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Página1. Selección de poemas

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Academic year: 2021

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Índice

Mis ojos sin tus ojos. Miguel Hernández--- 3

Corazón coraza. Mario Benedetti_________________ 4

El día de tu santo. Jairo Aníbal Niño _______________ 5

Cuando pasas. Jairo Aníbal Niño __________________ 6

Dos cuerpos frente a frente. Octavio Paz ___________ 7

Te quiero. Luis Cernuda _________________________ 8

Golondrinas. Alfonsina Storni____________________ 9

Me gustas cuando callas. Pablo Neruda ___________ 10

Masa. César Vallejo____________________________ 11

Una palabra. Gabriela Mistral___________________ 12

Nocturno de la estatua. Xavier Villaurrutia _________ 13

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Mis ojos sin tus ojos…

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, que son dos hormigueros solitarios y son mis manos sin las tuyas varios

intratables espinos a manojos. No me encuentro los labios sin tus rojos,

que me llenan de dulces campanarios, sin ti mis pensamientos son calvarios

criando cardos y agostando hinojos. No sé qué es de mi oreja sin tu acento

ni hacia qué polo yerro sin tu estrella, y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento Y la olvidada imagen de tu huella Que en ti principia, amor, y en mí termina.

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Corazón coraza

Porque te tengo y no porque te pienso

porque la noche está de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen

y eres mejor que todas tus imágenes porque eres linda desde el pie hasta el alma

porque eres buena desde el alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo

pequeña y dulce corazón coraza porque eres mía porque no eres mía porque te miro y muero

y peor que muero si no te miro amor

si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera pero existes mejor donde te quiero

porque tu boca es sangre y tienes frío

tengo que amarte amor tengo que amarte

aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre

y aunque

la noche pase y yo te tenga y no.

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El día de tu santo

El día de tu santo

te hicieron regalos muy valiosos: un perfume extranjero, una sortija,

un lapicero de oro, unos patines, unos tenis Nike y una bicicleta.

Yo solamente te pude traer, En una caja antigua de color rapé, un montón de semillas de naranjo,

de pino, de cedro, de araucaria, de bellísima, de caobo y de amarillo.

Esas semillas son pacientes y esperan su lugar y su tiempo.

Yo no tenía dinero para comprarte algo lujoso. Yo simplemente quise regalarte un bosque.

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Cuando pasas

Cuando pasas, se cae un cuaderno un pie tropieza, se escurren unos anteojos,

se oprime una garganta, un par de manos sudan, se extravía una bufanda.

Lo que ocurre es que el cuaderno, el pie, los anteojos, la garganta, el par de manos y la bufanda están locos por ti.

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Dos cuerpos frente a frente

Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos piedras y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente

son a veces raíces en la noche enlazadas. Dos cuerpos frente a frente

son a veces navajas y la noche relámpago. Dos cuerpos frente a frente

son dos astros que caen en un cielo vacío.

Octavio Paz

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Te quiero.

Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena

o iracundo como órgano impetuoso; Te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,

frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,

vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte;

más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

Golondrinas

Las dulces mensajeras de la tristeza son... son avecillas negras, negras como la noche.

¡Negras como el dolor!

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y que dejan el nido abandonado y solo para cruzar el mar!

Cada vez que las veo siento un frío sutil... ¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas

amantes de abril!

¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar como los emigrantes, a las tierras extrañas,

la migaja de pan!

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid primaverales, con las alas de luto

llegaos hasta mí!

Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad de un volido tan sólo, eterno y más eterno

la inmensidad del mar...

¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?... ¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,

la fuente del amor?...

¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis! Yo soy una bohemia, una pobre bohemia

¡Llevadme donde vais!

¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis, que tengo el alma enferma porque no puedo irme

volando yo también?

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto

llegaos hasta mí!

¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!... ¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas

tejidas en azul!

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Me gustas cuando callas

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma

emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante.

Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:

Déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

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Masa

Al fin de la batalla,

y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: « ¡Quédate hermano!»

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;

incorporóse lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar...

César Vallejo

Una palabra

Yo tengo una palabra en la garganta y no la suelto, y no me libro de ella

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aunque me empuja su empellón de sangre. Si la soltase, quema el pasto vivo, sangra al cordero, hace caer al pájaro. Tengo que desprenderla de mi lengua,

hallar un agujero de castores o sepultarla con cal y mortero porque no guarde como el alma el vuelo.

No quiero dar señales de que vivo mientras que por mi sangre vaya y venga

y suba y baje por mi loco aliento. Aunque mi padre Job la dijo, ardiendo,

no quiero darle, no, mi pobre boca porque no ruede y la hallen las mujeres que van al río, y se enrede a sus trenzas

o al pobre matorral tuerza y abrase. Yo quiero echarle violentas semillas que en una noche la cubran y ahoguen,

sin dejar de ella el cisco de una sílaba. O rompérmela así, como la víbora que por mitad se parte entre los dientes.

Y volver a mi casa, entrar, dormirme, cortada de ella, rebanada de ella, y despertar después de dos mil días

recién nacida de sueño y olvido. ¡Sin saber ¡ay! que tuve una palabra de yodo y piedra-alumbre entre los labios

ni poder acordarme de una noche, de la morada en país extranjero, de la celada y el rayo a la puerta y de mi carne marchando sin su alma!

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Nocturno de la estatua

A Agustín Lazo

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera y el grito de la estatua desdoblando la esquina. Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,

querer tocar el grito y sólo hallar el eco, querer asir el eco y encontrar sólo el muro

y correr hacia el muro y tocar un espejo. Hallar en el espejo la estatua asesinada,

sacarla de la sangre de su sombra, vestirla en un cerrar de ojos,

acariciarla como a una hermana imprevista y jugar con las fichas de sus dedos y contar a su oreja cien veces cien cien veces

hasta oírla decir: «estoy muerta de sueño».

Referencias

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