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ANALYSIS OF FORMAL AND INFORMAL HEALTH NETWORKS. INFORMATION FLOW AND DERIVATION OF USERS WITH EXCESSIVE CONSUMPTION OF ALCOHOL

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Academic year: 2020

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INTRODUCCIÓN

Conocer cómo se desarrollan las relaciones de colaboración entre organizaciones que integran una Red Asistencial -redes formales e informales de salud- es un paso importante en la búsqueda de una atención eficiente de las necesidades de la pobla-ción (García-Calvente, Mateo-Rodríguez y Eguiguren, 2004) y más aún ante una problemática acuciante para la Salud Pública como es el abuso y la depen-dencia de sustancias (OMS, 2014).

El uso nocivo de bebidas alcohólicas y el

con-sumo de otras sustancias psicoactivas, constituyen un grave problema social y de salud pública en el mundo, con importantes consecuencias negativas que trascienden el ámbito de la salud individual y re-percuten en la familia y la comunidad (OMS, 2014). Dicha problemática no sólo ocasiona daños a la salud y pérdida de vidas sino también morbilidad asociada, discapacidad, detrimento de la calidad de vida y enormes gastos para el Sistema de Salud (OMS, 2014). Datos estadísticos ponen de mani-fiesto cambios preocupantes en los hábitos de los adolescentes en cuanto al consumo de bebidas al-cohólicas. Cabe destacar que, en Latinoamérica, se ha señalado que son las sustancias legales las que se consumen más tempranamente, con un inicio aproximado entre los 10 y 14 años (Arrom, Ruoti y

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Débora Duffy

Resumen

La presente fue una investigación exploratoria-descriptiva que tuvo como objetivo indagar la pre-eminencia que poseen las redes informales de salud a la hora de dar respuesta a la problemática del consumo excesivo de alcohol. La investigación consistió en la realización de 20 entrevistas semies-tructuradas a informantes clave del sector salud de cuatro Centros de Salud de zona norte de la Pro-vincia de Buenos Aires y a 10 informantes del sector informal de salud de Ciudad de Buenos Aires como del Conurbano Bonaerense. Los resultados indicaron que los servicios que componen la Red Formal de Salud, disponen de relativamente pocas conexiones entre sí. Se vislumbra que los servicios no comparten conocimientos, datos y/o experiencias con otros equipos que realizan tareas similares.

Palabras clave:Redes Formales, Redes Informales, Consumo excesivo de alcohol.

Abstract

The present study was an exploratory-descriptive research that aimed to investigate the pre-eminence of informal health networks in response to the problem of excessive alcohol consumption. The research consisted of 20 semi-structured interviews with key informants from the health sector of four Health Centers in the north of the Province of Buenos Aires and 10 informants from the infor-mal health sector of the City of Buenos Aires and the Buenos Aires Conurbation. The results indicated that the services that make up the Formal Health Network, have relatively few connections to each other. It is envisaged that the services do not share knowledge, data and / or experiences with other teams that perform similar tasks.

Key words:Formal Networks, Informal Networks, Excessive consumption of alcohol.

Recibido: 27-03-17 | Aceptado: 12-12-17

* Fundación UADE, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina E-Mail: deboraduffy@yahoo.com.ar

REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICA XXVIII p.p. 295-303 © 2019 Fundación AIGLÉ.

ANÁLISIS DE REDES FORMALES E INFORMALES DE SALUD.

FLUJO DE INFORMACIÓN Y DERIVACIÓN DE USUARIOS CON

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Adorno, 1998). El uso de bebidas alcohólicas es, ante todo, un comportamiento social, que resulta de fuer-zas ligadas con la exposición a situaciones sociales y a la vulnerabilidad de personas y grupos frente a las mismas (Cassola y Pilatti, 2003).

Actuales investigaciones basadas en evidencias (Rehm, klotsche, & Patra, 2007), demuestran que el consumo de alcohol y los patrones de ingesta en las Américas se hallan en niveles perjudiciales y la región supera las medias globales para muchos problemas relacionados con el alcohol. Existen cinco razones cruciales para considerar al alcohol como una ur-gente prioridad de salud pública en las Américas. En relación a la mortalidad, se estima que, en el año 2002, el alcohol causó la muerte de una persona cada dos minutos en la región (Rehm et al., 2007). Se calcula que un 5,4% de todas las muertes producidas en las Américas en el año 2002 fueron atribuibles al alcohol, mientras que la cifra mundial es del 3,7% (Rehm et al., 2007), es decir, 68% más que el prome-dio mundial. Asociado con la morbilidad, el consumo de alcohol está relacionado con más de 60 condicio-nes de salud (Rehm et al., 2007), que van desde las que son resultado de un consumo excesivo de alco-hol durante el embarazo y que afectan al feto, hasta lesiones intencionales y no intencionales, cánceres, trastornos cardiovasculares, enfermedades hepáti-cas y condiciones neuropsiquiátrihepáti-cas, incluyendo la dependencia a su consumo.

El alcohol es una sustancia psicoactiva que afecta al cerebro y a la mayoría de los órganos del cuerpo. Su consumo perturba al consumidor mismo y a quienes lo rodean, por estar relacionado con violencia familiar, accidentes fatales de tránsito (tanto para pasajeros como peatones) y violencia interpersonal. En función de los Años de Vida Ajus-tados a la Discapacidad (AVAD), el alcohol causó casi el 10% de todos los años de vida ajustados a la discapacidad (AVAD) perdidos en la Región en 2002, mientras que la cifra global es de 4,4% (Rehm, et al., 2007). En el año 2000, el análisis com-parativo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 26 factores de riesgo y su impacto sobre la carga de morbilidad demostró que el alcohol era el principal factor de riesgo en la región de las Amé-ricas, en tanto que a nivel mundial ocupaba el cuarto lugar. En relación a las lesiones por acciden-tes de tránsito, entre el 20 y el 50% de las fatalida-des por accidentes de tránsito en la región estaban relacionadas con el alcohol (OMS, 2004).

El consumo de alcohol en las Américas es un 50% mayor que el promedio mundial. Esta afirmación proviene de una publicación de la Organización Pan-americana de la Salud (OPS, 2004) que al mismo tiempo evidencia que el consumo y los patrones de ingesta de alcohol se encuentran en niveles perjudi-ciales y superan las medias globales. En 2002, el consumo de alcohol per cápita en las Américas fue de un promedio de 8,5 litros, superando la media

global de 6,2 litros (Rehm, et al. 2007). La OPS tam-bién asevera la necesidad crítica de iniciar acciones a nivel nacional para transformar el problema del uso nocivo de alcohol en una prioridad de la salud pública en el hemisferio. Por otra parte, la mayor carga de morbilidad por alcohol en la región de las Américas recae sobre Centroamérica y Sudamérica (Rehm, et al. 2007).

En la Argentina el Estudio sobre Mortalidad aso-ciada al consumo de sustancias de la SEDRONAR (2017) demuestra que las muertes relacionadas con el consumo de drogas en la población de 15 a 64 años para el año 2015 se estimaron en 14.371 casos. Ello representa el 18% de las muertes totales para ese grupo de edad y una tasa bruta de mortalidad de 52 cada 100.000 habitantes, para el mismo perí-odo. Las muertes relacionadas al consumo de dro-gas, presentan una determinada distribución de acuerdo al peso relativo de cada sustancia en el total de las defunciones. De esta manera el tabaco emerge como la sustancia a la que se asocia la mayor proporción de casos representando el 70,1% (10.076 muertes) siendo el 27,9% de las mismas (4009 casos) atribuido al consumo de alcohol.

Además, datos obtenidos en el Boletín sobre Estadísticas de atención de pacientes de SEDRO-NAR (2016), señala que de los pacientes atendi-dos en el primer trimestre de 2016 la edad de inicio de consumo de alcohol es en promedio de 15 años siendo, luego de la marihuana, la se-gunda sustancia de inicio.

Asimismo, otro estudio de gran relevancia epide-miológica es el Resumen del estudio de consumo de sustancias psicoactivas a nivel poblacional de la Ar-gentina de la SEDRONAR (2016), donde se incluyen los datos de consumo de alcohol. Los principales re-sultados del estudio realizado y que son de base po-blacional permiten dar cuenta que, en relación a los datos del año 2010, ha aumentado el consumo de sustancias ilícitas y abuso de alcohol en la población de entre 12 y 17 años. En relación al consumo de sus-tancias en las mujeres, en el año 2010 el 6,1% de las mujeres de 12 a 65 años consumía alcohol de ma-nera riesgosa y perjudicial para su salud, en la ac-tualidad es del 9%, equivalente a 567.285 mujeres. Otro de los resultados llamativos de este estudio evidencia el alto consumo de alcohol y drogas en la red social de niños y adolescentes. Cerca del 40%, equivalente a 630.479 de los niños y adolescentes de 12 a 17 años, declaró tener 2 o más amigos o fa-miliares que se emborrachan y más del 25%, equi-valente a 398.924, dijo tener dos o más amigos que consumen drogas. Finalmente, de las personas que buscaron tratamiento en el último año, las mujeres tuvieron menor acceso y permanecieron menor tiempo en los dispositivos de rehabilitación.

Teniendo en cuenta a la población escolar, la SE-DRONAR, publicó en el (2016) el Análisis del con-sumo de alcohol en población escolar. Los

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principales resultados hacen alusión a que los ado-lescentes escolarizados muestran un alto consumo de alcohol. La mitad ha bebido el último mes, sin dis-tinción por sexo. El consumo aumenta con la edad de los estudiantes. Casi el 70% de los estudiantes de 17 años o más, ha bebido alcohol el último mes. Los estudiantes beben más que nada durante los fines de semana, en fiestas o discotecas, o en la pro-pia casa o la de algún amigo, y lo hacen en exceso. Es habitual el consumo episódico o en atracón y este se restringe mayormente a los espacios y momentos de ocio. Las bebidas más consumidas son las fuertes o los tragos combinados, y en segundo lugar la cer-veza. El vino ocupa un lugar menor en los hábitos de consumo de esta población. Es habitual el uso com-binado de alcohol con bebidas energizantes, y es marginal la mezcla con pastillas, ya sean tranquili-zantes o éxtasis.

Si bien el consumo es inferior entre los estudian-tes de hasta 14 años, los que lo hacen dentro de este grupo muestran beber en forma más disruptiva, ya que lo hacen en mayor proporción en la calle y du-rante los días de semana. A pesar de que el consumo de alcohol se circunscribe a los fines de semana y a los momentos de ocio, el modo de tomar y el alto por-centaje de estudiantes que manifiesta tener consumo problemático o abusivo, lo convierte en un tema de preocupación y que debe ser atendido a través de las políticas públicas, tanto por sus consecuencias en la salud, como por los potenciales riesgos sociales que tiene el consumo en exceso.

Ante dicha problemática, la provisión de servi-cios públicos ha recurrido a la implementación de redes inter-organizacionales compuestas por profe-sionales de diversas disciplinas que trabajan en dis-tintos sectores para contrarrestar los efectos negativos de la fragmentación al cual las redes for-males de salud están expuestas, para que, de este modo, se pueda brindar una respuesta eficaz y efec-tiva a las problemáticas de salud prevalentes (Gar-cía-Calvente et al., 2004).

Para este cometido, se ha propuesto que las redes de servicios se conformen de acuerdo a pro-blemáticas emergentes o poblaciones específicas. Sin embargo, la mejora en la calidad de atención y la mayor eficiencia que se esperaría conseguir con una coordinación inter-organizacional no sólo plan-tea desafíos administrativos, sino también retos vin-culados con el desarrollo de relaciones de intercambio entre proveedores de servicios y con la apertura de la información y la distribución del poder entre los distintos miembros de la red asistencial (García-Calvente et al., 2004).

Estos desafíos se multiplican en el área de la salud mental, en buena parte debido a la escasa pro-ducción de conocimientos en torno a modelos de gestión adecuados a las características que este campo adquiere tras el movimiento global de des-institucionalización de las patologías mentales. En

este sentido y en función a la problemática de adic-ciones la Ley de Salud Mental N°26657 establece en su artículo 4 que: “Las adicciones deben ser aborda-das como parte integrante de las políticas de salud mental. Las personas con uso problemático de dro-gas, legales o ilegales, tienen todos los derechos y garantías que se establecen en la presente ley en su relación con los servicios de salud”.

Para conocer cómo se enfrentan estos retos, un camino posible es dilucidar cómo se distribuye la ca-pacidad de influencia entre los miembros de una red y qué características asumen los intercambios en su estructura y dinámica relacional. La creciente com-plejidad de la provisión de servicios de salud y la ne-cesidad de optimizar el uso de la capacidad instalada para satisfacer la demanda de la población con la mayor calidad, eficacia y equidad posibles, vuelven esenciales la coordinación y colaboración entre los diversos efectores y especialmente entre los diferentes niveles de atención (Nikbakht-Van de Sande, Van Der Rijt, Visser, Ten Voorde y Pruyn, 2005). En este contexto, ha cobrado relevancia el concepto de redes inter-organizacionales de servi-cios e instancias comunitarias de respuesta, como medio en el que puede desarrollarse una acción co-ordinada y dirigida a la atención integral de la salud de las personas con resultados sostenidos en el tiempo que permita integrar los componentes del sistema formal, informal y cuasi formal de salud.

La decisión de organizar redes de servicios de salud suele fundamentarse en ventajas que se aso-cian teóricamente a las redes sociales: capacidad de utilizar más eficientemente los recursos, evitar sola-pamiento y duplicación, democratizar conocimientos y nivelar la calidad de atención en todos los servicios (Dabas y Perrone, 1999), reducir costos para presta-dores y financiapresta-dores, compartir riesgo y capacidad escasa, desarrollar ideas y promover innovación, es-timular la colaboración y mejorar el acceso a los ser-vicios (Nikbakht-Van de Sande et al., 2005). Sin embargo, estas ventajas potenciales implican ciertos desafíos relacionados con mecanismos de negocia-ción, participanegocia-ción, construcción de consenso y dis-tribución de recursos materiales e informacionales entre miembros (Fleury, 2002) y, en muchos países, la reestructuración de la oferta en redes de servicios no ha logrado contrarrestar los efectos negativos de la fragmentación de sus sistemas de salud, que se traducen en ineficiencia, duplicidad, subutilización de los niveles primarios y congestionamiento de los niveles más complejos, con una tendencia a la inter-vención puntual en detrimento de una integral (So-cios para la Reforma del Sector Salud, 2004). A esto se debe sumar la cuestión de instancias y procedi-mientos, aunque sencillos, de evaluación de resul-tados; la finalidad es constatar la existencia o inexistencia de las mismas.

Los problemas estructurales y funcionales deri-vados de la fragmentación del sector salud

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argen-tino, y su agudización a partir del proceso de refor-mas llevado a cabo durante la década de los no-venta, han sido analizados en diversas publicaciones (Banco Mundial, 2003; Centro de Estudios para el Desarrollo Institucional, 2002; Cetrángolo y Devoto, 2002; OMS-OPS, 2004;; Rubinstein, 2004). La salud mental pública no escapa a los problemas del sector más amplio que integra, pero en su caso, a la dispa-ridad de recursos, superposición o duplicación de la oferta, heterogeneidad en conductas y aislamiento de actores, que se derivan de la fragmentación ge-neral, deben sumarse las características que emer-gen de un proceso global tendiente a la desmanicomialización.

Este movimiento ha incrementado la importan-cia de los servicios locales. La concomitante com-plejización de actores y roles en el sistema de salud mental demanda una red integrada con mayor co-ordinación entre proveedores para asegurar la con-tinuidad de la atención y la evaluación de resultados en el tiempo (Oliver y Montgomery, 1996). En Argentina, la incorporación de nuevos dis-positivos a los servicios de salud mental no ha sido acompañada por la producción de evidencias empí-ricas que permitan delimitar prioridades y modelos de gestión apropiados para esta área y, fuera de Ar-gentina, pese al creciente volumen de publicaciones relacionadas con redes inter-organizacionales de servicios de salud (para una revisión, véase la in-vestigación en el campo de la salud mental parece ser aún escasa, focalizándose principalmente en as-pectos de financiación y utilización de servicios y, en menor medida, en la instalación de relaciones de colaboración entre organizaciones y/o su efecto en la estructura del sistema de salud mental (Morris-sey, Johnsen y Calloway, 1997; Provan, Roussin, Isset y Milward, 2004).

De este modo, la presente investigación pro-puso, desde una perspectiva exploratoria-descrip-tiva, analizar el tipo de vinculación entre la estructura de las Redes Formales e Informales de Salud en torno a la problemática del consumo exce-sivo de alcohol en cuatro Centros de Atención Prima-ria de la Salud del Conurbano Bonaerense y otras instituciones por fuera del sector de salud. Los prin-cipales objetivos desarrollados fueron conocer las características que asumen las relaciones de inter-cambio de información, derivación de usuarios en la red y capacidad de influencia en la toma de decisio-nes que cada unidad o miembro de ellas posee en estas interacciones. Puesto que, a la hora de dar res-puesta a la problemática de adicciones en general, siendo el consumo excesivo de alcohol el primero en cuanto a prevalencia e incidencia, los profesionales enuncian que derivan una cantidad importante de usuarios a organizaciones por fuera del sistema for-mal de salud como por ejemplo: granjas, institucio-nes religiosas, asociacioinstitucio-nes como alcohólicos y narcóticos anónimos, entre otras, y lo hacen como

una manera de soslayar las consecuencias de la frag-mentación de los servicios y las falencias en la capa-citación de los trabajadores.

METODOLOGÍA

Objetivo

El presente estudio analizó la estructura relacio-nal de las Redes Formales e Informales de Salud ante la problemática del consumo excesivo de alco-hol en cuatro Centros de Atención Primaria de la Salud del conurbano bonaerense y otras institucio-nes pertenecientes a la Red Informal de Salud.

Objetivos específicos:

1. Describir la relación de intercambio de deriva-ciones de usuarios que se producen desde el sector estatal de salud hacia organizaciones por fuera de dicho sector.

2. Indagar la relación de intercambio de informa-ción que se produce entre las diferentes redes for-males e inforfor-males, e intra-redes, en términos de presencia y contenido de intercambios espontáneos y de su participación en otras actividades estructu-radas de reciprocidad.

3. Establecer la capacidad de influencia de cada estructura respecto de los intercambios de recursos informacionales y de derivaciones de usuarios, a tra-vés del análisis de la posición que ocupa cada uno de ellos en la estructura relacional de la red.

4. Identificar aspectos facilitadores y obstaculizan-tes en la estructura tanto de la red estatal como de la no-estatal de salud que puedan ser tenidos en cuenta en relación a la problemática de adicciones.

Participantes y procedimiento

Para alcanzar los objetivos anteriormente men-cionados, se han seleccionado 10 informantes clave pertenecientes al sector formal de salud: directores de centros de salud, referentes del área de toxicolo-gía, médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales y agentes sanitarios. Asimismo, se entrevis-taron a 10 informantes clave del sector informal de salud como párrocos, referentes comunitarios, curas, personas que trabajan en Organizaciones no Gubernamentales como Alcohólicos Anónimos y Nar-cóticos Anónimos, entre otros. Dichos participantes fueron elegidos mediante la técnica Bola de Nieve y la cantidad fue determinada por el criterio de satu-ración del campo.

Se construyeron cuestionarios a priori para la presente investigación que funcionaron como una Guía de preguntas para la realización de las entre-vistas en profundidad, las cuales fueron realizadas en los Centros de Salud y otras instituciones en forma individual teniendo una duración de aproxi-madamente 60 minutos. Antes de comenzar con las mismas, se les explicó a los participantes sobre la

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investigación y se les solicitó que firmaran un con-sentimiento. El estudio fue totalmente anónimo y en ningún caso se registraron nombres y/o apellidos. Las entrevistas fueron grabadas y luego desgraba-das y se realizó el correspondiente análisis de con-tenido a través del software Atlas Ti.

El análisis de los datos fue realizado a través de la Teoría Fundamentada (Glaser y Strauss, 1967) y el Método de Comparación Constante, el cual consistió en la recogida, codificación (referida al proceso me-diante el cual se analiza la información obtenida du-rante la investigación y se agrupa dicha información en categorías) y el análisis de datos de forma siste-mática, contrastando incidentes, categorías, hipóte-sis y propiedades que surgen durante el proceso de recogida y análisis. Es decir, que fueron comparados de manera constante las similitudes y diferencias de incidentes identificados en los datos con el objetivo de descubrir patrones de comportamiento que se re-pitan. Este método de análisis, que contribuye al desarrollo de una teoría fundamentada en los datos, se basa en un proceso de codificación que se divide en tres fases: abierta, axial y selectiva.

RESULTADOS

Los resultados de la presente investigación han sido analizados, sistematizados y organizados en cuatro tópicos fundamentales, que se reseñan a continuación:

1. El consumo de alcohol como problema sanitario El personal sanitario y no sanitario manifiesta tener conciencia del consumo excesivo de alcohol como un problema de salud pública al cual se ve ex-puesto una parte importante de la comunidad de re-ferencia. Entre los determinantes del consumo identifican aspectos variables: los hábitos y costum-bres culturales, la normalización social, la vinculación con el placer y la diversión; utilización del alcohol como facilitador de las relaciones sociales.

Otros factores serían el desempleo, el pesi-mismo respecto al horizonte laboral de las perso-nas más jóvenes, que influye en los proyectos de vida y refuerzan el valor de lo instantáneo y la ne-cesidad de evadirse.

Las consecuencias más llamativas del consumo excesivo, desde el punto de vista del personal sani-tario y no sanisani-tario, son las relativas a las consecuen-cias en la convivencia familiar, en el medio laboral y el aumento de las conductas agresivas.

Al aludir específicamente al alcoholismo como pro-blema sanitario sobresale la identificación de las se-cuelas negativas y el deterioro que causa a nivel físico. Sin embargo, el discurso se centra especialmente en la población adolescente y joven, y en los problemas de dependencia del alcohol en población adulta enun-ciando escasas tareas de prevención primaria.

2. Estrategias y recursos de intervención Por todos los factores anteriormente enumera-dos que remiten a la visualización del problema, se resaltó la importancia de las estrategias de sen-sibilización. Se planteó la necesidad de efectuar un trabajo previo con la persona antes de derivar a otro profesional y/o institución para ver si pro-blematiza el consumo o si dicho problema se en-cuentra naturalizado.

Ante la pregunta de qué se podría hacer ideal-mente para abordar la problemática del consumo de alcohol y/u otras drogas desde los centros de salud, se esbozó que, en primer lugar, es necesario pro-blematizar: "poner el problema sobre la mesa", ci-tando a una de las entrevistadas. Además, sería indispensable contar con un lugar específico a donde derivar a las personas y tener mayor cantidad de personal trabajando en el centro de salud y que se especialice en dicho tema. En esta misma línea, se habló de la necesidad de que haya una decisión clara de intervención y, para poder realizarla, capa-citación en el primer nivel de atención y profesiona-les del segundo nivel de atención con interés en articular acciones asistenciales.

De acuerdo a los datos relevados en las entrevis-tas, pese a reconocer la incidencia que tiene el con-sumo episódico excesivo de alcohol en los adolescentes, los profesionales destacaron la falta de intervenciones preventivas que aborden con efi-cacia la problemática en este grupo etario. En una de las entrevistas, por ejemplo, se planteó que no se realizan talleres en escuelas secundarias atravesa-das por el consumo problemático de sustancias por-que no se sabe cómo hacerlo; les resulta difícil el abordaje desde el efector de salud.

La visualización de la problemática por parte de los profesionales no es un indicador de las interven-ciones que se realizan con respecto a la misma. En general, los profesionales saben que el problema está presente entre la población cubierta, pero es frecuente el hecho de que no se indague al respecto por falta de recursos de abordaje e intervención.

En todas las entrevistas, tanto de los informan-tes clave del sector de salud y los de fuera de dicho sector, indicaron que en los Centros de Salud no hay protocolos de intervención ni dispositivos de segui-miento frente a un caso o una situación que se pre-sente de consumo de alcohol y otras drogas. Algunos profesionales mencionaron que no cuentan con referencias, lugares a dónde derivar a las per-sonas con consumo problemático. En uno de los Centros de Salud se explicó que desde los equipos que trabajan en el primer nivel de atención se trata la sintomatología de las personas que presentan un consumo problemático, pero no tienen contacto con servicios de Salud Mental y no tienen lugar donde internar a las personas que no tengan red y quisie-ran dejar de consumir. Sin embargo, algunas pro-blemáticas asociadas al consumo, como violencia

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de género, sí son abordadas desde los Centros de Salud con más frecuencia, en varias entrevistas se mencionó la conformación de redes para abordar dicha problemática, incluso trabajando con redes fuera del sector salud.

En su mayoría, los recursos de intervención a los que hicieron referencia los profesionales de los Cen-tros de Salud se encuentran por fuera del Sistema Formal de Salud: granjas, grupos terapéuticos, Al-cohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, iglesias en los barrios que trabajan con grupos de jóvenes que quieren dejar la droga, entre otros, y han indi-cado también que el trabajo está puertas afuera del Centro de Salud, en horarios que no son los del cen-tro. Dichas derivaciones son realizadas directa-mente por los profesionales que indican a la persona o familiares que recurran a dichas institu-ciones evidenciando la imposibilidad de resolución de la problemática dentro del Sistema Formal de Salud. Vale aclarar que no se trata de un trabajo mancomunado entre los Centros de Salud y esas instituciones, sino más bien queda a discreción del contacto o los contactos que cada profesional posea en alguna de esas instituciones. Por otra parte, los informantes que fueron entrevistados por fuera del Sector Formal de Salud remiten a la falta de recursos formativos, económicos y de infraes-tructura para tratar dichas problemáticas en el pri-mer nivel de atención. Hacen mención además que desde las salitas se trabaja con la sintomatología presente en una persona que ya consume, es decir se lo atiende por las secuelas que ésta presenta y no se aborda el problema en su complejidad.

Otro aspecto que se preguntó de forma abierta fueron los motivos más frecuentes, según la expe-riencia de los informantes, para que un efector de primer nivel derivara pacientes a otro servicio de salud mental que trabaje específicamente con la problemática. Como motivo más frecuente para que el propio servicio derive pacientes a otro de mayor complejidad, el 73% de los informantes aludieron a la falta de dispositivos necesarios, específica-mente internación u hospital de día. En segundo lugar, se mencionaron la ubicación geográfica rela-tiva al domicilio del paciente (36%) y el que el ser-vicio no atendiera el tipo o nivel de complejidad de la patología (36%). La falta de personal o turnos su-ficientes fue mencionada por el 27% de los infor-mantes. La ausencia de dispositivos necesarios, la ubicación geográfica y el tipo y/o complejidad de la patología fueron también mencionados como los motivos más frecuentes para que otros servicios en-víen pacientes a dispositivos por fuera del sector de salud, apareciendo además la edad del paciente como causa de derivación.

3. Demanda de tratamiento y oferta sanitaria Según el último Estudio Nacional en población de 12 a 65 años del 2016 del Observatorio Argentino

de Drogas, la demanda potencial de tratamiento es-tuvo compuesta por: usuarios problemáticos de al-cohol (alrededor de 1.344.317 personas), usuarios de marihuana y cocaína que presentan signos y sín-tomas de dependencia (105.554 y 73.680 personas aproximadamente), los que suman 1.523.551 usua-rios que estarían en condición de recibir algún tipo de ayuda o tratamiento. La demanda de tratamiento realizada o efectuada, tomando como fuente el mismo Estudio Nacional, es de aproximadamente 136.386 personas, que dijeron que durante el último año buscaron ayuda, y representan el 1,1% del total de usuarios de alguna sustancia en el último año. Esta demanda ocurrió en igual medida entre mujeres y varones, en mayor medida a partir de los 50 años. Los resultados de esta demanda efectuada según el Estudio Nacional en población general indica que el 32,9% de los que buscaron ayuda, unas 44.904 per-sonas, estaban en tratamiento en el momento de la encuesta, un 30,6% lo estuvo y cerca de un 35%, unas 47.572 personas que buscaron, no se inserta-ron en programas o espacios de atención.

Estos datos reflejan adecuadamente los obtenidos mediante los informantes clave en cuanto a la bús-queda de ayuda profesional por problemas vincula-dos al consumo problemático de alcohol, puesto que gran parte de los usuarios por prejuicios propios o por los que se derivan de los profesionales de la salud, directamente no consultan hasta que el problema ha cobrado niveles en donde las secuelas físicas y psico-sociales son irreversibles. Los que sí lo hacen, por lo general ingresan al Sistema de Salud por el segundo nivel de atención, es decir por los hospitales genera-les. Otro menor porcentaje ingresa por el primer nivel de atención, una vez que el problema ya está insta-lado con secuelas importantes en lo físico, psíquico, social y relacional. Asimismo, quienes reciben algún tipo de tratamiento dentro del sector de salud ya sea tratamiento psicoterapéutico individual u otro dispo-sitivo grupal, discontinúan el tratamiento a las pocas sesiones de haber comenzado. Esto podría deberse a que, en los diversos establecimientos indagados se ofrecen tratamientos psicoterapéuticos individuales a niños y/o adolescentes y adultos y la minoría ofrece tratamiento para familias y talleres grupales para tra-tar problemáticas específicas. Otros lugares frecuen-tes donde las personas recurren son las comunidades terapéuticas o clínicas psiquiátricas, aunque en menor medida. Cobra especial énfasis que, por lo re-levado mediante las entrevistas, más de la mitad de los usuarios con estas problemáticas recurren o son derivados desde el sector formal de salud a centros de alcoholismo o grupos de autoayuda en parroquias, iglesias, sociedades de fomento u otras organizacio-nes barriales. Los resultados mostraron también que los dispositivos de atención de la salud mental de di-ferente nivel resolutivo no necesariamente se distri-buyen entre los establecimientos siguiendo una lógica de niveles de atención.

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4. Nivel de interacción entre las Redes Formales e Informales de Salud

El análisis de los datos relacionales mostró, en primer lugar, que en la mayoría de los servicios de salud conocían al menos de forma parcial las pres-taciones de salud mental frente a la problemática de las adicciones que ofrecía cada uno de los demás establecimientos.

El análisis de los intercambios de derivaciones desde y hacia los miembros de la red de salud espe-cializados, mostró una red con baja conectividad, re-conociéndose una red paralela que incluyó establecimientos externos como iglesias, parroquias, organizaciones no gubernamentales, entre otras.

El nodo con una posición más central en las deri-vaciones resultó ser el mismo que apareció como más central en la relación de reconocimiento, aquel correspondiente a establecimiento monovalente de salud mental. Similares hallazgos respecto de la cen-tralidad en los intercambios de los servicios más es-pecializados en el tema que nuclea a una red asistencial fueron identificados por kwait, Valente y Celentano (2001).

Como expresaran Hanneman y Riddle (2005) res-pecto de las redes, el posicionamiento central de al-gunos servicios puede constituir al mismo tiempo una ventaja y una desventaja en cuanto a su capaci-dad de influencia sobre los intercambios ya que, por un lado, un servicio que es mejor conocido puede poseer mayor prestigio y en este sentido mayor po-sibilidad de influir en los demás, pero también corre el riesgo de saturarse más fácilmente de aquello que constituye el contenido de los intercambios, como son en este caso las derivaciones de pacientes.

El análisis de la relación de intercambio directo de información relativa a la atención, desde y hacia los servicios de segundo y tercer nivel, también mos-tró una red poco conectada, con lazos que se distri-buyen de manera heterogénea entre los miembros. La relación de intercambio de información directa entre nodos no parece estar asociada al intercambio de derivaciones, al conocimiento de los servicios que proveen los demás nodos o a características estruc-turales relativas al tamaño de los nodos, a los recur-sos comunicacionales que poseen o a los dispositivos de mayor complejidad con que cuentan. Curiosamente, el análisis sugirió que los nodos que recibieron mayor cantidad de consultas en el perí-odo abarcado, participaron en menor cantidad de ac-tividades de formación y/o intercambio.

En cuanto a los intercambios de derivaciones, la escasa conectividad podría significar que algunos servicios se saturan rápidamente y no están en con-diciones de ofrecer a los usuarios la posibilidad de obtener atención en otro establecimiento, y podría significar también que se envían pacientes a las ins-tituciones más conocidas sin que esto sea siempre lo más conveniente o apropiado para las necesidades el usuario. En este sentido, se observó que los

esta-blecimientos especializados en salud mental tienen una posición preponderante en la relación de recep-ción de derivaciones, a pesar de que no necesaria-mente cuentan con los dispositivos específicos, la formación adecuada de los profesionales, ni los re-cursos de infraestructura para brindar una atención compleja interdisciplinaria, intersectorial y comuni-taria frente al consumo excesivo de alcohol.

5. Barreras y facilitadores

La visualización de la problemática por parte de los profesionales no es un indicador de las interven-ciones que se realizan con respecto a la misma. En general, los profesionales saben que el problema está presente entre la población cubierta, pero mu-chas veces no se indaga al respecto por falta de re-cursos de abordaje e intervención.

En todas las entrevistas se indicó que en los Cen-tros de Salud no hay protocolos de intervención ni dispositivos de seguimiento frente a un caso o una situación que se presente de consumo de alcohol y otras drogas. Algunos profesionales mencionaron que no cuentan con referencias, lugares a dónde de-rivar a las personas con consumo problemático. En uno de los Centros de Salud se explicó que desde los equipos que trabajan en el primer nivel de atención se trata la sintomatología de las personas que pre-sentan un consumo problemático, pero no tienen contacto con servicios de Salud Mental y no tienen lugar donde internar a las personas que no tengan red y quisieran dejar de consumir. Sin embargo, al-gunas problemáticas asociadas al consumo, como violencia de género, sí son abordadas desde los cen-tros de salud con más frecuencia.

En su mayoría, los recursos de intervención a los que hicieron referencia los profesionales de los Cen-tros de Salud se encuentran por fuera del Sistema formal de Salud: granjas, grupos terapéuticos, Alco-hólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, iglesias en los barrios que trabajan con grupos de jóvenes que quieren dejar la droga, entre otros, y han indicado también que el trabajo está puertas afuera del cen-tro de salud, en horarios que no son los del cencen-tro.

La mayor parte de los/as profesionales conside-ran que en el marco de las estrategias de Atención Primaria de la Salud adquiere relevancia la explora-ción de hábitos y la orientaexplora-ción sobre los límites del consumo de alcohol. Sin embargo, mayoritariamente reconocen que la detección, el consejo, la interven-ción breve y las actuaciones de refuerzo no están in-corporados de forma sistemática en sus prácticas cotidianas, siendo frecuente una detección tardía del consumo excesivo, que empieza a ser considerado problemático cuando tiene repercusión orgánica.

Entre las barreras para la intervención destacan: i) la escasa formación (en la universidad y en los lu-gares de trabajo), ii) resistencias en la población, iii) temor a invadir la intimidad, iv) naturalización del consumo, v) los propios hábitos de consumo,

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vi) la sobrecarga de tareas, vii) el insuficiente res-paldo institucional.

Por otra parte, entre los facilitadores para la in-tervención se identificaron los siguientes: i) realizar la exploración sobre el o de alcohol de una persona dentro de las Prácticas clínicas de rutina (como puede ser la apertura de la historia clínica), ii) inte-grar la respuesta asistencial en el marco de otros procesos crónicos, iii) mantener una actitud abierta y constructiva, iv) lograr continuidad de atención a la misma población; v) contar con material de apoyo en las consultas.

Del conjunto de profesionales que integran los servicios de salud, los trabajadores del primer nivel de atención tienen un rol importante en identificar e intervenir en primer término cuando se presentan pacientes cuyo consumo de alcohol u otras drogas es peligroso o perjudicial para su salud.

DISCUSIÓN

Del conjunto de profesionales que integran los servicios de salud, los trabajadores del primer nivel de atención tienen un rol importante en identificar e intervenir en primer término cuando se presentan pacientes cuyo consumo de alcohol u otras drogas es peligroso o perjudicial para su salud.

Los hallazgos preliminares destacados del re-levamiento efectuado pueden sintetizarse en los siguientes:

a) El discurso se centra especialmente en la po-blación adolescente y joven, y en los problemas de dependencia del alcohol en población adulta;

b) Si bien los profesionales reconocen la inciden-cia que tiene el consumo excesivo de alcohol en gru-pos emergentes (ej: los adolescentes), identifican a la vez la insuficiencia de intervenciones que aborden con eficacia la problemática en este grupo etario;

c) Respecto a los recursos complementarios de apoyo, carecen de una perspectiva suficientemente amplia de todos los recursos con los que cuenta la red asistencial, lo cual limita las alternativas que pueden ofrecer a la población.

Además, los resultados del presente estudio como señalan autores como Saforcada (1999), muestran que los servicios que componen la Red Formal de Salud, disponen de relativamente pocas conexiones entre sí, tanto cuando se trata de deri-var pacientes como cuando se trata de compartir in-formación relativa a la tarea que realizan. Respecto de esto último, se comprende inmediatamente que, si los servicios no comparten conocimientos, datos y/o experiencias con otros equipos que realizan ta-reas similares en condiciones similares, la oportu-nidad para producir nuevos conocimientos y/o desarrollar acciones más adecuadas a las necesida-des de la población es limitada. De la misma forma, si en las Redes Formales de Salud se encuentra este

tipo de relación, aun menos conexiones poseen con las Redes Informales a las que derivan pacientes (de Lellis, 2015).

En este marco, que las autoridades, los profesio-nales y diversos referentes de la red asistencial tanto formal como informal realicen un proceso de refle-xión en torno a sus marcos conceptuales y prácticas, que permita repensar certezas, reflexionar sobre las creencias que legitiman su labor e incorporar a otros actores y saberes que puedan enriquecer la res-puesta desde una perspectiva de intersectorialidad, interdisciplinaria y trabajando en red donde los inter-cambios sean de mutua ayuda, de transferencia de saberes, información y modos de subsanar los pro-blemas de salud teniendo en cuenta cada contexto en particular (Cetrángolo y Devoto, 2002).

La principal limitación del presente trabajo es que al tratarse de una investigación exploratoria descriptiva los resultados no pueden ser extrapola-dos al conjunto de la población. Por otra parte, se sugiere la realización de mayor cantidad de entrevis-tas utilizando la técnica de Grupo Focal entre los di-versos actores que componen las redes formales e informales de salud.

En este sentido, las conceptualizaciones y apor-tes precedenapor-tes, pueden resultar fecundos para que los equipos de salud visibilicen las dimensiones a considerar y de esta manera contribuir a desnatura-lizar los mitos y prejuicios, -los propios y los que cir-culan en la comunidad- que habitualmente dificultan un abordaje integral, sistemático, exhaustivo y com-plejo de ésta problemática.

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