• No se han encontrado resultados

Déjense reconciliar por Dios (2Cor 5,20)

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2022

Share "Déjense reconciliar por Dios (2Cor 5,20)"

Copied!
6
0
0

Texto completo

(1)

“Déjense reconciliar por Dios” (2Cor 5,20)

Por: Gonzalo Rendón Ospina

Facultad de Ciencias Eclesiásticas, FUCN.

Nos convoca en este número de la Revista Renovación un tema muy interesante por lo actual, por lo humano, pero también por lo divino: la reconciliación. Vamos a tratar de ver cuáles son las raíces bíblicas de este tema; pero antes, conviene revisar si hay algunas huellas históricas que nos hablen de su uso antes de aparecer en la Biblia; finalmente, veremos cuál es la aplicación que puede tener hoy para nuestra vida cristiana.

Uso antiguo del término: el verbo “reconciliar” (Coenen, 1994: 42) proviene del griego katallasso, y de allí se forma el sustantivo “reconciliación”, del mismo griego katallagé. En la Grecia antigua, ninguno de los dos términos se llegó a utilizar en sentido religioso. Su significado original hacía referencia a “cambiar”, “modificar”, por ejemplo las relaciones de enemistad en amistad, de guerra en paz.

En el judaísmo: muy a finales ya del siglo IV a.C., (Horst, 2005: 2232) cuando el judaísmo comienza a sentir la influencia griega (helenismo), se utiliza el término katallagé para expresar la relación de Dios con su pueblo (2Mac 1, 5; 5, 20; 7,33;

8, 29). Aquí, la iniciativa para la reconciliación con Dios parte siempre del hombre, y, así, puede escribir Flavio Josefo que la Deidad se deja reconciliar fácilmente con los que confiesan y se arrepienten (Bell V, 415)1. Lo esencial es que la reconciliación con Dios se efectúe por iniciativa humana (oración, penitencia), aunque no se presuponen para ello actos de culto especiales.

En el Nuevo Testamento: katallásso y katallagé (reconciliar y reconciliación) se presentan muy raramente en el NT (Coenen, 2005: 43), por lo menos en los evangelios; es necesario recurrir a los escritos paulinos para descubrir cómo el apóstol utiliza esos términos para tratar de sustentar su concepción teológica, pero sobre todo, para describir la obra de Cristo y sus efectos para el hombre.

1 Flavio Josefo fue un historiador judío del s. I de nuestra era. Sus obras más conocidas son “Antigüedades”

en varios volúmenes, y “Las guerras judías”, también en varios volúmenes. Comúnmente se citan estas últimas con la abreviatura en latín Bell seguida del número del Volumen y del número de la línea.

(2)

Para san Pablo es un hecho que en Cristo, todo ha sido reconciliado con Dios; es más, la teología de Pablo subraya cómo el sujeto activo de la reconciliación es Dios mismo; ello implica un absoluta novedad, pues lo normal sería que el sujeto activo de la reconciliación fuera el hombre quien por su modo de actuar se ha alejado de Dios. Así, la expresión paulina “déjense reconciliar por Dios” (2Cor 5,20) demuestra la convicción de que la iniciativa primordial proviene de Dios que a toda costa desea que sus hijos estén en armonía con Él. Es un hecho, entonces que la reconciliación implica un cambio de relación entre Dios y el hombre basado en el cambio de posición del hombre a través de la obra redentora de Cristo.

Pero vamos a apartarnos un poco de la teología paulina, a pesar de su gran importancia, para que volvamos los ojos a los Evangelios; es decir, al mensaje mucho más directo y vivencial de Jesús, para ver si es posible demostrar que si bien el Maestro no habló directamente de “reconciliación”, en el fondo, su enseñanza y sus acciones estaban orientadas fundamentalmente al logro de ese ideal: recuperar unas relaciones rotas con el Padre Dios.

Efectivamente, a través de varias parábolas Jesús llama la atención sobre esa actitud tierna, compasiva y misericordiosa de Dios que busca por todos los medios hacerse ver y entender por sus hijos e hijas. Podríamos decir que cada parábola de Jesús contiene algún rasgo donde él muestra el contraste entre la idea o imagen de aquel dios (con minúscula) que el legalismo judío se había creado y le transmitía a la gente, y el auténtico rostro del Abá, papacito, que rige la vida, comportamiento, acciones y palabras de Jesús. Y es justo, en ese contraste, donde el oyente es interpelado para que descubra el llamado de Dios, Padre- Madre, para re-encontrarse con él, para re-conciliarse con él.

No vamos a mencionar aquí todas las parábolas; bastará con examinar una donde queda de manifiesto lo que acabamos de decir. Leamos con atención Lc 15,11-32, la conocida parábola del “hijo pródigo”, que podríamos llamar mejor “del Padre bueno, compasivo y misericordioso”.

(3)

Como bien sabemos, el hijo menor decide irse de la casa, y para ello necesita que su padre le desembolse la parte de su herencia. Se marcha pues a un país lejano y después de dilapidar su fortuna, tiene que ofrecerse como trabajador de una porqueriza. Nos dice el relato que “deseaba llenar el estómago con las bellotas con que cuidaba a los cerdos, pero nadie se las daba” (v.16). Dos cosas tenía este muchacho en su contra: la primera, se hallaba ya en la inopia, y segunda no tenía esperanzas de participar otra vez en un reparto futuro de la herencia de su padre; su vida había terminado. Ese grado de absoluta exclusión de la religión y de la casa paterna queda perfectamente descrito con dos datos que generalmente no tenemos en cuenta: primero, el joven tuvo que entrar a servir a la hacienda de un extranjero, es decir, de un no judío y, segundo, el contacto con cerdos; animal impuro para el judaísmo. Pero aún así, el joven decide regresar, no con la ilusión de reinsertarse en la vida de su familia, pero sí al menos de convertirse en un jornalero más de su propio padre (vv. 18-19).

La cosa se pone muy interesante a partir del momento en que el muchacho comienza a acercarse a la casa: “estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó” (v.20). Notemos bien los verbos que se utilizan aquí: lo divisó; el padre seguramente salía a atisbar a la distancia anhelando el regreso de su hijo hasta que un día lo divisó. Se enterneció, se la conmovieron sus entrañas; un comportamiento divino muy común también en el Antiguo Testamento; fue corriendo a encontrarlo; no se queda en la actitud de esperar hasta que llegue su hijo, él corre a encontrarlo; se le echa al cuello, lo abraza; finalmente, lo besó. Es decir, enmienda la rotura, reconstruye una relación rota, curiosamente no por causa del padre, que es justamente lo que Jesús está subrayando, sino por causa del hijo.

Las palabras del hijo (v. 21) se quedan como en el aire, da la impresión de que el padre ni las escucha; es que su alegría es tan inmensa que las palabras ni le importan, ni siquiera tratándose de las del hijo aunque sean de arrepentimiento y petición de perdón.

(4)

Y lo que sigue es pura descripción del sentimiento profundo del padre, auténtico protagonista de la parábola. La alegría, el anillo, el vestido nuevo, el banquete, la música y la danza son signos del más genuino gozo; no se describe la alegría del hijo, sino la del padre “porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado” (v.24).

Queda pues al descubierto la percepción tan profunda que tiene Jesús sobre el Padre con respecto a sus hijos descarriados, su afán y su desvelo porque ellos regresen al seno del hogar. En ese sentido, podemos entonces deducir que en la dinámica de la reconciliación, el paso más importante lo da Dios mismo, pues es Él quien corre al encuentro, nos abraza, nos acoge y restituye nuestras relaciones con él. ¡Así es el Dios de Jesús!

Sin embargo, la parábola no termina con la descripción de la alegría del padre por el regreso de su hijo. La otra cara de la moneda, es decir, la otra imagen o idea de Dios que Jesús quiere desenmascarar en esta parábola, está representada en la actitud del hijo del mayor, la cual coincide exactamente con la idea o imagen que tenían de Dios los adversarios de Jesús: los fariseos y doctores de la ley.

Casualmente son ellos los que están escuchando esta parábola que en realidad es la tercera de las que Jesús ha relatado para responder a la crítica que le acaban de hacer porque no sólo acogía a los pecadores, sino que se sentaba a comer con ellos (cf. Lc 15,1-2). Las dos primeras parábolas son: la del hombre que tenía cien ovejas y perdió una (Lc 15,3-7) y la de la mujer que voltea la casa al revés para buscar una monedita que había perdido (Lc 15,8-10).

El hijo mayor, como dijimos símbolo del más recalcitrante legalismo, no puede soportar el comportamiento de su padre porque desde su mentalidad, el que ha fallado merecería un castigo ejemplar, debería quedarse lejos, abandonado a su suerte. Tal era la forma de pensar de los representantes de la religión a la época de Jesús; por eso no entienden ni pueden ver en Jesús la presencia misma del Dios amor, misericordia, acogida. Para ellos Jesús no es más que un infractor de la ley que no rehúsa sentarse a la mesa con pecadores, acoger mujeres de mala fama, tocar enfermos y hacer curaciones en sábado. Con la frente en alto, ellos,

(5)

los fariseos y doctores de la ley, sí podían darse el lujo de “pasarle la cuenta” a Dios por todas las cosas buenas que hacían y “mirar por encima del hombro” a los impuros e infractores (cf. Lc 18,9-14 la parábola del fariseo y el publicano).

¿Qué actualidad tendrá todo esto? Quizás para muchos no esté claro cómo es que en materia de reconciliación, el agente principal, el primer interesado en ello, sea Dios. De hecho, si yo con mi comportamiento y actitudes rompo la armonía, debo ser yo quien busque el restablecimiento de esa armonía, no la parte afectada. Así es nuestro proceder humano. Sin embargo, en el nuevo orden que Jesús aspira instaurar; es decir, en la realidad del reino o reinado de Dios, las cosas funcionan de otro modo; lo acabamos de constatar en la parábola que examinamos.

Pero además, es bueno tener en cuenta que tanto las palabras de Jesús como los signos que realiza, tienen un punto culminante: en el momento en que Jesús expira en la cruz, nos dice el evangelista Marcos que “el velo del santuario se rasgó en dos de arriba abajo” (Mc 15,38); es decir, la barrera impuesta por la religión judía entre Dios y sus hijos e hijas, queda completamente rota; por tanto, ese boquete abierto por medio de la sangre de Jesús, nos habilita a todos para ser reconciliados por y en el Padre

A este paso, intentemos deducir cuál debería ser el procedimiento para reconstruir tantas relaciones rotas en nuestro momento actual en la familia, en el trabajo, en nuestro país; en una palabra, cuál debería ser hoy el camino adecuado para lograr una real y efectiva reconciliación. Y hagámoslo con esta clave: como cristianos, nosotros deberíamos ser presencia actual, viva, de Jesús, ¿cómo deberíamos, entonces, actuar?

===========================================

Fuentes de consulta:

(6)

Balz, Horst & Schneider, Gerhard. (2005). Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, Vol. 2, pp. 2231-2235. Sígueme, Salamanca.

Coenen, Lothar; Beyreuther, Eric & Bietenhard, Hans. (1994). Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Vol.4, pp. 32-48. Sígueme, Salamanca.

Las citas bíblicas están tomadas de la Biblia de nuestro pueblo. Mensajero-Claretiana, Bilbao, 2006.

Referencias

Documento similar

Gestionar un producto cultural es un arte que requiere habilidades especiales para combinar la dimensión creativa del producto cultural (en cualquiera de sus versiones,

Esta formación se produce mediante el doctorado (13 alumnos, lo que significa el 32% de los encuestados), diferentes másteres entre los que destacan de nuevo el de Profesorado

Reglamento (CE) nº 1069/2009 del parlamento Europeo y del Consejo de 21 de octubre de 2009 por el que se establecen las normas sanitarias apli- cables a los subproductos animales y

El útil de más empleo, tanto para podar co- mo para cortar esquejes y demás necesario pa- ra injertar, es la tijera de fiodar (fig.. Conviene tener una gran- de, de 2o a 25

4.- Másteres del ámbito de la Biología Molecular y Biotecnología (9% de los títulos. Destaca el de Biotecnología Molecular de la UB con un 4% y se incluyen otros

Estas opiniones, a menudo poco claras y contradictorias, revelan varios elementos que se entrelazan: falta estudio y comprensión de las teorías de género y de los mecanismos de

de su infinito amor.. imperio sobre las nubes, que.. desgracias vencidas, se vu elven las calamidades risueñas.. Publicad sus maravillas, sus inumerables beneficios ,

beralidades piadosas de esta envidiable R eyna, que fué grande, no para nuestra miseria, como el insolente Difilo.. Pedro Crisd- logo que est in cwlis