Introducción (sobre el tema de capital social que se aborda el presente número de la revista)
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(2) VOL. 9 NÚM. 1 PRIMER SEMESTRE DE 2014 Publicación Semestral. 16. -.-ns CJ. Patricia López-Rodriguez Isidro Soloaga Editores huéspedes. O ti). ns. .-CJ. ••. -. Rubén Martínez Cárdenas Edgardo Arturo Ayala Gaytán Ernesto Aguayo Téllez. ~. ~. Diana Manuel Gutiérrez Ricardo Zaragoza Castillo Domingo Faustino Hernández Ángeles Edgar Ramírez Medina. ~ .al. Héctor H. Sandoval Martín Lima. ,-. O a. >.. ns. ••en e. Patricia López-Rodríguez Isidro Soloaga Rodolfo de la Torre García. '<t'. ~. o N. w. e. Lindon J. Robison Marcelo E. Siles. w a:::. 1-. en. w. Raymundo M. Campos-Vázquez Emilio Cuilty. :E w. en. a:::. w. :E a::: Q... Delfino Vargas Chanes María Merino Sanz. :E. .:::;¡. z. O). .....J. o >. r=.gg.
(3) BIENESTAR Y POLÍTICA SOCIAL VOL. 9, NÚMERO 1, pp. 1 - 4. INTRODUCCIÓN Patricia López-Rodríguez1 Isidro Soloaga 2. E. n las últimas décadas ha habido un creciente interés por identificar, estimar y relacionar el capital social con diversas variables del bienestar, donde la producción de beneficios o cierto rendimiento es clave. Esta actividad ha implicado la confluencia de diferentes disciplinas como la economía, la sociología, la antropología, la psicología, entre otras. A pesar de que no hay un consenso que defina un indicador único para medir el capital social, hay una serie de puntos en los que los investigadores se han puesto de acuerdo. El atractivo del capital social se encuentra en el hecho de que este activo puede arrojar algo de luz sobre el comportamiento de los individuos y los resultados económicos que no pueden ser explicados por las fuerzas del mercado. En este sentido, el capital social consiste en aspectos de la estructura social que facilitan ciertas acciones entre los individuos, estos aspectos están relacionados con la organización social, la confianza, las normas y redes que mejoran la eficiencia de la sociedad al facilitar acciones coordinadas. (Coleman, 1990; Putnam, 1993). Los resultados de trabajos empíricos muestran a este concepto como fundamental en el proceso de desarrollo económico, señalan que el capital social es productivo (como otras formas de capital) y hace posible alcanzar ciertos fines que no podrían ser alcanzados en su ausencia (Coleman, 1990) o podrían ser alcanzados sólo a un mayor costo. En este sentido, algunos trabajos han mostrado la relación positiva entre el capital social y crecimiento económico, han mencionado que facilita las transacciones comerciales y contribuye a la provisión privada de bienes públicos (Knack y Keefer, 1997; Woolcock, 1998). Otros señalan que da lugar a una mejor prestación de servicios públicos, fomenta el empoderamiento, contribuye a mejorar el desempeño de las instituciones, facilita el acceso a los servicios de salud, aumenta el rendimiento y la productividad, promueve la cooperación, fomenta la participación en las organizaciones civiles y crear los incentivos de la acción colectiva (Pargal et al, 1999; La Porta et. al., 1999; Zak y Knack, 2001; Narayan y Pritchett, 1999). Otros trabajos vinculan el capital social con procesos democráticos más efectivos (Putnam, 1993), con ciudadanos más felices y más sanos (Helliwell, 2001) o con una ciudadanía más comprometida, con mayores niveles de tolerancia y un gobierno más productivo y de mejor calidad (Uslaner, 2002). Woolcock y Narayan (2000) sostienen que en países en desarrollo, como México, el capital social se expresa principalmente en las relaciones sociales que permiten enfrentar la pobreza y la vulnerabilidad, al crear mecanismos de protección contra contingencias para amortiguar caídas bruscas en los niveles de consumo. En este sentido, las redes permiten capitalizar los diversos tipos de ayuda de las personas, por ejemplo, ante la necesidad de conseguir un empleo o un préstamo inmediato a un menor costo. Los tipos de redes a los que se recurre se encuentran diferenciados dependiendo del tipo de ayuda requerida. Por ejemplo, para la búsqueda de empleo se acude en una primera etapa a la familia, posteriormente a las amistades y compañeros de trabajo y finalmente a los vecinos. 1 Universidad Iberoamericana Ciudad de México, patyloro@hotmail.com 2 Universidad Iberoamericana Ciudad de México, isidro.soloanga@ibero.mx. 1.
(4) Introducción. Según Bourdieu (1986), quien define al capital social como “el agregado actual y potencial de los recursos ligados a una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo”, las personas adquieren capital social a través de acciones específicas y pueden transformar el capital social en ganancias económicas. A la par de sus efectos positivos, el capital social también puede generar consecuencias negativas, tales como discriminación, exclusión y desigualdad. Esto debido a que las redes sociales de la población más pobre tienen menor alcance para gestionar recursos públicos o privados que la población de mayor riqueza, lo cual se traduce, entre otras cosas, en la persistencia intergeneracional de la desigualdad (López-Rodríguez y Soloaga, 2012). Sapag y Kawachi (2007) afirman que la falta de capital social está correlacionada con un peor estado de salud expresado en una mayor morbilidad y mortalidad global. Sostienen que el capital social puede influir en las conductas de los miembros de una comunidad promoviendo la difusión de la información respecto a la salud, como así también en la creación de lazos comunitarios para solicitar y acceder más fácilmente a servicios como agua potable, saneamiento y servicios de salud, proveyendo en muchos casos un apoyo afectivo que favorece la salud mental. También el capital social se relaciona con el crimen y la violencia. Esta relación puede ser de signo positivo o negativo. Aún cuando el capital social puede producir externalidades positivas para la disminución de actividades delictivas, también puede provocar actividades nocivas para la salud –como el caso del narcotráfico-. Por otro lado, en una causalidad inversa, un ambiente de inseguridad puede inhibir el uso del capital social debido a que la inseguridad limita las interacciones entre las personas. En la literatura es usual conceptualizar al capital social como la capacidad de los individuos o colectividades para utilizar sus redes familiares, sociales e institucionales para obtener una ventaja adicional (López-Rodríguez y Soloaga, 2012). En el contexto de la pobreza, existe fuerte evidencia sobre el efecto del capital social en la capacidad de los individuos para incrementar sus fuentes de ingreso, obtener oportunidades laborales y reducir su vulnerabilidad ante situaciones económicas o familiares adversas. Particularmente, el capital social contribuye a la reducción de la pobreza a través de los acuerdos y la cooperación de las personas en aspectos de interés general (CEPAL, 2003) incluyendo el voluntariado en desastres naturales. Las formas de generación del capital social son diversas, por ejemplo una participación constante en organizaciones de la sociedad civil o el fortalecimiento de redes a través del seguimiento de normas y actitudes de confianza y reciprocidad inciden en la formación de capital social. Las formas más favorecidas tienen que ver con identificar los espacios y lugares donde se producen dinámicas sinérgicas que propician el capital social y fomentar y canalizar dichas dinámicas a través de programas para el bienestar general. En este número especial de la revista se abordan diversos aspectos que vinculan al capital social con el bienestar. Así, Ernesto, Edgardo y Rubén encuentran que el capital social aumenta con la edad, tiende a ser mayor en las comunidades más pequeñas, disminuye con la segregación, y la falta de seguridad social y aumenta con la educación y el nivel de ingresos. Por su parte Domingo, Diana, Edgar y Ricardo reconocen una relación positiva entre el uso de redes y el acceso a la salud y entre la pertenencia a organizaciones y el acceso a la salud. Martín y Héctor muestran que la ayuda para conseguir empleo proviene en un principio de la familia, después de las amis-. 2.
(5) BIENESTAR Y POLÍTICA SOCIAL VOL. 9, NÚMERO 1, pp. 1 - 4. tades y compañeros de trabajo y finalmente de los vecinos y que las personas en pobreza recurren principalmente a las amistades y a los compañeros de trabajo para acceder al mercado laboral. Patricia, Isidro y Rodolfo encuentran que los cambios en la percepción de la violencia no son afectados por las fuentes de información de las personas si no por los cambios en el número de homicidios que se reportan en el municipio y que la percepción de la violencia afecta negativamente el nivel de asociativismo en México. Lindon y Marcelo sostienen que las organizaciones proporcionan un entorno en el que los miembros con características similares satisfacen sus necesidades físicas y socio-emocionales. La fuerza del capital social dentro de una organización determina la estabilidad de la organización y la distribución y ejercicio del poder dentro de la organización. Raymundo y Emilio encuentran que el capital social tiene un efecto positivo después de dos años de intervención implicando que el proceso requiere tiempo una vez que se han reducido las externalidades de inseguridad y malas condiciones para la convivencia. Delfino y María señalan la importancia de los espacios públicos en la promoción de los lazos sociales informales que aumentan la cohesión social y muestran como el efecto de la cohesión social es capaz de contrarrestar la inseguridad y el miedo a la delincuencia percibida. Sin duda solventar los riesgos y las crisis así como aprovechar las oportunidades son ingredientes clave en el bienestar. La perspectiva del capital social aporta dinámicas de cooperación, colaboración y participación en este sentido. El bienestar es algo más que poseer ciertas condiciones, implica, entre otras cosas, saber cómo iniciar y mantener acciones colectivas de beneficio común. El éxito de los programas que inciden en el bienestar se produce en la medida en que sus medios se constituyen en mecanismos que fortalecen lazos mutuamente benéficos y responsables entre los diferentes agentes y agencias.. Referencias Bourdieu, Pierre (1986). ‘The Forms of Capital’, in Richardson, John G., ed., Handbook of Theory and Research for the Sociology of Education, New York: Greenwood.. La Porta, R., López-de-Silanes, F., Shleifer, A. (1999). Corporate ownership around the world.Journal of Finance 54, 471-517.. CEPAL (2003). Capital social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: en busca de un nuevo paradigma. Santiago de Chile.. López-Rodríguez, Patricia e Isidro Soloaga (2012). Capital social y política pública en México. México, El Colegio de México.. Coleman, J. (1990). Foundations of social theory. Cambridge: Harvard University Press.. Narayan, D., and L. Pritchett (1999). “Cents and Sociability: Household Income and Social Capital in Rural Tanzania.” Economic Development and Cultural Change, Vol. 47, No. 4 (July 1999): 871-897.. Helliwell, John F. (2001). “Social Capital, the Economy and Well-Being.” In Keith Banting, Andrew Sharpe and France St-Hilaire, eds., The Review of Economic Performance and Social Progress (Montreal and Ottawa: Institute for Research on Public Policy and Centre for the Study of Living Standards).. Pargal, Sheoli, Mainul Huq and Daniel Gilligan (1999). “Social capital in solid waste management: evidence from Dhaka, Bangladesh.” Social Capital Iniatitive Working Paper 16. World Bank, Social Development Department, Washington, D.C.. Knack, S. and P. Keefer (1997). “Does Social capital have an Economic Payoff?: a cross-country investigation.” The Quarterly Journal of Economics 112 (4): 1251-1288.. Putnam, R. D. (1993). Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy, Princeton, NJ: Princeton University Press.. 3.
(6) Introducción. Sapag, Jaime; Kawachi, Ichiro (2007). Capital social y promoción de la salud en América Latina. Revista Saúde Pública; 41(1): 139-149.. Woolcock, Michael, and Deepa Narayan (2000). “Social Capital: Implications for Development Theory, Research, and Policy” World Bank Research Observer 15(2): 225-250.. Uslaner, Eric. M. (2002). The Moral Foundations of Trust. New York: Cambridge University Press.. Zak, P. J. y Knack, S., (2001). “Trust and Growth”. Economic Journal, 111, 295-321.. Woolcock, M. (1998). “Social capital and economic development: Toward a theoretical synthesis and policy framework”, Theory and Society, vol. 27, no. 2: 151-208.. 4.
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