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Reparación sin desintegración - percepciones de los Arhuaco sobre daños socioculturales y reparación simbólica (en el marco de la Justicia Transicional)

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Reparación sin

desintegración

Percepciones de los Arhuaco sobre daños

socioculturales y reparación simbólica (en el

marco de la Justicia Transicional)

LuisaFernanda Isidro Herrera

Proyecto de grado de maestría en

Estudios Culturales

Directora de proyecto

Tatjana Louis

05/08/2015

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Tabla de contenido

1. INTRODUCCIÓN 4

1.1.INTERÉS POR EL TEMA Y LA PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN 6

1.2.MEMORIA CORTA Y MEMORIA LARGA: UN COMPLEMENTO PARA

LA HISTORIA Y LA COMPRENSIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA. 9

1.3.DAÑOS SOCIOCULTURALES VISTOS DESDE LAS MACRONARRATIVAS Y

DESDE LA MICRONARRATIVAS ORALES. 11

1.4.FUENTES Y METODOLOGÍA 16

1.5.ESTRUCTURA DEL DOCUMENTO 23

CAPÍTULO 1. DAÑO Y REPARACIÓN: PERSPECTIVAS PARA

COMPRENDER 24

2.1.DAÑO Y REPARACIÓN: DE LA GENEALOGÍA AL DEBATE 25

2.1.1.REPARACIÓN 34

2.2.DAÑOS EN COMUNIDADES INDÍGENAS: UNA MIRADA DESDE LA

PERSPECTIVA JURÍDICA INTERNACIONAL 38

2.3.DAÑOS SOCIOCULTURALES EN COMUNIDADES INDÍGENAS:

LA INFLUENCIA INTERNACIONAL EN EL PANORAMA NACIONAL 41

2.3.1.LA JURISDICCIÓN NACIONAL EN MEDIO DEL RECONOCIMIENTO DEL DAÑO

SOCIOCULTURAL EN LOS ARHUACO Y OTROS PUEBLOS DE

LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA. 47

2.4.LA LEY DE VÍCTIMAS ENTRE EL DAÑOSOCIOCULTURAL

Y LA REPARACIÓN SIMBÓLICA 53

CAPÍTULO 2. LOS DAÑOS SOCIOCULTURALES: ENTRE LA MEMORIA Y LA HISTORIA 56

3.1.LOS INDÍGENAS ARHUACO O IKA ENTRE LA COSMOGONÍA Y

LA LEY TRADICIONAL ARHUACA. 61

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3.2.LOS DAÑOS SOCIOCULTURALES DESCRITOS EN HISTORIA DE

LARGA DURACIÓN: LAS COLONIZACIONES 67

3.2.1 LOS ARHUACO ENTRE LA LEY 89 DE 189 Y LA INSTAURACIÓN

CAPUCHINA 69

3.3.LOS DAÑOS SOCIOCULTURALES DESCRITROS EN HISTORIA DE

CORTA DURACIÓN: EL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO 74

3.3.1.INCURSIÓN DE GRUPOS MILITARES Y GRUPOS AL MARGEN DEL LA LEY:

VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS AL PUEBLO ARHUACO. 75

3.4.DAÑOS CARACTERÍSTICOS EN LOS ARHUACO: HUELLAS EN LA MEMORIA. 79

3.4.1.EL TERRITORIO: SUJETO DE DERECHOS A VÍCTIMA 84

CAPÍTULO 3. PUNTOS DE TENSIÓN Y CONFLICTO: LOS ARHUACO ENTRE LA REPARACIÓN SIMBÓLICAY LA MEMORIA

HISTÓRICA 96

4.1.ENTRE CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS:

¿CÓMO SE LLEGA A LA REPARACIÓN? 98

4.1.1.UNA BREVE MIRADA SOBRE LA REPARACIÓN SIMBÓLICA EN

LAS COMISIONES DE LA VERDAD 104

4.2.LA REPARACIÓN SIMBÓLICA EN CONVERGENCIA CON LA MEMORIA HISTÓRICA. 106

4.3.LA REPARACIÓN SIMBÓLICA ESTÁ EN ARMONÍA CON LAS OTRAS MEDIDAS DE

REPARACIÓN. 109

4.4.CULTURA SIN TROPIEZOS:“LA REPARACIÓN COMO EL TERRITORIO DEBE SER

INTEGRAL”. 110

4.4.1. ORGANIZACIÓN SOCIAL INDÍGENA PARA RESISTIR Y PARA RECREAR

MEMORIA COLECTIVA 120

CONSIDERACIONES FINALES 126

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1. Introducción

Los daños socio-culturales o daños culturales hechos a las comunidades indígenas se remontan a una historia milenaria. Este tipo de daños se han enmarcado desde la época de conquista y colonia con la llegada de los españoles; la era república y la república conservadora colombiana en el que se quería civilizar a los pueblos salvajes1 en compañía

de la iglesia católica; la llegada de los colonos a los territorios de los pueblos indígenas; el conflicto armado colombiano y todos sus actores, hasta los aspectos nocivos contra el ambiente que se destacan con la mega-minería y con la industria del turismo. Cabe aclarar que hasta la actualidad, estos daños han estado relacionados principalmente con la expropiación de sus tierras y de su territorio, con las transformaciones de sus tradiciones, sus lenguas y sus costumbres, la estigmatización de sus creencias religiosas, seguimientos espirituales o filiación política señalada por grupos al margen de la ley y la división de su tejido social.

En el marco del conflicto armado colombiano, las comunidades indígenas se han visto expuestas a varios hechos victimizantes cometidos por uno o varios actores armados. Estos daños se reconocen entre hechos victimizantes que la Ley 1448 de 2011 menciona como homicidio, secuestro, desaparición forzada, tortura, delitos contra la libertad, integridad sexual y violencia de género, minas antipersonales, vinculación de niñas, niños y adolescentes, actos terroristas, abandono o despojo forzado de tierras y desplazamiento forzado. Las prácticas sometidas bajo los estándares de la violencia son prácticas caracterizadas por su crueldad, brutalidad y desprecio al dolor ajeno con el fin de pormenorizar la dignidad y el reconocimiento de estas comunidades o desterrar y desaparecer a una comunidad en específico.

El objetivo de este documento es investigar las percepciones que tienen los indígenas

Arhuacos frente a la reparación simbólica y para llegar a esto es importante conocer los

1 El congreso de Colombia promovió la Ley 89 de 1890 que establecía lo siguiente: “Por la cual se determina

la manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada”.

2 Estos términos son acogidos de Silvia Rivera Cusicanqui (1986) para explicar desde qué punto de sus

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daños socioculturales causados en la comunidad en medio del conflicto armado, tomando en cuenta la respuesta del Estado como medida de reparación; la percepción de los indígenas frente a la intervención del Estado; y si la respuesta del Estado, realmente, repara el daño sociocultural. Por tanto, a esta investigación le interesa demostrar que la ejecución de algún hecho violento o la presencia de actores armados del conflicto en territorios de las comunidades indígenas como los Arhuaco generaron daños socioculturales para esta comunidad. Este trabajo indaga por la manera en cómo la presencia, permanencia o dominación de los actores armados del conflicto altera las relaciones espirituales y sociales que tiene la comunidad con el territorio, haciendo énfasis en la visibilización de los daños socioculturales a través de los testimonios de la comunidad.

Este documento es producto de una investigación etnográfica realizada durante el primer semestre del año 2015 con la comunidad indígena Arhuaco. Además, toma en cuenta mi experiencia profesional en los proyectos de enfoque diferencial y de antropología forense adelantados durante el año 2013 y 2014 en el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Asimismo, este trabajo presenta los resultados de diez entrevistas etnográficas realizadas a seis (tres mujeres y tres hombres) indígenas Arhuaco y un funcionario de la Unidad de Restitución de Tierras del Magdalena, la coordinadora de la Ruta Pacífica de las mujeres, una funcionaria de la UARIV y una funcionaria del Ministerio del Interior, además de una amplia revisión de literatura. Se quiso entrevistar al cabildo gobernador o al secretario del cabildo gobernador, pero por cuestiones logísticas no fue posible contar con las narrativas de estos dos actores. Es necesario resaltar que los testimonios que aquí se presentan son de indígenas que cuentan su historia aún como sujetos colectivos y como sujetos de daño y de reparación. Estas personas sitúan los daños socioculturales desde dos perspectivas que serán analizadas en esta investigación. La primera perspectiva se enfoca sobre la memoria corta y la segunda perspectiva se enfoca sobre la memoria larga2.

2 Estos términos son acogidos de Silvia Rivera Cusicanqui (1986) para explicar desde qué punto de sus

testimonios, las personas entrevistadas creen que se sitúa el daño. Por ejemplo, muchas de las personas entrevistadas situó los daños socioculturales desde la conquista y la colonia y reclamó del porqué el Estado colombiano no ha reparado estos daños hechos al territorio, a este caso se le llama memoria larga. En otros

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6 El lector de este trabajo no encontrará un estudio detallado de la historia del conflicto armado colombiano, así como tampoco encontrará un análisis detallado sobre las movilizaciones y organizaciones sociales indígenas de Colombia, pero sí encontrará desde la voz de los indígenas Arhuacos de cómo se perciben los daños socioculturales y cómo se contempla la reparación simbólica para estas comunidades. Sin embargo, debido a la interrelación entre daño y reparación, a lo largo del texto se hará referencia a los antecedentes judiciales y a los estudios académicos en relación al término de daño, dela cosmogonía, la Ley de Origen y el plan salvaguarda de la comunidad indígena y al desarrollo del término de territorio no sólo en las comunidades indígenas, sino en las leyes del sistema jurídico. Pues a la fecha, el Decreto Ley 4633 de 2011, en el artículo 3 define al territorio como víctima.

En este sentido, esta investigación va a tener dos enfoques. El primer enfoque es el antropológico guiado por el trabajo de campo, entrevistas etnográficas y en algunas ocasiones la observación participante, así como los diferentes procesos de recolección de datos que se utilizaron por medio de la etnografía y las entrevistas. El segundo enfoque es el jurídico, el cual detalla los avances que se han tenido para lograr un Decreto Ley de enfoque diferencial y cuáles son los desarrollos que se han venido logrando para entender el territorio como víctima.

1.1.El interés por el tema y la pregunta de investigación

El interés por analizar la relación entre los daños socioculturales, la reparación simbólica y una de las comunidades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta tiene tres orígenes. El primero de ellos se relaciona con mi experiencia de trabajo de año y medio con personas afectadas por el conflicto armado y con la necesidad de escuchar los diferentes puntos de vista de estas personas frente al proceso de reparación que solicitaban. El segundo de ellos es porque los temas sobre lo indígena desde el punto de vista de lo político y de lo social me han llamado la atención, además que en mi proyecto de grado del pregrado de Ciencia

ocasiones, las personas ubican los daños en la intervención de los actores armados en su territorio y en su comunidad, a este caso se le llama memoria corta.

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Política trabajé con la Nación Misak, indígenas del Guambio, Cauca sobre la movilización social en las mujeres de esta comunidad. Y el último se presentó por acercamiento en el tema de enfoque psicosocial durante mi trabajo en el CNMH.

La comunidad de los Arhuaco ha sido tomada en cuenta por razones políticas, sociales y geográficas que se relacionan con el auge de la violencia en Colombia, entre los años 2002 y 2008. Pues, esta comunidad se vio afectada por la presencia de iglesias evangélicas, las cuales intentaron “civilizar”; fue abatida por la presencia de actores armados y por los daños externos que actores no indígenas causaron a las comunidades, vulnerando sus derechos sin darles opción de reintegración o saneamiento del territorio. Para entrar en detalle, la comunidad indígena de los Arhuaco es el pueblo indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta más abatido por el conflicto armado colombiano, después de los Kankuamo, pues como lo sostiene la ACNUR “12 miembros del grupo indígena fueron asesinados, 2 fueron desaparecidos, 2 fueron utilizados como escudo humano y 2 más sufrieron lesiones personales” (UNHCR- ACNUR, s.f.) entre los años 2003 al 2008. Los Arhuaco han venido adelantando procesos de fortalecimiento organizativo y cultural como la Confederación Indígena Tayrona (CIT) y la fundación Gonawindúa. Estos procesos les han garantizado cierta seguridad y autonomía sin necesidad de incluirse en la organización nacional indígena de gran envergadura como la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

En junio del 2013 me vinculé como voluntaria al CNMH, motivada a aprender y seguir desarrollando mis intereses sobre enfoque diferencial y sobre la participación de las comunidades indígenas en el tema de memoria histórica. Al mes siguiente, me uní como investigadora de este mismo lugar a un equipo de investigación que fortaleció mi sentido del oído, pues allí se debían escuchar no sólo a las víctimas sobrevivientes del conflicto armado, sino también a las víctimas fatales. A lo largo de este trabajo, me di cuenta que para evolucionar en materia de Justicia Transicional y en materia de reparación y reconciliación es necesario entender todos los puntos de vista de las personas afectadas del conflicto. Esto me llevo a preguntarme qué tan socializadas y reconocidas estaban las normas, las leyes, los autos, los decretos y demás en las comunidades indígenas afectadas

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8 por el conflicto armado. En este caso, es qué tanto estas comunidades conocen y cómo perciben la reparación simbólica y con qué actividades, situaciones o elementos se asocian los daños socioculturales.

En este orden de ideas, durante el proceso de indagación y revisión de literatura de este documento, me di cuenta que el estudio del conflicto armado y la violencia en Colombia no sólo se ubica a través de estructuras globales como las macro-narrativas, sino también en estructuras de la vida cotidiana que se ubican en micro-narrativas, las cuales sirven como herramientas para construir memoria histórica (Campbell, 1998; Gómez-Suárez, 2015; Sánchez, 2008; Payne, 2009). Aunque ciencias sociales como la antropología, la sociología, la historia y en algunos casos la ciencia política se ha ocupado, generalmente, de las comunidades indígenas en varios estudios se enfocan en aspectos teóricos, económicos y socio-políticos de las comunidades indígenas y el conflicto armado a nivel macro narrativo. Sin embargo, las percepciones que tienen las diferentes etnias y comunidades del país con respecto a la reparación simbólica y los daños socioculturales no han sido estudiadas juiciosamente desde el punto de vista de las micro-narrativas.

Hay que destacar el marco en el que se desarrolla este documento, pues aún se encuentra en vigencia la Ley 975 de 2005, más conocida como ley de justicia y paz y Ley 1448 de 2011, más conocida como ley de víctimas y de restitución de tierras. En este contexto, en Colombia se ha priorizado el poder del testimonio y la necesidad de escuchar a las víctimas en función de la memoria histórica a través de dos etapas: el rigor y la empatía por las víctimas (Wills, 2015a). Además de esto, El CNMH, con su informe general (2013; Bello & Chaparro, 2010) evidencian la necesidad de estudiar los daños producidos a las diferentes comunidades por causa del conflicto armado, a través de diferentes métodos y perspectivas.

Este trabajo busca aportar una comprensión de micro-narrativas que se sitúan en

memorias cortas y en memorias largas para tratar de explicar el origen, la secuencia y las consecuencias de los daños socioculturales y demostrando desde el punto de vista cosmogónico de la comunidad a qué corresponde la reparación simbólica. Esta

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investigación está orientada en conocer las inquietudes o comentarios que tengan tanto hombres como mujeres de la comunidad indígena, con el fin de tener una visión más general del problema de investigación. Pues, el conflicto ha influenciado en las dinámicas establecidas en los roles tanto de hombres como de mujeres3. La pregunta central del documento es ¿cuáles son las percepciones de la comunidad Arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta frente a los daños socioculturales y a la reparación simbólica? En relación a esta pregunta aparecen los siguientes interrogantes complementarios: ¿cómo ha sido vista la intervención del Estado en la comunidad afectada por el conflicto armado? Y ¿cómo ha sido el cumplimiento del Estado para reparar los daños socioculturales causados en la comunidad? Para responder a estas preguntas este documento hará uso de los conceptos de

territorio, sujeto colectivo, daño y reparación simbólica.

Igualmente, es importante resaltar que la reparación simbólica es la única reparación que no es excluyente con las víctimas que están por fuera del rango de fecha sitiado en la Ley 1448 de 2011. Es decir, esta ley sólo incluye como víctimas y como sujetos de reparación integral a aquellas personas que han sufrido hechos violentos desde 1985 hasta la fecha, mientras que, las víctimas que vivenciaron hechos ocurridos antes de 1985 son reparadas simbólicamente4.

1.2.Memoria corta y memoria larga: un complemento para la historia y la comprensión de memoria histórica.

En perspectiva de la historia milenaria que cargan muchos de los pueblos indígenas de Colombia, hay un horizonte histórico que está cargado de un “doble código” detrás y junto

3 El dualismo del conflicto armado es un acto que afecta tanto a las masculinidades como a las feminidades de

una comunidad, en este caso la comunidad de los Arhuaco.

4 Según el artículo 3 del Decreto-ley 4633, establece que las víctimas que hayan experimentado hechos

violentos antes del 1ª de enero de 1985 “Serán sujetos de medidas de reparación simbólica, que consisten en eliminar todas las formas de discriminación estructural; la garantía de no repetición de los hechos victimizantes; la aceptación pública de los hechos; el perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas y de los pueblos y las comunidades indígenas para quienes se promueva la reparación histórica” (Decreto-Ley 4633, 2011). Adicionalmente, en el parágrafo 4 del artículo 3 de la misma ley, se incluye que: “Las personas que hayan sido víctimas por hechos ocurridos antes del primero de enero de 1985 tienen derecho a la verdad, medidas de reparación simbólica y a las garantías de no repetición previstas en la presente ley, como parte del conglomerado social y sin necesidad de que sean individualizadas” (Ley 1448 de 2011, artículo 3).

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10 a las acciones indígenas (Rivera, 2010). Rivera Cusicanqui explicó las luchas campesinas quechwa y aymara desde 1900 hasta 1980 y allí partió sus relatos y sus contiendas a través de la memoria corta y la memoria larga. La memoria corta es aquella que se refiere a los periodos y contiendas populares alzadas por estas luchas campesinas desde 1952. Y la

memoria larga se refiere a las luchas indígenas anticoloniales, que se han caracterizado por su historia de larga duración, retomando un concepto de Fernand Braudel (1970). Esta

historia de larga duración, Braudel la define como la composición de estructuras que definen problemas lo suficientemente fijos entre realidades y masas sociales. A sus vez, las estructuras que componen la historia de larga duración son ensamblajes o realidades “que el tiempo tarda enormemente en desgastar y en transportar” (Braudel, 1970, p. 70). En esta medida, los Arhuaco explicaron muchas de sus dinámicas y el origen de los daños a través de la época de la conquista y la colonia a sus territorios.

De manera coherente con esta comprensión de los dos tipos de memorias y la historia de larga duración, Gonzalo Sánchez nos invita a comprender la memoria como la presencia viva del pasado en el presente (2006). Este autor sugiere que es necesario tener en cuenta tres dimensiones para construir la historia como objetivación de un pasado: identidad, pluralidad y perennidad. De esta manera, Sánchez explora las formas en las que se logra construir identidad, la proliferación y diversidad de los relatos, trayectorias y proyectos que se tejen en las relaciones de poder (Franco Nieto & Rincón, 2010). “Los lugares de la memoria” que quieren perpetuar la presencia o la vida de las personas, pues la memoria en sí misma es un espacio que crea resistencia a la muerte, un espacio que niega la desaparición de la identidad propia (Sánchez, 2006).

Para Sánchez, la manera en cómo converge la memoria con la historia es que La historia, primer elemento, tiene una pretensión objetivadora y distante frente al pasado, que le permite atenuar ‘la exclusividad de las memorias particulares’. Diluye éstas, o así lo pretende, en un relato común. La memoria, por el contrario, tiene un sesgo militante, resalta la pluralidad de los relatos. Inscribe,

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almacena u omite, y a diferencia de la historia es la fuerza, la presencia viva del pasado en el presente (Sánchez, 2006).

La memoria necesita estar apoyada de la historia, pero a diferencia de la última, ésta se interesa por las huellas de la experiencia vivida, la interpretación del acontecimiento y el sentido o la marca que el acontecimiento deja a través del tiempo. Por su parte, la historia,

de corta duración señala Braudel en unión con Sánchez, se interesa por el acontecimiento, es la historia episódica la que se interesa por la narración de los hechos o la reconstrucción de los mismos como dato fijo (Sánchez, 2006; Braudel, 1970).

“La memoria es una nueva forma de representación del decurso del tiempo. Mientras los acontecimientos parecen ya fijos en el pasado, las huellas son susceptibles de reactivación, de políticas de memoria. El pasado se vuelve memoria cuando podemos actuar sobre él en perspectiva de futuro.” (Sánchez, 2006, p. 23)”.

Las relaciones de poder enmarcadas en un contexto de guerra generan multiplicidades de testimonios y narrativas que van de la mano con la memoria. Los diferentes actores tenían su propio diccionario, sus propios recursos de memoria, para autonombrarse y para nombrar a los demás. Debido a que cada actor construye desde su punto de vista las diferentes formas de memoria y las diferentes maneras de reconstruir la historia, aquí y como ya se mencionó se tomarán en cuenta las memorias cortas y las memorias largas. En este sentido, la construcción de la memoria de los actores indígenas se logra a partir de micro-narrativas que poco a poco han sido útiles para definir los marcos de su memoria – marcada en la cosmogonía- y en su identidad.

1.3.Daños socioculturales vistos desde las macro narrativas y desde las micro narrativas orales

La Corte Constitucional de la República de Colombia reconoce que a quienes se les ha impedido vivir como quieren, vivir bien y vivir sin humillaciones concretan la vida digna y

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12 el reconocimiento de un plan de vida5. Sin embargo, la violación de los derechos humanos, las lesiones hechas a la dignidad y al reconocimiento de las comunidades indígenas lleva a comprender no sólo la victimización de estas comunidades, sino también la dimensión del daño causado por las prácticas y hechos violentos perpetrados por los diferentes actores armados que participan o participaron del conflicto armado colombiano.

Los daños son consecuencias de los hechos violentos que causan pérdidas a integrantes de un tejido social consolidado dentro de la comunidad y destruyen las redes de apoyo de las comunidades. En el caso de las comunidades indígenas, estos hechos vulneran la consolidación de una identidad colectiva, ya que las lógicas de la guerra imponen desconfianza, silencio, aislamiento y deterioro de los valores sociales fundamentales como la solidaridad, la equidad y la participación de cada uno de sus habitantes (CNMH & Bello, 2014). Las prácticas violentas ejercidas sobre una comunidad expone el tipo de daño, pues están los daños individuales o colectivos, daños económicos, daños en las identidades, daños al cuerpo y daños socioculturales, los cuales se hacen mucho más evidentes en la guerra o en un conflicto armado, pues éstos producen rupturas y vulnerabilidad sociales (Bello & Chaparro, 2010).

Los daños que va a tomar en cuenta esta investigación son los daños socioculturales.

Estos daños están relacionados con las lesiones y alteraciones producidas en los vínculos y relaciones sociales de la comunidad (CNMH & Bello, 2014). Este tipo de daño se presenta en las comunidades a través de siete razones que expone el CNMH. 1). Se presenta a través de la destrucción o pérdida de espacios y dinámicas de encuentro que se relacionan con las actividades y conmemoraciones o rituales practicados en la vida cotidiana. 2). Se presenta por la pérdida e imposibilidad de trabajar en actividades económicas o de intercambio debido a la interrupción de la guerra en ellas. 3). Se manifiesta a través del resquebrajamiento de las relaciones de confianza y la reproducción del conflicto en las

5 Corte Constitucional de la República de Colombia, “Sentencia de tutela 881 del 17 de octubre de 2002”, I.

La dignidad humana entendida como autonomía o como posibilidad de diseñar un plan vital y de determinarse según sus características (vivir como quiera). II. La dignidad humana entendida como ciertas condiciones materiales concretas de existencia (vivir bien). Y, III. La dignidad humana entendida como intangibilidad de los bienes no patrimoniales, integridad física e integridad moral (vivir sin humillaciones).

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relaciones sociales de la comunidad. 4). Las creencias y prácticas fundamentales se ven afectadas por la presencia de los actores armados. 5). Repercute a la instauración (forzada) de nuevos ideales sociales en detrimento de la representación del mundo social y la identidad de la comunidad. 6). Las pérdidas materiales, de las cuales se desconoce la cuantía, representan un daño a la calidad de vida. Y 7). Es la más reconocida de todas las razones anteriores y son las afectaciones al territorio, ya que se pone en riesgo la existencia de la comunidad indígena y, afecta los tiempos y los lugares para llevar a cabo los rituales y prácticas culturales propias de cada etnia (2014).

En este orden de ideas, los daños socioculturales no sólo repercuten al territorio, sino también a las ideas y creencias impuestas, las pérdidas materiales e incluso espirituales, la pérdida de la autonomía de la comunidad y del territorio, el daño hecho al tejido social de la comunidad imponiendo no sólo la desconfianza, sino también limitando la manifestación de la experiencia de la violencia como práctica privada. En esta lógica, la Ley 1448 y el Decreto Ley 4633 de 2011 subrayan la importancia del territorio y los daños presentados en éste, pues como lo señala el Decreto- Ley 4633, “en los pueblos indígenas, el territorio es víctima, teniendo en cuenta su cosmovisión y el vínculo especial y colectivo que los une con la madre tierra” (Decreto Ley 4633, artículo 3).

A partir de los diferentes trabajos realizados por el Grupo de Memoria Histórica (GMH) y el CNMH se encontró que los repertorios de violencia estaban asociados al exterminio cultural que los actores armados han utilizado en los territorios indígenas, lo cual agrava los daños producidos no sólo por el conflicto armado, sino también por la exclusión social, la explotación económica y la discriminación a la que han estado sometidos por años (CNMH & Bello, 2014). Por tanto, el daño concierne a la forma en que la violación de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario afectan la identidad colectiva y el proyecto de vida o el plan de vida adelantado por cada comunidad y perjudican la calidad de vida y el goce efectivo de los derechos civiles y políticos de cada comunidad (CNMH & Bello, 2014).

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14 Con el fin de garantizar los Derechos Civiles y Políticos de las minorías étnicas, el Estado colombiano empezó a tomar medidas moderadas desde 1974 para “incluir” y “reparar” a las comunidades indígenas que han sufrido las consecuencias del conflicto armado en Colombia. Estas y otras medidas relacionadas con el conflicto poco a poco se vieron reflejadas en varios decretos y leyes que tomaron fuerza solo hasta el 2011. Pues, a partir de la ley 1448de 2011, el decreto reglamentario 41556 y los decretos de enfoque

diferencial (46337, 46348 y 46359) establecidos en la misma ley, el Estado consideró reparar

los daños, garantizar las medidas de satisfacción necesarias y avalar las garantías de no repetición de los hechos en las comunidades indígenas, no sólo en la parte material o psicosocial, sino también en la preservación de la memoria histórica y la redignificación como parte de la reparación simbólica.

Programas adelantados por Organizaciones Internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y entidades estatales como la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) y el Departamento Nacional de Planeación (DNP), gracias al Decreto-ley 4633 de 2011, empezaron a promover y promocionar los programas en cuanto a reparación integral por parte del Estado colombiano. Sin embargo, es escasa la información que estas organizaciones e instituciones han documentado sobre la reparación simbólica. Si bien, desde la perspectiva de derechos las posibilidades de reparación dependen de que los daños sean comprendidos y traducidos a ciertas categorías jurídicas que por medio de especialistas y expertos se pueda dar una observación sensible y adecuada al contexto; se puedan realizar análisis relacionados a las

6 “Por el cual se transforma la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional,

Acción Social en Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, perteneciente al Sector Administrativo de Inclusión Social y Reconciliación, y se fija su objetivo y estructura” (Decreto-ley 4155 de 2011).

7 Por medio del cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y de restitución de derechos

territoriales a las víctimas pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas. (Decreto-ley 4633 de 2011).

8 "Por el cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y restitución de tierras a las

víctimas pertenecientes al pueblo Rrom o Gitano" (Decreto-ley 4634 de 2011).

9 Por el cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y de restitución de tierras a las

víctimas pertenecientes a comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras (Decreto-ley 4635 de 2011).

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dinámicas y la lógicas del conflicto; y se puedan acercar a la experiencia de dolor y de sufrimiento a otras maneras de reconocer el daño (CNMH & Bello, 2014).

La manera en cómo se construye la historia del conflicto armado en su mayoría, se muestra desde las macro-narrativas. En National Deconstruction (Campbell, 1998) así como Genocide, Geopolitics and Transnational Networks (Gómez-Suárez, 2015) son recopilaciones de diversas investigaciones que han mostrado cómo en el marco del conflicto armado o en el marco de una guerra las macro narrativas pueden alterar las micro narrativas y viceversa. Campbell sugiere que se debe marcar una diferencia entre micro narrativas (los actores políticos) y las macro narrativas (los medios de comunicación e investigaciones de entidades estatales y académicas) con el fin de establecer si las últimas limitan a las primeras o si las primeras son censuradas por los límites del contexto.

Desde este punto de vista, en Colombia se han desarrollado estudios que han dado énfasis a la memoria colectiva o a la memoria individual. Muchas de estas investigaciones están orientadas a las micro narrativas, tales como: Tácticas y estrategias para contar: historias de la gente sobre conflicto y reconciliación en Colombia (Franco, Nieto & Rincón, 2010), Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos (2002, 2003, 2004), No porque seas paraco o seas guerrillero tienes que ser un animal. Procesos de socialización en FARC-EP, ELN y grupos paramilitares (1996-2006) (Medina, 2009), entre otros. Roger Bastide (1970) a través de estudios exhaustivos hechos a la historia africana, realizó conclusiones interesantes para el estudio de la memoria colectiva. Este autor sugiere que la memoria colectiva está atada a una dimensión espacial que sobrevive a la recreación de centros de continuidad y conservación social (Bastide, 1970).

Las comunidades indígenas entendidas como sujeto colectivo construyen micro narrativas que siempre están en clave de su relación con el territorio y además se relacionan con una memoria colectiva que se piensa en construcción de una identidad. Esta identidad se desarrolla en un lugar y condiciones históricas específicas. Por tanto, para las comunidades indígenas la memoria colectiva es “una formidable fuerza de resistencia

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16 contra el daño que el medio social intenta interponer sobre una comunidad” (Wachtel, 1999. p. 87).

En este orden de ideas, la historia oral que representan los sujetos colectivos como las comunidades indígenas visibiliza una memoria contra-hegemónica y reconstruye la visión del “conquistado”. Por ejemplo, qué piensan las comunidades indígenas de un término como la reparación simbólica que ha sido pensado desde arriba y no desde abajo. Adicionalmente, muchas de las construcciones de memoria que manejan estas comunidades han sido censuradas como recurso del poder, pues se pretendía hacer olvidar las falencias y errores de la construcción de un Estado Nación y negar las posibilidades de que los afectados pudieran construir su memoria y buscar una posible reparación. En la actualidad, a las comunidades se les permite reconstruir la verdad sobre los hechos, las causas y las consecuencias del conflicto armado en sus territorios, con el fin de promover un diálogo entre los diferentes actores de la sociedad, el Estado y demás actores (PNUD, 2012). Pero, “¿se puede recordar y crear memoria histórica ilimitadamente, renunciando a un mínimo de reparación y de justicia?” (Sánchez, 2006, p. 17).

“En todos estos casos, han sido muchos los intentos por suprimir, suplantar, profanar o desfigurar la memoria. Pero contra tales intentos se han desencadenado también múltiples exigencias de reparación: jurídicas, simbólicas, políticas e incluso financieras a las víctimas” (Sánchez, 2006, p. 16).

1.4.Fuentes y metodología

Como se mencionó al inicio, este documento es el resultado de una investigación etnográfica realizada con miembros (hombres y mujeres) de la comunidad indígena de los

Arhuaco. En este trabajo se entiende la etnografía desde sus dos acepciones de método y enfoque. Como método, “La etnografía es el conjunto de actividades que se suele designar como trabajo de campo y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción” (Guber, 2001, p. 16). En este sentido, las herramientas de recolección de información que

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se utilizaron para cumplir con el objetivo de este documento fueron a) diez entrevistas etnográficas10 a partir de las cuales se extrajeron las opiniones sobre la reparación simbólica frente a los daños culturales y b). Observación participante11 en el resguardo de Nabusímake, César. Por otra parte, “como enfoque la etnografía es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros” (Guber, 2001, p. 12). Esta definición se relaciona con esta investigación en la manera que se comprenden los daños culturales no solo son comprendidos a través del conflicto armado, sino también a través de daños indirectos como el sistema de educación y de salud implantados en la comunidad y la visualización en cómo se ha pensado la reparación simbólica de los hechos.

La observación participante se realizó en el resguardo de Nabusímake, lugar ubicado en el municipio de Pueblo Bello en el departamento de César. El contacto inicial con dicha población se dio en espacios familiares e institucionales como contactos compartidos con miembros de mi familia y con miembros de mi trabajo en el CNMH. También, muchos de los encuentros se dieron por fuera del resguardo mencionado y se hicieron en la fundación Gonawindúa en la ciudad de Santa Marta, Magdalena; y en dos ocasiones se dieron en Bogotá en las instalaciones de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

A partir del fuerte contacto que logré estrechar con las personas entrevistadas, logré acceder a los espacios cotidianos y a las relaciones cotidianas que se realizaban más que todo en el resguardo. En estos espacios la relación entre investigador- indígena adquirió otros matices y se lograron llegar a otro tipo de relaciones y conversaciones que se acercaban al pensar indígena. Uno de los integrantes del resguardo me acogió en su casa con su familia y a partir de allí se lograron llegar hacia varios proyectos que se tienen

10 En este tipo de entrevistas, “el entrevistador está atento a los indicios que provee el informante, para

descubrir, a partir de ellos, los accesos a su universo cultural…Para esto, el entrevistador se vale de tres procedimientos: la atención flotante del investigador, la asociación libre del informante y la categorización diferida del investigador” (Guber, 2001, p. 75). Para enfatizar, la atención flotante es aquella herramienta basada en la escucha que no prioriza ningún punto del testimonio del entrevistado (Guber, 2001).

11 “La observación participante consiste principalmente en dos actividades: observar sistemáticamente y

controladamente en torno del investigador, y participar en una o varias de las actividades de la población” (Guber, 2001, p. 52).

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18 pensados a futuro sobre una posible consolidación de Entidad Territorial en la Sierra Nevada de Santa Marta.

A través de las entrevistas, que hacen parte del ejercicio etnográfico (Guber, 2001), se indagó por el rol y las acciones cotidianas que desempeña cada actor en el resguardo, haciendo énfasis en el periodo de violencia que sufrió el resguardo y la comunidad, además indagando sobre los posibles daños socioculturales del territorio y las personas. A pesar que estaba con una guía de entrevista ya demarcada, aproveché mi acercamiento con la familia del personaje y con un guía espiritual, el cual fue posible entrevistar y muchas de las respuestas estuvieron demarcadas en charlas que poco a poco se iban fortaleciendo sin necesidad de utilizar el cuestionario. Para el caso de las otras entrevistas realizadas tanto en Santa Marta como en Bogotá, se dieron a través de lazos de confianza que se lograron en el resguardo y por recomendación de la persona que me acogió en su vivienda. Debido a que muchos actores y miembros indígenas se reservan sus comentarios, seis de las diez entrevistas fueron escritas y solo cuatro de ellas pudieron ser grabadas. Cabe aclarar que cada entrevista iba acompañada de su respectivo consentimiento informado y las condiciones de confidencialidad estaban dadas en este documento. Por ejemplo, que las personas entrevistadas podían retirarse voluntariamente de la investigación sin que esto conllevara a algún castigo penal; que podía parar en cualquier momento de la entrevista; que la entrevista podía ser grabada – si el entrevistado quería- y que solo dos personas podían acceder a la información completa: la investigadora y la directora del proyecto de grado. Además de estas entrevistas se tuvieron conversaciones informales con diferentes funcionarios públicos del Ministerio del Interior, de la Unidad de Restitución de Tierras, de la ONIC y de la Unidad de Atención para las Víctimas. Estas conversaciones fueron útiles para enriquecer información relacionada a los antecedentes de las comunidades indígenas en materia de: planes salvaguardas, reparación integral con enfoque diferencial y con enfoque de género.

Este formato de entrevista esperaba tener tres facetas. La primera y segunda faceta era entablar una conversación con un número determinado de hombres y mujeres mayores de edad de la comunidad, de forma individual. Estas dos primeras facetas estaban dadas para

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reconocer si había alguna diferencia que el género pueda determinar sobre la reparación simbólica y sobre el daño sociocultural. Y la tercera faceta era hacer una entrevista colectiva -entre los hombres y las mujeres ya entrevistados- en la que se cuenten las principales preocupaciones relacionadas a los daños socioculturales de su comunidad y así poder articularlo con las percepciones que los entrevistados tienen sobre el proceso de reparación simbólica. Debido a que los integrantes de la comunidad, en su mayoría están dedicados a la agricultura y a la poca socialización que se había logrado hacer en el territorio, solo la parte “intelectual” (Mamos12, ex candidatos políticos, profesores y

funcionarios públicos) del resguardo pudieron participar en este esquema. Por medio del trabajo de campo estos modelos de entrevista cambiaron. Por tanto, el formato de entrevista siguió los siguientes criterios de recolección de información

a) Género: se entrevistaron a cuatro mujeres. Tres eran mujeres indígenas Arhuaco y una de ellas era la asesora del programa de género de la ONIC. Y se entrevistaron a seis hombres. Tres eran hombres indígenas Arhuaco, dos eran hombres indígenas

Kankuamo y uno era funcionario de la Unidad de Restitución de tierras del departamento del Magdalena.

b) Rol en la comunidad: De los tres hombres de la comunidad de los Arhuaco: Uno de los hombres entrevistados era Mamo de la comunidad de los Arhuaco; el segundo fue candidato a la cámara de representantes por circunscripción especial y al senado por el partido liberal; y el tercero fue profesor del colegio instaurado en el resguardo. De los dos hombres que hacían parte de los Kankuamo uno era representante de los Derechos Humanos en la ONIC; y el otro era Cabildo gobernante de los indígenas Kankuamos. Y el sexto hombre era funcionario de la Unidad de Restitución de tierras del departamento del Magdalena.

c) Hecho victimizante que había sufrido

d) Definición de reparación simbólica

12 Es una figura importante dentro de la comunidad de los Arhuaco, puesto que los Mamos son la parte

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20 Se tomaron en cuenta a estos dos hombres Kankuamo para fortalecer los conocimientos en cuanto a la cosmogonía y a identidad cultural arraigada de las comunidades con el territorio.

Para la valoración del daño se tomaron en cuenta algunos factores que sugieren el CNMH & Bello (2014) como:

1. Contexto del

resguardo13

• Características de la región donde han sido o fueron violentadas las víctimas.

• Modalidades de violencia de mayor impacto en la región, por los actores armados presentes.

• Temporalidades que el conflicto armado presentes ha configurado en la zona.

• Intereses económicos y políticos que se ciernen sobre el territorio • Características socioculturales de las personas y de la comunidad

(costumbres, tradiciones, comportamientos, hábitos, etc.). • Organizaciones sindicales y comunitarias.

• Formas de resistencia en medio del conflicto y las iniciativas de construcción de paz.

• Dinámicas de las violencias relacionadas con la presencia actual o histórica de los actores armados ilegales en la región y sus responsabilidades en los hechos violentos.

• La periodización y espacialidad de las dinámicas del conflicto armado en la zona

• Niveles de organización comunitaria o políticas de las víctimas. • Participación de procesos sociales o políticas que persigan la

satisfacción de los derechos vulnerados.

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En este sentido, el contexto se sitúo en la primera parte de la entrevista, además de tener ya previo conocimiento sobre las condiciones climáticas y económicas del resguardo. El segundo punto estaba guiado para conocer qué redes u organizaciones habían creado los habitantes del resguardo como medio de organización y contienda política de la zona. 2. Identificación de una red

de interlocución y apoyo14

• Identificar la red de apoyos organizativos o institucionales que tienen las personas.

En tercer lugar y debido a que los contactos familiares y laborales crearon una confianza desde el inicio, se logró facilitar los primeros encuentros con la comunidad y se hicieron lazos de confianza entre uno y otro miembro. La administración del tiempo de cada actividad que se tenía programada fue respetando el tiempo de los miembros de la comunidad, lo cual desde el inicio se establecieron acuerdos respecto a cómo se iba a desarrollar el proceso. Esto, dio paso al tercer aspecto:

3. Identificación y valoración de los daños 15

• Retomar preguntas sobre qué pasó; cómo pasó; dónde pasó; por qué pasó; cómo se vivió; quiénes fueron los responsables; por qué lo hicieron; por qué pasó aquí y no en otro lugar; por qué en ese momento; qué pasa en la actualidad, entre otras.

La identificación de los daños socioculturales a partir de la reconstrucción de los hechos violentos, abrieron paso a otro tipo de discusiones que visibilizaron daños no solo en el marco del conflicto armado, sino también daños socioculturales indirectos que estaban relacionados al sistema de educación y al sistema de salud implantado en el resguardo por entidades estatales. Por ejemplo, el sistema de salud, en ocasiones no respetaba la medicina ancestral de la comunidad y el sistema educativo no tenía enfoque de etnoeducación, lo cual violentaba lo transmisión de conocimientos de generación en generación.

14 Información tomada de (CNMH & Bello, 2014, p. 62) 15 Información tomada de (CNMH & Bello, 2014, p. 65)

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22 La sistematización de la información se hizo de acuerdo a las fuentes primarias que fueron las diez entrevistas y las fuentes secundarias que fueron las normas, las leyes, las sentencias, los decretos, los autos, las conversaciones informales con funcionarios y contratistas públicos y la revisión bibliográfica. (CNMH & Bello, 2014, p. 58).

Esta investigación no pretende evaluar ni hacer críticas a los procesos jurídicos llevados a cabo, sino por el contrario, toma estas normas, decretos y leyes como antecedentes para tener orientación en la implementación de normas preventivas en las comunidades indígenas. De igual manera, se tomará el apoyo que brinda la caja de herramientas del CNMH (2011), algunos cuestionarios que tienen propuestas sobre reparación a pueblos indígenas entre el Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (DeJusticia) y la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) (2011) e investigaciones realizadas por Fundación para la Cooperación Synergia (2011) en la que destacan la acción sin daño como aporte a la construcción de paz.

Los riesgos de esta investigación están orientados hacia dos aspectos. El primero es el problema de exponer conceptos como daño sociocultural o daño a la integridad cultural desde una perspectiva jurídica y desde una perspectiva antropológica se enfoca en los debates sobre la identidad que pueda sostener una comunidad indígena a la hora de ser catalogada como víctima. Pues, como afirma Laurent (2005) el concepto de identidad en una comunidad se vuelve ampliamente referenciado en bastiones de resistencia frente a actores armados, es decir, la identidad se convierte en un escudo que puede jugar en la solidez de los procesos organizativos. El otro problema es que los daños socioculturales que se tratan en esta investigación se salen del marco del conflicto armado colombiano y entran en dinámicas donde éste no puede establecer agencia. Por tanto, los daños socioculturales están dados desde una perspectiva histórica donde la investigación tratará de manera discreta estos daños.

En este orden de ideas, el marco teórico, que se presenta a continuación, describirá las primeras acepciones adoptadas por parte del Estado para retomar los problemas y vicisitudes a las que se encuentra la comunidad que la investigación trata: Arhuacos, y

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terminará por exponer la situación de esta comunidad en el marco del conflicto armado y por medio de trabajo de campo, se realimentará el contexto de esta comunidad y cómo esta comunidad percibe los daños socioculturales de su comunidad y cómo percibe la reparación simbólica.

1.5.Estructura del documento

El eje central de este texto es visibilizar las percepciones de los Arhuaco frente a la reparación simbólica y su relación con los daños socioculturales. Cada uno de los tres capítulos que componen este documento presentan y analizan de manera paralela la relación de las micro-narrativas con las micro- narrativas en la medida en que los términos de daños y reparaciones han sido creados desde arriba, más no desde abajo. El primer capítulo presenta los principales mecanismos utilizados y desarrollados para ahondar en el tema de reparación y reconocimiento de las víctimas con enfoque diferencial. Además de la concepción de daño desde diferentes vertientes que poco a poco van dando paso a las micro o macro narrativas. El segundo capítulo presenta e indaga sobre los daños culturales fijados en corta y larga duración, refiriéndose a la memoria de corta y a la memoria larga. Y el tercer capítulo señala los puntos de tensión y conflicto dados entre los Arhuacos y la reparación simbólica.

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Capítulo 1 Daño y reparación: Perspectivas para comprender

El contexto sociopolítico colombiano actual ha desarrollado una proliferación de conceptos gracias a la justicia transicional, adelantada por la Ley de Justicia y Paz. Conceptos como reparación, reconciliación, daños a las víctimas, reconocimiento, diálogo y dignificación no solo se han venido tomando en cuenta desde el enfoque jurídico, entidades estatales, ONG´s, sino que también han sido tratados por la psicología clínica, por el psicoanálisis y por el enfoque psicosocial. En todas estas materias el daño no se reconoce como daño, sino como trauma, como pasa en la psicología clínica o en el psicoanálisis, mientras que en lo jurídico y en el enfoque psicosocial sí se reconoce como daño. Además de esto, la complejidad que se expone al tratar temas sobre lo simbólico y cómo funciona este concepto sobre la reparación. Como se verá en el capítulo tres, esta complejidad no solo la explica la ley 975 de 2005, la ley 1448 de 2011, el CNMH o la UARIV, sino que la reparación simbólica es tratada desde el punto de vista de la cosmogonía y la cosmología de los Arhuaco para definir su propia reparación

Este capítulo hará una socialización de conceptos que se pondrán en discusión desde diferentes áreas académicas. En el marco de esta investigación es importante definir desde lo más general a qué se refiere cuando se habla de daño, de reparación y de reparación simbólica. ¿Por qué es importante? La socialización de conceptos permite a la investigación asociarse con una definición y no amparar una sola de ellas, pues es importante comprender

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desde diferentes puntos de vista cómo se han definido, qué autores los definen y desde qué contextos se aplican estos conceptos. Esta socialización y discusión de términos permite ver la transición que van teniendo los diferentes conceptos y desde diferentes enfoques. Así, de manera general se verá cómo algunos diccionarios definen el concepto de daño y cómo este concepto se va complejizando desde el enfoque psicosocial hasta lo jurídico.

Como ya se aclaró en la introducción de este documento, se pondrán sobre la misma mesa dos perspectivas de la investigación. Una es la perspectiva antropológica y la segunda la perspectiva jurídica. Es importante tener en cuenta que en este capítulo prima la perspectiva jurídica sobre la antropológica, pues los conceptos de daño y de reparación simbólica son conceptos meramente jurídicos. Por esta razón, en este capítulo se verán las principales definiciones y posteriormente un análisis de lo que se ha tratado en materia internacional y nacional sobre daños en comunidades indígenas, y la transición que paulatinamente va teniendo el daño, pues solo hasta 2005 con la ley de justicia y paz a las comunidades se les reconoce el daño sociocultural como daño colectivo; y hasta 2011 con el decreto ley 4633 se reconoce el territorio como víctima. Además, gracias a la ayuda de entidades como el CNMH se va logrando hacer una definición de daños socioculturales para las comunidades indígenas.

2.1. Daño y reparación: de la genealogía al debate

Cuando se tratan temas sobre daños en el marco del conflicto armado, se está hablando de daños que están relacionados con daños al cuerpo, daños a la integridad cultural, daños psicosomáticos, daños a la identidad, daños a los proyectos de vida y daños a la autonomía. La mayoría de estos daños, por no decir que todos, afectan las relaciones interpersonales, a los lazos familiares y comunitarios. Asimismo, la reparación no sólo está dada en medidas de reparación simbólica, sino en medidas de reparación integral, entendida como: indemnización, satisfacción, rehabilitación y garantías de no repetición.

Hablar de daños socioculturales exige en primer medida hablar del concepto de daño. Este concepto se ha venido dando por diferentes documentos. Uno de los que va a tratar

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26 este texto es la definición de daño dada por diccionarios, pues permite ver de una manera más amplia qué es el daño y cómo se explica masivamente sin recurrir a lo específico. El segundo es la definición de daño, entendida como trauma y se asocia a los aportes que han dado el psicoanálisis y la psicología clínica. El tercero es la definición de daño que da el enfoque psicosocial. Esta definición es compartida, pero diferenciada con la definición básica que da el psicoanálisis, puesto que se ven desde dos perspectivas diferentes. Y el último aporte lo da el sector jurídico que es el que va a ser más específico al definir el daño, cómo se reconoce el daño y cómo se repara su perjuicio. A través de este último enfoque se observa cuál es la transición que va teniendo el daño en materia sociocultural y cuál es la transición de éste para llegar hasta donde es reconocido, a través de la Ley 1448 y el Decreto Ley 4633 de 2011.

La presentación de estas definiciones le permite al documento ir de la mano con uno de ellos y posteriormente debatir si estas definiciones dadas desde macro narrativas se complementan o discuten con las definiciones que tienen los indígenas de la comunidad con respecto al daño y con respecto a la reparación simbólica. En contraste a esto, el enfoque psicosocial prioriza las micro narrativas más que las macro narrativas, así como la dignificación y reconocimiento de las personas afectadas, esto contribuye a fortalecer las medidas de reparación.

Para empezar por la manera generalizada de este concepto hay que iniciar por su etimología y su definición más amplia. La palabra daño ha sido tratada por varios diccionarios que la definen de manera universal o con alguna filiación al contexto social o político. La etimología de esta palabra proviene del latín damnum que se relaciona con el verbo dañar. El daño consiste en “causar detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor, molestia; maltratar o echar a perder una cosas” (Diccionario enciclopédico universal, 2001). En complemento, el daño también es aquella expresión jurídica que designa alguna destrucción material de los bienes, el menoscabo moral de una persona o un grupo de personas, el riesgo sufrido y las ganancias que dejan de obtenerse; los daños y perjuicios dan derecho a la indemnización” (Gran Diccionario Enciclopédico Universal. S.f. 409). Estas definiciones enfatizan tanto en el daño moral como en el daño material que pueden sufrir unas personas,

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sin embargo estas definiciones no se asocian con que la acción se haga en medio de una guerra o un conflicto armado.

Cabanellas ha tratado de explicar el concepto de daño desde un punto de vista jurídico, pero general. “El daño puede provenir de dolo, de culpa o de caso fortuito; según el grado de malicia, negligencia o causalidad entre el autor y el efecto del mismo” (Cabanellas de Torres, 2011. p. 107). El daño puede estar ligado a sanciones penales, a indemnizaciones o a eximición de las anteriores. Esto depende de si el daño es emergente, es fortuito, es irreparable o es daño moral. Según Cabanellas de Torres, en materia penal, el daño irreparable es aquel que no puede ser ni enmendado ni atenuado y aquí puede situarse la reparación simbólica (Ceballos de Torres, 2011). Por tanto, jurídicamente el daño no sólo está referido a aspectos morales o materiales, sino que también atañe a daños contra el cuerpo o contra la identidad, los cuales llegan a ser irreparables y deben ser reparados de manera simbólica. La definición dada por los diccionarios se relaciona con la definición de trauma que aporta el psicoanálisis, a diferencia que esta última definición no se relaciona con el daño moral o el daño material, sino con trauma en la psique.

En el psicoanálisis, el daño se puede definir a través del trauma, sin embargo, este daño está explicado en términos psicológicos y psicoanalíticos, es decir, orientados a la psique. Desde el psicoanálisis se podría realizar una aproximación a lo que se entiende por daño, más que todo psicológico. Uno de los psicoanalistas más significativos en esta materia es Freud quien en una de sus conferencias de introducción al psicoanálisis, define al trauma psíquico como “aspectos perturbadores de la vida psíquica que han quedado fijadas a un determinado fragmento de su pasado, siéndoles imposible desligarse de él y mostrándose, por tanto, ajenas al presente y al porvenir” (Freud, 1915, p. 287). Sin embargo, desde la perspectiva lacaniana, en el seminario XXIV entre 1976-1977, Lacan ubica al daño o al trauma entre el encuentro violento que se da con lo real, término utilizado por Lacan para referirse a aquello que desborda toda significación del sujeto. Es decir, el trauma o el daño es aquello que no tiene significación; el trauma es aquello que no se tenía previsto (Heredia, 2012). Lacan se refiere al encuentro con lo real “cuando el azar y los avatares de la existencia de un sujeto producen una ruptura del equilibrio, algo de lo que está oculto bajo

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28 la realidad psíquica emerge en forma desencadenada y devela algún aspecto de goce desconocido” (Aristizábal & Palacio, 2003, p. 242).

El psicoanálisis y la psicología han tenido posturas diferentes y han mantenido sus tensiones con respecto a temas de la psique. Tanto el psicoanálisis como la psicología clínica tratan el daño como un trauma. En esta parte me enfocaré más hacia el trauma social, al que en 1980 la Asociación Interamericana de Psiquiatría le asoció diversos síntomas en la tercer edición del Manual de diagnósticos y estadísticas de los desordene mentales, o más conocido como DSM III. A este tipo de trauma se le reconoce como Síndrome de Estrés Postraumático (SEPT). Este manual reconoce que el trauma en específico “se produce cuando las víctimas experimentan la ocurrencia fuera del rango de la experiencia humana normal y se caracteriza por la experiencia recurrente del evento y la presencia de por lo menos dos síntomas, entre los que se encuentran conductas compulsivas, ataques de ansiedad, depresión y falta de autoestima” (Ortega, 2011, p. 26).

Cuatro años después del lanzamiento de este Manual, desde la psicología clínica Richard Lazarus, un psicólogo estadounidense, pionero en el estudio de la emoción y el estrés; y Susan Folkman, una psicóloga estadounidense, realizan un estudio sobre el daño que enriquece el análisis psicoanalítico. Lazarus y Folkman, (1984) suponen que el daño se produce por un evento que dejó una marca que referencia vulnerabilidad y sufrimiento del sujeto en relación a su ambiente y su contexto (Lazarus y Folkman, 1984). En complemento, Jeannette Dryzunne (2006) afirma que para estos dos autores el daño es aquel componente que permite retener ciertos eventos de un acontecimiento, es decir, una memoria particularizada sobre los hechos causales con atribución estática de significación.

La perspectiva psicoanalítica en complemento con la perspectiva médica y psicológica se puede situar de dos maneras. La primera es que el daño se origina a partir de una estimación subjetiva sobre una amenaza sorpresiva o inesperada y a partir de la vulneración de sus medios para enfrentar dicha amenaza, lo cual marca al sujeto en condición de vulnerabilidad. Asimismo, el daño suele vincularse hacia un evento pasado y se manifiesta a través de la memoria de un sufrimiento que marcó al sujeto. Cabe aclarar que en esta

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investigación se tomará moderadamente estas dos definiciones, pues no es el interés de este documento indagar más sobre este concepto en el psicoanálisis. No obstante, vale la pena señalar las tensiones o convergencias que existen entre las diferentes posturas.

El enfoque psicosocial se ha venido visibilizando cada vez más en dinámicas de guerra o de violencia. Este enfoque ve el daño como el impacto de las violaciones. Esta definición comprende el daño como un trauma o como una herida psicológica. A diferencia del psicoanálisis, este trauma psicológico se produce en un contexto sociopolítico y crea significados que también son sociales. Entonces, hablar del trauma psicosocial, como hacía Martín-Baró, es crear un espacio en el que la sociedad o un grupo de personas resultaron afectadas por impactos traumáticos que pueden resumirse en experiencias colectivas. Estos impactos pueden influir en el desarrollo tanto de la comunidad como del individuo (Pérez, 2006). De esta manera, el trauma puede ser también trauma colectivo o trauma cultural. Sin embargo, para las comunidades indígenas el trauma no se comprende como una herida, sino como la ruptura de un equilibrio con la comunidad, la naturaleza, el territorio o los ancestros (Beristain, 2009). Este enfoque psicosocial genera una ruptura de la continuidad que genera un antes y un después del efecto traumático, además también permite avanzar en la identificación del daño y permite comprender integralmente las dimensiones y perturbaciones causadas por el hecho que generó esa ruptura (Defensoría del Pueblo y UARIV, 2011).

El sociólogo Jeffrey Alexander señala que los traumas culturales ocurren “cuando los miembros de una colectividad sienten que han sido sometidos a un acontecimiento espantoso que deja fuerzas indelebles en su conciencia colectiva, marcado sus recuerdos para siempre y cambiado su identidad cultural en formas fundamentales e irrevocables” (Alexander, 2011, p. 125). Por su parte, Neil Smelser afirma que no es suficiente que el trauma cultural que un proceso social sea terriblemente destructor; tampoco es suficiente una representación de ese proceso como terrible y destructor, más bien se hace necesario que la representación de este trauma se haga de manera efectiva, contundente y convincente ante un grupo correspondiente a su población. Es decir, es necesario producir una memoria colectiva como registro del trauma cultural (Smelser, 2011). En complemento, Ortega

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30 señala que a pesar de las imprecisiones que pueda tener este concepto, el trauma cultural está enmarcado por una “fragilización” que ocurre en metarrelatos, que se expresan a través de jerarquías y le dan sentido al ordenamiento social (Ortega, 2011). Para estos autores, el trauma cultural está asociado con la memoria colectiva y es esta memoria la que “funciona como un espacio de concertación entre los diversos intereses de una sociedad determinada y por medio de la cual se instituye la hegemonía” (Ortega, 2011). Un ejemplo de esto es lo que Jaramillo afirmó con la deuda histórica se han insertado nuevas formas de inclusión y de representación, pero que a través de esta deuda se establecen nuevos discursos dominantes por parte de los lideres de la comunidad.

Aunque existen varias definiciones sobre daño o trauma que varios autores y juristas han tratado de explicar en complemento con la anterior definición. Por un lado, Juan Carlos Henao (1998) define el daño como “la aminoración patrimonial sufrida por la víctima, es decir, la alteración de un estado de cosas existente” (Henao, 1998). Este autor determina que el daño está dado entre el perjuicio cometido al patrimonio y plantea una relación directa entre la acción de dañar y la víctima, quien es la persona afectada. De manera similar, Fernando Hinestrosa (2000), también atribuye una relación directa entre el daño y la víctima, pero este autor incluye sufrimiento moral, más allá de lo material. Hinestrosa señala que daño es la “lesión del derecho ajeno, consiente en el padecimiento moral y en la merma patrimonial sufrida por la víctima” (Hinestrosa, 2000).

Por otro lado y en contraste con estos dos autores, Rodrigo Escobar (2003) no plantea tal relación entre daño y víctima, más sí reconoce dos factores importantes en su definición. El primero es el factor espiritual, más no el emocional; y el segundo factor es el material. Este autor afirma que el daño es “todo detrimento, menoscabo o perjuicio que a consecuencia de un determinado acontecimiento experimenta una persona en sus bienes espirituales o patrimoniales” (Escobar, 2003). Adriano de Cupis (1975) tampoco se refiere a la persona afectada como la víctima, sino que de manera general aduce que el daño es el nocimiento o perjuicio, es decir, la aminoración o alteración de una situación favorable (de Cupis, 1975).

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Diferentes decretos, leyes, normas, autos y demás acompañan la definición de daño de la mano con la definición o la identificación de la víctima. En la Ley 975 de 2005, prima la definición de víctima sobre la definición de daño, por tanto, la víctima es aquella persona o aquel grupo de personas que sufrieron daños directos tales como: “lesiones transitorias o permanentes que ocasionen algún tipo de discapacidad física, psíquica y/o sensorial (visual y/o auditiva), sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo de sus derechos fundamentales” (Ley 975 de 2005, artículo 5). Así, la definición de daño se complementa como un deber ser que es o son consecuencia de “acciones que hayan transgredido la legislación penal, realizadas por grupos armados organizados al margen de la ley” (Ley 975 de 2005, artículo 5). Sin embargo, Pablo Jaramillo (2014) notó que esta ley no fue clara con respecto a cómo se deberían reparar a las víctimas y más desde un enfoque diferencial. Para este autor, la justicia transicional que se deparó en el país a través de esta ley se dio en compañía de toda una ingeniería social (Jaramillo, 2014). Sin embargo, la Ley 1448 de 2011 define víctima como:

“aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1º enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado” (Ley 1448 de 2011, p. 8)16.

Las anteriores posturas sobre trauma –y otras más- han puesta en evidencia que el concepto trauma se ha venido desempañando con mayor injerencia en estos últimos veinte años. El trauma desde su inicio, en 1870, tuvo un enfoque científico que se empezó a desarrollar tanto en la psiquiatría como en la psicología. Este término, en principio se conoció como trauma neurosis, pero con el paso del tiempo y hacia inicios del siglo XX este término se vio acogido por las ciencias sociales (Fassin y Rechtman, 2007). La genealogía que Fassin y Rechtman preparan sobre este concepto está enfocado en cómo

16 Cabe aclarar que esta misma ley repara simbólicamente a las víctimas de los hechos sucedidos antes del 1°

de enero de 1985. “Las víctimas de hechos ocurridos antes del 1° de enero de 1985, accederán en todo caso a las medidas de reparación simbólica y a las garantías de no repetición que tienen como objetivo que los hechos victimizantes no vuelvan a ocurrir” (Ley 1448 de 2011, p. 15).

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