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La educación emocional en el proceso educativo inicial en Ecuador y España

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Academic year: 2020

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La educación emocional en el proceso educativo inicial en

Ecuador y España

Natividad Araque-Hontangas

Unidad Académica de Ciencias Administrativas y Humanísticas, Universidad Técnica de Cotopaxi Latacunga Ecuador

Resumen

La educación emocional, dentro del modelo de educación integral que establecen las legislaciones ecuatoriana y española, se considera como una de las piezas clave dentro de la educación inicial, para que los niños/as puedan experimentar un desarrollo emocional y social que les permita ser más autónomos, dentro de un marco de convivencia armónica. En este aspecto, educación e inteligencia emocional se entrelazan dentro del contexto educativo para el desarrollo evolutivo y socioemocional del alumnado. El propósito de este trabajo es mostrar la importancia que tiene la educación emocional en el aula, mediante una reflexión sobre los papeles de la escuela, profesorado y familia en el desarrollo de este tipo de educación. Para ello, se ha seguido una metodología basada en la compilación bibliográfica referente a la temática tratada. Además, se intenta recalcar los beneficios personales, profesionales y sociales de este modelo de educación para conseguir formar adultos sanos emocionalmente, que sepan reconocer y resolver diferentes situaciones cotidianas de manera positiva.

Palabras clave: Educación emocional, familia, inteligencia emocional, formación del profesorado.

Abstract

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this educational model for healthy, emotionally-stable adults, who can recognize and resolve everyday situations positively

Keywords: Emotional education, emotional intelligence, family, teacher training.

Introducción

La importancia de la educación emocional radica en que las emociones son parte fundamental de la persona desde su nacimiento y juegan un papel fundamental en la construcción de su personalidad y en su interacción con los demás. Las emociones están presentes en todas las relaciones con su entorno (familia, amigos, mayores, iguales…) y consigo mismo. Algunos autores consideran que las emociones intervienen en todos los procesos evolutivos del niño/a, mediante el desarrollo del lenguaje y de la comunicación, en el conocimiento social, desarrollo moral, procesamiento de la información y siendo una fuente principal de toma de decisiones (López Cassá, 2007). Desde comienzos del siglo XX, ha existido una preocupación por trabajar y ayudar a los niños/as en la etapa de educación infantil a entender sus emociones, así como canalizarlas y controlarlas. La educación emocional es un constructo que surge con Salovey y Mayer (1990) y se extiende con Goleman (1995). En la actualidad, han proliferado las investigaciones que resaltan la importancia que se debe otorgar a la adquisición de competencias emocionales en los niños. La educación emocional es una tarea que se está convirtiendo en prioritaria y urgente, puesto que los nuevos ritmos de vida están provocando que las necesidades emocionales de los niños se sustituyan por juegos de ordenador o por la televisión, y el vacío emocional incapacitará a esos niños/as para

poder enfrentarse a las dificultades cotidianas más insignificantes (Vilora, 2005).

Los marcos habituales de relaciones, afectos y comunicación a través de los cuales los niños/as iban aprendiendo y adquiriendo habilidades sociales de respeto, ayuda y empatía con los demás, van desapareciendo debido al modelo de vida en que los padres desarrollan diversas actividades y se programan hasta los momentos de ocio, produciéndose un vacío en el aspecto emocional que debe ser cubierto por la escuela (Díez, 2011).

Los niños aumentan su tendencia al aislamiento, depresión, ira, ansiedad, tristeza, impulsividad, nerviosismo, agresividad y, en definitiva, a problemas emocionales, que según Goleman (2012) deben solucionarse en el ámbito escolar, enseñando a los niños/as los principios fundamentales de la inteligencia emocional, con objeto de que se les ayuda en la adquisición de habilidades humanas como: el autoconocimiento, autocontrol, empatía, saber escuchar y colaborar con los demás para resolver conflictos de manera satisfactoria y pacífica.

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ejercicio de los roles que irán desempeñando en la vida y así serán mejores estudiantes, amigos, hijos, esposos, padres, empleados, y, en definitiva, mejores ciudadanos y personas. La Ley Orgánica de Educación Intercultural de Ecuador, 30 de marzo de 2011, considera el nivel inicial, denominado en España “educación infantil”, como un proceso para el desarrollo integral del alumnado, dando especial importancia al ámbito afectivo, cognitivo, psicomotriz, social de identidad, autonomía y pertenencia a una comunidad y región de los niños/as desde los tres a los cinco años de edad. Todo este proceso educativo se supedita al respeto de los derechos del alumnado en lo relativo a la diversidad cultural, lingüística, ritmo individual de crecimiento, además de potenciar sus capacidades, habilidades y destrezas (art. 40). El nivel inicial, según el Reglamento general a la Ley Orgánica de Educación Intercultural, Decreto 1241, se divide en dos subniveles: 1) que comprende a infantes de hasta tres años, siendo responsabilidad principal de la familia, y 2) que comprende a infantes desde 3 hasta 5 años de edad y cuya escolarización es obligación del Estado.

La normativa educativa española y, más concretamente, la Ley Orgánica de Educación, LOE 2/2006, de 3 de mayo, se muestra especialmente sensible a la necesidad de que la finalidad de la educación sea “la preparación para el ejercicio de la ciudadanía” (art. 2), siendo un principio básico la prevención de conflictos y su resolución pacífica, con objeto de evitar la violencia en sus diferentes manifestaciones (art.1). La mencionada Ley otorga a la educación infantil un carácter voluntario y la finalidad de hacer realidad el desarrollo físico, afectivo, social e intelectual de los niños/as (art. 12), concediendo especial importancia al desarrollo de las capacidades afectivas,

a través de su relación con los demás, con objeto de adquirir pautas de convivencia y relación social (art. 13).

La legislación española establece la educación infantil hasta los seis años, un año más que la ecuatoriana, dividida en dos ciclos (un primer ciclo hasta los tres años y un segundo de tres a seis años), se da especial énfasis a la afectividad, al movimiento y a los hábitos de control corporal, a potenciar la comunicación a través del lenguaje para ir construyendo unas pautas elementales de convivencia, al mismo tiempo que se facilitará que los niños/ as elaboren una imagen de sí mismo positiva y equilibrada, que les posibilite la adquisición de una autonomía personal.

El Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, sobre enseñanzas mínimas para el currículum de educación infantil, aboga por alcanzar un desarrollo armónico e integral del alumnado mediante la conjugación del plano físico, motórico y cognitivo con el emocional afectivo y social. Evidentemente, este no es un proceso aislado, sino continuo y permanente, debiendo ser completado en las etapas educativas de primaria y secundaria.

Partiendo del concepto de

inteligencia emocional

En el siglo XX la investigación se centraba más en encontrar una forma de medir la inteligencia (instrumentación) que en validar su conceptualización. Prueba de ello son las investigaciones de Binet, Henri y Simon, cuyo avance se basa en centrar la medición de la inteligencia en los procesos mentales superiores, elaborando la primera Escala de Inteligencia en 1905 (Dueñas, 2002).

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en la comprensión global de la persona para un mejor desarrollo de su vida. En este aspecto, la teoría de Sternberg (1982) concibe la inteligencia como un conjunto de habilidades cognitivas y de aprendizaje, que se pueden analizar de forma aislada, pudiendo solucionar problemas académicos y de nuestra vida real. Según su teoría, la inteligencia se podría descomponer en tres dimensiones: la componencial (relacionada con mecanismos cognitivos), experiencial y contextual (de tipo social, relacionada con la adaptación al ambiente).

Sin embargo, el máximo precursor de esta forma de concebir la inteligencia, que ha dado el gran salto hacia un primer esbozo de inteligencia emocional es Gardner (1983) y su teoría de las “inteligencias múltiples”, cuyo planteamiento se basa en que la inteligencia de una persona no se puede medir únicamente con test de Cociente Intelectual, que sólo cuantifica la capacidad de una persona para resolver problemas, memorizar información o encontrar respuesta a cuestiones específicas. Este test puede predecir con exactitud el éxito académico del niño, pero no el éxito que tendrá en su vida sentimental o en su futura carrera profesional, ya que sólo abarca la medición de capacidades lógicas y lógico-lingüísticas.

Los ocho tipos de inteligencia (lógico-matemática, lingüística, espacial, naturalista, musical, corporal-cinestésica, interpersonal e intrapersonal), que describe Gardner (1983) están interrelacionadas. Concretamente, define la inteligencia interpersonal como la capacidad para detectar “estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones”, mientras que la inteligencia intrapersonal es calificada como el conocimiento de los aspectos internos de la persona en relación con las emociones y los sentimientos (Gardner, 1983).

Posteriormente, Salovey y Mayer (1990) acuñan el concepto de inteligencia emocional y lo definen como la capacidad que tiene la persona de supervisar sus propios sentimientos y emociones, pudiendo discriminar entre ellos y orientar sus acciones y pensamientos. Goleman (1995, citado en Dueñas, 2002) conceptualizó la inteligencia emocional como “una meta-habilidad” determinante de nuestra destreza para dominar nuestras facultades y así conseguir un control personal, el éxito en las relaciones y el rendimiento laboral como el factor más importante. La inteligencia emocional está integrada por cuatro elementos básicos: alfabetización, alquimia, agilidad y profundidad emocional, que se muestran en la figura 1 (Cooper y Sawaf, 1997, citado en Dueñas, 2002):

Alfabetización emocional

Agilidad Emocional

Profundidad emocional Alquimia

emocional

Figura 1. Elementos de la Inteligencia Emocional.

Fuente: (Dueñas, 2002).

El papel de la familia en el

desarrollo afectivo-emocional de los

niños/as

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tarde empezará a interactuar con los diferentes elementos que hay en él (Muñoz et al, 2010). Durante los primeros seis meses los niños/as empiezan a expresar sus emociones “básicas”, que surgen de sus propias experiencias: alegría, tristeza, miedo, enfado, interés, sorpresa, asco. Posteriormente, irán suscitándose las emociones secundarias: empatía, envidia, timidez, vergüenza, culpabilidad, orgullo, que precisan de un mayor nivel de consciencia y autoconsciencia para hacer posible su

manifestación. Las emociones secundarias tienen una importante función social, porque es necesario ser consciente el propio estado emocional a la vez que se intuye lo que está pensando la otra persona con la que interactuamos (Muñoz et al., 2010).

Después de una consulta bibliográfica sobre el desarrollo psicológico y madurativo de los niños y niñas de 0 a 6 años, se ha conseguido elaborar la tabla 1:

Tabla 1.- Desarrollo emocional de los niños/as de 0-6 años.

Etapa Desarrollo emocional

Nacimiento Vínculo afectivo entre el niño y su cuidador, pueden mostrar placer o disgusto y utilizan el llanto para llamar la atención y expresar necesidades básicas: incomodidad, hambre, dolor.

1-2 meses Aparece la sonrisa del neonato de manera espontánea y sin ningún tipo de estimulación externa.

2-4 meses Aparece la sonrisa social o reacción positiva ante el reconocimiento de objetos, situaciones y sobre todo con su cuidador y personas conocidas.

3-7 meses Aparecen algunas emociones básicas: enfado, sorpresa, tristeza, alegría y rabia 7 meses Se desarrollan más las expresiones de miedo y aparece el temor a los desconocidos y

la ansiedad por la separación de su cuidador, tiene relación con el tipo de apego. 8-12 meses Mayor habilidad para observar y distinguir las emociones de sus cuidadores, cambios

faciales, gestos, tonos de voz.

12-24 meses Aparecen as emociones secundarias (timidez, vergüenza), cuando el niño/a se ve distinto a los demás y también aparece la empatía, pudiendo interpretar la ira o la pena en el otro, incluso intentando consolarle.

2-3 años Aparece la culpa cuando interpreta su propia actuación y el orgullo asociado a la consecución de una meta. También, comienza a utilizar el “no” y las rabietas. 3-4 años Se desarrollan más las emociones socio-morales: envidia, culpa y orgullo. Con el

lenguaje puede desarrollar la consciencia emocional y empiezan a utilizar un léxico emocional para referirse a la tristeza, el miedo, el enfado…

4-5 años Aparece la capacidad de reflejar y entender las emociones propias y ajenas, de manera que esta mayor consciencia favorece el control emocional.

5-6 años Aumenta el mundo social y, con ello, la complejidad de las emociones. Aparecen los sentimientos más complejos como: la humildad, la inseguridad o la confianza.

Fuente: Muñoz et al. (2010). Sadurní, Rotán y Serrat (2002).

Si analizamos la evolución de las emociones y, al mismo tiempo, observamos el desarrollo cognitivo de los niños/as podemos observar que existe cierto paralelismo entre los avances en el ámbito cognitivo y las emociones experimentadas, por lo que se hace necesaria

la regulación de dichas emociones, así como de una educación de la competencia emocional (Muñoz et al, 2010).

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espontánea y debe ser practicada por todos sus miembros.

- El saber transmitir un modelo de cuidado que responda a las formas culturales para percibir e interpretar las necesidades de los niños/as y las maneras de satisfacerlas.

Por último, decir que si un hijo/a ve felices a sus padres, podrá encontrar más fácilmente su propia felicidad.

La educación emocional en la

escuela durante la etapa inicial

La educación emocional se define como la estrategia para desarrollar las competencias emocionales dentro del sistema educativo de forma continua y permanente con objeto de potenciar dichas competencias y como elemento esencial para impulsar el desarrollo humano, mediante su capacitación para su vida futura y el incremento de su “bienestar personal y social” (Bisquerra et al, 2012, p.27).

El currículo de la etapa inicial en Ecuador tiene en cuenta la necesidad de que el niño/a aprenda y se desarrolle, entre otras cosas, mediante el cuidado, protección y afecto, la participación o interacción con otros iguales en una convivencia armónica, siendo reconocido y valorado para que pueda auto-valorarse como sujeto.

La legislación educativa ecuatoriana contempla que el currículo en la educación inicial parte del conocimiento de que los niños/as son seres bio-psicosociales y culturales, que necesitan un modelo integral de atención en el que se interrelacionen aspectos: cognitivos, sociales, psicomotrices, físicos y afectivos, dentro de ambientes ricos y diversos con calidez, afecto e interacciones positivas. Redundando en el aspecto afectivo, deben ser conscientes de la necesidad de

prestar atención y educar a sus hijos en ese ámbito de las emociones. La familia es el primer y más importante de los contextos afectivos (Palou, 2004), porque es donde los niños/as comienzan a crear vínculos y relaciones que van a tener una repercusión fundamental en su desarrollo.

Vigotsky (1979) señaló la necesidad de que los niños/as aprendiesen con la mediación de los adultos cercanos (padres, familiares y docentes) y consideró que el ambiente y su organización junto con la relación con pares, adultos y docentes cobraban un papel fundamental para el aprendizaje en la etapa inicial.

Por consiguiente, los padres deben estar capacitados para favorecer el bienestar y la educación emocional del niño, mediante los siguientes comportamientos (Palou, 2004 y Céspedes, 2013):

- Vincularse y crear lazos afectivos con sus hijos/as, de manera permanente para que los niños/as tengan seguridad y confianza.

- Ser empáticos con los hijos/as, saber percibir sus demandas y sintonizar con ellas.

- Adaptación y flexibilidad ante las diferentes situaciones y emociones que puedan presentar sus hijos/as, son básicos para un adecuado desarrollo emocional.

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el Plan Nacional del Buen Vivir (2013-2017) plantea que el desarrollo del niño/a tiene que estar supeditado a su bienestar y a la satisfacción de sus necesidades (alimentación, afecto, vestido, protección y salud), al mismo tiempo que la realización de actividades relacionadas con la alegría, vitalidad, relajamiento y espontaneidad del niño/a, que le generen autoestima positiva y autoconfianza, que le permita realizar interacciones significativas con los demás y su entorno.

Al igual que ocurre con la legislación educativa española, la ecuatoriana considera importante el desarrollo de la educación emocional en la etapa inicial, mediante la participación, interacción de los niños/as con sus iguales en una convivencia armónica; propiciando en el aula un ambiente seguro, acogedor y estimulante que facilite el cuidado protección y afecto del alumnado, con la participación de las familias en un proceso de aprendizaje significativo en el que se involucren docentes competentes y comprometidos. Este modelo de enseñanza está vinculado al desarrollo personal y social de los niños/as, con una clara vinculación emocional en los niños de 0-3 años, mientras que para los de 3-5 años se pretende complementar la educación emocional con la adquisición de identidad y autonomía propia, además de prepararles para un buen modelo de convivencia.

Este modelo educativo está cercano a otras teorías que abogan por un adecuado cuidado para la salud y la nutrición, que potencien el desarrollo infantil y tengan una incidencia positiva a lo largo de la vida de los niños/as (Tinajero y Mustard, 2011).

La educación emocional recoge las aportaciones de diversas ciencias y se nutre

de las investigaciones sobre inteligencia emocional, bienestar, emociones positivas, fluir, psicología positiva y neurociencia, y su finalidad es el bienestar y la felicidad (Bisquerra, 2011). La educación emocional ha sido defendida por los movimientos de renovación pedagógica (Escuela nueva, Escuela activa.), que proponen una educación para la vida; la teoría de las inteligencia múltiples de Gardner y el Informe Delors (1996), que señala cuatro pilares para la educación del siglo XXI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir y aprender a ser.

En la educación inicial se pueden conseguir diversos objetivos referidos a educación emocional (López, 2005):

- Favorecer el desarrollo integral de los niños y niñas.

- Proporcionar herramientas para el desarrollo de estrategias emocionales que potencien la autoestima.

- Potenciar actitudes de tolerancia, respeto y pro-sociabilidad.

- Potenciar la capacidad de esfuerzo y motivación ante el trabajo.

- Desarrollar la tolerancia a la frustración. - Favorecer el autoconocimiento y el

conocimiento de los demás.

- Desarrollar la capacidad de relacionarse con uno mismo y con los demás de forma satisfactoria.

- Desarrollar el control de la impulsividad. - Favorecer la cantidad y calidad de

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Tabla 2.- Objetivos generales de la Educación Emocional

Fuente: Bisquerra (2003).

Según explica Clouder (2008), existen diferentes programas de educación emocional, desde aquellos que entrenan algunas habilidades básicas como la percepción, comprensión y regulación emocional, hasta los programas más amplios que tratan de potenciar la autoestima, la asertividad y el optimismo, todo desde un modelo educativo en que el niño es activo, el entorno de aprendizaje se comparte y las actividades son significativas. El aprendizaje significativo se produce cuando el niño/a construye sus propios conocimientos sobre la base de una idea general que se encuentra en su estructura mental o conocimientos previamente adquiridos (Ausubel, 1963). Además, cabe mencionar que el desarrollo cognitivo de los niños/as durante la etapa inicial debe ser un aprendizaje que se consigue mediante el desarrollo afectivo y la participación guiada en la actividad social con sus compañeros que supone un estímulo en su comprensión y destreza (Rogoff, 1993).

Educación emocional Participar o interactuar con

otros en una convivencia armónica

Ambiente de aprendizaje seguro, acogedor y estimulante

familia y comunidad participando

activamente Cuidado, protección y

afecto

Figura 2.- Aspectos básicos de la educación emocional en la Ley de Educación Intercultural. Elaboración propia.

Las cualidades del profesorado

En la escuela, los maestros serán los encargados de acoger a los niños/as y a sus familias, por lo que deberán tener información sobre la edad, características psicológicas y ambientes emocionalmente seguros en el desarrollo de la afectividad infantil. Además, debe contar con una serie de requisitos para poder hacer efectiva y llevar a cabo la educación emocional. Atendiendo a Céspedes (2013) y Palou (2004), las cualidades fundamentales del profesorado se resumen en:

- Poseer un equilibrio psicológico y conocer técnicas que sean efectivas para resolver los conflictos, emplear la autoridad cuando sea necesario de forma eficaz, y hacer uso de una comunicación afectiva.

- Realizar un trabajo permanente de autoconocimiento y una reflexión crítica constante sobre su tarea como educador.

- Ser consciente de su papel protagonista del clima del aula, ya que las emociones son contagiosas.

• Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.

• Identificar las emociones de los demás.

• Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones.

• Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.

• Desarrollar la habilidad para generar emociones positivas.

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- Tener transparencia, confianza, poseer una escucha sensible de lo que nos rodea, paciencia, responsabilidad, flexibilidad y armonía.

Otros autores consideran que la tarea docente también debe consistir en la capacidad para conectar el aprendizaje con la vida real del alumnado, mantener un compromiso con ellos a pesar de los obstáculos, respetar y querer al alumnado, considerar a los padres y a otros miembros de la comunidad como partícipes de la educación y ser conscientes de que el proceso de aprendizaje es permanente (Clouder et al, 2008).

El profesor tiene un papel primordial en la creación de ambientes emocionalmente adecuados en el aula, donde el alumnado se encuentre motivado y feliz y, por ende, favorezcan la educación emocional (Bisquerra, 2011). Para ello, en las aulas debe haber espacios y tiempos para el bienestar a través de la realización de actividades que fomenten las emociones positivas, siendo el profesor el artífice de crear un clima de seguridad en el que el alumnado se pueda sentir cómodo.

Una organización flexible y democrática del aula favorece el desarrollo de la responsabilidad y la implicación del alumnado en su propio proceso de aprendizaje. La participación, el consenso, la cooperación y las actividades grupales (la disposición del alumnado en forma de círculo o semicírculo) aumentará el grado de satisfacción del alumnado durante su aprendizaje. También, es importante que el profesorado tenga unas expectativas positivas sobre el alumnado, utilizando un lenguaje positivo, hablando más de oportunidades que de dificultades, puesto que el alumnado tiende a comportarse tal y como se espera de él.

Algunos de los recursos apropiados para trabajar la educación emocional en el aula podrían ser (Bisquerra, 2011; Palau, 2004 y López, 2011):

- La música para despertar y hacer fluir las emociones, al mismo tiempo que conecta con nuestro mundo emocional interior y le ayuda a abrirse hacia el exterior.

- El arte puede convertirse en un lenguaje más para el alumnado, con objeto de expresar lo que siente y descubrir nuevas emociones.

- La expresión corporal permite a los niños/as expresar hacia el exterior sus sentimientos, mediante la danza, el baile y el movimiento en general. - Los títeres facilitan buenas dinámicas

y crean vínculos emocionales entre el alumnado.

- La relajación debería ser una actividad habitual en las escuelas de Infantil para aprender a valorar el silencio, la calma, la tranquilidad, al mismo tiempo que mejora la capacidad para escuchar, aumenta la autoconfianza, la memoria, la concentración, la calidad del aprendizaje mediante la canalización de las energías de los niños/as y el fomento de su bienestar.

- El sentido del humor aplicado en el aula también incrementa el bienestar y la calidad del aprendizaje.

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Beneficios de la Educación

Emocional

Las diversas investigaciones realizadas en el ámbito de la educación emocional han puesto de manifiesto sus beneficios en muchos aspectos de la vida: disminución de la ansiedad, estrés, indisciplina, comportamientos de riesgos, conflictos...y un aumento de la tolerancia a la frustración, y del bienestar emocional (Bisquerra et al., 2012). Concretamente, el Informe de la Fundación Marcelino Botín de 2008, titulado Educación emocional y social. Análisis Internacional, que presenta diferentes análisis sobre la base de unas ochocientas investigaciones, en las que participaron aproximadamente unos quinientos mil estudiantes de educación infantil, primaria y secundaria de países como Estados Unidos, Reino Unido, Suecia, Países Bajos, Alemania y España, se llega a la conclusión de que el desarrollo de programas de educación emocional tiene un efecto positivo para el desarrollo integral del alumnado y se concreta en los siguientes aspectos como propone López (2005):

- La mejora de las competencias emocionales y sociales.

- La disminución o reducción de problemas de externalización: absentismo, comportamientos disruptivos, violencia, consumo de drogas, vandalismo, conducta antisocial...

- La reducción de problemas de interiorización: ansiedad, estrés, depresión, trastornos mentales y salud mental.

- La mejora de actitudes y conductas positivas hacia uno mismo y hacia los demás: autoestima, conducta

pro-social, participación escolar y comunitaria.

- La mejora de las calificaciones escolares y resultados académicos.

Se puede observan que los beneficios que aporta la educación emocional son bastantes, por lo que se puede concluir que su introducción y aplicación en la escuela conseguiría un mayor bienestar del alumnado a través de la regulación de las emociones negativas y la potenciación de las positivas, facilitando recursos para potenciar el humor, la alegría, la amistad y, en definitiva, la felicidad en las aulas.

Conclusiones

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La educación emocional ha trascendido a las normativas educativas de Ecuador y España, principalmente en la etapa inicial, conocedoras de la importancia que tiene para formar ciudadanos comprometidos con el progreso y la mejora de la sociedad. Los aspectos fundamentales de la educación emocional que se han desarrollado en este trabajo son:

La relación ente la inteligencia y la educación emocional es fundamental porque la educación trata de desarrollar este tipo de inteligencia, de manera que el alumnado tome conciencia de las emociones, comprenderlas en nosotros mismos y en los demás, tolerar las frustraciones, tener empatía social y aumentar la capacidad de trabajar en equipo para conseguir el desarrollo personal.

El desarrollo afectivo-emocional es fundamental en la escuela durante la etapa inicial, pero siempre con la ayuda y participación de la familia, de lo contrario no sería posible una educación emocional plena. La educación emocional en la escuela es un proceso continuo y permanente, con la ayuda de maestros competentes y comprometidos, que lleven a cabo un aprendizaje significativo y que canalicen un ambiente óptimo, con estrategias y metodologías para que el alumnado se sienta motivado y pueda conseguir a su realización personal.

Los beneficios de la educación emocional son múltiples y vinculados a aumentar el bienestar personal y social. Se trata de que los niños/as tengan la atención necesaria por las personas de su entorno para que se produzca su adaptación social y mejoren sus rendimientos escolares, como un proceso de prevención, detección de situaciones de riesgo y eliminación de conflictos sociales.

Literatura citada

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