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T r a e t a t u S. p h o S o p h a e. D r e e t o r. F é X o u q u e

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(2)

V

T r a e t a t u S p h o S o p h a e

D r e e t o r

(3)

Diseño de cubierta Sergio Ramírez

Reservados todos los derechos.

De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad

quienes reproduzcan sin la preceptiva autorización o plagien, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica

fijada en cualquier tipo de soporte.

1." edición 1995. 2.' edición 1998. 3."" edici&p;Í002. 4.a e~ncjoW2óto. ©Sergio Rábatte"Ro'rnero, 1995 . . . ~ ~ .; . ~ ~ .

© Ediciones

'Ab.í.

S. A., 1995 Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - España Tel.; 918 061 996 Fax: 918 044 028 www.akal.com ISBN: 978-84-460-0550-6 Depósito legal: M. 27.797-201 O Impreso en Lavel, S. A. Humanes (Madrid)

(4)

Teoría del

conocimiento

Sergio Rábade Romeo

®

(5)

Índice general

Nota preliminar . . . 7

l. Prenotandos a una teoría del conocimiento 9

l. l. Hacia el planteamiento del problema del conocimiento, 9. 1.2. Perspectivas actuales del problema del conocimiento, 11. 1.3. ¿Tiene sentido una teoría general del conocimiento?, 13.

II. El punto de partida de la teoría del conocimiento; la actitud crítica. . . 1 7

U. l. Planteamiento, 17. II.2. Funciones de la actitud crítica, 19. U.3. Algunos perfiles de la actitud crítica, 21. 11.4. Reflexión final, 27.

III. Caracteres y noción de conocimiento. . . 3 1 111.1. El conocimiento como actividad humana, 32. III.2. Caracteres del

conocimiento, 33. III.3 . La relación sujeto-objeto como característica fundame ntal del conocimiento, 37. III.4 • . Noción provisional de conocimiento, 39.

IV. Experiencia y conocimiento. . . 43 IV. l. Marco ge neral, 43. IV.2. 1mportancia de la experiencia como dimensión

humana y como sustrato del conocer, 44. IV.3. Hacia la noción de

experiencia. Caracteres de la experiencia, 46. IV.4. Principales mediaciones en los procesos experienciales, SO. IV.5. Experiencia y conocimiento

senso-perceptual, 53. IV.6. ¿Una definición de la experiencia?, 55

V . El planteamiento trascendental del conocimiento: los elementos a priori 57

V. l. Insuficiencia de l planteamiento experiencia! del conocimiento, 57. V.2. Introducción al a priori en Kant, 58. V.3. Noció n y función de los

elementos a priori, 60. V.4. Niveles de a priori en Kant, 62. V.5. La apercepción trascendental, 68. V.6. Conclusión, 68.

VI. Planteamiento trascendental desde la conciencia

y

el sujeto. . 71 VI. l. El planteamiento trascendental, 71. VI.2. ¿Sinonimia entre conciencia

(6)

y sujeto?, 74. Vl.3. Hacia la noción de sujeto, 76. Vl.4. Del sujeto sustancial

al sujeto trascendental, 77. VI.S. El sujeto trascendental, 79. VI.6. El sujeto trascendental en Kant, 79. VI. 7. El sujeto trascendental en Husserl, 80.

VII. Sujeto y cuerpo . . . 85 VII. l. Introducción, 85. VII.2. Actitud de la filosofía respecto del cuerpo, 87.

VII.3. La redención del cuerpo, 89. VII.4. De qué cuerpo tratamos, 91.

Vl1.5. Funciones gnoseológicas del cuerpo. El cuerpo en función subjetuaJ, 93.

VIII. Consideración del conocim iento desde la dimensión social

del hombre . . . 97

Vlll.l. Introducción, 97. VIII.2. Importancia para el conocimiento de la dime nsión social del hombre, 99. VIII.3. Vehículos de interconexión entre hombre y sociedad, 1 03. VIII.4. El condicionamiento social del conocimiento,

104. VIII.S. Carácter apriórico de los condicionamientos sociales, 108.

IX.

Lenguaje y conocimiento . . . 1 1 1

IX.l. La importancia de la perspect iva lingüística, 1 11. IX.2. Importantes funciones cognoscitivas del lenguaje, J 12. IX.3. Un modelo en la relación de conocimiento y lenguaje: Wittgenstein, 1 15. IX.4. El punto de vista lógico-semántico en el Tractatus, 116. IX.S. El punto de vista semántico-pragmático

desde las Investigaciones fi/osóf¡cas, 1 18. IX.6. Desarrollo posterior a

Wittgenstein, 120.

X. Obj etividad y veJ:dad . . . 123

X. l. Importancia del tema, 123. X.2. El objeto de conocimiento, 124. X.3.

Apunte sobre el desarrollo de la teoría del objeto en la modernidad, 128. X.4.

Reflexión conclusiva sobre el o bjeto, 130. X.S. La verdad: planteamiento general, 131 . X.6. Panorámica general de planteamientos y concepciones de

la verdad, 132. X. 7. Consideración gnoseológica de la verdad, 134.

XI. Verdad, certeza y crite rios.. . . 137

XI. l. Introducción, 137. XI.2. La certeza. Diversos ámbitos, 138. XI.3. El criterio. Planteamiento general, 141 . X1.4. Algunas referencias históricas, 142.

XI.5. La evidencia y sus insuficiencias, 146. X1.6. Pluralidad de criterios de la certeza o verdad, 148.

XII. Conocimiento y racionalidad.. . . 151 XII. l. Introducción, 151 . XII.2. Aproximación al concepto de razón, 152.

XII.3. Racionalidad y racionalización, 155. XII.4. Racionalización y categorías, 158. XII.5. Formas de racionalización, 160.

XIII. Los límites del conocimiento.

XIII. l. Planteamiento del problema, 163. Xlll.2. Configuración histórica de la noción de límite, 165. XIII.3. Consideración teórica del límite, 170.

163

XIV.

El conocimiento y lo irracional.. . . 175

XIV. l. Presencia y actualidad del t ema de lo irracional, 175. XIV.2. Múltiples

pe rspectivas en el planteamiento de los irracionalismos. 177. XIV.3. Algunos datos históricos sobre lo irracional, 183. XIV.4. Aproximación a la noción de irracional, 190.

(7)

Nota preliminar

Este libro, como salta a

la

vista por sus dimensiones, es un libro de carácter general sobre la Teoría del conocimiento. Cada uno de los temas que se exponen en los diversos capítulos merecería, prácticamente en todos los casos, una monografía más voluminosa que este libro. No pretende ser más que una introducción al estudio del conocimiento.

Este carácter introductorio obliga a acercarse a los problemas funda~

mentales en la teorización del conocimiento, pero, al mismo tiempo, no exige, e incluso impide, la exposición exhaustiva de cualquiera de tales problemas. La selección de esos problemas, como necesariamente tiene que ser, está hecha desde la perspectiva

de

quien escribe el libro. Caben otras perspectivas, pero, desde cualquiera de ellas, sería difícil excluir nin; guno de los problemas a los que vamos a dedicar nuestra atención . Sí cabría incluir otros distintos o, acaso, convertir en problemas fundamen; tales algunos que aquí casi se quedan en simples referencias.

El libro es -porque nos parece que tiene que ser- temático e históri; ca al mismo tiempo. Comulgamos con

la

opinión de quienes estiman que el recurso a

la

historia es imprescindible en

el

estudio y análisis de los grandes temas de

la

filosofía. Y el conocimiento es uno

de

esos grandes

temas.

Sin embargo, la historia es, fundamentalmente, un expediente de ayuda en la explicación de los temas. Y esta apelación a

la

historia adquie; re, en nuestro caso, especial relevancia en el diálogo con los grandes auto, res de la modernidad

y

del pensamiento contemporáneo, a los que, con todo derecho , corresponde

el

título y el mérito de haber sido los auténticos

(8)

creadores de la teoría del conocimiento. De ahí que no deba extrañar el

diálogo con autores

como

Descartes, Locke , Hume, Kant, Husserl,

filo~

sofías linguísticas ...

N o

es que contemos sólo con ellos, pero ellos tienen

asegurada

la

presencia en este libro.

Tratamos, no obstante, de que el diálogo con esos filósofos no exceda

las

exigencias de sus aportaciones a

la

configuración y acla-ración del tema

concreto que se está estudiando. Así tiene que ser, si, según es nuestro

deseo,

el

libro debe ser accesible a los estudiantes universitarios.

Dada la ubicación de

la

disciplina de

Teoría

del

conocimiento

en los

actuaLes planes de estudio de las universidades españolas, los alumnos

deben ir simultaneando el estudio de esta disciplina

con

el de la filosofía

moderna; y, por lo que se refiere a la filosofía contemporánea, es posible

que , en el momento de asomarse a la teoría del conocimiento, sea

ba sta n~

te exiguo

el

conocimiento

que se tenga

de

filosofía contemporánea .

Por eso, en muchos casos, hemos renunciado a posibles análisis de

pro~

fundidad en aras de la claridad requerida para facilitar

la

comprensión

mínima, pero suficiente, de los problemas que constituyen .los diversos

temas de estudio .

(9)

I

teoría del

Prenotandos a una

conocimiento

1.1. HACIA EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

Que el problema del conocimiento sea un problema que h a conquistado un puesto central y que ha ido ganando ámbitos de proyección en la filo, sofía moderna y actual, es evident e, como evidente es que el desarrollo mismo de la filosofía, desde Descartes hasta hoy, ha multiplicado las facetas y aristado los contornos del problema del conocimiento. Pero, aunque sea la filosofía moderna la que ha conferido novedad e importancia al proble, ma, ello no significa que haya estado ausente en etapas anteriores del pen, sar filosófico. En efecto, resulta normal que en una cultura como la n ues, tra, en la que se definió al h ombre como el "animal que posee lógos", el

problema del conocimiento hubo de nacer con la cultura y con la preocu, pación por el hombre que esa cultura ostenta. Lo que sucedió es que, con la modernidad, se convirtió en núcleo y raíz del pensar, presentando múl, tiples encam aciones en los d iversos sistemas críticos que se fueron suce, diendo.

Para el pensar antiguo y medieval era, en términos gen erales, un pro, blema subsidiario. La razón está en que, básicamente, se trataba de un pen, sar ontológico y, como tal, anclado en el ser, quedando, en tal caso, tanto el

problema del conocimiento del ser como la actividad del ser que conoce, como algo apendicular y consecuencia!. Dicho en palabras que se h acen eco de Aristóteles: se pregunta origin almente qué es el ser y no qué es el conocer, ni tampoco, salvo contadas excepciones - sofistas, Sócrates, por ejemplo-, qué valor tiene nuestro conocer y nuestro h ablar del ser. A esto se suma, por otra parte, que, al ser el pensar antiguo y medieval un pensar

(10)

desde el vector de la semejanza, al propio conocer se lo interpretaba, desde esta perspectiva, como asimilación, en la que la actividad cognoscitiva y el sujeto cognoscente se plegaban al ser en una reproducción asimilativa "for, mal", en el sentido aristotélico del término: conocer es conocer formas, "informarse".

Con la modernidad el enfoque del problema del conocimiento va a cambiar radicalmente, al convertirse en el punto originario y originante de todo el filosofar. El conocimiento es el elemento fundamental en las rela, ciones del hombre con lo "otro". El método analítico de la modernidad, en sus diversas formas, va a someter el conocimiento al bisturí de considera, ciones críticas rigurosas: a) o bien desde un examen de la razón pensante y de sus contenidos/ideas (racionalismo); b) o bien desde La experiencia como generante de los contenidos de conocimiento y como conformadora de las leyes que los agrupan o combinan (empirismo); e) o bien desde la síntesis constituyente que trata de "dosificar" lo dado por la experiencia y lo puesto por el sujeto que conoce (Kant).

Por otra parte, no conviene olvidar que este nuevo enfoque sólo se hace cabalmente comprensible si no se deja de lado la ciencia que se desarrolla en sincronía con el nuevo estilo de pensar. Una ciencia a la que la filosofía vuelve los ojos en un cierto mimetismo que tiene su mejor campo de ejer, cicio en el plano metodológico. Así, el saber matemático -no las diversas disciplinas matemáticas cultivadas por Viera, Cavalieri y Fermat- será el troquel sobre el que se configure el análisis racional de la filosofía conti, nental que va de Descartes a Leibniz, al igual que la físico-matemática de Boyle y de Newton será la pauta del método empírico con el que tanto los clásicos del empirismo como la mayoría de los ilustrados irán a la búsqueda de las leyes de los fenómenos, búsqueda que dejará insatisfecho a Kant y le exigirá el revolucionario esfuerzo de una fundamentación trascendental de las leyes del conocimiento científico.

Asimismo, es imprescindible no olvidar que, en el enfoque moderno del problema del conocimiento, el interés se centra más en el conocimiento en cuanto actividad y contenidos de un "yo" o de una conciencia que en las . cosas sabidas o conocidas. Y ello es as(, al menos en buena medida, porque progresivamente, por imposición epocal, se va admit iendo que el "conocer cosas" se debe encomendar a las ciencias que se van particularizando, míen~

tras que la filosofía, sobre todo en su planteamiento originario, debe reser, varse como inenajenable el "conocer del conocer". Por eso -insistimos-la función modélica de -insistimos-la ciencia se cumple y absuelve en el terreno del método, pero no en la configuración y delimitación de los contenidos de la filosofía. El filósofo, si no renuncia, sí recorta sus aspiraciones a saber de la

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