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La relación entre el sentido de vida y las actitudes hacia la muerte

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Academic year: 2020

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Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Psicología

LA RELACIÓN ENTRE EL SENTIDO DE VIDA Y LAS ACTITUDES HACIA LA MUERTE

Trabajo de grado para optar al título de PSICÓLOGO

Andrés Gustavo Petro Herrán

Bajo dirección de Carolyn Finck Barboza, PhD, y de Catalina González Quintero, PhD Bogotá, D.C., Noviembre de 2014

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Tabla de contenido

Resumen.……….5

Introducción………6

Marco Teórico………8

Sentido de Vida………...8

Filosofando sobre el Sentido de Vida………..9

La psicología y el Sentido de Vida………10

Actitudes Frente a la Muerte……….11

Filosofando sobre la Muerte………..11

La psicología y la Muerte………..13

Estudios Realizados sobre la Relación entre el Sentido de Vida y la Muerte……...16

Problema de Investigación………19

Hipótesis………19

Metodología………..20

Participantes………..20

Instrumento………20

Perfil Revisado de Actitudes Hacia la Muerte (PAM-R)………..20

Escala Dimensional del Sentido de Vida (EDSV)………21

Procedimiento………22

Plan de Análisis……….23

Consideraciones éticas………...24

Resultados……….25

Discusión………...32

Limitaciones………..36

Conclusiones……….37

Recomendaciones para futuros estudios………...38

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Lista de Tablas

Tabla 1. Número de participantes por semestre………20 Tabla 2. Comparación entre la muestra esperada y la obtenida………22 Tabla 3. Medias y desviaciones estándar………..26 Tabla 4.Medias y desviaciones estándar en los puntajes del PAM-R y

del EDSV, por género………...28 Tabla 5. Diferencias significativas (p<0.05) entre facultades respecto

a la actitud hacia la muerte………..29 Tabla 6. Diferencias significativas (p<0.05) entre las facultades respecto

al sentido de vida………..29 Tabla 7. Diferencias significativas (p<0.05) entre afiliaciones religiosas

respecto a la actitud hacia la muerte………30 Tabla 8. Diferencias significativas (p<0,05) según nivel socioeconómico

respecto al Sentido de Vida………..31 Tabla 9. Diferencias significativas (p<0,05) según nivel socioeconómico

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Lista de Figuras

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Lista de Anexos

Anexo A. Diferencia de medias por facultad según actitud frente a la muerte……….42 Anexo B. Diferencia de medias por facultad según sentido de vida……….46 Anexo C. Diferencia de medias por afiliación religiosa según actitud frente a la muerte…49 Anexo D. Diferencia de medias por afiliación religiosa según sentido de vida………50 Anexo E. Consentimiento informado………....52 Anexo F. Encuesta aplicada………..54

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Resumen

Este estudio buscó observar y analizar las relaciones entre el sentido de vida y las actitudes que hacia muerte. Para ello, según lo expuesto por Martínez (2014), en este estudio se entendió el sentido de vida como Propósito Vital y Coherencia Existencial y, según lo propuesto por Wong, Reker y Gesser (1994) se tomaron en cuenta cinco actitudes hacia la muerte: Aceptación de Acercamiento, Aceptación Neutral, Aceptación de Escape, Miedo a la Muerte y Evitación ante la Muerte. Se planteó que el Sentido de Vida se correlacionaría positivamente con la Aceptación de Acercamiento y con la Aceptación Neutral y que lo haría negativamente con la Aceptación de Escape, el Miedo a la Muerte y la Evitación ante la Muerte. Además, se quiso explorar qué correlaciones se podían observar entre el Propósito Vital y la Coherencia Existencial con las diferentes actitudes hacia la muerte. Para ello, se aplicó el Perfil Revisado de Actitudes hacia la Muerte (PAM-R) (Wong, Reker & Gesser, 1994) y la Escala Dimensional del Sentido de Vida (EDSV) (Martínez et al., 2011) a 365 participantes pertenecientes a diferentes facultades de la Universidad de los Andes. Se tomaron en consideración variables como el sexo, la facultad, la afiliación religiosa y el nivel socio-económico. Los resultados permitieron mantener parcialmente ambas hipótesis ya que se encontró una correlación positiva entre el Sentido de Vida con la Aceptación de Acercamiento, y una correlación negativa entre el Sentido de Vida y la Aceptación de Escape. Por otro lado, el Propósito vital tuvo las mismas correlaciones que el Sentido de Vida y, en cuando a la Coherencia existencial, esta se correlacionó negativamente con la Aceptación de Escape y con el Miedo a la Muerte. Limitaciones de este estudio fueron que la homogeneidad de la muestra, el bajo alpha de Cronbach de las escala de Aceptación Neutral y de Coherencia Existencial y que los ítems de escala de Aceptación de Acercamiento estuvieron muy relacionados con la religión.

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Introducción

Dos aspectos fundamentales en la vida humana son la consciencia de la muerte, pues, en general, todas las personas saben que algún día morirán, y la búsqueda de sentido de vida, pues el ser humano necesita sentir que debe hacer algo en el mundo. De acuerdo con esto, es innegable el hecho de que el sentido de vida y la consciencia de la muerte tienen un gran peso en la experiencia humana ya que no hay vida sin muerte y todo ser humano busca, consciente o inconscientemente, darle un sentido a su existencia (Frankl, 1946). Por ello, el tema de este escrito es, precisamente, la relación entre el sentido de vida y la muerte. En efecto, si tales fenómenos, uno de ellos de la vida en general y el otro, humano, son tan importantes para las vivencias de las personas, no puede pensarse que cada uno de ellos sea independiente del otro sino, más bien, que debe de haber alguna conexión entre ambos. Es por esto que nace la pregunta de qué relación hay entre lo que nos hace seres vivos y lo que nos hace seres humanos, es decir, entre la percepción que se tiene de la muerte o las actitudes frente a la misma y la presencia o ausencia (“vacío existencial”) de un sentido de vida.

Lo que ha motivado este tema es el tabú en el que se ha convertido la muerte en la sociedad occidental y, por ello, el silencio frente a este tema. Como afirma Rimpoché (1992) “a la gente de hoy se le enseña a negar la muerte, y se les enseña que no significa otra cosa que aniquilación y pérdida […] el mero hecho de hablar sobre la muerte se considera morboso” (p.26). Esta prohibición de la mención de la muerte ha permeado también en la psicología por lo que es importante rescatar el tópico de la muerte de la prohibición de referirse a él. Por otro lado, el relacionarlo con el sentido de vida parte de una afirmación de Rimpoché (1992) según la cual la negación de la muerte conlleva a una pérdida del sentido de vida y, por ello, somos “inconscientes cadáveres vivientes” (p. 38), es decir que “nuestra vida es monótona, mezquina y repetitiva, desperdiciada en la persecución de lo banal” (p. 38). ¿Tiene Rimpoché, monje tibetano, algo de razón?

Por ello, una de las preguntas que guían este estudio es si la falta de sentido de vida se relaciona con una negación de la muerte. Sin embargo, para responderla se debe definir, primero, qué es el sentido de vida ya que la concepción occidental de este constructo puede ser diferente a la oriental en la que, como se ve en Rimpoché (1992) la espiritualidad y la

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creencia en el más allá son de suma importancia. Además, se debe responder también a la pregunta de qué actitudes frente a la muerte se pueden tener.

Este estudio podría aumentar el conocimiento acerca una temática que, como se vio anteriormente, ha sido vista como un tabú. Por ello, favorecería el entendimiento de un fenómeno que toca a todo ser vivo y del que el ser humano es consciente como lo es el de la muerte.

Por otro lado, este estudio también podría ser de ayuda en la intervención con personas mayores o que tengan una enfermedad terminal para que estas puedan afrontar la realidad de que pronto morirán de una manera más llevadera. Ello se lograría apaciguando cualquier actitud adversa que tengan frente a la muerte al trabajar sobre el sentido de vida o ayudándoles a recobrar un sentido de vida, si es que no lo tienen, a pesar de la proximidad de la muerte.

Marco Teórico

Para empezar, es necesario definir los constructos de “sentido de vida” y de “actitudes hacia a la muerte”. Para ello, se utilizarán no solo las formulaciones hechas en la rama de la psicología sobre estos dos constructos, sino también lo expuesto en la filosofía ya que las propuestas de los filósofos pueden complementar el entendimiento que se tiene en psicología acerca del sentido de vida y de las actitudes hacia a la muerte.

Sentido de vida

Suele considerarse que el concepto de sentido de vida apareció en la segunda mitad del siglo XIX a causa de la revolución industrial, a partir de la cual las personas abandonaron la concepción aristotélica de que el fin último de la vida es la felicidad y comenzaron a cuestionarse acerca de la razón de la existencia, del sentido de vivir (Grondin, 2012). Es decir que el problema de si la vida tiene o no sentido es un problema de la modernidad pues antes se pensaba que la vida tenía una finalidad (télos): la felicidad. Desde entonces, se ha intentado definir dicho concepto pero nunca se ha llegado a un consenso general de lo que es pues se considera que la respuesta a esa pregunta es subjetiva y varía en cada individuo (Frankl, 1946). Sin embargo, ha habido intentos de definir el sentido de la vida a partir de rasgos generales de modo que la definición pueda encajar con

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la búsqueda de sentido de cada individuo. A continuación se expondrán varios planteamientos desde a filosofía a propósito del sentido de vida.

Filosofando sobre el Sentido de Vida

Como afirma Fernandois (2013), hoy día hay cierto rechazo por parte de los filósofos a hablar del sentido de la vida ya que algunos de ellos afirman que la pregunta por el sentido de la vida carece ella misma de sentido. Sin embargo, otrora no fue así ya que la pregunta por el sentido de la vida es entendida como una pregunta por el fin de la vida y desde la antigüedad los filósofos han reflexionado sobre ella.

Sartre (1946), conocido por haber dedicado su vida a filosofar acerca de la existencia humana y del sentido de la misma, afirmó que ante la inexistencia de Dios, el ser humano nace sin tener un sentido y que el encontrar un sentido en su vida depende de sus acciones. Propuso que “el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define” (p. 5). Para definirse debe proyectarse a sí mismo y ser responsable de ese proyecto, es decir, de lo que define su propia vida. Por ello, para Sartre, el sentido es aquello que saca a la existencia de la nada y la llena con una esencia, es el proyecto que define al ser.

Por otro lado, Grondin (2012) define el sentido de vida como una dirección que da un significado a la vida y que debe ser percibida por el individuo mismo ya que no “sentir el sentido” conlleva a pensar que no hay tal sentido, es decir que no basta con que haya un sentido pues el no ser consciente de que dicho sentido existe equivale pensar que no hay sentido alguno.

Fernandois (2013) también se ha interesado por la pregunta sobre el sentido de vida y formula cuatro definiciones de dicho concepto. Por un lado habla del “sentido como finalidad externa” y lo explica argumentando que hay sentido cuando un objeto externo a la vida se convierte en un fin a conseguir. Por otro lado, menciona el “sentido como coherencia interna” y afirma que esta concepción del sentido se da cuando la vida es una “secuencia coherente de acciones y etapas” (p. 8). También habla del “sentido como importancia” y es cuando el individuo considera que vale la pena vivir la vida. Según esta definición, cada hecho en esta vida es valioso, tiene sentido, ya que hace que la vida valga

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la pena. Por último, para Fernandois (2013) también está el “sentido como dirección” y este se da cuando una persona tiene un fin que define su existencia.

La psicología y el Sentido de Vida

Ahora bien, en la psicología, Victor Frankl, creador de la logoterapia o terapia basada en el sentido, dedicó toda su vida al estudio del sentido de la vida y a la creación de un modelo de intervención para tratar la falta de sentido de vida. Frankl (1999) no se aleja mucho de la concepción de Sartre según la cual cada persona es responsable de responder a la pregunta de qué es lo que le da sentido a su vida. Además, propuso (1956) que una característica esencial del sentido de vida es la preocupación por el futuro y afirmó que aquellos que no tienen ninguna visión de su futuro, que ya no esperan nada de la vida, caen en la desesperanza y ello los conduce a la más extrema consecuencia que se deriva de la carencia del sentido: el suicido. Esta preocupación por el futuro fue retomada por Maddi (citado en Wong, 1994) que afirma que la toma de decisiones construyen el sentido de vida, y muchos otros autores traducen dicha preocupación como el tener un propósito u objetivos que cumplir (Klinger; Sommer & Baumeister; Emmons, Kaiser & Colby; Little; Lukas, citados en Wong, 1994).

Sin embargo, ¿puede reducirse el sentido de vida a tener un propósito o unas metas que cumplir? Para Frankl el sentido de vida era mucho más que tener objetivos para convertir el futuro en un punto valioso al cual llegar. Sin embargo, él nunca dejó una definición concreta de lo que es el sentido de vida. Por el contrario, Martínez (2014), basándose en lo propuesto por Frankl, afirmó que el sentido es “la percepción afectiva y cognitiva de valores que invitan a la persona a actuar de un modo u otro, ante una situación particular o la vida de general, dándole a la persona coherencia e identidad personal” (p. 62). El mismo Martínez (2014) explica esta definición al decir que aquello que da sentido es algo que emociona al ser percibido y que, por ello, es significativo y se define como una meta a la que se desea llegar. Para que sea significativo ese algo debe ser valioso y debe ser un motivador de modo que la persona, no solo quiera alcanzarlo, sino que actúe para hacerlo. Ahora, ese algo puede ser visto como una meta vital, lo que lo convertiría en el “sentido de la vida”, o como una meta momentánea, lo que lo haría ser un “sentido en la vida”. “El sentido de la vida es, en cierta forma, la sumatoria de los múltiples sentidos en la

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vida que han sido descubiertos” (Martínez, 2014, p. 65), es decir que no puede haber un sentido de vida si no se tienen sentidos momentáneos. Por último, el sentido debe ser algo que brinde identidad y que haga que la persona sea coherente con esa identidad, pues la meta se vuelve inalcanzable si no hay tal coherencia.

De las aproximaciones filosóficas y psicológicas a propósito del sentido de vida se deriva que este concepto se caracteriza por tener un proyecto de vida o una dirección que se quiere tomar, se intenta seguir y de la que la persona es responsable, por la búsqueda de un objetivo valioso para quien lo busca, y por generar coherencia interna. Por ello, en este escrito se entenderá el sentido de vida como una proyección hacia el porvenir que da una dirección y objetivos, que, por ser vistos como valiosos, el individuo se esfuerza por conseguir, y que otorga al individuo una identidad con la que este debe ser coherente si no quiere desviarse de dicha dirección. El sentido de vida se conformaría, entonces, por un propósito y por la coherencia interna.

Habiendo definido el sentido de vida, se pasará ahora a definir las actitudes frente a la muerte. Para ello, se hará, de nuevo, un recorrido a través de la filosofía y de la psicología a propósito de dicho constructo.

Actitudes frente a la muerte

Filosofando sobre la Muerte

Al igual que la pregunta por el sentido, la muerte también ha sido un tópico de la filosofía desde la antigüedad. Schopenhauer (citado en Schöndorf, 2009), por ejemplo, afirmó que “la muerte es el genio que en verdad ha inspirado la filosofía” (p. 373). Montaigne (1998), por un lado, propuso que el miedo a la muerte era una característica generalizada en la especie humana y que solo el ejercicio de la razón, es decir, la filosofía, podía liberar a las personas de ese miedo. Para ello, propuso, se debía internalizar la idea de que la muerte era una posibilidad que se podía presentar en cualquier momento y afirmó que solo haciendo esto la vida podía ser más plena. Parece que Montaigne, aunque nunca habló de sentido de vida, dio luces para afirmar que una aceptación de la muerte conllevaría a una vida plena que es lograda gracias al sentido de vida.

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Por otro lado, Heidegger (1927), primer filósofo existencialista, propuso que la existencia humana no es posible sin un estado anímico o afectivo y que, entre los estados afectivos, la angustia es, para él, el estado fundamental que despierta la consciencia de la muerte. Ahora bien, cabe mencionar que la angustia no es lo mismo al miedo. Si bien el miedo se da ante la presencia de un estímulo riesgoso, la angustia no depende de un objeto o de una situación real, sino que “es un sentimiento de peligro indefinible; es la espera de una amenaza inminente” (Chauveau, s.f, citado en Martos et al., 2004). Asimismo, la angustia para Heidegger es la comprensión anímica de que, en un mundo de posibilidades, la de la muerte es la posibilidad última de la existencia y es, también, la única posibilidad de la que el ser humano no puede deshacerse.

Frente a esta postura natural de angustia hacia la muerte, Heidegger propone que hay dos tipos de vidas: las auténticas y las inauténticas. Por un lado, las personas que aceptan esa angustia haciendo frente a la posibilidad de la muerte llevan vidas más auténticas ya que se muestran responsables ante sus posibilidades. Esto quiere decir que ante la angustia del saber que esta tendrá un fin se hacen cargo de su propia vida. Por otro lado, las que evitan esa angustia suelen caer en sus ocupaciones, es decir, en lo cotidiano y “el cotidiano estar vuelto hacia a la muerte es, en tanto que cadente, un continuo huir de ella” (274) y, por ello, estas personas no se hacen cargo de sus propias posibilidades.

Para relacionar lo anterior con el sentido de vida se podría afirmar que las ocupaciones, a las que Heidegger se refiere, es decir, aquello que absorbe la atención de las personas en su cotidianidad, hacen que la preocupación por el presente en el que se ocupan las personas con vidas inauténticas sea mayor a la del futuro y que, por ello, no tengan un sentido de vida que genere identidad y coherencia con esa identidad. Como fue mencionado anteriormente, para que haya un sentido de vida la persona también debe ser responsable de dicho sentido, pero si su vida es inauténtica es porque la persona no logra hacerse responsable de sus posibilidades y, por ello, la inautenticidad implicaría una falta de sentido de vida. Por otro lado, las personas que aceptan la angustia ante la muerte tienen una vida auténtica ya que estas personas se responsabilizan de sus posibilidades y como afirma Martínez (2013), el saber que la vida terminará funciona como una motivación para que la persona encuentre un sentido de vida y actúe en el mundo de acuerdo con ese sentido de vida en vez de caer en las ocupaciones y, por ello, en el vacío existencial.

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La Psicología y la Muerte

Muy cercana a la concepción de la muerte en Heidegger se encuentra la de Freud (1918) ya que él propuso que los seres humanos tienen solo dos posibles actitudes frente a la muerte: la negación y la aceptación. En efecto, afirmó que el ser humano es incapaz de concebir la muerte propia como una posibilidad y que “en el inconsciente, cada uno de nosotros está convencido de su propia inmortalidad” (Freud, 1918, p. 289). Además, también afirma que es muy difícil concebir la muerte del otro ya que la persona que lo hace no puede evitar sentir malestar y debilidad. Esta actitud frente a la muerte hace que “la vida se empobrezca, pierda interés” (p.290). No obstante, en la guerra, las persona se ven obligadas a dejar de negar la muerte y por ello, según Freud (1918) “la vida se ha, de hecho, vuelto interesante otra vez; ha recobrado su pleno contenido” (291). Es decir que la vida es plena solo si se acepta que la muerte es una posibilidad real. Al igual que con Heidegger, con Freud se puede concluir, entonces, que la vida puede adquirir un sentido solo si la muerte es aceptada en vez de negada.

Ahora bien, es sabido que una de las críticas al psicoanálisis es la falta de fundamentos empíricos para validar aquello que proponen (Popper, 1983). Se podría, entonces, poner en duda el hecho de que la negación y la aceptación sean las únicas actitudes que el ser humano tiene frente a la muerte. Feifel (1955, citado en Neimeyer, Wittkowsky, & Moser 2004) fue el primer psicólogo en observar las actitudes frente a la muerte de forma empírica a pesar de que no hubiera, para la fecha, instrumentos estandarizados que midieran dichas actitudes. De acuerdo con sus estudios, Feifel (1969) afirmó que “la consideración de la muerte es, indudablemente, una de las principales fuentes de ansiedad para el ser humano” (p. 292) y que, contrario a lo propuesto por Freud, la actitud frente a la muerte era multidimensional y podía variar en el mismo individuo (Feifel, 1965, citado en Neimeyer, Wittkowsky, & Moser 2004). Sin embargo, en la época en que Feifel propuso la multidimensionalidad de las actitudes frente a la muerte no existía aún, un test estandarizado para medir las mismas y, por ello, Feifel (1969) no categorizó dichas actitudes aunque sí mencionó la evitación, la aceptación, la resignación y la ansiedad.

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El primer instrumento estandarizado creado para medir las actitudes frente a la muerte fue la Escala de Miedo a la Muerte Collett-Lester en 1969 (Neimeyer Wittkowsky, & Moser 2004). Este instrumento mide el miedo a la muerte propia, miedo a la muerte de otros, miedo al proceso de morir propio y miedo al proceso de morir de otros (Espinoza, Sanhueza, & Barriga, 2011). Ahora bien, Nimeyer, Wittkowsky y Moser (2004), afirman que dos de las mejores escalas para medir las actitudes frente a la muerte son el Componente de los tres modelos de aceptación frente a la muerte (Three-Component Model of Death Acceptance) de Wong, Reker y Gesser (1994) y el inventario multidimensional de la orientación hacia el morir y a la muerte (Multidimentional Orientation Toward Dying and Death Inventory) de Wittkowsky (2001).

El primero de los dos modelos mencionados propone que hay tres actitudes de aceptación de la muerte: la aceptación neutral, la aceptación de acercamiento y la aceptación de escape.

Aceptación neutral: Las personas en esta categoría se muestran indiferentes al hecho de morir ya que “uno ni teme la muerte ni le da la bienvenida; uno simplemente la acepta como uno de los hechos inmanentes de la vida y trata de hacer lo mejor en una vida finita” (Wong, Reker & Gesser, 1994, p. 126).

Aceptación de acercamiento: Esta categoría “implica una creencia en un final feliz después de la muerte” (Wong, Reker & Gesser, 1994, p. 127). Esta categoría, por ende, se relaciona con la religiosidad ya que, según Dezutter et al. (2009) “la gente religiosa se inclina más al enfoque de aceptación hacia la muerte, indicando que la religiosidad como tal está relacionada con una creencia en el más allá” (p. 73).

Aceptación de escape: “Cuando la vida está llena de dolor y de miseria, la muerte puede ser una alternativa bienvenida” (Wong, Reker & Gesser, 1994, p. 127). Es decir que, para las personas de esta categoría, la muerte es vista como una solución al problema de la vida. En esta categoría se podrían enmarcar los casos de suicidio ya que el suicidio puede ser visto como una solución a una vida que, por su carencia de sentido, no es más que un problema para el que la vive. Cohen (2007), por ejemplo, afirma que “la mera posibilidad del suicidio se nos antoja entonces como una promesa de liberación […] de la absurdidad de la existencia. […] El suicidio es la vida derrotada, la vida que ni puede soportar la ausencia de sentido” (p.16). Asimismo, Camus (1985) afirma que el suicidio se da cuando

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el suicida piensa que no vale la pena vivir la vida. Por último, Watzlawick, Weakland y Fisch (1974) afirmaron que:

Muchos individuos se ven impulsados a pensar, o incluso a cometer, un suicidio debido a que, como Hemingway, son incapaces de vivir de acuerdo con ciertas expectativas. Ello es debido a que comienzan a experimentar sus vidas como desprovistas de sentido (p. 79).

Por lo tanto, en esta categoría parece encontrarse la primera posible relación entre el sentido de vida o vacío existencial con las actitudes frente a la muerte. Al parecer, el vacío existencial se relacionaría con la aceptación de escape. ¿Se podría comprobar empíricamente que hay una relación entre la ausencia de sentido y la aceptación de escape?

Sin embargo, Wong, Gesser y Reker (1994) propusieron otras dos categorías para completar lo que son las actitudes frente a la muerte que son el miedo a la muerte y la evitación de la muerte.

Miedo a la muerte: En esta categoría se entiende que “la persona confronta la muerte y sentimientos de temor son evocados” (Wong, Reker & Gesser, 1994, p. 127). Como fue mencionado anteriormente, el miedo es una emoción básica que se activa cuando un estímulo, real o imaginario, es percibido como una fuente de peligro. Según Wong, Reker y Gesser (1994) el miedo a la muerte se diferencia de la ansiedad ante la muerte en que el primero es consciente y específico mientras que la segunda es más general y puede ser inconsciente. Además, afirman que una de las causas del miedo a la muerte es la percepción de que se ha fracasado en el intento de llevar una vida con sentido.

Evitación ante la muerte: En esta categoría “la persona evita pensar o hablar a

propósito de la muerte con el finde reducir la ansiedad de morir. Por lo tanto, evadir la muerte es un mecanismo de defensa que mantiene la muerte alejada de la consciencia” (Wong, Reker & Gesser, 1994, p. 127). Esta es la única categoría de actitudes frente a la muerte para Freud y sería la típica actitud que, para Heidegger, hace que la persona tenga una vida inauténtica.

Las cinco categorías en conjunto forman lo que Wong, Gesser y Reker llamaron el Death Attitude Profil (DAP, o el Perfil de Actitudes Ante la Muerte o PAM) que es un instrumento cuyo objetivo es medir cada una de las actitudes mencionadas.

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Wittkowsky (2001) observó que uno de los problemas de la división de las actitudes frente a la muerte era que la gran mayoría se centraban en las actitudes negativas y muy pocas los hacían en la aceptación de la muerte. Ahora bien, el PAM sí contempla la aceptación de la muerte pero a diferencia de este instrumento, el creado por Wittkowsky (2001) contempla, además de las actitudes frente a la muerte propia, las actitudes frente a la muerte del “otro” y las actitudes frente al proceso de morir como lo hicieron Collett y Lester (1969, citado en Neimeyer Wittkowsky, & Moser 2004). Para Wittkowsky, entonces, las actitudes frente a la muerte tienen cuatro factores divididos, cada uno en dos categorías: el miedo a la muerte propia y a la muerte del otro, el miedo al proceso de morir propio y al del otro, la aceptación de la muerte propia y de la del otro y la aceptación del proceso de morir propio y el del otro.

Puesto que el sentido de vida es algo subjetivo, si se quiere observar la relación de este con las actitudes frente a la muerte, las actitudes que se deben considerar son las generadas frente a la muerte propia y no a la muerte del otro. Por ello, en esta investigación se usarán las actitudes frente a la muerte expuestas por Wong, Gesser y Reker ya que dichas actitudes se basan solo en la muerte propia y dejan de lado la muerte del otro.

Estudios realizados sobre la relación entre la muerte y el sentido de vida

Ahora bien, en la tarea de definir los conceptos que forman el tema de este escrito, en varias ocasiones se ha mencionado lo que algunos autores citados piensan acerca de la relación entre sentido de vida y las actitudes frente a la muerte. Los autores anteriormente mencionados han afirmado que tener miedo a la muerte o evitar la muerte se relaciona con un bajo sentido de vida mientras que aceptar la muerte se relaciona con un alto sentido de vida. A continuación se presentarán estudios que han investigado la relación entre el sentido de vida y las actitudes frente a la muerte.

Durlak (1972), estudió la relación entre las actitudes frente a la vida y la muerte en una población de estudiantes universitarios y de secundaria de Estados Unidos y sus resultados le permitieron concluir que hay una correlación negativa entre el miedo a la muerte y el tener un propósito en la vida, es decir que, el hecho de tener un propósito en la vida genera una aceptación de la muerte, pero no tener dicho propósito se relaciona con tener miedo a la muerte.

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Después, Blazer (1973) aplicó a cuatrocientos participantes el test de propósito en la vida de Maholick (Maholick's Purpose in Life Test) y la escala de miedo a la muerte de Lester y encontró que el sentido de vida se relaciona con la aceptación de la muerte. Se debe tener en cuenta que el test utilizado en este estudio para medir el sentido de vida “se desarrolló para operacionalizar los conceptos de Frankl y medir las experiencias individuales de ‹‹vacío existencial››, de ‹‹significado›› y de ‹‹objetivo en la vida››” (Bellantoni, 2013, p. 201) pero no contempla el constructo de coherencia.

Además, Quinn y Reznikoff (1985) estudiaron la relación entre la ansiedad frente a la muerte, el sentido de vida y la experiencia personal del tiempo en una población de ancianos y encontraron que tener altos niveles de ansiedad frente a la muerte se relacionaba positivamente con tener un bajo sentido de vida. Incluso el mismo Frankl (1965) afirma que el tener sentido de vida disminuye el miedo a la muerte y, por lo tanto, el no tener sentido de vida se relaciona con el miedo a morir.

Más recientemente, Routledge y Juhl (2010) pusieron a prueba empíricamente la teoría del manejo del terror. Esta teoría propone que “condiciones que le recuerden su propia mortalidad a las personas tienen el potencial de incrementar la ansiedad ante la muerte. Sin embargo, esta teoría también afirma que las personas pueden burlar esta ansiedad al sentir que sus vidas están imbuidas por un sentido y un propósito” (Routledge & Juhl, 2010, p. 849). Con esto hipotetizaron que “inducir pensamientos acerca de la muerte podía aumentar la ansiedad ante la muerte para las personas que carecieran de sentimientos de sentido de vida, pero no para las personas que poseyeran dichos sentimientos” (p.849). Acorde con su hipótesis, encontraron que no hubo un incremento de la ansiedad ante la muerte en las personas con sentido de vida y que, por el contrario, sí se evidenció un aumento en la ansiedad ante la muerte en las personas con una puntuación baja en sentido de vida. Si bien este estudio no observó directamente la relación entre el sentido de vida y la ansiedad ante la muerte, sí demostró que es más fácil que las personas sin sentido de vida tengan más ansiedad ante la muerte que las personas con sentido de vida.

Por otro lado, Lyke (2013) hizo una investigación para observar la relación entre la presencia del sentido de vida y la búsqueda del mismo, es decir, no tener sentido de vida pero buscarlo (variables independientes), con el miedo a la muerte o al proceso de morir

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(variables dependientes) en jóvenes adultos. Encontró que solo la búsqueda de sentido de vida se relacionaba de manera significativa con el miedo a la muerte y al proceso de morir.

En términos generales, se podría concluir, de acuerdo con todos los estudios mencionados, que la falta de sentido de vida se relaciona con el miedo a la muerte y que por el contrario, la presencia de sentido de vida se relaciona con la aceptación de la muerte. Sin embargo, ninguno de estos estudios contempló la coherencia como un factor del sentido de vida y tampoco concibieron las actitudes frente a la muerte como un constructo multidimensional. En efecto, en algunos de estos estudios los autores solo observaron la relación entre el miedo a la muerte o al proceso de morir con el sentido de vida (Durlak, 1969; Lyke, 2013) y en otros, en vez de miedo quisieron mirar la relación con la ansiedad ante la muerte (Blazer, 1973; Quinn & Reznikoff, 1985; Routledge &. Juhl, 2010)

Powell (2010) sí utilizó el PAM e hizo un estudio para observar la relación entre el sentido de vida y las actitudes frente a la muerte de Wong, Gesser y Reker. Encontró que tener un sentido de vida se correlacionaba positivamente con el enfoque de aceptación, pero lo mismo hacía el estar buscando un sentido de vida, es decir, el no tener uno pero buscarlo (lo que contradice los estudios que observaron que la falta de sentido se relacionaba con el miedo a la muerte y no con la aceptación de la misma). Por otro lado, tener un sentido de vida se correlacionó negativamente con la evitación de la muerte. No obstante, Powell (2010) había hipotetizado que habría una correlación positiva entre la presencia de un sentido de vida y las categorías de enfoque de aceptación y de aceptación neutral mientras que la búsqueda de sentido se correlacionaría negativamente con estas categorías; y que, por el contrario, la presencia de un sentido de vida se correlacionaría negativamente con la aceptación como escape, evitación de la muerte y miedo a la muerte mientras que la búsqueda de sentido lo haría positivamente con esas categorías. Por lo tanto, no solo fueron refutadas la mayoría de estas hipótesis sino que, además, se encontró un resultado contrario, no solo a una de ellas, también a los estudios mencionados anteriormente. ¿Cómo explicarlo? Pues bien, este estudio tuvo limitaciones importantes como que las pruebas utilizadas fueron llenadas solo por estudiantes de psicología de la Universidad de Humboldt de Berlín en Alemania, a través de una página web de la misma universidad, es decir que muchas variables pudieron influir en este estudio al no haber un control sobre las mismas. Por último, el autor reportó que la confiabilidad de la escala de aceptación neutral fue

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menor a la aceptada siendo el α de Cronbach apenas de .59. Ello quiere decir que la subescala de aceptación neutral tuvo una pobre consistencia interna.

Problema de investigación

Con base en los antecedentes descritos y en los vacíos en la literatura encontrada en la que, o se toma solo el miedo a la muerte y al morir como una actitud hacia la muerte o se hacen estudios cuyas limitaciones han podido afectar considerablemente los resultados, nace la pregunta de cómo se puede relacionar el sentido de vida y cada uno de sus factores con las actitudes hacia la muerte en adultos jóvenes.

Además, como pregunta secundarias, debido a la relación de la muerte y del sentido de vida con la religión, también nace la pregunta de si la religión tendrá algún efecto sobre esta relación. Otras preguntas relevantes para este estudio son acerca de si ciertos aspectos como el sexo, el área del conocimiento de preferencia y el nivel socio.economico tienen algún efecto sobre el sentido de vida o cobre las actitudes hacia la muerte.

Hipótesis

De acuerdo con la información de los estudios citados, se proponen dos hipótesis. Primero, se propone que la presencia de sentido de vida, incluidos tanto la coherencia como el propósito, se relacionará con la aceptación de acercamiento y aceptación neutral. Esto debido a que en los estudios realizados hubo una correlación negativa entre el miedo a la muerte y el sentido de vida. Por otro lado, se hipotetiza que el sentido de vida se correlacionará negativamente con el miedo a la muerte, la evitación ante la muerte y la aceptación de escape puesto que en los estudios hubo un correlación positiva entre la ansiedad o el miedo a la muerte con la falta de sentido de vida. En cuanto al propósito vital y a la coherencia existencial, se hará un estudio exploratorio para observar cómo estos dos aspectos del sentido de vida se relacionan con las actitudes ante la muerte de forma independiente, es decir, sin que uno tenga una efecto sobre el otro.

Metodología Participantes

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La muestra estuvo conformada por 365 estudiantes de la universidad de los Andes. El 50,7% fueron mujeres y el 49,3% fueron hombres. Los estudiantes pertenecían a todas las facultades de la Universidad. El número de estudiantes por facultad se presenta en la tabla 2. El semestre al que pertenecieron los participantes osciló entre el primer semestre y el décimo primero. El número de participantes por semestre se presenta en la tabla 1. Por otro lado, 163 participantes (44,7%) reportaron ser católicos, 143 (39,2%) reportaron no ser creyentes, 25 (6,8%) reportaron ser agnósticos, 15 (4,1%) fueron cristianos y otros 4 (1,2%) fueron de otras religiones (budista, odinista, judía, panteísta). Por último, la mayoría de los participantes fueron de estrato 6 (124, 34,4%), 91 (24,9%) fueron de estrato 5, 113 (31%) del 4, 28 (7,7%) del 3, 4 (1,1%) del 2, y 5 no reportaron su estrato.

Tabla 1

Número de participantes por semestre.

Semestre

N° de

participantes Porcentaje

1 55 15,1

2 57 15,6

3 81 22,2

4 24 6,6

5 50 13,7

6 24 6,6

7 37 10,1

8 19 5,2

9 10 2,7

10 5 1,4

11 1 0,3

Instrumento

Perfil Revisado de Actitudes Hacia la Muerte (PAM-R)

El PAM-R es un instrumento cuyo objetivo es el de medir cada una de las cinco actitudes que se pueden tener hacia la muerte y que fueron descritas con anterioridad. Este instrumento consta de 32 ítems, cada uno medido gracias en escala Likert de 7 puntos, siendo 1 “total desacuerdo” y 7 “muy de acuerdo”. Los ítems de cada escala se presentan en desorden, siendo para la dimensión Miedo a la muerte (7 ítems) el 1, 2, 7, 18, 20, 21 y

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32. Los ítems de esta dimensión son, por ejemplo: “La muerte es, sin duda, un experiencia horrible” o “la perspectiva de mi propia muerte despierta mi ansiedad. Por otro lado, para la dimensión de Evitación ante la muerte (5 ítems) los ítems son el 3, 10, 12, 19, 26, como por ejemplo: “evito a toda costa los pensamientos sobre la muerte” o “cuando el pensamiento de la muerte entra en mi mente, intento apartarlo”. Los ítems para la dimensión Aceptación neutral (5) son: 6, 14, 17, 24, 30, como por ejemplo: “la muerte se debería ver como un acontecimiento natural, innegable e inevitable” o “la muerte es un espacio natural de la vida”. La dimensión de Aceptación de acercamiento (10 ítems) se refleja en los ítems 4, 8, 13, 15, 16, 22, 25, 27, 28, y 31 con reactivos como “creo que iré al cielo cuando muera” o “la muerte es la entrada a un lugar de satisfacción definitiva”. Por último, la dimensión de Aceptación de escape (5 ítems) se en los ítems 5, 9, 11, 23 y 29 con reactivos como “la muerte pondrá fin a todas mis preocupaciones” o “veo la muerte como un alivio de la carga de esta vida”.

Este instrumento ya fue validado para la población colombiana y obtuvo un alfa de 0.893 (Uribe, Valderrama & López, 2008), lo que indica que tiene una buena consistencia interna.

Escala Dimensional del Sentido de Vida (EDSV)

Esta escala fue creada por Martínez, Trujillo, Díaz y Jaimes (2011) con el fin de tener una escala creada y validada en Colombia que midiera el sentido de vida entendido como propósito y coherencia. Esta escala está compuesta por dieciséis ítems con un formato de respuesta Likert de cuatro puntos donde 0 es “totalmente en desacuerdo” y 3 es “totalmente de acuerdo”. A pesar de que se pensó que esta escala era bifactorial, pruebas psicométricas concluyeron que, en realidad, la escala era unifactorial (Martínez Et al., 2011). No obstante, estudios posteriores demostraron que sí se podían sostener dos dimensiones en esta escala (Martínez, 2013; Martínez & Martínez, 2013).

Las dos dimensiones de esta escala son: Coherencia Existencial con reactivos como “frecuentemente me desconozco a mí mismo en mi forma de actuar” o “con frecuencia no logro entender por qué actúo de cierta manera”, y Propósito Vital con reactivos como “la vida me parece llena de razones por las cuales vivir” o “he descubierto metas claras en mi vida”.

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La puntuación de sentido de vida es la suma de puntos de cada uno de los ítems por lo que el puntaje máximo es 54 y el mínimo es 0. Por ello todos los valores obtenidos oscilan entre ese intervalo. Además, hay cuatro puntos de cortes que determinan los diferentes niveles de sentido de vida en esta escala. Si el puntaje oscila entre 47 y 54 se dice que hay plenitud de sentido, si oscila entre 42 y 47 se dice que hay un alto sentido de vida, entre 36 y 42 hay un medio sentido de vida y de 0 a 36 hay un bajo sentido de vida.

Procedimiento

La recolección de datos se hizo de dos maneras diferentes. Por un lado, se ingresó a un par de clases con la previa autorización del profesor para aplicar las encuestas en ellas. Por otro lado, el investigador caminó por las zonas más concurridas de la universidad de los Andes, así como por las facultades. En este recorrido se aplicaron las encuestas a los estudiantes que no estuvieran ocupados haciendo trabajos para sus clases. En ocasiones se aplicaron las encuetas a grupos de amigos y en otras ocasiones, a personas que estaban solas.

En una primera instancia se había propuesto hacer un muestreo estratificado pero este método de recolección de datos provocó que la muestra final fuera un poco diferente a la muestra esperada por la estratificación. Se había propuesto, por un lado, que puesto que del total de estudiantes de pregrado el 56% eran hombres y el 44%, mujeres, estos porcentajes se iban a respetar en la muestra de esta investigación. Sin embargo, en la muestra, un 51% de los participantes fueron mujeres y un 49% fueron hombres. En cuanto a las diferencias entre la muestra estratificada esperada y la muestra obtenida, los resultados se resumen en la tabla 2.

Tabla 2

Comparación entre la muestra esperada y la obtenida.

Muestra esperada Muestra obtenida

N° de

participantes Porcentaje

N° de

participantes Porcentaje

Ingeniería 149 39,6 148 40,5

Ciencias Sociales 40 10,9 42 11,5

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Derecho 30 8 39 10,7

Economía 26 7,1 26 7,1

Ciencias 22 6 19 5,2

Arquitectura y

Diseño 40 10,7 31 8,5

Artes y

Humanidades 15 4 16 4,4

Medicina 21 5,6 16 4,4

Total 373 100 365 100

Luego de obtener los resultados se creó una base de datos en el programa IBM SPSS Statistics en el que se analizaron los datos. Para ello, se crearon cinco nuevas variables que correspondieron a la media obtenida para cada una de las subescalas del PAM-R por cada participante para obtener los resultados de dicha prueba. Además, se crearon otras tres variables que correspondieron al puntaje total de la EDSV así como a los puntajes de cada una de sus subescalas.

Plan de análisis

Luego de la recolección de datos se realizaron los coeficientes de confiabilidad para cada una de las pruebas utilizadas en este estudio para determinar si, en efecto, ambas pruebas contenían una buena consistencia interna, es decir, que midieran lo que se planteó que debían medir (Cronbach, 1955, citado en Celina & Campos, 2004).

Acto seguido se hizo un análisis factorial que permitió explorar la estructura interna y las dimensiones subyacentes en cada una de las pruebas, es decir, en qué dimensión se situaba cada ítem. Ello con el fin de mejorar la validez de las pruebas así como el coeficiente de confiabilidad de cada una de las subescalas.

Después, se realizó una matriz de correlaciones en la que se observaron las relaciones entre las cinco escalas del PAM-R con la EDSV y sus dos subescalas. Además, se observó si cada una de las correlaciones es significativas, es decir, si las correlaciones observadas fueron producto del azar o no (Fernández &Díaz, 2001). Se dice que hay significancia cuando las asociaciones entre variables no se deben al azar, pero, si lo hacen, entonces no hay significancia (Fernández &Díaz, 2001).

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Para finalizar se hicieron comparaciones de medias con el fin de explicar los resultados obtenidos a la luz de las variables demográficas tenidas en cuenta en este estudio. Para ello se hizo, primero, una prueba t de muestras independientes para comparar las medias de los puntajes obtenidos en cada una de las escalas entre hombres y mujeres. Por último se realizaron ANOVAS de un factor para comparar las medias de estos mismos puntajes en cuanto a las facultades de la universidad de los Andes, respecto a la afiliación religiosa y respecto al estrato.

Consideraciones éticas

En esta investigación solo se le aplicaron cuestionarios a la las personas que aceptaron participar en ella.No se realizó ninguna intervención ni se modificó intencionalmente ninguna variable biológica, psicológica, fisiológica o social de los individuos que participaron en este estudio. Por ello, según el artículo 11 de la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud, esta investigación fue de riesgo mínimo para los participantes. Se debió considerar que se pudo generar este riesgo ya que esta investigación tocó temas que pudieron generar cierto estrés en las personas de la muestra como lo son la muerte y el sentido de vida. En efecto, una persona que recientemente haya perdido un ser querido o que tenga problemas existencialistas, es decir, que considere que su propia existencia no tiene razón de ser, pudo verse afectada por algunos de los reactivos de las pruebas aplicadas. Por ejemplo, reactivos en EDSV tales como “a pesar de mis metas he considerado el suicidio como una salida a mi situación” o “mi vida es vacía y llena de desesperación”. Para evitar cualquier daño emocional que se le pudo causar a los participantes, fue necesario explicarles los temas que se tocaron en la aplicación de los tests cuando se les entregó el consentimiento informado. Así, ellos decidieron voluntariamente si participarían o no en la prueba. Además, se hizo una entrevista de salida en la que se les preguntó por su estado emocional y se les entregó una hoja informativa de los lugares que ofrece la Universidad de los Andes en los que podían buscar ayuda terapéutica si la necesitaban, tales como la Casita Espinoza o la Decanatura de estudiantes.

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Por un lado, se observó la consistencia interna de cada una de las pruebas y los siguientes coeficientes fueron encontrados: para el PAM-R, α = ,87; para el EDSV, α = ,84. Estos resultados indican que ambas pruebas gozaron de una buena consistencia interna, es decir que el EDSV, en efecto, midió sentido de vida y el PAM-R midió las actitudes hacia la muerte.

En cuanto a la consistencia interna de cada una de las subescalas, se realizó, primero, un análisis factorial para cada una de las pruebas para determinar qué ítems iban en cada una de las subescalas de cada prueba. Para el PAM-R la medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) fue de 0.887, lo que indicó que el análisis factorial fue adecuado. Además, la prueba de esfericidad de Bartlett fue significativa (p<0,05), lo que indicó que los datos tuvieron una alta probabilidad de estar relacionados. Los resultados del análisis factorial para el PAM-R, demostraron que había cinco factores responsables del 61,3% de la varianza total de la prueba. Cada uno de los factores fueron conformados por los mismos ítems que Wong, Reker y Gesser (1994) propusieron, salvo por el ítem 27 (la muerte ofrece una maravillosa liberación del alma) que estos autores propusieron estaba en la escala de Aceptación de Acercamiento, pero que el análisis factorial propuso iba en la escala Aceptación de Escape. Teniendo en cuenta este análisis, los coeficientes de confiabilidad para cada una de las subescalas fue: aceptación de acercamiento, α=,918; evitación de la muerte, α=,913; miedo a la muerte, α=,836; aceptación de escape, α=,859; aceptación neutral, α=616.

Por otro lado, para la EDSV el KMO=, 889, lo que indicó que el análisis factorial fue adecuado. Además, la prueba de esfericidad de Bartlett fue significativa (p<0,05), lo que indicó que los datos tuvieron una alta probabilidad de estar relacionados. Sin embargo, a diferencia de lo encontrado por Martínez et al. (2011), fueron cuatro los factores que explicaron el 55, 076% de la varianza total de la prueba. Al reducir el análisis a solo dos factores, estos explicaron el 41,565% de la varianza total, pero cada uno de los factores no fue compuesto por los mismos ítems que compusieron los factores de la validación efectuada por Matínez et al. (2011). Sin embargo, para poder testear las hipótesis de este trabajo, se mantuvieron los dos factores propuestos por Martínez et al. (2011), aunque las consecuencias de ello se vieron en una baja consistencia interna de la escala de coherencia

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existencial (α=,452) mientras que la de propósito vital si tuvo una buena consistencia interna (α=,847).

Por otro lado, habiendo determinado las subescalas, se sacaron los estadísticos descriptivos de los resultados de cada una de las pruebas que se resumen en la tabla 3.

Tabla 3

Medias y desviaciones estándar de los resultados de las pruebas utilizadas.

Media D.S

Aceptación de acercamiento 2,48 1,62

Aceptación neutral 4,97 0,84

Aceptación de escape 2,23 1,46

Miedo a la muerte 2,43 1,39

Evitación de la muerte 2,26 1,57

Sentido de vida 40,13 8,25

Coherencia existencial 9,13 2,75

Propósito vital 30,99 6,37

Estos resultados muestran que en promedio, los estudiantes de la universidad de los Andes mostraron tener una alta Aceptación Neutral hacia la muerte, bajas actitudes de Aceptación de Escape, de Miedo a la Muerte, de Evitación ante la Muerte, de Aceptación de Acercamiento hacia la muerte y un Sentido de Vida medio. Ahora bien, el número de estudiantes por nivel de Sentido de Vida se presenta en la figura 1. Como se aprecia en ella, la mayoría de los estudiantes de la universidad de los Andes tiene un nivel alto de sentido de vida aunque es una minoría la que llega a una plenitud de sentido.

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Figura 1. Frecuencia de participantes por nivel de Sentido de Vida.

Para poner a prueba las hipótesis planteadas; se correlacionaron las cinco escalas del PAM-R con el puntaje total de la escala EDSV así como con los puntajes de sus subescalas. Por un lado, el Sentido de Vida tuvo correlaciones positivas pero bajas con la Aceptación de Acercamiento (r (365) = 0.123), correlación que fue significativa (p<0.05), con la Aceptación Neutral (r (365) = 0.024) y con Evitación ante la Muerte (r (365) = 0.043). Ninguna de estas dos fue significativa (p>0.05). Por otro lado, esta escala tuvo correlaciones bajas y negativas con la Aceptación de Escape (r (365) = -0.277), correlación que fue significativa (p<0.05), y con el Miedo a la Muerte (r (365) = -0.096), correlación que no fue significativa (p>0.05). Ello sugiere que la presencia de un sentido de vida se relaciona con Aceptación de Acercamiento y que el vacío existencial se relaciona con la Aceptación de Escape.

Además, el Propósito Vital tuvo correlaciones bajas pero positivas con la Aceptación de Acercamiento (r (364) = 0.143), correlación que fue significativa (p<0.05), con la Aceptación Neutral (r (365) = 0.027), y con Evitación ante la Muerte (r (365) = 0.056). Ninguna de estas dos fue significativa (p>0.05). Tuvo correlaciones bajas y negativas con la Aceptación de Escape (r (365) = -0.268), correlación que fue significativa (p<0.05), y con Miedo a la Muerte (r (365) = -0.64), correlación que no fue significativa (p>0.05). Ello sugiere que el tener un propósito vital se relaciona con la Aceptación de Acercamiento y que el no tenerlo se relaciona con la Aceptación de Escape.

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Por último, la Coherencia Existencial tuvo correlaciones bajas y positivas con la Aceptación de Acercamiento (r (365) = 0.04) y con la Evitación ante la Muerte (r (365) = 0.022) aunque ninguna de esta fue significativa (p>0.05). Por otro lado, tuvo correlaciones bajas y negativas con la Aceptación Neutral (r (365) = - 0.032), correlación que no fue significativa (p>0.05), con la Aceptación de Escape (r (365) = -0,208), y con el Miedo a la Muerte (r (365) = -0.113). Estas últimas dos correlaciones sí fueron significativas (p<0.05). Ello sugiere que las personas con baja coherencia existencial tienden a tener una mayor Aceptación de Escape y un mayor Miedo a la Muerte.

Para observar las diferencias de género, se realizó una prueba t para muestras independientes tanto para el DAP-R como para el EDSV. Los resultados de esta prueba se resumen en la tabla 4. En promedio, las mujeres puntuaron más alto en la Aceptación de Acercamiento, en Evitación ante la Muerte, en Propósito vital, en Coherencia Existencial y en Sentido de vida que los hombres, mientras que estos, en promedio, tienen una mayor actitud de Aceptación Neutral y en la de Aceptación de Escape. Sin embargo, ninguna de estas diferencias fue significativa (ps>0,05). Solo en la actitud de Miedo a la Muerte se observó una diferencia significativa (p<0,05), aunque esta diferencia solo muestra que las mujeres tienen, en promedio, solo un poco más de miedo a la muerte que los hombres.

Tabla 4

Medias y desviaciones estándar en los puntajes del PAM-R y del EDSV, por género.

Mujeres Hombres

Media D.S Media D.S t P

Aceptación de

acercamiento 2,72 1,62 2,22 1,6 2,97 p>0,05

Aceptación Neutral 4,9 0,89 5 0,79 -1,64 p>0,05

Aceptación de Escape 2,2 1,45 2,26 1,47 -0,38 p>0,05

Evitación ante la Muerte 2,3 1,64 2,22 1,51 0,51 p>0,05

Miedo a la Muerte 2,44 1,5 2,43 1,28 0,01 p<0,05

Propósito Vital 31,3 6,24 30,6 6,51 1,05 p>0,05

Coherencia Existencial 9,24 2,75 9,02 2,76 0,76 p>0,05

Sentido de Vida 40,58 8,19 39,66 8,3 1,07 p>0,05

Por otro lado, se realizaron ANOVAS de un factor para determinar si había diferencias entre facultades y afiliaciones religiosas en cuanto a las actitudes frente a la

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muerte y al sentido de vida. Los resultados de las diferencias entre facultades se presentan en la tabla 5 en lo respecta las actitudes frente a la muerte y en la tabla 6 en lo que respecta el sentido de vida.

Tabla 5

Diferencias significativas (p<0.05) entre facultades respecto a la actitud hacia la muerte.

Actitud hacia la muerte Facultad Media D.S Facultad comparada Media D.S Diferencia de Medias

Aceptación de Escape Arquitectura y Diseño 3 1,58 Administración 1,46 1,14 1,54 Aceptación de

Acercamiento Artes y Humanidades 0,79 0,91 Ingeniería 2,73 1,63 -1,94

Administración 2,52 1,48 -1,73

Derecho 2,46 1,76 -1,67

Economía 2,67 1,53 -1,88

Arquitectura y

Diseño 2,76 1,51 -1,97

Evitación Cencias Sociales 1,61 1,51 Administración 2,9 1,59 -1,29

Se presentaron diferencias significativas en la escala de Aceptación de Escape (F (364)=2.56; p<0.05) en cuanto a la facultad universitaria. En promedio, los estudiantes de arquitectura y de diseño tuvieron una mayor actitud de Aceptación de Escape que los de administración. También hubo diferencias significativas en la escala de Aceptación de Acercamiento (F(363)=3.76; p<0,05). En promedio, los estudiantes de Artes y Humanidades tuvieron una menor aceptación de acercamiento que aquellos del resto de facultades salvo las de Ciencias Sociales, Ciencias y Medicina. En cuanto a la Evitación ante la Muerte (F(364)=2.86; p<0.05, en promedio, las estudiantes de Ciencias Sociales tuvieron una menor evitación que aquellos de Administración. No hubo diferencias significativas en las escalas de Aceptación Neutral (F(364)=1.23; p>0.05) y de Miedo a la Muerte (F(364)=2.86; p>0.05).

Tabla 6

Diferencias significativas (p<0.05) entre las facultades respecto al sentido de vida.

Sentido de Vida Facultad Media D.S Facultades

comparadas Media D.S Diferencia de Medias

Artes y Humanidades 30,3 10,2 Ingeniería 40,5 7 -10,2

Ciencias Sociales 39,7 8,9 -9,4

Administración 41 0,9 -10,7

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Economía 42,8 5,9 -12,5

Arquitectura y Diseño 39,9 7,8 -9,6

Medicina 41,2 8,25 -10,9

Propósito Vital Artes y Humanidades 23 8,4 Ingeniería 31,1 5,29 -8,1

Ciencias Sociales 30,64 7,3 -7,64

Administración 32,5 4,92 -9,5

Derecho 32,3 2,27 -9,3

Economía 33,38 5,15 -10,38

Arquitectura y Diseño 30,8 5,82 -7,8

Medicina 31,6 6,37 -8,6

Por otro lado, en cuanto al Sentido de Vida, se observaron diferencias significativas en la escala total (F(364)=3.87; p<0.05) y en la de propósito vital(F(364)=4.59; p<0.05). En promedio, los estudiantes de Artes y Humanidades tuvieron un menor sentido de vida y un menor propósito vital que los del resto de facultades Salvo la de Ciencias. No hubo diferencias significativas en la escala de Coherencia Existencial (F (364)=1.4; p>0.05).

En cuanto a la religión, en lo que respecta las actitudes frente a la muerte los resultados obtenidos se presentan en la tabla 7.

Tabla 7

Diferencias significativas (p<0.05) entre afiliaciones religiosas respecto a la actitud hacia la muerte.

Actitud hacia la muerte Afiliación

Religiosa Media D.S

Facultad

comparada Media D.S

Diferencia de Medias Acep. Acercamiento Católicos 3,47 1,19 Ninguna 1,35 1,2 2,12

Agnósticos 1,63 1,3 1,84 Cristianos 3,82 1,63 Ninguna 1,35 1,2 2,47

Agnósticos 1,63 1,3 2,19

Miedo a la Muerte Católicos 2,82 1,33 Ninguna 2,1 1,39 0,72

Agnósticos 1,92 1,12 0,9

Acep. Neutral Cristianos 5,45 0,52 Católicos 4,86 0,81 0,59

Evitación Católicos 2,6 1,5 Ninguna 1,99 1,58 0,61

Agnósticos 1,34 1,03 1,26

Hubo diferencias significativas en la Aceptación de Acercamiento (F (345)=81.3; p<0.05). En promedio, los agnósticos y los no creyentes tuvieron una menor aceptación de acercamiento que los católicos y los cristianos. También hubo diferencias significativas en la escala de Miedo a la Muerte (F(345)=8.9; p<0.05). En promedio los católicos tuvieron

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más miedo a la muerte que los agnósticos y que los no creyentes. En la escala de Evitación ante la Muerte también hubo diferencias significativas (F(345)=7.8; p<0.05). En promedio los católicos tuvieron una mayor actitud de Evitación ante la Muerte que los agnósticos ylos no creyentes. Por último, también hubo diferencias significativas en la escala de Aceptación Neutral (F(345)=4; p<0.05). En promedio, los católicos tuvieron una menor Aceptación Neutral que los cristianos. No hubo diferencias significativas en la escala de Aceptación de Escape (F(345)=)1.29; p>0.05) lo que significa que los resultados de esta actitud no dependen de la afiliación religiosa.

En cuanto al Sentido de Vida las diferencias por religión solo se encontraron resultados significativos en la escala de Sentido de Vida (F (345)=3.66; p<0.05) y en la subescala de Propósito Vital (F (345)=4.02; p<0.05). Se encontró que, en promedio, los católicos (M=41.81, DS=6.85) presentaron un mayor sentido de vida que los participantes no creyentes (M=39.44, DS=8.31). También se encontró que los católicos (M=32.37, DS=5.05) tuvieron un mayor nivel en Propósito Vital que los participantes los no creyentes (M=30.5, DS=6.3). No se encontraron diferencias significativas en la escala de Coherencia Existencial (F (345)=1.48; p>0.05).

Por último, en cuanto a las diferencias entre estratos, en la EDSV los resultados se presentan en el anexo E. Hubo diferencias significativas en la escala total de Sentido de Vida (F (359)=4.24: p<0.05). En promedio, los participantes de estrato 4 (M=38.11, DS=8.81) tuvieron un menor sentido de vida que los de estrato 6 (M=42.2, DS=7.21) que fueron los que tuvieron el mayor promedio de entre los estratos. También hubo diferencias significativas en la escala de Coherencia Existencial (F (359)=3.7; p<0.05). En promedio, los participantes de estrato 6 (M=9.86, DS=2.61) tuvieron un mayor nivel de Coherencia Existencial que los de estrato 4 (M=8.64, DS=2.75) y 5 (M=8.73, DS=2.61). Por último, también se presentaron diferencias significativas en cuanto al Propósito Vital. En promedio, los participantes de estrato 4 (M=29.46, DS=6.97) tuvieron un menor propósito vital que los de estrato 6 (M=32.3, DS=5.73).

Tabla 8

Diferencias significativas (p<0,05) según nivel socioeconómico respecto al Sentido de Vida.

Sentido de Vida Estrato Medi

a D.S

Etrato comparad

o

Media D.S

Diferenci a de Medias

(32)

Escala Total 6 42,2 7,21 4 38,11 8,81 4,09 Coherencia Existencial 6 9,86 2,61 4 8,64 2,75 1,22

Propósito Vital 6 32,3 5,73 4 29,46 6,97 2,84

Para finalizar, en cuanto a las diferencias entre estratos respecto a las actitudes frente a la muerte, los resultados se encuentran en la tabla 8.

Tabla 9

Diferencias significativas (p<0,05) según nivel socioeconómico respecto a la actitud hacia la muerte.

Actitud hacia la muerte Estrato Medi

a D.S

Etrato comparad

o

Media D.S

Diferenci a de Medias

Aceptación de escape 4 2,48 1,52 6 1,9 1,36 0,58

Aceptación de

Acercamiento 3 1,7 1,68 5 2,7 1,51 -1

Miedo a la Muerte 3 1,69 1,17 5 2,66 1,3 -0,97

Se encontró una diferencia significativa en la escala de la Aceptación como Escape (F (359)=4.01; p<0.05). En la que en promedio fue más alta esta actitud en los participantes de estrato 4 que en los de estrato 6. Por otro lado, en cuanto a la Aceptación de Acercamiento se presentaron resultados significativos (F (359)=2.21; p<0.05). En promedio, los participantes de estrato 3 tuvieron una menor aceptación ante la muerte que los de estrato 5. Por último, también hubo diferencias significativas en la escala de Miedo a la Muerte (F (359)=2.78; p<0.05). En promedio, los participantes de estrato tuvieron un menor miedo a la muerte que los de estrato 5.

Discusión

Esta investigación nació de la pregunta de si el sentido de vida se podrían relacionar con las actitudes frente a la muerte en estudiantes universitarios.

La primera hipótesis planteada, que el sentido de vida se correlacionaría positivamente con la Aceptación de Acercamiento y con la Aceptación Neutral, encontró sustento dado que fue posible observar una relación entre el sentido de vida con la aceptación de acercamiento. Esto concuerda con los resultados de Powell (2010) y de Blazer (1973) quienes encontraron resultados similares en cuanto a la relación entre el sentido de vida y los enfoques de aceptación. Además, se hipotetizó que el sentido de vida

(33)

se correlacionaría negativamente con la evitación ante la muerte, con el miedo a la muerte y con la aceptación de escape. No obstante solo se observó esta correlación con la aceptación de escape. Ello va en contravía con los resultados encontrados por algunos autores (Quinn & Reznikoff, 1985; Routledge & Juhl, 2010; Lyke, 2013) en los que había una correlación negativa entre el sentido de vida y el miedo a la muerte. Es decir que a mayor sentido de vida menor miedo a la muerte y a menor sentido de vida, mayor miedo a la muerte. Ahora bien, que haya habido una correlación negativa entre el sentido de vida y la aceptación de escape también contradice el estudio de Powell (2010) en el que no se encontró relación alguna entre el vacío existencial y esta actitud frente a la muerte, aunque apoya las formulaciones teóricas que relacionan un bajo sentido de vida con el suicidio. Se debe tener en cuenta que la aceptación de escape es una actitud según la cual las personas ven la muerte como una solución a la vida misma (Wong, Reker & Gesser, 1994), lo que sugiere que esta actitud se relaciona con el suicidio.

Por otro lado, y en cuanto a las variables de tipo existencial, se quiso explorar la relación tanto del propósito vital como de la coherencia existencial con las actitudes ante la muerte. Se encontró que el propósito vital se relaciona con la aceptación de acercamiento y que la falta de propósito vital se relaciona con la aceptación de escape. Que los resultados acerca del propósito vital sean muy parecidos a aquellos del sentido de vida sugiere que el propósito vital es el factor más importante para entender el concepto de sentido de vida. En cuanto a la coherencia existencial, se encontró que esta se correlaciona negativamente con la aceptación de escape y con la evitación ante la muerte. Ello sugiere que las personas con poca coherencia existencial suelen ver la muerte como un escape a la vida aunque también suelen evitarla. No son estos resultados contradictorios ya que se ha encontrado que personas que han cometido intentos de suicidio tienden a evitar la muerte y a temerle como un mecanismo de defensa para evitar nuevos comportamientos suicidas (Chistopolskaya & Enikolopov, 2012).

Algunos estudios que propusieron que existía una relación entre el sentido de vida y el miedo a la muerte en la que un mayor sentido se correlacionaba con un menor miedo (Durlak ,1972; Quinn & Reznikoff, 1985; Routledge y Juhl, 2010; Lyke, 2013). Sin embargo, en este estudio los resultados sugirieron que, de hecho, es la falta de coherencia existencial la que está relacionada con el miedo a la muerte. Ahora, esto puede sugerir que,

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a diferencia del propósito vital, la coherencia existencial no es un factor de mucho peso en el sentido de vida, aunque que esto puede deberse a la escala utilizada para medir coherencia existencial.

Por lo tanto, las dos hipótesis planteadas pueden ser parcialmente aceptadas debido a que para ambas, una parte fue apoyada por los resultados y otra no. No obstante, se debe tener en cuenta que todas las correlaciones observadas fueron muy bajas y que si fueron significativas pudo haber sido por el tamaño de la muestra. Es decir que si la muestra de este estudio hubiera tenido una cantidad inferior de participantes, es posible que esas correlaciones no hubieran sido significativas puesto que el azar hubiera jugado un papel importante en los resultados. Gracias a que el tamaño de la muestra fue adecuado, es posible afirmar que el azar se vio reducido y que, gracias a ello, se pudieron observar relaciones significativas.

Teniendo en cuenta lo anterior y retomando la pregunta de investigación, los resultados sugieren que hay una relación débil entre la presencia del sentido de vida y el vacío existencial con las actitudes frente a la muerte.

Al controlar los resultados por variables como la afiliación religiosa y la facultad se encontró que, por un lado, en cuanto al sexo, la única diferencia significativa que se encontró fue en el Miedo a la Muerte, actitud en la que las mujeres que participaron en este estudio tuvieron un mayor miedo a la muerte que los hombres. Esta diferencia fue significativa pese a que la diferencias era mínima. Este resultado también fue encontrado en por Uribe, Valderrama y López (2007). Nace entonces la pregunta de qué llevaría las mujeres a tener más miedo a la muerte que los hombres. No obstante no se encontró literatura que explicara de forma satisfactoria esta relación.

Por otro lado, en cuanto a la afiliación religiosa, Van Tongeren, Hook y Davis (2013), encontraron una relación positiva entre la religiosidad y el sentido de vida. Esta relación estaba mediada por la creencia en la inmortalidad, lo que sugeriría, al igual que los resultados obtenidos en este estudio, que las personas con alguna afiliación religiosa también tienen una mayor aceptación ante la muerte, como también lo había propuesto Dezutter et al. (2009). Además, el hecho de que las personas religiosas también tuvieron un mayor sentido de vida en este estudio permite observar la relación entre la aceptación de la muerte y la religión a la luz de la teoría del manejo del terror. Esta teoría propone que como

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