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Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios

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Academic year: 2021

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26

Ene

Homilía de III Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2013 - 2014 - (Ciclo A)

“Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios ”

Introducción

Hemos dejado atrás el tiempo de Navidad y, paso a paso, vamos caminando por lo que, en la liturgia, llamamos tiempo ordinario, no porque no sea importante, sino porque nos va llevando de la mano, despacio, a meditar serenamente, sin fiestas importantes, a profundizar en las enseñanzas de Jesús.

Las lecturas de este domingo nos conducen a Galilea, donde Jesús comienza su vida pública proclamando:

“Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios” este es el centro del mensaje de Jesús al mundo “El Reino de Dios”

Cuando los apóstoles piden a Jesús que les enseñe a orar, después de la primera invocación al Padre de todos, pide: “Venga a nosotros tu Reino”.

Jesús, luz que ilumina toda la Escritura, nos enseña de un modo nuevo la presencia de Dios en el mundo. Y cómo nosotros tenemos que ser testigos de esa luz.

“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz”. Es el mensaje de la lectura de Isaías.

Pablo, a su vez, nos recuerda que a quien tenemos que Proclamar es a Cristo cuidando de no querer ser nosotros los protagonistas del mensaje.

El Reino se hará presente, si dejamos que Cristo irradie con su luz al mundo entero.

El contenido de la Palabra de este domingo nos invita a:

-Dejarnos iluminar por Cristo -Conversión personal -Vivir unidos en la fe

-Escuchar su llamada para anunciar el Reino de Dios

Hna. María Pilar Garrúes El Cid Misionera Dominica del Rosario

Lecturas

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 8, 23b-9, 3

En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí; ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

Salmo

Sal 26, 1. 4. 13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación.

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El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 10-13. 17

Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre

vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos, diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo. » ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido

bautizados en nombre de Pablo? Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-23

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: - «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Comentario bíblico

Iª Lectura: Isaías (8,23-9,3): Poema de la paz

I.1. Esta lectura, forma parte de uno de los poemas más sobresalientes del libro del gran maestro del s. VIII. En realidad, se trata solamente de la introducción de un poema a la paz (8,23-9,6), como lo ha descrito brillantemente un gran especialista español. Diríamos que la lectura no es completa porque falta la descripción de por qué llega la luz a Galilea, al territorio antes desolado y en tinieblas; es decir, aquello de “un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado...”. Es un poema que muchos estudiosos atribuyen a la escuela de Isaías, no al maestro directamente, y que vendría a descifrar un momento determinante de la historia de Judá, concretamente un siglo después, cuando el gran rey Josías (640-609 a. C.), un muchacho todavía, sube al trono, a causa del asesinato de su padre Amón, con el propósito de liberar el norte, la Galilea de los gentiles, de la opresión de los asirios.

I.2. Así vivieron durante mucho tiempo, caminando en tinieblas y habitando tierra de sombras, todo el tiempo de su bisabuelo Manasés (cf 2 Re, 21-3-9), unos cincuenta años, que estuvo en manos de la política y las influencias religiosas de Asiria. De repente, se produce el cambio prodigioso e inesperado: brilla una luz que lo inunda todo de alegría, semejante a lo que se experimenta cuando llega la siega o se reparte el botín, en razón del final de la opresión o del final de la guerra. En este contexto histórico, pues, se explica mejor este poema de la paz, que la tradición cristiana lo entendía como mesiánico y lo aplicó a Jesús, como vemos, en el evangelio del día de hoy en Mateo.

I.3. Pero como sucede casi siempre con los oráculos proféticos, no todo se explica por el acierto del momento en que se pronuncian (aunque es importante), sino por el futuro que llevan esos oráculos en sus entrañas. Los profetas, a veces, ni siquiera pueden controlar sus imágenes, sus símbolos o su eficacia. En realidad este oráculo no puede extinguirse en un presente que pronto terminó… sino que encienden en las palabras del profeta los dones divinos que son el futuro de la humanidad. El Dios de la paz, de la justicia se ha de hacer presente en la historia de una forma eficaz y concreta. Y esto lo percibieron los cristianos al identificar a Jesús con el Mesías.

IIª Lectura: Iª Corintios (1,10-17): Exhortación a la comunión de la comunidad

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IIª Lectura: Iª Corintios (1,10-17): Exhortación a la comunión de la comunidad

II.1. La segunda lectura viene a ser una exhortación a la unidad de la comunidad de Corinto. Las gentes de Cloe, una familia, o una comunidad, se han llegado hasta Éfeso, donde estaba Pablo, y le han informado que la

comunidad estaba dividida en “partidos”, en grupos, que se atenían a personajes influyentes: Pedro, Pablo, Apolo;

se discute si “yo de Cristo” revela un grupo más, o es una expresión de Pablo para dejar claro que todos los cristianos, al único a quien deben seguir, es a Jesucristo. Pablo, además, protesta porque no se ha dedicado a bautizar a muchos en la comunidad, lo han hecho otros. Pero él no quiere ser el maestro de un grupo específico; él ha engendrado a esta comunidad para que viva en el Señor un misterio de comunión, y como él, todos aquellos que hayan recibido el evangelio de uno u otro predicador. La comunión en la Iglesia es más importante que depender de un maestro de doctrina o espiritual.

II.2. Una palabra clave que se ha discutido mucho de esta exhortación es “divisiones” (schísmata) y que muchos identifican con los “partidos” de la Iglesia de Corinto. Se trataría de tendencias ideológicas, claro, no en sentido social propiamente hablando. Existen diversidad de opiniones al respecto, incluso que el grupo de Pablo fuera el de aquellos que se sienten, como el apóstol, libres del yugo de la ley y de las tradiciones judías; como matiz para diferenciarlo de los de Pedro. Aunque, en realidad, el grupo más delicado de enmarcar sería el de Apolo (¿algo así como un grupo de carismáticos de tendencia helenista con tintes de sabiduría? ¡no está claro!). La diversidad de opiniones teológicas no están condenadas en estas pocas palabras de Pablo, pero no se podría decir los mismo cuando esa diversidad teológica rompe la comunión de la ekklesía. ¿Cómo lo soluciona Pablo? Mediante su hermosa y decisiva “theologia crucis” que seguirá a parrir del v. 18.

Evangelio: Mateo (4,12-23): El Reino y el Evangelio de Dios

III.1. El evangelio de Mateo está centrado, específicamente, en actualizar el texto de Isaías que se ha leído en la primera lectura, en una aplicación radical a Jesús de las palabras sobre la luz nueva en Galilea. En la tradición de Marcos ya se había dejado bien sentado que Jesús comienza su actividad una vez que Juan el Bautista ha sido encarcelado. Esto obedece, más probablemente, a planteamientos teológicos que históricos, ya que ambos

pudieron coincidir en su actividad. En realidad, Juan y Jesús actuaban con criterios distintos. Jesús es la novedad, la buena noticia, para los que durante siglos habían caminado en tinieblas y en sombras de muerte. Si el texto de Is 8,23ss se refería a una época muy concreta que precedió al rey Josías, en la tradición cristiana primitiva se entendió esto como consecuencia del oscurantismo del judaísmo que había hecho callar durante mucho tiempo la profecía, la verdadera palabra de Dios, que interpretaba la historia con criterios liberadores.

III.2. Y hay más; esta luz no viene de Jerusalén, sino que aparece en Galilea, en los territorios de las tribus de Zabulón y Neftalí, que siempre habían tenido fama de ser una región abierta al paganismo. Más concretamente, Jesús, dejando Nazaret, se establece en una ciudad del lago de Galilea, en Cafarnaún. Es aquí donde comienza a oírse la novedad de la predicación del Reino de Dios, de los cielos, como le gusta decir al evangelio de Mateo. La otra parte del texto evangélico de hoy, la llamada de los primeros discípulos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, -que puede omitirse-, es una consecuencia de la predicación del evangelio, que siempre, donde se predique, tendrá seguidores. En realidad está siguiendo el texto de Marcos 1,14ss.

III.3. Mateo, pues, ha leído el texto de Marcos sobre el programa de Jesús: el tiempo que se acerca es el tiempo del evangelio, de la buena nueva, que exige un cambio de mentalidad (¡convertirse!) y una confianza absoluta (creer) en el evangelio. Los dos elementos fundamentales de este programa, ya han sido puestos de manifiestos por todos: el reinado de Dios (el reino de los cielos le llama Mateo) y la buena noticia que este reino supone como acontecimiento para el mundo y la para la historia. El evangelista, al apoyar este programa en el texto de Is. 8,23ss, está poniendo de manifiesto que esto es el “cumplimiento” de una promesa de Dios por medio de sus profetas antiguos, en este caso Isaías. La “escuela de Mateo” es muy reflexiva al respecto, dando a entender lo que sucede con la actuación de Jesús, desde el principio: llevar adelante el “proyecto de Dios”.

III.4. Sabemos que ese reino, (malkut, en hebreo) no debe entenderse en sentido político directamente. Pero tampoco es algo abstracto como pudiera parecer en primera instancia. Si bien es verdad que no se trata de un concepto espacial ni estático, sino dinámico, entonces debemos deducir que lo que Jesús quiere anunciar con este tiempo nuevo que se acerca es la soberanía de la voluntad salvífica y amorosa de Dios con su pueblo y con todos los hombres. Por eso basileia (griego) o malkut (hebreo) no debería traducirse directamente por “reino”, sino por

“reinado”: es algo nuevo que acontece precisamente porque alguien está dispuesto a que sea así. Este es Jesús mismo, el profeta de Nazaret de Galilea, que se siente inspirado y fortalecido para poner a servicio de la soberanía o la voluntad de Dios, todo su ser y todo su vida.

III.5. Si Jesús anuncia que Dios va a reinar (lo cual no es desconocido en la mentalidad judía) es que está

proclamando o defendiendo algo verdaderamente decisivo. Si antes no ha sido así es porque es necesario un nuevo giro en la historia y en la religión de este pueblo que tiene a Dios por rey. No se trata, pues, simplemente de aplicarle a Dios el título de rey o de atribuirle un reino espacial, sino del acontecimiento que pone patas arriba todo lo que

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a Dios el título de rey o de atribuirle un reino espacial, sino del acontecimiento que pone patas arriba todo lo que hasta ahora se ha pensado en la práctica sobre Dios y sobre su voluntad. Dios no será un Dios sin corazón, sin entrañas; o un Dios que no se compadezca de los pobres y afligidos, sino que estará con los que sufren y lloran, aunque no sean cumplidores de los preceptos de la ley y de las tradiciones religiosas ancestrales inhumanas. En definitiva, Dios quiere “reinar” y lo hará como ya los profetas lo habían anunciado, pero incluso con más valentía si cabe. Esa es la novedad y por eso lo que acontece ahora, unido al concepto “reino de Dios” o “de los cielos”, es el evangelio. Con razón se ha dicho que estamos ante el verdadero “programa” de Jesús, el profeta de Nazaret:

anunciar el reinado de Dios como buena noticia para la gente.

III.6. El acierto de la escuela cristiana de Mateo fue precisamente leer las Escrituras, Is. 8,23ss precisamente, a la luz de la vida de Jesús. Ahora se están cumpliendo esas palabras de Isaías, cuando el profeta de Galilea anuncia el evangelio del Reino. Siendo esto así, no se podría entender que el cristianismo no sea siempre una religión que aporte al mundo “buenas noticias” de salvación. Siendo esto así, la Iglesia no puede cerrarse en un mensaje contra- evangélico, porque sería repetir, por agotamiento, la experiencia caduca del judaísmo oficial del tiempo de Jesús.

Este es el gran reto, pues, para todos los cristianos. Porque Dios quiere “reinar” salvando, haciendo posible la paz y la concordia. De ahí que el reino de Dios, tal como Jesús lo exterioriza, representa la transformación más radical de valores que jamás se haya podido anunciar. Porque es la negación y el cambio, desde sus cimientos, del sistema social establecido. Este sistema, como sabemos bien, se asienta en la competitividad, la lucha del más fuerte contra el más débil y la dominación del poderoso sobre el que no tiene poder. Y esto no se reduce simplemente a una visión social, sino que es también, y más si cabe, religiosa, porque Jesús proclama que Dios es padre de todos por igual. Y si es padre, eso quiere decir obviamente que todos somos hermanos. Y si hermanos, por consiguiente iguales y solidarios los unos de los otros. Además, en toda familia bien nacida, si a alguien se privilegia, es

precisamente al menos favorecido, al despreciado y al indefenso. He ahí el ideal de lo que representa el reinado de Dios en la predicación de Jesús; estas son las buenas noticias que le dan identidad al cristianismo.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

Pautas para la homilía

Habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló

Esta cita está tomada del llamado libro del Emmanuel.

Nos situamos en el contexto histórico en el que Isaías pronuncia esta Palabra de Dios.

Desde la división del reino de Israel en dos, los que pertenecían al reino del norte, (reino de Israel o Efraín), se habían ido alejando de la Alianza por culpa de sus reyes que, para evitar que acudiesen al templo de Jerusalén, construyeron templos en los altos, en ellos ejercían el culto sacerdotes ilegítimos, que no eran de la tribu de Leví, de este modo profanaron el culto al Dios de Israel.

Aunque el profeta Isaías pertenece al reino de Judá, lanza su oráculo al reino de Israel.

Israel se había unido al rey de Siria y juntos pretenden atacar al rey de Judá para apoderarse de él y poner en su trono al hijo de Romelías, con lo cual quedaba destruida la dinastía de David, sobre la que descansaban las promesas de Dios.

En el capítulo anterior, el profeta ya había anunciado al rey Ajaz que no les tuviera miedo, efectivamente, los Sirio- efrainitas, fueron derrotados por el rey de Asiria, desapareciendo para siempre el reino de Efraín. Si la voz de los profetas se había alzado para anunciar esta destrucción por su mala conducta, ahora, Isaías, anuncia buenas nuevas, porque Dios nunca abandona a su pueblo.

La palabra de Dios es siempre palabra de salvación, el profeta llama a esas ciudades del Norte “Galilea de los

gentiles”, aunque alejados de Jahweh, son amados por Él, y les anuncia: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz”, a las tinieblas de muerte, llega la luz de la vida, haciendo alusión a la luz con la que Gedeón venció a los enemigos de Israel (cf Jc 7). Algo grande va a suceder en esa región, Dios, va a llenar de alegría a todos sus habitantes. En medio del caos nacerá la luz, saldrán de la miseria y de la guerra, volviendo con gozo, como el segador que recoge la cosecha, esto sucederá por la presencia de un niño que quebrantará la mano del opresor y será llamado “Príncipe de la paz”. Vendrá la paz para Israel.

Las tinieblas, símbolo de la nada, del vacío, de la esclavitud, se transformarán en luz, alegría, liberación que Dios otorgará a Israel.

El salmo 26 es la respuesta gozosa a esta liberación: “El Señor es mi luz y mi salvación ¿A quien temeré?”

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Si nuestra fe es firme, si confiamos en Dios, nada podrán nuestros enemigos, Él es nuestra salvación.

“En nombre de nuestro Señor Jesucristo os ruego: poneos de acuerdo y no estéis divididos”

Es el grito de Pablo ante la división de los cristianos que defienden más al portavoz del Evangelio que el mensaje de seguir a Cristo.

La Iglesia es Santa, porque Cristo, su fundador es Santo, pero es pecadora porque cuantos la formamos somos pecadores; por eso, a lo largo de la historia de la Iglesia se suceden rupturas y divisiones, no precisamente por seguir a Cristo, sino, porque muchas veces queremos imponer nuestros criterios sobre los de los demás, por soberbia y orgullo. Esto es lo que reprocha Pablo a la primitiva comunidad de Corinto, lo importante es seguir a Cristo que es quien ha dado la vida por todos y Cristo no está dividido. Jesús pidió al Padre: “Que sean uno como Tu y Yo somos uno, para que el mundo crea que Tú me has enviado”.

Pablo se encuentra con un problema en el que él mismo está involucrado; los Corintios defienden cada uno a aquellos de quienes han recibido la Buena Noticia de Jesús, Pablo recuerda: la fe es adhesión a una persona, Cristo, no a sus portavoces, por eso Pablo clama: ¿Acaso ha muerto Pablo por vosotros?, ¿Está dividido Cristo?; ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pedro?

No cabe duda que el defender distintas posturas para lograr acercarnos cada vez más a la Verdad es bueno, pero lo importante es que todos converjan en el mismo centro “Cristo” único que ha dado su vida por todos y nos ha salvado.

El mensaje debemos llevarlo con sencillez, como Pablo que afirma haber anunciado el Evangelio, no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la Cruz de Cristo. Así debe ser nuestro anuncio como lo hacía Pablo no con

sabiduría humana sus palabras fueron “Una demostración del Espíritu”. Para que nuestra fe se fundamente no en la sabiduría del hombre, sino en el poder de Dios”(cf.1 Cor 2,10ss.).

“Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos”.

Recordemos que el Evangelio de Mateo tiene una intencionalidad clara, demostrar a los judíos que Jesús es el Mesías prometido en las Escrituras.

En esta oportunidad, nos dice cómo, Jesús, comienza su predicación llamando a la conversión porque: “Esta cerca el Reino de los cielos”, situando a Jesús en Cafarnaúm, precisamente la zona donde, desde la repartición de la tierra en tiempos de Josué, habitaban las tribus de Zabulón y Neptalí, una zona marginal, la “Galilea de los gentiles” como nos ha dicho Isaías. En esa Galilea de los gentiles está Nazaret, “De Nazaret puede salir algo bueno? dice Natanael en el Evangelio de Juan, y es ahí donde brota la luz de Cristo para iluminar a todos los pueblos.

Su mensaje es claro: “Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos”. Recordemos que el reino de los cielos, es el reino de Dios, los judíos lo nombran así, para cumplir mejor el segundo Mandamiento de la Ley, que ordena:

“no tomarás el nombre de Dios en vano”. Así nombran al que habita en el cielo.

Jesús comienza su predicación en las zonas marginales, anunciando que el Reino de Dios está cerca.

Para abrirle el camino, para que llegue en plenitud, necesitamos una sincera conversión.

El contenido central del Evangelio es que el reino de Dios está cerca.

Benedicto XVI en su libro de Jesús, (II tomo), afirma que esta expresión: Reino de Dios, aparece 122 veces en el Nuevo Testamento, de ellas 99 se encuentran en los evangelios sinópticos y 90 están en labios de Jesús. A pesar de ello, Jesús nunca ha dado una definición de lo que es el Reino de Dios, generalmente habla de él en parábolas (“El Reino de los cielos se parece a ”: El sembrador, el trigo y la cizaña, el grano de mostaza, la perla perdida, la red barredera, la levadura en la masa, el tesoro escondido etc.) y, sobre todo, en su primer discurso evangélico: “Las Bienaventuranzas” que son el Sermón del Reino. A lo largo de la historia de la Iglesia siempre ha surgido la pregunta

¿Qué es en realidad el Reino de los cielos?: El Reino no está en un lugar concreto, “Mi reino no es de este mundo”

pero lo invade todo. Dios que, en el Antiguo Testamento ha estado siempre con su pueblo, en el Nuevo Testamento sigue estando, lo hace de una forma nueva actuando en la historia, con una nueva presencia más cercana: Dios se hace hombre y habita entre nosotros, es el Dios con nosotros.

La Iglesia, ha reflexionado y sigue reflexionando sobre que es, o en qué consiste el Reinado de Dios. Ya Orígenes, describe a Jesús como “autobasilea”, es decir, el reino en persona, es Jesús en persona. El mismo Orígenes, insinúa que el reino de Dios está dentro de nosotros. Entendemos pues que en el A.T. el reino de Dios era la presencia de Dios en la historia del pueblo de Israel en el N.T. es la presencia de Dios hecho hombre en la historia de la

humanidad, el Reino es una manera nueva de la presencia de Dios en nuestra historia. Jesús, Dios y hombre.

El Papa Francisco en su exhortación apostólica “Evangelio gaudium”, afirma: “la propuesta del Evangelio es el Reino de Dios” se trata de amar a Dios que reina en el mundo en la medida que Él logre reinar entre nosotros; la vida

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social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos.

El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre; Él pide a a sus discípulos:”Proclamad que está cerca el Reino de los cielos” (Mt 10,7); (E.G.Nº 180). Y los llama : “Venid y os haré pescadores de hombres”,ellos le siguieron y anunciaron el Reino.

Hoy sigue llamándonos a nosotros, todo cristiano tiene que ser mensajero del Reino de Dios.

Hagámoslo como lo haría Pablo, con lenguaje sencillo, para que verdaderamente sea “una demostración de su Espíritu”.

Si el Reino de Dios es Dios mismo y Dios es Amor, la proclamación del reino la debemos hacer en una triple dimensión:

- Hacia Dios: Alabándolo, Bendiciéndolo proclamándolo, como lo hicieron los profetas y dando gracias porque vivimos la realidad plena de la salvación.

- Hacia los hermanos, imitando a Cristo, que tomó nuestra naturaleza para elevarnos a la categoría de Dios; que pasó por el mundo haciendo el bien y nos envía a anunciar la Buena Noticia de la salvación a todo el mundo,

acercándonos y ayudando a los pobres, enfermos, endemoniados, curando a todos. Para hacer presente su reino, como lo hizo Él que anunció el reino cuidando toda dolencia.

- Hacia la naturaleza, profundizando en el conocimiento y cuidado de la obra de Dios, que ha creado la naturaleza para bien de todos.

Seamos testigos del Reino ayudando a cuantos nos necesitan, pero a la vez proclamando el Evangelio, de lo contrario, como dice el Papa Francisco, seremos solamente una ONG piadosa.

De esta manera, unidos a Cristo, único salvador llegará el momento de la plenitud del Reino, cuando se cumpla esta esperanza “Toda la creación, espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios” (Rom 8,19).

La verdadera esperanza cristiana, se verá colmada en la plenitud del Reino, en la escatología, que tendrá lugar en la parusía, cuando Cristo entregue al Padre toda la creación., y sea proclamado Señor del universo .Mientras tanto, nos toca ir construyendo este Reino anunciando el amor con la Palabra y con la vida cristiana en servicio y entrega a Dios y a los hermanos.

Hna. María Pilar Garrúes El Cid Misionera Dominica del Rosario

Evangelio para niños

III Domingo del tiempo ordinario - Jan. 26, 2014

Vuelta a Galilea y primeros discípulos Mateo 4, 12-23

Evangelio

Al enterarse Jesús que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplio lo que había dicho el profeta isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del jordan, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló". Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos. Psando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simon, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zabedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Explicación

Un día pasaba Jesús junto al lago de Galilea, y se encontró con Pedro y Andrés, y les invitó a que se fuesen con él.

Ellos dejaron de pescar, pues eran pescadores, y le siguieron. Jesús entonces comenzó a predicar a la gente que se convirtiese, pues el Reino de los cielos estaba muy, muy cerca.

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