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Brasil en la encrucijada entre su vulnerabilidad externa estructural y la crisis sistémica global del capitalismo.

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Brasil en la encrucijada entre su vulnerabilidad externa

estructural y la crisis sistémica global del capitalismo

08-09-2011

Por: MSc. Georgina Németh 1

El actual orden mundial – el del capitalismo globalizado (agravado más aún, por el carácter predominantemente neoliberal del mismo) – expone a los países a enfrentar fluctuaciones y choques externos, que los torna vulnerables ante el reto de lograr su mejor inserción en la economía internacional.

Conforme expresa el informe de la UNCTAD “Comercio y Desarrollo 2011 – La Economía Mundial ante los desafíos post-crisis”, divulgado el pasado 2 de septiembre (2011): “a pesar de que el crecimiento de los países en desarrollo se haya tornado cada vez más dependiente de la expansión de los mercados internos, esas naciones aún enfrentan serios riesgos externos, debido al debilitamiento económico de los países desarrollados y a la falta de reformas reales de los mercados financieros internacionales”.

En el caso de América Latina, la fase ascendente del ciclo económico internacional, iniciada en 2003, permitió a ese continente la reducción de sus indicadores de vulnerabilidad coyuntural externa. Sin embargo, los países de la región todavía

continúan con una marcada vulnerabilidad estructural externa2, cuyo grado y

naturaleza, varía según las características de cada país. Asimismo, hay diferencias significativas entre los mismos, en términos de estrategias y políticas de inserción internacional.

Brasil, por su parte, entre 2010-2011, subió en el ranking de competitividad

internacional, del 58 para el 53 lugar, en la escala del Foro Económico Mundial3.

Dicho indicador incluye 142 países y se refiere al ambiente para hacer negocios que, en el caso de Brasil, es favorable, según el lugar que ese país ocupa en el mencionado ranking. Dicho análisis considera factores que afectan el clima de negocios de un país, tales como derroche de gastos de gobierno, intereses, calidad de la enseñanza primaria, el nivel del aprendizaje de matemática y ciencias, la capacidad de innovación y la disponibilidad de asientos en aviones. Según el referido estudio, Brasil se incluyó entre los diez países de mayores mercados internos mundiales, así como entre los 31 países que poseen un sofisticado ambiente de negocios que permite importantes economías de escala, además de ser uno de los 40 países con los mercados financieros más eficientes. Asimismo, está entre los 47 países de mayores tasas de adopción tecnológica y entre los 44 en innovación.

       1

 Máster en Relaciones Económicas Internacionales, Profesora del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa Garcia”

2

La vulnerabilidad estructural externa está dada por el desempeño externo relativo de determinado país comparativamente con el desempeño relativo de otros países. Compara, entre varios países, el diferencial

relativo de indicadores de inserción económica internacional en una perspectiva de largo plazo. (La metodología básica usada en el cálculo del Índice de Vulnerabilidad Estructural Externa (IVE) es similar a la utilizada en el cálculo del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD)

 

3 Global Competitiveness Report:  http://reports.weforum.org/global‐competitiveness‐2011‐2012/ 

(2)

No es menos cierto que la República Federativa de Brasil, durante la primera década del siglo XXI, ha reducido considerablemente su grado de vulnerabilidad coyuntural externa.

Ello se debió a un escenario externo favorable, debido al elevado aumento de las

exportaciones de commodities y productos agropecuarios, ya que, durante el período

2002-2008, el crecimiento de los mercados emergentes se vio favorecido por una fuerte liquidez internacional, lo que creó una fuerte demanda de productos brasileños.

Sin embargo, la reducción de la vulnerabilidad coyuntural externa de Brasil, así como los favorables indicadores de competitividad arriba reflejados, no significan una reducción de su vulnerabilidad estructural (tanto externa como interna). Entre sus causas figuran, incluso, aquellas circunstancias reflejadas incluso, en el mencionado ranking de competitividad del Foro Económico Mundial, relativas a la baja calidad de la infraestructura general en Brasil (mención en la cual, ese país ocupa el lugar 104), así como los desequilibrios macroeconómicos (115) rigidez en el mercado laboral (121) e insuficiente progreso en el incentivo a la competencia (132).

Asimismo, durante el primer decenio del siglo XXI, la inserción internacional de Brasil, estuvo marcado, por un lado, por el aumento de la dependencia de los flujos de capitales de corto plazo y, por el otro, por el aumento de la importancia de los

commodities en sus pautas de exportación.4 Esta nueva forma de inserción internacional de la región desplazó el impulso primario de acumulación y crecimiento hacia afuera de sus fronteras nacionales, colocando así sobre nuevas bases y a la vez actualizando un tipo de dependencia que era propia del período primario-exportador. (En el año 2004, los productos primarios, ya representaban el 30,66% del total de las exportaciones brasileñas5. Para el año 2008, esta cifra subió al 38,26%).

De este modo, en el corto plazo la dinámica macroeconómica pasó a ser condicionada, fuertemente, por la capacidad de exportar y obtener superávit comerciales, para reducir la vulnerabilidad externa y, así, abrir espacio al crecimiento sin tener la amenaza inmediata de una crisis cambiaria – ya que, las crisis cambiarias generan, frecuentemente, estrategias de inserción más profundas en el sistema económico internacional que implican mayor vulnerabilidad externa.

El objetivo del presente artículo es tratar de encontrar respuesta al siguiente problema:

¿Podrá Brasil, en el contexto del actual “orden” mundial, impregnado por la probabilidad de nuevas recesiones emanadas de la crisis sistémica global del capitalismo, reducir su vulnerabilidad estructural externa de manera que eso le permita una inserción proactiva en la economía internacional?

       4

 En 1990, la participación de los commodities en las exportaciones brasileñas, estaba alrededor de los 40%. Entre 2007 y 2010, esta participación saltó diez puntos porcentuales, alcanzando el 51% de las exportaciones brasileñas. Fuente: Ediciones IPEA (Instituto de Pesquisa Económica Aplicada), estudio publicado en mayo de 2011, por Fernanda De Negri e Gustavo Varela Alvarenga. 

5

Fuente: Sistema Interactivo Gráfico de Datos de Comércio Internacional (SIGCI) – Cepal. (www.eclac.org). Dato referido en el artículo de Marcelo Dias Carcanholo: “Inserção externa e vulnerabilidade da economia brasileira no Governo Lula”. Accedido por el sitio Web: rediu.org/DIAS.mesa8.pdf

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Políticas económicas contra la vulnerabilidad externa brasileña

El gobierno Lula que asumió el poder a inicios de 2003, tuvo el doble desafío de armonizar, por un lado, la llamada “herencia maldita” del gobierno anterior: las trampas del proceso de apertura y desregulación de la economía, y la expectativa popular de cambios en la estrategia de desarrollo, por el otro.

El régimen neoliberal que antecedió al gobierno Lula, consistió en un intenso proceso de apertura externa, tanto desde el punto de vista comercial como desde el punto de vista financiero.

La apertura financiera significó el aumento de la facilidad que le permitió a los residentes del país, a adquirir activos y pasivos expresados en moneda extranjera. Asimismo, los no residentes, podían operar en los mercados financieros domésticos.

Desde el punto de vista de las cuentas externas, dicho proceso implicó un aumento estructural de la necesidad de financiamiento externo.

Como resultado de eso, durante los años 90 del siglo pasado, la deuda externa brasileña creció 108%, el pasivo externo líquido creció 195,7%, el servicio de la deuda externa 160%, el servicio del pasivo externo, se incrementó en un 132%, el estoque de la deuda pública – entre 1994 y 1998 – subió 572% y los intereses pagados por dicha deuda, subieron en 415%.

El crecimiento de los pasivos externos llegó a un punto tal que el flujo de capitales ya no seguía financiando la circulación de esas dividas, lo cual condujo a la crisis cambiaria en 1999 a cuyos inicios, el entonces gobierno de Fernando Henrique Cardoso, se vio obligado a adoptar la política cambiaria de cambios flotantes. Esto fue mantenido por el gobierno Lula (de acuerdo a los compromisos asumidos por él en la Carta al Pueblo Brasileño) y se sigue manteniendo en la actualidad. La libre fluctuación cambiaria, en las condiciones actuales, favorece a la revaluación excesiva del real brasileño y deja la economía nacional de Brasil a la merced de la política monetaria de los Estados Unidos, que últimamente persigue la devaluación deliberada del dólar, con la finalidad de estimular la producción industrial.

En los siguientes indicadores se puede observar el empeoramiento significativo de la economía brasileña en el período 1994-1999.

Indicadores de vulnerabilidad coyuntural externa de Brasil, entre 1994-2006:

Fuente: Banco Central de Brasil, Boletin del BC, Suplemento Estadístico (www.bcb.gov.br).

Año Servicio de la deuda externa/%exportaciones

Deuda externa total/PIB%

Deuda externa total líquida/PIB%

Reservas

internacionales/deuda total%

Deuda externa/total exportaciones

Deuda total líquida/exportaci ones%

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Ya para el período entre 1999-2002, para finales del gobierno Fernando Henrique Cardoso, aparece una ligera mejoría. Sin embargo, todos estos indicadores, sólo vienen a mostrar una mejoría considerable, durante el gobierno Lula.

Indudablemente, después de la ruptura por el gobierno Lula, con el modelo neoliberal, la situación de la vulnerabilidad externa, en base de los mismos indicadores, muestra un cuadro más favorable: ello se debe a la subida brusca del estoque de reservas internacionales y la mejoría de los indicadores de endeudamiento: la deuda externa total, en marzo de 2011, alcanzó el 13% del PIB (frente al 46% a finales de 2002). Dicha cifra actualmente es menos que 1,5 veces el volumen de las exportaciones anuales (frente a 3,5 veces en 2002). Asimismo, las reservas internacionales, representan más del 110% de su valor (frente a un por ciento inferior a 20% en 2002).

Durante el último cuarto de siglo, la economía brasileña ha presentado ciclos cortos de recesiones y recuperaciones, acompañados por una tendencia de bajo crecimiento.

Aunque estos ciclos no necesariamente hayan tenido como causa, a choques externos, los mismos fueron magnificados por la fragilidad de la balanza de pagos del país. Dicha fragilidad – la cual ha tornado al país tan vulnerable, a choques de los más diversos orígenes – emana de la combinación de un grado de apertura bajo, unido a un elevado de nivel de pasivos externos.

El crecimiento de la economía brasileña en 2004, ha sido de 5,7%, en 2005 cerca de 3% y en 2006, alcanzó 3,7%, por encima de los valores promedios obtenidos por el gobierno anterior. Todo parecía indicar que desde el punto de vista de las cuentas externas, los problemas estaban resueltos. Los déficits en transacciones corrientes, fueron revertidos a partir de 2003, manteniendo el superávit hasta 2007. De esta forma, se habrían resuelto los problemas estructurales de la economía. No obstante, nada más lejos de la realidad.

La eclosión, en 2007-2008 de la crisis sistémica mundial del capitalismo – que llegó a Brasil, en el segundo semestre de 2008 – interrumpió la coyuntura del ciclo económico brasileño, cuando la economía brasileña se encontraba en un escenario de aceleración de los niveles de inversiones, de expansión del consumo doméstico y de un buen desempeño comercial. Aún cuando la economía de Brasil haya sido menos afectada por dicha recesión en comparación con otros países, debido a una situación externa más favorable; la crisis financiera afectó a los mercados internos, causando importantes impactos sobre la tasa de cambio, los flujos de inversión (de todo tipo) y la bolsa de valores, repercutiendo sobre el nivel de confianza de los actores y, por consiguiente, en la real esfera de la economía brasileña.

Aunque las exportaciones de Brasil, hayan aumentado sustancialmente, de US$ 138 mil millones en 2006, para US$ 198 mil millones en 2008, el saldo en cuenta corriente disminuyó drásticamente, pasando de un superávit de US$ 14 mil millones en 2006, para déficit de US$ 28 mil millones en 2008.

El nuevo escenario internacional, producido por dicha crisis sistémica mundial, trajo básicamente dos problemas en la balanza de pagos de Brasil: la desaceleración del crecimiento de las exportaciones, como consecuencia de la recesión mundial que disminuyó la demanda de los productos brasileños (el coeficiente de las exportaciones en términos del producto interno bruto (PIB), de 8,5%, en 2000, pasó para 12,6%, en

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propia recesión económica mundial y, por el otro, de la devaluación del capital ficticio utilizado en la especulación del mercado futuro de commodities.

Todo ello indica que la vulnerabilidad estructural externa, tiende a manifestarse, ante todo, en el empeoramiento de las cuentas externas.

El impacto de la crisis mundial en las cuentas externas, se agravó más todavía por causa de la dinámica de atracción de inversiones externas de corto plazo - y de naturaleza especulativa - que se necesitan para el cierre de la balanza de pagos.

A pesar de la caída de las tasas de interés internacionales – lo cual fue un intento de los gobiernos centrales para aminorar los impactos de la crisis en el mundo – en el nuevo entorno de creciente incertidumbre, se desarrolló una mayor aversión al riesgo. Esto condujo a que los capitales exigieran un mayor diferencial de intereses a ser aplicadas en las economías de los países de la periferia.

En Brasil, en el nuevo escenario de la crisis económica mundial, las tasas de interés nacionales cayeron, aunque en una proporción inferior a la de los países centrales. El atraso del Banco Central de Brasil en acompañar los movimientos internacionales de reducción de intereses – como medida para aliviar los efectos de la crisis – sólo incentivó una mayor entrada de capital a corto plazo.

Las afectaciones sufridas por la economía brasileña en torno a la recesión de la crisis sistémica del capitalismo, desatada en 2007-2008, muestran que no obstante al éxito, por un lado, de las políticas anticíclicas adoptadas por el gobierno brasileño que le permitieron una recuperación coyuntural más rápida a ese país frente a otros; así como a los resultados económicos de su economía alcanzados durante el primer decenio del siglo XXI (en 2010, llegó a ser la séptima economía del mundo), por el otro, Brasil tampoco es inmune a los efectos de nuevas recesiones que se avecinan.

El alto grado de dependencia de Brasil, de las exportaciones de commodities y la libre movilidad de los flujos financieros - como obstáculo de carácter estructural al desarrollo - así como los efectos de la crisis sistémica global del capitalismo, al mismo tiempo, inciden negativamente sobre la inserción de ese país en la economía mundial y pueden comprometer seriamente la continuidad del ciclo de su crecimiento económico. Las oscilaciones de demanda y precio de los productos primarios - notoriamente más bruscas – en el mercado internacional, también contribuyen a aumentar la vulnerabilidad de la economía brasileña.

Es por ello que la reducción de la vulnerabilidad coyuntural externa de ese país, mediante la implementación, por su gobierno, de medidas a corto plazo, de política macroeconómica (política monetária, cambiaria y financiera externa), es inseparable de las proyecciones geopolíticas de Brasil, cuyas estrategias de expansión económico-comercial en el exterior, constituyen al propio tiempo, políticas a largo plazo, para la reducción de la vulnerabilidad estructural externa de ese país. No obstante, la implementación de dichas estrategias, pueden verse afectadas por la necesidad de paliar futuros efectos de nuevas recesiones de la crisis sistémica global, lo cual puede repercutir negativamente en el ritmo del proceso de inserción de Brasil en la economía internacional.

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La vulnerabilidad externa6, se manifiesta en las más diversas esferas: en la del comercio, en la esfera productiva, tecnológica, monetario-financiera, entre otras. La

misma depende tanto de factores externos como de internos; coyunturales y

estructurales, así como de estrategias y políticas de Estado, entre otros.

Según el Índice CERES7, divulgado en agosto 2011, Brasil aparece entre los tres

primeros tanto en el de "exuberancia" económica (ICCE)8, por ser uno de los países que más crece por encima de su tendencia histórica, como en el de "vulnerabilidad externa", por ser uno de los que está más expuesto a un impacto de recrudecimiento de la crisis internacional.

Y PORQUE NO HABLAR DE LA TECNOLOGIA Y MEDIO AMBIENTE?

No obstante, las posibilidades de su desarrollo económico-social nacional, así como su inserción en la economía internacional en la forma deseada, siguen siendo fuertemente condicionadas por los procesos y tendencias globales. Es debido a ello que Brasil, junto a Argentina y Uruguay, está en los primeros lugares en el Índice

CERES de Vulnerabilidad Externa (ICVE)9, que mide en este caso los niveles de

fortaleza o debilidad de las economías ante la posibilidad de un deterioro significativo y persistente en el entorno global como resultado de la materialización de los riesgos potenciales que presenta la economía mundial. De acuerdo con la investigación presentada por el director de dicho instituto:, el economista uruguayo Ernesto Talvi, el indicador sobre "Vulnerabilidad Externa" (ICVE) "se asemeja a una prueba de esfuerzo, al estilo de una ergometría, que supone medir el ajuste a nivel privado y público que se requeriría en una emergencia". Y precisó: "Un país será menos vulnerable cuanto menor sea el ajuste requerido".

El referido informe señala que los países del Mercosur se encuentran entre los más vulnerables ante un cambio persistente y adverso en el contexto global.

Para la República Federativa de Brasil, la superación de la vulnerabilidad externa de su economía, constituye un elemento esencial para poder garantizar un ciclo sostenido para su desarrollo económico. En el actual “orden” mundial - en la fase superior del capitalismo globalizado – es imposible formular políticas efectivas para lograr semejante objetivo, sin tomar en cuenta la necesidad de que las mismas sirvan de vehículo, tanto para garantizar un desarrollo económico nacional sostenible como para lograr la inserción en la economía internacional de ese país, enfrentando, al mismo tiempo, el inevitable desafío de paliar los efectos de nuevas recesiones de la crisis sistémica global del capitalismo.

       6

“ [...] la vulnerabilidad externa es la probabilidad de resistencia a presiones, factores desestabilizadores y choques externos (GONÇALVES, 1999:59).

7

Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres). Los indicadores elaborados por este instituto de investigación con sede en Montevideo fueron presentados ante una nutrida platea empresarial

en la que estaban ejecutivos de los principales bancos de plaza y las empresas más grandes radicadas en Uruguay.

8

Índice de Exuberancia Económica: cuantifica en que medida algunas variables claves de la economía están operando por encima de valores que se deberían observar en tiempos normales, con registros muy positivos en materia de crecimiento.

9 índice de Vulnerabilidad Externa (ICVE): "mide en este caso los niveles de fortaleza o debilidad de las economías ante la posibilidad de un deterioro significativo".

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Para contrarrestar la vulnerabilidad estructural externa10, algunos países han

implementado estrategias explícitas de reconfiguración del patrón de inserción en el sistema económico internacional con una perspectiva estructurante y de largo plazo. Así como varios de ellos, han aplicado políticas reactivas en respuesta a los factores externos (por ejemplo: mediante la acumulación de reservas - tan necesaria en el actual sistema monetario internacional - donde la capacidad de la gestión macroeconómica de los países en desarrollo para enfrentar los impactos de la oscilación de los flujos de capitales, depende, en gran medida, de la acumulación de reservas).

Esta estrategia, en el caso de Brasil - cuya política económica actual, se basa en el llamado “trípode”: metas de inflación, cambio fluctuante y altos superávit primarios - ha elevado el costo de la deuda pública, como consecuencia de la elevada tasa de intereses definida por el gobierno.

En términos de instrumentalización de la política económica, el gobierno brasileño defiende mantener los superávits primarios, explícitamente por el control de los gastos públicos, y, de cierta forma, en la expansión de la recaudación como forma de mantener sostenible la relación de la deuda frente al PIB.

El superávit primario – ingresos que el gobierno brasileño debe destinar para cubrir el pago de los intereses de la deuda pública, cuya meta para el año corriente, inicialmente fue fijada en 81,8 billones de reales - ahora subió para 91 billones de reales, que sirve el objetivo de neutralizar el aumento de la deuda pública interna, producto de la acumulación de reservas.

El motivo del aumento de la meta del superávit primario, con casi 10 billones de reales, sin embargo, no es la alta tasa de interés (SELIC)11, sino una necesaria respuesta a la crisis económica internacional. Aunque no es menos cierto que la situación fiscal quedaría favorable para la reducción de la tasa SELIC - cuya alta tasa (12,5%), actualmente constituye un instrumento antiinflacionario, sin embargo, desestimula la oferta y las inversiones de las empresas. La alta tasa SELIC, obliga al país, además, a pagar los intereses, por valor del 6% del PIB, frente al 1,8% del promedio mundial. No obstante, el aumento de la meta del superávit primario, según afirmara el Ministro de la Hacienda de Brasil, Guido Mantega, estimulará la ampliación de las inversiones, lo cual es necesario para mantener el crecimiento sostenible.

El reto doble: cruzada simultánea contra la crisis y contra la vulnerabilidad estructural externa

Las medidas anticíclicas para contrarrestar la vulnerabilidad coyuntural externa, en el actual contexto internacional del capitalismo globalizado, son apenas “pastillitas para mejorar la calidad de vida del paciente” – pero no constituyen “remedio para combatir la enfermedad”. Si bien, las mismas son necesarias para generar un entorno menos

       10

La vulnerabilidad estructural externa está dada por el desempeño externo relativo de determinado país comparativamente con el desempeño relativo de otros países. Compara, entre varios países, el diferencial

relativo de indicadores de inserción económica internacional en una perspectiva de largo plazo. (La metodología básica usada en el cálculo del Índice de Vulnerabilidad Estructural Externa (IVE) es similar a la utilizada en el cálculo del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD)

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La tasa básica de intereses de Brasil, denominada “SELIC”, actualmente es de 12,5% - más alta que el promedio mundial 

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desfavorable para la deseada reducción de la vulnerabilidad estructural externa de un país, no es menos cierto que absorben una vasta gama de recursos y esfuerzos que podría emplearse en la reducción de esta última y en el desarrollo.

La vulnerabilidad estructural externa de Brasil en la actualidad, se viene agravando por la desaceleración de los precios de los commodities. Sin embargo, anteriormente - durante el período comprendido entre diciembre de 2008 y julio de 2010 - el elevado precio de los commodities fue el principal factor que sustentó la trayectoria positiva de los saldos comerciales de ese país.

La vertiente estructural de la vulnerabilidad externa de Brasil, se manifiesta claramente en la composición de sus exportaciones.

A partir de enero de 2010, el saldo de las exportaciones brasileñas de manufacturados muestra una trayectoria crecientemente negativa, compensada, desde el punto de vista agregado, por los saldos en aumento de las ventas externas de productos básicos (y positivos de las exportaciones de productos semi-manufacturados).

Como consecuencia de la crisis, entre los productos industriales, la única categoría que no ha perdido espacio en la pauta de las exportaciones, fue la de baja intensidad tecnológica, lo cual correspondió a una reversión en la calidad de su participación en el total de las exportaciones, observada desde inicios del milenio. En las demás categorías, la menor reducción ocurrió para las exportaciones de productos de alta intensidad, lo que también se debe a una reversión en la pérdida continua de importancia de esos productos en el total. Mientras que las categorías de intensidad media (alta y baja) se redujeron en volumen, para 16% y para 18/% en comparación con el año anterior. En cuanto a la producción interna, los sectores de mayor intensidad tecnológica fueron aquellos que más sufrieron con la crisis económica internacional.

Ese desempeño de los productos manufacturados en el comercio exterior brasileño, llevó al gobierno a adoptar medidas específicas dirigidas a reducir la vulnerabilidad estructural externa, mediante el incentivo a las exportaciones en el marco del recientemente divulgado programa de fortalecimiento de la producción industrial.

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Entre las medidas previstas, se encuentran la desoneración tributaria y la creación de un fondo de garantía especial para exportaciones de bienes industrializados. Estas medidas constituyen un primer paso necesario para el enfrentamiento de los problemas de vulnerabilidad cambiaria y competitiva de la estructura productiva brasileña.

La reducción de la vulnerabilidad coyuntural externa en la actual crisis sistémica internacional, requiere cada vez más acciones de carácter preventivo de parte de los gobiernos. A ello responde que la crisis sistémica global ha sido el tema debatido en las últimas reuniones de la UNASUR, desde la reunión presidencial, celebrada en Lima, Perú, el 28 de julio. Como resultado de dicha reunión, fue creado el Consejo Suramericano de Economía y Finanzas.

Asimismo, el pasado 24 de agosto (2011), los cancilleres de los doce países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), adoptaron un acuerdo para enfrentar los efectos de la crisis sistémica global. Dicho acuerdo comprende la implementación de tres mecanismos regionales: la creación de un fondo regional de reservas que los países miembros puedan utilizar cuando tuvieran problemas de su balanza de pagos; la creación del Banco del Sur, para financiar obras de infraestructura y desarrollo en la región, así como el aumento del intercambio comercial en moneda local que hoy alcanza 120 mil millones de USD y la disminución de las transacciones realizadas en dólares estadounidenses.

La actual arquitectura monetaria y financiera, requiere la imposición de restricciones sobre los flujos internacionales de capitales para reducir su inestabilidad – asociada a la tenencia de reservas en la moneda fuerte – a partir de la generación de superávits ininterrumpidos en cuenta corriente de la balanza de pagos por los países en desarrollo.

De este modo, la inserción de esos países en la economía mundial, exige la ejecución de políticas económicas dirigidas al fortalecimiento de las cuentas externas y a la reducción de la dependencia de los flujos internacionales de capitales. Por tanto, se hace imprescindible la creación de fuentes de financiamiento, especialmente, de largo plazo, para fomentar las inversiones productivas en infraestructura y en innovación tecnológica.

CONCLUSIONES

La expansión económica, comercial y política en el exterior de Brasil, así como sus políticas de integración regional, son objetivos geopolíticos prioritarios de la política exterior de ese país, dirigidos para su inserción proactiva en la economía internacional, de lo cual no puede prescindir para cumplir con los compromisos asumidos en el marco de su política de desarrollo económico y social.

Si bien dicha expansión, mantendrá su carácter estratégico; el ritmo de su implementación, puede sufrir afectaciones en la medida en que el impacto imprevisible de futuras recesiones y desaceleraciones económicas, producto de la crisis sistémica global del capitalismo, aumenten la vulnerabilidad externa del gigante latinoamericano.

La necesidad de paliar los efectos de dichas crisis para proteger su economía nacional, le impone al gobierno brasileño la tarea permanente de adoptar políticas

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para reducir la vulnerabilidad interna y externa de ese país. Ello conlleva a la generación y redistribución de recursos de parte del estado brasileño que, de no existir el alto grado de globalización del sistema capitalista, por un lado, y la condición periférica de Brasil en la división internacional del trabajo, por el otro, el gigante latinoamericano podría destinar para su desarrollo económico-social y para su inserción más intensa en la economía internacional.

Si bien la expansión económico-comercial brasileña, puede producir impactos coyunturales positivos para Brasil y la región, no es probable que la misma pueda producir significativos cambios estructurales en la división internacional del trabajo a mediano plazo, debido a la circunstancia de que la neutralización de los efectos de la crisis sistémica del capitalismo, absorbe un considerable volumen de recursos.

No obstante a las políticas neo-desarrollistas, aplicadas a partir del primer mandato del gobierno Lula - frente al modelo puramente neoliberal en vigor hasta entonces – éstas no resultan ser lo suficientemente efectivas para proteger la economía brasileña de los choques externos del actual orden mundial, caracterizado por una creciente desregulación forzada por los países centrales.

Es por ello que una “desconexión” de Brasil, en el contexto de “centro-periferia” – sea de forma individual o en bloque regional – no es posible en el actual “orden” mundial, sujeto a crisis económicas cada vez más profundas y generales, que continúa consolidando el patrón pasivo de inserción externa para los países de la periferia y refuerza el carácter distorsionado de sus economías, a la vez que reproduce, las relaciones “centro-periferia” entre los países subdesarrollados.

La necesidad de paliar los efectos de la crisis sistémica global, a menudo obliga a Brasil, a adoptar medidas a corto plazo, para reducir su vulnerabilidad coyuntural externa – lo cual puede atrasar la reducción de su vulnerabilidad estructural, en un horizonte temporal de a largo plazo.

Bibliografia consultada:

IPEA: Carta de Conjuntura. IPEA, Junho 2011.

UNCTAD: Informe de la UNCTAD “Comércio e Desenvolvimento 2011 – A Economia Mundial em Face dos Desafios do Pós-Crise". Publicado el 2 de septiembre de 2011.

Celso L. Martone; Simao D. Silber; Maria Helena Zockun: Políticas para reduzir a vulnerabillidade externa do Brasil. FIESP, Sao Paulo, 2004.

Marcelo Dias Carcanholo: Inserção externa e vulnerabilidade da Economia brasileira no governo Lula – IV Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos del 9-11 de septiembre de 2010

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Reinaldo Gonçalves; Marcelo Dias Carcanholo; Luiz Filgueiras; Eduardo Costa Pinto; Vulnerabilidad estructural externa en América Latina. Texto originalmente preparado para la reunión de Grupo de Trabajo CLACSO “Sectores Dominantes en América Latina”, 2 y 3 de abril de 2008.

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11 

Fábio Tadeu Araújo; Christian Luiz da Silva: A vulnerabilidade externa da economia brasileira: um estudo sob o enfoque das questões tecnológicas, produtivas e comerciais. Revista da FAE, Rev. FAE, Curitiba, v.7, n.1, p.35-50, jan./jun. 2004.

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Daniel Lima, Kelly Oliveira e Pedro Peduzzi: “Mantega diz que elevação da meta de superávit primário é resposta à crise e que medida não tem relação com a Selic”., Repórter de la Agência Brasil.Agencia Brasil, 29-08-2011.

André M. Biancareli: Perspectivas da economia brasileira: notas sobre o setor externo. IV Encontro Internacional da Associação Keynesiana Brasileira (AKB): De 3 a 5 de agosto de 2011, Rio de Janeiro/RJ

CEPAL, mayo 2011: UNASUR: un espacio de desarrollo y cooperación por construir.

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BBVA Research: Análisis Económico-Tercer trimestre de 2011. Situación Brasil

José Luís Oreiro, Luiz Fernando de Paula: Crescimento Econômico e Superávit Primário. Jornal Económico, 24/05/2004, p. A-10

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