Cristianos en Misión en la Vida de todos los días

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Cristianos en Misión

en la Vida de todos los días

Misionero en mi barrio

Te invitamos a ponerte en presencia de Dios diciendo de corazón una oración como la que sigue: “Señor, yo creo en ti. Tú sabes bien cuántas veces he rezado pidiéndote que me ayudes. No siem-pre las cosas son fáciles y muchas veces me siento débil. Tú me auxilias, Señor. En Ti pongo mi confianza. Ayúdame a crecer en mi fe y en mi amor.

Pero también sé que Tú pones tu confianza en mí, Tú me pides que te ayude a que este mundo sea un poco más parecido al mundo de hermanos e hijos tuyos que Tú soñaste.

Hoy me invitas a pensar en mi barrio, el lugar donde vivo, en las personas con las que ahí convivo. Ilumíname con tu Espíritu Santo para descubrir qué puedo hacer para que entre nosotros reine más amor, más alegría, más cooperación, más apoyo, más defensa de lo que es justo; y para que vivamos en tu presencia, Señor. Amén”

Ayuda para tu reflexión

Cada barrio, cada cuadra, cada conjunto de casas o departamentos, es un lugar especial. En algunos hay vida en común: la gente se conoce, los niños juegan juntos, el almacén cercano es lugar de encuentro y no falta el vecino o vecina “buena onda” que se destaca por su espíritu de servicio…En otros, la gente casi ni se mira, todo es un poco anónimo, encerrado, cada uno se arregla por su cuenta. También hay otros en los que predomina la desconfianza y el temor; salir

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a la calle es un riesgo. Algunos barrios son organizados, con Junta de vecinos conocida y activa; y los hay donde nadie sabe si existe o no alguna directiva común. Y así, otros modelos.

Y el tuyo, ¿cómo es?

Queremos invitarte a mirarlo; pero a mirarlo con ojos de cristiano, es decir, de “discípulo misio-nero de Jesucristo”, que es lo mismo. Un discípulo misiomisio-nero busca que los criterios del Reino de Dios enriquezcan toda la vida humana. Y, por eso:

- sabe reconocer y valorar lo bueno que existe a su alrededor;

- detecta lo que hace menos humana la vida de algunos vecinos o del barrio en general. - Y entonces piensa: qué puedo hacer, pequeño o no tan pequeño, para que este lugar se parezca

un poco más al sueño de Dios: un espacio donde seres humanos que se saben hermanos conviven y construyen juntos una vida digna para todos.

Abre los ojos para observar lo que pasa a tu alrededor.

- ¿Qué te gusta del modo como se relacionan los vecinos del lugar en que vives? • ¿Qué ayuda para que sea así?

• ¿Quién o quiénes son los que más aportan a eso? ¿Qué hacen?

¿Qué te preocupa de tu barrio, qué se podría mejorar? Piensa primero espontáneamente.

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- ¿Se reúnen los vecinos para hablar de sus problemas comunes?

- ¿Sabes si existe una Junta de vecinos? ¿Participas? ¿Participan otros vecinos?

- ¿Se hace alguna vez actividades comunes ya sea de convivencia o de entretención o de formación o culturales o de reflexión de fe etc.?

- ¿Existen problemas en tu barrio? (sociales, de infraestructura, educacionales, de salud, de seguridad etc.) ¿Alguien se preocupa de que se enfrenten buscando soluciones? - Si los derechos ciudadanos no se respetan suficientemente ¿hay personas dispuestas a organizarse y asumir responsabilidades para dialogar con el Municipio o con quien corresponda y defender esos derechos?

- ¿Hay personas dispuestas a capacitarse para cumplir esa labor? (Por ejemplo, en los cursos de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores)

- ¿Se conversa entre Uds. sobre cómo mejorar las condiciones del barrio?

- ¿Se habla entre Uds. que trabajar por la justicia, en especial a favor de los más débiles, es algo que Dios quiere y espera de los cristianos?

Tu decisión como discípulo/a misionero/a

A partir de lo que vas descubriendo (gracias a las preguntas pero en especial gracias a tu propia observación) ¿qué pasos puedes y estás dispuesto/a a dar para que tu barrio sea un poco más Reino de Dios?

Te proponemos: - Decídelo - Anótalo

- Convérsalo con otros vecinos

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¿Puedes hacer algo por otros habitantes del sector?

Es posible que en cualquier conversación, te acuerdes de esta reflexión y puedas ayudar a otra persona que comparte contigo, algo relacionado con este tema.

Pero también es posible que este tema te preocupe y te sientas llamado/a a hacer más por los ciudadanos en general. Piénsalo y convérsalo con tu párroco o con otra persona de confianza que te pueda orientar. O contáctate con la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores.

UN TIEMPO DE CONVERSIÓN

En el año de la Misión Territorial, buscamos redescubrir que

TODOS los cristianos somos DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESUCRISTO, es decir, estamos enviados a una MISIÓN: ayudar a que su Espíritu reine en todos y en todas las cosas. Sólo así el mundo podrá ser realmente

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Misionero en mi propia casa

Te invitamos a ponerte en presencia de Dios diciendo de corazón una oración como la que sigue: “Señor, yo creo en ti. Tú sabes bien cuántas veces he rezado pidiéndote que me ayudes. No siempre las cosas son fáciles y muchas veces me siento débil. Tú me auxilias, Señor. En Ti pongo mi confianza. Ayúdame a crecer en mi fe y en mi amor.

Hoy me invitas a pensar en mi familia, en las personas con las que vivo. Ilumíname con tu Espíritu Santo para descubrir qué puedo hacer para que entre nosotros reine más amor, más alegría, más cooperación, más apoyo; y para que vivamos en tu presencia, Señor. Amén”

Ayuda para tu reflexión

El Señor y tú saben cómo vives tu familia. ¿Con paz? ¿Con dificultad? ¿Con mucha entrega? ¿Con cansancio? ¿Con entusiasmo? ¿….? ¿….?

Tú sabes cuál es tu realidad familiar y tu actitud dentro de ella. No se trata de darte recetas para resolver los problemas que pueda haber. Sólo se trata de ayudarte para que descubras pequeños pasos (o no tan pequeños) que tú puedes dar para que en tu familia todos se sientan más conten-tos, más queridos, protegidos, creciendo como personas. Porque también ese es un espacio en el que el Espíritu de Dios quiere reinar cada vez más.

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Abre los ojos para observar lo que pasa a tu alrededor.

- ¿Qué te gusta del ambiente de tu familia?

- ¿Qué ayuda para que sea así?

- ¿Quién o quiénes son los que más aportan a eso? ¿Qué hacen? - ¿Qué te preocupa de tu familia o qué se podría mejorar?

Piensa primero espontáneamente. Después, si quieres, puedes ayudarte con las si-guientes sugerencias:

• ¿se demuestran afecto y respeto unos a otros? • ¿Se interesan por lo que les pasa?

• ¿tienen momentos en que se reúnen para conversar y pasarlo bien juntos? • ¿Comparten las tareas de la casa o se abusa de alguien?

• ¿Hay algunos que desordenan y ensucian y se despreocupan de ordenar y limpiar? • ¿Hay algún miembro del grupo familiar que, a tu juicio, se sienta poco valorado? • ¿Hay alguien enfermo que no esté recibiendo suficiente apoyo de los demás?

• ¿Hay alguien que está haciendo las cosas mal y nadie se atreve a enfrentarlo y ayudarlo a reaccionar?

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Tu decisión como discípulo/a misionero/a

A partir de lo que vas descubriendo (gracias a las preguntas pero en especial gracias a tu propia observación) ¿qué pasos puedes y estás dispuesto/a a dar para que tu familia sea un poco más Reino de Dios?

- Fija en qué momento revisarás cómo te ha ido y podrás dar, si quieres, un nuevo paso.

¿Puedes hacer algo por otras familias?

Es posible que en cualquier conversación, te acuerdes de esta reflexión y puedas ayudar a otra persona que compartió algo contigo.

Pero también es posible que este tema te preocupe y te sientas llamado/a a hacer más por más familias. Piénsalo y convérsalo con tu párroco o con otra persona de confianza que te pueda orientar. O contáctate con la Vicaría para la Familia.

En el año de la Misión Territorial, buscamos redescubrir que TODOS los cristianos somos DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESUCRISTO, es decir,

estamos enviados a una MISIÓN: ayudar a que su Espíritu reine en todos y en todas las cosas. Sólo así el mundo podrá ser realmente humano para todos,

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Misionero en mi trabajo

Te invitamos a ponerte en presencia de Dios diciendo de corazón una oración como la que sigue: “Señor, yo creo en ti. Tú sabes bien cuántas veces he rezado pidiéndote que me ayudes. No siem-pre las cosas son fáciles y muchas veces me siento débil. Tú me auxilias, Señor. En Ti pongo mi confianza. Ayúdame a crecer en mi fe y en mi amor.

Hoy me invitas a pensar en mi lugar de trabajo, en las personas con las que ahí convivo. Ilumíname con tu Espíritu Santo para descubrir qué puedo hacer para que entre nosotros reine más amor, más alegría, más cooperación, más apoyo, más defensa de lo que es justo; y para que vivamos en tu presencia, Señor. Amén”

Ayuda para tu reflexión

Cada lugar de trabajo tiene vida propia. En algunos las personas se sienten tranquilas y respetadas. El ambiente es de colaboración y camaradería. En otros, sus trabajadores sienten que los exprimen, sin muchos miramientos y sin respeto por sus derechos ni por su vida privada. Los hay en que las relaciones son muy superficiales, centradas en las tallas y los chismes. En otros es posible tejer amistades, crecer como personas y como profesionales. La gama es muy amplia y diversa.

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Abre los ojos para observar lo que pasa a tu alrededor.

a. Empecemos por el ambiente humano

- ¿Qué te gusta del ambiente humano en tu trabajo? - ¿Qué ayuda para que sea así?

- ¿Quién o quiénes son los que más aportan a eso? ¿Qué hacen? - ¿Qué te preocupa al respecto, qué se podría mejorar?

Piensa primero espontáneamente. Después, si quieres, puedes ayudarte con las siguientes sugerencias:

• ¿se demuestran afecto y respeto unos a otros? • ¿Se interesan por lo que les pasa?

• ¿tienen momentos en que se reúnen y pasan un buen rato juntos?

• ¿Se hace distinción de personas? (Por ejemplo, que haya algunos que son mirados en menos) • ¿Hay tendencia a contar rápidamente los chismes aunque se refieran a la vida privada o no

conste que sean verdad?

• ¿Hay alguien enfermo que no esté recibiendo apoyo de los demás?

• ¿Hay alguien que está haciendo las cosas mal y nadie se atreve a enfrentarlo y ayudarlo a reaccionar?

• ¿Qué lugar ocupa la vida de fe en sus conversaciones? b. Ambiente laboral

Primero, piensa espontáneamente cómo encuentras el ambiente de trabajo. Piensa en lo que te agrada y en lo que, a tu juicio, podría mejorarse.

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Después, mira algunas preguntas que te presentamos por si quieres ayuda: • ¿Se trabaja responsablemente o se tiende a “sacar la vuelta”?

• ¿Las personas colaboran entre sí o se busca quedar bien uno por sobre los demás? • ¿Hay buena disposición para enseñarle a los nuevos?

• ¿Se procura entre todos que el ambiente físico sea razonablemente grato? • ¿Tú – y otros – rezan y se dejan llenar por Dios al empezar su jornada de trabajo? c. Derechos laborales

- Piensa espontáneamente si, a tu juicio, se respetan los derechos laborales y cómo reaccionan tú y tus compañeros al respecto. ¿Se te ocurre en qué podría mejorarse?

Te ayudamos con algunas preguntas:

• ¿Existe alguna organización de los trabajadores ahí donde tú trabajas?

• En caso afirmativo, ¿tú y tus compañeros/as participan? ¿Están dispuestos/as a asumir responsabilidades? Si no lo están ¿por qué es?

• Si los derechos laborales no se respetan suficientemente ¿hay personas dispuestas a organizarse y asumir responsabilidades para dialogar con los jefes y defender esos derechos? • ¿Hay personas dispuestas a capacitarse para cumplir esa labor? (Por ejemplo, en los cursos

de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores)

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Tu decisión como discípulo/a misionero/a

A partir de lo que vas descubriendo (gracias a las preguntas pero en especial gracias a tu propia observación) ¿qué pasos puedes y estás dispuesto/a a dar para que tu mundo laboral sea un poco más Reino de Dios?

- Convérsalo con otros compañeros

- Fija en qué momento revisarás cómo te ha ido y podrás dar, si quieres, nuevos pasos.

¿Puedes hacer algo por otros trabajadores?

Es posible que en cualquier conversación, te acuerdes de esta reflexión y puedas ayudar a otra persona que comparte contigo algo relacionado con este tema.

Pero también es posible que este tema te preocupe y te sientas llamado/a a hacer más por los trabajadores en general. Piénsalo y convérsalo con tu párroco o con otra persona de confianza que te pueda orientar. O contáctate con la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores.

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En el año de la Misión Territorial, buscamos redescubrir que TODOS los cristianos somos DISCÍPULOS MISIONEROS DE JESUCRISTO, es decir,

estamos enviados a una MISIÓN: ayudar a que su Espíritu reine en todos y en todas las cosas. Sólo así el mundo podrá ser realmente humano para todos,