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Cuerpo y memoria en las publicaciones autobiográficas de víctimas del secuestro en Colombia

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CUERPO Y MEMORIA EN LAS PUBLICACIONES AUTOBIOGRÁFICAS DE VÍCTIMAS DEL SECUESTRO EN COLOMBIA

ANA LORENA LIZARAZO GÓMEZ

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA

BOGOTÁ 2014

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CUERPO Y MEMORIA EN LAS PUBLICACIONES AUTOBIOGRÁFICAS DE VÍCTIMAS DEL SECUESTRO EN COLOMBIA

ANA LORENA LIZARAZO GÓMEZ

DIRECTOR:

JUAN PABLO ARANGUREN ROMERO, PhD.

Trabajo de grado presentado como requisito parcial para obtener el título de Psicóloga

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA

BOGOTÁ 2014

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Agradezco a Dios que me dio fuerza y fe para culminar satisfactoriamente el presente trabajo de grado.

A mi familia por el apoyo y ánimo expresados. A mi esposo por su apoyo incondicional. Mi más profundo agradecimiento al maestro Juan Pablo Aranguren, quien fue mi Director de Tesis, gran colaborador y guía constante para obtener este gran logro.

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En memoria de Edgar Hernando Lizarazo, quien fue la inspiración para llevar a cabo este trabajo de grado.

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CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN ... 9

1. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN ... 11

1.1. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA ... 11

1.2. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA ... 14

1.3. PREGUNTAS SECUNDARIAS ... 14

1.4. JUSTIFICACIÓN ... 15

1.5. OBJETIVOS ... 16

1.5.1. Objetivo general ... 16

1.5.2. Objetivos específicos ... 16

2. MARCO TEÓRICO ... 17

2.1. ANTECEDENTES ... 17

2.1.1. Antecedentes históricos del secuestro ... 17

2.1.2. Antecedentes empíricos de la investigación ... 19

2.2. CUERPO Y MEMORIA EN CIRCUNSTANCIAS EXTREMAS ... 21

3. METODOLOGÍA ... 29

3.1. ENFOQUE METODOLÓGICO ... 29

3.2. CATEGORÍAS DE ANÁLISIS ... 32

3.2.1. Experiencia límite ... 32

3.2.2. Narrativa ... 32

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3.3. INSTRUMENTOS DE INVESTIGACIÓN ... 34

3.4. CONSIDERACIONES ÉTICAS ... 34

4. RESULTADOS ... 35

4.1. MODIFICACIÓN DE LOS UMBRALES O ESTÁNDARES DE LO TOLERABLE 35 4.2. EL CUERPO EN LA VIDA COTIDIANA ... 45

4.3. SENTIR AL OTRO ... 53

5. DISCUSIÓN ... 60

6. CONCLUSIONES ... 62

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ... 67

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RESUMEN

La comprensión de la forma en que las víctimas del secuestro relatan sus experiencias corporales en sus autobiografías, es el propósito del presente trabajo. Este análisis se realiza a partir de la identificación de las situaciones relacionadas con el cuerpo, las formas en que las víctimas se refieren a su cuerpo, y el tipo de lenguaje que utilizan para ello. Las emociones relatadas por estas víctimas en relación con su cuerpo tienen especial importancia dentro del trabajo.

El proceso de análisis se desarrolla desde tres categorías emergentes, como son a) la modificación de los umbrales o estándares de lo tolerable; b) el cuerpo en la vida cotidiana del secuestrado, y c) sentir al otro. De acuerdo con los antecedentes del trabajo, no es correcto considerar que en el país se experimente una especie de amnesia colectiva o que existan políticas de olvido en torno a este delito, dado que la publicación de este tipo de libros y la conmemoración de algunas fechas icónicas, así como la consagración de ciertos lugares para el recuerdo, ayudan a que las personas elaboren su pasado de sufrimiento y dolor, además de que se constituyen en antídotos contra el olvido. No obstante, los familiares de los secuestrados se ven en la necesidad de tomar medidas para poder subsistir mientras se da esa condición, lo que genera modificaciones en su sistema de creencias y valores; estas situaciones generan efectos tanto positivos como negativos para esas familias, en algunas de las cuales se presenta intensos conflictos.

Para el desarrollo del trabajo se toman en cuenta los planteamientos de Pollak (2006) sobre cuerpo y memoria en circunstancias extremas, al igual que los que hacen Lefranc (2002), Saunders (2008), Aranguren (2010), Jelin (2002)y Ricoeur (2010).

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ABSTRACT

Understanding how kidnapping victims recount their personal experiences in their autobiographies is the purpose of the present work. This analysis is based on the identification of situations involving the body, the ways in which the victims refer to their bodies, and the type of language they use for it. Emotions reported by these victims in relation to their body have special importance in the work.

The analysis process is developed from three emerging categories, such as a) the amendment of the thresholds or standards of what is tolerable; b) the body in everyday life of the hostage, and c) feel the other. According to the background of the work, it is not correct to consider that the country experiences a kind of collective amnesia or policies forget about this crime exist, since the publication of these books and the commemoration of some iconic dates, and the consecration of certain places of remembrance, help people to developing their past suffering and pain, and which constitute antidotes oblivion. However, relatives of the hostages are in the need to take measures to survive while the condition exists, leading to changes in their system of beliefs and values; these situations generate both positive and negative effects for those families, some of which intense conflict arises.

For development work takes into account the approaches of Pollak (2006) on body and memory in extreme circumstances, like those that make Lefranc (2002), Saunders (2008), Aranguren (2010), Jelin (2002) and Ricoeur (2010).

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secuestro en Colombia Ana Lorena Lizarazo Gómez

9 INTRODUCCIÓN

Verse impedido de satisfacer las necesidades más básicas que cualquier persona experimenta de la forma en que lo ha hecho durante toda su vida previa, implica un gran choque para los secuestrados. Las limitaciones no solamente se refieren a la posibilidad de comunicarse con sus seres queridos, sino que implican cambiar la forma en que esas personas comen, caminan, descansan, se bañan, se visten, se arreglan, hacen deporte, cuidan su salud y hacen sus necesidades fisiológicas; por tratarse de cambios tan prolongados en el tiempo, esas experiencias terminan por afectar lo que esas personas piensan y sienten sobre su cuerpo, sobres sí mismos y sobre los demás.

Como lo describe el reconocido psicólogo Víctor Frankl, reconocido como el creador de la logoterapia, a partir de su experiencia personal durante la segunda guerra mundial, “recordar la tragedia en su totalidad y en su conjunto, en lo genérico, siempre amortigua el impacto de la turbación y provoca cierta opacidad a la auténtica crueldad del holocausto” (Frankl, 2004, p. 9). A pesar de esa amortiguación, los relatos de los secuestrados muestran una experiencia extrema, que plantea permanentes y prolongados retos a todas las escalas de valores y preconceptos de quienes la padecen.

Siendo el cuerpo el instrumento a través del cual las personas perciben y al mismo tiempo experimentan el mundo que les rodea, lo que le suceda a ese cuerpo tiene un gran impacto; ese impacto se refleja, entre otros aspectos, en los límites que las personas establecen para tolerar el entorno que les rodea, para manejar su cuerpo y su mente y para relacionarse con quienes le rodean.

El trabajo se desarrolla a lo largo de seis capítulos, siendo el primero de ellos destinado a precisar el alcance del problema objeto de la investigación. En el segundo capítulo se aborda el marco teórico, para lo cual se registran los antecedentes históricos y empíricos del tema y se analizan los planteamientos de reconocidos autores sobre cuerpo y memoria en circunstancias extremas. La metodología, incluyendo la definición del enfoque, las categorías de análisis y los instrumentos, constituye el objeto del tercer capítulo, que da

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paso a la presentación de los resultados, en el siguiente capítulo, los que se organizan frente a cada una de las categorías emergentes; en el quinto capítulo se presenta la discusión de los resultados frente a las preguntas de investigación y en el último se presentan las conclusiones del trabajo.

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1. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

1.1.DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA

Si lo biográfico, lo privado y lo íntimo constituyen umbrales hipotéticos hacia la profundidad del yo, una graduación donde lo biográfico puede ser público sin marca de privacidad y lo privado puede hacerse público sin marca de intimidad, lo íntimo también puede prescindir, en ocasiones, de los pasos atemporales de esa graduación, irrumpir en lo público con una violencia de palabra que supera quizá la de la imagen –aunque en verdad la palabra también es imagen. Leonor Arfuch Colombia ha vivido un conflicto armado interno que ha involucrado a diferentes actores armados y ha impactado sobre la vida de miles de personas. Una de sus manifestaciones ha sido el secuestro, tanto de civiles como de militares (Gil & Gordillo, 2012). De acuerdo con el Centro de Memoria Histórica (CMH, 2014), el estudio realizado por el Centro Nacional de Consultoría documenta 39.058 víctimas de secuestro entre 1970 y 2010. 301 personas han sido secuestradas más de una vez; el fenómeno ha afectado a 1102 de los 1006 municipios del país. Las FARC figura como autor presunto en el 33% de los casos y como confirmado en el 37%; las redes criminales obtienen un porcentaje de 27% y 20% respectivamente; por su parte, el ELN puntúa con 25% como autor presunto y 30% como confirmado. La mayoría de los secuestrados son hombres colombianos entre los 18 y 65 años. Los sectores económicos más afectados por este delito son: administración pública y defensa (19,30%), agropecuario (19,14%) y comercio (18,92%). De los primeros, el 49% son miembros de la fuerza pública. 389 concejales, 358 alcaldes, 75 congresistas, 66 diputados y 50 personeros fueron víctimas de secuestro en Colombia. 51% de las víctimas pertenecían al Partido Liberal y 30% al Conservador. (CMH, 2014). Ya sea que se trate de retenciones con propósitos políticos o económicos, los secuestrados pasan por situaciones en las que ven comprometida su propia subsistencia, pues sus victimarios son objeto de persecución por parte de las fuerzas del Estado, por lo que se presentan combates

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sorpresivos en los que pueden terminar siendo víctimas fatales, tal como sucedió en numerosos casos, de acuerdo con Gil y Gordillo (2012).

Además, los secuestrados también pasan por otras situaciones como largos períodos de hambre o muy deficiente alimentación, caminatas prolongadas de varios días o semanas sin el debido descanso, abstinencia sexual, sin poder bañarse, con enfermedades, expuestos a picaduras de insectos o mordeduras de reptiles de cuya existencia ni siquiera sospechaban antes de ser secuestrados, entre otras circunstancias extremas. (Ramírez, 2012)

Durante la primera década del siglo XXI y en diferentes circunstancias, recuperaron su libertad algunos de esos secuestrados, tanto civiles como militares, después de haber experimentado por varios años la vida en cautiverio; en el período de 1970 a 2010, el 60% de las víctimas han sido liberadas tras pago, 20% han sido rescatadas, 8% han muerto en cautiverio, 7% han sido liberadas sin pago y solo el 2% ha logrado fugarse de sus captores. (CMH, 2014). Algunos de esos exsecuestrados han publicado libros en los que relatan sus experiencias, por lo que, vistos desde la perspectiva de las ciencias sociales, se trata de ejercicios de memoria sobre hechos y situaciones vividos bajo condiciones extremas, que los llevaron al límite de su condición humana; ese tipo de libros ya ha sido considerado como un género literario, conocido como literatura de crónica testimonial, aunque “en el mundo editorial globalizado del Siglo XXI se conocen como “instant books” o “libros de ocasión”, aludiendo a su cercanía temporal con los hechos narrados” (Suárez, 2011, p. 292). Se trata entonces este tipo de libros de narraciones que hacen las personas que han sufrido condiciones extremas y que resultan de interés para el público, por lo que las narraciones contenidas en los mismos hacen parte de la memoria colectiva y es a partir de esa transformación o trascendencia desde la experiencia individual hasta el interés general, que este género literario adquiere importancia desde el punto de vista de la psicología.

De acuerdo con Suárez, a partir de 2008 el tema de los secuestrados y exsecuestrados por la guerrilla adquirió gran importancia en los medios de comunicación debido a los hechos de orden militar y político protagonizados durante el gobierno de Alvaro Uribe Vélez, lo que fomentó el auge de este tipo de libros, dentro del cual se encuentran 7 años secuestrado por las FARC (Pérez, 2008) que narra las vivencias del

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cautiverio del ex congresista Luis Eladio Pérez y que vendió 22.000 copias en Colombia, 10.000 en Estados Unidos y 25.000 en México, Argentina, Chile, Ecuador, Panamá, Venezuela y Perú; Mi fuga hacia la libertad (Pinchao, 2008), del policía John Pinchao y que vendió cerca de 35.000 ejemplares en los primeros seis meses; El mundo al revés (Jara, 2010) del ex gobernador del Alan Jara; Años en silencio (Lizcano, 2009) del político risaraldense Oscar Tulio Lizcano; Lejos del Infierno (Gonsalves, Stansell y Howes, 2009) de los estadounidenses Gonsalves, Stansell y Howes; Desviaron el Vuelo! Viacrucis de mi secuestro (Gechem, 2008), del político huilense Jorge Gechem; El trapecista (Araujo, 2008) del ex canciller Fernando Araujo; Las cadenas de la infamia (Malagón, 2009) del teniente del ejército Raimundo Malagón, y No hay silencio que no termine (Betancourt, 2010) de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt (Suárez, 2011).

Si bien las narraciones autobiográficas de los exsecuestrados incluyen episodios que pueden interesar a diferentes lectores, como por ejemplo las fuerzas militares, los periodistas o el público en general, desde el punto de vista de la psicología lo que interesa de tales escritos es especialmente sus referencias a los efectos psicosociales del secuestro. Al respecto Ricoeur (2010) plantea que dentro de las dos preguntas pertinentes para dar inicio a la reflexión, es decir una interroga por la situación que se recuerda y otra que se interesa por la persona que lo recuerda, resulta para él más interesante la primera, a pesar de que ello implica desatender la tendencia egológica de preocuparse por la persona, siempre que la reflexión se haga pensando en primer lugar el aporte de tales escritos autobiográficos a la construcción de la memoria colectiva.

Al analizar las narraciones escritas que a manera de autobiografía hacen los exsecuestrados debe tenerse en cuenta, como lo advierte Arfuch (2013), que no se trata tanto del relato de los “hechos” como de los modos de su enunciación, dado que debido a razones políticas, de seguridad personal y de cierto tipo de secuelas que puede haber dejado la experiencia traumática, el lenguaje impone una forma a la experiencia y no solo la representa. “Allí en la dificultad de traer al lenguaje vivencias dolorosas que están quizá semiocultas en la rutina de los días, en el estudio que supone volver a decir, donde el lenguaje, con su capacidad preformativa, hace volver a vivir, se juega no solamente la

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puesta en forma –y en sentido- de la historia personal, sino también su dimensión terapéutica” (Arfuch, 2013, p. 76).

Butler (2009), por su parte, ha analizado los procesos narrativos en los que la persona que escribe lo hace refiriéndose a experiencias relacionadas con su propio cuerpo, y sostiene que en estos casos la persona se enfrenta a una dualidad, pues por un lado están las normas tácitas y expresa que impone el contexto social, que intentan limitar el proceso narrativo, mientras que por el otro lado está el cuerpo, la autoconciencia que la persona tiene y que se opone a esa norma social o por lo menos pretende actuar de manera independiente a ella, intentando reflejarse en el escrito por sí mismo.

En ese contexto surge el tema objeto de la presente investigación, en torno a los procesos de memoria que han empleado personas que han sido víctimas del secuestro para construir un discurso escrito en el que hacen referencia, entre otros aspectos, a su propio cuerpo.

1.2. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

¿Cómo se relatan las experiencias corporales en las publicaciones autobiográficas de las víctimas de secuestro?

1.3. PREGUNTAS SECUNDARIAS

1. ¿Qué tipo de situaciones relacionadas con el cuerpo son referidas por las víctimas del secuestro en sus publicaciones autobiográficas?

2. ¿De qué manera la condición de secuestrados incide en la forma en que estas personas se refieren a su cuerpo?

3. ¿Qué tipo de lenguaje utilizan quienes fueron víctimas del secuestro para referirse a experiencias que afectan a sus cuerpos durante su cautiverio?

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4. ¿Qué tipo de emociones describen los exsecuestrados en sus publicaciones autobiográficas como consecuencia de las situaciones en las que su cuerpo se vio directamente afectado por su condición de secuestro?

1.4. JUSTIFICACIÓN

Siendo Colombia un país en donde el conflicto armado ha perdurado durante tanto tiempo y ha tenido más efectos, responder a estas preguntas de investigación resulta de primordial importancia, especialmente porque dentro de los antecedentes investigados no se encontraron evidencias de que tales preguntas hayan sido abordadas. Esta importancia cobra aún más vigencia en el momento histórico actual, cuando se adelanta un proceso de negociación con la organización guerrillera de las FARC, que ha sido la que más víctimas de secuestro ha ocasionado; para el país una verdadera paz es de vital importancia desde diferentes puntos de vista, incluyendo el económico, el social, el político, etc.

No obstante, independientemente de las consideraciones políticas y jurídicas, desde el punto de vista de la psicología una verdadera y perdurable paz exige que la conciencia colectiva enfrente, haga duelo, supere y sane sus traumas, incluyendo de manera especial los ocasionados por el secuestro. Si este proceso no cumple adecuadamente sus diferentes etapas, no habrá una verdadera paz, independientemente de que se firmen o no unos documentos o acuerdos entre las partes; traumas no superados pueden terminar más adelante en el renacer de odios y deseos de venganza que impedirían el cumplimiento de los puntos acordados. Y para que ese proceso se pueda cumplir, resulta necesario entender los efectos que el secuestro ha dejado en la sociedad, empezando por entender los que generó en las víctimas mismas. Esa comprensión hará parte del proceso de diagnóstico que la sociedad necesita para, después, definir el tratamiento que se requiere para consolidar una paz sostenible en el tiempo.

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1.5. OBJETIVOS

1.5.1. Objetivo general

Comprender la forma como se relatan las experiencias corporales en las publicaciones autobiográficas de las víctimas de secuestro en Colombia.

1.5.2. Objetivos específicos

1. Identificar las situaciones relacionadas con el cuerpo que son referidas por las víctimas del secuestro en sus publicaciones autobiográficas.

2. Establecer la manera como la condición de secuestrados incide en la forma en que las víctimas de este delito se refieren a su cuerpo.

3. Caracterizar el tipo de lenguaje que utilizan quienes fueron víctimas del secuestro para referirse a experiencias que afectan a sus cuerpos durante su cautiverio.

4. Identificar los tipos de emociones que describen los exsecuestrados en sus publicaciones autobiográficas como consecuencia de las situaciones en las que su cuerpo se vio directamente afectado por su condición de secuestro.

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2. MARCO TEÓRICO

Antes de iniciar el desarrollo de los objetivos planteados, en el presente capítulo se analizan algunos referentes teóricos, en relación con el acto mismo de escribir, especialmente cuando ese acto se refiere a circunstancias dolorosas, traumáticas o extremas como las del secuestro y otras similares, así como cuando quien escribe lo hace para referirse a su propio cuerpo.

2.1. ANTECEDENTES

2.1.1. Antecedentes históricos del secuestro

Para tener una mejor comprensión de lo que el secuestro ha significado y ha implicado para la sociedad colombiana es necesario señalar que este evento se halla estrechamente relacionado con el conflicto armado que ha experimentado el país desde mediados del Siglo XX. La violencia política que reinó principalmente en los sectores rurales durante los años 50 llevó a que los partidos políticos hicieran un acuerdo político conocido como Frente Nacional, con el principal propósito de pacificar al país. Si bien ese objetivo se logró parcialmente, no fue suficiente para impedir que se conformaran grupos irregulares como el M-19, las FARC y el ELN; dentro de las fuentes de financiación de los grupos irregulares han tenido participación los recursos provenientes del secuestro, y en los años más recientes también el narcotráfico (Paredes & Díaz, 2007).

Entrada la década de los años noventa Colombia afronta una transformación en su estructura política y económica; se establecieron mecanismos de participación popular como la elección de alcaldes y gobernadores, además de que se reformó la Constitución en el año 1991; en el terreno económico se presentó un proceso de apertura económica a partir de la década de 1990. El narcotráfico también tuvo un importante crecimiento, iniciando con la producción y comercialización de marihuana y posteriormente de cocaína, con lo cual se fortalecieron las finanzas de los grupos ilegales, lo que a su vez les permitió

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controlar extensas zonas del territorio nacional, limitando así la presencia del Estado en esas zonas; estas situaciones propiciaron el crecimiento del delito del secuestro.

La debilidad política del gobierno de Samper debido a la infiltración de dineros provenientes del narcotráfico para la financiación de su campaña electoral hizo que las fuerzas militares se sintieran desmoralizadas, facilitando la acción de los grupos irregulares (Ramírez, 2004). A su turno, Misael Pastrana intentó de manera infructuosa la negociación de la paz con las FARC, aunque simultáneamente adelantó el Plan Colombia que condujo al fortalecimiento de las fuerzas militares, situación que fue aprovechada por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez para emprender una dura lucha contra los grupos guerrilleros (Cardozo, 2011). Los secuestros de militares se produjeron entonces especialmente a partir del gobierno de Ernesto Samper (Ramírez, 2004), mientras que los secuestros extorsivos fueron una práctica permanente de la guerrilla; y fue durante la campaña electoral de 2002 que fue secuestrada Ingrid Betancourt, uno de los casos más conocidos internacionalmente, debido a su condición de candidata presidencial y de ciudadana colombo-francesa (Cardozo, 2011).

Según un estudio realizado en 2003 por parte del Ministerio de Hacienda Colombiano, la principal fuente de ingresos de la guerrilla era el cobro de rescates por secuestros (37,32 millones de dólares estadounidenses) y robos de ganado (22,19 millones de dólares estadounidenses). Un 30% del total de las ganancias obtenidas proviene del narcotráfico, concretamente por el impuesto del gramaje que se debe pagar por cada gramo de coca producido. En un informe del gobierno de Colombia afirma que las FARC obtienen un 78% de sus recursos del narcotráfico, les produce más de 1000 millones de dólares al año sólo vendiendo droga. Obtiene también más de 600 millones de dólares a través del impuesto revolucionario o la extorsión económica (Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, 2004). Estas cifras muestran que, si bien los secuestros políticos son más conocidos públicamente, los secuestros extorsivos afectaron a muchas personas anónimas,

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desconocidas para las grandes masas, pero igualmente generaron mucho dolor en la sociedad y en las familias de las víctimas.1

2.1.2. Antecedentes empíricos de la investigación

Son escasos los antecedentes empíricos relacionados con el secuestro desde el punto de vista de la psicología. Sin embargo se pueden mencionar algunos trabajos como el de Vélez, quien analiza la relación entre las experiencias del recuerdo, el olvido y la violencia en el caso de Colombia; el autor concluye que “no se puede decir que la sociedad colombiana sufra de “amnesia colectiva” ni que “las políticas de olvido” desarrolladas en el país, han cumplido con su objetivo de silenciar a todos aquellos que pretenden reflexionar sobre el tema de la violencia y recuperar la memoria para la búsqueda de la reconciliación social” (2003, p. 21). Adicionalmente tampoco es correcto afirmar que se haya intentado eliminar todo vestigio del pasado ignominioso. En cambio, la publicación de libros del género de memoria autobiográfica, así como la conmemoración de algunas fechas, o la consagración de algunos lugares para el recuerdo público y la realización de actividades para la reminiscencia de los seres queridos, contribuye a que las personas hagan la elaboración de un pasado de sufrimiento y dolor, además de que convierten en una especie de antídotos contra el olvido y se constituyen en medios para el aprendizaje político.

A su vez Navia y Ossa (2001) realizan un estudio cualitativo y cuantitativo del secuestro en Colombia con el propósito de determinar sus efectos psicopatológicos en las víctimas y en sus familiares, establecer las condiciones de funcionamiento de las familias y los mecanismos de afrontamiento que contribuyen a la superación de esa experiencia traumática, así como conocer el impacto de ese delito en el funcionamiento del sistema familiar como un todo y los cambios que generan en el sistema de creencias y de valores.

1 En cuanto a los procesos de liberación, debe mencionarse que en los secuestros extorsivos no se tiene registro público de las circunstancias en las cuales éstas se produjeron, mientras que en los secuestros políticos, teniendo en cuenta las motivaciones de los mismos, los procesos fueron de amplia difusión, e intervinieron agentes como la Cruz Roja Internacional, otros países como garantes del cumplimiento de los protocolos acordados, así como políticos nacionales e internacionales, destacándose la intervención de gobiernos extranjeros como los de Venezuela y Francia y la participación de Piedad Córdoba. (Montaña, et al., 2013)

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Las autoras concluyen que el secuestro genera efectos tanto positivos como negativos en lo que se refiere al funcionamiento del sistema familiar, pues las familias se unen para afrontar la situación, al tiempo que se presentan altos índices de conflicto familiar; en cuanto al secuestro extorsivo económico, concluyen que éste modifica el sistema familiar en cuanto a sus reglas, roles, creencias valores y patrones de relación y comunicación.

Las autoras también señalan que el secuestro puede desencadenar un proceso de reflexión que conduzca a adquirir una posición más realista frente al entorno, ampliando la visión del mundo para incorporar lo negativo, lo impredecible y lo inmanejable. En el contexto social, la exposición constante a este delito genera efectos en quienes lo observan, pues comienzan a experimentar de manera vicaria la situación traumática, lo que genera a su vez un proceso al que se observa en las víctimas. El secuestro en Colombia, afirman las autoras, ha hecho que la sociedad se encuentre traumatizada dentro de un contexto en el que se perpetúa y se mantiene esa situación, lo que ha hecho que el tema vaya perdiendo su calidad de imprevisión y de algo fuera de lo común, para convertirse en algo “normal”, común y esperado, con lo que las personas se van acostumbrando a vivir.

De otra parte, Myriam Oviedo (2013) aborda el tema de la identidad narrativa en experiencias de secuestro. En el trabajo se estudió la identidad narrativa de dos secuestrados colombianos, Alan Jara y Gilberto Echeverry, quien murió en cautiverio, a partir de sus narraciones escritas sobre la experiencia de secuestro tituladas: El mundo al revés (Jara, 2010) y Bitácora desde el cautiverio (Echeverry, 2006), con la pretensión fundamental de comprender la experiencia del secuestro. En ese trabajo se identificaron en esos textos los juicios acerca de su privación de la libertad y el impacto en su vida en comunidad.

El trabajo de Oviedo (2013) expone dos categorías emergentes: a) cartografías de la identidad herida: las cuales evidenciaron los daños morales sufridos por los secuestrados y b) la narración de la crueldad a través de la geografía de los sentimientos. De acuerdo con las conclusiones del trabajo, en las narrativas sobre la vida en cautiverio aparecen hazañas – no de héroes acompañados por sus dioses, sino de seres mortales amados y recordados por sus familiares, pero abandonados y olvidados por sus congéneres. La diferencia en el

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tiempo de la escritura de los dos libros analizados, determina la emergencia de dos narrativas distintas condensadas en dos tipos de historias: la del sobreviviente y la del inmolado. Sin embargo, los dos exsecuestrados guardan en común el uso del relato trágico para narrar su experiencia en cautiverio. La autora señala que las heridas morales son marcas tatuadas por el perpetrador en la identidad narrativa de los cautivos, que revelaron el alcance y dimensión del mal recibido y mostraron que ocurrió algo irreversible e irreparable. Adicionalmente, las narrativas de los secuestrados hablan de una experiencia de dominación representada en el gobierno del cuerpo que ejercieron los perpetradores.

2.2.CUERPO Y MEMORIA EN CIRCUNSTANCIAS EXTREMAS

Sobre este tema Pollak (2006) menciona que en la enunciación de experiencias de situaciones extremas, el testimonio histórico, la declaración judicial y los relatos biográficos se basan en formas narrativas que trazan lugares diferentes de escucha y de producción; cada uno de estos estilos, según Pollak, resulta del encuentro entre la disposición del sobreviviente o víctima a hablar y las demandas de escucha o posibilidades de ser escuchado “entre aquel que está dispuesto a reconstruir su experiencia biográfica y, aquellos que le solicitan hacerlo o están dispuestos a interesarse por su historia, se establece una relación social que define los límites de lo que es efectivamente decible” (2006, p. 56). Tanto la disposición de la víctima como las posibilidades de ser escuchado pueden cambiar con el tiempo, por lo que esas producciones suelen darse solo en un determinado espacio de tiempo. Juega entonces un gran papel la credibilidad que el público lector tenga de la palabra de quien narra, la cual también puede evolucionar con el tiempo.

Otra perspectiva que plantea Lefranc es la relacionada con la forma como se relatan los mismos acontecimientos dependiendo de quién lo haga. Así por ejemplo, es posible que sea diferente el relato directo de la víctima del que haría un tercero, pues cuando quien escribe no es la víctima, es posible que su criterio le lleve a considerar que “es necesario pasar del odio hacia los verdugos a la comprensión neutral de sus motivaciones y actos; pasar de la compasión hacia las víctimas a la percepción de los aspectos estratégicos de su acción militante” (Lefranc, 2002, p. 35).

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Como ejemplo de esas diferentes formas de apreciar los mismos hechos dependiendo de quién lo haga, Rebeca Saunders (2008) analizó las implicaciones del proceso de transformación de los testimonios de violencia y sufrimiento de las víctimas de violación de derechos humanos en el marco del trabajo realizado por la Comisión Sudafricana de Verdad y Reconciliación CSVR; Saunders se concentra en el análisis de la traducción “de las narrativas crudas y fracturadas de las víctimas sobre el daño, al lenguaje austero de los derechos” (2008:54), señalando que si bien las audiencias que propició la CSVR propugnaron por causar impacto pedagógico y catártico, se mantuvieron en un plano expresivo que no operó una real transformación ni injerencia en los procedimientos de reparación a las víctimas. Saunders considera que la CSVR terminó por seleccionar para las audiencias públicas tan sólo un grupo de testimonios considerados como simbólicos o paradigmáticos, lo que además hizo desintegrando la experiencia individual de los testimonios en fragmentos seleccionados bajo los estándares de los derechos humanos y con los fines de reconciliación de la nación (Saunders, 2008: 56). Al final de esas ediciones, lo que había empezado para las víctimas como un ejercicio catártico, pronto se desintegraba en citas “representativas” de fragmentos de testimonios.

Para evidenciar la diferencia entre las narraciones que hacen los exsecuestrados de relatos de carácter testimonial como los que se utilizan durante los procesos de justicia transicional, puede citarse a Aranguren (2010), quien pone a los casos seleccionados por las comisiones de la verdad como una manifestación de escritura científica, distante de la del cuerpo, las emociones y la oralidad por el otro, por lo que este tipo de escritura científica relega las pasiones ordinarias, las propias sensaciones intersubjetivas e inter-corporales al ámbito del silencio.

Por su parte, Jelin (2002) se refiere a que después de cierto tiempo, necesario para establecer un mínimo de distancia entre el pasado y el presente, las interpretaciones alternativas de ese pasado reciente y de su memoria, comienzan a ocupar un lugar central en los debates culturales y políticos. Esas memorias y esas interpretaciones son también elementos clave en los procesos de (re)construcción de identidades individuales y colectivas en sociedades que emergen de períodos de violencia y trauma (p. 5). Adicionalmente la autora considera que la actual es una sociedad de coleccionistas en la

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que existe un culto al pasado, manifiesto en el consumo y la mercantilización de diversas modas “retro”, en el boom de los anticuarios y de la novela histórica. Esa explosión de la memoria en el mundo occidental contemporáneo llega a constituir una “cultura de la memoria” (Jelin, 2002, p. 9).

Esta postura de Jelin coincide de alguna forma con la de Sarlo (2001), quien señala que el tiempo es la nueva cualidad de esta sintaxis de objetos; el control remoto, el fax y el modem, producen otra textura de tiempo, desconocida hace dos décadas. No se trata sólo de la emergencia de más imágenes, sino de la velocidad con que ellas se siguen unas a otras, se reflejan y se atropellan. El tiempo es más fluido; el presente amenazado por el desgaste de la aceleración, se convierte mientras transcurre, en materia de la memoria. La historia reina en las librerías de los shoppings y en las cadenas de librerías y el pasado está de moda.

Jelin también plantea que los nuevos procesos históricos y las nuevas coyunturas y escenarios sociales y políticos, además no pueden dejar de producir modificaciones en los marcos interpretativos para la comprensión de la experiencia pasada y para construir expectativas futuras. Los hechos del pasado y la ligazón del sujeto con ese pasado, especialmente en casos traumáticos, pueden implicar una fijación, un permanente retorno, lo que implica una compulsión a la repetición, la actuación y la imposibilidad de separarse del objeto perdido (Jelin, 2002).

Jelin (2002) cita a Ricoeur cuando dice que hay un tiempo de duelo, y “el trabajo de duelo se revela costosamente como un ejercicio liberador en la medida en que consiste en un trabajo de recuerdo” (Ricoeur, 1999:36). Así mismo, toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo, por lo que lo que no encuentra lugar o sentido en ese cuadro es material para el olvido.

El papel que el tiempo juega en el proceso de relatar las experiencias traumáticas es determinante para Jelin, pues elaborar lo traumático implica poner una distancia entre el pasado y el presente, de modo que se pueda recordar que algo ocurrió, pero al mismo tiempo reconocer la vida presente y los proyectos futuros. “En la memoria, a diferencia de

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la repetición traumática, el pasado no invade el presente sino que lo informa” (Jelin, 2002, p. 69).

La autora también se refiere a las influencias que el género de quien escribe tiene en esa escritura, pues la masculinidad se identifica actualmente con la dominación y la agresividad, características exacerbadas en la identidad militar, y una feminidad ambivalente, que combina la superioridad espiritual de las mujeres con la sumisión y pasividad frente a los deseos y órdenes de los hombres. Jelin relata cómo en el pasado para los hombres, la tortura y la prisión implicaban un acto de feminización, en el sentido de transformarlos en seres pasivos, impotentes y dependientes; en cambio, el exilio es una historia diferente, pues a menudo era el resultado del compromiso político de los hombres y las mujeres quienes debieron acompañar a sus parientes, no como el resultado de un proyecto político propio sino como esposas, hijas o madres.

Pero no sólo la experiencia en si misma resultaba diferente para hombres y mujeres, sino que, además, la experiencia directa y la intuición indican que mujeres y hombres desarrollan habilidades diferentes en lo que concierne a la memoria.; las mujeres recuerdan en el marco de relaciones familiares, porque el tiempo subjetivo de las mujeres está organizado y ligado a los hechos reproductivos y a los vínculos afectivos. En cambio, en cuanto a las memorias de los hombres, si bien el testimonio en esos ámbitos puede tener como efecto el apoderamiento y legitimación de la voz de las víctimas, su función testimonial está centrada en la descripción fáctica, hecha con la mayor precisión posible, de la materialidad de la tortura y la violencia política. Cuanta menor emocionalidad e involucramiento del sujeto que narra, mejor porque el testimonio oral tiene que reemplazar a las huellas materiales del crimen. Las narrativas de las mujeres, por su parte, ponen el énfasis sobre su vulnerabilidad como seres sexuales y sobre los vínculos del afecto y cuidado que se establecieron entre ellas. En los relatos, la sobrevivencia física y social está ligada a la reproducción y creación de los roles aprendidos en las socialización como mujeres. (Jelin, 2002, pp. 109-110).

Junto con Kaufman, Jelin (2006) se refiere al proceso de construcción de memoria como uno en el que interviene un sujeto que recuerda, que relata, que crea sentidos,

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apropiando la historia de un modo singular y único. La memoria es una relación intersubjetiva, elaborada en comunicación con otros y en determinado entorno social. En consecuencia, la memoria sólo existe el plural. No tendría sentido que alguien escribiera sus memorias sino esperara, al menos que en un futuro lejano, alguien pudiera llegar a leer esos relatos de experiencias vividas. De acuerdo con la Fundación País Libre (2011), los efectos psicosociales de este delito no terminan cuando la persona es liberada, pues es frecuente que el temor a la muerte se convierta para ella en un compañero permanente, debido a la situación extrema, violenta e imprevista que vivió y que rompe con todo a lo que la persona estaba acostumbrada en su entorno normal; esa condición señala la necesidad de que se cumpla un el proceso de afrontamiento y ajuste que conduzca a la reorganización que haga posible dar sentido a lo que las personas viven. Para que ese sea efectivo resultan claves las capacidades necesarias para enfrentar los estresores y las propias de esa situación.

De acuerdo con la Fundación País Libre:

La interiorización de creencias a partir de la interacción con el otro le permite al secuestrado enfrentar otros ámbitos sociales por medio de palabras, acciones y expresiones no verbales que dan cuentan de múltiples significados que a lo largo de su desarrollo y realidad social adquieren y permanecen constantes y firmes frente a la interacción con el medio a partir de los cuales construye los significados sobre lo que es el secuestro. (Fundación País Libre, 2011, p. 34)

Adicionalmente, el sujeto realiza un reconocimiento de su yo social que le conduce a ubicar otra nueva realidad, otorgándole un nuevo significando a su espacio a partir del previamente conocido; a través de ese proceso puede construir estrategias y herramientas para afrontar el secuestro. Es a partir de los significados que ha construido que puede afrontar situaciones que requieren un proceso de resignificación constante de las vivencias, los diferentes actores y las diferentes redes establecidas a lo largo de su vida, todo lo cual juega un importante papel para la interpretación de significados a todo lo que sucede en la nueva situación.

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Las relaciones que el secuestrado necesariamente establece con otros, incluyendo sus secuestradores, y con el medio, le permiten generar herramientas para enfrentar una situación en la cual la familia y los lazos afectivos que se establecen con esta, brindan apoyo y protección para el afrontamiento y la construcción de la nueva realidad (Fundación País Libre, 2011). Por otro lado, los significados que el secuestrado construye en relación con el secuestrador llevan a que le atribuya el “poder” sobre la vida, la libertad y la felicidad, en un contexto en el que se reconoce a su vez como “débil”.

Respecto a los demás secuestrados, el secuestrado establece relaciones en las que espera poder brindar respaldo y compañía, mientras que empieza a ver la situación como una oportunidad para aprender, mediante una red de apoyo que le permite situarse a partir del otro. Esas redes de apoyo que construye el secuestrado a partir de la relación con el otro, resultan esenciales en el proceso de afrontamiento y significación del secuestro, en el que se atribuye importancia a las conexiones entre otras personas presentes en el entorno, a la naturaleza de estos vínculos y a su influencia indirecta sobre él mismo (Fundación País Libre, 2011).

Y cuando se trata de poner en perspectiva ámbitos sociales y escenarios localizados en que las tramas de transmisión han sido vulneradas por la violencia política, implica un cruce de dimensiones psicosociales con una lectura política. Los lazos que unen la sucesión de generaciones son el vehículo de transmisión de historias, tradiciones y creencias, así como también el lugar donde se producen identificaciones y se crean identidades. “La vida de cada uno de nosotros es deudora de ese conjunto de objetos, que va desde hábitos a ideales, y que constituye el patrimonio de quienes nos han precedido; todos somos depositarios y transmisores de aquello que nos han legado, ya que el paso de una a otra generación supone la construcción de una transmisión en tanto actividad y no algo que ocurre naturalmente” (Oberti, 2006, p. 32).

Al analizar los escritos de los secuestrados, tal como se propone el presente trabajo, debe tenerse en cuenta que, según lo plantean Jelin y Kaufman, cuando el tema de investigación es la represión y la violencia política, las pérdidas y las experiencias dolorosas, la implicación personal del investigador no se puede omitir. Es difícil, si no

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imposible, mantener criterios de objetividad o neutralidad, dado que se está en presencia de investigaciones ancladas en el compromiso político y afectivo, y en la necesidad permanente de incluir y reflexionar sobre el lugar desde el cual cada uno/a lleva adelante la tarea.

Y respecto a este género de escritura, Semprún (2002) considera que sólo alcanzarán esa sustancia, esta densidad transparente, aquellos autores que sepan convertir su testimonio en objeto artístico, en un espacio de creación. Únicamente el artificio de un relato dominado conseguirá transmitir parcialmente la verdad del testimonio. Semprún le concede entonces gran importancia al sentimiento que rodea el relato escrito, lo que sucede inclusive en el propio escrito del autor, cuando se refiere por ejemplo a que la transformación que logra un relato bien elaborado se puede comparar con la experiencia que podría sucederle a él si “el hecho de cantar aquella melodía de mi infancia, aquel estribillo lleno de nostalgia, hiciera que se volviera súbitamente inocente” (Semprún, 2002, p. 46).

Semprún señala la diferencia que existe entre acordarse y memorizar fechas, dado que “en todas las memorias de los hombres hay chimeneas que humean” (Semprún, 2002, p. 129). El autor, víctima como fue de la tortura durante la segunda guerra mundial, confirma la distancia que las víctimas de las diferentes formas de violencia necesitan mantener entre la memoria cronológica y el relato que hacen de sus experiencias. En un fragmento de su obra señala por ejemplo que: “doy todos esos detalles, probablemente superfluos, estrafalarios incluso, para dejar bien claro que tengo buena memoria, que si prácticamente he olvidado las dos largas semanas de existencia que precedieron a mi regreso a la vida, a lo que llaman la vida, no se debe a un fallo de la memoria” (Semprún, 2002, p. 35).

Y contrario a lo que algunos pueden creer, la dicha de la escritura no borra el pesar de la memoria; según Semprún, por el contrario, lo agudizaba, lo ahondaba, lo reavivaba y lo volvía insoportable. Entonces las personas tienden a olvidar algunos hechos para evitar dolor; y si desean recordar una experiencia específica es probable que les suceda como lo narra Semprún: “El recuerdo no aflora de modo natural, irreflexivo, por supuesto que no.

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Tengo que ir a buscarlo, a desemboscarlo, mediante un esfuerzo sistemático” (2002, p. 185). O en términos de Arfuch “no se trata simplemente de escamotearle retazos al olvido sino de articular, trabajosamente (…) Las modalidades del decir marcan fuertemente la dimensión ética de lo dicho; la posibilidad de elaboración y de distancia crítica” (2013, p. 80).

Para Arfuch, la narración auto/biográfica, como toda narración, parece invocar en primera instancia la temporalidad que se despliega y se pliega “desde algún punto imaginario de comienzo y recorre, de modo contingente, las estaciones obligadas de la vida en el vaivén entre diferencia y repetición, entre lo que hace a la experiencia común y lo que distingue a cada trayectoria” (2013, p. 27). Para la autora, en estos relatos no importa tanto el relato de los “hechos” como los modos de su enunciación, el trabajo del lenguaje que impone una forma a la experiencia y no viene meramente a representarla, los avatares del discurso según las figuras tropológica de la narración. Y es que:

Allá, en la dificultad de traer al lenguaje vivencias dolorosas que están quizás semiocultas en la rutina de los días, en el desafío que supone volver a decir, donde el lenguaje, con su capacidad performativa, hace volver a vivir, (…) la necesidad de decir, la narración como trabajo de duelo, y fundamentalmente ética, por cuanto restaura el círculo de la comunicación, en presencia o en la ausencia que supone la escritura y permite escuchar casi corporalmente, con toda su carga significante en términos de la responsabilidad por el otro (Arfuch, 2013, p. 76).

Para Arfuch una distinción importante es la que existe entre autor y narrador, que la teoría literaria instauró hace décadas y que comprende incluso a la autobiografía aunque ésta juegue a identificar ambas figuras. Así mismo diferencia entre los hechos y las experiencias y, refiriéndose al testimonio, lo describe pensado como un tipo de autobiografía donde se unen y se refuerzan dos imaginarios de verdad y realidad: no sólo los hechos que tuvieron lugar sino también la propia experiencia que suscitan (Arfuch, 2013, p. 76).

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3. METODOLOGÍA

3.1. ENFOQUE METODOLÓGICO

Se opta por una perspectiva cualitativa de la investigación, dado el carácter social del fenómeno de estudio, cuyo interés se refiere a acciones de personas, que por lo tanto necesitan de análisis y reflexión. Teniendo en cuenta la naturaleza del tema desarrollado en el presente trabajo, la metodología desde la cual se aborda su análisis es el de la hermenéutica comprendiendo ésta como el arte y ciencia de interpretar textos, entendiendo por tales aquellos que van más allá de la palabra y el enunciado (Beuchot, 1997). En el marco del presente trabajo se entiende por textos las publicaciones hechas por los exsecuestrados en las que narran sus experiencias durante el tiempo en que estuvieron retenidos.

Mientras que el enfoque positivista se centra en tratar de explicar y controlar las leyes del mundo físico mediante procesos rígidos y generalizaciones explicativas, el enfoque hermenéutico busca la interpretación y comprensión de los motivos internos de la acción humana. Por eso se afirma que la hermenéutica busca cumplir su propósito a través de procesos libres, basados en la filosofía humanista (Aristizábal, 2008).

Windschuttle (2008) se refiere a la hermenéutica como la teoría de la interpretación, que se originó con el propósito de constituirse en la vía para la interpretación de libros religiosos tan importantes como la misma Biblia y cuyo uso se extendió progresivamente a la historia y a la sociología. Según esta metodología, las cuestiones humanas no se deberían estudiar examinando las causas o las consecuencias del comportamiento, sino interpretando los significados de las acciones sociales, de acuerdo con el punto de vista de quienes protagonizan tales acciones. Como evidencia de esa forma de comprender a la hermenéutica, Windschuttle menciona que durante el Siglo XIX los hermenéuticos llegaron a afirmar que “su propósito era reproducir la mente o la perspectiva mental de quienes habían vivido en el pasado” (2008, p. 130).

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Más tarde, en el Siglo XX los hermenéuticos proclamaron que su enfoque era la única manera de contemplar los asuntos humanos, al considerar que los métodos de las ciencias naturales son fundamentalmente distintos al estudio de la conducta humana, la cual debería entonces abordarse con el propósito de comprender los significados humanos en lugar de procurar la obtención de información objetiva. De acuerdo con Windschuttle (2008, pp. 110-147), la perspectiva desde la cual la hermenéutica busca contribuir a dar significado a la actividad humana proviene desde adentro de la persona, mientras que en el universo de las ciencias naturales se aborda al hombre desde afuera; la hermenéutica se enfoca en identificar causas del comportamiento humano que se originan en la interioridad individual, las ciencias naturales se enfocan en la identificación de factores externos al individuo que hayan podido determinar ese comportamiento.

Por su parte Chiappe (2010) cuestiona la validez del enfoque hermenéutico y concluye que el trabajo del investigador es válido cuando existe coherencia entre el sentido de la acción que los actores le atribuyen y la interpretación que ofrece el investigador de ese sentido de la acción. Esa validez se puede reconocer porque de manera simultánea los actores se reconocen en sus motivaciones a través de la interpretación que el investigador hace y éste reconoce su “conceptualización” en la acción de los actores.

La hermenéutica hace parte de los enfoques denominados cualitativos; de acuerdo con Aristizábal (2008), estos métodos investigativos lograron comprender datos internos y subjetivos propios de los hechos históricos, las posturas ideológicas, las motivaciones psicológicas, la cultura y el interés cognoscitivo o fin último que determina la acción humana. Es así como la hermenéutica se utiliza con el propósito de interpretar y comprender los motivos que originan la acción humana, en un nivel que no resulta posible para las ciencias naturales, debido a que su enfoque cuantitativo no resulta adecuado para ese fin.

Los críticos de este método como Giddens (1990) han afirmado que mientras que en las ciencias naturales como la física no es posible para los científicos alterar por medio de sus publicaciones las leyes que las rigen, en las ciencias sociales se puede producir un considerable impacto sobre lo que ocurre en los asuntos humanos por medio de las

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publicaciones de científicos sociales. Este efecto no se genera, sin embargo, como consecuencia de los significados propios del científico social, sino debido al hecho de que ese científico puede utilizar en su tarea un discurso que puede generar en sus intérpretes un significado que altere su comportamiento, por lo que se habla entonces de lo que se conoce como una doble hermenéutica, (Windschuttle, 2008, p. 131); es decir, no se trata en este caso de una situación generada por los significados sino por los efectos del discurso del científico, los que pueden alterar el comportamiento del sujeto de investigación.

La existencia de esta doble hermenéutica limita, según Giddens, la posibilidad de lograr un conocimiento realmente cierto del mundo social, por lo que:

La ecuación conocimiento-certidumbre resultó mal concebida. Nos encontramos fuera, en un mundo totalmente constituido a través de conocimiento reflexivamente aplicado, pero en donde al mismo tiempo no podemos nunca estar seguros de que un elemento dado de tal conocimiento no será revisado (Giddens, 1990, p. 47)

Esta característica subjetiva de la hermenéutica y en general de las ciencias sociales, que limita esa posibilidad de un conocimiento estrictamente cierto del mundo social, ha dado origen a lo largo de la historia humana a las corrientes ideológicas, incluyendo las corrientes políticas, filosóficas, religiosas, etc. Así, frente a un mismo hecho histórico existen diferentes perspectivas desde las cuales éste se puede analizar y explicar, lo que hace que para unos ese hecho pueda ser plausible y reprochable para otros. Lejos de constituirse en un punto débil de las ciencias sociales, la existencia de corrientes ideológicas ha determinado la necesidad de utilizar lo que se conoce como categorías de análisis. Estas categorías se pueden entender como descripciones a la vez amplias y muy precisas del sentido que se quiere dar dentro de un trabajo investigativo a ciertos términos o conceptos, por lo que la definición de estas categorías contribuye a precisar el alcance de esos conceptos, blindándolos de los significados de quien lee o quien interpreta. Las categorías se construyen mediante un procedimiento de abstracción que aísla elementos empíricos y los coordina, generando un tipo ideal que se diferencia de la realidad empírica y que debe servir para explicar los fenómenos en su individualidad (Chiappe, 2010).

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3.2. CATEGORÍAS DE ANÁLISIS

Teniendo en cuenta los objetivos del trabajo, las categorías que se emplearon para su desarrollo fueron las siguientes: 1) Experiencia límite, 2) Narrativa (género literario), 3) Cuerpo. Aunque estas categorías se ampliaron durante el trabajo de grado, a continuación se hace una breve descripción que permite delimitar el sentido bajo el cual son consideradas dentro del presente trabajo.

3.2.1. Experiencia límite

El término se emplea para hacer referencia a experiencias inusuales, fuera de lo común, que además ponen a la persona en condiciones que ponen a prueba el máximo de sus capacidades físicas o psicológicas, de peligro, miedo, u otra condición y que por lo tanto generan fuerte recordación y efectos cuya superación puede requerir de ayuda profesional. Debido a esas características, la experiencia límite puede resultar difícil de comprender para quien no la ha vivido, por lo que Ricoeur haya problemático no sólo el momento de la representación narrativa de los acontecimientos límite, es decir su escritura, sino también la inscripción de tales mismos testimonios en un archivo. “Para acoger un testimonio, éste debe ser apropiado, es decir, despojado, en la medida de los posible, de la extrañeza absoluta que engendra el horror”; se refiere entonces a estas situaciones como “crisis del testimonio” (Ricoeur, 2010, p. 229). Por su parte Blanchot la define como “la experiencia de lo que hay afuera de todo, cuando el todo excluye afuera, de lo que queda aún por esperar cuanto todo ha sido ya conocido: lo inaccesible mismo, lo desconocido mismo” (Blanchot, 1969, p. 305).

3.2.2. Narrativa

De acuerdo con Valverde, (Valverde, 2008) la narrativa es un grupo de metáforas para organizar sensaciones a través de las que cada uno construye su verdad con elementos

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subconscientes de su historia a medio escribir. Es la historia que se cuenta como un recuento detallado del proceso y el contexto, con especial preocupación por la secuencia y la temporalidad, “es una herramienta útil para evaluar causalidades en situaciones donde la secuencia particular de eventos y la dependencia de la trayectoria deben ser tomados en cuenta” (1999, p. 1164). Es un género relevante para representar y hablar de la acción en la vida cotidiana y en contextos especializados, dado que configura un campo propio de investigación, debido al sentido estricto, objetivo que se le considera como característica propia.

3.2.3. Cuerpo

En cuanto a la categoría de cuerpo se hace referencia a la parte física, tangible y medible del ser humano, su cabeza, su tronco, sus extremidades, sus sensaciones, sus necesidades, sus deseos, y con ello los estados de calor, de frío de sueño, de hambre, de deseo sexual y demás manifestaciones exclusivamente físicas, que aunque tienen efectos o explicaciones psicológicas, como categoría de análisis solo toman en cuenta la parte física.

Por su parte, Le Breton en su “Antropología del cuerpo” sostiene que

El cuerpo moderno pertenece a un orden (...). Implica la ruptura del sujeto con los otros (una estructura social individualista), con el cosmos (las materias primas que componen el cuerpo no encuentran correspondencia en otra parte), consigo mismo (poseer un cuerpo más que ser un cuerpo). (...) Nuestras actuales concepciones del cuerpo están vinculadas con el ascenso del individualismo como estructura social, con la emergencia de un pensamiento racional positivo y laico sobre la naturaleza, con la regresión de las tradiciones populares locales y, también, con la historia de la medicina (Le Breton, 1995, p. 37).

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3.3. INSTRUMENTOS DE INVESTIGACIÓN

Teniendo en cuenta los objetivos del trabajo, la metodología hermenéutica seleccionada y las categorías de análisis, como instrumento de trabajo se emplearon unas fichas de lectura en las que se transcribieron en primer lugar, las diferentes situaciones relativas al cuerpo que son incluidas por los autores de los libros seleccionados, lo que permitió dar cumplimiento el primer objetivo del trabajo.

Posteriormente esas fichas fueron empleadas para identificar coincidencias y diferencias respecto a la manera como son hechos esos relatos, tal como se propone el tercer objetivo de estudio. Igualmente se identificaron tipos de lenguaje que los autores de los libros utilicen para hacer las narraciones, comparando ese lenguaje con lo que describen los autores citados en el marco teórico, a fin de identificar puntos que permitan confirmar o confrontar tales propuestas teóricas.

En cuanto a la identificación que los efectos psicológicos que experimentaron los exsecuestrados como consecuencia de las situaciones en las que su cuerpo se vio directamente afectado, el análisis se hizo buscando señalar las emociones que los autores transmiten en sus relatos al referirse a sus experiencias corporales durante el secuestro.

Por último, a partir de los anteriores elementos, se buscó desarrollar el objetivo de explicar las razones que, desde las diferentes teorías de la psicología, puedan ayudar a entender los efectos que el secuestro genera en la relación que los secuestrados tienen respecto de sus experiencias corporales.

3.4. CONSIDERACIONES ÉTICAS

Teniendo en cuenta que el presente trabajo no implica intervención de ningún tipo directamente con personas, no resulta pertinente la tramitación de consentimientos informados.

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4. RESULTADOS

4.1. MODIFICACIÓN DE LOS UMBRALES O ESTÁNDARES DE LO

TOLERABLE

Este apartado busca analizar las narraciones en las que los secuestrados se refieren a situaciones en las cuales su condición les llevó a romper los límites que tenían antes de encontrarse bajo el poder de la guerrilla. La pregunta guía de esta categoría es: ¿de qué manera la condición de secuestro hace que las personas modifiquen los umbrales que tenían estando en libertad? Dentro de la categoría también se considerará el hecho de que para una persona libre, una leve molestia en su cuerpo puede ser considerada como una enfermedad, mientras que estando secuestrada su concepto de lo que es cuerpo saludable y lo enfermo puede requerir modificaciones para poder tolerar las experiencias que enfrenta, por lo que mediante esta categoría también se busca responder la siguiente pregunta: ¿cómo afecta la condición de secuestro los conceptos de cuerpo saludable y enfermo de las personas? Por último, al igual que una persona libre, el secuestrado se baña, come, se abriga, lee, oye, camina, etc. Sin embargo lo hace con una frecuencia, en una cantidad, con una calidad y en unas formas completamente diferentes a las que lo puede hacer una persona libre. A pesar de ello, existen unas condiciones mínimas que los secuestrados tienen para poder mantenerse con vida, pues también a sus secuestradores les interesa mantenerlos por encima de esas condiciones mínimas. La pregunta que surge es: ¿cuáles son las condiciones mínimas que los secuestrados tienen respecto de sus necesidades básicas?

Se consideran diferentes situaciones que durante la condición de secuestro hacen que se modifiquen los umbrales de lo tolerable que la persona tiene estando libre. Es una transformación o modificación de los umbrales de lo que se considera tolerable/aceptable y que, además de las dimensiones mencionadas, puede involucrar otras como el dolor, la higiene, el confort, la alimentación/hambre, cansancio, entre otras, que se ven alteradas como producto de la experiencia límite que vive el secuestrado y que le permiten soportar

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la condición que ahora enfrenta. También resumiendo, la pregunta que reúne todas estas dimensiones en esta categoría emergente es la siguiente: ¿de qué manera la condición de secuestro hace que las personas modifiquen el umbral de lo tolerable que tenían estando en libertad?

A partir de las categorías de análisis definidas, en el presente capítulo se aborda en primer lugar el análisis de las modificaciones que la condición de secuestro genera respecto de lo que las personas consideran como tolerable.

Teniendo en cuenta que la percepción se capta a través de los sentidos, Le Breton (2007) describe cada uno de los sentidos afirmando que la vista es el más económico de los sentidos, el oído es un sentido de la interioridad, que lleva el mundo al corazón de uno, cuando la vista lo lleva hacia fuera del mismo, el tacto cincela la presencia en el mundo mediante el permanente recuerdo de la frontera cutánea, el olor comparte con el gusto una individualización de la experiencia y el gusto por la alimentación, la percepción del alimento en boca, es una conjunción sensorial que mezcla el aroma de los alimentos con su tactilidad, su temperatura, su consistencia, su apariencia, su olor, etcétera. Le Breton plantea que la verdad es al final la suma de las realidades de cada individuo, debido a que su percepción individual del mundo es moldeada por su historia personal. Por lo que el cuerpo se convierte en un filtro mediante el cual el hombre se apropia de la sustancia del mundo y la hace suya por intermedio de los sistemas simbólicos que comparte con los miembros de su comunidad.

Esa forma como el cuerpo asimila lo que percibe de acuerdo con el entorno en que se encuentra y según las circunstancias, se refleja en múltiples fragmentos de los libros escritos por exsecuestrados en Colombia; así por ejemplo, Alan Jara al describir los primeros días de su captura relata que “Poco tiempo después oí que destaparon una lata y por el olor supe que era cerveza. Yo estaba muy preocupado y para calmarme un poco me atreví a pedirle una y Grannobles, riéndose, me la dio. Me la tomé como si fuera agua, por la angustia que tenía” (Jara, 2010, p. 12); se observa que varios de los sentidos se encuentran involucrados en esta situación, de tensión física y emocional. Clara Rojas también presenta evidencia de esa conjunción entre situación y sensación corporal cuando

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