saber ninguno de los detalles, estoy seguro que cuando se obtenga la informaci?n que pide el senador Lodge, se ver? que el Jap?n no busca terreno en M?xico. Esta es mi

impresi?n y creo que lo es tambi?n de la mayor?a del Senado.12

El representante de Nueva York, tambi?n del Comit? de Relaciones Exteriores, dijo:

La nota que el Times recibi? del Ministro del Jap?n con firma lo que dije ayer: no es verdad la historia de la

10 "Marquis Saionji's Statement to the Times", New York Times, abril 6, 1912, p. 1.

11 "Japan's Premier Tells The Times There Is No Magdalena Bay Incident". New York Times, abril 6, 1912, p. 1.

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Bah?a Magdalena. Nuestras relaciones con el Jap?n son amistosas y continuar?n de igual forma. No existe peligro de guerra, por lo que nadie ?ni siquiera el senador Lodge? se debe alarmar.

El senador por Maryland, Reyner, miembro del mismo co mit?, declar?:

El texto que el Premier del Jap?n envi? al New York Times es muy importante, pero prefiero comentarlo hasta

despu?s que el presidente presente al Senado los resulta dos de la investigaci?n que realiz? el Departamento de Estado a petici?n del senador Lodge.

William Alden Smith, compa?ero de los anteriores en el Se nado y el comit?, afirm? lo siguiente:

Hace ya alg?n tiempo que sabemos del inter?s que al gunos ciudadanos japoneses han mostrado por los dere chos de pesca en la costa occidental mexicana y en la producci?n algodonera del Valle Imperial. Sin embargo, esto no ha alarmado a nadie ni es se?al de agresividad de los japoneses hacia el Hemisferio Occidental.

Los rumores que corren acerca de la Bah?a Magdalena est?n desligados tanto de los derechos de pesca como de

la producci?n algodonera. Fue alentador o?r al Premier del Jap?n desmentir la idea de establecer en la Bah?a una carbonera. Lo m?s probable es que este desconocimiento

sea satisfactorio para aquellos miembros del comit? que estaban a favor de la resoluci?n Lodge, emitida no por los derechos de pesca, sino por lo que se dec?a de la Bah?a Magdalena.13

Otro compa?ero de los ya nombrados, el senador por Da kota del Norte, Porter J. Me. Cumber, se expres? en los siguien

tes t?rminos:

Reviste gran importancia en las presentes circuntancias el cablegrama que el Primer Ministro de Jap?n envi? a la re

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EL INCIDENTE DE BAH?A MAGDALENA 371

vista Times. A pesar de no saber los detalles, no he tomado en serio todas las historias que se han tejido alrededor de

la Bah?a Magdalena, ni creo que sean cre?das por los miembros del Senado en general. . . . Supongo que cual

quier Estado de Am?rica Central puede otorgar derechos de pesca a quien juzgue conveniente, y no veo c?mo por una concesi?n as? se puedan ver afectadas la Bah?a Mag dalena y la Doctrina Monroe.14

Claro est? que hubo muchos esc?pticos de lo que afirmaba el premier del Jap?n. Un art?culo de la revista Times dec?a que mientras por un lado se hablaba de la ignorancia del Departa mento de Estado con respecto a los verdaderos m?viles del Ja p?n, por otro se dec?a que algunos miembros del gabinete es taban llamando indirectamente la atenci?n del secretario Knox sobre la gravedad de la situaci?n.

Un cr?tico del mensaje del primer ministro japon?s fue Marcus Brown, a quien el presidente Roosevelt hab?a nombra do, en 1903, "investigador especial de las actividades de los japoneses en M?xico", y quien permaneci? en este pa?s hasta 1910. Durante seis a?os envi? peri?dicamente sus informes al Departamento de Comercio y Trabajo. Marcus Brown expres?

lo siguiente:

No hay duda alguna, a pesar de las negociaciones que se han hecho, que los japoneses quieren y van a poner pie en M?xico.

Si hay alguien que dude de las intenciones del Jap?n, le dir? que durante los seis a?os de mi investigaci?n mand? al gobierno la suficiente informaci?n como para contestar mil veces a este problema. Cuando el se?or Straus era

Secretario de Comercio y Trabajo, le envi? informaci?n tan sensacional, que ?l, sorprendido, me mand? llamar para preguntarme si no estaba equivocado. Le respond? que no lo estaba y le entregu? un documento original ex pedido por el gobierno del Jap?n que le tom? a un japo n?s en M?xico. En este documento se le dec?a que siempre

14 "Warning to Japan on Magdalena Bay", New York Times, abril 5, 1912, p. 2.

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que viajara, estableciera su residencia lo m?s cerca que pudiera del c?nsul japon?s m?s cercano.

Este escrito demuestra que el ciudadano japon?s est? su jeto a obligaci?n de su gobierno y que su prop?sito es establecer en M?xico una fuerza polic?aca capaz de en frentar cualquier emergencia que surja por la inestabili dad del Gobierno Mexicano. Desde que fui a M?xico por primera vez hasta ahora, el Jap?n ha mandado all? a m?s de 40,000 j?venes.

Creo que bromean cuando hablan de la intenci?n de los japoneses de poner una planta pesquera en Magdalena. He estado bastantes veces ah? y he visto que nadie pesca. Tanto el Gobierno Mexicano como el del Jap?n ven cla

ramente la necesidad que tiene este ?ltimo de tener una estaci?n carbonera en Magdalena o alg?n otro lugar. Ha bl? con muchos japoneses en M?xico y todos concordaban

en decir que su gobierno lograr?a una base en la costa del Pac?fico.

Sin temor a contradecirme, y respaldado por documen tos que est?n en Washington, puedo afirmar que exis te entre M?xico y Jap?n un acuerdo definitivo por medio del cual los japoneses establecer?n una base en M?xico. Nuestro gobierno piensa que no hay por qu? alarmarse

de inmediato, pero yo no lo creo as?. Si las situaciones no son controladas por nosotros, lo menos que har? el Jap?n es intentar hacerlo.15

El se?or Brown expres? dudas despu?s de leer el mensaje del premier japon?s, y esta vez se expres? m?s duramente:

Esto es una evasiva. Considero que lo que afirma no hace m?s que corroborar la existencia de un acuerdo. Ni yo ni

nadie espera que Washington d? a conocer la informaci?n que posee, pero esto no quita que el acuerdo exista.

?Qu? tiene que ver Tepic con Magdalena? La pregunta no ha sido respondida. El intr?ngulis no est?, como mu chos suponen, en lo militar, sino en la ampliaci?n del plan japon?s que se dedica a infiltrar trabajadores japone

ses en los Estados Unidos v?a M?xico, mientras que en los puertos se tiene la imagen de que los refrenan.16

15 "Designs Plain, Says Braun", New York Times, abril 5, 1912, p. 2.

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EL INCIDENTE DE BAHIA MAGDALENA 373

Despu?s de leer las opiniones de algunas gentes, nos damos cuenta que la mayor?a consideraba sincero el mensaje del pre mier del Jap?n, sin embargo, tambi?n vemos que no faltaban quienes cre?an en la intenci?n de los japoneses de establecerse en la Bah?a Magdalena. La culpa de esto ?ltimo se le atribu?a a la prensa, como lo podremos ver en las tres siguientes citas.

El l9 de junio de 1912, apareci? en el Literary Digest un art?culo sacado de un peri?dico de Tokio (el Asahi), en donde

se dec?a que los creadores del cuento de la bah?a eran los pe ri?dicos Hearst.

La familia Hearst posee cerca de 460 000 acres de terreno en territorio mexicano junto al R?o Grande. Aunque el precio por acre es de 3 a 5 d?lares, el se?or Hearst no halla comprador, por lo que est? pendiente de cualquier situaci?n internacional que ?l pueda complicar y que re dunde en la anexi?n de M?xico a los Estados Unidos. ?l sabe mejor que nadie, que la concesi?n dada a una

empresa ballenera japonesa no tiene nada que ver con la Bah?a Magdalena, y que es semejante a otras otorgadas a otros pa?ses. Sin embargo, sus peri?dicos no vacilan en distorsionar los hechos, aun a costa de la decencia y de las amistosas relaciones entre el Jap?n y los Estados Unidos.17

La Dotaci?n Carnegie para la Paz Internacional, public? el 4 de mayo de 1912, un art?culo que les lleg? de Tokio, escrito por T. Miyaoka, antiguo empleado de la oficina de Relaciones del Jap?n. El se?or Miyaoka declaraba que no se pretend?a establecer una base carbonera y que se quer?a vivir en t?rmi nos de amistad con los Estados Unidos. Deploraba el amarillis mo de la prensa por ser causa del malentendido.

He hecho varios intentos, fracasados- en los peri?dicos, de tratar de corregir art?culos malintencionados que quieren indisponer los sentimientos de una persona contra otra. Es por esta experiencia que s? que para cuando se publi

17 "Japan on the Magdalena Bay Scare", Literary Digest, junio 1, 1912, pp. 1150-51.

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que la rectificaci?n el mal ya est? hecho. Adem?s, los mal intencionados son activos. Apenas ha desbaratado uno el primer rumor, cuando un segundo sale a la luz con las mismas intenciones canallescas, de tal manera que es como

andar dando vueltas.

No debemos creer que el Jap?n quiera establecer una base en Bah?a Magdalena. El gobierno japon?s nunca ha bus cado problemas, y ?qu? mejor manera de hallarlos que entrometi?ndose en la Bah?a? Sea esto suficiente para desechar todas esas historias locas que se han difundido por el continente Americano.18

David Starr Jordan, en un art?culo publicado por el World's Workj, condena tambi?n el sensacionalismo de la prensa. Nom

bra tres concesiones distintas, a saber: una pesquera en Baja California propiedad de un se?or Sandoval, otra de la Compa

??a Chartered en desiertos y lagos, y la ?ltima, pesquera, en las cercan?as de Salina Cruz. En ese art?culo se dec?a que la concesi?n de derechos de pesca en Baja California se hab?a dado hace algunos a?os a un tal A. Sandoval de Los Angeles. En Bah?a Magdalena hab?a instalado este se?or una peque?a

enlatadora de cangrejos y tortugas marinas. La carne de los grandes atunes era salada y enviada al Jap?n, donde se le uti

lizaba como condimento. Otros peces. . . eran usados principal mente corno fertilizante. Hab?a en Magdalena aproximadamente

100 personas, seis de las cuales (y no 76 000) eran japoneses, otros tantos chinos y el resto en su mayor?a mexicanos. Gomo desde el a?o 1907 el Departamento de Relaciones Exteriores del Jap?n no hab?a dado pasaportes a trabajadores que que r?an ir a Norteam?rica, la colonia japonesa no pudo crecer mucho.

El se?or Sandoval desarrollaba sus pesquer?as con capital franc?s, y no del Jap?n. Pensaba tambi?n traer pescadores eu ropeos; nadie objetar?a la existencia de una enlatadora francesa en la bah?a, ni el tendido de una red ferroviaria inglesa de M?

1S "Denies Japan Seebs Mexican Naval Base", New York Times,

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EL INCIDENTE DE BAHIA MAGDALENA 375 xico a Veracruz. Las exigencias del trust "Armor Press",

fueron las que inflaron la magnitud de esta peque?a empresa. Sin embargo, la "Armor Plate Press" pod?a influir en la bah?a de otra manera: por medio de la Compa??a Chartered de Baja California financiada por un maderero de New Hamp shire y administrada por un promotor californiano. La firma New Hampshire ten?a opci?n sobre una franja de terreno alre

dedor de Bah?a Magdalena, que se dec?a tener 8 000 millas cuadradas (alrededor de 5 000 000 de acres). Autoridades m?s seguras le atribu?an 2 000 000 de acres. Se dijo que un sindicato ingl?s que investig? el terreno, lo declar? sin valor. Sin embar go, un japon?s de San Francisco fue a ver la concesi?n. No se

realiz? ninguna compra y nada sucedi?.

El aparente deseo de los japoneses sobre el terreno de la Bah?a Magdalena, parec?a haber sido creado para inducir a

alguien a comprar esos terrenos sin valor y as? evitar que aqu? llos los adquirieran. Tambi?n es posible que los se?ores que te n?an la opci?n (Blackman, Henry y otros), no pensaron valerse de los japoneses para hallar un comprador. Problablemente el viaje del japon?s fue hecho por iniciativa propia.

Sin embargo, para nuestros vigilantes patriotas del Senado, de los peri?dicos y de la "Armor Plate", resultaban estos terre nos una posesi?n valiosa.19 El l9 de mayo de 1912, el Senado re cibi? la informaci?n que ped?an en la resoluci?n Lodge, de manos del presidente, a trav?s de su secretario, el se?or Latta.

El senador Lodge pidi? a su secretario que leyera el informe ante el Senado. El informe dec?a lo siguiente:

El Presidente El Secretario de Estado tiene el honor de informar lo

siguiente en respuesta a la resoluci?n adoptada por el Se nado el 2 de abril de 1912, pidiendo.

La primera petici?n, que solicita datos relativos a la com pra de terreno en la Bah?a Magdalena por parte del go bierno japon?s, presenta dos aspectos: el primero es la

19 David Starr Jordan, "The Perennial Bogey of War the Truth About Magdalena Bay", The World's Work, nov. 1912, pp. 191-196.

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adquisici?n de terreno por el Gobierno del Jap?n, pre viamente obtenido de manos de una compa??a japonesa. El Departamento de Estado no posee ninguna informa ci?n que apoye esta suposici?n directa o indirectamente. Adem?s, tanto el Gobierno Mexicano como el del Jap?n han negado categ?ricamente este hecho.

La segunda petici?n se refiere a informaci?n sobre la ad quisici?n de terreno por parte de una compa??a japonesa. Este rumor parece haber surgido por la necesidad que

ten?a una empresa americana de vender tierras que pose?a en la regi?n de la Bah?a.

De acuerdo con los departamentos de informaci?n, esta empresa entr? en arreglos con una compa??a japonesa para venderle los terrenos. El abogado de la compa??a americana trat? de que el Departamento definiera la ac titud que tomar?a ante tal transacci?n. Hay prueba de que la empresa japonesa efectuar?a la compra aun sin el permi so de su gobierno. Adem?s, debido a la localizaci?n de los terrenos, el amistoso gobierno del Jap?n no aprobar?a la compra sin antes saber que los Estados Unidos no presen

taban ninguna objeci?n.

Este Departamento contest? al abogado que le era im posible dar una respuesta categ?rica; sin embargo, no se debe pasar por alto el hecho (del cual probablemente el abogado se daba cuenta) de que esa transacci?n ocasio nar?a gran revuelo en ciertos c?rculos, cosa que lamentar?a el Gobierno de los Estados Unidos. Agreg? este Departa mento, que bastaba ver eso para saber cu?l era la dispo

sici?n del Gobierno Federal ante este asunto.

En vista de eso, los americanos interesados iniciaron arre glos para formar una compa??a con inversionistas japo neses de acuerdo con un plan, que esperaban fuera in objetable al Gobierno de los Estados Unidos.

El mismo abogado dio un esbozo del plan, y dijo que los inversionistas japoneses tendr?an un 35% de los intereses, con opci?n de tener 15% m?s; la empresa americana re tendr?a el control de la propiedad y mayor?a en el consejo de directores: el presidente y el administrador ser?an ame ricanos.

A esto respondi? este Departamento en enero pasado, que no ve?a en los cambios introducidos raz?n suficiente para

cambiar lo que les hab?a dicho con anterioridad, ni se sent?a obligado a decir si en tal momento favorecer?a al plan o no. Se agreg? que ?sta era la ?nica actitud que se pod?a tomar ante tan escasa informaci?n.

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EL INCIDENTE DE BAH?A MAGDALENA 377

Desde que se les respondi? lo anterior, el Departamento de Estado no ha tenido comunicaci?n con los interesados ni con sus abogados, tanto en lo que respecta a la venta de

terrenos a una empresa japonesa, como en lo referente a la formaci?n de una compa??a mixta.

El di?logo oral y escrito que se ha llevado con los em presarios americanos ha permitido a ?stos darse cuenta de

la actitud del Gobierno de los Estados Unidos. Esto, unido a la ausencia de informaci?n, nos impide afirmar si existe alg?n proyecto que requiera nuestra intervenci?n.

A manera de recapitulaci?n, el suscrito tiene el honor de afirmar, que el Departamento de Estado no tiene infor maci?n alguna que le permita inferir que el Gobierno Mexicano o el del Jap?n hayan hecho tr?mites con tierras en la regi?n de la Bah?a Magdalena que permitiera a este ?ltimo adquirirlas.

Ante estas circunstancias, el Departamento de Estado np vio la necesidad de tomar mayores medidas frente a los persistentes rumores, que por desgracia son de esos que se dan con mucha frecuencia para detrimento de la opini?n p?blica de los pa?ses respectivos y de las relaciones amis

tosas entre sus gobiernos.

Su Excelencia, el Embajador del Jap?n, nos inform? que hab?a dado cuenta de los rumores a su gobierno (ya co nocidos a trav?s de la prensa) y que con su autorizaci?n desment?a categ?ricamente los rumores. Agreg? que era

sensacionalista la idea que el Jap?n hubiera tratado direc ta o indirectamente de adquirir terrenos en la zona de la Bah?a Magdalena.

Respetuosamente Suyo P. C. Knox.20

La reacci?n ante el informe del presidente vari? desde el total apoyo hasta la duda y el escepticismo. El peri?dico The Nation dijo que se insinuaba el verdadero motivo por el que la ad ministraci?n hab?a respondido a la resoluci?n senatorial: para

refutar definitivamente a los rumores. Agreg? el diario que era en gran parte la Doctrina Monroe la que hab?a vuelto loco al

20 Congreso de los E.U., Senado. "Land at Magdalena Bay", Docu mento del Senado no. 640, 62avo Congreso, 2a. sesi?n, mayo 1<?, 1912, Congressional Record, vol. 48, parte 6, pp. 5659-66.

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Senado. Podemos as? inferir lo que sucedi? cuando los senado res recibieron el mensaje del presidente Taft y del secretario de Estado en donde desbarataron la deliciosa y horrible patra?a

de los japoneses en la Bah?a Magdalena.

Lodge, Bacon, Rayner y el resto, admitieron que la falsa alarma hab?a desaparecido para siempre. Sin embargo agrega ron que cualquier d?a se podr?a descubrir algo a?n m?s te rrible.21 El senador Lodge declar? que no hab?a hecho la pre gunta por imprudencia o por motivos personales. Dijo que la informaci?n que le hab?an dado indicaba un posible surgimien to de dificultades por los terrenos de Bah?a Magdalena, a me nos que las Estados Unidos tomaran las medidas pertinentes. Como era evidente que los japoneses no hab?an intentado una compra de terreno, el mismo senador Lodge dijo que no duda ba de la rectitud de las intenciones del Jap?n ni de las medidas que hab?a tomado el Departamento de Estado para definir su postura.

Seg?n Lodge ocurr?a lo siguiente :

Hace algunos a?os, el Gobierno Mexicano otorg? una gran concesi?n de tierra (aproximadamente 4 000 000 acres en la costa de Baja California, incluyendo la Bah?a Magdalena) a un norteamericano llamado Floris Hayes.

?ste pas? su concesi?n a un se?or llamado Edwards y ?ste a su vez a otro llamado Lakin.

Bajo los auspicios del se?or Lakin y las leyes del Estado de Main, se cre? la empresa Chartered Company of Lower California. Como no prosper?, tuvo que pedir prestada

a la compa??a J. E. Henry la cantidad de $ 200 000. Cuando sobrevino la bancarrota, la propiedad de la com pa??a pas? a las manos de los tenedores del pr?stamo Henry.

Se form? la Magdalena Bay Company, que tom? todas las acciones y los bonos de la Chartered Company y emiti? certificados. Estos certificados estaban en las manos de la compa??a J. E. Henry, por lo que ?sta era la que con

trolaba la propiedad.

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EL INCIDENTE DE BAHIA MAGDALENA 379 Se esforzaron en recuperar la deuda. Varios promotores hab?an intentado vender la propiedad bajo comisi?n y

formar empresas que la compraran.

Uno de estos intentos era el vender la propiedad de la Bah?a Magdalena a una compa??a norteamericano-japo nesa, en la que los japoneses poseer?an el 35% de las acciones, con opci?n para obtener un 15% m?s.

No hay duda que se intent? vender terreno a una com pa??a que ten?a un gran porcentaje de capital japon?s. Actualmente el ?rea de la Bah?a Magdalena no reviste

inter?s comercial. Tiene, sin embargo, su industria, pues desde hace algunos a?os se recoge un musgo marino lla mado "ochil" que sirve para la industria de te?idos. Hoy en d?a la regi?n es des?rtica en su mayor parte,

pero puede desarroll?rsela industrial y comercialmente. El verdadero valor actual que posee la Bah?a Magdalena

es militar y estrat?gico: est?, con sus magn?ficas condi ciones, entre San Francisco y Panam?. . . El que intente comprar tierras ah? lo har? por el valor militar que tienen una estaci?n carbonera o una base naval.22

Lodge expres? que no hab?a duda qu? subditos del Jap?n hab?an intentado adquirir terrenos, s?lo que el problema no hab?a surgido todav?a; "...espero que no surja. Es parte de una sabia pol?tica el saber anticiparse a dificultades que pue

dan surgir causando dificultades o malentendidos con cual quier naci?n amiga."23

Prosigui? Lodge diciendo que cre?a conveniente que el Se nado aclarara la doctrina Monroe sobre la no colonizaci?n de Am?rica y hacer ver que la tal "colonizaci?n" no se refer?a a

aquella realizada por gobiernos extranjeros directa o indirecta mente, sino que abarcaba tambi?n las actividades de compa??as,

corporaciones y subditos extranjeros que pretendieran violar la Doctrina Monroe (como en el caso de la Bah?a Magdalena).24

22 Congreso de los E.U., Senado, Bah?a Magdalena, reporte Sena torial no. 640, 62?? Congreso, 2$ sesi?n, mayo 1<?, 1912, Congressional Record, vol. 48, parte 6, pp. 5660-61.

Ibid., p. 5661.

(16)

La discusi?n continu?, y el senador Rayner de Maryland pregunt? a Lodge si ten?a o no derecho a interferir en la si

tuaci?n, suponiendo que los intereses norteamericanos quisie ran vender a subditos del Jap?n. Agreg? que no conoc?a nin g?n tratado que prohibiera a un yanqui vender a un japon?s terrenos que hubiera adquirido en M?xico. El senador Lodge pidi? que la pregunta fuera considerada por el Comit? de Re

laciones Exteriores antes que por el Senado.

El 31 de julio de 1912, Lodge ley? ante el Senado un in forme del Comit? de Relaciones Exteriores. ?ste dec?a que por la correspondencia e informaci?n recabada, le parec?a que nin g?n otro pa?s estaba interesado en comprar tierras en el ?rea de la bah?a. Sin embargo, cre?a que aquellas empresas que po

se?an los terrenos, hab?an intentado venderlos a una naci?n extranjera. Aprovechando la oportunidad quer?an prever casos similares, para lo cual el Comit? recomend? la siguiente reso luci?n:25

Cuando alg?n puerto o cualquier otro lugar del Conti nente Americano est? situado de tal manera que la ocu paci?n de ellos para fines militares o navales de otro go bierno no americano amenace las comunicaciones y la

seguridad de los Estados Unidos, ?stos no podr?n menos que verlo con grave preocupaci?n.20

Despu?s de tres horas de debate a puerta cerrada, el Sena do adopt? la Resoluci?n Lodge por una votaci?n de 51-4, en el sentido de aplicar la Doctrina Monroe en casos como el de Bah?a Magdalena.

La opin?n p?blica se dividi?. Unos dijeron que era una resoluci?n m?s importante que la Doctrina Monroe y que se deb?a aceptar; otros la juzgaron irrelevante.

25 Congreso de los E.U., Senado, Bah?a Magdalena, reporte senato rial no. 996, 62? Congreso, segunda sesi?n, julio 31, 1912, Congres sional Record, vol. 48, pte. 10, p. 9923.

2<i "Favors Stronger Monroe Doctrine", New York Times, agosto 1*?, 1912, p. 6.

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EL INCIDENTE DE BAH?A MAGDALENA 381

El senador Lodge dijo que la resoluci?n estaba basada en un principio m?s viejo que la Doctrina, y este era el hecho que

tiene una naci?n de defenderse y de conjurar abusos peligrosos. Agreg? que con la apertura del Canal de Panam?, la bah?a

adquir?a una importancia que jam?s hab?a tenido, porque los barcos pasaban frente a ella.27

La revista Scribner's Magazine public? lo siguiente: ". . .se podr?a decir que esto no es m?s que una resoluci?n senatorial. Sin embargo fue aprobada por una abrumadora mayor?a, y esto es un acontecimiento que las otras naciones no podr?n ig norar y de hecho no dejar?n de ver.28 El New York American describi? la resoluci?n como "una doctrina m?s amplia y clara que la Monroe"; el Boston Transcript, "es la doctrina original

s?lo que reforzada", y el New York Evening Star, "un viejo prin cipio inalterado pero reafirmado."29

El peri?dico Washington Post agreg? :

Los peri?dicos que no son de la ciudad y que tienden a minimizar la importancia de la Resoluci?n Lodge dicien do que no es m?s que mucho ruido si no es apoyada por la C?mara, no toman en cuenta que el Senado tiene poder de veto para poder moldear nuestra pol?tica ex

terior en mayor extensi?n que por el Departamento de Estado, sin la concurrencia por parte de la c?mara. Ser?a por lo tanto irrelevante que el Departamento de Estado

o la C?mara se opusieran a la voluntad del Senado, en este caso, a la adopci?n de la Resoluci?n Lodge.30 El New York Tribune afirm?:

Aquellos que se pronunciaron contra la resoluci?n diciendo que no es m?s que escoria de militarismo anacr?nico, est?n

27 "Warning to Powers Adopted by Senate", New York Times, agos to 3, 1912, p. 2.

28 Henry Cabot Lodge, "100 Years of the Monroe Doctrine", S crib tier's Magazine, octubre 1923, p. 422.

29 "The New Monroeism", Literary Digest, agosto 17, 1912, pp.

248-49.

(18)

criticando en realidad a uno de los m?s viejos principios del derecho nacional. Es casi imposible sostener la afirma

ci?n que la seguridad de nuestras comunicaciones es hoy menos importante que cuando Jefferson, o que la vigi

lancia de nuestras l?neas de comunicaci?n con el Canal de Panam? es menos esencial que el mantenimiento del tr?fico en el Mississippi. La acci?n del Senado, que por medio de uno de nuestros m?s viejos principios protege esas comunicaciones de una posible interferencia, no puede

ser menos que laudable.31

Junto con cientos de art?culos que alababan la resoluci?n, aparecieron otros que no lo hac?an. William Sulzer, miembro del Comit? de Relaciones Exteriores, la calific? de demag?gica: "Que el Jap?n o cualquier otra empresa actuando por ?l haya adquirido directa o indirectamente derechos sobre la Bah?a Magdalena o cualquier otro lugar de M?xico, es una historia

que carece de fundamento alguno. . ."32

En el Springfield Republican apareci? el siguiente art?culo: ?Podr?a el Senado saber m?s que el Presidente o que el Departamento de Estado? ?ser? posible que el se?or Lodge

intente tomar bajo su propia direcci?n la pol?tica externa de los Estados Unidos, sin importarle las opiniones del jefe del Gobierno o del primer consejero diplom?tico?33 El presidente Taft declar?:

es suficiente decir que esto no es una extensi?n de la Doc trina Monroe. Solamente se?ala una manera indirecta de violarla. Se podr?a preguntar el porqu? de esta declara ci?n, sin embargo s?lo digo que no admite duda que esa manera indirecta de amenazar la seguridad de los Estados Unidos por medio de una avanzada militar, ser?a perju

dicial para nuestros intereses.34

31 Ibid.

32 "Warning to Japan on Magdalena Bay", New York Times, abril

5, 1912, p. 1.

33 "The New Monroeism", Literary Digest, agosto 17, 1912, pp.

248-49.

34 William Howard Taft, "The Monroe Doctrine, its Limitations and Implications", The Independent, die. 18, 1913, p. 544.

(19)

EL INCIDENTE DE BAHIA MAGDALENA 383

Lament? el presidente Taft lo que ?l interpret? como un in tento de Lodge por dirigir la pol?tica externa de los Estados Unidos. Se le oy? decir: "Creo que yo tambi?n soy parte del

gobierno de los Estados Unidos."35

Desde un punto de vista diferente, el New York Cali (so cialista) estudi? los intereses comerciales que pudieran estar im plicados y consider? la Resoluci?n Lodge como el reconocimien

to de que las empresas capitalistas son pr?cticamente sin?nimas al gobierno al que pertenecen.36

Con imparcialidad, el Journal of International Law dijo:

Una resoluci?n del Senado es una expresi?n de su opi nion. Fue dada despu?s de haberle pedido informaci?n al Presidente. ?Pueden los Estados Unidos suponer que el uso comercial de ese puesto se puede convertir tan f?cil mente para usos militares, como para prohibirlo, aun antes

de que apareciera alg?n sign? de peligro? Es claro que el Senado lo piensa as?, porque aprob? la Resoluci?n Lodge, pero no lo est? tanto en cuanto a su legalidad.

Con base a la defensa propia, un estado prohibe a su vecino vender tierras de valor estrat?gico a un individuo de una tercera potencia, sin haber m?s que sospechas acerca de las intenciones siniestras de esa tercera potencia. ?Qu? sucede con el derecho soberano del vecino de dis poner de sus tierras para uso comercial?

Al extenderse sin medida el principio de autodefensa, ?no se vuelve rid?culo y sin valor? ?Es concorde la sospecha constante con la buena fe internacional? Estas son las du das que surgen v?lidamente ante la Resoluci?n Lodge.37 A manera de conclusi?n debo agregar que personalmente creo, aunque no estoy seguro, que el gobierno imperial del Ja p?n planeaba asegurar una base en M?xico en la regi?n de la

35 Thomas A. Bailey, "The Lodge Corollary to the Monroe Doc

trine", Political Science Quarterly, junio 1933, pp. 224-25.

36 "The New Monroeism", Literary Digest, agosto 17, 1912, pp.

248-49.

37 "The Magdalena Bay Resolution", American Journal of Inter national Law, oct. 1912, pp. 937-39.

(20)

Bah?a Magdalena para un futuro uso militar. Con toda segu ridad esa base se utilizar?a contra los Estados Unidos.

Como una prueba de esta teor?a, finalizo citando los co mentarios de Pancho Villa:

El capit?n de un barco de guerra japon?s tambi?n vino a verme. De inmediato me dijo que su gobierno lo hab?a enviado para hablar conmigo de las relaciones poco amis tosas entre Estados Unidos y Jap?n y de la posible guerra entre ambos; a?adi? que la flota del Jap?n se estaba ya preparando. No le dije nada, pero lo mir? con recelo, mientras ?l continu? diciendo: "Se?or General Villa, nos

otros los japoneses tenemos que quitarles bastante a esos l?deres y ciudadanos de los Estados Unidos. Son una na ci?n ambiciosa; desean dominar para su propia grandeza en todos lados, movidos siempre por un inter?s, tanto aqu? en Am?rica como en los archipi?lagos de Asia. Como sa bemos que usted es el m?s grande soldado de M?xico,

le pedimos en nombre del gobierno de Tokio, que nos revele sus sentimientos hacia los Estados Unidos. Espero que con anterioridad a la guerra contra Estados Unidos nos diga usted de qu? lado est?n sus simpat?as y las del pueblo mexicano. Yo s?, se?or, que ya los han herido bastante, en Texas, en California y no s? d?nde m?s." Le respond? que no sab?a por qu? el Jap?n estaba resen

tido con los Estados Unidos. "Yo s?lo conozco a mi pa?s, pero si los americanos guerrean contra otro pa?s, y yo estoy en un alto puesto gubernativo, el pueblo de M?xico no le negar? a los americanos nada del material de guerra que pidan. El gobierno de los Estados Unidos es nuestro buen amigo y los ciudadanos americanos favorecen nues

tra causa revolucionaria. Con lo que respecta a lo que usted dice, s?lo le puedo decir que ya ha pasado mucho

tiempo desde esos acontecimientos y ahora ya hay otros frutos que recolectar."

Pienso que se desilusion? con mi respuesta y que no dijo cosas que ten?a intenci?n de decir. Comet? un error al expr?same tan francamente, pues me olvid? que en asun tos internacionales, siempre es bueno saber todo lo que los otros quieren decir, especialmente si se trata de guerra. Aun as? mi respuesta fue v?lida, pues M?xico no se puede

(21)

EL INCIDENTE DE BAHIA MAGDALENA 385

permitir poner en peligro su futuro al prometer, ahora o m?s tarde, ayuda a un enemigo de los Estados Unidos.38

BIBLIOGRAF?A

Art?culos de revistas

1. Bailey, Thomas A. "The Lodge Corollary to the Monroe Doc

trine", Political Science Quarterly, junio, 1933, 48:220-39. 2. "Japan and Magdalena Bay". Literary Digest, abril 20, 1912, 44:

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5. Lodge, Henry Cabot. "One-Hundred Years of the Monroe Doc

trine". Scribner's Magazine, octubre, 1923, 74:413-23.

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national Law, oct. 1912, 6:937-39.

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88 Martin Luis Guzman, Memoirs of Pancho Villa, traducido por

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rial n<? 996, 62? Congreso, 2* sesi?n, julio 31, 1912, Congressional Record, vol. 48, parte 10, p. 9923.

31. Congreso de los E.U. Senado. El Senador Hitchcock introduce una resoluci?n senatorial n9 313. 62? Congreso, 2^ sesi?n, mayo 16,

1912, Congressional Record, vol. 48, parte 7, p. 6530. 32. Congreso de los E.U. Senado. El Senador Lodge introduce la reso

luci?n senatorial n? 272. 62? Congreso, 2* sesi?n, abril 2, 1912, Congressional Record, vol. 48, parte 4, p. 4170.

(23)

EL INCIDENTE DE BAH?A MAGDALENA 387

516. 62? Congreso, 2^ sesi?n, abril 27, 1912, Congressional Record, vol. 48, parte 6, p. 5514.

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Referencias

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