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Población y territorio

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Academic year: 2022

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Población y territorio

España tras la crisis de 2008

Granada, 2020

Juan-David Sempere-Souvannavong Carlos Cortés Samper Ernesto Cutillas Orgilés José Ramón Valero Escandell

(editores)

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Diseño de la colección y cubierta:

Virginia Vílchez Lomas

© Los autores

© Editorial Comares, S.L.

Polígono Juncaril C/ Baza, parcela 208 18220 Albolote (Granada)

Tlf.: 958 465 382

www.comares.com • E-mail: libreriacomares@comares.com

facebook.com/Comares • twitter.com/comareseditor • instagram.com/editorialcomares ISBN: 978-84-9045-911-9 • Depósito legal: Gr. 365/2020

Fotocomposición, impresión y encuadernación: comares Colección

Salam

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Directora

María José Cano Pérez (IPAZ – Universidad de Granada) Comité científico

María Jesús Viguera (Universidad Complutense de Madrid) Raanan Rein (Universidad de Tel Aviv)

Hamurabi Noufouri (Universidad de Buenos Aires – UNTRF de Buenos Aires) Beatriz Molina Rueda (IPAZ – Universidad de Granada)

Inés Gómez González (IPAZ – Universidad de Granada)

con el patrocinio:

con la colaboración:

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Sumario

PRESENTACIÓN

Respuestas geodemográficas a los cambios del modelo socioeconómico. Visión de conjunto

Juan-David Sempere-Souvannavong, Carolina Montoro Gurich, Juan Manuel Parreño-Castellano y Carolina del Valle Ramos . . . 1

TERRITORIO Y POBLACIÓN

Territorio y población: permanencias y cambios recientes en las dinámicas pobla- cionales

Pablo Pumares Fernández . . . 13

¿Hacia unas ciudades segregadas según la edad? Geografía dinámica del envejeci- miento y rejuvenecimiento en las grandes metrópolis españolas

Fernando Gil-Alonso, Jenniffer Thiers-Quintana, Jordi Bayona-i- Carrasco e Isabel Pujadas-Rúbies . . . 29 Análisis de la diversidad de la inseguridad residencial: España y los países medite- rráneos en el contexto de los regímenes residenciales europeos

Julián López-Colás, Alda Botelho de Azevedo y Juan A. Módenes . . . 47 Contrastes en la dinámica demográfica andaluza a comienzos del siglo xxi

José Antonio Nieto Calmaestra y Alberto Capote Lama . . . 65 Primeras actuaciones contra el proceso de despoblamiento en Castilla-La Mancha:

la Inversión Territorial Integrada (ITI)

Ángel Raúl Ruiz Pulpón . . . 87 El impacto de la actividad turística en la composición poblacional de un entorno urbano, el caso de Barcelona (2010-2016)

Joan Sales-Favà . . . 103

MORTALIDAD Y ENVEJECIMIENTO Envejecimiento demográfico y cambios sociales en España

Julio Pérez Díaz y Antonio Abellán García . . . 123

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VI población y territorio. españa tras la crisis de 2008 Envejecimiento y vivienda: nuevas situaciones, nuevas demandas

Ramón Díaz Hernández y Jordi Boldú Hernández . . . 157 El envejecimiento de los barrios urbanos en España: una propuesta de medición

Juan José Pons Izquierdo y Carolina Montoro Gurich . . . 175 Contextos residenciales, envejecimiento activo y calidad de vida. Un análisis a microescala en España

Fermina Rojo-Pérez, Gloria Fernández-Mayoralas, Vicente Rodríguez- Rodríguez, Raúl Lardiés-Bosque, María-Eugenia Prieto-Flores, Lorena P. Gallardo-Peralta, M.ª Ángeles Molina-Martínez, Carmen Rodríguez- Blázquez, Maria João Forjaz y Rocío Schettini. . . 191 Envejecimiento demográfico y hogares unipersonales en la ciudad de Sevilla: la conformación de barrios vulnerables

Carolina del Valle Ramos y Pilar Almoguera Sallent . . . 209

MOVILIDADES EN UN MUNDO GLOBALIZADO Cambios y continuidades en las migraciones internas en España

Joaquín Recaño Valverde . . . 229 Regionalización del stock de migrantes internacionales en 2015: distancia y conec- tividad

Severino Escolano Utrilla, Pedro Reques Velasco y José Antonio Salva- dor Oliván . . . 267 Migraciones interregionales y nivel educativo en España. Un análisis a partir de los datos censales de 1981, 1991, 2001 y 2011

Miguel González-Leonardo . . . 281 Asylum seekers into southern European countries (Greece, Italy, Spain) over the last decade: a first comparative approach

Byron Kotzamanis, Maria Carella, Marie-Noelle Duquenne y Vassilis Pappas . . . 299 Gentrificación y cambios sociodemográficos en los barrios de Barcelona y Madrid:

una mirada a través de los flujos migratorios y residenciales

Antonio López-Gay y Andrea Andújar Llosa . . . 313

JÓVENES DE LARGA DURACIÓN Vulnerabilidad de los jóvenes españoles en tiempos de incertidumbre

Josefina Domínguez-Mujica . . . 335 Proceso migratorio, concentración residencial y rendimiento escolar entre los jóvenes en Cataluña

Jordi Bayona-I-Carrasco y Andreu Domingo Valls . . . 363 Capital humano e inserción en el mercado laboral de los jóvenes españoles retornados Beatriz González-Martín y Pablo Pumares Fernández . . . 379 La movilidad de los jóvenes españoles ante la crisis. Características y diferencias entre los espacios geográficos insular y peninsular: Canarias y Comunidad Valenciana

Raquel Guerra Talavera . . . 393

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VII sumario

CONTENIDOS DEL CD

Territorialización de la movilidad por estudios en Catalunya: explotación de los microdatos de los registros administrativos de la Generalitat de Catalunya

Joan Alberich González . . . 411 Concentración territorial, migraciones internas y movilidad residencial de la población inmigrante en España

Jordi Bayona-i-Carrasco . . . 429 El empresariado transnacional español en Argelia. Determinantes y estrategias de movilidad ante la crisis

María Jesús Cabezón-Fernández . . . 446 Populations migrantes et santé : inégalités d’accès à l’offre de soins en Italie

Maria Carella, Gil Bellis et Aldo Rosano . . . 460 Una propuesta metodológica para impulsar la participación de la ciudadanía en la búsqueda de soluciones al fenómeno de la regresión demográfica: el caso de las localidades de interior de la provincia de alicante

Liberto Carratalá Puertas y Danny Piciucchi . . . 476 Exclusión social y juventud rural en la investigación española (2000-2017)

Jaime Escribano Pizarro, Xavier Amat Montesinos y Néstor Vercher Savall . . . 489 Evolución de la población y modelo de poblamiento en la aglomeración urbana de Murcia

Rubén Giménez García, Ramón García Marín y José María Serrano Mar- tínez . . . 504 Aragón frente a la despoblación: Iniciativas escalares y su efecto en el territorio

Raúl Lardiés Bosque, Ángel Pueyo Campos, M.ª Luz Hernández Navarro y Luisa María Frutos Mejías . . . 522 Perfil demográfico de Galicia: Condicionantes de la evolución de la población de los municipios gallegos

Alejandro López González y Xosé Constenla Vega . . . 542 Las migraciones en la era de la sobreinformación. Fuentes para su estudio en España Dolores López Hernández . . . 558 Ser joven y vivir solo en los centros urbanos de Madrid y Barcelona

Cristina López Villanueva e Isabel Pujadas Rúbies . . . 577 La movilidad residencial en el municipio de Madrid (2006-2016)

Mario Mampaso Torremocha . . . 596 La movilidad transnacional como estrategia de apoyo: vidas vinculadas de los europeos del este en España

Silvia Marcu . . . 614 Los diagnósticos territoriales participativos como herramienta para planificar políticas activas de empleo y formación en la Comunidad Valenciana: el caso del Vinalopó

Antonio Martínez Puche y Daniel Sanchiz Castaño . . . 627

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población y territorio. españa tras la crisis de 2008 VIII

Una mirada a la despoblación de la Plana Utiel – Requena. Un retorno a viejos desafíos y dinámicas poblacionales

Jaime Martínez Ruiz . . . 644 El fraude del consumo de agua en la ciudad de Alicante. Análisis a partir de la caracterización socio-económica y demográfica (2005-2017)

Álvaro Francisco Morote Segudio y María Hernández Hernández . . . 655 Los efectos de la crisis económica en los desajustes educativo-laborales de la población inmigrante en Europa del Sur

Alberto del Rey, Mikolaj Stanek y Jesús García Gómez . . . 671 Características urbanas y demográficas de un barrio periférico de la zona norte de Alicante. El caso de Virgen del Remedio

Alejandro Sainz-Pardo Trujillo . . . 688 Análisis demográfico de las desigualdades socioeconómicas de salud en Cataluña en el contexto de la última crisis económica

Jeroen Spijker y Pilar Zueras . . . 706 Nuevas dinámicas de la diáspora rumana desde el inicio de la crisis observadas a través de Facebook

Adriana Suiu . . . 726

¿Cómo ha modificado la coyuntura económica las migraciones internas y exte- riores de los inmigrantes extranjeros? Un análisis según origen continental en las grandes áreas metropolitanas españolas

Jenniffer Thiers-Quintana, Fernando Gil-Alonso e Isabel Pujadas-Rúbies . 740 La redistribución de la población en la provincia de Valladolid: entre el despobla- miento y la leve revitalización demográfica (2001-2015)

María Jesús Vidal Domínguez y Julio Fernández Portela . . . 762 La investiación española en geodemografia Algunas cuestiones a propósito de la solicitud de proyectos y contratos al plan estatal de I+D

Rubén C. Lois González. . . 779 Metodologías cualitativas: la entrevista en profundidad para la investigación en geografía de la población

José Ramón Valero Escandell . . . 792

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Territorio y población:

permanencias y cambios recientes en las dinámicas poblacionales

Pablo Pumares Fernández

Centro de Estudios de las Migraciones y las Relaciones Interculturales (CEMyRI, Universidad de Almería)

A finales de los años noventa España afrontaba una serie de retos geodemo- gráficos en los que la estructura de la población y su distribución en el territo- rio jugaban un papel esencial, fruto de tendencias de largo recorrido, algunas de las cuales parecían marcar una tendencia al estancamiento por agotamiento de los procesos: crecimiento demográfico exiguo y vaciado de la España interior.

El cambio más extraordinario de aquellos años había sido el fuerte y prolongado hundimiento de la fecundidad que llevó al país a situarse a mediados los noventa, con un índice coyuntural por debajo de 1,2 hijos por mujer, entre los más bajos del mundo, que encogía progresivamente el tamaño de las nuevas cohortes y daba lugar a un desequilibrio demográfico característico, por la gran diferencia de tamaño entre dichas cohortes y las del baby boom que las precedieron. En esos años, esta caída tocaba fondo, pero la recuperación era mínima y se adivinaba lenta. Directamente relacionado con ello, y potenciado por la continua ganancia en esperanza de vida, el envejecimiento de la población avanzaba con paso firme.

De igual manera, el saldo vegetativo se ralentizaba y amenazaba con invertirse (0,016% en 1998).

Desde el punto de vista territorial, la mayor novedad es el proceso de des- centralización, sostenido en la difusión desde las áreas más dinámicas hacia los municipios aledaños. Desde la costa mediterránea hacia el prelitoral y desde las grandes ciudades, que habían protagonizado el crecimiento en los años cincuenta y sesenta, y que ahora se estancan o pierden población en beneficio de sus peri- ferias inmediatas, cada vez más distantes (Pujadas & Bayona, 2017). En cambio, salvo algunas excepciones significativas, se mantiene la tendencia al vaciamiento del interior, que se manifiesta en que una gran mayoría de los municipios pierden población. Pero se produce a un ritmo mucho más pausado y que ya no se debe principalmente a la emigración (por escasez de población susceptible de irse), sino al crecimiento natural negativo fruto de la huella del éxodo rural en forma de una

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estructura de población fuertemente envejecida (Reques, 2017). La inmigración procedente del exterior empieza a ser significativa y será clave para alcanzar los cuarenta millones de habitantes en 1999, que pocos años antes parecían inaccesi- bles. Sin embargo, su efecto es todavía modesto y se dirige sobre todo a las áreas más dinámicas.

Es decir, frente a la virulencia de los cambios territoriales de los años sesenta y setenta, la sensación a finales de siglo xx es que los procesos territoriales suceden a un ritmo más lento, más gradual, pero que tenía visos de continuidad en el medio plazo, y que situaría a España en la entrada en la fase de reequilibrio de la transi- ción territorial (García & Otero, 2012; Reques, 2017).

Desde entonces España ha vivido de manera consecutiva dos períodos radi- calmente opuestos desde el punto de vista económico. Uno de fuerte crecimiento económico que se prolonga desde 1995 a 2007 y que va a provocar una fuerte alte- ración de los biorritmos geodemográficos, derivados especialmente del extraordi- nario crecimiento de la inmigración internacional. Otro, de 2008 a 2014, marcado por una crisis económica profunda, que disparó las tasas de paro y que afectó particularmente al sector de la construcción. Finalmente, en los últimos años asis- timos a un repunte del crecimiento económico y de la creación de empleo, si bien aún lejos de los niveles de 2007.

La hipótesis general de este trabajo es que el diferente comportamiento eco- nómico de estos períodos ha tenido una repercusión directa sobre la demografía española y sus pautas territoriales, derivada tanto de la propia marcha de la eco- nomía en general, como de su diferente incidencia territorial y sectorial. De este modo, el objetivo principal es analizar de qué manera y hasta qué punto estos períodos han traído cambios en las dinámicas poblacionales o ha contribuido a profundizar tendencias preexistentes, y hasta qué punto la salida de la crisis per- mite aventurar un regreso a las pautas de principios de siglo xx. El texto se orga- nizará en torno a los tres períodos señalados, con especial incidencia en los dos últimos. Las fuentes estadísticas utilizadas son el Padrón Continuo, la Estadística de Migraciones y la Estadística de variaciones residenciales del Instituto Nacional de Estadística.

1. El período del boom económico (2001-2007)

La prolongación del crecimiento económico de la segunda mitad de los noventa a lo largo de los primeros años del siglo xxi tuvo como consecuencia un inespe- rado, por su volumen, aumento de la inmigración procedente del exterior. El pro- gresivo crecimiento que se venía observando desde mediados de los años ochenta, con una limitada capacidad para afectar la dinámica demográfica española, se dispara con el cambio de siglo de una manera impredecible pocos años antes debido a la conjunción de una diversidad de factores. De un lado, la oportunidad

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que brindaron los grandes procesos de regularización que se sucedieron en 2000, 2001 y 2005, junto con la coincidencia de varias crisis en Latinoamérica (Ecuador, Colombia, Argentina) y un cierto favoritismo por parte del Gobierno por la inmi- gración procedente de estos países (Izquierdo et al., 2002) o el levantamiento de la necesidad de visado a rumanos y búlgaros para circular por la UE, que estimu- laron y diversificaron la inmigración hacia España. De otro, la dinámica positiva de este largo ciclo económico y a la consabida estructura del mercado de trabajo español, siempre ávida de trabajo barato en tiempos de bonanza, que facilitaba la inserción laboral de quienes llegaban. Inmigración y economía se retroalimenta- ron durante varios años generando una espiral de crecimiento de ambas hasta el estallido de la crisis (Caixa Catalunya, 2006).

La irrupción de la inmigración en esta magnitud (5,5 millones de saldo neto en 9 años) alteró varias de las constantes vitales de la población española y pasó a convertirse en el principal factor de dinamismo demográfico. La consecuencia más inmediata fue la revitalización del crecimiento demográfico (por encima del 1,5% anual) impulsado por la inyección directa de población que supuso, y que permite que se entre en 2007 con más de 45 millones de habitantes (v. Gráfico 1). Al mismo tiempo la natalidad se recupera, en parte porque la fecundidad había tocado suelo y la bonanza económica establece unas condiciones propi- cias para tener más niños. Pero también por la influencia de la inmigración, tanto directa, por la fecundidad algo mayor de las extranjeras, como indirecta, debido al predominio de adultos jóvenes, en las edades de mayor fertilidad.

De este modo, con el empujón adicional de la introducción del cheque bebé1, la fecundidad alcanza un máximo en 2008 de 1,44 hijos por mujer (1,36, para las madres españolas), lo que supone un 0,31 más que en 1998, y la natalidad se sitúa en 11,28 nacimientos por mil habitantes frente al 9,06 de 1998. Finalmente, el impacto es tan grande que se detiene el que parecía inexorable proceso de envejecimiento y durante unos años (2003-2008) llega a caer cuatro puntos. La tasa de dependencia de la población mayor detiene su impetuoso avance en esos años, cayendo ligeramente, y asistimos a un inesperado rejuvenecimiento de la estructura demográfica española.

1 Ley 35/2007, de 15 de noviembre, por la que se establece la deducción por nacimiento o adop- ción en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y la prestación económica de pago único de la Seguridad Social por nacimiento o adopción, que entró en vigor el 1 de julio de 2007 y se prolongó hasta diciembre de 2010 y contemplaba la prestación económica no contributiva de 2500 € por cada hijo nacido o adoptado en territorio español.

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Gráfico 1. Evolución del crecimiento anual de la población en España0

Fuentes: Padrón, Estadística de Nacimiento y Estadística de Defunciones (INE).

Elaboración: Pablo Pumares.

Es decir, se entra en una etapa de crecimiento acelerado, alimentado sobre todo por la inmigración, que afecta de manera decisiva a todas las variables demográfi- cas y que invierte algunas de las tendencias de la etapa precedente. Pero, además, como no podía ser de otra manera, la nueva etapa tiene una impronta territorial que también se refleja en las dinámicas observadas con anterioridad. La inmigra- ción ahora trasvasa las áreas de acogida tradicionales y se extiende por gran parte del territorio (v. Mapa 1) con saldos netos superiores al 10% en la mayoría de los municipios del sur peninsular, litoral mediterráneo, valle del Ebro, las islas y parte oriental de la cornisa cantábrica. Un efecto directo es el rejuvenecimiento de la estructura de la población que se extiende a 4.735 municipios, en buena medida coincidentes con los de mayor balance migratorio.

pablo pumares fernández

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territorio y población: permanencias y cambios recientes 17 Mapa 1. Tasa de inmigración neta (2001-07).

Fuente: Padrón y Movimiento Natural de la Población (INE). Elaboración: Arlinda García Coll.

El impacto es tan fuerte que, como señalan diversos autores (Collantes et al., 2010, 2014; Roquer & Blay, 2017), da lugar a que una parte importante de las áreas rurales españolas experimenten un cambio en el signo de su evolución demográ- fica, hasta el punto de plantearse (Bayona & Gil-Alonso, 2013) si la inmigración podría ser la solución al despoblamiento de las áreas rurales. Al llegar a tanta diversidad de territorios García & Otero (2013) plantean el papel decisivo que la inmigración extranjera ha tenido a la hora de consolidar una fase inédita de equi- librio territorial entre hábitats urbanos periféricos y rurales. Sin embargo, como estos mismos autores reconocen, a pesar del incremento generalizado del número de inmigrantes en casi todo el territorio, solo parcialmente se consigue compensar los saldos vegetativos negativos que se venían arrastrando: 4.024 municipios, casi la mitad, incrementan su población, 2.193 de ellos a pesar de tener un crecimiento natural negativo (v. Mapa 2 y Tabla 1). La otra mitad sigue observando pérdida poblacional. El resultado es una España dual donde, mientras la mitad del territo- rio sigue sujeto al declive poblacional, las áreas más dinámicas, capaces de atraer inmigrantes, multiplican su ritmo de crecimiento, superior al 2% anual en muchos municipios. Estos se localizan principalmente en el centro peninsular, en torno a la Comunidad de Madrid, la provincia de Toledo y los municipios adyacentes de las provincias de Guadalajara, Ciudad Real y Segovia (que revelan una expansión del área de influencia de Madrid, mucho más allá de la corona metropolitana y la propia provincia); en la mayor parte de las provincias del litoral meridional y

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levantino, en los valles del Guadalquivir y del Ebro, el País Vasco, el Pirineo y las islas Canarias y Baleares. La mayoría de las grandes ciudades también experimen- tan un cambio de signo positivo, revitalizadas gracias a la inyección de inmigra- ción exterior. Sevilla, Granada o Santander, que pierden población, son algunas de las pocas excepciones. De la misma manera, una gran parte de los municipios del interior y noroccidentales siguen sujetos al declive poblacional, aunque a un ritmo más moderado.

Mapa 2. Tasa de crecimiento medio anual de la población por municipio (2001-07).

Fuente: Padrón (INE). Elaboración: Arlinda García Coll.

Tabla 1. Municipios según dinámica demográfica por período analizado.

2001-2007 2008-2014 2015-2016 2001-2007 2008-2014 2015-2016

Crecen 4.024 2.391 1.945 49,6 29,5 24,0

Con crec natural positivo 1.831 1.499 1.076 22,6 18,5 13,3

Con crec natural negativo 2.193 892 869 27,1 11,0 10,7

Decrecen 4.019 5.651 5.965 49,6 69,7 73,6

Con crec natural positivo 86 521 714 1,1 6,4 8,8

Con crec natural negativo 3.933 5.130 5.251 48,5 63,3 64,8

Estancados 63 64 196 0,8 0,8 2,4

Total con datos 8.106 8.106 8.106 100 100 100

Sin datos 18 18 18 18 18 18

Número total de municipios %

Fuente: Padrón (INE). Elaboración: Pablo Pumares.

pablo pumares fernández

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territorio y población: permanencias y cambios recientes 19

2. La crisis (2008-2014)

La dinámica de crecimiento económico se empieza a resentir en torno a 2007- 2008, pero podemos decir que el impacto sobre los hogares llega principalmente a partir de 2009, cuando se produce el desplome del empleo (pérdida neta de 1.363.000 ocupados en 2009, más otros 1.585.000 en los cuatro años siguientes, según la Encuesta de Población Activa, EPA), principalmente en el sector de la construcción (González-Martín et al., 2010). Y, en parte por el distinto peso regio- nal del sector inmobiliario, el impacto de la crisis es también desigual desde el punto de vista territorial. Cuando Méndez et al. (2015) cartografían el grado de vulnerabilidad a la crisis sitúan todas las provincias del litoral mediterráneo (salvo Granada) y las provincias aledañas a la de Madrid entre las de mayor grado de vul- nerabilidad. En el lado contrario se sitúan la mayoría de las provincias más occi- dentales. Prácticamente a la inversa de lo que había sido la dinámica del período precedente. Si, en este, la economía parece haber marcado la dinámica demográ- fica, la pregunta que nos hacemos es si habrá ocurrido de nuevo, pero esta vez en sentido opuesto, si se van a invertir todos estos cambios que se han producido, si se va a dar marcha atrás.

Efectivamente, esto es lo que se observa si analizamos las principales variables de manera global. Las migraciones vuelven a ser las que más claramente reaccio- nan a la coyuntura económica. Bien es verdad que con un cierto retraso, porque en 2008 todavía el saldo es claramente negativo, a pesar de que el paro entre los extranjeros había empezado a aumentar con anterioridad. Sin embargo, en 2009 la inmigración procedente del extranjero cae drásticamente y se mantiene por debajo de las 400.000 llegadas todos los años de la crisis, llegando a bajar a las 300.000 en los años más duros, 2012-2014 (v. gráfico 2). Del mismo modo, se observa un aumento de la emigración, más difícil de cuantificar de por sí, al no verse obligados a darse de baja los que salen del país, a lo que se une la coinciden- cia esos años con la depuración del Padrón de los extranjeros comunitarios que baja sus cifras sin que necesariamente se pueda atribuir en su totalidad a salidas producidas durante la crisis. Con todo, la emigración (tanto de españoles como de extranjeros) aumenta, pero no adquiere ni mucho menos las dimensiones exhibi- das por la inmigración en los años previos. Es decir, la mayor parte de la población inmigrante permanece en España, reflejo de un proyecto migratorio a largo plazo.

A pesar de ello, los saldos se vuelven negativos hasta 2015 y aquel impulso demo- gráfico que había dado la inmigración se retrotrae y desvanece con la crisis.

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Gráfico 2. Evolución de los flujos migratorios en España (2008-17).

Fuente: Estadística de Migraciones (INE). Elaboración: Pablo Pumares.

Las migraciones internas, por su parte, reflejan una tendencia progresiva al descenso a lo largo de la crisis, principalmente debida a la reducción de las migra- ciones internas de extranjeros, que habían tenido un peso destacado en la etapa precedente, al ser en general más móviles que los españoles (Gil-Alonso et al., 2015; Recaño, 2016). Este descenso, en volumen e intensidad, guarda relación con el descenso de población, en particular extranjera, derivada del incremento de la emigración exterior, que además afecta en mayor medida a las edades más jóvenes, las más propensas a la migración. Pero posiblemente también, porque en una situación generalizada de crisis profunda en España, no se percibían grandes oportunidades en ningún territorio español y parecía más seguro, como respuesta a la crisis, emigrar al extranjero o aguantar en el lugar de residencia.

Del mismo modo se observa una caída de la fecundidad tanto en extranjeras como en españolas que rompen con el repunte que se venía produciendo desde 1998. En parte favorecida por un saldo migratorio negativo que incide especial- mente en los adultos jóvenes, pero sobre todo como medida de ajuste a la situa- ción de crisis y, además, porque aumenta el envejecimiento. Como demuestran Sabater & Graham (2018), el aumento del desempleo y la emigración producidos durante la crisis fueron clave en esta reducción de la fecundidad en España. Con menos entradas de población joven y de población infantil, el envejecimiento retoma su rumbo ascendente. Como consecuencia inexorable de estos procesos, el crecimiento de la población desciende hasta acabar en valores negativos entre 2012 y 2015.

Este cambio de tendencia tiene lógicamente su efecto desde el punto de vista de la distribución de la población, aunque quizá no tan lineal como podría esperarse.

pablo pumares fernández

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Indudablemente, entrar en un contexto de caída de la población después de otro de fuerte crecimiento, tiene una primera consecuencia lógica en la drástica reduc- ción del número de municipios que siguen ganando población, que ahora se queda en 2.391 (menos del 30%), mientras el decrecimiento se instala en gran parte del territorio (5.651 municipios), números que prácticamente se corresponden con los municipios que reducen su envejecimiento y con los que lo aumentan, respec- tivamente (v. Mapa 3). Se podía pensar que serían los espacios más afectados por la crisis los que más población han perdido y viceversa, pero esto no es del todo así. Por ejemplo, es verdad que muchos municipios de las provincias mediterrá- neas reducen su población después de haber tenido una dinámica muy positiva los años anteriores, en particular en la Comunidad Valenciana. Pero también sigue habiendo bastantes municipios que todavía crecen, incluso por encima del 1%. El turismo en el litoral y las islas sigue siendo una actividad interesante que a veces es la que mantiene el dinamismo y la atracción, pero probablemente se refleje una cierta diferencia entre áreas más volcadas hacia un turismo inmobiliario, que decaen, y áreas con otro tipo de turismo, que sobreviven mejor. Entre las otras áreas que mantienen el crecimiento, básicamente País Vasco y centro-norte de Navarra, por un lado, y valle del Guadalquivir por otro, sí se da que tenían menos peso del sector inmobiliario en su economía. Finalmente, encontramos que casi todo el centro y el oeste peninsular (a pesar de ser, en teoría, menos vulnerables a la crisis) sigue perdiendo población incluso a un ritmo superior.

Mapa 3. Tasa de crecimiento medio anual de la población por municipio (2008-14).

Fuente: Padrón (INE). Elaboración: Arlinda García Coll.

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En cuanto al tamaño, se observa que, en las grandes áreas metropolitanas, las ciudades principales vuelven a perder población, mientras que sus coronas metro- politanas amplias siguen creciendo. Sin embargo, las partes más lejanas de sus áreas de influencia, ahora decrecen. Dentro de la dinámica negativa, los munici- pios pequeños pierden peso en el conjunto de la población. Se podría esperar que las grandes ciudades, más diversificadas y con una estructura ocupacional más avanzada resistieran mejor a la crisis, pero como señalan Méndez et al. (2015) las medidas de austeridad introducidas en 2011 extendieron el impacto también a estos sectores y, en consecuencia, a las grandes ciudades. Por otro lado, el incre- mento de la turistificación y la vigorosa entrada de AirBNB en ciudades como Madrid y Barcelona, con el consiguiente encarecimiento de la vivienda e inseguri- dad residencial (Módenes, 2019), tampoco han ayudado.

Mapa 4. Tasa de inmigración neta (2008-14).

Fuente: Padrón y Movimiento Natural de la Población (INE). Elaboración: Arlinda García Coll.

Si analizamos los componentes de ese crecimiento, se observan situaciones diversas. Las tasas de migración neta positiva desaparecen de gran parte del terri- torio (v. Mapa 4) y resulta particularmente brusco el cambio en gran parte de la mitad oriental de la Península. Hay municipios que adquieren unos saldos migra- torios negativos en amplias zonas del interior, en las grandes ciudades y también en muchas áreas del litoral, donde los flujos van ahora en sentido contrario. Sin embargo, en algunas zonas de interior occidental los flujos migratorios todavía se mantienen en sentido positivo, aunque muchas veces no sean suficientes para pablo pumares fernández

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frenar el decrecimiento. Roquer & Blay (2017) atribuyen esto a que, a veces, estos espacios actúan como refugio, al conformar nichos de oportunidad derivado de los bajos salarios, de los huecos producidos por la emigración (bajos salarios y preferencia de modo de vida urbano) y defunciones de españoles, y del bajo coste de vida. Y al mismo tiempo revelan un proyecto migratorio a largo plazo de la población inmigrante que utiliza estos nichos para hacerse resistente en estos municipios. Así lo atestigua el crecimiento de la población nacida en el extran- jero que sigue siendo positivo en muchas áreas del interior, especialmente oeste peninsular y meseta norte a diferencia de lo que ocurre en las provincias del litoral mediterráneo y meseta sur.

3. La salida de la crisis (2015-2017)

Desde 2014 tanto el PIB como el empleo retoman una senda ascendente, pero se parte de unos niveles tan bajos, que es difícil hablar de salida de la crisis, al menos hasta el año siguiente, ya que hasta finales de 2016 no se recuperan las cifras de PIB de finales de 2008 a precios de mercado (INE, Indicadores econó- micos y financieros) y las de empleo todavía, once años después, están más de 1,2 millones de ocupados por debajo de las registradas para el tercer trimestre de 2007 (INE, EPA). En consecuencia, debemos tomar esta nueva fase de solo tres años con prudencia. Podemos esperar que se revitalicen las dinámicas del período pre- crisis, pero tampoco sería de extrañar encontrar inercias o cambios que marquen la nueva etapa.

De hecho, desde el punto de vista demográfico no es hasta 2016 cuando tími- damente vuelve a incrementarse la población del país y los saldos migratorios se tornan positivos (v. Gráficos 1 y 2). De modo que las migraciones responden con relativa rapidez al cambio de ciclo, pero en este caso no se ven acompañadas por el crecimiento vegetativo que sigue siendo negativo, a pesar de un pequeño repunte de la fecundidad en 2016 que no tiene continuidad en 2017. El envejecimiento de la población, por su parte, no ve enturbiada su progresión en estos años, que afecta a cerca de dos tercios de los municipios.

Estos cambios se trasladan sobre el territorio a veces de manera sorpresiva. En particular, es llamativo que el crecimiento demográfico del país solo llega a un puñado de municipios (1.945, un 28%), menos que en la fase anterior (v. Mapa 5).

Se trata, por tanto, de un crecimiento mucho más concentrado y que además tiene unas pautas diferentes del periodo anterior a la crisis. Las principales beneficia- das son las grandes ciudades, que mayoritariamente (28 de 43) vuelven a crecer, sus coronas metropolitanas, que mantienen la dinámica positiva, algunos munici- pios litorales (más abundantes en Barcelona, Girona, Huelva o Almería) y algunas áreas de interior dispersas, entre las que quizá se puede destacar el eje Badajoz- Mérida-Cáceres, que crece en los tres períodos analizados. En el resto, en la mayor

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parte del mapa, se pierde población y de manera muy significativa en el centro y el noroeste, pero afectando también a espacios, como buena parte del valle del Gua- dalquivir habituados al crecimiento. El principal componente es el crecimiento natural negativo que afecta a 6.147 municipios. El saldo migratorio positivo sirve para invertir el signo del crecimiento en 869, pero lo sorprendente es que esta vez los saldos migratorios negativos están mucho más extendidos y llevan a perder población a otros 714. La población nacida en el extranjero no es ajena a esta ten- dencia. Aunque crece en bastantes municipios de la mitad norte, son más en los que decrece, en particular en la mitad sur peninsular y Comunidad Valenciana, incluso por encima del 10% en bastantes de ellos.

Mapa 5. Tasa de crecimiento medio anual de la población por municipio (2015-17).

Fuente: Padrón (INE). Elaboración: Arlinda García Coll.

Podemos concluir que la salida de la crisis empieza por las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona, que concentran buena parte del crecimiento demográfico, observan tasas de migración positivas e incrementan su población nacida en el extranjero. Por el contrario, el interior se despuebla a mayor velocidad aún que en la etapa precedente y la inmigración extranjera ya no resiste tanto en el medio rural.

Conclusiones

A lo largo del texto se ha podido observar que la evolución económica ha tenido una fuerte repercusión sobre las tendencias geodemográficas que han tenido lugar a lo largo del presente siglo. Sin duda alguna el principal vector ha sido la inmigra-

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ción procedente del extranjero. Su crecimiento vertiginoso en los primeros años del siglo (2000-2009) tuvo un impacto decisivo sobre el crecimiento demográfico del país, que afectó a gran parte del territorio nacional, si bien de manera desigual.

Por el contrario, a raíz de la crisis la inmigración decae y los saldos migratorios se tornan negativos, debido al aumento del retorno y la re-emigración a otros lugares de los inmigrantes, así como del incremento de la emigración de los autóctonos.

La recuperación de la economía ha devuelto los saldos positivos y todo apunta a que seguirán respondiendo a los ciclos económicos. La llegada de inmigrantes en un volumen tan importante, con su mayor movilidad, su mayor juventud y su mayor natalidad pasan a tener una influencia capital en las dinámicas poblacio- nales españolas: el crecimiento demográfico, el envejecimiento, la despoblación…

Parafraseando a Domingo para el caso catalán, España también se ha convertido, como la mayoría de sociedades post-transicionales, en un Sistema Complejo de Reproducción basado en la aportación migratoria (Domingo, 2016), es decir, las migraciones han llegado para quedarse como factor clave del dinamismo demo- gráfico. Otras variables, como la fecundidad, también se han mostrado sensibles a la economía, pero su variación es más modesta y no tan inmediata, sobre todo para recuperarse.

Sin embargo, desde el punto de vista territorial, el impacto de la economía es más complejo. El período expansivo tuvo como protagonistas a las áreas que lide- raban la creación del empleo, pero las desbordó y llegó a muchos municipios del interior, especialmente en la mitad oriental, que tradicionalmente perdían pobla- ción y que pasan a crecer apoyados en el aporte migratorio.

Con la crisis, muchos de estos territorios que habían liderado el crecimiento se vieron más afectados. En qué medida fue suficiente este hecho para invertir las tendencias demográficas de unos y otros territorios. Pero, a tenor de los datos, solo parcialmente se llegan a invertir las tendencias demográficas de unos y otros territorios. Efectivamente, se multiplica el número de municipios que entran en crecimiento negativo y amplias zonas en las provincias insulares y las del litoral mediterráneo modifican el signo de su crecimiento de un período a otro, pero también es cierto que otras muchas, particularmente las más pegadas a la costa (salvo quizá en la Comunidad Valenciana), han seguido creciendo. Por el contra- rio, la mayoría de las provincias noroccidentales continúan en decadencia demo- gráfica en el segundo período, a pesar de que retuvieron en mayor medida a la población inmigrante, que parece resistir mejor esta vez en la mitad occidental de la península, aunque sin fuerza para cambiar una dinámica dominantemente negativa. La salida de la crisis, por su parte, no nos devuelve el crecimiento gene- ralizado de la primera etapa, sino que por el contrario la mayor parte del territorio sigue perdiendo población. Probablemente, se deba en este caso a que estemos aún en un período de transición, en el que se mantienen inercias y las tendencias están por definir, pero que refleja que los efectos de la recuperación son limitados

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y se encuentran espacialmente muy concentrados, principalmente en torno a las grandes áreas metropolitanas.

Esto incide sobre uno de los problemas tradicionales de España: los grandes contrastes en la distribución de la población española, atípicos incluso dentro de la periferia europea (Duque, 2013) que dejan gran parte del territorio despo- blado. Si durante el boom se llegó a fantasear con la idea de que la inmigración pudiera revertir la tendencia al vaciamiento de los municipios rurales de interior, los años siguientes se encargaron de demostrar la dificultad del reto: casi 3.000 municipios que habían crecido en la primera etapa, luego han decrecido. Además, 2.980 municipios no han experimentado ningún proceso de crecimiento durante los tres periodos analizados y muchos se encuentran en una situación crítica, demasiado envejecidos, con escasas mujeres en edad fértil (Del Rey & Ortega, 2011) y sin fuerza para atraer inmigración suficiente, ni siquiera en el período de mayor afluencia. De este modo, casi dos tercios de los municipios españoles perdían población en las dos últimas etapas. Desde 2001, los municipios de menos de 20.000 habitantes no dejan de perder peso demográfico. Este se plantea, por tanto, como un reto mayúsculo (Recaño, 2017) que exige voluntad política y una estrategia flexible, capaza de afrontar realidades que pueden ser muy diferentes.

Tabla 2. Distribución porcentual de la población por tamaño del municipio.

Fuente: Padrón (INE). Elaboración: Pablo Pumares.

En el otro extremo sólo 1.162 municipios han incrementado su población durante los tres periodos entre ellos 17 de las grandes ciudades y una gran parte de los municipios metropolitanos. De los 43 municipios que tenían más de 150.000 habitantes en 2017, solo seis pierden población en relación con 2001, y solo Sevilla, Granada y Santander lo hacen en cada uno de los tres períodos considerados. De este modo, las principales capitales, por su parte, escapan en su mayoría a la pér- dida de población a la que parecían abocadas a final del siglo pasado, al menos en los dos períodos de crecimiento económico.

Por tamaño, los que mantienen una tendencia a acumular una mayor cuota de población de manera ininterrumpida son los municipios, no capitales, de 20.000 a pablo pumares fernández

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100.000 habitantes, lo que podría llevar a pensar en un proceso redistributivo de la población, de no ser porque muchos de ellos se encuentran concentrados en torno a las grandes ciudades. Como señala Vinuesa (2017) la descentralización hacia las periferias metropolitanas es una tendencia dominante en la distribución espacial de la población. Sin embargo, si esta descentralización alcanzó un radio de acción muy amplio durante el período expansivo, este radio se reduce en los dos períodos posteriores.

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