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A pesar de todo

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Academic year: 2021

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A pesar de todo...

En ocasiones no nos damos cuenta del daño que hacemos, y mucho menos de las repercusiones de nuestros actos. Esta historia cuenta la historia de dos niñas, un amor y el riesgo que conlleva ser lo que se es.

Estoy en mi cama, con los ojos abiertos, ya falta poco

para que suene el despertador, pero no quiero

levantarme, eso significa volver a empezar otro día,

sabiendo que será igual al de ayer.

Miro sin pegar ojo la manecilla que se acerca al 12, ya va a sonar, meto la cabeza bajo las sábanas,

esperando que ocurra un milagro y no vaya al colegio

hoy.

El despertador suena, lo apago sin sacar la cabeza.

Mamá_ Levántate Amelia que al final llegas tarde.

Amelia_ No me encuentro bien mamá_ digo poniendo mala cara._ Me duele la cabeza.

Mamá_ No tienes fiebre_ dice mi madre tocándome la frente_ levántate, tomate una pastilla y date prisa que al final llegas tarde, y eso es lo que te faltaba ya, con las notas que llevas este año. No ha funcionado, tengo que buscarme una excusa mejor para la próxima vez.

Me visto lento, no tengo ganas de ir al colegio, con un poco de suerte llego tarde y me dejan fuera de clase. Pero cada 3 min tengo a mi madre llamando a la puerta del baño para que me de prisa.

Tengo el estómago cerrado, no puedo comer nada ahora, me dejo el colacao en la mesa y las tostadas intactas.

A paso lento me dirijo hacia el instituto, no levanto la vista del suelo, no quiero mirar a nadie, quiero pasar desapercibida, quiero ser como ese trozo de piedra que te encuentras cada mañana en el suelo por donde caminas, prefiero eso, a ser lo que soy ahora.

Levanto la vista esperando que el semáforo se ponga verde, no puedo evitar mirar a mi alrededor, me miran lo sé, noto como sus miradas se clavan en mi espalda.

Cruzo la calle, ya estoy cerca, ojalá tenga suerte y no me encuentre a nadie por el camino. Ya sabía yo que no iba a acompañarme la suerte hoy tampoco, ahí está Patricia y sus secuaces. Dios, por favor, apiádate de mí, y has que las parta un rayo.

No sé porque, pero esta viene muy contenta hoy, que tendrá planeado. P _Hola Amelia querida_ dice acercándose a mí.

A _Ho..o…la_ ¿Amelia querida? ¿Desde cuando esta me saluda?

P_ He estado pensando mucho en ti últimamente_ dice acercándose peligrosamente hacia mi. Yo doy pasos hacia atrás despacio a la par que ella los da hacia delante, hasta que mi espalda choca contra un árbol.

A_ Y… ¿Qué has pensado?

P _ Pues… en tus labios_ dice acorralándome con sus manos sobre mis hombros.

Yo me mantengo en silencio mirando sus ojos, ella me mira directamente a los míos, su cara se va acercando a la mía, sus labios se posan sobre los míos. ¿Me esta besando??? Me sujeta los hombros y de apoco me da la vuelta quedando su espalda apoyada.

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Patricia me empuja, se aleja de mí y se va hacia su novio llorando. P _ Esta maldita lesbiana, me quería violar.

O_ ¿Aunque querías aprovecharte de mi novia no?

A _ No, como crees, fue ella la que me besó_ dije yo andando hacia atrás, con miedo. O_ ¿Eso es cierto bombom?_ dice mirándola a ella.

P _ No mi amor como crees que yo voy a besar a esa asquerosa lesbiana.

Él me miró, se acercó a mí y de un empujón me tiró al suelo, con tan mala suerte que caí en un charco de barro que había al lado del árbol.

O _ No te vuelvas a acercar a mi novia, asquerosa bollera_ dijo agachándose hacia donde estaba yo y diciéndomelo bajito.

Se alejó y se dirigió a donde estaban los demás riendo, cuando llegó a ellos me volvió a mirar. O _ Ahí es donde tienen que estar las cerdas como tú, en el barro.

Mientras miraba como se alejaban divertidos por la situación, Patricia miró hacia atrás y me lanzó un beso y un guiño, ¿Cómo puede ser tan mala?, Dios, he cambiado de idea, que no las parta un rayo, mejor que se la coman una plaga de hormigas carnívoras y que sufra.

Me debato entre entrar a clases o quedarme sentada en el barro llorando como la imbécil que soy. Debería tener el valor suficiente para denunciarlos en dirección de una vez, pero sé que no harían nada, y el remedio sería peor que la enfermedad. No puedo hacer nada, así que me decido entrar a clases. Llamo a la puerta y agacho la cabeza.

(Profesora) _ Llegas tarde Amelia.

A _ Lo siento profesora tuve un pequeño accidente por el camino.

Levanto la mirada hacia la clase e identifico cara de asco y burla entre mis compañeros. A veces, no sé que me duele más, la humillación, o el rechazo.

La clase transcurre con normalidad, unos centrados en la pizarra, otros escribiendo en sus cuadernos, la chica de la esquina mandando mensajes por móvil y yo, mirando como pasan los segundos en el reloj que está junto a la puerta, deseando que el tiempo pase más rápido. Al fin toca la sirena del recreo, todos se levantan rápido de sus asientos, y yo me quedo sentada, esperando a que todos se vayan para no encontrarme a nadie por los pasillos. Recorro los pasillos vacíos del instituto hasta llegar al baño. A esta hora no hay nadie

normalmente porque todos comen, pero en unos minutos se llenará. Me paro frente al espejo y me miro y me odio por lo que soy, pero me odio aún más, por no querer negarlo.

Parece que hay alguien más hoy aquí, la oigo vomitar, de pronto se oye la cisterna del inodoro, me doy la vuelta mirando hacia la puerta.

Despacio asoma la cabeza Jennifer limpiándose la boca, se acerca al lavabo y se lava las manos.

J _ No le cuentes esto a nadie por favor_ me dice con cara de pena. A _ No deberías hacer estas cosas.

J _ Tú no lo cuentes y no te preocupes por mi, yo sé lo que hago_ Tras decir esto, salió del baño. Esta chica es un año mejor que yo, sufre de sobre peso, y ayer durante el recreo vi como le tiraban la comida a la cara y la llamaban gorda. Es una lástima, parece buena chica, pero en esta sociedad de barbies acabará siendo una más de los nombres escritos, en el libro del rechazo. Salgo del baño, y me dirijo al recreo, me siento como siempre bajo un árbol, siempre el mismo árbol, es pequeño y apenas da sombra, por eso siempre está libre, a mí me gusta, él es un marginado como yo. No tengo hambre, y vuelvo a guardar mi bocadillo, se lo daré al perrito que hay en la puerta a la salida. Desde este árbol puedo ver prácticamente todo el recreo, veo como unos chicos tiran papel a otro chico que está estudiando, como otros se burlan de un tartamudo

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intentando imitarle, y mientras tanto los maestros, no hacen nada, ¿para qué están las cámaras de vigilancias si no hay nadie que mire a través de ellas?

Toca la sirena que indica que el recreo ha acabado, espero unos segundos a que la gente valla entrando, y a que la profe llegue en clase. Ya pasó suficiente, el recreo está vacío y me dirijo a mi salón. La profesora ha entrado pero aún no empezó, cálculo perfecto del tiempo, como siempre. Al menos hay algo que hago bien.

Me siento en mi mesa, y busco en mi mochila el libro de inglés. Siento un dolor agudo en el dedo que me hace sacar la mano deprisa. Me pinché con algo. No me digas que de nuevo… Bingo. Hoy no me la puso en la taquilla de educación física, que raro, hay algo más, ¿qué es esto? ¿Una nota?

La maestra ya ha empezado la clase, así que saco la nota y el libro juntos, para disimular. “Querida Amelia, no sé exactamente…”

Profesora_ Amelia, ¿qué tiene usted ahí?

A_ Nada profesora_ digo escondiendo la carta entre mis manos arrugándola _ tan solo es un papel.

P_ Déme usted el papelito por favor_ dice quitándome el papel de las manos.

La profesora volvió a su mesa, se sentó en su silla y alisó el papel que me había robado. P_ Querida Amelia, no sé exactamente como decirte todo esto que siento, soy una cobarde por no decírtelo a la cara, lo sé, pero tengo miedo, no puedes culparme por ello. Quisiera conocerte un poco más si me lo permites. Por favor, no tires esta rosa también.

Tu admiradora secreta.

Todo el mundo empezó a reírse a la vez, se oían burlas por todos lados, hasta que la maestra los calló a todos.

A_ No es culpa mía señorita, es una broma de alguno de mis compañeros seguro. Mientras la maestra releía en silencio la carta, observaba a mis compañeros que se

preguntaban entre ellos quien había sido el autor o autora de esa inmejorable broma. Pero ninguno parecía haberla escrito. ¿Y si no era una broma?

P_ Amelia, espérame a la salida, necesito hablar con tigo. A_ Si señorita.

En el transcurso de la clase veo a los niños y niñas que componen mi aula, ¿quién habrá podido ser quien me haya gastado la broma? No creo que haya sido Patricia, no vi la mirada de orgullo y satisfacción que me muestra siempre, y ¿sus maniquíes? Ellas harían cualquier cosa para subir un escalón hacia el podio de Patricia, pero no creo que hayan sido ellas, porque alardearían delante de su “ídola” y dudo de que sepa algo. Oscar y sus amigos… No, imposible, estos no saben que es el romanticismo, su versión de cómo conquistar a una mujer, no va más allá de enseñar sus bíceps y abdomen. Los demás no dan educación física, así que yo los descartaría porque no podría haberme enviado las demás rosas. ¿Quién será?

Al terminar la clase, todos se fueron y yo me quedé hablando con la profesora. _P_ Amelia, acércate a mi mesa por favor.

_A_ Si señorita_ dije aproximándome a ella.

_P_ He visto que tienes problemas para socializar con tus compañeros, tal vez deberías ser más abierta e intentar acercarte a ellos.

_A_ Yo lo intento profesora, pero… siempre es mejor estar sola que mal acompañada…

_P_ ¿Por qué dices eso Amelia, tus compañeros te han dicho o hecho algo a parte de esta broma? Yo me quedé pensando si contarle a la profesora o si no, pero cuando estaba a punto de soltar todo lo que me hacían entró Patricia por la puerta.

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_Pa_ Lo siento por interrumpir profe, pero oí por casualidad toda la conversación y quería decirle que nosotros hacemos todo lo posible para que nuestra querida Amelia se integre en el grupo._ dijo sonriéndome.

La maestra me miró y yo miraba fijamente a Patricia que sonreía con esa pizca de maldad en sus ojos.

_P_ Bueno de todos modos creo que deberías hablar Amelia con el psicólogo del centro, si quieres yo puedo hablar con él y que te de cita para lo antes posible.

_A_ No hace falta profesora, pero gracias.

La profesora miró su reloj y recogiendo sus cosas a toda prisa, se dirigió a la puerta, antes de salir, se volvió hacia nosotras que mirábamos su salida.

_P_ Lo siento chicas pero llego tarde y me tengo que ir, Amelia, si cambias de opinión ya sabes donde encontrarme.

La profesora se terminó de ir, Patricia se acercó a la puerta, yo pensé que se iba y me volví a mi asiento para terminar de recoger todas mis cosas e irme. Me sobresalté cuando oí cerrar la puerta a mis espaldas, y me volví a ver que pasaba.

Patricia se acercaba a mí, su expresión había cambiado completamente, ya no tenía esa sonrisa dulce que le había mostrado a la profesora, ahora se veía más rasgos de odio en su mirada.

_Pa_ ¿Qué pensabas decirle a la maestra eh?_ dijo empujándome hacia atrás con las dos manos. _A_ Pues que me insultáis, me golpeáis,…, pero tranquila yo sé que esto lo haces para que me sienta cómoda en el grupo en el que intentáis que socialice_ dije ofreciéndole el tono más irónico que pude.

_Pa_ Pues ya puedes cerrar esa bocota asquerosa que tienes, cómo le digas algo a la profe de nuestras bromas la tienes sentenciada bonita.

_A_ ¿Me estás amenazando o intentas ligar con migo?_ dije burlándome de ella.

_Pa_ ¡Ja! Más quisieras_ dijo arrinconándome en la pared del final de la clase con sus manos en mis hombros.

Volvía a tener su rostro cerca del mío, su mirada estaba clavada en mis ojos, respiraba de forma pausada y tranquila, me daba miedo tenerla tan cerca.

De repente se fue la luz, y la pizarra interactiva se encendió sola ante nuestros ojos, nos volvimos ambas hacia ella. Y empezaron a salir unas letras al principio sin sentido por toda la pantalla que se movían en círculos, pero de apoco se fueron reordenando hasta formar una frase: “Te estamos observando Patricia.”

Patricia me miró, y me empujó a la pared. _Pa_ ¿Quién anda ahí?

De repente la pizarra se apagó, y la luz se encendió. _Pa_ ¿Cómo lo has hecho?_ dijo mirándome.

_A_ Con mi poder telequinésico, no te jode. _Pa_ No te burles de mí, puta lesbiana.

_A_ Qué no he sido yo joder._ dije medio gritando. De repente la puerta se abrió.

_Don Joaquín_ ¿Qué está pasando aquí chicas?

_Pa_ Nada don Joaquín, yo ya me iba_ dijo matándome con los ojos.

_DJ_ Eso espero_ dijo mirando a Patricia que justo pasaba por su lado_ ¿Amelia ya te vas? _A_ Si don Joaquín, ¿Quería usted algo?_ dije recogiendo mis cosas y acercándome a él que estaba en la puerta aún.

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_DJ_ Pues si me haces el favor de ir a la clase de informática a llevarle esto al profesor, yo tengo que irme ya, me están esperando en la puerta.

_A_ Si profesor no es ninguna molestia._ dije agarrando los papeles que me ofrecía. _DJ_ Gracias Amelia.

El profesor se despidió de mí y se dirigió a la puerta de salida con bastante velocidad, se ve que tenía prisa. Yo cogí la dirección contraría que me llevaba al aula de informática. No había nadie, así que le dejaría al profesor los papeles en lo alto de la mesa. Cuando iba hacia ella, vi un ordenador encendido y me acerqué para apagarlo vi que el MSN de alguien estaba abierto en una

conversación un tanto particular…

Artemisa: nuestra primera misión ha sido todo un éxito Nirvana_023: see, no se como no se nos ocurrió antes Artemisa: crees que continuarán con sus bromas?

Nirvana_023: joder aquí se acerca alguien, voy antes de que me pillen

De repente se acercó el profesor por detrás y en un acto reflejo apagué el ordenador. _Pr_ Señorita, ¿quién es usted y que hace en mi clase?

_A_ Lo siento profesor, pero don Joaquín me mando para que le entregara estos papeles. _Pr_ Gracias… ya puede marcharse.

_A_ Sí profesor.

Me quedé un poco sorprendida por la conversación, ¿acaso aquellos dos hablaban de mi? ¿Quiénes eran? Debí haber apuntado el correo de alguno de ellos, pero no me dio tiempo. Pensando en esa extraña conversación llegué a mi casa.

Busqué a mi madre en la cocina y en el salón, pero no estaba, supuse que estaba comprando y subí a mi habitación.

La puerta estaba abierta, y sentada a los pies de mi cama, se hallaba mi madre con un papel en la mano. Creo que era un examen.

_ A_ Hola mamá._dije con miedo y curiosidad.

_M_ ¿Hola mamá? ¿Eso es todo lo que tienes que decirme?

Un silencio aterrador se creó en ese momento, yo no sabía que decir y mi madre, esperaba una respuesta que diera una explicación a aquel examen suspendido.

_M_ ¿Qué es esto Amelia?_ dijo mostrándome la hoja de papel. _A_ Un examen.

_M_ Sí, por supuesto, un examen, suspendido, y de hace más de dos semanas. ¿Cuándo pensabas contarme?

_A_ No pensé que fuera importante mamá. _M_ ¿Y por eso lo escondiste?

_A_ No estaba escondido, estaba guardado.

_M_ En una caja debajo de tu cama que ponía “No tocar” valla sitio para “guardar” un examen. _A_ No deberías registrar mis cosas sin permiso.

_M_ No me cambies de tema jovencita, que sea la última vez que me ocultas algo así, ¿entendido? _A_ Sí mamá…_dije agachando la cabeza.

_M_ Baja a comer, la comida está lista. _A_ Sí mamá.

_M_ Por cierto, estás castigada sin ordenador, hasta nuevo aviso. Cerrando la puerta tras de sí, salió de mi cuarto.

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Mis fuerzas me fallaron, ¿tan importante eran mis notas para ella? ¿y las razones del suspenso, no le importan? ¿Qué más da si no había estudiado suficiente, si la profesora me tiene manía, o si me había pasado la noche entera llorando? No les importa nada, está suspendido, ¿y ahora qué? Es mi culpa ¿verdad? Sí claro que lo es, siempre lo es.

Arrodillada, en el suelo de mi habitación, en los pies de mi cama, mis lágrimas bajaban mis mejillas y mojaban el trozo de papel arrugado en que se había convertido ese maldito examen. Aunque no era culpa de él en todo caso, si los imbéciles de mi clase no se hubiesen burlado de mí el día antes del examen. De seguro fue Patricia la que envió el mensaje a todos los móviles, “Amelia busca chica caliente para disfrute mutuo”. Que hija de puta… ¡Maldita la hora en que descubrieron mi orientación sexual! ¿Pero acaso es motivo suficiente para hacerme la vida imposible? Me consuela saber que si no fuera por eso, tal vez sería por otra cosa, por ser muy lista, o muy tonta, por ser demasiado delgada o demasiado gorda… da igual como seas, siempre hay una excusa por la que te hacen daño. Al menos yo sé lo que soy, y que no tengo más remedio que serlo. No me disgusta amar a las mujeres, solo espero, comprensión departe de aquellos que me rodean. Ojalá fuera todo más fácil.

Llorando, abrazada a mi almohada, me quedé dormida ahogándome en las lágrimas que la mojaban al igual que otras muchas noches.

Me despierto al oír la voz de mi madre que me llama para ir a cenar. Deseo con todas mis fuerzas que no le haya dicho nada del examen a mi padre. Bajo las escaleras con miedo, y entro en la habitación, mi padre me dedica una sonrisa, ya es seguro, no le dijo nada. Como por arte de magia, mi corazón, que hace apenas unos segundos latía súper rápido ahora aminoró su marcha. _M_ Id poniendo la mesa, que esto ya está listo.

Mientras mi papá y yo poníamos la mesa, sonó el timbre de la puerta, como yo estaba más cerca, fui a abrirla.

Al abrirla no había nadie, miré hacia los lados, y pensé que seguramente había sido un

graciosillo que se aburría. Justo antes de cerrar la puerta, miré al suelo, y había un ramo de rosas y una tarjeta.

_A_ No puede ser…_dije agachándome a coger las flores y la tarjeta que llevaba mi nombre. “Cierra los ojos,

Siente en tu mano, La pureza de una flor, Las espinas de su tallo. Cierra los ojos,

Escucha con tu alma,

Deja que conquiste tu corazón, Estas mis humildes palabras. Tu admiradora secreta.”

_M_ ¿Quién era Amelia?_ gritó mi mamá desde la cocina.

_A_ Una compañera mamá, me trajo unos apuntes, voy a llevarlos a mi cuarto ahora bajo._ dije subiendo las escaleras.

Durante toda la cena no dije nada, mi mamá y mi papa solo hablaban de la boda de mi prima Inés que se casaría en unas semanas. Yo mientras tanto pensaba en ese extraño día que había tenido. En la rosa, en el mensaje raro del msn, en el regalito sorpresa de la puerta, incluso en el beso de Patricia en la mañana, mi cabeza era un cacao mental, un revoltijos de ideas danzaban de un lado para otro. Creo que era la primera vez en mi vida que deseaba que el día siguiente llegara pronto para ir al colegio. Quería saber que consecuencias tendría lo de la pizarra, y recibir noticias de mi “admiradora secreta”. ¿Sería realmente una broma? Ya no sabía que creer.

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Terminé la cena rápido y mis padres aún seguían comiendo, recogí mi parte de la mesa, y la metí en el lavavajillas y después de besar a mis padres y darles las buenas noches me fui a mi cuarto. Estaba cansada, había sido un día un tanto peculiar y sobre todo deseaba descansar. No tardé en conciliar el suelo, y a los pocos segundos de caer en la cama, ya estaba dormida. Suena el despertador y antes de que mi madre abra la puerta como todas las mañanas ya estoy yo en pie. Deseo descubrir si lo que ocurrió ayer la hizo escarmentar con sus bromas. Me visto a toda velocidad y me peino. Me miro al espejo, y… me siento linda.

_A_ Hola mamá buenos días_ digo mostrándole una de mis mejores sonrisas. _M_ ¿Por qué tan contenta?

_A_ No sé, hoy me levanté feliz, no me estropees el momento_ dijo haciendo una mueca divertida que la hace reír.

_M_ Vale, vale, me alegro que te hayas levantado de buen humor y con apetito veo… Esto lo dijo mientras yo me comía los cereales a toda velocidad, tenía hambre y ganas de terminar para salir corriendo al colegio. Terminé, besé a mi mamá en la frente, y salí de mi casa a toda velocidad.

Mi camino hacia él fue muy diferente al de otras veces, los pájaros parecían que esa mañana cantaban solo para mí, y el sol lucía radiante.

No me encontré ni a Patricia ni a sus amigas durante mi transcurso al colegio, eso era raro, pero bueno, tal vez la suerte se puso de mi lado hoy.

Hoy tocaba Educación Física así que me fui directamente al gimnasio. Allí estaban mis “queridas compañeras”. No me hicieron caso durante toda la clase, ni para bien ni para mal, cosa que en cierto modo agradecí. Estaba de tan buen humor hoy, que no tenía ganas de peleas. Al terminar la clase todas nos fuimos al vestuario y los chicos se quedaron guardando el material porque hoy les tocaba a ellos.

Me metí en el baño, yo entraba allí antes de que mis compañeras empezaran a cambiarse, y salía cuando ya habían terminado, por respeto hacia ellas. Ya estaba todo en silencio, así que supuse que ya habían terminado y que se habrían ido todas, y me propuse a salir. Giré el pomo, pero esta no se abría, la habían atascado por detrás.

_P_ ¿Te ocurre algo Amelia?

_Rocío (Compinche de Patricia) _ ¿No puedes abrir la puerta?

_A_ ¡Abridme que no puedo llegar tarde a clase joder!_ dije gritando y golpeando la puerta _P_ La pobre lesbianita se ha quedado encerrada en el baño, tranquila, nadie se enterará que te estás tocando.

_A_ ¡Ya joder abrir esta maldita puerta!

Desde detrás se oían risas y más risas y algún que otro comentario. Ellas se alejaban y salían del vestuario y mientras yo me quedaba en el suelo llorando. No podía faltar a clases, no con mis notas, esto estaba llegando demasiado lejos, ya necesitaba pararlo, pero no sabía como. Las había enfrentado, cara a cara, como me aconsejaron por la red, había pasado de ellas, me había

mostrado indiferente hacía sus comentarios hacia mí, pero no paraban.

Ya llevaba 10 min encerrada allí, ya llegaba tarde por mucho que corriera, hasta ahora tenía la esperanza de que la broma fuera un rato, que se aburrirían y me abrirían, pero estaba viendo que no sería así. Yo tan solo miraba para la puerta, esperando que esta se abriera pronto.

La puerta de los vestuarios se oyó abrirse.

_A_ ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Sácame de aquí por favor, que llego tarde a clase. De repente la luz se apagó, y todo quedó a oscuras.

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Todo estaba en silencio, no se oía nada ni nadie. De seguro las luces del gimnasio y los vestuarios se apagaban en el mismo interruptor, el maestro no tendrá más clases y cerró esto sin saber que yo estaba aquí encerrada.

Puse mis pies sobre la taza y me abracé a mis rodillas con mi cabeza apoyada en ellas. La puerta se abrió, y yo levanté la cabeza. Allí frente a mí, había otra persona, que me ofreció su mano para ayudarme a subir.

Su piel era suave, se notaba que era la mano de una mujer. _A_ ¿Quién eres?

Ella ignorando mi pregunta se acercó a mí despacito. Mi primera reacción fue de dar un paso hacia atrás. No sabía quien era, y aunque no parecía que fuera a hacerme daño, en la oscuridad y frente a una desconocida, me sentía un poco insegura.

Yo apoyé mi espalda en la pared del cuarto de baño, y ella cada vez estaba más cerca de mí. Acarició con su mano a mi rostro, y mis ojos se cerraron solos. Acariciaba de manera suave mis mejillas y delineaba con sus dedos mis labios. Levantó mi mano a la altura de nuestras cabezas. Nuestras palmas estaban juntas y nuestros dedos entre cruzados, su otra mano estaba en mi cintura. Ya no tenía miedo. Sentía su respiración muy cerca de mí. Me daba paz, tenerla allí, tan cerca. Mi corazón latía a un ritmo al que nunca había llegado y mi respiración comenzaba a seguirlo.

_A_ ¿Quién eres?_repetí por segunda vez. _Desconocida_ Shhhh

Acercó su cara más a la mía, tanto, que pensé que me iba a besar. Levantó su cara un poco, y sentí el calor de sus labios en la punta de mi nariz.

De apoco se separó de mi. Yo me quedé allí pegada a la pared, petrificada, no podía moverme. No sabía que había pasado, ni quien era. Volví en sí, cuando las luces se encendieron. Y en lo alto del inodoro, había dejado una nueva rosa.

No entendía que me había pasado, había tenido a mi admiradora allí, cerca de mí, y no había hecho nada para intentar descubrir su identidad. Esta no era yo.

Cuando me di cuenta de la hora que era, salí corriendo a la clase, llegaría tarde pero… ni modo que perdiera otro día de lección.

Toc Toc Toc… _Profesora_ Adelante.

_A_ Lo siento profesora tuve un pequeño accidente en los vestuarios_ dije esto buscando con la mirada a Patricia que no estaba en la clase.

_Profesora_ Siéntate, espero que no se vuelva a repetir. _A_ Sí profesora.

¿Dónde estaba Patricia? ¿Sería ella mi admiradora secreta? No, no creo, si tan siquiera tuviese corazón…

Toc Toc Toc…

Yo me quedé mirando la puerta, para ver quien aparecía. _Profesora_ Adelante.

Por la puerta entró la hija de la directora. No me había dado cuenta de que también faltaba a clase, de hecho faltaban varias chicas a clase.

_Laura_ Siento interrumpir profesora, estaba hablando con la señora directora que me llamó a su despacho, puede hablar con ella luego para verificarlo.

_Profesora_ No hace falta Laura, siéntese en su lugar.

Laura era la hija de la directora, era diferente a las demás chicas. Nunca se reía, nunca hablaba, a excepción de los profesores, sacaba buenas calificaciones, pero era un tanto rara por

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así decirlo. Nunca le había visto la cara bien, siempre llevaba el gorro del chaquetón puesto y el pelo le tapaba parte de su cara. Estaba siempre en su mundo y nadie se burlaba de ella por quien era su madre. Era… cómo decirlo… una marginada de lujo.

Se sentó en su sitio y la profesora siguió dando la lección. Ya solo faltaba 15 min para acabar la clase, cuando vuelven a llamar a la puerta.

_Profesora_ ¿Será que me dejan dar clase a mi hoy?_ dijo un poco irritada_ Adelante. Tras la puerta aparecieron las chicas que faltaban, entre ellas Patricia, y un profesor tras ellas. _Profesor_ Siento la interrupción Profesora, pero aquí le traigo a tres alumnas. Las he pillado fumando en la parte trasera del centro, aquí las dejo bajo su cargo para que usted les ponga el castigo que se merecen.

Las tres pasaron y se sentaron en sus respectivos lugares.

_Profesora_ Patricia, no me esperaba esto de ti, me has decepcionado.

_P_ No es lo que piensas profesora, yo fui al baño y pasaba por allí cuando el profesor las encontró pero yo no estaba fumando.

Las otras dos chicas, al igual que el resto de la clase sabíamos que eso era totalmente falso, pero por el estatus social de Patricia dentro del instituto, afirmaron en apoyo a la versión de esta. Resultado, las dos chicas fueron castigadas y Patricia se libró.

El resto de la clase pasó normal, la maestra explicó y todos atendíamos. En el intercambio de clase aproveché y fui al baño. Cuando llegué volvía a estar la chica gordita de ayer, pero esta vez no estaba sola. Sus compañeras de curso estaban enseñándoles unas revistas de supermodelos en traje de baño y se burlaban de ella. Que crueles. Ella salió corriendo y casi me tira del empujón que me dio, sus ojos se veían tristes y de seguro iría a llorar. Pobre, que inhumanas son las chicas a esta edad, si supiera lo bien que la entendía. Las otras chicas se quedaron riendo y haciendo chistes aún de su peso.

Yo entré al inodoro y salí lo antes posible, quería alejarme de esa panda de hienas que solo se reían de la tristeza ajena.

La siguiente clase pasó, aunque no pude concentrarme prácticamente en nada, solo pensaba en mi admiradora secreta. Tenía miedo de estar ilusionándome en vano, no quería que todo terminara siendo una broma del mal gusto.

Durante mi recreo bajo mi árbol solitario como siempre, observaba la conducta de las demás chicas y chicos, como siempre había abusadores y víctimas y nadie parecía verlos. ¿Esto pasaba en todos los colegios o era solo en el mío?

A lo lejos, junto un matorral estaba sentada llorando Jennifer, estaba allí cuando salí de clase y no había parado de llorar en todo el tiempo. Me daban ganas de ir, y consolarla, pero no sé por qué no me atreví a hacerlo, se veía tan indefensa, abrazada a sus rodillas llorando…

El recreo terminó demasiado pronto para mi gusto, hoy estaba cómoda, relajada, hacía un día precioso y el inesperado beso había alegrado mi día. ¿Quién sería mi admiradora?

Esperé unos minutos, como siempre, y entré a clases. Al pasar por la puerta de cuarto, me detuve en seco. Se oían murmullos y había un corrillo en la clase que me llamó la atención. Parecía una pelea. Una de las chicas gritaba a la chica gordita que le devolviera sus revistas. _A_ ¿Qué está pasando?_ Pregunté a un niño que estaba en la puerta contemplando todo el espectáculo.

_Niño_ Al parecer Jennifer le ha quitado sus revistas y se las ha cambiado por unas sobre anorexia y bulimia.

_A_ ¿Enserió? _Niño_ Sip.

(10)

De nuevo la luz se apagó, y todos se quedaron mirándonos al chico de la puerta y a mí. Ambos nos miramos también. Él tenía los brazos cruzados y yo estaba lo suficientemente lejos como para no alcanzar. La pizarra interactiva se encendió. Y empezaron a salir letras, igual daban vueltas como las que me salieron a mí ayer hasta formar una frase: “No ha sido ella. Os estamos observando.”

Todo el mundo se quedó en silencio y se miraban unos a los otros. Su profesora llegó, y yo tuve que marcharme.

¿Quién o quienes estaban observando?

Ya sabía que no solo me ayudaban a mí, ¿Formaría parte mi admiradora secreta de este grupo o solo era casualidad que me abriera la puerta? ¿Esto significaba que no era una broma? ¿Qué mi admiradora existía de verdad? Miles de preguntas rondaban por mi cabeza y solo quería saber la verdad.

Me dirigí a la clase, e intenté olvidarme un poco de todo esto que estaba pasando y poner un poco de atención a la lección, pronto tendría los exámenes y no quería quedarme repitiendo. Mi meta era salir del instituto de una vez y demostrarles a todas estas personas que me insultaban que no van a poder conmigo, que yo soy más fuerte que ellos.

Las tres horas restantes pasaron rápidas, francés, Dibujo y Filosofía me gustaban, así que aunque me esforcé un poco por concentrarme lo conseguí.

La sirena que daba por terminada las clases sonó, y salí rápido, quería salir antes de que Patricia lo hiciera, pero no fui lo suficientemente rápida.

_P_ Hola bollera, ¿por qué tanta prisa?_ dijo cortándome el paso. _A_ Dejadme pasar.

_P_ ¿Qué te pasa bollerita, no nos vas a contar como has salido esta mañana? Espero que no le hayas dicho a nadie como te quedaste encerrada.

_A_ No, ya dejadme en paz.

Entre Rocío y Mamen me agarraron por los brazos y no me dejaban mover. _A_ ¿Qué coño hacéis?_ dije intentando soltarme, sin éxito.

_P_ Nada guapa_ dijo escribiendo una cosa en un papel. _A_ ¿Guapa? ¿Y ahora qué? ¿Me vas a dar tu número? Patricia y las otras dos se rieron.

De repente una puerta se abrió al fondo del pasillo, y las chicas me soltaron al ver que era la profesora la que salía de una de las clases. Patricia me pegó el papel en la frente, ponía “soy una asquerosa bollera”, Rocío y Mamen me empujaron y se fueron todas, no si antes decirme que lo pagaría como dijera algo.

Me senté en el suelo, con la espalda pegada a la pared, recogiendo mis libros. Arranqué el papel de mi frente, y lo arrugué y lo metí en la mochila. Me quería morir, ya estaba cansada de tantas burlas, de tantas agresiones, de no poder estar tranquila ni un día sin que me insultaran, o me tiraran al suelo. ¿Tanto les costaba dejarme en paz? No quería levantarme de allí. Mis lágrimas amenazaban con salir, y ya estaba cansada de aguantarme el llanto todos los días. Pero sentía miedo. ¿Este es el mundo que me esperaba? ¿Nunca llegaría a ser feliz? ¿A tener amigas o alguien con la que poder hablar sin que me insulte o me rechace por lo que soy? No quiero vivir en un mundo de secretos, no podría aguantarlo. Me gustan las chicas, Sí y ¿qué? Al igual que todas las demás chicas siento, sangro, lloro, soy normal, ¿por qué nadie podía verlo? Ya estaba cansada de estar sola. Y sin poder evitarlo rompí a llorar.

Detrás de la profesora salió Jennifer, que se dirigía hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja, mientras la profesora se alejaba hacia otra dirección.

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_A_ Si, gracias_ dije limpiándome las lágrimas. _J_ ¿Te ayudo?

_A_ No hace falta pero gracias.

_J_ ¿Tú eres la lesbiana de segundo no?

_A_ No, no soy la lesbiana, me llamo Amelia, ¿soy lesbiana? Sí, pero tengo un nombre. _J_ Ok, lo siento, no quería que te molestara_ dijo ofreciéndome su mano para ayudarme a levantarme.

_A_ No te preocupes, no es culpa tuya, tuve un día de perros. Salgamos de aquí si no te importa.

_J_ No hay problema_ dijo sonriéndome con los ojitos casi cerrados.

Era muy linda la chica, tenía que reconocerlo. Pelo rubio y ondulado, ojos azules chiquititos y una dentadura perfecta y blanca. Y tampoco estaba tan gorda ahora que me fijaba, solo que no era del tipo de chicas con cuerpo de barbie que salen en las revistas, era una chica normal, de esas que hoy día es difícil encontrar.

_A_ Lo siento esta mañana en el baño. Debí haber dicho algo. _J_ No te preocupes, ya estoy acostumbrada.

_A_ No deberías vomitar. _J_ Ya…_su cara se tornó seria _A_ ¿Tu hiciste lo de las revistas?

_J_ Cierto, que también estabas cuando pasó eso, ¿me estás espiando?_ dijo bromeando. _A_ No, ¿Cómo crees? Yo lo llamaría… observar a una persona en secreto.

_J_ ¿Enserio? ¿No estarás ligando con migo no?

_A_ Jajaja no, no te preocupes, era broma. Estaba allí por casualidad.

_J_ Jajaja, ok, te creeré. Y pues no, no lo hice yo. Aunque no sé quienes son, debo darles las gracias.

_A_ ¿A quienes?

_J_ No sé, pero esta mañana me ayudaron con lo de las revistas, y cuando salí, una carta anónima había llegado a manos de la maestra. La dirección del colegio van a hablar con mi madre y le van a ofrecer un abogado para que denuncie a esas chicas. Dicen que ellos solo pueden expulsarlas, pero que tarde o temprano volveré a encontrármelas.

_A_ Enhorabuena

_J_ Gracias_ dijo sonriendo de nuevo.

_A_ ¿Y no tienes miedo? De las represalias digo.

_J_ Pues la verdad sí, tengo mucho miedo, pero de todos modos, ya todo me iba mal como iba antes, no creo que se pueda poner peor.

_A_ Aquí tienes una amiga, bueno si me quieres como amiga claro.

_J_ Claro, las amigas nunca sobran. Creo que nuestros caminos se separan._ dijo parándose en un cruce.

_A_ Sí creo que sí, yo tengo que seguir recto.

_J_ Yo tengo que coger a la derecha. Nos vemos mañana._dijo sonriendo_ fue un placer conocerte Amelia.

_A_ Igualmente.

Yo seguí mi camino. Me alegraba por ella, aunque supongo que lo más difícil vendría ahora. Había descubierto, que aquellos “héroes” no solo me ayudaban a mí. ¿Quiénes serían? ¿Tendría algo que ver con la conversación del MSN?

Llegue a casa rápido. Comí, me duché y pasé toda la tarde estudiando, en dos días tenía un examen de francés y tenía que aprobarlo. La noche llegó pronto, y me comenzó a doler mucho la

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cabeza, creo que ya era hora de acostarme a dormir. Sin ni siquiera cenar me acosté en la cama. Me tomé una pastilla que tenía en el cajón de mi mesita de noche y al poco tiempo, ya estaba abrazando a Morfeo.

Mi habitación está oscura, no se oye nada ni a nadie, de repente se escucha un grito que aparentemente viene de fuera, un llanto, parece que es mi madre. Me levanto a toda prisa, y me dirijo a la puerta, una intensa luz aparece por debajo de esta. Agarro el pomo, y lo giro e intento abrirla, pero no puedo, tiro con todas mis fuerzas hacia atrás, y me es imposible, no se mueve ni un milímetro. Se sigue oyendo los llantos de mi madre, y golpeo la puerta.

_A_ ¡Mama!_grito con todas mis fuerzas_ ¡No puedo abrir! ¿Estás bien?

Cada vez se oye el grito más lejos, ahora son de mi papá. ¿Por qué lloran? Sigo golpeando con todas mis fuerzas la puerta, mis manos me sangran. Una gota recorre mi brazo hasta resbalar por la punta de mis dedos y caer al suelo.

Miro hacia arriba y todo comienza a dar vueltas, hasta que caigo al suelo, y todo quedó en silencio.

_D_ Despierta, despierta_ Oigo una voz de mujer que me llama… ¿Patricia?

Abro los ojos y hay una luz segadora que me hace cerrarlos de nuevo.

_A_ ¿Patricia eres tu?

Me pongo la mano en los ojos y vuelvo a abrirlos, ya veo algo más, estoy… ¿en un campo de rosas?... rodeada de chicas, lo sé por sus figuras porque no alcanzo a ver el rostro a ninguna. Se agarran de las manos y comienzan a dar vueltas en círculos.

Del cielo empiezan a caer rosas y más rosas, al principio sonreía, pero ya estaban cayendo demasiadas, me agobiaba, quería que pararan, gritaba que pararan, pero no lo hacían y cada vez daban las vueltas más rápidos y caían más rosas, ya estaba medio cuerpo cubierto y no podía mover de cintura para abajo. El nivel seguía subiendo, hasta que cubrió mi cabeza, me faltaba el aire, no podía respirar, agitaba las manos e intentaba andar en alguna dirección pero no podía,… _M_ Cariño, ¿estás bien?

Me duele la cabeza, y tengo mucho calor, el sudor baja mi frente, intento levantarme, pero la mano de mi madre me lo impide, y vuelvo a caer de espalda.

_A_ ¿Qué pasa?

_M_ Llevas toda la noche con fiebre, ya llamé al colegio avisando de que no ibas. Miré a mi madre antes de cerrar los ojos, estaba cansada, muy cansada, los párpados me pesaban mucho, todo mi cuerpo me pesaba, sentía la cabeza como si fuese a reventarme, me dolía mucho, y tenía mucho calor, todo me ardía.

_A_ Abre la ventana, tengo calor.

_M_ Mi amor, si estás temblando. Quédate aquí acabo de oír la puerta, tiene que ser el doctor.

Mi madre salió por la puerta y apareció al poco tiempo con un hombre con bata blanca. Me puso el termómetro y salió con mi madre para fuera. Ya no lo vi más…

Mi madre entro al ratito, el doctor me mandó un tratamiento para que me bajara la fiebre, me tomé la pastilla que me dejó adormilada. Mi madre venía cada ratito a verme, a pesar de que estaba haciendo el almuerzo y recogiendo la casa. Yo me sentía cansada, y estaba medio dormida, me dolía la cabeza demasiado, y de apoco me volví a quedar dormida.

Me despierto unas horas más tarde con la voz de mi madre que me llama dulcemente, es hora de la pastilla. Mi dormitorio está oscuro, las persianas abajo y las cortinas corridas. Me pone el termómetro y tengo un poco de fiebre, cierro los ojos un poco y mi madre baja, supongo que a coger toallitas húmedas o algo para bajarme la fiebre. Me duele la cabeza de nuevo, y cierro los ojos.

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La puerta se abre, y entra mi madre. _M_ Está mejor_ dice mi madre.

De seguro estará hablando por teléfono con mi papá.

_A_ Ahora está dormida, ¿puedes quedarte unos minutos con ella? Necesito salir a hacer unas compras y me da miedo dejarla sola. Ya se tomó la pastilla y la fiebre le está bajando. Es que necesito unas cositas y si no me cierran las tiendas.

¿Quién será? No creo que esté hablando por teléfono, intento abrir los ojos y veo una figura en la puerta, pero el cuarto está demasiado oscuro y no veo nada.

Oigo como mi mamá baja las escaleras. Estoy muy cansada, no sé que pastillas serán estas pero estoy más dormida que despierta.

_A_ ¿Quién eres? _Desconocida_ Shhhhh

Eso me suena. Sus manos están en mi cara, me quitan la toalla húmeda y ponen otra en su lugar.

No puedo ver nada y me duele todo el cuerpo. Se sienta junto a mí y agarra mi mano. Siento que estas manos me han tocado antes, pero ¿Cuándo? Mis ojos se cierran solos y acabo quedando dormida.

_M_ Cariño, es hora de la pastilla despierta mi amor._ me dice mi madre dulcemente. Me reincorporo en la cama, me siento mejor, se nota que la fiebre me ha bajado completamente.

_M_ ¿Qué tal te sientes? _A_ Pues ahora mismo mejor. _M_ Tienes mejor color.

_A_ Que lástima que mi olor corporal no acompañe mi color. _M_ Jajaja es que sudaste mucho por la fiebre.

Mi madre estaba recogiendo el baso de agua y los trapos húmedos que estaban en la mesita de noche.

_M_ ¿Quién era esa chica?

_A_ ¿Qué chica? Dije mientras cogía el mando de la tele. _M_ La que vino a visitarte antes.

Me quedé unos segundos en silencio, entonces no había sido un sueño, si había estado allí con migo.

_A_ Pues… no sé. Pensé que había sido un sueño. ¿Cómo era?

_M_ Pues era una chica rubia, pelo rizado y tenía unos ojos muy bonitos. _A_ ¿Algo más?

_M_ Pues no la detallé mucho. Me pareció una chica muy educada y amable. Te estuvo cuidando mientras yo fui a comprar unas cosas que necesitaba.

Mi madre salió de la habitación y yo me quedé pensativa. Había muchas, bueno muchísimas chicas que coincidían con esa descripción, rubias, pelos rizados, ojos bonitos… aunque lo que más me sorprendía era que se hubiese atrevido a venir a mi casa. Acomodé mi almohada y debajo de esta encontré una rosa y una carta.

“Tan linda, tan indefensa,… cada día me gustas más.”

Mi madre abrió de repente la puerta, me traía un caldito calentito, llevaba prácticamente todo el día sin comer, y aunque era la hora de la merienda, no me sentaría nada mal.

Mi madre no dijo nada más sobre la chica, ni me preguntó de ella, ni nada, cosa que agradecí porque no sabía como explicarlo. Se sentó junto a mí en la cama y cogiendo mi mochila en sus

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manos sacó un papel arrugado. El mismo que Patricia y sus barbies me pegaron el día anterior en la frente. Ni siquiera me acordaba de él.

_M_ Creo que hoy ya tuviste demasiada acción_ dijo intentando sonreír_ pero espero que mañana puedas explicarme que significa este papel y este escrito, espero que todo sea una broma, una broma de muy mal gusto por cierto.

Mi madre arrugó el papel de nuevo, y se dirigió hacia la puerta de mi habitación, donde paró en seco y volvió la vista atrás.

_M_ Hasta mañana._dijo cerrando la puerta tras de sí.

Las palabras de mi madre resultaron más hirientes de lo que esperaba. Sabía que le iba a doler mañana cuando le dijera, pero había una parte de mí que sentía que a pesar de todo era mi madre, e iba a entenderme, pero la otra estaba muerta de miedo, por la duda que conllevaba sus palabras y su mirada desconcertante ante mi persona.

No sabía que iba a decirle, la verdad supongo, era el momento idóneo para decirlo, era la ocasión para que supiera esa parte de mí, que tanto me estaba costando esconderle. Pero no sabía como hacerlo. Temía su reacción, su conducta después de sus palabras, temía hacerle daño aunque sabía, que no valía la pena ocultarlo por más tiempo.

Mi mamá no es que fuera una persona católica, creía en dios y todo lo que conlleva la religión cristiana, pero no iba a misa, tampoco trataba mal a los homosexuales, ni hablaba mal de ellos, incluso teníamos una pareja de lesbianas de vecinas y pues se llevaba bien con ellas, hablaban y pues se ayudaban entre ellas, no sé como vecinas supongo, lo normal, pero me temo que cuando ese sentimiento te toca tan adentro, cuando esa persona “diferente” es parte de tu familia, es inútil pensar que todo va a salir bien.

Tenía miedo, mucho miedo, aunque la esperanza de que me aceptara estaba ahí, también estaba la duda que me decía que no lo hiciera. El temor de su reacción me hacía temblar. Aunque no quedaba otra, sea como sea había llegado la hora de contarlo.

Me levanté de la cama, había sudado mucho durante todo el día, por la fiebre y mi propio olor era insoportable. Abrí las ventanas, me sentía un poco débil aún, pero ya estaba mejor. Quité las sábanas de mi cama y puse otras nuevas, llevé las mías al cuarto de la ropa sucia y fui a

ducharme.

Un baño que no fue del todo relajante, tenía tantas cosas en la mente, tantos conflictos por resolver, mi salida del armario con mi madre, mi admiradora secreta, las burlas, las notas,… tenía que llevarlo todo por delante y todo se me hacía grande.

¿Y si mi madre no me entendía? ¿Y si todo lo de mi admiradora secreta era una broma de mal gusto de patricia y compañía? ¿Y si mi destino en la vida era fracasar? No tengo ganas de nada ya.

Salí de la bañera y me paré desnuda frente al espejo del lavabo. ¿Tan diferente soy para que no puedan a llegar a aceptarme?

Allí parada frente al espejo, observando mi cuerpo desnudo, y buscando algún motivo que me dieran la fuerte necesaria para seguir mi vida, pero mis ojos solo seguían con la vista las dos lágrimas que bajaban por mi rostro, cayendo al suelo.

Abrí el cajón del armario y saqué una maquinilla de afeitar de él, y volví al espejo. Estaba cansada de todo, cansada de las burlas, cansada de las notas, cansada de estudiar para que después todo se valla a la mierda por culpa de unos imbéciles que carecen de vida propia, estaba cansada de mi vida. Acerqué despacio las cuchillas a mis muñecas, mis manos me temblaban, suspiros tras suspiros escapaban de mi boca sin poder controlarlos, sentía miedo, mucho miedo, pero no podía hacerlo.

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Mis manos se abrieron y las cuchillas cayeron al suelo, luego mi cuerpo las siguió y terminé arrodillada, llorando. No era capaz de hacerlo.

Mis llantos se interrumpieron con la voz de mi padre que me hablaba desde detrás de la puerta del baño.

_P_ ¿Estás bien? Llevas rato ahí eh. _A_ Sí, un momento ya salgo.

Yo me limpié como pude las lágrimas y me lavé la cara. Me vestí rápido y ensayé mi sonrisa en el espejo antes de mostrársela a mi padre.

_P_ Ya pensé que te habías caído por el inodoro. _A_ No exageres papá_ dije sonriendo.

_P_ ¿Cómo estás? Me dijo tu madre que estabas con fiebre. _A_ Sí, pero ya estoy bien.

_P_ Bueno pues te voy a dejar, que me urge entrar al baño. _A_ Jajaja si papá. Hasta mañana.

_P_ ¿No vas a cenar? _A_ No tengo hambre. _P_ Pues hasta mañana.

Me fui andando rápido hacia mi cuarto. No quería ver a mi madre y tuve suerte, no me la encontré. Entré y me acosté en mi cama. Me abracé a mi almohada fuerte, muy fuerte. No dejaba de pensar en el día de hoy, en el día de mañana, en lo que había estado a punto de hacer, y no dejaba de dar vueltas en la cama. Así estuve durante un par de horas, hasta que me quedé profundamente dormida.

Es hora de ir a clases, pero no creo que mi madre me mande hoy, de seguro ni siquiera se habrá despertado. Creo que me voy a levantar e ir al colegio. Así ganaré tiempo para contarle a mi madre y pues no estudié para el examen para nada.

Me levanto despacito, y me dirijo al baño, me visto, me arreglo e intento salir sin que me oiga. Bajo las escaleras despacito, de puntillas, intentando hacer el menor ruido posible, abro la puerta, que cruje un poco, pero consigo salir sin más.

_A_ Uff jeje fue fácil.

Me dirijo al colegio a toda prisa, ya están al comenzar las clases y de nuevo toca educación física, creo que esta vez, esperaré fuera de los vestuarios a que todas se hayan ido, no dejaré que me pase como la última vez. Llego al gimnasio, ya las clases han empezado, me acerco al maestro que se queda viéndome entrar.

_A_ Lo siento maestro.

_M_ Ve a cambiarte y cuando vuelvas da 3 vueltas al campo antes de unirte a la clase. Me fui a los vestuarios, me cambié a toda prisa y me puse a dar las 3 vueltas al campo corriendo. Aún sentía que no estaba en todas mis facultades físicas, me cansé antes que de costumbre. No es que sea una chica deportista, pero normalmente tengo buena condición física. Di las vueltas lo más rápido que pude y me uní a la clase que estaban jugando un partido de fútbol. Era bastante buena, me gustaba mucho el fútbol, y hoy sería divertido, porque había faltado el profesor de estadística y se había unido la clase entera para jugar el partido. Algunos habían decidido no unirse al juego y animaban desde la grada. Yo no sabía si unirme o no, la verdad es que estaba un poco débil aún pero… me encantaba el fútbol y no quería dejar escapar esta oportunidad.

Se notaba bastante que los equipos no los había hecho el profesor, ya que estaba formado un equipo por Oscar y sus amigos y Patricia y sus “amigas”, que prácticamente eran los que dábamos educación física. Y por otro lado estaba el resto de la clase, que iba perdiendo por goleada, así

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que decidí unirme a ellos, siempre me han gustado los retos, además estar en el equipo de patricia no me convencía demasiado.

El partido resultó ser más violento de lo que esperaba, Patricia aprovechaba cada descuido del profesor para agarrarme a insultos y me daba patadas con la excusa de que iba a por el balón. Aunque parece que eso me daba fuerzas para continuar luchando.

Me dirigía hacia la portería, estaba sola con el balón y delante de mí tan solo estaba Patricia que me lanzaba una mirada que me acobardaba un poco, pero aun así no me acobardé y seguí adelante, hice un quiebro con el balón y cuando iba a pasarla completamente siento un golpe en el gemelo por detrás, que me hizo perder el equilibrio y caer al suelo justo encima de Patricia.

Ella me miró directamente a los ojos, y estuvimos así hasta que sentí que unas manos me levantaban de encima de ella. Era Oscar.

_O_ ¿Qué le pasa a la lesbianita? ¿Quiere quitarme a mi chica?_ me dijo al oído. _A_ Ya olvídame Oscar.

_O_ ¿Estás bien mi amor? ¿Te manoseó la guarra esa?_ Oí que le preguntaba y me volví y la miré.

_P_ No, pero huele fatal, espero no tener que ducharme con ella ahora en las duchas. Golpe bajo. Me dolió aquello.

_O_ ¿Habéis oído todos? La lesbianita apesta. Dijo Óscar riéndose a carcajadas. _Profesor_ ¿Qué pasó aquí?

_O_ Nada profesor que la pobre Amelia tropezó y la ayudé a levantarse eso es todo, ¿verdad Amelia?

Oscar me miró con mirada amenazante. Y preferí callar, como siempre, para que decir la verdad, me ganaría más insultos que de costumbre y a él solo lo castigarían sin recreo. En definitiva sería peor el remedio que la enfermedad.

_A_ Si profesor.

_Profesor_ Pues se terminó la clase, todos a la ducha.

Llegó mi momento más temido de las clases de educación física, la ducha. Me tenía que encerrar en un cuarto de baño y esperar a que todas salieran para salir yo, y la última vez me encerraron, no quería que volviese a ocurrir eso, así que me senté en la puerta de los vestuarios a esperar a que todas saliesen.

Patricia y una de sus amigas entraron y una se quedó en la puerta, con la cabeza asomada, ¿qué estarían planeando? No seas paranoica, no siempre van a ir contra ti, de seguro estarán vigilando que no se valla a acercar el profesor para ir a fumar, ni que el mundo girara alrededor mío.

Supongo que tenía razón mi conclusión, porque saliendo el profesor por la puerta del gimnasio metiendo la cabeza la chica.

_Ya se fue_ Oí que dijo.

Todo se quedó en silencio, odio el silencio, en un vestuario nunca es buena señal. Me puse en alerta, no sé por qué, pero mi cuerpo me decía que tuviese cuidado. Algunas chicas ya salían y se fueron poniendo delante de mí.

_A_ ¿Qué queréis ahora? ¿Es que nunca me vais a dejar en paz? A estas, saliendo Patricia por la puerta.

_P_ Ahora chicas.

Entre todas me agarraron con fuerza, yo intentaba resistirme pero eran 5 contra mí, Patricia agarraba la puerta de la entrada.

_A_ ¡Profesor! ¡Ayuda! ¿Es que nadie va a hacer nada?_ Decía mientras pataleaba en el aire intentando golpear a alguna.

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Yo nunca había pegado a una mujer, pero esto ya se estaba pasando de castaño oscuro, esto ya estaba llegando demasiado lejos, ¿qué pretendían hacerme ahora?

Una de las chicas abrió una de las puertas del vestuario y me introdujo dentro.

_A_ ¡No! Joder, otra vez no. Sacadme de aquí malditas perras. Ya me tenéis harta_ les gritaba mientras golpeaba la puerta_ ¡Que os jodan a todas! ¡Abridme!

Simplemente ignoraban mis gritos. Di un paso atrás y sentí como pisaba algo, a la vez que oí una queja.

_A_ Perdón no sabía…_dije mientras me volvía_ Lo siento_ volviéndome rápidamente hacia la puerta de nuevo.

Ahí estaba Laura, la hija del director, no podía creérmelo, estaba semidesnuda. No me había dado tiempo de ver prácticamente nada, pero era muy linda y tenía un cuerpo de morirse. Nunca me había fijado en ella porque siempre llevabas ropas anchas y el flequillo que le tapaba media cara, pero era verdaderamente hermosa.

_L_ Tranquila, no te preocupes, pero no te vuelvas hasta que te avise. _A_ Descuida y lo siento, no entré a propósito.

_L_ Lo sé, no pasa nada, ¿estas no piensan abrirnos?

_A_ No sé, la última vez me dejaron aquí por un tiempo y no fueron ellas las que me abrieron precisamente, que yo sepa.

_L_ ¿Qué tu sepas? Ya puedes volverte.

_A_ Si, gracias, pues…_wow menudos ojos tiene. Tenía el pelo recogido aún en una cola alta y podía verle los ojos completos, que linda era…

_L_ Pues…

_A_ Ah sí, lo siento, nunca te había visto los ojos_ dije sonrojándome.

Ella se quedó pensativa por unos instantes. Y el silencio se hizo más intenso e incómodo. _A_ Lo siento, no quería incomodarte con mi comentario.

_L_ Tranquila_ dijo mientras cogía su mochila del suelo y ocupaba su lugar.

Yo me senté en la taza del váter y fui fiel a su silencio, parecía que ella no quería hablar conmigo, miraba hacía al suelo fija, solo podía verle el rostro porque el inodoro nos separaba, de seguro tenía en mente algo así que no volví a dirigirle la palabra.

Al ratito se oyó una ambulancia fuera y el alboroto de mucha gente. Nosotras de nuevo gritamos para que nos sacaran, pero nadie parecía oírnos. Así que volvimos a sentarnos al cesar el sonido de la ambulancia, que solo duró unos 5 minutos.

Unos segundos después, la luz se apagó, y ambas nos levantamos del suelo. _L_ ¿Qué coño ha pasado?

_A_ La historia se repite. _L_ ¿Cómo has dicho?

La puerta se abrió y yo volví a quedar inmóvil, sentía los pasos de Laura correr hacia afuera y yo, no tenía el valor de moverme del sitio, como si mi cuerpo esperara a que ella apareciera como la otra vez. Entonces sentí una mano cogiendo la mía.

_A_ Esta es la segunda vez que nos encontramos, ¿me vas a decir ahora quien eres? _Desconocida_ Shhhhhh!_me dijo mientras volvía a poner uno de sus dedos en mis labios y tras volver a besar mi nariz, volvió a irse dejándome de nuevo una rosa en mis manos. ¿Quién sería mi chica misteriosa?

Cuando me di cuenta, tuve que irme rápido a clases, ya era muy tarde y de seguro me ganaría una buena regañina.

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Al llegar a clases todo el mundo estaba revolucionado por la ambulancia y se preguntaban unos a otros cual había sido el problema y para quien vendría, hasta que la maestra se enfadó y los murmullos cesaron.

El resto de la mañana resultó ser de lo más tranquila, el examen fue fácil a pesar de no haber estudiado mucho y al fin tocó la temida sirena que daba por terminada las clases de hoy, ahora tocaba ir a casa, me esperaba doble regañina. Siendo sincera, estaba dudando si volver o no. No había tenido mucho tiempo para pensar en mi vuelta durante la mañana, y ahora volvía a recordar y a temer volver.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando vi a mi madre parada en la puerta de la escuela, me buscaba con la mirada, y me quedé paralizada. Mis nervios se adueñaban de mí, nauseas,

mareos, sudores fríos,… cuanto daría ahora por caer desmayada al suelo. Pero por más incómoda que fuera la situación ese instante, me vería de un momento a otro. ¿Qué debo hacer?

Me acerco hacía puerta por el otro extremo y me confundo entre la multitud hasta que salgo. Vuelvo la vista atrás y mi madre aún sigue mirando hacia dentro. Tiene gesto triste, y no quiero hacerla daño, pero soy así, no es culpa de ella… espero no se esté culpando, pero tengo que ordenar mis ideas, mis palabras, no sé qué decirle ni como, no quiero hacerla más daño del que ya le hice.

Me dirijo hacía el parque, tengo hambre, mi barriga me cruje, pero tengo que aguantar hasta que vuelva a casa, aunque… igual no es tarde aún y puedo decirle a mi madre que no la ví, hablo con ella y … ¡aaaaaaaaaaaaaah no sé qué hacer! Mi cabeza ahora mismo es un revoltijo de ideas y ninguna me parece que sea la más correcta. ¿Qué coño hago aquí cuando debería estar hablando con mi madre?

Me dirijo hacía casa, espero que aún no sea demasiado tarde, le diré que estuve en casa de una compañera recogiendo los apuntes de ayer… sí eso le diré, espero que se lo crea.

Ya veo mi casa y agacho la cabeza, mantente fuerte Amelia no caigas ante el llanto de tu madre, no es tu culpa ser así y eso tenlo claro.

Abro la puerta de mi casa y veo a mi madre al teléfono…

_M_ Ya está aquí, no te preocupes… sí ahora le preguntaré dónde ha estado… Ajá ya te aviso de cualquier cosa… Adiós cariño_ dice colgando el teléfono. _ ¿Dónde coño has estado? ¿No sabes avisar?

_A_ Lo siento mamá, pero sabía que no me ibas a llamar y tenía un examen hoy. _M_ No sabía nada de ti desde esta mañana, ¿qué coño te pasa Amelia?

_A_ Ya mamá no te alteres no lo volveré a hacer._ digo dirigiéndome hacía las escaleras.

_M_ ¿A dónde crees que vas? Tenemos una conversación pendiente tú y yo, ¿o es qué no piensas decirme nada?

_A_ Estuve recogiendo unos apuntes si es a lo que te refieres por eso tardé_ dije intentando evadir la evidente pregunta, en realidad sí sabía a qué se refería.

_M_ No es eso, y lo sabes. ¡Mírame a la cara cuando te hablo! _A_ Ok, quieres hablar de eso, ¿qué quieres saber?

_M_ Si es cierto lo que decía ese papel o solo es una burla de tus compañeros. _A_ Es verdad, me gustan las chicas._ No sé cómo pude decir eso…

Mi madre se quedó en silencio, y yo agaché la cabeza.

_M_ No puede ser, ni siquiera sabes lo que quieres aún, eres muy niña y ni siquiera has tenido nunca un novio, ¿cómo sabes que te gustan las mujeres si nunca has probado un hombre? _A_ ¿Te hizo falta probar una mujer para darte cuenta que te gustaban los hombres? _M_ No.

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_M_ Pero no es lo mismo, que te gusten los hombres es lo NORMAL. _A_ ¡Pues soy anormal joder mamá!

_M_ ¿Por qué me haces esto? _A_ No te hago nada mamá.

_M_ Tú no eres así, y lo sabes, ¿Por qué coño me haces esto Amelia? ¿Acaso quieres castigarme?

_A_ No quiero castigarte mamá, soy así.

_M_ No digas eso… mi hija no es una lesbiana…

Ella se dirigió hacia la pared y sentir temblar la voz en esta última frase, estaba llorando, lo sé, pero yo no podía hacer nada…

Me senté en las escaleras, con la cabeza agachada, no sabía que decirle, quería abrazarla, pero tenía miedo de que me rechazara, nuevamente no sabía qué hacer. Pero no me sentía triste, me sentía aliviada, me dolía esto que estaba sintiendo mi madre, me dolía verla llorar, pero sabía que tarde o temprano se enteraría, y mejor que fuese ahora y por mí… bueno… por el papelito. Ya tenía algo que agradecer a Patricia, si no fuese por ella, nunca me hubiese atrevido a dar el paso. Mi madre seguía llorando, cada vez sus llantos eran más fuertes.

_M_ ¿Y qué piensas hacer ahora? _A_ ¿A qué te refieres?

_M_ Me da vergüenza tener una hija como tú… hubiese preferido que seas una puta antes que lesbiana…

_A_ Si quieres me marcho_ dije levantándome, eso me había dolido. _M_ ¿Y a dónde irás?_ me dijo con rabia.

_A_ No sé, lejos de ti, para que no te avergüences de lo que soy. _M_ Por desgracia vallas a donde vallas serás mi hija.

_A_ Si quieres considérame muerta_ dije levantándome y dirigiéndome hacía mi cuarto.

Cerré la puerta con rabia, y me senté en la cama… sinceramente pensaba que se lo tomaría mejor. Me levanté con los ojos llenos de lágrimas, preferiría que fuera una puta, que rondara el sida, las drogas,… antes de que me gustasen las mujeres… ¿Mi madre era la única madre en el mundo que deseaba un mal a su hija? ¿Yo no tengo derecho a ser feliz?

Abrí la puerta del armario y saqué la maleta y comencé a meter ropa dentro, si no me querían en esta casa, buscaría otro lugar lejos de aquí, aunque eso significara empezar de nuevo. Ya estaba terminando de meter mi ropa en la maleta cuando se abrió la puerta de mi cuarto. _M_ ¿A dónde crees que vas?

_A_ No sé, pero me voy para que no te avergüences de tú hija.

Mi madre se abrazó a mí de repente, yo no sabía qué hacer, y la abracé.

Tenía a mi madre llorando en mis brazos y un nudo en el estómago de la impotencia de verla así y no poder hacer nada. Había dicho muchas cosas duras sobre mí que me habían dolido mucho, pero sobre el orgullo que podía sentir estaba el amor que sentía por ella.

_M_ No te vallas.

_A_ No lo haré mamá, pero no me pidas que cambie, porque no puedo hacerlo. _M_ No te lo pediré, solo abrázame.

Ahí nos quedamos por un rato, ella abrazada a mí y yo abrazándola a ella, en el centro de la habitación. Su respiración en mi pecho y su llanto desgarrándome por dentro.

Se separó de mí cuando sonó el timbre de la puerta, ella se secó las lágrimas y me dijo antes de salir, que volviera a deshacer las maletas, que no iba a consentir que me fuera a ningún lado. Cerró la puerta y me senté en la cama, no podía creérmelo, ya había pasado lo más difícil, bueno, quedaba mi papá, pero ya tenía el apoyo de mi mamá, al menos eso esperaba. Mi madre

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me llamó para comer, ya había llegado mi padre, y sentía miedo de que le fuera a decir algo, se lo agradecería, la verdad, no quería volver a pasar por ese mal trago, no quería ver llorar a mi padre, no quería volver a sentir esa sensación de no saber que esperar, no saber qué va a decir, como va a actuar, y donde acabaré pasando la noche… así que le dije a mi madre que no tenía hambre. Me acosté en la cama, boca arriba, mirando el techo, y todo me daba vueltas, estaba cansada,

respiraba tranquilidad y a la vez miedo. Ya había pasado todo, ya lo sabía mi madre, aun así, seguía teniendo esa angustia dentro de mí que me aprisionaba la boca del estómago. Las palabras que me había dicho mi madre durante mi confesión me seguían taladrando, necesitaba escapar de allí por un rato, respirar aire puro, oír ruido, necesitaba plagarme de ruidos que me hicieran

escapar del angustioso silencio de mi habitación, ya que solo hacía recordarme las palabras de mi madre.

Salí de mi cuarto con mucho cuidado, me acerqué a la cocina, y mis padres estaban comiendo en silencio, ninguno de los dos hablaba, y mi madre miraba el plato aún sería. ¿Le habría contado a mi padre?

Salí a la calle, y dejando mi casa atrás me dirigí hacía el parque de nuevo.

Estaba prácticamente vacío, no había nadie, tan solo unos niños pequeños de unos 5 o 6 añitos jugando. Me recosté bajo la sombra de un árbol, alejado de todos y todo, no quería que me

molestaran, quería descansar, quería olvidar todo, quería evadirme y que el dolor y los nervios que sentía ahora mismo se fuesen.

Mirando al cielo, recordaba instantes de cuando era pequeña, la chica que me gustaba, Patricia, aún no puedo creerme que me gustase Patricia en un pasado, si pudiera volver atrás, le diría a mi yo niña, que se alejara de ella todo lo posible. O retroceder dos años, cuando la besé, mi primer beso, y hasta ahora el último. Recordar la suavidad de esos labios, que en aquel entonces me volvían loca, y despertar ahora, y darme cuenta que de esos labios, lo único que salen son idioteces e insultos y maldades.

¿Cuándo dejaste de ser mi mejor amiga para convertirte en mi peor pesadilla Patricia? ¿No te importa hacerme daño? ¿Cómo puedes ser tan cruel conmigo? Nunca debí besarte, lo sé, y ahora me arrepiento. Si no lo hubiese hecho, ahora todo sería diferente…

¿Qué es eso? ¿Un niño?

Oigo un llanto cerca de mí, pero no lo veo. Me levanto y le doy la vuelta al tronco del árbol. _A_ ¿Qué te pasa pequeño?

_N_ Quiero ir con mi hermana_ dijo llorando.

_A_ ¿Dónde está tu hermana? _ Vale Amelia, pregunta tonta del día… _N_ No sé

_A_ Ven, dame la mano, no llores pequeño, voy a llevarte con tu hermana._ dije secando sus lágrimas.

Agarré al niño de la mano y nos dispusimos a buscar a su hermana. No sería difícil, el parque es grande, pero no en exceso, y de seguro ella estaría jugando en los columpios y también estará buscando a su hermanito.

En el tobogán había una niña pequeña de unos 8 añitos, con vestido corto rosa y dos colitas. _A_ ¿Es esa tu hermana pequeño?

_N_ No_ dijo con rostro triste. _A_ Ok, pues sigamos buscando.

El niño seguía con la cara triste, así que le pregunté si quería un helado, y tras alegrársele la cara aceptó de inmediato.

Nos fuimos para el kiosco y le compré un helado de Chocolate, y yo me compré un helado de nata y nos sentamos en el banco a comérnoslo.

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Ya llevaba como 15 min con el niño y no habíamos encontrado a su hermanita, así que supuse que había vuelto a casa para decírselo a sus papás y que regresaría con ellos.

El niño había olvidado que se había perdido y se comía el helado mirando a los columpios. Tenía la nariz llena de chocolate y media cara también, estaba gracioso, pero ni modo que se lo llevara a los padres así, así que lo dejé sentado y fui al kiosco a comprar un paquete de pañuelos. Volví y ya estaba terminándose de comer el helado, así que me puse a limpiarle la cara.

_N_¡ Hermanita!

_Hermana_ No vuelvas a hacerme esto Iván, ¿dónde te habías metido? He estado buscándote por todo el parque.

Esa voz…

No sabía si quería darme la vuelta o no, y pensaba no hacerlo y salir por patas de allí hasta que me llamó…

_P_ ¿Amelia?

Ya era demasiado tarde para huir.

Me volví despacio hacía ella y sonreí sarcásticamente. _N_ Si hermanita esa es la chica que me ayudó.

_P_ ¿Qué hacías con mi hermano?

_A_ Tranquila, no pensaba violarlo ni nada de eso, soy lesbiana pero no pervertida. _P_ Eso habría que verlo.

_A_ No te preocupes, que ya me voy y te dejo con tu hermanito. _N_ ¿Ya te vas?

Me agaché hasta ponerme a su altura, y miré hacia arriba, hacia ella. _A_ ¿Puedo despedirme al menos no?

_P_ Sí_ dijo ella volteándome la cara con desprecio. ¿Cómo podía ser así?

_A_ Ya me tengo que ir Iván, tengo que estudiar y hacer deberes_ dije poniéndole una mueca graciosa que lo hizo reír_ A ver si coincidimos otro día.

_N_ E invito yo.

_A_ Claro e invitas tu_ dije sonriendo. Le sacudí el pelo y me levanté. _A_ Hasta mañana

_P_ Hasta mañana. _N_ Chauu

Me fui de allí dejando a los dos hermanos. Patricia lo montó en los hombros y se fueron cantando. ¿Cómo podía ser tan linda y a la vez tan cruel? Me costaba creerme que esa chica que iba cantando tan dulcemente con su hermanito a cuesta fuera la misma que me estuviera haciendo la vida imposible en la escuela. ¿A caso era bipolar? ¿O tenía una hermana gemela? No sé lo que le pasaba conmigo, no podía entender tanto odio por un beso. Había cambiado mucho… ni siquiera sabía que tenía un hermano, había pasado mucho tiempo desde aquello, Iván ni siquiera había nacido.

Lo acontecido en aquella tarde me hizo olvidar prácticamente los motivos por los cuales había salido de casa a escondidas. Misión cumplida supongo, porque olvidar era precisamente lo que buscaba.

Todo estaba bien, hasta que comencé a ver mi casa a lo lejos, miles de preguntas rondaban mi cabeza y miles de miedos se adueñaban de cada centímetro de mí ser. ¿Le habría dicho mi mamá a mi papá? ¿Se lo habrá tomado bien? ¿Cómo y cuándo se lo diré si ella no se lo ha dicho?

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¿Habrá recapacitado mi madre y estará esperándome con las maletas? Creo que irme sin decirle nada, era lo menos por lo que podía enfadarse conmigo en estos instantes.

Ya había avanzado y me encontraba justo en frente de la puerta de mi casa, haciéndome la pregunta de si entrar o no entrar. Miedos, angustias, estrés, nervios,… tantas cosas me inundaban que no me permitían hacer lo más fácil, temblaba tanto que ni la llave podía introducir por la ranurita. Cuando por fin la metí mi padre abrió la puerta.

_P_ ¿Vienes borracha?_ Me preguntó.

_A_ No papá aún es muy temprano, sabes que suelo tomar a eso de las 12 de la noche_ Era mentira, ambos sabíamos que yo no tomaba y nos reímos.

_P_ ¿Qué te pasa, que llevas como 30 min intentando abrir la puerta? _A_ Nada, que venía pensando.

_P_ Chica pensativa mi hija, ¿algún problema en la escuela? ¿Sabes que puedes decirme lo que sea no?

Uff me mató con esa pregunta.

_A_ Sí papá, lo sé, pero no es nada del otro mundo no te preocupes. _P_ ¿Cuándo te fuiste que ni cuenta nos dimos tu madre y yo? _A_ ¿No os disteis cuenta?

_P_ No

_A_ Pues os dije adiós y todo.

_P_ Pues no nos dimos cuenta, de hecho subí a tu habitación después de comer para decirte hola y me encontré una maleta llena de ropa, ¿piensas ir a algún lado?

¡Oh no! La maleta… Piensa rápido Amelia, piensa rápido… _M_ ¿Quién era Juan? Por cierto ya está empezando la película. _P_ Tú hija y ya voy.

_M_ ok

_P_ Anda entra… Te dejaré tiempo para buscar una excusa para lo de la maleta… _A_ Muy gracioso_ dije, aunque en realidad pensaba “Gracias a Dios”

Subí las escaleras a toda prisa, quería alejarme cuanto antes de esa interrogación que mi padre me estaba haciendo antes de que se arrepintiera y comenzara de nuevo.

Eran las 8 de la noche ya, había estado mucho rato en el parque, me había despejado un poco, aunque seguía teniendo ese vacío en el estómago… y no creo que fuera por el hambre. Mi madre no le había contado nada, y si no lo había hecho ya, no estoy muy segura de que fuera hacerlo más tarde, creo que me iba a dejar hacerlo a mí. Menudo marrón se me caía encima, sé que mi padre era más liberal que mi madre, pero aun así pensaba que mi madre se lo tomaría mejor de lo que se lo había tomado, así que ya no confiaba mucho en mi intuición. Era mi deber contarle a mi padre lo que me pasaba, y no soportaría por mucho tiempo esos nervios, así que cuanto antes lo hiciera mejor.

No estaba muy decidida a hacerlo, ni siquiera estaba preparada, pero ya que hoy había sido el día de las confesiones, tenía que hacerlo sí o sí.

Una de las cosas que me daban más miedo de la reacción de mi padre, era que me echara de casa, como había hecho mi mamá. Sabía que no me podía ir a lo de mi abuela, eso estaba claro, y no tenía ninguna amiga con la que me llevara especialmente bien, bueno… ni siquiera tenía una amiga a la que poder pedir ese grandísimo favor.

Me conecté al ordenador, para ganar tiempo, y entré a la plataforma del colegio. Era una página webs donde nos mandaban información, hacíamos exámenes… estaba bastante lograda, aunque no la utilizábamos mucho porque el internet de la escuela daba mucho que desear. Me habían

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